Avance AstronomíA 137

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II Época Nº 137 España: 5,00 / Portugal: 6,25 www.astronomia-e.com EL MITO DE LOS OVNIS PARA EXPLICAR ASTRONOMÍA Ricardo Campo Pedro Arranz y Ramón Delgado RETRATOS DEL CIELO: M 42 Jon Legarreta y Ricardo Hueso PEQUEÑOS TELESCOPIOS Y PLANETAS GIGANTES 9 788413 042640 7 3 1 0 0

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Algo de lo que saldrá publicado en noviembre.

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II Época Nº 137 España: 5,00 / Portugal: 6,25 €€ www.astronomia-e.com

EL MITO DE LOS OVNISPARA EXPLICAR ASTRONOMÍARicardo Campo

Pedro Arranz y Ramón DelgadoRETRATOS DEL CIELO: M 42

Jon Legarreta y Ricardo HuesoPEQUEÑOS TELESCOPIOS Y PLANETAS GIGANTES

9 788413 042640 73100

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La imagen que acompaña estas líneas es una de las más gráfi-cas sobre la historia de la exploración de los cuerpos menores del Sistema Solar. Realizada por Emiliy Lakdawalla, de la Sociedad Planetaria, compara a la misma escala todos los asteroides y núcleos cometarios que han sido visitados hasta hoy por sondas espaciales, un total de trece objetos a los que este mismo mes de noviembre, el día 4, se sumará un decimocuarto, el pequeño cometa Hartley 2, que será sobrevolado a unos pocos miles de kilómetros de distancia por la sonda EPOXI, antes Deep Impact.

La imagen que añada EPOXI a este mosaico apenas lo des-virtuará, pues se estima que el núcleo de Hartley 2 apenas tiene un par de kilómetros de tamaño, por lo que será parecido en esta escala a Dactyl, el pequeño satélite del asteroide Ida, en la parte superior de la composición.

La próxima visita de una sonda espacial –también reconver-tida como la Deep Impact, la Stardust– a un cuerpo menor será el 14 de febrero de 2011, cuando Stardust sobrevolará el cometa Tempel 1. Uno de los objetivos primordiales es poder estudiar el cráter que provocó la sonda de impacto de la Deep Impact en julio de 2005, y que no pudo ser observado por la densa nube de polvo emitida en el choque. Además, este cometa será el pri-mero de esta clase de cuerpos observado de cerca por dos naves espaciales diferentes con casi seis años de diferencia.

No habrá que esperar mucho más para el siguiente gran encuentro de una sonda con un asteroide, pues en julio de 2011, la misión Dawn se pondrá en órbita del asteroide Vesta; aunque, teniendo éste más de 500 km de diámetro, habrá que rehacer este mosaico a otra escala…

CUERPOS MENORES

Sugerencias: [email protected]

Crédito: Este mosaico de imágenes muestra a la misma escala los nueve asteroides y cuatro cometas que han sido visitados hasta hoy por sondas espaciales. Solo los asteroides Eros e Itokawa fueron orbitados

y mapeados por completo; el resto, únicamente sobrevolados. En las eti-quetas de cada cuerpo, su nombre, el tamaño en kilómetros, y el nombre

de la sonda que lo visitó junto con el año del encuetro. Destaca el gran tamaño de Lutetia, el último asteroide visto de cerca por una nave

espacial, la sonda Rosetta, el pasado mes de julio. (Montaje de Emily Lakdawalla. Asteroides Ida, Dactyl, Braille, Annefrank, Gaspra y cometa

Borrelly: NASA/JPL/Ted Stryk. Asteroide Steins: ESA/OSIRIS Team. Asteroide Eros: NASA/JHUAPL. Asteroide Itokawa: ISAS/JAXA/Emily Lakdawalla. Asteroide Mathilde: NASA/JHUAPL/Ted Stryk. Asteroide

Lutetia: ESA/OSIRIS Team/Emily Lakdawalla. Cometa Halley: Russian Academy of Sciences/Ted Stryk. Cometa Tempel 1: NASA/JPL/UMD.

