Capítulo - ReDDi- Repositorio de Documentos Digitalesbdigital.binal.ac.pa/bdp/perdidos3.pdf · le...

48
Capítulo XXIV DESOLACION -MaríadelosAngeles,tengoalgomuyimportantequedecirte . AsíinicióCamileRostandeldiálogomásembarazosoqueja- máshabíasostenidocpnsuamanteEstabansolosenlasalitaalum- bradaporunalámparadereflejoposadaenunatablillafijaenla pared .Eranlasnuevedelanoche .ElniñoyMartinahacíarato dormíanprofundamente . Sobresaltóseuntantolachapina .Mucholepreocupabaeles- tadodeánimodeRostand .Parecíaimbuidoenprofundasmeditacio- nes,hablabasólocuándoellaledirigíalapalabrayporlogeneral conmonosílabos . -Teescucho,Camile-contestóella .-Porgravequesea .lo quetemantienetanpreocupado,yatesentirásmásaliviadocuando melohayasdicho . -MaríadelosAngeles-dijoelingenieroconsuaveentona- ción-heresueltomarcharme . Ellaquedósilenciosaunlargorato,anonadadaporlaspalabras desucompañero .Alfin,preguntó : -¿Piensasmarchartesolo,sinmíysinelniño? -Sí,querida-afirmóél .-Esprecisoquemarchesinvosotros . Voyenbuscadetrabajoyaunquetengolaseguridaddequelohe deobtener,nopuedollevarosconmigomientrasnoestéfirmemen- teestablecidoypuedadaroslascomodidadesindispensables . -¿RegresasacasoaFrancia?-inquirióélla . -No,querida-replicóRostand .-NoregresoaFrancia .Chi- lehaabiertosuspuertasalosingenierosytrabajadoresdelCanal quehanquedadosinocupaciónyyohehechoyalasgestionespa- raestablecermeallá .Chileesunpaísestable,sinrevoluciones, con ungobiernoprogresistaqueintentahacergrandesobrasdeingenie- ría .Yoestoysegurodequeallá,antesdeunpardeaños,habré ganadolosuficienteparaadquirirunabuenapropiedad . Entonces

Transcript of Capítulo - ReDDi- Repositorio de Documentos Digitalesbdigital.binal.ac.pa/bdp/perdidos3.pdf · le...

  • Capítulo

    XXIV

    DESOLACION

    -María de los Angeles, tengo algo muy importante que decirte.Así inició Camile Rostand el diálogo más embarazoso que ja-

    más había sostenido cpn su amante Estaban solos en la salita alum-brada por una lámpara de reflejo posada en una tablilla fija en lapared. Eran las nueve de la noche . El niño y Martina hacía ratodormían profundamente .

    Sobresaltóse un tanto la chapina . Mucho le preocupaba el es-tado de ánimo de Rostand. Parecía imbuido en profundas meditacio-nes, hablaba sólo cuándo ella le dirigía la palabra y por lo generalcon monosílabos .

    -Te escucho, Camile -contestó ella .- Por grave que sea. loque te mantiene tan preocupado, ya te sentirás más aliviado cuandome lo hayas dicho .

    -María de los Angeles- dijo el ingeniero con suave entona-ción- he resuelto marcharme.

    Ella quedó silenciosa un largo rato, anonadada por las palabrasde su compañero . Al fin, preguntó :

    -¿Piensas marcharte solo, sin mí y sin el niño?-Sí, querida -afirmó él .- Es preciso que marche sin vosotros.

    Voy en busca de trabajo y aunque tengo la seguridad de que lo hede obtener, no puedo llevaros conmigo mientras no esté firmemen-te establecido y pueda daros las comodidades indispensables .

    -¿Regresas acaso a Francia? -inquirió élla.-No, querida -replicó Rostand .- No regreso a Francia . Chi-

    le ha abierto sus puertas a los ingenieros y trabajadores del Canalque han quedado sin ocupación y yo he hecho ya las gestiones pa-ra establecerme allá . Chile es un país estable, sin revoluciones, conun gobierno progresista que intenta hacer grandes obras de ingenie-ría. Yo estoy seguro de que allá, antes de un par de años, habréganado lo suficiente para adquirir una buena propiedad . Entonces

  • mandaré por tí y por el niño, si es que no vengo personalmente abuscaros .

    María de los Angeles comenzó a llorar. Las lágrimas se desli-zaban copiosamente por sus mejillas, sin que de sus labios se es-capara un solo gemido .

    -Camile -dijo ella al fin- tú has dispuesto las cosas sin con-sultarme, como dueño de tus propios destinos . Todo lo has planeadocomo a tí te ha parecido, sin tener en cuenta lo que yo podría pen-sar o sentir . Yo nada puedo reclamarte. Soy tu amante desde haceya cinco años y sé que no tengo derechos de esposa . Pero te hequerido y te quiero como a nauie en el mundo y juntos hemos traídoa la vida un hijo . Tú y él sois mis únicos afectos . ¿Has pensadoacaso que nosotros sin tí no tendremos amparo alguno?

    -Mujer: -replicó Rostand .- Grande es sin duda tu dolorcuando por primera vez en nuestros años de vida común aludes ala ilegitimidad de nuestra unión. Tú sabes muy bien que si no tehe hecho mi esposa es porque legalmente no puedo, pero que siem-pre te he tenido como a tal, Yo no te estoy proponiendo que nosseparemos para siempre. Se trata tan sólo de una ausencia tempo-ral. ¿Qué haría yo en el mundo sin tí y sin nuestro hijo? Si voy aChile es en busca de estabilidad para teneros a mi lado .

    -Pero es que tú no entiendes -sollozó María de los Ange-les- que yo no puedo resignarme a estar por ningún tiempo sin tí .Que si vivo en este pueblecito aislado y miserable es porque tetengo cerca, Que cuando tú estás conmigo me siento amada, prote-gida, cubierta de todo peligro y que cuando estás ausente me alien-ta la seguridad de tu pronto regreso .

    -Pues soporta mi ausencia en la seguridad de que volveré ode que te llamaré a mi lado -arguyó él .- El tiempo corre rápida-mente .

    -Rápidamente cuando somos felices, Camile, pero lento Ydesesperante cuando lo que más queremos está lejos - objetó ella .

    -Yo entiendo eso perfectamente -afirmó el francés- perola vida exige sacrificios que hay que aceptar con estoicismo . ¿Túcrees que yo seré feliz lejos de tí y de nuestro hijo? Tú al menostendrás consuelo en tener a Camilo a tu lado, en sus mimos, enverlo crecer. Yo viviré algún tiempo sin el halago de tu amor, sinLas sonrisas de nuestro hijo, sufriendo mucho más que tú.

    -Sí, Camile, -replicó ella .- Pero tú eres hombre y eres fuer-te. Yo, mujer y débil, no sé cómo voy a resistir tu partida .-Nada te hará falta, querida -afirmó Rostand, Todo lo he

    arreglado en forma que no peligre un momento tu seguridad . En el

    -102-

  • Banco dejo un depósito de veinte mil francos a tus órdenes . Estacasa es tuya. De las tierras que adquirí para tí, hay buena parte enproducción. Nuestros amigos Olivita y Bethancourt se encargaránde la venta del banano y te entregarán la ganancia . Si la vida eneste pueblo te resulta demasiado monótona, vete a Colón o a Pana-má. Dinero tendrás suficiente para hacerlo .

    -Mucho he admirado desde que estoy a tu lado, Camile -dijoella- la precisión con que trabaja tu cerebro. Eres un perfectocalculador. Tú llamas a eso el buen sentido provinciano francés .Hasta ahora he tenido tal sentido como una virtud . Pero acabo dedescubrir que tu cerebro se impone sobre tu corazón . Todo lo ra-zonas, todo lo allanas con lógica. Pero hay cosas que no puedenaceptarse lógicamente. ¿Tú te has detenido un momento a pensarcuántos años tengo?

    -Sé que cumpliste hace poco veinte y tres, Un bello prendedorte regalé con tal motivo .

    -Pues considera un momento lo que significa para una mujerde veinte y tres años y ya madre -observó ella bañada en lágri-mas- estar sola . Sé que mi amor por tí será un escudo contra todatentación, pero sé también que mi dignidad sufrirá cuando loshombres, viéndome sin amparo de marido, intenten ganar mi cariño .Yo no soy vanidosa ni tiempo he tenido para cultivar vanidades . Túhas llenado toda mi vida. Pero tú me has dicho y repetido sin can-sarte que soy hermosa . Dirás que aquí en Gatún nadie osará reque-rirme. Pero no ocurrirla lo mismo si, siguiendo tu consejo, me voya Panamá o a Colón .

    -Mucho te amo, María de los Angeles- dijo con voz trémulaCamile- y jamás se me ha pasado por la mente la posibilidad deque tú dejes de amarme . Tengo plena fe en tí. Te conocí cuandoeras casi una niña y sé cómo te defendiste entonces de los que tedeseaban. Eres aún muy joven, mas hoy te defienden tu amor pormí y por nuestro hijo .

    -Sin embargo, Camile -replicó ella- sucumbí a tu amor.Acepté irme contigo sin matrimonio ni más prenda que mi amor ymi fé en tu bondad. Dios quiso que tú fueras bueno, pero bien pu-diste no serlo. Tú fuiste una vez víctima de la infidelidad de unamujer y te agradezco que tras esa experiencia tengas en mí con-fianza suficiente para dejarme sola, expuesta a sucumbir hasta porhuir de la soledad.

    Sonrió Camile ante el argumento de su amada .-De buen recurso femenino haces uso, querido -afirmó .-

    Quieres tocarme la fibra de los celos, tan sensible casi en todoslos seres humanos. Pero es inútil ; siempre tendré confianza en tí.

    -103-

  • Tú eres la única persona en el mundo que puede engañarme, por-que eres la única en quien tengo plena confianza y yo he aprendidoque sólo nos puede engañar aquel en quien creemos .

    María de los Angeles sintió que no tenía nada más que argumen-tar. Su dolor, manifestado hasta entonces tan sólo en lágrimas, es-talló en fuertes sollozos. Su amante se le acercó, la tomó entre susbrazos y comenzó a besar sus lágrimas con ternura .

    Mi querida, mi adorada María de los Angeles -le dijo- nollores, no te desesperes. Tú has enriquecido mi vida por cinco años .Tú no eres ya la muchacha solitaria y esclavizada que yo conocí enLa Antigua. A mi lado te has hecho una mujer y me ufano de haberhecho de tí lo que hoy eres. Sé fuerte. Ayúdame. Sí tú te desespe-ras, ¿qué será de mí? Sé valiente, que la vida nos depara muchascompensaciones.

    Ella se dejó acariciar mansamente . Bajo los halagos de suamante cesaron sus sollozos . Una calma lánguida se apoderó de ella,

    Rostand, al verla apaciguada, la alzó en sus brazos y la llevóa la alcoba.

    Durmióse a poco la cuitada y su amante permaneció en velalargas horas, pensando en el porvenir .

  • Capítulo

    XXV

    DESPEDIDA

    -Es la primera vez que voy a Panamá - dijo María de losAngeles interrumpiendo el silencio de los primeros minutos de via-je en tren .

    -Descuido de mi parte, por el que te ruego perdón -contestócon tono cálido Rostand.- En verdad, no he sido yo muy frecuen-tador de Panamá, a donde he ido pocas veces, en asuntos relaciona .dos con mi trabajo . Mis ratos libres los he ddicado siempre a tí ya nuestro hijo, sin duda porque eso es lo que me ha sido siempremás placentero, Pero debí haber pensado que tú necesitabas dis-tracciones. ¡Has vivido tanto tiempo metida en la reducida isla deGatún!

