Calle de Atocha y su entorno

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CALLE DE ATOCHA Y SU ENTORNO

Margarita Simó

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Presentación La calle de Atocha se puede considerar como uno de los ejes urbanos más importantes que ha tenido la ciudad a lo largo de su historia. Entre el siglo XVI y mediados del siglo XIX, comunicaba el centro urbano con el extremo sur-oriental de Madrid, siguiendo un largo trazado en línea recta. Esta particularidad fue aprovechada en repetidas ocasiones por la Corona, ya que se antojaba adecuada para servir como escenario de numerosos ceremoniales de la corte (entradas reales, traslados de exequias, etc.). La calle finalizaba, como no podía ser de otra manera, en la Puerta de Atocha, que entonces estaba emplazada más o menos donde hoy convergen el paseo del Prado y la glorieta del Emperador Carlos V. El caserío que se encontraba próximo a donde estuvo esta puerta constituyó durante siglos la periferia de esta parte de la ciudad. Esto determinó que desde el siglo XVI se emplazaran aquí los principales establecimientos hospitalarios de la corte, trayectoria que continuó en el siglo XVIII con edificios mejor dotados, como el Hospital General –hoy Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía-, la Facultad de Medicina y el Hospital Clínico de San Carlos –actual Conservatorio Superior de Música-. La Puerta de Atocha comunicaba con el exterior a través de una red caminera que se había remodelado y ornamentado durante el siglo XVIII; Paseos de las Delicias y de Santa María de la Cabeza y la Ronda de Atocha. A mediados del siglo XIX todo este paisaje empezó a cambiar. Con el derribo de la Puerta de Atocha en 1851 se inició la expansión de los nuevos barrios del ensanche. A todo esto contribuyó la construcción de la segunda línea férrea del país y de la primera estación de Madrid, llamada desde entonces Estación de Atocha. La cuesta de Claudio Moyano Una oferta de libros de segunda mano y ocasión a precios muy asequibles En pleno corazón de la capital, junto a la glorieta de Atocha, el parque de El Retiro y los principales museos madrileños, se encuentra la calle de Claudio Moyano, popularmente conocida como “Cuesta de Moyano” por su empinada orografía. En ella se ubican, desde el año 1925, una treintena de casetas de madera cuyos propietarios se dedican principalmente a la compra-venta de libros antiguos y descatalogados. En esta feria permanente, que está abierta todos los días del año, se puede comprar todo tipo de libros: desde “comic” de los años sesenta hasta las últimas novedades literarias, pasando por auténticas joyas literarias y, todo ello, a buen precio. La Feria de Libros de la “Cuesta de Moyano”, un lugar obligado para los amantes de las letras, tiene su origen a principios del siglo XX, cuando “por aquí pasaba el camino de trajineros”, explica Alberto Blanco, un librero que lleva trabajando aquí “aproximadamente tres lustros”, En aquella época la gente acudía a la zona “a comerciar y se hacían diferentes ferias, no sólo de libros”. “Entorno al año 1923 la feria del libro permanente se situaba enfrente de la ubicación actual, en la acera del Ministerio, pero en una especie de carros”, explica Ángela Blanco, que regenta la caseta 18. Fue en el año 1925 cuando adquirió su aspecto actual ya que “se crearon una serie de casetas seguidas, todas con la misma estructura”, para dar cobijo a los libreros, que, desde entonces, mantuvieron la feria “abierta todos los días del año, incluso durante la Guerra Civil” Estas construcciones originales que antaño destacaban por su aspecto desaliñado, fueron reformadas en el año 1986, respetando su estética. Son treinta casetas de madera, todas ellas pintadas de gris, emplazadas en un costado del Jardín Botánico. En un agradable paseo custodiado por frondosos árboles, que resguardan del frío en invierno y del sol de justicia en verano, los libreros colocan grandes tableros sobre caballetes en los que exponen gran parte de su mercancía, siempre convencidos de que su profesión es apasionada. “Leo mucho”, comenta Manuel Leva, que regenta el primer puesto entrando por la calle Alfonso XII y que lamenta que el ir y venir de libros no le permita “quedame con todos”. Algunos de estos libreros están en el gremio por tradición familiar, como Berchi, cuyo padre ya trabajaba en la Cuesta antes de la Guerra Civil, y otros, simplemente, por vocación. Desde tebeos a libros de cocina Por la Cuesta de Moyano fluyen auténticos ríos de letras. “Ofrecemos una selección bastante amplia y variada de libros usados, un catálogo que una gran superficie no tiene”, explica Alberto Blanco. Entre los montones de libros el visitante encontrará desde libros infantiles y de cocina hasta tebeos de “Flash Gordon”, enciclopedias de Arte e Historia, ejemplares atrasados del Nacional Geographic, y, cómo no, noveles. La mayor parte de ellos son “libros de ocasión, libros de oferta, que a lo mejor los ha leído una persona y si costaban 15 euros ahora los puede encontrar por seis y en un estado perfecto”, indica Leva.

