BOUYER Eucaristía 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    CAPfTULO VII

    LA EUCARISTTA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

    San Hiplito y los orgenes de la liturgia romana

    En el siglo vI, con san Gregorio Magno, hace su aparicin el

    canon de la misa romana, poco ms o menos tal como lo utilizamos

    todava, fuera de ciertos detalles secundarios . Este canon ofrece una

    estructura muy distinta de la eucarista de Hiplito, una factura

    no menos diferente de nuevo, como en la liturgia de Adday y de

    Man, nos hallamos en presencia, no de una oracin seguida, sino

    de una sucesin de oraciones encadenadas, y ni siquiera una de sus

    expresiones ofrece un parentesco reconocible con frmula alguna

    de Hiplito. Para los que quieren que la Tradicin apostlica repre

    sente el uso romano de su tiempo slo hay una conclusin posible: el

    canon de la misa actual es producto de una inverosmil dislocacin,

    habindose roto, desorganizado, desfigurado todo por la introduc

    cin de elementos adventicios, los cuales acabaron con la bella uni

    dad que se supone haber habido en los orgenes de la eucarista

    romana. Esta concepcin castastrfica de la evolucin de la euca

    rista en Roma desde el perodo patrstico, fue lanzada particular

    mente por Anton Baumstark 2

    Conviene recordar que P. Drews y el mismo Baumstark, cuando

    tambin ste estaba hipnotizado por las liturgias sirias occidentales

    1. Cf. dom BERNARD BonN, Le C,anon de la Mene romaine, Lovaina 1935.

    2. cf. A. BADMSTARE, Das Frobiem des ,5mische,, Messkaaons, en Ephemeride

    liturgiean, t. 53 1939, p. 204ss.

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    La eucarista alejandrina y la romana

    por no decir nada de W.C. Bishop, la haban admitido sobre la

    base supuesta de un origen del canon romano que nadie osara ya

    buscar en esa direccin . Eruditos anglicanos, como Walter Frere

    se la haban apropiado con entusiasmo, hallando en ella una justificacin inesperada del abandono de la tradicin litrgica romana de la

    eucarista en su propia Iglesia. A. Jungmann y Th. Klauser6

    la vulgarizaron, Y en nuestros das, como en de esperar, reforma

    dores intrpidos se apoderan de ella pan forzar a la autoridad

    a libnrnos de ese monstruo y hacernos volver finalmente a la verda

    dera tradicin catlica y romana, perdida desde hace por lo menos

    quince siglos .

    En todo esto nos parece que se obra con gran precipitacin

    y sobre bases de increble fragilidad. Ya hemos dicho, con el solo

    examen de la personalidad de Hiplito y de su obra en general, las

    razones positivas que tenemos de dudar de que en su poca repre

    sentara la verdadera tradicin romana, aunque fuera miembro del

    clero romano. Pero si pasamos a comparar su eucarista con todo lo

    que sabemos por otra parte con seguridad sobre la eucarista roma

    na posterior a l, resulta no solamente dudoso, sino verdaderamente

    inverosmil- hay que reconocerlo- que la liturgia de Hiplito

    pudiera engendrar, aun tras todas las adulteraciones que se puedan

    imaginar, la actual *liturgia romana. En efecto, dada la completa

    ausencia de comunidad tanto en la estructura, como en la factura

    o en el detalle de las expresiones, sera notoriamente insuficiente

    hablar de una dislocacin producida por la introduccin de cuerpos

    extraos en el modelo primitivo. El canon romano, por lo menos,

    desde san Gregorio, es ciertamente la liturgia romana. Si, dos sigloso dos siglos y medio antes, la liturgia romana hubiese sido la

    liturgia de Hiplito, entonces habra que decir que a la liturgia roma-

    3. Vase adsre todo esto al articulo de dom cASRoL sobre e! canoa romano, en cdDictionn,aire daqcMoiogie clsrtienne et de hturgie.

    4. WALTER H. FRESE, Th. Anaj,hore of great Eucltaristk Prayer, Londres 1938.

    5. A. Jvxeauset, El sacrificio de le misa, BAO, Madrid 1965.

    6. Tu. Rayan, The Western Liturgy and its History, Londres 1952.

    7. cft,s nicamente, como un ejemplo entre muchos, un articulo de LEO AHON,publicado en ecommonwealth, 1965, p. 590ss, que califica desdeosamente el Canon rimano de popurri galicano, llegado tarde a la n,iaa romana,, y propone que sea pura

    y simplemente descartado. No menor fantasa seria desnsontarlo y volverlo a montar

    conforme al plan sirio occidental.

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    San Hiplito y los orgenes dc la liturgia romana

    na le sucedi como aquel cuchillo que en siempre el mismo cuchillo,

    aunque se le hubiera ido cambiando sucesivamente el mango y la

    hoja. No es una modificacin o mltiples modificaciones lo que

    habra tenido que producirse entre una y otra, sino la sustitucintotal de un texto por otro.

    Cundo, cmo, por qu habra tenido lugar esta sustitucin?

    De ello no tenemos el menor testimonio. Tenemos que aceptar el

    hecho, sin poder situarlo ni explicarlo, si aceptamos que Hiplito

    representa la liturgia romana a mediados del siglo xii. Tener que

    admitir tal mutacin, de la que nadie parece haber guardado el

    menor recuerdo, y ello en la Iglesia que se ha distinguido entre

    todas por el conservadurismo, es-

    reconozcmoslo-

    una dificul

    tad tan considerable, que por s sola debera inducirnos a poner en

    duda que Hiplito nos describa verdaderamente la liturgia romana

    del siglo ni. Como por otra parte hemos visto que las razones in

    trnsecas que tenemos para creerle, es decir, las que pueden resultar

    del conocimiento de su obra y de su personalidad, son de lo ms

    exiguas por no decir nulas, parece que esto debera bastar para

    disipar el espejismo a que han sucumbido la mayora de los enditos recientes. Explicar la evolucin que pudo producir el canon

    de la misa romana de san Gregorio a partir de la de san Hiplito,

    es proponerse un quehacer que no tiene la menor probabilidad

    de prosperar, pues equivale a lanzarse sin razn suficiente y

    hasta sin verosimilitud, por un camino imposible. Insistiendo en

    ello se llegar fatalmente a la idea de que el canon de la misa roma

    na es inexplicable, injustificable, inaceptable, pero ello sencillamente

    porque se habr querido a todo trance imponerle una explicacin que

    no tiene el menor fundamento.

    Pero esto no es todo. Por inverosmil que sea a priori la mu

    tacin total, y no slo la alteracin ms o menos profunda que

    habra debido producirse en la misa romana para pasar de san

    Hiplito a san Gregorio, no podemos refugiamos en los dos siglos

    y medio o tres que las separan, para imaginar una lenta descom

    posicin y luego recomposicin que, faltando todo testimonio histrico, no pasara de ser, de todas formas, imaginaria. Aunque no

    tenemos un texto completo del canon antes de san Gregorio, tene

    mos puntos de referencia acerca de lo que era ya muy anterior-

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    La eucarista alejandrina y la romana

    mente, de una forma exacta en la segunda mitad del siglo iv.

    El De Sacramentis, reconocido hoy generalmente como obra de san

    Ambrosio, contiene, en efecto, una serie de alusiones a la eucarista

    que l empleaba, las cuales, en toda la parte central, van hasta lacita expresa, ms o menos literal. Este trazado, que una feliz coinci

    dencia nos permite efectuar, nos asegura que en todo caso, inme

    diatamente antes del relato de la institucin e inmediatamente antes

    de la anamnesis, se hallaban entonces frmulas que deban ser, si

    ya no palabra por palabra, por lo menos con poca diferencia, las mis

    mas que en tiempos de San Gregorio. Adems, ya en su tiempo, a la

    alabanza inicial segua una serie de intercesiones. Esto nos basta para

    decir que san Ambrosio conoca ya un canon cuyo desarrollo coin

    cide prcticamente con el de san Gregorio, mientras que no nos

    ensefia nada que pudiera relacionarse con san Hiplito ms que

    este ltimo texto. As pues, no se tratara de una lenta disgrega

    cin, sino de un cataclismo sobrevenido en el espacio de apenas

    un siglo y que habra sustituido una eucarista por otra.

    Una sola teora, que se ha sostenido a veces, permitira explicar

    lacosa. Sera

    precisoque el canon que hoy

    da llamamos romano

    no fuera en modo alguno romano, sino ambrosiano, o en todo caso

    milans, y que el prestigio del gran obispo hubiera podido inducir

    a Roma a dejar de lado su propio rito para adoptar el milans en

    su lugar . La cosa parece tan enorme que resulta inverosmil. Hay

    que aadir que esto ira directamente contra lo que sabemos con

    mayor certeza sobre las relaciones entre la liturgia de Miln y la

    de Roma en la poca de san Ambrosio. Durante largo tiempo pa

    reci imposible atribuirle el De Sacranentis, porque el De mysteriis

    que es ciertamente obra suya sigue para el bautismo una liturgia

    diferente de la que se contiene en el De Sacrameutis. Y la liturgia

    del De Sacramentis se opone a la otra explcitamente como a la

    liturgia romana. Posteriormente, un examen atento del pensamiento

    y del estilo de los dos escritos, tal como lo ha llevado a cabo en

    particular dom Botte, ha convencido prcticamente a todos de que

    no pueden tener sino un solo y mismo autor . La conclusin que

    8. Vaac Tas. KLAUSER, op. cit., p..30.2i.9. Vase la introduccin de dom Oonr a su edicin y traduccin del De mysteriis

    y del Ve Sacra,nenti,, en cSources chrtiennes, Pars 1950.

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    La liturgia alejandrina

    se impone es sta: entre la redaccin del De Sacramentis y la del

    De ,nysteriis debi adoptar Miln la liturgia de Roma en puntos

    en que discrepaba de ella. En otras palabras: las cosas debieron

    suceder precisamente al revs de la suposicin precedente: no es

    Roma laque

    en tiempos de San Ambrosio tiende aadoptar la litur

    gia milanesa por cuanto entonces diferan, sino que es en Miln

    donde se tiende a adoptar la liturgia romana.

    *Is vale, por tanto, abandonar todas estas hiptesis, renunciar

    pura y simplemente a las ideas de dislocacin, de desmembramiento,

    de metamorfosis de la eucarista romana, renunciando a la idea in

    fundada que sirve de base a todo esto. Hiplito puede informamos

    sobre ciertas caractersticas de una eucarista arcaica, que en su

    poca deba, ya haca mucho tiempo, haber desaparecido de Roma y,sin duda, de otros muchos lugares, pero no hay que preguntarle el

    origen de la eucarista romana, tal como la tenemos por lo menos

    en su formacin en tiempos de san Ambrosio.

