Artículos Adela Cortina

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Artículos ADELA COR TINA Democracia deliberativa En el mundo político hacen fortuna a veces rótulos que en el lenguaje académico tienen un cierto contenido y, sin embargo, al pasar a la vida corriente ven difuminarse sus contornos hasta no saber ya bien qué significan. Éste fue el caso del "patriotismo constitucional", del que han echado mano tanto líderes del !E como del , y est# siendo actualmente el de "democracia deliberativa". $ierto que en su larga historia la democracia se ha visto acompa%ada de calificativos como directa, indirecta, representativa, elitista, participativa, congregativa o consocional, pero el que hoy est# de actualidad, en la vida académica y en la política, es el de deliberativa. &o cual est# muy bien, sólo que cabe pregunta r si una tal forma de democracia no est# tan lejos de la que tenemos que es imposible encarnarla, incluso es hasta descabellado perseguirla como ideal. ' no porque resulte indeseable, o porque no sea una forma de democracia auténtica, incluso la m#s auténtica. !ino porque para tejer ese cesto se necesitan unos mimbres tan distintos de los que tenemos que sus pretensione s no pueden ni admitirse a tr#mite. $uriosamente, el término "deliberación" nació en la vida política antes que en la vida personal. &os ciudadanos ate nienses deliberaban en la asamblea an tes de tomar decisiones, ponderaban p(blicamente los pros y contras de las alternativas posibles en las distintas cuestiones, como e)presar# m#s tarde el verbo "deliberar", del latino "libra", es decir, balanza. *elibera quien "considera atenta y detenidamente el pro y contra de los motivos de una decisión antes de adoptarla, y la ra+ón o sinra+ón de los votos antes de emitirlos". hora bien, -sobre qué se delibera En política, seg(n la tradición aristotélica que m#s tarde prolonga el republicanismo, ante todo sobre lo justo y lo injusto. ' en esto consiste esencialmente la política, en que los ciudadanos deliberen sobre lo justo y los injusto, porque lo otro, la coacción, la violencia y la imposición no son todavía política, sino prepolítica. *e donde se sigue que con el rótulo "democracia deliberativa" nos referimos a la entra%a misma de la democracia , porque si ha de ser el demos, el pueblo, el que gobierna, tiene que hacerlo a través de la deliberación, no de la agregación de votos, menos a(n de la imposición. En efecto, el punto de partida en una sociedad libre es el desacuerdo de preferencias o de convicciones, y no hay si no tr es camino s para lleg ar a una de ci sión com(n/ la imposición, que no es un procedimiento democr #tico0 la agregación de preferencias o de intereses, que se su man en p(bli co y se si gue lo que decida la mayorí a0 o la deliberación,que pretende transformar p(blicamente las diferencias para llegar a una voluntad com(n. $omo bien dice el politólogo *avid $roc1er, el "agregacionista" est# convencido de que los ciudadanos forman sus preferencias e intereses en privado, y después en p(blico no pueden hacer sino sumarlos y optar por la voluntad de la mayoría0 mientras que el "deliberacionista" cree posible formar una voluntad com(n a través de la deliberación, no sobre todas las cuestiones, pero sí sobre algunos asuntos de justicia ineludibles.

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Artículos ADELA CORTINA

Democracia deliberativa

En el mundo político hacen fortuna a veces rótulos que en el lenguaje académico tienen un

cierto contenido y, sin embargo, al pasar a la vida corriente ven difuminarse sus contornoshasta no saber ya bien qué significan. Éste fue el caso del "patriotismo constitucional", del

que han echado mano tanto líderes del !E como del , y est# siendo actualmente el

de "democracia deliberativa". $ierto que en su larga historia la democracia se ha visto

acompa%ada de calificativos como directa, indirecta, representativa, elitista, participativa,

congregativa o consocional, pero el que hoy est# de actualidad, en la vida académica y en

la política, es el de deliberativa.