Cometa Wild 2: NASA/JPL)

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EL PAPEL DE LOS MICROORGANISMOS EN LA EXPLORACIÓN DE OTROS PLANETAS

Microorganismos modificados genéticamente podrían servir para la obtención de recursos

in situ en futuras misiones tripuladas de exploración a la

Luna o Marte.

En la preparación de una futura misión tripulada a la Luna o a Marte, tal vez lo más importante no sea aco-modar la comida o el combustible en la nave espacial, sino disponer de microorganismos diseñados genética-mente para proveer a los astronautas de los elementos esenciales para su supervivencia y su trabajo en el lugar de destino. El grupo de John Cumbers, de NASA Ames, está estudiando la posibilidad de utilizar microorganis-mos modificados capaces de usar los recursos disponibles en el Sistema Solar para generar todo lo necesario para la supervivencia humana en otros cuerpos planetarios. Su presencia en las sondas planetarias del futuro no acarreará un riesgo de contaminación del planeta visitado mayor que el que suponen los microorganismos que inad-vertidamente llevan consigo las sondas que hoy se están utilizando (ver Astro-nomíA num 97, julio-agosto de 2007). Además, esta estrategia solucionaría el grave problema de espacio y de masa que preocupa a los ingenieros en toda misión planetaria: cuanta mayor sea la capacidad de producción de recursos una vez en destino, menor será la nece-sidad de acumular equipaje en la nave espacial. Sobre todo porque, al tratarse

Figura 1. Colonia de E. Coli. (NIH)

Figura 2. Colonias de Thiobacillus ferrooxidans.

La sustancia de color rojizo es el resultado de

la oxidación de hierro. (Cortesía del autor)

ALBERTO GONZÁLEZ FAIRÉN

de seres vivos, la capacidad autorrepro-ductora minimizaría los requerimientos de espacio. De hecho, la utilización de recursos in situ por medios físicos y químicos (no autorreproductores), aunque probablemente fuera igual de eficaz que la realizada por medios biológicos, requeriría infraestructuras mayores y más costosas.

Con el objeto de diseñar un orga-nismo que sea útil para la exploración humana de Marte, el grupo de Cumbers está analizando diferentes capacidades de distintas especies que podrían ser agrupadas en un solo microorganismo. El organismo ideal debería tener la capacidad de utilizar los recursos mar-cianos in situ, por ejemplo fabricando

biocombustibles a partir del CO2. También debería poder procesar cualquier tipo de residuo y transformarlo

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otras superficies planetarias. En concreto, sus resultados indican que, en los suelos más ricos en SiO2, la tasa de crecimiento bacteriana, la alteración del regolito y la produc-ción de nutrientes son menores que Anabaena cylindrica (Figura 4) es la especie que mayor volumen de biomasa produce de las estudiadas, sobre todo en suelos pobres en SiO2; y que todas las especies analizadas son capaces de sobrevivir los 28 días de duración de los experimen-tos expuestas a desecación y bajas temperaturas similares a las condi-ciones reinantes sobre la superficie de Marte.

Para contactar: [email protected]

Figura 3. Placa de experimentos de Biopan a bordo de la ISS, incluyendo el crecimiento de cianobac-terias. (ESA)

Figura 4. Filamentos de A. Cylindrica. (Sciento)

en biocombustibles o en alimentos. Y, al mismo tiempo, tendría que resistir el flujo de radiación ultravioleta y las bajísimas temperaturas que reinan sobre la superficie de Marte. En un principio, los microorganismos estarían aislados en el interior de bioreactores; solo si se verificara que Marte carece de vida autóctona, se podrían liberar a la superficie. Por supuesto, toda la propuesta del grupo de Cumbers es tan solo una idea inicial, que está aún lejos de poder ser llevada a la práctica. Aunque tal vez no muy lejos: ya se ha conseguido que la bacteria E. coli, del tracto intestinal humano, sea capaz de sobrevivir a bajas temperaturas man-teniendo todas sus funciones vitales intactas, transfiriéndole genes de otra especie bacteriana que habita en el hielo marino (Figura 1).

