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    LOS ESTUDIOS SOBRE FISCALIDAD EN LA POCAMODERNA

    Ofelia Rey Castelao

    Para abordar el encargo que se me ha hecho sin generalizar debo apelar a dos nicasopciones, mi experiencia investigadora en fiscalidad eclesistica y aquella otra que headquirido y es ms permanente en m de historiadora de la historiografa. Como a todas lucesla primera va me resulta til pero insuficiente, voy a incidir en la segunda porque me parecems sugerente y provechosa, aunque es verdad que podra remitirles sin ms al balancehistoriogrfico que sobre la misma materia fue publicado por B. Hernndez en 19981porque,en lneas generales, comparto su planteamiento y sus observaciones; no obstante, difiero,como es lgico, en algunos puntos de no pequeo relieve, por lo que paso a hacer un balancede lo que en apariencia constituye en s mismo un fenmeno que es comentado de formageneral sin que haya sido medido.

    Me refiero a que la comentadsima proliferacin de estudios sobre fiscalidad es, en laprctica, ms aparente que real, porque si bien es verdad que hay un considerable aumento delos estudios al respecto, dista de alcanzar las dimensiones de otros campos, por su aridezmisma, que lo hace tema poco atractivo a los historiadores ms jvenes interesados, s, enhistoria poltica pero en otras facetas ms vistosas y porque sus fuentes son enrevesadas,laboriosas y difcilmente inteligibles. Y tambin es poco atractivo al mundo editorial demercado, de modo que, en ausencia de ste, nos encontramos con numerosas publicacionesinstitucionales vinculadas al poder central el Instituto de Estudios Fiscales,2primordial en las

    publicaciones de los aos setenta, las Cortes y el Instituto de Estudios Constitucionales, elBanco de Espaa, e incluso Tabacalera y la administracin de Loteras, y supeditadas adeterminadas celebraciones centenarios de las Cortes en 1989, del Banco de San Carlos en1982, de la creacin de la Lotera Nacional en 1963 y sobre todo a oleadas de interssurgidas de la actualidad concreta de determinadas reformas fiscales, como la implantacindel IRPF. Claro est, en las ltimas dos dcadas, son los poderes autonmicos los que apoyanmuchas de las publicaciones, hecho que ha incidido no poco en la pretensin de recalcar lapluralidad de los reinos dentro de la monarqua, que se reflejara en la determinacin dembitos econmicos y fiscales diferenciados, separados por barreras aduaneras, as como en

    el estudio de los parlamentos de cada reino;3

    ms recientemente an, el patrociniocorresponde a los pujantes poderes municipales. Comparto la idea de Carretero Zamora deque el actual ambiente ideolgico poco favorable al papel y lmites de la accin del Estado yla prevencin contra ste y contra la fiscalidad pueden condicionar negativamente lainvestigacin, y eso se deja notar en las publicaciones.

    No es en ningn modo banal esto que digo porque, exagerando un tanto, el estudio de lafiscalidad y de la Hacienda pblica pas de manos de los historiadores econmicos y de laobservacin en trminos del efecto de la fiscalidad sobre el desarrollo econmico global

    cuestiones como el atraso industrial, la falta de unidad del mercado interno, publicados enrevistas comoHacienda Pblica EspaolaoMoneda y Crdito,4vinculadas con instituciones

    centrales como las ya mencionadas o con la banca privada, o en congresos y librosfinanciados por stas, preocupadas ms en la poca contempornea y por lo tanto, atentas

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    sobre todo al siglo XVIII, a estarlo en manos de historiadores modernistas y a veceshistoriadores del Derecho aunque en el Pas Vasco y Navarra subsiste el peso decisivo de loseconmicos, ocupados en estudiar la fiscalidad y la hacienda en trminos polticos,interesados sobre todo en los siglos XVIy XVIIy en el desarrollo de la relacin rey-reino, que

    publican en revistas ms propiamente histricas aunque ms generalistas5, en congresos

    vinculados a las asociaciones propias Asociacin, luego Fundacin, Espaola de HistoriaModerna (AEHM), o a los poderes autonmicos y a numerosos ayuntamientos, en librosfinanciados por estos, y tambin beneficiados, si se puede decir as, por la celebracin decentenarios, como el de las Cortes en 1988 o los de los cambios dinsticos.

    Los nmeros que he manejado para este balance son reveladores de este cambiohistoriogrfico. Sobre un total de 400 publicaciones que he podido controlar, est claro queantes de 1982 son escasas en nmero menos del 15%, aunque entre ellas se ocultan ya lasaportaciones de Carande, Domnguez Ortiz, F. Ruiz o M. Ulloa e incluso la de I. A. A.Tompson sobre Felipe II; el crecimiento es espectacular desde 1982 a 1991, perodo en el quese concentra el 36%, pero es sobre todo en los diez ltimos aos en los que, sin contar la

    floracin de estudios municipales que incluyen algn captulo al respecto, se produce el 50%.Los nmeros tambin demuestran el cambio de orientacin ya que antes de 1992 la

    preferencia por el siglo XVIIIes clara: hasta 1982 acapara el 52% de las publicaciones, entre1982 y 1991 el 42% y en los ltimos aos slo el 21%, an mediando los centenarios deFelipe V, Carlos IIIy Carlos IV; an ms, es el siglo XVIIel que protagoniza el cambio, sobretodo en su primera mitad: antes de 1991 slo se le dedica el 16% de los textos el 24% al

    perodo de los Austrias y en los diez ltimos aos abarca el 31%, en tanto que el XVIslo hapasado del 17% al 25% an contando con los centenarios de Carlos Vy Felipe II.

    Tanto en la primera fase como en la segunda, en su inmensa mayora la produccin se debea autores espaoles, aunque los hispanistas anglosajones como I. A. A. Thompson y C. J. Jagoo H. Kamen, son de cita inexcusable, y algn hispanista francs J. P. Dedieu, G. Lemeunier,B. Vincent, D. Ozanam6, as como tambin a algunos italianos ocupados en los asentistas, oa historiadores procedentes del mbito germnico, como Renata Pieper.

    Pero antes deca que no se puede hablar de crecimiento numrico ms que de formamatizada, ya que muchos estudios no se refieren con propiedad a la fiscalidad sino a lahacienda o a cuestiones paralelas como el poder municipal, y la valoracin del nmero, entanto que revela inters, no tiene por qu ser positiva desde otros puntos de vista. Tomando1982 como fecha de inicio porque con motivo del centenario del Banco de San Carlos en eseao se publican, entre otras financiadas por el Banco de Espaa, la obra dirigida por

    M. Artola, La economa espaola al final del Antiguo Rgimen (Madrid, 1982) y la suyapropia,La Hacienda del Antiguo Rgimen, tratar precisamente de plantear varias cuestionesal respecto.

    La primera es que la produccin historiogrfica anterior a esa fecha estuvo supeditada a lasobras de referencia sobre los distintos reinados de los Austrias Carande, Domnguez Ortiz,Ruiz Martn, M. Ulloa7, que aportaron sugerencias clave con respecto a esos perodos y que

    profundizaron en los planteamientos institucionales y en los entresijos crediticios como basede un esquema explicativo centrado en los expedientes de una monarqua que ingresabamenos de lo que gastaba. Pero tambin estaba lastrada por el peso de esas obras, lo quederiv, adems de lo dicho, en que los historiadores se ciesen al XVIIIpor largo tiempo, pero

    una vez superado la reverencia a los grandes y en esto fue determinante la incursin de losmencionados hispanistas, sobre todo I. A. A. Thopmson y Ch. Jago, cabe preguntarse si

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    quienes abordaron los siglos XVI y XVIIhan aportado verdaderas novedades sobre aquellasobras o sobre el perodo de los Reyes Catlicos, en el que la influencia de Ladero Quesada noes rebatible.

    La segunda matizacin es que ciertas lagunas y deficiencias sealadas por M. Artola en

    1982 no se han cubierto o lo han sido de modo deficiente. Se advierte en esto escasaoriginalidad en los objetivos, ya que se siguen las sugerencias de aquellas obras de referenciay las de la abundante historiografa existente sobre la fiscalidad en Europa. Por eso mismoexisten vacos en la investigacin y temas en los que se da una pasmosa concentracin deinvestigadores y se ha llegado a un cierto embotamiento, pero an as, la produccin reciente,salvo esplndidas excepciones, es esencialmente endogmica y la conexin con las lneas deinvestigacin sobre Europa, declarada de forma unnime en textos introductorios, no rebasa elnivel de las citas bibliogrficas. Naturalmente, esto se acompaa de una escasez de estudioscomparativos.8

    La tercera es que si podemos afirmar que buena parte de la dificultad del estudio de la

    fiscalidad radica en la complejidad y falta de precisin y en lo farragoso y reiterativo de ladocumentacin, lo cierto es que son escasos los estudios monogrficos sobre las fuentes9ydeficiente la crtica de stas, en especial en las investigaciones de carcter cuantitativo. SiW. Kula nos record que las fuentes para el anlisis histrico estadstico no estn pensadas

    para cientficos y son el producto secundario de la actividad de la administracin, lo cierto esque el esfuerzo de crtica no est a la altura de otros mbitos temticos, por la complejidadmisma de la base documental. Durante largo tiempo, los textos legislativos fueron la clave ysu lectura al pie de la letra gener no pocos problemas; siguen utilizndose pero sin resolvercon decisin cuestiones como la terminologa, por ms que desde los aos setenta seadvirtiese (G. Anes) que es preciso a veces hasta reconstruir el vocabulario, perdidas comoestn las voces en la documentacin indita. Hay que extraerlo de los viejos textos y de losescritos que los plasmaron, en los legajos conservados en los archivos, hasta darle suverdadero sentido, tanto en lo que se legisl como en la aplicacin de las Ordenes y RealesCdulas.10La heterogeneidad de las figuras impositivas, las formas y modos de percepcin ysu distinta denominacin o los trminos aplicados a los procedimientos administrativos,11contienen una notable dificultad conceptual, polisemia y trampas del lenguaje por ejemplo eltrmino foral no vale para Castilla porque se rige por ordenamientos, ni para Catalua, quelo hace por constitucions, capitols...12, que rara vez se plantean en la historiografa reciente.

    Sustituida o completada la documentacin normativa por los datos seriables procedentes delas contabilidades oficiales, aunque resultase que por confusin doctrinal y matemtica no

    todas las cifras se pudieran seriar, podemos decir que hoy disponemos de una verdadera sopade nmeros que deriva:

    a) de la preferencia por el estudio por reinados en gran medida se hereda de la concepcinde las obras clsicas sobre el tema de modo que los perodos de anlisis no son largos nisiempre se pueden enlazar: en el total de la produccin que he analizado, slo un 13% abarcala Edad Moderna en su conjunto, un 8% el perodo completo de los Austrias y slo el 2% lossiglos XVII-XVIII.

    b) de la abundancia de estudios de los distintos ramos de la hacienda, hechos con criteriosno homologables, a veces por aplicacin a todas luces incorrecta de criterios actuales.

