Bodegas pymes españolas exportadoras

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69 Bodegas Ontañon Mitología en la bodega

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Resumen que agrupa los casos de estudio de bodegas españolas recogidos en PYMES españolas sin fronteras V.II del ICEX

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Bodegas Ontañon

Mitología en la bodega

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Cómo contactarnos

Avenida de Aragón, 3 26006 Logroño (La Rioja)Tlf. 941 234 200 941 232 125

Qué hacemos

Fundada hace más de 25 años, esta bodega familiar de La Rioja cultiva en la actualidad un total de 250 hectáreas de viñedo en propiedad. Consideran

que la clave de un buen vino está en la tierra y en el proceso artesanal. Además, han creado una de las primeras bodegas-museo de España, punto

de referencia ineludible del ecoturismo. Su proyección en el exterior no ha hecho más que empezar.

«Nuestra familia se apellida Pérez y Pérez; no es un buen apellido para una bodega. Así que para diferen-ciarnos, decidimos adoptar el nombre de una zona de viñedos de Quel, nuestro pueblo en la Rioja Alta. On-tañon –sin tilde– nos pareció rotundo, la ñ le daba un toque de personalidad y sonaba bien». Razones no le faltan a Raquel Pérez Cuevas, copropietaria y gerente de la bodega. «Sólo en la denominación de origen Rioja somos unas quinientas, así que o te diferencias, o estás condenado a ser una más».La elección del nombre es sólo el principio de una aventura que está prestigiando la imagen de esta loca-lidad riojana y de sus vinos en más de medio mundo. Con sólo diez años de experiencia en la exportación, la bodega ya había conseguido distribuir en el exte-rior el 40% de su producción de vinos de autor.

Pero el viaje hacia el éxito arranca mucho antes. Raquel y sus hermanos sacan adelante la empresa que en 1977 fundó su padre, Gabriel Pérez Marzo, cuando nadie apostaba por el viñedo. Vendían uva de sus campos a diferentes bodegas y en 1984 crean lo que hoy es Bodegas Ontañon para hacer realidad un sueño fa-miliar: utilizar como materia prima su uva, la que nacía en sus tierras, el producto de sus fincas.«Mi padre compró viñas cuando nadie quería ser viticultor. Los bodegueros eran reacios a preocuparse del clima, de las enfermedades de la vid, pero él decidió apostar y correr el riesgo porque entendió desde el principio que la esencia del vino está en las bondades del tiempo y del suelo», recuerda. Hoy, en cambio, es imposible comprar viñedo en La Rioja, porque ya casi todo el mundo ha visto que la clave de un buen vino «está en la tierra, más que en el proceso enológico».Para Raquel, cuanto menos se modifiquen las características de la uva, mejor. «En enología puedes investigar, hacer muchas cosas, pero no puedes hacer mucho más». Ahora está muy de moda la esencia de la tierra, pero en la época en la que empezamos con este concepto era algo totalmente novedoso.En la actualidad la bodega se autoabastece de 200 hectáreas de viñedos propios. Raquel es una de las tres columnas que sostienen la empresa. Rubén y María son las otras dos. Él se encarga de la producción y ella del marketing. «El gran secreto de nuestra bodega es que se nos ha dado el derecho a equivocarnos a una nueva generación», confiesan los hermanos. Con muchas horas de dedicación y trabajo en familia, los Pérez se han labrado su propia imagen. ¿Cómo lo han conseguido? Con imaginación y con mucho, mucho arte. Bajo el eslogan «Mitología en la bodega», Raquel hereda de su padre una nueva forma de entender el vino, uniéndolo con la divinidad y el arte. Con la ayuda de Miguel Ángel Sainz, artista riojano de reconocido prestigio y gran amigo de la familia, levantan una bodega en las afueras de Logroño, donde además de la elaboración