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Si algo caracteriza a la “Cuesta de Moyano” es el trasiego de libros: “Hay bastante entrada y salida de material”, comenta Manuel. “Hay libros que no se hacen viejos, que tienen muchos años, muchas ediciones, y se siguen vendiendo, como es el caso de El dios de la Lluvia llora sobre México, de Laszlo Passuth, uno de mis favoritos” El precio, en esta feria, no es problema. Lo usual aquí es comprar libros “por tres euros, cinco euros y no es raro encontrar ejemplares de un euro e incluso hasta dos libros por un euro. La oferta no es sólo de títulos, también es de precio”, comenta Blanco. Además, pese a que trabajan principalmente con libros de segunda mano y ocasión, “contamos con libros nuevos a los que se puede hacer un 10 por ciento de descuento”, ya que se trata de una feria de libros. Visitantes de postín Hasta las casetas de la calle Claudio Moyano se acercan clientes ocasionales y “muchos curiosos, pero eso no nos importa”, dice Leva. Sin embargo, la feria ha tenido desde su inicio clientes habituales; muchos de ellos de la talla de “Azorín, Caro Baroja, Pío Baroja o Gerardo Diego”, cita Ángela Blanco. Los libreros de Moyano cuentan entre sus proveedores a “mucha gente que viene a vendernos sus libros, que están leídos a veces sólo una vez, e incluso ninguna”, aclara. “En un porcentaje muy alto es gente que se deshace del libro bien por falta de espacio, porque ha fallecido un familiar, o porque quiere leer, no conservar. También se trabaja un porcentaje mínimo de libros que la editorial tiene que bajar el precio o que quiere dar salida a un stock”, aclara Alberto Blanco. La feria permanente de libros de la “Cuesta de Moyano” es un lugar con encanto, perfecto para disfrutar de la quietud en medio del bullicio de la capital, que invita a sumergirse, durante horas, entre montañas de páginas, miles de recuerdos, grandes historias y, todo ello, sin alejarse demasiado del Paseo del Prado. Los monumentos Teatro Calderón

Fue construido con el nombre de Teatro Odeón por el arquitecto Eduardo Sánchez Eznarriaga entre 1915 y 1917, sobre un solar que había adquirido la Sociedad de Atracciones entre las calles de Atocha y una calle particular que comunicaba con el antiguo Ministerio de Fomento, hoy calle del Doctor Cortezo. El edificio, de clara influencia ecléctica, esta inspirado en el carácter ornamental de edificios semejantes, como el Casino del Ejército y de la Armada de la Gran Vía, pero también esta concebido dentro de las nuevas técnicas que buscan una mayor seguridad y funcionalidad en este tipo de establecimientos. Fue uno de los primeros edificios que se construyeron en la

ciudad con estructura de hormigón armado y con salidas de emergencia. La organización del espacio interior se realiza a través de un eje diagonal que parte del torreón circular de la esquina y culmina en el escenario. A ambos lados de este eje se disponen de forma simétrica las distintas piezas del teatro, y en combinación con la altura que alcanzan sus seis pisos de palcos se consigue crear un espacio interior de enormes proporciones, que incluso se ilumina con luz natural por la disposición en el techo de un gran lucernario. Del exterior destaca la composición de sus dos fachadas, de gusto francés, a base de huecos idénticos, óculos, ménsulas, dinteles y una balaustrada corrida, pero, sobre todo, destaca el templete de columnas adosadas y la cúpula de pizarra que rematan el torreón circular de la esquina. Dirección: Calle de Atocha, 18, c/v Calle del Doctor Cortezo, 1. Palacio del Conde de Tepa En el último tercio del siglo XVIII se siguieron construyendo en la ciudad grandes mansiones nobiliarias, como fue el caso de los palacios de los Duques de Liria, de los Duques de Alba (Buenavista), el de A. Barradas y el del Conde de Tepa, que es el que nos ocupa. Para su construcción el arquitecto Jorge Durán tuvo que realizar más de un proyecto; uno primero realizado en 1792 fue desestimado porque no debió gustar la planta baja porticada del inmueble ni sus tres alturas restantes, en cuya fachada principal se habían dispuesto nada menos que 45

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ventanas. No se sabe muy bien cuando comenzaron las obras, pero la licencia municipal fue concedida en 1797 y las obras concluyeron en 1808. El palacio es de estilo clasicista en su estructura y en el orden de los huecos y aleros de sus tres fachadas, aunque se encuentra bastante deteriorado, pues buena parte de su interior y la planta baja se transformaron para ubicar locales comerciales. En la actualidad, salvo alguno de estos comercios, presenta síntomas de un acusado deterioro y abandono, por lo que sería conveniente, como parte que es del patrimonio histórico de la ciudad, que las autoridades lo tomaran a su cargo para restaurarlo y darle un uso adecuado.

