CAMPO GRUPAL 67

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67 • Año 7 • Nº 67 • Mayo de 2005 • $ 4.- • Director: Román Mazzilli El ‘entre’ como política y la amistad como ética Horacio Belgich Notas sobre las “Tesis de filosofía de la historia” de Walter Benjamin Marcelo Percia Algunas ideas sobre la opinión y la conversación Alejandro Romero Disolución y reapertura de un grupo terapéutico Mario Buchbinder Fuga y misterio del Teatro de Multiplicación Raúl Sintes y otros Insistís en cero a cero y yo quiero uno a uno. Djavan

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67

• Año 7 • Nº 67 • Mayo de 2005 • $ 4.- • Director: Román Mazzilli

El ‘entre’ como política y la amistad como ética

Horacio Belgich

Notas sobre las“Tesis de filosofía de la historia”de Walter Benjamin

Marcelo Percia

Algunas ideas sobre la opinión y laconversación

Alejandro Romero

Disolución yreapertura de un grupo terapéutico

Mario Buchbinder

Fuga y misterio delTeatro de Multiplicación

Raúl Sintes y otros

Insistís en cero a cero y yo quiero uno a uno. Djavan

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Alejandro Romero [email protected]

La serie de dos notas que aquí se inicia propone una refle-xión sobre algunos aspectos de la manera de pensar, ha-blar, ver y escuchar contemporánea. Quieren ayudar a hacer visibles algunas de las estructurasque dificultan a nuestros jóvenes -y no sólo a ellos- el pen-samiento conceptual, la lectura y el diálogo comunicativo(o, si se prefiere, la comunicación a través del diálogo). Tomo como punto de partida el paradigma del homo vi-dens , que trato de aprovechar para comprender lo que ve-mos en nuestras aulas y, muchas veces, en nuestras empre-sas, nuestras organizaciones sociales y políticas y nuestravida cotidiana.

Opini�n

Podemos distinguir la opini�n del saber en que aquella no necesi-ta ni genera pruebas. No tiene criterios concientes y sistem�ticosde validez. Mientras que lo que se llama saber se construye a par-

tir de unas y otros. Pero el reino del saber fue alguna vez el reino de la verdad y la ra-

z�n, aquel cuyo acceso implicaba reelaborar y traspasar nuestras opi-niones a partir de ellas. Muerta la verdad, hoy todos opinamos y nossentimos satisfechos de opinar, contentos con nuestras opiniones, queenarbolamos como la marca de nuestra singularidad. Distan, pues, deser tan provisorias como se espera de algo espont�neo, asistem�tico,sin fundamentos claros ni garant�as, y sin referentes seguros.

Por el contrario, en la medida en que no dan paso a ÒsaberÓ alguno,se agotan en s� mismas y antes que ser aprovechadas para construir Òsa-beresÓ revisados, mejor articulados y m�s probados, se transforman enemblemas. Se tornan emblemas de sus portadores, que acaban identifi-cados con ellas, y , por lo mismo, prisioneros de ellas.

Pero hay m�s. Tradicionalmente, hab�a un di�logo posible entre opi-ni�n y saber. A veces conflictivo y a veces superador. Por otra parte,ambos pod�an mantener relaci�n con las creencias: de confrontaci�n,pero tambi�n de continuidad. Es esta capacidad de intercambio y ree-laboraci�n, de paso de un plano al otro lo que hoy parece suspendido.Se ha tornado problem�tico en particular para los docentes y en el cam-po de la ense�anza, aunque tambi�n en el campo de la pol�tica y la vi-da de relaci�n.

Pareciera que saber es s�lo saber cient�fico y t�cnico, universalmen-te v�lido dentro del campo de esa ciencia o esa t�cnica -y por eso de laactividad dominada por esa t�cnica-. Entonces, el discurso del sabert�cnico-cient�fico es inaccesible a cualquier intervenci�n que no pro-venga de sus propias filas. Todo discurso ÒotroÓ es visto desde �l condisplicencia. Siendo as�, la opini�n corre por v�as paralelas, ajena porcompleto al discurso del saber; aislados uno de otro. Opini�n y saberson as� impermeables a los intercambios mutuos: cada uno tiene su �m-bito y su v�a.

Esta escisi�n implica ya una disociaci�n entre pensar personal y sa-ber institucional, entre pensar y raz�n, entre opinar y saber, que, por logeneral se dan la espalda y se ignoran mutuamente. Pero hay adem�s,dice Sartoris, dos clases de opini�n.

La opini�n propia, es decir la que va elabor�ndose a lo largo de unflujo de conversaciones (del que forma parte la lectura) y de un flujo dereflexiones sobre la experiencia personal, es la primera y m�s antigua.La democracia, agrega, cuenta con la opini�n p�blica como opini�npropia. Como opini�n que Òse forma de modo aut�nomoÓ y es Òun opi-nar aut�nomo, end�genoÓ. Cuando Plat�n y Arist�teles se refer�an a ladoxa, se refer�an a este tipo de opini�n, que no es irreflexiva y Òreacti-vaÓ o autom�tica, sino que implica un proceso activo de producci�n porparte de cada quien. Solicita ÒautoresÓ, o ÒcoautoresÓ, personales.

Pero existe otro tipo de opini�n, que Sartoris identifica con el impe-rio de los medios masivos de comunicaci�n, y que describe como Òeleco de lo que se transmite y da por cierto en los mediosÓ. Esta opini�n,analiza, tiene una caracter�stica: refleja el mundo en tanto existencia vi-sible en y por los medios. Se trata de una opini�n Òen el espectadorÓ,pero producida en otro lado y dirigida desde otro lado: heterodirigiday heter�gena. El que opina es aqu� ÒportadorÓ, incluso ÒdefensorÓ, pe-ro no ÒautorÓ y ni siquiera, de costumbre, ÒcoautorÓ de su opini�n.

Es decir, se trata una opini�n que no se elabora en un flujo de inter-cambios conversacionales con otros. Por lo tanto, no se reflexiona. Lavelocidad, fragmentariedad y unilateralidad de los medios de comuni-caci�n audiovisual (cada vez m�s los medios gr�ficos se les parecen enesto) hacen imposible un alto reflexivo. Cuanto m�s, lo que ocurre esque un dato, una escena traum�tica o sorprendente queda flotando en lamente del espectador, dispuestos a entrar, ellos s�, en alg�n intercam-bio. Pero lo esencial de la recepci�n se realiza sin �l, como importaci�npuntual de un fragmento ya conformado cuyo sentido est� previamen-te demarcado por el medio y en el mensaje: es el mensaje.

Lo esencial de la opini�n contempor�nea en las sociedades medio-masificadas se conforma, dice Sartoris, de esta manera. Lo que no seve en la tele no existe -salvo que podamos, y esto es ya un grado ma-yor de actividad, encontrarlo en Internet-. Lo que se ve en la tele -o, so-fisticaci�n, aparece por Internet- es lo real. Internet funciona con ungrado mayor de variedad que la televisi�n pero trae consigo y canalizael mismo tipo de autoridad orientadora ÒneutralÓ. Funciona tambi�n co-mo un sustituto de realidad.

Esta realidad predigerida, este enlatado de opini�n que se ofrece atrav�s de las g�ndolas del supermercado audiovisual y virtual, es siem-pre fragmentaria, porque no est� destinada a ser asumida en su conjun-to, sino a que cada cual la identifique con y en alguno de sus fragmen-tos. El fragmento toma el lugar del todo y borra su origen. El fragmen-to reductivo y naturalizado aparece en lugar de la realidad: inmediata-mente disponible.

Si esta es la naturaleza de la opini�n, que se agota en s� misma a fal-ta de un destino de elaboraci�n que permita usarla como escal�n y he-rramienta para generar saberes, y si, como sostuvimos, la opini�n setorna Òemblem�ticoÓ elemento de identificaci�n que cada cual defien-de como propio porque lo representa, entonces tenemos ÒconcienciasÓconformadas y con/fundidas con productos de la industria comunica-cional: prefabricadas, y no autoproducidas.

Conversaci�n

Todo esto divorcia la conversaci�n y la lectura -lentas, trabajosas,circulares, continuas, reconstructivas y, en el caso de la lectura por lomenos, meditativas- de las propias opiniones; de la imagen del mundoque tenemos, deudora de una red de importaciones y exportaciones ins-tant�neas desde medios que se resisten a cualquier proceso de correc-ci�n y de debate o traducci�n.

El pensar/opinar se conforma as� como un pensar fragmentario, pre-fabricado, hecho de manipulaci�n de productos acabados que ocultanlos procesos de elaboraci�n, concepci�n y Òfabricaci�nÓ que los dierona luz. Pero que tambi�n, por eso, vienen cargados de un sentido pre-de-terminado: marcan el sentido pero ya hecho, como inmodificable y ce-rrado, no como propuesta, proyecto, interpretaci�n.

As�, opiniones, posiciones, concepciones, im�genes del mundo apa-recen en los medios de comunicaci�n en una mezcla de arbitrariedadgratuita y de necesidad ineluctable que se hace expresi�n de lo realmismo. Si se ve, es porque es.

Y as� es como el reino del sentido y el reino de los hechos se divor-cian. Ya no me pregunto si eso que veo tiene sentido, el mundo ya noes m�s una unidad de sentido y de acci�n, ya no es organizaci�n quepuede (y merece y pide) ser comprendida: lo que es, es porque me loest�n mostrando. Punto. He llegado a escuchar de labios de un licen-ciado en ciencias pol�ticas, bien formado e inteligente por lo dem�s, lasiguiente confesi�n: Òviendo las im�genes de la primera guerra de Irak,termin� tranquilamente convencido de que se trataba de una guerra mo-derna, pr�cticamente sin bajas. Reci�n con el tiempo tuve que desenga-�armeÓ.

Campo Grupal / 2

DirectorRomán MazzilliSecretario de redacciónWalter VargasRedacción: Luis Gruss, Daniel Seghezzo, Denise Najmanovich, Patricia MercadoPublicidadMaría Eugenia Conde Colaboran en esta ediciónMarcelo Percia, Raúl Sintes, NoeliaBilli, Marcelo Miceli, Mario Buchinder,Flora Molochnik, Alejandro Romero,Horacio Belgich, Marcos Barcellos,Fernando Dotta, Enrique Guinsberg,Patricia Garrote.Ilustraciones: Pinturas de Eva Kaufman

Redacción y PublicidadConesa 473 P.B. ÒBÓ(1426) Capital - ArgentinaTel/fax: (54-11) 4553-1226E-mail: [email protected]: www.campogrupal.comImpresi�n: G�nesis S.A.Campo Grupal es una publicaci�nde Ediciones Presencia.Distribuci�n: Motorpsico (Capital)En Uruguay: Mar�a Delia C�neoTel 6286769 [email protected]

SuscripcionesPor 11 ediciones anuales:Argentina: $ 55.-Am�rica Latina: u$s 50.-Otros pa�ses: u$s 60.-

A veces las nubes hacen que la gente descanse de admirar la luna. Matsuo Basho

Acordate de Platón y salí de la caverna (Primera parte)

Algunas ideas sobre la opinión y la conversación

SEMINARIOSGrupos de estudio

y pensamiento Coordina: Denise Najmanovich

Comunidad - Lazo Social Subjetividad en la era de la fluidezTextos de: Bauman, Foucault, Morin, Lewkowicz, Castoriadis, Latour, Najmanovich,Castel, Agamben.

Producción de Sentido: Lenguaje - Pensamiento - RealidadTextos de: Wittgenstein, Lakoff y Jonhson, Maturana y Varela, Steiner, Gergen, BarnettPearce, Damasio.

La condición humana: ética ypaisajes existenciales

Textos de: Spinoza, Deleuze, Arendt, Magris,Wittgenstein, Cheng, Bodei

Informes e inscripción4771-2676 4778-7115

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Forum de SociopsicodramaIntegrantes de la Red de Centros de Psicodrama

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En el contexto de este divorcio entre opini�n y saber, entre opini�ny conversaci�n y entre sentido y hechos, las conversaciones suelen to-mar una forma Òno dialogalÓ, no comunicativa. Dejan de ser realmen-te di�logos comunicativos para constituirse en un intercambio de mo-n�logos dramat�rgicos. Mon�logos alternativos por medio de los cua-les cada uno expone (es decir, pone a la vista del otro), su ser, sentir uopinar. Lo hace a trav�s del relato o la interpretaci�n dram�tica de losmismos. Pero no para iniciar un proceso de reelaboraci�n conjunta, si-no para mostrarlos, para informar al otro, digamos, sin pretender (mu-chas veces sin aceptar) reelaboraci�n conjunta de sentido.

Es as� como casi no hay en estas conversaciones reelaboraci�n de lasopiniones que se cruzan. Hay comparaci�n de las mismas, quiz�s, pe-ro no puesta en cuesti�n de las mismas y reelaboraci�n conjunta deideas y posiciones en un proceso de correcci�n y aprendizaje mutuo.No hay producci�n de mundo o de sentido en com�n. Si las opinionescoinciden, habr� reafirmaci�n tranquilizadora. Si se adversan, enojo,frustraci�n o indiferencia: Òcada cual piensa como quiere, despu�s detodoÓ. Lo que no habr� es trabajo de cuestionamiento de las diferen-cias ni intento de elaboraci�n de un mundo com�n.

Como consecuencia, el mundo mismo est� tan fragmentado comolas im�genes de los video clips, los programas de un canal cualquiera,o las noticias que nos muestran los noticieros: completamente privadasde conexiones org�nicas expl�citas. Saltamos de un fragmento a otrosin poder elaborar su unidad y sin que nos importe la misma. Sospe-chando, es m�s, que no la tiene o que nos es inalcanzable, de modo queÒpara qu� calentarseÓ.

Estos modelos de comunicaci�n Òdramat�rgicaÓ, de b�squeda de es-pectador y de b�squeda de ratificaci�n o reconocimiento, son hegem�-nicos, nos parece, y, para colmo, se prolongan en una instituci�n esco-lar para la cual los contenidos (as� los llaman) aparecen de modo tanfragmentario y arbitrario como en los medios de comunicaci�n: la es-cici�n de contenidos y formas que domina la pedagog�a, como si la unano hiciera al otro, me parece una expresi�n de ello. Las exposicionessin conexi�n entre profesores y alumnos tambi�n responden al mode-lo que se�alamos.

Intercambio mercantil como conducta modelo

A esto se agrega un elemento de otro orden, pero que se articula per-fectamente con los anteriores y los refuerza: el modelo de intercambiomercantil consumista, que redobla por la pr�ctica cotidiana este para-digma de lo pre-fabricado y no elaborado en un proceso autogestivoque requiere esfuerzo e iniciativa personal y social.

El modelo mercantil es un modelo dominado por una regla: Òte doylo que quer�s a cambio de lo que ten�sÓ. Te doy algo que yo previa-

mente ya tengo a cambio de algo que vos previamente ya ten�s, y esocambia de mano. Ese modelo rige el intercambio ÒcomunicativoÓ (sue-na tragic�mico Ðy es falaz- llamarlo as�) por los medios. Un productoacabado cambia de mano a cambio del pago del cable, o del diario, odel aparato de televisi�n y de la luz. De un lado, una entrega que ni si-quiera acepta declararse como tal (hasta los env�os a domicilio se lla-man hoy, como si fueran otra cosa, delivery). Del otro, silencio, mutis-mo, ausencia (no hay copresencia, por supuesto, en los medios). En ell�mite, cuando hay ÒpresenciaÓ del espectador, �ste es n�mero: p�bli-co, ratting. Quiz�s esto tambi�n contribuya a entender la pasi�n delÒp�blicoÓ por aparecer a cualquier costo que se expresa en los Òrea-lityÓ, pero tambi�n en los noticieros, con la dramatizaci�n del sufri-miento de las v�ctimas que, muchas veces, las propias v�ctimas desplie-gan.

Pero es un modelo que rige tambi�n el intercambio pedag�gico, elpol�tico (clientelismo) y, a menudo, el afectivo: qu� ten�s para darmepor lo que yo te ofrezco; qu� tengo que darte para que me des lo quequiero. ÒQu� quiere usted que contestemos, profesor(a), para que ustednos ponga un sieteÓ. Intercambio de informaci�n como canal por elque circula un intercambio de influencias o de ÒfavoresÓ mutuos. Ra-cionalidad puramente instrumental, para emplear la conceptualizaci�nde Habermas, y por lo tanto exterior a quienes intercambian, puramen-te coyuntural. Pero no racionalidad comunicativa: no reelaboraci�n dela relaci�n y de la ÒnaturalezaÓ de lo propio y lo ajeno, del v�nculo mis-mo, y de las posiciones y las caracter�sticas de esos polos de todo ver-dadero v�nculo que llamamos ÒyoÓ y ÒtuÓ.

Un modelo, este del intercambio mercantil, que se generaliza, seprofundiza y se radicaliza en Argentina, porque se da en el seno de unsistema social-productivo con m�s de tres d�cadas de compra, venta,consumo, administraci�n y reparto, pero que no construye ni inventani produce valor agregado: ni en la econom�a, ni en la pol�tica ni, sos-

Campo Grupal / 3Temo a un solo enemigo que tiene mi mismo nombre. Giovanni Papini

Walter Vargas [email protected]

Y resulta que vivíamos engaña-dos, que Dios no es argentino,qué va a ser. A las pruebas meremito: cuando disponíamos deuna oportunidad histórica, y te-níamos un candidato de lujo parala sucesión papal, y los libres delmundo juraban y perjuraban quecómo no, que Bergoglio podíaser el hombre, que largaba en laprimera fila si no en la pole posi-tion, zas, una cruel jugarreta deldestino, o del Altísimo, nos privóde pasar definitivamente al frenteen el concierto internacional. Ni alos premios figuró Bergoglio. Quédesencanto más hondo, che.¿No se habrá tratado de unanueva campaña anti-argentina?¿No será que el vaticanaje nosenvidia porque vendemos sojacomo pan caliente, y le canta-mos la justa al FMI, y propende-mos al superávit fiscal, y somosuna monada de posibilismo?El Papa. Volvamos, vuelvo, alPapa. Mi amigo más católico,mas no gil, bien me lo había ad-vertido una vez en medio de unaconversa que derivó en entusias-ta filípica contra Wojtyla: no tequejes tanto que el próximo serámuchísimo peor. Clara, clarísimala tenía mi amigo el más católico,pero cero de gil; ni el más pers-picaz de los baqueanos eclesiás-ticos hubiera podido aportar se-mejante diagnóstico. Ahí lo tene-mos a Joseph Ratzinger, vulgoBenedicto XVI, de lejos el másantediluviano de los postulantes,una joyita de reaccionario en elseno mismo del reaccionaraje.A propósito: ¿han notado la des-vergüenza de los grandes me-dios periodísticos a la hora depresentar la biografía del quía?¿Los intentos más o menos de-sesperados, más o menos tor-pes, más o menos canallas, deedulcorar la foja del flamantequetejedi? A ver, repongamos al-gunos párrafos extraviados de ladistinguida curricula de Ratzin-ger: integrante de la Juventud Hi-tleriana, de lo cual jamás dio fia-bles pruebas de arrepentimiento;prefecto de la Congregación parala Doctrina de la Fe, es decir, loque antes se llamó Santo Oficioy antes de antes, Inquisición; en-carnizado enemigo del marxis-mo, del liberalismo, del ateísmo,del agnosticismo, del misticismo,del sincretismo, del feminismo,¡del rock! (“una expresión de pa-siones elementales”), del aborto,de la contracepción, ergo, de lospreservativos (incluso si protejendel sida), de la eutanasia, de laingeniería genética, de los homo-sexuales (“sufren un desordenobjetivo”) y, desde luego, de todadisidencia al interior de la Iglesia.O sea: agarrate con ese honora-ble y afable anciano teutón que,me olvidaba, jamás vio a un po-bre ni en figuritas. Le dan cosa,parece.

