Avance Abril 2014-04

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AVANCE VOCERO DEL MOVIMIENTO ACCIÓN NACIONALISTA PERUANO - MANPE BUENOS AIRES - ARGENTINA Abril AÑO 2014 Distribución Gratuita. ALEMANIA - ARGENTINA - AUSTRALIA - BOLIVIA - EE.UU - ESPAÑA - MEXICO - FRANCIA- ITALIA - PERÚ - URUGUAY Para Leer y Entender a Hernando de Soto: Aciertos y Errores. Para Leer y Entender a Hernando de Soto: Aciertos y Errores. La revista británica Prospect’s reconoció al peruano Hernando de Soto como el primer intelectual en América Latina. Con más de 10,000 votos procedentes de intelectuales y personalidades destacadas de más de cien países, dieron estos resultados de la encuesta de pensadores globales 2013. A nivel mundial se ubica entre los 36 intelectuales más influyentes de nuestros tiempos, junto a Amartya Sen, Paul Krugman y Francis Fukuyama.

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AVANCEVOCERO DEL MOVIMIENTO ACCIÓN NACIONALISTA PERUANO - MANPE

BUENOS AIRES - ARGENTINA Abril AÑO 2014 Distribución Gratuita.ALEMANIA - ARGENTINA - AUSTRALIA - BOLIVIA - EE.UU - ESPAÑA - MEXICO - FRANCIA- ITALIA - PERÚ - URUGUAY

Para Leer y Entender a Hernando de Soto: Aciertos y Errores.

Para Leer y Entender a Hernando de Soto: Aciertos y Errores.

La revista británica Prospect’s reconoció al peruano Hernando de Soto como el primer intelectual en América Latina. Con más de 10,000 votos procedentes de intelectuales y personalidades destacadas de más de cien países, dieron estos resultados de la encuesta de pensadores globales 2013. A nivel mundial se ubica entre los 36 intelectuales más influyentes de nuestros tiempos, junto a Amartya Sen, Paul Krugman y Francis Fukuyama.

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Hernando de Soto ( 1941- )Hernando de Soto es presidente del Instituto Libertad y Democracia (ILD) con sede en Lima, Perú. El semanario Time en su número especial de mayo de 1999 sobre "Líderes para el nuevo milenio" lo designó como uno de los cinco principales innovadores de América Latina en el siglo XX. Asimismo el semanario The Economistha considerado al ILD como el uno de los dos centros de estudios para la formulación de políticas (think tank) más importantes del mundo, y Entwicklung und Zusammenarbeit, la revista alemana sobre desarrollo, en su número de enero del 2000 considera a de Soto como uno de los más importantes teóricos sobre desarrollo en el milenio recién concluido.

Hernando de Soto nació en Arequipa, Perú, en 1941 e hizo su postgrado en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Ha sido economista en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), presidente del Comité Ejecutivo de la Organización de Países Exportadores de Cobre (CIPEC), director-gerente de Universal Engineering Corporation, miembro del Swiss Bank Corporation Consultant Group, y director del Banco Central de Reserva del Perú.

De Soto fue representante personal y asesor principal del presidente peruano Alberto Fujimori hasta que renunció dos meses antes de producirse el autogolpe. Entre 1988 y 1995, fue, junto con el ILD, gestor de aproximadamente 400 propuestas, leyes y reglamentos que permitieron modernizar el sistema económico del Perú. En particular, diseñaron y manejaron el sistema de propiedad predial en el Perú, el cual otorgó títulos de propiedad a más de 1'500,000 familias, incorporaron unas 300,000 empresas a la legalidad y agilizaron los procedimientos gubernamentales abriendo el sistema legal a una creciente participación de las mayorías. También iniciaron la política que estabilizó la economía peruana, dominó la inflación y permitió al Perú regresar a los mercados financieros internacionales.

Hoy, la principal actividad de Hernando de Soto y del ILD es diseñar e implementar programas de formación de capital para los pobres en Asia, América Latina y el Medio Oriente.

De Soto ha publicado dos libros sobre la economía y política del desarrollo: El otro sendero, a mediados de los años 80, y El misterio del capital: por qué el capitalismo triunfa en occidente y fracasa en el resto del mundo, al final del 2000. Ambos libros son best sellers y han sido traducidos a cerca de 20 idiomas.

Entre algunos de los premios que ha recibido de Soto destacan el Premio por la Libertad (Suiza) y el Premio Fisher (Reino Unido). Ha recibido recientemente el Premio Goldwater (USA), el Premio Adam Smith de la Association of Private Enterprise Education (USA) y el Premio CARE Canadá para el Pensamiento Destacado sobre el Desarrollo (Canadá).

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El evangelio según Hernando de SotoEl economista peruano -y latinoamericano- de mayor influencia en el mundo analiza los problemas de acceso a capital y la formalidad como herramientas de desarrollo. (PECADOS CAPITALES, 7 miradas para comprender el éxito y el fracaso en el Perú, Editorial Estruendomudo, 2012)

Existen los economistas que desarrollan complejas teorías para resolver los dilemas del mundo, los conferencistas globales que tratan de sacar de la pobreza al tercer mundo desde un despacho en una universidad de Estados Unidos o los investigadores que comprenden la raíz de la pobreza porque se han embarrado los zapatos caminando por América Latina, África y Asia. Hernando de Soto Polar, considerado uno de los economistas más importantes del planeta, pertenece a la última categoría. Más que un académico, De Soto es el apóstol de los versículos económicos más esperanzadores que han escuchado los líderes de los países pobres: la falta de derechos de propiedad determina la pobreza. A De Soto no solo se le ve en las altas esferas de los círculos intelectuales, sino en las aldeas pobres de Perú, Etiopía, Haití, Egipto, Libia o China conversando con campesinos que forman parte de la economía en la sombra, pero que han hecho empresa pese a la falta de facilidades que existen para acceder a la formalidad. Su tesis ha merecido cumplidos en más de 15 idiomas, así como un ataque terrorista, el día que Sendero Luminoso hizo estallar su coche con cargas de dinamita, una mañana de 1991, en las oficinas del Instituto Libertad y Democracia (ILD), el ‘think tank’ que encabeza desde 1981. Su prédica propone que los pobres podrán acceder a la economía formal a través del valor que poseen sus casas. Con ello, podrán acceder a créditos o construir una empresa, sin necesidad de recurrir a la insurrección armada: afirmación que destruye la apocalíptica mirada del mundo de terroristas como Abimael Guzmán.

Mientras que los académicos han analizado el valor de los derechos de propiedad para elevar los estándares de vida, De Soto ha formulado la pregunta que deben responder los jefes de Estado para otorgarle a los pobres la posibilidad de escapar del subdesarrollo: ¿Cómo transformar la propiedad en capital? Pero, además de lanzar la pregunta, De Soto ha sido capaz de resolver la interrogante, con lo que él denomina el misterio del capital: los derechos de propiedad. Ha dicho: “Los habitantes pobres de estos países —la gran mayoría— sí tienen cosas. Pero la mayoría de ellos no cuenta con los medios para representar su propiedad y crear capital. Tienen casas, pero no títulos; cosechas, pero no certificados de propiedad; negocios, pero no escrituras de constitución ni acciones que permitan a sus activos llevar una vida paralela en el mundo del capital”. Es decir, el mundo no se explica solo por los objetos tangibles, sino por ese valor intangible que otorgan los documentos. Por todos estos méritos, en 1991, la revista The Economist identificó al ILD como uno de los dos centros de investigación de políticas públicas más importantes del planeta. En 1999, la revista Time eligió a De Soto como uno de los cinco innovadores clave en la América Latina del siglo XX. En el año 2002, la revista Forbes lo destacó como uno de quince innovadores que reinventarán el futuro. El 2005, en una encuesta entre más de 20.000 lectores de las revistas Prospect (Reino Unido) y Foreign Policy (Estados Unidos), De Soto fue reconocido como el latinoamericano más influyente del planeta, en el puesto décimo tercero de una lista de 100 pensadores. Decenas de diplomas llenan las paredes del salón donde se reúne con su equipo, además de las portadas de sus libros “El otro sendero” (1986) y “El misterio del capital” (2000), así como sus fotos con Margaret Thatcher, Bill Clinton, Milton Friedman, Joseph Stiglitz y Bono.