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    c) de la opcin cada vez ms habitual por territorios y localidades concretos cuyas fuentessuelen presentar diferencias terminolgicas y sobre todo fuertes disimetras temporales.

    d) de que en unos casos los investigadores utilizan valores brutos y en otros valoreslquidos, como puso de relieve el experimento de comparacin de los datos de distintos

    autores hecho por R. Pieper, en su obra sobre la Hacienda bajo Fernando VI y Carlos III(1992)13y que con frecuencia derivan del desconocimiento de los criterios contables. En estesentido, conviene tener muy en cuenta los cada vez ms numerosos estudios sobre historia dela contabilidad y del anlisis formal de la documentacin contable, que si bien no son nuevosy pudieran parecer superficiales, son muy tiles para comprender los entresijos de numerosasoperaciones financieras y fiscales14 y resolver problemas como la contabilidad creativa(J. A. Marino).15Hay que mencionar al respecto los trabajos de la rbita de Hernndez Esteveo los de R. Donoso Anes sobre las prcticas contables de la Casa de Contratacin.16

    e) Finalmente, deriva de que la mayor parte de las fuentes cuantitativas, tras su aparentefrialdad, ocultan defectos que cuestiona su aceptacin porque son el producto de clculos,

    intereses y razonamientos contables, administrativos, polticos que obstaculizan sureconstruccin; a todo lo cual hay que aadir la escasa prctica aunque cada vez ms normal,a fuerza de que las crticas incidieran especialmente en ello, de la deflactacin de series, demodo que los valores nominales de una renta o de un conjunto de rentas se dan comoreferencia del aumento o disminucin de la fiscalidad sin operar la debida correccin de losvalores absolutos con los precios o con otra referencia que permita acceder al valor real. Laexpresin cifrada y en moneda de los ingresos fiscales est supeditada a las manipulacionesmonetarias, que no slo alteran la materialidad de los valores sino que en s mismos ocultanun componente fiscal, lo que en cierto modo debe vincularse con la contabilidad. Puesto derelieve por E. J. Hamilton17 y por A. Domnguez Ortiz en su momento, no se tomsuficientemente en serio, pero en la actualidad, si no nos referimos a los abundantes estudiossobre la moneda en general, hay que destacar los trabajos de E. M. Garca Guerra sobre lasmanipulaciones monetarias del XVII18 o los ms generales de C. Lpez Gonzlez,19 o losexistentes sobre las implicaciones fiscales de la devaluacin de 1680;20 para el XVIII estoadquiere un nuevo matiz, porque la creacin y sucesivas emisiones de vales reales puedencalificarse a medio camino entre la manipulacin monetaria y el expediente fiscal.21En fin, lasseries existentes, base argumental ineludible, no son comparables en el tiempo, ni en elespacio ni en sus componentes.

    LA EVOLUCIN DE LOS ESTUDIOS:FASES Y RANGOS TEMTICOS

    Los logros han sido, sin embargo, muy interesantes y abundantes y se ha operado unextraordinario cambio en dos fases que tienen su divisoria en la reunin de la AEHM de 1992y como inicio la obra de M. Artola, La Hacienda del Antiguo Rgimen, publicada en 1982,tanto porque se le atribuy el mrito de ser un primer intento de anlisis global y de sntesisde la historia financiera espaola desde una perspectiva institucional, anunciando laimportancia de las haciendas forales y proponiendo la poltica fiscal de las Cortes como unade las claves de la revisin de los lmites de la hacienda castellana, como porque no fueron

    pocas las crticas que se le hicieron al respecto de las fuentes empleadas en gran partelegislativas y no siempre sometidas a control y del planteamiento mismo; se tratabaseguramente de un intento prematuro, como puede deducirse de la bibliografa citada porArtola,22y que a m me vale sobre todo porque seala las graves deficiencias del estudio de la

    fiscalidad del perodo moderno existentes por entonces y porque sugiere lneas de estudio queconvendra observar si se siguieron despus, pero tambin me sirve para sealar la escasa

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    atencin a determinados aspectos que por entonces estaban estudiados o en trance deestudiarse y el olvido total hacia otras vas posibles de anlisis.

    Con anterioridad a 1982, salvados los clsicos mencionados, la produccin no eraabundante pero en los setenta se haban marcado ya nuevas tendencias y en aos inmediatos

    se publicaron cosas importantes. Esencialmente, lo que se conoca era, por un lado, lafiscalidad y hacienda de Carlos V, Felipe II, Felipe IV y Carlos II, respondiendo a unaconcepcin personalista como lo era la historia poltica de entonces y que tiene su

    justificacin en que el gasto blico sobre todo mediatizaba la poltica fiscal, pero en esosaos se desarrolla sobre todo el estudio del siglo XVIIIy el de las reformas de la hacienda

    G. Anes, con atencin preferente hacia la nica Contribucin J. Hernndez Andreu,J. Nadal Ferreras, J. Fontana, A. Otazu etc. y las desamortizaciones y sus precedentes

    F. Toms y Valiente y R. Herr, M. I. Lpez Daz, etc., o los arbitristas y de las teoraseconmicas J. L. Sureda, Bytar Letaif, J. Reeder, J. A. Maravall, J. Vilar,23etc. Es la pocaen la que los historiadores econmicos desarrollaron ms ampliamente sus planteamientos, enespecial en la revistaHacienda Pblica Espaola, o en el coloquio de historia econmica que

    origin la obra colectivaDinero y crdito (siglosXVIalXIX) (1977),24si bien es verdad que deentre 27 trabajos slo cuatro se pueden considerar dedicados directamente a fiscalidad. Se

    persegua sobre todo conocer las cuentas globales de la Hacienda Pblica, en sus ingresos ygastos y ponerlas en relacin con las magnitudes econmicas de la poca estudiada, parahacer una interpretacin en trminos de desarrollo econmico comparable con Europa, perono hay que olvidar que de un modo menos llamativo se desarrollaba otra va de anlisis de lafiscalidad en los estudios de historia rural E. Fernndez de Pinedo y P. Fernndez Albaladejosobre el Pas Vasco, de B. Barreiro Malln y J. M. Prez Garca sobre Galicia, de A. GarcaSanz sobre Castilla la Vieja, etc.25 que medan el efecto de las cargas fiscales sobre la

    produccin agraria y sobre las explotaciones campesinas, o que el empleo de ladocumentacin generada por el Catastro de La Ensenada, clave de buena parte de la historiaeconmica, social y demogrfica de los aos setenta oblig a un estudio sistemtico de estafuente en la fiabilidad de las declaraciones de los contribuyentes.

    A la altura de 1982 eran evidentes determinadas lagunas:

    1. El estudio de los conceptos fiscales era descriptivo por lo general, incluso en Carande,Domnguez Ortiz o M. Ulloa que a su vez lo heredan de la literatura tradicional de los siglosXIXy XX,26confundiendo el estudio de la Hacienda con la descripcin de las contribucionesy de su rendimiento renunciando a conocer la poltica fiscal y la realidad econmica.

    2. La historia de la hacienda se haba limitado a estudiar Castilla, descuidando la haciendaamericana y sobre todo las haciendas forales, de las que se conoca algo sobre Valencia atravs de H. Romeu Llorach27y de Navarra a travs de Artola.28

    3. Nadie haba planteado el volumen del negocio generado por operaciones hacendsticascomo el arrendamiento de las alcabalas, que poda ser igual o mayor que los asientos y queatraa a grandes financieros.

    4. Eran escasos los estudios sobre las contribuciones y la fiscalidad eclesistica, a pesar deque la Iglesia haba hecho partcipe al rey de sus impuestos tercias, excusado, noveno y

    patrimonio y de que, a su vez la Corona haba cedido a particulares nobles el disfrute de las

    tercias. Si se conocan las enajenaciones, sobre todo del XVII, para salvar las dificultades de laHacienda.

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    5. An despus de haberse estudiado que en 1560 el encabezamiento de alcabalas se habahecho por 15 aos y aumentado en un 37%, las condiciones que se establecieron no lo habansido cuando todo indicaba que el impuesto universal sobre el trfico se haba transformado enuna tributacin directa; esto es, no se atendi a que las condiciones revelan cmo la naturalezadel impuesto era muy diferente de la definicin legal, tanto por su incidencia econmica como

    por su percepcin.

    6. La reforma que gener y el anlisis de las causas que convirtieron a la nicaContribucin en un asunto de la mxima trascendencia y urgencia y de que previamente arealizarla hubiese sido necesario elaborar un catastro, fue una cuestin historiogrfica que nose resolvi.29La necesidad de revisar el Catastro cataln radicaba para Artola en el error deinterpretacin de los textos cometido por sus estudiosos anteriores Mercader Riba, P. Vilar yJ. Nadal al entender que era un impuesto de cuota cuando era de cupo, en que se ignorabacmo se haca el ajuste entre el producto del Catastro y el cupo de cada lugar y en que era

    preciso revisar los precedentes tericos de la reforma de La Ensenada, poniendo en entredicholos habituales sobre todo posibles sugerencias por parte de los arbitristas, cuando el modelo

    era el Catastro de Patio en Catalua y que fuese un impuesto fisiocrtico, porque nogravaba slo la renta agraria.

    7. Era necesario estudiar la legislacin arancelaria del XVIII hacindolo a partir de unanlisis sistemtico de los aranceles vigentes en cada momento, revisados sucesivamentemanteniendo las diferentes lneas de frontera, ya que los Borbones no consiguieron launiformidad de derechos en los puertos hasta 1782.

    8. Eran escasos los estudios sobre las rentas estancadas, ya que slo existan algunos sobrela del tabaco30y total la ausencia de estudios sobre el Giro Real que no se resolvera hasta laobra de Pulido Bueno (1994) y aunque existan importantes trabajos sobre los juros losestudios clsicos de A. Castillo de 1963,31la ausencia tambin era total sobre los juros en elXVIII, etc.