Se conoce una gran variedad de microorganismos que generan productos útiles para aplicaciones industriales y que podrían ser usados en la exploración de Marte, como Ralstonia eutropha para la fabrica-ción de bioplásticos que se podrían emplear para producir materiales de construcción, Thiobacillus ferro-oxidans para biominería (se utiliza actualmente para la extracción de más del 25 % del cobre a nivel mun-dial, Figura 2) o biorremediación, o Kuenenia stuttgartiensis para fabricar hidracina que se usa como combustible para los cohetes.

En una investigación paralela, Charles Cockell, de la Open Univer-sity, ha analizado el uso potencial que se podría dar a las cianobacterias en

las misiones tripuladas a otros pla-netas. Las cianobacterias son un

tipo de bacterias fotosintéti-cas que jugaron un papel

fundamental en la oxige-nación de la atmósfera de la Tierra hace 2.500 millones de años, y que han colonizado prácticamente todos los ecosistemas de nuestro mundo desde entonces. Los regoli-

tos de la Luna y Marte son ricos en elementos

inorgánicos que podrían ser explotados por las cia-

nobacterias, del mismo modo que en la Tierra las cianobac-

terias son capaces de usar sustratos rocosos como base para su creci-miento y para la extracción de ele-mentos. Las cianobacterias podrían proveer de oxígeno, combustible y nutrientes a futuros exploradores de la Luna o de Marte.

Cockell ha analizado especies concretas de cianobacterias, estu-diándolas tanto en órbitas bajas alrededor de la Tierra (en la Estación Espacial Internacional, F i g u r a 3 ) como en condiciones simuladas análogas a Marte, y empleando como sustratos de crecimiento rocas vol-cánicas similares al regolito lunar y marciano. De sus experimentos ha concluido que las poblaciones bac-terianas alteran de forma muy nota-ble la matriz rocosa, liberando del sustrato elementos esenciales para su crecimiento, lo que permitiría el uso de cianobacterias en biominería y en adquisición de nutrientes en

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Refrescan las mañanas otoñales, y en la terraza el devenir del alba pone la «carne de gallina» por el doble motivo del frío y de la vista. De entre la purpúrea noche que se acaba va surgiendo de nuevo un día de oro que atenaza entre sus luces lo poco que de ella va quedando.

Es un azul-añil muy desvaído el que secuestra entre sus pliegues las ya muy visibles constelaciones de invierno, y a estas alturas casi alguna de la soñada Primavera. A don Invierno le falta aún más de la cuarentena para poder ser el rey del escenario, pero el gigante Orión ya atenaza su escudo y empuña su bastón en lucha temeraria contra Tauro en defensa de las vírgenes Pléyades. En nuestras latitudes es como una película de las del cine Exín que se repite a cada cambio estacional; una costumbre que pasa inadvertida en las grandes ciudades como no sea que se estudie a propósito el evento. Y los actores son legión. En Primavera: Virgo, Heracles el Magnífico, el Boyero, cuidador de las Osas; Leo con su Hoz; la Serpiente, la Libra y la Corona. En el Verano: la Lira, el Cisne y la Rapaz, el Delfín, la Zorra y el Caballo. En el Otoño: el Caballo que vuela, Pegaso; el Pez Austral, Perseo y la

Arriba, composición de diferentes imágenes de Perseidas tomadas con una cámara Canon EOS 7D, objetivo 8-16 mm de Sigma, distancia focal 8 mm a f /4,5, 2.000 ISO, tiempo de exposición 46 segundos, seguimiento sobre montura ecuatorial Celestron CGEM, desde Sierra de Aznalcóllar, el 13 de agosto de 2010. Cortesía de Paco Escalona, de Dos Hermanas (Sevilla), de la Agrupación Astronómica Albireo.