&o cual est# muy bien, sólo que cabe preguntar si una tal forma de democracia no est# tan

lejos de la que tenemos que es imposible encarnarla, incluso es hasta descabellado

perseguirla como ideal. ' no porque resulte indeseable, o porque no sea una forma dedemocracia auténtica, incluso la m#s auténtica. !ino porque para tejer ese cesto se

necesitan unos mimbres tan distintos de los que tenemos que sus pretensiones no pueden

ni admitirse a tr#mite.

$uriosamente, el término "deliberación" nació en la vida política antes que en la vida

personal. &os ciudadanos atenienses deliberaban en la asamblea antes de tomar 

decisiones, ponderaban p(blicamente los pros y contras de las alternativas posibles en las

distintas cuestiones, como e)presar# m#s tarde el verbo "deliberar", del latino "libra", es

decir, balanza. *elibera quien "considera atenta y detenidamente el pro y contra de los

motivos de una decisión antes de adoptarla, y la ra+ón o sinra+ón de los votos antes deemitirlos". hora bien, -sobre qué se delibera

En política, seg(n la tradición aristotélica que m#s tarde prolonga el republicanismo, ante

todo sobre lo justo y lo injusto. ' en esto consiste esencialmente la política, en que los

ciudadanos deliberen sobre lo justo y los injusto, porque lo otro, la coacción, la violencia y

la imposición no son todavía política, sino prepolítica. *e donde se sigue que con el rótulo

"democracia deliberativa" nos referimos a la entra%a misma de la democracia, porque si ha

de ser el demos, el pueblo, el que gobierna, tiene que hacerlo a través de la deliberación,

no de la agregación de votos, menos a(n de la imposición.

En efecto, el punto de partida en una sociedad libre es el desacuerdo de preferencias o de

convicciones, y no hay sino tres caminos para llegar a una decisión com(n/

la imposición, que no es un procedimiento democr#tico0 la agregación de preferencias o de

intereses, que se suman en p(blico y se sigue lo que decida la mayoría0 o

la deliberación,que pretende transformar p(blicamente las diferencias para llegar a una

voluntad com(n. $omo bien dice el politólogo *avid $roc1er, el "agregacionista" est#

convencido de que los ciudadanos forman sus preferencias e intereses en privado, y

después en p(blico no pueden hacer sino sumarlos y optar por la voluntad de la mayoría0

mientras que el "deliberacionista" cree posible formar una voluntad com(n a través de la

deliberación, no sobre todas las cuestiones, pero sí sobre algunos asuntos de justiciaineludibles.

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El deliberacionista entiende entonces la deliberación como una piedra filosofal capa+ de

transformar afirmaciones como "yo prefiero esto" o "me interesa aquello" en "queremos un

mundo en que tal cosa sea posible". Es el paso del "yo" al "nosotros" a través de la

formación democr#tica de la voluntad. or eso, a la hora de tomar decisiones vitales que

afectan a todos, quien defiende la democracia deliberativa valora sobre todo el momento

de las propuestas, el intercambio de argumentos y justificaciones para avalarlas, el

acuerdo entre las partes acerca de qué compromisos adquiere cada una para llevar a cabo

lo que le corresponde y actuar conjuntamente0 mientras que el defensor de la política

agregativa incide sobre todo en la decisión final, que normalmente se toma por votación.

2ablando de estos asuntos est#bamos, durante un curso en la 345 de !antander, y

recordando que hoy defienden la política deliberativa autores como 2abermas, 6utmann,

7arber o $roc1er, cuando se planteó el peque%o problema de si cambiar o no de aula.

 rgumentos había para los dos gustos y tiempo escaso, con lo cual el conserje me

preguntó/ "-or qué no votan", y acabó de un pluma+o con el discurso deliberativo.

