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Las aventuras de Perseo Acrisio, rey de la Argólida, se puso muy contento cuando su mujer dio a luz una niña llamada Dánae y fue a un oráculo para conocer su futuro. El oráculo le predijo que moriría a manos de su nieto y, para evitarlo, Acrisio decidió que su hija no se casaría. Cuando creció, la encerró en una torre de bronce, vigilada por guardias. Las precauciones del rey fueron muy eficaces para los hombres, pero no para los dioses. Una noche Zeus, en forma de lluvia de oro, fue en secreto a hacerle una visita. Lo único que notaron los guardias fue un insólito rayo de luna sobre la torre, y el viento que soplaba más fuerte entre los árboles. Fue así como Dánae tuvo un hijo llamado Perseo. Acrisio estaba furioso, acordándose del oráculo. Llamó a su hija y le dijo: -Me has engañado y tienes que irte. -El niño no tiene la culpa de haber nacido -suplicó la hija- .Echame de casa si quieres, pero deja a Perseo donde pueda ser criado. Acrisio no respondió, estaba conmovido, pero no tenía elección y ordenó a sus criados que la princesa y el niño fueron llevados al mar, encerrados en un arca de madera y dejados a la deriva. Sin agua y alimento no podrían sobrevivir. Pero el arca fue llevada por las olas a la isla de Serifos, donde Dictis, hermano del rey de la isla, Polidectes, los acogió. Perseo fue creciendo. Sólo una cosa lo hacía infeliz: el rey Polidectes quería casarse con su madre. Dánae no lo deseaba, y el joven se puso de su parte. Polidectes pensó en librarse de Perseo para convencer después a la madre con más facilidad: -Tengo que pedirte una cosa -le dijo con expresión amistosa-. Los jóvenes deben demostrar su virilidad. La gente murmura que pasas demasiado tiempo con tu madre entre mujeres y que no eres muy valiente. Yo sé que no es verdad, pero tendrías que demostrárselo a los otros. -Si murmuran eso, dime qué tengo que hacer - dijo Perseo sabiendo que aquello no era verdad-. Si matases a Medusa y trajeras su cabeza, demostrarías que nada te asusta, contestó Polidectes. Al oír esto, Perseo comprendió el peligro. La Medusa era un monstruo que habitaba en el extremo norte con garras y colmillos de león y con la cabeza llena de serpientes venenosas. Quien la miraba al rostro quedaba petrificado. Pero Perseo no podía rechazar el desafío: -Iré y te traeré la cabeza del monstruo, dijo Perseo. Zeus los estaba observando desde lo alto y, orgulloso de su hijo, dijo a los otros dioses que lo ayudasen. Hades le regaló un yelmo que lo hacía invisible y Hermes unas sandalias aladas para caminar veloz. El mejor regalo fue el de Atenea: le dio un escudo tan bruñido que parecía un espejo y le dijo: -Al llegar, mira a la Medusa reflejada en el escudo, porque si la miras directamente te convertirás en piedra- La Medusa vivía en el extremo norte, donde el sol salía y se ponía una vez al año. Perseo se puso las sandalias aladas de Hermes y, al llegar, se armó de una hoz afilada y se acercó a la guarida de la Medusa. Tomó el escudo, regalo de Atenea, y empezó a andar hacia

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Las aventuras de Perseo

Las aventuras de Perseo

Acrisio, rey de la Arglida, se puso muy contento cuando su mujer dio a luz una nia llamada Dnae y fue a un orculo para conocer su futuro. El orculo le predijo que morira a manos de su nieto y, para evitarlo, Acrisio decidi que su hija no se casara. Cuando creci, la encerr en una torre de bronce, vigilada por guardias. Las precauciones del rey fueron muy eficaces para los hombres, pero no para los dioses. Una noche Zeus, en forma de lluvia de oro, fue en secreto a hacerle una visita. Lo nico que notaron los guardias fue un inslito rayo de luna sobre la torre, y el viento que soplaba ms fuerte entre los rboles. Fue as como Dnae tuvo un hijo llamado Perseo. Acrisio estaba furioso, acordndose del orculo. Llam a su hija y le dijo: -Me has engaado y tienes que irte. -El nio no tiene la culpa de haber nacido -suplic la hija- .Echame de casa si quieres, pero deja a Perseo donde pueda ser criado.