Ballena… y en el Invierno las antedichas que ya se manifiestan casi en el cenit en el alba. En el Sur, cambian los nombres de los actores, pero el film sigue siendo repetitivo cada vez que el Sol alcanza en su camino ya sea el solsticio u equinoccio. Y a pesar de ello, es quizás una de las películas con más nominaciones y prebendas que se pudieran presentar en un hipotético certamen de cine interactivo e ilusorio: EL UNIVERSO. Grande. Gran-

PEPE GÓMEZ

Dichoso mes

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Arriba, Perseida fotografiada por Leonor Ana Hernández, de Madrid, de la Asociación Astronómica Inb-Firnás de Sevilla. Cámara Canon 350D sin modificar sobre trípode. 30 segundos de exposición a 1.600 ISO.

dísimo. Inmenso. Y como decía Carl Sagan, en él «solo somos ese pequeño punto azul pálido».

He dicho en un párrafo anterior cine interactivo e ilusorio, y verán porqué: cuando en este mes de noviembre nuestro planeta cruce la autovía de peaje que en su día dejó el come-ta Tempel-Tuttle para su uso particular, serán interactuadas por su entrada en nuestra atmósfera las partículas que en sus múltiples pasos dejaron tras sí la coma y la cola del cometa, cuyo rozamiento producirá una magnifica «lluvia de estrellas», que tendrá su máxima actividad el día 17 del mes. La Luna, cuyo ocaso será de ma-drugada, impedirá muy poco la visión del pro-metedor espectáculo, ojalá sea como el de hace diez años, cuyo radiante situado en la Hoz de Leo dominará el cenit, eyectando unas trazas de alta velocidad, a más de 70 km/s, y que reciben el nombre, muy cinematográfico por cierto, de las Leó-nidas. La Tierra, con su atmósfera y su camino interplanetario, rueda y dirige la producción. Nosotros usamos la claqueta de la ilusión para intentar desde la ciudad súper polucio-nada, ver un atisbo de una pequeña traza que nos anuncie que hace muchos años un cuer-po del espacio exterior anduvo muy cerca de nosotros. Desde esta tribuna yo recomiendo salir al campo a ver esta maravilla que nos depara cada mes de noviembre la madre Naturaleza; y de paso si alguno se lleva la cámara puede darse el placer de fotografiar estas brillantes lágrimas y hacer un reportaje fo-tográfico como el que acompaña estas líneas de las Perseidas de este año.

Una de las primeras menciones de este fenómeno es la que refiere el historiador bizantino Teófanes, quien cuenta que en el mes de noviembre de 472 de nuestra era «se inflamó el cielo de Constantinopla, de estrellas de fuego que corrían». Un poco más tarde, en una crónica árabe del siglo XIII, se lee: «En el año 599, el ultimo día del mes de Moharrem (a finales de octubre de 1202), corrieron las estrellas acá y allá y unas contra otras como un en-jambre de langostas; este prodigio duró hasta el alba; el pueblo se

consternó, dirigiendo sus oraciones al Alto y Poderoso; jamás se vio cosa igual, excepto cuando vino el mensajero de Dios, sobre el cual sean paz y bendiciones.» En tiempos más cercanos, y de esta lluvia en particular, tenemos noticias de su magnificencia, por ejemplo, la que detallan Humboldt y Bonpland, la noche del 12 de noviembre de 1799 en la cordillera de los Andes, comparándola a una gran lluvia de fuego que empezó hacia las dos de la madrugada, dirigiéndose los meteoros al Sur. Asímismo otra gran lluvia tuvo lugar en los Estados Unidos en el año 1833, según Newcomb. Ara-go, al referirse a esta misma lluvia, dice que los meteoros eran tan

