CAPITULO Xl. i ra l it

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CAPITULO Xl. 'lra y esSa de Curri:i ní á la Gua, ni. - Chorro de Nueva- Barcelona. - Cabo Codera. - Camino de la Giia i ra l El iS de noviembre it las des de la noche, nos pusimos ú la vela para pasar, siguicado las costas desde C u man fi al puerto de la Guaira, por el cual , los habitantes de la provincia de Vene- zuela exportan la mayor parte tic sus pi'odttc- ci no ts la ira vcsia rio es mas que de Go leguas ni dura regularmente mas de 36 á 4o horas. El canijo o por (lcr ra de Cumaná á nueva Barce- lona y (le esta á Caracas, Se hall a, poco mas 1) menos, un CI 11115 rilO estado que a u les de la descubierta de la América. Es necesario luchar Cali los obstáculos que opone ci terreno pan la- 8050, ecu, los trozos de roca esparcidos, y con la fuerza de la vegetacion; hay que dormir al

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CAPITULO Xl.

'lra yesSa de Curri:i ní á la Gua, ni. - Chorro de Nueva-

Barcelona. - Cabo Codera. - Camino de la Giia ira l

El iS de noviembre it las des de la noche, nospusimos ú la vela para pasar, siguicado las costasdesde C u man fi al puerto de la Guaira, por el

cual , los habitantes de la provincia de Vene-

zuela exportan la mayor parte tic sus pi'odttc-

ci no ts la ira vcsia rio es mas que de Go leguasni dura regularmente mas de 36 á 4o horas. El

canijo o por (lcr ra de Cumaná á nueva Barce-lona y (le esta á Caracas, Se hall a, poco mas1) menos, un CI 11115 rilO estado que a u les de ladescubierta de la América. Es necesario lucharCali los obstáculos que opone ci terreno pan la-

8050, ecu, los trozos de roca esparcidos, y con

la fuerza de la vegetacion; hay que dormir al

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CAVÍTVLO XI.

campo raso, que pasar los valles (Id Unan:.

del Tuy , y del Capaya , y atravesar torrentesque cruzan rápidamente ú causa de la proxi-niid ad de las riton tañas ; á CIV(IS obstítciil (15

agregan los peligros que nacen de la extrema in-

salubridad dci pal s qn e se t mi isi ta.

El barco que nos condujo do C umaná ñ laGuaira, era Uno (le los que hacen ci comercio

de ¡a costa y 1e lasislas ;tritill:is. Estos barcostienen treinta pies de largo y no lilas tic trespieS de altura en loslos bordes: no tienen puente,

su carga se compone generalmente - de dos-cientos á doseiçri[o ciizetteuita quintales. A pesarde que la marejada es muy fuerte desde el caboCociera hasta la Guaira. y que dichos barcosllevan una enorme vela triangular bastante pe-ligroso en las rúígas que salen de las gargantas

de las inon tañas , no hay ejemplar en treintaaños de que ninguno de ellos ha ya sufrido zo-zobra en la travcsia de Cumaná á la costa (leCaracas.

pot ccl;, trave;i, 120 ult i rnc . si Se dispone del

rc O entero.

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174 LlBtO Iv.

Descendimos rítpi(l; ' indnte el pequeño rio

Manzanares, cuyas sinuosidades estan mareadas

por los cocoteros, al modo que lo hacen en nues-tros climas los chopos y los viejos sauces. 'Vcianseen la playa vecina las zarzas espinosas, que (le

din no ofrccian sino hojas cubiertas de polvo,

brillar dtiraiiie la noei e con mil centellas it ¡mi-

nosas. El número de insectos fosforescentes au-utienta en la estacion de las teliiJ)estadcs ; y es

cosa bien digna de •admiracioiu , cii la regionequinoccial, el efecto de estos fuegos móbiles y

rojos que reflectados por un agua cristalina,

coiiftinden sus imágenes con las de la bóveda

estrellada ci ciclo.En la alta marca, pasamos la barra que ha

formado el pequeño rio Manzanares á su embo-

cadura al principio cinglamos al N. N. O.aproximándonos i la península de Árava, luegocorrimos treinta millas al O. y al O. S. O.; yencanunándonos hacia los sitios en que podia-

mos barar, que rodean el cabo de Arenas y que

Se prolongan hasta los manantiales de Petrolede Maniguares, gozamos de uno (le aquellos es-pectculos variados que la grande fosforescencia

