Capitulo 2 Nqnmpn Dequehablamos 1

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2- Cuando hablamos de Neuquén, ¿de qué hablamos? (Primera parte) Estos textos se refieren a Neuquén; sin embargo, para ser precisos es necesario formalizar el con- cepto. Por supuesto, Neuquén es una provincia y se entiende qué es tal cosa, pero aquí se aplican enfoques politológicos y sociosemióticos que exigen una definición acorde a los objetivos del traba- jo. Como sociedad, Neuquénes una noción que comprende no solo a las comunidades que viven en su territorio, sino que también alcanza a los grupos vinculados a ellas en cualquier lugar del país (por ejemplo, estudiantes de Capital Federal, Córdoba y La Plata) y del mundo (gerentes de multi- nacionales con inversiones en la provincia). Como unidad económica implica a todos los actores y relaciones internas y externas que conforman sus subsistemas de producción y distribución de bie- nes. Ya desde sus inicios territorianos mostró una cultura distintiva y, desde que se constituyó como provincia, viene influyendo crecientemente en el devenir y las decisiones nacionales. ¿Cómo aprehender semejante complejidad mediante un modelo conceptualmente operable que exhiba los principales ele- mentos, estructuras y variables evolutivas, sin los cuales cualquier explicación sería insuficiente; un modelo abarcati- vo y, a la vez, manejable y comunicable? Veamos los abor- dajes teóricos viables desde la perspectiva de autores argen- tinos, a los que me remitiré principalmente, en la medida de lo posible, pues nuestros cientistas sociales son talentosos y han sido creativos por fuera del eurocentrismo y antipopu- lismo de la academia global. Empezaremos con los sociopolitólogos funcionalistas, como Torcuato Di Tella (2011). Exploradores de los mecanismos que hacen funcionarlas sociedades, definen con precisión actores, intereses, élites, alianzas y juegos de poder, pero suele escapárseles un gato muy grande: los procesos culturales de construcción de significados. Además, casi invariablemente, definen al Estado nacional y a la nación como unidad de análisis; poco se ocupan de los burbujeantes procesos regionales. El marxismo es una variedad por izquierda, que, al poner a la clase obrera como actor dinámico de los cambios, no solo ignora cualquier otro subconjunto social, sino que lo considera antirrevolucionario. Más cercanas a nuestros objetivos, las variantes de las teorías centro-periferia, muestran dos corrientes básicas: la estructuralista- keynesiana de la CEPAL (Prebisch, 1981) y la marxista o teoría de la dependenciade Cardoso y

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Historia de la Provincia de Nqn 1

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  • 2- Cuando hablamos de Neuqun, de qu hablamos? (Primera parte)

    Estos textos se refieren a Neuqun; sin embargo, para ser precisos es necesario formalizar el con-

    cepto. Por supuesto, Neuqun es una provincia y se entiende qu es tal cosa, pero aqu se aplican

    enfoques politolgicos y sociosemiticos que exigen una definicin acorde a los objetivos del traba-

    jo. Como sociedad, Neuqun es una nocin que comprende no solo a las comunidades que viven

    en su territorio, sino que tambin alcanza a los grupos vinculados a ellas en cualquier lugar del pas

    (por ejemplo, estudiantes de Capital Federal, Crdoba y La Plata) y del mundo (gerentes de multi-

    nacionales con inversiones en la provincia). Como unidad econmica implica a todos los actores y

    relaciones internas y externas que conforman sus subsistemas de produccin y distribucin de bie-

    nes. Ya desde sus inicios territorianos mostr una cultura distintiva y, desde que se constituy como

    provincia, viene influyendo crecientemente en el devenir y las decisiones nacionales. Cmo

    aprehender semejante complejidad mediante un modelo

    conceptualmente operable que exhiba los principales ele-

    mentos, estructuras y variables evolutivas, sin los cuales

    cualquier explicacin sera insuficiente; un modelo abarcati-

    vo y, a la vez, manejable y comunicable? Veamos los abor-

    dajes tericos viables desde la perspectiva de autores argen-

    tinos, a los que me remitir principalmente, en la medida de

    lo posible, pues nuestros cientistas sociales son talentosos y

    han sido creativos por fuera del eurocentrismo y antipopu-

    lismo de la academia global.

    Empezaremos con los sociopolitlogos funcionalistas, como

    Torcuato Di Tella (2011). Exploradores de los mecanismos

    que hacen funcionar las sociedades, definen con precisin

    actores, intereses, lites, alianzas y juegos de poder, pero

    suele escaprseles un gato muy grande: los procesos culturales de construccin de significados.

