Capitulo-I-Economía de La Sociedad Capitalista.

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Autores: Guillermo Foladori / Gustavo Melassi

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Foladori, Guillermo & Melazzi, Gustavo (1991). Economía de la sociedad capitalista. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.

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CAPÍTULO I: EL TRABAJO, EL EXCEDENTE, Y SUS FORMAS HISTÓRICAS 1. El origen del trabajo

Es un hecho aceptado por la mayoría de los antropólogos que el hombre se diferenció de los animales por el trabajo acumulado. La fabricación de herramientas por el hombre (man a tool maker) y las diferentes técnicas utilizadas son los principales criterios que utilizan los arqueólogos para distinguir las etapas de la prehistoria de la humanidad. El trabajo como actividad consciente de transformación de la naturaleza requiere de medios de trabajo y se aplica sobre un objeto de trabajo. La peculiaridad del ser humano es haber aprendido a acumular los medios de trabajo a través del tiempo, perfeccionándolos y permitiendo el incremento progresivo de la productividad de su trabajo. A diferencia, los animales no acumulan este tipo de información, repitiendo a cada generación el mismo comportamiento con la naturaleza externa.

El lenguaje como expresión del pensamiento, la religión, las artes y las complejas formas de organización social se desarrollaron como resultado del trabajo y su diversificación y perfeccionamiento.

“El profesor G.F. Debetz considera que la relación entre el hombre y su ambiente y las formas de trabajo social que se desarrollan en el curso de esta relación son fundamentales en la determinación del progreso del hombre primitivo en aspectos tan básicos como la manufactura de utensilios y armas, la construcción de viviendas, la evolución del lenguaje, la creación artística y hasta el nacimiento de la religión. Fue por medio del trabajo como se moldeó la conciencia del hombre y como surgieron el lenguaje y el arte: las relaciones mutuas entre hombre y naturaleza, respecto al carácter y al nivel de desarrollo del trabajo, pudieron ejercer también una influencia decisiva en el nacimiento de la religión y de sus formas elementales” (Hawkes: 154, subrayado nuestro).

Si nos preguntamos cómo surgió el trabajo como elemento característico de los antepasados del hombre moderno, debemos partir de la liberación de las manos, las cuales fueron el medio de trabajo originario.

A partir de cambios en el medio ambiente es posible supones la necesidad y al mismo tiempo los comienzos de la posición erguida entre los primeros antepasados del hombre. De allí una serie de transformaciones físicas se encadenaron para permitir la evolución hasta la actual especie como Homo sapiens. Sucintamente éstas fueron: (Clark, Cap. II)

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posición erguida liberación de las extremidades anteriores (brazos y manos) desarrollo del pulgar (resultado del uso regular de las manos en la fabricación de instrumentos)

reducción de las mandíbulas (las manos sustituyeron operaciones que antes se hacían con los dientes)

aumento del volumen del cerebro (facilitado por la reducción del ensamblaje muscular de las mandíbulas)

visión estereoscópica y hegemonía de la vista sobre el olfato (resultado de la posición erguida y la utilización de las manos).

Puede notarse que se trata de cambios en la estructura física originados en la postura vertical y derivados directamente del empleo de las manos para el trabajo. En términos paleo-antropológicos:

“Un hecho sorprendente, que sólo en estos últimos años ha quedado firmemente establecido, es que, entre los primeros hombres homínidos, la evolución de los miembros para la marcha, la posición vertical y la libertad de manipulación precedió y dejó atrás a la evolución del cerebro y del cráneo”. (Hawkes: 67).

Algunos investigadores sostienen que el lenguaje articulado se desarrolló ampliamente durante el período del Paleolítico Superior coincidiendo con la amplia variedad y perfección de los instrumentos de piedra, hueso, madera, etc. (Campbell). Si así fuese, el leguaje, o sea el instrumento básico del pensamiento, sería consecuencia de la pericia en el uso de las manos para la fabricación de instrumentos de trabajo.1

Así como el trabajo distinguió al hombre de los animales, las formas del trabajo permiten explicar las etapas económicas de la sociedad y su dinámica. Llamamos forma del trabajo o relación de producción al tipo de relaciones que se establecen entre los hombres al producir los bienes materiales. Aún cuando en cualquier etapa histórica es posible encontrar variadas formas de trabajo, una de ellas siempre priva sobre las demás en términos de generalización y de vigor. A cada forma histórica de trabajo le corresponde un nivel de desarrollo técnico y científico; también le corresponde, aunque de una manera mucho más irregular y distanciada, formas de organización política e inclusive expresiones religiosas y artísticas.2 A continuación reseñaremos las principales etapas económicas en la historia de la humanidad, y resaltaremos cómo la forma del trabajo característica explica en términos esenciales las tendencias a su transformación.

1 Durante el Paleolítico Medio la pelvis de las mujeres se ensanchó para dar lugar a nacimientos con volúmenes cerebrales cuatro veces mayores. 2 No se trata de que exista una correspondencia mecánica y directa entre el tipo de relaciones sociales de producción y las formas de expresión de la conciencia y las emociones. Cada expresión ideológica tiene una dinámica propia y una velocidad de transformación particular; no obstante, a la larga, la forma económica termina imponiendo sus cambios a la superestructura política e ideológica.