8ecesita tiempo la deliberación, de eso no hay duda, y el tiempo suele ser un recurso

escaso. ero en la vida política necesitaría muchas cosas m#s/ un Parlamento y

un Senado convertidos en c#maras deliberativas, donde el intercambio de propuestas

argumentadas en temas nucleares pudiera llevar a cambiar las posiciones iniciales y llegar 

a una voluntad com(n0 partidos acostumbrados a la deliberación interna, y dispuestos en

la e)terna a no ser "electoreros", a no tomar un punto de vista en cada asunto 9el que sea

con tal de que difiera del contrario9 y defenderlo a toda costa para conseguir votos,

generando en cada tema esa "construcción partidista de la realidad", del "conmigo o contra

mí", que destro+a la vida p(blica. ' necesita también la política

deliberativa ciudadanos capaces de participar en las discusiones, con las mismas

oportunidades de hacerlo, con los conocimientos suficientes como para tomar posiciones

bien informadas, y dispuestos a asumir la tarea que les corresponda en la decisión com(n.

 mén de una opinión pública que les sirva de foro de debate, cuando la nuestra es la "era

de la imagen" que acaba reduciendo el n(mero de interlocutores a quienes tienen ya una

imagen hecha.

ero ni hay tiempo suficiente para todo esto 9se dir#9, ni las $#maras est#n pensadas para

el debate, sino para la votación en bloques sin fisuras, ni los partidos van a cambiar sus

estrategias internas y e)ternas, ni los ciudadanos pueden acceder en pie de igualdad a la

opinión p(blica, ni est#n dispuestos a asumir la parte queles correspondería en los

acuerdos. or eso los deliberacionistas siguen citando los mismos e)perimentos :orto

 legre, en 7rasil0 ;illa del <osario, en er(, y alg(n otro=, todos en países en desarrollo y

en lugares con dimensiones manejables, pero no hay modelo deliberacionista para

Estados nacionales, ni siquiera para comunidades autónomas. ->ué quieren decir 

entonces quienes siguen proponiendo en la vida política una democracia deliberativa mi

 juicio, pueden querer decir dos cosas al menos, bastante diferentes entre sí.

or una parte, pueden querer decir que, a la hora de tomar decisiones, conviene aumentar 

las negociaciones con los sectores m#s afectados, y potenciar debates sobre diversos

temas en la esfera p(blica0 pero sin modificar el funcionamiento de las $#maras, ni

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tampoco las estrategias de los partidos o la incidencia de los ciudadanos en la vida

política. $on lo cual se da por bueno que la política agregativa es insuperable, que los

di#logos pueden ser a lo sumo negociaciones de intereses en conflicto y no un medio de

transformar preferencias privadas en metas comunes. *e donde se sigue que puede haber 

a lo sumo "poliarquía", como decía <obert *ahl, pero no democracia, y que el

republicanismo es una palabra vacía.

ero es posible también seguir creyendo en que los ciudadanos pueden hacer algo m#s

que sumar intereses y atenerse a la mayoría, que son capaces de convertirse en

un pueblo con aspiraciones compartidas y propósitos comunes en cuestiones de justicia. '

para convencerse de ello es preciso ir a las bases, cuando hay en ellas experiencia de

deliberación: a los comités y comisiones de ética en las distintas esferas de la vida social,

cuando tratan de encontrar con argumentos lo mejor para sus beneficiarios0 a los

hospitales y centros de salud, a las universidades y centros escolares, a la acción de los

 jueces, a los comités de las empresas, a las comisiones de medios de comunicación, a los

ayuntamientos, a las asociaciones profesionales0 a todos estos lugares cuando se toman

en serio las metas por las que e)isten, y no las traicionan content#ndose con la

negociación y la suma de intereses.

otenciar la deliberación en todos ellos permite hacerla creíble y mostrar con hechos que

ése debería ser el procedimiento habitual en la vida cotidiana para decidir con justicia en

cuestiones vitales que afectan a todos. >ue debería convertirse en costumbre el di#logo

de quienes est#n dispuestos a argumentar y también a dejarse convencer con

argumentos, y lo otro, el recuento de votos sin auténtico di#logo, debería ser lo

e)cepcional, no digamos ya la imposición. 3na convicción semejante tendría que alcan+ar 

poco a poco a las $#maras y los partidos, si el rótulo "democracia deliberativa" quiere

significar algo operativo en la vida política.

