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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Felipe de Brigardfilosofa de lamente y biotica El advenimiento de la metfora mente computador Del alma al software (3)

    Revista Colombiana de Psiquiatra, vol. XXXIII, nm. 1, 2004, pp. 64-85,Asociacin Colombiana de Psiquiatra

    Colombia

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    Revista Colombiana de Psiquiatra,ISSN (Versin impresa): [email protected] Colombiana de PsiquiatraColombia

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    Epistemologa,

    f i l o s o f a d e l a m e n t e y b i o t i c a

    El advenimiento de la metforamente-computador*

    Del alma al software (3)

    Felipe de Brigard* *

    Teora de identidad de instancias

    Existe, por otra parte, una versin ms dbil de la teora de identidad que,en lugar de exigir una equivalencia entre tipos de estados mentales ytipos de estados fsicos o cerebrales, sostiene que:

    [Enunciado 9] Para cada instancia o ejemplar (token) particu-lar de un estado/suceso mental deber haber algn estado/suceso o estado neurofisiolgico al que sea idntico (tesis dela identidad de instancias).

    Esto implica, por otra parte, que una persona puede estar en el mismoestado mental en dos ocasiones distintas pero, en cada una, en un tipo deestado cerebral diferente, y viceversa.

    Una de las versiones ms controvertidas de la teora de identidad de ins-tancias la propuso hace unos aos Donald Davidson. l sostena que losmaterialistas se enfrentan a una aparente contradiccin a la hora de res-

    * En el artculo pasado consideramos, en primera instancia, los argumentos en contra de lapostura conductista. Dicho anlisis nos llev a los orgenes del reduccionismo fisicalista en lateora de identidad de tipos. Sin embargo, tras considerar sus ms importantes objeciones, llegamosa una sin salida, en la que el materialismo eliminativo pareca ser la solucin. Ahora la historia sebifurca. Lo que sigue a continuacin no ha de verse necesariamente como una crtica al materialismoeliminativo, pues es bien sabido que una rama importante y muy comedida de la filosofa dela mente y de las ciencias cognitivas sigue siendo partidaria de esta corriente. La teora de identidadde instancias, con la que comienza esta ltima parte, puede verse como una alternativa a la yamencionada teora de identidad de tipos, ms que como una propuesta contra el materialismoeliminativo (aunque oponerlas no resulta en lo absoluto descabellado). Al igual que en el artculopasado, la numeracin de las tesis y los subttulos mantiene coherencia con los anteriores.** Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Filosofa.

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    ponder la pregunta: cmo puedereconciliarse el hecho de que los es-tados mentales se resistan a sercapturados por la red nomolgicade la teora fsica, con el hecho deque ellos juegan un papel causal enel mundo fsico? (1). Y la contra-diccin surge en su opinin de lasupuesta imposibilidad de reconci-liar tres principios aceptados por losmaterialistas: (1) el principio deinteraccin causal, que sostiene quepor lo menos algunos sucesos men-tales interactan causalmente consucesos fsicos; (2) el principio delcarcter nomolgico de la causali-

    dad, que dice que donde hay causa-lidad hay una ley, esto es, los su-cesos relacionados como causa yefecto caen bajo leyes deterministasestrictas, y (3) el principio de la ano-mala de lo mental, que propone queno hay leyes deterministas estric-tas basndose en las cuales puedanpredecirse y explicarse los sucesosmentales.

    As, para evitar la pretendida in-consistencia que acarreara aceptar-los sin ms, Davidson propuso unanueva postura conocida comomonismo anmalo que, a pesar deafirmar que un mismo evento pue-de ser a la vez fsico y mental (deah que sea monismo), niega laexistencia de leyes que relacionenla descripcin mental con la descrip-cin fsica (por lo cual es anmalo).De ah que asevere: El monismoanmalo se parece al materialismoal afirmar que todos los eventos son

    fsicos, pero rechaza la tesis, usual-mente considerada esencial para elmaterialismo, de que los fenmenosmentales pueden ser dados en ex-plicaciones puramente fsicas (1).

    La razn de este rechazo, dicel, es que si bien podramos llegar adesarrollar generalizaciones que li-garan eventos descritos en trminosmentales con eventos descritos f-sicamente, estas generalizacionesno tendran el carcter de una ley,es decir, no seran legaliformes;pues los predicados que se uniranen ese enunciado pertenecen a vo-cabularios distintos. Lo mximo questas podran hacer por nosotrossera proveernos de sabidurasprcticas, que asumiramos comotoscamente ciertas y en virtud delas cuales formularamos prediccio-nes en trminos, si acaso, proba-bilsticos. Para que pudiramosformular leyes psicofsicas adecua-das, los predicados mentales, porun lado, y los predicados fsicos, porotro, que se vincularan en stas,deberan pertenecer a un mismomarco lingstico cerrado, pero noes plausible que los conceptos men-tales puedan proveernos de unmarco tal, simplemente porque lomental no constituye, en principio,un sistema cerrado (1). As, el mo-nismo anmalo se convierte en unateora materialista de la mente quese opone al reduccionismo, pero nonegndolo desde un punto de vistaontolgico, sino desde uno nomo-lgico.

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    Una de las ventajas que, se su-pone, presenta esta postura frentea la vieja teora de identidad de ti-pos es que resiste las crticas mo-dales de Kripke a la identidad.McGinn (2) desarroll con ciertodetalle este argumento a favor de lateora del monismo anmalo. Deacuerdo con su exposicin, la teo-ra de identidad de instancias per-mite que ellos [los ejemplares deestados mentales] puedan ser (y seresencialmente) de un tipo tal queotros ejemplares de ese tipo fallenen tener propiedades que ellos, quaejemplares, necesariamente tienen(2). De esta forma, cuando las pro-piedades que vinculan los dos la-dos de la identidad son esencialesa los eventos fsicos y a los eventosmentales como ejemplares y nocomo tipos, la relacin puede enten-derse como necesaria para estoscasos en particular, y se evita as latentacin de entender tambin estaidentidad como contingente.

    No obstante, sostener la postu-ra de la identidad de instancias nosacerca a una difcil conclusin: sies verdad que slo hay eventos fsi-cos en el mundo, de los cuales al-gunos de ellos son a la vez mentales,pero no es posible formular leyespsicofsicas estrictas, entonces laposibilidad de llevar a cabo una psi-cologa cientfica esto es, con leyescientficas se pondra peligrosa-mente en tela de juicio. Un anlisisde los eventos mentales en trmi-nos nicamente de sus ejemplares

    nos impedira, por ejemplo, dar ra-zones de por qu, si es que no com-partimos un tipo de estado mental,podemos, a pesar de ello, coincidiren tener una determinada creenciao esperanza. Al parecer, dicen susobjetores, la nica manera en quepodemos establecer leyes psicofsicasestrictas es reconciliando tipos deestados mentales y tipos de estadosfsicos pero, como vimos anterior-mente, esto no se puede hacer.