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2. Las etapas económicas de la humanidad 3 a) La comunidad primitiva

Se trata del período más largo de la humanidad. Se tiene certeza que, cuando menos, los antepasados del Homo sapiens que fabricaban instrumentos de piedra vivían hace cerca de 3 a 4 millones de años. Este prolongado período histórico que duró aproximadamente hasta el décimo milenio antes de nuestra era puede ser subdividido de acuerdo a los avances en los medios de producción utilizados. Así, por ejemplo, el dominio del fuego marcó un cambio sustantivo, utilizándose para calentarse, defenderse y atacar, cocer los alimentos y endurecer la madera de las armas o herramientas. Un tercer período puede destacarse a partir del descubrimiento del arco y la flecha, que permitieron la caza a distancia; asimismo el principio del arco se utilizó posteriormente para el movimiento giratorio sostenido (taladro, hacer fuego, etc.) y también en cuanto a su vibración como instrumento musical (Bernal, Cap. II).

A diferencia de las economías posteriores se trata aquí de economías de apropiación, o sea que recogen, cazan o pescan los alimentos en estado silvestre. 4 El escaso nivel tecnológico mantiene a los pueblos de esta etapa al borde de la inanición de manera que la obtención del alimento es la preocupación permanente de toda la horda. Las extendidas prácticas de control de la población (infanticidio, abandono de los ancianos, abstinencia, división de hordas, etc.) desarrolladas por numerosos pueblos contemporáneos en etapas de desarrollo similares, como los bosquimanos, arunta, bangekang, namiyen, kurnai, etc., atestiguan lo anterior (Dierckxsens, Cap. I).

El rudimentario nivel tecnológico obliga a la formación de grupos poco numerosos (decenas, excepcionalmente cientos) que requieren de un amplio territorio para su manutención. El carácter nómada y el distanciamiento frente a otras hordas dificultan la acumulación material de bienes y el intercambio de conocimientos. La lengua, que constituye dentro de cada horda un medio de producción fundamental es, a su exterior, una barrera infranqueable para la transmisión del conocimiento. Cada tribu (cerca de 500) de aborígenes australianos hablaba, en el siglo XVIII, su propia lengua.

Dedicados permanentemente a la satisfacción de la alimentación diaria, no hay posibilidad de un excedente, tampoco de una especialización regular, de manera que la división del trabajo se establece naturalmente, en base a los sexos y las edades.

En términos de la forma del trabajo y su dinámica nos encontramos que el bajo desarrollo de las fuerzas productivas obliga a desarrollar el trabajo colectivo para poder sobrevivir. Ello facilita que los descubrimientos o innovaciones tecnológicas sean

3 Es necesario advertir que no se trata de un esquema unilineal; tampoco exclusivo. El conocimiento de la historia económica de la humanidad es aún hoy en día bastante pobre, y restringido a ciertos períodos y áreas geográficas. Mientras se ha estudiado bastante a fondo el capitalismo, el feudalismo en Europa y en Japón, la esclavitud en Grecia y Roma, faltan aún estudios comparativos sobre las sociedades de tributo colectivo (modo de producción asiático) así como las comunidades agrícolas y/o ganaderas excedentarias en que todavía no se desarrollan las clases sociales, u otras formas económicas de sociedades no investigadas. Por lo demás, cuanto más nos alejamos del presente las huellas del pasado son forzosamente más tenues y difíciles de descifrar. 4 Para ampliar sobre las características de esta economía y su ejemplificación en pueblos contemporáneos puede consultarse Dittmer. Etnología General, Cap..II

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rápidamente generalizados dentro del grupo; pero el punto de partida inicial, la reducida escala de la población, y el aislamiento entre los grupos (que requiere de descubrimientos paralelos) condujo a una lenta evolución en relación a las etapas económicas posteriores.

Con una dependencia extrema de la naturaleza, es posible que al sobrevenir cambios climáticos, que redujeron la caza, surgiera un largo período de crisis de la comunidad primitiva, y el descubrimiento de la agricultura y ganadería como alternativa.

b) La comunidad agraria excedentaria

La recolección, que presumiblemente constituía la actividad económica fundamental, permitió el conocimiento del ciclo biológico de ciertas plantas. Si, debido al cuidado y transporte permanente de los niños, las mujeres se orientaban a la recolección dejando al hombre las tareas de caza y pesca que requerían una mayor movilidad física, es posible que hayan sido éstas quienes descubrieran el principio de la agricultura. Es conocido cómo las mujeres de las comunidades winnebago esconden la semilla de arroz y maíz, contra la voluntad de los hombres, para garantizar la reproducción de la sociedad (Mandel, Cap. I). El mismo hecho del embarazo y la crianza de los niños es posible que haya desarrollado una conciencia de reproducción de la vida de más largo alcance que en los hombres.

Sin embargo debió transcurrir un largo período de tiempo y el descubrimiento del trabajo en el cobre, así como el control de las aguas para irrigación, para que se pudieran desarrollar técnicas agrícolas que lograran un excedente alimenticio regular y significativo. Una prolongada etapa intermedia de semi-sedentarismo debió mantener a la agricultura (y/o a la ganadería) como una actividad secundaria frente a la caza y la recolección.

Asimismo, la caza y captura de animales jóvenes debe haber conducido a la domesticación (primero fue el perro, luego los cerdos, cabras, ovejas, vacas y por último el caballo). Gran incidencia en el origen de la ganadería tuvo el retiro de la última glaciación y la desertificación del Sahara y el área arábiga hacia el 3000 a.n.e. Esto implicó, según el arqueólogo Gordon Childe, la reducción de la caza, al mismo tiempo que la concentración del hombre y los animales en torno a los oasis (:102-103).