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CAPiTULO M. i5

del mar ofrece frecuentemente en aquellos di-mas. Bandas de ¡n;trsopas 1 se divcrtian en setiirII IliSl ¡kl riiibarcacinri quince o diez y seis deellos nadaban d igual distancia ; cuando al vol-

verse sobre si, batian con sus anchas aletas lasil uerflcic del ag ita , dcspcdian un brillante res-

iii u! oc d irase que ran flamas (lile su Li a u delfondo dci mar. Cada landa surcando la su-

jjeríkie de las aguas , dejaba tras sí, una huellade luz ; de luque nos adnnrahanios tanto mas

(JItO ci resto dejas ondas no estaba fbrtoresccinte.

amos por algunas horas en Jurada de

\iiev;i Barcelona ú la embocadura del rio Ye-

Yen cuyo nombre indiano ( Ciiuiiartagote esEnipiricuar : est'c rio abunda en cocodrilos, loscuales llevan sus excursiones hasta alta mar

sobre todo en liempo de calina, y sotu de una

espcc¡e tan coni un en el Orinoco y tali senie-

jñtitcs á los cocodrilos de Egipto que por muchotiempo se les ]la conhinclido con estos. Con-

cibese ihciline,ite, que un animal cuyo cuerpo

est rodeado de una especie de coraza, debe

1 E;prcm * de halle

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tinno iv.

ser muy indiferente ñ la salumbre de las aguas.

El puerto de Barcelona cusca nombre apenas

se hulla vii nuestros mapas hace un comerciomuy activo desde ci año 1 por el se extraenen gran parte los l)r01 I tlCt0s de aquellas vastas

dehesas que sc extienden desde la falda meri-dional de la cordillera de las costas hasta el Ori-rioco y que abundan en ganados de toda especie

casi (auto corno los l'am pas de Buenos Aires. La

¡mi tistria comercial de aqucHos paises se funda

en la u CCCSI d ;id que tienen las grandes y peque-

¡'las Antillas, (le carnes saladas, hues es, mutas y

caballos; , como las costas de la 1 letra Firme

estan opueslas ñ las de la isla de Cuba en unadistancia de quince ¡*a diez Y ocho dilas de nave-

gociantes de la IJavana p refi eren,gacion, los ne sobre todo en tiempo de paz, sacar sus provi-

siomitis del limito de Barcelona, á correr los ¿les-gos de un iage largo en el otro hemisferio á la

embocadura del Rio de la Plata.

Sobre una populacion de i ,3oo,000 negros

que contiene ya en el (ha el archipiélago de las

Antillas. solo Cuba encierra rilas de 230,000

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esclavos, cuyo alimento se COIXIjIOIIC (le. lciuiii-

bres , carnes salada y - 1escado .r seco. . CadSbarco que hace el comercio de la ean t e t saladzi .[

del tasajo de la Tierra Fihue , cargavinte'átreinta mil arrobas , cu yo valor en \'&itit es de

mas de 45,000. pesos fuertes. Baré1oiid por su

Situflci(Ifl 65 siUsularnicute IavorahIC3 para elcomercio de gaiiados; porque 1oi animales notienen que hacer mas (le tres diits de. maichidesde los llanos iiata ci puerto; niientras que,á causa de las coflhiIlCra$ del Bergantín y del im-

posible, ponen ocho ó nueve jornadas hasta Cu-

iflaná.Segun las noticias que he podido procurarme.

01) C (IUC en los años 1799 y z Bou, se embar-caban en Barceloua ocho xxiii mulas; en Porto-

La, discusiones de las cores (le Cadiz sobre la dbolic:on

del (Ñuco ha obligado al coiasulado de la ll.tv.una á bZLCCI

Cli 1811 las mas exactasiuvesn j aciones stilire la poblacion

de la isla de Cuhu que se b hallado ser de Úoo,00n. almas

de las cuales z.uoo. blancos, i i ' ,000. hombres libres de

color, y tzn,000. negros esclavos. La evaluacion publicada

ca mi obra sobre Itéjico, era teduvia demasiado corta.

II. 12

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178 TIBRfl IV.