    Sin embargo, al final de la primera etapa que consideramos, estaba claro que el estudio dela fiscalidad haba alcanzado un gran inters. Se conocan ms o menos las desigualdadesterritoriales y empezaban a conocerse los aspectos analticos de una fiscalidad articulada, enlo fundamental, a travs de una tupida red de tributos tericamente indirectos que incidansobre el consumo de numerosos productos, muchos de ellos de primera necesidad. Laobservacin actualista de la funcin fiscal como algo propio de la administracin central haba

    provocado que los historiadores diesen preferencia a la Hacienda real; la mayora de los

    estudios minimizaba esto al omitir el peso de las distintas haciendas seoriales que incluantributos tan considerables como el diezmo, las alcabalas y tercias percibidas por los seores,pero se iba imponiendo la evidencia de que distaba de ser la nica de las operantes en elmismo espacio fsico y social.32

    Por otro lado, A. Garca Sanz y otros hacan hincapi en la necesidad de comparar lapresin fiscal con los indicadores de la actividad econmica y sobre todo con el PIBidentificando este con la renta agraria.33 En efecto, antes de valorar los efectos de lafiscalidad hay que medirla y an predominando los conocimientos impresionistas, en losochenta proliferaron lo que L. M. Bilbao calific como desmanes en las explicacioneshistricas fiscalistas, en especial para los siglos XVIy XVII, esto es, para aquellos siglos en

    que haba menos datos cuantitativos. La opinin historiogrfica vigente en torno a 1987 era lade un crecimiento impositivo en la segunda mitad del siglo XVIque se basaba en el aumento

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    provocado por el tercer encabezamiento de las alcabalas y la aparicin de los millones, peroesa opinin careca de contrastes y se restringa a esas dos figuras fiscales, de modo que,estaba por ver si, reconstruyendo todos los componentes de la carga tributaria y su evolucinen el tiempo largo, se poda seguir sosteniendo. Sin embargo, establecer la presin fiscalcomo porcentaje de la carga tributaria sobre la renta o el producto nacional exiga

    evaluaciones coetneas o actuales de estos agregados macroeconmicos y ante la dificultad deesto, quienes lo intentaron, como A. Garca Sanz y L. M. Bilbao, se conformaban slo conevaluaciones indirectas y renunciaban a medir la pluralidad fiscal al tener que dejar fuera deanlisis la fiscalidad de iglesia, nobleza o concejos, las remesas de Indias porque noafectaban a la economa de los contribuyentes castellanos y los ingresos patrimoniales y losmaestrazgos de las rdenes militares, y otros por no tener un carcter impositivo, sin tener encuenta que el aumento de todos estos pudiera traducirse en alivio de la carga fiscal.

    No era la nica renuncia. Atendiendo slo a la fiscalidad real, sera preciso observar laeficacia del aparato administrativo de la hacienda real ya que el monto total de lo ingresado

    por esta lo que refleja la documentacin contable, no se corresponda con la capacidad

    tributaria porque una parte de lo aportado por el contribuyente se escapaba en losprocedimientos de recaudacin y gestin, lo que limitaba el clculo, an concediendo, comose haca en los anlisis existentes por entonces, que los beneficios de los arrendatarios semantuviesen estables con relacin a lo tributado, presuncin indemostrable, desde mi puntode vista. Esto era el resultado de que durante dcadas, la historiografa fiscal confi en excesoen la progresiva codificacin legisladora como elemento nico para interpretar la gestin y laadministracin. Los estudios que pretendan presentar la lucha por el aumento de los ingresosfiscales del Estado con el progreso de las naciones lugar comn en la historiografa en el quese identificaban los intereses del estado y los de la nacin ignoraba el funcionamiento real dela hacienda considerando que estaba estructurada de acuerdo con lo que decan las leyes yreglamentos, cuando estaba mediatizada por arrendadores y esto convierte en ilusorio a lamayor parte de los intentos de calcular el reparto de la carga fiscal y su incidencia en laeconoma.34

    En ese doble debate se celebr en 1992 la IIReunin Cientfica de la AEHM una de cuyassecciones se ocup de Poltica y Hacienda en el Antiguo Rgimen.35Organizado en torno asiete ponencias, reuni un enorme nmero de comunicaciones 41 se publicaron, que, comoJ. I. Fortea afirma en su prlogo, era un revelador exponente del inters que los temashacendsticos y fiscales estaban alcanzando entre los historiadores de cuo reciente. Pero msreveladoras eran las lneas temticas abordadas, en especial una poderosa corriente dehistoria regional y local, perceptible en otros mbitos historiogrficos, destacando en aquel

    momento los referidos a la Corona de Aragn, Navarra o las Provincias Vascas, donde por logeneral el nivel de conocimientos haba sido menor hasta entonces; en segundo lugar, lashaciendas municipales en su composicin interna o en su relacin con la hacienda de lamonarqua, cuestin de capital importancia que entonces no se logr esclarecer; en menormedida, trabajos sobre fiscalidad seorial, la administracin de ramos fiscales, el papel de lasCortes, etc. Sin embargo, en nuestra opinin, se mantuvo el predominio numrico de laCorona de Castilla y escasearon los trabajos de ndole general,36en el mbito local/municipal

    prevalecieron los estudios sobre concejos concretos dispersando el anlisis y slo cuatrotrabajos se arriesgaron con un arco cronolgico global, dedicndose la mayora a los siglosXVIIy XVIII.

    Pero sobre todo, esta reunin puso a la luz que, una vez que las cuestiones de la haciendahaban pasado por la historia econmica para desembocar en la poltica y aun en la social

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    estudio del impacto social diferencial de la fiscalidad frente a la rapacidad del estado, sepasaba a atender el cuadro general del absolutismo y, en su interior, el estudio de uninstrumento tan estratgico como lo era la hacienda real. Por entonces estaba claro que eldominio temtico haba pasado a manos de los historiadores modernistas y, en menor medida,de los historiadores del derecho.

    Y sobre todo puso a la luz que la proliferacin de estudios deba mucho al debate sobre larevisin del papel de las Cortes. Si Artola, quiz siguiendo a I. A. A. Thompson, 37planteabala revisin de los lmites fiscales de la hacienda castellana a partir del anlisis de la polticafiscal de las Cortes de Castilla, lo cierto es que el estudio del funcionamiento de stas y el delos presupuestos polticos de la fiscalidad castellana corrieron en paralelo en los ochenta ytuvieron su mejor expresin en las obras de J. M. Carretero Zamora para el trnsito del XValXVI,38y sobre todo de J. I. Fortea Prez para el perodo de Felipe II,39y probablemente sumomento esencial en el Congreso sobre las Cortes con ocasin de la celebracin de sucentenario (1188-1988);40 la intervencin de los hispanistas anglosajones fue clave en estacuestin, en especial I. A. A. Thompson41y Ch. Jago,42hasta el punto de que F. Ruiz Martn

    se atrevi a decir que las oligarquas representadas en las Cortes constituan un grupo depresin que los historiadores espaoles no haban tenido en cuenta a pesar de tenerlo delante yde que las actas de las Cortes recogan su protesta sistemtica.43 Las primeras revisionesafirmaron la importancia de las Cortes sobre todo porque estas jugaron un papel esencial en lacontencin de las demandas fiscales de la Corona y el debate se centr sobre el problemafiscal Jago, Thompson, Fernndez Albaladejo,44su competencia, ya que por ley los reyesslo podan establecer impuestos con su consentimiento, pero Fortea consideraba que, sin que

    pudiera sostenerse el sometimiento de las cortes al rey, ese planteamiento desenfocaba elproblema: las cortes votan impuestos pero nunca discutieron el principio de auxilio al rey y asus necesidades.

    La explosin de las publicaciones a partir de entonces, sin abandonar esos interesantescambios, tuvo su gran lnea de fuerza en el estudio de las haciendas forales. En 1984 eldesconocimiento al respecto era puesto de relieve por muchos historiadores, pero en la obracolectiva De Ensenada a Mon ya hay varios estudios, aunque enfocados en los efectos delas reformas borbnicas en esas haciendas el catastro cataln, el equivalente valenciano;L. M. Bilbao llamaba la atencin sobre la necesidad de estudiarlas para observar laimportancia de las aportaciones de estas a la hacienda central y la relacin que guardan con lareorganizacin del sistema fiscal, y esa fue la clave del extraordinario desarrollo de losestudios al respecto y de que se constituyese en el tema de referencia en el homenaje a F. Ruizy M. Artola.45

    En este mbito destacan sobre todo las aportaciones de fines de los ochenta y principios delos noventa de E. Fernndez de Pinedo46o dirigidas por l, y las de L. M. Bilbao,47quien en1990 public una severa crtica con respecto a las deficiencias y retraso comparativo en elestudio de las haciendas forales vascas, a pesar de haberse convertido la cuestin fiscal, en losclsicos de los siglos XVI y XVII en causa poltica y en cuestin historiogrfica y en elarmazn de un sistema doctrinal foralista en el XVIII, perpetuado en el XIX, sin que sutrascendencia cuajase en investigacin quiz porque las peculiaridades fiscales del Pas Vascono permiten transponer fcilmente los esquemas analticos probados con mayor o menorxito en otras latitudes y porque exigen la superacin de los lugares comunes cuando noinciertos: a) el inmemorialismo de las exenciones tributarias, tpico que ha acabado de

    deshistoriar el problema y se ha convertido en un invariante transhistrico, cuando enrealidad la investigacin evidencia que tuvo un origen no muy remoto y que sufri

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    variaciones de cierto relieve a lo largo del tiempo, sobre todo en el XVII, cuando lascontribuciones fijadas por fuero se vieron desbordadas de hecho por otras como los donativos

    aforales en tanto que monopolios o millones fueron contestadas por antiforales, de modoque la exencin tributaria fue una conquista histrica progresivamente adquirida, tenazmentedefendida y constantemente renovada; b) el igualitarismo entre las provincias, desmentido

    por el hecho de que el Seoro de Vizcaya no pagaba alcabalas era el ms eximido y lavala menos s las pagaba, soportando sus incrementos en los encabezamientos del XVI, ademsde los servicios, como Guipzcoa, cuyas alcabalas se congelaron en un encabezamiento

    perpetuo en 1509, porque haba diferencias internas y porque la trayectoria de cada una delas provincias fue diferente; c) el carcter relativamente autnomo de las provincias vascas nosupuso una traduccin en materia fiscal y de hacienda, ya que su aportacin a la monarquareuna un conjunto circunstancial y extraordinario servicios pblicos como los caminos quela Corona necesitaba o el aporte militar y otro corriente y ordinario, que nunca dejaron dehacer. Y sobre todo, exiga planteamientos metodolgicos distintos:48 reconstruccincuantitativa del material; cuantificacin de la exencin relativa de las provincias vascas porcomparacin y contraste; estudio de la deuda y de la poltica financiera para desvelar si el

    aumento del gasto pblico fue correlativo al de la presin fiscal o al de la carga tributaria. Enfin, se trataba de encuadrar a la hacienda y la fiscalidad vascas en la polmica sobre losexentos y a travs de investigaciones exhaustivas la imagen de territorios con una dinmicadiferenciada fue diluyndose: reconociendo las peculiaridades del rgimen administrativo,se reubica el problema de la exencin al revelar la falta de homogeneidad dentro delterritorio y, contrastando las provincias exentas con las contribuyentes, provincias contrayectorias histricas diferentes pero complementarias por estar circunscritas polticay administrativamente a la Corona de Castilla I. Mugartegui compara Guipzcoa conSegovia, se ponen de relieve las disimetras de comportamiento.