    La liturgia de/andrina

    Habremos por ello de renunciar a comprender la gnesis del

    canon romano? De ninguna manera. Si Hiplito no puede sernos

    til a este objeto y ms bien puede desorientarnos y extraviarnos,

    tenemos otros testigos, y algunos de ellos anteriores a la poca de

    san Ambrosio, de un rito afin al rito romano, segn el conocimiento

    que tenemos de ste, y cuya evolucin nos es conocida un poco

    mejor.

    Tenemos todas las razones para creer que sera mucho msprovechoso lanzarse por otra pista. El rito de que hablamos ahora

    es e1 de Egipto, y ms cu particular el de la metrpoli, de Alejandra.

    Repitmoslo: entre las formas slidamente atestiguadas de la eucaris

    ta romana y las de la eucarista alejandrina son mltiples las analo

    gas de contenido, de estructura y hasta las semejanzas de expresin.

    Si querernos, pues, reunir todos los elementos capaces de esclarecer

    la gnesis de la eucarista romana actual, conviene estudiarla en rela

    cin con la eucarista alejandrina. Aqu nos hallamos en un terreno

    slido y, lejos de que el principio de explicacin adoptado multiplique

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    La eucaristaS -aIejaiicriiii y la romana

    los problemas insolubles y haga finalmente inexplicable tanto la evo

    lucin que hay que tratar de descubrir como el producto final que

    tenemos ante los ojos, la comparacin va a proyectar mucha ms luz.

    Vamos a ver que esta comparacin contribuir a hacer perfectamentecomprensible lo que muchos se empean en declarar absurdo.

    No negamos, sin embargo, que a primera vista el rito alejandrino,

    todava ms que el rito romano, nos propone una eucarista cuya

    complejidad podra parecer incoherencia. Cuando se compara el rito

    alejandrino con su vecino el rito sirio occidental, del que recibi

    influencia en fecha muy temprana, hasta el punto de ser sustituido

    prcticamente por ste, dicho rito alejandrino parece presentar, al

    igual que el romano, exactamente los mismos elementos, pero en un

    orden extrafiamente disperso. Pero no hay necesidad de seguir largo

    tiempo la comparacin para comprender que sera lanzarse de nuevo

    por una falsa pista querer explicar la liturgia alejandrina a partir

    de una liturgia siria occidental, en la que todo se habra desparra

    mado en desorden. Como no tardaremos en verlo, el orden de la

    eucarista siria occidental, por admirable que sea, es, en efecto,

    evidentemente un orden buscado deliberadamente, sistemtico, obtenido por los procedimientos de una retrica elaborada. Ms an:

    fue concebido en el marco de una teologa trinitaria tambin muy

    evolucionada. Fue ste, por tanto, el que a todas luces se introdujo

    posteriormente entre los elementos que tenemos todas las probabili

    dades de hallar en la eucarista alejandrina en un estado anterior,

    si ya no primitivo. Se comprende perfectamente a partir de qu

    principios y por qu procedimientos se pudo pasar de un estado

    de la eucarista como e! que subsisti largo tiempo en Egipto, al

    que se estableci primeramente en Siria occidental antes de impo

    nerse en Egipto mismo. No se comprende en absoluto cmo se habra

    ido tener la idea de desmembrar el orden sirio si hubiera sido

    primitivo cosa que, una vez ms, parece imposible para llegar al

    orden egipcio. Y precisamente en Egipto mismo podemos ver cmo

    se efecta el paso en orden inverso.

    Debemos, pues, finalmente partir de la liturgia alejandrinapara compararla luego con la liturgia romana si queremos esperar

    poder sorprender en su estado naciente esos nuevos tipos de litur

    gias eucarsticas que el siglo iv iba a propagar por todas partes

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    a liturgia aid a idri rut

    e instaurarlos definitivamente en la tradicin, pero cuyos orgenes

    tienen todas las probabilidades de ser bastante anteriores.

    En la liturgia griega llamada de san Marcos, clsica durante

    mucho tiempo en la Iglesia de Alejandra, y de la que *la liturgia

    copta llamada de san Cirilo no pasa de ser una traduccin , la

    eucarista sigue un plan que ya hemos expuesto u que volvemos

    a recordar:

    1 Accin de gracias inicial.

    2 Primera oracin que evoca el sacrificio nosotros la llama-

    inos preepiclesis.

    3 Copiosas intercesiones y conmemoraciones, terminadas por

    una oracin por la aceptacin del sacrificio esbozo de la primeraepiclesis.

    4 Reanudacin de la accin de gracias que conduce al sanctus.

    5 Nueva oracin que pide con ms insistencia la aceptacin

    del sacrificio, con una invocacin formal de la consagracin de los

    elementos primera epiclesis en este rito.

    6 Relato de la institucin.

    7 Anamnesis.

    8 ltima invocacin para que sea aceptado el sacrificio ofre

    cido y, ms en concreto, para que tenga en todos nosotros sus

    efectos de gracia segunda epiclesis.

    9 Doxologa final.

    El bloque que va de 6 a 9 corresponde evidentemente a todo

    el final de la oracin eucarstica, tal como exista desde los orgenes,

    por lo cual no nos plantea nuevos problemas. La estructura y el

    origen del bloque que va de 1 a 5 es lo que va a reclamar ahoranuestra atencin.

    Notemos primeramente que el dilogo introductorio es el mis

    mo que en la eucarista de Hiplito, con la sola reserva de que en

    lugar de El Sefior est con vosotros, tenemos al principio: El

    Sei9or est con todos.

    Despus de esto, 1 desarrolla una accin de gradas que se ve

    interrumpida por la serie de las oraciones y conmemoraciones, pero

    10. Vase sobre estas liturgias Iii. HAN5SZNS, .Institutiones iturpiccse de ritibus

    orientalbus, sorno si, parte it, Roma 1932, p. 632as. Para cornpletsr si bibliografa,

    3M. SAUGfl, Bibliographic des liturgies orie,italcs, Roma 1962, p. 32ss y S2ss.

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    que se reanuda en 4 para rematar en el sanctus. Esta accin de

    gracias pasa, como ya hemos solido verlo, del tema de la creacin

    al de la redencin. El hombre hecho a imagen de Dios, cado, pero

    levantado por la encarnacin redentora de Cristo, calificado desabidura y de luz, forma el centro de las perspectivas, lo cual es

    muy alejandrino, como prolongacin en el cristianismo, de la lnea

    sapiencial que hemos observado en las oraciones judas del libro vii

    tl las Constituciones aposticas. Cuando se reanuda la accin de

    gracias, se concentra en el nombre divino - segin otro tema con

    el que estamos ya familiarizados -, glorificado por encima de todos

    los poderes, en el siglo presente y en el siglo venidero. Esto da

    lugar a la invocacin del culto anglico y al sanctus.

    Veamos el texto de san Marcos, tal como lo presenta Brightman:

    Es verdaderamente digno y insto, santo y equitativo, saludable para

    nuestras almas, alabarte a ti, que eres Duefio, Seor, Dios, Padre todopode

    roso, cantarte, darte gracias y narrar tus altas gestas &,Ooo1oyeTaOiL Y

    noche y da, con una boca que no se fatigue, con labios que no hagan nunca

    silencio, con un corazn que no se calle jams, a ti, que hiciste el cielo y

    lo que se halla en el cielo, la tierra y lo que hay en la tierra, los mares, lafuentes, los ros, los estanques y todo lo que se halla en ellos, a ti, que

    hiciste al hombre segn tu propia imagen y semejanza y le otorgasft el goce

    del paraso. Pero cuando cometi la transgresin no lo despreciaste ni aban

    donaste, sino que en tu bondad volviste a llamarlo por la ley, lo instruiste

    por los profetas, lo reformaste y renovaste por este misterio tremendo, vi

    vificante y celestial, e hiciste todo [esto] por tu sabidura, la luz verdadera,

    tu Rijo nico, nuestro Seffor, Dios y Salvador Jesucristo, por quien a ti,

    con l y el Espritu Santo, dando gracias ofrecemos este culto razonable

    Xoyixv e incruento, culto que te ofrecen, Se&r, todas las nacione desde

    la salida del sol hasta su ocaso, del norte al medioda, porque grande es tu

    nombre entre todas las naciones y en todo lugar se ofrece incienso a tu

    santo nombre y un sacrificio puro, en inmolacin y oblacin...

    Pi irgue t eres ci que est por encima de todo principado, atit, ini

    potestad y dominacin, y de todo nombre, no slo en este siglo, sino tambi5n

    en el siglo venidero: mil millares y diez mil miradas de santos ngeles y

    de los ejrcitos de arcngeles te asisten, tus dos muy venerables vivientes

    te asisten, as como los querubines de mltiples ojos y los serafines de seis

    alas, que con dos se cubren el rostro, con dos los pies y cnn las otras dm,

    II. FE. EamosnMA.s, Lilurgies Eastenm aud Western, vol. : ffa.stens Lurgies,

    xfonj 1896 coito e mabido, slo se ha publicado este volunien, p. 125am. Este texto

    se estableci a partir del Codn Rossa,aensis, del siglo xii. cf. op. cit., p. 112.

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    La littirHa alejandrina

    vuelan y claman uno a otro con boca infatigable y en llillInUs Ii Viii

    OeoXoyLt- que no callan nunca, cantan, claman, glorifican, gritan el hi,iinr,

    de la victoria y el trisagio, diciendo a tu gloria sobreeminente Sonto, ron/o.

    santo, Seor sabaoth, el cielo y la tierra estn llenos de tu santa glorio ]2,

    Una vez ms, este texto, por sus referencias sapienciales, tiene

    particular afinidad con las oraciones judas del libro vii de las

    Constituciones apostlicas, mientras que su humanismo lgico

    es muy caracterstico del cristianismo alejandrino, as corno es tpi

    camente egipcio en la evocacin de la creacin, la insistencia en las

    aguas, las fuentes, los ros y los estanques. Pero su origen primero

    es indubitable: es una refundicin cristianade

    las berakoth sinago

    gales asociadas al sanctus. Notemos aqu que la qedu.ah es presen

    tada sin el versculo de Ezequiel, que bendice la presencia divina

    en el lugar de su morada. Esta omisin se debe sin duda al hecho

    de que los cristianos que utilizaron esta oracin comprendan toda

    va que se trataba all de una bendicin por la presencia divina en el

    santuario jerosolimitano, privado ya de objeto. Ms tarde la

    sustituyeron por otra bendicin, que significaba que para ellos la .fe

    kinah estaba entonces establecida en la humanidad del Salvador.

    Es tambin muy interesante, y tpica del cristianismo patrstico,

    la referencia el sacrificio puro ofrecido a Dios en todo lugar

    entre las naciones. Como ya lo hemos hecho notar, esta cita de

    Malaquas 1 era, segn san Justino, invocada por los rabinos

    como aplicada a las berakoth que eran elevadas a Dios por los judos

    de la dispora. Pero el mismo texto opone a esta interpretacin

    la de los cristianos este sacrificio puro ofrecido entre todas lasnaciones es ms bien la eucarista cristiana .