CaLdio, seis mil; y ea Caru jxiuo tres mil, paralas,.is1as,cspaíolas inglesas y írance&is. Ignoro

la (ti po.rtacto;i exacta de Burl,itrata de Coro y

de ¡as : bocas del Guarapiclie y del Orinoco; pero

juzgo, que á pesar de las causas que han dismi-nuid ') el numero (le ganados en los llanos de

Cumaná, tic Barcelona y de Caracas, aquellas

dehesas, si it cm )argo, no daban en dicha ¿poca

al comercio de las Antillas, menos (le treintamil III ulas por año. Estimando cada mula it

veinte 51 pesos fuertes precio (te coin-

pra) se encuentra que solo este tainode comercio

produce quince niitloucs (le rcalcs sin contar Ja

ganancia sobre los (Icfts (le los barcos.

Desembarcamos en la orilla derecha del Ne-

Yen y SitI)irn(3S al pequeño fuerte llamado el

ji! urro de Barcelona situado ú sesenta ¿ Setentatoesas de elevado, a sobre el nivel del mar, enuna roca caliza nuevamente fortificada. Desdelo alto del Morro, se gota de un hermoso golpe

de vista descubrese al E. la isla de la Borracha

cubierta de rocas, al O. Fi. el elCVa(1O proinon-tono de Unare y it su raiz, el dcsagüc de! rio lNe-

vi ,ri las Aridas playas donde los cocodrilos vie-

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CAPirIAO M. 1

dormir al sol. Cuando NOS hallamos al

oeste del Morro de Barcelona y de la emboca-

dora del rio Ltiare, el mar que hasta entúnccsliabia estado mt bonanza, parecia mas agitado y

tuareJOsO segun nos aproxiiiiabainos al cabo Co-

dera.

La influencia de este gran promontorio se

hace sentir 'ic muy lejos en aquella parte (let

mar de las Antillas, y la (luracion de la travesía

de Cumaná ti ],a , depende de la mayor 6nielior facilidad con (pl;' Se consigue doblar ci

cabo Codera; pasado el cual, el niar es constan-

temente tau grueso, que no se cree estar t;iii

cerca de una costa donde desde la punta deParia hasta el Cabo San-loman, no se advierte

jamas un golpe de viento. La irnpulsioii de las

olas se hacia sentir con violencia en nuestro

barco; mis compañeros de viage sufrkn mucho

ud l)flflhI)OlCO , mas yo dozuiia proFundamente

teniendo la felicidad, bastante rara, de no estar

sujeto ámarearme.

Estos temiéron tanto ti los vaivenes de nuestra

pequeña embarcacion en un mar grueso y ma-

rcjoo, que resolviéromu tomar nl camino de tierra

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13c, nono IV.

e conduce d ' 1 II izii cro te S Caracas, y que pasa

por un país liumcdo y salva-C, por la Montana

tic Capava al norte tic Cattcagua, y por el valle

del rio Guatire y Guarenas. Vi con szitisíacciwt

que M. Bdn 11(1 preferia este mismo camino,

que ?i posai • tIc las continuas lluvias, y de las

¡un ndicioncs ti(t los nos , le ha Inocu raJo tiuia

rica coleccion tic plantas desconocidas vn con-

ti :ni é solo ni i Ira vesia por iii un, con ci piloto

(3 uaiq nene pareciéndome arriesgado abando-

nar los iustruuileiitos que debian servirnos en

las orillas del Orinoco.

ti elia jictia tu ¡tilos para doblar el cal)c)

Codera ; las olas eran cortas y se cslt'ellabaii

niiicli;is vCCCS tilias con otras, y era necesario

haber pasado la litiga LIC III) (ha excesivainvii1e

caloroso. para poder (1 oinhi y en un pequeÑo

barco que surcaba con viento atravesado.

FI 2 i de noviembre al :ilnahteccr el sol, nos

j i:illaiiios al oeste del cabo de Codera, enfrente

Bautíuiii ki-s uigicuea , hiowne.t raceinosa Bred., toga li)-

nucnieuíolia higa ciiriej,eijis, que M. Wtildciiov ha Ilatuin-

do equivoculmilenti. 1 rai tpeust$, ele.