    En otros territorios, arrastrado en parte de los ochenta, el desarrollo de los estudios en losaos noventa ha sido enorme: en Navarra Solbes Ferri, M. Garca Ziga,49 Valencia Correa Ballester, C. Corona, P. Gandoulphe, J. M. Castillo del Carpio50, Catalua donde eldebate sobre la capacidad financiera de la Generalitat y del aporte del Principado a lahacienda real, ha mediatizado la investigacin51 y en Aragn,52 en donde D. Bernabsealaba en 199253 que la ausencia de un estudio de conjunto sobre el sistema fiscal seacompaaba de que las apreciaciones sobre el tema haban tendido a presentarse comotrasunto del debate acerca de las aportaciones de los diversos reinos al coste delmantenimiento de la monarqua. El enfoque estatalista y el desenfoque provocado por unacierta confusin entre hacienda y fiscalidad, provocaron por largo tiempo frecuentesexprapolaciones que distorsionan el verdadero alcance y significado del hecho fiscal a causa

    de deducir la presin fiscal a partir de una simple estimacin de su traduccin en ingresoscontables de la Hacienda real y de hacer derivar aquella de los gastos realizados en serviciosmonetarios o militares. La visin ms correcta sera no atender tanto a los rendimientoslquidos de las distintas haciendas, ni a los gastos que stas soportaban, sino a las exencionesfiscales, que pesaron sobre el contribuyente, y los mecanismos que posibilitaban unadeterminada configuracin del sistema fiscal. El problema est, desde mi punto de vista, en lafalta de estudios comparativos.

    Y cmo han progresado todas las cuestiones pendientes antes enunciadas y otras que sedieron quiz prematuramente por zanjadas? Desde luego, se ha desarrollado ampliamente elestudio territorial de las diferentes figuras y ramos fiscales y de su efecto diferenciado y de las

    figuras fiscales propias o con denominacin diversa B. Vincent, I. Pulido Bueno,G. Lemeunier, E. Martnez Ruiz y otros.54Por lo general, este mbito se plantea el contraste

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    entre las disposiciones fiscales y/o los acuerdos entre Corona y Cortes, y su aplicacin en laprctica, mediatizada por los poderes locales y las oligarquas urbanas, los recaudadores o losoficiales de la administracin, todo lo cual colabora en la compresin del hecho fiscal global;en este mbito creo que debe destacarse a J. I. Fortea desde que publicara en 1986 su estudiode las alcabalas de Crdoba.55

    En 1991 G. Anes afirmaba que queda ya lejos en el tiempo el procedimiento de quererexplicar la Hacienda mediante la descripcin de cada impuesto, por medio de lo legisladosobre el mismo. Los procedimientos de recaudacin segn zonas, y segn casos, variarontanto en el tiempo, que modificaron hasta la naturaleza del tributo, hacindolo irreconocible alcomparar la realidad con la pretendida definicin. Por eso, en las investigaciones posterioresse ha pretendido estudiar el proceso completo: desde las disposiciones legales hasta suaplicacin prctica, interesado como estaba en conocer el efecto que la carga tributaria podatener en las economas familiares.56 Pero esto ha afectado de modo muy desigual a losdistintos ramos.

    El estudio de los millones es el que ha atrado a ms investigadores57desde que se hubiesellamado la atencin sobre las posibilidades polticas de las condiciones que se firmaban encada acuerdo, aunque los trabajos de J. I. Andrs Ucendo tienden ms a la visin clsica a

    partir de parmetros econmicos.58En el de las alcabalas es esencial el de P. Zabala Aguirre,para el XVI59; las rentas provinciales tienen buenos estudios en Zafra Oteyza o enP. Saavedra,60pero el decreciente inters por el XVIIIha dejado fuera de juego la contribucinde frutos civiles, en la que poco se ha incidido desde los trabajos de G. Anes y J. Fontana enlos setenta,61y sin resolver la cuestin del Catastro62ya que la obra de C. Camarero no pasa deser una sntesis, ya que no un anlisis, de las normas contenidas al respecto en la Novsima

    Recopilacin.63

    No es el nico caso de falta de atencin. Apenas la han generado los donativos, sistemairregular, circunstancial y sin continuidad que dificult el aumento de la deuda a largo plazo ylimit mucho el gasto de la Corona, pero que fue una de las principales vas para aumentar losingresos de la hacienda castellana, por lo que habra que estudiar mejor sus mecanismos dedistribucin y aplicacin, su cuanta y el modo cmo se recaudaron. Sobre el origen, sentido ycaracteres de los donativos escribi A. Domnguez Ortiz a comienzos de los aos cincuenta,64J. I. Fortea Prez se ha ocupado de la cuestin para el perodo de 1625-37,65de su efecto sobrela aristocracia en tiempos de Carlos II lo hizo J. A. Snchez Beln,66y de sus efectos locales,J. I. Martnez Ruiz, entre otros.67

    Tampoco se ha estudiado el comportamiento de las rentas enajenadas, que cuentan con elestudio clsico de S. Mox68 y otros de carcter especfico,69 adems de las aportacionesestupendas de A. Marcos,70y se han ido abandonando las desamortizaciones. La de bienes delas rdenes Militares en el perodo de Carlos I disponen de una buena base historiogrfica,desde que R. Carande llamase la atencin sobre la necesidad de evaluar correctamente el

    proceso de expansin y aumento de los seoros laicos, y en ese sentido se desarrollaron lasinvestigaciones, en lo que han influido la calidad y homogeneidad interna de ladocumentacin, y es, por lo tanto, un tema bien conocido la visin ms general fue aportada

    por J. Cepeda Adn,71 si bien se necesitaran estudios especficos; las desmembracioneseclesisticas de Felipe IIrecuperaron vitalidad con ocasin del centenario. Pero poco o nadaha evolucionado la expropiacin de las temporalidades de los jesuitas.72Para el estudio del

    ambiente y los factores en los que se gestaron las primeras medidas desamortizadoras entiempos de Godoy es preciso acudir a dos textos publicados en 1971 por F. Toms y Valiente

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    y R. Herr;73este ltimo dedic a este proceso la obra ms importante de las existentes,74perolo cierto es que antes y despus, sobre todo en los ochenta, han proliferado las investigacionesterritoriales Valencia (J. Azagra, J. Pardo Toms), Cantabria (M. A. Snchez Gonzlez),Castilla la Vieja (A. Marcos), Salamanca (J. Infante Miguel-Motta), Burgos (M. Cuartas),Vizcaya (A. M. Ormaechea), etc., impulsadas sobre todo por el congreso dedicado a

    Desamortizacin y Hacienda Pblica, que las convirti en un tema recurrente en el aspectoreferido a la ejecucin local de lo que se considera un experimento de laboratorio.75

    Apenas se ha progresado en el estudio de las regalas aunque la lotera tiene tambin unestudio clsico de J. Altabella,76realizado con ocasin del centenario de su creacin o sobreformas de deuda pblica como los juros, que a nuestros efectos interesa porque se situaronsobre todas las rentas que disfrutaban los Austrias y porque el cese de su emisin con FelipeIV no evit seguir pagando el situado, de modo que desde 1700 la historia de los juros es la delos intentos de anularlos, en especial desde 1748 con la llegada de La Ensenada al poder y elfinal de la guerra con Austria.77

    Ha sido muy llamativo el retraso con el que se abordado el estudio de la renta de la lana,que si no era de las ms importantes s era de las seguras, pero se le presta gran atencinltimamente, como en el libro de T. Garca-Cuenca Ariati78que, despus de una introduccindedicada al sistema de exportacin, aporta la cuanta de los distintos derechos sobre estadurante los reinados de Fernando VIy Carlos III o en las ms recientes investigaciones, comolas recogidas en el colectivo dirigido por A. Gonzlez Enciso sobre el negocio lanero.79Y lomismo ha sucedido con los estancos, ya que en los ltimos aos asistimos a una verdadera

    proliferacin de estudios sobre del tabaco.80 Y con las aduanas81y su problema aadido, elcontrabando;82en la historiografa vasca, la cuestin aduanera ha sido tema recurrente por surelevancia en la definicin de las relaciones entre los rganos provinciales del territorio y laCorona de Castilla, al potenciar la singularidad del territorio y por su capacidad de influir enla evolucin socio-econmica del XVIIIy XIX,83pero en general es llamativo el escaso inters

    por el sistema aduanero y sus componentes frente al valor que se le concede a partir deinterpretacin emanada del discurso poltico-institucional establecido entre las provincias y laCorona.

    Y qu se ha desarrollado fuera de los ramos fiscales? En primer lugar, el paso de laHistoria institucional de la hacienda a la historia del poder financiero, un avance indiscutible.El Consejo de Hacienda fue inicialmente estudiado como parte de las grandes obras sobrela hacienda castellana Carande, Ulloa, Domnguez Ortiz y su formacin lo fue

    por E. Hernndez Esteve (1983), 84 si bien los trabajos de J. C. de Carlos Morales y

    J. E. Gelabert,

    85

    han cuestionado la existencia de un consejo organizado durante la mayorparte del siglo XVIy planteado que no adquiere carta de naturaleza hasta las Ordenanzas de1593; de esa etapa y de su trayectoria hasta el siglo XIXse ocup T. Garca-Cuenca basndoseen textos legislativos86 y de su jurisdiccin, J. L. de las Heras,87 pero la urgencia derecomponer la evolucin del organismo ms importante de la fiscalidad castellana, ha sidoresuelta por J. C. de Carlos Morales,88que compatibiliza el estudio de las motivaciones defondo de la creacin del Consejo, su oportunidad, sus bases legales y normativas y susfunciones, con el anlisis social de sus integrantes, en lnea con la historia de las elites,89en laque siguen siendo adecuados los estudios biogrficos y en trminos de anlisis de redesclientelares y de grupos de poder.90Dicho de otro modo, el estudio del Consejo, como el deotros rganos figuras nuevas como el Superintendente de Hacienda, u organismos

    territoriales,91

    es una parte del estudio del proceso de toma de decisiones hacendsticas y dela gestin de stas y de las relaciones de poder que enmarcan la determinacin de la poltica

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    financiera y las tareas institucionales. A mediados de los noventa an eran escasos losenfoques de este tipo. La propuesta metodolgica de quienes lo abordaron era indagar elfuncionamiento y organizacin de los mecanismos del gobierno y las finanzas realesintegrndolos con los fundamentos econmicos, la composicin social y la cultura poltica, a

    partir del anlisis de la accin, pautas y relaciones de los personajes que individualmente o en

    grupo asuman las actividades gubernamentales y administrativas y de la ubicacin de lainstitucin estudiada en relacin con los fundamentos del sistema fiscal. Vinculado con esto,la historia social de la administracin ha superado el ncleo central del poder y abordado lainfluencia y poder de las oligarquas, su adaptabilidad y su perpetuacin, aspecto este quetiene un amplio desarrollo de estudios locales y regionales.