Pasión por la viña

Nuestro equipo

Dirección Raquel Pérez Cuevas Exportación Susana Esparza Castillo

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imagen de la marca. Con ello pretendemos que el cliente vea el Centauro y piense en Ontañon y beba un Ontañon y se acuerde del Centauro».Dentro de la bodega, las majestuosas vidrieras de Miguel Ángel Sainz recuerdan los colores que iluminan las catedrales medievales, aquellas que recorrían los pe-regrinos del Camino de Santiago. Junto a su exposición permanente, cohabitan las de otros artistas de la tierra que le rinden homenaje. Todo ello con el vino como protagonista. «No somos un museo, sino una bodega a la que se le ha unido el arte», especifica Raquel.Los Pérez se dieron cuenta de que enseñar la bodega constituía un argumento más en el apoyo a la venta, así que se lanzaron al ecoturismo cuando era algo desconocido y crearon una de las primeras bodegas-museo de España. «Nuestra idea de ecoturismo está ligada a desmitificar el ocultismo que en ese momento había en las bodegas de Rioja. Era muy difícil para alguien que venía de fuera visitar una bodega». La epopeya internacional llegó justo en el momento más dulce. «Pero lo cierto es que todavía no estábamos preparados», confiesa Raquel. «Entonces nadie en la em-presa hablaba inglés. Sólo Lucía, una de nuestras empleadas, así que comenzamos con ella». Viajes de prospección, presencia en ferias y muchas llamadas de teléfono dieron sus frutos. Los primeros vinos se vendieron en Bélgica, Suiza y Alemania, que junto a Reino Unido y Estados Unidos son hoy sus principales consumidores.Los importadores de Rioja comenzaron a visitar la bodega, un valor añadido en el caso de Ontañon. «Querían conocer la región de origen, algo muy frecuente en el sector del vino, y al conocer la bodega se quedaban fascinados». Pero lo mejor era que cuando a su vuelta probaban de nuevo el vino, llamaban para ampliar su pedido. Porque cuando abrían una botella de Ontañon encontraban recuerdos de su visita a la bodega, el aroma a roble que envuelve la sala de barricas, culturas antiguas, sensaciones vividas, silencios en el botellero, esculturas, viajes y, en defi-nitiva, placer.

se da la posibilidad de disfrutar en cada rincón del mundo mágico y místico que envuelve el «néctar» de los dioses.En el recorrido encontramos a Perséfone, Ariadna, Baco Joven, Ganímedes y un amplio elenco de personajes nacidos de la inagotable imaginación de los griegos clásicos. Un pueblo culto y amante de los buenos caldos; por eso todas las imáge-nes y representaciones están estrechamente relacionadas con el vino. Una escultura de Centauro preside la sala de barricas como guardián de la crianza. Éste representa a Folos, mentor de Dionisio, quien criaba los vinos para después servirlos en el Olimpo. Hoy el Centauro constituye el logotipo de Bodegas Onta-ñon y es el símbolo que les identifica. «La idea nos cautivó y la tomamos como

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El esmero, cuidado, dedicación y cariño que se pone en el cultivo y la producción del vino se busca también a la hora de promocionarlo y de venderlo. Por eso para vender Ontañón no vale un comercial cualquiera. Buscamos importadores que no lleven muchos Riojas, porque si no vas a ser uno más, y eso no sirve. «Es mejor encontrar un distribuidor pequeño que se centre en tu marca, que la viva y que la sienta, que sea “su Rioja”, que una gran distribuidora que venda otras cien referencias más en su listado». Una fórmula que, a la vista está, les ha dado excelentes resultados.El orgullo de Raquel por su vino traspasa fronteras, es patente y lo degusta en la boca cuando habla de él, casi tanto como cuando paladea sus caldos. «Un hecho tan simple como que viajes a Moscú, entres a cenar en un prestigioso restaurante y brindes con tu vino; esa sensación, como bodeguero, es muy grande». Pero el momento cumbre llegó en la temporada 2002-2003, en la Ópera de Washington, cuando durante una actuación de Plácido Domingo se sirvió un On-tañon. Raquel no tiene palabras para expresar lo que sintió entonces, pero lo cierto es que a partir de ahí sus vinos se venden solos y la bodega se prestigia, un renom-bre que le eleva al Olimpo de los mejores caldos del planeta. «Ahora los importadores vienen todas las semanas a conocer nuestro vino». Eu-ropa, Canadá, Estados Unidos, México y Brasil son los principales mercados de destino. Asia también se ha abierto paso. Las cadenas hoteleras más prestigiosas de China nos llaman a la puerta. Pero Raquel lo tiene claro, el gigante asiático no va a ser la panacea. «Al final somos muchos y en Oriente tampoco se bebe mucho vino».Como complemento de su colección de vinos de autor, Ontañon vende desde hace 15 años en exclusiva para Mercadona su Comportillo, una marca de media gama que le supone el 70% de su facturación. Porque Raquel y sus hermanos son muy conscientes de que para ser fuerte en el exterior, primero tienes que conquistar el mercado nacional, algo que ha conseguido con creces, al amparo de los dioses.