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1'.A1'11UtO M. ISt

1111 Curium. Di,scic• este c.bo en 1Lilelagite

CUS Li es de fl)(:aS cUre ml miente elevadas, que

forman sitios salvages y pintorescos marcha-

1):iI]tOS I)aSIaIUC tCI'Cfl (Ir En COStZ pata poder

ci istiru u ¡ r las e abaÑas espa rc idas, rodeadas de

cocoteros y de tuasas de vegeLiles que sobre-

salian tic! ftitidci ()bSCltfl) cic las rocas. Por teclas

partes se Ve» las iiioriiañas corladas it pico , 5

U111 di (tira de tres ó Cuatro u¡]¡] pies; euros cos-

tados delineaban largas y firmes sombras en el

iicnncdo terreno que se extiende hasta el mar

y que brilla en UflL fresca verdu ra. Este litoral

produ ce Cii graL! parte LOS frutos d c la regi Oil

cidida que se ven en grande abundancia cii los

increados de Caracas. Entre Caimiburi y Niguatar,

SC prolonga u los campos cultivados (le caÑas de

azocar y (le maiz, cii unos valles esirechos que

Parecer¡ quebrazas u hiruci íd IIF[tS che has rocas.

Los rayos del sol imeo i'levado sobre el hori-

zonte )ctnet ral)an en aq ud los sitios ¶ y ofrecini i

las posiciones mas ext raord ¡ItaFias por la niezcia

(le luz y de sombra.

La Montaña «le Nipiatar y la Silla de Caracas

so» las cimas iaas elevadas che estas cordjilerz'.

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182 LIBRO IV.

de costas, llegando casi, Li primera, -5la altura

de Ja montaña del Canigou. El terreno cultivado

se extiende cerca de Caravalleda; liúllanse en élcolinas cuyas faldas son suaves, y en las que se

eleva la tegetacion ñ su mayor altura; cultivasemucha caña dulce, y los frailes de Ja Merced

tienen una plantaci6n del doscientos esclavos.

Al oeste de Caravalkd a se adelanta de nuevohácia el mar una niuralia de rocas Andas, pero

tiene poca extension : despues de haberla ro-

deado , descubrimos á un tiempo el bonito

punto del lugar de Macuto, las negras rocas

de'la Guaira, encrespadas de baterias que se

suceden por escalones,y ; lo lejos entre los va-poros, un largo promontorio de cimas cónicasy ele una blancura extraordinaria, el cabo Blanco.

Las costas estan bordadas de cocoteros que lasdan una apariencia de fertilidad, bajo un ciclo

abrasador.Habiendo desembarcado en el puerto de la

Guaira hice en el mismo dia los preparativospara transportar mis instrumentos it Caracas,adonde llegué el 21 de noviembre por la tarde,

cuatro dias antes que mis compañeros, quienes

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CAPitULO XL. 1 t3

cii el caiiiitio por tierra entre Capayu y. Curiepe

hablan padecido mucho con las lluvias s las

inundaciones (IC los torrentes. La Guaira es me-

nos una rada que un puerto donde el mar

está en continua agitacioii ; y los navíos sufren'

á un niisrno tiempo ¡a accion del viento. las cor-

rientes de mar, el mal auclage y la broma. Los

cargamentos se hacen con mucha dificultad, y

¡a altura de las olas impide embarcar mulas

como cm; Nueva Barcelona, y en Porto-Cabello.

Los negros y los mulatos libres que llevan el

cacao 6 bordo (le los buques: son unatilia clase de

hombres de extraordinaria fuerza muscular

atratiesan el agua á medio cuerpo, y lo que es

mas admirable, es que riada tienen que temer

de los tiburones que tanto abundan ea aquel

puerto.

La situacion (le la Guaira es muy singular y

HO puede compararse simio a la de Santa Cruz

de Tencrifb la ciudad encierra seis á ocho mil

habitantes y no contiene mas de dos calles di-

rigidas paralelamente de esto ñ oeste; está do-

minada por la bateria del cerro cokrado y sus

fortificaciones á lo largo del limar estan bien (lis-

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18.1 TiIlltf) IV.

J)T1ost.fl y conservadas. El calor es excesivo dii-

ranle el din s' algunas veces tambien en la noche;

Y se considera con razon el clima de. la Gunira

COMO ni as ardiente q nc el de C U 101111 & Porto-

Cabello y. Coro , porque en aquel se siente iiic:-

UOS la brisa Cid mar. Y (fUC las rocas talladas

pico, abrasan el aire por el calórico radiante cine

expenlen despues de puesto el sol.