Analizar los problemas del Perú con Hernando de Soto significa añadir una perspectiva global para acertijos locales. Para De Soto todo comenzó por el jurista que lleva escondido, al que le gusta comprender cómo operan las cosas. En 1979, al regresar al Perú para trabajar como director de una empresa minera, observó que, en Madre de Dios, existían los ‘chichiqueros’, a los que hoy llamamos mineros informales. Ese día, tras hacer un análisis de los derechos que tenían los

‘chichiqueros’ sobre los terrenos en los que trabajaban, comprendió que las respuestas que buscaba no estaban en la economía, sino en el derecho. Contrató a tres abogados para que buscaran ensayos sobre la informalidad en Lima y Washington, pero, salvo trabajos aislados sobre el transporte, los ambulantes o la migración, no existía ningún estudio que atravesara la economía en su conjunto. Así comenzó su aventura, que ha contribuido con sacar de la oscuridad a miles de informales en el país, así como en el mundo, tras convencer a presidentes como Alan García y Alberto Fujimori del poder de los títulos de propiedad. Existen economistas como Milton Friedman y Joseph Stiglitz que creyeron que estaba exagerando. Según De Soto, el debate terminó en el momento que les preguntó a ambos Premio Nobel si serían capaces de comprar una casa sin que les den un título de propiedad.

INFORMALIDAD Y DERECHOS

¿En qué radica la riqueza del emprendedor?

En su capacidad de combinar las cosas. Nada de lo que nos rodea está en su estado natural. Desde la mesa, la grabadora, la silla, la taza en la que tomo mi café, hasta el satélite que nos permite ver las imágenes que aparecen en el televisor, todo demandó la habilidad de un empresario que supo combinar los elementos con sabiduría, en la medida que tuvo los instrumentos que le permitieron hacer esas combinaciones con éxito. En ese sentido, las cosas que permiten unir cosas son las más valoradas. En Estados Unidos, durante los siglos XVII y XVIII, Tomas Jefferson hacía sus propios clavos, que no eran a base de alambre como los conocemos ahora, se tenían que manufacturar. A medida que avanzaba la conquista del Oeste, los estadounidenses hacían cabañas, en las que se quedaban uno o dos años a vivir, hasta que las abandonaban para ir más al Oeste. Al irse, quemaban las casas solo para recuperar los clavos. Porque las cosas que servían para juntar otras cosas eran muy importantes. Un empresario es una persona que junta cosas. Pero, para juntar, necesita clavos: cosas que peguen para que las cosas funcionen.

¿Cuáles serían los clavos que necesita un emprendedor para empezar a ‘unir’ cosas?

El derecho. Los clásicos, desde Adam Smith hasta Karl Marx, creían que la división del trabajo era la clave de la riqueza. Pero lo que no dijeron estos economistas, es que para que el trabajo exista se necesita saber qué le pertenece a quién. Si voy a hacer una mesa, necesito saber de quién es el árbol, de quién será el taller donde trabajaré o a qué persona le pertenece la patente del modelo que tallaré. Los clavos, la pintura, el barniz, ¿a quién le pertenecen?: eso son los derechos de propiedad. Yo tengo derecho de propiedad intelectual sobre mis palabras; usted las va a tomar, entrevistará a otras personas, escribirá un libro. ¿Quién es el dueño del libro? ¿Usted o los entrevistados? Para que exista esta entrevista, que, en el fondo, es un intercambio, se necesita definir qué le pertenece a quién. En este caso, yo le he cedido mi derecho, usted los ha tomado. Ese es el valor de los contratos: nos dan seguridad a la hora de cerrar un trato. Son el estándar que hemos creado para unir cosas.

¿Cómo lograron los emprendedores informales juntar cosas sin tener los clavos?

Los informales no tienen ni los derechos de propiedad ni tampoco los contratos. Han hecho empresa al margen del derecho, de los derechos de propiedad, de los títulos valor reconocidos por los sistemas financieros, de los requisitos establecidos por las leyes, así como de los estándares

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AVANCE 4 MANPE PERÙPor ese motivo, los negocios informales son al cash, porque no se sabe en qué plazo terminarán. En una empresa formal, se establecen responsabilidades; uno sabe qué parte del trato le corresponde. Yo me hago responsable de US$20 000 o US$2 000 000. Está por escrito, firmado por dos personas. Eso no se discute, porque las cosas están claras. Mientras, los informales no firman cosas, o firman cosas que no valen nada dentro del estándar.

¿Pero los informales nos han demostrado que son capaces de crecer al margen del derecho, de los estándares?

Pero solo son capaces de cerrar tratos en pequeños círculos, en aquellos entornos informales que permiten transacciones informales. Con un contrato informal, yo seré capaz de entenderme con 200 personas. Pero con un contrato formal podría ser capaz de entenderme con 7000 millones de personas en el mundo, porque vivimos en un planeta globalizado, en el que se ha establecido un derecho global, con estándares universales, con las mismas especificaciones técnicas en todo el mundo. El informal no accede al estándar. Se queda en una forma primitiva de hacer empresa, con mercados sumamente reducidos. El informal no accede al estándar. Se queda en una forma primitiva de hacer empresa, con mercados sumamente reducidos

¿Los informales acaso se ven a sí mismos con ventajas respecto al resto, porque no pagan impuestos ni corren con todos los gastos que implica la formalidad?

Desde los años ochenta, cuando empecé mis primeras investigaciones, hasta la fecha, no he conocido un solo informal que me diga que está satisfecho con ser informal. Por el contrario, están sumamente conscientes de sus desventajas. Lo que sucede es que no saben exactamente por qué están en desventaja. Durante los años ochenta existía gente como Guillermo Nolasco, así como algunos líderes de la CEPAL o la OIT, que decían que el capitalismo había fallado en América Latina, porque era un sistema económico que no estaba hecho para la cultura sudamericana, basada en las costumbres comunales y la solidaridad, por lo que los países al sur de Estados Unidos se estaban transformando en las sobras del modelo. Pero la verdad es que los informales querían tener derechos, solo que el Estado no se los otorgaban. No existe ningún ambulante que no aspire a tener una tienda. Probablemente, todos lo logren. Pero alcanzar esa meta en once años es una cosa distinta a hacerlo en menos de una semana con un préstamo del banco.

¿Qué dificultades impone la informalidad, más allá de estar al margen del derecho?

La banca no te presta plata; por lo tanto, debes ahorrar, pero como eres ambulante, será más difícil. No solo te vas a preocupar por vender, sino por producir, vigilar, construir, alumbrar, refrigerar, sin posibilidad de especialización ni eficiencia en el capital. No vas a acceder a los mismos estándares que otros. La justicia te va a tratar con otra vara, no vas a tener seguridad. Como no pagas tus impuestos, no vas a poder reclamar nada. Como estás en la calle, la Municipalidad te va a tratar mal. Estás al margen no solo del derecho, sino del estado de derecho.

TIERRA Y PROPIEDAD

¿Hoy persisten los mismos problemas que existían hace 25 años, cuando publicó “El otro sendero”?

Existen mucho menos ambulantes. En el índice Doing Business del Banco Mundial, que el ILD diseñó, el Perú ha mejorado mucho; producto de los programas de titulación de propiedades que impulsamos en los primeros gobiernos de Alan García y Alberto Fujimori. Nosotros detectamos plazos, trámites y tasas absurdas, que configuraban una terrible discriminación legal. Ahora, ya existe un idioma universal. Uno mira un pueblo joven, y no es el mismo al de hace 25 años. Se pensó que la migración se desbordaría en la capital, con las costumbres del mundo andino, y que Lima se iba a convertir en Chachapoyas, pero pasó todo lo contrario: los migrantes andinos se occidentalizaron. El problema son los plazos. ¿Cuánto le toma a una señora de la avenida Abancay acceder a una tienda? Lo va a lograr, pero, ¿cuándo? Mañana o en 10 años. Sin embargo, observo una clara tendencia a la formalización; algo que no hubo durante los primeros años de la migración.

¿Observa esta misma tendencia en la propiedad agrícola, en las zonas rurales del Perú, donde el desarrollo no llega a la misma velocidad que en las zonas urbanas?

No, las zonas rurales, con sus terrenos agrícolas, son un tema en el que ningún presidente ha querido meterse. Hemos dejado a los pobres de las zonas andinas y amazónicas con costumbres que creemos que son de ellos, y los hemos aislado. De ahí viene la palabra inclusión, porque nos hemos dado cuenta de que no están incluidos. El problema es, ¿cómo lo hacemos? Pero no se trata de una inclusión social, sino una inclusión económica y legal. En el Perú, todos formamos, salvo por algunos prejuicios, parte de la misma sociedad. Donde existe exclusión es al hablar de derechos económicos, a los que los peruanos de las zonas rurales no acceden por falta de derechos legales sobre su propiedad. Inclusión económica es que todos los peruanos tengan las mismas posibilidades para hacer empresa. Eso no ocurre. En el Perú, los pobres hacen empresa al margen del derecho, porque existen políticos que creen que los pobres no saben defenderse, como creen algunos antropólogos. Por eso, proponen limitar su derecho a la propiedad, reivindicando su derecho a conservar su pasado ancestral, con lo cual se les quita la posibilidad de acceder a la modernidad, al estándar, al que los antropólogos sí acceden en las zonas urbanas, con sus registros públicos ordenados. Decir que estas comunidades tienen derecho a una ‘identidad cultural separada’ es lo más antiinclusión social que he escuchado.