    Pasemos a las intercesiones y conmemoraciones. En todas las

    liturgias orientales tuvieron estos textos tendencia a desarrollarse

    hasta a infiarse progresivamente. Pero en el caso presente de la

    liturgia de san Marcos tenemos pruebas, como lo veremos en seguida,

    de que el texto de su eucarista, aun habiendo sufrido amplificacio

    nes progresivas, se mantiene en esta parte sustancialmentefiel

    a unesquema muy antiguo.

    12. BRIGHnIAK, op. cit., p. l3lss.

    13. JusTiNo, Dilogo c01 Trifn, 116.117.

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    La eucarista alejandrina y la romana

    Entre las dos invocaciones del nombre divino, que encuadran

    la splica en la accin de gracias, hallamos sucesivamente oraciones

    por la Iglesia en general, por la paz en el cielo y en esta vida, por

    la curacin de todos los males, de la muerte y del pecado, por loscristianos ausentes de sus casas, por la lluvia, las estaciones favora

    bles, la fecundidad de la tierra, por las autoridades. Viene luego una

    conmemoracin de los difuntos, en la que los santos y el conjunto

    de los fieles finados son objeto de una sola oracin indicio de gran

    antigedad, a la que al final se asocia a los vivos para que todos

    juntos tengan su parte y su herencia con los santos.

    Aqu se introdujeron los dpticos, es decir, la lista de los nom

    bres de aquellos a quienes se quera conmemorar especialmente".

    Viene luego una recomendacin de las ofrendas y una invocacin

    que iniplora que el sacrificio sea aceptado, y que acarrea una serie

    de invocaciones particularizadas por los oferentes o por aquellos

    a cuya intencin se ofrece: primero los obispos, los sacerdotes y

    todo el clero, la ciudad cristiana, y finalmente una splica contra

    los enemigos de la Iglesia. En ltimo lugar, despus de una como

    recapitulacin de todos los objetos de intercesin enumerados, sevuelve, mediante la invocacin reiterada del nombre divino, a la

    accin de gracias .

    Notemos aqu que la oracin misma que seguir al sanctus

    no har ms que reasumir el tema de la recomendacin del sacrificio,

    para pedir de nuevo, y ms formalmente, que Dios mismo lo con

    sagre. As puede decirse que, como el conjunto de las intercesio

    nes est inserto en la accin de gracias, el final de sta, con el sanctus,

    est inserto, a su vez, en la peticin final de aceptacin del sacrificio

    eucarstico, una primera evocacin de la cual en la accin de

    gracias inicial haba dado lugar a las intercesiones.

    Si recordamos ahora el contenido y el orden de las oraciones

    de la tefillah, nos llamar la atencin ver que los temas de la ora

    14. Aqu no podemos entrar en todos los problemas que plantean los dpticos. Vase

    la disertacin de E. Ex,nm, impresa a continuacin de la edicin de las Hornilies of

    Wersai por R.H. ConNoLLv. Teses and Stadies, vol. Viti, cansl,ridge 1909, p. 9755.

    15. Cf. BRIOHTMMI, op. cit., p. 128s,. Ms adelante prese,,tan,os lo que se tieneasegurado de las formas primitivas de las intercesiones y conmemoraciones egipcias. Dado

    que todas estas oracionet, con frecuencia, son muy variai,les de un manuscrito a otro

    de una misma liturgia, slo daremos el texto integro en e1 ende las Coasttiscio,,es

    apostlicas, y la parte del texto de la liturgia de Santiago que parece primitiva

    204

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    La liturgia alejandrina

    cin se corresponden exactamente, habida cuenta de las inevitables

    transposiciones. Slo su orden se ve un poco alterado, pero no

    completamente.

    En la tefillah, la primera bendicin evocaba las santas acciones

    de los padres del pueblo de Dios y su expectacin de un redentor.

    La segunda daba gracias por la vida, su conservacin y la resurrec

    cin. Ja tercera bendeca el nombre divino. Algo de esto parece haber

    entrado ya en el final de la primen parte de nuestra accin de gracias,

    con la evocacin del culto definitivo ofrecido hoy, gracias al Re

    dentor, que nos restituye los dones perdidos por el pecado, a lo que

    sigue luego la bendicin del nombre divino.

    Luego, en las bendiciones impetratorias de la teflah se rogabasucesivamente por la penitencia, el perdn, la redencin, la cura

    cin, la lluvia y estaciones prsperas que acarrearan paz y prospe

    ridad, la liberacin de los cautivos y de los dispersos, las autoridades,

    contra los minim, por los fieles, y finalmente por la edificacin

    escatolgica de la ciudad santa y por la venida del Mesas.

    Venan luego las bendiciones tefillali y ahodah, que pedan fueran

    escuchadas las oraciones y aceptados los sacrificios de Israel.Finalmente, la bendicin hodaiz alababa de nuevo el nombre di

    vino, mientras que la birkat ha-kohanim recapitulaba los temas de

    las intercesiones.

    Es sorprendente la correspondencia de los temas, como tambin

    la analoga, si no de todo el curso del desarrollo, por lo menos de

    su marco: entre una evocacin del culto tributado a Dios por el

    pueblo fiel en la espera, y ahora gracias a la venida, del Redentor

    y una splica final por la aceptacin de las oraciones y de los sacri

    ficios de este pueblo, con la invocacin - tambin en las dos series

    de oraciones - del nombre divino, que abra y conclua las inter

    cesiones y conmemoraciones.

    Pero la semejanza aparece todava ms estrecha si, en lugar

    de tomar como trmino de comparacin la frmula de las .emoneh

    esreh, que se impuso finalmente al uso sinagogal mientras que en

    ms fluctuante en la poca de los orgenes cristianos, tomamos

    la frmula particular de la tefillah que! hemos reconocido en el li

    bro vn de las Constitv,ciones apostlicas, donde lleva ya las sefiales

    para creerla tambin alejandrina.

    205

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    La eucarista alejandrina y la romana

    En sta, como en la liturgia de san Marcos, no slo la qedukh,

    sino tambin las bendiciones que precedan a su primera recitacin,

    antes del .emah, vinieron con el tiempo a insertarse en medio de

    la tefII/ah.Esta frmula inicia igualmente un proceso en que e1 contenido de

    las oraciones que siguen al bloque de la qedidah, en la te/ii/ah venida

    a ser clsica, son atradas hacia un puesto anterior a aqulla. As,

    la 4., 5.", 6.", 7*a y 8. quedan como incorporadas a la 3a la

    bendicin del nombre. Asimismo esta tefii/ah alejandrina inclua las

    bendiciones 14., iSa, 16. yj7a por la edificacin de Jerusaln,

    la venida del Mesas, la aceptacin de las oracionesy

    de los

    sacrificios de Israel en una sola gran invocacin final. Y, lo que

    es ms, introduca en esta ltima splica una lista de los sacrificios

    del pasado que haban sido aceptados por Dios. Hallamos lo mismo

    en la eucarista de san Marcos, y los dos justos del Antiguo testa

    mento que en ella se mencionan son Abel y Abraham, que iban

    igualmente en cabeza de la lista en la oracin contenida en las

    Constituciones apostlicas.

    A lo que parece, este anlisis nos permite concluir, desde ahora,

    que la presencia universal, en los textos fijados de la eucarista que

    aparecen a partir del siglo iv, del sanctu.s y de la accin de gracias

    que lo precede, de las intercesiones detalladas y de las conmemo

    raciones de los santos, proviene de la reunin, venida a ser habitual,

    del servicio de lecturas y de oraciones con la comida eucarstica.

    En el primero de estos servicios haban subsistido todos estos

    elementos del servicio sinagogal, aunque, por supuesto, evolucionando a la vez. Cuando este servicio se uni a la comida eucarstica,

    estas oraciones que lo terminaban, como en el antiguo uso judo,

    se combinaron con la oracin eucarstica de la comida sagrada para

    formar un todo nico. Su carcter ya eucarstico en el sentido eti

    molgico de la palabra, haca, por tanto, completamente natural

    esta fusin.

    Tambin naturalmente iba a originar ciertas compresiones inevi

    tables, por el hecho de que los dos bloques implicaban los mismos

    elementos de accin de gracias por la creacin y la redencin, y de

    oracin por la realizacin de las altas gestas de Dios, objeto de la

    berakah-eukharistia.

    206

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    Anfora de Der Balizh

    Esto es lo que nos queda por ver, para lo cual estudiaremos

    ahora lo que vinieron a ser en la liturgia alejandrina los elementos

    de la oracin eucarstica propios del banquete sagrado.

    Pero antes conviene citar algunos testimonios arcaicos de la

    eucarista egipcia. flstos nos certificarn por una parte la antige

    dad sustancial del esquema de las intercesiones y de las conme

    moraciones conservadas en las formas ms tardas de la liturgia

    de san Marcos. Y al mismo tiempo nos permitirn distinguir, en su

    ltima parte, entre las formas antiguas y las formas evolucionadas

    que nos da a conocer el texto recibido.

    Anfora de Der Ba1iz/i, anfora de Serapi6n

    La anfora de De- Balizh, que nos ha sido transmitida por

    un papiro del siglo vI, est desgraciadamente incompleta. El texto

    comienza con el final de las intercesiones e implica una laguna

    de por lo menos diecisis lneas al final de la anamnesis y al co

    mienzo de la epiclesis que la sigue. Pero otro papiro, esta vez delsiglo iv, publicado por Andrieu y Collomp, nos da, en cambio, un

    comienzo de anfora dci mismo tipo, que, comparado con el texto

    precedente, nos permite verificar la continuidad de la tradicin

    alejandrina por lo que hace a esta primera parte.

    Veamos primeramente este ltimo texto, donde est claro que

    faltan las primeras palabras:

    [Es digno y justo, etc.]... celebrarte da y noche, a ti, que hiciste el

    cielo y lo que se halla en el cielo, la tierra y lo que hay en la tierra, el mar

    y los ros y lo que en ellos se halla, a ti que creaste al hombre segn tu

    imagen y semejanza; t dispusiste todas las cosas por tu sabidura, luz

    verdadera, tu Hijo nico, nuestro Seor y Salvador Jesucristo. Por lo cual,

    dndote gracias, con l y el Espritu Santo, te ofrecemos este culto razonable

    e incruento, que te ofrecen, Seor, todas las naciones, desde la salida del

    sol hasta su ocaso, del norte hasta el medioda, porque tu nombre es santo

    entre las naciones, y en todo lugar se ofrece el incienso a tu nombre, en unpuro sacrificio, en of renda e inmolacin.

    Te rogamos y te suplicamos: acurdate de la santa y una Iglesia catlica,

    de todos los pueblos y de todas las greyes. Otorga la paz celestial a todos

    los corazones y concdenos tambin la gracia de la paz en el transcurso de

    207

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    La eucarista alejandrin:r y la romana

    nuestra vida; y del rey de la tierra: sean sus designios, designios de paz,

    para con nosotros y para con tu santo nombre...

