Cardenal Eduardo Pironio

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    Cardenal Eduardo Pironio

    Su sonrisa franca, su cercana de padre, su hablar pausado y sencillo, hicieron del cardenal, nuestroamigo sincero. En tiempos difciles de la Institucin fue nuestro asesor y amigo permanente, en sutestamento espiritual dej escrito He querido mucho a la Accin Catlica. Fue promotor incansable

    de la institucin a nivel nacional e internacional impulsando el FIAC que se vio concretado en 1991.Nuestro libro de los 75 aos, no sera tal, sino tuviera de l un justo perfil, que ahora en proceso parasu canonizacin, cobra una dimensin especial, ya que ste Siervo de Dios, para nosotros fueejemplo de santidad de varias generaciones militantes.

    l nos invit a vivir siempre un optimismo sobrenatural, nacido en la cruz que es grito de esperanza.Am a la Iglesia con una disponibilidad total y generosa y esto fue precisamente su principal herencia.Eduardo Pironio naci el 3 de diciembre de 1920, en Nueve de Julio, pcia de Buenos Aires, en unafamilia por dems numerosa. Nada ms y nada menos que fueron 22 los hijos Jos y Enriqueta.Eduardo fue el nmero veintids.

    Aprendi su fe en las rodillas de su madre, mujer de formacin cristiana slida, aunque sencilla, quesupo imprimir en el corazn de sus hijos el genuino sentido evanglico de la vida.

    A los 11 aos entr en el Seminario de La Plata, donde l deca siempre, aprendi a vivir y a amar elmisterio de la Iglesia. Fue ordenado sacerdote en la baslica de Nuestra Seora de Lujn, el 5 dediciembre de 1943. Por aquellos das le escriba a su mam

    En pocas semanas ser sacerdote y usted la madre de un sacerdote, la madre de otro Cristo(delLibro Cardenal Eduardo Pironio un Testigo de Esperanza Edic Paulinas)

    En los primeros aos de su ministerio realiz una intensa actividad educativa y didctica en elseminario de Mercedes, entre sus amigos frecuentes estaban Antonio Quarracino, Rubn Di Monte yDomingo Cancelleri. Su gua pastoral era el padre Manuel Moledo al que llamaba con familiaridad miquerido amigo

    En 1960, el Cardenal Caggiano, arzobispo de Buenos Aires lo nombra rector del Seminario

    Metropolitano. En 1962 parte como observador para participar de las sesiones del Concilio Vaticano II.Sobre ello, el cardenal escriba:

    Algo nuevo suceder en la historia. No, sin embargo, totalmente nuevo. Ser la plena maduracin deun proceso que ha venido apurndose bajo la direccin del Espritu de Dios-en los ltimos aos-Serla esperada floracin de aquella primavera de la historia y de la Iglesia tan providencialmenteanunciada por Pio XII en parte ya realizada en la madurez de sus frutos ( El camino del Concilio,Criterio xxxVI (1963), 26 de septiembre)

    Corra ya 1963, y el cardenal Antonio Caggiano , decide al cierre del curso, relevar al Cardenal Pironiocomo rector del Seminario en l que tanto estaba trabajando y donde fuera para los seminaristasverdadero padre, pastor y gua. El padre Eduardo sabe claramente que esto se debe a las tensionesinternas que se viven en la Iglesia y sufre particularmente, pero acepta en la cruz el paso de Dios.

    En 1964, ya siendo Papa Pablo VI, quien se convertira en un amigo cercano y fraterno del Cardenal,se le comunica que el Santo Padre ha querido elevarlo a la dignidad episcopal y lo ha designadoauxiliar de la arquidicesis de La Plata. Comienza all, su intenso trabajo con los laicos de AccinCatlica a quien supo trasmitir su amor incondicional por la Iglesia.

    En 1987 es nombrado administrador apostlico de la dicesis de Avellaneda y tambin Asesor de laAccin Catlica Argentina. Ser un ao de mucha entrega para el padre Eduardo ya que el 26 denoviembre del mismo ao el CELAM lo elige secretario general y el Papa lo designa Secretario Generalde la Conferencia Latinoamericana prevista para 1968 en Medelln.

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    En 1970 renuncia a su asesora en la Junta Central, dada su tarea en el CELAM por segunda vez,como secretario general.