    -Te juro, Camile, que mi observación no encierra reprochealguno -afirmó ella.- Nada me ha hecho falta mientras te hetenido a mi lado. Mas ahora miro con espanto mi próxima soledad .

    Era una mañana de mediados de septiembre de 1989 . CamileRostand y María de los Angeles con su hijo hacían el viaje de Ga-tún a Panamá, donde el francés tomaría el Lautaro, barco de la lí-nea de servicios de pasajeros y carga entre Valparaíso y Panamá,con altos en varios puertos de la costa pacífica suramericana .

    Sin duda a los otros pasajeros que ese día viajaban en el trende la ciudad atlántica hacia la capital del istmo debió llamar la aten-ción aquel grupo que bien podía tomarse por una de las familiasformadas por franceses y criollas que provocó la aventura del canal .El, alto, de cabello castaño claro, bien cuidado bigote, rostro rasu-rado y ojos azules, trajeado de viajero distinguido . Ella, esbelta, li-geramente trigueña, de negra cabellera recogida sobre la nuca, to-cada la cabeza con un sombrero lila del que pendía un tenue veloque apenas sombreaba su bello rostro, Lila era también su traje deamplia falda, esponjado busto, ceñido cuello alto y cintura estrecha-da por el corsé . A diferencia de las mujeres de entonces que queríanpasar por de última moda, no llevaba polizón, ni guantes, ni mito-nes. El ingeniero, como un moderno Pigrñaleón, había convertido a

    -105-

  • la modesta muchacha de La Antigua en una elegante dama que bienpodía lucir en los más refinados salones de sociedad .

    El niño, iba trajeado de marino francés. Rostand había tenidoel cuidado ue encargar a Francia ropa para su hijo y su amante .

    El trío había ocupado un asiento de la fila derecha . María delos Angeles tomó el puesto de la ventanilla y el niño iba acomodadoentre ella y Camile .

    Rostand parecía magnetizado por el panorama que presentabael Chagres con sus aguas hinchadas y turbias por las recientes ytorrenciales lluvias, Una expresión sombría asomó a su rostro cuan-do el tren pasó cerca de unas maquinarias que el clima tropical yel abandono habían cubierto de herrumbre y que le parecieron co-mo un epitafio sobre la tumba del proyecto francés .

    Pocos minutos llevaba el tren de rodar, cuando un empleadode la Compañía del Ferrocarril se acercó a Rostand y sus acompa-ñantes para invitarlos con toda gentileza a que pasaran a un vagóntrasero. Aceptó el francés y con María de los Angeles y Camilo si-guió al muy cortés invitante .

    El vagón a que fueron llevados los tres viajeros ofrecía máscomodidades que los corrientes de primera . A través de las ampliasventanas Rostand y los suyos podían contemplar el agreste panora-ma ligeramente velado por una tenue lluvia .

    Dialogaron el ingeniero y su amante con dos matrimonios pa-nameños que se insinuaron haciendo caricias al niño, ponderando subelleza y señalando los parecidos con sus padres .

    Uno de los viajeros se mostró locuaz . Hizo una larga historiade la hazaña de la construcción del ferrocarril transistmico y de ladiversidad de hombres que trabajaron en su realización. Antillanos,europeos, chinos, hindúes y hasta africanos .

    -Más de seiscientos negros liberianos fueron traídos por laCompañía -informó el bien enterado panameño- sin duda en laconfianza de que podrían resistir el trabajo rudo y el clima ener-vante del Istmo. Vestían largas túnicas sin ceñir, verdes unas,azules otras y llevaban pañuelos multicolores a manera de turban-te. Los esfuerzos que se hicieron para que usaran pantalones resul-taron fallidos, Mas eran todos laboriosos, sobrios y pacíficos . Nopocos de ellos trajeron familias . Unos fueron repatriados al termi-narse los trabajos y otros se quedaron y adaptaron a su nuevo am-biente .

    Cuando el tren se detenía en una estación el panameño dabadetalles del lugar y de la forma de vida que allí prevalecía . No eramuy optimista el informante vernáculo sobre las ventajas que lospueblos de la Línea derivaran del Ferrocarril,

    -106-

  • Llegados a Panamá después de tres horas, el trío abandonó elvagón y Rostand fue a buscar un coche que los llevara a un hoteldonde esperar hasta la tarde, cuando el ingeniero había de tomarsu barco hacia Valparaíso . Un gigantesco cochero jamaicano vino ensu ayuda y se encargó de llevar el baúl y la maleta del francés hastasu coche tirado por un jamelgo y protegido contra la lluvia y el solpor un descomunal paraguas rojo .

    Contaba la capital istmeña en aquel entonces con una pobla-ción fija de 25.000 almas, en lo que superaba a Colón en sólo unquinto. Atravesaba la ciuad cuando llegaron a ella los viajeros deesta historia, por un estado de crisis económica y decaimiento mo-ral como consecuencia del reciente fracaso de la empresa canalera .Se extendía de sur a norte desde la pequeña península amuralladadonde comenzó, hasta el barrio de Calidonia, y de este a oeste, des-de la orilla de la bahía hasta los entonces llamados cuarteles deBayain que había ocupado el hospital de la Compañía del Canal,entre el Cerro Ancón y la boca del Río Grande .

    No notaron los viajeros mucha animación en el trecho empe-drado que recorrieron, de la estación al Hotel Central, pasando porla plaza de Santana .

    Luego de instalados en el Hotel, donde hicieron reservar unahabitación para que pernoctaran María de los Angeles y Camilo,pues no había ese día tren que partiera hacia el Atlántico despuésde embarcado Rostand, se dieron los tres a recorrer el viejo sectorde la ciudad hasta el Cuartel de Chiriquí, justamente al extremo .

    Ya en la tarde fueron al embarcadero en compañía de unhombre que en una carretilla llevó el equipaje . Allí un panguerose encargó de él. El paquebote en que había de viajar el francésestaba a buen trecho de la orilla y había que abordarlo en panga,

    Llegó el momento de la separación . Rostand levantó a su hijohasta unir su cara a la de él lo besó con ternura y luego abrazóestrechamente a María de los Angeles cuyo rostro estaba inundadode lágrimas .

    -Por Dios, mujer -dijo él.- Enjuga tu llanto . Sé valiente yasí me ayudarás a mí a serlo . Piensa que mi ausencia será breve yque nos esperan muchos años de vida común .

    Ella permaneció silenciosa. Al fin cambiaron el último beso yRostand saltó a la panga, la que se alejó al impulso de los remos .

    María de los Angeles permaneció inmóvil, con el niño de lamano y los ojos fijos en el esquife. Cuando éste alcanzó el barco lafigura de su amante parecía diluida en la lejanía .

    Pocos minutos después el Lautaro rompió el silencio de la tardecon sus prolongados gritos anunciadores de su partida, con granalarma para las bandadas de gaviotas y pelícanos .

    -107-

  • Tomó María de los Angeles a su hijo en los brazos y emprendióel camino de regreso al hotel, donde se encerró en el cuarto a llorardesconsoladamente.

    El niño la miraba en silencio, con sus ojos llenos de un asom-bro que no podía expresar en palabras . Sin duda su costumbre dever ausentarse a su padre con frecuencia le hacía tomar su ida connaturalidad .

    -Mamá: &para dónde se fué papá?- preguntó a la cuitada .

    -Esta vez se ha ido muy lejos, hijo mío - contestó ella se-renando su lloro. Después, dijo para sí misma más que para Camilo :

    -No sé cuándo regresará Camíle. Pero vuelva o no vuelva, pa-se lo que pase, a ti nada te faltará .

    Madre e hijo se dedicaron al descanso para levantarse tempra-no a tomar el primer tren que habla de reintegrarlos a Gatún .

    El viaje de regreso fue silencioso . María de los Angeles pen-saba en el futuro . Una nueva vida comenzaba para ella y había queafrontarla con coraje .

  • Capitulo

    XXVI

    MARTINA LA CASTELLANA

    Para María de los Angeles, Martina, la negra que entró a suservicio el mismo día de su instalación en Gatún, resultó un regalodel cielo .

    Martina era moza no mayor de veinte años cuando inició susservicios en casa de la guatemalteca. Como las más de las mujeresde su raza y condición social, miraba con naturalidad las cosas delamor y jamás presumió de doncella, aunque era muy recatada ensu conducta .

    Hablaba el idioma pintoresco de los hijos de la llamada Costade Oro, cuya principal característica es el cambio de la d por la rsuave entre dos vocales o inicial . Así decía marera por madera,Nombrererió por Nombre de Dios, carera por cadera, romingo pordomingo, y buenoria por buenos días .

    Era oriunda de Santa Isabel, pueblo costeño, y se había arrai-gado en Gatún desde niña, dada por sus padres, que eran muy pobresY prolíficos, a sus padrinos, el mayor Bethancourt y la señora Ru-fina su esposa . Estos no tuvieron Inconveniente en cederla a Maríade los Angeles .

    Si alguien le preguntaba por su nombre, Martina contestabacon mucha cortesía :

    -Martina Góndola, pa servirle arió y a usté .

    Si se le interrogaba por su origen, contestaba :

    -Yo soy castellana.En igual forma hubiera respondido cualquier negro de arraigo

    costeño, Ser castellano era y sigue siendo para los camíticos de laCosta, timbre de orgullo y diferenciación de los de su misma razadescendientes de antillanos de habla inglesa .

    En casa de sus padrinos había aprendido Martina a leer y aescribir rudimentariamente . Pero sus pocas letras estaban compen .sadas por un gran conocimiento de las cosas del campo .

    -109-

  • Ella sabía a ciencia cierta que al niño Camilo no se le debíasacar a la calle antes de los cuatro años sin un ají pico-e-pájarofijo en la camisita para preservarlo del ojeo, porque en Gatún habíaalgunas personas con el ojo muy fuerte que podían dañar a la cria-tura sin quererlo .

    Vez hubo en que a casa de María de los Angeles llegó una se-ñora que tenía fama de ojeadora . El niño no estaba protegido por elají cuando ella lo v16, lo que llevó a Martina, para conjurar el mal,a exigirle a la visitante que le diera un pellizco al párvulo en unanalguita hasta hacerlo llorar, pues sólo así podía conjurarse el pe-ligro de que quedara ojiao.

    También sabía ella que Camilo mientras fuera niño no debíajamás ir solo al "monte" . El Río Chagres ocultaba entre los árbolesy matas de sus orillas a los diabólicos duendes, por lo general ino-fensivos para 105 niños negros pero que no podían ver un blanquitosin querer llevárselo. Y si alguien le preguntaba si alguna vez ellahabía visto duendes, contestaba :

    -Pues sí los he visto, perore lejos cuando taba chiquita . Co-mo yo soy negra, ellos no querían nara conmigo, pero toro er mundosabe que son maritísimos y que una vej se llevaron a un niñoblanco hijo de unos españoles que tuvieron por aquí un tiempo Yquerespués que loruendes les robaron la criatura que apareciórespué con el pescuicito enrerao entre unos bejucos, se fueron repor aquí. Niño blanco no reberir onde haigaruendes .

    También sabia Martina con precisión dónde y a qué horas sa-lían los fantasmas del lugar, Distinguía la tuli-vieja de la viejera-monte y el silbido de una bruja voladora de una de tierra .

    Sabia Martina que cuando cantaba la pavita-e tierra alguienacababa de morir en el pueblo y que el graznido de la lechuza anun-ciaba enfermedad grave para alguien de la casa sobre la que ellagrazné .

    Atestiguaba que el padre Rogelio recorría todas las noches alfilo de las ocho, el camino del lugar donde cayó, hasta la iglesia, en *la que penetraba sin duda para rezar, pues el que tuviera corajepara seguirlo podía escuchar desde la puerta los murmullos .