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Bodegas Tobía

Un vino sin bodega

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Cómo contactarnos

C/ General Yagüe, 26 1º C 26006 Logroño (La Rioja)Tlf. 947 532 627

Qué hacemos

Bodega de vino de La Rioja creada por el ingeniero agrónomo Óscar Tobía, que se caracteriza por su espíritu creativo e innovador. En 1996 lanzó al

mercado el primer «rosado fermentado en barrica» de España, un descubrimiento revolucionario en el mundo de los vinos rosados. Ha recibido numerosos

premios y galardones nacionales e internacionales y está inmerso en varios proyectos de investigación y desarrollo. Dispone de una potente red de

importadores en casi toda Europa, América del Norte y Asia.

Cuando llegas a Bodegas Tobía, crees que te has equivo-cado de lugar. Basta un minuto para descubrir la nave más original del mundo. La que tiene el cielo por testigo. Prensas y depósitos de acero inoxidable al aire libre que proyectan su sombra sobre las cepas de San Asensio, parada obligatoria de la ruta del vino en la Rioja Alta. Un lugar privilegiado para una bodega «sin techo». Y todo porque Óscar Tobía López –quien cuida y ven-de su propio vino– no quiso empezar la casa por el tejado, sino por los cimientos. Lo curioso es que to-davía hoy, doce años después de lanzar al mercado su primera botella, no tiene bodega en el sentido físico de la palabra. Eso sí, de sus barricas sale un rioja que está considerado el segundo mejor tinto del mundo. Quienes conocen a Óscar dicen que nunca un hom-bre se pareció tanto a un vino. Joven y elegante, con fruta y personalidad al estilo moderno y, al mismo tiempo, notas muy riojanas. Como su alma máter, gran persona, carácter y fuerza, de pasiones rurales, pero con amplias miras y una gran formación. El im-pulso innovador de una nueva generación de bode-gueros riojanos. Pero si algo caracteriza a Óscar es el ingenio. Sus abue-los elaboraban el vino en cuevas excavadas en la roca. Eso tenía mucho mérito, pero no servía para vender. Había que mejorar los caldos de su tierra y darlos a conocer al mundo entero. Conservar la esencia de La

Rioja, pero con aire fresco. Por esta razón se decide a cursar un master en enología y viticultura. Sólo después de formarse, vuelve a las cepas que le vieron nacer. Con la ayuda de su esposa Ana, Óscar levanta una modesta instalación para el tratamiento y el embotellado en la parte de atrás del restaurante de sus padres. Modesta, pero a la última. Tecnología punta apoyada en el suelo. Así consiguió transformar una bodega de cosechero en una bodega de crianza, con laboratorio propio para análisis y seguimiento de los vinos y un equipo de frío para control de temperaturas de elaboración y estabilización de los caldos más jóvenes. Estaba listo para competir dentro y fuera de España. Gracias a su formación, este ingeniero agrónomo consigue implantar una inno-vadora técnica, respetuosa con el medio ambiente, que aprovecha la energía que se obtiene del propio proceso para realizar los remontados. «En nuestros vinos –explica Óscar– no aprovechamos el vino de prensa, no clarificamos ni filtramos, así mantenemos toda su pureza y, de esta forma, la estabilización se produce de forma natural». Tan sólo un año después de instalarse –en 1994– llega el primer reconocimiento a su trabajo. Medalla de Plata en el prestigioso concurso internacional Bacchus. Nada mal para empezar. Pero a Óscar no le gustan los alardes exhibicionistas, sino el trabajo bien hecho. En su afán por explorar nuevas formas enológicas, lanza al mercado el primer «rosado fermentado en barrica» de España. Toda una revolu-ción en el mundo vinícola. El clarete riojano de toda la vida, pero con una técnica que hasta ahora nadie se había atrevido a aplicar. La prensa especializada ya le define como un «creador y criador de vinos apasionantes». Los años posteriores suponen el inicio de la comercialización de los primeros crianzas y reservas. Y el salto al exterior, que curiosamente resultó ser más fácil de lo esperado. «Para triunfar en el mercado nacional tenías que ser de una familia con solera. Y yo no era más que un chaval de clase humilde», recuerda Óscar, que