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pechamos, en lo social. Modelo imperante en un pa�s que destruy� supropia industria, su propio aparato cient�fico-t�cnico, su propio estado,su tejido social, y que instal� la apolog�a de la importaci�n y la imita-ci�n junto a la realidad de la exclusi�n. Modelo imperante en un pa�sdonde los barrios y las casas de los m�s ricos (cada vez m�s parecidasa los barrios y las casas de Maiami) colindan con las villas o los asen-tamientos m�s pobres, muro de por medio, sin comunicar ni entrar enrelaci�n alguna de tu a tu.

Se trata, entonces, de un modelo que debe importarnos repensar,porque es un modelo que tiene profundas ra�ces estructurales y que en-tra f�cilmente en correspondencia (apuntal�ndola) con esa matriz deimportaci�n de Òcontenidos-prefabricados-por los mediosÓ que propu-simos como origen de la opini�n, y con ese modelo de conversaci�ninformativa y dramat�rgica, pero no comunicativa, que deja a cadacual aislado en su identidad previa y atrincherado tras la imagen de s�que construye y que sus propias opiniones, hechas emblemas del yo,apuntalan en su rigidez y fragmentariedad. Esto debe generar, sin du-da, un refuerzo poderoso en cuanto al Òefecto de realidadÓ del que ha-bl�bamos.

En el mundo dominado por el paradigma audiovisual, entonces, laopini�n resulta importada por identificaci�n desde circuitos medi�ti-cos que la producen en serie, y de los que poco o nada sabemos. As�,queda divorciada del circuito de las conversaciones que deber�an ser su

origen. �stas, a su vez, ya no sirven para elaborar o reelaborar opinio-nes propias a partir de las propias experiencias en el seno de intercam-bios comunicativos compartidos con otros, sino para exponer drama-t�rgicamente im�genes de s� o emblemas de identidad (aquellas opi-niones con las que quedamos identificados y que importamos casi aca-badas), que comparamos, ofrecemos a cambio de ciertas expresionesde aprobaci�n o reconocimiento, y oponemos a los ajenos a la hora deconfrontar individualidades. Siendo as� el poder de constituci�n de unmundo com�n que podr�an tener las conversaciones comunicativas sediluye en un ejercicio de intercambio sin modificaci�n de los actores,puramente exterior y por eso casi est�ril. Nos sirven para desarrollarun personaje, para exponer un rol, para fijar una posici�n, pero no pa-ra reelaborar o reconfigurar en contacto y colaboraci�n con otros lapropia experiencia y, con ello, el mundo, la realidad y sus sentidos.

Por fin, el conjunto es dominado (incluso en el seno de los v�nculosm�s �ntimos - afectivos o pedag�gicos-, que, para funcionar a pleno,deben estar regidos por otro modelo de acci�n), por el paradigma delintercambio mercantil. Intercambio de bienes y servicios, instrumentaly externo, que no comunica a los sujetos que lo realizan, que no loscompromete a una reelaboraci�n conjunta de sus modos de ser y depensar, de sus interpretaciones del mundo, la realidad y el sentido.

En nuestra pr�xima entrega trataremos de aclarar algunas consecuen-cias de estas conductas y de proponer unos pocos ejes de intervenci�n.

Campo Grupal / 4 La belleza es aún más difícil que explicar que la felicidad. Simone de Beauvoir

Denise Najmanovich [email protected]

Volumen no esintensidad Hacia fines del año pasado leíuna nota de homenaje a el granhumanista palestino Edward Saidescrita por su amigo Daniel Ba-remboim, el extraordinario músicojudío. El impacto que produjo enmí fue tan intenso que pese aque inmediatamente supe que te-nía que escribir algo relacionadocon ese texto, mi pluma electró-nica se resistió hasta hoy a abor-dar la tarea. Sentía que aquelloque quería expresar no podía ha-cerse presente en palabras y, almismo tiempo, la escritura es laúnica forma en que puedo com-partirlo.Así fue pasando el tiempo y algu-nas líneas de pensamiento fueronconfigurándose en mí hasta to-mar cuerpo hoy. Van al encuentrode los lectores buscando una re-sonancia armónica para entrar ensintonía y no un intelecto que lasracionalice. Para ello voy a dejarque Baremboim tome la palabra: … diferenciaba muy bien el poder yla fuerza, lo que constituyó una delas ideas principales de su lucha.Sabía muy bien que, en la música,con fuerza no hay poder, algo quemuchos dirigentes políticos en elmundo no perciben. La diferenciaentre poder y fuerza equivale a ladiferencia entre volumen e intensi-dad en la música. Cuando se hablacon un músico y se le dice: “Lo queestás haciendo no tiene suficienteintensidad”, la primera reacción esaumentar el volumen. Y se tratajustamente de lo contrario: cuantomenor es el volumen, mayor es lanecesidad de intensidad y, cuantomayor es el volumen, es más nece-saria una fuerza tranquila en el so-nido.

Las palabras de un músico, de unartista, de un pensador no sólo sig-nifican sino que también suenan yresuenan. Su intensidad y su graciano están en el sistema de referen-cia sino en su propia expresión. Es-to tal vez sea lo que más me con-movió de aquella nota sobre la mú-sica, la amistad, la vida. En ella nosólo hacían sentido las palabras si-no también los silencios, las omisio-nes, las declinaciones. Baremboimno habló de la muerte de su amigosino de lo que compartió y aprendiócon él. Tal vez al pensar ese home-naje la sombra benevolente de Spi-noza, el filósofo de cabecera delgran director y pianista, le recordóque el acento de un amante de lasabiduría está siempre puesto en lavida.La amistad que unió a Baremboimy a Said es un ejemplo de la poten-cia de existir, de la capacidad de vi-vir una vida plena. Ambos se resis-tieron firmemente a quedar encade-nados a los prejuicios o a los man-datos de las ortodoxias en boga.Entre otras muchas cosas porquesabían (y no sólo en la mente) quela intensidad y la gracia de la vidaestá en relación directa con la cali-dad de los encuentros que la vancomponiendo. Como en la música,tampoco en la vida relacional es elvolumen o la fuerza lo que generala gracia, o manifiesta la potencia.En este tiempo de alborotada insig-nificancia, vale la pena recordarlo yentrenar la sensibilidad y la inteli-gencia para hacer de ello un modode existencia que sabe de la inten-sidad de un susurro y del poderíode una caricia.

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Cuando pasas por el fuegopasas por la humillaci�npasas por una mole de dudas propias.

Cuando pasas por la humillaci�n, la luz puede cegartela gente no se imagina que esto es as�.Pasas por la arrogancia, pasas por el dolorpasas por un pasado siempre presente.Y es mejor no esperar que te salve la suertepasa a trav�s del fuego hacia la luz.Mientras pasas por el fuego, agita tu mano derechaporque hay cosas que tienes que tirar.Ese terror c�ustico dentro de tu cabezanunca te ayudar� a salir.Tienes que ser muy fuerte, porque continuamenteempezar�s de cero.Y cuando el humo se disipe, entonces el fuego que lo consume

todoyacer� justo delante de ti.Dicen que nadie puede hacerlo todoaunque tu cabeza lo desee.Pero no puedes ser Shakespeare y no puedes ser Joycey en lugar de eso, esto es lo que queda.Que tienes que cargar contigo mismo y con esa rabia que puede

herirtetienes que empezar de nuevo desde el comienzo.Y justo en ese momentoel maravilloso fuego empieza otra vez.Cuando pasas por la humillaci�n, cuando pasas por la

enfermedadcuando pasas por Òsoy mejor que todos ustedesÓcuando pasas por la ira y el desprecio de uno mismoy tienes la fortaleza para reconocerlo todo

Cuando el pasado te hace re�r y puedes saborear la magiaesa que te permite sobrevivir a tu propia guerraencontrar�s que ese fuego es pasi�ny que m�s arriba no hay una pared sino una puerta abierta.Mientras pasas por el fuego mientras pasas por el fuegointenta recordar su nombre.Cuando pasas por el fuego lami�ndote los labiosno puedes seguir indiferente.Y si el edificio est� ardiendo vete hacia esa puertapero no apagues las llamas.Hay un poco de magia en todoy luego alguna p�rdida para compensar las cosas.

Lou Reed

Mágia y pérdida

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Marcelo Percia [email protected]

El art�culo de un amigo sobre la tesis nueve me lleva a leer el tex-to de Benjamin. El escrito es dif�cil. Tal vez por problemas de latraducci�n, por la urgencia de las cosas que piensa, por las per-

plejidades del autor. Anoto lo que entiendo punto por punto. Benjaminanuncia que las conciencias dolientes terminar�n con el sufrimiento in-necesario. Piensa la historia humana como acontecer de un deseo quebusca asirse al futuro.

1.ÀQu� mueve los hilos del pensar? El pensamiento (se llame filosof�a,

materialismo hist�rico, cr�tica) suele parecer un mu�eco, t�tere, m�qui-na autom�tica. Las f�rmulas tienen vida en el cuerpo de la pasi�n. Talvez, el deseo mueva los hilos del pensar. Benjamin no quiere una exis-tencia de marionetas.

2.Objeta una felicidad que se consume en el presente, que no concurre

a la cita con el pasado, que no mira hacia el porvenir. Una felicidad ques�lo celebra el aire que respiramos, los encuentros entre amigos, lasmujeres que amamos. Los sufrimientos del pasado no son definitivos.Cada vez que respiro se llenan de aire los pulmones de todos los desa-parecidos, cada encuentro con un amigo celebra todas las complicida-des que fueron, cada acto de amor vive en los cuerpos de todas las mu-jeres que existieron sobre la tierra. Benjamin saborea esa felicidad con-vencido de que habr� un futuro mejor.

3.Afirma que la memoria del pasado, en cada uno y todos los momen-

tos vividos, ser� tiempo reconquistado de una humanidad liberada.La palabra redenci�n se dice en la fon�tica hebrea gueul�. Los pro-

fetas anuncian la inminencia de una era nueva. La humanidad vivir� asalvo del mal en todas sus formas. Advendr� un tiempo de bienestar.Una existencia pac�fica, justa, feliz, envuelta en el conocimiento deDios. Entonces, el lobo dormir� junto al cordero. Mientras tanto, losque sufren claman por la llegada de un redentor. La promesa es una luzespiritual. La esperanza un principio de fe. El Mash�aj traer� la gueu-l�. Cuidar� de los enfermos, pobres, humillados de la tierra. Condena-r� a los tiranos. Con un movimiento de labios dar� muerte a los malva-dos.

Benjamin, por su parte, piensa la historia como construcci�n eman-cipadora.

4.La vida no es posible sin alimento y abrigo. Tampoco sin palabras,

imaginaci�n y deseo. Para Benjamin, formado en Marx, la lucha porlos �speros bienes materiales es, al mismo tiempo, combate por las sua-ves formas espirituales.

5.El pasado duerme en el presente. A veces, resplandece como instan-

te vivo de un sue�o.

6.Encender en el pasado la chispa de una espera. Memoria que abriga

en momentos de peligro.

7.Benjamin afirma que Òtodo documento de cultura es, a la vez, docu-

mento de barbarieÓ. Hermosas conquistas humanas transportan, tam-bi�n, el sentido de la desigualdad, la injusticia, la exclusi�n. Vecinas dela belleza, innumerables vidas despreciadas.

Opone a la empat�a con los vencedores, una empat�a con los oprimi-dos. La empat�a cr�tica se llama distanciamiento. Un proceder que en-trev� extra�ezas en lo conocido, que escucha con un o�do extranjero lalengua familiar, que siente el latido de lo ajeno en un coraz�n propio.

8.Desde el punto de vista de los derrotados, la regla es la excepci�n en

la que vivimos. Benjamin no se pregunta c�mo es posible la barbarie.No se asombra por los horrores de la experiencia social. No se sorpren-de ante el hecho de que las normas, leyes, instituciones de la civiliza-ci�n no cuiden la vida de todos. Incluso interroga la legalidad de cate-gor�as que ordenan nuestra existencia cotidiana, o el respeto que se me-recen universales jur�dicos de un mundo que no protege a sus ciudada-nos.

Vuelvo a leer La excepci�n y la regla de Bertolt Brecht. La obra per-tenece a la serie de piezas did�cticas que Brecht escribe en 1930. Pre-tende que el espectador constate que en la vida colectiva lo raro es ad-misible, lo inexplicable circunstancia com�n, lo incomprensible partede la costumbre, la crueldad hecho habitual, la arbitrariedad cosa natu-

Campo Grupal / 5El ladrón es un financista impaciente. Rafael Barrett

Walter Benjamin

Notas sobre las “Tesis de filosofía de la historia”

¿POR QUÉ ME RELACIONO

CON LA PERSONAEQUIVOCADA?

Psicodrama grupal e individual

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Page 6: CAMPO GRUPAL 67

ral, lo inhumano acto trivial. Cuenta una carrera en el desierto entre competidores que quieren ob-

tener una concesi�n para extraer petr�leo. Un viaje que desencadenauna tragedia entre un explotador y dos pobres humillados. La astucia,la malicia, la desconfianza de un comerciante con mucho dinero quelucha, sin motivo real, contra sus empleados. Consecuencia de un mun-do ordenado en base a la desigualdad, la regla del ojo por ojo y deldiente por diente. El comerciante canta canciones que dicen: ÒEl hom-bre d�bil perece y el fuerte triunfaÓ, o ÒSe ayuda al hombre fuerte y ald�bil se lo ignoraÓ, o ÒEl Dios que cre� todas las cosas hizo al patr�ny al sirviente. Y est� bien as�.Ó, o ÒBueno es aquel a quien le va bien,y malo a quien le va mal. Y est� bien as�.Ó.

Por miedo a la venganza de sus empleados maltratados, el comer-ciante primero despide por traidor a su gu�a fiel, y luego asesina al hu-milde y complaciente changador que ten�a intenci�n de alcanzarle unacantimplora con agua, que el comerciante confunde con una piedramortal.

Al final los jueces eximen de culpa y cargo al comerciante. No ha-cen lugar al pedido de indemnizaci�n de la mujer del changador muer-to. Razonan que el hombre rico no pod�a esperar un acto solidario porparte de un sirviente de mentalidad limitada, injustamente tratado y tor-turado. Por lo tanto, actu� justificadamente en defensa propia sin queimporte si fue realmente amenazado o s�lo se imagin� en situaci�n depeligro.

La obra termina con esta moraleja: la regla es el abuso de una racio-nalidad horrorosa; la bondad, la generosidad, la ayuda humanitaria, sonexcepciones que la ley castiga.

9.Angelus Novus es una acuarela de Paul Klee que Benjamin compra

en 1921. Un figura de pie con una cabeza desmesurada. Mechones depelo como trozos de telas o rollos de papel. Ojos abiertos, sin p�rpados,que parecen mirar algo. Las alas desplegadas se confunden con dosbrazos levantados. La criatura de piernas peque�as se sostiene en el ai-re. Un cuerpo plano sin volumen. L�neas suaves envueltas en un colorneutro hecho de una lavada tierra roja. Un dibujo que imita los trazosde un ni�o o de un loco.

La tesis del Angelus Novus transporta la intimidad de miles de no-ches insomnes. Casi nada de lo que describe Benjamin puede verse, asimple vista, en la acuarela de Klee. ÀEl �ngel parece a punto de alejar-se de algo que lo tiene pasmado? Cierto, como si fuera a retroceder an-te el espanto. ÀSe trata del �ngel de la historia? ÀC�mo saberlo sin eldestello de sus visiones? Cierto, los ojos sobresalen como dos redon-deles n�tidos por los que ingresan todas las sombras. ÀEs el deseo queno tiene de qu� asirse?

Escribe Benjamin: ÒHa vuelto el rostro hacia el pasado. Donde anosotros se nos manifiesta una cadena de datos, �l ve una cat�strofe�nica que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arroj�ndolasa sus pies. Bien quisiera �l detenerse, despertar a los muertos y recom-poner lo despedazado. Pero desde el para�so sopla un hurac�n que seha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el �ngel ya no puedecerrarlas. Este hurac�n lo empuja irremediablemente hacia el futuro,al cual da la espalda, mientras los montones de ruinas crecen ante �lhasta el cielo. Ese hurac�n es lo que nosotros llamamos progresoÓ.

10.ÀC�mo prevenirnos contra las pompas de este mundo? ÀPracticar el

retiro en monasterios, en monta�as, en silencios? Las identidades sonostentosas. El yo (digo, pienso, siento) es un espejo orgulloso. Hacenalarde de poder los opresores.

Una piel hecha de pensamientos. Cuerpos envueltos en pel�culas quepiensan. Mundo tejido. Superficie surcada por todas las lenguas. ÀLaesperanza en el progreso es un escudo protector? Una membrana decomplicidad.

11.El trabajo humano como fuerza conjugada de cada persona con su

capacidad de obrar. La civilizaci�n como humanidad conciliada con lanaturaleza. Benjamin alerta sobre los fascismos tecnocr�ticos. No disi-mula simpat�as con ideas de Fourier. Cita un pasaje en el que el utopis-ta de la felicidad procura la puesta en com�n de las potencias naturalescon la fuerza de trabajo de cada uno. Escribe: ÒUn trabajo social biendispuesto debiera tener como consecuencias que cuatro lunas ilumina-sen la noche de la tierra, que los hielos se retirasen de los polos, queel agua del mar ya no sepa a sal y que los animales feroces pasen alservicio de los hombres. Todo lo cual ilustra un trabajo que, lejos deexplotar a la naturaleza, est� en situaci�n de hacer que alumbre lascriaturas que como posibles dormitan en su senoÓ.