numerosos que en algu-nos sitios se vieron a las ocho de la mañana del día 13 de noviembre, cuando el Sol ya despuntaba por el horizonte y en tal can-tidad que era imposible contarlos. Tal es así que el Sr. Olmsted, de Boston, los comparaba por su frecuencia en el momento del máximo, a la mitad del número de copos de nieve que se perciben en el aire cuando nieva en abundancia. Cuando el fenómeno decreció, se pudieron contar hasta 650 trazas en quince minutos, observadas solo en una décima parte de la bóveda celeste, de modo que en todo el hemisferio visible podían haberse contado unas 8.660, cifra que da por hora la cantidad de 34.640 estrellas; y como el fenómeno duró aproxi-madamente siete horas, el número total de trazas podría pasar de 240.000. Y eso que se hizo el con-teo cuando había decre-cido considerablemente. Otra lluvia de Leónidas importante se observó en noviembre de 1872, el día 27 concretamente desde las seis horas de la tarde hasta la medianoche, y en

cuyo espacio de tiempo se estima que aparecieron unas 160.000, según observaciones efectuadas en España, Francia e Italia. Así-mismo hay constancia que el 27 de noviembre, esta vez de 1885, se volvió a producir el fenómeno contándose por un observador situado en Praga, hasta 140.000 trazas en el espacio de una hora. (Estos datos son referidos por el astrónomo Augusto T. Arcimis de

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Ya los días se acortan poco a poco y las noches comienzan a ser más largas, las veladas estelares se prolongan solo hasta me-dianoche, y a través del cristal del telescopio se pueden ir tomando notas y haciendo dibujos de lo que se ve. No quiero dejar de usar el cuaderno de campo, y le recomiendo a todos los que conmigo hablan de astronomía que lo usen y en él plasmen sus notas y obser-vaciones, y que no solo lo hagan entre los chips del ordenador. A lo mejor a alguna persona que esto leyere le parecerá una idea antigua y desfasada, pero es quizás la mejor para recordar puntualmente efemérides ya pasadas y hacer comparaciones entre ellas. Estos dietarios son la base del estudio de cualquier tema que conlleve la recabación de datos, fechas y dibujos. Incluida la astronomía.

Castañas, bellotas, madroños, zarzamoras, setas… Se preña el campo con los frutos de Otoño y las hojas amarillas renuevan en el suelo la microfauna de los bosques que aún quedan en nuestro suelo. En el cielo las nubes juegan al clarooscuro con los rayos imprecisos de Selene que intenta desvelar secretos que las copas de los árboles guardan celosamente. Un año más, ya estamos en noviembre. Dichoso mes, que empieza con los Santos y acaba con San Andrés. Vale.

Arriba, Perseida en el asterismo de la Percha o cúmulo de Brocchi, tomada por Pedro Morales, de Sevilla, de la Agrupación Astronómica Albireo. 23 tomas de 30 segundos a 1.600 ISO con una cámara Olympus E-510 con objetivo de 14 mm.

Para contactar: [email protected] y el blog astronomiaurbana.blogspot.com

la Real Sociedad Astronómica de Londres en su libro Astronomía Popular; Montaner y Simón Editores, Barcelona, 1901).

Por otro lado, nuestros compañeros de viaje siguen la tónica del pasado mes de octubre. Mercurio invisible hasta ahora, comienza a ser observable durante la última semana a muy poca altura sobre el horizonte Suroeste tras el ocaso solar. A medida que llega el fin de mes su visión va mejorando poco a poco. El planeta que lleva el nombre de la diosa Venus, saliente de su conjunción inferior, es visible a partir de los primeros días de noviembre antes de la amanecida, y adopta por un tiempo el nombre de Lucero del Alba, Lucifer o Isis, hasta que vuelva a ser de nuevo Lucero de la Tarde, Véspero o Juno, tras su conjunción venidera. Pitágoras, por su parte, según se deduce de muchos autores, fue el primero en sospechar que éste era un solo y único cuerpo; conocimiento que había adquirido al parecer de los pueblos orientales. El día 5 de noviembre Venus se sitúa a solo 0,8° a la izquierda de la Luna, aunque esta conjunción es difícil de ver por lo cercano del horizonte y la poca edad de nuestro satélite. A final de mes Venus llega a tener una magnitud de -4,6 y empezará a verse desde hora y media antes del amanecer. Marte es visible dificultosamente al crepúsculo con un brillo de tan solo 1,4. El gigante Júpiter, después de su paso por la conjunción, pierde brillo, -2,7 de magnitud, y es observable prácticamente toda la noche. Está estacionado en Acuario. Y por último, Saturno es visible al final de la noche y durante el alba ganando brillo, 1,3, encontrándose en Virgo. Por cierto que el día 15 del mes, antes de la salida del Sol, si miramos al horizonte Este-Sureste, Saturno, Venus y la estrella Espiga de Virgo, están en una conjunción formando un bonito triángulo como presea de la azulina mañana.