    En segundo lugar, los hombres y familias de negocios implicados en los prstamos. Dadoque la mayora de los estudios clsicos Carande, Domnguez Ortiz, Ulloa, se centraron enlas relaciones entre los banqueros del rey y la organizacin fiscal de la monarqua, otra lneaen la que aparecen Braudel y Hamilton y el propio Carande y que tuvo su desarrollo sobretodo con H. Lapeyre en su estudio sobre los asientos de Felipe II,92pone su atencin en el

    enorme problema de carecer de una banca de estado que permitiera hacer efectivo el dineroall donde haba que gastarlo. En esta va, C. lvarez Nogal93estudi el papel de los metales

    preciosos americanos en las relaciones entre los banqueros y la monarqua de Felipe IVsumida en la debilidad del sistema impositivo; cuantifica los metales llegados, los distintostipos de fondos y los mecanismos para distribuirlos, la evolucin del sistema de flotas, las

    bancarrotas y el deterioro que causaban en las relaciones entre Corona y banqueros, y el papelde los genoveses en las negociaciones. As se pone de relieve la resolucin de uno de los msgraves problemas de la hacienda real, el aflujo regular de capitales a donde se gastaban, sujetoa la capacidad e iniciativa de los responsables financieros de la Corona, carente de personalespecializado en esto, de modo que los banqueros aportaban dinero pero tambin cualificacincomo agentes de pago internacionales,94incluso cuando la Hacienda tena fondos suficientes.Con respecto a los prestamistas extranjeros, A. Tenenti, E. Otte, R. Canosa,95etc. estudiaron alos genoveses, que fueron muy importantes en el XVI, en 1621-1626 mantienen el control yvolvieron a la palestra desde 1661, quebrando en la crisis financiera de Carlos II. Los

    portugueses, que se hicieron con el control entre 1627 y 1639, y se retiran en 1648-1655cuando se produce la separacin de Espaa lo han sido por Boyajian, Broens, Schaub, etc.96C. Sanz Ayn, en lnea con la historia social de la hacienda, elabor (1989) el estudio mscompleto sobre los banqueros de Carlos II.97Y el ms completo estudio para el XVIII, el deM. Zylbergberg sobre los franceses, nos recuerda que entre los espaoles, los vascos fueronlos sustitutos de los financieros extranjeros en el XVIII, fundamentalmente cuando en torno a1798 estos hubieran sido barridos;98 los Borbones se sirvieron de financieros franceses, sin

    embargo, Felipe V impidi a los extranjeros el acceso a los asientos y a los arrendamientos deingresos pblicos aunque tanto aquellos como los italianos o irlandeses siguieran hacindolomediante testaferros, pero fue Fernando VI, por iniciativa de La Ensenada, quien fund elReal Giro con la intencin precisamente de disponer de un servicio financiero exterior y fue lafalta de liquidez de la Hacienda lo que motiv los cambios posteriores, como la fundacin delBanco de San Carlos.99En definitiva, se incide en el aprovechamiento de la administracindelegada de rentas, operaciones crediticias y contratos de suministro que no siempre con

    perodos de penuria econmica de la Corona y no siempre con negociantes extranjeros ni slorelacionados con la Corte.

    En tercer lugar, la Real Hacienda y los concejos. Por razones de inters en s mismo pero

    tambin por el actual desarrollo de las administraciones locales, se puede hablar de un mbitode atencin preferente. Sugerida por F. Ruiz Martn en 1978 la importancia de los

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    procedimientos locales de recaudacin para entender la eficacia fiscal de la Corona,100fue untema desarrollado ampliamente en los ochenta,101erigido en faceta relevante en los congresosde historia local, como el celebrado en Palma en 1988,102 y en el grupo mayoritario deaportaciones en congresos de orden general, como el de Estado y fiscalidad en el Antiguo

    Rgimen (Murcia, 1988),103en el que todos los trabajos sobre la fiscalidad tienen un fuerte

    carcter local y restringido en el tiempo. Pero fue en la ya mencionada reunin de la AEHMde 1992 donde se convirti en punto clave; en 1994, la reunin en torno a monarqua,imperio y pueblos, apenas atrajo aportaciones sobre fiscalidad, pero tres de las cinco

    presentadas al respecto de 63 eran de mbito municipal;104y la administracin municipalfue tema monogrfico en la reunin de1998,105si bien es verdad que de 57 comunicacionesslo nueve se dedican a las cuestiones hacendsticas. La razn bsica es que, como ha dichoJ. M. de Bernardo, quien encabeza un grupo bien definido,106los concejos castellanos fueronla ms segura de las plataformas financiero-fiscales de la monarqua hispnica. La polticainterior y exterior de esta no se podra entender prescindiendo de la trascendencia de las treshaciendas municipales, la de propios, la del psito y la de arbitrios.107La aspiracin de losinnumerables trabajos al respecto es servir como casos representativos o como indicadores de

    problemas globales de la Hacienda as se manifiesta A. Domnguez Ortiz con ocasin de suestudio de las alcabalas sevillanas,108pero en una buena parte hay una fuerte propensin a lasinterpretaciones introspectivas y endogmicas, sin que se puedan integrar los resultados en unanlisis global o que se establezca la relacin entre las haciendas locales y la real consalvedades.109 Al igual que en los estudios de los distintos territorios y reinos de lamonarqua, se ha desarrollado en paralelo el anlisis social de las oligarquas locales

    encuadrable en el desarrollo de la historia urbana y de su capacidad de intervencin en unmbito que mantenan bajo su control y en el que manejaban la carga fiscal a suconveniencia,110en especial porque los Austrias delegaron la administracin y gestin de lafiscalidad en los poderes locales. En las dos ltimas dcadas las haciendas municipales han

    pasado de ser desconocidas en nuestra historia financiera a ser uno de los mbitos histrico-poltico ms concurrido; la clave radica en el creciente recurso al crdito a largo plazo y elendeudamiento de las haciendas municipales por presiones originadas por el permanentedesajuste entre ingresos y gastos en la hacienda pblica hacia la cual se produjo un trasvase derecursos financieros: tanto este hecho como el grado de dependencia entre la hacienda de laciudad y la del Estado centran los estudios para saber si hubo aportaciones de las haciendasmunicipales al gasto del estado y en qu medida y si la gestin y administracin de estahacienda se hizo con independencia y libertad por parte de los municipios o estando estossometidos a vigilancia y control.

    En cuarto lugar, el fraude fiscal. Denunciado por la literatura fiscal del XVIIel perjuicio

    que causaban el fraude al erario y al reino en la medida en que reduca los ingresos y obligabaa empear las rentas reales, crear nuevos impuestos y/o manipular la moneda,111 yentendiendo por tal la corrupcin derivada de las oportunidades que ofrece el ejercicio del

    poder y, por lo tanto, del uso particular y privado de aquello que era pblico, se hadesarrollado en los aos noventa una lnea de investigacin que contempla tambin losintentos de lucha contra el fraude y la corrupcin como la creacin de la Junta de Fraudes

    bajo Carlos II, si bien es verdad que se ha primado el perodo de los Austrias.112

    En inferior grado de investigacin, las resistencias y la conflictividad. Es preciso tener encuenta que la gestin financiera de los estados ha de ser analizada como un aspecto de laextraccin y redistribucin de recursos, y que la premisa clave de las estrategias hacendsticas

    era procurar el mayor flujo de ingresos sin alterar el orden social y respetando ciertos inerciassectoriales particulares. Segn B. Gonzlez Alonso, haciendo una contraposicin entre el

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    texto de la sentencia arbitral de 1465 y el del programa comunero de 1520 recogido por FrayPrudencio de Sandoval, en las Comunidades no se aborda la regulacin de la Hacienda Real,ni se pretende abolir ningn tributo anterior de los que componan las rentas ordinarias; sinembargo, mientras los nobles aceptaban la posibilidad de que hubiera rentas extraordinarias,no as los comuneros, que no intentaban compensar esa desaparicin ni propugnaban un

    reparto ms equitativo de la carga fiscal, sino que se limitaron a urgir la preservacin einmovilizacin de los supuestos sociales y econmicos que sustentaban el panorama socialvigente: su atencin estara en la reduccin del gasto.113

    P. Lorenzo Cadarso, plantea en su libro sobre los conflictos populares en la Castilla de losAutrias que fue raro que la fiscalidad por s misma los generase salvo ante prcticasrecaudatorias violentas, muy excepcionales114de modo que presenta una visin de los dosciclos de conflicto, en las Comunidades y en los aos 40/60 del XVII, desde la perspectiva delEstado como primer factor de distorsin del equilibrio poltico local, en especial cuando se

    producan cambios en los sistemas de gobierno ventas o consumos de oficios, enajenacionesdel realengo, modificaciones del sistema electoral o, como factor secundario, cuando se

    aumentaba la presin fiscal, ya que obligaba al grupo dirigente a practicar polticas duras eimpopulares; la hostilidad surga en estos casos menos de la angustia econmica provocada

    por los impuestos, que de la duda sobre la honradez y la eficacia de las oligarquas, a lasque se atribua el aumento de la presin exculpando al rey. As pues, la fiscalidad sera unfactor indirecto en los conflictos.115 La obra ms atractiva en este campo sin duda la deJ. E. Gelabert, La Castilla convulsa, sobre el movimiento contra las modificaciones de lagabela de la sal.116

    La carga fiscal recaa de un modo sistemticamente desigual entre los posiblescontribuyentes, hecho que otorga al fenmeno fiscal una dimensin econmica y social en laque los impuestos son un elemento de redistribucin y la poltica fiscal un factor deremodelacin de las estructuras sociales. Pero tanto en ese caso como en otras facetastributarias, la atencin a los contribuyentes y a su relacin con la monarqua es todava muydesequilibrada:

    A) Esta dimensin plantea cuestiones tan atractivas como la universalizacin tributariaprovocada por la imposicin de los millones, aunque al dejar un hueco por el que losprivilegiados poda eximirse, ese proceso tuviese un significado ms simblico que real. Elmbito de la tributacin de los privilegiados est poco asistido y ha planteado debates largosaunque no especialmente fructferos; por ejemplo, F. Ruiz Martn o Ch. Jago, abordaron lacuestin del efecto fiscal sobre las aristocracias117y B. Yun sugiri que hay un alto grado de

    confusin en lo referente a las relaciones Estado/aristocracia, su efecto en las economasseoriales o la interpretacin de la crisis de la aristocracia, partiendo de que si Carandeseal la poca colaboracin de la aristocracia con Carlos V y su xito a la hora de eludir susexigencias fiscales, I. Atienza atribuy a estas la crisis de las aristocracias desde 1560,llegando B. Yun a la conclusin de que tal divergencia derivaba slo de planteamientos demtodo.118Menos desarrollada esta va de lo que debera estarlo,119habra que contar tambinen este captulo los trabajos en que se mide el rendimiento fiscal de los territorios de lasOrdenes militares castellanas a la Corona.120

    B) La fiscalidad sobre el clero ha sido abordada de modo desigual121por ejemplo, en lareunin de la AEHM celebrada en Las Palmas en 1994 hubo una seccin dedicada al clero en

    la que slo aparecen dos comunicaciones sobre cuestiones fiscales de entre 52comunicaciones122y de un modo indirecto por parte de Ch. Hermann o de M. Barrio Gozalo

