Campo Letrado 3 - Singles

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1 1 evelyn merino-reyna, La captura de Lima [entrevista] g. faverón, Blanco nocturno / c. reynoso, Los brujos del lago / a. m. muñoz, Después de las listas / e. chávez, Anh Jun andrezzinho, Construcción de los recuerdos / c. yushimito, Fantasmas [cuento] / d. la hoz, Teatro de cambio de siglo j. valenzuela, El reencuentro [cuento] / p. peña, Nuevos narradores uruguayos / r. koza, Tocar las imágenes año 2. número 3. issn 22279881 © ampo Letrado

Transcript of Campo Letrado 3 - Singles

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    evelyn merino-reyna, La captura de Lima [entrevista]g. favern, Blanco nocturno / c. reynoso, Los brujos del lago / a. m. muoz, Despus de las listas / e. chvez, Anh Jun

    andrezzinho, Construccin de los recuerdos / c. yushimito, Fantasmas [cuento] / d. la hoz, Teatro de cambio de sigloj. valenzuela, El reencuentro [cuento] / p. pea, Nuevos narradores uruguayos / r. koza, Tocar las imgenes

    ao 2. nmero 3. issn 22279881ampo Letrado

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    Nos gustara empezar este editorial reconociendo la impresionante actividad organizada por numerosas revistas de crtica literaria, de estudios de artes pls-ticas, arquitectura, cinefilia y teatrologa que se editan en Lima, as como mencionar tambin que a nuestra capital llegan los principales ensa-yos del mundo en idioma original y que es la caja de resonancia de la intelec-tualidad. Sin embargo, la realidad es ajena a esto que debera ser el pro-yecto cultural que merecemos tener como ciudad en crecimiento. En los ltimos meses hemos sido testigos de la polmica generada entre uno de nuestros principales artistas plsticos y la galera de arte de mayor resonan-cia en la ciudad, discusin que apenas conmovi a unos cuantos. El FAEL, orga-nizado por la Municipalidad de Lima en 2012 ni siquiera fue tomado en cuenta cuando se discuti si el gobierno edil realizaba obras durante su gestin. La Noche en Blanco de Barranco fue llamada verbena por muchos asistentes, y as, a pesar de las acciones que se realizan, Lima sigue a una gran distancia de la capital cultural que algunos, unos cuantos, soamos.

    En esta edicin, y fieles al deseo de lograr que nues-tra capital sea la ciudad que deseamos, fortalecemos nuestra red de colaboraciones internacionales con artculos y comentarios de Colombia, Argentina,

    Uruguay, Estados Unidos y Ecuador, pases a los que nuestra publicacin arriba con el

    afn de provocar la reflexin y conse-guir que estas gotas de agua constru-yan un gran ocano entre nosotros. As tambin, bajo el principio de que mejor que lamentarse sobre la ausencia de vida cultural es produ-cirla, Campo Letrado recoge en sus pginas artculos sobre fotografa,

    danza, teatro, cine y literatura. En creacin presentamos un cuento in-

    dito en el Per del interesante Carlos Yushimito y otro del reconocido escritor

    Jorge Valenzuela. La artista central de esta edicin es Evelyn Merino-Reyna, cuyo registro foto-

    grfico de Lima, producido desde el aire, nos muestra el vertiginoso crecimiento urbano que, esperamos, sea pronto proporcional al cultural.

    Lima, julio de 2013

    [ Memo 003-2013 ]

  • 6. No ha existido un loco tan querido en la televisin nacional como Csar Ureta. De otro tipo de locura nos habla, sin embargo, Gustavo Favern, en un artculo sobre Blanco nocturno, la ltima novela de Ricardo Piglia. 10. No de las brujeras del gran nadador Walter Ledgard nos informa Christian

    Reynoso, sino de los artistas plsticos del Crculo Pictrico Laykakota de Puno, conocidos como los Brujos del Lago. 14. Dnde est la lista?, se preguntaba el profesor Jirafales cuando buscaba el registro de asistencia. Aqu estoy!, deca la Popis. Y aqu estoy!, dijeron tambin los 39 escritores de los que nos habla Andrs Mauricio Muoz en informada crnica. 26. Una cmara y un parapente le han bastado a Evelyn Merino-Reyna para iniciar su destacado proyecto Lima ms arriba. 35. Speedy Gonzales, el ratn ms veloz del planeta, es todo un smbolo mexicano, al igual que el mundo de

    las telenovelas del que nos habla Carlos Yushimito en notable relato. 42. Ni telaraas ni poderes especiales necesita la coreana Ahn Jun para retratarse al borde de los edificios, como nos cuenta Edwin Chvez. 47. Definitivamente, Asu mare no fue la pelcula que vieron las dos amigas que retrata con

    maestra Jorge Valenzuela en su texto El reencuentro. 54. Nicols Diente Lpez, subcampen mundial sub 20 con Uruguay, encabeza la nueva generacin de futbolistas celestes que pronto reemplazarn a Cavani, Forln y Surez en el ataque celeste. Pedro Pea, por su parte, integra la hornada de nuevos escritores en las tierras de Juan Carlos Onetti. 60. Los directores de esta revista discuten por temas editoriales con el mismo fervor y entusiasmo que

    los directores de cine a los que alude Roger Koza. 66. Amor sin fronteras y Mal amor son algunos de los xitos del combo cumbiambero Explosin de Iquitos. De ms explosiones, esta vez referidas al teatro peruano del cambio de siglo, nos informa Diego La Hoz.

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    [ Crmenes ]6

  • < GUStAVO FAVERn (Lima, Per, 1966). Profesor asociado en Bowdoin College, Maine. Autor de Rebeldes: sublevaciones indgenas en Hispa-noamrica en el siglo XVIII (2006). Editor de Toda la sangre. Antologa de cuentos peruanos sobre la violencia poltica (2006). Director de Dissidences. Uno de los blogueros ms ledos del mundo hispano.

    < ANDRS MAURICIO MUOZ (PoPayn, CoLombia, 1974). Su libro Desasosiegos menores (2011) gan en Colombia el Premio Nacional de Libro de Cuentos UIS 2010. Bajo el ttulo Hombres sin epitafio fue considerado en 2011 uno de los cinco mejores libros de ficcin publicados ese ao en Colombia. Cuentos suyos han aparecido en diferentes antologas.

    < MARA BELN MILLA (Lima, Per, 1991). Estudia Literatura en la PUCP. Ha practicado danza clsica y flamenca. Compulsiva lectora de Julio Cortzar y admiradora de la msica de Gustavo Cerati. Prepara su primer libro de poesa, provisionalmente titulado El acto retorno.

    > CHRIStIAN REYnOsO (Puno, Per, 1978). Escritor y periodista. Es autor de las novelas Febrero lujuria (2007) y El rumor de las aguas mansas

    (2013). trabaj como editor periodstico de la Asociacin SER. Estudia la Maestra de Literatura Hispa-noamericana en la PUCP. Prepara un libro sobre la historia de la pintura en Puno durante el siglo XX.

    > AnDREZZInHO (bogot, CoLombia, 1975). Ilustrador. Sus trabajos han sido publicados en revistas, textos escolares y libros de literatura infantil y juvenil.

    Public el cmic Bastonazos de ciego en un blog que luego fue editado como libro objeto en Argentina. Escribe un guion para una historieta de largo aliento y saca a pasear a su perrita Lul tres veces al da.

  • < EDWIN CHVEZ (iquitos, Per, 1983).Ha publicado el libro de cuentos 1922 (2005). En 2009 fue finalista del Premio de Novela El Comer-cio. Se desempea como administrador de la plataforma de blogs y diseo web del portal La Mula. Su trabajo narrativo ha sido recogido en diversas antologas.

    < ROGER KOZA (buenos aires, argentina, 1968). Es programador de Ficunam (Mxico) y Filmfest Hamburg (Alemania). Ha publicado Con los ojos abiertos (2004) y trabaja dos nuevos libros que publicar en 2014. Publica regularmente en el diario argentino La Voz del Interior y en su blog Con los Ojos Abiertos (www.ojosabiertos.otroscines.com).

    Campo Letrado, revista de artes, busca difundir la reflexin y el dilogo de intelectuales bajo el principio de que el arte es uno solo.

    > DIEGO LA HOZ (Lima, Per, 1971).Dramaturgo y director de teatro. En 1999 fund el grupo Espacio Libre. Ha sido premiado en el IV y V Festival de

    teatro Peruano Norteamericano por La puerta y Asunto de tres, respectivamente. Ha llevado a escena obras de Eduardo Adrianzn, Csar De Mara y Sara Joffr. Su trabajo teatral ha recorrido diversos pases latinoamericanos.

    > PEDRO PEA (san jos de mayo, uruguay, 1975).Escritor y profesor de Literatura. Autor de Eldor (Premio Nacional de Narrativa 2006), La noche que no

    se repite (2010), Ya nadie vive en ciertos lugares (2010), No siempre las carga el diablo (2010) y Tampoco es el fin del mundo (2012). Ha publicado trabajos crticos y de ficcin en El Pas Cultural y en La Diaria.

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    [ GUStAVO FAVERn ]

    Si algn escritor vivo en Amrica Latina toma genuinamente su obra como un trabajo explo-ratorio, ese es Ricardo Piglia. Su ltima novela, Blanco nocturno que lleg trece aos despus de la anterior, Plata quemada, y treinta aos detrs de la pri-mera, la extraordinaria Respiracin artificial (1980), si bien no implica un cambio en la direccin general o aparente de su obra, seala, s, su voluntad de sumergirse cada vez ms hondamente en los tpicos que han marcado sus aventuras anteriores.

    Esto quiere decir, en primer lugar (para el tenso alivio de los asiduos), que Blanco nocturno ofrece todos los elementos que los piglimanos esperan

    LEER LA LtIMA NOVELA DE PIGLIA ES RECONStRUIR PGINAS, REtOMAR ESPACIOS, DIALOGAR CON SUS AN-tIGUOS PERSONAJES, ENSAYAR VNCULOS E INtERPREtACIONES. EN SUMA, ES CONFIRMAR UNA VEz MS LA CALIDAD DE UN ESCRItOR qUE SE RENUEVA SIN ALEJARSE DE SU UNIVERSO CONStRUIDO.

    blanco nocturno, de ricardo piglia:la locura es ciencia y la verdad se guarda en los manicomios

    descubrir en una ficcin del argentino: la experimen-tacin con el caos, la filosofa del delirio, esa suerte de encanto voyerstico por entrever los horrores del pasado fundidos con el presagio de un futuro lleno de nuevos terrores, la metfora de la historia como sea en clave, o, ms bien, la historia entendida como una yuxtaposicin de metforas que algo de-beran decir sobre el presente y el porvenir, pero que lo dicen en una lengua ajena, cifrada, indescifrable.

    Como en La ciudad ausente (1992) y Respiracin artificial, en esta novela suya la sabidura se confun-de con la locura, y el amor, con el pnico, y la re-cuperacin de la memoria semeja un accidentado

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    proceso de exhumacin, en el que las esquirlas del pasado afloran manchadas por el barro negro de las pequeas vergenzas personales.

    Blanco nocturno es, despus de todo, el relato de una violenta disputa familiar, y sus actores componen una intrincada genealoga en cuyo seno las relacio-nes interpersonales no parecen corresponder nunca con la expectativa ms ordinaria: los hermanos, si no son solo medio hermanos, son gemelos idnticos, los padres son padrastros, las madres son fugitivas de la maternidad, los amantes son virtualmente descono-cidos, los desconocidos son cfrades y los amigos, enemigos.

