Capítulo i

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Capítulo I. Pensamiento postmoderno y construccionista: un nuevo contexto para la psicología La modernidad La modernidad, caracterizada en lo cultural por el movimiento ilustrado, en lo político por la revolución francesa y en lo económico por la revolución industrial, puede ser relacionada con los procesos de mecanización y su asociación con el progreso de la ciencia y la tecnología. Desde un planteamiento general, la modernidad ha sido entendida como una etapa-proceso que prometió el mejoramiento en las condiciones de vida de la humanidad, generando un sinfín de argumentos que establecían que el desarrollo tecnológico sería la panacea de los principales problemas humanos, al proporcionar un mayor bienestar social (Salinas, 2004). Para este autor, dichos argumentos caen en un determinismo tecnológico, fundamentados en la idea de “progreso” proveniente del pensamiento del siglo de las luces o ilustración. La modernidad como movimiento político, económico y filosófico surgió, en gran medida, como un proyecto en contraposición a las explicaciones escolásticas sobre el hombre y la realidad. Durante la edad media existió una preponderancia por las explicaciones divinas como rectoras de la verdad. El siglo XVIII constituyó el referente histórico del advenimiento de la modernidad en Europa y el rompimiento de la etapa dominada por las ideas y creencias católicas (Córdova, 2009). Se adoptó una nueva forma de ver y de pensar el mundo y la secularización de la vida social y cultural fue parte fundamental de este nuevo proyecto histórico. Como lo menciona esta última autora, el cambio hacia la modernidad significó la secularización y el

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Captulo I. Pensamiento postmoderno y construccionista: un nuevo contexto para la psicologaLa modernidadLa modernidad, caracterizada en lo cultural por el movimiento ilustrado, en lo poltico por la revolucin francesa y en lo econmico por la revolucin industrial, puede ser relacionada con los procesos de mecanizacin y su asociacin con el progreso de la ciencia y la tecnologa. Desde un planteamiento general, la modernidad ha sido entendida como una etapa-proceso que prometi el mejoramiento en las condiciones de vida de la humanidad, generando un sinfn de argumentos que establecan que el desarrollo tecnolgico sera la panacea de los principales problemas humanos, al proporcionar un mayor bienestar social (Salinas, 2004). Para este autor, dichos argumentos caen en un determinismo tecnolgico, fundamentados en la idea de progreso proveniente del pensamiento del siglo de las luces o ilustracin. La modernidad como movimiento poltico, econmico y filosfico surgi, en gran medida, como un proyecto en contraposicin a las explicaciones escolsticas sobre el hombre y la realidad. Durante la edad media existi una preponderancia por las explicaciones divinas como rectoras de la verdad. El siglo XVIII constituy el referente histrico del advenimiento de la modernidad en Europa y el rompimiento de la etapa dominada por las ideas y creencias catlicas (Crdova, 2009). Se adopt una nueva forma de ver y de pensar el mundo y la secularizacin de la vida social y cultural fue parte fundamental de este nuevo proyecto histrico. Como lo menciona esta ltima autora, el cambio hacia la modernidad signific la secularizacin y el desencanto por el mundo antiguo y tradicional y la emergencia de un nuevo concepto del hombre, de su capacidad y accin sobre su entorno. El pensamiento moderno sealaba que el hombre es libre y con ello puede pensar, crear conocimiento, descubrir, y al mismo tiempo, disear su devenir histrico. La apuesta estaba sobre un nuevo futuro a travs del progreso individual y material. El hombre al asemejarse a Dios y conquistar su libertad, pudo transformar su entorno social y fsico mediante la pretensin de dominacin sobre la naturaleza (Horkheimer, 1982), la tcnica y el mundo. La figura del mundo cambi con la modernidad (Garca, 1989), y el hombre se irgui por encima de las figuras divinas. Al abandonar el regazo de lo divino, las herramientas con las que contara el hombre seran la nueva triada de la modernidad: razn, historia y progreso (Hegel, s. f., en Habermas, 1989). Se cre una nueva conciencia colectiva basada en el conocimiento y en el razonamiento. El nfasis estaba puesto en las capacidades personales y en el poder de la observacin, es en este momento histrico cuando surge el planteamiento de que la organizacin social debe estar erguida sobre bases cientficas (Limn, 2005 a).La promesa moderna de dominio sobre el universo (Gergen, 1991 a) haca imaginar la posibilidad de sociedades utpicas. Como lo menciona este autor, en el mundo intelectual, el desarrollo se expresaba en una preocupacin por establecer campos de estudio especializados, poseyendo cada uno una base lgica de justificacin. La idea general era establecer reglas de procedimiento para acceder al avance de la ciencia y las tecnologas, de lograrse, estas reglas podran ser adoptadas posteriormente por cualquier disciplina que afirmara estar generando conocimiento. El objetivo se convirti entonces en la bsqueda de verdades permanentes, ms especficamente, la apuesta estaba en el descubrimiento de la Verdad. La nueva forma de pensar tuvo sus grmenes en lo que se denomin ms adelante como ciencias fsicas (Enrquez, 2008). Para entonces, prosigue este autor, se asuma que el pensamiento teolgico y metafsico poco contribua a la explicacin del entorno y que para ello resultaba necesario recurrir a la realizacin de experimentos y a su medicin. La psicologa adopt los postulados modernistas de forma entusiasta. Desde su gnesis la psicologa estuvo ntimamente ligada al proyecto de la modernidad, valindose de varias categoras coherentes con el pensamiento cientfico moderno tales como verdad, objetividad y neutralidad (Santana y Cordeiro, 2007).Para Gergen (1991 a) son cuatro las presunciones principales que la modernidad cultiv en la psicologa. La primera presuncin est relacionada con el establecimiento de un objeto de estudio bsico, y es que, la modernidad plantea la creencia de un mundo externo factible de ser cognoscible mediante la ciencia. De acuerdo con este autor, esta creencia exige que cada disciplina especifique los lmites de su investigacin. Evidentemente, no hay un consenso entre los psiclogos acerca de qu constituye el objeto de estudio de la disciplina. Muchos piensan que la materia central es la naturaleza de la mente, mientras otros adoptan la nocin de que es el comportamiento humano la preocupacin principal. Sin importar las diferencias en este sentido, la premisa general de que debe dilucidarse una materia de estudio bsica ha sido poco cuestionada. La segunda presuncin es la existencia de propiedades universales. La psicologa modernista supone que hay principios, posiblemente leyes, que pueden ser descubiertas acerca de la materia de estudio. Esta pretensin la compromete a buscar la realizacin de predicciones amplias y permanentes en el tiempo, eso por supuesto, le da su carcter a-histrico. Otro compromiso adquirido fue el de establecer un mtodo emprico para obtener la verdad. La presuncin dominante, segn Gergen (1991 a) es que por medio del uso de mtodos empricos, y sobre todo del experimento controlado, pueden derivarse verdades inexorables acerca de la naturaleza de la materia. Los mtodos observacionales y la experimentacin controlada en particular se vieron favorecidos por la filosofa empirista propia de la modernidad (Gergen, 1994).La aplicacin del mtodo emprico dota al cientfico con algunas capacidades importantes mediante las que se puede adquirir el conocimiento objetivo. Entre las ms importantes estn las capacidades para la observacin minuciosa y la lgica (Gergen, 1994). Idealmente el cientfico debera