    Yo no soy gatunera - solía decir- y me alegro porque estepueblo ta marditorerió, no ve que aquí mataron al pae liogelio Ylugar onde matan a un cura tá perdio .

    Era conocedora del origen de toda la gente de Gatún . De unafamilia apellidada Morales explicaba :

    -Aquí vino hace tiempo un negro de Santiagore Cuba pareceque fugaore allá porque allá tenían toavía esclavitú, Se ñamaba Ca-

  • yetano. Se ajuntó con una mujer de Viento Frío y tuvieron sus hijos .El primero, que es ese negro simpático y fino que compra guineospa los blancos de Colón, lo nombraron Luca. Resre chiquillo era muypolítico y cá vez que pasaba relanterer cura, se quitaba el sombre-rito y raba los buenorlas . Y si se topaba con gente con familia,respuérerecir buenorla preguntaba : ¿Y la familita? A lo que elcurarijo: Este muchachito tiene morales, Y con el tiempo el mucha-chito y toala familia, como el negro Cayetano no les trajo apelliroreCuba, rispusieron ponerse Morales .

    Los Morales no hacían caso de aquella versión y Lucas, cuandole hablaban de eso, soltaba la carcajada y explicaba :

    -Esas fueron cosas rer pae Rogerio, que era muy trujano .En casa de María de los Angeles la negra Martina llegó a ha-

    cerse imprescindible. Ella se encargaba de comprar las cosas parala comida y disponer, Era de una honradez nítida . Se daba por bienpagada con los seis pesos que recibía mensualmente . Si sus patronesno se los hubieran podido pagar, le habría dado igual . Se sentíadueña de la casa donde ejercía evidentemente el matriarcado. Laservidumbre negra difiere de la india o de la de cualquier otra razaen la rapidez y el desembarazo con que asume el mando en todo lorelativo al manejo de la casa y el trato de los niños .

    La presencia de Camile Rostand jamás arredró en un ápice aMartina. La sola diferencia estribaba en que mientras allí estuvoel patrón ella jamás entró al dormitorio sin que fuera llamada porla niña, como decía ella a María de los Angeles .

    Era Martina pulcra en extremo . Siempre tenla a la entraba aela casa un balde con agua y jamás entraba a ella sin lavarse lospies descalzos que continuamente se le enlodaban en la fangosacalle gatunera . Vestía ropa de tela de algodón barata y se sentía fe-liz cuando ostentaba alguna remonta que le regalaba la niña y quele venía bastante bien, pues la sirvienta era casi tan alta como supatrona y apenas más gruesa .

    Cuando salía vestida con traje cedido por su ama, no faltabanlas burlas de los gatuneros :

    -Arfó roña Mariare los Angeles- le gritaba con sorna Deme-trio Macre, un pescador muy suelto de lengua.- Como me la veael francés tan quemárel só, no le va a gustá.

    -Aunque la mona se vistare sera, mona siempre se quera- lesoltaba un muchacho de nombre Toribio, a quien apodaban Mono-con-pulgas .

    -Gatunero mata-cura, -contestaba ella a cada uno de losque trababan de hacer burla de sus trajes .- En vez de tar mores-

  • tando a la genterebién, máj les valría rezar pa querió lesperdone la sangre rel pae Rogerio, que algún ría se las va a cobró .Yo por suerte soire Santa Isabel, onde la virare un cura siempre hasío sagrá y antere que este puelo se junda, yo me voy con la niñaMaría y el niño Camilo pa otra parte que no té mardita .

    -Deslenguá y atrevía -le replicaba Toribio- pero te perdonoporque tas muy buena y argún ría me has de pagar en trabajopersoná.

    Martina, que nunca dejó de sentir el halago de una alusión asu femineidad, contestaba con una estruendosa carcajada que llena.ba toda la isla .

    -Trabajo personárebieras jacer tú, que erej er haragán rerpueblo -replicaba ella, Trabaja y gana pa que entonce tengáre-recho a solicitá mujé .

    Y con estas palabras y moviendo voluptuosamente las caderasfirmes y anchas, Martina seguía su camino sin pagar más atencióna las frases que le soltaban los gatuneros a su paso .

    Su adoración por Camilo era lo más manifiesto en ella . No lohabría querido tanto de haberlo gestado en sus entrañas . Atenta almenor síntoma de enfermedad o mal, pendiente siempre de su me-nores gestos, no tenía sosiego ni reposo mientras el niño no estu-viera en su concepto plenamente seguro . Lo cuidaba del sol porquedaba tabardillo y de la lluvia porque resfriaba .

    Camilo, como todo niño, enfermó de los males corrientes en elclima en que crecía, aunque era sano y robusto . Martina se sentíaprofundamente halagada por el amor con que el párvulo reciproca-ba su afecto, porque en verdad el hijo de María de los Angeles de-mostraba por su niñera tanto apego y devoción como por su mismamadre .

  • CapítuloXXVII

    UN NIÑO CRECE A ORILLAS DEL CHAGRES

    Muy de tarde en tarde llegaban a María de los Angeles cartasde Camile Rostand que ella leía y releía hasta aprenderlas de me .moria y contestaba inmediatamente, Su amante se mostraba confia-do en el futuro, aunque no concretaba sus proyectos . Lo seguro eraque el gobierno chileno lo tenia a sueldo y que lo había mandadoa inspeccionar unos trabajos de represa que se estaban haciendo enel sur. Así decían sus primeras cartas, que llegaron a manos de sudestinataria con intervalos de cuatro meses . Estaban fechadas estasepístolas en Santiago. Después llegaron otras con más retardo, depuntos distintos de Chile, con nombres desconocidos hasta entoncespara la destinataria .

    Nada fijo decía Camile de su regreso, aunque en todas sus car-tas afirmaba que sería pronto. María de los Angeles, por su parte,lo urgía a volver, Ella lo necesitaba, aunque económicamente las co-sas iban bien, y más que ella, requería su presencia su hijo, quecrecía voluntarioso en aquel medio nada apropiado para la forma-ción de un niño .

    Muchas cosas de su hijo preocupaban profundamente a la ma-dre. Era respetuoso y tierno con ella, pero a medida que crecíase escapaba de la órbita de su vigilancia para buscar la compañíade los muchachos de su edad y mayores de quienes aprendió todaslas habilidades propias del ambiente gatunero . A los ocho años,sabía nadar y manejar canalete con sorprendente habilidad . Seinició en la práctica de la pesca y no era raro que regresara a casaal medio día, después de cuatro o cinco horas de ausencia, llevandoensartados en un gancho de madera dos o tres robalos .

    Sabía que estos peces eran sobrados de mañas y que para quemordieran el anzuelo había que tiznar con carbón la cuerda, Loren-cito, un muchacho de color, tres años mayor que él, lo adiestró enel uso del arpón . Con mano firme y ojo penetrante ensartaba desdeel borde del cayuco a los peces resbaladizos que levantaba al aire congritos de emoción y alegría .

    -Un día de éstos te vas ahogar -le decía María de los Angelescuando lo vela llegar chorreando agua y con el botín de la pesca

  • colgante de la mano derecha . -¿Qué cuenta le voy a dar a tu pa-dre? ¿Qué sería de mí, hijo mío, si llegara a perderte?

    -Mamá, pero si yo sé narar -contestaba él. -Toros los mucha-chos de aquí pescan y se bañan en el río sin que nara res pase .

    Y aquí era donde la chapina se exaltaba :

    -Mira, Camilo, por Dios -le decía . -¿Por qué hablas comoMartina y la gente sin cultura? Narar, nara . . . ¿Cuándo me hasoído tú decir así? Ahora sí que me lucí yo con mi hijo blanco convocabulario de costeño .

    Camilo no parecía preocuparse mucho por esas reprimendas.Quien sí mostraba con murmullos su disgusto era Martina .

    -Reje a mi niño que hable como la gente probe, que ya él ten-drá ocasión re mejorá en las escuelas re Colón y Panamá .

    Un día Camilo salió de casa muy temprano sin avisar a su madre .No regresó al medio día, contra su costumbre Ya era bien entradala tarde y aún el rapaz no aparecía .

    La angustia de María de los Angeles rayaba en la desesperación .Ninguno de los muchachos que habitualmente andaban con él sehabía ausentado esa mañana de Gatún ni podía dar cuenta del pa-radero de Camilo .

    No era menor la preocupación de Martina . No hubo casa delpoblado donde no tocara ni persona a quien no preguntara por elniño perdido. Supersticiosa, no calló la posibilidad de que Camilohubiera sido raptado por los duendes y se lamentaba a lágrima vivade que la madrina, una de las Salazar amiga de María de los Ánge-les, se encontrara en Colón porque bien sabía ella, Martina, que sólola mujer que ha sacado de pila a una criatura tiene facultad para res-catarla de los rubios diablillos .

    Ni ama ni criada tenían sosiego para esperar en casa el ya du-doso regreso del perdido, ni atinaban a hacer cosa alguna .

    Ya caían las sombras de la noche cuando divisaron con miradasalongadas por el ansia un cayuco que se deslizaba por las aguas delChagres al doble impulso de la corriente y de un canalete .

    -¡Camilo! ¡Camilo! -gritó María de los Angeles esperanzada .-Aquí lo traigo, sano y salvo -contestó una voz varonil .

    El tupido grupo que se había acercado a la orilla donde se en-caminaba el cayuco reconoció en el que acababa de decir las palabrastranquilizadoras a Juan Reyes Herrera, conocido familiarmente por

    -U.4-

  • Juan Chía, el cantor y decimero del lugar, muy apreciado además porser el más diestro cortador de bananos de todo el Chagres.

    Juan Chía remó hasta alcanzar la orilla, saltó a tierra y empujóel cayuco hasta sacarlo más de la mitad del agua .

    Camilo abandonó de un salto el rústico bote para caer en brazosde su madre que sollozaba de alegría y anhelo .

    -¡Ay, hijo mío!- le dijo con voz ahogada por el lloro .- ¿Pordónde andabas? ¿Cómo has podido darme semejante sufrimiento?

    -Me fui con el pae Cuevas, mamá- contestó él . --¿Tú no re-cuerdas al pae Cuevas? Reza mucho y es muy rivertiro, Me llevólejos y me mostró unos lagartones que hay allá arriba .

    María de los Angeles oyó muy alarmada aquella información .En Gatún todo el mundo sabía quién era el padre Cuevas. Un hom-bre todavía joven que había servido de acólito al padre Rogelio MaríaRufz, de quien aprendió de memoria todo el latín de la misa . Cuan-do su amo fue asesinado, perdió el juicio y abandonó Gatún paraestablecerse en Bohío, de donde era oriundo . Unos le llamaban "elLoco de Bohío", otros le decían "el Padre Cuevas" . De vez en cuan-do, se presentaba a la isla, donde era muy mal visto por su propen-sión a insultar a los hijos del lugar.-¡Gatuneros mata-curas! --griábales con voz de predicador .-

    Ustedes asesinaron al padre Rogelio y Dios los ha de castigar . Algúndía he de ver esta isla tragada por el Chagres, ¡Malditos sean us-tedes y sus descendientes hasta la quinta generación!

    Las palabras del loco sobrecogían de temor a los supersticiosos.Bien sabían ellos que el padre Rogelio no fue asesinado por gatuneroalguno, que ellos todos eran ajenos a aquel crimen, peto lo cierto eraque el destino había escogido aquella comunidad de gente buenapara que en ella muriera a tiros un ministro del Señor .