12.La memoria de clase es una p�gina saturada de esclavos. La volun-

tad de sacrificio entona su m�sica herida. ÀLas v�ctimas sienten pasi�n

por el sufrimiento? El cuerpo nervioso del odio anuncia la liberaci�nde todos. La venganza de muchas generaciones de vencidos.

13.Afirma que la esperanza en el progreso es un dogma: la nueva reli-

gi�n. Piensa que ese progreso, incesante en destrezas y conocimientos,nunca concluido por el impulso infinito de perfecci�n humana, suponeun desarrollo prefigurado, en un tiempo homog�neo y vac�o. La histo-ria como evoluci�n instintiva que marcha hacia una meta ya trazada.

14.La meta es el deseo. El deseo desea otredad. La revoluci�n de Marx

es pulsi�n libertaria: deseo de otra historia. Escribe Benjamin: ÒLa his-toria es objeto de una construcci�n cuyo lugar no est� constituido porel tiempo homog�neo y vac�o, sino por un tiempo pleno, Ôtiempo aho-raÕÓ.

15.ÁHacer saltar el continuum de la historia! El tedio de las v�ctimas dis-

para contra los relojes. Es tiempo de la acci�n. Las conciencias dolien-tes terminar�n con el sufrimiento innecesario.

16.El presente es ahora. Instante pleno ya. No es circunstancia de tr�n-

sito entre momentos sucesivos. Es acto de un tiempo eterno. No se tra-ta de algo que ha sido o que ser�, sino de existencia que est�, a la vez,habiendo sido y teniendo que ser.

17.Objeta la historia como suma de hechos que llena el tiempo. Cues-

tiona la raz�n aditiva que acumula, con el mismo cuidado, invencionesy horrores. Historia es, a su parecer, una construcci�n de las concien-cias que se detienen, de pronto, en una constelaci�n saturada de tensio-nes. Deseo de semilla. La semilla no como plan ya concertado, sino co-mo avatar de un sabor todav�a no imaginado.

18.Los sucesos de la humanidad civilizada, en relaci�n a la historia de

la vida org�nica sobre la tierra, equivalen a un segundo que suspira di-vidido en la �ltima hora.

A.El deseo causa la historia. Existencia partida que esparce sus astillas

en el presente. ÀEsquirlas mesi�nicas? Irregularidad de almas que no secompletan.

B.El texto termina as�: ÒSeguro que los adivinos, que le preguntaban

al tiempo lo que ocultaba en su regazo, no experimentaron que fuesehomog�neo y vac�o. Quien tenga esto presente, quiz� llegue a com-prender c�mo se experimenta el tiempo pasado en la conmemoraci�n:a saber, conmemor�ndolo. Se sabe que a los jud�os les estaba prohibi-do escrutar el futuro. En cambio, la Thor� y la plegaria les instruyenla conmemoraci�n. Esto desencantaba el futuro, al cual sucumben losque buscan informaci�n en los adivinos. Pero no por eso se convert�ael futuro para los jud�os en un tiempo homog�neo y vac�o. Ya que ca-da segundo era en �l la peque�a puerta por la que pod�a entrar el Me-s�asÓ.

Esa puerta se cierra para Walter Benjamin un d�a de septiembre de1940.

Ep�logo.Vivir en Alemania es peligroso. Inicia los caminos del exilio. En

1939 habita un Campo de Trabajadores Voluntarios en Francia. Hork-heiner le tramita una visa para viajar a Estados Unidos. En Nueva York,sus amigos le buscan vivienda cerca del Central Park. Benjamin pagael pasaje con la venta del Angelus Novus. En junio de 1940 abandonaPar�s perseguido por la Gestapo, se dirige a Lourdes, intenta cruzar losPirineos. Fracasa. El 27 de septiembre de ese a�o (pocos meses des-pu�s de escribir las tesis) termina con su vida en Port-Bou. Ten�a cua-renta y ocho a�os.

Bibliograf�a

Benjamin, Walter. Brecht: ensayos y conversaciones. Arca Editorial. Montevideo, 1970.Benjamin, Walter (1940). Tesis de filosof�a de la historia. En Discursos interrumpidos I.Traducci�n Jes�s Aguirre. Taurus. Argentina, 1989.Brecht, Bertolt. La excepci�n y la regla. En Teatro Completo. Ediciones Nueva Visi�n.Buenos Aires, 1973.Deleuze, Gilles (1969). L�gica del sentido. Editorial Paid�s. Barcelona, 2001.Fourier, Charles. Nuevo mundo amoroso. Editorial Fundamentos. Madrid, 1975.Kaufman, Alejandro (2004). Tesis Nueve. En Pensamiento de los Confines. N�mero 15,diciembre de 2004.L�wy, Michael (2001). Walter Benjamin: Aviso de incencio. Fondo de Cultura Econ�mi-ca. Argentina, 2003.

Campo Grupal / 6Siempre nos quedará algo por demoler mientras no hayamos demolido las ruinas mismas. Alfred Jarry

EFECTO MALBECMarcelo Miceli

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Un poco de MellerEs en una fiesta donde oye nombrara Felisberto Hernandez por primeravez. El Felisberto atraviesa los mur-mullos, la música y la luz difusa y leprepara el oído para recibir la codadel Hernández.Un nombre así, Felisberto, debe re-cordarse. Y si Meller no lo recuerdacon pericia, hay formas de recuerdotransversales que le hubieran servi-do.Felisa con Alberto, por ejemplo. Asípiensa ahora, cuando termina detragar el sandwich de palmitos yqueso y va en busca de más vino.Hubiera recordado el Felisa con Al-berto si tanto le costara recordar alFelisberto solo. Pero ni lo uno ni lo otro. A partir deeste momento habrá tres cosas quesu cabeza asociará cuando el Felis-berto se pronuncie: los dos nombrespropios mencionados, el sandwichde palmito y queso bajando por lagarganta, y el esfuerzo de sus ojosen encontrar al emisor entre tantoruido.-El más sensible escritor que hayaparido este suelo.Una afirmación que es (¿cómo le di-cen?) una butad. A simple vista, elproferidor no puede pasar inadverti-do. Por eso arenga. Para completarsu aspecto, lo que sintetiza toda unapostura. Meller lo advierte basándo-se en prejuicios, qué otra cosa, sison la sal de la vida.El proferidor (que le dirán que se lla-ma Martín, que sí estudió Letras pe-ro que se gana la vida con números,estadísticas) corresponde al tipogrosero de intelectuales setentistas,pero en el siglo veintiuno. Pelo ca-noso atado en colita, lentes gruesosde marcos negros y un mostachoque pegan la vuelta en la comisurade los labios. Para colmo, observaMeller, usa botines negros con me-dias blancas.Él es, en sí mismo, una butad. Debe reconocerle provocación y sín-tesis. A pesar de las incorrecionesque Meller descubrirá cuando másse informe sobre este escritor. Porejemplo, al decir “este suelo” pisan-do territorio argentino, a Felisbertole está negando su carácter urugua-yo y hace lo que hace todo el mun-do cuando conviene: tomar a Uru-guay como una provincia más. Entre quienes lo escuchaban, supoMeller, había una uruguaya. Unamujer de pelo negro y sonrisa fran-ca. Una sonrisa es franca cuando seenciende plena y enseguida. Estamujer tenía una sonrisa así. Unauruguaya. Con lo cual cabe suponerque la provocación iba dirigida haciaella. Una manera de tantas para lla-mar su atención. Pero la butad deMartín quedó como un derechazo alvacío. Pegó en la nada. Nadie pare-ció entenderla. Nadie conocía o leinteresaba conocer a Felisberto Her-nandez. A nadie pareció importarleque hubiera un escritor sensible.A Meller tampoco. Pero la frase lle-gó hasta él.Martín se desplazó hacia la mesade comidas y con poco tacto prepa-ró su cena. No existe el tacto paraarmar sandwichs de pie. Allí quedó,masticando, hasta que decidió queera hora de partir.Meller dudó en acercarse a conver-sar. Por un lado, le agarró esa timi-dez que tiene ante desconocidos.Una timidez que es pura arrogancia.Por otro lado, aún no estaba prepa-rado para salvar un alma en penacomo lo era Martín en ese momen-to. Entonces inclinó su balanza ha-cia la mayoría, que decidió aislarlo yexpulsarlo. ¿Pero cómo se puede tener piedadde alguien que usa medias blancascon botines negros?

Page 7: CAMPO GRUPAL 67

Mario J. Buchbinder [email protected]

Las vicisitudes de un grupo me llevan a su disoluci�n. Luegoinicio en un comienzo fundante otro que denomino: ÒCrea-ci�n y subjetividadÓ. Es el modo de enfrentar la pulsi�n de

muerte, el malestar. Afirmo que no hay un solo camino para rea-brir aquello que se cerr�. �ste me parece mas pertinente con Ar-gentina 2005.

Causas diversas pueden llevar a un analista a la disoluci�n de ungrupo: la deserci�n de pacientes, una actuaci�n que marca e impi-de su continuidad, la ruptura de la producci�n de significaci�n ysu detenci�n. La imposibilidad de acceso a lo simb�lico, que elgrupo de supuestos b�sicos (en palabras de Bion) se apodere de ladin�mica del acontecimiento, la p�rdida de perspectivas en los ca-minos de la cura, que el grupo en su imaginario, parafraseando aLacan, me Òate los piesÓ, etc.

El subt�tulo que sustenta esta modalidad de trabajo afirma unal�nea: la subjetividad s�lo es cuando es creaci�n. Desde el men-tado nuevo acto ps�quico de Freud en el pasaje del autoerotismo alnarcisismo, hasta las particularidades que define Castoriadis en Òlasingularidad de la imaginaci�n creadoraÓ.

Parece que ya no estamos en el periodo del reino del Santo Ofi-cio Psicoanal�tico, donde la descalificaci�n del imaginario era ley.Contin�a pero de otras maneras. Ser psicoanalista implica sus de-

saf�os. Si no se los transita es pura burocracia y la cl�nica no est�al margen.

En el movimiento psicoanal�tico, el imaginario, de pasar a tenerun lugar subsidiario frente a lo simb�lico creci� en su valoraci�n.Las construcciones imaginarias, que siempre sostuvimos, generancondiciones para el acceso a lo simb�lico; en este grupo se venrealzadas por dispositivos en el que la dramatizaci�n, el ejerciciocon m�scaras, la creatividad tiene campo libre, junto con la refle-xi�n. La palabra se ve realzada por la posibilidad del encuentrocon el otro.

As� nace �ste grupo cuyas pautas detallo:Grupo terap�utico con la modalidad de taller vivencial y de re-

flexi�n con la incorporaci�n de recursos expresivos corporales,pl�sticos, literarios y esc�nicos, junto el uso de objetos y m�sca-ras.

Fundamentos

La subjetividad se constituye en creaci�n. Los procesos creati-vos brindan las condiciones para revisar los obst�culos a la creati-vidad y aspectos de la subjetividad. La psicoterapia se funda en es-ta relaci�n. Se incorporan dispositivos que permiten ampliar elcampo de la escucha. Lo esc�nico toma una relevancia particularcombinado con los recursos expresivos.

La escena da determinados grados de coherentizaci�n.Se despliegan modalidades de trabajo que hemos desarrollado

en el Instituto como el Mapa fantasm�tico corporal, el trabajo enlugares simult�neos, el maquillaje, entre otros

La po�tica del desenmascaramiento y de la cura y el psicoan�li-sis son los fundamentos conceptuales de esta pr�ctica.

Modalidad: vivencial y de reflexi�n, en el cual la palabra es ine-ludible.

Comentarios acerca del cierre: No es extra�o que el primersubt�tulo del texto refiera a Òdisoluci�nÓ. Algo debe destruirse pa-ra poder crear. Crear no implica denegar la pulsi�n de muerte, losduelos, el malestar, aquello que hace ruido en la subjetividad. Im-plica hacerse cargo de la multiplicidad consistente e inconsistente,en la multiplicidad de lenguajes que permita la escucha y la resig-nificaci�n.

Simplemente es reafirmar una l�nea de trabajo, recrearla, en elpsicoan�lisis. Sobrepasar lo instituido.

Si la cura fuera una supuesta b�squeda de verdad, de desanudede conflictos donde en un grupo se multiplican y se reproducen co-mo los espejos de los laberintos, la creatividad es un hilo fino o co-mo las migas que se dejan para recuperar el itinerario recorrido, yal volver se regresa siempre a otra faceta de la subjetividad, a ve-ces fortalecida a veces descartada y quedan esos rastros en colla-ges, m�scaras que se transforman, telas que sostienen, poes�as pro-pias de una intimidad grupal, que abre canales a la palabra desem-polvada de un encuadre formal, con el cuerpo envarado a la espe-ra del saber del analista. La creatividad ventila durezas que a ve-ces el cuerpo defiende para no modificar una postura. Las postu-ras corporales, te�ricas, ideol�gicas son postes que puede encerrary en carcelar o pueden ser sost�n de otros fundamentos. Se trata degenerar condiciones para sobrepasar lo instituido.

El desaf�o en este nuevo grupo lo atestiguar�.

Campo Grupal / 7La gente no va a la iglesia en busca de sermones sino a soñar con Dios. Kurt Vonnegut

Creación y Subjetividad

Disolución y reapertura de un grupo terapéutico

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Page 8: CAMPO GRUPAL 67

Campo Grupal / 8

Campos de elucidación e interferencia

El entre como política y la amistad como ética

La verdad nada sobre la mentira como el aceite sobre el agua. Miguel de Cervantes Saavedra

Horacio Belgich [email protected]

Reflexionar sobre lo que nos ocurre como argentinos y la-tinoamericanos en este tiempo hist�rico es dif�cil; en pri-mer lugar porque a�n estamos imposibilitados de ser due-

�os de nuestro propio tiempo, a�n estamos en un tiempo que noses ajeno, extra�o, porque est� en poder de otros y estamos en po-der de ese tiempo. Y es, adem�s, una tarea dificultosa porque nosarrastra una tempestad, la realidad social del capitalismo ennuestra regi�n latinoamericana; y esa realidad es la que deman-da c�mo ser ciudadano, consumidor; ciertamente queremos de-cir que el punto de partida a analizar en este sistema es la insti-tuci�n de las verdades que el capitalismo instituye como causasy como fines de procesos de subjetivaci�n predeterminados; esapredeterminaci�n dispone del modelo de la representaci�n (don-de el Modelo jam�s es alcanzado en perfecci�n por la copia,siempre carente), y su l�gica de la trascendencia para conformarun modo de sentir, de pensar, de hacer y de desear de las subje-tividades en un determinado marco hist�rico social. Sin embar-go, creemos que es posible conjurar esos modos de sentir prede-terminados construyendo conexiones, intercesiones que descolo-quen y desbaraten esos lugares fijados parece que de una vez ypara siempre.

Como conjunto de prescripciones, enunciados y elementos devisibilidad, esos modos de sentir, pensar, al referenciarse en laverdad como Causa o como fin requiere del aparato binario deser y no ser, que act�a como verdadero aparato de captura de lassubjetividades. Es decir, que puede traducirse este ser en perte-necer al grupo humano conformado por ciudadanos consumido-res, blancos, judeocristianos aceptados desde el imaginario so-cial, y no ser a aquellos que no forman parte de �l porque no res-ponden con su modo de consumir, pensar y sentir lo que el ima-ginario requiere para sancionar como subjetividad capitalista.

Esta oposici�n binaria se funda en la operaci�n de la conjun-ci�n o, que es la que sirve de bisagra para componer una subje-tividad excluyente de otros modos de sentir y de pensar (se es ono se es). Esa operaci�n, propia de una marcha disyuntiva, seperfila en la construcci�n de una m�quina paranoica que limitalas potencias de los cuerpos y subjetividades, tanto masculinascomo femeninas. Pues hay en este r�gimen de verdad una ilusi�nde las causas finales -por un lado-, donde los valores trascenden-tes (del Modelo) culpabilizan la vida al modo de una moral de�poca; y por otro lado existe una ilusi�n de los derechos libres,por el cual se someten los poderes de las subjetividades y loscuerpos.

Estamos por lo tanto en este r�gimen de verdad trascendente,en el seno de la m�quina binaria, que define al sujeto por lo quees, (hombre, mujer, adulto, ni�o) y no por lo que puede ser. Deeste modo la subjetividad reconocida se halla entrampada en latrenza de las series divergentes; ser� una cosa y no otra.

Tomemos como ejemplo y analicemos entonces la violenciaque se ejerce desde el lugar social asignado a la subjetividadmasculina. Dice el antrop�logo mejicano E. Liendro1: ÒLa vio-lencia es uno de los ejes que constituye la masculinidad, o sea,ser hombre en nuestras sociedades significa asumir la violenciacomo un modo de vida desde ni�os...Tambi�n se ejerce violenciaecon�mica, violencia sexual, etc. Hay que romper el mito delhombre violento como una excepci�n, como algo patol�gico,pues se trata de algo culturalÓ.

Este es una verdad instalada en tanto la subjetividad masculi-na no puede dejar de desplegarse si no se acompa�a de violen-cia en su ejercicio, como forma de vida. As� se relacionan temascomo violencia dom�stica, masculinidad y homicidios, racismo,etc. Por lo tanto, siguiendo con el ejemplo anterior, en el recono-cimiento de ser hombre, s�lo se podr� serlo de acuerdo a estasignificaci�n, en la composici�n de una cultura machista que pa-rece enmarcar el Modelo en la articulaci�n de la conjunci�n o.

A diferencia de lo anterior, otro modo de estar referenciado ala verdad, es que �sta sea una verdad inmanente a la situaci�n, yas� la situaci�n hace valer la acci�n por si misma, sea esta ac-ci�n, modo de sentir, de pensar y de desear divergente de lo pres-cripto para la subjetividad de ese tiempo. Se trata de otra l�gica,la de la conjunci�n y, donde se construyen series convergentesgenerando disyunciones inclusivas.

En esta �ltima posici�n no habr�a selecci�n de modos de sen-tir, etc., en tanto no se definen a los sujetos por lo que son, entanto la Ley no es el Ideal del deber ser. Si la Ley es el Ideal, lavida es vivida siempre como imperfecci�n y carencia pues no sellega al Ideal postulado, limitando a los cuerpos en lo que �stospueden hacer, desear, sentir y convergir con otros cuerpos y otrassubjetividades.

Si se trata de privilegiar al y de la conjunci�n, es porque ha-

br�a que definir entonces al ser no por lo que es, sino por lo quedeviene, por lo que puede ser; ser = devenir quiere decir que nose vuelve a lo id�ntico, a lo Mismo, sino que se encarna en lo di-ferente, de lo que es extra�o para la Idea y su buena copia; as� lodiferente es el simulacro.