 Educar en una ciudadanía justa!eg(n el borrador de la &E, la materia Educación para la $iudadanía se va a poner en

marcha bajo diversos rótulos a lo largo de distintos cursos de primaria y secundaria y,

como era de esperar, con ello se ha avivado un debate hace tiempo abierto.

Entienden algunos sectores que la educación para la ciudadanía no debería articularse enasignaturas evaluables, sino recorrer las dem#s de forma transversal. ero la e)periencia

ha ense%ado que lo que es de todos no es de nadie, y las presuntas transversales, m#s

que impregnar las dem#s asignaturas, se cuelan como el agua por la malla de la red

escolar y desaparecen, en realidad, del mapa académico. $uando un problema parece

insoluble, la manera, no de resolverlo sino de disolverlo, es enviarlo a una comisión para

que lo trate, o desterrarlo a una transversal.

?emen otros sectores, por su parte, que la nueva materia se convierta en un instrumento

de indoctrinación. ' para evitar que así sea conviene, a mi juicio, hacer al menos tres

cosas/ asumir la diferencia entre indoctrinar y educar, formar en una ciudadanía justa y notransmitir nada sin dar ra+ón, y buena ra+ón.

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or lo que se me alcan+a, intenta indoctrinar quien se propone transmitir unos contenidos

morales con el objetivo de que el destinatario los asuma y ya no desee estar abierto a

otros contenidos posibles0 quien se esfuer+a por evitar que su interlocutor siga pensando y

se abra a otros hori+ontes. Es la forma de ense%ar propia de una moral cerrada.

Educa, por el contrario, quien se afana por conseguir que el ni%o piense por sí mismo alhilo de su desarrollo, que se abra a contenidos nuevos y tenga criterio para elegir. Es la

forma de ense%ar propia de una moral abierta, consciente de que las personas han de

hacer su vida junto con otras desde su autonomía. ero entonces surge la pregunta/ -es

que no hay que educar en valores, no hay que ofrecer criterios porque eso es indoctrinar

<esulta curioso comprobar cómo nadie se hace esa pregunta en relación con la lengua,

las matem#ticas, las ciencias naturales. -$ómo no vamos a transmitir a los jóvenes lo que

hemos aprendido para que hagan con ello lo que bien les pare+ca en el futuro -$ómo no

van a dejar los padres a sus hijos lo mejor que creen tener, para que ellos después hagan

su vida libremente

2a costado mucho aprender que la libertad es superior a la esclavitud, la igualdad a la

desigualdad, la solidaridad a la e)clusión, el respeto activo al desprecio, la responsabilidad

por lo vulnerable al abandono. 2a costado mucho aprenderlo y, sobre todo, son éstos

valores en los que resulta imposible indoctrinar, si se ofrecen bien, porque por su misma

naturale+a educan para forjarse un universo abierto. $on criterios, con ra+ones sentidas,

con buen gusto. Éstos serían valores que pertenecen al universo de la justicia, que es el

quicio de la ética ciudadana.

!uele distinguirse en filosofía pr#ctica entre la justicia y la felicidad, entre los principios yvalores que forman el bagaje del ciudadano justo y las apuestas personales de vida feli+,

que por supuesto pueden comunicarse a aquellos a quienes se quiere y merecen

confian+a, pero pertenecen al mundo de la opción personal, que no privada. Estado y

sociedad civil deben complementarse en la tarea de educar en lo justo y en lo bueno,

cuidando con esmero de promover lo que se ha llamado una "ciudadanía compleja", que

no prescinde de las diferencias de proyectos de vida feli+, sino que los integra siempre que

mere+can un reconocimiento legítimo.