derivar, de la observacin sistemtica, controlada y libre de juicios personales, un conjunto de proposiciones (del tipo X entonces Y), que den cuenta de las regularidades en la relacin entre los acontecimientos observados. Los resultados de este nuevo conjunto de observaciones sirven para sostener, modificar o invalidar las proposiciones inicialmente presentadas. As, nos dice Gergen, a travs del conjunto observacional, los cientficos toman confianza, rectifican o descartan las proposiciones que han adoptado inicialmente. De manera ideal, el proceso de observacin-proposicin-someter a prueba-afinar se puede seguir de manera indefinida, redundando en una red cada vez ms precisa, bien diferenciada y bien validada de proposiciones interrelacionadas. Estas proposiciones, nos dice Gergen (1994), son portadoras o transmisoras del conocimiento objetivo en tanto en cuanto es obtenible, y debe facilitar la prediccin y el control de la actividad humana. Como declaran Brown y Ghisell (1955), el objetivo del cientfico consista en comprender los fenmenos y, para saber si este objetivo se haba cumplido, era necesario que el cientfico fuera capaz de predecir y controlar las expresiones del fenmeno (en Gergen, 1994). Por ltimo, y en concordancia con lo que Kuhn (1962) nombr conocimiento acumulativo, existe una cuarta presuncin moderna sobre la ciencia, y es que sta genera investigacin progresiva. La promesa es que al aplicar mtodos empricos a la materia de estudio aprenderemos cada vez ms acerca de su carcter fundamental y es entonces cuando, al abandonar las falsas creencias, nos dirigimos al establecimiento de verdades confiables y neutrales.Sin embargo, como lo menciona Kuhn (1962), lo que parecen avances en el conocimiento, logrados por la acumulacin sistemtica de saberes, son slo alteraciones de perspectivas. Para l, una vez establecido un paradigma, mientras proporcione certezas y marcos definidos para explicar la realidad, gozar de cierto estatus dentro del ambiente cientfico, dejando al margen otras explicaciones no privilegiadas. Como el mismo autor lo menciona la ciencia normal [] se predica suponiendo que la comunidad cientfica sabe cmo es el mundo. Gran parte del xito de la empresa se debe a que la comunidad se encuentra dispuesta a defender esa suposicin, si es necesario a un costo elevado. (p.25). No obstante, llega un momento en el que la profesin, y especficamente la comunidad cientfica que la representa, ya no puede pasar por alto las anomalas o diferencias que ponen en peligro las certezas privilegiadas, y es cuando se inician las investigaciones extraordinarias que conducen a que la disciplina adopte un nuevo conjunto de compromisos, es decir, a que incorporen una nueva base para la prctica de la ciencia. Aquellos episodios extraordinarios en que tienen lugar esos cambios de compromisos profesionales son los que Kuhn denomina revoluciones cientficas (1962). Las revoluciones cientficas rompen la tradicin que hasta ese momento guiaba los pasos de la ciencia normal.Y es que como menciona Paul K. Feyerabend (1975), el desarrollo de la ciencia no slo consiste en hechos y conclusiones extradas de ellos, tambin lo conforman ideas, interpretaciones y problematizaciones a partir de la diferencia en esas interpretaciones. En su trabajo titulado Tratado contra el mtodo, este autor declara que el conocimiento no tiene que ser necesariamente acumulativo, ya que incluso puede generarse a partir de cualquier conjunto predeterminado de procedimientos de investigacin. Desde el punto de vista de Gergen (1991a), estas dos obras atacan al pensamiento fundamentalista de la ciencia y, es entonces, cuando comienza una etapa post-emprica donde se cuestionan las bases racionales del conocimiento. Como consecuencia de estos ataques al fundamentalismo emprico, se cuestiona la idea de verdad y comienza a verse como un asunto de perspectiva. El conocimiento, nos dice Gergen, puede ser visto como el resultado de los procesos sociales dentro de las interacciones sociales y los sistemas de comunicacin de la cultura de la ciencia.A partir de estas ideas se comienza a cuestionar el postulado de que las prcticas cientficas sean las nicas legtimamente capaces de producir verdad (Ibez, 1990), y por otro lado, aunque en la misma lnea discursiva, se puso en entredicho que fuese posible que el cientfico pudiera desprenderse de sus valores, puntos de vista, creencias y cosmovisiones, y convertirse en instrumentos objetivos para descubrir la realidad. Las primeras crticas hacan hincapi en el grado en el que los hallazgos experimentales estaban sujetos al sesgo propio del experimentador o las caractersticas exigidas que establece el experimentador (Gergen, 1994). Segmentos con un peso especfico importante de la comunidad cientfica buscan ahora alternativas que sean viables a la metodologa experimental (incluyendo la investigacin de campo, la investigacin cualitativa con mtodos de casos, mtodos dialgicos, por slo citar algunos). Y es que como mencionan Gergen y Warhus (2001), la objetividad bien podra ser un consenso entre subjetividades.Al plantear que la ciencia es slo una clase de discurso (Lyotard, 1989) y reflexionar sobre la perspectiva del observador, se pone en aprietos la condicin universal del conocimiento cientfico. Otro planteamiento sumamente cuestionado a la ciencia moderna, ha sido la asuncin de ahistoricidad en sus relatos, leyes, teoras, conocimientos. Como lo menciona Ibez, los criterios de verdad no pueden ser relativos al espacio, ni al tiempo, pues, algo que puede perder algn da su veracidad, no puede ser realmente verdadero (Ibez, 1990, p.52).Estas han sido las acepciones de la ciencia moderna que se convertiran en promesas; la universalidad, el progreso, la objetividad y el mtodo. Desde hace algunas dcadas, estas promesas estn siendo fuertemente cuestionadas por autores que han comenzado a preguntarse por aquellas tradiciones, ideas, saberes y mtodos que los supuestos modernos en ciencia haban dejado al margen (Felipe, 2002). De acuerdo con Limn (2005 a) an cuando durante esta poca-proceso se han hecho grandes avances tecnolgicos, tal parece que ahora la modernidad le est cediendo terreno a una nueva forma de pensar y a una nueva sensibilidad o conciencia colectiva, que algunos importantes tericos contemporneos han venido identificando con la postmodernidad.La apuesta postmodernaEn un primer momento, pareciera que la postmodernidad se resiste a ser caracterizada por criterios precisos. Paradjicamente, su definicin hace referencia a la falta de definicin alrededor de ella. No es fcil identificar, delimitar y describir qu es lo que entendemos por postmodernidad. Esta dificultad se hace latente porque lo que llamamos postmodernidad no puede identificarse con un movimiento uniforme y unitario, por el contrario, la pluralidad del trmino se debe a los mltiples campos en los que aparece su presencia. Como lo menciona Domnguez (1996), asignar una serie de caractersticas definitorias que se pueden usar como criterio de identidad es un procedimiento moderno contra el que se rebelan los postmodernos. Lo nico familiar a todas sus definiciones, o intentos de definicin, es un talante crtico a las promesas modernas incumplidas, como lo enuncia Domnguez (1996):La postmodernidad le critica a la modernidad su prepotencia, su pretensin de abarcar todos los aspectos de la realidad con los instrumentos de la razn. Le critica su afan [sic] de totalidad -e incluso de totalitarsmo [sic] - que se esconde tras su idea de teora -en el sentido de no dejar resquicios fuera de ella-. Su reduccin de la realidad en simplificaciones que niegan todo lo que no cae en su campo de dominio. Su pretensin de acceder a la verdad a travs de la razn (p.103).En el debate sobre la postmodernidad podemos encontrar recurrentemente dos posiciones. Una es