Devenir s�lo es posible con otro, en este caso puede pensarseel devenir ni�o del hombre, cuando puede �ste juntar la alegr�ay el placer del juego dejado de lado casi siempre para dar paso alas cargas de la competencia cuantitativa, exitista. O bien el de-venir mestizo o negro del hombre blanco; tenemos un claroejemplo de este devenir en el Subcomandante Marcos, a quienG. Garc�a M�rquez2 le pregunta: -Si todo el mundo sabe quienes usted, Àpara qu� pasamonta�as? Y responde: -Un dejo de co-queter�a. No saben quien soy, pero adem�s no les importa. Loque se est� jugando aqu� es lo que es y no lo que fue el subco-mandante Marcos.

Este despegue del pasado forma parte del devenir, donde lasidentidades se diluyen y se disponen a entrar en el cruce con lay de la conjunci�n de las series divergentes. Ser blanco y mesti-zo y guerrillero y pensador y contador de cuentos y pol�tico yotras cosas m�s.

Aunque es necesario aclarar que devenir ni�o, por ejemplo, nosignifica que el hombre se infantilice, sino que recoja sobre s� losafectos, la creatividad l�dica y las afectaciones y la invenci�npropias de la ni�ez como estado. El hombre deviene ni�o en tan-to el ni�o deviene otra cosa, quiz�s potencia del mismo ni�o obien puede devenir adulto creando una capacidad instituyente yautogestiva, por ejemplo, en su escuela.

Por lo mismo, el devenir ind�gena no significa disfrazarse deindio y hacer como s� se fuera ind�gena. Se trata en el devenir dedos que deviene cada uno en otra cosa, diferente de sus or�genes;as� Marcos deviene ind�gena cuando encarna la lucha de un opri-mido ind�gena contra el racismo proponiendo un mundo dondequepan muchos mundos, en tanto el ind�gena deviene potenciainsurrecta, guerrero, cuando se dispone a dar guerra al etnocen-trismo.

Es el devenir el que hace posible trazar una l�nea que sale delaparato de captura que es el sistema de representaci�n Modelo Ðcopia; esa l�nea lleva al simulacro, el que es muchas cosas, sinidentidades fijas dadas de una vez y para siempre.

Modelo y copia funcionan sobre el eje disyuntivo de o, en lapura disyunci�n exclusiva, en base al principio de identidad don-de A = A. As� el hombre ser�: machista, blanco, racional y habla-r� idioma est�ndar; y no ser�: negro, mestizo, migrante y senti-mental. Es sobre esa disyunci�n pertenecer Ð no pertenecer queel o se halla en plena funci�n exclusora. Recordemos que estofunciona tambi�n como el Modelo Mujer, en tanto el mandatosobre ella es: ser madre, instalarse principalmente en un mundoprivado, ser primariamente sensible y subordinarse al hombre -padre, marido, hermano-.

Por ello la copia es m�s verdadera cuanta m�s cerca est� de laIdea, en este caso cuanta m�s cerca est� del Modelo Hombre quese propone.

Ese Modelo es una verdad preexistente y los hombres, parapretender serlo, necesitan acercarse a ella, en una posici�n deimperfecci�n y carencia. En ese modelo y no en otro se fundanlos centrismos con todos sus enunciados y visibilidades de so-metimiento del otro sexo, el otro etario, el otro loco, el otro nooccidental, el otro sin identidad que no puede ser representadoen tanto no se acomoda al modelo. Como por ejemplo los ilega-les y refugiados de guerras en algunos pa�ses europeos llegadosde los Balcanes, a quienes G. Agamben equipara a los detenidosde los campos de concentraci�n nazi, pues se hallan en zonas desuspensi�n de ley, son extranjeros sin nombres, ya expulsadosdel territorio del pa�s, aunque est�n habitando en una franja deese mismo pa�s. (Es incontrastable que se produce la trenza ima-ginaria entre el falocentrismo junto al etnocentrismo y el logo-centrismo, hasta resultar elementos indiscernibles entre s�).

Este otro, como otredad, es el simulacro, que no es, en tantono puede ser definido respecto de la Idea, pues es m�scara dem�scara, o como dice J. L. Pardo3: una diferencia sin identidad:la parodia de toda identidad, el simulacro de lo Mismo. Copiade copia, infinitamente. Volvamos a Marcos nuevamente, elhombre blanco que fue deja paso a un encapuchado sin identidaddefinible; es m�s, a �l mismo no le importa quien ha sido, sinoel que es, en la multiplicidad de im�genes que de �l tenemos. Sa-li�ndose de la representaci�n hist�rica y emblem�tica que tene-mos del guerrillero, nos dice que su lucha se irriga e irriga a to-das las luchas de las minor�as (�tnicas, sexuales, etarias) y afir-ma que es un ama de casa en Latinoam�rica, un homosexual enSan Francisco, un ind�gena en Lacandona, es decir, muchos, co-mo simulacro inclasificable, como manifestaci�n de diferencia,como subversi�n peligros�sima para el sistema de representaci�n

pol�tica de derecha y de izquierda. Proponemos, seg�n adelantamos, que la conjunci�n o pueda

ser reemplazada por la conjunci�n y, de este modo lo que es s�n-tesis de exclusi�n deviene s�ntesis conjuntiva, que entrelaza lasseries divergentes del ser hombre. Con ello la oposici�n binariaser- no ser, que impide que el hombre llegue a saber cu�nto pue-de su subjetividad y su cuerpo, deja paso a las potencias que seexpresan en el modo en que la diferencia se hace presente; esaspotencias pueden surgir en tanto es la conjunci�n y la que prece-de las s�ntesis que conectan los elementos m�s heterog�neos ydiferenciales de los modos de sentir, de pensar, de actuar y de de-sear de las subjetividades masculinas y femeninas. Sobre esaconjunci�n puede erigirse el simulacro.

El hombre y la mujer como ciudadanos y como amantes, nodejan de producir diferencias respecto de aquella significaci�nque se instaura como Ley; esas percepciones acerca de lo dife-rente que puede ser, lo confunden y culpabilizan, pues cree ques�lo es cuando es de acuerdo a las prescripciones dominantes, yque hacen del Hombre un ser desp�tico respecto de otros que noson; pero en realidad esa verdad trascendente le impone un mo-do restrictivo de ser. Y con nuestra hip�tesis afirmamos que elfalocentrismo condiciona un modo de ser hombre, mujer, ciuda-dano, caracterizado por jerarquizaciones que fragmentarizan elcolectivo social y renuevan de manera constante la violencia en-tre diferentes sectores de la poblaci�n.

La conjunci�n y se liga a que el ser del hombre se constituyeen el c�mo deviene otra cosa, quiz�s ni�o (mestizo, etc.), lo queno significa que ser� y sentir� como un ni�o ni tampoco que se-r� ni sentir� como un aborigen, pues no se trata aqu� de identifi-caciones, s� significa que algunos atributos y afectaciones de eseotro (mestizo, por ejemplo) le permiten al hombre devenir eseotro, en tanto ese otro (mestizo) deviene otra cosa (salirse delsistema de representaci�n Idea Ð copia mestizo, y devenir el/ellamismo/a ni�o/a, o guerrillero quiz�s).

Ser entre

El devenir siempre es minoritario en tanto se sale de las coor-denadas del sistema de representaci�n Idea Ð copia, y se devie-ne el menor, el circunstancial oprimido del sistema mencionado.En el devenir se es transitoriamente, no hay identidades definiti-vamente establecidas y si el hombre deviene mujer no significaque asumir� la identidad femenina, sino que ese c�mo se devie-ne no puede ser remitido a las representaciones ordinarias de lassignificaciones dominantes; devenir mujer es organizar porejemplo un determinado perfil componiendo procesos de sensi-bilidades que permiten salir del machismo al hombre, de repre-sentaciones heterog�neas que suponen que no hay dominacio-nes fijas, s� una danza de poderes entre un hombre y una mujer.Estos elementos singularizables en cada uno de los sujetos se ha-llan por fuera de la representaci�n La Mujer que propone el bi-narismo y el falocentrismo. Tampoco se trata en el devenir mu-jer de la mujer que �sta asuma posiciones faloc�ntricas, porqueello detiene el devenir, pues asume la posici�n del se�or, domi-nando.

Recordemos como el simulacro expresaba la potencia de lofalso, de lo extra�ado y extranjero respecto de la Idea y tambi�nrespecto de la buena copia; es ajeno a una y otra. Es por ello quese trata de que el hombre y la mujer como padres, como aman-tes y como ciudadanos devengan otra cosa en cada una de esasrepresentaciones (que son dominantes). Como sujetos puedendevenir el lugar oprimido de la mujer; como padres pueden de-venir ni�o en tanto se hace cargo de su propia potencia infantil;como amantes puede devenir amados y como ciudadano puededevenir instituyente, o todas esas cosas a la vez; estamos enton-ces en el entre una y otra posici�n, entre uno y otro estado, en-tre una y otra categor�a.

Surge aqu� la relaci�n entre la posici�n fal�crata y un modosubordinado de ser ciudadano, pues a m�s dominio sobre el otro,menos autonom�a individual y colectiva se tiene en s� mismo.

Ahora bien, s�lo en el entre la verdad estar� en cada situaci�ny en m�ltiples situaciones, y no como instancia trascendente quepreexiste como molde a las subjetividades de los hombres y mu-jeres de nuestro tiempo. Podemos pensar que la mejor neutrali-zaci�n de la pol�tica faloc�ntrica, y/o racista, es la del entre, entanto esta es una concepci�n conexionista que pone en primert�rmino el v�nculo que se produce entre los sujetos frente a lacompetitividad (capitalista) que atomiza.

El quiebre de los entre en una verdadera forma de dominaci�n,pues se exacerba la individualidad en funci�n de un corte de losv�nculos; ese corte en la actual coyuntura es la amenaza ya seadel desempleo entre los obreros, de la violencia y la inseguridadentre los vecinos; por ello cuando desaparecen los entres dejan

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de funcionar las fuerzas colectivas sociales y laborales comofuerzas productivas para convertirse en fuerzas reactivas, en tan-to se vuelven contra los mismos sujetos (el miedo que hace ma-tar vecinos entre s�, o bien la intensificaci�n de la delaci�n entrelos individuos, o la insolidaridad que se exacerba entre los em-pleados de la Empresa).

Cuando los entres funcionan, se potencian las articulacionessolidarias y cooperativas, aumentando, adem�s, la imprevisibili-dad y la invenci�n de relaciones y de amistad, en lugar de la cla-sificaci�n binaria que determina lugares taxativos, verdades he-teronomizadas y trascendentes acerca de lo que se es, por ejem-plo. Recordemos aqu� a M. Foucault, quien afirmaba que lo quem�s temen las instituciones es cuando el amor y la amistad est�nall� donde deber�a estar la regla o el h�bito; no las inquieta la pre-gunta acerca de quien es cada cual, sino qu� nuevas relacionespueden inventarse desde lo que se es. Esa pol�tica, as� descrip-ta, es un verdadero entre, que erosiona verdades eminentes paradar lugar a l�neas de sentidos dispares, flexibles, mutantes, quedicen de la autonom�a de los sujetos que pueden ellos mismoscrear sentido en una situaci�n y transformarlo cuando lo creanconveniente.

Podemos comprender la acci�n de autonom�a en la creaci�nde normas institucionales en situaciones de crisis social, al in-ventarse nuevos institutos y formas de participaci�n ciudadana;aunque algunos de ellos no sean nuevos en la historia de la par-ticipaci�n popular, resultan novedosos en un sistema de partici-paci�n formal y represor de otros modos de participaci�n -asam-bleas por cada barrio con capacidad de gesti�n deliberante, coo-perativismos en f�bricas quebradas tomadas por sus empleados.

Ello nos condiciona a pensar y creer que la verdad no existecon anterioridad sino que la misma se crea a cada momento. Loque nos produce por un lado intensa angustia, pero tambi�n unfuerte sentimiento de libertad, al tomar la decisi�n y hacernosresponsables; y no delegar esas responsabilidades en otros comofiguras desp�ticas y deshumanizantes.

De cada acci�n somos responsables y ello se sostiene en una�tica de la solidaridad, donde el otro, claramente, es necesariopara la creaci�n de la verdad de la situaci�n, y donde tambi�nclaramente, queda en evidencia que el otro no es mi l�mite comohombre o mujer, como ni�o o adulto, como negro o como blan-co.

Un fragmento de invenci�n, de entre y amistad.

Quiz�s una de las narraciones m�s conocidas donde se desa-rrolla la historia de una invenci�n, un entre y la amistad (enten-dida aqu� como parres�a, esto es, la conjunci�n de la amistad yde la valent�a4 ) sea la creada por Jorge L. Borges5 en Biograf�ade Tadeo Isidoro Cruz (1829 Ð 1874). Recordemos que el autordescribe el origen probable de Cruz (el compa�ero de Mart�nFierro), en una noche previa al combate donde muere el hombreque lo engendr�, un perseguido por tropas enemigas. Creciendoen la llanura, no nos asombra saber que Cruz tem�a a la ciudad,y hasta sent�a cierta aversi�n a ese espacio de luz, de calor y decuerpos que tragaba todo lo que se le acercara. En su juventud esperseguido por matar a un hombre y enfrenta una noche a la par-tida que lo busca. Preso en el ej�rcito y capturado por las obliga-ciones, hacia el 68 se amanceba y es designado sargento de lapolic�a. Si bien no era feliz, Òen los �ltimos d�as recibi� la ordende apresar a un malevo, que deb�a dos muertes a la justicia. Era�ste un desertor de las fuerzas que en la frontera Sur mandabael coronel Benito Machado; en una borrachera, hab�a asesina-do a un moreno en un lupanar ... en este lugar, hac�a cuarenta

a�os, hab�anse congregado los montoneros para la desventuraque dio sus carnes a los p�jaros y a los perros; de ah� sali� Ma-nuel MesaÉ.; de ah� el desconocido que engendr� a Cruz y quepereci� en una zanja partido el cr�neo por un sable de las bata-llas del Per� y del Brasil. Cruz hab�a olvidado el nombre del lu-gar, con leve pero inexplicable inquietud lo reconoci�ÉEl cri-minal, acosado por los soldados, urdi� a caballo un largo labe-rinto de idas y venidas; �stos, sin embargo, lo acorralaron la no-che del doce de julio. Se hab�a guarecido en un pajonal. La ti-niebla era casi indescifrable; Cruz y los suyos, cautelosos y apie, avanzaron hacia las matas en cuya hondura tr�mula ace-chaba o dorm�a el hombre secreto. Grit� un chaj�. Tadeo Isido-ro Cruz tuvo la impresi�n de haber vivido ya ese momento. Elcriminal sali� de la guarida para pelearlos. Cruz lo entrevi�, te-rrible; la crecida melena y la barba gris parec�an comerle la ca-ra. Un motivo notorio me veda referir la pelea. B�steme recor-dar que el desertor malhiri� o mat� a varios de los hombres deCruz. Este, mientras combat�a en la oscuridad (mientras sucuerpo combat�a en la oscuridad), empez� a comprender. Com-prendi� que un destino no es mejor que otro, pero que todo hom-bre debe acatar el que lleva adentro. Comprendi� que las jine-tas y el uniforme ya lo estorbaban. Comprendi� su �ntimo desti-no de lobo, no de perro gregario; comprendi� que el otro era �l.Amanec�a en la desaforada llanura, Cruz arroj� por tierra elquep�s, grit� que no iba a consentir el delito que se matara a unvaliente y se puso a pelear contra los soldados, junto al deser-tor Mart�n FierroÓ.

ÀC�mo se anuda en este relato la invenci�n y la amistad?Creemos reconocer que en �l la invenci�n de nuevas formas sin-gulares de conexi�n vincular, entre dos hombres, desconocidosel uno para el otro, pero que, sin embargo, habitan o habitaronun territorio com�n, el de ser perseguidos y ser hombres en fu-ga. Esa evidencia promueve en ambos la �tica de la valent�a, quese transmuta en ambos, por diferentes circunstancias, en �tica dela amistad. Y aqu� es necesario detenernos en el concepto deamistad como parres�a, pues no significa desde esta perspectivalo que com�nmente entendemos por amistad, es decir, el amigocomo coadjutor y adicto; sino que la amistad se produce en tan-to los lazos entre los hombres son posibles, como aliado poten-ciador de las fuerzas y potencias de cada uno, con lo que un ami-go dice con valor lo que piensa y ese acto de coraje hace de ellosinstituyentes; es as� que el amigo, al activar lo que de otra mane-ra no puede activarse, promueve una �tica del reconocimiento yde solidaridad, pues la potencia no significa sino una singulari-dad que carece de identidad, y tampoco responde a un sistema derepresentaci�n ni pertenece a un conjunto definido como predi-cado. Por ello se diferencia manifiestamente de la �tica indivi-dual de la democracia liberal, pues la singularidad de Cruz, susafectaciones, resultan irrepresentables para aquella �tica.

Se oponen as� el funcionamiento de dos m�quinas; una deellas lo hace al modo de una m�quina cartogr�fica, que describelos espacios recorridos, sustray�ndose y quit�ndose de los cen-tros precisos entendidos como lugares jer�rquicos, y por otro la-do, se encuentra la m�quina calcogr�fica, cuyo modelo de pen-samiento es el de la centralidad del Estado, con sus jerarquiza-ciones, sus binarismos y sus tiempos de inclusi�n Ð exclusi�n.

El desplazamiento de Cruz genera nuevas fulguraciones enesa noche, porque transforma una m�quina de movimientos fijos(el sargento, por lo dem�s amancebado, que representa al Esta-do en busca del perseguido) en una m�quina de movimientosmultiformes (el devenir desertor y perseguido, pero en estado delibertad, de Cruz, en funci�n del devenir valiente y en fuga deFierro); esta �ltima m�quina acopla y pone en marcha una mul-tiplicidad de afectos d�nde la molecularidad de los mismos per-miten habitar y deshabitar territorios con una fuerte voluntad dein-esencialidad del ser como Verdad. No ser� entonces un verda-dero soldado, un verdadero padre, un verdadero amante. Ser� unhombre desertando de las instituciones de su �poca que lo retie-nen.

De este modo, Tadeo Isidoro Cruz es propiamente un n�ma-de, pues se sustrae a los centros capturantes de la �poca; es unb�rbaro de la civilizaci�n, cuyas fuerzas interpelan al Estado ysus aparatos que adecentan el saber, el sentir, el decir. Inventa es-te cuerpo, al ser n�made, una nueva m�quina de pensar, de crear,de desear, que encuentra la verdad all� donde se muestra, en elacontecimiento mismo. Sabe, con una �nica certidumbre, que nohay ni habr� certezas para su vida, y se escucha el grito �ltimo(no consentir� el delito que se mate a un valiente), en la espesu-ra del momento, donde est� siendo y haci�ndose un desertor.