    No faltaban hombres de juicio y madurez que se rieran de lasmaldiciones y condenas del loco . Juan Chía era uno de ellos. Cuandoel "Loco de Bohío" demoraba en el pueblo, Chía lo invitaba a la can-tina, sabedor de las proclividades dipsómanas del Jeremías vernáculo .

    -Venga, Pae Cuevas -le decía insinuante . -Tómese un buenseco con nosotros y riganos una misa .

    El loco no esperaba que le repitieran la invitación . Se acercabaal rústico mostrador de la cantina y una vez con un vaso suavo lle-no de seco por delante, comenzaba a desgranar su latín, diciendo al-ternativamente lo que correspondía al sacerdote oficiarte y al sacris-tán. Para cada caso, cambiaba la entonación de la voz.

    Los concurrentes miraban entre burlones e intrigados la figuradel profano oficiante, Era de baja estatura, seco de carnes, pálido

  • de rostro, frente alongada hacia una prematura calvicie, labios finosy ojos saltones . Vestía pantalón de diablo-fuerte y camisa de telabasta y cruda . Iba calzado de alpargatas y sólo se deshacía de suviejo sombrero de castor de alta copa para "oficiar" .

    El generoso vaso de seco que le mandaba servir Juan Chía eraagotado a poco de comenzada la "misa" y no faltaba nunca quien selo hiciera repetir .

    Algunos testigos improbaban aquella profanación . ¡No habíaque jugar con las cosas de Dios! No estaba bien que pusieran a aquelloco irresponsable a mofarse de la sagrada misa, en la que se repiteen forma incruenta el sublime sacrificio que hizo posible la Repara-ción Humana .

    Pero otros, menos aprensivos, decían :-Déjalo hacer, que no está en lugar sagrado ni un vaso de

    cantina es cáliz de consagrar .Terminada la contrahecha ceremonia religiosa, el "Padre Cue-

    vas", de muy poca resistencia al alcohol, daba muestras inequívocasde avanzada embriaguez. Los ojos se le llenaban de lágrimas Ylos labios de lamentos por la muerte del Padre Rogelio, y de impre-caciones contra Gatún y los gatuneros .

    -Bueno, bueno : ya se va largando ustéreaquí, pae loco, quebastante aguardiente se ha jartao- le decía Juan Chía .

    -Sí, me voy, me voy- contestaba el largado- y que esta misasacrílega que les he dicho sirva para acabar de hundir a Gatún contoda su gente .

    Entonces tomaba su cayuco y se perdía en la noche hacia puntosdesconocidos.

    En sus visitas a Gatún el "Padre Cuevas" había amistado conMartina, quien sentía simpatía por él sin duda por su prurito de mal-decir a los gatuneros, en lo cual ella no era muy avara . Por Martinaconoció el loco a María de los Angeles y ganó la confianza de Camilo,a quien halagaba trayéndole frutas de todas las que se producían aorillas del Chagres . Nunca faltaba un plato bien repleto de comidapara el loco cuando éste llegaba a casa de la chapina .

    Estuvo, pues, dentro del orden natural de las cosas que en lamañana de aquel día, cuando Camilo encontró al padre Cuevas aorillas del río, dormido aún el pueblo, el niño aceptara la invita-ción que le hizo el orate para ir a ver unos grandes caimanes quepereceaban en un recodo del Chagres .

    -Yo encontré al niño -explicó Juan Chía- muy entretenirocon el Loco. Taba lo más tranquilo, lerigo . Yo me supuse que usté

  • no sabia nararel pararerorer muchacho, así fue que con mucha mañalerije ar Pae Cuevas que lo mejor era que el niño se viniera con-migo, que ya venía pa Gatún y que sin rura usté tarta muy priocupá .A lo que ér convino y entonce eché canalete que eso fue un gusto,no ve que quería llegar antes ré que nos atropellera la noche y aquítamo .

    -Dios se lo pague, Juan Chía, y venga a la casa con nosotrospara que se tome un buen plato de sopa y una taza de café- dijoobligada María de los Angeles. Y luego, volviéndose a su hijo, lepreguntó :

    -¿Y tú qué has comido, criatura de Dios?-El Pae Cuevas asó unos plátanos maruros que encontró en la

    casita de Sotero y noj lo comimo- respondió el niño con toda natu-ralidad .

    —Pues esto no va a pasar más -replicó la madre, -Tengo quebuscar manera de sujetarte . Bastante desgracia es que tu padre estélejos. ¡Ay, hijo de mi alma! Si tú me llegaras a faltar! . . . - y lavoz de María de los Angeles se quebró en un sollozo .

  • Capítulo

    XXVIII

    PRECEPTOR PARA CAMILO.

    -Buenoría, pae Manué .-Buenos días Martina. ¿Qué te trae tan temprano a la casa

    cural? ¿Es que quieres confesarte y pedir perdón por todas las ma-licias que les sueltas a los gatuneros?

    La Castellana se encontraba en presencia del padre ManuelVillanueva, español, recién encargado de la parroquia de Gatún, laque habla estado vacante desde la muerte del padre Ruiz .

    Pasaba apenas el sacerdote de los cuarenta años . Era de me-diana estatura, magro de carnes, cabello castaño oscuro con calvaincipiente, rostro blanco sombreado por tupida barba rasurada, deingeniosa locuacidad y de buen natural .

    -No, pae Manué -contestó Martina-- no vengo a confesarme .Eso lorejo pa la fiesta de nuestra patrona Santa Rita, que toraviata lejo, no ve que es er veintiróre mayo .

    -Buena la haces, muchacha -replicó el cura .- Dejas la con-fesión para las fiestas, cuando viene gente de todos los puntos deLa Línea a bailar, a beer y a holgar . Ya sé que eres una gran bai-ladora,

    -Se hace lo que se puere, pae -contestó Martina. -Y yo nosé que haiga mandamiento queriga: "No bailá" .

    -No, Martina, no lo hay -convino el cura- pero tú sabes muybien que tras el baile vienen otras cosas que sí están prohibidas porla Iglesia . Pero no vamos ahora a discutir mandamientos . Dimequé te trae aquí.

    Pae, re voy areci qué me trae- insinuó La Castellana .- EsPor er niño Camilo. La niña Maríare los Angeles viene muy preocupócon la criatura. Le gusta mucho vagabunriá. Ayer se peno too erría y era que taba allá arribarer río que se lo llevó dizque a pasiáer mentao Locore Bohío . listé hubiera visto, pae, cómo taba demortificá la niña .

  • -¿Y qué crees tú, Martina, que puedo hacer yo para remediarlas angustias de tu patrona?- preguntó el cura .

    -Réjeme usté acabá rerecisle, pae Manué- continuó La Cas-tellana con un ligero tono de impaciencia.-Er muchacho ya va palos nueve años y apenas ha aprendío a leé malamente y re escribí,ni la jota . Ná sabe re suma nireresta y si reza es porque la Niñano loreja acostó sin que antes haigaricho con ella siquiera una salve .Ta bien que los negros nos quédemo irnorante, pero el niño Camiloes re sangre fina y tiene que aprenré. Y lo que yo vengo arecile,pae Manué, es que usté se haga caggo de enseñarle a mi patroncitoargo de lo que esté sabe, que la Niña se lo pagará respuére Rió .

    -¿Y tu patrona te ha mandado a que me propongas que mehaga maestro del niño?-- preguntó el cura .

    -No, pae- contestó ella con viveza . -Si la Niña hubiera pen-sao en eso, habría venío ella misma a jablá con esté . Ella ni si-quiera sabere estareligencia, que es toa iréare esta pobre negra queta muy priocupá por er niño y quiere verlo en buenas manos . Y silerigo que ella le pagará, respuére Rió, es pocque yo sé que una ve]que yo haiga apalabriaa esto con usté, ella no merejará mal, cuantimási se tratare la suerterer niño.

    -Yo no he venido aquí de maestro de escuela -contestó el pa-dre Villa nueva- pero tampoco he venido a no enseñar . Varias vecesme he sentido tentado a recibir muchachos para iniciarlos en el co-nocimiento de las cosas humanas y divinas y he sentido dolor de quelos niños gatuneros no tengan otra escuela que la de la señora Her-menegilda, donde malamente aprenden el alfabeto y un poco de de-letreo. Quizás Camilo sea un buen comienzo para atraer a otros,porque la verdad es que basta ahora no he encontrado mucha volun-tad en los padres de familia para que yo les instruya a sus hijos .

    -Es porque usté no se ha empeñao, pae- dijo audazmente LaCastellana.,. -Usted verá cómo con er niño Camilo va a resurtá lacosa .

    -Pues dile a tu patrona que venga a hablar conmigo y quetraiga al niño a ver qué puedo hacer por él- ordenó el cura .

    -Bueno, pae, muchas gracias y hasta luego-, cortó Martinamientras volvía las espaldas para dirigirse a casa de su patrona con-toneando por media calle sus caderas de ánfora de ébano .

    Martina dio cumplida cuenta de su gestión a María de los Án-geles, la que, acostumbrada a las iniciativas de su sirvienta, no le hizoel menor reproche y antes se mostró agradecida y satisfecha .

    El trato de la chapina con el sacerdote había sido siempre cor-tés, pero superficial . Levantada en la fe católica y conocedora deque la Iglesia improbaba la unión de una pareja fuera del matrimo-

    -120-

  • nio, reprimió sus impulsos de confesarse, ya que sabía que no logra-ría la absolución si no renunciaba a su amor por Camile Rostand .Además, no podía, sin ser insincera, confesar que estaba arrepentidadel amor que llevaba arraigado profundamente en su alma y la com-pensaba de vivir en tierra extraña sin más familia que su amante ysu hijo.

    Iba a misa María de los Angeles . Para ello no se sentía cohibidapor su calidad de amante del francés, ya que varias mujeres gatu-neras vivían en amancebamiento y no por ello se alejaban del tem-plo. Más de una vez quiso hablar con el padre Villanueva, no paraconfesarse y conseguir la absolución de su único y vital pecado, sinopara encontrar comprensión y simpatía en un ministro del Señorsuficientemente humano para entender que de no haberse unido alfrancés, ella habría estado expuesta a mayores peligros .

    Ahora, ante la perspectiva de entregar su hijo a los cuidados deun sacerdote virtuoso e instruido, sentía que su pecado era menospecado y que a través del fruto de su vientre retornaba a los caminosde su Dios y de su fé .

    Vistióse María de los Angeles con las ropas que consideró mássencillas y adecuadas para visitar a un sacerdote, arregló con su me-jor traje a Camilo y, con éste de la mano, se encaminó a la muy sobriacasita que servía de alojamiento al padre Villanueva, quien recibióa madre e hijo con gentileza inspiradora de confianza . Pareció elcura más interesado en dialogar con el niño que con la madre y nopudo menos que reír cuando en las palabras de Camilo la d era sus-tituida por la r suave .

    -Padre, por lo que más quiera- dijo María de los Angeleshaciendo un gran esfuerzo por no contagiarse de la risa del cura-corríjamele a Camilo la manera de hablar que ha aprendido de lagente de aquí . Sólo con que usted logre ésto, yo me daré por sa-tisfecha. No sabe usted cuánto me vengo esforzando por hacer queCamilo hable siquiera como yo . Pero el muchacho parece más incli-nado a seguir los modos de Martina y de la gente que trata fuerade casa,

    -No se preocupe, señora -tranquilizó el cura- que ya su hijoaprenderá a hablar debidamente . Ojalá fuera su habla incorrectala más arraigada de sus malas mañas.

    -Padre -dijo María de los Angeles- ¿cuántas horas va adedicar a mi hijo y cuánto me va a cobrar? Yo no soy rica, perono ha de faltarme para pagarle .