Un rioja de autor

Nuestro equipo

Dirección Oscar Hugo Tobía Exportación José Manuel Gallego y José Luis Sáez

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descubrió que fuera de nuestras fronteras no importaban los apellidos de la bode-ga, sino la calidad del vino.Pronto vio que su Alma de Tobía arrasaba en los mejores restaurantes de Londres, París o Berlín, gracias a la mejor publicidad en este exigente sector: el boca a boca. El testimonio de paladares conquistados por un vino vanguardista, que define la creatividad y singularidad del autodidacta trabajo de su creador. Y es que la gama de los «Alma» es la más consistente e innovadora de esta bodega riojana, un vino atractivo, concentrado y con notable extracción. Todos estos apelativos tuvieron su altavoz en las publicaciones especializadas más influyentes de la geografía europea, como las revistas inglesas Wine International o Decanter. Ésta reconoció el Alma de Tobía Tinto 2002 como el segundo mejor vino del mundo, caldo que también se alzó con el Challenge Internacional de Burdeos, entrando en la meca del vino francés por la puerta grande. Una escalada de éxitos que crecía en consonancia con su proyección internacional. Óscar nunca ha dudado en coger las maletas. Con una botella de su vino bajo el brazo, se dedicaba a visitar las ferias especializadas, como la ViniSud de Montpe-llier o la Wine Expo de Miami, viajes que en muchos casos supusieron el inicio de nuevos contactos en el exterior para hacer llegar el producto a un mayor número de mercados. Y ésa es otra de las claves de su éxito: «De nada sirve hacer un buen producto si no lo sabes vender», acierta a decir el riojano.Hoy la bodega exporta el 90% de sus vinos jóvenes. Lo más curioso es que hoy son los ingleses, franceses, belgas o suizos quienes se desplazan personalmente a La Rioja para probar in situ los placeres del vino. «No sólo para degustarlo, vienen a ensuciarse las manos con la vendimia y conocer la tradición», nos dice Óscar, que ya está explorando nuevas fórmulas de turismo enológico.Gracias a su labor de siembra, hoy Bodegas Tobía cosecha 1,5 millones de euros al año, procedentes de una potente red de importadores en casi toda Europa, Amé-

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rica del Norte y Asia. Su experiencia le ha enseñado que, aunque parezca extraño, los mercados que más saben de vinos son los que no los producen.Su cliente final nunca es la gran superficie, ni los supermercados, sino las pequeñas tiendas especializadas en vinos y los restaurantes de la «nueva cocina». «Nuestro cliente objetivo es un urbanita de clase media alta, amante de las nuevas sensacio-nes y con ansias por descubrir vinos desconocidos por el gran público», explica. Establecimientos como el restaurante Tendido Cero, en el barrio londinense de Chelsea, donde los clientes de alto nivel adquisitivo ya se han acostumbrado al buen sabor de boca del vino de Óscar y ya piden «one Tobía, please». Pero todavía queda un gran camino por recorrer. «Por desgracia, la hostelería espa-ñola no acompaña todavía a los vinos en su aventura internacional, y los restauran-tes españoles fuera de nuestras fronteras son contados», asegura el bodeguero.Óscar y su equipo han conseguido crear marca. Una tarea ardua, teniendo en cuenta que la denominación de origen agrupa a más de 500 bodegas. Su secreto: diferenciarse de las demás. «La fórmula ya no sólo consiste en hacer un buen vino, sino en encontrar un estilo y conseguir que sea único», asiente el riojano. Para ello le gusta combinar diferentes maderas: francesa, americana y húngara. En su bodega provisional encontramos un muestrario de las tonelerías de toda Euro-pa. Se atreve con retos difíciles enológicamente hablando, como blancos de viura y malvasía con largas crianzas en madera. En una palabra, innova.El próximo reto es utilizar internet para la venta, un canal que seguro multiplicará su éxito en mercados de todo el mundo. «Reconozco que llegamos un poco tarde; lo cierto es que siempre hemos creído en la promoción y el contacto físico, pero ya no es suficiente, ahora tienes que estar en la Red». El ejemplo de Bodegas Tobía demuestra que no son necesarias inversiones envidiables ni desembarcos sonados, sino nombres propios como el de Óscar, que traen al mundo aire fresco y, en este caso, buenos vinos.