Por otro lado Fierro, -el que no ser� un verdadero-, el que hadesertado del castigo, es �l mismo un territorio donde confluyenuna serie de m�ltiples aperturas; as�, puede romper el territoriode lo verdadero deviniendo matador, desertor y perseguido; el

encuentro con Cruz lo ci�e en las m�s amplias de las libertades,la del devenir Cruz de Fierro. Ese devenir Cruz lo referencia noen elementos trascendentes y capturantes como la familia, elej�rcito, los emblemas militares, sino en algo de lo gregario deCruz; ese ya no estar solo, de la compa��a de otro hombre comocamarada en la incertidumbre, en lo aciago del destino. Y quepuede entenderse desde el plano de lo pre-l�gico, de lo pre-re-presentativo y est� por fuera del sistema de representaci�n Mo-delo Рcopia, en tanto opera con la disyunci�n inclusiva.

Se destituye el principio de identidad y ya A ­ A. Ahora A esuna mezcla; de este modo, el Ser, montado en la soberan�a de loid�ntico, sucumbe al devenir. Es por ello que no puede Fierrovolver a ser un soldado de frontera, ni Cruz un sargento guar-di�n. El cuerpo de uno y otro se reparte en un espacio ilimitadoy se caracterizan por lo que pueden, al devenir Cruz de Fierro, yal devenir Fierro de Cruz. El Ser ya no se ensambla en una iden-tidad cristalizada de una vez y para siempre, sino que se actuali-za en una indeterminaci�n del cuerpo que deviene, siempre otracosa, siempre con otro.

Ese cuerpo como conjunto de fuerzas se singulariza por loque puede, cosa que previamente nadie sabe, y por el c�mo de-viene. El cuerpo piquetero en su vibraci�n inestable, puede de-venir sectores medios en funci�n de un devenir aliado de clase,en busca de una nueva representaci�n; y por otro lado, el deve-nir piquetero del cuerpo clase media lo es en tanto la precariza-ci�n lo impulsa a asaltar las calles, ocup�ndolas en una direcci�nque es mezcla y no pureza, que es mixtura y no emblema de cla-se, que es gris y no negra ni blanca. El punto gris de Vassili Kan-dinsky6 es ese derrape de lo id�ntico como color estable y esta-blecido para dar lugar a su disoluci�n; sobre ella se multiplicanlas conexiones crom�ticas del blanco y del negro, en una fusi�nde puntos que se difuminan en un gris.

Una mezcla mortal para A = A, pues nadie sabe que ser� A,clase media, piquetero quiz�s; se crean as� una serie de superfi-cies de articulaci�n, unos territorios de entres, de relaciones, in-teracciones, interrelaciones, intercesiones.

Estas intercesiones son el cemento de la �tica de la amistad,del deseo de comunidad y de la potencia instituyente, pues esecampo de vibraciones y despliegue de fuerzas no opera sino conafectos y afectaciones, dando al mismo un car�cter inmanente,singularizado y propio de cada sector. Existe la amistad como�tica cuando el amor ocupa el lugar sacralizado de la regla, cuan-do la pregunta por lo que se es permite el paso a la pregunta acer-ca de qu� hacer con lo que soy, qu� desplegar y qu� inventar co-mo relaciones desde ese fr�gil ser. Y existe la �tica de la amistadcuando se comprende, como el rel�mpago que atraves� a Cruz,que el otro es �l.

En los intercambios se generan puntos de elucidaci�n, camposde interferencias entre uno y otro sector que los hacen vibrar enun mismo trayecto, marcando as� el espacio singular de cadauno, en el territorio habitado por cada uno. Encontramos nueva-mente aqu� el y disyuntor e inclusivo, que se diferencia de la po-l�tica que centra a la poblaci�n en el qui�n es, y no en lo que pue-de hacer. El quien es bloquea la ciudadan�a global para que avan-ce la globalizaci�n econ�mica, y recordemos que s�lo la conso-lidaci�n de la ciudadan�a global puede detener ese avance. Re-cordemos las consignas de los estudiantes de mayo del 68, quie-nes dec�an: todos somos jud�os alemanes (ante la expulsi�n deFrancia del estudiante jud�o alem�n Daniel Cohn Ð Bendit).

Esta �tica se opone a la m�quina paranoica que distribuye se-ries divergentes sobre la base a esencias inalterables, esto es, se-r�s A o B o C. Por ello lo que est�, lo est� en potencia para laamistad; es lo que todav�a no se ha definido. Y si el sujeto tieneun deber, es el de mantenerse en esta identidad siempre en sus-penso; en sustituci�n de la identidad definida, ya sea �tnica, declase, de g�nero, y por lo cual no dejar� de ser hombre, mujer,negro o blanco. Por ello ha de oponerse, claramente a lo que seda en llamar pol�tica de la identidad. Sobre ella sacaremos, enotro momento, algunas conclusiones.

Notas1 Revista Mujer Salud; ÒLos retos del g�neroÓ. 1-97. M�xico. p. 49.2 Garc�a M�rquez, G; y Pombo Roberto; Revista Cambio; ÒHabla MarcosÓ. En-trevista al Subcomandante Marcos. Bogot�. Marzo 2001.3 Pardo, Jos� L.; Deleuze: violentar el pensamiento. Editorial Cincel. Madrid.1990.4El concepto de parres�a es tomado de la obra de M. Foucault. 5 Borges, Jorge Luis; ÒBiograf�a de Tadeo Isidoro Cruz (1829 Ð 1874)Ó en ElAleph. Obras Completas. Emece. Bs. As. 1974. Recordemos que este relato tie-ne como referencia al poema Mart�n Fierro, del poeta argentino Jos� Hern�ndez,quien describe las vicisitudes de un gaucho perseguido por la justicia hacia finesdel siglo XIX en la pampa. Borges se centra en el episodio donde Cruz, el sar-gento que debe apresarlo, se encuentra con el gaucho rebelde. 6 V�ase de Kandinsky: Punto y l�nea sobre el plano. Need. Bs. As. 1997. p.67;y tambi�n del mismo autor: Sobre lo espiritual en el arte. Need. Bs. As. 1996.Cap. V.

Campo Grupal / 9Filosofar es esto: examinar y afinar los criterios.Epicteto

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Campo Grupal / 10

Alejandra Defago, Ana Mayor, Román Mazzilli, Patricia Mercado, Carina Vanerio, Walter Vargas

Buenos Aires, junio de 1995

En principio, una confesi�n: estamos cansados del mon�tonorunr�n del eficientismo hip�crita que supimos conseguir. Nosdeclaramos en rebeld�a contra el individualismo radical y deses-

peranzado, la l�gica de las cuentas bancarias, el carnaval de la pava-da, la cultura de la queja y la letan�a de la eterna postergaci�n. Nos ne-gamos a que la resignaci�n se convierta en una categor�a ontol�gica ymuch�simo menos creemos que la historia se haya terminado. En elpeor de los casos, estamos lejos de extenderle un certificado de defun-ci�n a nuestras propias historias.

En realidad, nos estamos constituyendo aqu� s�lo por eso: a cadauno de nosotros le urge resistir, pero al mismo tiempo reclama ejercerel derecho de ir un poco m�s all� y sabe de la maravillosa dimensi�nde la grupalidad, a cuyos brazos se entrega, sin por ello declinar supropio perfil, los detalles gruesos o infinitesimales que nos hacen �ni-cos e irrepetibles. Nuestro imperativo �tico abreva en un viejo princi-pio acu�ado por los griegos: el cuidado de s� es tambi�n un modo decuidar a los dem�s, un acto visible para los dem�s y, por ende, conjun-tivo.

Pero tampoco aspiramos a c�spide vanguardista alguna. Sabemos ocreemos saber de nuestras oscuridades y desde all� nos lanzamos aaveriguar hasta d�nde llegar�n nuestros eventuales destellos. Ser�a ex-cesivo, impreciso, llamarnos militantes, no porque descalifiquemos asus cultores actuales ni reneguemos de pasados acaso m�s fervorosos-tambi�n empachados de certezas- sino porque de la palabra militantenos incomoda cierto defecto de f�brica: la uniformidad te�rica, la vo-luntad acr�tica, la organizaci�n vertical, la conducta pautada, militar,en fin, un conjunto de actos y supuestos al servicio de una feroz em-boscada de creatividades, azares y devenires.

Nos proponemos convocar, explorar, investigar, experimentar, refle-xionar, teorizar, conceptualizar, pero la democracia del diapas�n noshace resonar tambi�n con verbos tales como conjeturar, merodear,complejizar, ironizar, alegrar, jugar y poetizar.

No renunciamos a la verdad, si por verdad se entiende una eviden-cia que frecuentemente remeda el canto del cisne: se hace escuchar yluego muere. Y si es cierto que la verdad se ofrece a la insistencia delobsesivo, tambi�n lo es que puede vestir las ropas de una piedra conla cual tropezamos casi distra�damente. Pero para tropezar hay que an-dar y para andar hay que desentenderse de los territorios aprendidos yestar dispuestos a aventurarse en vastas geograf�as.

Nos reclamamos un movimiento en gestaci�n, en tanto movimiento

es, entre otras cosas, un cuerpo cuya posici�n var�a desde un punto fi-jo. Nuestro atravesamiento com�n es la psicolog�a social en general yla psicolog�a social pichoniana en particular, pero compartimos tam-bi�n la necesidad de sostener una rigurosa gimnasia de exorcismo alos seductores fantasmas del paternalismo, la vacuidad tautol�gica yel sometimiento intelectual. De Enrique Pichon Rivi�re no nos inspi-ra tanto lo que dijo como lo que hizo: desplegar una provocadora al-quimia de m�todo y pasi�n en pos de saberes siempre sujetos a vaive-nes, accidentes, malos entendidos, apor�as, encrucijadas, perplejida-des.

Tampoco suponemos que ser psic�logos sociales constituya unaidentidad en s� misma. Nuestras identidades son m�s bien un fluir demultiplicidades en permanente mutaci�n, un ir siendo, una instanciagerundial que guarda mayor relaci�n con la insistencia que con laexistencia. Y es sobre los bordes y las incomodidades de esas intensi-dades que salimos al ruedo en el af�n de construir una herramienta ca-paz, al menos, de ponerle nombre a sus preguntas.

Somos, adem�s, docentes, terapeutas de familia, f�sicos, investiga-dores, periodistas, corporalistas, psicodramatistas. Creemos que haymucho por hacer y decir en el campo de la salud y aunque abomina-mos de ligerezas, supercher�as y eclecticismos, tampoco nos tranqui-lizan las lujosas c�rceles que ofrecen categor�as s�lidas, consagradas,imprescindibles algunas de ellas, pero no lo suficiente para dar cuen-ta de la profunda riqueza de la existencia humana. Los t�rminos saludy enfermedad se obstinan en desbordar los l�mites nosogr�ficos y to-da operaci�n terap�utica o promotora de salud deber�a contemplar elvalor de la m�sica, la pl�stica, la literatura y otros condimentos esen-ciales de la vida cotidiana. En ese sentido, enfatizamos el valor tera-p�utico de la belleza.

Construimos este espacio en nombre de nuestro propio deseo. A na-die redimimos, a nadie pretendemos rescatar, a nadie ofrecemos unaverdad �ltima y definitiva, a nadie queremos convencer: se trata deque no nos convenzan a nosotros los penosos aullidos de la moda. Ninos subastamos ni suscribimos la idea de que se trata de un naufragioy no hay nada mejor que el folcl�rico s�lvese qui�n pueda. El indivi-dualismo de este tiempo no es m�s que una forma degradada de la au-tonom�a personal.

Adivinamos, eso s�, que en lo inmediato el destino de nuestros de-seos podr� devenir proyecto compartido con otros gozosos tambi�n deperseverar en el ser. Ese es el �nico requisito para imaginar andares yquehaceres. El grupo es un espacio f�rtil para la complejidad y la crea-tividad, no una aceitada maquinaria que en nombre de la producci�naplane singularidades.

Entre las mustias hojas del objetivismo mecanicista y las pegajosasserpentinas del subjetivismo edulcorado, hay un ancho espacio quequeremos recorrer, averiguar, respirar, beber, saborear y agasajar. Esaes nuestra opci�n existencial. Una cultura de la implicaci�n, una �ticadel acto, una est�tica del pensamiento. Se trata, sencillamente, de lavida. Y queremos vivirla desde la a hasta la z.

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Page 11: CAMPO GRUPAL 67

Campo Grupal / 11La Religión es el sustituto de moda de la fe. Oscar Wilde

Raúl Sintes, Patricia Garrote, Marcos Barcellos, Fernando [email protected]

Cada uruguayo lo ceba a su manera y es muy dif�cil convencerlode que �sa no es la �nica correcta. Pero, si no es necio, disfrutade otras cebaduras, aunque le cuesta mucho alabarlas. En este

caso son tres uruguayos y una argentina los que convidan, porque, m�sall� de la nacionalidad, Àqui�n no tiene su propia manera de cebar elmate?

Cebar: Alimentar, fomentar.Mate: Calabaza, cabeza humana. La excusa para la rueda: el Teatro de Multiplicaci�n.

Primera (La p�blica)

El Teatro de Multiplicaci�n promueve la creaci�n teatral espont�neay colectiva. Entre todos los que participan se producen obras origina-les e irrepetibles porque no tienen antecedentes y no se conservan; secrean y se act�an en un solo encuentro.

La funci�n comienza con un caldeamiento que facilita la interacci�ny la espontaneidad. Luego se le pide al p�blico que imagine el lugar enel que transcurre la futura obra, sus personajes y la trama de la misma.A partir de esta narraci�n colectiva, el director ayuda a construir lapuesta en escena acordando la inclusi�n de recursos descriptivos queenriquezcan su est�tica. Los actores, el m�sico y el iluminador la jue-gan espont�neamente. El encuentro finaliza con la invitaci�n a multi-plicar esc�nicamente las resonancias.

Si aceptamos al t�rmino texto en su sentido com�n, lo dicho o escri-to por un autor, en el Teatro de Multiplicaci�n no hay un texto; la obraescenificada no es la representaci�n de la narraci�n de un autor. Enotras palabras: nadie podr�a haber relatado, antes de asistir a la funci�n,algo ni siquiera parecido a la obra que se va a jugar. Hay, obviamente,un texto verbal previo a la presentaci�n esc�nica, pero fue creado mi-nutos antes por unas cuantas personas, nunca por una sola, y es, por lotanto, adem�s de p�blico, absolutamente impredecible. Esta es una delas caracter�sticas que diferencian al Teatro de Multiplicaci�n de otrosquehaceres derivados del Teatro de la Espontaneidad de Moreno que sebasan en el texto de un autor, es decir en la narraci�n aportada por unapersona del p�blico que, adem�s, suele ser el relato de hechos vividospor ella en un pasado m�s o menos reciente.

Es evidente que pierde relevancia esta construcci�n colectiva deltexto si se considera que �l, aunque narre la vivencia de una sola per-sona, siempre expresa deseos, creencias, afecciones, conflictos, etc.,que est�n presentes en ese momento en todo el grupo social. Si bien es-ta consideraci�n es muy atendible, lo cierto es que, en la pr�ctica, nosuele ser atendida. En muchas ocasiones el narrador se siente due�o deltexto y se aferra a �l, siente que forma parte de su vida privada, puesrelata situaciones impregnadas con su carga emotiva personal. Le re-sulta muy dif�cil, en esas circunstancias, aceptar que otros le ÒrobenÓsu gui�n para construir algo nuevo con �l. Los dem�s, por su parte, sesienten inhibidos de invadir esa supuesta propiedad privada y suelen li-mitarse a tratar de acompa�ar a su due�o, hacer una representaci�n es-c�nica fiel al relato, quiz�s trasmitir alg�n buen consejo o buscar en eltexto un significado universalmente v�lido y, eventualmente, cat�rtico.Estas actitudes, adecuadas y valoradas en el �mbito social, bloquean lacreatividad al obturar la libertad de las resonancias espont�neas.

En el llamado psicodrama terap�utico, por ejemplo, sigue siendofuerte la tendencia a considerar a los integrantes de un grupo como su-jetos que viven situaciones y relaciones particulares, son due�os de unapersonalidad fija y un mundo interno propio, y adem�s act�an en uncontexto determinado, del que est�n separados, pero con el que man-tienen mutuas influencias. Con ese esquema se trabajan las escenas quepertenecen a la supuesta vida privada del protagonista, quedando parala etapa de los comentarios, si a alguien se le ocurre, alguna alusi�nverbal a los poderes e instituidos p�blicos que, aunque nadie lo hayapercibido, siempre intervienen en la escena. Dem�s est� decir que es-tas privatizaciones, que obstaculizan toda posibilidad creativa, son pro-ducidas por las capturas de aparatos y modelos pol�ticos, econ�micosy sociales, que reproducimos y naturalizamos. El mismo Moreno pro-

clamaba, hace 80 a�os, que nadie tiene derecho a guardarse la angus-tia para �l solo, porque es p�blica.

La Multiplicaci�n Dram�tica, como todos saben, sortea esos obst�-culos propiciando agenciamientos de la escena que generen resonan-cias y l�neas de fuga insospechadas, imprevistas, que no puedan sercapturadas por un modelo �nico. Pero tambi�n tiene que enfrentar lasdificultades ya rese�adas cuando la escena mostrativa es la representa-ci�n del texto aportado por una sola persona.

Por estas razones el Teatro de Multiplicaci�n combina recursos quetienden a evitar los individualismos y las capitalizaciones de la crea-ci�n. Para poder crear colectivamente un texto no s�lo es necesaria lacooperaci�n mutua, sino tambi�n la solidaridad entre personas que, ge-neralmente, no se conocen de antemano. La obra es una mezcla en laque no es posible diferenciar lo propio de lo ajeno. En esas condicio-nes se logra que la producci�n no caiga en reproducciones y adem�sfuncione como una obra abierta.

En ese sentido, el estudio e investigaci�n de la Antropolog�a Teatralde Eugenio Barba, del Teatro del Oprimido de A. Boal y de las expre-siones esc�nicas populares pertenecientes a culturas tradicionales lati-noamericanas nos ha resultado enriquecedor. Seguimos explorando,adem�s, las infinitas posibilidades de las propuestas de Artaud, y usa-mos de la Multiplicaci�n Dram�tica de Friedlewsky, Kesselman y Pav-lovsky no s�lo algunos recursos t�cnicos, sino sus bases conceptuales.