    Emilio Renzi, el protagonista de Respiracin arti-ficial y de cuentos memorables como La loca y el relato del crimen, vuelve a situarse aqu como un observador que paulatinamente se coloca en el cen-tro mismo de la trama, como una de las conscien-cias narrativas y uno de sus puntos de vista. Junior,

    el actor principal de La ciudad ausente, se inmiscuye en cameos notables, la vieja redaccin del diario re-aparece y el campo donde la pequea ciudad pro-vinciana se erige parece el mismo campo de fosas excavadas y cadveres calcinados de aquella novela anterior.

    Porque ahora, para alguien entrenado en la obra de Piglia, todos los elementos repetidos arriban con una carga semntica previa: los personajes arrastran a la espalda y sobre los hombros el equipaje emocio-nal e intelectual con que el autor los ha ido vistiendo en las ficciones anteriores, y los espacios de la ficcin se llenan inmediatamente con la alucinacin de las novelas previas.

    Piglia retorna tambin sobre tpicos mayores de las letras argentinas: el tren que lleva y trae a Renzi del pueblo provinciano es inevitablemente una evo-cacin del que conduce a Juan Dahlmann a la perdi-cin o a la pesadilla (o a la perdicin en la pesadilla)

    En la novela, la sabidura se confunde con la locura, y el amor, con el pnico, y la recuperacin de la memoria semeja un accidentado

    proceso de exhumacin.[ ]

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    en El sur de Borges. Y la estructuracin misma de los espacios de la narracin, con la engaosamente ntida delimitacin entre el mundo urbano y el rural, responde tambin a la lgica borgeana de ese mis-mo famoso cuento.

    Pero en Piglia, claro, la frontera se difumina in-cluso ms, se hace ms endeble. Renzi piensa: es mentira que la ciudad sea el espacio de la historia, la memoria y la experiencia; el campo est acaso ms surcado de vestigios, ms infinitamente escrito y reescrito, el campo mismo es espacio vital y cemen-terio, y est hecho, entonces, de la sedimentacin inabarcable de todos los tiempos, confundidos unos con los otros.

    tambin aqu, el dinero, como en Plata quemada, tiene un valor simblico en su relacin con la moral y la tica de los personajes: Blanco nocturno es, al fin y al cabo, una ficcin sobre el idealismo y el com-promiso, sobre la derrota de los ideales personales en la bsqueda de cristalizar esos mismos ideales, una novela sobre la cooptacin de los sueos y la renuncia involuntaria al paraso personal que uno quiere construir en el mismo gesto idealista con que lo destruye: la fbrica (que antes fue el museo, en La ciudad ausente, y antes la mquina narrativa que es en s misma Respiracin artificial) es el santuario de

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    un ideal delirante condenado a la extincin junto con la de su alucinado constructor.

    Policial enloquecido, novela psicolgica en la que brilla la ausencia de la normalidad, triste defensa del sueo que acaba por subrayar la desconfianza ante los sueos, en Blanco nocturno quienes se asoman a la verdad habitan manicomios y quienes la ven o la intuyen tienen que silenciarla. Acaso la novela ms negra de Piglia, la ms escptica, es tambin una de las ms ldicas, porque en ella vuelve a refractar-se esa extraordinaria visin pigliana de la existencia misma surgida del juego de la escritura y la lectura, que no es sino el juego mismo de la vida y de la muerte, el nico juego que jugamos y perdemos in-terminablemente.

    [ adn ]DIRECtOREsANtONIO MOREttIJUAN CARLOS bOnDYMIGUEL RUIZ EFFIO

    REDACCIn, CORRECCIn, COnCEPtO GRFICO Y DIAGRAMACIn: Equipo editorial Campo Letrado / PRODUCCIn AUDIOVIsUAL: Leonardo Moretti / AsIstEnCIA EDItORIAL: Gabriela Schiappacasse /PREPREnsA E IMPREsIn: Litho & Arte S. A. C. / PUbLICIDAD Y COntRAtOs: [email protected]

    IMAGEn DE LA PORtADAValle de Caete. Fotografa de Evelyn Merino-Reyna.

    [email protected] CampoLetradoEditoresHecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per: 2012-04176 / ISSN: 2227-9881

    es una publicacin de Campo Letrado Editores SAC / DIRECCIn: Calle Los titanes 185, dpto. 404-B, La Campia, Chorrillos / tELFOnOs: [051] 998-443-117, [051] 966-544-819, [051] 999-581-338 / Impreso en el Per

    El contenido de esta revista s puede ser reproducido parcial o totalmente sin permiso de los editores. Las opiniones expresadas por los colaboradores en sus artculos no representan necesariamente la posicin de la revista.

    ampo Letrado

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    [ CHRIStIAN REYnOsO ]

    crculo pictrico laykakota:los brujos del lago

    EL FAMOSO CRCULO PICtRICO LAYkAkOtA (1933-1940) ES LA PRIMERA Y MS IMPORtANtE EXPRESIN DE LA PLStICA PUNEA EN EL ALtIPLANO PERUANO, qUE, EN SU VIDA ORGNICA, DIO ORIGEN A tODO UN MOVIMIENtO ARtStICO qUE REPRESENt Y PINt EL SENtIMIENtO INDGENA DEL POBLADOR DE LOS AN-DES. SU INFLUENCIA SE EXtENDI, COMO UNA IMPRONtA, PARA LA CREACIN DEL GRUPO qUAtERNARIO EN LA DCADA DE 1980 Y, POStERIORMENtE, PARA LAS NUEVAS Y MS RECIENtES GENERACIONES DE ARtIStAS PLStICOS DE PUNO.

    La fundacin del Crculo Pictrico Laykakota se remonta al 18 de marzo de 1933, cuando se realiz en Puno una primera reunin entre los pintores Amadeo Landaeta, Carlos Dreyer, Carlos Rubina, Genaro Escobar, Joaqun Chvez y Florenti-no Sosa, con el objetivo de crear un grupo que repre-sentase a la pintura punea y que, adems, inspirase una suerte de escuela. tras esta reunin, el 1 de abril se decidi instalar el crculo en el nmero 44 de la calle Puno. Dos das despus, el 3 de abril de 1933, fue fundado oficialmente con la intencin de dar

    mayor realce y organicidad a la actividad plstica punea. Su principal promotor fue Amadeo Landaeta y sus primeros socios, Joaqun Chvez, Genaro Esco-bar, Carlos Dreyer, Manuel Morales, Juan Pealoza, Carlos Rubina, Florentino Sosa, Luis Neira, No Fer-nndez y Jorge Pardo del Valle, quienes desarrollaron la primera poca de actividad del crculo.

    Este crculo, [conformado por] toda una promo-cin de espritus inquietos y de probada sensibilidad esttica, trabaj con responsabilidad, ansia y bs-queda del desgarramiento del paisaje collavino y

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    Existe una limitada bibliografa respecto a la actividad del Crculo Pictrico Laykakota, y no hay consenso sobre los

    nombres de los pintores que lo conformaron.[ ]del quehacer humano esencialmente andino, indic Florentino Sosa, uno de sus fundadores. Y es que, como lo afirma Jos tamayo Herrera en su Historia social e indigenismo en el Altiplano, en el siglo XX prcticamente no existieron expresiones pictricas en Puno, y las que hubo se perdieron sin dejar huella.

    En la primera mitad del siglo XX apareci Enri-que Masas Portugal, a quien se considera como el precursor de la pintura punea y quien fue, en pa-labras de tamayo Herrera, el primer pintor puneo que pint el paisaje altiplnico, pero incursion to-dava vagamente en la pintura indigenista, aunque su ejemplo fue importante para la aparicin de un movimiento ms vigoroso a partir de 1933. Se re-fiere, pues, al Crculo Pictrico Laykakota, donde la pintura punea se indigeniza y adquiere una inten-cin indudablemente verncula, volcndose hacia el paisaje y los temas del Altiplano. Esta intencin y actividad, segn tamayo, los lleva a convertirse en

    una verdadera academia pictrica informal, y por su influencia dentro de la pintura punea puede pa-rangonarse con el Grupo Orkopata dentro de la lite-ratura. [As], los miembros de Laykakota marcaron el periodo cenital de la pintura punea.

    Pese a esto, es necesario destacar que existe una limitada bibliografa respecto a la actividad del Cr-culo Pictrico Laykakota. Asimismo, no hay consenso sobre los nombres de los pintores que lo conforma-ron, tanto en lo referido a sus fundadores como a quienes se integraron posteriormente. Sabemos, sin embargo, que su primera poca abarc el perio-do comprendido entre 1933 y 1936 y su segunda poca desde 1936, ao en que se integraron nue-vos miembros, hasta el final de sus actividades, en 1940. De esta forma, el Crculo Pictrico Laykakota reuni, adems de a los ya nombrados, a Gustavo zegarra Villar, Raquel Valcrcel, Ral Echave, Fer-nando Manrique, Jos Aguilar, Francisco Montoya

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    Riquelme, Roberto y Simn Valencia, y Leonor Ro-sado. Estos cinco ltimos ingresaron en 1936, se-gn lo consigna el mismo Montoya Riquelme en sus apuntes personales.

    Los Laykakotas se reunan los domingos. Por las maanas salan a pintar al campo, en las afueras de Puno. Cada uno llevaba sus instrumentos de pintura para instituir una especie de sesin al aire libre. Por la tarde, al volver a la ciudad, iniciaban discusiones crticas sobre el trabajo que haban hecho durante la maana. As, las opiniones, comparaciones y puntos de vista de los integrantes del grupo contribuan a mejorar su plstica individual y colectiva.

    todos los miembros del crculo cultivaron el leo, la acuarela, los dibujos a lpiz, el carbn, los gra-bados y las xilografas y aguatintas. tan solo Genaro Escobar incursion, de manera original, con el uso de la chilligua, especie vegetal del Altiplano. Y al-gunos de sus miembros, como Carlos Rubina y Juan Pealoza, destacaron tambin como msicos.

    En 1940, el Crculo Pictrico Laykakota dej de funcionar. Las razones son desconocidas. Acaso porque cada uno de sus miembros empez una bs-queda individual dentro de su quehacer artstico? O, lo que es ms probable, porque cada cual asumi mayores responsabilidades laborales que terminaron

    por apartarlos del quehacer artstico, considerando que la mayora de ellos no eran pintores profesiona-les, sino que, al ostentar diversos cargos, dedicaban parte de su tiempo a su aficin por la pintura? En ese sentido, solo a Carlos Dreyer, de los miembros de la primera poca, podra considerrsele como el nico que viva de su pintura, para lo cual tena un taller bien equipado y trabajaba con disciplina. De la promocin de la segunda poca puede nombrarse a Francisco Montoya Riquelme como a uno de los pocos que continu con la labor pictrica a cuestas durante toda su vida, ya sea como creador o como profesor de arte. Por eso, despus de sus aos de permanencia en el crculo decidi viajar a Bolivia para perfeccionarse en el quehacer artstico.

    En sus siete u ocho aos de actividad (1933-1940), el Crculo Pictrico Laykakota desarroll una labor de proyeccin pictrica no solo local y na-cional, sino tambin internacional, que le permiti crear una pintura indigenista, slidamente autcto-na, a consideracin de tamayo Herrera. He ah su valor. Luego de su disolucin, muchos de sus inte-grantes continuaron desarrollando una labor artstica y cultural que en el devenir de los aos les otorg un lugar importante en la historia de Puno, a diferencia de muchos otros nombres que desaparecieron para

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    siempre. El crtico francs Henri tracol del Journal de Pars dijo del arte de los Laykakotas: tengo que expresar mi admiracin para el esfuerzo del grupo de Los Brujos del Lago y mi esperanza de que los pintores puneos lograrn crear una pintura autcto-na, tan diferente a la europea, en sus modelos y en su tcnica.