la de aquellos tericos que hacen una crtica a la modernidad sin renunciar a su produccin (Habermas, 1988; 1989; Giddens, 1993). Es el caso por ejemplo de Habermas (1988), quien considera que el proyecto moderno est incompleto y por ello, para este autor, en lugar de abandonarlo como una causa perdida, deberamos aprender de sus errores. La otra posicin es de quienes creen en el agotamiento de la modernidad y sus fundamentos ideolgicos ms importantes, reconociendo una crisis sin retorno de la misma (Lyotard, 1986; Vattimo, 1986). Desde esta posicin, Lyotard (1986, p.30) nos dice que el proyecto moderno no ha sido abandonado ni olvidado, sino liquidado.Histricamente, el trmino postmodernidad surge en el arte, principalmente en la arquitectura, constituyndose como un fuerte movimiento artstico en contra del llamado movimiento moderno. Despus anida en la filosofa y finalmente se extiende a las ciencias, especialmente a las sociales. En este punto me parece pertinente hacer una aclaracin. An cuando en muchos textos se presenta una utilizacin indiferenciada de los trminos postmodernidad y postmodernismo, es importante esclarecer que existen diferencias entre ambos trminos. Estamos hablando de dos posibilidades para una misma raz. El trmino postmodernismo est relacionado con algunas referencias artsticas y la postmodernidad es un trmino general bajo el que pueden entenderse todas las posturas filosficas y cientficas que pretenden criticar radicalmente a la modernidad (Domnguez,1996; Parry, 2001).El giro postmoderno en psicologaEstas posturas crticas han sido en la psicologa motor de cambios importantes. Como lo menciona Gergen (1991 a), el giro postmoderno ofrece a la psicologa nuevas formas de conceptualizar sus potenciales. Entendida correctamente, la postmodernidad ofrece a esta disciplina un nuevo panorama positivo, diverso, alternativo, inclusivo, crtico y respetuoso al mismo tiempo. Como el mismo Gergen lo declara, la postmodernidad es un cambio en el cual las tradiciones establecidas, han sido de nuevo, puestas en tela de juicio desde todos los ngulos a la vez (Gergen, 1991 a, 1994, 2006).En contraposicin a los postulados modernistas, la postmodernidad propone que no existen propiedades universales y en cambio, nos invita a la reflexin contextual tomando en cuenta las circunstancias histricas de la investigacin. Como menciona Gergen (1991 a) la autoreflexin crtica es algo esencial para el estudioso postmoderno. De acuerdo con este autor, la postmodernidad tambin propone un objeto de estudio evanescente, dado que el discurso que da cuenta de la materia de estudio de una disciplina cientfica funciona sobre las bases de las convenciones sociales del lenguaje, hablar de un objeto de estudio permanente e independiente de los cambios contextuales que sufre el discurso sera ingenuo. En la condicin postmoderna el mtodo emprico pierde su posicin privilegiada y se da apertura a nuevas formas de acercarse a los relatos y las verdades locales o contextuales que genera la ciencia y se validan mtodos cientficos alternos al mtodo emprico. De acuerdo con Botella, Pacheco y Herrero (1999), el pensamiento posmoderno no rechaza el conocimiento cientfico como tal; rechaza el cientifismo segn el cual los datos de los discursos positivistas y objetivistas sobre la ciencia son los nicos autorizados a contribuir a la construccin de nuestra visin del mundo. Estos mismos autores piensan que este rechazo no se debe a que los mtodos tradicionales de la investigacin cientfica (e.g., los diseos experimentales y estadsticos) no aporten aspectos interesantes e importantes sobre los procesos psicolgicos humanos, ms bien nos advierten que, de mantenerse como las formas dominantes de investigacin psicolgica, estas tradiciones pueden obstaculizar el desarrollo de mtodos diferentes y de igual valor. Las implicaciones que la postmodernidad tiene en la psicologa no responden solamente al cuestionamiento de las verdades dadas por sentadas en nuestra disciplina, las creencias absolutas o los discursos cerrados y excluyentes (Limn, 2005 a); sino que tambin estn favoreciendo el surgimiento de nuevas y estimulantes formas de plantearnos, explorar y resolver los problemas de nuestra disciplina. Especficamente en la psicoterapia, y de acuerdo con Trujano y Limn (en prensa), desde este nuevo punto de vista, no se trata de ver los problemas de las personas como categoras universales o ahistricas, sino como construcciones sociales caractersticas de un momento histrico y de una particular forma de pensar, tanto en las personas que asisten a consulta como de los terapeutas. El planteamiento de los problemas como construcciones sociales, nos acerca a la propuesta del construccionismo social, otro de los relatos que surge de las ciencias sociales y que, partiendo de una crtica de los presupuestos modernos, desemboca en una explicacin-propuesta especfica acerca de cmo construimos, explicamos y nos contamos la realidad.Deslizamiento del construccionismo social en la escena psicolgicaAl margen de sus antecedentes en los aos sesenta y setenta del siglo pasado, es bsicamente en los ochenta cuando el construccionismo social empez a delinearse conceptualmente, primero en las universidades, para posteriormente emigrar al campo de la terapia familiar (Limn, 1997). Con gran influencia de la filosofa hermenutica, con autores como Gadamer y Derrida, y la sociologa del conocimiento (Berger y Luckman, 1966), el construccionismo social, comenz a trabajar con metforas que le permitieron perfilar mejor su propuesta. Fueron Berger y Luckman quienes con la publicacin de su obra en 1966, La construccin social de la realidad dieron la pauta a una nueva forma de conceptuar la realidad y el conocimiento. De acuerdo con Ibez (1990), por sus fuentes de inspiracin, la orientacin socioconstruccionista puede ser considerada como una aproximacin eclctica y como un mecanismo abierto y enriquecedor. Esta caracterstica, nos dice este autor, permite ver la realidad desde diferentes perspectivas y al mismo tiempo considerar otras posibilidades. En el caso del construccionismo, concretamente, ste se ha enriquecido de esa gran tendencia identificada con el movimiento postmoderno (Gergen, 1991, 2006; Limn, 2005b; Trujano y Limn, en prensa). Adems, la interpretacin sobre la funcin del lenguaje ha sido uno de los elementos ms significativos de esta nueva consciencia colectiva, que es como Gergen llama a la postmodernidad (Gergen, 1991 b), y esto acerca a la psicologa con la filosofa hermenutica, la filosofa de la ciencia y la sociologa del conocimiento. Posiblemente por su cercana con la sociologa, mbito donde aparece el libro seminal del construccionismo social[footnoteRef:1], la psicologa social fue el rea en la que inicialmente comenz a permear la orientacin socioconstruccionista. Sin embargo, este movimiento ha trascendido los mbitos tradicionales de la psicologa social y se ha convertido en foco de atencin de otras reas de la psicologa, particularmente en el mbito teraputico. Para Limn (2005 a), es a mediados de los aos ochenta del siglo XX cuando el construccionismo se empieza a filtrar entre los escenarios de la psicoterapia; l considera que se ha debido en gran parte a la apertura que se estaba propiciando, en esos aos entre los terapeutas familiares de corte sistmico, y tambin por la cercana que pareca existir con el constructivismo. En esa dcada fue que comenz a hablarse del giro interpretativo o hermenutico en la terapia familiar, as como de dilogo, discurso y narrativa (Limn, 2005 a). Para Biever, Bobele, Gardner y Franklin (2005) estas propuestas se originaron a partir de los modelos sistmicos y en ocasiones como una reaccin a stos. [1: La construccin social de la realidad (Berger y Luckman, 1966) es considerado el libro seminal del movimiento socioconstruccionista.]