No debemos olvidar, por otra parte, que la espontaneidad es el mo-tor fundamental de estas actividades y ella nunca es una manifestaci�nindividual. Reconozco que esta afirmaci�n es fuerte y, por lo tanto, va-le la pena subrayarla: la espontaneidad es siempre una acci�n que sur-ge de un ÒentreÓ grupal y por eso moviliza el potencial creativo com�n.Esta es la raz�n por la cual consideramos que la creaci�n se producecolectivamente.

Despu�s de todo, gracias a la espontaneidad, muchas pr�cticas deri-vadas del Teatro de Moreno logran fugarse de las capturas del poder ysus aburridas reproducciones de modelos, m�todos, organizaciones yeventos, que, obviamente, jam�s producen un acontecimiento. Tam-bi�n por eso a�n podemos gozar creando obras de arte que, parecementira, no tienen due�o, no son capital acumulable, no pueden ser re-gistradas, no tienen inter�s en quedar inscriptas (despu�s de cumplircon la imprescindible obligaci�n de pago), no forman parte de ning�norganismo ni a nadie se le ocurre erigirles monumentos que, como tan-tas otras cosas, son tan grandes como r�gidos y vac�os.

Ra�l Sintes

Segunda (A la manera del grupo)

De la tribu a la propiedad privadaLa inc�gnita es la siguiente: Àcu�ndo se convirti� el teatro en lo que

hoy conocemos como teatro, es decir, esa simple divisi�n entre actoresy p�blico, con actores dotados de una memoria prodigiosa que les per-mite recitar los textos m�s enrevesados y plantarse en un escenario mu-cho m�s alto e iluminado que esa oscura l�nea de butacas donde sesientan los espectadores?

Espectador: palabra de origen latino que significa Òel que contem-plaÓ. O bien podr�amos decir, en una etimolog�a casera, el que digierelos textos ya masticados por los actores.

El teatro en sus comienzos era colectivo. El brujo de la tribu danza-ba a los dioses mientras el resto acompa�aba involucr�ndose en cuer-po y esp�ritu. El hombre, personificando a las fuerzas naturales que in-

Cuatro maneras de cebar el mate

Fuga y misterio del Teatro de Multiplicación

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Page 12: CAMPO GRUPAL 67

vocaba, les rend�a culto, las alababa para que la luna, el sol y las ma-reas no le arruinaran caza o cosecha, para que le permitieran sobrevi-vir.

Marcel Marceau retoma esta idea primitiva cuando dice: ...(el tea-tro), Òes el arte de identificar al hombre con la naturaleza y con los ele-mentos que est�n cercanos a nosotrosÓ.

El hombre desafiando al tiempo. En el teatro se crea la ilusi�n del tiempo. No tenemos posibilidad en este corto espacio de hacer historia, pe-

ro desde los romanos hasta los juglares, desde el coro griego hasta elconocido escenario, ha pasado mucha agua bajo el puente. Poco a po-co fue surgiendo una organizaci�n social diferente a la tribu.

En Grecia los ediles otorgaban una subvenci�n que ayudaba a per-feccionar lo que hoy conocemos como teatro. Se empez� a elevar elescenario, a colocar telones, a dividir los compartimentos que oficia-ban de camarines para los artistas. Se introdujeron las m�scaras y losdisfraces. Primero se colocaron asientos para la clase funcionaria, lue-go se extendieron hasta el p�blico que, a�n sentado, continuaba parti-cipando activamente con gritos de aprobaci�n o repudio, transform�n-dose en una suerte de cr�tico que no dejaba de expresar sus afectacio-nes.

De la tribu a la familia, del grupalismo al individualismo, del coro ala palabra escrita. Las pol�ticas fueron cambiando y con ellas sus tea-tros.

El capital, la propiedad privada, el descubrimiento del inconsciente,las interpretaciones de lo oculto, dejaron al p�blico m�s espectadorque nunca. Qued� limitado a contemplar, pasivo y buscador de men-sajes subliminales, con la boca cerrada en el silencio sepulcral del re-cinto sagrado del teatro.

La distancia se torn� abismal, se traz� una fosa infranqueable, los dearriba y los de abajo... y que Dios no permita que unos accedan al lu-gar de los otros.

La vuelta a las fuentes, la recuperaci�n de la naturalezaApelemos al principio del eterno retorno, al ritornello, a lo que nos

tranquiliza, lo conocido; Àqu� otra cosa nos podr�a ser m�s conocidaque nuestra propia naturaleza? No podemos deso�rla ni separarnos deella. Hombre y naturaleza no pueden ser opuestos. Nuestras afectacio-nes, sentimientos y pasiones son perfectamente naturales. Si tenemosverdadera conciencia de nuestra propia naturaleza, tenemos acceso apensar, a la propia potencia de acceder al conocimiento, y es bueno te-ner conciencia de nuestros deseos naturales, de nuestras verdaderaspasiones, de nuestras acciones naturales, de la imaginaci�n, de las ilu-siones y de la creatividad.

Imaginar, crear im�genes. Con la imaginaci�n afectamos y somosafectados por los dem�s (multiplicidad afectiva, como dec�a Spinoza).Expresamos la manera de estar interconectados.

Hay un sentimiento natural de agruparse, de socializar, es un dere-cho natural propio de la vida pol�tica. Un sentimiento de uni�n con losotros para obtener un mismo efecto que nos defienda, que nos d� lafortaleza necesaria, que nos libere, que nos saque de la sumisi�n. Unapotencia nueva, la potencia de lo grupal.

Los grupos tienen la posibilidad de ir creando su propio espacio ylugar, producen una nueva cartograf�a, se van produciendo a s� mismoscreando sus propias leyes. Son potencia de creatividad y son creativosa trav�s de la cooperaci�n.

Funcionar en grupo es apropiarse del tiempo, construir la propia his-toria, ir a favor de las leyes de la naturaleza. Es enfrentar la represi�ny destruir las fronteras.

Un grupo siempre defiende su producci�n y desvanece la propiedad

privada y el individualismo, funciona como m�quina. En grupo no hayapropiaci�n de capital, se accede al conocimiento y se pone en funcio-namiento la imaginaci�n creativa.

A eso apela el Teatro de Multiplicaci�n, a la capacidad creativa delgrupo, a la forma que tiene de usar la imaginaci�n, de crear su propiolenguaje, su propio espacio y su propio tiempo; es grupal y el grupo locrea.

En la grupalidad existe el texto, el lenguaje teatral, el actor, la m�s-cara, la escenograf�a. La constante producci�n colectiva reconstruyelas reglas teatrales en una nueva antropolog�a teatral. La vuelta a losor�genes.

El Teatro de Multiplicaci�n es el cham�n danzando a las fuerzas dela naturaleza. Es magia.

Patricia Garrote

Tercera. Mate lavado (a modo de introducci�n multiplicadora)

Estoy en Monte Hermoso, hace dos d�as que no abro la casilla decorreo, tengo dos mails, uno es de una amiga que esta en Espa�a salu-dando por las fiestas, el otro es un mail de Ra�l invit�ndome a estamultiplicaci�n maqu�nico mate�stica... pero cuidado !:

1-Soy un Alien, un uruguayo de vacaciones en una playa argentina,sorteando matecitos de lata llenos de az�car.

2- Recuerdo un mito familiar nunca corroborado: Òtu bisabuelo mu-ri� de tuberculosis por compartir el mate Ó.

3- Pienso en la relaci�n entre el mate, el psicodrama y el Teatro deMultiplicaci�n. La conexi�n es el verbo compartir, tercer tiempo de lasesi�n psicodram�tica, (no es comentarios) es Òto shareÓ, compartir,partir con.

Recuerdo al bisabuelo, miro a mi alrededor y acepto el mate (nadapuede llegar a ser m�s peligroso que la abstenci�n).

Mate amargo (multiplicaci�n esperanzada frente a la carencia deyerba).

Dijo Cort�zar Òsolo viviendo de forma absurda se podr�a romper al-guna vez con este absurdo infinitoÓ.

La propia vida no resiste sus escenas, no hay posibilidad de ordenar-las, encerrarlas, rompen los cat�logos, las clasificaciones, muerdencon rabia o brillan extra�amente, irrumpen, destruyen sus limites, semultiplican a s� mismas. No son un tesoro enterrado, son una met�fo-ra develadora de la profundidad de las superficies y a su vez son ellasmismas, tienen su propia potencia y su misterio, un espacio fuera detoda significaci�n.

El teatro de Multiplicaci�n hace crisis los discursos esc�nicos priva-tizadores, las escenas privadas, individuales, pertenecientes a tal o cualindividuo, cuestionan la idea de estas como capital acumulable.

La propuesta es entonces la creaci�n colectiva, la construcci�n co-lectiva de un texto, de una escena, esto es algo que el Teatro de Mul-tiplicaci�n posibilita. No se hace una escena entre todos sino que se vi-sibiliza el potencial creativo grupal, se le cede el escenario en todas lasinstancias de la presentaci�n, culminando con una multiplicaci�n dra-m�tica (Kesselman - Pavlovsky).

Si bien se produce una desterritorializaci�n del territorio esc�nicotradicional (escenario - auditorio - p�blico - actor), caracter�stica com-partida por el Teatro Espontaneo, el Playback Theatre, etc.. en el casodel Teatro de Multiplicaci�n hay un �nfasis, una intenci�n de propiciaruna desautorizaci�n, expulsar la figura del autor - narrador - propieta-rio, es una intencionalidad pol�tica de cuestionar nuestros propios ins-tituidos, nuestros autoritarismos, nuestras tramas constitutivas, produ-cidas en este contexto hist�rico social. Hay una critica a la vida coti-diana (P .Riviere), interrogar lo naturalizado, lo obvio, lo evidente yuna habilitaci�n a desplegar escenas que permanecen mudas, alejadasde la sociedad de espect�culo con sus escenas captadas, producidas ydifundidas por los aparatos de control donde todo es espectacular. Elsufrimiento de la humanidad es un reality show alejado de la vida y denuestra posibilidad de transformaci�n.

La platea es entretenimiento y el escenario es el cuerpo.Con la Troupe Uruguaya de Teatro Espont�neo, desde sus l�neas de

acci�n art�stica y socio comunitaria, recorremos los barrios de Monte-video y ciudades del interior amplificando las escenas de las personasall� donde ellas viven, nos es prestado un escenario a compartir, todoes aqu� y ahora.

Luego de habilitar a trav�s de un caldeamiento grupal un permiso dejuego se instala una atm�sfera l�dica que posibilita la emergencia dela espontaneidad que siempre es grupal, entremedio movilizador de es-cenas que son gestos m�nimos, caricias al vac�o, canciones perentorias,poes�a subversiva en la medida que se subvierte un orden establecido,el estado actual de las cosas.

El teatro de multiplicaci�n se multiplica a s� mismo, es un teatro enmovimiento, cuestionador de los monumentos art�sticos, de estares se-dentarios, de la herencia de una resaca cortesana del business enter-tainment.

Pelea consciente contra el agrado, contra las conservas culturales,

¿El arte de amar? Saber unir a un temperamento de vampiro la discreción de una anémona. CioranCampo Grupal / 12

CINE/FILIAPatricia Garrote

[email protected]

La vida acuáticaDe la mano de Wes Anderson, seasoma el Belafonte. Barco destrui-do y precario, donde nada funcio-na. A la cabeza, Zissou, liderandola embarcación, que en vez de na-vegar flota en el mar. Un espacioliso donde navega una fraternidad.Zissou es un antihéroe. Nómadepor excelencia,moviéndose connaturalidad en su espacio liso. Suobjetivo es tomar venganza y pes-car al tiburón Jaguar, quién devoróa su único y mejor amigo, peroparece no haber registros de quea Zissou le salga algo bien. ¡Po-bre Zissou! Mendigo eterno delcariño de una esposa a la quenunca podrá satisfacer, sumado ala aparición de un nuevo hijo, conla duda necesaria de si ese mu-chacho que reclama padre esquien dice ser. Pero Zissou noquiere ser un padre, no se tratade deseo ni de paternidad, quiereser un hermano. Su historia es laantítesis de la del padre popularde la oceanografía, por lo menosde la que se conoce a través delos documentales, Jaques Cous-teau era un padre ejemplar y todole salía bien( o por lo menos esoera lo que creíamos entonces).Era capaz de crear la película desuspenso más interesante jugan-do con la oscuridad y el silenciodel fondo del mar, en donde im-provisaba su set de cine. Con lafauna marina como elenco estelary espontáneo, pero al que debíaofrecerle la mayor de las pacien-cias. Y a la espera , los “actores”,le respondían con gran talento,por momentos parecía que losdelfines le sonreían con miradacómplice al paso de la cámara. Sufamilia, que lo acompañaba en to-das sus travesías, era perfecta:Con hijos sucesores de su profe-sión y su fiel esposa, que segúncuenta la leyenda salvó al famosoCalypso de una temible tormenta.En esa época era necesario unhombre como Cousteau, casi obli-gados a consumir televisión esta-dounidense que aburría con cen-tenares de capítulos de La FamiliaIngalls, familia utópica, pero ¿has-ta qué punto es bueno que todosea perfecto? Con padres abne-gados que perecen a favor de sushijos.Zissou es diferente a Cousteau,pero a la vez se asemejan crean-do una paradoja única. Este anti-héroe atraviesa la existencia enforma oblicua, desafiando toda ló-gica e intimando con la vida y lamuerte. Sobreviviendo, deslizán-dose en su devenir imperceptible,es una suerte de Ahab moderno,pero que no lleva a sus hijos almatadero. Así como hacía falta un JaquesCousteau, hace falta ahora un Zis-sou. Por suerte Wes Andersonmuestra unas maravillosas fami-lias disfuncionales desde Los Ex-céntricos Tenenbaum. Con unhombre común, profeta de una co-munidad nueva, cuyos miembrossepan valorar sus valores, valga laredundancia, dignos de confianza,pero sin caer en la vanidad o elegocentrismo. Personajes que so-breviven en el vacío y constituyenun reto para la lógica, una nuevalógica que capte una nueva vida ycomplementariamente, una nuevamuerte. Zissou se libera de la fun-ción paterna e inventa una comu-nidad fraterna, sin superiores ni in-feriores. ¡Por suerte nadie es per-fecto! Mas que antihéroe, el Capi-tán Zissou es el héroe cotidiano.

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Page 13: CAMPO GRUPAL 67

contra una legislaci�n aquietante que busca erigirse, instituirse; apues-ta a un exilio inquietante, espacio de incertidumbre y des - orden.

Si hay una consigna subterr�nea ser�a ensombrecerse y asombrarse,aceptar las ca�das, el sin sentido, el absurdo y renunciar por lo tanto alaf�n concientizador de Òbajar la l�neaÓ, hay algo que tenemos que en-contrar entre todos en esta telara�a de l�neas infinitas, en estos super-mercados donde el amor sobrevive tras g�ndolas dolorosas y promo-ciones siniestras.

La transformaci�n es posible.Marcos Barcellos

Cuarta

ÒEran como poemas, como interpretaciones de sue�os, como intrincadas coreograf�as del esp�rituÉÓ

Paul Auster, ÒEl libro de las ilusionesÓ, acerca de las comedias mudas.

ÒÉOinos.- Pero yo imagin� que en esta existencia todo me ser�a da-do a conocer al mismo tiempo, y que alcanzar�a as� la felicidad por co-nocerlo todo.

Agathos.- ÁAh, la felicidad no est� en el conocimiento, sino en suadquisici�n! La beatitud eterna consiste en saber m�s y m�s; pero sa-berlo todo ser�a la maldici�n de un demonio.Ó

Oinos.- Pues, querido y alado Agathos instr�yeme acerca de la enig-m�tica escritura que un amigo me acaba de brindar. Escucha y lee con-migo las ÒCuatro maneras de cebar el mateÓ.

Ten la piedad de guiar mis el�pticas y confusas intelecciones sobreel Teatro de Multiplicaci�n.

Agathos.- ÁOh, Teatros de la Multiplicaci�n; anfibia criatura de ros-tro mudable! Querido amigo hemos ingresado en el universo de los es-pejos deformantes, fuera de los lindes tranquilizantes. ÀAcaso el pro-genitor de dicha criatura no fue aquel que situ� su nacimiento en lasatribuladas aguas del Mar Negro, en un barco no identificado, en laimprecisa fecha de 1892? ÀAcaso ha dejado de presentarse como elm�s solicito ciudadano del mundo; seg�n sus palabras: (ÒÉcomo unmarino desplaz�ndome de mar en mar, de pa�s en pa�sÉ)?Ó

Oinos.- Perdonadme la miop�a que nimba mi comprensi�n. Puescre�a que en nuestro estado ang�lico hab�amos superado con creces alas parteras y sus resonancias may�uticas. Por lo escuchado: helo aqu�,este profuso flujo interrogativo que acabas de esgrimir torna falaz micreencia y multiplica mis incertidumbres hasta el paroxismo.

ComencemosÉUn amigo nos ofrece un texto sobre el Teatro de Multiplicaci�n. Es-

te amigo Ðsupuesto autor- nos informa que el trabajo exeg�tico sobrela l�mina textual no conduce a un centro y que nada yace en sus entra-�as. Solo es un espacio l�mpido, una diadema en la superficie, un abis-mo sin fondo. Sin embargo, con raz�n o sin ella min�sculos seres detinta se desplazan en la blanca superficie; confeccionando un dibujofulgurante cuya fisonom�a no yace en una inmaculada profundidad.Todo ocurre como si su voz rezara en el laberinto incorporal de nues-tra escucha la siguiente oraci�n: ÁNo busqu�is en mi una supuesta re-velaci�n, pues s�lo soy una manera! Empero, su firma palpita; oracontray�ndose ora dilat�ndose en su dr�stica alternancia sombr�a, ex-halando su cuerpo de tinta mas all� del fatal limite del punto, re-sig-nada a ser una huella espectral en las afables arenas de la pagina.

Agathos.- Antes de ingresar en el trabajo de elucidaci�n que tan ci-vilmente me propones creo oportuno plasmar un segundo exergo Ðamanera de complemento de su antecesor interrogativo- invocando laspalabras del celebre marino, que versan sobre el sentido de la verdady la historia: ÒLas historiasÉ, se empe�an en ser, psicodram�tica ypo�ticamente, exactasÉ No pretenden la exactitud hist�rica. ÉUnabiograf�a psicodram�tica difiere en este sentido de una biograf�a his-t�rica anal�tica.Ó

No comentar� ambos exergos. Los mantendr� en suspenso, flotandoen el blancoÉ

Oinos.- Oh amigo; pareces ensa�ado en desvirtuar el texto. Comen-t�ndolo de manera oblicua, sin atenerte a su singularidad; lacer�ndo-lo, hiri�ndolo infinitamente con el eco aleatorio de un texto que aquelÐen principio- no parece sugerir e invocando al ilustre precursor cualbasti�n legitimante de tus especulaciones.