    Actualmente, algunos de los cuadros de los miem-bros del Crculo Pictrico Laykakota pueden verse en el saln de la pinacoteca del Museo Carlos Dreyer, en el Club kuntur de Puno, en colecciones particu-lares, y, por supuesto, muchos otros se han perdido definitivamente en el tiempo.

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    BOOM, POsBOOM, NEOBOOM, NOBOOM, ANTIBOOM: ARtIFICIOS O DIAGNStICOS DE LO qUE SE ES-CRIBE EN HISPANOAMRICA? qU HA SUCEDIDO DESPUS DE LA ELECCIN DE LOS MEJORES ESCRItORES EN HABLA CAStELLANA? EL RESPALDO DE LA CRtICA A LA OBRA DE CIERtOS ESCRItORES PARECE SER UN RE-qUISItO INDISPENSABLE PARA SUPERAR LAS FRONtERAS, AUNqUE, COMO ILUStRA EL SIGUIENtE ARtCULO, EStA REGLA NO SIEMPRE SE CUMPLE.

    [ ANDRS MAURICIO MUOZ ]

    y despus de las listas, qu?

    Hace cinco aos se haba suscitado una gran expectativa en Colombia en torno a la divul-gacin de la lista Bogot 39, la cual era una seleccin de autores que, a juicio de los evaluadores, estaba conformada por los 39 escritores menores de 39 aos ms representativos de Latinoamrica. Esta iniciativa, que surgi de las entraas mismas del Hay Festival Cartagena, fue acogida de inmediato por la organizacin Bogot Capital Mundial del Libro 2007 como una forma de visibilizar a los autores que te-nan el talento y potencial para definir las tendencias que marcaran el futuro de la literatura latinoame-ricana. De tal suerte que, por algunas semanas, se

    suscit una especie fervor en torno a este proceso, al mejor estilo de una multitud que, congregada en torno a la plaza de San Pedro, espera la resolucin de un cnclave.

    Unos meses ms tarde se conoci la lista. En ella descollaban nombres de alto vuelo en la literatura, como Junot Daz, Jorge Volpi y Juan Gabriel Vsquez, autores que, tal vez, poco o nada requeran de ese espaldarazo que los visibilizara. Sin embargo, la pre-misa era clara en cuanto a que, al margen de su nivel de reconocimiento, eran autores capaces de definir una tendencia o sealar el camino. Pero, tambin, supimos de autores de los que, si bien tenan una

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    Supimos de autores de los que, si bien tenan una obra interesante y algo de notoriedad en sus propias geografas, muy poco se haba

    escuchado ms all de sus fronteras.[ ]obra interesante y algo de notoriedad en sus propias geografas, muy poco se haba escuchado ms all de sus fronteras. Me refiero a nombres como el chi-leno lvaro Bisama, el brasileo Joo Paulo Cuenca o el boliviano Rodrigo Hasbn. Por Colombia, los es-cogidos fueron Juan Gabriel Vsquez, Ricardo Silva Romero, John Jairo Junieles, Antonio Ungar, Antonio Garca y Pilar quintana.

    En ese momento a m, personalmente, me llen de alborozo la inclusin de alguien como Junieles en la lista. La razn de esto es que no solo lo conoca, sino que su eleccin vena a materializar una suerte de culto con el que se reconoca su trabajo. En ese momento Junieles era un escritor bastante joven, ga-nador de varios premios nacionales de literatura tanto en poesa como en narrativa, y cuya obra era cono-cida a raz de la publicacin de algunos ttulos en editoriales independientes que subsistan en el medio gracias al fervor y ahnco de editores comprometidos

    con el oficio. De tal manera que su nombre cada vez sonaba con ms fuerza en el medio literario. Un par de semanas ms tarde, en uno de los eventos en que presentaban a los autores provenientes de ms de diecisiete pases frente a los grandes medios, pude verlo luego de varios meses en los cuales no haba-mos tenido contacto. Sin embargo, cuando intent abordarlo, me llen de temor y opt por confundirme entre el pblico sin siquiera saludarlo. Esa noche me sent como un tonto, aunque reflexion al respecto. tal vez Junieles, pens, ya no era el mismo autor con quien haba compartido tertulias literarias, aferrados ambos a una cerveza como si de esa sujecin de-pendiera la vida; quiero decir que, al fin y al cabo, ahora era un autor ungido por la crtica y los medios, lo cual lo pona en otro nivel.

    El ruido de la lista dur poco ms de un ao, tiempo en el que los autores se vieron expuestos a diferentes eventos, concedieron entrevistas, hicieron

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    y deshicieron sus valijas, muchas veces para per-manecer confinados primero en un avin, despus en la habitacin de un hotel y, al final, rodeados de fervorosos lectores y sesudos panelistas, quienes lan-zaban ingeniosas preguntas en espera de que estos espolearan toda su capacidad para el sarcasmo, el aforismo o la irona. Dice el escritor argentino Mar-tn Caparrs, cuando habla de este fenmeno que, con el tiempo, se fue armando un mercado y ese mercado produjo, de algn modo, un espacio latino-americano que antes no exista, donde los escritores menores de cincuenta se conocen, se encuentran, se sienten parte de algo, de lo mismo. Sin duda todos conocemos este fenmeno y, de alguna manera, lo aplaudimos; hace varios aos, escrib un artculo en el que me quejaba de la falta de integracin entre los autores latinoamericanos; criticaba, tambin, la incapacidad o desinters de los grandes sellos por darnos a conocer lo que se escriba en otras geo-grafas. Hoy, es evidente, el panorama es algo ms alentador. Sin embargo hay quienes, como Caparrs, advierten sobre la fragilidad con que se sostiene este andamiaje cuando dice, en su texto Vida de pluma (diario El Pas, diciembre de 2012): Con los aos haba aprendido, sobre todo, a preparar un bolso para cinco das. Necesitaba dos pares de pantalones,

    un saco por si la mesa redonda era ms seria que lo acostumbrado, la guayabera aquella que le ha-ba regalado la venezolana, la malla para la pileta, una camisa blanca para la fiesta ms prometedora, media docena de libros propios para regalar a quien tocara, dos ajenos para poder comentarlos en las ce-nas, las pastillitas esas. Haba aprendido a hablar con las personas indicadas. Haba aprendido los nombres de seis peruanos, dos ecuatorianas, una docena de chilenos, doscientos ocho mexicanos y un guatemal-teco. Haba aprendido, sobre todo, a desplegar todo su encanto en esas mesas: a colocar la dosis justa de sarcasmo, citas, sonrisas displicentes, tedio disi-mulado y elogios zalameros que haca las delicias de cada concurrencia. Era un len una leona de las mesas: un perfecto producto para eventos. Lo que le molesta a Caparrs se traduce en que, como l mis-mo lo dice, algunas ferias se han convertido en una suerte de eventos donde todo gira en torno al libro y sus autores y, sin embargo, no se leen libros. Es como ir a un festival de cine, afirma, y no a ver las pelculas, sino solo las conferencias de prensa.

    Volviendo al tema de Bogot 39, debo decir que, poco a poco, la marea baj. Fue entonces cuando cada uno, a su ritmo, se vio de nuevo enfrentado al desafo constante que supone ser un escritor: la

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    soledad del oficio. Soledad no solo en cuanto al acto de creacin en s mismo, que va aparejado de rigor y esmero por encontrar la textura pre-cisa sobre la que reposar el relato o dotar de seduccin al lenguaje, sino aquella que consiste en la bsqueda constante de un editor que apueste por su obra, lo cual suele ser mucho ms traumtico en algunos casos. Incluso siendo parte de la lista.

    Algunos aos despus, experi-mentos similares hallaron tierra frtil Supimos enton-ces de nuevos autores gracias a la lista de Granta, la cual daba a conocer a los novelistas jvenes ms prometedores en lengua castellana. La feria del libro de Guadalajara, por su parte, nos revel lo que a su juicio son los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana. Hay quienes, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, desvirtuaron la seleccin realizada; ocurre que, cuando se trata de un ecosistema tan complejo en el que intervie-nen editores, agentes, periodistas culturales y una intrincada maraa de intereses, resulta complicado comprender qu tan riguroso fue el proceso en tr-minos estrictamente literarios. Pero la inclusin en

    la lista de Granta de autores como Patricio Pron, Samanta Schweblin, Andrs Felipe Solano, Elvira Nava-rro o Carlos Yushimito justifica todo el andamiaje alrededor de la lista. Estos son, a todas luces, escritores capaces de construir con los aos una obra bastante interesante. El escritor colombiano Juan Fernando Hincapi piensa que an es apresu-rado emitir algn juicio responsable sobre la obra de estos autores; por

    ahora, le parece, son legibles y correctos, aunque solo el tiempo se encargar de dar un veredicto mucho ms aterrizado. Aunque tambin afirma con algo de entusiasmo que, en el caso de Alberto Ol-mos, tambin presente en la lista de Granta, pudo advertir en su estupenda novela Trenes hacia Tokio el brillo de la gran literatura.

    Granta demostr ser muy acertada cuando inici este experimento con su seleccin britnica, en la cual con el tiempo descollaron autores de la talla de Ian McEwan, Martin Amis, Julian Barnes y Graham Swift. Despus, en dos ocasiones, hizo lo propio con auto-res norteamericanos, de cuya primera edicin surgie-ron algunos de los que hoy son considerados grandes

  • 18

    [ ]Se ha creado una suerte de logia o cofrada que visibiliza a estos autores y les depara acuciosos lectores, ms all del ruido que suele producir su constante exposicin en los medios.exponentes de la literatura en lengua inglesa, entre los que suele destacar Jonathan Franzen. De tal manera que para muchos la gran expectativa es que, con la seleccin en castellano, se d un fenmeno cuando menos similar; sin embargo, un rpido repaso a la oferta editorial muestra que sobre estos autores, por el momento, an no hay tanta vehemencia en cuanto a la difusin de sus obras. S se ha creado, no obstan-te, una suerte de logia o cofrada que los visibiliza y les depara acuciosos lectores, ms all del ruido que suele producir su constante exposicin en los medios. El desafo radica entonces en la posibilidad de con-solidar en torno a ellos una apuesta real en trminos editoriales y de difusin transnacional; es decir, ir ms all de la inversin que supone montarlos en un avin, pagarles un hotel de lujo e incluirles viticos por unos cuantos das, a fin de que sean el deleite de algunos cuantos entusiastas para quienes es ms importante la exposicin del autor, al margen de su obra.

    Pero tambin es vlido entender las listas como un elemento cosmtico de socializacin literaria que poco efecto pueda tener en trminos literarios, como bien lo manifiesta Patricio Pron. A l le interesa, en cambio, la proximidad y la complicidad que gene-ran entre los autores que participamos en ellas, que a menudo resultan en amistades de largo aliento. Pron no es un autor que piense en trminos de fronteras y de pblico; asimismo, no cree que la inclusin en una lista haya afianzado su propio proceso creativo o lo haya arrojado con mayor confianza a la conquista del medio editorial. De cualquier forma, es pertinente entender que la trayectoria de este autor estaba bas-tante bien delineada desde antes de la aparicin de la lista de Granta y tal vez por ello pueda entenderse que en l est claro el equvoco que se suele suscitar en muchos en cuanto a que este tipo de reconocimien-tos supone una avalancha de contratos de edicin, traduccin y dems. Buena parte de los contratos

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    de traduccin de mis libros a otras lenguas ya haban sido firmados antes de que se publicase la lista de Granta, as que no puedo decir mucho al respecto. De todos modos, me parece que es un error pensar que este tipo de listas tiene algn impacto en ese aspecto del negocio editorial, ya que existe un entramado de agentes y subagentes, editores y scouts, publicaciones peridicas y catlogos que hacen que un editor profe-sional no necesite ninguna lista de este tipo para sa-ber qu se est produciendo en Amrica Latina o en cualquier otro sitio. En mi opinin, las listas solo sir-ven a los fines de la sociabilidad literaria, como una especie de juego de omisiones y de presencias que los lectores pueden jugar si es que les gustan ese tipo de juegos, pero no tienen ningn valor prescriptivo. Y, por consiguiente, ningn valor econmico real.