El examen (le las observaciones termométricas

hechas durante nueve nicsvs en la (3 uaira por un

médico di st i ngi ido , mv ha puesto en es lado de

comparar el clima de este puerto con los de Cu-

fl)aiiió, de la Ilavana y de la Vera Cruz; cuya

comparaciou es tanto mas interesante, ciizi.ilo

que es un nl)jC4o inagotable de conversriciones

en las colonias espafiolas s entre los marineros

que írecueu tan aquellos parages. Como nada

Den .lns: Iknera, corresponsal de la Sociedad de Me-

dicina de Edimburgo; cuyas observaciones (de'de Cl 2 de

rn:iyo de¡ ;i. al 1 ,, de enero de i8oc), fuéroli lierlias :. 141

ioin bu. , Iejo 'Id rvticjn de los mitro,, con un lerinórncftflnu. br cofl)1,arado 1» iii ; ,> z y esios al del oliservatorio del:,i i.

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CAPiTUT.b \1. 1

engaña tanto en esta tu a tena co mo CI estimo-nin de los sentidos, no se puede juqj r de la-di-

ferencia de los clirjias sino por las comparaciones

nunieri Cas.

Los cuatro l)U1110S estados arriba son repu-

tados como los imias calidos (1110 ofrecc ci litoral

del Nuevo Mundo; cuya coniparacion puede ser-vil' (t confirmar lo que liemos repetido varias ve-

ces, que cnerairncztte la c1mmi-;ieitii de muma alta

temperatura es lo que lince sufrir ó los habitantesde la ¿emma tórrida, y no el exceso del calor ni sucantidad absoluta. -

El muncho ¿le las observaciones de medio diadesde CI 27 CII: junio hasta ci 1 U lIC uovieiimbrtha sido en la Guaira St,' (5 del termómetro cnt-tmgr;Hlo; CII C UITILIIIU , 29'. 3; en Vera Cruz 28 0, 7;y en la 1 Javamia 29'. Em. La temperatura inedia

A este pequciu mi •umu.ro poulmia ami nienta me Coro, Cari a-

gena de India, Oima, Carmijieché, Guayaquil, y Acapulco.

1is comparaciones se fundan, por Cuuian:i , sobre ws pro-

pias OSI,Crtaei!meç y las de Don Fnusino Rubio; por

Vera-Cruz y la Havan.m , sobre las de I)i Bernardo de mmy D'n J .,qiiü Fccre,.

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186 LIBRO IV.

del ¡lles mas caluroso ha sido en la Guaira

cerca de 290. 3; en Cumaná, de 29°, i; cii Vera

Cruz, de 270, n ; en el Cairo, segun Nouet • de229°, 9; en Roma, de 25°, ø. La inedia del añoentero, segun buenas observaciones calculadasr IJid :2dosamente, es en la Guaira. sobre :8°,en Cumaná, 22 0 5 ('TI Vera Cniz, 25 0 1 I; enHavana, 250, 6; cii Rio-Janeiro, 230, 5; en Santa

Cruz de Tenerife, situada por los 28°, 28 de la-

titud , pero pegada corno la Guaira á una mu-ralla de rocas, 210, 9; en el Cairo, 22°. 4; y enRoma. t5 0 , S.

Del conjunto de estas observaciones resulta,que la Guaira es uno de los puntos mas cálidosde la tierra; que la cantidad (le calor que recibe

este lugar (1 tirante ci curso de un año, es un pocoma yor que la que se experimenta en CunTaIIzh

eru que en los meses de noviembre, diciembrey enero, ú igual distancia de los dos pasos delsol por el zenit de la ciudad, la attmisfera se

refresca mas cu.la Guaira.

Cuando yo me hallaba ea la Guaira solo babia

dos años que se conocia en dicha ciudad la ter-

rible plaga de Id Geb re a u iarilla ; todavía no 1 ia -

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( .tPITUN) XL iS

lijas sido muy grande la iitortanthni porque la

afluencia de los extrangeros era menor que enla Ilavana y la Vera Cruz. El veritable tvphus de

América eouocido bajo los nombres de vomito

negro, y fiebre- aman Ita. y que debe cnt isulerarsecomo una aíeccion morbufica .wi generis, no se

coimocia en las costas de Tierra-Firme sino en

Porto- Cabello. Cartagena de bid ¡as y cii SaLitaMarta donde (jastelbondo lo hhia observado

Y descrito desde el año i Los españoles úiti-muamerile desimitl)arcadtisy loshai)itaIlICs del

Valle de Caracas no [cm ¡art en tónccs la niansion

en la Guaira; solamente se quejaban (le los ca-lores excesivos que reinan durante una gran¡jurie del aiio.