Dirección: Calle de San Sebastián, 2, c/v Calle de Atocha, 37, c/v Plaza del Ángel Iglesia Parroquial de San Sebastián Fue fundada en 1541 sobre una antigua ermita que con la advocación de San Sebastián estaba situada en el camino de Atocha. En un primer momento fue probablemente anejo de la parroquia de Santa Cruz, asignándose

parte de su feligresía al constituirse en parroquia a los pocos años. Entorno a 1550, el edificio primitivo fue demolido por ruinoso, y en 1553 se compró un solar en la calle Atocha donde se edificaría el templo actual. Las obras comenzaron en 1554 bajo la dirección de Antonio Sillero, acabándose en 1575. No obstante, no es hasta el siglo XVII cuando se puede dar por acabado el templo, ya que paulatinamente se fue ampliando con la adquisición de solares anejos en donde se construyeron la torre de la iglesia, construida a partir de 1612 por Lucas Hernández, y sobre todo, una serie de capillas anejas que pronto alcanzaron gran relevancia en la Corte, destacando la capilla de Nuestra Señora de Belén, adoptada por los arquitectos madrileños para su devoción y sepultura, y la capilla de Nuestra Señora

de la Novena, patrona de los cómicos. Saqueada durante los primeros días de la Guerra Civil, el templo fue totalmente destruido por una bomba lanzada desde un avión del ejército nacional en la noche del 19 al 20 de noviembre de 1936, siendo reconstruida entre 1943 y 1959 por el arquitecto Francisco Iñiguez Almech, quien cambió la orientación del edificio. Es Monumento Nacional desde el 10 de octubre de 1969. Dirección: Calle de Atocha, 39 Oratorio del Santo Cristo de Olivar Fue mandado construir en 1646 por la llamada Congregación de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, una cofradía que se había creado en 1607, como acto de desagravio ante la profanación de unas sagradas formas en una iglesia católica de Londres. Puesta rápidamente bajo la protección de Felipe III, la Congregación se situó en un principio en el convento de la Santísima Trinidad, pasando después al del Espíritu Santo, y posteriormente al de las monjas de la Magdalena, lugar en el que estuvieron hasta que en 1646, tras comprar un solar en la calle Cañizares, mandaron construir un primer oratorio al que se trasladaron en 1647. En ruinas a finales del siglo XIX, el edificio actual data de 1910, año en que fue reconstruido bajo la dirección del arquitecto Enrique María Repullés y Vargas, con destino a capilla de padres dominicos. Realizado en un estilo clasicista, se compone de una planta de cruz latina con tres naves, crucero y cúpula sobre pechinas.

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En el interior, resulta de gran interés la escultura de Nuestra Señora del Rosario, realizada por Luis Salvador Carmona en el siglo XVIII, y que procedía del antiguo Colegio de Santo Tomás, convento dominico que estuvo situado en la calle Atocha, y que fue desamortizado en 1836. También es interesante la escultura del Cristo Crucificado, llamado del Olivar, y que fue realizado por Manuel Pereira en 1647.

Dirección: Calle de Cañizares, 4. Palacio del Marques de Perales En 1732 el Marqués consorte de Perales mandó construir este palacio sobre los seis sitios que formaban un amplio solar en la calle de la Magdalena, en la manzana que unos años después sería conocida fiscalmente como la

número nueve. El palacio es de planta cuadrada y esta organizado en torno a varios patios interiores, respondiendo su organización interior al prototipo de residencia aristocrática del siglo XVIII. Lo más destacado es la decoración de la portada barroca con balcón superpuesto que realizó el célebre arquitecto Pedro de Ribera, compuesta por elementos florales y las orejetas típicas del barroco madrileño. Entre 1979 y 1983 los arquitectos Manuel Sainz de Vicuña y García Prieto, y Manuel Sainz de Vicuña y Melgarejo rehabilitaron el palacio para convertirlo

en la sede de la Hemeroteca Nacional. Con el nuevo siglo el palacio ha sido recientemente restaurado y acondicionado para acoger, desde mayo de 2002, las dependencias de la Filmoteca Nacional. Dirección: Calle de la Magdalena, 10 y Calle de la Cabeza, 23. Cine Doré Hasta hace poco tiempo el Cine Doré se debatía entre la rehabilitación y el derribo, siendo quizá su singular aspecto modernista y su papel como sede de la Filmoteca Nacional lo que le ha librado de la piqueta. El cine, que vino a remplazar a una antigua barraca en la que proyectaban películas desde comienzos del siglo XX, fue proyectado y construido entre 1922 y 1923 por el arquitecto Críspulo Moro Cabeza con un aspecto moderno y singular. De hecho, su estructura de pequeñas dimensiones, su fachada decorada con pequeñas pilastras y columnas y su portada compuesta como un arco de triunfo, han conferido un aspecto muy pintoresco al primer tramo de la calle de Santa Isabel, igualmente influenciado por las tiendas y puestos que se han dispuesto junto a su fachada exterior en el pasaje de Doré. De su interior destaca el efecto teatral de su escalera, las dimensiones del vestíbulo y la disposición de la sala de proyecciones en tres alturas. Ha sido varias veces restaurado, la primera vez en 1925 por el arquitecto Manuel López Mora, una segunda en 1932 y, más cerca de nuestros días, fue rehabilitado en 1984 por el arquitecto Francisco Javier Feduchi Benlliure. El cine tomó el nombre de su pasaje contiguo, que comunica las calles de Atocha y de Santa Isabel, y está dedicado al pintor francés Pablo Gustavo Doré, autor de ilustraciones para ediciones especiales de la Biblia y el Quijote. Dirección: Calle de Santa Isabel, 3 c/v Pasaje de Doré.