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    que estudian las pensiones sobre las mitras que no son ms que una modalidad particular delas pensiones sobre los beneficios definitivamente instauradas por el papado en el sigloXV.123El papa instaur las pensiones sobre las mitras espaolas pero la Corona recibe en1523 el derecho anejo al patronato de imponerlas en beneficio de personas de su eleccin;dicho de otro modo, estas pensiones desiguales en su efecto dependiendo de la riqueza de

    cada dicesis, pero proporcionales a esa riqueza en aquellas que las sostuvieron constituyenuna para-fiscalidad propia del Patronato Real, separada de la administracin fiscal ordinariade la Real Hacienda. Sobre la Cruzada, existe el tradicional de J. Goi Gaztambide de 1958 yaportaciones innovadoras de A. Marcos.124 Desde mediados del XVI el clero estaba comogrupo entre los contribuyentes habituales de la hacienda real a travs del subsidio y excusado,que cuentan con algn estudio,125pero sus protestas acabaron en concertacin a tanto alzado,fosilizado durante largo tiempo y si a fines del XVI aportaban el 5% de los ingresos de laCorona, descendi en nmeros relativos gracias a la estabilidad nominal y a la devaluacin dela moneda. Los eclesisticos eran contribuyentes individuales con una posicin especial que

    perdieron parte de sus privilegios, pero fueron respetados en alguna de sus exenciones:126conlos millones quedan integrados en los sectores contribuyentes pero eran un sector inestable y

    sobre todo con una gran capacidad de convocatoria social. En efecto, hay que observar lainsercin fiscal de los eclesisticos desde la perspectiva de su influencia y de su participacinen la estructura de poder ya que las concesiones papales para que el clero pagase los millonesy otras cargas se produjeron por va de concesin quedando reducidas a un problema deconcierto entre jurisdicciones: el privilegio e inmunidad quedaban latentes porque lostrminos de su aportacin fijaban que se establecan que se haca por un acto degenerosidad que comprometa al rey con el clero y el poder jurisdiccional autnomo hacafactibles la desobediencia y la exencin, adems, claro est, de que pagaban en todo lo quecompraban y vendan pero estaban exentos en algunos aspectos el vino y esto daba lugar afraudes.

    C) Pero tampoco hay investigaciones especficas sobre los sectores burgueses comocontribuyentes, de modo que de este aspecto no se ocup ninguna de las ponencias ocomunicaciones presentadas en el congreso sobre la burguesa espaola en la Edad Moderna yapenas las hubo en la sesin que sobre el comercio se desarroll, en la reunin de la AEHMde 1994.127Y los sectores urbanos menos acomodados? Y la fiscalidad sobre el mundo rural:realmente hemos avanzado en los ltimos aos?: la crisis de la historia rural de baseterritorial tiene buena parte de responsabilidad en este descuido, con excepciones, claroest.128

    Entendemos que para investigar los planteamientos fiscales y hacendsticos del perodo

    moderno es preciso conocer las ideas que los fundamentaban, pretendan corregirlos o seoponan a ellos,129 pero obviamente, si bien de un modo u otro, todo el pensamientoeconmico estara implicado y eso nos llevara a una inmensa y renovada historiografa, loque nos interesa es aqul que afecta a la fiscalidad y a las finanzas pblicas, 130cuestin clave

    para comprender la construccin y generacin de las haciendas estatales, que pas por loscondicionantes del marco terico, que emblematizaba los postulados de legitimacin moral ode auto-representacin del poder monrquico y que inciden sobre la adecuacin de laactuacin estatal a una economa moral pblica,131 aunque tambin como expresin decrticas a la poltica fiscal;132 desde la Escuela de Salamanca y sus implicaciones, la

    produccin de los arbitristas ha centrado buena parte de los estudios, desde J. Sureda (1949)yJ. Vilar (1973) y desde los trabajos de J. Reeder y L. Perdices de Blas y sobre el

    mercantilismo y su superacin lenta en el XVIII,133

    hasta los debates en torno a lamodernizacin fiscal y el diseo de la nica Contribucin o los primeros efectos de las

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    doctrinas liberales,134esto es, cuando gente como Cabarrs incida en que el sistema tributarioera malo no por su peso sino por su mala distribucin: es abominable cargar la mano en losimpuestos sobre el consumo habra que eliminar los consumos, alcabalas, derechosseoriales, municipales y que la medida tributaria ha de ser la propiedad porque la finalidaddel impuesto es redistribuir las rentas.

    Finalmente, conviene no olvidar que no ha muerto el planteamiento clsico de la hacienday la fiscalidad por reinados, al que respondan los estudios pioneros sobre hacienda yfiscalidad. R. Carande sobre el perodo de Carlos V, de M. Ulloa y F. Ruiz Martn sobreFelipe II o este ltimo y Domnguez Ortiz sobre Felipe IV135y otros posteriores de calidadinferior, obedecen a ese modelo, que se basa esencialmente en la asociacin del podermonrquico con la personalidad de quienes lo ostentaban y en que sus decisiones onecesidades en poltica internacional, supeditaban las que se adoptaban en materia fiscal.

    El efecto de la celebracin de centenarios ha sido escaso porque el tema hacendstico-fiscalquedaba deslucido entre los estudios de la imagen del poder. Incluso a sabiendas de que para

    las finanzas de Carlos V no hay un trabajo completo,136en 2001, en el congreso de Barcelonano hubo aportaciones,137 en el de Madrid138 fueron muy escasas y vinieron de la mano deespecialistas en cada perodo cuyos resultados eran ya conocidos; en uno de ellos C. J. deCarlos, al hablar de las relaciones entre los prestamistas y Carlos V en 1529-1533, nos

    permite ver las razones, esto es, que desde la obra de Carande los investigadores apenas sehaban atrevido a introducirse en este mbito y que el ingente volumen de documentacin

    poco o nada conocida y a los mltiples y complicados interrogantes que sugiere, que generabaun cierto respeto.139En el celebrado en torno al lema Europesmo y Universalidad,140slo haycuatro contribuciones que, sin embargo, reconocan la existencia de lagunas sobre cuestionesimportantes, como las incautaciones de las remesas de dinero americanas destinadas a

    particulares, tema no desconocido pero s desarrollado con cierta premura, con ocasionalidadcoyuntural en obras destinadas a otros objetivos ya que por la autoridad de quienes lo habanestudiado Haring, Carande o Cspedes se consideraba zanjado cuando distaba de estarlo;as, A. Garca-Baquero plantea reconstruir el mecanismo burocrtico del secuestro, esto es, el

    procedimiento, y observar las reacciones y frmulas de defensa adoptadas por los afectados yalguna nota sobre la realidad cuantitativa de las sumas incautadas,141dentro del contexto dela falta de liquidez y de los agobios financieros de Carlos V.

    Felipe II concentr en su hacienda y fiscalidad la investigacin ms voluminosa ysugestiva, de entre la que destacan las obras de I. A. A. Thompsom y J. I. Fortea,142pero elcentenario de la muerte del rey se sald con resultados desiguales, con reuniones en las que el

    tema fiscal se ignor

    143

    y otras en que aparece en secciones donde no se esperara sudesarrollo;144no entramos a evaluar la produccin contenida en las obras de nivel territorialque se publicaron con ocasin de ese centenario, por imposible, claro est.145Felipe III se ha

    beneficiado en los ltimos aos, no tanto de que apareciese el estudio monogrfico sobre suhacienda elaborado por I. Pulido Bueno,146como del atractivo que para los historiadores tuvoel desarrollo de las primeras fases de la imposicin de los millones, por lo que nos remitimosa pginas anteriores. Felipe IV, protagonista a su vez de una numerosa y rica bibliografasigue centrando la atencin por esa misma razn, de modo que con su predecesor, rene hoyla atencin preferente, sin duda momentneamente eclipsada por el trnsito del siglo XVIIalXVIIIy la conmemoracin del paso de los Austrias a los Borbones. No obstante, debe tenerseen cuenta que no pocos investigadores han optado por la primera mitad del siglo XVII,

    uniendo el reinado de Felipe III con la primera parte del perodo de Felipe IV, esto es, hasta el

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    punto clave de la crisis: A. Garca Sanz, E. Fernndez de Pinedo, J. I. Fortea o J. E. Gelabert,son buena muestra de esto.147

    Con respecto al reinado de Carlos II, cuya hacienda fue estudiada en 1980 por GarznPareja segn una visin erudita,148ha habido una persistente intencin de calificarlo como de

    mala situacin hacendstica, pero todo indica en la historiografa ms reciente que el peso dela fiscalidad parece haber descendido hasta 1695 y que ms bien fueron las medidasadministrativas y de gobierno adoptadas al respecto como la creacin de Juntas (de Alivios,de Fraudes, de Encabezamiento, de Resguardo), la reforma del sistema (intendentes ysuperintendente) y la relativa austeridad en la administracin y los esfuerzos por aminorar ladeuda pblica los que habran intensificado la percepcin negativa entre los distintos grupossociales de la poca; en esta revisin es esencial la obra de J. A. Snchez Beln (1996) a laque acompaan las de Sanz Ayn y E. Crceles de Gea.149Este ha sido sin duda el centenarioolvidado, sin celebraciones oficiales, aunque se haya advertido un aumento de las

    publicaciones vinculadas por la idea de que la decadencia y la prdida de la hegemonainternacional convivieron con importantes iniciativas y realizaciones polticas.150

    El cambio de dinasta y la puesta en marcha de un nuevo proyecto de gobierno, fueronobjeto de estudio preferente en los setenta, desde la obra de H. Kamen sobre la Guerra deSucesin,151que aport cifras de lo recaudado durante la guerra y corrobor la tesis de las

    permanencias del viejo sistema recaudatorio, pero, como antes decamos, ni siquiera elcentenario del reinado de Felipe V y los congresos, menos llamativos, celebrados en torno al, han provocado el mismo grado de atencin. Lo mismo cabra decir del perodo deFernando VI, que cuenta con los numerosos trabajos sobre la nica y sobre todo con la obrade R. Pieper, que abarca tambin el reinado de Carlos III. ste se vio premiado con sonadosfestejos de celebracin en su centenario, pero no est claro que colmasen una evidentelaguna,152ya que, por ejemplo, en la bibliografa del reinado elaborada por F. Aguilar Pial,en un total de 8.176 entradas, slo aparecen 122 relacionadas con la fiscalidad,153 y en loscongresos celebrados slo aparecen algunas aportaciones sobre aspectos concretos, como larenta del tabaco o la poltica arancelaria.

    Finalmente, la poca de Carlos IV. El centenario del comienzo del reinado, dio origen aalgn congreso, como la primera reunin de la AEHM, organizada por P. Molas, que nomotiv una especial dedicacin a este tema.154 Sin embargo, no es un perodo desasistido

    porque en l se conjugaron buena parte de los estudios de los aos setenta Merino Navarro oJ. Cuenca Esteban155y los numerosos sobre las desamortizaciones. En esencia, se parte deque Carlos III dej unas finanzas saneadas y un Estado poco endeudado, y fue la ambicin de

    mantener el rango de potencia lo que llev a la crisis al tener que cubrir el dficit conexpedientes extraordinarios como la deuda pblica y las primeras desamortizaciones.