    Por ello entre otras razonessurgi una postura que no slo per-mite formular leyes de este estilosino que, adems, resulta compati-ble con la teora de identidad de ins-tancias. En lugar de promulgarcorrelaciones entre tipos de estadosfsicos y tipos de estados mentales,en virtud de alguna propiedad fsi-ca compartida por todos los ejem-plares de dicha clase, lo hace envirtud de una propiedad funcional.Coincide con la teora de identidadde instancias al afirmar que cadaejemplar de estado mental es idn-tico a un estado fsico particular(que, como veremos, no tiene queser necesariamente cerebral), perose separa de ella y, en general, delas teoras fisicalistas al proponerque las descripciones de los esta-dos mentales deben darse en tr-minos funcionales. Esta teora seconoce como funcionalismo, y ter-minaremos este breve paso por lahistoria de la filosofa de la mentecon un anlisis de sus principalescaractersticas.

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    Funcionalismo

    El funcionalismo constituyeuna de las ms importantes teorasfilosficas sobre la mente de los l-timos tiempos. Aunque existen al-gunas variantes de la teora, todasellas coinciden en la idea primigeniade que:

    [Enunciado 10] La caractersticaesencial o definitoria de un esta-do mental es el conjunto de lasinteracciones causales mutuasque mantiene con (1) los efectosdel ambiente sobre el cuerpo (oestmulos), (2) otros estados men-tales y (3) el comportamiento cor-poral (tesis funcionalista).

    Probablemente, como anotaBlock (3), el funcionalismo en suversin original tiene dos fuentesprincipales: por una parte, la opi-nin expuesta por Smart (4), quien,preocupado por el hecho de que losestados mentales parecan tenerpropiedades tanto fsicas comoirreductiblemente mentales, propo-ne para ellos un anlisis conceptualtemticamente neutral, cuyo ob-jetivo era formular descripciones delos estados mentales que no se com-prometieran ni con la fsica ni conla mente. Esta idea promovi unalnea investigativa en la que el len-guaje utilizado para describir losestados mentales careca de un com-promiso ontolgico, lo cual, comoveremos, es una de las caractersti-cas ms importantes del funcio-nalismo.

    La otra fuente se remonta a1960, cuando Putnam (5) propusocomparar los estados mentales deuna persona con los estados de unatabla de una mquina de Turing, va-lindose de la nocin de equivalen-cia funcional. En trminos muygenerales, una mquina de Turingpuede describirse como un disposi-tivo abstracto para resolver fun-ciones matemticas de formatotalmente mecnica, en virtud deuna serie de reglas determinadasque especifican el modo en que lamquina ha de comportarse segnsus datos de entrada, sus datos desalida y otros estados en que pu-diere encontrarse. Al conjunto dereglas que gobiernan las operacio-nes de la mquina se le llama tablade la mquina. As, Putnam propu-so entender a los seres con estadosmentales como si fueran funcio-nalmente isomrficos o equivalen-tes a una determinada tabla demquina de Turing, de forma quepudiera darse una correspondenciauno-a-uno entre sus estados men-tales y los estados de dicha tabla.La posibilidad de esta equivalenciafuncional lo llev, en consecuencia,a suponer que los seres con esta-dos mentales podan considerarseautmatas probabilsticos (aunque,estrictamente, la versin de mqui-na que Turing propuso era determi-nstica), en el sentido en que la tablade mquina que gobernara el com-portamiento global del sistema es-tara definida segn unas ciertasprobabilidades de emitir tal o cual

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    output (o dato de salida), y ciertasotras probabilidades de pasar a talo cual estado subsiguiente, en vir-tud de un especfico input (o datode entrada).

    Aunque este modo de pensarpuede ser similar al conductismo,dado que nuestros criterios paraidentificar si un organismo est ono, digamos, en estado de dolor si-guen siendo comportamentales, tie-ne una importante diferencia conaqul, al sostener que una caracte-rizacin adecuada de los estadosmentales involucra una inelimina-ble referencia a otros estados men-tales internos con los cuales estrelacionado. Adems, se opone tam-bin al reduccionismo fisicalista dela teora de identidad de tipos, al ar-gumentar que no es en virtud deuna propiedad fsica, sino ms biende una propiedad funcional, esto es,un determinado rol causal dentrode la organizacin funcional del or-ganismo (6) hace que un especficoestado mental sea de tal o cual tipo.De ah que Putnam afirme que lospredicados psicolgicos son inde-pendientes de los predicados fsicos,puesto que no es posible llegar auna identificacin entre los unos ylos otros:

    ...si podemos encontrar aunquesea slo un predicado psicolgi-co que pueda claramente ser apli-cado tanto a un mamfero comoa un pulpo (digamos hambrien-to) pero cuyos correlatos fsico-qumicos sean diferentes en los

    dos casos, la teora del estado-cerebro [reduccionismo fisicalistade la teora de identidad de tipos]ha colapsado. (6)

    Es en este sentido en el quedebe entenderse la independenciaontolgica del funcionalismo, loimportante para lo mental no es lamateria con que una criatura esthecha, sino la estructura de lasactividades internas, es decir, elconjunto de operaciones o compu-taciones que dicha materia sopor-ta. Tambin debe quedar claro queel hecho de que el funcionalismo seoponga a la idea de reducir la men-te a la fsica no significa que seaincompatible con ella, as como tam-poco resultara incompatible conuna teora dualista, dado que po-dra ser posible que un sistema concuerpo y alma fuera un autmataprobabilstico (6). Lo que busca, encambio, al caracterizar los estadosmentales como funcionales, es quelos intereses de la psicologa se es-tablezcan en una forma que abstraela actividad mental de su constitu-cin fsica. As, veamos qu tendraque decir el funcionalismo con res-pecto a cada una de las tesis quearroj el anlisis de las seccionesanteriores.

    En primer lugar, puede consi-derarse que, en un sentido, coinci-de con la tesis de la teora de iden-tidad de instancias (enunciado 9),al aceptar que, en el caso de los se-res humanos, para cada ejemplar

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    particular de estado mental debehaber un estado cerebral que le co-rresponda. No obstante, se distan-cia un poco de sta cuando afirmasu independencia ontolgica conrespecto a un tipo particular dematerial que insta a determinadafuncin, dado que es con su des-cripcin funcional y no con el tipode sustancia que la soporta con loque ha de identificarse un estadomental. En segundo lugar, se opo-ne radicalmente a la tesis del mate-rialismo eliminativo (enunciado 8),al procurar establecer un nivel dedescripcin (el funcional), que notiene por qu coincidir con el dedescripcin neurolgico o fsico,dado que las categoras que se es-tablecen en el primero estn lejosal parecer de coincidir con las quese establecen en el segundo. Ade-ms, como veremos ms adelante,el funcionalismo podra incluso con-vertirse en una estrategia tericapara preservar el lenguaje de la psi-cologa popular, lejos de eliminarlo.