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Colegio de Santa Isabel Está en el solar de la antigua casa de campo de Antonio Pérez, Secretario de Felipe II. La caída política del secretario y su posterior huida, dio lugar a que sus bienes pasaran al patrimonio real. En 1595, Felipe II consideró que la casa de su antiguo secretario eran las adecuadas para instalar un colegio, y, así, fundó la llamada Casa- Recogimiento de Santa Isabel, en memoria de su hija la infanta Isabel Clara Eugenia, condesa de Flandes, con la advocación de Santa Isabel, reina de Hungría. El colegio abrió sus puertas el 6 de agosto de ese mismo año con la función de educar a niños huérfanos de ambos sexos, si bien durante el reinado de Felipe II se dedicó únicamente a la instrucción de niñas. En 1610 el colegio se

va a vincular a la comunidad de religiosas agustinas -fundada en 1589 por Prudencia Grilo y fray Alonso de Orozco en la calle del Príncipe- aprovechando el traslado de las monjas a un edificio anejo al colegio por iniciativa de la reina Margarita de Austria. En 1738, Felipe V dispuso que el colegio pasara a ser un centro que asistiera preferentemente a niñas huérfanas de empleados de la Casa Real, el ejército y el Estado, función que continuó desempeñando hasta 1859 en que pasa a estar a cargo de las reverendas Madres de la Asunción, quienes lo dedican a colegio gratuito para niñas pobres. Actualmente sigue desempeñando sus funciones docentes. Dirección: Calle de Santa Isabel, 46. Convento de Santa Isabel

Emplazado en la actual calle de Santa Isabel, este monasterio fue en sus orígenes el palacio de campo de Antonio Pérez, el célebre ministro de Felipe II. Se conocía como "la Casilla" y se trataba de un palacete suburbano del siglo XVI, entre jardines y huertas, que la congregación de las agustinas recoletas ocupó en 1610. Poco antes, el colegio de Nuestra Señora de la Asunción para niños huérfanos, fundado por Felipe II en 1595, había ocupado también parte del antiguo palacio. Esta compartimentación ha perdurado hasta nuestros días, aunque el actual colegio es hoy un centro de enseñanza obligatoria. La construcción se sometió durante años a diversas obras de adaptación y en 1667 se edificó la

pequeña iglesia que completó el convento según un proyecto original de Gómez de Mora. El templo presenta una austera fachada rectangular coronada por un frontón en forma de triángulo. En el interior, de cruz latina, con crucero y cúpula con pechinas, pueden admirarse las pinturas de Claudio Coello, entre otros autores. En la clausura del convento también se conservan abundantes lienzos de los siglos XVII y XVIII. La zona del antiguo palacio donde se albergan las aulas del colegio de la Asunción ha conservado su estructura en torno a un claustro central, así como el zaguán y el gran patio posterior. Dirección: Santa Isabel, 46 Edificio de la Facultad de Medicina

El Rey Carlos III, a instancias del célebre cirujano Antonio Gimbernat y Arbós, creó el llamado Real Colegio de Cirugía de San Carlos mediante dos Reales Cédulas concedidas en 1780 y 1787. En un principio, el Real Colegio se ubicó en los sótanos del Hospital General, en donde se habilitaron dos enfermerías para impartir la docencia. Allí estuvo el Colegio hasta que el 12 de mayo de 1831 Fernando VII le concede el antiguo Hospital de la Pasión, situado en la calle Atocha, para que se asentara ya en edificio propio. Pero como el antiguo Hospital de la Pasión era ya antiguo y poco capaz, el Monarca ordenó a su arquitecto mayor, Isidro González Velázquez, la construcción de un nuevo recinto, cuyas obras se

prolongarían hasta 1840.

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El 10 de octubre de 1843 se realizó una reforma fundamental, puesto que al reunirse medicina, cirugía y farmacia, el Colegio cambió de nombre para llamarse Facultad de Ciencias Médicas. El 17 de septiembre 1845 se separa farmacia, transformándose en una facultad independiente, con lo que la de Ciencias Médicas desapareció y pasó a llamarse Facultad de Medicina, dependiente de la Universidad Central. En 1846, se funda dentro de la facultad una nueva institución; el llamado Hospital Clínico de San Carlos, que se situó sobre unas salas situadas en un ala del viejo Hospital General. Este hecho, provocó continuas tensiones entre ambas instituciones, asunto que zanjó el Estado con la compra a la Diputación de dicha ala para unirla al complejo de la Facultad de Medicina. Con el traslado de ambas instituciones a sus nuevos edificios de la Ciudad Universitaria, hoy en día en el edificio de la antigua Facultad de Medicina tienen su sede el Instituto Nacional de Administraciones Públicas y el Colegio Oficial de Médicos; mientras que el ala derecha, la que perteneció al antiguo Hospital General, alberga el Conservatorio Superior de Música. En cuanto al edificio, fue construido por Isidro González Velázquez y Tiburcio Pérez Cuervo, sobre un proyecto del primero, que a su vez se basaba en otro anterior de Francisco de Sabatini, que no llegó a materializarse. Se levanta sobre una planta cuadrada, estructurada entorno a un gran patio interior. De sus salas, la más destacable era el llamado Anfiteatro Anatómico, inspirado en el que trazó Jacques Gondoin para la Escuela de Cirugía de París. Dirección: Calle Atocha, 106. Conservatorio Superior de Música