La pesca y la recolección de moluscos también orillaron a un proceso de sedentarización allí donde las tribus se encontraban con zonas excepcionalmente ricas, surgiendo la posibilidad de almacenar excedente alimenticio. Los Nootha de la Columbia Británica trasladan crías de salmón de un río a otro cuando la pesca comienza a escasear (Forde: 95-96)

La agricultura permite albergar más gente en una misma área; pero también permite reducir el grupo económico al hacer más productivo el trabajo. Pero la agricultura plantea, además, otras derivaciones: al requerir una ocupación temporal posibilita que los agricultores se dediquen a otras actividades en los tiempos de escaso trabajo agrícola; así se desarrolla la cestería y la cerámica. A esto se le une la sedentarización, de manera que ahora la comunidad cuenta con bienes materiales permanentes en una escala mucho mayor que antes. Ya no se trata sólo de la existencia de instrumentos o vestimenta personal. El suelo, los graneros, las viviendas y los animales constituyen también bienes permanentes. Surge la posibilidad de la propiedad privada. El excedente de producción comienza a ser intercambiado bajo la forma de trueque. La división social del trabajo se amplía. En Austria, por ejemplo, se descubrió una comunidad en las minas de sal de

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Hallstatt de entre el 800 y el 400 a.n.e. formada por 200 individuos que dedicaban sus esfuerzos de modo exclusivo a la extracción y comercio de la sal (Wells). Cierto que el ejemplo del primer siglo a.n.e. es mucho más reciente que el origen de las comunidades agrícolas de 10.000 años de antigüedad; además de que las comunidades de artesanos permanentes eran forzosamente excepcionales en un mundo donde la obtención del alimento seguía siendo la actividad central. Pero la comunidad agraria excedentaria que sólo parcialmente se incorporaba al mercado constituía un modo de producción que se extendió en el tiempo y en el espacio entre las “grandes civilizaciones”.

En numerosas regiones estas comunidades evolucionaron en otras direcciones en épocas tan tempranas como el 4to. milenio a.n.e. Así en los valles irrigados por ríos las obras hidráulicas condujeron a la unificación de comunidades y el surgimiento de un estado basado en el tributo colectivo de los diferentes pueblos. En otros casos el enfrentamiento y guerra entre comunidades llevó al surgimiento de la esclavitud. Pero en muchos lugares (Escandinavia, Inglaterra, Alemania, Rusia, etc.) estas comunidades autosuficientes y con un creciente nivel de desarrollo mercantil permanecieron a la par de las civilizaciones hidráulicas de Egipto o Mesopotamia, luego convivieron con la Grecia y Roma esclavistas y no fue sino hasta la Edad Media que transformaron sus relaciones de producción incorporándose al feudalismo, o desarrollando formas híbridas semi-mercantiles y semi-serviles.

Se trata de formas de trabajo donde el excedente conduce a la división del trabajo primero fuera de la comunidad. Aún no se separa el trabajo manual del intelectual, por tanto no aparece un Estado y no existen todavía clases sociales.

En la Baja Baviera durante fines de los años setenta y principios de los ochenta del siglo XX se llevó a cabo una investigación arqueológica en una comunidad de este tipo, que data de entre el 1000 y el 800 a.n.e. Los resultados de la excavación en 3 “granjas” demostraron que cada una constituía una unidad económica, albergando de 5 a 10 personas. Cada “granja” se componía de una vivienda, un granero y otras estructuras menores. No se ha podido determinar si el trabajo agrícola se hacía sobre suelos comunes o parcelados, pero la existencia del granero relacionado a cada vivienda da la idea de que el excedente era apropiado privadamente por cada núcleo familiar. Además tenía un regular comercio de artículos de lana, bronce, cerámica, etc., en algunos casos productos que no se encontraban a menos de 100 kilómetros del lugar, lo cual indica un comercio extendido (Wells).

La clave para comprender las nuevas formas de trabajo que van surgiendo lo constituye el excedente. Primero manifiesto en la división del trabajo entre comunidades. Algunas ganaderas, otras agrícolas, otras de pescadores, otras de artesanos. Posteriormente una división del trabajo dentro de cada comunidad que culmina con la división entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, el surgimiento de las ciudades y el origen de las clases sociales. Es decir sociedades donde sus integrantes se dividen según el lugar que ocupan en el proceso productivo; productores de alimentos se distinguen de artesanos, de dirigentes, guerreros, sacerdotes, artistas, etc. Esta comunidad agrícola evoluciona hacia las sociedades de clase en algunos casos bajo la forma de trabajo de tributo colectivo; en otros casos desarrolla relaciones esclavistas; en otros se mantienen sin cristalizar en clases sociales hasta que el feudalismo las envuelve y transforma.

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c) El tributo colectivo Una modalidad de tributo colectivo fue la que surgió en torno a las sociedades con

base tecnológica hidráulica.5 Los canales, la desecación de los pantanos, las terrazas y la irrigación requieren de la cooperación de diferentes comunidades. Los ejemplos históricos son amplios (Dierckxsens, Cap. IV y V).

En el valle del Nilo durante el 4to. milenio a.n.e. un proceso de desecación de los oasis obligó a los habitantes del Sahara a concentrarse en torno al Nilo. Los permanentes desbordamientos del río condujeron a su regulación mediante obras hidráulicas. Esto requirió la unificación de grupos sociales asentados territorialmente.

En la baja Mesopotamia durante mediados del 3er. milenio a.n.e. existían poblados agrupados a partir de la irrigación de los ríos Tigres y Eufrates.

En China un cambio climático provoca entre el 3er. y 2do. milenio a.n.e. la unidad de diversos pueblos y el surgimiento de una cultura con base en las obras hidráulicas.

En la región andina, las organizaciones entre los pueblos tienen como base los canales de riego desde épocas preincaicas.

En Mesoamérica durante el 1er. milenio a.n.e. se desarrolla en el valle de Teotihuacán una civilización organizada en torno al riego.

La división social del trabajo se manifiesta también espacialmente. Aparecen las ciudades donde se concentran las actividades administrativas, religiosas, artísticas, en contraposición con el campo que produce el alimento para todos.