    Por otra parte, debe resultartambin evidente que el funciona-lismo se opone a la tesis de la iden-tidad de tipos (enunciado 7), al sos-tener que no es en virtud de unapropiedad fsica, sino ms bien deuna funcional, que los tipos deestados mentales se correlacionancon tipos de estados fsicos, que,dada su nocin de independenciaontolgica, pueden o no ser cerebra-les. Similarmente, se opondra tam-bin a la tesis del conductismo

    (enunciado 6), al sostener que, ade-ms de los estmulos y las respues-tas, debe haber una ineludible re-ferencia a estados internos delorganismo en la caracterizacin deun estado mental. Consecuente-mente, tampoco podra aliarse conla tesis del positivismo fisicalista(enunciado 5), porque sostiene queun enunciado psicolgico podra sersignificativo, aun cuando no pudiereser reducido al lenguaje de la fsi-ca. As tampoco tomara partido porla tesis del monismo radical (enun-ciado 4), ya que al no comprome-terse con un tipo particular de on-tologa, establece un nivel deexplicacin para la psicologa quenada tiene que ver con si se esmonista o dualista. Razones de mspara suponer, finalmente, que elfuncionalismo s aceptara la tesisde la irreductibilidad de lo mental(enunciado 3), pero por motivos ra-dicalmente distintos a los de Des-cartes, es decir, no porque existandos sustancias distintas en el mun-do, sino porque las categoras queusamos en el lenguaje de la psico-loga no pueden reconciliarse conlas de la fsica, cuando s lo hacencon nuestras caracterizaciones fun-cionales. Mas, qu ocurre con latesis de la autonoma de la psicolo-ga (enunciado 2) y con la tesis dela introspeccin (enunciado 1)? Parapoder descubrir la posicin que elfuncionalismo adoptara respecto deellas tenemos antes que estudiaralgunas de las ms relevantes obje-ciones que se le formularan.

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    Una de ellas es esgrimida porBlock (7), quien al considerar alfuncionalismo como una teora in-termedia entre el conductismo y elreduccionismo fisicalista, lo convier-te en heredero de importantes pro-blemas de una y otra postura. lsostiene que, al igual que el conduc-tismo, el funcionalismo apela a cri-terios comportamentales para carac-terizar los fenmenos mentales; pero,a diferencia de ste, interpreta losestados mentales como estados in-ternos y les otorga un papel causalen la produccin de la conducta.

    Y al apoyar los procesos menta-les como procesos internos, elfuncionalismo podra estar de acuer-do con la teora de identidad, aun-que diferira de ella en que no insisteen qu tipo de estados mentales seidentifican con estados del cerebro.No obstante, arguye, el fun-cionalismo, como el conductismo,podra ser acusado de liberalidad,al permitir atribuirle estados men-tales a seres que pareceran tener-los pero que en realidad no lostienen. De modo similar, podra tam-bin ser acusado de chauvinista,como la teora de identidad de tipos,al no permitir la atribucin de esta-dos mentales a organismos que slos tienen. A qu problema sucum-bir el Funcionalismo depende, deacuerdo con Block, de la forma defuncionalismo que se adopte(8).

    Por otra parte, Block y Fodor (9)desarrollaron un par de experimen-

    tos mentales que buscaban demos-trar que los funcionalistas, en sudefinicin relacional de los estadosmentales, olvidan el aspecto cuali-tativo el carcter qualia de los es-tados mentales. En el primero deellos, conocido como experimento delos qualia invertidos, nos piden queimaginemos a un organismo cuyosestados funcionales son idnticos alos nuestros, pero que ve invertidoslos colores del espectro (por ejem-plo, rojo como verde). Consideranque dado que no podemos compa-rar nuestros estados cualitativos yque todos (nosotros y el individuoimaginado) hacemos las mismasdiscriminaciones observacionales,no hay forma de mantener quenuestros espectros estn invertidos,es decir, que aun cuando nuestrosespectros estn invertidos permane-ceremos funcionalmente isomr-ficos. Un segundo experimentomental, esbozado por ellos y luegoreformulado individualmente porBlock (7), busca que imaginemos laexistencia de un ser con los mismosestados funcionales que nosotros,pero sin carcter cualitativo algunoasociado a ellos. En su reformula-cin, Block imagina a una especiede organismo (o un robot), cuyoprocesador es toda la poblacin deChina accionando palancas y dis-positivos diversos. La tabla de lamquina de este ser el conjunto deinstrucciones que son ejecutadaspor los chinos sera funcional-mente equivalente al de nosotros,no obstante, parece imposible que

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    los estados funcionales de dicho sis-tema puedan tener un carcter cua-litativo.1

    Finalmente, Block y Fodor (9)se encargan tambin de demostrarque hay un gran nmero de rasgosde los fenmenos psicolgicos queno pueden manejarse con el funcio-nalismo, por ejemplo, la distincinentre estados que ocurren efectiva-mente (sensaciones, pensamientos,sentimientos, etc.) y estados dispo-sicionales (creencias, deseos, incli-naciones, etc.), pues al ser todosestados de una tabla de una m-quina de Turing, dicha diferencia-cin resulta impracticable (9). Dehecho, unos aos ms tarde, Blockafirmara siguiendo esta misma l-nea argumentativa que lo que le daa un sistema una organizacin fun-cional en un momento dado no eslo que hace en ese momento, sinotambin los contrafcticos, que sonverdaderos de l en ese preciso ins-tante, lo que hubiera hecho (y loque hubieran sido sus transicionesde estado) de haber tenido un inputdiferente o de haber estado en unestado diferente (7).

    Por otra parte, ambos filsofosanotan que el funcionalismo es unateora que puede dar cuenta de com-portamientos producto de una seriede estados psicolgicos sucesivos,pero que no permitira que en suscomputaciones se presentaran es-tados intermedios simultneos,cosa que evidentemente ocurre enla realidad con los seres con men-talidad. Consideran, adems, quemientras los estados de una tablade mquina pueden ser listados, losestados psicolgicos, al ser produc-tivos, son potencialmente infinitosy que, a lo mximo, el conjunto deestados mentales de una personapodra ser especificado por axio-matizacin finita (9). Y, finalmente,piensan que el funcionalismo nopuede explicar la nocin de consti-tuyente, pues si la mente es slouna lista de estados, no se vera lasimilaridad entre quien cree que Py quien cree que P & Q; es decir, nose puede mostrar que P es consti-tuyente de P & Q (9). En este ordende ideas, afirman que ...con losestados psicolgicos como con lasoraciones, el hecho de que ellos seanproductivos y el hecho de que ellos

    1 Este argumento contra el funcionalismo guarda un aire de familia (un fuerte aire, de hecho) conuna de las ms importantes crticas esbozadas por Searle a la inteligencia artificial: el argumentodel Cuarto Chino. Searle (10) nos pide que imaginemos un cuarto en el que hay una personaencerrada que no sabe hablar chino, pero tiene con l una serie de cestos con smbolos en eseidioma y un instructivo para traducirlos al ingls, atendiendo slo a su forma. La idea es quepersonas de afuera del cuarto introducen en ste preguntas en chino que, gracias al instructivo, elhombre traduce al ingls y emite respuestas en este ltimo idioma. El punto que busca concluirSearle es que si bien este cuarto se comporta como si entendiera chino, en realidad no lo hace,razn por la cual no tenemos razones suficientes para suponer que algo que tenga un programa(software) para, digamos, pensar, piense en realidad.