    Todo esto concuerda casi palabra por palabn, excepto algunospuntos abreviados, con el texto clsico de san Marcos. De estas

    diferencias no hay, sin embargo, que concluir que suponen a todo

    trance amplificaciones posteriores, pues varias de las frmulas

    ms desarrolladas de san Marcos siguen ms de cerca el texto de la

    berakah juda anterior a la qedidak

    Veamos ahora el fragmento de anfora de Der Balizh. Salta a la

    vista que reproduce una frmula del mismo tipo, a partir de la l

    tima peticin, contra los infieles y por los fieles.

    Los que te odian. Sea tu bendicin sobre tu pueblo que ctnnple tu

    voluntad. Levanta a los que caen, devuelve los extraviados al camino recto,

    fortifica a los que estn faltos de valor

    Porque t ests por encima de todo principado, autoridad, potestad y

    dominacin, y de todo nombre, no slo en este siglo, sino tambin en el

    siglo venidero. Los millares de los santos ngeles y los ejrcitos innumerables

    de los arcngeles te asisten, as como los querubines de mltiples ojos y

    los serafines de seis alas, que con dos se cubren el rostro, con dos los pies y

    con otras dos vuelan; todos proclaman en todo lugar que t eres santo.

    Con todos los que te aclaman, recibe nuestra oblacin hoy, mientras repeti

    lOS Santo, santo, santo, Seor sabaoth; el cielo y la tierra estn llenos

    de tu gloria.

    Llnanos tambin a nosotros de tu gloria y dgnate enviar tu Espritu

    Santo sobre estas ofrendas que t creaste, y haz de este pan el cuerpo de

    Nuestro Seor Jesucristo y de este cliz la sangre de la nueva alianza

    de nuestro mismo Seor y Salvador Jesucristo. Y como este pan en otro

    tiempo disperso sobre las alturas, las colinas y los valles fue recogido de

    modo que no forinara ms que un solo cuerpo, como tambin este vino, bro

    tado de la santa vid de David, y esta agua, brotada del Cordero inmaculado,

    mezclados vinieron a ser un solo misterio, as tambin rene a la Iglesia

    catlica de Jesucristo.

    Porque nuestro Seilor Jesucristo, la noche en que fue entregado, tom

    pan en sus santas manos, dio gracias, lo bendijo, lo santific, lo parti y lo

    dio a sus discpulos y apstoles diciendo: Tomad, comed de l todos Esto

    es mi cuerpo, dado por vosotros en remisin de los pecados. Asimismo, des

    pus de la comida, tom el cliz y dio gracias, bebi de l, se lo dio, di

    ciendo: Tomad, bebed de l todos; esto es mi sangre, derramada por vos-

    16. ct. Al. ArtoslEo y 1. Col.z.oMp, Frag,nents sur ayras de IAnaphore de saintMarc, en Revue des Sdences religienses, Estrasburgo, vol. 8, 1928, p. 500.

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    Anfora de Der Balizh

    otros para remisin de los pecados. Cada vez que comis de este pan y

    bebis de este cliz anunciis mi muerte, proclamis mi resurreccin, ha

    cis memoria de mi.

    E! pueblo:Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurreccin y oramos

    A nosotros, tus siervos, otrganos el poder del Espritu Santo, la con

    firmacin y el acrecentamiento de la fe, la esperanza de la vida eterna que

    viene, por nuestro Se5or Jesucristo, con el que a ti, Padre, es la gloria,

    con el Espritu Santo, por los siglos. Amn

    Evidentemente, esta laguna somete a los historiadores de laliturgia al suplicio de Tntalo. Tenamos aqu, a continuacin de

    la anamnesis, una segunda epiclesis dirigida al Espritu? Y, supo

    niendo que lo fuera, qu le peda que realizan? O bien, por el

    contrario, aqu como en lo que nos ha parecido ser el estado primi

    tivo del texto de Hiplito, tenamos sencillamente una peticin de

    unin de los cristianos pan la edificacin del cuerpo de Cristo, que

    inclua la mencin del Espritu como sello de esta unidad? Seguramente no podremos nunca responder a estas preguntas, a menos

    que una feliz casualidad haga surgir de las arenas de Egipto un

    segundo manuscrito, esta vez completo, de la misma oracin. En

    espera de esta ganga improbable, tenemos, quizs, sin embargo,

    alguna posibilidad de conjeturar una forma ms antigua todava

    de la epiclesis, o ms bien de las epiclesis egipcias. El indicio ms

    interesante que poseemos a este propsito nos lo suministra un documento de mediados del siglo iv. Es el eucologio de Serapin de

    Thmuis, aquel obispo amigo y corresponsal de san Atanasio. Los

    comentaristas de la oracin eucarstica que contiene subrayan

    lo que hay evidentemente de muy personal en la redaccin de esta

    oracin. En ella hallamos una curiosa mezcla de imgenes jonicas,

    desviadas hacia una especie de gnosticismo inofensivo, y de jerga

    filosfica, vagamente mistaggica, presente ya en Clemente de Alejandra en el siglo precedente, y que florecer con ms vigor en el

    siguiente en Sinesio de Cirene8 De aqu resulta que algunos temas

    17. cf. ca Roants B. cAnLLE, An eerly Enchoogiu,n. TI,, D&.BoJinh papyrus askrged and reedted, Lovaina 1949.

    IB. Vanse los himnos de ste en la edicin de N. TrazAnul, Roma 1949.

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    La eucarista alejandrina y la romana

    esenciales a la eucarista tradicional quedan ms o menos volatiliza

    dos. Sin embargo, el esquema de la eucarista alejandrina se des

    cubre por todas partes, aun cuando con frecuencia slo se halle en

    filigrana. Y, como vamos a verlo, no es tan cierto que todas las

    particularidades de Serapin sean nicamente un reflejo de su

    propia fantasa teolgica y retrica.

    Es digno y necesario alabarte, cantarte, glorificarte a ti, Padre increado

    del Hijo nico Jesucristo.

    Te alabamos, Dios increado, inescrutable, inefable, incomprensible para

    toda naturaleza creada.

    Te alabamos a ti, que eres conocido por el Hijo nico, a ti que por l

    eres anunciado, interpretado y dado a conocer a la naturaleza creada. Te

    alabamos a ti, que conoces al Hijo y revelas a los santos las glorias que le

    conciernen, a ti que eres conocido por el Logos que engendrast; a ti que

    eres revelado a los santos. le alabamos, Padre invisible, corega de la in

    mortalidad. T eres la fuente de la vida, la fuente de la luz, la fuente de

    toda gracia y de toda verdad. Amigo de los pobres, propicio a todos, t

    los atraes a todos a ti por la venida de tu }-Iijo muy amado. Te rogamos,

    haz de nosotros hombres vivos. Danos el Espritu de luz, a fin de que te

    conozcamos a ti, el verdadero, y al que enviaste, Jesucristo. Danos el Espritu Santo, a fin de que podamos decir y contar tus misterios inefables.

    Hable en nosotros el Seiior Jess, con el Espritu Santo: celbrete l por

    nosotros. Porque t ests por encima de todo principado, autoridad, potestad

    y dominacin, por encima de todo nombre, no slo en este siglo, sino tambin

    en el siglo venidero.

    Mil millares y diez mil mirladas de ngeles, de arcngeles, de tronos,

    de dominaciones, de principados, de potestades te asisten y, sobre todo, los dos

    serafines muy venerables de seis alas, con dos de las cuales se cubren el

    rostro, con dos los pies y con las otras dos vuelan; ellos cantan tu santidad; recibe nuestra aclamacin con la suya cuando decimos: Santo, santo,

    santo, Seor sabaoth, el cielo y la tierra estn llenos de tu gloria maravillosa.

    Seor de las potestades, llena este sacrificio de tu poderosa participacin.

    Porque a ti ofrecemos este sacrificio vivo, esta oblacin incruenta. A ti

    ofrecemos este pan, figura del cuerpo de tu Hijo nico.

    Este pan es la figura de tu sagrado cuerpo, porque el Seor Jess, la

    noche que fue entregado, tom pan, lo parti y lo dio a sus discpulos di

    ciendo: Tomad y comed de l todos: Esto es mi cuerpo, partido por vosotros

    en remisin de los pecados.

    Por lo cual nosotros, celebrando el memorial de su muerte, ofrecemos este

    pan y rogamos: por este sacrificio s propicio a todos nosotros, snos pro

    picio, oh Dios de verdad

    Y como este pan, en otro tiempo diseminado sobre las colinas, fue re-

    210

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    Anfora de Der Balizh

    cogido para que fuera uno, as rene tu santa Iglesia, de toda raza, de

    todo pas, de toda ciudad, de todo poblado, de toda casa, y haz de ella

    la Iglesia una, viva y catlica.

    Y te ofrecemos este cliz, figura de la sangre, porque el Seor Jesu

    cristo, habiendo tomado un cliz despus de la comida, dijo a sus discpulos:Tomad, bebed, esto es la nueva alianza, esto es mi sangre, derramada por

    vosotros en remisin de los pecados. Por lo cual nosotros ofrecemos este cliz,

    figura de la sangre.

    Dios de verdad, venga tu santo Logos sobre este pan, para que el pan

    se haga el cuerpo del Logos, y sobre este cliz, para que el cliz se haga la

    sangre de la verdad. Y haz que todos los que participan de l reciban el

    remedio de vida, para la curacin de toda enfermedad, para la confirmacin

    de todoprogreso

    y de toda virtud, y no pan su condenacin, Dios de verdad,ni para su vergenza o su confusin.

    Te hemos invocado a ti, el Increado, por el Hijo nico, en el Espritu

    Santo. sese piedad con este pueblo, sea hallado digno de progreso. Que

    los ngeles que asisten al pueblo triunfen sobre el Maligno y edifiquen la

    Iglesia.

    Te rogamos tambin por los que reposan y de los que hacemos memoria.

    Aqu se mencionan os nombres.

    Santifica estas almas, pues t conoces a todas. Santifica a todos los que

    se durmieron en el Seor.

    Ponlos en el nmero de tus santas potestades. Dales un puesto y una

    morada en tu reino.

    Recibe tambin la accin de gracias del pueblo. Bendice a los quc han

    aportado las oblaciones y las eucaristas.

    Otorga salud, integridad, gozo y todo progreso del alma y del cuerpo a

    todo este pueblo, por tu Hijo nico, Jesucristo, en el Espritu Santo, comoera, es y ser, de edad en edad y por todos los siglos. Amn .