A instancia de la reina María Cristina de Borbón se fundó el Real Conservatorio Superior de Música, por Real Decreto de 15 de junio de 1830. Seis meses después, el 1 de enero de 1831 comenzaron a impartirse los cursos, siendo su primer director el cantante italiano Francisco Piermarini. Este personaje fue el encargado de elaborar su primer Reglamento, aprobado el 16 de septiembre de 1830, y en el que fue incluida la Declamación como parte inseparable de la institución hasta el año 1851. Entonces, el centro estaba situado en la antigua plaza de los Mostenses, dependía directamente del patronazgo de la Corona y su organización era similar a la de los conservatorios italianos de la época.

El estallido de la Guerra Carlista y las necesidades económicas de la contienda, llavaron a las Cortes a suspender la asignación presupuestaria del Conservatorio el 12 de septiembre de 1835, dejando en manos del gobierno su mantenimiento, que en cualquier caso sería bastante ajustada. Acabada la guerra continuaron las dificultades económicas del conservatorio, e incluso estuvo cerca de desaparecer porque no contaba con el apoyo de una clase política que consideraba la institución de poca utilidad. El 2 de diciembre de 1852 se ordenó su traslado a algunas dependencias del Teatro Real, inaugurado dos años antes, al tiempo que se modificaba su reglamento y se iniciaba una etapa más prometedora para la institución. En su nuevo destino contaba con dos salones, uno grande, que sufrió un aparatoso incendio en 1877 y se empleaba para los conciertos sinfónicos, y otro más pequeño para cuartetos. Nuevas disposiciones legales vinieron a ordenar el funcionamiento y la finalidad del Conservatorio, como los dos reglamentos elaborados a partir de la Ley de Educación de 1857 –Ley Moyano-, seguidos por las profundas modificaciones que se introdujeron durante el sexenio revolucionario (1868) y que incluso cambiarían el nombre de la institución por la de Escuela Nacional de Música y Declamación, denominación con la que se mantendrá hasta el año 1900. Durante las dos primeras décadas del siglo XX el conservatorio se caracterizó por su problemática interna: más alumnos de los que podía acoger, escaso rigor en las calificaciones, excesivas recomendaciones y premios... En 1917 un nuevo reglamento inspirado por el director del centro, Tomás Bretón, vino a remediar esta situación. En 1921 los daños que habían aparecido en los cimientos y en la estructura del Teatro Real aconsejaron su cierre y el desalojo de todas sus dependencias. El Conservatorio comenzó entonces un continuo periplo de estancias temporales por diversos teatros y locales de la ciudad. Así, parte de sus instalaciones como la biblioteca y algunas de sus clases fueron ubicadas en el Teatro María Guerrero, sus oficinas se trasladaron a una casa de la calle de Pontejos y otras dependencias se repartieron entre el Colegio Nacional de Sordomudos, la Escuela Superior de Pintura, el Teatro Cómico y otras casas de particulares y sociedades como la Unión Musical Española. En 1932, el gobierno de la II República trasladó el Conservatorio a un edificio de la Compañía de Jesús en la calle de Zorrilla y