    En cuanto a los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana, auspiciado por la Feria del Libro de Guadalajara, podramos decir que el

    escenario no es tan alentador; no por la seleccin en s misma, pues al fin y al cabo tuvimos la posibilidad de conocer a autores que han venido recorriendo un camino y explorando unas formas alrededor de procesos bastante rigurosos, sino porque el mpetu y difusin de esta iniciativa prcticamente concluy el mismo da del cierre de la feria. Una lstima, toda vez que ah aparecen nombres bastante interesantes que ameritaran un poco ms de atencin por parte del medio. De aquella lista solo podra arriesgarme a mencionar los que fueron seleccionados por Colom-bia (Andrs Burgos, Luis Miguel Rivas y Juan lvarez), pues la vecindad geogrfica que nos une me permite dar fe de la labor constante que desempean en tor-no a la escritura. El eco de esta lista, como deca, se desvaneci muy rpido; ah quedan los nombres, de tal manera que la tarea de buscar sus obras y leerlos est de nuestro lado. tal vez la proliferacin de este tipo de experimentos impidi que el de Guadalajara

    El eco de esta lista se desvaneci muy rpido; ah quedan los nombres, de tal manera que la tarea de buscar sus obras

    y leerlos est de nuestro lado.[ ]

  • 20

    encontrara tierra frtil en un mercado que an no terminaba de asimilar los nombres y las obras de las selecciones anteriores.

    De cualquier manera, es pertinente ser explcito en cuanto al carcter arbitrario y subjetivo de las listas; es decir, no ser parte de ellas en ningn momento supone el no ser un autor con potencial para eri-gir una obra de verdadera vala literaria. Basta con mencionar que jvenes autores como Yuri Herrera (Mxico), Juan Sebastin Crdenas (Colombia), Jon Bilbao (Espaa), Valeria Luiselli (Mxico), Marcelo Lillo (Chile), Claudia Apablaza (Chile), Ignacio Fe-rrando (Espaa), tryno Maldonado (Mxico) o Juan Esteban Constan (Colombia) no han hecho parte de ninguna lista y, sin embargo, gozan de prestigio en el medio literario. Son escritores talentosos y com-prometidos con su oficio. Juan Sebastin Crdenas, por citar alguno de ellos, procura no distraerse con elementos externos a su propio proceso creativo y le preocupa, eso s, sus propios conflictos. Con el gnero del cuento, por ejemplo, dice andar de pelea debido al acercamiento conflictivo que suelo tener con la escritura y los problemas estticos en general. El cuento en lengua espaola se ha convertido en un territorio de autocomplacencia tcnica, formal y poltica. Un espacio donde reina la mediocridad (con

    contadsimas excepciones, claro). Es el ltimo refu-gio del artista pequeoburgus latinoamericano, ese que todava cree en el cuento perfecto y musaraas de ese tipo, que son como para que les pongan la buena nota en el colegio. Para m, el cuento est en franca decadencia como gnero en nuestra lengua. Y necesita una bofetada. Un revolcn. Para m ya no se trata solo de hacerlo bien, de escribir bien, de sobresalir y obtener un aplauso, una palmadita. Para m se trata de someter el lenguaje a una presin en la que este empiece a hablar un idioma extrao y a revelar las marcas de su construccin social.

    Podra uno pensar que aquella autocomplacencia tcnica, formal y poltica a la que se refiere Crdenas es un fenmeno que ha encontrado un terreno fertili-zado por la aproximacin de la academia alrededor de la creacin narrativa; me refiero a todas esas fbri-cas de creadores que hoy existen. Aulas de clase don-de pretender dotar de frmulas a los autores para que salgan a conquistar el mercado editorial. No se trata de cuestionar su pertinencia. Se trata de garantizar su engranaje en el oficio de escribir en s mismo, ms all de la oferta editorial. A veces parece imponerse la tendencia a escribir para crear un producto que posibilite una buena recepcin desde la perspectiva comercial, o con un marcado nfasis audiovisual que

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    garantice su transformacin a un guion en la industria cinematogrfica.

    Lo importante y ms alentador es saber que, den-tro o fuera de las prestigiosas listas, hay una genera-cin de autores que viene empujando con bastante fuerza. Una generacin comprometida, que cuestio-na los cdigos con los que se define el oficio, que busca su propia voz; una generacin asistida por la conviccin de que escribir, entendido con todo su ri-gor artstico, es lo que quiere hacer en la vida. Dicho esto, solo restan tres cosas. En primer lugar, levantar la mano para advertir a ese intrincado medio literario que las listas de autor no pueden convertirse en un mecanismo de exclusin. Esperar que los autores so-bre los que el medio pone su foco de luz no sucum-ban a la tentacin de verse reducidos a la figura de vedettes. Y, por ltimo, para aquellos que an ejer-cen su quehacer literario desde la penumbra, tal vez sea vlido arroparse con el regocijo que embarg a un amigo que, al no ser incluido en la lista de los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoame-ricana segn la feria de Guadalajara, despus de haber sido considerado hasta el ltimo momento en la deliberacin final, sentenci en forma genuina y emotiva que lo complaca saber que, como secreto, era mejor que todos.

    RodrigoHasbn

    Patricio Pron

    Alberto Olmos

    Samanta Schweblin

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    DE LO QUE SE CONSTRUYEN LOS RECUERDOS

    guion y dibujos: andrezzinho

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    LA FOtGRAFA EVELYN MERINO-REYNA SOBREVUELA LA CIUDAD PARA REtRAtAR LIMA DESDE NGULOS NO COMUNES Y ENCONtRAR PERFILES Y UNA BELLEzA qUE SOLEMOS IGNORAR CUANDO PENSAMOS EN EStA URBE DE ALREDEDOR DE NUEVE MILLONES DE HABItANtES. EL RESULtADO ES LA MUEStRA LIMA MS ARRIBA: UNA SERIE DE FOtOGRAFAS AREAS qUE MUEStRAN LA DIVERSIDAD CULtURAL, SOCIAL Y PAISAJStICA DE LOS VALLES DE LOS ROS CHILLN, RMAC Y LURN. LAS IMGENES INtENtAN REtRAtAR tODOS LOS ASPECtOS DEL COMPORtAMIENtO SOCIAL DE LA CIUDAD Y SU GEOGRAFA: HUACAS, PLAYAS, MAR, zONAS URBANAS Y PREHISPNICAS.

    CON MOtIVO DE LOS qUINIENtOS AOS DEL AVIStAMIENtO ESPAOL DEL OCANO PACFICO, EVELYN MERINO-REYNA Y UN GRUPO DE ESPECIALIStAS qUE INCLUYE GEGRAFOS, BILOGOS MARINOS, PALEONtLOGOS E HIStORIADORES HAN CREADO PACIFICUM PER, UN PROYECtO qUE BUSCA DAR A CONOCER LA HIStORIA E IMPORtANCIA DEL MAR EN NUEStRAS VIDAS. EL GRUPO HA INICIADO tAMBIN, EN PARACAS, EL RODAJE DEL DOCUMENtAL sIN AzuL NO HAY VERDE.

    EvElyn MErino-rEyna: la Captura de liMa

    FOtOGRAFAs: P. 27: Buses del Metropolitano, Lima Norte. P. 28: Huaca Pucllana, Miraflores. P. 29: San Juan de Lurigancho. P. 30: Muelle de Chorrillos. / Santa Rosa. P. 31: Condominio Los Parques de El Agustino.

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    sepiaMe inici en la fotografa area por la invitacin de un amigo a hacer parapente. Fue fantstico. Desde enton-ces alquil parapentes y ultraligeros. Luego ped apoyo a empresas y entidades como la Fuerza Area para que trabajaran conmigo. Fue un reto, porque cuando co-menc a volar no era simple ni barato.

    La fotografa me atrap por completo. No solo naci la pasin por registrar sino tambin por redescubrir. A travs de la imagen se pueden romper conceptos, trans-formar ideas y personas. La imagen es una herramienta poderosa y nos permite expresarnos. En los ltimos aos la ciudad de Lima me ha enseado mucho acerca del crecimiento y de la necesidad de hacerlo organizada-mente, como pueblo y como personas. Lo veo y lo expe-rimento con cada vuelo.

    Mi familia estaba preocupada porque yo gastaba todos mis ahorros en volar y ni siquiera tena una ruta defini-da. Pero hoy mi mam y mi abuela han volado en ul-traligero. Casi toda mi familia ha volado conmigo para que entiendan por qu estoy en este proyecto.

    La fotografa area ser para m una actividad sin fin. Las personas, las ciudades y el mundo evolucionan y siento la necesidad de registrar este proceso.

  • lima ms arribaDesde el aire, Lima se ve como un pol-cromo cuadro puntillista. El mar es una acuarela. Enamorarme de esta Lima desde arriba produjo en m el deseo de compartir estas imgenes con los dems. La ocupacin casi total de los valles del Rmac, Chilln y Lurn es producto de un impresionante crecimiento popular que, desde las alturas, genera una perspec-tiva que permite la construccin de una ciudad ordenada y el reconocimiento de una lnea de expansin.

    cuarto oscuroFotografiar la costa, desde tumbes hasta tacna, es un medio para revalorar el mar. El registro de la interac-

    cin de las personas con el ocano producir un libro, un documental, una exposicin itinerante y una plata-forma web. De esta forma iniciamos nuestro objetivo

    final: reproducir este proyecto en todos los pases que tienen salida al Pacfico. En el mar no hay lmites.

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    [ MARA BELN MILLA ]

    En un mundo burgus emergente, Pina Bausch (1949-2009) se instala con los pies firmes en el centro del restaurante de sus padres y abre el teln a una vida consagrada al arte. Las tablas no volvern a ser las mismas. Etrea y frgil, Philippina Bausch descubre a muy temprana edad un camino que la llevara, aos despus, a ser referencia inne-gable de la vanguardia en las artes escnicas con tan solo treinta y ocho aos, y a liderar el descubrimiento de movimientos nuevos, desbordantes de pasin y angustia, de un amor profundo y agnico que ser la nueva expresin de la duda ontolgica en el im-presionismo alemn de la posguerra.

    BAILARINA DE BALLET MODERNO, COREGRAFA, DIRECtORA DE tEAtRO, PHILIPPINA BAUSCH ES UNA DE LAS MS INFLUYENtES ARtIStAS DEL SIGLO XX. LA tRASCENDENCIA DE SU VIDA Y PRODUCCIN ARtStICA HA SIDO LLEVADA AL CELULOIDE POR WIN WENDERS. EN 2009, SEAL EN UNA ENtREVIStA: COMO NUNCA ENCON-tRABA LAS PALABRAS ADECUADAS, SENt qUE EL MOVIMIENtO ERA MI PROPIO LENGUAJE. POR FIN ME PODA EXPRESAR! EL MOVIMIENtO ME ABRI LAS PUERtAS HACIA LA VIDA.

    la danza del ser: pina bausch y la vanguardia del tanztheater

    En escena, un polvoriento y destrozado tercer Reich se torna en el mayor lastre de la danza ger-mana, estancada ya en la expresin caduca de un rgimen que sofoca el surgimiento de movimien-tos artsticos independientes y prohbe la influencia fornea en la danza de 1933 a 1945. Fue en la dcada de 1960, como bien explica Roland Lan-ger, cuando corrieron por primera vez en la danza germana aires nuevos y reparadores: Pina Bausch engendra en el Folkwang Ballet Company de Es-sen, bajo la tutela de kurt Jooss, la danza-teatro o Tanztheater, de la mano del tan aorado Wuppertal Opera Ballet.