En todos los casos se trata del desarrollo de las fuerzas productivas a partir del trabajo colectivo, con inexistencia de propiedad privada. Mientras existe la propiedad comunal del suelo la pertenencia de una persona a la comunidad le garantiza el acceso al suelo. Posteriormente, cuando la tierra se convierte en propiedad privada ocurre un cambio en las relaciones de pertenencia a la comunidad: poco a poco la persona pasa a ser miembro por razón de que posee tierra. De tal manera que el desposeído se convierte automáticamente en ciudadano de segunda. En el poblado de Tila, en Chiapas, México, en 1973 entre los indígenas choles, todavía pudimos constatar personalmente dicha transición. La propiedad del suelo aunque jurídicamente colectiva estaba parcelada y estas se transmitían hereditariamente. Por razones particulares un miembro de la comunidad no heredó tierras. El consejo de ancianos se reunió y decidió entregarle una parcela en virtud de considerarlo un miembro de la comunidad. Aquí, a pesar de que en la práctica agrícola existía propiedad privada en la concepción ideológica, más retrasada, la adscripción a la comunidad provenía de la pertenencia a ésta. Hoy en día esto hubiese sido inconcebible; el avance de las carreteras y el posterior descubrimiento de petróleo en zonas aledañas elevó el precio del suelo y reforzó la propiedad privada. Ahora el ser propietario es lo que da la adscripción a la comunidad y no al revés.

El tránsito de la propiedad comunal a la propiedad privada del suelo no debe relacionarse con una sola causa. Ya habíamos mencionado que el surgimiento de un 5 Una polémica académico-política que aún no acaba se desató durante la década de los setentas en torno al concepto de modo de producción asiático, caracterizado por: ausencia de propiedad privada sobre el suelo, sistemas de irrigación agrícola, aldeas autárquicas que combinan la agricultura-ganadería-artesanía y tributan a un estado despótico que las domina. El aún escaso nivel de conocimiento concreto de estas sociedades ha tendido a que se utilizara dicho concepto de manera indiscriminada y como categoría residual para toda comunidad agrícola no esclavista y con propiedad colectiva sobre el suelo. Perry Anderson ha lanzado una dura crítica al concepto de modo de producción asiático, y sostiene la necesidad de su “enterramiento teórico” hasta contar con mayor información.

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mayor número de bienes materiales permanentes es uno de los elementos. El excedente también debe de distribuirse entre todos los miembros de la comunidad, y la posibilidad de una negociación privada, por fuera de los canales de distribución colectiva, ha estado presente empujando a la creación de los mercados y a la propiedad privada en todas las comunidades agrarias de tributo colectivo. Pero tal vez el elemento que incidió aglutinando a los anteriores y proyectando nuevas relaciones de producción, haya sido un avance técnico que permitiera que el trabajo individual fuese lo suficientemente productivo como para mantener a la familia por sí misma. Nos referimos al descubrimiento y la utilización del hierro. Con ello se sientan las bases para que tanto la comunidad agrícola excedentaria, como las comunidades, basadas en el tributo colectivo, transiten hacia formas nuevas de trabajo; entre ellas la esclavitud.

d) El esclavismo

El hierro, que se comenzó a utilizar más o menos regularmente en Asia Menor por el 1200 a.n.e., revolucionó la economía en su conjunto. A nivel agrícola permitió instrumentos de trabajo más fuertes y eficientes. Las hachas de hierro podían fácilmente abrir los bosques al cultivo; el arado con punta de hierro permitía trabajar las tierras más profundamente y de suelos más duros. Utilizando en la navegación el hierro, a través de cuchillos, cinceles, sierras y hachas, facilitó la carpintería y armado de embarcaciones. En el transporte terrestre hizo más eficiente la rueda. El hierro en las armas resultaba de lejos superior al bronce, más blando. De manera que todos estos cambios se volcaron para posibilitar el tránsito de la propiedad comunal a la propiedad privada sobre los bienes materiales, en especial sobre la tierra y, por extensión, sobre los enemigos capturados en la guerra. Surge la esclavitud.

Por un lado las mismas ciudades y asentamientos agrícolas habían despertado con sus riquezas el interés por su conquista y saqueo por parte de otros puebles. Por otro las nuevas armas de guerra basadas en el hierro permitieron un enfrentamiento ventajoso sobre pueblos más atrasados. La guerra se convirtió en una actividad regular, y con ello la necesidad del reclutamiento de un ejército permanente, separado de las actividades productivas. Se amplía la división del trabajo, ahora con una capa de guerreros. Los antiguos jefes y sacerdotes de las comunidades se convierten, además, en caudillos militares.

Si la esclavitud ya existía desde épocas anteriores nunca constituyó una forma prioritaria de trabajo. Se trataba de una esclavitud patriarcal donde el esclavo terminaba siendo parte integrante de la familia. Ahora la esclavitud se generaliza como la forma de trabajo por excelencia. Surge un comercio de esclavos y una “industria” de producción de esclavos: la guerra.

La esclavitud en su forma más pura fue ampliamente estudiada en la Grecia y Roma antiguas. Surge en Grecia alrededor del 4to. milenio a.n.e. y dura hasta el siglo V de n.e. Las características del régimen esclavista es la existencia de una clase social de esclavistas dueños de los medios de producción (tierra e instrumentos) y de los esclavos. Las modalidades del surgimiento de la esclavitud variaban según los casos:

“En Grecia –escribe Dierckxsens- se desarrollaron las relaciones esclavistas sobre la base de una multitud de pequeñas ciudades-estado que sólo a posteriori disputaban la hegemonía”.