Acrisio no respondi, estaba conmovido, pero no tena eleccin y orden a sus criados que la princesa y el nio fueron llevados al mar, encerrados en un arca de madera y dejados a la deriva. Sin agua y alimento no podran sobrevivir. Pero el arca fue llevada por las olas a la isla de Serifos, donde Dictis, hermano del rey de la isla, Polidectes, los acogi. Perseo fue creciendo. Slo una cosa lo haca infeliz: el rey Polidectes quera casarse con su madre. Dnae no lo deseaba, y el joven se puso de su parte. Polidectes pens en librarse de Perseo para convencer despus a la madre con ms facilidad:

-Tengo que pedirte una cosa -le dijo con expresin amistosa-. Los jvenes deben demostrar su virilidad. La gente murmura que pasas demasiado tiempo con tu madre entre mujeres y que no eres muy valiente. Yo s que no es verdad, pero tendras que demostrrselo a los otros. -Si murmuran eso, dime qu tengo que hacer - dijo Perseo sabiendo que aquello no era verdad-. Si matases a Medusa y trajeras su cabeza, demostraras que nada te asusta, contest Polidectes.

Al or esto, Perseo comprendi el peligro. La Medusa era un monstruo que habitaba en el extremo norte con garras y colmillos de len y con la cabeza llena de serpientes venenosas. Quien la miraba al rostro quedaba petrificado. Pero Perseo no poda rechazar el desafo: -Ir y te traer la cabeza del monstruo, dijo Perseo.

Zeus los estaba observando desde lo alto y, orgulloso de su hijo, dijo a los otros dioses que lo ayudasen. Hades le regal un yelmo que lo haca invisible y Hermes unas sandalias aladas para caminar veloz. El mejor regalo fue el de Atenea: le dio un escudo tan bruido que pareca un espejo y le dijo: -Al llegar, mira a la Medusa reflejada en el escudo, porque si la miras directamente te convertirs en piedra-

La Medusa viva en el extremo norte, donde el sol sala y se pona una vez al ao. Perseo se puso las sandalias aladas de Hermes y, al llegar, se arm de una hoz afilada y se acerc a la guarida de la Medusa. Tom el escudo, regalo de Atenea, y empez a andar hacia atrs: las imgenes que se reflejaban en el escudo le servan de gua. Avanz con cautela pero tropez en una piedra y la Medusa se despert. En la superficie del escudo vio Perseo al monstruo en todo su peligro: la boca desmesuradamente abierta, los ojos llameantes. Se detuvo, y tambin la Medusa pareci detenerse unos instantes, maravillada de que el hombre que estaba ante ella no se hubiera transformado en piedra. Luego comenz a moverse, mientras las serpientes de su cabeza despedan horrendos silbidos. Perseo esper hasta que not el calor de la respiracin del monstruo en su hombro. El escudo reflejaba la boca y sus enormes dientes. Fija siempre en el escudo la mirada, asest un tajo con todas sus fuerzas. Se oy un grito sobrehumano y todo volvi a quedar inmvil. Tambin Perseo se qued inmvil pues la Medusa conservaba el poder de petrificar incluso despus de muerta. El horrible monstruo yaca con la cabeza separada del cuerpo y de la Medusa haba nacido el caballo alado Pegaso y un monstruo, Crisaor, hijos ambos de un amor anterior de la Medusa con Posidn. Guard la cabeza de la Medusa en una alforja y se la ech al hombro, dispuesto para el viaje de regreso. Para atravesar el mar se puso otra vez las sandalias aladas de Hermes y se mantuvo prximo a la costa para no equivocar el camino.

Despus de muchos kilmetros, en una roca vio una bellsima muchacha, encadenada a la roca por las muecas y los tobillos. No llevaba nada encima, salvo una cadenita con joyas al cuello. Perseo la cubri con su capa, y mientras intentaba librarla, ella le cont su historia. Era Andrmeda, hija de Cefeo, rey de Etiopa. Su madre se haba atrevido a jactarse de su belleza y de la de sus hijas, asegurando que era superior a la de las Nereidas, que vivan en las profundidades del mar. Rodas por la envidia, se quejaron a Posidn, que desencaden una horrible tempestad: olas altsimas inundaron la tierra de Cefeo.

Los habitantes no podan huir hacia el interior, porque la zona estaba rodeada de montaas, ni hacerse a la mar porque un monstruo marino controlaba aquella parte de la costa. Desesperado, el rey consult a un orculo para saber qu poda hacer para salvar a su reino: -Tu hija Andrmeda tiene que ser sacrificada al monstruo dijo el orculo- Es la nica forma de aplacar la clera de Posidn. -Nunca! -exclamo Cefeo- prefiero perder el reino antes que a mi hija!. Pero sus cortesanos le dijeron: -No es justo sacrificar a tantas personas por una sola. Lo sentimos por Andrmeda, porque es buena y amable, pero tiene que morir para salvar a nuestra gente.