Agathos.- Me temo Oinos, que tu aguda replica semeja la imageninvertida de tus afirmaciones. Como si el rostro de tu discurso recla-mara la imagen imposible de lo que niega, desminti�ndote y desmin-tiendo la voz oculta que le adjudicaste al autor en el artificioso haz delreflejo. ÀQuiz�s algo del orden de lo inquietante se trama en tu oscila-ci�n; ya produces un texto de imagen abismal; ya insistes en la pre-sencia de una imagen-foso cuya radiante oscuridad erizar�a la esteladi�fana del sentido? ÀQuiz�s, cada lectura genere un texto-otro dentrodel texto; una ÒmaneraÓ al decir de Sintes?

Oinos.- ÀPues, es dable pensar que las nociones de originalidad y deautor Ðseg�n tu especulaci�n- se desvanecer�an? ÀTal vez, la esponta-neidad es el desgarr�n en la tela del texto; la cruel supresi�n del: (ÒYosoy el autor: mirad mi rostro o mi perfil; esto es a lo que deben pare-cerse todas esas figuras calcadas que van a circular con mi nombre;aquellas que se aparten no valdr�n nada;ÉYo soy el nombre, la ley, elalma, el secreto, el equilibrio de todos esos dobles m�os.Ó) en el decirde las bellas palabras de Foucault.

Hasta ac� me he plegado a tus elucidaciones, las he reiterado, repe-tido, versionado; multiplicado, he acatado su juego oblicuo; su proce-der por descentramientos. Aunque la reflexi�n, hiperb�lica en elipsis,a mi entender, elude como una sombra esquiva el cuerpo de mi dudadejando intocada la cuesti�n sobre la firma de Sintes al final de su tex-

¿Qué harás cuando odies, si así hieres cuando amas? Ovidio Campo Grupal / 13

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“Al fin y al cabo hemos de cantarpara no enfermar y enfermamoscuando una dificultad nos impidecantar”.Todos podemos cantar, ganar ensoltura, en calidad de sonido y enintensidad expresiva. Todos pode-mos improvisar con la voz y a tra-vés de la exploración y el juegodestrabar aspectos que nos per-mitan gozar de cantar con fluidez.“Para cantar lo que se te canta”es un taller con historia (ya van30 años), con la tarea constantede integrar el cuerpo, las voz ylas emociones, las imágenes y lassensaciones. Un camino paradescubrir la voz y sus posibilida-des. Cada uno puede desarrollar-se desde sus propias característi-cas: desde el timbre de la voz y eltono en que puede cantar hastalos gustos musicales y su tenden-cia a lo íntimo o a lo expansivo,desde la vergüenza o la soltura.Como otros docentes de arte creo1) Que el aprendizaje debe ser unproceso liberador en un marcoplacentero, 2) Que hay que seguiral alumno y no a las teorías, 3)Que el mejor aprendizaje creativoes la creación misma, 4) Que lasensibilidad no se enseña, se cui-da, 5)Que el desarrollo de la ex-presión y la interpretación tras-ciende el marco específico de laexperiencia de taller, abriendomayores posibilidades de creci-miento como persona.¿Cuál es el método? A partir deconsignas, se guía la exploraciónpara ir descubriendo el modo enque funciona nuestra voz. La ideaes darse permisos, sin un modeloa copiar. Encontrarse con los pro-pios recursos y lo que ellos apor-tan y modifican. Y ¿por dóndeempezamos? Primero nos conec-tamos con el cuerpo, desde laSensopercepción para predispo-ner mejor a la voz, instrumentodel cuerpo. Luego vienen los ejer-cicios de emisión del sonido y suinvestigación. A partir de esta pre-paración: ¡A cantar! Se comienzapor aplicar lo que probamos an-tes, a la melodía y/o el texto. Se-guimos con el trabajo de las imá-genes, sensaciones y emocionesque surgen con esa canción. Esun compromiso con el “decir” y elplacer de cantar. La propia ener-gía del sonido nos va llenando ylas palabras van tomando cuerpopara transmitir la imagen.El Canto puede ser luz, alegría,despertar, en la vida diaria. Pro-bar, profundizar, elegir, disfrutar.Quizá sea éste el momento.

Lic. Verónica BracamonteLic. María Lascano

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Page 14: CAMPO GRUPAL 67

to.Agathos.- ÀLa cuesti�n de la firma se circunscribe en exclusividad al

nombre propio; el titulo no ser� otra forma de la firma y nuestra lectu-ra un simulacro diferido de su nombre? Hay algo invisible que falta enel retorno de tu interrogaci�n. ÀQuiz�s, esa invisibilidad aluda a un ori-gen, a un texto firmado, que supone una presencia primera como ini-ciador de un juego de resonancias? Y en consonancia la escritura -as�se trate de un texto verbal colectivo, previo a la prensentacion de unaescena- ÒÉes tener la pasi�n por el origenÓ como le hace decir Ed-mond Javes a uno de sus rabinos imaginarios en el Libro de las cues-tiones. Pero esta pasi�n apasionada por el origen, ha configurado un in-terior del mismo en donde sus ansias ser�an colmadas por su retorno.

Como bien dice Derrida: ÒEl enga�o del que ha vivido el primer li-bro, el libro m�tico, al cuidado de toda repetici�n, es que el centro es-tuviese al abrigo del juego: irremplazable, sustra�do a la met�fora y ala metonimia, especie de pronombre invariable que se pudiese invocarpero no repetir. El centro del primer libro no habr�a podido ser repeti-do en su propia representaci�n. Desde el momento en que se presta unavez a una representaci�n como esa Ð es decir, desde que se lo escribe-cuando se puede leer un libro en el libro, un origen en el origen, un cen-tro en el centro, eso es el abismo, el sin fondo del redoblamiento infi-nito. Lo otro esta en lo mismo.Ó

Oinos.- No se si he logrado colegir tu extenso argumento. Por el mo-mento, me conformo en compartir la lectura de un texto donde no pu-lulen los neologismos consabidos: ÒrittorneloÓ, territorialidad, l�nea defuga o fuga de l�nea; no olvidar la celebre Òzona de indiscernibilidadÓ

Agathos.- Querido amigo has invocado al fantasma de la figura ilus-tre. No hay caso, el texto es el laberinto; ÒÉcuando crees que est�s sa-liendo de �l, te est�s hundiendo ah�. No tienes ninguna ocasi�n de sal-varte. Te hace falta destruir el artefacto. No puedes resolverte a eso.Advierto el lento pero seguro ascenso de tu angustia. Muro tras muro.ÀQui�n te espera al final? NadieÉ Tu nombre se ha replegado sobre simismo, como la mano sobre el arma blanca.Ó

Oinos.- En la silente noche el agua fr�a se vierte en el mate, inflamala infusi�n, la arrastra al peligroso linde del c�rculo:

ÒEsta lavadoÓ se queja una vozÒHecho curioso, te has dado cuenta que solo dentro de ese pocillo

m�gico, lavado se torna un turbio verdoso informe; que sugiere el las-tre o la resaca luego de la inundaci�n.Ó Anota una voz cansina y de len-gua verdosa.

Cebate otro:Toma. Sin embargo; es menester bifurcarnos hacia la textura visual

de la tela, deslind�ndonos de las inf�rtiles y tediosas disquisicionesconceptuales. El texto que nos ha convocado envuelve incorporales;compone figuras impalpables que se desprenden de los objetos; cam-biando de piel, acariciando el latido leve del otro lado. Como en elpoema de Charles Reznikoff:

ÒEsta brumosa ma�ana de inviernono desprecies la joya verde entre las ramass�lo porque es la luz del sem�foro.Ó

Agathos.- Entonces he de bifurcarme. ÀY si el texto de Ra�l permi-tiera otras figuras de lo pensable?; ÀSi en su excesiva simetr�a emularalos sistemas cerrados concebidos por Hitchcock en sus encuadres? Sihemos de creerle a Deleuze el director lleva el sistema cerrado lo m�slejos posible encerrando en la imagen el m�ximo de componentes; con-figurando en apariencia un todo infranqueable. Recuerdo que el textoal principio de nuestro dialogo, se me figuraba como una entidad total,que deglut�a todo ha su paso. El todo conecta con un afuera infinito,el todo siempre es comunicante. El fuera de cuadro es un momento enel tr�nsito del todo. Para acceder al fuera de cuadro; hay que saber se-guir el Hilo de aquello que no se oye ni se ve y, sin embargo, est� per-fectamente presente.

El tensado del hilo nos llev� a este fuera de campo; en el se desa-rrollaba el siguiente dialogo:

ÒÉOinos.- Pero yo imagin� que en esta existencia todo me ser�a da-do a conocer al mismo tiempo, y que alcanzar�a as� la felicidad por co-nocerlo todo.

Agathos.- ÁAh, la felicidad no est� en el conocimiento, sino en su ad-quisici�n! La beatitud eterna consiste en saber m�s y m�s; pero saber-lo todo ser�a la maldici�n de un demonio.Ó

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Campo Grupal / 14 La verdadera humildad consiste en estar satisfecho. Amiel

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Page 15: CAMPO GRUPAL 67

Campo Grupal / 15No hay castos; sólo hay enfermos, hipócritas, maniáticos y locos. Anatole France

AGENDAEjercicios clínicos 2005 en AsappiaPrimer miércoles del mes, de 13.30 a 15hs. Un espacio de encuentro y reflexión entre colegas a partir de la pre-sentación de material clínico.Miércoles 4 de mayo: "El dolor en el cuerpo" (Sobre el impacto con-tratransferencial en el cuerpo del analista). Presenta Lic. Graciela Wider Comenta Lic. Jorge Cantis. Actividad no arancelada Av. Rivadavia 2431 - Pje C. Colombo - Puerta 2- Piso 4to - Dto 9 - Capital 4833-3186 mensajeswww.asappia.com.ar [email protected]

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¿Por qué me relaciono con la persona equivocada?Grupo de psicodramaResolución rápida de conflictosInicia en mayoEncuadre Psicodramático GestálticoInformes: 4702-4847 / 15-4417-0049

Presentación del libro Psicoanálisis Implicado 3: deldiván al piqueteMartes 17 de Mayo 20 hs. Con la Lic.Maria Casariego y el Dr. Rafael Paz. Coordina: Lic. Gracie-la JaimskyEscuela Argentina de Psicoterapìa. Julian Alvarez 1933 (esquina Soler)

Curso de Juego - CreatividadEl Juego y los Juegos2º sábado de cada mes - Comienza 14 de mayoFacilitador de Juego1º sábado de cada mes - Comienza 7 de mayoCreatividad y Desarrollo PersonalJueves 18 a 20 hs ó 1º sábado de cada mesConducción de Grupos especializada en Técnicas Lúdicas y Expresivas1º sábado de cada mes - Comienza 7 de mayoInformes: Virrey del Pino 2714, Capital [email protected] www.inesmoreno.com.ar

"Movimiento y energìa"Taller unitario de Bioenergètica Coordina: Graciela Pin.Trabajo corporal con técnicas bioenergéticas y expresivas.Arancel: $ 20.-Sàbado 14 de mayo de 15 a 18 horas.Informes e inscripciòn: 4807-7715.Av. Diaz Velez 3577 Capital.

Presentación en la Feria del Libro "El Juego y los Juegos" y "Todos Tenemos Tiempo: Nueva Práctica deltiempo libre en el S XXI"Escritos por la Prof. Inés MorenoSe presentan el Domingo 1 de Mayo 20.30 hs. en la Feria del LibroEditorial Lumen - Humanitas

El trabajo en y con las institucionesCurso anual Responsable Docente: Osvaldo BonanoSeminario con técnicas de taller grupalIntensivo: 7 jornadas de trabajo en el año, 1er sábado de cada mes. Seis horas cada jornada mensual (10 a 16 hs). Inicio 7 de Mayo 2005Aranceles: $ 70 por cada jornada. Socios AAPPG: $ 50-Informes: Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia deGrupos. Arévalo 1840 Cap. Fed. Tel: 4774-6465E-mail: [email protected]

Experienciagrupal"Diosas, justo en la mitad de la vida!!(porque todas somos Diosas!!!)Inicio Viernes 6 de Mayo de 18.30 a 20.30hs "A mi juego me llamaron...Pido gancho"Sábado 14 de mayo de 15.30 a 17.30hs.¿cómo diseñar un taller?Inicio10 de mayo de 20.00 a 21.30hs.Técnicas Activas Grupales.En mayo sólo modalidad intensiva (consultar días y horarios)Informes: 4523-4128/ [email protected]

Autoconciencia de MovimientoLa Asociación Feldenkrais Argentina invita a sus clases públicas deAutoconciencia de Movimiento los primeros sábados de mes en su se-de Ramallo 2606 en horario de 10 a 11.15 hs. Bono contribución:4$. Traer manta y venir con ropa cómoda

En el Centro Bert HellingerMedicina sistémica. “Lo que hay que mirar para sanar”. Curso intro-ductorio en los Órdenes del Amor en medicina.Dirigido por Drs. Eduardo A. Fain y Miguel A. Schiavo. Stephan Hausner, homeópata alemán. “Lo que la enfermedad nosenseña”. Constelaciones Familiares en casos de enfermedades. 18 y19 de junio 2005.

Pedagogía Sistémica. “Cada quien en su lugar para poder educar”.Curso introductorio en los Órdenes del Amor en educación. Comien-zo Julio 2005. Dirigido por. Lic. Angélica Olvera de Malpica. Coordi-nadora: Dra. Mabel Ugarte. Informes e inscripción: Quito 4231. Tel. 0054-11-4981-5630E-mail: [email protected]ágina en internet: www.hellingerargentina.com.ar

Iniciación al teatroEl curso está orientado a personas de 16 años en adelante, que pormotivos de desarrollo profesional u otros, no hayan podido concre-tar su deseo de experimentar el teatro ya sea para apertura expre-siva o inicio de carrera actoral.Algunos ejercicios utilizados son relato, vínculo, momento privado dela persona y del personaje; automático, yo afectado, memoria emo-tiva, improvisaciones con motivo de conflicto y sobre escenas.Realizamos análisis de texto de los principales dramaturgos.En el nivel I se trabaja con el autoconocimiento tratando de identifi-car y sustraer las máscaras de comportamiento social.No es catarsis, no es psicodrama sino una aproximación a la actua-ción creíble y auténtica tratando de eliminar sobreactuación y cli-chés. Profesora: Ana Franchini - Informes al 4786-6569

Curso - Acoso VincularOscar S. Bricchetto convoca a un grupo para investigar patologíaspsicosociales sobre el tema acoso vincular acerca de las ideas deMarie France Hirigoyen. Algunos de los temas: violencia, el agresor y la víctima, parlización ydenigración, dominio en los protagonistas, los procesos correctores.Informes: 4826-4801 - Gallo 1629 PB ‘A’ Capital

Congreso Interamericano de PsicologíaBuenos Aires será sede del 30º Congreso Interamericano de Psi-cología organizado por la Federación de Psicólogos de la RepúblicaArgentina (FePRA), se llevará a cabo del 26 al 30 de junio del 2005en el Centro Cultural General San Martín y en la Universidad delMuseo Social Argentino de la Ciudad de Buenos Aires, bajo el lema:"Hacia una Psicología sin fronteras”.Si desea obtener mayor información, le recomendamos visitar:www.sip2005.org.ar

Teatro callejeroEl grupo de teatro callejero comunitario Boedo Antiguo visita el par-tido de Vicente Lopez, el 7 de mayo a las 16.30 en Aristobulo delValle y Caseros, el espectaculo es a la gorra, invita el grupo de teatrocallejeo comunitario Desde el Pie.

Postgrado Práctica Clínica en Psicoanálisis en ALEFClase abierta "EL GOCE en la CLÍNICA LACANIANA" a cargo del Dr.Isidoro Vegh. Jueves 2 de Junio a las 20.00 hs. Entrada libre, inscrip-ción previa. Taller "Elementos de la Topología para Psicoanalistas" a cargo del Dr.Alfredo Eidelsztein. Sábado 4 de Junio de 10 a 13 hs. Para obtener una mayor información comunicarse al Tel/Fax 4833-3395. E-mail [email protected]. Website www.alefsaludmental.com.ar

Formacion en psicodrama y coordinacion grupalEn la Universidad Popular Madres Plaza de Mayo.Seminario de posgrado. Intensivo.Teórico/clínicoCoordinación: Ana del Cueto. Docentes: Luli Hara, Dolores De Cicco,Emilce Quarleri, Ana del Cueto.4tos sábados. 10 a 15 hs.Arancel: $ 60 Informes e Inscripción 4384- 8693Hipólito Irigoyen 1584. [email protected] entrevista. Cierre de inscripción 26 de mayo.

Talleres de abril en Tia Ana- Literatura (p/ grandes, chicos y para grandes que quieran escribirp/ chicos) - Teatro (p/ grandes y chicos) - Malabares y circo - Yoga- Taller de Radio (pasantias) - Taller de Juegos de Ingenio (p/ chicos)- Taller de Dibujo - Escultura (p/ grandes y chicos) - Taller de Músi-ca - Taller de Pintura - Taller de Filosofía - Taller de fotografía - Tallerde Proceso de búsqueda y selección de personal - Taller de estimu-lación de la memoria para la tercera edad.Informes e Inscripciones: Giribone 911 Capital Te: 4552-3484 [email protected] Secretaría: de 17 a 20 hs.

Seminario teórico-experiencial Nietzsche-Deleuze, Una estética del pensar en acto. Abordaremos deforma creativa los siguientes temas: Cuerpo-Agenciamientos-Devenires-Subjetividad.Coordinadora: Lic. Silvina Cuello.Inicio: Abril - Miércoles 20 hs. Arancel: $40Informes: 4686-2627 email: [email protected]

Taller en EpsycoEl departamento de docencia de Epsyco Equipo de Profesionales deSalud mental, al Taller de Práctica Psicoanalítica destinado a psicólo-gos y estudiantes avanzados en psicología.Informes: 4784-6145 ó 1540681392 de 10 a 17 horas.