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“En Roma, por el contrario, las relaciones esclavistas se fundamentan una vez que esta ciudad ya se había desarrollado como la ciudad-estado hegemónica” (:118).

En todos los casos las relaciones esclavistas constituyeron una traba al desarrollo de las fuerzas productivas. Dierckxsens lo explica así:

“Una vez que el trabajo manual queda profundamente asociado a la falta de libertad no existe ningún estímulo para trabajar. El trabajo es absoluta y manifiestamente enajenado. El estímulo del trabajo tiene que ser por lo tanto, absolutamente extraeconómico: la vigilancia y la fuerza. La técnica, como instrumento premeditado era incompatible con el trabajo forzado. Los esclavos maltrataban y destruían los instrumentos. Por ello es un principio económico en este modo de producción el empleo de instrumentos de trabajo toscos y pesados y por ende poco desarrollados” (:123).

Pero si el freno al desarrollo de las fuerzas productivas viene por los medios de producción que utiliza el esclavo, la misma esclavitud, y el comercio que se desarrolla a ella ligado, amplía la división social del trabajo y la especialización regional. Es en este aspecto de la división social y territorial del trabajo donde se encuentre la causa del desarrollo de las fuerzas productivas esclavistas.

El carácter forzado del trabajo y los medios de producción atrasados conducían a explotar al esclavo al extremo de que su vida se agotaba rápidamente. Esto obligaba a reproducir la fuerza de trabajo esclava por la vía de guerras permanentes, lo que condujo a la expansión territorial de los imperios esclavistas. El desarrollo en extensión del modo esclavista de producción requería de un ejército cada vez más amplio para controlar los territorios dominados. Este hecho, aunado a la distancia y la lentitud en las comunicaciones forzó a los jefes militares locales a tener más autonomía. Al mismo tiempo les resultaba más difícil evitar las permanentes insurrecciones de esclavos. La conversión del esclavo en siervo resultó la alternativa que transformó la antigua forma de trabajo y condujo a la implantación de las relaciones serviles y el nacimiento del feudalismo.

e) El feudalismo

El feudalismo se desarrolla en Europa occidental desde el siglo VI de esta era hasta los siglos XIV-XV.6 Surge sobre la base del colonato romano que era la forma de trabajo servil originaria.7 El proceso de crisis interna del sistema esclavista que transformaba al

6 El comienzo del feudalismo es, con los datos existentes, todavía un tema polémico. Autores tan destacados como Slicher van Batch consideran el siglo VI como los comienzos de la economía medieval. Otros autores parten del siglo IV cuando Valentino I prohíbe la venta de esclavos separados de sus tierras. También hay quienes catalogan al período que va entre los siglos IV al IX como de “oscurantismo”, reservando la categorización de Edad Media para el período de los siglos IX al XIV. Por lo demás. el feudalismo se desarrolló en Europa occidental en algunas regiones, principalmente en la actual Francia, Bélgica, Holanda, Alemania Occidental, Suiza y el norte de Italia; y en estas áreas con ritmos y niveles desiguales. La esclavitud siguió coexistiendo con las relaciones feudales en amplias zonas y durante todo el período, y el trabajo asalariado que ya existía en el imperio romano también. De manera que la reseña que aquí hacemos del feudalismo debe considerarse con reservas, y tomando en cuenta que se pretende resaltar las relaciones serviles prevalecientes, omitiendo la compleja imbricación de diferentes formas de trabajo. Lo anterior se justifica, en virtud de que el propósito de este texto es el sistema capitalista, cuyos orígenes deben encontrarse en la evolución del régimen servil. 7 “El colono fue originariamente un arrendatario que pagaba una renta sobre la tierra. La mayor parte del terreno de los grandes latifundios fue arrendado a tales colonias, a cambio de la entrega de parte de la producción y por prestaciones de trabajo (corvatae) La dependencia económica que ello implicaba,

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esclavo en siervo se vio acelerado por las invasiones bárbaras y de los pueblos germanos sobre el imperio romano. La característica del feudalismo fue la concentración de grandes extensiones de tierras en manos de los jefes militares locales y regionales, de los representantes eclesiásticos y los monasterios, trabajadas por campesinos que pagaban rentas a cambio de protección. Toda una primera etapa, hasta el siglo X, estuvo marcada por grandes migraciones, guerras, saqueos y pestes, con un fuerte descenso en la población. A partir del siglo XI comenzó una pacificación relativa.

No todos los pueblos evolucionaron de la esclavitud al feudalismo. En Europa numerosos pueblos transitaron de la comunidad agraria excendentaria a formas semi-feudales como resultado del movimiento de los pueblos eslavos, germanos, y otros. Por ejemplo, Rusia, Polonia, Bohemia, Moravia, Bulgaria, Hungría, Escandinavia, Inglaterra e Irlanda no conocieron la esclavitud en su versión clásica, o como forma principal del trabajo; y allí el feudalismo tampoco se presentó con la fuerza que tuvo en Francia, Bélgica o Suiza. En América Latina la conquista hispánica impuso formas semi-feudales a partir de regímenes de tributo colectivo; como en México, partes de América Central y de la zona andina. Aunque es de hacer notar que se trató de formas feudales y en descomposición por el avanzado mercantilismo y porque en España, al igual que en Córcega, Cerdeña e Italia el feudalismo sólo adoptó formas híbridas (Slicher van Bath: 51).

La base económica del feudalismo es la agricultura. Los siervos son dueños de sus medios de producción (excepto la tierra) y establecen relaciones de dependencia con los señores que les ofrecen protección y tierras para cultivar a cambio de una renta. Además existen tierras comunales destinadas al pastoreo de los animales y obtención de leña. Dentro de ambas clases existe una marcada diferenciación; Georges Duby escribe: “…entre los campesinos de un señorío ya (siglo IX) se pueden diferenciar ricos y pobres: sin embargo, tanto unos como otros cultivaban las tierras de un señor incomparablemente más rico que ellos” (:52).