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    No pas mucho tiempo para que esta nueva mo-dalidad de movimientos articulados y teatralizados inundara las creaciones artsticas de la danza mo-derna alemana y del mundo entero. Pina Bausch se convirti en la exponente de una corriente de danza que se propuso abarcar los mbitos que solan estar reservados para el universo propiamente teatral, lo-grando un matrimonio entre ambas artes que, vin-dose ahora superpuestos, descubren una fabulosa gama de tonalidades y formas que retratan de ma-nera ms fiel la complejidad de la existencia humana y las distintas realidades de un Yo de la posguerra que retorna, finalmente, a la vida.

    En la recuperacin de los retazos del individuo, Bausch propone a travs de su Tanztheater una alea-cin de movimientos que, como plantea Langer, no son propios de un corpus argumental establecido y concre-to, pues se trata de un encadenamiento de proyeccio-nes que avanzan en procesin hacia la exhibicin de

    las emociones y conflictos humanos ms profundos. Es as como cada elemento constitutivo de aquellas pues-tas son engranajes perfectos para la creacin del apa-rato artstico: en Bausch, un silencio en Caf Mller es, pues, smbolo de la angustia del Ser frente a la soledad de la existencia, la ansiedad y la problem-tica tras el fracaso de la convivencia humana, o tal vez la insoportable bsqueda de la identidad del Yo. Un silencio, una pausa, la vacilacin de una mano temblorosa o unos ojos ardiendo en lo profundo del escenario es lo que Pina Bausch desnuda ante el ojo espectador e invita, simultneamente, a sumergirse en un cuestionamiento absoluto con trazos optimistas frente a la posibilidad de una transformacin.

    En la Alemania de la posguerra, frente a la reali-dad de una mujer vapuleada por la masculinidad cas-trante y agobiada por el desasosiego de una realidad en escombros, Bausch asume y se responsabiliza por la metamorfosis del protagonismo de la mujer, has-

    Un silencio, una pausa, la vacilacin de una mano temblorosa o unos ojos ardiendo en lo profundo del escenario

    es lo que Pina Bausch desnuda ante el ojo espectador.[ ]

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    ta ese entonces relegado en las artes escnicas. Es 1976 y Bausch, harta ya de la represin, decide pre-sentar sobre las tablas obras como Los siete pecados capitales o No tengas miedo, puestas que indagan y sentencian categricamente un mundo falto de equidad con los gneros y que des-borda en crueldad y maltra-to. La voz de Bausch se oye desde un grito agnico que pide clemencia ante un siste-ma falocntrico y podrido, y simboliza el acto de opresin en la figura de una mujer cosificada por el personaje masculino, quien la desplaza como un elemento ms de la escenografa.

    Sin embargo, los niveles de soledad en la existencia humana y el fracaso de la unin con un prjimo se traslada hacia el mbito amoroso y engendra, de manera casual, uno de los mayores exponentes del tanztheater Wuppertaler: Caf Mller (1978). Con solo cuarenta minutos de duracin, esta extraordina-ria produccin impulsa a Bausch a bailar en escena

    junto con otras tres coregrafas. En una habitacin gris se halla a Bausch rodeada de cristales transpa-rentes que acogen un nmero desordenado de sillas y mesas oscuras: un mundo catico y devastado.

    Los movimientos limpios, pero marcados y cortos, evo-can la existencia, de modo similar a un trastabillar dia-rio, contumaz, del tropiezo crnico al que nos vemos sometidos. tras una ceguera empedernida, Bausch avanza dando tumbos por el escena-rio, por el mundo compues-to por sillas y mesas vacas. Bausch se muestra con la impasividad de una mujer esculida, intensamente p-lida y angustiada que busca su existencia contra las sillas

    y las mesas en un baile sonmbulo de brazos exten-didos hacia un prjimo inexistente: es la conciencia atormentada, sola, enviada al teatro del mundo para buscar su complemento en la soledad de otro indi-viduo que llega del mismo modo, tropezando, pero existiendo.

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    fantasmas [cuento][ CARLOS YUsHIMItO ]

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    A Enrique Cortez y Jos Cornelio

    Como todos los tipos duros de su ndole, Dimas Stromboli era de los que crea que las cosas no le haban salido nada mal. Es verdad que tena un mentn puntiagudo que revelaba testosteronas bu-llentes, una osamenta ruda, el pellejo tostado y una mi-rada aviesa que atraa tantas pendencias como mujeres a su mbito.

    En el precario barrio de San Blas, en Ciudad de Mxico, donde naci, pasaba por macho y camorrista; algo menos clebre era su aficin a la mentira, en la que destac, sin embargo, con algo ms de fortuna. Esta ltima quiso que topara con Aurelio Fraile, su futuro agente, una tarde de 1982. Su encuentro fue accidental, y como todo accidente, productivo. Al final de una tarde o noche, Fraile supo ver en su rostro lo que otros jams haban visto: la raz de un elemento que en adelante crecera en l, casi tanto como su fama.

    Cuando a los veintids aos, en un alarde de atrevi-miento, Stromboli se haba dejado crecer el bigote, ya a Aurelio Fraile nadie poda quitarle de la cabeza que el potencial de aquel bigote estaba destinado a cambiar para siempre el destino de las telenovelas. Ese fue el

    mismo bigote por el que Lupida Estrada, la bomba sexy de Mazatln, le revent un implante a Catalina Gallar-do, en una escena gloriosa de Sombra de amor. El alarde de sus celos fcilmente irritables hizo que Lupita Estra-da le descorriera los hilos de su blusa, mordiera brazos, le abofeteara la boca e hiciera volar, zapato a zapato, todo su espritu de ganadera. Ese captulo cerr con las maletas de la nica domstica rubia del Distrito Fede-ral barridas por los escalones de la casa hacienda de los Lpez de Echegaray. Y la victoria sonriente, en close up, de la oxigenada, deseada, aborrecida, Lupita Estrada, se refugi tanto en los archivos como en los hombros de un perturbado Stromboli. A Catalina Gallardo toda-va le toc llorar cuatro meses la dignidad perdida en aquel destierro y el amor del hombre al que agradeca, piadosamente, la liquidacin de su virginidad. Mario Domingo iba a decirle a Stromboli, aos ms tarde, una Catalina hermosa, pero moribunda, en el desenlace de la historia: mira, en la sombra de mi amor, a tu nico hijo.

    Pero cuando empez, Stromboli apenas tena facul-tad para memorizarse los guiones, y lo nico que Fraile fue capaz de conseguirle fue un rol secundario en una telenovelita llamada La soberana. Estaba escrito que su personaje, un mecnico fanfarrn, aunque indulgente, muriese en el captulo treinta y seis; pero la libido de las

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    espectadoras es siempre misterioso, y, as, fue alargando su vida, hasta que al trmino del verano, acorralado por pormenores en su contrato, debi dejarse caer al fin de un sexto piso, empujado por los celos de Rufino Arana, el protagonista. De aquella cada Stromboli saldra for-talecido y, a la larga, iniciara la represalia contra aquel viejo galn que lo haba desnucado en la ficcin y al que l, de vuelta, jubilara en la realidad.

    Stromboli inaugur su nombre artstico, inspirado por un volcn mediterrneo, en agosto de 1983. En Rosas salvajes sobrevivi a un disparo, a la pasin de tres mujeres de distinta clase social y a una boda olm-pica que no contaba con su consentimiento. Al fin, el casto amor se impuso nuevamente, y, casado con la candorosa Lupita Estrada, pas al imaginario nacional como un macho de accin y de palabra. En Eclipse de amor, arrogante y despiadado, se gan el corazn de la esquiva Magdalena Solier, una monjita que no tuvo reparos en batirse con la rival de turno, pese a que los tacos de esta ltima le llevaban algunos centmetros de ventaja. Siempre con esa gracia de hombre domstico, su bigote y l cautivaron, sin contrariedades, a tantos hombres y mujeres que aspiraban a amarlo o a imitar-lo, segn se diera el caso.

    Ah, los aos ochenta: tiempos dorados para Tom Sellek, Carlos Fuentes y Andrs Garca. A la sombra de aquel mostacho, Stromboli prosper e hizo fama; pero tres d-cadas pasan vivamente, y, cincuentn y relegado por im-berbes canallas, cada vez ms adolescentes y flexibles y cabelludos que l, fue recibiendo solo ofertas enjutas has-ta que, una tarde de abril, simplemente, desaparecieron por completo. Haca ms de siete aos que Aurelio Fraile apostaba por jovencitos que solfeaban en telenovelas con iniciales. A l, Dimas, el viejo Stromboli, solo le qued replegarse al papel de villano, conserje de escuela, chofer de taxi o pen de rancho. El 5 de enero de 2008, final-mente, el espacio madrugador en que promocionaba, ha-ciendo alarde de su vieja musculatura, unos dispositivos para fortalecer bceps y pectorales, fue cancelado y supo definitivamente que se haba convertido en un fantasma.

    A los cincuenta y dos haba gastado casi toda su for-tuna en clnicas de rehabilitacin, por lo que, a la invi-tacin de un viejo compaero de escuela que lo urga a unrsele a su equipo de visitadores mdicos, la jus-ticia potica con que lo castigaba la vida se le hizo a Stromboli suficiente penitencia, y Dios se le antoj un guionista tan artero como desalmado, que le pona en las manos pastillas que ahora no sera capaz de digerir. Ciertamente, se dijo, tirndose de los bigotes, la sabi-dura no est en m.

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    Su apagada fama y la firmeza con que segua bebien-do el mezcal en sociedad entusiasmaron tanto al gerente de Recursos Humanos, que pocas semanas despus, sin necesidad de adiestramientos, Dimas Stromboli se re-invent una carrera como actor en la siempre verstil industria farmacutica. Solo seis meses lo llev recono-cer que aquel sera el rol de una vida entera: despus de todo, no haba escalado ni adelantado posiciones, aunque s viajado dos veces al Caribe y una a las costas del Yucatn. Jubilacin decorosa, se repeta Stromboli, todos los das, frente al espejo; al mismo tiempo que sufra malos sueos, disfuncin erctil y una tarda crisis de identidad.

    Denubil de cinco mililitros dijo Stromboli, mientras sacaba de su maletn una serie de ampolletas rojas: veinte como estas, bebibles, por cada caja, y te queda la memoria fina como la de un caballo.

    Hjole gangue celosamente Romerito, acti-vos de deanol pidolato y heptaminol ClH.

    Entre otras cosas concluy Stromboli, miste-rioso.

    Al rato masticaban juntos rabia y pechuga de guajo-lote, mirando el trnsito sereno de otros repres, cuan-do Romerito coment en voz inapropiadamente alta:

    Sabes, gerito? No me vendra mal un poco de aquel mejunje que traes en la maleta. Ayer sal con una

    chava de Azcapotzalco y, si te digo la mera, apenas re-cuerdo cmo llegu a mi casa...

    Stromboli lo mir como en los viejos tiempos, cuan-do l era guila y sol y los dems, solo sombras. Supo as que su colega alardeaba para emparejar los mritos que antes haba perjudicado.

    A m me vendra bien algo distinto suspir: un jarabe de amnesia.

    Mande?Lo que oyes, Romerito. Quiero olvidarme de todo

    lo que fui alguna vez tom entonces un sorbo de sopa, y luego, corroborando su temperatura, empez a darle vueltas, vueltas al grumo caliente, con la cuchara, como si estuviera domesticndola. Ayer volv a soar con mi juventud. Y hoy a la maana me he afeitado el bigote de nuevo.

    Nos dimos cuenta confes Romerito, algo aver-gonzado de reconocer lo que nadie haba mencionado durante casi un mes: Aluego que debe ser difcil esca-par de la fama lo compadeci, sinceramente. Pero escchame, Dimas: aqu te estimamos tal como eres, carnal. Memorizas la pinche composicin de los medi-camentos en tan solo quince minutos!