¿Los pobres acaso no necesitan ayuda del Estado para defenderse de las grandes compañías mineras?

Todo lo contrario. El Estado, al no darles derechos a los pobres, los deja desamparados frente a las grandes empresas extractoras, que sí poseen títulos de propiedad, defendibles por Tratados de Libre Comercio, garantizados por el Banco Mundial. Los que creen que los comuneros no compran o no venden se equivocan. Lo hacen hace años, solo que, por no tener su propiedad inscrita en un registro, se castiga el precio, porque el que compra va a tener que subsanar los títulos. Cuando las grandes compañías llegaron a Cajamarca, encontraron que los comuneros no tenían la misma cantidad de parcelas; unos tenían cinco, otros diez, otros veinte. Entre ellos, ya compraban y vendían, habían dejado de ser propiedades comunales. La comunidad, en su primer encuentro con la globalidad, quedó en desventaja, porque el Estado no supo darles los mismos derechos que sí le otorgó a la empresa, al darle la concesión del subsuelo. Inclusión económica es que todos los peruanos tengan las mismas posibilidades para hacer empresa. Eso no ocurre.

¿Pero, con un título, el comunero podría vender y quedarse sin tierra?

Por tener un título uno no vende per se su propiedad, sino que, si decide hacerlo, lo hará por un valor justo, en igualdad de condiciones con la gran empresa. Y, si se queda con su título, accederá al mercado financiero formal, tal como las empresas, para explotar la tierra a través de la agricultura, la irrigación, la ganadería o la minería. Este es un viejo argumento del ILD. Si yo vendo mi casa, no llamo al alcalde de Surco para que me represente, ni llamo a mis vecinos para tratar con el comprador. Basta el derecho, para que yo trate con un comprador que podría ser una persona o una gran empresa. Pero como las comunidades están al margen del derecho, convocan a sus líderes, los alcaldes, los presidentes de los frentes de defensa, los presidentes regionales; en consecuencia, una transacción económica se transforma en un conflicto político.

¿De qué depende que estas personas, tanto los informales como los comuneros de las zonas rurales que están al margen del derecho, obtengan esta igualdad de condiciones?

Depende del Estado. El emprendedor, el pequeño empresario o los comuneros, van a encontrar formas inteligentes para unir las cosas. Les gusta la formalidad, no les gusta para nada quedarse en la informalidad. La primera vez que se publicó “El otro sendero” pensamos hacer polos con la frase “yo también soy informal”. Pero no vendimos ninguno, porque ninguna persona se enorgullece de ser informal. No necesitas hacer números, ellos lo saben: mercados pequeños, falta de acceso al crédito, tecnología pobre, volúmenes marginales. El problema es que no acceden al derecho, y no porque ellos no lo hayan buscado, sino porque el Estado no lo hace accesible, los margina.

ARGUMENTOS PARA EL CAMBIO

¿La formalización podría convertirse en una herramienta para la paz social?

De todas maneras. En los años ochenta, Sendero Luminoso ocupaba los pueblos jóvenes, donde no podías entrar. En Huaycán, tuvimos que negociar con el brazo político de Sendero Luminoso para entrar a titular, porque no querían. Pero como la gente empezaba a exigir su título, los mandos de Sendero aceptaron. En ese momento, estos mandos no comprendieron –Abimael Guzmán sí lo supo; por eso, puso una bomba frente al ILD– que al momento que titulas a una persona, que le das un documento y lo conviertes en propietario, se acabó todo, porque ya están en el sistema, no necesitan ‘salvadores’. La titulación masiva era parte del programa de pacificación de Fujimori. Ahora la gente que vive en estos distritos accede al crédito, a los microcréditos, a las cajas rurales, porque existe gente que les va a prestar dinero porque se integraron al estándar.

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5AVANCE MANPE PERÙ¿Alguna vez le han dicho que quizá exagera con esto del poder del título de propiedad?

Algunas veces, pero nada espectacular. Joseph Stiglitz pensó que estaba exagerando, pero fue una discusión que terminó cuando le dije: “Joe, ¿y si te quito el título de tu casa, podrías venderla?”. Amigos míos, como Milton Friedman, tenían sus dudas. Simpatizaban, pero tenían todavía sus interrogantes. Si me hubieran rebatido mis argumentos, me habría dedicado a otra cosa. Me habría regresado a Europa a dirigir una empresa de ingeniería, caricaturas políticas o pintura. Pero, como eso no ha sucedido, seguimos aquí.

¿Qué le recomendaría a un empresario que busca combinar cosas, pero no posee los clavos?

Primero, que se dedique a algo que le guste, que nunca se aburra. Segundo, que se especialice, que elija una categoría en la que destaque; que no haga de todo un poco, no lo va a hacer bien. Tercero, que trate de formalizarse, porque la formalidad le va a dar los instrumentos que necesita para poder combinar las cosas. Lamentablemente, en el Perú, la formalización es cara, no solo por su costo, sino por su dificultad. Al año, se producen 28 000 normas, 106 al día. Cuando se incorporó la figura del Defensor del Pueblo en la Constitución de 1993, se pensó que iba a ser un personaje no solo que tratara de propiciar el diálogo para calmar un conflicto, sino que modificara el derecho para que el conflicto no se produjera nunca más. Pero los políticos conminaron a la Defensoría a las labores de hoy. En países como Estados Unidos, la formalidad no es una opción, no es un consejo, es la primera cosa que se te ocurre, porque sabes que vas a recibir beneficios. Si el Estado te impide acceder a estos derechos, que sí se los da a los más grandes, hay que marchar. No será la primera vez que los empresarios salgan a las calles a reclamar por los clavos. No he conocido un solo informal que me diga que está satisfecho con ser informal. Por el contrario, están sumamente consientes de sus desventajas. Lo que sucede es que no saben exactamente por qué están en desventaja.

¿Por qué salen a protestar todos menos los empresarios?

Porque no salen con la bandera de empresarios. En los ochenta, Hernán Chang, un gran amigo, líder de la Fechop, estaba al frente de un sindicato que tenía alrededor de 300 000 afiliados. Cuando decían que iban a parar la ciudad, la paraban. Era un hombre poderoso. Creía que tenía un sindicato, pero lo que tenía era una autoempresa, como lo que llamamos ahora microempresa. Le pregunté si los dirigentes ganaban un salario, si los sindicalistas eran propietarios de algunos de los carros, si existían choferes que manejaran los carros sin ser propietarios. Cuando terminamos de hablar, se dieron cuenta de que no eran un sindicato, eran empresarios informales, pero como eran los únicos que defendían los derechos de los transportistas, se creyeron que eran un sindicato. La palabra empresario se la había apropiado la Confiep. Los empresarios salen a marchar todo el tiempo, solo que ponen cara de proletarios, pero están marchando, y a cada rato.

¿Cuál diría que es el peor pecado del empresario peruano?

De los empresarios informales, ninguno. Soy un simpatizante de los informales, porque ellos no son informales porque les guste, sino porque el Estado no les permite acceder a la formalidad. De los formales, sobre todo de los grandes, el peor pecado es su arrogancia, que es insoportable, pero todavía más cuando se agremian. He estado en muchos países del mundo, he conversado con gente en todos lados, y nunca, nunca, he conocido tanta arrogancia como la que he visto en los ‘grandes’ empresarios blancos del Perú.