    EPLOGO

    Sin la menor intencin de agotar las citas bibliogrficas, pero tambin sin nimo de dejarde mencionar los trabajos ms relevantes, he tratado de esbozar, desde fuera, dado que esta noes mi especialidad, lo que considero un balance crtico pero, al mismo tiempo, optimista. Lasfases de evolucin de las investigaciones que he marcado creo que son fciles de definir

    porque son bien distintas entre s, con enfoques diferentes y cada vez ms enriquecedores,pero tambin con un cierto riesgo de pulverizacin de los anlisis y de observacin

    introspectiva, problemas que derivan de la dispersin territorial de la investigacin y de unatendencia propiciada muchas veces por las fuentes documentales a los estudios de perodos

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    cortos, lo que, claro est, dificulta la comparacin. Nada que no pueda subsanarse con unesfuerzo de correccin que sin duda vendr de los investigadores ms jvenes.

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    NOTAS

    1 Hernndez Hernndez, Finanzas y hacienda en los territorios de la monarqua hispnica. Revista de unadcada historiogrfica, Cuadernos de Historia Moderna(en adelante, CHM), 1998, 21, p. 267. Lo reiteraenFiscalidad de Reinos y deuda pblica en la monarqua hispnica del s. XVI, Crdoba, 2001, p. 3. Elautor estructura su balance en torno a tres cuestiones que suscribimos plenamente: a) si la produccinreciente es la ms original y conectada con las lneas de investigacin sobre Europa; b) si aporta novedadessobre las obras de referencia de los distintos reinados Carande, Domnguez Ortiz, Ruiz Martn, Ulloa,Garzn Pareja; c) si existen vacos en la investigacin y cules son aquellos niveles que puedenconsiderarse llenos. Pero se atiene a los siglos XVI/XVII cuando entiendo que debe hacerse lacomparacin con el XVIII y toma como punto de partida 1989 y como referencia del cambio que lconsidera la obra de C. Sanz Ayn sobre los banqueros de Carlos II, que no nos parece del todosignificativa.

    2 Public las obras de M. Artola, G. Anes y de los investigadores de su entorno, la de M. Garzn Pareja, larevistaHacienda Pblica Espaola, y las actas de diversos congresos.

    3 El ejemplo ms conseguido es el de lasActas de las Xuntas del Reino de Galicia, edicin financiada por laXunta de Galicia y dirigida por A. Eiras Roel, en cuyos estudios introductorios, que no citamos porcuestin de espacio, se da una extraordinaria importancia a la fiscalidad.

    4 Fue clave la revista Hacienda Pblica Espaola (en adelante, HPE), que desde 1974 se dedica slo ahistoria econmica y financiera de Espaa apoyada por el Instituto de Estudios Fiscales. Lo cierto es quedesde fines de los ochenta se ocupa slo del perodo contemporneo, pero antes vivi una etapa muy activaen la que aparecen artculos clave en ciertos momentos y diversos nmeros monogrficos al respecto, comoel titulado Historia de la hacienda en Espaa, ss. XVI-XX, que constituy el homenaje a F. Ruiz Martn(1991); es significativo que en 1981, por ejemplo, de 16 artculos, uno es de fiscalidad y otros cinco sobrela Hacienda en el perodo moderno y de stos, uno no se refiere a Espaa; o que se dedique un nmeromonogrfico a R. Carande en el que slo 3 de 26 artculos se refieren a cuestiones fiscales del AntiguoRgimen y slo dos referidos a Espaa aunque contiene tambin uno de Ladero sobre la Edad Media yotros varios sobre la primera mitad del XIX Homenaje a D. Ramn Carande, 108-109, 1987. O quehubiera nmeros monogrficos como el dedicado al fraude en 1994. El otro instrumento de difusin de lasinvestigaciones sobre fiscalidad ha sido Moneda y Crdito (en adelante, MC), que a comienzos de lossetenta publica artculos de R. Herr sobre las desamortizaciones desde la de Godoy (1971 y 1974) o de J.Hernndez Andreu sobre la nica Contribucin (1971), pero en general su atencin al perodo moderno esocasional y con prioridad al siglo XVIII. En total, de 1971 a hoy, 12 artculos de entre certa de 400, conuna relacin ms o menos directa con lo que nos ocupa desmembraciones eclesisticas, cuestionescontables de la Hacienda, ramos especficos de la fiscalidad y su efecto, algo de teora..., de los que quizel ms significativo es el de P. Fernndez Albaladejo sobre el decreto de suspensin de pagos de 1739 (El

    decreto de suspensin de pagos de 1739: anlisis e implicaciones, 142, 1977, p. 51). La Revista deEconoma Polticatambin fue cauce para la publicacin de trabajos de R. Calle Sainz sobre la literaturafinanciera que citaremos luego o los de J. Hernndez Andreu (Evolucin histrica de la contribucindirecta en Espaa desde 1700 a 1814, 1972, p. 31).

    5 De modo habitual pero no llamativo, como constatamos en algunos ejemplos. En la revistaInvestigacioneshistricas de la Universidad de Valladolid en el perodo de 1979 a 2001 slo aparecen dos artculosrelacionados con el tema (C. Rodrguez Gonzlez y R.M. Gonzlez Martnez, Hacia la estabilidad de losimpuestos sobre el trfico en Espaa (1745-1844), 1985, p. 55 y M.A. Snchez Gonzlez, LaDesamortizacin de Godoy en Cantrabria, ib., 1993, p. 173); Cuadernos de Historia Moderna de la

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    Universidad Complutense est desprovista de artculos sobre tema fiscal, pero en 1998 le dedica un nmeromonogrfico; con el ttulo Tirar con la plvora del rey o el dinero de todos (Estudios de hacienda yfiscalidad en la Espaa moderna) con introduccin de J. M. Carretero Zamora. La Revista de HistoriaModerna de la Universidad de Alicante slo contiene un artculo sobre el tema (R. Franch Benavent,Fiscalidad y manufacturas en la Valencia de Felipe V, p. 421). En Studia Historica(en adelante, SH), ensu etapa vinculada con la AEHM el nmero de artculos sobre fiscalidad es muy bajo; en el informededicado a Felipe II, el ocaso del reinado (1589-1598), 1997, 17, slo uno de I. A. A. Thompson(Oposicin poltica y juicio del gobierno en las Cortes de 1592-1598, p. 37) y otro de J. I. Fortea quecitaremos en su lugar se dedican a esta cuestin.

    6 Este ltimo espordicamente: Notas para un estudio de los presupuestos de la Monarqua espaola amediados del siglo XVIII,Dinero y Crdito (siglos XVI al XIX), Madrid, 1977, p. 49 y ss.

    7 Nos resistimos a incluir a M. Garzn Pareja cuya obra La Hacienda de Carlos II, Madrid, 1980, no esta la altura de las mencionadas. Por lo mismo no tomamos como divisoria su Historia de la Hacienda deEspaa, Madrid, 1984, un estudio erudito y descriptivo con base en leyes y normas, muy institucional, queno cumple el objetivo que el autor se marca de estudiar el devenir de los hechos impositivos en s comocargas de la sociedad que los soporta, mirando al uso o abuso que en cada momento se haya producido y noa su ms o menos perfecta juricidad (p. 11).

    8 Adems de las obras de J. I. Fortea que se basan en la comparacin, alguno hay como el de J. M. CarreteroZamora, Asambleas representativas y fiscalidad en poca de Felipe II: Castilla, Franco Condado yHainaut (una aproximacin comparada), p. 433, en E. Martnez Ruiz, Madrid, Felipe II y las ciudades dela monarqua, Madrid, 2000, 1.

    9 Son de destacar los de J. Zafra Oteyza, Algunas fuentes para el estudio de la fiscalidad en la segundamitad del siglo XVIII, Estudios de Hacienda: De Ensenada a Mon, Madrid, 1984, p. 547 y Ladocumentacin histrica de carcter tributario y la historia econmica, HPE, 1991, p. 75. Tambin E.Hernndez Esteve, Contribucin al estudio de las ordenanzas de los RRCC sobre la Contadura Mayor deHacienda y sus oficios, Madrid, 1988, etc.

    10 G. Anes, Prlogo a la obra de J. Zafra, p. 13.

    11 Casos hay: J. A. Snchez Beln, Absolutismo y fiscalidad en Castilla a fines del siglo XVII: elencabezamiento general del Reino (1682-1685), Espacio, Tiempo y Forma, 2, 1989, p. 175; M. VillegasRuiz, El encabezamiento, nueva modalidad de recaudacin de rentas en la poca de Carlos I, Crdoba,1995.

    12

    M. Peset,Derecho foral valenciano, Valencia, 1995, hace un atractivo llamamiento al respecto.13 R. Pieper, La Real Hacienda bajo Fernando VI y Carlos III (1753-1788). Repercusiones econmica y

    sociales, Madrid, 1992 (1987). Vanse tambin los dursimos comentarios sobre quienes trabajaron lasseries de la renta del tabaco hechos por J. M. Rodrguez Gordillo, Las estadsticas de la renta del tabacoen el s. XVIII, en S. de Luxn y otros, El mercado del tabaco en Espaa durante el siglo XVIII, LasPalmas, 2000, p. 53.

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    R. Prez Bustamante, Un intento de reforma contable en la Hacienda espaola durante el Reino de FelipeII: el Libro de Caja, MC, 148, 1979, p. 89, referido a 1592, y Del sistema de contaduras al Consejo deHacienda, 1433-1525, Historia de la Hacienda espaola, Madrid, 1982. J.P. Dedieu, Le droit deschiffres ou du bon usage des comptes du receveur, Perfiles jurdicos de la Inquisicin espaola, Madrid,1992, p. 701 y El arca de rentas reales de Villa Nueva de los Infantes a finales del s. XVIII. La cuenta deToms Marco Ortega (1685-1690), CHM, 1998, p. 103.

    15 J.A. Marino, Creative accounting in the age of Philip II? Determining the just rate of interes,HistoricalJournal 1993, 4, p. 761.

    16 E. Hernndez Esteve, Contribucin al estudio de la historiografa contable, Madrid, 1981;Establecimientode la partida doble en las cuentas centrales de la Real Hacienda de Castilla , Madrid, 1986; Lacontabilidad como instrumento de registro. Informacin y control de las finanzas reales espaolas (ss. XVI-

    XVII), en A. M. Bernal (edt.), Dinero, moneda y crdito en la monarqua hispnica, Madrid, 2000, p.815. R. Donoso Anes, Una contribucin a la historia de la contabilidad: anlisis de las prcticascontables desarrolladas por la tesorera de la Casa de la Contratacin de las Indias de Sevilla (1503-1717), Sevilla, 1996. D. Alonso Garca, La configuracin de lo ordinario en el sistema fiscal de lamonarqua (1505-1536). Una o dos ideas, S.H., 21, 1999, p. 117. M. Calvo Cruz, La contabilidad deespolios y vacantes: Dicesis de Canarias (1753-1851), Las Palmas, 2000.

    17 E. J. Hamilton,El tesoro americano y la revolucin de los precios en Espaa, 1501-1650. Barcelona, 1975.

    18 E. M. Garca Guerra, La moneda de velln: un instrumento al servicio de la fiscalidad del Estado modernocastellano: las Cortes, CHM, 1998, p. 59.