Kenneth Gergen es considerado como el motor principal para el desarrollo del enfoque construccionista (Ibez, 1990; Limn, 2005 a), as como uno de los principales promotores de que este movimiento haya sembrado su semilla en el mbito de la psicoterapia (Elkam, 2006; Limn, 2005 a). Gergen (2006) se refiere al construccionismo social como:Dilogo que se desarrolla entre quienes participan y tienen ideas, valores y puntos de vista considerablemente variados. La divisin es tan sustancial a este dilogo, que no existe ningn repertorio de afirmaciones que suscite la adhesin de todos. Y an ms, la pretensin de establecer una verdad ltima, una lgica fundamental, un cdigo de valores, un inventario de prcticas sera contrario a la voluntad que el movimiento tiene de extender y liberar de sentido (p. 47).En el enfoque construccionista, nos dice Gergen, todo lo que damos por real y bueno se considera, tanto si nos referimos a la ciencia como a la vida cotidiana, como el producto de una relacin humana. Como el mismo autor declara, el movimiento construccionista surge de un contexto relacional o de una determinada forma de dilogo.Para Gergen (2006), existen diversas maneras de presentar la evolucin histrica del construccionismo social, algunas hacen remontar su historia a las obras de Nietzche, Goethe o Vico, otras refieren a los avances ms recientes que han realizado la sociologa del conocimiento o la historia de las ciencias. De acuerdo con este autor, el construccionismo se ha elaborado como resultado de debates muy extensos que se han nutrido tanto de la teora literaria, de la antropologa simblica, de los estudios feministas y de la antropologa posmoderna, como del anlisis del discurso, permitiendo que muchos terapeutas participen en este tipo de debates que de otra manera hubiesen sido de difcil acceso.La ms frtil de las ideas que han surgido de los dilogos construccionistas es aquella segn la cual nuestra concepcin del conocimiento humano y del yo, tienen su origen en las relaciones humanas Gergen (2006):Aquello que consideramos como verdadero y no falso, como objetivo y no subjetivo, como cientfico y no como perteneciente al mito, como racional y no irracional, como moral y no como inmoral, ha nacido de grupos de individuos que tienen una situacin concreta en la historia y la cultura (p.48).Este planteamiento de Gergen, pone en duda la tradicin del individualismo y nos invita a considerar a la relacin como esencial al bienestar del ser humano. Para los autores construccionistas en general, el saber, la razn, la emocin y la moralidad, por ejemplo, no residen en la mente del individuo, sino en las relaciones (Gergen, 1991, 1994, 2006; Hoffman, 1996; Ibez, 1990). Es en la relacin, donde se encuentran la verdad y el sentido (Ibez, 1990; Crespo, 2003). Esta idea de un saber comunitario (Gergen, 2006), desafa la nocin de verdad o, en sus palabras, la posibilidad de que las modalidades de relatar de los cientficos, as como las de cualquier otro grupo, se acerquen a la verdad objetiva de lo que existe (p.49). El construccionismo, incluso, sugiere que cuando describimos la realidad, no hay un discurso que resulte, forzosamente, ser ms objetivo o preciso que otro. La exactitud, dice Gergen, se puede alcanzar en el seno de una comunidad o tradicin dada, es decir, en conformidad con las reglas y prcticas por las cuales se rige y le son propias. Para l, cualquier intento para determinar el relato supremo ser slo el resultado de un acuerdo comn (Gergen, 2006).El mismo Gergen nos conmina a no tergiversar las ideas construccionistas, pues comenzar a considerar las afirmaciones sobre el saber como construcciones sociales no implica que stas sean falsas o insignificantes, por el contrario, el construccionismo nos alienta a reconocer que cada tradicin, por limitada que sea, nos ofrece alternativas para vivir en comn. De acuerdo con este autor, el construccionismo no trata de eliminar las ideas y las prcticas existentes, ms bien, nos invita a considerar los lmites de estas tradiciones, a extender nuestro dilogo, y a enriquecer nuestras maneras de practicar de forma que se inscriban en una perspectiva relacional (Gergen, 1994, 2006).Terapia como construccin socialDentro de la concepcin tradicional y moderna de los problemas, tambin se pone un nfasis particular en que stos se encuentran dentro de los individuos. El construccionismo da un giro radical que repercute en las formas de conceptuar y desarrollar la terapia, este cambio implica ir del Yo (self, individualidad, identidad) a la relacin.Del individuo a la relacinEn la cultura occidental, de antiguo, el individuo ha ocupado un lugar de importancia abrumadora (Gergen, 1991 b, 1994). La visin del mundo dividida en individuos, nos han conminado a estructurar la economa, la cultura, la educacin, la religin y la ciencia en torno a la idea de la existencia de tomos de la sociedad, que son los individuos. Hemos creado instituciones alrededor de esta creencia que al mismo tiempo han ayudado a su legitimacin. Y es que como dice Caro (2003), el individuo es la primera gran herencia de la modernidad.Y de la modernidad nos vienen otras herencias interesantes, como bien observa Gergen (1994), el surgimiento de la psicologa como ciencia fue una consecuencia de la cultura cientfica moderna. La psicologa es, originalmente, un proyecto de la modernidad (Caro, 2003). Es innegable que la psicologa moderna, como ciencia est basada en una concepcin del individuo como sujeto, con un alma, mente o aparato psquico interno (Kvale, 1992, en Caro, 2003). Kennet Gergen es, sin duda, quien ms ha trabajado sobre la construccin social del yo. Desde inicios de la dcada de los noventas con la publicacin de su trabajo el yo saturado, Gergen (1991 b) ha relativizado la tradicional creencia de ver al yo como la unidad fundamental, universal y ahistrica de la humanidad. Al respecto, este autor nos dice:Creemos que las relaciones van y vienen y lo nico que permanece inclume hasta la muerte es nuestro yo. Este es el centro en torno del cual gira la sociedad; las relaciones son productos secundarios artificiales, derivados de la interaccin entre los individuos. No obstante lo que nos parece tan natural y evidente en la vida cotidiana es peculiar de occidente e histricamente perecedero (Gergen, 1991b, p.300).Desde el construccionismo, el individuo es considerado un participante en mltiples relaciones, y sus problemas slo son problemas a raz de la forma en que estn construidos en algunas de estas relaciones. Es importante recordar que, para el construccionismo social, nuestras formulaciones encuentran siempre su orientacin y sus lmites en los sistemas de lenguaje en que vivimos (Gergen y Kaye, 