Desde el de 1797, ludo ha cambiado de as-

pecto el comercio íué abierto it otros buquesque los (le la niel ró poli y co InCuza ro it it fre-cuentar la Guaira marineros nacidos en paisesmas fnios que la España y por consiguiente wassensibles it las ¡fll1)FCsior1ts climatéricas tic la

zona tórrida. T)eclaróse Ja fiebre amarilla; algu-

nos Arnénicanos del norte, atacados del tvphiisfuéron admitido, enlos ljosijt ales esnaimoles , y

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88 Lillo IV.

no dejó de decirse que ellos hablan introducido

el contagio y que antes de haber entrado en la

rada se habla declarado la enfermedad á bordo(le un bergantin que venia de Filadelfia. El ca-

pitan de este barco negaba ci hecho y prctcndia

que lejos tic haber introducido el mal, lo habian

tomado sus marineros en el mismo puerto.

-- Por lo sucedido en Cadiz Cii i800, se sabe

cuan difícil es aclarar unos hechos cuya uneer-

tidumnhre parece favorecer teorias diametral-

mente. opuestas. Los habitantes- mas instruidos

(le Caracas y la Guaira, divididos, como los nié-

dicos de Europ;i s' de los Estados Unidos, sobreel principio del contagio de la fiebre amarilla,citaban al mismo navío américano, para probar,

los unos, que el tv.phus venia del exterior, s' losotros, 9UC liabia tenido su origen en ci rnisiiio.pais. Los que abrazaban esteúltimo partido, ad-

miLlan una alleraejon extraordinaria tic la cotis-titucion admosférica causada por la iuuzidacioiidel rio de la Guaira. Yo he examinado atenta-

ritente ci álveo de dicho torrente de la Guaira,

' no lic visto sino un terreno árido, grandes tro-zos de piedras csquita, desprendidos de la sierra

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CAIIJULO M. 189

de Avila, y nada que pudiese haber alterado la

1) tIC7 (lii aire.

Desdc'los arios 1797 y 1798, en que hubo una

ejiornie mortandad en Fiktdclfia , Santa Lucia y

Santo Domingo, ha continuado sus estragos la

fiebre amarilla en la Gitaira. Así-corno el vómito

negro, encuentra sobre las montañas del Méjicoen el camino de Jalapa, un limite inaccesible cii

Encero, ú 4 7 6 toesas de altura, donde comien-

zan las cordilleras ' el ci liii;, fresco (lttli(:iO5O

así la fiebre amarilla ni' pasa la cadena de nion-

tañas que separa la Guaira del valle (le Caracas.

La cumbre Y el cerro (le Av i la son un baluarte

muy útil para la ciudad;td de Caracas, cuya ele-

vacion excede un poquito la del Encero, aunque

su temperatura inedia es superior á la de Ja-

lapa.El lv pu us de América parece reducidoo tI li-

toral sea porque allí desviiubarcan los que lellevan , y porque se alinacenaji los géneros quese ,suponen impregnados de miasmas mortífe-

ros, sea porque en las playas (lel niar se formanemanaciones gaseosas de una naturaleza parti-

cular. El aspecto de los lugares donde este ty-

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190 LIBRO IV.

phus ejerce sus estragos parece muchas vecesdisipar toda sospecha de un origen local o en-

démico se le ha visto reinar en las islas cana-

rias, en las Bermudes y en las pequeñas Antillasen lugares secos y conocidos anteriormente porla salubridad de su clima. Loa ejeñiplos de la

propagacion de la fiebre amarilla en lo interior

de las tierras parecen muy dudosos en la zonatórrida y tal vez se ha confundido esta enfer-

medad Con las fiebres remitentes biliosas. En

cuanto á la zona templada donde el carácter

contagioso del typbos de América es muchomas proininciado , se ha extendido el mal nitzy

lejos de las costas y aun de puntos mu y elevados

y expuestos i vientos Frescos y en j utos , como

en Espaila ha sucedido en la Carlota, cii MedinaSidonia, y en la ciudad de Murcia.