    -Ya hablaremos de eso después, señora -replicó el cura condespreocupación. -Lo que interesa es que el pifio venga aquí todoslos días, salvo los sábados y domingos, a las ocho de la mañana . Iráa su casa a las once para regresar a las dos . Quedará libre a las cuatro .

  • Después, si muestra disposición por las cosas de la Iglesia, acaso mesirva de monaguillo . No te asustes, hijito- dijo el sacerdote di-rigiéndose a Camilo . -Ya verás lo mucho que te vas a divertir apren-diendo. Vamos a ser muy buenos amigos tú y yo ¿verdad? .

    El niño asintió con un gesto. Interiormente, no le resultabasatisfactorio el horario que se le habla fijado, pero se consoló al con- siderar que le quedaban varias horas libres en la tarde, todo el sá-

    bado y lo que la misa dejaba del domingo. El sacerdote ganó susimpatía, aunque su encogimiento de niño le vedó evidenciarlo cla-ramente.

    Madre e hijo abandonaron la casa cural, previo convenio deque el niño comenzaría sus clases el día siguiente, jueves .

    No era el padre Villanueva varón de muchas pedagogías, perola limitación de métodos educativos estaba en él ampliamente com-pensada por su clarísima inteligencia y por su sólida cultura huma-nística. Pronto Camilo mejoró sus conocimientos de las letras Yaprendió las cuatro operaciones . Otros muchachos gatuneros entra-ron también a la improvisada escuela del padre Manuel, quien, paraasombro de los viejos, jamás usó palmeta ni instrumento alguno decastigo físico,

    Creía el buen cura, y la práctica confirmó su acierto, que le eramás fácil conseguir disciplina por el consejo y la confesión que poramenazas, palabras fuertes y golpes .

    Un raro fenómeno se operó en el habla de Camilo . Aprendióa dirigirse a su madre y a su preceptor en el lenguaje usual en ellos,mas cuando dialogaba con Martina, sus amigos y la gente del pueblono letrada, usaba sus mismas deformaciones idiomáticas .

    Pronto arraigó en el niño un amor de hijo por el buen sacerdote,de cuyos labios jamás salió una frase que no fuera amable, aun cuan-do se tratara de reprenderlo por travesuras a las que era muy Pro-penso en incurrir Camilo .

    La madre no cesaba de dar gracias a Dios y a La Castellana Porhaber encontrado para su hijo la solución feliz de la rectoría delPadre Villanueva .

  • CapítuloXXIX

    SANTA RITA

    El 22 de mayo, día de Santa Rita, era fiesta grande para losgatuneros . Las celebraciones comenzaban desde el 19 y se pro-longaban hasta el 24 y aun el 25 si éste caía en domingo .

    El pueblecito se llenaba de peregrinos de todos los puntos deLa Línea, de Colón y de la Costa, atraídos por una equilibrada mez-cla de religiosidad y deseos de diversiones profanas . Las funcionesdevotas consistían en novenas, misas y una procesión el 22 en lanoche . Las profanas eran las acostumbradas en las comunidadesistmeñas de tradición : riñas de gallos, juego de bolos, cucañas ybaile. A falta de orquesta, el acordeón de Vicente Bracho derramabasus angustiadas notas en el patio del chino José María . Era Brachotodo un virtuoso de su instrumento y no había contra-danza, danzón,mazurka o polka que él no captara en el laberíntico teclado de suacordeón alemán, regalo de su patrón Stilson, el comerciante inglésradicado en Colón para quien él compraba bananos a los cultivadoresdel Chagres.

    Aquel año de 1895 los gatuneros se propusieron echar la casapor la ventana . El padre Villanueva, liberal y comprensivo, sabíaque las fiestas patronales, además de su finalidad religiosa, teníanla de promover el intercambio personal y comercial entre las gentesde las distintas comunidades de una región y que era una necesidadgregaria dedicar algunos días del año a sacudir el aburrimiento delas largas jornadas ordinarias .

    Se hablaba de que los liberales preparaban una revolución quedebía estallar de un momento a otro. El régimen establecido porRafael Núñez con el respaldo de los conservadores convirtió a losantiguos conmilitones del sombrío gobernante en poco menos queparias, La Regeneración, nombre con el que cubrió el desertor delLiberalismo su gobierno de concomitancia conservadora, apenas per-mitió durante su vigencia dos representantes "rojos" al Congreso, endos períodos distintos, También eran obstaculizados los liberalespara llevar voceros suyos a las asambleas de los departamentos .

    Los gatuneros esperaban que la insurgencia liberal iba a emer-ger de un momento a otro y de ahí su deseo de celebrar con pompa

    -123-

  • máxima su fiesta patronal, temerosos de que no tuvieran oportunidadpara hacerlo en los años sucesivos .

    Ya se había producido un brote revolucionario en la provincia deBocas del Toro, donde en la madrugada del 2 de marzo FranciscoPereira Castro y el mejicano Catalino Erasmo Garza, al frente detreinta hombres, se tomaron la policía para ser derrotados luego porel capitán Alejandro Ortiz, quien los atacó con cincuenta soldados .Pereira Castro y su compañero azteca pagaron con la vida su insur-gencia.

    Pero Bocas del Toro estaba muy lejos y la gente de Gatún yde La Línea miraba los acontecimientos que allí se desarrollaroncon rapaz de relámpago, como acaecidos al otro lado de la tierra .

    Liberales y conservadores de todas las edades y sexos comen-zaron a invadir la pequeña isla del Río Chagres donde se sentabaGatún, desde el 19 de mayo . Había que madrugar para encontraracomodo en las reducidas viviendas gatuneras . Los más tardos enllegar se acomodaron en Jamaiquilla, el campamento-pueblo separa-do de Gatún por el canal que dejaron los franceses .

    Desde tempranas horas los romeros de Santa Rita circulabanpor la calle enlodada del pueblo . La falta de aceras, pues las casasde Gatún eran casi todas con tambo, obligaba a los peregrinos aandar sobre el lodo que se hacía pegajoso y grueso por las muchaspisadas .

    Amaba Camilo aquel bullicio y todos los momentos que le de-jaban libres sus ocupaciones de monaguillo los empleaba en mez-clarse entre la multitud y detenerse doquiera topaba grupos de can-tores y mejoraneros. Un asistente de Bajo Obispo, de nombre Se-ráfico Barrero, cantaba coplas alusivas a los acontecimientos de losúltimos diez años y aun de más atrás. Al calor de las libacionesde seco arrugaba la frente, entornaba los ojos y soltaba sus cuartetos ;

    Ya ta la comarca alegre,la Francia y la Inglaterra,porque tan haciendo un canalpor entre el medio de la tierra .

    Luego su voz se hacía triste, casi sollozante, para continuarSe acabó el Canal Francés,los guantes y los mitonesY solamente han quedaolos mentaos polizones .

    Variaba enseguida el tono, sonreía con malicia y cantabaSe acabó el Canal Francés,cada uno tomó su maleta,Pedro Sánchez quedó armaocon Tomasa Chupaprieta,

    -124-

  • Se contaba de Barrero que en muchos años jamás había fal-tado a las fiestas de Santa Rita . Era el primero en llegar y el últimoen irse . Cuando el pueblo volvía a la normalidad, él era el únicoperegrino . Con la ropa enlodada, sin sombrero y bajo el peso deuna borrachera de días, soltaba sus coplas solitarias, a veces incon-gruentes, pero llenas de una primitiva tristeza

    Quién fuera el tren de Colónaunque sea, por un momento . . .aunque sea por un momentoyo te diera explicación.

    Y si algún vecino compasivo quería llevárselo a su casa paraque "la refrescara", él lo miraba con ojos atónitos, sonreía torpe-mente y soltaba dos líneas con voz fatigada

    Si la luna no me sale, no me voy .Si un amigo me detiene, aquí me toy .

    Pero Camilo amaba más oír a Juan Chía el decimero y llegó aaprender de memoria las décimas que éste había compuesto paramarcar el itinerario del tren transístmico

    Voy a dar explicaciónal que no alga ido a la Línea .Aonde el pasajero arrimahay veintiuna estación.Saliendo el tren de ColónMonquijil que ea el primeroPor segunda doy razónde Gatún y un terceroen Ahorca-lagarto prueboque arrima sin dilacióny sale con precisión,llega a Bohío Soldado,punto de suiche y pobladovoy a dar explicación .Sexto punto es Buena-Vista,Séptimo punto, Prijoles,Tabernilla y sus primorespunto de suiche y bonita.Al momento llega y pitay luego en San Pedro arrima,en Mamey es que opinade aguardar el panameñoy este camino lo enseñoal que no alga ido a la Línea .

    Salió de Mamey y paraen Gorgona, el gran distrito,

    -125 -

  • Matachín y vas a Obispoy divisas la Cascada,y en su pito declaraque sale a recorrer su líneay el camino determinael punto de Emperador,estación de lo mejoraonde el pasajero arrima .Salió del Emperador .En Culebra ha de arrimar,también suele de pararen Río Grande, el superior,Paraíso con honorse arrima de obligación,Pedro Miguel en Unióny Río Grande natural,el último es Corozalque es veintiuna estación.

    A las gentes sencillas de La Línea les hacía gracia las décimasde Juan Reyes Herrera, conocido por Juan Chía, orgullo de los ga-tuneros que lo presentaban siempre en regata a los decimeros deotras comunidades que acudían a las fiestas de Santa Rita .

    Otras décimas tenían sobre la muerte de Pedro Prestán, peropocas veces Juan Chía se arriesgaba a cantarlas ante grandes con-currencias por miedo a desagradar a las autoridades de la Regene-ción .

  • Capítulo

    XXX

    LOS CULEBREROS

    Aquel año acudieron a las fiestas de la Patrona de Gatún dosextraños visitantes. Venía el uno de Chepo y respondía al nombrede Doroteo León . Era de raza negra, ya pasado de los cincuentaaños, de robusta contextura y de hablar exuberante . Se preciaba detener "contras" para las mordeduras de las culebras más venenosasy de ser él quien habla curado unos años antes a un doctor francésde apellido Le Bretón, quien se había hecho morder por una viudita,culebra negra tenida entre las más venenosas de la selva panameña .

    Le Bretón aseguraba que tenía contraveneno contra los rep-tiles más enconosos . Había hecho exhibiciones públicas maravillo-sas, pero esa vez el guaco, que era la planta con que, según se de-cía, él contrarrestaba la ponzoña de las culebras, no surtió ningúnefecto.

    Al principio el francés se mostró despreocupado, pero el venenode la viudita comenzó a manifestar su mortífera calidad . Hincha-zón. dolor de cabeza, vómitos, palidez del rostro y manchas lívidasen las manos fueron los síntomas de muerte que se notaron en elgaleno .Llamáronse a varios médicos de Panamá y a un alemán de gran

    prestigio. Se aplicaron los remedios corrientes, desde amoníaco lí-quido hasta cáustico de Viena y, ya transcurridas veinticuatro horas,se iba a proceder a amputar el brazo izquierdo donde el áspid habíamordido, a lo que se resistió con todas sus veras el paciente .

    Así las cosas, se presentó Doroteo León y ofreció curar aldoctor a condición de que éste guardara secreto sobre los procedi-mientos y medicinas que aplicara el "faculto" vernáculo . Se allanóel envenenado, encerróse León con él y la curación comenzó comopor milagro, si bien fue lenta la convalecencia pues el doctor LeBretón no vino a reintegrarse a la vida normal sino tres semanasdespués de haberse puesto en manos del "mestro" Doroteo, comoera llamado el prestigioso moreno .