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Hace años que recibo la newsletter de un curioso y tal vez sorprendente-mente duradero proyecto: AIR: Annals of Improbable Research. Se trata de diversas actividades que incluyen una revista, una newsletter, un blog, un concurso (Ig Nobel Prize), una serie de televisión (con episodios de tres minutos...) y varios libros publicados. Como su nombre indica, trata satíri-camente de la ciencia a través de esa «investigación improbable»...

El proyecto proviene de otro anterior que también hace en cierta forma parodia de la ciencia, como era el Journal of Irreproducible Results (JIR), fundado en Israel en 1955 por Alexander Kohn (virólogo) y Harry J. Lipkin (físico). Cuando, en 1994, el publicista George Scherr adquirió el JIR, la mayoría de sus colaborado-res, con el actual editor de AIR, Marc Abrahams, a la cabeza abandonaron el proyecto JIR para crear el nuevo AIR.

El objetivo declarado y explícito de la gente (académicos casi todos...) de AIR es precisamente tratar de la investigación improbable, esa que, según Marc Abrahams, es la que hace reír y después pensar... No es poco. Me parece una actividad encomiable. En tiempos tan proclives al error del cientifismo, afrontar la ciencia de manera paródica sólo puede hacer bien a las mentes abiertas, aunque pueda molestar a algunos timoratos.

También los Ig Nobel Prize (que se otorgan desde 1991 con la colabo-ración voluntaria de algunos galardo-nados con el genuino Premio Nobel...) sirven para ridiculizar algunas acti-tudes absurdas entre los científicos. Algunas veces son satíricos y críticos (como los que premiaron estudios sobre la homeopatía), otros incluso casi políticos como los obtenidos en su día por los estados de Kansas y Oregón

MIQUEL BARCELÓ

LA INVESTIGACIÓN IMPROBABLEpor su oposición a la enseñanza de la evolución darwiniana, y así suce-sivamente. «Ig Nobel» puede leerse, como hace casi todo el mundo, como «ignobel», es decir «innoble»...

En AIR hay también algunos textos clásicos (siempre breves) que pueden

consultarse en su web improbable.com que sugieren una visión libre, posiblemente irrespetuosa y a veces incluso crítica con la manera de hacer ciencia de algunos.

Hay textos de «investigación improbable» brillantes que nos recuer-dan cómo debe escribirse un artículo científico para obtener su publicación (How to Write a Scientific Paper, de E. Robert Schulman), otros casi evidentes (The Effect of Television on Sexual Behavior, por la psicóloga Jennifer A. Zimmerman) y algunos claramente improbables (Anatomía de un Centauro de H. C. Reinhard y V. Putz del Instituto de Anatomía de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich), entre muchos otros.

De entre todos ellos, elijo comentar aquí el que pretende resolver una de las grandes «paradojas» conocidas, la de saber, en el largo camino de la evolución, quién llegó primero, si el huevo o la gallina (Who Came First - The Chicken Or the Egg?).

El breve artículo, escrito por Alice Shirrell Kaswell, colaboradora de AIR, se encuentra en: improbable.com/airchives/paperair/volume9/v9i4/chicken_egg.html

Ante la duda claramente mani-fiesta, Kaswell enfoca el problema de manera metódica y aparentemente «científica». Desde la oficina de correos de Cambridge (Massachu-setts) envió, el mismo lunes por la mañana a las 9:40 horas, una gallina y un huevo con destino a la James A. Farley General Post Office en Nueva York. Los embaló tal y como prescribe la normativa de correos estadounidense y, una vez enviados, Kaswell comenta que tomó el metro a la estación de Boston, el tren de Boston a Pensilvania Station en Nueva York y se situó en la oficina de correos mencionada que permanece abierta 24 horas al día. Para evitar errores debido a una posible indo-lencia de los empleados se dedicó a preguntar cada hora si huevo o gallina habían llegado...