1996). Ahora bien, como lo mencionan Botella et al. (1999), el hecho de que los problemas, para ellos objeto de la psicoterapia, sean productos de la construccin discursiva no implica que sus efectos sean banales o irreales. Las construcciones de la experiencia estn ancladas en convenciones sociales, culturales, lingsticas, narrativas, histricas, relacionales y discursivas que, si bien es cierto que cambian, no lo hacen de la noche al da. Para estos autores, es en el seno de estas convenciones, no precisamente efmeras, donde tiene sentido el ejercicio de la psicoterapia.El desafo para el terapeuta es facilitar la reinterpretacin del sistema de significados en el cual se sita el problema. Debe entablar un dilogo activo con los que sustentan la definicin del problema como un copartcipe en la construccin de nuevas realidades (Gergen y Warhus, 2001). Giros construccionistas en psicoterapiaEste cambio paradigmtico repercute en las prcticas psicoteraputicas, pues nos conmina a ir de la mente al discurso (Gergen y Warhus, 2001). Para estos autores la terapia tradicional se concentra en los estados mentales del individuo. Por lo tanto, la meta del terapeuta de acuerdo con esta tradicin, es transformar la mente individual. Por el contrario, en los dilogos emergentes sobre la construccin social del conocimiento, se ha dado un cambio, donde el significado que "cada uno tiene dentro de su cabeza" se ha convertido en el significado "entre personas" (Gergen, s.f.; Gergen y Warhus, 2001). Pasando de lo individual (mente) a lo relacional (discurso).Puesto que las personas estn inmersas en mltiples relaciones, cada una construyendo su identidad y su mundo a su manera, el ideal del self unificado no resulta atractivo e incluso puede verse poco adaptativo (Gergen, 1991 b). Por lo tanto, otro giro de este cambio en psicologa, va de la singularidad a la pluralidad (Gergen y Warhus, 2001). Estos ltimos autores consideran que a las terapias tradicionales les fascina la metfora de lo singular y lo unificado, y que stas se han comprometido con la idea de que existe una sola verdad. El ideal tradicional del self afirma que posee un mundo mental coherente, integrado y unificado (Gergen, s.f., 1994). Sin embargo, el construccionismo pone en tela de juicio estos romances tradicionales con la unidad. Si bien este autor acepta que existen diferentes construcciones de lo real, cada una vlida dentro de su propia comunidad, lo que le quita vigencia al concepto de una "verdad nica y coherente" es que a la larga resulta simplista y potencialmente opresora. La propuesta que los autores construccionistas hacen a la psicoterapia se extiende una vez ms, pues otro cambio importante invita a los terapeutas a ir de los problemas a la potencialidad futura (Gergen y Warhus, 2001). Como se sabe, la psicologa como disciplina se ha visto influida por otras ciencias y, en sus inicios, al tratar de buscar la validez y el reconocimiento de los grupos cientficos, se tom a la medicina como el modelo de referencia (Halgin y Krauss, 2003). Por ello, la psicologa tradicional se basa en el modelo mdico, en donde los problemas de los pacientes se definen como patologas (Gergen y Warhus, 2001). En correlacin con esta idea la tarea del terapeuta desde la tradicin mdica, sera entonces la de curar al paciente de su problema. Y adems, agregan estos autores, que si hay un problema es necesario diagnosticarlo. El enfoque construccionista, en contraste, postula que es un error suponer que existen problemas o enfermedades independientes de la interpretacin que hacemos de ellos.En consecuencia, el construccionismo social nos exhorta a que, como terapeutas, nos preguntemos a qu nos conduce aceptar las etiquetas diagnsticas psicopatolgicas como si fueran ciertas e inmutables y, ms an, estamos en la obligacin de cuestionarnos si esa aceptacin de la patologa nos conduce a un tipo de relacin con los consultantes, en la cual se abran el mximo de espacios posibles para el cambio (Botella et al., 1999). Con esta nueva posicin respecto al problema, no como algo interno e individual, sino como interpretaciones, que adems se construyen socialmente, los terapeutas afiliados al construccionismo han decidido dar un giro radical a la concepcin de la terapia (Anderson y Goolishian, 1996; Botella et al.; Hoffman, 1996; Limn, 2005 a). De verla como un proceso de cura, en donde es necesario explorar el problema, conocer sus causas ms profundas y diagnosticarlo, para slo despus comenzar a erradicarlo, a una nocin de terapia como proceso de bsqueda de soluciones que permitan di-solver lo que hemos aprendido a llamar problemas. Es decir, hay un cambio ms pro-activo en las implicaciones teraputicas derivadas del dilogo construccionista. Al ubicar la fuente del significado en el proceso dialgico, y no como algo en el interior de una mente individual, comenzamos a reconocer que la construccin del significado forma parte de una actividad social (Anderson, 1999; Gergen y Warhus, 2001). Porque el significado se crea en la accin y se regenera, o no se regenera, en los procesos de coordinacin subsecuentes; siguiendo a Wittgenstein: el significado nace del uso social (Wittgenstein, 1953 en Gergen y Warhus, 2001). En estas nuevas terapias centradas en las soluciones (de Shazer, 1992; Beyebach, 1999; Rodrguez y Beyebach, 1994, 1997 a) y en el dilogo teraputico (Anderson, 1999; Limn, 2005 a, en prensa), ms que hablar de problemas, se exploran los recursos y las metas para el futuro. En cuanto a las tcnicas de las terapias emergentes del construccionismo social, si bien hay puntos de toque, son en su mayora creativas y singulares. Los dilogos surgidos de las reflexiones y propuestas de los terapeutas y tericos cercanos al construccionismo han alimentado la transformacin general de la teora y de la prctica en psicoterapia. Por supuesto este dilogo no est concluido, por el contrario, es una conversacin abierta, que va enriquecindose constantemente con la aparicin de nuevas dudas, crticas y propuestas. Antes de entrar de lleno a revisar las aportaciones especficas de diversas modalidades teraputicas de corte postmoderno y construccionista, considero importante revisar las metforas o analogas, hasta el momento ms recurrentes en psicologa, y sus respectivas implicaciones teraputicas, para contrastarlas posteriormente con este nuevo cuerpo de metforas emergente de las implicaciones postmodernas y construccionistas. Entre ellas las que han surgido de la aportacin de los tericos literarios, hermeneutas y aqullos que desde hace varias dcadas han recurrido a las metforas del texto para dar cuenta de lo que acontece en terapia.El uso de la analoga o metfora en la cienciaAunque cuando hablamos