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AVANCE 6 MANPE PERÙ

El misterio de la piedra filosofal Una crítica a El misterio del capital

de Hernando De Soto *Jorge Gascón

En el ámbito peruano, y desde hace más de una década, han surgido estudios centrados en la población emigrante urbano-marginal de origen rural y andino que evidencian cómo la denominada economía informal no es necesariamente sinónimo de pobreza o marginalidad. Y es que como informal designamos a un heterogéneo sector en el que participa tanto la vendedora de golosinas que establece su puesto en una esquina de la calle, como el propietario de un taller que emplea cinco, diez o más trabajadores. Estos últimos son una minoría, pero significativa por cuanto que son emigrantes que han logrado con éxito superar las limitaciones económicas en las que parecían trabados. Omar de León (1996) calcula que, si bien la mayoría de las empresas informales urbanas del Perú se mueven en el umbral de la subsistencia, un 29% son competitivas y eficaces, generan excedentes y están compuestas por varios trabajadores.Para los distintos investigadores que han trabajado el tema1 dos son los elementos que explican el éxito empresarial de este sector de la población. Por un lado, que sabe aprovechar los recursos socioeconómicos que su cultura le ofrece para competir en la economía de mercado. El empresario emigrante e informal utiliza unas reglas de comportamiento transmitidas de generación en generación. Activa sus redes de parentesco, paisanaje e incluso religiosas, que le permiten acceder a mano de obra cuando lo requiere, una mano de obra con la que no sólo establece una relación de patrón y trabajador, sino de «algo más». Mantiene también una ética del trabajo peculiar, que también lo convierte en «algo más» que una mera actividad económica. Ambos elementos se traducen en largas horas de jornada y en flexibilidad laboral.El otro elemento que destacan es el carácter del mercado peruano: se trata de un mercado postergado, con restricciones importantes, y del que el capital se fugó a causa de la situación de violencia política vivida en el Perú durante década y media. Este contexto permitió que el empresario informal no encontrase competidores en muchos sectores de la economía, sino una amplia demanda desatendida que él era capaz de cubrir.Desde la década de los 80, Hernando De Soto ha visto en este empresario urbano-marginal exitoso la vía que podía permitir salir de la pobreza al Perú y, últimamente, al Tercer Mundo. Ése es el principio de su trabajo y del Instituto Libertad y Democraciaque él creó y dirige, principio ya planteado en su libro El otro sendero (1986), que en su día se convirtió en un bestseller.En El misterio del capital, el autor descubre cómo estos emigrantes han roto la frontera de la pobreza a la que parecían abocados. Pero también observa que, por un lado, no todos los pobres del Tercer Mundo son capaces de dar ese salto y que, por otro, este nuevo empresariado tampoco es capaz de convertirse en el motor económico de sus países. ¿Por qué? Esa es la pregunta a la que el libro intenta dar respuesta. Más concretamente, la pregunta, como se explicita en su subtítulo, es: ¿por qué el capitalismo prospera en una parte del mundo y en el resto, no?El discurso de De Soto se inicia a partir de una primera respuesta a esta pregunta: «la gran valla que impide al resto del mundo beneficiarse del capitalismo es la incapacidad de producir capital» (pp. 31). Hasta ahí, nada nuevo.Ahora bien, la originalidad del libro es que asegura que los «pobres», en contra de la apariencia, sí tienen los elementos necesarios para su capitalización. Un estudio comparativo realizado en cinco grandes urbes de cinco países distintos del Tercer Mundo (El Cairo, Lima, Manila, Ciudad de México y Puerto Príncipe) descubre al autor que los «pobres» tienen patrimonios nada desdeñables. Sobre la base de su investigación, por ejemplo, De Soto afirma que el metro cuadrado en la avenida que une Lima con su aeropuerto, y que atraviesa barriadas urbano-marginales, es tan o más caro que en los selectos distritos de San Isidro o Miraflores.El problema, por tanto, no es la escasez de recursos. El problema es que los «pobres» no son capaces de convertir estos recursos en activos reales.En las sociedades occidentales, y de ahí su éxito, la propiedad es un activo. Es decir, que más allá de su valor de uso, la propiedad sirve para adquirir un capital inicial; permite al propietario, por ejemplo, solicitar un empréstito. En el Tercer Mundo, en cambio, esto no es así. La razón es que la propiedad es precaria. Dejemos que lo explique el mismo De Soto:

«Las casas de los pobres están construidas sobre lotes con derechos de propiedad inadecuadamente definidos, sus empresas no están constituidas con obligaciones claras y sus industrias se ocultan donde los financistas e inversionistas no pueden verlas» (pp. 32)

En estas circunstancias:

«La mayoría de ellos no cuenta con los medios de representar su propiedad y crear capital. Tienen casas pero no títulos, cosechas pero no certificados de propiedad, negocios pero no escrituras de constitución ni acciones que permitan a sus activos llevar una vida paralela en el mundo del capital» (pp.33)

En resumidas cuentas: los «pobres» del Tercer Mundo tienen propiedades (casas, terrenos, empresas), pero no las pueden convertir en activos reales ya que carecen de títulos de propiedad, y sin ellos no pueden dirigirse a una entidad financiera a solicitar un préstamo que les sirva de primer capital para posibles inversiones productivas.De Soto solicita a los gobiernos que comprendan que sus legislaciones están anquilosadas y que las armonicen con las circunstancias reales de su sociedad. No es que en los países del Tercer Mundo no haya leyes, sino que no son las oportunas para permitir el desarrollo de las capacidades de la población urbano-marginal. Por una parte, estas legislaciones consideran a la emigración como un fenómeno problemático que genera conflictos, colapsa los servicios urbanos, etc., por lo que establece medidas dirigidas a controlarlo y reducirlo. Por otra, caen en el error de adoptar disposiciones características de sociedades ya desarrolladas como, por ejemplo, excesivas normas impositivas. La perspectiva debe ser distinta: ver a esta población como agentes de desarrollo y concederles todas las facilidades para alentarlos. Y esto pasa, como elemento esencial, por concederles los derechos de propiedad de sus bienes.Además, en un contexto de discrepancia entre norma y realidad social surge de forma natural la ilegalidad y las mafias. Cuando la propiedad no está institucionalizada, nadie es responsable de ninguna obligación, nadie responde ante fraudes y pérdidas.El problema de la pobreza es, por tanto, institucional. Y su solución está en institucionalizar las propiedades de los pobres. La diferencia entre países ricos y países pobres consiste en que la propiedad legal está difundida en los primeros, mientras que sólo una parte de la sociedad tiene estos derechos en los segundos.Es, por tanto, factible el desarrollo de los países pobres. Lo único que deben hacer es seguir los pasos de los países ricos, que en su día también fueron «Tercer Mundo». La Europa de la revolución industrial o los Estados Unidos recién independizados también se encontraron con migraciones incontrolables, crecimiento de los sectores extralegales, pobreza urbana y tensiones sociales. Pero en su momento supieron reconocer los derechos de propiedad extralegales, y ese fue el elemento que permitió su prosperidad económica.Terminado de leer el libro, al lector le queda la sensación de que la respuesta es insuficiente. ¿Un fenómeno tan complejo y extendido como la pobreza es resultado de un sólo factor? ¿Y este factor es simplemente institucional? ¿La solución es tan sencilla como cambiar el marco legal de los países del Tercer Mundo? Uno no puede dejar de creer que De Soto está introduciendo en la economía ciertos principios del pensamiento postmoderno: los relacionados con la escuela del Pensamiento Débil. O de la alquimia del Medievo, en su empeño por encontrar la piedra filosofal.A la hora de estudiar el texto habría que empezar por observar su ámbito epistemológico.Es difícil no estar de acuerdo con la proposición inicial a partir de la cual el autor empieza a construir su discurso: lo que impide a la mayor parte de la población de los denominados países pobres, del Tercer Mundo o del Sur un desarrollo capitalista semejante a la de los países occidentales es su incapacidad de producir capital. Lo que ya parece más criticable es la explicación que ofrece de este fenómeno.De Soto forma parte de aquellos investigadores que no valoran cómo se acumuló el capital inicial en los países occidentales; parecería que el factor colonial europeo fue una contingencia que nada tuvo que ver con su desarrollo económico. También obvia que, actualmente, buena parte de la economía de los países del Tercer Mundo se establece según las necesidades de los países del Primero.¿Hasta qué punto entrar en esta discusión no sería repetir una controversia que lleva décadas produciéndose? La consideración liberal de que el problema de los países pobres es que no están desarrollados, y que lo único que deben hacer para salir de su postergación es imitar los pasos de los países ricos, ha sido sobradamente contestada desde diversos ámbitos: inicialmente, por las teorías del Subdesarrollo, y posteriormente por diversidad de otros autores y escuelas.Reseñar todas las críticas que se han planteado a este posicionamiento sería largo, y hay bibliografía que lo expone con suficiente claridad. No obstante, por su novedad, puede valer la pena replicar con un planteamiento procedente del ámbito de la ecología política: el de la «pisada ecológica». El objetivo de este planteamiento es descubrir cuál tendría que ser el territorio de un país para que su población pudiera vivir de forma sostenible y con los niveles de vida a los que está acostumbrada. Estos cálculos comprenden categorías como la cantidad de tierras agropecuarias necesarias para mantener la dieta existente o las plantaciones de bosques destinadas a la producción de madera y papel que se consume. Sorprendentemente, los resultados muestran situaciones tan desequilibradas como la de que los países europeos necesitan y «usan» espacios diez veces más grandes que sus propios territorios (Wackernagel & Rees 1995).Si De Soto asegura que el camino a seguir por los países pobres es el de los países ricos, que el proceso ha de ser el mismo, es porque no acepta que existan relaciones económicas desiguales entre ambos mundos. Pero si los países occidentales viven tan por encima de sus posibilidades ecológicas, debe ser porque extraen riqueza de algún otro lado. ¿De dónde?