    Al filosofismo alejandrino y hasta clementino de Serapin puede

    cargarse en cuenta la absorcin de casi toda la oracin en el cono

    cimiento y la vida, aunque stos son trminos bblicos ya centrales

    en las bcrakotk judas, y aunque el desarrollo que les da es comple

    tamente jonico. Ms caracterstica de esta gnosis, por ortodoxa

    19. El Eucologio de Szaapsw, editado primeramente por A. Dnern,zwars, en Kiev,

    en 1894, luego por O. WouuElotlN, en 1898, en el volumen si de la nueva serie de

    Teste sed Untersuchungen de GEagAsor y HnNAcX, fue reeditado por Fon en un

    segundo volumen que a su edicin de las Constituciones apostlicas aada los Testi,nonm

    et Scripturee profrmnquae, Paderborn 1906. El texto de la anfora se halla en las p. 1?2sa.

    Cf. el artculo que le dedic dom BS5MARD cAnaLLa: LAnaphore de Srapion, en

    cMuson, t. 49 1936, p. Isa y 425,,.

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    La eucarista alejandrina y la romana

    que sea en su fondo, es quiz la desaparicin del culto lgico y

    de la oblacin incruenta, cuya mencin al final de la primera parte de

    la accin de gracias parece tradicional en Egipto. Sin embargo, volve

    remos a hallarlos en Serapin despus del sanctus, pero no laprimera recomendacin de la oblacin, que viene ordinariamente

    al final de la intercesin intercalada. Sin duda decir y contar los

    misterios inefables evidentemente, en la oracin eucarstica era

    en su mente una equivalencia suficiente.

    En cambio, habr que pensar que la reduccin de toda la oracin

    de intercesin al solo prrafo en que se pide la vida y el conoci

    miento - primera rareza aparente de esta eucarista - viene

    tambin de la teologa particular de su autor? Quiz se pueda decir

    esto de la formulacin que le da. Pero un poco ms adelante vere

    mos que no nos faltan razones para suponer que poda creerse

    autorizado, por una tradicin que l conoca, a condensar as en

    una sola oracin las intercesiones del comienzo.

    Qu decir entonces de las particularidades de las dos epiclesis,

    la que precede al relato de la institucin y la que lo sigue? Volviendo

    a leer la anfora de san Marcos veremos dentro de unos instantes

    que esta doble epiclesis es un rasgo caracterstico de la tradicin

    alejandrina. Pero en el texto de De, BalizM la primera peda ya la

    transformacin de los elementos en el cuerpo y en la sangre de

    Cristo, y esto mediante una venida del Espritu. No olvidemos que

    este texto est incompleto, lo cual, dada la extensin de la laguna,

    nos permite quiz suponer en l una segunda epiclesis, pero no adi

    vinar su contenido. Sea de ello lo que fuere, en Serapin ni laprimera ni la segunda epiclesis contienen mencin alguna del Esp

    ritu, y slo en la segunda se pide la transformacin, que se espera

    de una venida del L,ogos.

    Habr tambin que atribuir esta ltima particularidad a la fan

    tasa de Serapin? As lo afirman buen nmero de comentaristas,

    pero la cosa es muy poco probable. En primer lugar, slo con leer

    su tato, salta ala vista que tiende a introducir en todas partes

    al Espritu Santo. Su oracin, aunque relativamente breve, lo men

    ciona cuatro veces en lugares donde no lo introduce ninguna otra

    eucarista conocida. En estas condiciones sera ya bastante extrao

    que lo hubiera l borrado donde lo haba puesto la tradicin, si a

    212

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    Anfora de Der Balizh

    mediados del siglo iv hubiera Lxistido tal tradicin en Egipto. Pero

    si se tiene en cuenta lo que sabernos por otra parte acerca de la

    personalidad de Serapin, sta resulta altamente inverosmil 20 En

    efecto, aparte de este eucologio, lo ms cierto que sabemos de l es

    que tena la preocupacin de combatir a -los arrianos, o arrianizantes, que ponan en duda la divinidad del Espritu Santo. Precisa

    mente para responder a su solicitud sobre este punto compuso

    san Atanasio las cartas doctrinales que le dirigi. Cmo pensar,

    entonces, que Serapin hubiera podido cometer la falsa maniobra,

    directamente opuesta a sus preocupaciones, que se le quiere atribuir?

    Si en la tradicin de la eucarista hubiera habido ya una oracin

    que pidieraal Espritu Santo que operara la consagracin, Serapin

    habra sido el ltimo que pensara en manipularla pan atribuir exclu

    sivaniente al Logos esta intervencin propiamente divina...

    Todo lo que se puede suponer es que las epiclesis alejandrinas

    de su poca no mencionaban a ninguna persona divina en particular

    pronto veremos que esto no es inverosmil y que fue l quien

    tuvo la idea de atribuir una intervencin, por lo menos al Logos.

    Otra particularidad de la eucarista de Serapin est en lo que

    sigue a esta ltima epiclesis mencin de los ngeles, recuerdo de los

    difuntos y el ltimo desarrollo de una oracin por los oferentes y por

    todo el pueblo de Dios. Tambin esto lo hallaremos pronto en otras

    partes, hay todas las razones para creer que no es Serapin su

    inventor.

    Pero la particularidad ms importante de su texto consiste en

    que el i-elato de la institucin no precede en l a la anamnesis, sino

    que est como imbricado en ella. En la liturgia etipica y en otraspartes se hallan otros ejemplos de esta particularidad que nos parece

    tan curiosa. En todo caso manifiesta la estrecha trabazn sentida

    en la antigedad, entre la anamnesis y la introduccin del relato

    en la misma oracin eucarstica. Podemos preguntarnos si tal

    disposicin no es tan antigua, y hasta quiz ms antigua que la que

    20. Vase la introduccin de J. Lasox a su edicin y iraducci,, francesa de las

    Canas .erapin de san ATANASIO, CO la coleccin Sonrees chrtiennea. Dom BOTTX.

    LEucoioge de Srapkn st-ii oivtheatiquet, en cOritos Chriatianus 4S, 1964, o. 5Osa

    piensa, en efecto, que ci autor podria haber sido u,, pneuna fin, ai de fines del aigio y.

    Pero se hace difcU creer que un pneuttatnnaco nuultipiicara basta tal punto las meis

    cio,,es del Espritu...

    213

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    La eucarista a ej a id r iii y la romana

    prevaleci finalmente y que viene a coordinar el relato con la

    anamnesis sin suprimir su distincin.

    Todava hay que subrayar una ltima particularidad de esta

    eucarista: al igual que *la liturgia de Adday y de Man y que las

    grandes oraciones judas, fuente de nuestras oraciones cristianas, no

    es verdaderamente una sola oracin, sino una sucesin de oraciones

    breves, encadenadas por su sentido pero totalmente discontinuas

    por su composicin. Esto podr decirse, por lo menos en una cierta

    medida, incluso de las formas ms tardas de la eucarista egipcia.

    Pero es singularmente interesante observar este hecho en la pluma

    de un escritor como Serapin, evidentemente penetrado de cultura

    helnica. Si a pesar de ello se atuvo a una forma de composicin

    tan marcadamente semtica, hay ciertamente que pensar que los

    modelos de la eucarista que se consideraban regulares en su poca,

    por lo menos donde l viva, seguan todos fieles a este patrn.

    Aadamos todava algo que no concierne solamente a Serapin,

    sino tambin a la anfora de Der Balizk, que, sin embargo, no

    parece haber recibido influencia de l, el uso que uno y otra hacen,

    aunque en diferentes lugares, de frmulas de la Doctrina de losdoce apstoles. De esto se ha querido a veces concluir que tal Doc

    trina sera de origen egipcio. Esto es totalmente inverosmil: un

    egipcio no habr tenido nunca la idea de hablar de pan diseminado

    sobre las colinas, lo cual, en cambio, se comprende muy bien

    en boca de un sirio o de un palestino. Esto es tan cierto, que el

    redactor de Ver Baizh juzg necesario aadir a las colinas la

    mencin de los valles...

    Por otra parte, podemos preguntarnos si Serapin conoci de

    primera mano el texto de la oracin de la Doctrina de los doce

    apstoles. El uso que hacen de ella inducira a pensar que les lleg

    a travs de la refundicin que hallamos en el libro vii de las Cons

    titiwiones apostlicas, que pone la oracin por la primera copa

    despus de la oracin por el pan, y la introduce as en una euca

    rista sinttica, que supone la comida ritual separada ya de la real.

    Tras estas pistas que nos han abierto las formas ms arcaicas

    de la eucarista egipcia, podemos pasar finamente al estado en que

    se presenta la ltima parte de la eucarista en el texto de San Marcos

    que ha venido a ser clsico.

    214

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

    21/52

    A na.nnesis y epictesis en la liturgia egipcia

    Lo que nosotros llamarnos la primera epicesis sigue al sanctus.

    Enlaza con ella mediante un nexo que se halla en todos los testigos

    de la tradicin egipcia: la reasuncin de la idea de plenitud, tomada

    de las ltimas palabras del sanctus en esta tradicin: Los cielos y la

    tierra estn llenos de tu gloria. La presencia de este nexo hace

    pensar que en este lugar haba habido un corte. En efecto, como

    hemos dicho, la epiclesis est ya esbozada antes del sanctus y de las

    intenciones por que se ofrece el sacrificio, en la primera frmula

    de su recomendacin a Dios:

    Acepta, oh Dios!, los sacrificios de los que ofrecen [sus] ofrendas, [sus]

    eucaristas en tu altar santo, celestial y espiritual voEpv en las alturasde los cielos, por la liturgia arcanglica, de los que han ofrecido mucho o

    muy poco, en oculto o en pblico, de los que querran, pero no tienen nada

    que ofrecer, las ofrendas de hoy, como aceptaste los dones del justo Abel, ci

    sacrificio de nuestro padre Abraham, el incienso de Zacarias, las limosnas

    de Cornelio y los dos bolos de la viuda, acepta igualmente sus eucaristas y

    dales, a cambio de las [realidades] corruptibles, las incorruptibles; de las

    terrestres, las celestiales; de las temporales, las eternas... 21

    La idea de este intercambio conduce evidentemente a una ora

    cin por la transformacin de los dones, y sta es a razn por

    la cual la presencia de esta idea en la anfora de Der Balizh, como

    en otro texto del que hablaremos pronto, se halla en la segunda

    parte de esta epiclesis, que debe ser su puesto originario. Sin em

    bargo, en el texto de San Marcos, esta oracin fue trasladada tras

    la anamnesis, a la segunda epiclesis. Cabe preguntarse si este tras

    lado, y quiz tambin la atribucin al Espritu Santo, de la trans

    formacin implorada, no son las primeras sefiales de una influencia

    siria occidental sobre la liturgia de Alejandra. Es cierto que Sen

    pin es ya un testigo de esta transposicin, aun cuando ignora la

    epiclesis que pide la venida del Espritu Santo. Pero el uso que

    hace de la Doctrina de los doce apstoles muestra que est ya in

    fluido por los formularios sirios.