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    exhiban estructura interna son dosaspectos del mismo fenmeno (9).

    Para superar estas dificultadesproponen una reformulacin de lateora computacional de la mente,planteada por el funcionalismo, ba-sndose igualmente en la analogaentre la mente y la mquina com-putadora, y que toma a la mentecomo un sistema formal automticoe interpretado, es decir, como unsistema en el que smbolos discre-tos (esto es, representaciones men-tales) se manipulan de acuerdo conun conjunto finito de reglas queoperan en virtud, no de la semnti-ca de esos smbolos, sino de su sin-taxis. Esta nueva versin del funcio-nalismo ha sido principalmentedesarrollada por Fodor, a lo largode su trayectoria filosfica, aunquees posible encontrar en los trabajosde otros filsofos como StephenStich (11) versiones de una teoracomputacional de la mente un pocodistintas.

    En trminos generales, lo quebusca una teora computacional dela mente (o lo que debera buscar)es proveernos de una suerte de pro-grama para la mente (3); de estemodo, una vez contemos con la des-cripcin del software humano,podramos encontrar razones sufi-cientes para negar que la tesis de laintrospeccin (enunciado 1) tengaque ser un postulado irrefutable deuna teora psicolgica cientfica. Noobstante, en caso de ser cierto que

    nuestra mente sea una especie deprograma de computador, quiz sresulten valiosos los avances enneurociencia, en la medida en quemostraran algo acerca del hard-ware en que corre dicho programa.Por ello, a menos que podamos es-tablecer criterios especficos paradeterminar qu corresponde al pro-grama de la mente y qu a su hard-ware, no podramos aceptar la tesisde la autonoma de la psicologa(enunciado 2), segn la cual ningnconocimiento del cerebro podr dar-nos luces acerca del nuestro respec-to a la mente. Pero cul podra serla naturaleza de un software men-tal? Esto, justamente, es lo que in-tentar dilucidar a continuacin.

    Teoras computacionales de

    la mente

    La nocin de algoritmo, y enparticular la de mquina de Turing,nos ha provisto de una interesanteperspectiva, segn la cual una ha-bilidad que se crea inteligente pue-de simplificarse en una serie deoperaciones mecnicas que no re-quieren inteligencia para ser lleva-das a cabo. Y sobre la base de dichaconcepcin, heredada del funcio-nalismo, se ha formulado una delas doctrinas ms ampliamenteaceptadas sobre la naturaleza denuestro software mental: la teoracomputacional de la mente (TCM enadelante), la cual sostiene, en bre-ve, que todo proceso mental es

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    computacional y que la mente cuen-ta con una serie de reglas operativasque conducen la computacin. Noobstante, a pesar de que la TCM estbasada en la doctrina funcionalista,no est necesariamente comprome-tida con la tesis de que la mente (estoes, en nuestro caso, el cerebro) sealiteralmente una mquina de Turing;la tesis afirma, sencillamente, quealgunos marcos computacionalespueden explicar y replicar procesoscognitivos humanos, pero no nosobliga a aceptar ningn tipo parti-cular de estructura (por ejemplo,Turing o Von Newmann) para dichascomputaciones (12).

    Ahora bien, si concebimos nues-tra mente de acuerdo con los par-metros de una TCM, y reconocemosque para ello se necesita que stacuente, adems, con un sistema derepresentaciones con las cualesoperan las computaciones, dispon-dramos de un aparato terico paraexplicar la manera como maneja-mos nuestras representacionesmentales durante nuestras activi-dades cognitivas.2 Es decir, conta-ramos con una TCM que sosten-dra que nuestra mente funcionasegn un conjunto de reglas bsi-cas que el cerebro efecta, no en

    virtud de que se represente cmodeben ser efectuadas, sino en vir-tud de su constitucin fsica (13),y que operaran sobre nuestrasrepresentaciones mentales, las cua-les, por una parte, tienen una di-mensin semntica y, por otra, unadimensin formal que adems esfsica, para el caso del cerebro hu-mano.

    Los estados y los procesos men-tales, as entendidos, seran simb-licos, porque se definiran sobrerepresentaciones, y como su natu-raleza es representar algo, stashabrn de tener un contenidosemntico. Asimismo, seran forma-les, porque apelaran a la forma(posiblemente sintctica) de las re-presentaciones para determinar elrol funcional que desempearandentro del procesamiento cognitivo.De ah que para definir las repre-sentaciones mentales, teniendo unadimensin formal y una semntica,estemos obligados a aceptar que lanica manera como en el mbitocomputacional dos instancias de re-presentaciones mentales cuentencomo distintas es si formalmente sediferencian. Adems, este mismohecho nos permite evadir el dualis-mo, en cuanto podemos concebir

    2 La idea de que nuestra mente funcione de acuerdo con los parmetros de una TCM y, adems,que sea por naturaleza un sistema de representaciones parece que proviniera de dos ideas distintas.En principio se podra sostener una teora representacional de la mente que no sea computacionalo una computacional que no cuente con representaciones. No obstante, la exposicin que sigoaqu se suscribe a la idea de Fodor, de que una TCM debe suponer la existencia de un sistema derepresentaciones en la mente para poder funcionar, y pretendo que la solidez de sus argumentosme evite el trabajo de analizar otras alternativas.