del uso de analogas, no necesariamente nos referimos a igualar o equiparar dos trminos, sistemas u objetos, de forma general, el empleo de analogas consiste en establecer una correspondencia entre las propiedades, y/o caractersticas de un fenmeno conocido con otro que se desea caracterizar (Leatherdale, 1974). Como lo describe Ferrater (1994), la analoga es, en trminos generales, la correlacin entre los trminos de dos o varios sistemas u rdenes, es decir, la existencia de una relacin entre cada uno de los trminos de un sistema y cada uno de los trminos de otro. El uso de las analogas es ampliamente compartido por diferentes escenarios del quehacer humano, la ciencia por supuesto es uno de ellos. Y es comn su empleo porque resulta beneficioso, al menos en un primer acercamiento (Leatherdale, 1974), para quienes se mueven dentro esta tradicin, ya que, entre otras cosas, ayuda a reducir el tiempo que originalmente tomara caracterizar un nuevo objeto de estudio. Tambin nos permite echar mano del trabajo pretrito de otros investigadores. Incluso, en trminos pragmticos, el uso de analogas o metforas tambin facilita la difusin del conocimiento, pues, an cuando no se encuentren en el mismo campo de conocimiento, permite la familiarizacin con los nuevos conceptos, al retomar ideas que ya han sido ampliamente discutidas. Es por ello que a lo largo de la historia han surgido ideas y formas de accin derivadas de otras reas del conocimiento o formas de expresin humanas (Limn, 2005a), es decir, el empleo de las analogas ha sido un mecanismo que permite enriquecer los cuerpos tericos y aplicados de la tradicin cientfica. De acuerdo con Limn, es comn recurrir a este mecanismo para darle forma a un pensamiento, para buscarle coherencia a una idea o para derivar un modelo cientfico que permita configurar una explicacin. Incluso, no existe un planteamiento que no haya recurrido a alguna analoga, metfora o modelo, sobre todo en sus inicios, aunque eventualmente pudiera llegar a adquirir cierta autonoma conceptual a lo largo de su desarrollo (Limn, 2005a). Frecuentemente, las teoras psicolgicas, al igual que otras ciencias humanas y sociales, se constituyen sobre un modelo o metfora del ser humano (Crespo, 2003), y ms recientemente de sus relaciones.White y Epston (1993) piensan que toda formulacin es interpretativa; que estas formulaciones son el resultado de una indagacin determinada por nuestros mapas o analogas o, como dice Goffman (1974), por nuestros marcos interpretativos (en White y Epston, 1993). Taylor (1971), piensa que, justamente, la parte esencial de las ciencias sociales es el proceso de interpretacin (en Gergen, 2005). Por lo tanto, para estos autores, las analogas que empleamos determinan nuestro examen del mundo, las preguntas que hacemos acerca de los hechos, las realidades que construimos y los efectos reales experimentados por quienes participan en la indagacin (White y Epston, 1993). Otra caracterstica interesante de las analogas, sobre todo por sus efectos profesionales en los terapeutas, es que tambin son formas de pensar que suelen trasladarse hacia otras esferas de su existencia, incluidos sus proyectos o estilos de vida (Limn, 2005a). En este mismo sentido, Feyerabend (1962) piensa que las teoras cientficas son formas de mirar al mundo y su adopcin afecta nuestras creencias y expectativas generales, y en consecuencia, tambin nuestras experiencias y nuestra concepcin de realidad (en Limn, 2005a). Lo que nos hace pensar que, si bien es cierto que las teoras cientficas se nutren de metforas disponibles de la sociedad en que se desarrollan, a su vez, tambin se constituyen como productoras de metforas o analogas que son utilizadas por las personas para dar sentido a su existencia (Crespo, 2003). Pero cmo seleccionamos las analogas que adoptamos? Segn White y Epston (1993) nuestras preferencias por ciertas analogas vienen determinadas por mltiples factores, incluyendo los ideolgicos y las prcticas culturales imperantes.En el mundo de las ciencias sociales, podemos ver reiteradas veces el uso de la analoga y la metfora para producir conocimientos particulares del mundo social. El uso de la metfora o analoga de la mquina por un lado y del modelo mdico por otro, han influido de forma determinante en la direccin que ha tomado nuestra disciplina y que ha conformado el grueso de productos y saberes derivados de la investigacin psicolgica actual. Sin embargo, con la aparicin del socioconstruccionismo y la influencia de la filosofa hermenutica en psicoterapia, ha comenzado a emerger un nuevo cuerpo de metforas o analogas para la psicologa, lo que ha redireccionado los objetivos e intereses de los terapeutas narrativos o postmodernos. Me refiero al uso reiterado de la analoga del texto (Anderson, 1999; Anderson y Goolishian, 1996; Gergen, 2005; White y Epston, 1993). Antes de hablar sobre este giro, ser necesario hacer una revisin de las principales analogas o metforas empleadas por la psicologa.La analoga del ordenador: las personas como procesadores de informacin FundamentosComo mencionan White y Epston (1993), en sus inicios los estudiosos de las ciencias sociales buscaron en las ciencias fsicas positivistas mapas para basar su interpretacin de los acontecimientos de los sistemas sociales. Siendo las ciencias fsicas o duras, las que se encuentran en la punta de la pirmide del modelo positivista, durante mucho tiempo han marcado la pauta de cmo se debe proceder en la tradicin cientfica. Atendiendo a los mltiples beneficios que reporta el uso de analogas, en el siglo pasado, una interpretacin de la fsica se traslad al mundo histrico-social, los investigadores sociales de orientacin cientfica del siglo XIX y principios del XX trataban de realizar un programa que ya haba sido formulado por varios autores clsicos a partir del renacimiento: una fsica del mundo social (Carrera 2002; Mardones y Ursua, 1994).Como consecuencia, al tomar como ejemplo a la fsica, la psicologa traslad la metfora o analoga de la mquina para explicar los fenmenos que le acontecan a su objeto de estudio. Lo que impresion a los cientficos que trabajaron en este marco fue la regularidad, la fijeza y la naturaleza previsible de los fenmenos (Vexler, 1998). En la analoga de la mquina se cree que las personas operan como si fueran una mquina compleja, que responden de maneras sistemticas a los estmulos del ambiente, de la misma manera que un motor responde a los estmulos de la gasolina, del aceite y del agua (Gergen, 2005). Para Granada (2000), el xito de esta metfora, en la clnica, se debe a que una buena parte de los problemas de la mquina corporal que estaban ligados a desarreglos de su estructura y/o funcin, ya