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AVANCE 7 MANPE PERÙDejemos el ámbito epistemológico del que surge el libro y entremos en sus tesis.Mystery of CapitalEl autor explica que un sector urbano-marginal es propietario y tiene empresas exitosas y/o con posibilidades de crecimiento. Tras esta constatación, lo lógico sería pensar que se hubiese interesado en investigar las razones de este fenómeno. Sin embargo, De Soto lo resuelve achacándolo a la capacidad de iniciativa del emigrante y a que, en contra de lo que pudiera parecer, tiene capital, aunque de forma extralegal.Como ya hemos dicho al principio de este texto, es cierto que un sector importante de las poblaciones urbano-marginales del Tercer Mundo ha roto con las limitaciones económicas en las que podía parecer atrapado. No obstante, este sector no deja de ser minoritario. Junto con el exitoso empresario que tiene ocho o nueve trabajadores a su servicio, nos encontramos con estos ocho o nueve trabajadores, o con otros «empresarios» menos afortunados, que viven al límite de la subsistencia, con bajos ingresos e inseguridad laboral, sin acceso a ningún sistema de seguridad social, y que deben realizar largas jornadas de trabajo. Ante esta situación, la explicación de que «todos» tienen capital o de que «todos» son emprendedores no es suficiente.De Soto toma el todo por la parte: generaliza a partir de lo que sólo le sucede a una minoría. Además, desconoce que el éxito de este sector se basa en la explotación de otros, mayoritarios, y cuyas posibilidades de éxito son más limitadas.¿Por qué unos emigrantes tienen éxito y otros no? Tal vez este debería haber sido la primera cuestión a la que el autor se debería haber enfrentado. Posiblemente, entonces, habría descubierto que no todos los emigrantes emigran en las mismas condiciones, porque las sociedades rurales de origen tampoco son igualitarias. Y es que el emigrante no nace al llegar a la ciudad; por el contrario, aparece con un patrimonio de relaciones sociales y de posibilidades económicas que incide decisivamente en su porvenir, y que no son las mismas para todos.En todo caso, dejando a lado la situación de origen al emigrar, el éxito de un sector de la población emigrante, junto con el fracaso de la mayoría, sería indicador de que aquellos momentos en los que se dan procesos de cambio importantes y surgen nuevos recursos favorecen una mayor movilidad socio-económica; son contextos en los que aumentan las posibilidades de promoción o de declive (Pérez Berenguer & Gascón 1997).Centrémonos en el caso peruano: durante la década de los 80, un sector de la clase media urbana se empobreció a la par que otro, inmigrante y de origen rural, mejoraba su situación económica. Se dio un proceso de movilidad social, pero en ningún momento una disminución de los índices de pobreza.Este es otro elemento que De Soto no tiene en cuenta: los inmigrantes urbano-marginales no forman un sector aislado del resto de la sociedad. Siguiendo con el caso peruano, ¿por qué no se plantea la posible existencia de una relación entre la crisis habida durante la década de los 80 y el surgimiento de ese sector informal exitoso?Como también hemos señalado al principio de este texto, uno de los factores que permitieron el éxito de los sectores urbano-marginales fue las dificultades a las que se tuvo que enfrentar el mercado formal a causa de factores tanto nacionales (violencia, inestabilidad política, políticas económicas arriesgadas) como regionales (la crisis latinoamericana de los 80). Muchas empresas fracasaron, mucho capital peruano «emigró», y mucho capital extranjero buscó otros mercados más seguros. En este contexto, el sector informal se encontró con una amplia demanda desatendida y sin competidores.

Pero las medidas liberalizadoras que De Soto propone, en una situación de estabilidad política y con lineamientos económicos favorables a la inversión de capital extranjero, puede hacer resurgir el sector formal. ¿Sería capaz este empresario urbano-marginal, entonces, de competir? No se trata de un caso hipotético. La agricultura peruana, sin ir más lejos, ya ha sufrido en numerosas ocasiones la competencia de alimentos de importación de bajo precio ante las que no le ha sido posible rivalizar. En ningún momento De Soto se plantea esta cuestión.Y llegamos a la tesis central del libro: la institucionalización de la propiedad como mecanismo de capitalización de los sectores pobres del Tercer Mundo; la piedra filosofal.

De Soto sobrevalúa la «formalidad» de la propiedad en los países ricos. En España, por ejemplo, los precios nominales de las viviendas son muy inferiores a los que realmente tienen en el mercado, con el objetivo de reducir los impuestos. No obstante, eso no impide a las instituciones financieras hacer préstamos tomando como garantía esas viviendas y por su precio real. El problema no parecería, entonces, que fuera tanto la regularización de la propiedad como la existencia de un sistema bancario interesado en otorgar empréstitos al sector urbano-marginal. La verdad es que se hace difícil pensar que los bancos dejen de participar o incentivar un negocio factible sólo por una cuestión de legalismos. En última instancia, ellos mismos podrían haber presionado a los gobiernos para que se instituyeran los títulos de propiedad. Habría sido interesante que la investigación del autor hubiese comprendido algún tipo de entrevista o encuesta a instituciones financieras. Si lo hizo en algún momento, no se refleja en el libro.

La relación de causalidad que De Soto establece entre informalidad de la propiedad, aparición de mafias y subdesarrollo económico, tampoco cuadra con determinadas realidades de los países ricos. El caso italiano es paradigmático. En Italia, las titulaciones de la propiedad son similares a la del resto de Europa. No obstante, diversos escándalos han evidenciado que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la Mafia invadió todos los ámbitos sociales, económicos y políticos de ese país, al punto que dos de sus más carismáticos presidentes de gobierno han acabado ante los tribunales por asociación con esa organización. Y sin embargo, esto no impidió que un país asolado por la guerra acabase formando parte del grupo de estados más ricos del mundo.

Finalmente, De Soto no habla de los resultados negativos que podría conllevar la institucionalización del patrimonio. En el caso de las tierras agrícolas en el Perú, la inexistencia de un catastro y de un servicio ágil de registro de la propiedad ha impedido, por el momento, que el libre mercado de tierras decretado por la Constitución de 1993 haya prosperado. Posiblemente el autor considere esto como una traba al desarrollo, pero ¿es alocado pensar que ese libre mercado puede poner en peligro la propiedad del pequeño campesino? Mientras la propiedad siga siendo «extralegal», por seguir utilizando un término usado por De Soto, el campesino se verá salvaguardado de perderla en caso, por ejemplo, de morosidad, si la utiliza para acceder a créditos (Gonzales de Olarte 1996, Montoya 1996).Y aquí volvemos otra vez al tema de la competencia a la que antes nos hemos referido. De Soto aboga porque los empresarios informales legalicen sus propiedades como un mecanismo para acceder a créditos. Pero ¿cuál es la viabilidad de sus posibles negocios, establecidos con esos créditos, ante la posible aparición de competidores con mayores ventajas tecnológicas? En el Tercer Mundo y en una situación de libremercado, el acceso a créditos para la inversión se convierte en un juego de riesgo: mientras el sector del mercado en el que el pequeño empresario quiere invertir no esté cubierto por capital extranjero, el negocio puede marchar bien, pero en el momento en que ese sector sea «descubierto» por ese capital, las posibilidades de éxito del negocio se reducirán drásticamente. La solución sería establecer medidas económicas proteccionistas, pero curiosamente, De Soto y suInstituto Libertad y Democracia no parecen dispuestos a apoyar este tipo de políticas.El autor cree en la bondad del capitalismo y en que los problemas que conlleva son resultado de una excesiva intromisión del estado. Porque, para él, la informalidad de la propiedad no es resultado de la ausencia de las instituciones, sino todo lo contrario: si la titulación de la propiedad es tan escasa es porque los trámites burocráticos son complicados y onerosos. La excesiva presencia del estado, en forma de leyes, dificulta el libre albedrío y la ambición del pequeño empresario. El posicionamiento de De Soto, por tanto, es neoliberal.Pero no hacía falta tanta disquisición para llegar a este descubrimiento. Se podría haber adivinado sólo viendo de quiénes proceden los halagadores comentarios con el que inicia el libro y se forra su contraportada: economistas como Milton Friedman o Ronald Coase, políticos como Margaret Thatcher o periodistas como Andrés Oppenheimer.Lo que estos apologistas designan, en forma encomiosa, como «teoría asombrosamente simple» (Sarah Brealey dixit), uno no puede dejar de considerarlo un discurso simplón. Y es que cuesta creer que problemas complejos, como es la desigualdad de la riqueza a nivel mundial, puedan tener soluciones sencillas y únicas como la que pretende De Soto.* De Soto, Hernando de (2000) El misterio del capital: Por qué el capitalismo triunfa en occidente y fracasa en el resto del mundo. Lima: El Comercio. Pp.: 287. Original: The Mystery of Capital, Bantam Press & Random House, 2000. Traducción de Mirko Lauer y Jessica Mc Lauchlan.1 Entre otros, cabe destacar a Adams & Valdivia (1991), Golte (1995) y Huber (1997).Bibliografía

Adams, N. & Valdivia, N. (1991) Los otros empresarios: Ética de migrantes y formación de empresas en Lima. Lima: IEP. Golte, J. (1995) «Nuevos actores y culturas antiguas» enJ. Cotler (ed.) Perú, 1964-1994: Economía, Sociedad y Política. Lima: IEP. Pp: 135-148. Gonzales De Olarte, E. (1996) El Ajuste Estructural y los Campesinos. Lima. IEP. Huber, L. (1997) Etnicidad y Economía en el Perú. Lima: IEP. León, O. de (1996) Economía informal y desarrollo: Teorías y análisis del caso peruano. Madrid: IUDC & Los libros de la Catarata. Montoya, R. (1996) «Las comunidades peruanas y la constitución de 1993», en M. N. Chamoux & J. Contreras (ed.) La gestión comunal de recursos. Barcelona: Icaria & ICA. Pp: 337-349. Pérez Berenguer, E. & Gascón, J. (1997) «El impacto del turismo y de los proyectos de desarrollo de ONG’s en la estructura social y económica de dos comunidades andinas», Agricultura y Sociedad,nº84: 225-252. De Soto, H. de (1986) El otro sendero. Lima: El barranco. Wackernagel, M. & Rees, W. (1995) Our ecological footprint. Philadelphia: New Society Publishers.