La primera forma de trabajo servil es la renta en tiempo de trabajo. Consiste en que el campesino siervo trabaja ciertos días a la semana para el señor y el resto en las parcelas que el señor le otorga para su uso a perpetuidad. Este mecanismo de renta facilitó que los siervos pusieran la mayor disposición en el trabajo de sus propias tierras, descuidando las del señor. La manera de afrontarlo fue la ampliación por parte del señor de los días de trabajo en sus tierras; pero encontraba la persistente oposición de los siervos. Slicher van Bath reseña:

“A veces, claro está, los campesinos se hartaban de su situación. “El campesino de la Edad Media estaba siempre dispuesto a tomar las armas; era uno de los grandes revolucionarios de aquella época”. La Guerra y la revuelta eran en aquella mal ordenada sociedad casi las únicas posibilidades de defensa y resistencia. El Historiador francés Marc Bloch escribe: “a los ojos del historiador…la revuelta agraria aparece tan inseparable del régimen señorial como la huelga, pongamos por caso, de la gran empresa capitalista” (:279).

El paso a la renta en producto o especie fue una alternativa de los señores para mantener y ampliar los niveles de excedente. La renta en producto consiste en que la

consolidó las relaciones de sujeción y pertenencia del colono con su señor. Ya en el año 332, a consecuencia de un edicto de Constantino, el colono quedaba sujeto a la gleba, (más exactamente, al registro catastral de su finca) y, de esta manera, a su profesión y a su señor” ( Maier: 87,88).

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mitad de la producción total, o una parte establecida de antemano, pasa a manos del señor. La renta en producto se comienza a imponer en los siglos XII y XIII:

“A partir de los siglos XII y XIII, en Francia, y el sudoeste de Alemania las terrae indominicatae (…) que hasta entonces se venían cultivando con el trabajo forzoso de los siervos (…) se entregaron en parcelas a los siervos y a ellos se confió su cultivo. Los campesinos ya no rendían servicios forzosos de trabajo al señor sino que le entregaban una porción fija de la cosecha como prestación” (Takahashi: 82-83).

Pero si bien la renta en producto garantiza un ingreso mayor para el señor también constituye un acicate para el siervo, que procura aumentar la productividad de su trabajo con el propósito de emplear el menor esfuerzo en el cumplimiento del pago de la renta. Esto conduce a importantes desarrollos técnicos en la agricultura feudal sustancialmente entre los siglos XI y XV. Los principales cambios fueron: la roturación trienal de suelos (barbecho, forraje y alimento); el arado asimétrico con ruedas y vertedera que ara más profundamente y sobre tierras más duras; el moderno sistema de enganche de yugo frontal, en lugar de sobre el pecho (lo que incrementa la tracción de un peso en 4 a 5 veces); el empleo del caballo para arar que facilita el desplazamiento a tierras lejanas; el enganche en fila en las carretas; la difusión de molinos de agua y viento, etc. (Le Goff: 32-38). Estos desarrollos técnicos favorecen el avance hacia nuevos suelos, más duros, de bosque y pantanosos. Los propios señores se interesan en dirigir la colonización con el propósito de incrementar sus excedentes. En estos casos la renta en especie se convierte en una necesidad, ya que las cada vez mayores distancias dificultan el control directo del tiempo de trabajo campesino.

Los aumentos en la productividad del trabajo junto a la posibilidad de que buena parte del resultado de este aumento fuese a parar a manos de los propios campesinos amplía el hasta entonces exiguo mercado regional. Ahora los campesinos pueden contar con un excedente que comercializar en los pueblos. Se extiende el desarrollo mercantil y con ello la tercera forma de trabajo servil: la renta en dinero. Esta se consolida durante los siglos XIII y XIV. La renta en dinero beneficia al señor permitiéndole diversificar su consumo obteniendo mercancías provenientes de países lejanos.

El desarrollo mercantil también creó una nueva clase urbana: los comerciantes y artesanos. Crecen los gremios donde el dueño del taller paga salarios a sus oficiales. Los comerciantes se agrupan en corporaciones para el monopolio de los mercados, la fijación de los precios de los productos y la reglamentación de las medidas. Al margen del comercio también crece la usura. Poco a poco las ciudades comienzan a tener un peso económico fundamental:

“Así como, en la Edad Media, el campo explota políticamente a la ciudad en todos aquellos lugares donde el feudalismo no ha sido quebrado en virtud de un desarrollo urbano excepcional, como en Italia, así también la ciudad explota al campo en el aspecto económico por doquier y sin excepciones mediante sus precios monopólicos, su sistema impositivo, su sistema corporativo, su fraude comercial directo y su usura” (Marx 1981: 1018-1019).

Para los siglos XIV y XV comienza la desintegración del feudalismo. La evolución de las distintas formas de renta feudal indica por un lado la progresiva independencia del siervo respecto al señor feudal. Al mismo tiempo existen presiones en las urbes por la libertad de los artesanos de las estrictas reglamentaciones sindicales. Cada vez más, y sobre la base de un desarrollo de la productividad del trabajo, y la ampliación y

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generalización del excedente, tanto siervos como artesanos consolidan la pequeña producción que implementa formas de trabajo autónomas.