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    dichos objetos sintcticos opern-dose entre s segn su forma fsica,en virtud de una serie de reglaspredefinidas, y no de algn tipo defantasma de la mquina, que seencargar de operar las represen-taciones ateniendo a la semntica.En este sentido, en caso de que elenfoque computacional-representa-cional de la mente resultara cierto,podramos suscribirnos a la opininde Sterelny, quien sostiene que:

    Una teora computacional de lacognicin junto con un reporte delas relaciones causales entre lamente y el mundo explican cmopodemos tener nosotros mentesrepresentadoras. La descomposi-cin de las capacidades complejasen simples, junto con un reportede cmo las operaciones simplespueden ser construidas dentro dela organizacin fsica de la men-te, explican cmo es que tenemosmentes computadoras.(13)

    Cabe anotar, en todo caso, queaunque Putnam pensara en unprincipio que la mente humana po-da ser como una mquina deTuring, Block y Fodor (vase seccinIII) creyeron que ste slo modelorealmente no reflejaba toda la com-plejidad de la psicologa humana.Sin embargo, resulta evidente quelos avances con respecto al proce-samiento de informacin, consegui-dos principalmente por los desa-rrollos de la lgica simblica y de lateorizacin de la mquina de Turing,le ofrecen a las TCM un enorme po-

    der explicativo dentro de un marcoterico naturalista. Por una parte,porque ms all del modelo algort-mico que Turing propuso, en reali-dad lo que finalmente demostr esque si un proceso puede ser formal-mente especificable, entonces pue-de ser mecanizado. Y, por otra, por-que la lgica simblica moderna hamostrado que la mayor parte del ra-zonamiento puede ser formalizado,de forma que si interpretamos el pen-samiento racional como transaccio-nes de representaciones, entonces esposible suponer que la mayor partede las relaciones semnticas entresmbolos puede ser enteramentecapturada por las propiedades y re-laciones formales-sintcticas entreellos; entre otras cosas porque, comoTuring lo habra sugerido, las tran-sacciones sintcticas entre smbolosse pueden hacer respetando su con-tenido semntico.

    Por ello, desde hace ya variosaos, Fodor se ha dado a la tareade construir una versin simblicade la teora computacional de lamente conocida como la hiptesisdel lenguaje del pensamiento (LDPdesde ahora), que busca superarlas dificultades sealadas por lpara el funcionalismo, dando cuen-ta de cmo es posible que sistemasfsicos como los humanos puedantener estados mentales que: (a) re-presenten el mundo, (b) tengan po-der causal sobre el comportamien-to y (c) estn definidos dentro de unmarco explicativo que, sin contra-

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    decir a la neurofisiologa, permitanla formulacin de leyes y explica-ciones en el lenguaje de la psicolo-ga. Teniendo en mente estas condi-ciones, pretendi demostrar que lanica teora adecuada para explicarla naturaleza de los estados y ope-raciones mentales sera aquella quesostuviera la existencia de un me-dio de representacin mental, unsistema representacional internodefinido computacionalmente y conlas caractersticas de un lenguaje,de manera que los pensamientostendran la forma de una oracin(sentence-like). En trminos del pro-pio Fodor:

    Lo que tratar de demostrar es que,prescindiendo de las propias su-posiciones sobre los detalles de lasteoras psicolgicas de la cognicin,su estructura general presuponeprocesos computacionales y unsistema representacional en que serealizan tales procesos [...] Una for-ma de describir mi punto de vistaes que los organismos (o, en cual-quier caso, los organismos que ten-gan algn tipo de comportamiento)tienen no slo los lenguajes natu-rales que puedan tener, sino tam-bin un lenguaje privado en querealizan las computaciones queestn en la base de sus conduc-tas. (14)

    Su teora busca naturalizar lapsicologa popular sin eliminarla,integrndola, ms bien, dentro delcomplejo marco de la imagen cien-tfica. Y para hacerlo empez pordemostrar la necesidad de ese sis-

    tema representacional interno parapoder dar cuenta de algunos proce-sos cognitivos (toma racional dedecisiones, aprendizaje de concep-tos y percepcin) que, de otro modosegn l no podran explicarse.As, por ejemplo, nos dice que en laeleccin de una conducta el orga-nismo debe ser capaz de represen-tarse, primero, una situacin (S),luego las opciones conductuales(B

    1... B

    n) y, posteriormente, compu-

    tar las probabilidades y los valoresque l mismo les asigna a las posi-bles consecuencias (C

    1... C

    n) que se

    derivan de las conductas que se harepresentado. De modo similar, pre-sent un modelo de aprendizaje deconceptos que resulta ser, bsica-mente, un proceso de formacin yconfirmacin de hiptesis, en el quela conducta del organismo depen-der de la relacin de confirmacinentre los datos y las hiptesis, deforma que las explicaciones de suconducta requieran informacinsobre la manera en que, en el cursodel aprendizaje, se representan losdatos y las hiptesis (14). Y su ideaes que la postulacin y confirma-cin de hiptesis implica relacionescon representaciones cuyos conte-nidos reflejan propiedades de losobjetos de la experiencia.

    Sin ir ms lejos, a lo que Fodorquiere llegar es a la conclusin deque procesos cognitivos, como losque ocurren al tomar una decisino al aprender un concepto, exigenun medio en el cual las representa-

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    76 Revista Colombiana de Psiquiatra, vol. XXXIII / No. 1 / 2004

    ciones puedan efectuarse, un sis-tema representacional interno que,como el lenguaje, presente ciertascondiciones que posibiliten dichoprocedimiento. Esto es, Fodor su-giere que para poder realizar estosprocesos cognitivos, el agente debetener la posibilidad de representar-se el mundo como es y como podraser, y debe tambin ser capaz deextraer inferencias apropiadas deesas representaciones; por eso re-quiere (1) un sistema representa-cional para formular las hiptesis,(2) una manera de ordenar las hi-ptesis candidatas para las prue-bas, (3) un sistema para represen-tar los datos y (4) un medio parapoder parear datos e hiptesis (13).En conclusin, la cognicin necesi-ta un sistema representacional in-terno, anterior al lenguaje natural(porque aprender un lenguaje es uncaso particular de aprendizaje deconceptos), pero que sea como unlenguaje, para poder representaresos muchos e indefinidos estadoscomplejos actuales y posibles de suentorno. Y supone que el mejormedio es el LDP.

    Cmo debe ser el LDP, esteparticular sistema representacionalinterno, para poder mediar proce-sos como stos? Por un lado, el LDPdebe considerarse una propuestaque surge de la sugerencia de Fodorde que una TCM habr de suponerla existencia de un sistema repre-sentacional en el cual acaezcan lascomputaciones mentales. El LDP,

    justamente, es ese sistema de repre-sentaciones mentales, las cuales tie-nen la forma de oraciones y exhiben,adems, dos dimensiones distintas:una semntica (pues al ser repre-sentaciones, deben significar algo)y una sintctica o formal. Por otraparte, la TCM le permite asegurarque esas representaciones o frmu-las en el LDP puedan combinarseentre ellas en virtud de principioscomputacionales sensibles nica-mente a la sintaxis (es decir, a laforma) de los smbolos mentales, ygarantizar en todo caso su coheren-cia semntica, lo cual, como anteshaba dicho, lo habra pensadoTuring.