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Hernando de Soto: La nueva clase media nació en Ayacucho

De cómo la lucha del campesinado contra Sendero Luminoso se vincula al surgimiento de los sectores capitalistas emergentes

(Foto: Juan Ponce / Archivo El Comercio)

HERNANDO DE SOTO

Un terrorista, un campesino, un microbusero, un hayista y un samurái que la olieron y no la vieron; izquierdistas tránsfugas, militares y policías, todos olvidados por la memoria oficial, balanceándose sobre una torre derrumbada, gestaron –sin proponérselo– una economía política y las nuevas clases medias del Perú. Inspirado en las abducciones de Raúl Romero, la creatividad de Rolando Arellano y la rigurosidad de Alfredo Torres. Entre 1990 y 2012, la nueva clase media peruana creció cuatro veces más rápido que la del resto de América Latina. ¿Por qué? Porque es un movimiento emancipador que hace medio siglo está en metamorfosis: De clases bajas a migrantes, y después a informales, sector del cual han emergido la nueva clase media y la minería informal. La nueva clase media intuye que hay inversión gracias a que le ganó dos guerras seguidas a Sendero. Y si el actual modelo político-económico subsiste es porque respeta las actividades económicas de los emergentes y facilita su ascenso hacia la clase media. Y esta última tiene más autoestima que sus pares del continente porque sabe que su emancipación no le fue regalada, sino que se la ganó a pulso. Recordemos cómo se gestó: 1 Adiós igualdad hacia abajo. Las clases bajas abandonan tradiciones de trabajo entre conocidos y de considerar como virtudes la igualdad hacia abajo y la pobreza compartida. Migran hacia mercados en expansión para cooperar con peruanos desconocidos, en la patria grande, donde escalar clases no es mal visto. 2 Antes que Chile y la Confiep. En los 60 los migrantes llegan y desarrollan una economía libre pero informal, 10 años antes que en Chile y sin dictador. Se rebelan contra la “permisología” y exigen moneda estable 20 años antes que Hayek y Friedman visiten Lima, 25 antes que nazca laConfiep y 30 antes de la reinserción del Perú en el sistema financiero global. 3 Mártires de la clase media naciente. En 1981 (A), los campesinos se rebelan contraSendero Luminoso (SL), que quiere colectivizar sus parcelas y prohibir los mercados. SL no reparó en que gran parte de las parcelas ya eran privadas por consenso entre los campesinos y que estos querían ser clase media. SL los castigó y entre 1981 y 1983 asesinó a unos 4.600.

4 Primera insurgencia antiexpropiación. En defensa de los valores de la clase media incipiente, en 1984 (C) unos 20 mil campesinos ayacuchanos se organizan ilegalmente en comités de defensa antisubversiva (Decas); pasan a la ofensiva y en 1986 (D) recuperan buena parte de sus valles, obligando a SL a refugiarse en las alturas. 5 Segundo martirologio. En 1986 SL retorna a los valles, mejor organizado y con gran financiamiento. Sigue asesinando campesinos, en 1990 recupera lo perdido y se expande al 60% del territorio nacional (E). 6 Lima no la ve. Solo 15% de los limeños creía que SL ganaría la guerra. A la mayoría le preocupaban más la desintegración económica y la pérdida de autoridad. Para SL, Lima era de interés “complementario”, por eso no desplegó más del 2% de su violencia sobre ella. 7 EE.UU: “Sendero puede ganar”. EE.UU. evalúa que el gobierno está por ser vencido (F). La Corporación Rand informa que el Perú está “al borde del colapso” y que “SL puede ganar”. En el Departamento de Estado se vaticina una posible matanza igual a la de Pol Pot en Camboya (casi 3 millones de muertos). 8 Campesinos sí la ven. En 1988 los campesinos ya tenían claro que la raíz de sus problemas era la ilegalidad de sus organizaciones. Ser ilegal en tiempos de guerra suponía graves problemas. No tenían una protección legal. No podían portar armas, combatían solo con lanzas,

hondas, cuchillos, y algunos con escopetas artesanales. No era posible para el Estado contar con información para distinguirlos de los terroristas. Crecía así el resentimiento contra el Estado. 9 La trampa categórica. Los campesinos tenían razón pero el Estado no podía apoyarlos abiertamente. ¿Cómo podía el Estado aliarse con ilegales? Kant hubiese definido esto como una “trampa categórica”. Ella consistió en que se colocaba en un fichero dos categorías distintas: los ilegales buenos (que recurrían a medios ilegales para desarrollar actividades legítimas) y los ilegales malos (narcos, criminales y terroristas). Para usted, amigo lector, es evidente que Sendero –no los campesinos– le declaró la guerra al Perú; que unos eran los agresores y los otros los agredidos; que unos deseaban integrarse al sistema legal y otros deseaban destruirlo; que unos eran campesinos “no leídos” –como ellos mismos se llaman– mientras que SL estaba conformado por profesores. Pero no importa que usted entienda la diferencia. En los 80 todos eran estigmatizados por igual. 10 Ajedrez para romper la trampa. Romper la trampa categórica significaba sacar a los ilegales buenos del fichero criminal y aceptar que no todos podían llegar a ser legales a la misma velocidad. Se necesitaba que las nuevas reglas de juego incluyeran a los distintos comportamientos que hasta entonces se habían castigado. El derecho de los 80 era como el juego de damas, que impone el mismo movimiento a todas las piezas en el tablero. Un juego excluyente. A diferencia de Sendero –que pedía patear el tablero–, los campesinos querían jugar pero algo como ajedrez, un juego que permite el movimiento disímil de piezas distintas. ¿Sería capaz la sociedad leída de entender que a veces, cuando el derecho pierde vigencia, los “no leídos” tienen razón? ¿Se daría cuenta de que para aislar a SL había que arrebatarle su potencial base social? 11 Uchuraccay y el alto costo de jugar damas. En 1983 (B), cuando el presidente Belaunde creó la comisión investigadora del Caso Uchuraccay para aclarar el asesinato de ocho periodistas en ese pueblo, los campesinos del Trapecio Andino batallaban contra SL, reclamando que el Perú formal les enviara al menos una señal de aliento. El Informe Uchuraccay se quedó corto. En su página 17 dice: “¿Es posible hacer aquellos distingos jurídicos, clara y precisamente establecidos por nuestra Constitución y nuestras leyes, ante hombres que viven en las condiciones de primitivismo, aislamiento y abandono de Uchuraccay? ¿Es posible, a hombres que viven en el estado anímico de esos comuneros en los días que preceden a la matanza, ilustrarlos con exactitud y discernimiento sobre las sutilezas de un sistema jurídico que, en la práctica, está a menudo contradicho por las prácticas cotidianas y tradicionales de la vida comunal?”. Esta reflexión define al derecho peruano como claro, preciso, sutil y totalmente reñido con el “primitivismo” de los campesinos. Estupendamente bien escrita, conmocionó al Perú y dio la vuelta al mundo, pero cerró aun más la trampa categórica. 12 Uchuraccay y las ventajas de jugar ajedrez. Lo que sí sabemos, porque los hemos seguido, es que luego de tres décadas los habitantes de Uchuraccay han probado que de primitivos no tienen nada. Varios han ascendido a la clase media y hoy son empresarios del comercio y del transporte en Huanta, de metalmecánica en Tambo, mayoristas de granos en Huaychao, dueños de radios en Lima, funcionarios públicos en Ayacucho, profesores en ciencias sociales aquí y allá. Esta gestación de la clase media también se dio en el resto del país: los llamados primitivos integran los sectores sociales que más han crecido en los últimos años. De hecho, mientras que la tasa de crecimiento del PBI per cápita entre 1990 y 2002 es el doble que la del resto de Latinoamérica, la tasa de crecimiento de la clase media cuadruplicó la de la región en el mismo período. La creación de la nueva clase media significa que en algún momento después de Uchuraccay los “primitivos” empezaron a romper la trampa categórica, que el Estado dejó de lado las damas, que el Perú decidió jugar ajedrez y dispuso las piezas para poner en jaque al terror. 13 Guzmán reconoce el jaque. Abimael fue el primero en percatarse de que estaba siendo derrotado por organizaciones campesinas recategorizadas. A mediados de los 90, admitió que “el problema se expresa en una inflexión… han ocupado algunos puntos y nos han desalojado”. Cada vez que entraba en algún lugar, era confrontado y rechazado por una clase media emergente que él llamó “fuerzas armadas reaccionarias por mandato”. En efecto, desde fines del 91 las Decas se habían sextuplicado, convirtiéndose en una fuerza de 120.000 hombres que, junto a los 30.000 efectivos de las FF.AA., combatió y derrotó a SL como fuerza militar y opción política. Para él, el acceso rápido de los campesinos a la propiedad formal, a la empresa y al comercio exterior era “parte del control de la población y recursos de la guerra de baja intensidad que pretende movilizar a las masas para sus planes de pacificación… O sea los hombres y armas los pone la masa, ellos no ponen nada”. Seguramente refiriéndose al punto G del gráfico. Según Guzmán, todo obedeció a un plan cuyo eje fue el Convenio Antidrogas con EE.UU. y que, a través de tratados internacionales y