Así pudo constatar que ni el lunes ni el martes llegaron ni la gallina ni el huevo. El miércoles llegó primero la gallina, exactamente a las 10:31 de la mañana, mientras que el huevo lle-gaba el mismo miércoles a las 21:37, algo más de once horas después de la gallina.

Con lo que, por métodos científi-cos, quedaba al fin resuelta una de las más serias dudas de la humanidad... ¿O no?

Una visión liberadora de la ciencia, sin negar su interés y utilidad.

Portada de uno de los últimos números de Annals of Improbable Research. (Cortesía AIR)

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Nicola Lococo es licenciado en filosofía de Portugalete, Vizcaya.

Durante los cursos de verano que con ocasión del Año Internacional de la Astronomía se han impartido en Cantabria, el astrónomo Juan Vicente Pérez se ha quejado amargamente

Para colaborar, enviad vuestros textos con un límite de unas 700 palabras a [email protected]. La revista no se identifica ni con la opinión ni los conteni-dos de los artículos firmados, y se reserva el derecho a su publicación.

(Cortesía Azreey)

Nicola lococo

CONTAMINACIÓNLUMÍNICA MENTAL

La juventud se sabe Las aLi-neaciones de

Los equipos de fútboL, y desco-noce eL nombre de Los pLanetas

deL sistema soLar.

ante los medios de comunicación de que la juventud se sepa de memoria las alineaciones de los equipos de fútbol, y en cambio, desconozca el nombre de los planetas del Sistema Solar. Y no son pocas las cuestiones a dilucidar sobre el asunto de qué es más relevante para nuestro tiempo, si el conocer el firmamento eclipsado por la polución atmosférica y la contami-nación lumínica de las ciudades, o la liga de las estrellas retratadas a diario en la pequeña pantalla con todo lujo de detalles... Lo difícil es que ocu-rriese lo contrario: que la chavalería fuera capaz de hablar de Copérnico y conociera que su obra magna apareció publicada el mismo día en que murió; de Galileo que inventó entre otras cosas el termómetro; de Kepler cuya madre estuvo a punto de ser quemada en la hoguera por bruja, como le ocu-

rriera a Giordano Bruno por sostener la existencia de otros mundos, etc. Y por el contrario, no supiera nada de que Beckham es el marido de una Spice Girl, que CR9 es el fichaje más

caro de la historia, o sencillamente que fulanito de Segunda B se rompió el dedo meñique del pie izquierdo jugando con su perro en el jardín.

Y es que para ver el tránsito del carrusel de las estrellas fugaces del deporte y la farándula, a los niños les basta y sobra con alargar el dedo a modo de ET, mientras para observar el cielo y contemplar desplegada La Vía Láctea es necesario algo más qué alzar la cabeza, agenciarse un telescopio, tener paciencia y algo de curiosidad. Ahora, también es impres-cindible vivir lejos de los núcleos urbanos que con sus despampanantes farolas, letreros luminosos de los grandes almacenes, y la monumen-tal iluminación antiaérea, impiden admirar la magia y el misterio que nos envuelve cada noche mientras absortos como los Simpson perdemos

las horas muertas frente al televisor cuyas fatuas imágenes cavernícolas deslumbran las infantiles mentes con ilusionantes juegos de espejos haciéndolas opacas a cuanto requiere

un poco de disciplina y atención intelectual.

Nunca antes como ahora, nues-tras estrellas mundanas y celestiales, necesitaron de tantos focos para ser iluminadas cumpliéndose así la máxima hermética de la Tabla esme-ralda: «lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo»... pero del revés.