    Por otra parte, considera que elsistema de smbolos que compren-den el LDP tiene importantes para-lelos semnticos y sintcticos conel lenguaje. En primer lugar, sos-tiene que el pensamiento, como ellenguaje, es productivo, lo que signi-fica que hay, en principio, infinitasoraciones que uno puede entender,producir o captar, idea sta que es-tara amparada en la divisinchomskiana entre competencia ydesempeo (performance) lingsti-co. Aqu la productividad del pensa-miento debe entenderse en cuantoa capacidad, de forma que uno pue-de tener una capacidad lingsticainfinita aunque un finito desempe-o, debido a nuestras humanas li-mitaciones de tiempo. En segundolugar, el pensamiento, como el len-guaje, es sistemtico, de modo que

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    si puedo pensar aRb, puedo tam-bin pensar bRa. Aparentemente, elargumento a favor de la sistema-ticidad del pensamiento se basa enel hecho alegadamente empricode que la habilidad para captar cier-tos pensamientos est intrnseca-mente conectada con la habilidadde captar ciertos otros. Y podra in-cluso llegar a suponerse, por ana-loga con el lenguaje, que si es unaley que la habilidad para entenderuna oracin est sistemticamenteconectada con la habilidad paraentender muchas otras, entonces esuna ley que la habilidad para pen-sar un pensamiento est sistemti-camente conectada a la habilidadpara pensar muchos otros (15). Talrequerimiento legaliforme podraexponerse, en trminos de Fodor,as: La sistematicidad requiere que,en general, si un lenguaje puede ex-presar la proposicin P y la propo-sicin P es semnticamente cercanaa la proposicin Q, entonces el len-guaje puede tambin expresar laproposicin Q (16).

    Finalmente, tanto la sistemati-cidad como la productividad delpensamiento quedaran garantiza-das por el paralelo semntico (y, encierto modo, tambin sintctico) conotra importante caracterstica de loslenguajes: su composicionalidad.Desde hace algn tiempo, la viejaidea de que uno aprende el lengua-je como si memorizara puntualmen-te un diccionario se ha puesto seria-mente en duda, pues nos obligara

    a preguntarnos cmo puede ser po-sible que alguien que no ha odonunca una oracin como existenovejas de cuernos cuadrados en elmar de la Tranquilidad pueda, sinembargo, entenderla por ms ab-surdo que resulte su significado.La idea, en contraposicin a la viejadoctrina, es que nuestro lenguajetiene elementos atmicos, que sonlos que se combinan en las distin-tas oraciones que, aun cuando nohayamos odo, podemos entender.Quiz si viramos todas las oracio-nes del lenguaje como tomos,entonces la sistematicidad en sucomprensin sera un misterio; perosi reconocemos una estructurasintctica constitutiva en ste, lasistematicidad de nuestra capaci-dad lingstica queda garantizada.Adems, siguiendo con los parale-los lingsticos, el LDP, en virtud deser composicional, debe tener unasintaxis y una semntica combina-torias, de forma que los pensamien-tos sistemticamente conectadostambin estn semnticamenterelacionados, por lo cual los pensa-mientos resultantes se compondrande los mismos elementos semn-ticos.

    Esto es, el mismo constituyen-te sintctico hara la misma contri-bucin semntica en otra configu-racin en la que apareciera. Y si elsistema representacional internotiene una sintaxis y una semnticacombinatorias, entonces debe haberun conjunto de reglas sintcticas de

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    formacin que estaran computa-cionalmente definidas que gobier-nen la construccin de expresionesbien formadas en el sistema. Talesreglas sintcticas de combinacindeterminan la estructura sintcticao formal de las representacionesmentales complejas, y resolveran lamanera como las operaciones men-tales se llevaran a cabo, por el he-cho de ser sensibles a su estructu-ra sintctica (formal). Este carctercombinatorio de los tomos simb-licos del LDP asegura, en conse-cuencia, la sistematicidad, la pro-ductividad y la composicionalidaddel pensamiento (15).

    En suma, podemos decir que elLDP es un sistema representacionalinterno que consiste en representa-ciones, que est fsicamente reali-zado en el cerebro y que tiene unasintaxis y una semntica combina-torias tales que las operaciones he-chas sobre las representaciones soncausalmente sensibles nicamentea las propiedades sintcticas destas. En este sentido, el pensamien-to, simplemente, consistira en ope-raciones sintcticas definidas sobretales representaciones, por lo cualno resulta absurdo afirmar que unopiensa en mentales.

    No obstante la fuerza de la teo-ra, el modelo simblico como elpropuesto por el LDP no es la ni-ca TCM trabajada en el interior de

    los crculos investigativos en cien-cia cognitiva. Recientemente ha ve-nido tomando fuerza una posturacomputacional distinta, en la quelas representaciones mentales notienen forma proposicional o lin-gstica (esto es, no son lenguage-like) y, por lo tanto, no se comportansegn los parmetros del LDP, sinoque se encuentran distribuidas a lolargo de diversos patrones neuro-nales. Este sistema terico se cono-ce tcnicamente con el nombre demodelos de redes neuronales, peroel trmino conexionismo se ha po-pularizado ms a la hora de hablarde dicha postura.

    Contrario al modelo simblico,que se basa en la idea de arquitec-tura computacional propuesta ini-cialmente por Turing, el modeloconexionista propone un acerca-miento a la estructura de la mentea partir de la morfologa misma delas neuronas. Esto hace que dichomodelo se acerque ms a la reali-dad biolgica y que as expliquemejor ciertos procesos mentales,como el rpido acceso a los regis-tros en memoria, la asignacin poromisin, la degradacin elegante yla generalizacin espontnea (17).En palabras de uno de sus princi-pales exponentes:

    El enfoque de PDP3 sugiere quedebemos formular la pregunta di-rectamente acerca del tipo de

    3 PDP: procesamiento distribuido en paralelo, una de las ms completas variantes de los modelosconexionistas.

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    computador que el cerebro puedeser, experimentar con computa-dores tipo cerebro, y luego extraernuestra inspiracin de esos sis-temas computacionales. En bre-ve, queremos reemplazar la me-tfora del computador con lametfora del cerebro para lossistemas cognitivos. [...En gene-ral] los modelos de PDP, como loscerebros, consisten en grandes re-des de trabajo de simples unida-des de procesamiento, que secomunican a travs del paso demensajes inhibitorios y excitato-rios de una a otra [...]. (18)

    Cabe anotar, en todo caso, quela idea de construir modelos abs-tractos para explicar el funciona-miento del cerebro basndose en laactividad neuronal no es nueva. Pro-bablemente el primer intento serioen este campo fue realizado porMcCulloch y Pitts (19), en su teorade redes neuronales formales. Ensta se propona un sistema expre-sado en lgica formal proposicional,cuyas reglas reflejaban ciertas pro-piedades de las neuronas, particu-larmente la ley del todo o nada, ysu capacidad de excitacin e inhi-bicin. Los descubrimientos poste-riores en neurociencia y en inteli-gencia artificial invalidaran variosde los postulados de su teora, porlo cual su aceptacin pronto se viodisminuida (20).