fuera por causas internas o externas, se han podido explicar, neutralizar o abolir desde la tradicin positivista. Posteriormente, esta analoga se fue refinando y encontr un nuevo modelo a seguir: el ordenador.A finales de los setenta la teora cognoscitiva se constituy como un autntico paradigma dentro de la psicologa social (Ibez, 1990). Este enfoque meta-terico, sostiene Ibez, descansa sobre el modelo del hombre como procesador de informacin, articulndose en torno a la metfora del ordenador que subyace a las modernas ciencias cognitivas. Esta teora se present como un principio unificador y transdiciplinar. El objetivo era, segn Hastie (1980), promover la metfora del procesamiento de informacin como un vehculo terico comn a todas las ciencias psicolgicas (en Ibez, 1990). La ciencia cognitiva contempornea se construy sobre la premisa de una estrecha semejanza entre la inteligencia humana y el ordenador (Hardy y Jackson, 1998).Al retomar el ordenador como analoga para describir el funcionamiento humano se establece como meta lograr constituirse como un paradigma cientfico que busca propiedades universales (Caro, 2003; Gergen, 1994). De acuerdo con Caro (2003), este afn hace que las terapias cognitivas se rijan por una legitimacin extrnseca, importando el mtodo hipottico-deductivo de las ciencias naturales.Adoptar la metfora del ordenador condujo a pensar la cognicin humana en trminos de hadware y software; es decir, en trminos estructurales por una parte y procesales por otra (Crespo, 2003; Hardy y Jackson, 1998; Ibez, 1990). As pues, las teoras psicolgicas desde este enfoque se parecen a los programas de ordenador, que pueden escribirse sin conocer el hadware que los ejecuta, que en el caso de los humanos, desde esta lgica, seran las bases fisiolgicas. An cuando los cientficos conductistas y cognoscitivos reconocen que los procesos fisiolgicos dictan las instrucciones a los programas de aprendizaje, pensamiento y memoria, dentro de estos mismos cientficos hay quienes consideran que la psicologa debe ser una disciplina autnoma de la fisiologa (Hardy y Jackson, 1998). Porque grosso modo, a los psiclogos cognitivos les interesa la forma en que procesamos la informacin, es decir, cmo es que la percibimos, la interpretamos, la almacenamos y la recuperamos (Morris y Maisto, 2001). Por ejemplo, el acreditado modelo de Atkinson y Schiffrin (1968) sobre la memoria, propona que la informacin que proviene de nuestros receptores sensoriales pasa por diversas etapas: almacenamiento sensorial breve, memoria de corto plazo y memoria de largo plazo (en Matlin y Foley, 1996).Esta orientacin ha repercutido en la mayor parte de los campos de investigacin en psicologa; memoria, aprendizaje, inteligencia e incluso, el estudio de la interaccin social y la emocin (Pozo, 2006). De forma paralela, ha dado origen a nuevos entendimientos en la psicoterapia (Beck, 2000; Mahoney, 1997; Riso, 2006). El modelo cognitivo en psicoterapia propone que todas las perturbaciones tienen en comn una distorsin en el pensamiento, que influye en el estado de nimo y la conducta de los pacientes (Beck, 2000). La terapia desde este modelo supone, fundamentalmente, identificar los pensamientos, sentimientos y actitudes que estn fallando para despus modificar los pensamientos negativos (Caro, 2003). El objetivo primordial del tratamiento es buscar la reestructuracin sistemtica de las cogniciones, para orientar y reajustar creencias y actitudes arraigadas, inservibles, de modo que sean ms congruentes con las exigencias de la realidad (Yost, 1991).Desde este enfoque el terapeuta es un cientfico que gua. Para Caro (2003), la psicologa cognitiva que parte de postulados modernistas, afirma que los individuos son seres humanos que se supone no conocen su propia mente y, por tanto, necesitan de los expertos en psicologa para comprenderse a ellos mismos y desde luego, lograr cambios. En opinin de esta autora, toda la tecnologa cognitiva se dedica a trabajar con el individuo racional y controlador, y a usar y potenciar en la medida de lo posible esas aptitudes racionales, convirtiendo al ser humano en un cientfico que se observa, controla y autorregula.Esta tecnologa cognitiva de cura o correccin, es ms evidente al analizar los objetivos de sus formas teraputicas especficas, por ejemplo cuando buscan comprobar hiptesis, encontrar respuestas racionales, o en el anlisis de la lgica incorrecta, el uso del dilogo socrtico, el A-B-C del funcionamiento psicolgico (Ellis, 1979; Ellis y Herper, 1962) o la tcnica de evidencia ante el jurado.En contraste, los modelos teraputicos postmodernos proponen que ms que mquinas procesadoras de informacin, las personas son generadoras de significado, y por ello, desde esta perspectiva, no se trabaja con las fallas en la mquina, sino que la conversacin teraputica fomenta la emergencia de formas de vida en un contexto determinado, ms cmodas, adaptativas y funcionales para las personas.El modelo mdico trasladado a la psicoterapia FundamentosOtro importante rubro dentro de la psicoterapia son aquellas prcticas identificadas con el modelo mdico. stas parten, igualmente, de una visin mecanicista del ser humano. Como en la medicina, la psicologa al retomar este modelo, visualiza a las personas como organismos que pueden llegar a enfermar por algn dficit o mal funcionamiento (Halgin y Krauss, 2003). En el caso de la medicina, el objetivo es hacer patente ese mal funcionamiento o enfermedad, que puede darse a conocer por sntomas, para curarlo y devolver a la persona a la normalidad. Para ello es necesario hacer un diagnstico, ejecutar un tratamiento y evaluar el resultado. Una importante proporcin de las prcticas psicoteraputicas actuales, funcionan con esta misma lgica y recurren a este mismo procedimiento. Como menciona Szasz (1960), en la medicina se habla de enfermedades corporales, mientras que en la psicologa apoyada en el modelo mdico, se habla de enfermedades o trastornos mentales.La enfermedad mental, apunta Thomas Szasz, no es literalmente una cosa, o un objeto fsico, la enfermedad mental slo puede existir en la misma medida en que existen otros conceptos tericos; sin embargo, con el uso cada vez ms familiar de los constructos tericos, llegamos a creer en ellos, de tal forma que los constituimos en verdades objetivas o hechos (Szasz, 1960). Desde la lgica del modelo mdico, dice Szasz, se supone que algn defecto neurolgico, tal vez sutil, acabar encontrndose como causante de los trastornos del pensamiento y la conducta. Para este autor la nica diferencia planteada por el modelo mdico, entre las enfermedades mentales y las enfermedades corporales es que, las primeras, que afectan al cerebro, se manifiestan