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Liberalia Enológica

La sinfonía del vino

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Cómo contactarnos

Camino del Palo, s/n 49800 Toro (Zamora) Tlf. 980 692 571

Qué hacemos

Liberalia es una bodega familiar de la denominación de origen Toro, en la provincia de Zamora. Comenzó su actividad de elaboración de vinos

singulares y de alta calidad en el año 2000. La clave de su éxito está en el esmerado cuidado de las viñas –algunas de las cuales son centenarias–

y en la aplicación de procedimientos tradicionales. La variedad es la tinta de Toro, adaptación al terroir de la variedad tempranillo o tinto fino. Los

vinos de Liberalia están presentes en 18 países y han sido galardonados con numerosos premios en los principales certámenes internacionales del sector.

Quisque vel nibh a libero

El ritmo gitano de Sarasate, el nacimiento de una sin-fonía de Mozart, la ingeniosa hidalguía de Don Qui-jote y la poesía serena y profunda de Antonio Macha-do. Una armonía de arte y tradición, de sensibilidad y cultura arraigadas a la tierra, que se mezclan todas ellas en el sueño de Juan Antonio Fernández, un em-prendedor entusiasta de nacencia y un anarcoindivi-dualista irreductible en la vida y los negocios.Melómano empedernido, pintor aficionado y enamo-rado de cualquier manifestación artística, Juan Anto-nio prepara la entrevista en su refugio. Una bodega diferente en los campos de Castilla, a tres kilómetros de Toro –donde el cultivo de la vid se remonta a tiem-pos inmemoriales–, transformada en «incubadora» de vinos esmerados, en museo y en pinacoteca im-provisada, donde este castellano abierto al mundo or-ganiza catas y reuniones con amigos, los de siempre y los recién llegados, además de tertulias y visitas más o menos organizadas de famosos y curiosos atraídos por la singularidad del entorno y la calidad exquisita de los caldos.

Descendemos hacia el santuario por una estrecha escalera que termina en una vieja puerta. Juan Antonio la abre decidido, enciende la luz y casi al unísono pone en marcha un aparato de música, en el que suenan las vibrantes arias de una ópera de Verdi. «Es para ellos», me dice mientras señala los barriles que se agolpan en la nave de crianza subterránea, donde los vinos escuchan de forma permanente la música de los grandes maestros clásicos como Haendel, Bach, Mozart, Beethoven y, por supuesto, Verdi y Sarasate, de los que se confiesa un devoto seguidor.Un tratamiento este de la música que Juan Antonio les aplica desde antes incluso de ser vino. Allá en las viñas, «cuando la uva empieza a tener el tamaño de un gui-sante, yo personalmente les toco el violín y lo agradecen como ellas saben hacerlo, a través de la excelencia en el fruto y la cosecha».Viñas cuidadas con esmero, algunas centenarias, en las que la aplicación de pro-ductos químicos y fitopatológicos se reduce al mínimo y sólo para circunstancias muy excepcionales, recurriendo para el buen cultivo de las mismas a procedi-mientos culturales. Una tradición en los cultivos que contrasta con la modernidad tecnológica de los equipos e instalaciones de la bodega, pero «siendo siempre muy respetuosos con la aplicación de procedimientos ancestrales como el movimiento de vinos por gravedad o la decantación con clara de huevo natural».Ingeniero agrónomo, de la rama de industrias agrarias, todavía recuerda sus años universitarios en la Universidad Politécnica de Madrid, aunque recién terminados sus estudios regresó a Valladolid para iniciar su actividad profesional, primero en un empresa privada de selección de semillas selectas «que me aportó la visión empresarial», y después como funcionario en el Centro del Duero del INIA, donde empezó a diseñar mataderos y proyectos de bodegas para volver a reecontrarse con el vino.Porque la relación entre Juan Antonio Fernández y el vino viene de muy lejos, cuando de niño y en compañía de su hermana iba a vendimiar a la viña de su