    No hubo ofrecimiento de dinero ni halago personal que indu-jeran a León a revelar cómo había logrado la curación del galo que

    -127-

  • ya tocaba a las puertas de la muerte . A todas las insinuaciones Ytentativas de soborno, sonreía enigmáticamente mientras decía ;

    -Lo que es secreto, se pierde si se dice .El otro extraño concurrente a las festividades de Santa Rita era

    un cholo venido de Río Indio . Grandes eran también sus prestigiosde culebrero. Mayor que el chepano si se le juzgaba por las arrugasque surcaban su cara, lucía una hirsuta pelambre lacia que cubríaen parte con un sombrero de beyota muy usado y que le iba chico .Sus ojos circunflejos reflejaban malicia . Vestía no muy diferentea su rival : pantalón de diablo-fuerte y camisa que antes fue sacode harina. Iba descalzo al igual que León y, en antítesis a éste, eraavaro de sus palabras. Tenía por gracia Escolástico Alveo .

    Encontráronse el cholo y el negro en la cantina del chino JoséMaría, El bayanero comenzó el diálogo :

    -¿Con que tú eres el mentao Escolástico Alveo, que dizque jue-gas con las culebras más venenosas y tienes cura para todas las mor-deduras? -interrogó Doroteo .

    El cholo contestó con un gruño de asentimiento .-Yo quisiera que hiciéramo una prueba -propuso León . Yo

    traje ahí en unos coquitos dos mapanás . Vaina a hacer que nosmuerdan a tí y a mí . No creo que haiga necesidá de apuostá pocqueel que piedda es el que se quede muetto y si los dos vivimos hayempate.

    Los numerosos concurrentes los rodearon llenos de malsanacuriosidad . Jamás había ocurrido hasta entonces que en la fiesta deSanta Rita se celebrara un duelo semejante .

    Iba Doroteo a abandonar la cantina en busca de los coquitoscon los ofidios cuando Escolástico lo detuvo con un gruñido quecompletó con estas palabras :

    -No. Tú traes tu coquito con tu culebra, yo traigo mi coquitocon mi culebra. La culebra tuya me pica a mi, la culabra mía tepica a tí.

    -Convenido -dijo el negro desafiante . -Vé tú por la tuyaque yo voy por la mía,

    Los peregrinos duelistas salieron de la cantina, cada uno a susrespectivas posadas . Los concurrentes esperaron con ansia. La ta-berna que transpiraba promiscuos olores de aguardiente barato, siro-pe de rosa y axilas sudadas, quedó en silencio, Nadie osaba deciruna palabra ni siquiera para ordenar un trago . Sudaban copiosa-mente los parroquianos, más por nerviosidad que por el calor sofo-cante del medio día .

    -128 -

  • Los diez minutos de espera parecieron horas a los que iban aser testigos del inusitado duelo. El negro entró primero a la cantinay casi pisándole los talones venía el cholo .

    La noticia del desafío había cundido con rapidez por el peque-ño poblado . Romeros y vecinos, hombres, mujeres y niños, inva-dieron la cantina .

    -¡Rueda! -gritó con voz potente Doroteo. -Que naiden seacecque pocque yo no respondo de que mi culebra no satte y piquea quien ná tiene que hacé con ésto . Ustede vean na má .

    Y uniendo la acción a la palabra, el negro extendió sus brazos .No tuvo necesidad de violentar a los espectadores que se replegaronhuyendo el contacto del calabazo que León llevaba colgante de uncordel en la mano derecha .

    Camilo había logrado escurrirse entre la multitud y situarse enla primera fila del ruedo . Martina, que lo había seguido, lo llamabainútilmente a grandes Voces para que abandonara aquel lugar depeligro o para que no fuera testigo del salvaje duelo .

  • El cholo miraba a su rival con sus ojos guiñados, sin revelarla menor emoción .

    La voz fuerte de Mateo Guardia rompió el silencio agónico delmomento .

    -Escolástico Alveo -dijo.- Yo te conozco y sé de lo queeres capaz. Este hombre se va a morir si tú no lo remedias y túirás a la cárcel .

    -El lo quiso -contestó el cholo impasible . -No hemos apos-tado plata sino la vida,

    -Pero esto es un crimen, Escolástico -replicó Mateo con elasentimiento manifiesto de todos los presentes . -Tú irás a podrirtea la cárcel porque 'aquí todos declararemos contra ti .

    Camilo, impresionado hasta las lágrimas por lo que había pre-senciado, se escurrió entre la multitud y a toda carrera se encaminóa la casa cural.

    -¡Padre! ¡Padre! -gritó cuando creyó que sus palabras po-dían llegar hasta el sacerdote, -¡Venga ligero, que en la cantinahay un hombre muriéndose!

    No hizo pregunta alguna el sacerdote y con pasos precipitadossiguió a su discípulo, Cuando llegó encontró a la gente rodeandoa los duelistas: el indio, impasible mirando de soslayo a su rival Yéste sudando sangre y con el rostro desfigurado, Brevemente le in-formaron de lo que había sucedido.

    -Escolástico Alveo -dijo al cura- si tienes poder para curara este hombre, hazlo . No te hagas criminal dejándolo morir .

    Alveo movió la cabeza casi imperceptiblemente .-Yo no lo busqué padre -contestó . -Aquí toos son testigos

    de que él me desafió y que la apuesta era la vida.

    -Tú la ganaste, Alveo, y eso debe bastarte -insistió el cura'-DI: ¿qué te trajo a Gatún?

    -Vine a pagar una manda a Santa Rita -contestó el pregun-tado- y traje una bicha porque Doroteo me había mandao razónde que él quería medírselas conmigo,

    -Pues yo te ordeno, Escolástico Alveo -manifestó el cura convoz solemne- que por la devoción que tienes por Santa Rita salvesa este hombre, si está en tu facultad.

    voy a buscá misaremedi s. MientrasIndio

    tanto,tras quecortalepausa .

    pongan aoestehombre mi sombrero onde lo picó la culebra, que ahorita güervo Y

    -130-

  • eso si, que no encuentre a naiden ná má que a Doroteo porque nopuedo curá con testigo .

    Se quitó Alveo su viejo sombrero y el padre Villanueva, no sinescepticismo, lo colocó sobre la parte del brazo donde la culebra ha-bla mordido . Alveo se retiró de la cantina .

    Para asombro de todos, Doroteo León comenzó a reaccionar apoco de tener el sombrero del brujo de Río Indio sobre su brazo .Dejó de sudar sangre, su rostro cobró serenidad y entró enseguidaen un apacible sopor . El padre ordenó despejar para que a su re-greso Alveo no pudiera pretextar desobediencia y negarse a seguirla curación .

    Volvió el cholo a los pocos minutos . Sólo el cura estaba enla sala, además del paciente .

    -Váyase padre, que ésto no es pa ser visto ni por usté -orde-nó Escolástico Alveo con voz pausada .

    -¿Y crees que sanará? -preguntó el cura, ya próximo a aban-donar el recinto .

    -Si, padre, él sanará -contestó Alveo- y hasta le digo a es-té como en confesión que Doroteo es muy hombre y sabe mucho,pero lo han perjudicao dos cosas : creer que naiden sabía más queél y orvidar que ni el más facurto puede resistir. picá de bocaracápor más yerba que halga tomao y lleve, si después de picao tomaaguardiente,

    En Gatún jamás nadie supo qué remedios usó Alveo para curara su rival, ni éste tuvo oportunidad de contar lo que con él hizo elcholo para limpiarlo del tósigo del reptil, si es que de ello se diocuenta, pues tan pronto se sintió aliviado abandonó el pueblo parano volver nunca a él .

  • Capitulo

    XXXI

    ESPERANZAS Y DESESPERANZAS

    María de los Angeles se sentía desfallecer de angustia por lafalta de noticias de Camile Rostand . Durante los dos primeros añosde ausencia recibía cartas de él llenas de optimismo, en las que laanimaba a aguardar su próximo regreso . Veía perspectivas mag-níficas en Chile, decía . Muy pronto vendría por ella y Camilo. Lesuplicaba un poco de paciencia y nada más . Ella, por su parte, ledaba cuenta de su vida rutinaria en Gatún y de su anhelo crecientepor estar de nuevo a su lado . Mas las cartas de Camile comenzarona hacerse cada vez más espaciadas hasta que cesaron de llegar . Pa-saban las semanas, los meses y los años sin que ella recibiera noti-cia alguna de él .

    A fines de 1894 una leve esperanza vino a animarla: se habíaestablecido la Nueva Compañía del Canal con un capital de sesentay cinco millones de francos. Bunau-Varilla daba muestras de acti-vidad. Los amigos de María de los Angeles le contaban de las ges-tiones de éste para revivir la obra del Canal y de su empeño frus-trado por ganar una representación en la Cámara de Diputados desu país para tener una tribuna desde la cual alentar sus proyectos .Ella sabía que Bunau-Varilla sentía por Rostand un afecto de padreY que, de reanudarse los trabajos, sin duda lo llamaría a su lado,Pero ¿sabría acaso el audaz ingeniero dónde se encontraba Camile?

    Más de una vez pensó ella ir a ver personalmente al amigo desu amante para pedirle que él, dueño de un nombre prestigioso yde una personalidad influyente, averiguara por los canales oficialesdónde se encontraba Rostand y lo llamara a su lado. Pero Bunau-Varilla parecía no dar señas de venir al Istmo a la sazón . Por otrolado, la desalentaba la perspectiva de enfrentarse al protector de suamante sin más credencial que la de ser querida de éste y haber con-cebido un hijo suyo. Acaso pensaría Bunau-Varilla, de ser el hom-bre cínico de que le habló su amante, que más que el amor por éste,la llevaba un interés mezquino . Podría también figurarse el vete-rano ingeniero que el silencio de Camile Rostand obedeciera al deseode romper con ella, de cancelar unas relaciones que nacieron de cir-cunstancias especiales . ¿No era lo más corriente en casos como el

    -138-

  • suyo, que el hombre se desvinculara de la mujer y buscara nuevaquerencia una vez separado de ella ?

    También la tentó repetidas veces el impulso de ir a ver al cón-sul de Francia en Colón . Quizás él podría averiguar el paradero deCamilo. Pero la contuvieron los mismos temores que la asaltabancuando pensaba en entrevistarse con Bunau-Varilla .

    La mujer estaba firmemente convencida del amor de Camile yello la hacía sentirse más angustiada por su silencio, Algo gravedebía ocurrirle cuando no le escribía .

    Sólo salvaba a María de los Angeles de la desesperación su amorpor su hijo . Camilo crecía rápidamente. Iba a ser alto como su pa-dre, cuyos rasgos fisonómicos ella veía marcarse cada vez más enel muchacho .

    La influencia del padre Villanueva se dejaba sentir benéfica-mente en él.

    No había abandonado Camilo sus hábitos de muchacho que cre-cía a orillas de un río . Amaba subir la corriente del Chagres en ca ,yuco, acompañado por los muchachos de su edad y se sentía felizcuando con ellos cruzaba a nado el canal que por mano del hombrehabía convertido al pueblo en una isla, Mas empleaba también lar-gas horas en estudiar y leer .

    La biblioteca del padre Villanueva era pequeña y no muy mo-derna, pero contaba con una excelente cantidad de clásicos griegos,latinos, españoles, italianos y franceses, Camilo se aficionó sin vio-leuelas a aquellos libros que excitaban su imaginación y lo hacíanfugarse por largos ratos de la agreste realidad de su ambiente.

    Participaba él de la inquietud de su madre por la ausencia deCamile llostand, de quien guardaba una memoria imprecisa al parque plácida. María de los Angeles le hablaba siempre del ausentecon adoración . No había hombre que lo igualara en bondad y sbn •pacía . Camilo debía sentirse orgulloso de ser su hijo.