Boris Cyrulnik en ArgentinaLa llegada de Boris Cyrulnik, creador del concepto de resiliencia,está organizada por La Lic. Élida Romano, miembro fundadora deLa Asociación Parisina de Investigación y Trabajo con las Familias(A.P.R.T.F.) de París, Francia y la Lic .Juana Droeven Directora de yla Fundación para la Investigación Clínica Familiar (F.F.) de BuenosAires, Argentina que se han asociado para esta invitación. Dr. Boris Cyrulnik presentará sus módulos de exposición y dialoga-

rá en el Encuentro Internacional, del 13 y 14 de mayo próximocon los siguientes invitados: Jorge Basile, Emilio Boggiano, Bernar-do Chomski, Silvia Crescini, Elina Dabas, Lucila Edelman, EmilianoGalende, Silvia Gomel, Estrella Joselevich, Luis Juri, Marta LópezGil, Denise Najmanovich, Aldo Melillo, Fernando Melillo, Isabel Mi-kulic, Cristina Ravazzola, Cynthia Szevach, Nieves Tapia, GracielaZarebski, Rubén Zukerfeld.Informes: www.fundacionff.com.ar [email protected] Te. (54-11) 4827-3545 Fax: (54-11) 4816-1561 / 4821-5913

Fundación para la Salud MentalPresidenta: Dra Graciela PeyrúMódulos Docentes 2005* Actualizaciones en el tratamiento del paciente Borderline* Nuevos recursos en el tratamiento de la depresión* Enfoques actuales en el abordaje de las violencias* Procesos psicoterapéuticos: planeamiento y estrategias La Fundación brinda:* Práctica clínica y preventiva guiada * Cursos de formación teórico práctico* Pasantías en las distintas áreas institucionales* Supervisión clínica a cargo del staff profesional y docente* Certificados por curso Duración por módulo : 2 meses - Duración Escuela: 2 añosLa Escuela permite la inserción laboral de los alumnos en los equi-pos asistenciales y preventivos de la fundación. Informes e inscripción: Lic. Pablo Boned: 155-457-7284Lic. Magdalena Silberman: 154-412-6756Fundación para la Salud Mental: 4831-2121

Técnicas de acción para la coordinación grupalEl Centro de Experiencias Acumulativas organiza una formación enTécnicas de acción para la coordinación de grupos en 12 reunionesa cargo de Oscar S. Bricchetto. Informes: 4826-4801 - Gallo 1629 PB A.

Curso de formación en Psicodrama y Coord. GrupalEntrevistas explicativas y de admisión. Coord. gral.: Lic. Silvia Schverdfinger y Lic. Carolina PavlovskySuperv. Dr. Eduardo PavlovskyInformes : 4962-4583. Secret. [email protected] www.psicodramagrupal.com.ar

Coordinacion de gruposEn el Instituto de Investigaciones Grupales que dirije Graciela Jasiner está abierta la inscripción al programa de Capacitación enCoordinación de Grupos con MultiRecursos Técnicos, para coordi-nar grupos en el área de la salud, la educación, lo comunitario y loinstitucional.Tambien al ciclo "Nociones del Psicoanálisis y la Filosofía para Coor-dinar Grupos", cuyo Primer Encuentro será el sabado 14 de Mayo alas 15 hs.y estará a cargo de Jorge Rodriguez "Bion y los Grupos".Tambien funciona en el IIG el programa "Capacitación en Coordina-ción de Grupos, con MultiRecursos Técnicos" para gente del interiordel país.Guatemala 4334 TE.(011) 48337808 mail: [email protected] web: www.ingrupos.com.ar

Subjetividad y ComunidadÉtica y lazo social: más allá de la obediencia y la trasgresión a tra-vés del cine, la literatura y la filosofíaSeminario a cargo de Denise NajmanovichMartes de 19.30 a 21hs. Informes e inscripción: [email protected] y 4-778-7115

Actividades del Centro de Biocreatividad-Escuela de Formación: Se encuentra abierta la inscripción para elCiclo 2005. Coordinador: 2 años. Operador: 3 años. Talleres Teóri-co-Prácticos. Opción mensual para el interior del país a combinar. -La Plata: Grupo de Biocreatividad en Estudio T.E.M. Viernes 19 a21 hs. Sesiones Terapéuticas de Análisis Bioenergético. -Imperdible: 4 clases personalizadas, introductorias a la Biocreativi-dad, de 60´ cada una. Arancel promocional: $ 60.Informes e Inscripción: Luis Viale 89 – Capital Federal.Tel: 011-4855-2772 . e-mail: [email protected] www.biocreatividad.com.ar

Formarse en Juego - Creatividad?- Técnico en Juego y CreatividadCarrera Terciaria con título oficial- Escuela de Juego- Escuela de Creatividad- El Juego y los Juegos- Creatividad y Desarrollo personalInformes: Virrey del Pino 2714, Capital4785-3273 [email protected]

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Escuela Psicoanalítica de Psicología Social Inscripción 2005 para la carrera de Psicología Social Psicoanalíticade tres años, mañana o noche, Belgrano (Echeverria 2806 1º piso’s’) o Caballito, con reconocimiento de años cursados en otras insti-tuciones, el Curso de Posgrado de Formación en Psicoanálisis y elCurso de Coordinación Psicoanalítica de Grupos Operativos. Informes: 4706-2397 / 4433-4988 [email protected] www.psicosocial.com.ar

Enrique Guinsberg [email protected]

¿Cómo resumir en el breve espa-cio de esta columna la conmo-ción que vive México por el desa-fuero del Jefe de Gobierno de suciudad capital, historia contadaen la última columna, que fue de-cidido por la mayoría de los dipu-tados en una alianza del partidooficialista y del PRI que gobernóhasta el 2000? Según el desafo-rado Andrés Manuel López Obra-dor (AMLO) en su discurso dedefensa, se trata de una especielegal de “golpe de Estado” paraimpedir su candidatura a la presi-dencia en el próximo 2006, parala que encabeza las encuestas,por su proyecto diferente al neoli-beral vigente desde 1982.Ya se dijo, la acusación es por noacatar una decisión judicial desuspender la construcción de unpequeño camino de acceso a unhospital, y para quienes apoyanla medida se trata del comienzode hacer respeto el derecho porlas autoridades. Pero para quie-nes lo cuestionan no tal desaca-to, y se trataría del respeto res-tringido a un derecho que no seejerce contra nadie más en unasociedad donde la impunidad ofi-cial es casi absoluta.Esto último es compartido poruna opinión pública nacionalopuesta a la medida según lasencuestas -que a su vez han he-cho subir la ventaja de AMLO enla preferencia del voto para el2006-, corroborado por una asis-tencia de entre 300 y 400 mil per-sonas al acto en que se lo acom-pañó el día de la sesión de Dipu-tados (una de los más grandesde la historia del país, más porser un día laboral), y más que du-plicada en la marcha del Silenciode hoy, domingo 24. Y por laprensa internacional, incluso conposturas opuestas a este gober-nante, señala la gravedad de unhecho que sería un grave retro-ceso en la que se considera la“transición” mexicana a la demo-cracia, algo coincidente con laopinión de un importante sectorde la Iglesia que convalida la re-sistencia pacífica iniciada.Según sus críticos la propuestaoficial se ha convertido en un ver-dadero boomerang del cual nosabrían cómo salir, además deuna verdadera tragicomedia deenredos donde los acusadorescometen insólitas pifias. Entreellas, y sólo como ejemplo, enviarla solicitud de juicio a un juez, pe-ro sólo para una comparencia yno para enviarlo a prisión -algo alo que le tendrían terror por susconsecuencias-, para lo cual, an-tes de su envío, dos diputados lo-cales ¡del partido oficial! pagaronuna fianza, lo que fue rechazadopor AMLO e incluso por el juez,que considera no puede aceptar-la sin haberse iniciado el juicio.Situación donde, por si fuera po-co, la Suprema Corte de Justicia-presidida por quién AMLO consi-dera uno de los cómplices de ladenuncia- tiene dos juicios decompetencia enfrentados, y unconnotado abogado presentaráuna acción penal contra los 360diputados que aprobaron el desa-fuero, por violar la Constitución.Una situación política inédita eneste país, que todo indica que nose diluirá en poco tiempo comocreían los que apoyan el juicio,con consecuencias futuras impre-decibles, y con una nueva caídaen la credibilidad de la política.

Universidad Autónoma Metropolita-na- Xochimilco. México.

DESDE MEXICO

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Campo Grupal / 16 Cada uno es lo que es y anda siempre con lo puesto. Joan Manuel Serrat

ESCRITURA AUTOMATICA

Luis Gruss [email protected]

LeccionesaprendidasPaso la mano suavemente por lacurva de una de sus nalgas. Cuar-to oscuro. Esa mujer podría serotra y otra y otra. Las caderas noson tan diferentes. Ligeras eleva-ciones, médanos, piel extremada-mente leve, una superficie cremo-sa donde la mano deriva como unacanoa de madera balsa. La navese deja llevar por la corriente o laenfrenta, como el pato del torrente,pero siempre deslizando, olvidan-do, entregándose a un segundoque al segundo se disuelve. Salgoa la calle y los perros y las hojas ylos recuerdos: otras nalgas, nomuy diferentes a éstas, rellenaronla curva de mi vientre hace dos-cientos años y un día; otra voz re-sonó en el cuarto, hasta es posibleque hayamos bebido del mismo vi-no y con el mismo vaso. Habíamoshecho maravillosos planes. Diezaños felices. Después vino des-pués. Y fue cuando las aguas en-traron a la isla de Sumatra. Tan fá-cil un objeto reemplaza a otro y aotro y a otro. Y en el medio haysiempre sueños, promesas, lindascanciones y fotos de pájaros muer-tos. La luna brilla en el cielo decorcho. La luna o (lo mismo da) laimagen doliente del jesús de losmaderos. Todo empieza a girar enmi cabeza como un oleaje de solesamarillos. Lecciones aprendidas:las mujeres, como los paraguas ylos autos, son intercambiables. Ellame pide ahora que la abrace des-de atrás, que me pegue de unavez contra su cuerpo. La selva espenumbra. Somos dos esqueletosque se vuelven uno. Por un instan-te aceptamos la ilusión de no serdos que mañana van a irse. Ahoramis manos se acomodan en suspechos adolescentes, envolviéndo-los como un corpiño armado sola-mente con dedos. Ella se entregaa mí, o al espíritu santo, así comoantes se dio a otros. Un placer ma-ta al siguiente o le da lugar. La ca-dena infinita se va tejiendo como elpañuelo del cuento que leimos enel bosque. Cuando la tarea finaliceel universo entero acabará. El díadel fin del mundo será limpio y or-denado como el cuaderno del me-jor alumno. Me cuesta dormir. Sal-go al abismo del patio y el frío eri-za las espinas de los huecos. En-ciendo un fuego en la nieve: mi fa-moso lugar común. Una burbuja desilencio en el desierto de los rui-dos. Otro más. Me falta el aire. Mefalta algo que no se parece a nada.El cordero de dos cabezas. Cuan-do lo tenga –lecciones aprendidas-el diamante volverá a hundirse enel barro. Todo va yendo haciaatrás: los trenes, los árboles, Ana ylos lobos, las nubes, mi madre.Pienso en el bote que dejé atado almuelle que da al río donde se matóIgnacio. ¿Quién lo recuerda? ¿Có-mo se borra la imagen de un hom-bre en el espejo? Este discurso esincoherente. Lecciones aprendidas:menos su vientre todo es confuso.Ella se va con las nalgas a otraparte. Me siento a escribir comopara ponerle cosmos al caos. Lec-ciones aprendidas: el único ordenposible nace del deseo, la nocheencierra al día, para todos tiene lamuerte una mirada, los pomeloshacen bien, hay que tomar dos li-tros de agua, andar en bici, etc.

Noelia Billi [email protected]

Cuando al lenguaje se le vuela el tejadoy las palabras no guarecen, yo hablo

Alejandra Pizarnik

Un relato de Kafka nos convoca en la tentativa de pensar el len-guaje, los modos espec�ficos en que �ste se constituir� en ope-rador de ruptura de ciertas formas de pensar, hacer y sentir

cristalizadas en la modernidad. El lenguaje Ðen sus funciones referen-ciales, y por tanto de representaci�nÐ devendr� campo problem�tico,y a su vez de problematizaci�n de los saberes, en la �poca de la Muer-te de Dios (y sus ocasionales fantasmas umbrosos). Inmersos comoestamos en el furor historiogr�fico (a veces un tanto aÐ o antiÐhist�-rico, debido al ejercicio ininterrumpido de la cr�tica, que parece ope-rar por fatiga de paradigmas epistemol�gicos y de protocolos de lec-tura, por una especie algo siniestra de aburrimiento) nos encontramoscon la proliferaci�n de nombres posibles que, desde una amplia gamade posiciones pol�ticas y est�ticas, intentan delimitar en sus caracte-res esenciales la �poca actual Ðproceso necesario a la construcci�n deuna unidad de an�lisis leg�tima, del cual las disciplinas y ciencias so-ciales parecen no poder prescindir en su aspiraci�n al rigor intelec-tual. Habida cuenta de que la mayor�a de las categor�as que as� qui-sieran operar sobre este sociohist�rico, giran alrededor de la Òmoder-nidadÓ Ðposmodernidad, modernidad tard�a, l�quida, por citar s�lo al-gunasÐ, no parece desalentadora la idea de ensayar una lectura queasuma como presupuestos la muerte de Dios y el nihilismo que pare-ce serle correlativo. Ambas son figuras que la literatura (no s�lo fic-cional) rusa del s. XIX utiliz� para pensar su tiempo y su espacio, yque ser�n retomadas (no siempre de forma expl�cita y/o consciente)por artistas y pensadores enraizados en los sistemas culturales de Oc-cidente que dieron los primeros indicios de la Òremoci�n de lo moder-noÓ (b�stenos recordar la intensa producci�n art�stica, pol�tica e inte-lectual que se verifica en la Viena del Ô900: Kraus, Musil, Klee, Kan-dinsky, Loos, Kafka, el austro-marxismo, etc.). As� pues, la elecci�nde un relato kafkiano no es dictada (solamente) por una preferenciapersonal, sino m�s bien por la intuici�n de que en la textura de sus re-latos confluyen felizmente una experiencia est�tica y una de �ndoleÒmetaf�sicaÓ (en su acontecer crepuscular, lo cual justifica el uso delas comillas e interroga sobre la pertinencia de seguir usando seme-jante t�rmino toda vez que el lenguaje se envanece en un perpetuodeslizarse por las superficies, donde significados y profundidades seausentan). Entonces, pensar (en) el lenguaje de las sirenas tal comoKafka las imagina puede resultar, al menos, inquietante.

Nos detenemos en el t�tulo: El silencio de las sirenas; inmediatocontraste con la otra versi�n Ðla mitol�gicaÐ, la cual dice del canto le-talmente puro de estos seres, y nada dice de su silencio (Àsilencio si-lenciado? Àser� el silencio un decir nada? Àuna nada de lenguaje?)

Pensamos el modo en que una metaf�sica que se instituye en la mo-dernidad, fundamentalmente representativa, hace posible al sujeto se-parado de un mundo exterior; sujeto o amo de su interioridad queconcebir� el lenguaje a modo de instrumento de aprehensi�n Ð domi-naci�n de aquello ajeno y hostil: lo otro externo objetual. Siendo eluso del lenguaje una t�cnica especular, se problematizan las especifi-

cidades de dicha superficie: Àrefleja con precisi�n el mundo? Àlo queconocemos en esta escena representativa es el mundo? Àc�mo medirla distancia que une la palabra y la cosa? Àhay en verdad ÒcosaÓ?Àhay resto, c�mo se constituir�an los restos silenciosos si nuestro es-quema cognoscitivo s�lo admite el representar lo pasible de orden?Àes todo representable?

Las sirenas tienen un cuerpo, gesticulan, algo se moviliza...Àes esoun lenguaje (no verbal)? La ausencia de palabra da lugar al silencio,y �ste a otras modalidades del lenguaje... gestos, formas y figurasÀmodos del representar una ausencia? Entonces, todo lenguaje ser�asigno de una ausencia.

C�mo pensar�amos el silencio en cualquier clase de lenguaje y nos�lo en el verbal.

A modo de n�cleo vac�o que genera lenguaje, el cual rodea al silen-cio sin poder apalabrarlo, neutralizarlo (Àpero no ser�a esto creer quelas palabras representan al silencio Ðeterna ausencia?). De ese mo-do, obtendr�amos un sistema cerrado, est�tico, de referencias un�vo-cas. Aunque si el silencio fuera el vac�o que hace posible el jugarequ�voco del lenguaje, la lucha de las lenguas por apropiarse de eseespacio Ðcompletarlo y completarseÐ ser�a un hacerlo pleno y muer-to (muerte y silencio s�lo en apariencia se corresponder�an).

Quiz� pensemos el silencio como margen, borde, lo otro inasibledel lenguaje. Lugar donde nada hay para representar, aunque precisa-mos de los signos para decirlo y decirnos. Presentaci�n del simulacro,de la ficci�n que sabemos tal y sostenemos a fin de no abismarnos alsilencio, de no caernos del lenguaje, a fin de guarecernos provisoria-mente (Àser�a entonces un hablar que produce silencio y lo margina,a un tiempo?). Simulacro de la representaci�n que se estalla a s� mis-mo como instrumento de un sujeto que ya nada domina, sino que esapropiado, hablado, superficie de manifestaci�n de lo que no es s�mismo y aun lo constituye como s� mismo.

Es un fundirse, entonces, de lo que enuncia y lo que es enunciado,la potencia formadora y la materia informe. Intento de dilucidar unproceso sin sujeto (agente causal, intencional), un sujeto constitu�doÐ constituyente que resulta del proceso de enunciaci�n, de significa-ci�n. Hay el acontecer del lenguaje, creaci�n incesante que represen-ta nada, carente de afuera al cual referirse y ,por ende, de una verdad.Lenguaje que instituye realidad, incluso la del sujeto que de cara a lanada Ðo al silencioÐ sue�a sabiendo que lo hace. Hacer del error Ðdeltomar por verdadera una versi�n ficticiaÐ una di-versi�n que se da enel entre del lenguaje y el silencio, y las subjetividades que de ellosemergen. Tensi�n que late en cada tentativa de apropiarse de s� mis-mo (de la ficci�n yoica), de alguna palabra que sea propia y nos ha-ble, que no nos env�e Ðcomo habr� sido siempreÐ al silencio que sedice en el lenguaje.

Bibliograf�a consultadaKafka, F., ÒEl silencio de las sirenasÓ en: Relatos Completos, Losada, BuenosAires, 2003Cragnolini, M.B., Nietzsche, camino y demora, Buenos Aires, EUDEBA, 1998.Casullo, N. (comp.), La remoci�n de lo moderno (Viena del «900), Buenos Aires,Nueva Visi�n, 1991Nietzsche, F., As� habl� Zaratustra, trad. A. S�nchez Pascual, Barcelona, Alian-za, vs.edsFoucault, M., Esto no es una pipa, Barcelona, Anagrama, 1993

La lengua del silencio

Lectura de “el silencio de las sirenas” de Kafka