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en 1939 se volvió a trasladar a unos locales del Teatro Alcázar. En 1943 se vuelve a trasladar a un palacio que había pertenecido a la familia de banqueros Bauer en la calle de San Bernardo, y en el que permanecerá hasta su retorno al Teatro Real en 1966. Al mismo tiempo que se producián estos desplazamientos, también se mudaban los reglamentos, se superaban las normas antiguas y se le daban nuevos medios a la institución. El 12 de diciembre de 1990 fue inaugurada la nueva sede del Conservatorio, en el antiguo edificio del Hospital Clínico de San Carlos de la calle de Atocha. El Clínico había sido construido por Francisco Sabatini durante la segunda mital del siglo XVIII como un edificio anejo al Hospital General (1756-1781), sede del actual Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En 1846 fue separado del Hospital General y se transformó en el Hospital Clínico de la vecina Facultad de Medicina, entonces emplazada en la calle de Atocha en el edificio que perteneció al Real Colegio de Cirugía de San Carlos (1780). Para acoger las dependencias del Conservatorio, el Clínico fue reformado en 1987 por los arquitectos Manuel e Ignacio de las Casas y Jaime Lorenzo, y se dotó el edificio con 5 aulas grandes, 35 medianas, 27 cabinas de estudio y dos auditorios, con capacidad para mil cuatrocientos alumnos y noventa profesores. Por el Real Conservatorio de Música han pasado los músicos más importantes del país, como Pedro Albéniz, Hilarión Eslava, Ruperto Chapí, Emilio Arrieta, Tomás Bretón, Joaquín Turina, Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo, Ataulfo Argenta, Teresa Berganza y, entre otros muchos, Cristóbal Halffter. Dirección: Calle de Santa Isabel, 53, c/v Calle del Doctor Mata, c/v Calle de Atocha. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Está situado sobre el antiguo edificio del Hospital General, construido entre 1756 y 1781. El origen de este hospital, se remonta a 1587, cuando Felipe II fundó un Hospital General para hombres con la advocación de Nuestra Señora de la Encarnación y San Roque. En cuanto a su ubicación, en un principio estuvo situado en la Carrera de San Jerónimo junto al convento de los Capuchinos del Prado, trasladándose en 1603 al extremo sur de la calle Atocha, concretamente al edificio destinado a albergue de pobres. En 1756, Fernando VI mandó construir sobre el mismo solar el presente edificio. Las obras fueron iniciadas por el arquitecto José de Hermosilla, pero sólo llegó a realizar los cimientos y levantar algunas partes del piso principal.

Tras la muerte de Hermosilla en 1776, Francisco Sabatini continuó las obras, pero alterando notablemente el proyecto original, si bien no pudo realizarlo en su totalidad. El edificio, que más tarde pasó a depender de la Diputación convirtiéndose en Hospital Provincial, continuó realizando sus funciones hasta mediados del siglo XX. Desde entonces el edificio comenzó a deteriorarse hasta tal punto, que si no llega a ser por un Real Decreto de 1977 que lo declaraba monumento histórico, se hubiera procedido a su demolición. En 1980 se procedió a la restauración del edificio, realizada por Antonio Fernández Alba, y en 1986 se inauguraba como Centro de Arte Reina Sofía, dedicándose únicamente a la celebración de exposiciones temporales de arte contemporáneo En 1988 José Luis Iñíguez de Onzoño y Antonio Vázquez de Castro llevaron a cabo las últimas modificaciones entre las que destacan las tres torres de ascensores, de vidrio y acero. Ese mismo año, un Real Decreto convertía al viejo edificio de Sabatini en Museo Nacional, aunque todavía su función era la de celebrar exposiciones temporales. No es hasta el 10 de septiembre de 1992 cuando los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía inauguraron la Colección Permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, quedando desde entonces constituido como un auténtico museo. Dirección: Calle de Santa Isabel, 52. Edificio del Cine San Carlos Sobre un solar trapezoidal de notables dimensiones, delimitado por las calles de Atocha y del Cenicero, el arquitecto Eduardo Lozano Lardet construyó entre 1928 y 1929 un inmueble que se había proyectado a la vez como un cine y un edificio de viviendas independiente, cada uno con su planta correspondiente pero integrados en la fachada.

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El cine, que llevó largos años el nombre de San Carlos, se ubicó en la parte trasera del solar, en paralelo a la calle del Cenicero, y desde ya hace algunos años ha sido transformado en la discoteca Titanic y continúa en la actualidad, tras alguna reforma, con el nombre de Kapital. El edificio de viviendas lo ocupa el resto del solar que da a la calle de Atocha y se organiza mediante dos crujías paralelas a dicha calle. Destaca el tratamiento que se le ha dado a la fachada, organizada en torno al chaflán y con una decoración a mitad de camino entre el art-decó y el racionalismo, especialmente visible en el torreón que remata la construcción.

Dirección: Calle de Atocha, 125 c/v Calle del Cenicero. Hotel Nacional Ya desde principios del siglo XX empezaron a aparecer numerosos hoteles en las inmediaciones de las estaciones de ferrocarril que ofrecían alojamiento a los viajeros. Uno de ellos fue el Hotel Nacional, situado en el Paseo del Prado, frente a la estación de Atocha. Concebido como un hotel de lujo con 300 habitaciones, fue construido por el arquitecto Modesto López Otero en 1924, si bien el proyecto del edificio databa de 1919. Desde su inauguración en febrero de 1925, se convirtió en un hotel muy popular, especialmente su cafetería, muy frecuentada por jóvenes literatos madrileños. En 1977, el hotel cerró sus puertas permaneciendo clausurado durante más de veinte años, hasta que en junio de 1997 volvió a abrir sus puertas de la mano de la cadena de hoteles NH, habiéndose reformado completamente sus instalaciones. Actualmente alberga 213 habitaciones, una suite y varios salones para conferencias, negocios y otras actividades.