Durante el siglo XV progresos técnicos en la elaboración del hierro (altos hornos) permiten el perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo en todas las ramas de la economía, y se acelera con ello el incremento de la productividad del trabajo. En el campo, los campesinos más acomodados se veían beneficiados por la inflación resultado de la disminución del valor de los metales preciosos al llegar a Europa los tesoros de América. Las rentas se fijaban normalmente por períodos prolongados y con precios fijos, de manera que una depreciación de la moneda favorecía al arrendatario que podía entonces incrementar la superficie cultivada a base de trabajo asalariado. Paralelamente, numerosos campesinos son desplazados de sus tierras tanto por sufrir el proceso de diferenciación social –pérdida de cosechas, bajas en precios, etc.– como por el avance de la ganadería ovina sobre suelos agrícolas. Al respecto Tomás Moro diría más adelante: “Las ovejas se zampan a los hombres” (Romano y Teneti: 11).

La formación de este nuevo proletariado favorece los bajos salarios en general y el desarrollo embrionario de la industria en las ciudades.

El desarrollo del comercio se extiende por el aumento en los excedentes producidos a raíz de la consolidación de la renta en dinero; y de las nuevas técnicas en la industria naval, con su impacto en los descubrimientos para Europa, de América y zonas de África y Asia.

En definitiva, el decaimiento del régimen feudal y su paulatina sustitución por esbozos de una nueva forma de producción resulta de la propia dinámica del sistema feudal, pautada por las formas de renta y las luchas sociales asociadas a ellas; por los incrementos en la productividad del trabajo y el consiguiente aumento en el excedente disponible en forma cada vez más independiente. Complementariamente, la ampliación del comercio –en especial el de larga distancia– y aspectos como la inflación y la introducción de nuevas producciones, contribuyen a tal proceso.

Ante la desintegración del sistema feudal se desarrolla a nivel político el Estado Absolutista durante los siglos XV al XVIII, implantando la burocracia a gran escala, los ejércitos, sistemas nacionales de impuestos, formas jurídicas uniformes, y la unificación del mercado, como últimos intentos por rescatar un mundo pasado.8

Como vimos, la evolución de las formas de trabajo servil (renta en tiempo de trabajo, renta en producto y renta en dinero) obedece a las contrataciones internas que cada forma desarrolla. Así, la base común está dada por la propiedad del campesino sobre los instrumentos de trabajo, lo cual constituye la clave de los desarrollos técnicos y del aumento de la productividad del trabajo. Al mismo tiempo el pasaje del trabajo servil bajo la forma de renta en dinero al campesino independiente de carácter mercantil, o al arrendatario capitalista, o bien al trabajador asalariado son también desarrollos “necesarios” de las contradicciones que la forma de renta en dinero suscita. Una vez más,

8 Escribe Perry Anderson: “Los cambios en las formas de explotación feudal que acaecieron al final de la época medieval no fueron en absoluto insignificantes; por el contrario, son precisamente esos cambios los que modifican las formas del Estado. El absolutismo fue esencialmente eso: un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal, destinado a mantener a las masas campesinas en su posición social tradicional, a pesar y en contra de las mejoras que habían conquistado por medio de la amplia conmutación de las cargas. Dicho de otra forma, el Estado absolutista nunca fue un árbitro entre la aristocracia y la burguesía contra la aristocracia: fue el nuevo caparazón político de una nobleza amenazada” (:12)

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ahora con el ejemplo del régimen feudal, queda claro cómo la forma del trabajo explica la dinámica económica de la sociedad humana.

3. La producción mercantil

El surgimiento del excedente plantea la posibilidad del intercambio de productos. La antigua economía esclavista de Grecia y Roma tenía un extendido comercio de productos. Más tarde vimos como la producción mercantil del campesino feudal condujo a la producción capitalista. Es impostergable aclarar qué se entiende por producción mercantil y qué por producción capitalista.

Las primeras formas de intercambio se realizan con excedentes fortuitos de producción. En aquellos momentos en que la comunidad o la familia como unidad de producción, luego de cubrir sus necesidades, se encuentra con un excedente, puede surgir el intercambio como acto circunstancial. Se trata de algunos productos que circulan como mercancías; aún cuando no hayan sido producidos ex-profeso para la venta. No existe en estos primeros estadios producción mercantil, aún cuando ocasionalmente algunos productos se conviertan en mercancía por efecto de su intercambio. Pero a medida que el excedente se hace más regular también los intercambios se generalizan, de tal suerte que en un momento determinado el trabajo se realiza con el propósito de vender su producto en el mercado. Estamos ahora ante producción mercantil. Ya no se trata de que por razones circunstanciales un determinado producto se intercambia; sino que estos son producidos con la finalidad de ser vendidos. El mercado como escenario de los intercambios se vuelve más amplio y regular, y la producción misma adquiere el carácter de producción para el intercambio, de producción mercantil.

Cuando hay producción mercantil hablamos de producción indirectamente social, porque entre el productor y el consumidor media un mercado desconocido; el producto requiere del intercambio para poder satisfacer necesidades sociales. Por el contrario, cuando se produce sabiendo de antemano quién va a comprar o recibir el producto, es decir, que existe un vínculo inmediato entre producción y consumo, entonces hablamos de producción directamente social.

La producción mercantil puede realizarse bajo formas de trabajo esclavo, de tributo, de productores libres e independientes, así como, obviamente, de trabajo asalariado. De manera que al referirnos a la producción mercantil entendemos que los productores están sujetos a las leyes del mercado, de oferta y demanda y de competencia, pero pueden producir bajo formas de trabajo diversas. Por otra parte, en ninguna etapa económica existe exclusivamente una forma de trabajo o un tipo de producción, sino que sobre la base de que priva una forma, coexisten de manera secundaria otras. Así nadie dudaría de que el régimen capitalista es un sistema de producción mercantil, aún cuando cualquiera puede producir bienes para el consumo directo que nunca intercambia en el mercado, sucede esto diariamente con la comida casera. De igual forma el régimen feudal es esencialmente de producción directamente social, aunque en los intersticios del mundo feudal se fue desarrollando, poco a poco, un comercio urbano y una producción mercantil. No por ello podríamos caracterizar al régimen feudal como mercantil. El caso de la esclavitud es más complicado; en algunos períodos la producción mercantil estaba ampliamente extendida, tanto que abarcaba gran parte de la alimentación de la población. En otros casos era reducida. Por último el ejemplo de la esclavitud norteamericana previa

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a la Guerra de Secesión es ilustrativo de una forma de trabajo esclava que producía para el mercado mundial.