    En aquella partida, hay mucho dolor y mucho consuelo. La Accin Catlica Argentina vive una crisisprofunda, el colorario de una crisis que como verdadera institucin de Iglesia, vivi en y con la iglesia.En una carta se despeda de los pocos dirigentes que quedan de pie, reunidos en Embalse de RoTercero, Crdoba se despide de esta manera:

    Sean testigos de esperanza. No profetas de calamidades (Juan XXIII). Ciertamente que el momentoque vivimos es difcil. Pero est lleno de la presencia del Seor resucitado y de la potenciatransformadora de su Espritu. Es el momento de decir con el Seor No se turbe vuestro corazn, nise acobarde (Jn 14,27). No tengamnos miedo. No contagiemos desaliento ni pesimismo. Como sitodo se quebrara en nuestra Iglesia o no hubiera ms valores en el mundo. Como si los sacerdotes yano fueran luz y sal o los laicos ya no fueran fermento o levadura entre los hombres. SE hace actual elreproche de Jess en la tormenta Por qu temen, hombres de poca fe?(Mt 8, 26)

    Sin duda alguna el padre Eduardo Pironio, conoci las entraas mismas de la Accin Catlica y fue unode sus ms fervientes revitalizadores

    Lo conoc personalmente recin nombrado presidente del Consejo Pontificio para los laicos y quedimpresionado por su cercana, su sencillez, su calidad humana, su profundidad espiritual, la esperanzaque contagiaba por donde quiera que pasaba y por sus intuiciones y aportaciones pastorales. A partirde entonces, surgi en mi una admiracin hacia su persona y modos de hacer que continu hasta sumuerte y que, gracias a Dios, an permanece viva en mi recuerdoLa aportacin del cardenalEduardo Pironio a la Accin Catlica es tan extensa, rica y variada que cuando se leen sus escritos unoqueda totalmente impresionado del conocimiento tan profundo que tena de ella y del amor tan grandeque senta por esta privilegiada forma de asociacin eclesial ( Rafael Serrano Delegado delApostolado Seglar de la arquidicesis de Madrid. del Libro Cardenal Eduardo Pironio un Testigo deEsperanza Edic Paulinas)

    Tuvo siempre una clara conciencia y verdadero respeto por la vocacin laical.La Accin Catlica es un movimiento esencialmente secular. Le corresponde, por consiguiente,santificar el mundo desde dentro y buscar el reino de Dios tratando y ordenando, segn Dios, losasuntos temporales. Todo tipo de espiritualidad, de formacin o accin apostlica, que intentedesconectar al miembro de Accin Catlica de su mundo concreto y de su determinado momentohistrico, lo desubica como laico y desfigura su presencia (Identidad de la Accin Catlica. Profetasde esperanza ACA, 35)

    El cardenal era particularmente exigente con la Accin Catlica, siempre lo fue desde su carioenorme y de su autoridad pastoral

    Accin Catlica rejuvenecida, fiel a su tradicin original, pero abierta a las exigencias de lahistoriaque anuncie explcitamente la Buena Nuevade Jess con audacia proftica del Espritu. Peroque lo haga orgnicamente, como expresin de la Iglesia comunin, fuertemente comprometida con laconstruccin de una sociedad fraterna, solidaria. Comprometida en la construccin de la verdad y delamor (Algo nuevo esta naciendo no lo notais? Madrid Ediciones EDICE 1995,41)

    Fue un promotor dedicado, comprometido y proftico del FORO INTERNACIONAL DE LA ACCIONCATOLICA y de su reconocimiento como asociacin de Derecho Pontificio. l estuvo convencido de lanecesidad que la Iglesia tiene de este modelo de apostolado seglar asociado, por eso puso su empeo,su ilusin, su trabajo y su esperanza para que el mismo se concretara, junto a otro argentino el ing.Marcelo Zapiola. Este Foro se conform finalmente en Roma en 1991.

    Para concluir, queremos hacer un breve repaso de las tareas que el Cardenal Eduardo Pironio fueasumiendo a lo largo de su vida hecha servicio a la Iglesia: fue designado en 1972, Obispo de Mar delPlata.En 1974 fue invitado por Pablo VI a predicar los Ejercicios Espirituales para la curia Romana en

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    la Semana Santa de ese ao: en 1975 en medio de un ao difcil y violento para el pas- Monseores nombrado pro prefecto de la Sagrada Congregacin para los Religiosos e Institutos Seculares ydebe radicarse en Roma. En 1976 es nombrado Cardenal de la Iglesia y prefecto de la SagradaCongregacin. En 1983 el Papa Juan Pablo II le pide a Pironio se haga cargo del Pontificio Consejopara los laicos Deseo confiarle la porcin ms extensa y sana de la Iglesia, le dijo Su Santidad.

    A los 75 aos de edad, Juan Pablo II acepta su renuncia, pero no por eso deja de colaborar en ochocongregaciones de la Santa Sede. El 5 de febrero muere en Roma rodeado de sus afectos ms

    cercanos y luego de unos das llega a Buenos Aires para descansar para siempre en su querida Baslicade Lujn, donde la Accin Catlica Argentina le rinde su homenaje y su cario, pidiendo que intercedapor nosotros en el cielo.