Dirección: Paseo del Prado, 48. Estación de Atocha Los orígenes de la Estación de Atocha -primera que tuvo Madrid- se remontan al 9 de febrero de 1851, fecha en la que se inauguró la segunda línea férrea del país entre Madrid y la localidad de Aranjuez, a través de una vía de 49 kilómetros. Desde Madrid salía el tren de un sencillo embarcadero de madera que se situó junto al Paseo de Atocha, y que transcurrido el tiempo, ha acabado por convertirse en la estación más emblemática de la ciudad. En 1856, la Compañía de Ferrocarriles Madrid – Zaragoza – Alicante (Compañía MZA) se hizo cargo de ese primitivo embarcadero para convertirlo en la cabecera de una línea que uniera Madrid con Levante. Para este propósito la MZA encargó al ingeniero francés Lenoir la construcción de una nueva estación, que sería inaugurada en 1865. La espectacular expansión que tuvo el ferrocarril durante esos años, hizo que pronto quedara pequeño el edificio de Lenoir, por lo que en 1883, la MZA se planteó la construcción de otra nueva estación, más grande y capaz. Tras desechar en 1883 un proyecto realizado por Gerardo de la Puente, en 1889 se aprobó el proyecto definitivo para la nueva estación, siendo adjudicado al ingeniero Alberto del Palacio. Las obras, que comenzaron en 1890, consistían en una gran nave de hierro y cristal para vías y andenes, y dos edificios cúbicos paralelos para taquillas y otras dependencias. De su estructura, el elemento que más destaca es la cubierta de la nave principal, que

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calculada por el ingeniero Saint-James, presenta unas medidas de 152 metros de largo, 48 de luz y 27 de altura. Inaugurada en diciembre de 1892, siguió dependiendo de la MZA hasta que en 1941 fue nacionalizada e integrada en el monopolio estatal de la RENFE. Tras la reforma realizada por Rafael Moneo entre 1984 y 1992, en la actualidad la Estación de Atocha es un complejo formado por dos estaciones; la antigua y la nueva. La nueva, es la destinada al tráfico ferroviario –terminal del AVE, largo recorrido y red de cercanías-, mientras que la antigua ha sido dedicada a oficinas de RENFE y a un complejo comercial y de ocio, en el que se ha instalado un jardín tropical que alberga más de 7000 plantas de 400 especies.

Dirección: Paseo de la Infanta Isabel 2 c/v Glorieta del Emperador Carlos V. Edificio del Ministerio de Fomento El edificio resultante, concluido en 1897, presenta una planta rectangular retranqueada y organizada por dos patios interiores de iguales proporciones con cubierta de hierro y cristal. Lo más destacado del edificio es el cuerpo central de la fachada, compuesto por un pórtico central de igual altura que la planta baja, que sirve al mismo tiempo de basamento a cuatro pares de columnas gigantes de orden corintio que soportan un arquitrabe y un ático de notables proporciones. También destacan las decoraciones de azulejos y esmaltes de Daniel Zuloaga, las pinturas de Ferrant, las cariátides del pórtico de entrada que representan a la industria y al comercio, y las colosales esculturas del ático que realizó Agustín Querol en piedra, y que luego fueron sustituidas por otras idénticas en bronce. Con la reforma ministerial que se produjo a comienzos del siglo XX, el Ministerio de Fomento fue suprimido y el edificio ocupado por los Ministerios de Agricultura y de Instrucción Pública y Bellas Artes. Hoy en día alberga el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Dirección: Paseo de la Infanta Isabel, 1, c/v Calle del Doctor Velasco, 1, c/v Calle de Claudio Moyano, 2. Museo Nacional de Antropología

Fue construido bajo la dirección del arquitecto Francisco de Cubas entre 1873 y 1875, por encargo del médico segoviano Pedro González de Velasco, quien invirtió todos sus ahorros en la creación de este Museo que fue inaugurado por Alfonso XII el 29 de abril de 1875. El edificio se levanta sobre un solar en esquina y fue concebido con trazas clásicas. Destaca su fachada principal, formada por un pórtico de orden jónico rematado por un frontón triangular. En el interior la organización del espacio se realiza a través de una gran sala rectangular cubierta por una estructura metálica y de cristal. Adosada al Museo, se construyó también la Escuela libre de Medicina,

compuesta por un gabinete de estudios microscópicos, un salón de anatomía comparada y un laboratorio de química, además de la cátedra y el despacho del célebre doctor. Inaugurado con el nombre de Museo Anatómico, en un principio estuvo formado por la colección personal del doctor Velasco, que contenía objetos pertenecientes a la naturaleza vegetal, mineral y animal, y entre los que sobresalía una colección de más de 800 cráneos de individuos de varias provincias de España.