    21. Bicioannj, op. cit., p. 129.

    215

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    La eucarista alejandrina y la romana

    La primera epiclesis actual de san Marcos menciona al Espritu

    Santo, pero ste parece atrado aqu por la idea de plenitud, y lo

    que se espera de l no es la transformacin de los elementos, sino

    la consumacin del sacrificio:

    En verdad, el cielo y la tierra estn llenos de tu santa gloria por la

    epifana de nuestro Seflor, Dios y Salvador Jesucristo: llena igualmente,

    oh Dios!, este sacrificio le la bendicin que viene de ti por la visitacin

    &tporato de tu Espritu todopoderoso. Porque nuestro Sefior y Dios

    y gran rey x iaatXz Jess, el Cristo, la noche que se entreg a s mismo

    por nuestros pecados y soport la muerte por todos en la carne, estando

    a la mesa con sus santos discpulos y apstoles, habiendo tomado pan ensus manos santas, puras y sin mancha, y levantado los ojos al cielo, a ti,

    su Padre, Dios nuestro y de todas las cosas, dando gracias, bendicindolol,

    santificndolo y partindolo, lo distribuy entre sus santos y bienaventti

    rados discpulos y apstoles diciendo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo, par

    tido por vosotros y repartido en remisin de los pecados e! pueblo responde:

    Amn.

    Asimismo, habiendo tomado la copa despus de haber cenado y habiendo

    mezclado vino y agua, levantando los ojos a ti, su Padre, Dios nuestro y

    de todas las cosas, dando gracias, bendicindola, santificndola, llenndola de

    Espritu Santo, la pas a sus santos y bienaventurados discpulos y apstoles

    diciendo: Bebed de ella todos. Esto es mi sangre, de la nueva alianza, derra

    mada por vosotros y por muchos y repartida para remisin de los pecados

    el pueblo responde: Amn.

    Haced esto como memorial de m, pues cada vez que comis de este pan

    y bebis de esta copa, anunciis mi muerte y confesis mi resurreccin y mi

    ascensin hasta que yo venga. Maestro, Seflor todopoderoso, rey celestial,

    anunciando la muerte de tu Hijo nico, nuestro Dios y salvador Jesucristo,

    y confesando su bienaventurada resurreccin de entre los muertos al tercer

    da, as como su ascensin a los cielos y su sesin a tu diestra, Dios Padre,

    y aguardando su segunda, tremenda y terrible parusa, en la que ha le venir

    a juzgar a los vivos y a los muertos en la justicia y a dar a cada tino seg]

    sus obras - s indulgente con nosotros, Seflor, Dios nuestro-, hemos pre

    sentado lo que viene de tus propios dones delante de ti, y te rogamos y te

    suplicamos, IDiosi amigo de los hombres y bueno, enva de tu sagrada

    altura, del lugar donde est establecida tu morada, de tu seno indescriptible,

    el Espritu de la verdad, el Sefior, el vivificador, que habl por los profetasy por los apstoles, que est presente en todas partes y todo lo llena, que

    por si mismo y no como un servidor despliega en quien quiere la santifica

    cin segn tu beneplcito, que es simple por naturaleza, inultifornie en su

    actividad, fuente de los dones divinos, que te es consustancial, que procede

    de ti, que comparte el trono de tu reino con nuestro Dios y salvador Jesu

    216

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    A lamnesis y epicksis en la liturgia cipcia

    cristo; mranos y enva sobre estos panes y sobre etas copas tu Espritu

    Santo, a fin de que los santifique y los perfeccione cotiit, Dios todopodtis

    que es, y haga de este pan el cuerpo Amn del pueblo y de esta copa dr

    sangre de la llueva alianza, de nuestro Sefior y Dios, salvador y gran rey

    Jesucristo mismo, a fin de cine sean para todos los que de ellos participamos,

    Ifuente de] fe, de vigilancia, de cuidado, de prudencia, de santificacin, de

    renovacin del alma, del cuerpo y del espritu, para la comunicacin de la

    bienaventurada vida eterna e incorruptible, para la comunicacin de tu

    nombre santsimo, para la remisin de los pecados, a fin de que, en esto y en

    todo, tu nombre santsimo, precioso y glorificado, sea glorificado, cantado con

    mnos y santificado, con Jesucristo y el Espritu Santo, como era, y es, y

    ser de generacin en generacin y por todos los siglos de los siglos. Amn

    Este texto, evidentemente recargado en su ltima parte, no pa

    rece ser ni anterior al concilio de Constantinopla de 380, ni poste

    rior al de Calcedonia de 450, puesto que los coptos monofisitas lo

    tradujeron poco ms o menos como se halla en su liturgia de san

    Cirilo, mientras que la letana de los ttulos del Itspritu Santo est;

    evidentemente tomada en gran parte del smbolo constantinopolitano.

    Tenemos, con todo, que la epiclesis, por mucho que se haya

    desarrollado, est estrechamente soldada a la anamnesis, e incluso

    incorporada a la segunda parte de sta. Pero se puede conjeturar

    que se desarroll a partir de una frmula que deba ser nluv prxima

    a sta, habindose pedido ya anteriormente la transformacin

    Hemos presentado delante de ti lo jtte viene de tus propios dones y te

    rogamos y te suplicamos [Dios], amigo de los hombres y huenu, iniranos

    y enva sobre estos panes y eslas copas tu Espritu Santo, a fin de quepara nosotros que participamos de ellos sean [fuente de] fe y cte renovacin

    del alma, del cuerpo y del espritu, para la comunicacin de la vida eterna

    y la glorificacin de tu santo nombre, etc.

    Ms tarde nos preguntaremos si no podemos incluso remon

    tarnos a un estado todava anterior a esta epiclesis. Por el momento

    contentmonos con observar que la anamnesis que conduce a sta.

    engloba ahora, despus de la resurreccin, no slo la ascensin, sinola parusia misma: explicacin, digna de notarse, de la unidad viva

    mente sentida del misterio conmemorado, cuya realizacin va a

    22. BRIGEnIAN, op. cit., p. 13255. Nteae que el tecto copto SupOne en la ena,,,lmr,Ls:

    c...delante de tu santa gloria..., ibid., p. 178.

    217

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    cucar ist;t alejandrina y la romana

    implorarse, no como algo sobreaadido, sino como simple despliegue

    de las virtualidades de la muerte y de la resurreccin de Cristo.

    Muy notable es tambin esta frmula de presentacin del sa

    crificio: Hemos presentado delante de ti lo que viene de tus propios dones. Ms o menos literalmente ser conservada por todas

    las liturgias de Oriente. No se poda describir en forma ms feliz

    cmo el memorial es sacrificial: como el don que Dios mismo nos

    hace de la prenda de su misterio salvador, para que se la presen

    temos en la accin de gracias y as nos entreguemos a todo el efecto

    permanente de este misterio que tiende a su propia ralizacin, a la

    gloria de Dios.Por primera vez tambin hallamos aqu la frase Haced esto

    como memoria de m, desarrollada con las palabras de san Pablo,

    pero puestas en boca de Cristo y acompaadas de un desarrollo que

    subrayamos aqu:

    - Cada vez que comis de este pan y bebis de esta copa, anunciis mi

    liberte y confesis ini resurreccin y vii ascensin, hasta que yo venga.

    Esto se hallar igualmente en otras partes en Oriente, y podemos

    suponer que fue tambin de Siria de donde esta frmula, como la

    epiclesis desarrollada, pas a Egipto.

    La influencia del relato paulino de la institucin, rasgo comn

    tambin a todo el Oriente, no est menos marcada sobre el relato

    que reproduce la eucarista de san Marcos. Pero aqu, como en todas

    las liturgias clsicas, se descubren tres factores de evolucin: unatendencia a acentuar el paralelismo entre lo que se dice sobre el

    pan y lo que se dice sobre la copa, una tendencia a armonizar los

    cuatro relatos del Nuevo Testamento y, finalmente, una tendencia

    a acompaar la descripcin de las acciones de Cristo con adjetivos

    y otras frmulas que expresan la devocin elevando los ojos

    a ti, su Padre..., en sus manos santas, puras y sin mancha, etc..

    Pero la gran cuestin que se plantea es la de saber cmo se pudollegar a introducir, primeramente en la oracin que provena de la

    berakah aboda.h para la aceptacin de los sacrificios de Israel, una

    23. Cf. nfra, p. 272s p. 3OSss. El texto de Santiago tiene ya el cambio de

    persona, pero slo aade la resurreccin.

    218

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    Anamnesis y epiclesis en la liturgia cgipcia

    mencin, ausente de las liturgias ms antiguas, de la transforma

    cin de los elementos en el cuerpo y sangre de Jesucristo.

    Repitmoslo: en las frmulas de san Marcos, esta peticin pa

    rece atrada, o por lo menos preparada, por el final de la primera

    parte de la oracin de recomendacin del sacrificio, que introduce

    la idea de un intercambio entre los dones materiales, terrenos, tempo

    rales que nosotros presentamos, y los dones espirituales, celestiales,

    eternos que aguardamos de Dios. Pero con esto no hacemos sino

    desplazar hacia atrs el problema, puesto que en as fuentes judas

    no haba nada que orientara hacia esta idea. Nosotros nos inclinara

    mos a creer que para explicar su emergencia en este lugar hay

    que prestar atencin a una primera compresin que pudo produ

    cirse por la reunin de las oraciones derivadas de las berakoth ante

    riores al .fenuilt, combinadas ya con las derivadas de la tefillah,

    y ahora con las que provenan de las berakoth del final de la comida.

    Pudo parecer admisible que se guardara al comienzo de la eucarista

    una intercesin general y detallada, y al final ua splica ms

    breve, ms inmediatamente centrada en la edificacin de la Iglesia,

    cuerpo de Cristo, subyacente ya en todas las peticiones del comienzo.Pero la repeticin, a algunos instantes de distancia, de una bendi

    cin por la creacin y luego por la redencin, centrada la primera vez

    en la luz y el conocimiento, y la segunda, en la vida y la alianza,

    debi parecer tarde o temprano un duplicado intolerable.

    Por lo dems, las mismas oraciones judas, en particular las

    de la Doctrina de los doces apstoles, tendan ya a mezclar los

    temas de la viday

    del conocimiento, as como la alianza se concretaba

    en la torah. As pues, especialmente bajo el influjo de una teologa

    fuertemente inspirada en el cuarto Evangelio, como lo vemos en

    el caso de Serapin, se trasladara, con gran naturalidad, a la pri

    mera parte de la accin de gracias el tema de la vida junto al de

    la luz de verdad y se fundiran en una sola evocacin de la reden

    cin nuestra liberacin de la ignorancia idoltrica y la de la muerte.