por sntomas mentales; en tanto que las otras, que afectan otros sistemas orgnicos (e.g., la piel, el hgado, corazn, etctera.), se manifiestan por medio de sntomas que se dejan relacionar con dichas partes del cuerpo. Dicho planteamiento ha sido cuestionado por la propuesta socioconstruccionista y postmoderna, pues si como terapeutas nos ocupamos de las enfermedades mentales, entendidas como una disfuncin orgnica, dejamos de lado, otro tipo de problemas que tambin han sido catalogados como enfermedades mentales. Hablamos de lo que Thomas Szasz denomina problemas de la vida, y que est relacionado con las creencias, necesidades o diferencias de opinin que pueden suscitarse en la vida cotidiana y que evidentemente, no pueden ser relacionados con una deficiencia o lesin de tipo neurolgico. Estos problemas de la vida, encuentran su explicacin, ms bien, en el seno de las relaciones y las comunicaciones (Gergen y Warhus, 2001; Szasz, 1960). Para Harlene Anderson (1999), por ejemplo, estos problemas no tienen una causa que deba ser descubierta; no necesita ser rotulado. En su opinin, las ideas de que los problemas deben ser diagnosticados se basan en un punto de vista dualista de que hay una realidad objetiva, y dentro de ella, un problema con caractersticas verificables.Las prcticas teraputicas tradicionales sitan al terapeuta en el papel del experto que evala el estado de la mente del individuo, discrimina sus represiones, conflictos, falsas ideas, o aberraciones cognitivas, y corrige tales fallas a travs de la terapia. La idea de privilegiar el estado mental individual proviene del postulado modernista que percibe al individuo como tomo (Gergen y Warhus 2001). En este mismo trabajo, los autores explican que con la postmodernidad, pierde credibilidad la propia realidad de un paciente cuya mente debera ser conocida y modificada. Y es que, en este sentido, afirma Gergen (1994), el origen de la cognicin no puede entenderse ni explicarse sin hacer referencia a la cultura, la interaccin y el lenguaje.De ah que los autores postmodernos prefieran alejarse de estas posturas rgidas y patologizantes, donde prevalece una relacin teraputica jerrquicamente vertical para, en cambio, adherirse a visiones ms flexibles en las que ambos, terapeuta y consultante, son agentes del cambio. El mismo construccionismo social propone toda una serie de metforas alternativas (Gergen, 2006). Estas metforas buscan alejarse de aquellas ms mecanicistas, (ciberntica, servomecanismos o bucles de retroalimentacin) y fisiolgicas o biolgicas (de donde provena la influencia del modelo mdico), que durante algn tiempo dominaron el campo de la psicologa.El giro interpretativo: cambio de metforas en psicoterapiaPara Kenneth Gergen (2005), en aos recientes la metfora de las personas como textos ha sido ampliamente difundida. Liberada ya, de la caracterizacin mecanicista que la confinaba al mbito de las tcnicas, la psicoterapia surge como un proceso de construccin interpersonal (Fruggeri, 1996).En el caso de las terapias narrativas, hay una marcada preferencia por las analogas relacionadas con los avances ms recientes de las ciencias sociales, libres de realidades objetivas (White y Epston, 1993). Me refiero, bsicamente a la denominada analoga del texto. Esta metfora o analoga permite considerar la interaccin de las personas como la interaccin de los lectores con respecto a ciertos textos. Los expertos en ciencias sociales llegaron a la conclusin de que no podemos tener un conocimiento directo del mundo, y que todo lo que las personas saben de la vida lo saben a travs de la experiencia vivida. Fue entonces que algunos investigadores, que adoptaron la analoga del texto, argumentaron que para entender nuestras vidas y expresarnos a nosotros mismos, la experiencia debe relatarse, y que es precisamente el hecho de relatar lo que determina el significado que se atribuir a la experiencia (Hoffman, 1999; White y Epston, 1993). Para estos ltimos autores, esta analoga hizo posible concebir la evolucin de las vidas y las relaciones en trminos de lectura y escritura de textos, en la medida en que cada nueva lectura de un texto es una nueva interpretacin de ste, y por lo tanto, una nueva forma de escribirlo.La metfora de las personas como texto, desde el abordaje clnico, nos permite vincular las actividades teraputicas con los avances de la filosofa de la ciencias sociales en general y con el estudio de la hermenutica en particular (Gergen, 2005). Tal es el caso de las terapias narrativas, postmodernas y construccionistas que han emergido como resultado de este cambio de metforas para la psicologa, y cuya propuesta analizaremos en el siguiente captulo.

Puntos crticosConsideramos que las diferentes practicas teraputicas resultan beneficiosas y utiles, sin embargo son utiles creeos que no tienen porque abarcar la totalidad de las practicas al considerar a todas estas praticas como tradiciones creadas es posible cuestionarlas por lo que buscamos es ampliar el calos que las de el contar cin una ayor diversidad de practicas teraputicas y que esde algunas ecadas se han configurado nuevas foras de hacer terapia y que estas nuevas formas arcan diferencias radicales con los planteamisntoe de las practics relacionadas con la analoga de las personas como maquinas y que establecen vnculos con un nuevo cuerpo de metforas (lo de limnUna de las metforas mas importantes es retomada de la lingstica y la fislosofia hermenutica, aquella donde las personas son vistas como textos en movimiento, y que abren la gamma de laternativa para la psicoterapia.

Me gustara aclarar que en ningn caso se trata de descalificar o deslegitimizar la propuesta mdica o cognitiva para psicoterapia. La crtica construccionista de la prctica psicolgica no pretende descalificar a sta en su totalidad (Crespo, 2003). (AQU PODRAS DESCRBIR ALGUNAS TERAPIAS Y SUS ALCANCESO SEA POR EJEMPLO EN EL TRATAMIENTO DE ADICCIONES (BLA BLA BLA, AOS), DE FOBIAS (BLA BLA BLA, AOS).)Sin embargo, continan diciendo estos autores, cuando el positivismo, definido por ellos como la idea de que es posible tener conocimiento directo del mundo, empez a ser objeto de conocimiento, los expertos en ciencias sociales se dieron cuenta de que otros cientficos procedan por analoga.Mas all de eso, desde mi particular punto de vista, son las implicaciones, terapeticas, las que me procupan, los modelos cognitivos de la psicologa han proporcionado evidentes resultados de los actuales precoupaciones d ela psicologa, es innegable su eficacia en los tpicos relacionados con el aprendizaje, la memoria, la atencin (citar algunos autores) o en trminos teraputicos sus trabajos relacionado con el control de adicciones, fobias