    Adems, casi invariablemente, definen al Estado nacional y a la nacin como unidad de anlisis;

    poco se ocupan de los burbujeantes procesos regionales. El marxismo es una variedad por izquierda,

    que, al poner a la clase obrera como actor dinmico de los cambios, no solo ignora cualquier otro

    subconjunto social, sino que lo considera antirrevolucionario. Ms cercanas a nuestros objetivos, las

    variantes de las teoras centro-periferia, muestran dos corrientes bsicas: la estructuralista-

    keynesiana de la CEPAL (Prebisch, 1981) y la marxista o teora de la dependencia de Cardoso y

  • Faletto (1977); pero sus autores no se dignaron a bajar a las subperiferias como Neuqun, siempre

    consideradas como epifenmenos.

    El populismo: una lgica sistmica de construccin poltica

    Centrado en los procesos de creacin, mantenimiento y desaparicin de imaginarios y simbolismos,

    ha tomado relevancia el posestructuralismo, del que Ernesto Laclau (2005), interesante mestizacin

    de Antonio Gramsci (1971) y Jaques Lacan, es un representante notable. Y si bien su aporte rele-

    vante es haber rescatado el rol del populismo, tan denigrado por liberales de izquierda y derecha,

    tambin a l se le escapan animales huidizos, como el papel de las lites y de los procesos tecno-

    comunicacionales. Lejos de calificarlo como oportunismo demaggico de lderes corruptos, anoma-

    la tpica del subdesarrollo, muestra al populismo como lgica de construccin poltica del pue-

    blo. En situaciones donde las demandas y desigualdades sociales son grandes, ese autor evidencia

    que las conjunciones de lderes carismticos con pueblos movilizados, que definen enemigos y

    elaboran discursos disruptivos, son legtimas construcciones polticas que, incluso, se verifican en

    los pases ms desarrollados.

    Todas las escuelas anteriores, en mayor o menor medida, son de tono holista, donde los macropro-

    cesos determinan los microprocesos, incluyendo los pensamientos y actitudes de las personas. Las

    escuelas que, contrariamente, asumen a las sociedades como conjunto de individuos negando la

    existencia de estructuras supraindividuales o considerndolas meros agregados, como los mercados

    de competencia perfecta son demasiadas para resumirlas aqu. Solo apunto que no es posible

    comprender presente y dinmicas de ninguna sociedad, y menos proponer acciones para modificar-

    la, a partir de una o varias encuestas ms algn grupo focal. Tampoco aportan las teoras crticas

    y las microfsicas del poder, minimalismos utpicos de salvacin personal y construccin de iden-

    tidades contrahegemnicas, incapaces de entender y conmover a los sistemas de dominacin. Sin

    embargo, de esas posturas intelectuales y polticas son rescatables la voluntad analtica, la denuncia

    de las desigualdades, los atropellos institucionales, el deterioro del medio ambiente, la concentra-

    cin de las riquezas y el no aceptar sin ms los poderes y ciertas verdades pretendidas como univer-

    sales.

    Queda una posibilidad: el anlisis de sistemas sociales. Sistemas es un enfoque denostado por las

    corrientes acadmicas predominantes; sin embargo, combina lo bueno de todas las posturas anterio-

    res. Un sistema contempla tanto las personas y las instituciones primarias (individualismo) como las

    relaciones entre ellas (estructuralismo), sin olvidar el contexto (holismo); de tal forma, puede postu-

  • lar modelos cualitativos complejos, a la vez que legibles, para elucidar la realidad y las dinmicas

    de cambio de las sociedades. Mario Bunge (1999), tambin argentino, es el filsofo que ms acaba-

    damente ha elaborado tal perspectiva. Antes de que amigos y colegas universitarios se encrespen

    por mencionar un autor positivista, permtanme decir que no comparto su olmpico desprecio por

    las metodologas cualitativas. Y ms lamento que, salvo espordicas menciones a Prebisch, no se

    haya ocupado de las relaciones de poder y desigualdad entre los centros desarrollados del planeta y

    los pases como el de su origen. En los fascculos que siguen me ocupar de la provincia en la que

    nac.

    Bibliografa

    Bunge, Mario (1999). Las ciencias sociales en discusin: una perspectiva filosfica. Buenos Aires,

    Editorial Sudamericana.

    Cardozo, Fernando Henrique y Falleto, Enzo (1977) Dependencia y desarrollo en Amrica Lati-

    na. Buenos Aires, Siglo XXI.

    Di Tella, Torcuato (2011). Sociologa de los procesos polticos. De la movilizacin social a la or-

    ganizacin poltica. Buenos Aires, Editorial El Ateneo.

    Gramsci, Antonio (1971). La poltica y el Estado moderno. Textos de los Cuadernos de la crcel.

    (Compilacin). Roma, Planeta-Agostini.

    Laclau, Ernesto (2005). La razn populista. Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica de Ar-

    gentina.

    Prebisch, Ral (1981). Capitalismo perifrico, crisis y transformacin. Mxico y Buenos Aires,

    Fondo de Cultura Econmica.