    Pero entonces, qu se iba a poner en lugar de la doble bendicin,

    que en la comida sagrada todava autnoma preceda inmedia

    tamente a la anamnesis? Precisaba un enlace entre el conjunto final

    de las oraciones tomadas de la tefillali, sobre la aceptacin por

    Dios de nuestras oraciones y de nuestros sacrificios, y la evocacin

    219

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    La eucarista alejandrina y la romana

    del memorial. Cmo se estableci este enlace nos lo muestra la com

    paraci&n de la primera epiciesis alejandrina con la oracin abodoii.

    La oracin abodah terminaba con una invocacin de un retorno ma

    nifiesto de la .frkinah a Sin. As tambin la primera epiclesisegipcia pide que seamos llenos de la gloria de Dios Dey Baiizh,

    o que su poderosa participacin Serapin o su bendicin y su

    visitacin Marcos clsico llenen nuestro sacrificio. As pues, esta

    peticin del retorno de la .ekinah, que para los cristianos primitivos

    mora todava en Cristo resucitado, es la que debi suscitar la peticin

    final de la consagracin de los elementos en el cuerpo y sangre

    de Cristo.

    Parentesco de las eucaristas egipcia y romana

    Este estudio de la eucarista egipcia nos ha proporcionado,

    segn creemos, la mayora de los elementos necesarios para eluci

    dar el canon de la misa romana. Su sola analoga general de estruc

    tura nos invita a establecer cierta relacin entre una y otro. En

    efecto, si comparamos con el plan de la eucarista de san Marcos

    el de la eucarista romana, descartando el memento de difuntos y el

    nobis quoque, observamos que concuerdan exactamente, casi con

    la sola diferencia de que el bloque de las intercesiones y conniemo

    raciones, en lugar de venir antes del sanctus, le sigue inmediata

    mente. Y aun el esquema de este mismo bloque es el mismo que

    en el rito alejandrino: primero, lo que nosotros hemos llamado lapreepiclesis te igitur, luego las intercesiones memento de vivos,

    despus las conmemoraciones de los santos communicantcs y fi

    nalmente la primen epiclesis. l2sta, al igual que en Alejandra, est

    formada de dos oraciones hanc igitur y quam oblationem. Pero,

    evidentemente, como ya se ha rezado el sanctus, stas se siguen in

    mediatamente.

    A esta analoga de estructura hay que aadir toda una serie deparalelismos verbales, que no permiten suponer que se trate de una

    coincidencia fortuita. Slo en Egipto y en Roma comienza el di

    logo introductorio por El Seor est con vosotros o, en Egipto,

    coi todos. As tambin a continuacin tenemos sencillamente

    220

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    Parentesco de las eucaristas egipcia y romana

    en los dos ritos: Arriba los corazones. En Roma comienza la

    eucarista por: Verdaderamente es digno y justo, equitativo y sa

    ludable, y en Alejandra: Verdaderamente es digno y justo

    Alejandra aade santo, equitativo y saludable... Slo en estosdos casos se pasa inmediatamente de los motivos de accin de gra

    cias a la expresin del culto tributado a Dios, mediante la transi

    cin: Cristo, por quien... Lo mismo se diga de la mencin de los

    coros de los ngeles citados a continuacin, sin enlace, y de la intro

    duccin del sanctus mediante una splica de que nuestra propia ala

    banza sea aceptada con la suya. Asimismo slo en los dos casos los

    dones de los fieles son desde este momento calificados de dones

    santificados qui tibi offerunt ioc sacrificiutn laudis... t&v 7vpoGps-

    ovtoYV r& r& optcT-pL, en la intercesin que precede

    a la consagracin. En e relato romano de la institucin, el detalle

    de que Jess levanta los ojos ad te Deum pafrein suum tiene un

    p;ralelo exacto en el relato de la liturgia de san Marcos. En la

    anamnesis, la frmula offeriinus praeclarae tnaiestati tuae de tuis

    donis ac datis corresponde al texto atestiguado por la versin

    copta: t& a& x r& a&w dpc,sv npoc&xxcv &vdlttoV T & co

    86. Pero el paralelismo que ms llama la atencin est en que

    la primera parte de la primera epiclesis egipcia pide la presenta

    cin en el altar celestial, por la liturgia = servicio anglica,

    del sacrificio ofrecido en la tierra, y contina como aceptaste los

    dones de tu justo Abel, el sacrificio de nuestro padre Abraham,

    expresiones que se hallan exactamente en el supra quae y el sup ph-

    ces que, como veremos, deban por lo dems formar una sola ora

    cin en e1 siglo iv de la misa romana, en la que constituyen el

    equivalente de la segunda epiclesis.

    Sin embargo, aparte del puesto especial del bloque de las inter

    cesiones en el canon romano, parece ser que las otras diferencias

    aparentes no son sino diferencias entre dos variantes de la misma

    tradicin, y la romana debi de existir en Alejandra al igual que

    en Roma en una poca arcaica. En efecto, si comparamos con elCanon romano, no ya la eucarista de san Marcos, sino la de Serapin,

    observamos: 1.0 que en Alejandra, al igual que en Roma, se de

    bieron conocer, aunque no se conservaron despus del siglo xv, dos

    epiclesis, ninguna de las cuales invocaba expresamente al Espritu

    221

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    La eucarista alejandrina y la romana

    Santo, 2 que Alejandra conoci igualmente una mencin de los

    ngeles al final de la ltima epiclesis, 3 que Alejandra posey

    tambin un memento de difuntos, con lectura de sus dpticos, des

    pus de esta epiclesis, 4 que finalmente Alejandra enlazaba entonces dicho memento con la conclusin mediante una frmula que

    vena a ser la oracin por los que ofrecen el sacrificio, anloga

    mente a lo que nosotros tenemos todava en el nobis quo que. Re

    leamos, en efecto, el final de la eucarista de Serapin:

    Que los ngeles que asisten al pueblo triunfen del Maligno y edi

    fiquen la Iglesia.

    Te rogamos tambin por los que reposan y le quienes hacemos aqui

    memoria.

    Aqu se recuerdan los nombres.

    Santifica estas almas, pues t conoces a todas. Santifica a todos los que

    se durmieron en el Seflor.

    FonIos en el nmero de tus santas potestades. Dales un puesco y una mo

    rada en tu reino.Recibe tambin la accin de gracias del pueblo. Bendice a los que han

    aportado las oblaciones y las eucaristias.

    Otorga salud, integridad, gozo y todo progreso del alma y del cuerpo

    a todo este pueblo, por tu Hijo nico...

    No solamente sorprende el paralelismo en la sucesin de las

    ideas, sino que aqu hay analogas, si ya no identidad, en las ex

    presiones. Los difuntos son los que reposan, los que se durmieron o qui dorin&nt itt somno pacis. Su admisin en la biena

    venturanza se expresa en los dos casos como una traslacin espa

    cial: se pide a Dios un puesto para ellos en su reino, o que los

    ponga itt loco uds, refrigerii et pocis.

    El tambin, que enlaza una ltima evocacin de los oferen

    tes con la de los difuntos, tiene, a su vez, un paralelo en el quo que

    del nobis quo que peccatoribus. Asimismo, antes, la peticin de lasgracias esperadas de la comunin estaba ligada en Serapin con un

    xotvovon, al que parece hacer eco el ex Mc altaris participatione

    del canon romano; as tambin la mencin de Mcc piebs tua sancta

    en la anamnesis romana responde quiz a las dos menciones del

    222

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    Parentesco de las eucaristas egipcia y romana

    pueblo que vienen un poco ms lejos en Serapin 24 Hasta el

    hecho de que el mnnento de difuntos est unas veces presente en

    este lugar y otras ausente, en los testigos del texto romano, parece

    haber tenido un paralelo en Alejandra, como lo muestra la diver

    gencia entre el uso de Serapin y el de san Marcos.

    Por otra parte, la comparacin con la anfora de Dei- Balizh

    muestra que tambin en Alejandra la peticin de transformacin

    de los elementos poda enlazar con la primera epiclesis, exactamente

    como en Roma, y tambin con la segunda.

    Finalmente, hay quiz una ltima diferencia aparente entre

    Roma y Alejandra, de la que Serapin nos permite suponer que

    corresponde a lo que tambin Alejandra poda practicar en poca

    ms remota. En Roma, las intercesiones por los vivos estn todas

    reunidas en una sola oracin, por lo dems muy densa, mientras

    que en Alejandra, corno en todo el Oriente, se extienden en una

    larga serie de peticiones que ir desarrollndose cada vez ms. Pero

    en Serapin, como en el canon romano, las hallamos condensadas

    en una sola oracin, ms breve todava en Serapin que en el

    memento romano.As pues, la nica diferencia mayor que queda es la del puesto

    de las intercesiones y conmemoraciones. Tambin nos ocuparemos

    del problema del puesto primitivo y de la exacta interpretacin de

    la oracin que invoca la traslacin de las ofrendas al altar celestial

    por los ngeles, pero desde ahora podemos observar que la mencin

    de los ngeles hecha por Serapin al final de la epiclesis ltima, hace

    pensar que esta mencin poda hallarse all, tanto enEgipto

    como

    en Roma.

    La diferencia entre las posiciones respectivas del sanctus y del

    grupo de intercesiones y conmemoraciones en Roma o en Ale

    jandra, parece deber explicarse sencillamente por los dos puestos

    diferentes en que se recitaba la qeduczh en el rito sinagogal, ya

    juntamente con el .femah, antes de la tefillah, ya en conexin con

    sta. A propsito del libro vii de las Constituciones apostlicas he

    inos visto las razones que nos da este texto para creer que ya los

    judos de Alejandra la recitaban una sola vez, en la tefilla/i, pero

    21, Latas analogias han sdn sealadas repetidas veces, particularmente por BAUM.

    STARK Y JUNOMANN.

    223

  • 7/30/2019 BOUYER Eucarista 07 - LA EUCARISTIA ALEJANDRINA Y LA ROMANA

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    La eucarista alejandrina y la romana

    trasladando con l a sta el nnah, lo que por otra parte parece jus.

    tificar a los liturgilogos judos que piensan que su recitacin en

    conexin con el bmah es la ms antigua. En Roma, donde haba

    de haber una fuerte proporcin de judos alejandrinos, es probable

    que las sinagogas utilizaran juntamente con la versin de los Se

    tenta, una liturgia traducida al griego, como en Egipto. Los cris

    tianos, que utilizaran all a los Setenta, antes de que este texto

    sirviera de base a las viejas versiones latinas, construiran, pues,

    all su propia liturgia a partir de la misma versin de los textos

    litrgicos judos usada en Alejandra. As se explica la comunidad

    originaria de las liturgias cristianas alejandrina y romana, que el

    constante vaivn entre las dos capitales mantendra a travs de todosu desarrollo hasta el siglo v, en que la liturgia romana como las

    otras liturgias de Occidente pasara del griego al latn.