    19C. Lpez Gonzlez, Desde las reformas monetarias de los Reyes Catlicos hasta fines del s. XVII, en

    J. Hernndez Andreu (edt.),Historia monetaria y financiera de Espaa, Madrid, 1996, p. 13.20J. A. Snchez Beln, Arbitrismo y reforma monetaria en tiempos de Carlos II,Espacio,Tiempo y Forma,

    V, 1992, p. 135. J. Bravo, La devaluacin de 1680. Propuestas de anlisis,Hispania, 1993, 183, 115.

    21R. Herr, El expediente de los vales reales (1780/1808), Dinero y Crdito, p. 115. E. J. Hamilton, Warand prices in Spain, 1651-1800, Cambridge, 1947 y El Banco Nacional de San Carlos (1782-1800), enEl Banco de Espaa. Una historia econmica. Madrid, 1970.

    22 En realidad se basa en textos del XIX y primer tercio del XX ya que de la bibliografa posterior slomenciona a R. Carande y F. Ruiz Martn, elogiosamente, M. Ulloa, displicentemente, y a A. DomnguezOrtiz, entre el respeto y la crtica y no tuvo en cuenta los anlisis rurales y urbanos en los que se habamedido el impacto de las distintas fiscalidades, salvo porque cita a Garca Sanz.

    23 J. L. Sureda, La Hacienda castellana y los economistas del siglo XVII. Madrid, 1949. M. Bytar Letayf,Economistas espaoles del siglo XVIII, Madrid, 1968; J. Reeder, Uztariz y Colbert, M.C., 121, 1972, p.105; J. Vilar, Literatura y economa. La figura satrica del arbitrista en el Siglo de Oro, Madrid, 1973;tambin, P. Vilar, Crecimiento y desarrollo, Barcelona, 1976.

    24 A. Otazu, Dinero y Crdito (siglos XVI al XIX). Actas del 1 Coloquio Internacional de HistoriaEconmica, Madrid, Ed. Moneda y Crdito, 1977.

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    B. Barreiro Malln, La Jurisdiccin de Xallas en el s. XVIII, Santiago, 1973; E. Fernndez de Pinedo,Crecimiento econmico y transformaciones sociales en el Pas Vasco. 1100-1850. Madrid, 1974.P. Fernndez Albaladejo, La crisis del Antiguo Rgimen en Guipzcoa (1766-1833), Madrid, 1975.A. Garca Sanz, Desarrollo y crisis del Antiguo Rgimen en Castilla la Vieja. Economa y sociedad entierras de Segovia, 1500-1814. Madrid, 1977; J. M. Prez Garca, Un modelo de sociedad rural de A.R. enla Galicia costera, Santiago, 1978, etc.

    26 Vase R. Calle Sainz, La Hacienda Pblica en Espaa. Un anlisis de la literatura financiera de la dcadade 1830 hasta la actualidad,Revista de Economa Poltica, 1974, 68, p. 5. Tambin, J. Lasarte y otros,LaHacienda en la Bibliografa de 1700 a 1845, Madrid, 1980.

    27 H. Romeu Llorach, Notas para el estudio del equivalente y otras contribuciones del Pas Valenciano en elsiglo XVIII, Estudis dHistoria Contempornia del Pais Valenci, 1, 1978, p. 49 y El sistema fiscal

    valenciano, 1715-1823, Vinaroz, 1981. Del mismo, ms tarde, El nuevo rgimen fiscal valenciano delabsolutismo borbnico, De Ensenada a Mon, p. 467. Tambin, C. Corona Marzol, La poltica fiscalreformista a mediados del s. XVIII: la revisin de las rentas de la Generalidad valenciana,Millars, 1982,8, p. 49.

    28 M. Artola, La Hacienda Real de Navarra en el Antiguo Rgimen,HPE, 55, 1978, p. 131.

    29J. Nadal Ferreras, La introduccin del Catastro en Gerona. Contribucin al estudio del rgimen fiscal enCatalua en tiempos de Felipe V. Barcelona, 1971. J. Hernndez Andreu, La Unica Contribucin delMarqus de La Ensenada y el impuesto nico de la Escuela fisiocrtica,MC, 117, 1971, p. 67. J. Fontana,La supervivencia del mito de la nica contribucin, HPE, 17, 1972, p. 111. A. Otazu, La reforma fiscalde 1749-79 en Extremadura, Madrid, 1978. B. Garca Martn, Gastos ocasionados para confeccionar elCatastro del marqus de La Ensenada, Geographica, 19-20, 1977-78, p. 89. E. Escartn, El Catastrocataln. Teora y realidad, Pedralbes, 1, 1981, 260. D. Mateos Dorado, La nica contribucin y elCatastro de Ensenada (1749-1759), La poca de Fernando VI, Oviedo, 1981, p. 227. S. Villas Tinoco,Aproximacin al estudio del Catastro de Ensenada,Estudios de Economa e Historia, Mlaga, 1981, p. 9.

    30 M. Garzn Pareja Uso y tributacin del tabaco,Anuario de H Econmica y Social, 1970, p. 465. J. M.Rodrguez Gordillo, Una aportacin al estudio de la renta del tabaco en el siglo XVIII, Historia,Instituciones y Documentos, 5, 1978, p. 1, etc.

    31 Los juros de Castilla. Apogeo y fin de un instrumento de crdito,Hispania, 1963, p. 43, y Dette flotanteet dette consolide en Espagne, 1557 a 1600,Annales ESC, 1963, p. 745.

    32 B. Clavero, Seoro y Hacienda a finales del Antiguo Rgimen en Castilla,MC, 135, 1975, p. 11.

    33 A. Garca Sanz, Repercusiones de la fiscalidad sobre la economa castellana en los ss. XVI y XVII,Historia de la hacienda en Espaa, ss. XVI-XX, Madrid, 1991, p. 16. L. M. Ensayo de reconstruccinhistrica de la presin fiscal en Castilla durante el siglo XVI, Haciendas forales y hacienda real, Bilbao,1990, p. 37. S. Madrazo, Portazgos y trfico en la Espaa de finales del Antiguo Rgimen, MC, 160,1982, p. 39.

    34J. Fontana,La Hacienda en la Historia de Espaa, 1700-1931, Madrid, 1980, div. pp.

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    J. I. Fortea y C. M. Cremades,Poltica y Hacienda en el Antiguo Rgimen, Murcia, 1994.36Corona de Castilla: 18 comunicaciones; Corona de Aragn: 11; Provincias Exentas: 4; Italia: 1; Portugal:

    1; general: 4.

    37 I. I. A. Thompson haba publicado ya cosas como, Crown and Cortes in Castile 1590-1665,Parliaments,States and Representation, 1982, p. 29.

    38 J. M. Carretero Zamora, Cortes, monarqua, ciudades. Las Cortes de Castilla a comienzos de la etapamoderna: 1476-1515. Madrid, 1988; Los servicios de Cortes y las necesidades financieras de lamonarqua castellana, CHM y Contempornea, 8, 1987, p. 215; Los servicios de las Cortes de Castilla enel reinado de Carlos V (1519-1554): volumen, evolucin, distribucin, Las Cortes de Castilla y Len(1188-1988), Valladolid, 1990, 1, p. 417.

    39J. I. Fortea,Monarqua y Cortes en la Corona de Castilla. Las ciudades ante la poltica fiscal de Felipe II,Salamanca, 1990.

    40 J. I. Fortea, Trayectoria de la Diputacin de las Cortes, Las Cortes de Castilla y Len en la EdadModerna, Valladolid, 1989, p. 33; M. Artola, Atribuciones de las Cortes en materias fiscales, ib., p. 137;I. A. A. Thompson, Cortes y ciudades: tipologa de los procuradores (extraccin social,representatividad), p. 191; Ch. Jago, Crisis sociales y oposicin poltica: cortes y monarqua durante elreinado de Felipe II, p. 315; P. Fernndez Alabaladejo, Cortes y poder real, p. 477; cuatro de lasponencias (F. de Arvizu, L. Gonzlez Antn, E. Salvador y R. Garca Crcel, se dedican a las cortes de losdistintos reinos).

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    I. A. A. Thompson, Crown and Cortes: government, institutions and representation in early modernCastile. Hampsphire, 1993.

    42 Ch. Jago, Fiscalidad y cambio constitucional en Castilla, 1601-1621,Poltica y Hacienda, p.117; PhilipII and the Cortes of Castile. The Case of the Cortes of 1576, Past & Present, 109, p. 24, y otros que secitan en este estudio.

    43F. Ruiz Martn, La hacienda y los grupos de presin en el siglo XVII, en B. Bennassar y otros,Estado,Hacienda y Sociedad en la Historia de Espaa. Valladolid, 1989, p. 95.

    44De este ltimo conviene tener muy en cuenta su libro Fragmentos de Monarqua. Madrid, 1992; tambinP. Fernndez Albaladejo y J. A. Pardos, Castilla, territorio sin Cortes, s. XV-XVII,Revista de las CortesGenerales, 1, p. 11.

    45 Varios:Haciendas forales y Hacienda real. (Homenaje a M. Artola y F. Ruiz), Bilbao, 1990.

    46 E. Fernndez de Pinedo, Haciendas forales y revolucin burguesa: las haciendas forales vascas,HPE, pp.108-109, 1987; Gasto pblico y reformas fiscales. Las Haciendas forales vascas, ib., 1991, pp. 93-100;Los ingresos de la Hacienda Real en Catalua (1717-1779), De Ensenada a Mon, p. 193. Ingresos ygastos de la hacienda catalana en el s. XVII, Haciendas forales..., p. 207; ms tarde, La participacincatalana en la Monarqua hispnica (1599-1640),Manuscrits, 1997, 15, p. 65.

    Deldocumento,delosautores.DigitalizacinrealizadaporULPGC.Bibliotecauniversitaria,2009

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    Los estudios sobre la fiscalidad en la poca moderna

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    L. M. Bilbao Bilbao, Prlogo a I. Mugartegui Eguia, Hacienda y fiscalidad en Guipzcoa durante elAntiguo Rgimen (1700-1814), Bilbao, 1990, p. 7. Debe tenerse en cuenta que l mismo demostr suconocimiento del tema en: La fiscalidad en las provincias exentas de Vizcaya y Guizpzcoa durante elAntiguo rgimen, De Ensenada a Mon, cit., y Relaciones fiscales entre la provincia de Alava y laCorona. La Alcabala en los ss. XVI y XVII, Congreso de Estudios Histricos. La Formacin de lava,Vitoria, 1985.

    48Ensayados, entre otros, en la tesis de I. Mugartegui citada ya. De la misma, La exencin fiscal de losterritorios forales vascos: el caso guipuzcoano en los ss. XVII y XVIII,Haciendas forales, p. 175.

    49S. Solbes Ferri, Los servicios de las Cortes de Navarra en el s. XVIII, Poltica y hacienda, p. 569, yRentas reales de Navarra: proye