Al llegar a este punto del relato aparece un monstruo enorme, con los ojos encendidos, el cuerpo parecido al de una serpiente, grueso como el tronco de un rbol y avanzando hacia ellos. Perseo alz el vuelo, y el monstruo levant los ojos hacia el cielo. Entonces el hroe descendi como un relmpago y lo hiri de muerte con la hoz.

Perseo y Andrmeda se haban enamorado y el rey permiti la boda. Pero durante el banquete de bodas sucedi un hecho extrao: de improviso se abrieron las puertas de la sala, y apareci un hombre rodeado de soldados. -Quiero a Andrmeda por esposa -tron-. No me la prometiste a m? Habla, Cefeo! No es verdad? El hombre era Fineo, hermano de Cefeo y to de Andrmeda, prometido de la joven antes del sacrificio, pero que no haba movido un dedo por salvarla. Cuando Perseo vio que no haba otro modo de resolver la cuestin, empez a luchar l solo contra el ejrcito de Fineo. El combate fue largo y sangriento, y Perseo pele con valor extraordinario. Pero de nada serva el valor donde imperaba el nmero. Vindose acosado, sac la terrible cabeza de la Medusa, y Fineo y sus soldados quedaron petrificados al mirarla. Volvi Perseo la cabeza a la alforja, agarr a Andrmeda, y, pasando por entre aquel bosque de estatuas, se dio a la fuga sin que nadie se atreviera a impedrselo. En la huida se detuvieron en Mauritania esperando ser acogidos por Atlas y sus hijas. Pero Atlas no se resignaba a la idea de sostener el mundo por toda la eternidad y malhumorado no quiso hospedarlos. Bien por compasin o por la rabia de no ser acogido, Perseo sac la cabeza de la Medusa y se la mostr al Titn. Inmediatamente Atlas se convirti en piedra (La cordillera Atlas de Marruecos).

Perseo y Andrmeda llegaron a la isla de Srifos donde el rey Polidectes haba insistido en casarse con Dnae, seguro de que Perseo no regresara nunca. La mujer haba resistido mucho tiempo, pero no viendo solucin posible, consinti. Dnae se preparaba en su casa para la ceremonia y lloraba. Al ver a su hijo le ech los brazos al cuello y dijo: -Por fin! Por fin mis oraciones han sido escuchadas! No poda creer que fueran intiles-. Luego le habl del inminente matrimonio. Enfurecido, Perseo se encamin al palacio real. Cuando Polidectes vio al joven, ech mano a la espada. Perseo comenz a abrir la alforja, mientras el rey lo miraba sin saber qu hacer. Le pareci que tena la posibilidad de atacarlo, cuando Perseo volvi la cabeza para no ver lo que sacaba de la alforja. Los ojos sin vida de la Medusa se clavaron en Polidectes, que, espada en mano, se qued inmvil como una de las estatuas de piedra que adornaban el palacio. Muerto el rey, Perseo confi el trono a Dictis, y la isla se convirti en un lugar tranquilo y feliz. Pero an no se haba cumplido la profeca del orculo y ahora haba llegado el momento.

Viva Perseo feliz con Andrmeda, era diestro en muchos deportes y campen en el lanzamiento de disco. En los juegos de Argos, Perseo particip como atleta. El estadio estaba repleto, ondeaban al viento las banderas, la msica acompaaba la entrada en la pista de los equipos de todas las ciudades de Grecia. Los atletas se pusieron en fila para saludar a los ms ancianos. El ms importante de stos era Acrisio, quien, como rey de Argos, ocupaba el lugar de honor. l no poda imaginar que su nieto Perseo estuviera entre aquellos jvenes dispuestos a competir. Pensaba que Dnae y su nio haban perecido en el mar haca mucho tiempo. Equipo tras equipo, los atletas realizaban sus pruebas. Finalmente les toc a los lanzadores de disco. El primero en lanzar fue Perseo. Mientras daba vueltas para tomar velocidad, resbal, perdi el equilibrio, y el pesado disco fue a parar entre los espectadores, golpeando a Acrisio con toda violencia. El orculo se haba cumplido: Acrisio haba sido muerto por el hijo de su hija.

Perseo regal la cabeza de la Medusa a Atenea, que desde entonces la lleva en su escudo y vivi feliz con Andrmeda con quien tuvo una abundante y famosa descendencia.