La enología como arte

Nuestro equipo

Dirección Juan Antonio Fernández Exportación Beatriz Fernández

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porque, otra vez, ese carácter individualista y el apego a las raíces le empujan a establecerse solo, en Toro, «en la tierra de mis padres». Porque la observación y los conocimientos adquiridos le han permitido descubrir el secreto del vino: la tierra. «El vino tiene que saber a tus tierras –comenta con un entusiasmo que no quiere contener–, cada terreno tiene unos componentes minerales propios que la raíz absorbe y transmite a la uva. Ése es el secreto, la personalidad».Corría el año 1998, Juan Antonio convence a su mujer para que invierta en viñas. «Yo le compro la cosecha a mi mujer» y dos años después, en los umbrales del milenio, monta la bodega, una pequeña empresa familiar orientada a obtener «vi-nos muy personales y singulares», tanto como el mismo nombre de la empresa: Liberalia. «Me lo propuso mi hija mayor, Isabel, que entonces estudiaba mitología

abuelo en El Pego, un pequeño pueblo en las cercanías de Toro. Era una viña pe-queña, para consumo familiar, «pero me llegó muy dentro». Con la consolidación del Estado autonómico Juan Antonio se integra en la Con-sejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León, donde se encarga de montar la Estación Enológica de esta comunidad, en Rueda, circunstancia que le permite entablar una estrecha relación con todos los bodegueros de esta tierra tan pródiga en buenos caldos y renombradas denominaciones. Y de ahí a incorporarse de lle-no a ese mundo fascinante sólo había un paso. Paso que dio en 1996 cuando un amigo de Benavente le propone montar una bodega, de la denominación Ribera del Duero, y participar como socio en el proyecto. Fue una experiencia breve, apenas dos años, y no porque no tuviera éxito, sino

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romana». Y es que esta denominación se corresponde con las celebraciones de la Roma clásica para honrar al dios Liber (uno de los nombres de Baco) coincidiendo con el paso de los jóvenes adolescentes a la pubertad, y en las que se consumían vinos de gran calidad. Personalidad y singularidad, otra vez las dos palabras mágicas que distinguen al emprendedor, a la bodega y al producto. «El vino tiene arte, tiene metafísica, tiene duende y yo quiero transmitir a mis vinos todas mis inquietudes artísticas».Al vino y a todo lo que lo envuelve y lo contiene porque Juan Antonio, «junto con mi amigo Beni», diseña personalmente las botellas, la presentación, las eti-quetas…Precisamente en la etiqueta reside otras de las peculiaridades de los vinos de Libe-ralia, porque desde el año 2004 cada añada lleva anexo en la etiqueta el motivo de una conmemoración correspondiente a algún aniversario o efemérides: Don Qui-jote, Antonio Machado, Mozart, Sarasate… «Lo vamos a hacer siempre porque, además, esto nos ha ayudado mucho en la estrategia de internacionalización».Y es que ésta es otra de las características de Liberalia: su vocación internacional. En el año 2004 se apuntan al programa PIPE para consolidar y desarrollar de forma permanente una actividad en el exterior que de forma ocasional habían iniciado dos años antes, «a través de pedidos esporádicos de Estados Unidos, Bélgica, Suiza y Alemania. Gentes que habían conocido nuestros vinos y que nos solicitaban envíos a través del correo electrónico».Hoy la actividad exportadora aporta en torno al 45% de una facturación anual superior a 1,25 millones de euros, y los vinos de Liberalia están presentes en 18 países, desde los iniciales ya citados hasta Japón, pasando por mercados tan impor-tantes como el Reino Unido, Francia, Portugal, Polonia, República Checa, Liech- tenstein, Finlandia y Dinamarca. Vinos que en sus diferentes añadas y variedades

han sido galardonados con numerosos premios y medallas de oro en los principales certámenes internacionales del sector y que son muy valorados y recomendados por los grandes profesionales y prescriptores de opinión de todo el mundo. Un éxito que Juan Antonio atribuye muy especialmente al equipo de profesiona-les que comparte con él el trabajo en la bodega, como su hija pequeña Beatriz, la enóloga Silvia González, Ángel que se ocupa de la organización y el cuidado del viñedo, Teo el bodeguero, Pascual que se ocupa de la asesoría y prescripción o Silvia Domínguez desde la Administración.Gente joven y con experiencia que colabora con Juan Antonio Fernández en ha-cer «esa sinfonía que para mí es hacer un vino». Una sinfonía entre la Heroica de Beethoven y la Fantástica de Hector Berlioz, pero afortunadamente y por mucho tiempo tan Inacabada y eterna como la de Schubert.