Ahora bien, en un determinado momento, que corresponde en el tiempo con el desarrollo de la manufactura por los siglos XVI y XVII, la producción mercantil comienza a abarcar no solamente los productos del trabajo humano sino la propia fuerza de trabajo o capacidad de trabajo. Surge así, el trabajo asalariado, que va a resultar la forma de trabajo principal recién con la expansión de la Revolución Industrial durante el siglo XIX. Distinguimos entonces a la producción capitalista como una etapa de la producción mercantil, aquella donde no sólo el producto del trabajo sino la fuerza de trabajo misma se convierte en mercancía.

4. El modo de producción

A lo largo de las páginas anteriores hemos reseñado las principales etapas económicas

o modos de producción en la historia de la humanidad. También hemos dicho que la clave para comprender cada modo de producción y sus tendencias de evolución estaba en la forma del trabajo o relación de producción dominante. De manera que la forma del trabajo es un elemento y el principal del modo de producción, pero no el único. El otro elemento que conforma el modo de producción son las fuerzas productivas. El esquema a continuación da cuenta grosso modo del contenido del modo de producción.

Esta forma gráfica, forzosamente esquemática, impide apreciar la correspondencia

entre las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas. Tal correspondencia nos es mecánica; en ciertos momentos una avanza y es trabada por la otra según las particularidades históricas.

Nótese que fuerzas productivas y relaciones sociales de producción dan cuenta de una esfera de la actividad humana que tiene que ver con la reproducción de la vida material. Por supuesto que cualquier sociedad no se organiza exclusivamente en torno a la economía; también existen relaciones a niveles diferentes de los económicos, como las artes, el deporte o la convivencia cotidiana, la política, etc. Aquí no se trata de menospreciar el papel que cualquiera de este tipo de relaciones y/o actividades tiene sobre el conjunto de la sociedad y sobre el movimiento económico en particular. Pero mientras las relaciones sociales de producción y su enfrentamiento con determinadas fuerzas productivas marcan el ritmo y explican las transiciones de unas etapas a otras, las demás relaciones superestructurales encuentran en la estructura económica su génesis, aunque luego adquieran vida y autonomías propias, pareciendo que nada tienen que ver

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con las causas que las crearon. Por ello, seguirle la pista a la historia de la humanidad sólo a través de las manifestaciones políticas o religiosas o filosóficas es quedarse en la explicación de las ideas y/o creencias que la propia sociedad se forma en torno a cómo vive, en lugar de buscar las causas materiales objetivas de que así lo haga.

5. Conclusiones

La evolución del hombre y su distanciamiento respecto a los animales tiene al trabajo

como la actividad característica. Y si el trabajo permite distinguir al hombre de los animales, las formas del trabajo explican las distintas etapas económicas de la humanidad.

La sociedad humana no evolucionó de manera lineal pasando en todos los casos y en las diferentes épocas por las mismas etapas; la historia tiene innumerables ejemplos de saltos y retrocesos. Tampoco han sido estudiadas a profundidad las distintas etapas económicas, de manera que futuros descubrimientos y estudios permitirán determinar con mayor precisión, o inclusive desechar, lo que hoy en día está más o menos aceptado.

La comunidad primitiva es, indudablemente, la forma de trabajo primigenia; caracterizada por el trabajo colectivo y la ausencia de excedente. La comunidad agraria excedentaria surge como resultado de la domesticación de animales y el cultivo de plantas. Con ella aparece el excedente que da pie para una más amplia división social del trabajo y la constitución de las clases sociales. Las comunidades que mantuvieron la propiedad colectiva del suelo, en muchos casos debido a grandes obras de infraestructura hidráulica, postergaron la división en clases aún con una extendida división social del trabajo. Pero cuando el trabajo individual se hizo suficientemente productivo como para mantener a varias personas sin requerir de la cooperación entre los productores, surgió la esclavitud y, con ello, una nueva etapa económica. El régimen feudal es resultado de la descomposición del trabajo esclavo, y la vuelta a un mundo rural, basado en el trabajo familiar de los siervos en tierras de sus señores.

El incremento lento pero permanente de la productividad del trabajo, resultado de innovaciones técnicas, permitió el crecimiento del excedente, de su mercantilización, y poco a poco el desarrollo de la producción campesina directa orientada al mercado. Su diferenciación interna empobreció a muchos que se transformaron en trabajadores asalariados, y el régimen capitalista de producción irrumpió homogeneizando al mundo en torno a la producción de mercancías.,

Para el estudio del sistema capitalista es imprescindible conocer las diferencias entre la producción mercantil en general y la producción mercantil capitalista, o capitalista a secas. Mientras la primera sólo habla de la existencia de producción orientada al mercado, la segunda precisa que no solamente el producto del trabajo se convierte en mercancía, sino que la capacidad de trabajo misma es una mercancía que se conoce como trabajo asalariado.

Así el movimiento económico de una sociedad reposa en la forma del trabajo prioritaria, que constituye una relación social de producción. Pero estas relaciones sociales de producción no son independientes de un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Ambos aspectos constituyen el modo de producción.