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AVANCE MANPE PERÙ9 reformas internas, “… apunta contra la guerra popular y busca aniquilarla […] Ha sido concebido e implementado por Hernando de Soto agente directo del imperialismo yanqui” [“Sobre las 2 colinas: Documento de Estudio (de SL) para el balance de la III Campaña”, 1991]. La “aniquilación” que lamenta fue un programa inclusivo que se desarrolló entre 1988 y 1992, basado casi todo en lo que propusieron en consultas populares individuos y organizaciones campesinas y urbanas. Consistió en cambiar las reglas del tablero para que las sociedades informal y formal confluyeran en un mismo juego. 14 Primera movida: peones se vuelven alfiles. El primer resultado de la formalización fue la reducción en 76% del número estimado de víctimas atribuibles a las Decas: de 579 entre 1989 y 1991 a 142 entre 1992 y 1994. Para incluir a los campesinos dentro del derecho, hubo que sacar el tema del contexto policial y replantearlo como un tópico de desarrollo y de DD.HH. Y para determinar si eran interlocutores políticos válidos, se invitó a inspectores de la ONU y de otros países a visitar las zonas de conflicto y a conocer in situ a las organizaciones campesinas. Al ser reconocidos como interlocutores, fueron recategorizados y así se pudo elevar el tema a nivel de jefes de Estado y compatibilizar el estatus de nuestros campesinos con nuestros tratados. El proceso se desarrolló por etapas hasta que se cristalizó un consenso general, respetado dentro y fuera del país [ver cronología]. Como resultado de este proceso, el Estado tuvo información precisa de cuántos comités había, cuántos hombres y armas tenían, y también pudo instruirlos sobre lo que debían hacer. Este control redujo las cifras de muertes. 15 Segunda movida: Lima, el pez sin agua. Entre 1988 y 1992 se tomaron medidas para que las mayorías accedieran a la legalidad y a los servicios del Estado; y se crearon además mecanismos de participación en las decisiones de gobierno con el fin de escuchar a la población y evitar así la creación de barreras inadvertidas. Esta fue una de las razones de ser de laDefensoría del Pueblo. Dichas medidas derivaron después en unas mil normas y decisiones administrativas cuyas grandes líneas fueron consultadas con los principales líderes políticos de entonces que deseaban conversar: Bedoya, Belaunde, Barrantes. Una sola norma, la simplificación administrativa, que aprobó García para estimular denuncias contra las trabas burocráticas, posibilitó 26 reformas. Una de estas, el registro unificado que implementó el siguiente gobierno, incorporó al mercado legal, entre 1991 y 1994, a 388 mil negocios informales, que crearon 558 mil puestos de trabajo y permitieron al fisco cobrar US$7.800 millones de impuestos. El tiempo para abrir y registrar una empresa en la ciudad bajó de 278 días a uno solo, y el costo se redujo en 85%. Fue tan exitoso que el Banco Mundial lo ha convertido en su proyecto bandera, bautizándolo Doing Business.Cuando Abimael Guzmán se trasladó a Lima (H) –vencido en el camp o y dos años antes de ser capturado por brillantes policías (I)–, encontró que sus potenciales reclutas urbanos estaban siendo recategorizados, y que sus movimientos Clasista Barrial, de Obreros y Trabajadores Clasistas, y otros que creó para atizar el descontento, no podían subvertir el sistema. Al contrario: La Federación de Choferes, liderada por Hernán Chang, reconoció su vocación empresarial, anunció que iba por el otro sendero, y se acabaron los paros de transportistas. Los ambulantes aceleraron la construcción de mercados y aquellos que la PREALC-OIT categorizó como “desocupados, improductivos y sin futuro” también emprendieron el camino hacia la clase media. El Perú empezó a reconocer a sus informales como potencial clase media tras enterarse de que representaban más del 60% de las horas-hombre trabajadas, que operaban el 85% de la flota de transporte limeña, que todas sus viviendas eran privadas y tenían un valor de reposición en 1980 de US$24.700 millones, que a dólares del 2013 son US$69.800 millones (12 veces Camisea). Entendieron que la fuente de sus problemas era un derecho reparable, sobre todo cuando supieron que, según ley, Palacio de Gobierno no pertenecía al Estado sino a la comunidad de Jicamarca. El impulso por la recategorización del país fue tan poderoso que, inicialmente, la Confiep aceptó la propuesta de formar una unión formal-informal. Y Guzmán, en primera plana de su vocero “El Diario”, se quejó de que la recategorización del ILD estaba “alejando a los jóvenes de la guerra popular”. 16 El efecto Gestalt y los políticos. Los cambios se dieron durante los primeros gobiernos de García y Fujimori, ambos provenientes de canteras socialistas o progresistas. ¿Qué pasó? ¿Descubrieron de pronto a Adam Smith, se entusiasmaron con Bastiat? No fue así. Lo que ocurrió fue más simple: los informales fueron clasificados en categorías que permitieron a los políticos identificar a sus potenciales electores y sus expectativas. El resto del país tampoco se convirtió de pronto en liberal, sino que la guerra contra SL le hizo ver que el statu quo era insostenible y el comunismo aterrador. Hacía tiempo que cada uno de nosotros intuía que éramos empresarios en pequeño o en grande, en casas comerciales o en carretillas, con papel sellado o sin sellar. Pero cuando tomamos conciencia de que todos nuestros vecinos compartían esas mismas categorías, el deseo de cambio se volvió contagioso e irresistible y las reformas salieron rápido. En los años 80, la prensa, la televisión y la radio hablaban mucho de informalidad. “Caretas” sacaba un encarte cada dos semanas, El Comercio publicaba especiales

continuamente, “Ojo” hacía historietas, Alan García dedicaba al tema 3 horas cada dos sábados, y Fujimori lo abordaba con frecuencia en su programa de Canal 7. La economía abierta y la nueva clase media son frutos de esta victoria política. Sus autores son quienes dieron su vida por defenderlas, pero también los políticos que rompieron la inercia del statu quo y permitieron que se aplicaran las recetas económicas por las que lucharon peruanos ilustres como Pedro Beltrán y Rómulo Ferrero y que fueron resistidas por los presidentes del Perú por considerarlas “políticamente inviables”. Y tenían razón: ¿Por qué las mayorías, que según la OIT estaban desocupadas, iban a soportar el ‘shock’ si este beneficiaría solo a una élite empresarial? Todo cambió cuando los políticos se percataron de que las mayorías se identificaban con el cambio. Esto hizo viable la receta del ‘shock’. El 1 de julio de 1990, “Caretas” informó desde Nueva York el primer acuerdo entre el FMI y el presidente electo destacando que la parte peruana planteó “que la economía de mercado no funciona para los más pobres” y que la propuesta peruana fue hecha en nombre del “sector informal y la población marginada”. Por eso durante los primeros años de reformas, por cada medida de ajuste que daba el MEF,Palacio de Gobierno daba tres medidas a favor de los excluidos. García y Fujimori las aprobaron por su gran eficacia e instinto político, ese es el papel de los jefes de Estado y hay que reconocérselo, pero no se sorprenda que no hayan entendido a cabalidad la profundidad de las reformas. Eso no es su fuerte. De allí que Fujimori permitió el tráfico de privilegios de Montesinos, contrario a una economía inclusiva; y García no continuó las reformas por un viraje ideológico incompleto. 17 Minería informal. El proceso de construcción de la nueva clase media se ha desacelerado, como lo demuestran las recientes protestas masivas de los mineros informales. Hablamos de unos 500.000 peruanos cuyos derechos están tan mal definidos que 350.000 de ellos tienen que portar armas para sustituir la autoridad que debería ejercer la ley. Hace unos 15 años que las potenciales clases medias vinculadas a la explotación de recursos naturales reclaman las herramientas legales para triunfar en la economía formal, y el Estado, en vez de dárselas, los sienta en mesas de negociación como si fueran extranjeros en su país o desarrolla procesos en los que se describe sin proponer salidas como en Uchuraccay. Y en lugar de ofrecerles jugar en un mismo tablero donde todos están categorizados de una manera que les permite acceder al crédito, al capital, a la asociatividad, los discriminamos al fragmentarlos en categorías, todas inútiles, anárquicas y anacrónicas, que los enfrenta entre ellos y con el Estado: legales, ilegales, artesanales, pequeños, medianos, totalmente y parcialmente informales, con y sin registros y permisos, invasores de concesiones, concesionados informalmente, con y sin requisitos de explotación, que comercializan pagando o sin pagar impuestos, con contratos legales o informales, etc. A esto se suma la proliferación de propuestas legales y políticas que colisionan con el marco legal vigente: expropiación y redistribución de las concesiones y extensión de la propiedad privada para que incluya los recursos naturales del subsuelo. Todo este proceso empezó cuando las clases bajas dejaron de trabajar solo entre conocidos para cooperar con peruanos desconocidos en la patria grande. Tuvo un enorme impulso con el primer movimiento libertario peruano y campesino que derrotó a Sendero y gestó la nueva clase media. Este artículo no pretende reescribir la historia porque esta se enriquece cada día desde todos los puntos de vista, nunca termina. Solo deseo llamar a la reflexión para que no repitamos los errores del pasado: Si solo les ofrecemos un juego de damas en vez de un tablero de ajedrez a los que ahora quieren ascender a la nueva clase media, abriremos fisuras por las que podría irrumpir el pasado.