    Y ya ni siquiera chingo continu Stromboli, sin orlo, mientras buscaba su reflejo tibio en la sopa. Maana cumplo cincuenta y tres y lo ms probable es

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    que lo celebre solo con mis cinco dedos. Me doy lsti-ma, Romerito..., pero vieras cmo se peleaban antes por m las viejas. Anita Duarte, por decirte una..., la Lupita Estrada..., mujeres, gey, de verdad y, como para con-firmarlo, enfil la cuchara contra el vaho del cuenco, y el primer sorbo, en lo calentito, le supo a vejez y a so-ledad. Fuera de la pantalla, yeme, en Veracruz, una vez la Vera Bonilla le rompi una botella de cerveza a Lucerito solo porque me vio bailarle de a cartoncito un bolero, te imaginas?

    Me imagino dijo Romerito, pero imaginarse a dos cincuentonas luchadoras no lo pona cachondo.

    A pesar de eso, aadi:Anda, levanta el nimo, Dimas. Por qu no me

    acompaas hoy con la chavita de Azcapotzalco? Ella trabaja en un cabaret de San Pablo y ah tiene varias amigas que seguro te atienden bien. T sabes improvi-sar, gero..., empieza con tu propia vida...

    Eso era cierto, pens Stromboli. Afeitarse el bigote despus de treinta y dos aos no solo lo haba extravia-do en su propia cara, sino que tambin lo haba obliga-do a aprenderse dos nuevas palabras para describirse. La primera era philtrum: hendidura que separa el la-bio de la nariz. La segunda se la puso difcil, Rome-rito. Fue a ella, precisamente, a esa palabra difcil, a la que se arrim, cuando la jovencita que los acompaaba

    se le sent en las rodillas y rode su cuello con ambos brazos.

    Esto de aqu record Stromboli, acariciando los suaves canales que enmarcaban los labios de la joven, esto se llama surco nasogeniano.

    Ah dijo la chava, un poco desconcertada.En una esquina del bar, Romerito y su compaera se

    susurraban al odo algo que deba ser obsceno y excitan-te. Cmo se haba dejado convencer para venir hasta ac? Adems, el pinche cabrn no le haba dicho que tendran que pagar. De haberlo sabido, se enoj Strom-boli, esa tarde no habra desempolvado su viejo traje, ni habra embetunado sus zapatos, ni habra mirado, con cierta satisfaccin discordante, los puntitos negros que empezaban a asomarle sobre los labios.

    Hablas como todo un mdico, mi amor.Alguna vez lo fui alarde Stromboli, secando su

    vaso. En El delirio de amarte: mil novecientos ochenta y cuatro: Julieta Ruffo y Amanda Arambur. Habrs escuchado sobre esta, aunque sea de boca de tu madre, no, Chinita?

    S, mi amor minti la joven, aunque sin entu-siasmo.

    Ricardo Montaner cantaba el tema principal sus-pir Stromboli.

    Ah dijo la China. Lo que t digas, mi amor.39

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    Stromboli mir a trasluz la densidad de su bebida. Sera ms fcil as: Cuando envejec, no solo dej que se reblandeciera mi cuerpo, sino mi pinche corazn.

    Entonces dijo:Quieres que subamos al cuarto?Claro, papacito dijo la China. Quinientos

    pesos por servicio y cuarenta por una hora de alcoba.Pero con tu amiga tambin mascull Stromboli,

    ponindose de pie. De lo contrario, no hay trato.Bien sucio eres, papito la China se relami

    los labios y se contone hacia una de sus compaeras, una negra grave, de cabellos rojos y caderas anchas. Esto te va a costar un poquito ms dijo, al rato, re-gresando con una sonrisa, pero ya vers lo rico que vale.

    Una vez, record, la Vernica Ferr haba encontrado a su marido con una pelirroja, su mejor amiga, Catalina Noriega, aderezndose en el lecho nupcial de su enorme casa. Crepsculo de pasiones, 1985. Stromboli haba bata-llado para subirse los pantalones y abotonar su camisa de cuadros, mientras la Ferr le estiraba los pelos a su adversaria, dividida entre defenderse y sujetarse el escote del camisn de seda. Ahora, Stromboli vea aquella es-cena armndose nuevamente, pieza por pieza. La China,

    sacudiendo la cabeza de Aretta as descubri que se llamaba la negra, le increpaba su infidelidad, y lucha-ba por su hombre, por su Dimas Alonso, su papacito, y algo en Stromboli renaca al sonido de aquel suplicio, algo que lo devolva al tiempo y a su sangre, aunque de manera contradictoria, porque un pensamiento al mis-mo tiempo se le arrimaba a la cabeza dando tumbos de borracho, artificial, pero vivo, como ese pedazo de piel en el bozo vaco, que palpaba ahora con los ojos cerra-dos, perdido en el recuerdo.

    Ay, papacito, no me dejes, no me dejes... grita-ba la China cuando la puerta, de golpe, descerraj sus bisagras.

    Me vale madre lo que este seor les dijo que hicie-ran grit la duea del prostbulo, pero les doy cinco segundos para levantar sus pinches calzones y largarse de este cuarto...

    Esa voz la conozco, se dijo Stromboli, abriendo los ojos a una luz que flotaba como si fuera agua sucia.

    Dimas Stromboli dijo Lupita Estrada.Qu haces t aqu?Lo mismo que t respondi ella: morirme.Stromboli se acomod los pantalones y la camisa de

    rayas; a duras penas se calz los zapatos lustrados y se sent en la cama, apoyando la cabeza, que se le derram en las manos.

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    Supiste todo este tiempo que era yo el que estaba con tus muchachas y no hiciste nada por impedirme la humillacin solloz Stromboli.

    No actes ms dijo Lupita Estrada.Esto es degradante...Ay, querido sonri la mujer, no seas tonto.

    Entre fantasmas no nos jalamos las sbanas.Stromboli se incorpor y qued levitando.Te ves como hace treinta aos dijo l, pero am-

    bos saban que estaba mintiendo.Ven dijo Lupita, atrapndolo del brazo, te

    pongo una copa en el bar. Cortesa de una vieja amiga.En algn momento, Stromboli sinti la rancia hume-

    dad de la cantina y el bochorno que los ventiladores no ayudaban a dispersar. As supo que bajaba las escaleras y que luego se sentaba a la barra. Oy la voz de Lupita muy cerca, y al abrir nuevamente los ojos, en las tapias fo-rradas con tapices de falsa madera que se despellejaban, encontr cuadros y en los cuadros, algunas fotos y en las fotos, a viejas actrices que alguna vez haban reido por l, con palabras, uas y dientes. Cuntos nombres se le perdan ahora por esas fotografas que ya no tenan color. Los fantasmas de su vida sonrean, lloraban, se indigna-ban, todos de alguna forma estaban metidos en pequeos gestos entumecidos y quiz resueltos fuera de l, en un armisticio invisible que ya jams lo alcanzara.

    Las coleccionas ahora dijo, por ser amable.Algo as.Ahora que vivimos en el mundo real, quiz lo que

    ocurre es que nos hemos muerto...Lupita bebi su tequila y lo mir, transparente, con

    esa expresin hundida en su biografa, en esa fotografa aeja en la que algo se empezaba a echar en falta y que pareca haberse quedado enmarcada para siempre en esa misma pared descascarada. Su sonrisa asom, sin fuer-zas, como si fuera a desaparecer de un momento a otro: un puntito de luz en el centro de una vieja pantalla tal vez; el parpadeo lento de un fluorescente que se funde y deja todo a oscuras.

    Y si es verdad que estamos muertos los dos, Lu-pita?

    Ella lo miraba quieta.Cario, no seas tan optimista.

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    A primera vista, las imgenes de Ahn Jun nos remiten a las mismas fotografas que populariz tom Ryaboi como parte de esa nueva corriente de artistas o roof toppers que inmortalizan sus cuerpos al borde del precipicio. Pero, a diferencia de Ryaboi, el proyecto de la fotgrafa coreana Jun nos entrega una atmsfera de mayor significado contextual: all est el conflicto interior armonizando con los rascacielos de la ciudad. All est en su mxima expresin la tensin entre vida y muerte. All est el suicidio. Sus imgenes nos remiten a esa fantasa generalizada de jvenes asiticos depresivos e infelices que quieren dar fin a su vida. Son reales? En gran parte, s. En algunas imgenes ha utilizado un arns, pero en s ha sido ella y su propio cuerpo al borde del vaco y la destruccin.El origen del proyecto de Ahn surgi a raz de un momento epifnico: estaba sentada al borde de su departamento en Nueva York y miraba desde all el paisaje urbano. tuve el pensamiento de que mi juventud estaba llegando a su fin de repente y yo no poda entender el futuro, le cont a Diane Smyth, del British Journal of Photography. Me sent en el borde de un edificio y mir hacia abajo. Vi el espacio vaco y entonces se produjo un cambio repentino en mi perspectiva de la vida y la muerte, del presente y del futuro. La visin del paisaje urbano que estaba presenciando no era real para ese momento. Estaba, en realidad, de pie en el vaco. Ese era el presente para m. As que tom una foto de mis pies, el comienzo de mi proyecto.Ahn, quien estudi Historia del Arte en la Universidad de California y Fotografa en el Pratt Institute, escoge una o dos fotos de miles que normalmente se toma. Sobre todo las imgenes en las que su cuerpo se ve pacfico o agresivo, ms que temeroso. Y ella tiene una razn del porqu: Es un fragmento de tiempo determinado que exista, pero que no poda percibir a simple vista porque sucedi muy rpido. Considero que el aspecto ms fascinante de una imagen fotogrfica es la eliminacin del contexto. Esto significa que la imagen se asla a partir de los cinco sentidos de la percepcin humana y tiene la posibilidad de crear su propio contexto dentro del aislamiento de espacio y tiempo. Por lo tanto, la fotografa es la realidad y la fantasa, la verdad y la impostura al mismo tiempo. Ahn actualmente cursa un PhD en la Universidad Hongik de Sel.

    ahn jun: la ChiCa que se retrataba al borde de los edifiCios[ EDWIN CHVEZ ]

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  • La VictoriaCiudad de tradicin y progreso

    Un minucioso recorrido por la historia, tradiciones, industria y manifestaciones culturales deportes, literatura, pintura, msica, arquitectura de uno

    de los principales distritos de Lima.

    CampoLetradoEditorEs

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    el reencuentro [cuento][ JORGE VALEnZUELA ]

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    -Disculpen, seoritas dijo la mujer, ama-blemente. Ese sitio est reservado para alguien?La mujer, que se haba detenido en el pasillo, cerca

    de las dos adolescentes, sealaba la butaca al costado de una de ellas. Se le notaba algo cansada y muy ansiosa por sentarse all, a pesar de que el cine estaba medio vaco.

    Dudaron un instante, pero como pensaron que se tra-taba de una buena ubicacin y que la mujer haba sido muy cordial al momento de hacerles la pregunta, las dos le respondieron con seas que el sitio estaba libre.

    La mujer rubia, que tendra unos cincuenta aos, se escurri como pudo entre ellas y se sent, soltando con suavidad un largo suspiro de satisfaccin. Luego las mir y sonri. Vesta muy elegantemente, pero eso no les llam la atencin. Ms les gust el hecho de que les inspirara confianza y que siempre mantuviese una sonrisa de complicidad cada vez que la miraban. La mujer llevaba un pauelo blanco en la mano y una car-tera negra acharolada de estilo antiguo. A una de ellas le pareci, entonces, haberla visto en la fila para ingresar al cine.