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Bodegas Robles

La viticultura ecológica

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Cómo contactarnos

Carretera Córdoba -Má- laga, Nacional 331 Km 14. 14550 Montilla(Córdoba) Tlf. 957 650 063

Qué hacemos

Fundada en 1927, Bodegas Robles se dedica a la elaboración y crianza de vino ecológico. En 1999 lanzó Piedra Luenga, una línea de vino ecológico

certificado, la primera perteneciente a una denominación de origen en el sur de España (la cordobesa Montilla Moriles). Actualmente la

bodega oferta una gama de vinos ecológicos que abarca desde el fino hasta el Pedro Ximénez, pasando por variedades como el pale cream o los tintos

y los blancos jóvenes. Exporta el 20 por ciento de su producción.

La infancia de Francisco José Robles no son recuer-dos de un patio de Sevilla, como describiera la suya don Antonio Machado, pero no por ello fue menos evocadora. Francisco José había venido al mundo en una tierra de vinos generosos y en una familia de viticultores. No es de extrañar, por ello, que sus re-cuerdos infantiles y sus años primeros se encuentren en el marco de una gran bodega, rodeado siempre de garrafas, botellas, botas y «de todo un mundo espe-cialmente hermoso pleno de maravillosas sensaciones ligadas, todas ellas, al mundo del vino».Una bodega emblemática, fundada en 1927 por su abuelo Antonio José en Montilla, la localidad cordo-besa cuyo nombre se funde con el vino, y en la que siendo ya un adolescente aprendió y se enamoró de la profesión a la que, siguiendo la tradición familiar, ha dedicado su vida con pasión y con entrega.Allí, mientras compaginaba los estudios con la ven-dimia, aprendió cómo había que recibir la uva, a di-ferenciar las variedades que regalan las viñas cordo-besas (Pedro Ximénez, Airen, Balai…), cómo había que separar los mostos dependiendo de los años y las maduraciones, y cómo hacer los prensados para obtener las mejores calidades.Sin embargo, no fue hasta entrada la década de los noventa, una vez finalizados sus estudios, cuando Francisco José se incorpora de pleno a la bodega que,

por entonces, dirigía ya su padre, Francisco Robles Carbonero. Primero como res-ponsable de contabilidad y comercial, para acceder, en 1999, a la gerencia, desde donde dio el paso que, a la postre, resultaría transcendental en su devenir personal y en el de la bodega: desarrollar una gama de vinos ecológicos como parte dife-rencial de su catálogo.Desde sus orígenes primeros Bodegas Robles se había caracterizado por la elabora-ción de vinos generosos de crianza biológica, es decir, vinos sometidos a sistemas de soleras y criaderas donde se tiene como factor esencial la crianza de las leva-duras de flor desde el cultivo de la vid hasta el embotellado. Todo ello otorgando la máxima importancia al viñedo y al entorno natural para obtener vinos de la máxima calidad.Sin embargo fue en 1999, y motivado por el descenso continuado en el consumo de los vinos generosos de la denominación de Montilla Moriles, y el consiguiente aumento en los arranques de viñedos, cuando Francisco José, desde su recién estrenada responsabilidad en la gerencia, comienza su proyecto de diversificación como estrategia para abrir nuevos segmentos de mercado, incorporando un nuevo planteamiento empresarial basado en el desarrollo de una nueva gama de produc-tos que tuvieran como referente la calidad y el respeto por el medio ambiente.Así, en el año 2000, coincidiendo con el nuevo siglo, Bodegas Robles comercializó la que era la primera cosecha de vinos ecológicos generosos en el mundo. «Eran 6.000 botellas de pale cream, distribuidos bajo la marca Piedra Luenga, en alusión a un paraje natural ubicado en Montilla y que había sido una mina de hierro en la época de los romanos».Desde esa fecha la bodega familiar se incorpora de lleno al mundo de la investi-gación. En colaboración con la Diputación Provincial y con el Departamento de Enología de la Universidad de Córdoba, dan vida al primer proyecto de manejo de cubierta vegetal en viñedos en el sur de España. Un proyecto de bodega integral