    Sin embargo, la nueva perspec-tiva conexionista parece superar esabrecha entre la parte neurolgica yla parte funcional en la explicacin

    de la mente. La estrategia bsica deesta nueva postura es, en trminosmuy generales, tomar como su uni-dad fundamental de procesamientoalgo cercano a una neurona abstrac-ta e imaginar que las computacionesse efectan a travs de la simpleinteraccin entre esas unidades deprocesamiento o nodos. En estosmodelos se propone que tales nodosse comunican entre s, enviando n-meros por medio de las lneas quelos conectan, y que ellos represen-tan conexiones inhibitorias o excita-torias (17).

    Se asume, por otra parte, quecontrario a los modelos simblicoslas unidades de los sistemas co-nexionistas no son significativas, esdecir, la informacin procesada ensus computaciones no es nuncauna propiedad de algn nodo par-ticular, sino que se encuentra dis-tribuida a lo largo de todo el patrnde conexin neuronal. Adems,dado que las operaciones cognitivasson sumamente rpidas, a pesar deque las neuronas son bastante mslentas que los componentes de loscomputadores actuales, se propo-ne que las computaciones involu-cran gran cantidad de procesamien-tos en paralelo, y no nicamenteuno secuencial (de ah que a estetipo de sistemas se les llame proce-samiento distribuido paralelo) (20).

    Ciertamente, el modelo conexio-nista es mucho ms complejo de loaqu esbozado, y ahondar en sus

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    pormenores es una tarea que no mepropongo desarrollar. Es suficien-te, considero, con haber sealadoel hecho de que en el mbito com-putacional parece haber una inte-resante alternativa para el modelosimblico, sobre la cual an hoy serealizan sendas investigaciones.

    Una ltima consideracin

    metodolgica

    Hasta ahora hemos visto, concierto detalle, algunas de las msinfluyentes concepciones de la filo-sofa de la mente, que se remontanhasta hace unos quince aos. A mijuicio, esta discusin filosfica con-tempornea en torno a la mente y alos estados mentales es muy simi-lar a las viejas discusiones escols-ticas que giraban alrededor de lanaturaleza del alma. Adems delhecho de que ahora contamos conalgunos conceptos tcnicos distin-tos a los de antao, quiz la nicadiferencia significativa entre las dospocas radica en que mientras losviejos pensadores se dedicaban aformular explicaciones psicolgicasque no contradijeran lo dicho en lasSagradas Escrituras, los tericos denuestros das se preocupan por nocontrariar la biblia que escriben loscientficos. Posiblemente este afnde coherencia con las doctrinas cris-tianas fue lo que motiv a Descar-tes a postular su teora dualista. Ynuestro posterior afecto hacia lasciencias fsicas, influido en parte por

    el arraigo del enfoque positivista enla investigacin, empez a condu-cir a los filsofos, psiclogos y, engeneral, a los cientficos de la men-te, hacia la creacin de teoras ba-sadas en supuestos ontolgicosmonistas. Conjuntamente, la inevi-table dificultad que se seguira deaceptar la propuesta dualista deDescartes, al momento de dar cuen-ta del poder causal de los estadosmentales (problema que, como vi-mos, se ha denominado el proble-ma mente-cuerpo), ha servido tam-bin para convencernos de que lamejor si no la nica solucin via-ble es adoptar una teora de la men-te materialista.

    El problema mente-cuerpo ter-min por convertirse en una espe-cie de paradigma y, como hemosvisto, durante mucho tiempo semantuvo la idea de que la nica for-ma de no caer en el absurdo querepresentaba sostener algn tipo dementalismo era considerarse a smismo un materialista. Sin embar-go como ya lo haba anunciado,comparto la opinin de Searle (21),quien dice que en la base de estaconcepcin se oculta otra suerte dedualismo que podra llamarse con-ceptual, un punto de vista que nosinvita a creer que fsico implica nomental y mental implica no fsi-co. La tcita adopcin de este su-puesto llev a los partidarios de casitodas las clases de reduccionismoa sostener que la aceptacin decualquier tipo de mentalismo impli-

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    caba necesariamente casarse con eldualismo, al igual que la conformi-dad con el monismo implicaba ne-cesariamente la adopcin de algntipo de teora materialista.

    Quiz sea por la adopcin deldualismo conceptual que la reitera-tiva pregunta filosfica originalqu distingue a los eventos delmundo fsico de los eventos delmundo psquico? haya adquiridohoy la forma de otro interrogantecon marcados visos materialistas:por qu seguimos resistindonosa creer que algn da podremosconstruir un marco terico para loseventos mentales que sea fcilmen-te ubicable dentro de nuestro am-plio marco terico de la fsica? Al-gunos sostienen Davidson (1), porejemplo que nuestros eventos men-tales esencialmente se distinguen delos eventos fsicos, porque se resis-ten a caer en la red nomolgica delas leyes causales con la que traba-ja dicha ciencia. Pero, podramosinquirir, acaso eso es necesaria-mente cierto? En un sentido pareceserlo, pero en otro no. Un neurlo-go podra, en caso de contar con lasherramientas y conocimientos su-ficientes, hacer un rastreo de todoslos eventos neurolgicos que prece-dieron a mi elocucin creo que estlloviendo afuera, e incluira desdelos impulsos sinpticos que, provi-niendo de los conos de mi retina,recorrieron mi va ptica hasta lle-gar al lbulo occipital, hasta el re-corrido de los impulsos subsiguien-

    tes que, tras pasar por el rea 44de Brodmann, arriban a la zonaprefrontal, la cual se encarga de re-gular el movimiento de mis rganosfonoarticuladores. Y parece ademscierto de suyo que en caso de quemis sinapsis hubieran sido diferen-tes, yo no habra pronunciado di-cha frase, tal vez habra emitido otrosonido o ninguno en lo absoluto.Pero es esto dar cuenta de la cau-sacin mental? Si alguien me pre-guntara por qu dije lo que dije, se-ra suficiente para efectos de unaexplicacin psicolgica contestarcon una historia como la anterior?Probablemente el sentido comnnos invitara a dar una respuestadiferente: siento que est hacien-do fro afuera o creo que o gotascayendo sobre el tejado, etc. Maseste aspecto, evidentemente, no seconsidera en el rastreo neurolgico.