    Mariella dijo, en voz muy baja, dirigindose a su amiga. Te acuerdas de la mujer de pelo rubio?

    S respondi e hizo una seal de silencio con el dedo.

    La mujer haba hecho la fila junto a ellas y de cuando en cuando les haba lanzado gestos amigables mientras esperaban para entrar a la sala, ese tipo de gestos que se recibe de alguien que quiere nuestro bien o que simple-mente nos entiende. Ya ubicada, la mujer se acomod en el asiento, se abri un poco el abrigo para sentirse ms desahogada y se coloc unos lentes que a Mariella le parecieron originales por la forma de la montura.

    La pelcula elegida era una comedia americana que prometa divertirlas si le daban crdito a los comentarios que cada una, por su lado, haba recibido de los amigos que ya la haban visto. Se trataba de una pelcula que consegua, con creces, el efecto buscado por su director, esto es, sostener la atencin del pblico y hacerlo rer de comienzo a fin gracias a una sucesin imparable de ocurrencias. Las escenas desternillantes y los disparates de que estaba nutrida podan devolverle, con seguridad, a cualquiera, el buen nimo o lograr la reconciliacin de dos amigas, acercarlas nuevamente.

    Cuando la pelcula comenz, ambas decidieron co-gerse de la mano como cuando eran nias. Fue un acto natural, espontneo, movido por el deseo de compartir, de sentirse hermanas y de acabar, sin palabras, con cual-quier tipo de diferencia que las hubiera podido separar. De ese modo, y poco a poco, fueron recuperando la con-fianza, sintiendo esa ntima compaa, ese calor que solo

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    se consigue a travs del cario. A los pocos minutos, ya podan percibir la convulsin de sus cuerpos al rerse juntas, al celebrar las ironas y las burlas de las que era vctima el joven y torpe protagonista.

    La mujer sentada al costado de ellas rea tmidamen-te, como lo hacen las mujeres distinguidas, pero cada vez que lo haca se ocultaba con la mano la boca y hasta una parte de la cara, como si sintiera temor de algo o como si quisiera guardar las apariencias. Tambin pare-ca, por su actitud, cuidarse mucho de no parecer vulgar o de mostrarse como una mujer corriente. Ms an, pa-reca querer impedir que la gente notara lo evidente y lo que en algn momento a ambas les llam la atencin: la mujer estaba sola.

    El inicio con escenas jocosas haba estado bien y la pelcula empezaba a mostrar las virtudes de quienes ha-ban hecho las recomendaciones del caso. La eleccin haba sido buena y no haban cometido el error de arrui-nar, con una mala historia, su tan ansiado reencuentro. Haban pensado que ir al cine ese fin de semana sera algo apropiado para volver a verse, como en los viejos tiempos. Despus de tres meses de distanciamiento, por una pelea que ninguna de las dos entendi bien, estaban seguras de que compartir una buena pelcula les devol-vera la complicidad, la alegra con la que haban vivido la experiencia de ser dos amigas entraables e insepa-

    rables. Nada de celulares, nada de interrupciones, nada de citas con otros amigos, nada de padres esperando en la puerta del cine a la salida. Solo ellas, que ya podan andar a su edad como dos amigas adultas dispuestas a asumir la responsabilidad de cuidarse a s mismas.

    Cada una, a su modo, viva rodeada de presiones y de una hogarea solemnidad que haba terminado por hacer de sus vidas algo ms bien aburrido. Necesitaban, por ello, tenerse la una a la otra nuevamente, volver a compartir, recuperar ese ao perdido. Los exmenes finales del colegio, la obsesiva vigilancia familiar con respecto a los muchachos que las acosaban, el porvenir, el prximo examen de admisin a la universidad, todo ello haba conseguido producir una tensin de la cual, esa tarde, se liberaran de cualquier modo, a como diera lugar.

    El reencuentro en la puerta del cine haba sido muy grato y les confirm, simplemente con verse la una a la otra, que haba sido un error mantenerse distanciadas tanto tiempo. Desde ese momento lo tuvieron claro: en adelante no se separaran por ningn motivo, volveran a compartirlo todo.

    Ambas tenan la risa fcil y tan a flor de piel que no paraban de rerse en voz alta en medio de la proyeccin del filme. Era evidente que nada les importaba tanto como pasar un buen momento, olvidarse de todo. Has-

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    ta la mujer del costado haba empezado a mostrarse ms expansiva y a soltar unos grititos de satisfaccin algo ridculos, debido a una escena hilarante en la que una mujer obesa rompa una banca en dos y caa con las piernas hacia arriba. A ambas les pareci curioso observar cmo la mujer haba ido rompiendo su so-lemnidad, rebajando su clase, perdiendo su esforzada compostura.

    *

    Ya haban pasado algunos minutos del inicio de la pe-lcula cuando de pronto, y en medio de una escena gra-ciosa, la mujer dej de rer, se cogi el pecho como si fuera a sufrir un ataque y empez a toser fuertemente. Mariella, que estaba a su costado, repar en el hecho y, al observar su incontrolable agitacin, se conmovi de inmediato. Sinti que deba ayudar, hacer algo. Al instante gir el cuerpo para buscar el rostro de Ana y esta le respondi con un gesto de incertidumbre, pero tambin de preocupacin. Visiblemente consternada, Mariella se inclin sobre la mujer que segua tosiendo con el cuerpo doblado hacia adelante de la butaca, y trat de asistirla.

    Puedo ayudarla? pregunt Mariella, acercn-dose al odo de la mujer.

    La mujer dej de toser y permaneci en silencio, pero sin incorporarse.

    No es nada respondi como pudo, desde esa posicin. Ya se me pasar.

    Luego de unos largos segundos, la mujer volvi a sentarse correctamente y pidi disculpas con un gesto: era evidente que se senta avergonzada. Entonces em-pez a hacerles seas a las dos como si se sintiera mal por haberles causado molestias. Desde ese momento, y ya ms calmada, cada vez que poda, le lanzaba una sonrisa amigable a Mariella en seal de agradecimiento y buscaba compartir con ella el humor que destilaba la historia.

    Faltaban cuarenta minutos para que terminara la pe-lcula y la mujer empez a toser, interrumpiendo nue-vamente la atencin de todos. Era perturbadora, pero tambin lamentable, la imagen de esa seora que se es-tremeca con algo de violencia mientras tosa sin poder detenerse. Ahora se le notaba como si realmente estu-viese en problemas, como si le faltase el aire.

    Cuando la mujer decidi levantarse de su butaca para salir al pasillo, Mariella not en ella algo extrao, como si estuviese mareada o como si apenas se pudiera sostener. Tambin la escuch articular algo incompren-sible, algo as como un quejido, un lamento que quera adoptar la forma de una palabra. La mujer pidi permi-

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    so como pudo, en un tono muy bajo y debilitado, pero al iniciar su recorrido hacia el pasillo se apoy en Mariella para evitar caerse y le pidi perdn.

    Lo siento dijo la mujer, esta vez con claridad. No me siento bien.

    En ese momento Mariella se levant de su sitio, la cogi del brazo y la ayud a salir al pasillo. Ana obser-vaba la escena y trat de ayudar.

    Estoy mareada dijo la mujer. Siento que me caigo. Puedes acompaarme al bao, por favor?

    Mariella pens en ese momento que sera inhumano no ir con ella y se lo dijo a Ana quien, en ese momento, trat tambin de ayudar; sin embargo, la mujer se lo impidi.

    No te molestes dijo. No vale la pena. No de-jes de ver la pelcula. Ya regresamos.

    Yo me encargo dijo Mariella, como si le sobrara experiencia. Ya vuelvo. Me cuentas luego si me pierdo algo importante y sonri.

    Cuando estuvieron en el pasillo, la mujer se cogi bien del brazo de Mariella y empez a caminar muy cautelosamente, como lo hacen los enfermos cuando sa-len a dar un breve paseo. Ambas se dirigieron al bao y mientras lo hacan sus figuras se fueron disolviendo en la oscuridad del pasillo, apenas iluminado por un discre-to caminito de mortecinas luces rojizas.

    *

    Haban transcurrido veinte minutos desde que Mariella se fue acompaando a la mujer al bao y ninguna de las dos daba seales de vida. Ni ella, ni la mujer haban vuelto. Ana no haba podido advertir la rapidez con la que haba pasado el tiempo debido a los momentos di-vertidos y absurdos de la pelcula, pero en un momento empez a sentirse intranquila, justo cuando la obesa co-protagonista dej de producir en ella el efecto risueo, la risa fcil y la historia se convirti en una suma de malentendidos. Podan demorarse tanto en el bao por una simple tos? Acaso la mujer se haba sentido muy mal y se haba desmayado? Por qu Mariella no vena a avisarle lo que pasaba?

    Cuando Ana tom la decisin de ir en busca de su amiga y de la mujer, faltaban diez minutos para que terminara la pelcula y la gente haba dejado de rerse porque el final no pareca demasiado cmico para tole-rar nuevas carcajadas. Se par violentamente y, bastante preocupada, sali de la sala. Al llegar al bao empuj la puerta con fuerza, pero no encontr a nadie; solo ob-serv fugazmente su rostro en el largo espejo pegado a la pared que le devolva la imagen de una nia asustada. Busc hasta en el ltimo de los reservados sin hallar un rastro de las dos y por primera vez sinti una angustia

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    sin lmites, un vaco que no haba experimentado nun-ca. Pens, por un instante, que todo se trataba de una broma y que al regresar a su asiento encontrara a Ma-riella sonrindole y burlndose de ella, como cuando eran nias, pero eso no sucedi. Solo asisti al final de la pelcula en medio de una gran incertidumbre, vol-viendo el rostro hacia todos los lados, procurando en-contrar a su amiga. En ese momento la gente empez a salir de la sala.

    En el hall encontr a un guardia de seguridad y le pregunt si haba visto salir juntas a una seora de pelo rubio que se encontraba mal y que tosa mucho y a una chica rubia de quince, que la ayudaba a sostenerse. El guardin no se acordaba de haber visto algo extrao, aunque recordaba vagamente a la mujer y a la chica salir hacia la puerta. El guardin solo confirm que se trataba de una mujer elegante, pero no dijo nada ms, quiz porque supuso que se trataba de una madre y su hija. Sin embargo, ante los sollozos de Ana en medio del hall, un hombre que haba estado cerca de ella mientras le infor-maba a gritos sobre lo sucedido al guardin, y a toda la gente que la rodeaba, se dirigi a ella para hablarle. El hombre no tena buena cara.

    Clmate, por favor le dijo, y escchame con atencin, escucha. Mientras compraba dos entradas para la siguiente funcin, vi salir del bao a una mujer

    rubia algo mayor, como de cincuenta aos, que ayuda-ba a caminar a una chica rubia, como de tu edad, que estaba como mareada y como si estuviera a punto de caerse. Y no, la mujer no estaba mal ni enferma como t dices, ni siquiera tosa. Todo lo contario, a ella se la vea bien, aunque se le notaba angustiada por salir del cine mientras peda la ayuda de una mujer que se acerc a ellas rpidamente.

    Cmo? interrumpi Ana, desesperada. La mujer estaba bien?

    La que estaba muy mal era la chica rubia que ape-nas poda caminar y que tena un pauelo blanco en la boca. Era evidente que la mujer se lo haba puesto all porque se lo sostena con la mano. A la chica se le nota-ba medio adormecida, casi a punto de desmayarse, por-que casi arrastraba los pies. Creo que en ese momento lleg un auto, porque entre las dos mujeres la subieron y partieron a toda velocidad.

    A Ana se le doblaron las rodillas y se qued sin pa-labras, mientras el hombre y el guardin observaban cmo el pnico se apoderaba de ella.

    Conocas a esa chica? lleg a preguntarle el hombre mientras ella se desmoronaba en sus brazos. Esa chica era tu amiga?