Despues de que se ha visto'quc la fiebre ama-

rilla hacia tan crueles estragos en la Guaira, hahabido muchos que han exagerado la poca hm-

piezatic esta pcqucüa ciudad, como se exagera la

dc\era Cruiy de los muelles & ¡J'arft de Filadelfia.

En tu ' lugar, cuyo sucio es extremadamente seco,desprovisto de vegetacion, donde apenas caen

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CU'ITULO M. IQI

algunas gotas de agua en siete ú ' icho mescs,

las Causas que producen ID (jtlC SC llama mias-

mas mortzilbros. no pueden ser mu y frecuentes.

Las calles de la Guaira me han parecido en ge-

neral bastante limpias Li cxcepciutt del barrio de

las Caruiecrias la rada tío ofrece una de aquí'-

¡las playas donde se aiflOsitwiait despojos de Fuco

y de moluscos; pero la costa Vecina, que Se pro-

longa al este IlLtcia el cabo de Codera y por cori-

siguiente al viento de la Gua ira, es mal sana en

extremo. Las fiebres internhticiites pútridas y

1)1110535 reinan con frecuencia en .\laciito y en

Ca raya LI cd a ; cuando de tiempo o» tiempo, es

tu terruinpida la brisa por un rieti lo del oeste

entonces la pequeña baltia (le Catia (que des-

pues ¡ io itibra réitios Li incu u (lo , envia h ñc ¡a la

costa de la Guaira iii aire cargado de cm nñ a-

clones pu Indas, ñ pesar de la muralla que ti polio

ci Cabo blanco.

Los vientos del norte que traen ita aire frio

del Canadá hacia elgol í0 de 3lújico, ¡LUCen cesar

periodicainente la fiebre amarilla y el vómjtj

ilcgn) en la llavana y en Vera Cruz; pero ¡a

ixi irma igii;ilci:inl de ?eniperal lira que car;iete-

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1 C)3 LIDRI) IV.

riza el ehuin de Porto-Cabello , de la Guairavn

(le Nueva Barcelona y (le C u man , hice temer

que un '(ha se haga allí permanente el typhius

cuando por una grande concurrencia de extntii-

¿eios , ha ya Loitiado uit alto gracia de exacerba-

clon. lic halladoludo la híti t igl de la Guaira ( 1 o v 36'

10'' yla longitud 699 26 3". La iitclivaciorj de

la brújula era el 24 de Enero de i Soo, de 420,

20; SU (lCCIiIIaCiOJl al nordeste, 4° 20' 35'.

Se tente in&'ciw en la Guaira la acejoti viva

del sol sobre las funciones cerco rules especial-

irtente en la época cii que la fiebre amarilla en-

mi eriza a parecer. Hallándome yo un d ia cii el

terrado de mi casa para observar el medio dia

y la di lereucia de los termuinetros al sol y á la

sombra , vi aparecer (letras de mi un hombre

que titeilisto vivamentcá que tornase una XiCiOii

que traia ya preparada. Este era un mnéd reo

que ¡tic habla visto desde su ventana liada una

media hora, estar cmm la cabeza descubierta ex-

Puesto á los rayos del sol; aseurómc que siendo

yo nacido en un pais muy septentrional, y (les-

t1CS (le la imprudencia que acababa de cometer,

dehia indubitablemente experimental' en aquella

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CA rifliLO VI. 193

misma tarde los biiIlptonIas de la fiebre ama-

rilla, si llir obstinaba en ¡lo querer tornar un

pieservatio. Esta jnedircioiz, aunque muy séria,

aro aire alanoS, pues va me crela aclimatado

desde mucho tiempo; pero cuino no ceder a

las instancias urt)tiv1r(las por tau IWIICÍICO in-

terés ? Traguciiie pues la pocion ,v el iII&I ICO

me contó tal vez en el -número de los enfermos

que hahin salvado en aquel año.