    Parece, en consecuencia, queuna parte de nuestras explicacionespsicolgicas todava se resiste a lareduccin neurolgica; pero que,con todo, parece tambin inelimi-nable. Tal vez slo hasta que elfuncionalismo apareci en escena laverdad de la presuncin del dualis-mo conceptual se puso en tela dejuicio. La nocin de equivalenciafuncional, que trajo consigo dichateora, heredada de la metforamente-computador, permiti crearun contexto terico para las doctri-nas de la mente que quisieran se-guir sosteniendo el mentalismo sincaer en el riesgoso dualismo de sus-

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    tancias. Sin embargo, la idea de es-tablecer una identidad entre la ac-tividad cognitiva y un cierto tipo dearquitectura algortmica, que bienpuede ser simblica, conexionista ode otro tipo, resulta tambin pro-blemtica. A este respecto mesuscribo a la opinin de Carello,Turvey, Kugler y Shaw, quienes afir-man que:

    La mera existencia de un algorit-mo no constituye la explicacinde un fenmeno. [] Simplemen-te porque un algoritmo pueda serescrito para simular una activi-dad dada de un organismo, no sesigue necesariamente que el or-ganismo use tal algoritmo al efec-tuar la actividad en cuestin. Elalgoritmo es meramente una des-cripcin de la actividad; sta pue-de ser slo una de las muchasdescripciones alternativas. (22).

    Esto no significa, tampoco, queyo est apoyando el que los mode-los y explicaciones funcionales/computacionales deban dejarse delado. stos tienen, a pesar de laslimitaciones que muchos autores leshan sealado (y que no considerooportuno indicar aqu), una granimportancia. Son digamos posi-bles vnculos entre nuestros trmi-nos del lenguaje intencional y loseventos cerebrales. De hecho, elpropio Fodor habra reconocido enellos este valor:

    ...la relacin entre los constructosneurolgicos y psicolgicos [...]est en perfecta consonancia con

    los argumentos que defendimosanteriormente en favor de la noeliminabilidad del lenguaje men-tal de las teoras de la conducta[...] Tendramos que acudir al len-guaje mental para establecer lascondiciones que permitieran efec-tuar esas adscripciones de equi-valencia funcional. (16)

    Finalmente, todo lo que pasa enel mundo es fsico, aunque uno pue-de dar explicaciones de dichos even-tos desde distintas esferas. Aquelloque en nuestra vida cotidiana agru-pamos como creencias o temorespueden ser, descritos fsicamente,procesos neuronales que no tienenms caracterstica comn que la deser realizados por (y en) el cerebro y,por lo tanto, las descripciones neu-rolgicas no necesariamente coinci-dirn con nuestras descripcionespsicolgicas; no obstante, los datosacerca de nuestro cerebro de los quepodra dar cuenta la neurologapueden participar (y de hecho lo ha-cen) en nuestras explicaciones y pre-dicciones psicolgicas. Incluso esposible que las mejores explicacio-nes psicolgicas de uno u otro even-to, que comnmente catalogamoscomo mental, tengan la estructurade una disposicin conductual, sinque eso signifique, en todo caso, quedeban identificarse necesariamentecomo tales.

    Algo similar puede decirse en-tonces con respecto a las teorascomputacionales de la mente: todoparece indicar que tampoco tene-mos buenas razones para agrupar

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    los conceptos intencionales segntal o cual descripcin funcional, porel hecho de que este tipo de expli-caciones no depende de cmo es elmundo, sino de cmo podemos cons-truir una alternativa viable para ex-

    plicarlo. Podemos, para ciertosefectos, utilizar explicaciones fun-cionales de los eventos cerebralesque se asemejen a la hiptesis delLDP, mientras que en otros casosser mejor usar modelos conexio-nistas, como el de procesamientodistribuido paralelo (23).

    Lo que quiero sugerir, en lti-mas, es que agrupar una serie deoperaciones cerebrales dentro delcajn de creencias o de deseos esalgo que hacemos en virtud de quetomamos el lenguaje natural estoes, las viejas explicaciones de lapsicologa popular como casillero,y no porque exista realmente unespacio funcional en el que ocurraalgo as.

    La hiptesis del LDP tiene elgran atractivo de procurarnos ex-plicaciones muy similares en formay contenido a las explicaciones denuestro lenguaje comn intencio-nal, pero no tenemos ms raznpara suponer la verdad del lengua-je del pensamiento que el hecho deque su estructura guarda un airede familia con la estructura del len-guaje en el que comnmente des-cribimos nuestra la psicologapopular. Creo, incluso, que la deci-sin entre adoptar uno u otro mo-

    delo funcional depende de nosotros.Siempre queremos que nuestrasexplicaciones sean las ms adecua-das a la verdad y, por eso mismo, sien el mbito computacional el mo-delo conexionista funciona mejorque el simbolista, apliquemos lanavaja de Occam y salgamos de unabuena vez de la carga de una teoraque postula entidades tan proble-mticas como las de Fodor. Y si lle-gara a haber otro mejor, hagmoslode nuevo!

    Con todo, no parece viable adop-tar ninguna teora de las analizadasen este artculo como estructurametaterica para la psicologa. Ypareciera que la nica forma en lacual la psicologa puede adquirir elestatuto de ciencia es encontrandolos pilotes metatericos adecuadospara poder construir, sobre ellos, lasleyes de una disciplina cientfica.Debemos entonces aceptar que lapsicologa no tiene, ni tendr, msvalor que el de clasificar bajo un solotrmino una cantidad de expresio-nes populares? Algunos tericospareceran sostener algo as, porejemplo, Daniel Dennett (24), unode los principales exponentes de lapostura instrumentalista, quien sos-tiene un punto de vista en el quelos trminos que usamos para refe-rirnos a los estados mentales apun-tan simplemente a entidadesficticias, que no tienen verdaderaexistencia, sino que son postuladaspara ejercer una labor meramenteprctica o heurstica. Pero estara-

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    mos dispuestos a renunciar a lacientificidad de la psicologa, argu-yendo que sus expresiones no tie-nen ms valor que el meramenteprctico?

    Quiz la respuesta est un pocoms atrs, en la definicin mismade ciencia. Y tal vez la dificultad queaparece en nuestros intentos porencuadrar a la psicologa dentro deun marco terico ms cientfico sedeba al simple hecho de que no pa-rece haber un marco tal que puedacontener los muchos fenmenos quela mente humana carga consigo. Elser humano est definido en granparte por su vida mental, pero convida mental nos referimos a muchascosas, ms que a su (no tan) simplevida cerebral. Tener vida mental im-plica estar inmerso en una sociedad,haber vivido una serie de expe-riencias emocionales, tener proble-mas, ambiciones, desengaos.Implica tambin haber sufrido cier-tas enfermedades, haber ledo cier-tos libros, saber jugar ciertos juegos,guardar secretos, desarrollar hbi-tos y hasta alergias. Quiz simple-mente ocurra que estudiar la mentehumana sea poner al ser humano,como un todo, bajo el microscopiode una ciencia casi exacta, y puedeser posible que el objeto de estudiopor lo pronto venza los mecanis-mos cientficos con que dicha cien-cia cuenta.

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