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    CMO HA EVOLUCIONADO LA NARRAtIVA URUGUAYA LUEGO DE LAS ENORMES FIGURAS DE JUAN CARLOS ONEttI Y MARIO BENEDEttI? PEDRO PEA HACE UN DEtALLADO RECUENtO DEL PUNtO DE INFLEXIN qUE HA DADO ORIGEN A UNA NOVSIMA GENERACIN DE AUtORES, DE LA qUE FORMA PARtE, Y qUE HA LLAMA-DO LA AtENCIN SOBRE LA LItERAtURA URUGUAYA qUE SE ESCRIBE FUERA DEL MONtEVIDEO CONOCIDO.

    [ PEDRO PEA ]

    qu es eso de la Banda Oriental? Durante el siglo XVIII, en tiempos de la Colonia, el exten-so Virreinato del Per se dividi en dos, dando origen a una nueva jurisdiccin imperial denomina-da Virreinato del Ro de la Plata, en los territorios de lo que hoy son Argentina, Uruguay y Paraguay, as como algunas zonas de Chile y Brasil e inclu-so algo de Per. Geogrficamente hablando, salvo las partes de montaa o selva, nos referimos a una gran extensin de llanuras (llamada a veces pam-pa), surcada por varios ros caudalosos y profundos que se adentran desde el borde continental hasta la selva misionera. Se trata de los ros Paraguay,

    Paran, Negro y Uruguay, por cuyos cauces an es posible hoy navegar en embarcaciones de gran porte. En aquel tiempo, constituan accesos privi-legiados a las riquezas del interior del continente, desembocando todos estos caudales en el ro de la Plata, el ms ancho del mundo, entrada predilec-ta y disputadsima tanto por portugueses como por franceses, espaoles y, sobre todo, muy apetecida por los ingleses.

    El ro Uruguay, que en el idioma nativo significa ro de los pjaros pintados, ofici siempre de lmite poco menos que infranqueable, de tal manera que las poblaciones afincadas al este del ro generaron

    nueva generacin de narradores uruguayos(vista parcial y recortada)

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    con el tiempo un sentido de pertenencia a lo que daba en denominarse, justamente, la Banda Oriental.

    En 1961, ciento cincuenta aos despus de la gesta artiguista que inici un accidentado proceso de corte con el antiguo rgimen, un grupo de inte-lectuales relacionados con el campo literario fun-da en Uruguay la empresa Ediciones de la Banda Oriental, que es la que patrocina un concurso anual de narrativa, dotado de un monto aproximado a los dos mil dlares. Y es ese concurso el que ha sacado a la luz, al menos parcialmente, a una nue-va generacin de narradores uruguayos con ciertas particularidades.

    Protogeneracin

    Cada vez que se va a hablar de una generacin, demarcar los porqus generacionales se vuelve eno-josamente necesario. El del escritor es, sobre todo,

    un oficio en solitario, una manifestacin de un esp-ritu que late en soledad. Por qu entonces buscar una generacin en la que a lo mejor solo es posible encontrar obras inconexas las unas con las otras? La teora de las generaciones puede resultar ana-crnica e inservible, por supuesto, pero en este caso particular varias de sus condiciones se ejecutan con rigurosidad.

    All por 2004 circularon en el Uruguay dos re-vistas culturales. En realidad deben haber circulado varias ms, pero estas dos a las que nos referimos lo hicieron a contracorriente. En un pas tan pequeo como macrocfalo, la mayora de los sucesos cultu-rales ocurren en y desde Montevideo, en una espe-cie de flujo discontinuo que se expande hasta ciertos puntos del rea metropolitana, pero que no llega ni por asomo a rozar los lugares ms recnditos de un pas que, como ya se dijo, no es muy grande. Inmersas en este panorama difcil, La Letra Breve e

    En un pas tan pequeo como macrocfalo, la mayora de sucesos culturales ocurren en y desde Montevideo, en flujo discontinuo que

    se expande hasta ciertos puntos del rea metropolitana.[ ]

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    Iscariote se convirtieron rpidamente en vehculos de difusin de una nueva generacin de escritores que en aquel momento iban desde los veintids aos a los treinta.

    La Letra Breve, salida desde San Jos y a cargo de Leonardo Cabrera (mentor y principal eje articulador de la publicacin) y quien escribe, dedicaba la ma-yora de sus pginas a la publicacin de cuentos de autores nuevos y tambin de otros de cierto prestigio. La nmina de escritores que publicaron en la revista incluye, por tanto, a nombres como Henry trujillo y Alfredo Alzugarat, ambos narradores de prestigio en el pas y representantes de generaciones anteriores, como tambin, por ejemplo, a Leonardo de Len, Damin Gonzlez Bertolino, Valentn trujillo e Igna-cio Fernndez de Palleja, ilustres desconocidos en aquel no tan lejano entonces.

    Por su parte, Iscariote, editada en la ciudad de Maldonado (pegada a Punta del Este) y bajo la direc-cin de Damin Gonzlez Bertolino, Valentn trujillo e Ignacio Fernndez de Palleja, entre otros, ofreca un perfil distinto, ms asociado a la crtica literaria y cultural, con estudios sobre escritores, artculos sobre diversos aspectos cinematogrficos o sobre la incidencia en la cotidianeidad de ciertos fenmenos publicitarios y comerciales.

    Leonardo Len

    Ramiro Sanchiz

    Damin Gonzlez Bertolino

    Horacio Cavallo

  • 57

    El intercambio entre los escritores de ambas publi-caciones se hizo fluido y rico desde el principio.

    Primeras publicaciones

    El 31 de mayo de 2006, como a las tres de la tarde, yo acababa de tender la ropa en la cuerda. Entr desde el patio y me dirig al telfono para atender una llamada. Era el crtico, escritor y editor Heber Raviolo (uno de los fundadores de Ediciones de la Banda Oriental), quien llamaba para avisarme que Eldor, un libro de relatos de ciencia ficcin en el que yo haba depositado ciertas esperanzas, haba gana-do el Premio Narradores de la Banda Oriental e iba a ser publicado al mes siguiente.

    Consigno este hecho porque es objetivo. Es de-cir, sucedi as. En lo personal dir que, al princi-pio, constituy una gran alegra: me estaban dando patente de corso. Con el correr de los aos y aten-diendo al dictamen del jurado, reflexion sobre algu-nas cosas que no terminaban de cerrarme del todo. Por ejemplo, por qu aclaraba el jurado que haba dejado de lado cierta obra porque se extralimitaba en su extensin? Sencillo: aquella obra dejada de lado era mejor, aunque ms larga que lo permitido y, por tanto, pasible de ser dejada de lado so pena

    de denuncia. A la vez, se le concedi al autor de esa obra un segundo premio por otro libro que ha-ba presentado al mismo concurso, lo que qued all consignado.

    Ms all de los mritos literarios de Eldor (que al-gunas publicaciones culturales uruguayas researon muy favorablemente, mientras que otras especializa-das en ciencia ficcin casi denostaron), en lo perso-nal creo que se trat de una suerte de fascinacin del jurado por algo distinto. O sea, en una literatura tan afirmada en el realismo gris montevideano, encon-trar un autor del interior del pas escribiendo ciencia ficcin resultaba ciertamente novedoso y tal vez me-reciera la prueba.

    Pero no estaramos hablando de esto si al ao siguiente Valentn trujillo, del ncleo de la revista Is-cariote y con varios cuentos publicados en La Letra Breve, no hubiera ganado el mismo concurso con su libro Jaula de costillas, un compilado de cuentos cuyo escenario fsico se centra en las ciudades de Maldonado y Punta del Este.

    Jaula de costillas, publicado en agosto de 2007, se constituira en el ejemplo de cmo una nueva rea-lidad irrumpa en el escenario de las letras uruguayas con cierta pujanza. Ya no era el hecho ms o menos casual de la premiacin de Eldor. Este premio para la

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    nueva recopilacin de cuentos era prueba fehaciente de que algunas puertas comenzaban a abrirse. Y ya no era premiar lo raro. Jaula de costillas es un libro de cuentos realista, con leves toques de lo fantstico. O sea, un libro con races hundidas en la tradicin de la literatura uruguaya, aunque con una narrativa distinta de la convencional y consabida grisura onet-tiana tan malamente emulada por las generaciones posteriores a Onetti.

    todo lo anterior vino a reconfirmarse cuando, en la edicin de 2008, una de las menciones del concurso recay en el escritor Leonardo Cabrera. En setiembre de ese ao, en reconocimiento de la calidad del tra-bajo y aunque no ganara el primer premio, Ediciones de la Banda Oriental publica Mecanismos sensibles, un volumen de cuentos elaborados con una exquisita prosa cargada de imgenes que no le ahorran al lec-tor ninguna de las posibilidades de lo ominoso y de lo srdido. La puerta quedaba definitivamente abierta.

    En 2009 le toc el turno a Damin Gonzlez Ber-tolino. Su libro titulado El increble springer gan el concurso de ese ao y suscit el elogio unnime de la crtica de diversos medios culturales nacionales y del exterior. Con una notable imbricacin de pro-sa realista con elementos fantsticos, la historia de Gastn Springer, situada en la Punta del Este de fi-nales de la dcada de 1950 e inicios de la de 1960 (una Punta del Este que poco tiene que ver con el balneario seudoeuropeo de hoy en da), se convirti en el libro ms importante de esta generacin de na-rradores que de a poco iban entrando en los treinta aos con ms que aceptables peras primas.

    Al ao siguiente el lugar del ganador lo ocup Leonardo de Len, el ms joven de todos los inte-grantes de esta generacin. Se trat entonces de No vi la luna, otro libro de cuentos en una lnea similar a la de Jaula de costillas o Mecanismos sensibles. En ese mismo ao, otros dos incipientes narradores

    [ ]El increble Springer, de Damin Gonzlez Bertolino, se convirti en el libro ms importante de esa generacin de narradores que iban entrando en los treinta aos con ms que aceptables peras primas.

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    capitalinos obtuvieron menciones: Horacio Cavallo (que tambin haba publicado algunos relatos en La Letra Breve) y Ramiro Sanchz.

    Por ahora nos detenemos, a cuenta de ms.

    NO LO PIENSE:AnUnCIE AQU

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    Imag

    en o

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    al: C

    herm

    an

  • 60

    quin podra equiparar la labor de Ben Affleck o kathryn Bigelow mientras trabajan en sus pe-lculas, sean obsesivos o displicentes, con la de un sastre o un orfebre? El director sentado en una silla con su nombre escrito en el respaldo y un me-gfono para dar rdenes de todo tipo desconoce la soledad y austeridad del artesano. El director de cine, en esta liga de plutcratas, suele ser un privile-giado que, en el mejor de los casos, es el ojo man-dams de un panptico que da rdenes precisas en un permetro llamado set.

    En nuestro imaginario, el oficio de cineasta poco tiene que ver con un hombre o una mujer trabajando

    [ roger KOZA ]

    LA EMBLEMtICA ESCENA DE LA DUCHA EN PsICOsIs SUPERA LOS SEtENtA NGULOS Y LLEGA A CINCUENtA PLANOS, UN tRABAJO DE EDICIN SEGUNDO A SEGUNDO qUE ALFRED HItCHCOCk REALIz EN EL CUARtO DE EDICIN. EN EStOS tIEMPOS DE LO DIGItAL Y LAS MEGAPOSPRODUCCIONES, AN HABR DIRECtORES qUE CONCLUYAN SU PELCULA SENtADOS EN EL LABORAtORIO DE EDICIN O YA HAN DEJADO ESE ESPACIO A LA tECNOLOGA?

    el tacto de las imgenes: de la mano de eastwood y los straub

    en un taller durante meses, insistiendo en perfeccio-nar pi