El sabor de la naturaleza

Nuestro equipo

Dirección Francisco Robles Rubio Exportación Francisco Robles Rubio

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de bodega ecológica que «nos permitió obtener, por vez primera, uvas totalmente libres de cualquier tipo de insumo externo al entorno», y que en el año 2006 fue merecedor del premio a la Mejor Empresa Ecológica de España. Un galardón que otorgan la Fundación Biodiversidad y el Ministerio de Medioambiente.Esa apuesta por la innovación se convierte, desde entonces, en una de las líneas estratégicas de la bodega, que hoy oferta una gama de vinos ecológicos que abarca desde el fino hasta el Pedro Ximénez, pasando por variedades como el pale cream o los tintos y los blancos jóvenes. Caldos de alta calidad que han obtenido nume-rosos premios en los más importantes certámenes del mundo, además del recono-cimiento de los más expertos catadores y de los consumidores europeos.«Hemos intentado transmitir en todos ellos el trabajo que realizamos en el viñe-do, es decir, las sensaciones vividas cuando en primavera todo está en flor y la vida irrumpe de manera imparable, cuando los múltiples aromas florales y herbales impregnan todo el viñedo, donde las distintas gamas de colores hacen del entorno un lugar complejo y equilibrado al mismo tiempo. Ahí es donde queremos parar el reloj y embotellar esas sensaciones en nuestros vinos», explica Francisco José con un lenguaje tan lírico –ahí si se identifica con el inmortal poeta sevillano– como sentido.

Pero, como tantas otras veces pasa, ser profeta en tu tierra es difícil y para Bodegas Robles ha sido mucho más fácil introducir sus vinos ecológicos en el extranjero que en España. Una cuestión esencialmente cultural que hace que países como Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Austria o el Reino Unido dispongan hoy de una preparación y de un conocimiento sobre la alimentación ecológica muy supe-riores a los que existen en nuestro mercado nacional.La primera incursión de Francisco José y su equipo en los mercados exteriores fue con el programa PIPE, que le aportó, fundamentalmente, «la estrategia imprescin-dible para la internacionalización». Allí, el análisis de las tendencias les permitió detectar un gran interés por el producto en los citados mercados europeos donde la demanda de productos ecológicos que garanticen la seguridad alimentaria co-mienza a ser una alternativa muy seria de consumo.«Si a esto unimos que el consumidor español está dispuesto a pagar hasta un 15% más por productos como los nuestros y que el consumidor europeo llega a pagar hasta un 60% más, incluso, sobre el precio del mercado nacional, pues ello nos da un margen que nos permite perfectamente situar nuestros vinos a un nivel hasta ahora no alcanzado en precios convencionales dándoles, además, un valor de imagen añadido».

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Ocho años después de aquella primera comercialización de generosos ecológicos, Bodegas Robles exporta el 20% de la producción total de la bodega, y del vino que traspasa las fronteras españolas un 80% es ecológico. Italia, Alemania y Rei-no Unido son sus destinos preferentes, aunque también han obtenido excelentes resultados en el resto de los grandes mercados de la Unión Europea y, dentro de América, en Venezuela.La comercialización en los mercados internacionales se realiza a través de importa-dores, captados en ferias internacionales, a los que se apoya, posteriormente, con material divulgativo y presencia directa para informar in situ de las características y la exclusividad del proyecto de vinos ecológicos.Porque ésa es otra de las claves del éxito obtenido: tener una oferta exclusiva y dife-renciadora respecto a sus competidores. Ésa y el «contar con un proyecto ordenado y planificado, junto al haber tenido la decisión y la perseverancia en el proyecto de internacionalización, aun cuando el coste de la inversión haya sido elevado».Un coste que Francisco José sigue dispuesto a asumir para abrir nuevas alternati-vas a su empresa y al desarrollo de la investigación en alimentos ecológicos. Ahora el nuevo reto es el vinagre. Una línea de vinagres ecológicos, lanzada en 2008, junto con el Centro de Investigación de la Junta de Andalucía, que adoptará la misma marca de los vinos, esa Piedra Luenga que se ha convertido en el soporte y la plataforma de despegue desde Córdoba hacia el mundo.