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En 1887, a la muerte del doctor, el Museo fue adquirido por el Estado y en 1895 lo destinó a sede de la sección de Antropología, Etnología y Prehistoria del Museo de Ciencias Naturales. En 1910 se volvió a constituir en museo independiente, recibiendo en un principio el nombre de Museo Nacional de Antropología, Etnología y Prehistoria, hasta que en 1940 será modificado por el de Museo Nacional de Etnología. Desde ese mismo año empezó a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas hasta que en 1962, una vez declarado Monumento Nacional, pasó a depender de la Dirección General de Bellas Artes. En 1993, y tras fusionarse con el Museo Nacional del Pueblo Español, se convirtió en el Museo Nacional de Antropología, función que actualmente sigue desempeñando. Dirección: Paseo de la Infanta Isabel, 11 c/v Calle de Alfonso XII, 68. Casa de los cinco gremios Pues todavía conservaba las fábricas de Talavera y Ezcaray. Sin embargo, la quiebra no impidió que la casa de los

cinco gremios saliera a subasta pública, siendo adquirido el inmueble por el Banco de Isabel II. La fusión entre este banco y su homónimo de San Fernando en 1847 dio lugar a la creación del nuevo Banco Español de San Fernando. Este nuevo banco que es el precedente del Banco de España, pues fue declarado nacional por la ley de 19 de marzo de 1874, estuvo instalado en la casa de los cinco gremios hasta que se trasladó en 1891 a su nueva sede de la plaza de la Cibeles. En 1948 se hizo una reforma en la casa de los cinco gremios consistente en reemplazar el tejado abuhardillado por una planta nueva sobre la cornisa, y, también hace algunos años fue remodelado su interior, donde desde hace

tiempo tiene sus oficinas la Dirección General de la Deuda Pública. Dirección: Calle de Atocha, 13 y 15, c/v Plaza de Jacinto Benavente, c/v Calle de la Bolsa, 1. Palacio del Duque Fernán Núñez

El palacio actual fue construido por el arquitecto Martín López Aguado en 1848, sobre el antiguo palacio de los condes de Cervellón, estado nobiliario del Principado de Cataluña vinculado a la casa ducal de Fernán Núñez. Es uno de los ejemplos más significativos de la opulencia con que vivía la aristocracia madrileña durante el periodo isabelino. Su sencillez exterior, más en línea con el orden clásico de los palacios dieciochescos –simetría en los huecos, pilastras, balcones- contrasta con el barroquismo y la suntuosidad de su salón de bailes, salones, saletas, piezas de lectura y despachos ricos en frescos, esculturas, estucos, sedas, marqueterías y cristalerías. Y es que entonces, la élite social de Madrid se relacionaba y se divertía en los palacios de la aristocracia, como en éste de Fernán Núñez, donde se celebraban

tertulias, certámenes literarios, lujosas fiestas, conciertos y bailes, y a los que solía acudir con frecuencia la mismísima reina Isabel II. En la década de 1970 fue reformado por un grupo de arquitectos compuesto por Fernando Ruiz Jaime, Federico Echevarría y Horacio Domínguez con objeto de instalar en parte de sus dependencias el Museo del Ferrocarril. En 1983 el museo fue trasladado a su nueva sede en la antigua Estación de Las Delicias y el palacio sigue destinado desde 1941 a usos administrativos de RENFE. A lo largo de todos estos años la compañía estatal ferroviaria ha mantenido en buen estado de conservación los salones originales del palacio, preservando todo su esplendor de antaño. Desde hace un par de años se vienen realizando obras de restauración en el palacio, sobre todo en sus dos fachadas exteriores, lo que no impide el normal funcionamiento del horario de visitas. Dirección: Calle de Santa Isabel, 44 c/v Calle de San Cosme y San Damián.

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Observatorio Astronómico La idea de establecer un observatorio astronómico en Madrid se debe a una iniciativa del célebre marino Jorge Juan, quien en 1785 expuso a Carlos III un proyecto para establecer un centro dedicado al estudio de la geografía astronómica. Para tal efecto, el monarca encargó a Juan de Villanueva la construcción de un edificio sobre el llamado cerro de San Blas, el la parte baja del Retiro. El proyecto de Villanueva, típicamente dieciochesco, ha dado como resultado uno de los edificios más bellos de la ciudad. El cuerpo central está formado por un paralelogramo rectángulo, cuyas líneas mayores corren de sur a norte en la extensión de 28,5 metros. Destaca por su belleza el elegante pórtico de la parte sur, así como el templete circular

compuesto por 16 columnas de granito que se eleva en el centro. Las obras empezaron en 1790 con la colocación de la primera piedra por el rey Carlos IV, y se prolongaron hasta 1847, entre otras cosas porque durante la invasión francesa, -cuando el edificio estaba casi terminado-, quedó destruido, incluido el telescopio Herschell de veinticinco pies. Por tanto, tras la guerra tuvo que ser restaurado profusamente, interviniendo entre otros el arquitecto Narciso Pascual y Colomer. En 1854 se arregló la organización del establecimiento, y en 1858 se reunieron bajo una sola dirección las dos secciones de astronomía y meteorología, construyéndose, además, un nuevo edificio que alojaría en su torre la gran ecuatorial. En 1904 dejó de depender de la corona para pasar al entonces Instituto Geográfico y Estadístico. Desde la década de 1970 forma parte del Observatorio Astronómico Nacional, una institución que además del observatorio de Madrid, comprende además el Centro Astronómico de Yebes (Guadalajara) y la Estación de Observación de Calar Alto (Almería), todas ellas dependientes del hoy Instituto Geográfico Nacional, encuadrado en el Ministerio de Fomento. Dirección: Calle de Alfonso XII 5 y 7.

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Los monumentos

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