    Pero la presencia de buen nmero de judos orientales, y en

    particular palestinos, en Roma, haba mantenido aqu un conserva

    tivismo mayor que en Alejandra. Se conservaba, pues, la qeduiah,

    con el emah que la segua, en su puesto primitivo, antes de la tefil

    ahy

    no en la plena mitad de sta. De tal uso debi resultar la nica

    diferencia notable en la estructura de la eucarista, en Roma y en

    Egipto.

    Slo nos queda por examinar el problema que plantea el puesto

    primitivo de las menciones del altar celestial, con los ngeles que

    son llamados a trasladar all nuestro sacrificio, y la mencin subsi

    guiente de los sacrificios anteriormente aceptados, de Abel el jus

    to y de nuestro padre o patriarca Abraham. Esta cuestin,

    mnima en apariencia, suscita todo el problema del sentido y del

    contenido de la epiclesis, o ms bien de las epiclesis primitivas. El

    testimonio de Alejandra coincide con los tomados de las ms anti

    guas refundiciones de las eucaristas ms arcaicas, para mostrarnos

    que hay una epiclesis, si ya no primitiva, por lo menos relativa

    mente antigua, a continuacin de la anamnesis. Pero esta epiclesis,

    incluso cuando la vemos dirigida ya al Espritu Santo, no es en un

    principio sino un desarrollo aportado a la conclusin de la anamnesis, que siempre, y ya en el. judasmo, haba pedido que el objeto

    del memorial tuviera su realizacin en los que lo celebran, ya se

    tratara de la construccin escatolgica de la Jerusaln eterna, ya

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    Parentesco de las eucaristas egipcia y romana

    de la edificacin de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Ya hemos

    visto que tenemos buenas razones para pensar que esta idea de la

    unidad del cuerpo de Cristo, que se cosuma en la glorificacin final

    del Padre, por el Hijo, en el Espritu, fue la que atrajo en este lugaruna primera mencin del Espritu, que en un segundo estadio se

    desarrollar en una invocacin formal de su venida sobre nosotros

    sobre nuestra celebracin. Como lo muestran las epiclesis que

    se hallan hoy en la liturgia de Adday y de Man y en la de Hiplito,

    en los orgenes de esta epiclesis no se trataba de ninguna otra cosa:

    no se deca una sola palabra de transformacin de los elementos.

    Esta idea parece haber surgido en otra parte, en la primeraepiclesis, tal como la tenemos tanto en la liturgia de Der Ba!izh

    como en el canon romano, en el guam obkztionem. Ya hemos visto

    que no es sino el producto de una evolucin de la oracin abodab

    combinada con la oracin precedente, la teflah, que conclua

    la parte impetntoria de las kmoneh esreli y que en los orgenes era

    una oracin por la aceptacin de los sacrificios de Israel, ella misma

    reasumida en la liturgia del templo, segn nos dicen los rabinos.Notemos cmo aflora aqu una segunda fuente de las expresiones

    sacnificiates en la liturgia eucarstica cristiana, a partir del momento

    en que sta alcanza todo su desarrollo. Cuando haba habido que

    traducir el memorial para cristianos no semitas, haban hecho

    ya su entrada en la anamnesis las expresiones sacrificiales para ex

    plicar su sentido. Aqu se hallan ya desde los orgenes de la oracin

    en cuestin. Pero ya en el uso sinagogal haba habido la tendencia,

    estimulada por el hecho de que esta oracin sigue a la tefii/ah, que

    recomienda las oraciones de Israel, y se entiende de la aceptacin

    de sus sacrificios en sentido no slo de los sacrificios rituales del

    templo, sino tambin, y quiz todava ms, de las mltiples berakoth

    que hacan de la vida entera del pueblo judo una sola accin sacer

    dotal a Esta recomendacin de los sacrificios, reasumida y adaptada

    por el uso cristiano, como lo vemos muy bien en k liturgia de san

    Marcos, por no hablar de la de Serapin, se entender como una

    recomendacin de la eucarista, considerada todava ante todo como

    una oracin de consagracin, no slo de los elementos de la comida

    25. Cf. lo que henos dicho antes, p. 70.

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    La eucarista alejandrina y la romana

    sagrada, sino, con ellos y por ellos, de toda la vida de la Iglesia.

    Sin embargo, parece que es en esta epiclesis ya hemos tratado

    de explicar por qu proceso donde se llegar a precisar la peticin

    de aceptacin como peticin de transformacin de los elementos.

    Hemos visto que en la primera epiclesis egipcia se prepar esta idea

    con la de un intercambio entre los dones materiales, terrenos, tem

    porales que nosotros aportamos, y los dones espirituales, celestiales,

    eternos, que aguardamos de Dios. Esta primera idea se formula en

    este lugar en trminos que vienen de san Pablo, no a propsito de

    la eucarista, sino a propsito de las ofrendas de la caridad 26* Por

    una parte, el hecho de que l mismo interpretara estas ofrendas en

    sentido litrgico y, por otra parte, el que entre los cristianos lacelebracin eucarstica estuviera desde los orgenes asociada a una

    comida en comn, realizacin de la caridad por la puesta en

    comn de las ofrendas de los fieles, explica perfectamente la

    transposicin.

    Pero la primera parte, anterior al sanctus en la liturgia de san

    Marcos, de la oracin de recomendacin del sacrificio eucarstico,

    en la que se expresa esta idea bsica, expresa paralelamente otraconcepcin, cuyas races son todava ms antiguas y provienen di

    rectamente del judasmo. Es la idea de que nuestras ofrendas son

    aceptadas por Dios si van unidas al culto anglico: de ah la peti

    cin que se va a hacer a Dios, de que enve un ngel para que lleve

    de la tierra al cielo nuestras oraciones y nuestros sacrificios. En el

    Apocalipsis los ancianos que son sacerdotes celestiales, o, en otras

    palabras, ngeles ofrecen a Dios copas de oro llenas de perfume,

    que son las oraciones de los santos Peterson se hizo bien cargo

    de la importancia que tena para los primeros cristianos, que en

    ello seguan a los judos, la nocin de que el culto terreno que acepta

    Dios nos une al culto celestial de las potencias anglicas28*

    Es sin

    duda alguna lo que se trasluce tras las visiones de Isaas 6 y de

    Ezequiel 1, ligadas a la qeduialz y a las bendiciones que la acompa

    an en el culto judo. Remontndonos todava ms, tenemos la an

    tigua tradicin sacerdotal consignada en el Pentateuco, segn la cual

    26. cf. Bom 1527.

    27. Ap 5,8. Cf. tambin 8,4.

    28. Cf. E. PSTZRSON, Le ivre des Anges, trad. fr., PasIs 1954.

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    Parentesco de las eucaristas egipcia y romana

    el culto mosaico, con su altar y sus sacrificios, no era sino una

    reproduccin del culto celestial y, por tanto, una asociacin de los

    hombres a ste .

    Msan.

    Parece difcilmente contestable que la idea segn lacual los ngeles mismos presentan a Dios nuestras propias oracio

    nes y sacrificios, no es una idea puramente cristiana ignorada por

    el judasmo Es cierto que no se menciona en las ms antiguas

    oraciones judas. Pero se halla ya con todas sus letras en el libro

    de tobit. Rafael le dice, en efecto: Cuando t y Sarah, tu nuera,

    orabais, yo llevaba delante del Santo el memorial de vuestras ora

    ciones el Santo quiere decir Dios; 12,12, y un poco ms adelante

    aade: Yo soy Rafael, uno de los siete ngeles que presentan las

    oraciones de los santos, y que van y vienen delante de la gloria del

    Santo. En el texto de san Marcos, es muy probable que esta evo

    cacin fuera sugerida directamente por la cita de Malaquas 1,11,

    acerca del sacrificio ofrecido en todo lugar a Dios entre las nacio

    nes. Lo que sigue, en efecto, muestra que no sucede as con los

    sacrificios actuales de Israel, mancillados por las infidelidades del

    pueblo. Pero el captulo 3 aade: He aqu que yo enviar mi n

    gel, que preparar el camino deiante de m, y el Seor, al que bus

    cis, vendr sbitamente a su templo... Y l se trata siempre del

    ngel mencionado se sentar con el que relina y purifica la plata;

    y purificar a los hijos de Lev, los purgar como el oro y la pla

    ta, de modo que puedan ofrecer al Seor una oblacin en la justi

    cia. Entonces la oblacin de Jud y de Jerusaln ser agradable en

    la presencia del Seor, como en los antiguos das y en los, primerosaos 3,1-4.

    Aqu se halla evidentemente la fuente de la referencia al servi

    cio de los ngeles y al altar celestial, en el que deben presentar

    nuestras ofrendas. Pero la manen como se formula en el canon

    romano tiene todos los visos de ser la ms primitiva, es decir, la

    peticin de que un ngel, o los ngeles, sean enviados por Dios

    para efectuar este traslado de la tierra al cielo. Antes de pensar enpedir el envo especial de una persona divina a este objeto, ya se

    29. Cf. Zx 25,9.40.

    30. De este punto hay que decir lo mismo que le la glorificaciti de Dios en la

    tierra y tu 1us cielos cf sllpra, p. 236.

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    La eucarista alejandrina y la romana

    trate del Logos o del Espritu, estaba en la lnea ms natural del

    pensamiento cristiano primitivo, como del pensamiento judo de

    donde proceda, invocar a este fin el ministerio anglico, es decir,

    de los espritus cuya caracterstica es precisamente la de ser envia

    dos para establecer el enlace entre el cielo y la tierra, y viceversa.

    Se comprende muy bien que a una teologa ms evolucionada le

    pareciera necesario destinar a esta consagracin de la eucarista

    una intervencin directamente divina, y que la peticin de envo de

    los ngeles fuera sustituida por la de tina misin del Logos o del

    Espritu. Por el contrario, si tal peticin hubiera sido primitiva,

    sera completamente incomprensible que se hubiera retirado su men

    cin de la liturgia romana para sustituirla por la de una misinanglica.

    Esto nos lleva a decir unas palabras sobre una discusin que

    agit vivamente los espritus hace algunos aflos. Dom Cagin, y

    luego el padre De la Taille sostuvieron que el ngel de la epiclesis

    romana no era efectivamente sino una figura para designar al Es

    pritu o al Verbo . A esto replic justamente dom Botte que el

    texto conocido por san Ambrosio deba mencionar no un enviado

    particular, sino a los ngeles en general En todo caso, el hecho

    de que en este lugar hable de los ngeles muestra que para l se

    trataba en este texto de un ministerio anglico, exactamente como

    en el texto de la liturgia de san Marcos.

    Sin embargo, la idea que parece haberse abierto camino en el

    siglo iv, de invocar especialmente al Logos y luego al Espritu

    Santo, no debe oponerse simplemente a la idea, que debe ser mucho

    ms antigua y hasta muy prxima a los orgenes, de invocar la misin de los ngeles. Como se ve en el texto de Malaquas 3, que

    hemos citado, y como es un hecho general de la Bibli