Beelinda, La Oveja Sabia

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Cuento infantil para leer a los niños.

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Beelinda era la oveja mayor de la granja y, como sabía muchas cosas porque había vivido muchos años, daba clases a las ovejas más jóvenes. Enseñaba cosas tan interesantes que empezaron a llegar a la granja ovejas de los alrededores pues, quienes recibían sus lecciones tenían fama de ser las ovejas más felices. Y…¿qué enseñaba Beelinda?

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Enseñaba que las heridas sanan más pronto si alguien te da un beso, que las lágrimas se secan con el abrazo de un amigo, y que para ser feliz una oveja debe conocerse y estar feliz consigo misma.

También enseñaba a mirar atentamente a las estrellas en la noche, antes de irse a dormir, que había que saludar al sol todas las mañanas y darle gracias por hacer crecer la hierba.

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Una tarde, Beelinda se dio cuenta de que Beeba, una de sus alumnas, estaba triste y miraba por la ventana sin prestar atención a lo que ella explicaba.

— Beeba,¿por qué no estás escuchando como las demás?

— Estoy pensando en que no quiero crecer.

— ¿Y por qué no quieres crecer Beeba?

— Dice el granjero que las ovejas mayores no sirven para nada. No dan leche, su lana es áspera y su carne muy dura.

— Yo soy muy mayor Beeba. Por eso puedo enseñarte muchas cosas.

La cara de Beeba se iluminó con una sonrisa y preguntó: —

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— Entonces, ¿al hacerte mayor te haces más sabia?

— Eso depende. Si quieres aprender todas las lecciones que la vida te enseña, sí.

— Yo pensé que las ovejas sólo teníamos que dormir y comer…

— Verás Beeba. A veces, mis compañeras se reían de mí porque mientras ellas pastaban, yo miraba al cielo y hacía preguntas.

— ¿Qué preguntas ?

— Me preguntaba por ejemplo, si todas las ovejas eramos iguales, que qué pasaría si el sol no cumpliera su trabajo, Entonces me di cuenta de que cada ser es diferente y que cada uno tiene una misión.

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Beeba se quedó pensativa. Luego, preguntó:

— ¿Y cómo se te ocurrió hacerte tantas preguntas Beelinda?

—Mi abuela me dijo un día, cuando yo era pequeñita: “ Beelinda, si no quieres ser una oveja común y corriente, hazte preguntas, piensa. Ya verás las cosas interesantes que descubrirás.” Yo le hice caso y por eso ahora puedo daros tantos consejos.

La ovejita Beeba sonrió. Se sintió muy orgullosa de poder crecer junto a una oveja sabia. Y ya no le dio miedo crecer y convertirse en una oveja mayor.

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Ahora sabía que, con el paso de los años, se aprenden muchas cosas y se prometió a sí misma hacerse muchas preguntas. Así, cuando fuera mayor, podría enseñar a otras ovejas cómo curar heridas y secar lágrimas, cómo resolver problemas, pero sobre todo, les haría comprender que cada una de ellas era única e irrepetible, aunque todas formaran parte de un mismo rebaño.

También les pediría que dieran las gracias al sol todos los días y a la luna y a las estrellas todas las noches, y que se hicieran muchas preguntas. Si todas le hacían caso, llegarían a ser ovejas tan sabias como Beelinda y serían mucho más felices.

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