    De los libros de la biblioteca del padre Víllanueva, tomó el mu-chacho afición especial por Telémaco, de Fenelón . Era una bellaedición española de pasta verde, ilustrada con grabados que dabanal muchacho una cabal idea de las armas y vestuarios de la Greciaheroica,

    ;,Por qué atraían especialmente a Camilo las aventuras del hijode Ulises? En verdad, veía en el joven protegido de Minerva algode sí mismo. Su padre, como el rey de Itaca, se había ausentadode su mujer y su hijo llamado por la aventura . María de los An-geles, como Penélope, esperaba el regreso del ausente.Y él soñabacon irse un día en busca de su progenitor, tal como fue en busca delsuyo Telémaco.

  • Su fértil imaginación lo llevaba a figurarse que viajaba haciael sur para encontrar a su padre y que en su aventura le servia deMentor el sacerdote maestro suyo .

    No le era difícil figurarse a Minerva, la diosa de los ojos ver-des, metamorfoseada en el padre Villanueva para proteger su pe-regrinaje por mares y archipiélagos misteriosos tras las huellasdel ingeniero cuya sangre llevaba .

    La economía de la familia marchaba normalmente . Muy detarde en tarde María de los Angeles restaba algo del dinero queRostand consignó para ella en un banco extranjero establecido enColón . El mayor Bethancourt entregaba a fin de cada semana elproducto de la venta del banano cosechado en dos de las fincas queel ausente había comprado a su nombre .

    Las posibilidades de que Rostand regresara atraído o llamadopor la nueva empresa canalera se esfumaron cuando a fines de1898 sus directores hicieron propuesta al presidente McKinley detraspasar a los Estados Unidos sus derechos a la construcción delCanal y comenzó a vislumbrarse que los intereses canaleros ibana desplazarse de París a Washington,

    Ya para entonces Camilo empezó a sentir preocupación por laspropiedades de su madre .

    -Mamá -le dijo un día- nosotros no sabemos si papá ha devolver . Yo lo deseo tanto como tú y todos los días pido a Diosen mis oraciones que regrese a nuestro lado . Pero tenemos queactuar sin contar con él. Yo acabo de cumplir catorce años y mesiento capaz de atender por mí mismo lo que tenemos a orillas delChagres. Apenas estamos sacando ganancias de las dos finquitascultivadas y nada se ha hecho para sembrar las tierras sin cultivoque son nuestras. El mayor Bethancourt nos ha ayudado con hon-radez y buena voluntad, pero él tiene que atender sus propiosasuntos. Déjame, mamá, que yo me encargue de llevar las cosasadelante .

    María de los Angeles se sintió alarmada . ¡Era su hijo todavíatan niño para asumir las responsabilidades del trabajo duro y pe-ligroso que significaba la cultura de la rica fruta tropical a orillasde un río de pérfidas corrientes y de márgenes pobladas por ser-pientes venenosas! .

    -No es eso lo que yo quiero para tí, Camilo -replicó élla,-Tú no estás en edad de trabajar sino de aprender . Estoy pen-sando seriamente en enviarte a estudiar . Más de una vez me hasdicho que quieres ser abogado . Tenemos suficiente dinero en elbanco para pagar tus estudios en Bogotá o siquiera en Cartagena,donde según me ha dicho el señor Ayarza, hay buenas escuelasde derecho .

  • -Ni hablar de eso, mamá -contestó Camilo .- Mucho es mideseo de estudiar. Al lado del Padre Vinanueva se me han des .pertado ambiciones que acaso hubiera sido mejor que nunca sin •tiera. Pero por nada del mundo, te lo juro, aceptaré marcharmede tu lado, dejarte sola y muerta de tristeza en este lugar, llorandola ausencia de mi padre y la mía .

    Inútiles fueron los argumentos de María de los Angeles paradisuadir a Camilo de sus propósitos y llevarlo a aceptar sus pro-yectos de mandarlo a estudiar.

    -De todos modos -dijo ella al fin- yo no puedo obligartea lo que no quieres y mi corazón me inclina a retenerte a mi ladocontra toda conveniencia tuya. Pero espera siquiera un par deaños para que asumas las responsabilidades que quieres poner sobretus hombros desde ahora .

    Convino Camilo en lo propuesto por su madre, pero consiguióde ésta que le permitiera atender personalmente el corte del gui-neo e inspeccionar las tierras sin cultivo . El había amistado conel señor negro y muy decente de nombre Lucas Morales, compra ,dor de banano para el inglés Stilsen, de Colón, quien se habíaprestado para acompañarlo en una primera excursión a las tierrasincultas de su propiedad .

    Poco después de esta conversación, Gatún fue conmovida poruna terrible nueva : en todo el territrio colombiano había surgi-do una revolución con tanta violencia, que las bases mismas de lanación parecían deshacerse al terrible impacto de la lucha .

  • CapítuloXXXII

    AL AMPARO DE LA LINEA

    Los liberales, cansados de ser considerados peor que extran-jeros en su propia patria, exceptuados de las representacionesa los congresos nacionales y asambleas departamentales, de lospuestos administrativos y aun de los más insignificantes empleosoficiales, se lanzaron a una titánica lucha contra los conservadores,dueños absolutos del país desde el día en que Núñez, el Regenerador,abjuró de su credo para mandar con sus viejos adversarios .

    Las hogueras de la rebelión ardieron más férvidas en el Istmoque en el resto de Colombia, ya porque las mayorías panameñas eranliberales desde los tiempos de Tomás Herrera, ya porque en lainsurgencia veía el istmeño una ocasión para luchar contra el cen-tralismo de la Altiplanicie, siempre más absoluto bajo los regímenesconservadores que bajo los de sus adversarios .

    A fines de 1899 en Gatún comenzaron a sentirse los efectos dela contienda . Los mozos del lugar, algunos de-ellos aún adoles-centes, se fueron furtivamente de sus hogares para buscar los cam-pamentos liberales . Auxibio Puyol, Etelvino Cerezo, Demetrio Ma-cre, Gerardo Olivita, Rito Gordón, penonomeño avecindado en Ga-tún que había de ser con el tiempo uno de los secretarios de Vic .toriano Lorenzo, los Bracho, los Rodríguez, se marcharon a los viva-ques acaso más por espíritu de aventura que por convicciones ideo-lógicas .

    No faltaron algunos conservadores que también fueron volun-tarios a luchar por su causa . José María González, a quien apoda .han Pepe Gatún, era uno de ellos y el más conspicuo, el mayor Be .thancourt, que se presentó a las filas godas llevando como creden-cial su grado, adquirido en la represión revolucionaria de 1894 .

    Había la creencia de que los pueblos de La Línea no podían serafectados directamente por la Revolución . Los Estados Unidos ha-bían asumido, por el Tratado Mallarino-Bidlack, la obligación de ga-rantizar el orden a lo largo de la vía férrea transístmica . Pero másde una vez las operaciones bélicas se dejaron sentir en los pueblos"protegidos" . Los revolucionarios incursionaban en ellos en busca

    -137-

  • de municiones de boca y artículos de distinta índole. Bohío fue to-talmente saqueado por los liberales . Sus tiendecitas de ultrama-rinos quedaron vacías,

    El 21 de julio de 1900 el general Carlos Albán fue derrotado porlos liberales en Corozal .

    Algunos pueblos de La Línea se vieron invadidos por familiasde Panamá y Colón que no querían verse envueltas en la lucha fra-tricida . La de don Porfirio Meléndez sentó sus reales en Bohío,donde permaneció en espera de la paz . Contra lo que esperaba donPartirlo, la Revolución no respetó el lugar .

    Gatún era sin duda el pueblo más protegido . Su calidad deisla lo hacía menos accesible a las fuerzas del Gobierno y de la Re-volución . Pero la guerra civil lo afectó sensiblemente, Las acti-vidades agrícolas quedaron casi del todo suspendidas . No se con-seguían brazos para el corte del guineo, pues los cosecheros se ha-bían ido a engrosar las filas rebeldes . El intercambio comercialcon Colón bajó vertiginosamente . Languidecían los gatuneros en suaislamiento, pero, más afortunados que otros istmeños, jamás vieronel espectro del hambre. El río daba peces abundantes y sus márge-nes estaban más llenas de frutas que nunca porque poco era elplátano que se vendía y mucho el que quedaba para consumo .

    En la placita que enfrentaba a la Iglesia y en la única calleregular del poblado, los muchachos jugaban a la guerra . La mayo-ría era liberal. Estaba compuesta por los hermanos y sobrinos delos que habían ido a alistarse con los Porras, los Herrera y los Lo-renzo .

    Los sencillos cayucos de pesca adquirieron los nombres de losbarcos que gobiernistas y revolucionarios habían improvisado enunidades de guerra . Boyacá, Momotorrnbo, Padilla, Cisterna, Chu-culto, Lautaro, fueron los pomposos nombres con que bautizaronsus piraguas los muchachos de Gatún, Todos los días se daban ba-tallas acuáticas en el Chagres . sin más consecuencias que los cha-puzones continuos de los contrahechos marinos .

    Camilo era comandante del Lautaro, ágil cayuco de corotú quele había comprado su madre tras insistentes ruegos de su parte . Sehabía parcializado por la causa conservadora, quizás por reaccióngenerosa ante la decisión de los más de los muchachos del pobladoa favor del liberalismo, acaso porque el buque tomado por Albán ala compañía chilena era el mismo en el que su padre viajó a Chile .

    El padre Villanueva no parecía aprobar aquella pugna . Elcreía que con las emociones políticas era peligroso jugar. Desdeel púlpito había lamentado la lucha entre hijos de la misma nación,¿No eran todos colombianos? Y sobre todo : ¿no eran todos cris-

    -138-

  • tianos? Protestaba contra los que querían convertir la causa delgobierno en una bandería religiosa . Cristo no podía hacer diferenciaentre liberales y conservadores .

    Pero Camilo gozaba con los fingidos combates . Se sentía unCarlos Albán en su Lautaro,

    No llegaba prensa a Gatún, si bien las noticias corrían enalas del viento. Se hicieron populares los nombres de los lugaresdonde se habían dado las batallas más notables de la pugna civil :Peralonso, Palonegro, Aguadulce, San Pablo, Puerto Gago, LaNegra Vieja, Tres Picachos, eran nombres repetidos y discutidos entodas las reuniones .

    Un día se supo lo de la muerte de Albán con el hundimiento delLautaro. Aquello fue motivo de honda tristeza para Camilo . Susadversarios liberales aumentaron su disgusto con sus burlas :

    -Tu buque está hundido -le gritaba Lorencito, uno de losguerreros liberales . -Ya no puedes pelear más en él . Se murióAlbán, pa que sepas .

    Pensando estaban todos que aquella guerra civil ya tenía trazasde ser una pesadilla sin despertar, cuando llegó la noticia de la ca-pitulación del Wisconsin, Pronto comenzaron a retornar los mozosque fueron a la lucha . Auxilio Puyol, con un grado de capitán . Unode los Bracho regresó sin su hermano. Rito Cordón y Eliseo Sán-chez presumían el prestigio de haber secretariado a Victoriano . To-dos los regresados tenían su historia que contar . Ninguno estabaresignado con el desenlace,

    -Nosotros ganamos la revolución en el Istmo -aseguraba Pu-yol,- pero no podíamos ganarles también a los gringos. Estas in-tervinieron por solicitud de los conservadores y nos cerraron el pasohacia la capital y la victoria .

    Pronto hubieran olvidado los vencidos su derrota con la reanu-dación de sus viejas tareas de paz, de no haberse suscitado la eje-cución de Victoriano Lorenzo . Gordón y Sánchez vivieron días pen-dientes de la suerte del cholo y sus ojos acostumbrados a los cruelesespectáculos de la guerra lloraron copiosamente cuando se supo elfinal del rebelde de La Negrita .