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Francisco Fèlix AzarteFrancisco Fèlix Azarte

POLÌTICA

EXTERIOR

TRES MILLONES de Peruanosen el Exterior

TRES MILLONES de Peruanosen el Exterior

Es necesario crear una economía más humana, más solidaria,

capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos.

Es necesario crear una economía más humana, más solidaria,

capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos.

Peruanos en el exterior elegirán a dos congresistas en el 2016

La Comisión de Constitución aprueba por mayoría crear otro distrito electoral a partir de las próximas elecciones generales.Fue una de las tantas promesas electorales de casi todos los partidos políticos que competían en las elecciones generales del 2011 y tres años después está a un paso de concretarse: la creación del distrito electoral exclusivamente para los peruanos que viven en distintas partes del mundo.

Fuerza Popular, Acción Popular, Solidaridad Nacional, Partido Aprista Peruano y Gana Perú presentaron en total diez iniciativas legales con este objetivo en los últimos años, pero con diversas propuestas.

Al final, el acuerdo mayoritario de la Comisión de Constitución del Parlamento –y que será discutido en el pleno– se resume así: de los 130 legisladores que componen el Congreso, dos serán elegidos directamente por los peruanos que viven en el exterior. El país tendrá así 27 distritos electorales .

Eso sí, estos dos representantes vivirán en el país durante los cinco años de mandato. Dependerá de una nueva ley fijar los requisitos de elección, dijo ayer el congresista aprista Javier Velásquez Quesquén.¿De dónde saldrán estos dos representantes? Del distrito electoral de Lima, que perderá dos de los 36 asientos que tiene.

Hasta antes de esta modificación a la Ley Orgánica de Elecciones, nuestros compatriotas que viven fuera del país iban a las urnas en las ciudades donde residen y se limitaban a elegir a sus representantes al Congreso en función de las listas parlamentarias que los partidos y los movimientos políticos presentaban en el distrito electoral de Lima.

Esta situación electoral de los peruanos que viven en el exterior establecía un régimen diferenciado entre los que están en el país y quienes están fuera.¿Qué sucedía? Una vez elegidos los congresistas por Lima, estos no tomaban en cuenta los intereses y las demandas de los millones de peruanos que viven en el extranjero, aun cuando fueron elegidos con sus votos.

¿CUÁNTOS SON Y QUÉ APORTAN?Según cifras oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, en la actualidad existen alrededor de tres millones de compatriotas en el extranjero: el 40% reside en Europa, seguido muy de cerca por Estados Unidos, donde vive el 30%.

El aporte a la economía nacional que hacen estos compatriotas que habitan en distintas partes del mundo –vía las remesas– representa cerca del 3,2% del producto bruto interno. Esto equivale a 2,9 mil millones de dólares.

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AVANCE MANPE PERÙ11

Ciro ÀlvarezCiro Àlvarez

DOCTRINA

El otro sendero, hoyPor Nelson Manrique (Sociólogo e historiador)

Los 25 años de la publicación de El otro sendero, de Hernando de Soto, son una buena ocasión para revisitar este influyente texto. El punto de partida del análisis de El otro sendero es la gran migración indígena del siglo XX. De Soto explica que en su llegada a la ciudad los migrantes tuvieron que afrontar la hostilidad de la institucionalidad existente que les impedía acceder formalmente a la vivienda, la educación, la empresa y el trabajo. Esto los convirtió en informales y su presencia provocó muchos problemas; pero ellos, dice De Soto, no son el problema, son más bien la solución, siempre y cuando se les facilite dejar de serlo a través de políticas muy simples y concretas para que puedan formalizarse: la simplificación administrativa, la descentralización y la desregulación.

Para De Soto, la informalidad es el punto de partida del desarrollo de un capitalismo popular. Cada ambulante o propietario de una combi es un príncipe encantado –o, más bien, un empresario en potencia– que debe ser sacado de su letargo por el beso de una buena legislación: “los costos innecesarios de la formalidad derivan fundamentalmente de una mala ley; y que los costos de la informalidad resultan de la falta de una buena ley”. Facilitar el acceso de estos empresarios en ciernes a la formalidad es la receta para una revolución capitalista en el Perú.

De Soto fundamenta su propuesta analizando tres áreas de la economía: la construcción de la vivienda popular, el comercio informal y el transporte público. Según él, estos casos muestran lo que pueden hacer estos capitalistas en potencia. Sin embargo, ninguno de estos casos corresponde propiamente a la producción: comercio y transporte no son actividades de producción sino de servicio, destinadas a facilitar la circulación del capital, no a crearlo. La construcción de la vivienda popular, por otra parte, es esencialmente una actividad de autoconsumo; la edificación de un inmueble destinado a satisfacer las necesidades de quien lo produce, no una mercancía producida para ser vendida en el mercado: un valor de uso, no un valor de cambio. Ninguno de estos casos tiene pues que ver con la producción capitalista de valores destinados al mercado (donde De Soto habría chocado con los conflictos sociales),

sino con la circulación (donde quienes intercambian valores equivalentes actúan en armonía). Pero De Soto actúa “como si” sus casos ilustraran la actuación de la economía informal como productora de valor. Así “demuestra” la potencialidad de los informales como empresarios.

El otro problema que De Soto no menciona es que la inmensa mayoría de los informales que él muestra como capitalistas en potencia participan en el mercado con recursos tan reducidos que sólo forzando a la mala las categorías de la ciencia económica podría llamárseles “empresarios”. La inmensa mayoría de ellos opera con un capital muy reducido, insuficiente para generar utilidades reinvertibles, que permitan incrementar la escala de su negocio y entrar en una lógica de acumulación capitalista. En general se trata de personas que inventan sus empleos y están obligados a sobreexplotarse para poder sobrevivir precariamente. Afirmar que los vendedores de emoliente están en camino de ser empresarios es pura ideología. No tienen condiciones para incorporarse a la “reproducción ampliada del capital”, lo que constituye la esencia de la acumulación capitalista. La mayoría de los informales generan “utilidades” (más propiamente una remuneración a su propio trabajo) que les permiten apenas satisfacer sus propias necesidades de consumo, y así reinician cada nuevo ciclo económico sobre la misma escala anterior; participan pues en la “reproducción simple del capital”, característica de la economía mercantil simple, no en la producción capitalista.

A 28 años de El otro sendero los trabajadores autoempleados siguen aumentando y hoy confrontan las mismas limitaciones que entonces. Pero la ideología de este muy publicitado texto sigue vendiéndose como la panacea para nuestros problemas.

Fuente: Diario La República.

EL MANPE CRECEEl factor clave que va a

determinar el futuro financiero de un país no es la economía, el factor clave

es su filosofía.

El factor clave que va a determinar el futuro

financiero de un país no es la economía, el factor clave

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Page 12: Avance Abril 2014-04

AVANCE

Colaboraròn:

Francisco Fèlix Azarte A.

Ciro Àlvarez Robles

Dovar Rojas

Sandra Lux Calixto Garcia

GRUPO

S.A

AVANCEVocero del Movimiento de Acciòn Nacionalista Peruano.MANPE

Registro de propiedad Intelectual en Tràmite.

Gentileza:

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