Despues de haber descrito el sitio y la cous-

titucioti atniósferica de la 6 uaira , dejaremos La

costas del ana r (le las Antillas para no verlas ud

vez tiras hasta nuestro rcreso de las ,''isiotws

del Orinoco. E1 camino que conduce ¿lel mero

á Caracas, capital tic tw gobierno de cerca de

goo,000. trahitantes, se parece ñ los pASCIS tic los

Alpes 1 it los caminos (Id San-Gotltard y (le] gian

San Bernardo. Cuando ea la estacion de los gran-

des calores se r(si)ira el aire abrasadorde la Guaira

Y que se vuelve Li vista h;iciu las montañas,

no se puede menos (le considerar con admira-

clon que á la distancia directa de cinco á seis mil

toesas, una populacion de 40,000 almas reunida

en un 'alle estrecho, se goza de la frescura de la11. 15

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1 9 Liflhu J\.

l }riu tave ni y de un tet iq ,crawen lo que de it oc1t ebaja Jí 12° del terniórnctro centesimal. La ele-

vacien «le Caracas tic es sitio el tercio de la (le

Méjico. de Quito y de Sal¡¡,¡ Fe de Bogota; pero

entre todas las capitales de la América española

9 lIC Vii medio de la mu a t (; ¡'rida tienen un cli una

fresco y delicioso , Caracas es la mas prima

las costas, con la ventaja de tener un puerto (le

unir it tres leguas de distancia y de estar situadaentre las montañas en tina llanura elevada que

produciria trigo, si se preferiese su cultura á la

ltl árbol del café.El camino de la Guaira al valle de Caracas es

mucho mas bello que el de Honda ñ Santa Péy el de Guyaquil ú Quito, y está tambien mucho

mejor conservado que el antiguo camino que-

conduce del puerto de Vera Cruz ú Perotesobre la falda oriental de las montañas de la

Nueva España. Con buenas mulas no se nece-

sita mas de tres horas para ir del puerto de la

Guaira á Caracas ni-mas de dos horas para la

vuelta con mulas de carga ú á pie el camino

es de cuatro it cinco Iteras. Al principio se sube

una cuesta (le rocas extremadamente rápida, y

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CAPITULO XI. 1

que tiene sus puntos de alto 6 parada, llamados

Torre-q ueinada , Curucuti y el Salto, en una

grande Ytoti situada t Uno toesas sobre el nivel

(1(21 nia r. La d etio tui une io,a tic Torre-q it eiiiada

indica la viva seuiSaCiOTi que se experimenta al

bajar Itúcia la Guaira, donde sofoca el calor que

JespiJeti los tu tiros de las rocas, y las ñridas lla-

nuras sobre las cuales e pierde la vista.

Dicha venta, quia va de alguna celebridad en

Europa y en los Estados Unidos por la belleza de

Su sittcacion ; y ( fl efecto, cuando las nubes lo

permiten', estc punto ofrece una vista magnifica

sobre el mar y las costas vecinas : descúbrese un

liorizota te tic i itas de veinte y dos leguas de radio,

y se deslunabra la ; ista por la masa de luz que

rellecta e) litoral blanco víirklo. Se vc ít los pies

el cabo Blanco, el lugar de Maiquctia con sus

cocoteros, la Guaira y los buques que entran

ea el puerto. Desde la venta su Subco túdzi Vía

11H15 de i 5o toesas para llegar al Guayavo, que

es casi ci punto culiatinaute del camino. Desde

el Guavavo se recorre durante una media hora

una llanura bastante lisa cubierta de plantas al-

pinas, llantada las ¡'irritas ñ causa de sus si-

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)C)6 LIBRO LV.

iItLOSi(l(tdCS , y en este camino se divisa por pri-

mera vez la capital, situada á trescientas toesasmas abajo, cii un vaik ricamente plantado de

rbolcs del cafi y (le frutales de Europa.El gneiss cJe1 valle (le Caracas csut caracterizado

por los grenates verdes y rojos que desaparecenen la parte que la roca pasa al esquita micáceo.

En las cercas de los jardines de Caracas, cons-truidas ca parte con fragmentos (le gucissdistinguen muchos de un bello rojo y un poco

transparentes, pero mu y difíciles de desprender.

Cerca de la erta de la Guaira á niedialcçita deCaracas> mc ha ofrecido tamhien el gnciss ves-

tigios de cobre azulado diseminado en las vetasde cuarzo y en las pequeias capas de grafitc ¿

hierro ea rbomii&ido terroso. Este último tleja trazas

sobre ci pa pcI , y sc encuentra ca imiasas bastante

grandes it veces mezclado al hierro espato, en el

barranco de Tocimme al oeste de la Silla.

£ Cobre carbonizado azul.