    -El general Victoriano Lorenzo no se merecía eso -se lamen-taba Rito . -Yo fui su secretario . Yo estuve con él cuando se adue-ñó de Penonomé . ¿Qué mujer fue violada por 61 o sus hombres?¿A quién asesinó? ¿Por qué lo mataron si se rindió con la garantíade la vida que le daba el tratado de paz?

    Puyol, más mozo que Rito pero de más viva inteligencia, ledecía :

  • -Los grandes se entendieron, Rito, y los chicos han sido sa-criticados. Yo también he llorado el fusilamiento de Victoriano Lo-renzo. Es un crimen sin duda, pero con muy pocas excepciones,los liberales lo abandonaron a su propia suerte . Si. Es una infamialo que se ha hecho con él . ¡Cómo me duele pensarlo solo y aban-donado frente a sus verdugos, mientras que los hombres que lo in-dujeron a la guerra no se han ocupado sino de buscar acomodo enla nueva situación creada por la paz! Yo oí a un alto e instruidojefe liberal decirle al valiente guerrillero : "-!General Victoriano!Lorenzo! ¡La historia de su vida no cabe en noventa páginas!" Ysentí que era indiscreto hincharle la cabeza al pobre cholo con tandesmesurado elogio . Mas el que así habló nada hizo por salvar delpatíbulo al infeliz general Lorenzo .

    Los días pasaban y nuevas preocupaciones vinieron a embargarlos espíritus . Llegó el 3 de noviembre de 1903 y Gatún se llenó deinquietud y de júbilo cuando hasta el lugar vino la noticia de la secesión del Istmo .

    Muchos fueron los gatuneros que se trasladaron a Colón paraser testigos de los hechos finales . Encontraron la ciudad atlánticaen angustias. Surto en la bahía estaban el crucero Cartagena y unviejo vapor mercante . Los generales Juan B . Tovar y Ramón G .Amaya habían desembarcado con quinientos hombres que pusieronal mando del coronel Eliseo Torres . Eran los hombres del BatallónTiradores que venían a reemplazar a la guarnición istmeña y a hacerabortar el movimiento separatista . Los soldados se alinearon en laCalle del Frente, donde estaba la estación de ferrocarril . Tovar YAmaya aceptaron trasladarse a la capital sin sus tropas . Los pa-nameños desplegaron su tradicional espíritu de compromiso y todose consumó sin derramamiento de sangre . El coronel Shaler, de laCompañía del Ferrocarril, esquivó trasladar al coronel Torres consus tropas a Panamá . Porfirio Meléndez encabezó el movimientoseparatista en Colón y el cinco de noviembre las fuerzas colombia-nas se embarcaron en el vapor Orinoco, de regreso a Cartagena .

    Panamá se separaba por quinta vez de Colombia, ésta, defini-tivamente, para asumir personería de nación libre y soberana . Lospueblos istmeños se regocijaron y entre ellos Gatún, que vela en lanueva situación esperanzas de mejora,

  • Capitulo

    XXXIII

    LOS ESTABLOS DE AUGIAS

    Una mezcla de alegría y zozobra imperó en los panameños du-rante las tres semanas siguientes a la proclamación de la indepen-dencia . Había el temor de que el gobierno de Colombia lograra delos Estados Unidos el retiro de su apoyo a la nueva república, acambio de concesiones mucho más extensas que las consignadas enel Tratado del Canal que fue bautizado con los nombres de sus dossignatarios : Phillip Bunau-Varilla por Panamá y John Hay porWashington,

    Se sabia que el general Rafael Reyes, apodado Cocobolo por laparticipación decidida que tuvo en la ejecución de éste después delincendio de Colón, había ido a tocar a las puertas de la Casa Blancapara lograr la reincorporación del istmo a Colombia, a cualquierprecio . Bajo tal urgencia, a Panamá no le quedaba sino firmar eltratado que comprometía a los Estados Unidos a garantizar la sobe-ranía de la nueva República, sin parar mientes en que éste era mu-cho más desventajoso que el llamado Herrán-Hay, cuyo repudio porel congreso colombiano condenaba a ]a inanición al departamentoistmeño, arruinado por la llamada "Guerra de los mil días" .

    En los pueblos de La Línea la gente arrebataba de manos delos pasajeros y vendedores de periódicos las ediciones de LA ES-TRELLA para informarse del curso de los hechos . Cada reconoci-miento de la nueva nación por un gobierno extranjero era motivode desbordantes regocijos, Los Estados Unidos fueron los primeros .El 13 de noviembre diez días después de proclamada la Indepen-dencia, Washington hacía suya públicamente la causa panameña .A poc, Perú se hizo popular en Panamá al ser la primera naciónhispanoamericana que reconoció la nueva república, Francia,China, Austria-Hungría y Alemania habían declarado su reconoci-miento a la República de Panamá antes de que terminara noviem-bre, y en diciembre del mismo año y en enero del siguiente, casitodas las naciones del mundo habían aceptado la independenciaistmeña .

    En la bahía de Colón, el Nashville y el Dixie, barcos de guerranorteamericanos presentes allí desde el 3 de noviembre, habían

  • sido reforzados por el Atlanta, el Maine y el Mayflower, mientrasel Boston, el Marbiehead, el Concord y el Wyoming se balanceabantaciturnos en la tranquila bahía de Panamá .

    La presencia de esos barcos y el fracaso de Reyes tanto enWashington como en París, a donde viajó después de haberse ne -gado a aceptar la solución plebiscitaria que le propuso el gobiernode Roosevelt, limpiaron de zozobra a los istmeños . Se hablaba deque los colombianos preparaban una invasión por tierra al Istmo,pero sólo los muy ingenuos podían darle importancia a la aventuraimposible de llegar al corazón de Panamá a través de las intrinca-das e impenetrables selvas darieñitas .

    Una comisión encabezada por el mismo general Rafael Reyese integrada además por los generales Pedro Nel Ospina, otro delos "jueces" de Prestán, y el liberal muy querido en el Istmo, Lu-cas Caballero, llegó a Colón el 19 de noviembre . El gobierno de larecién nacida república exigió a Reyes para permitirle su desembar-co credenciales de ministro de Colombia ante Panamá, lo que obvia-mente le cerraba el paso .

    El día 20 una delegación panameña que presidió Tomás Ariasabordaba el vapor Colón para entrevistarse con Reyes y sus com-pañeros. Con toda cortesía, pero con igual firmeza, los panameñosmanifestaron a los colombianos su propósito de no reincorporarsea Colombia . Los misioneros de Bogotá siguieron viaje a Washing-ton .

    Pronto comenzaron a llegar los norteamericanos que habíande preparar el terreno para llevar adelante la obra del Canal . Losingenieros sanitarios fueron de los primeros . Era el jefe supremode éstos el coronel William Crawford Gorgas, quien tenía entre suscredenciales el haber limpiado a La Habana después de la guerrade España con los Estados Unidos, hazaña considerada como la másgrande de las realizadas hasta entonces en sanidad pública . Gorgashabía derrotado la fiebre amarilla y la malaria en la capital de Cubay venía a combatir estas dos terribles plagas en sus fuertes reduc .tos istmeños. Para ello había de luchar, no sólo con las dos diez-madoras epidemias sino también con los obstáculos que habríande oponerle sus celosos superiores.

    Era el coronel Gorgas hombre providencialmente equipado pa-ra la descomunal tarea que se le había encomendado : convertiruna de las regiones más insalubres del mundo en ambiente sano pa-ra los blancos, tanto técnicos como operarios y obreros, que vinierana la excavación de la Gran Zanja .

    Gorgas fue, si así puede decirse . un hijo de la fiebre amarilla .Su padre, el general Josiah Gorgas, de Alabama, había conocido a laque fue su esposa y madre de William Crawford, cuando abandonó

    -142-

  • a Mobile, Alabama, huyendo de la fiebre amarilla, para refugiarseen un campamento militar del que ella era vecina .

    Allí nació William Crawford en 1854, con la asistencia médicadel doctor J . C. Nott, quien había avanzado treinta años antes delos experimentos e investigaciones del cubano Carlos Finlay, la teoríade que el "vómito negro" era producido por un insecto .

    El joven Gorgas siguió la carrera médica y se dedicó a combatirla malaria y la fiebre amarilla. En 1882, mientras luchaba contra unaepidemia en la frontera tejana, se enamoró de una paciente a quienél curó, y la hizo su esposa . Cayó también él en cama víctima de lafiebre amarilla . Curado de su mal, quedó inmunizado de por vida,presto para combatir al implacable dragón que cobraba un tributomás gravoso a los habitantes del trópico que los minotauros y esfin-ges de las mitologías,

    Llegó Gorgas a Panamá en abril de 1904, en el mismo barco quetrajo al general George Davis, el primer gobernador de la Zona delCanal. A sus órdenes venía todo un ejército de médicos castrensesy de la Armada, médicos privados, enfermeras y expertos sanitarios .

    Pronto reveló Gorgas sus relevantes condiciones de hombre demando, organizador y luchador incansable . Sabía que el Tratado delCanal daba manos libres a los Estados Unidos para adoptar todas lasmedidas que creyeran necesarias para la sanidad, dentro y fuera dela Zona del Canal, Inspeccionó las ciudades de Panamá y Colón ypidió a Washington los aperos y medicinas que juzgó indispensablespara llevar adelante su tarea . Los siete sabios que constituían lacomisión del Canal a orillas del Potomac dijeron al ver la gruesaorden del zar de la Sanidad en el Istmo :

    -Este hombre se ha vuelto loco . Tiene delirio de grandeza .La orden fue escrutinizada cuidadosamente por la comisión

    washingtoniana, lo que demoró el envío que tanto le urgía a GorgasPara comenzar a trabajar en firme . Pero el hombre, en vez de des-corazonarse, adelante su labor preliminar. Sus médicos ins-peccionaron cada casa y rompieron cuanto cacharro cóncavo encon-traron que pudiera ser depósito de agua favorable a la reproducciónde los mosquitos . Regaron insecticidas, fumigaron, ampliaron puer-tas y ventanas, despanzurraron toneles y tanques de recoger agualluvia y rodearon con tela metálica las casas de los empleados de laZona .

    Por todas partes se veían hombres que llevaban pendientes decorreas suspendidas sobre sus espaldas, tanques de aceite que eraregado en charcas, donde se extendía en película delgadas y multi-colores,

    En el primer año de labores, Gorgas empleó trescientos treintatoneladas de azufre, ciento veinte de piretro en polvo y dos millonesseiscientos mil galones de querosin .

  • "-Todo el Istmo huele a fumigación" -escribió un correspon-sal británico .

    Los panameños, inmunes a la fiebre amarilla casi en su tota-lidad, reían del prurito sanitario norteamericano y hacían tonadas ypoesías humorísticas sobre la persecución a los mosquitos.

    Pero Gorgas no reía . Las dificultades que le ponían los sietesabios de Washington dieron como consecuencia un brote de fiebreamarilla a orillas del Chagres . El coronel alzó el grito al cielo . Pe-día más tela metálica para proteger las casas y la misión canaleraconsideraba aquello un lijo.

    -La sombra de Monkey Hill oscurece el Istmo .-escribió Gor-gas en su diario .

    El brote de fiebre amarilla impresionó al gobierno norteameri-cano. La prensa alarmó y de Washington vino una comisión enca-bezada por el almirante John G. Walker a ver qué se podía hacer .

    Gorgas no llegó a hacerse entender de los comisionados, quienesconsideraron un dispendio la cantidad de tela metálica solicitada porel experto sanitario .

    -Yo no quiero esas telas para comodidad -a