!in duda es imposible introducir un bisturí y separar en cada uno de nosotros la persona

del ciudadano, las e)igencias de justicia y los ideales de vida buena. ero también es

verdad que una ética ciudadana debería pertrecharnos de aquellos valores y principios sin

los que no podemos considerarnos justos. 2abida cuenta de que a comien+os del siglo

@@4 algunos de esos valores y principios ya son p(blicamente reconocidos, y por eso

deberían formar los contenidos de una educación en la ciudadanía, de una ética cívica.

 hora bien, para alcan+ar una meta semejante no basta con memori+ar leyes,

constituciones, estatutos, declaraciones, ni siquiera con ponerse el cinturón de seguridad y

distribuir cívicamente en los contenedores el cristal, el papel, el resto. 8o basta con fumar 

sólo en las calles o asistir a cursillos de seguridad vial. 2ay que saber priori+ar, y eso se

aprende yendo, no sólo al qué, sino sobre todo al porqué.

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!eg(n informes del 7anco 5undial y del rograma de las 8aciones 3nidas para el

*esarrollo :83*=, apro)imadamente un cuarto de los seres humanos subsiste bajo la

línea de la pobre+a internacional, una tercera parte de las muertes que se produce al a%o

:unos AB millones de personas= est# relacionada con la pobre+a, CD millones de personas

no est#n adecuadamente nutridas, m#s de BB millones no tienen asistencia sanitaria

b#sica, el acceso al agua potable ni siquiera ha sido reconocido como un derecho humano,

las desigualdades de calidad de vida entre las distintas regiones de la tierra han

aumentado, la necesidad de inmigrar deja en nuestras playas cad#veres con nombre y

apellido, crece el desempleo y el trabajo se precari+a. -8o debería tener un ciudadano

 justo la sensibilidad suficiente como para percatarse de que hacer frente a estos

problemas es una rotunda prioridad

&a idea de ciudadanía siempre ha presentado, entre otros, el problema de generarse

desde la dialéctica de inclusión y e)clusión. !e incluyen en la comunidad política los

miembros de la propia nación, de la realidad nacional, de la nacionalidad, de la unión

transnacional, o de la entidad política que sea, y queda fuera el resto. ero si la justiciatiene un sentido, y pocos valores tienen m#s sentido que ella, el hori+onte del ciudadano

no puede ser sino cosmopolita. ' entonces lo importante y lo urgente, lo prioritario, es

acabar con el hambre, la sed, la enfermedad superable, la muerte evitable y la miseria. *e

cualquier persona, aunque no sea conciudadana. En cuidar de las personas con esmero,

en su valor interno, est# el porqué del que surgir#n el qué y el cómo/ las leyes, las

declaraciones y todo lo dem#s.

curre, sin embargo, que estas cosas no se aprenden sólo en la escuela, que la

educación formal de los medios escolares queda muy corta si no viene arropada por la

informal de la vida familiar, de la vida política y los medios de comunicación. ' si en losmedios de comunicación y en la política las prioridades son siempre otras, día a día,

semana a semana, mes a mes, a%o a a%o, los m#s esfor+ados maestros del mundo ser#n

impotentes para educar en una ciudadanía justa.

Educar para una ciudadanía activa

"9$omo sigas sin venir a clase, llamo a tu padre.

9rofe, si lo encuentra, me avisa".

Es un sucedido. 5e lo contaron unos colegas de filosofía, profesores de Ense%an+a 5ediaen alma de 5allorca, como podía haber sido en cualquier otro lugar de Espa%a. Forma

parte de nuestra vida corriente.

 nte sucesos como éste suenan las alarmas y se reclama alg(n tipo de educación para la

convivencia, de forma que los chicos no se acosen unos a otros, no se lesionen ni lesionen

a los profesores. ' ése es desde luego un mínimo e)igible/ convivir sin da%arse. -ero es

sólo esto lo que ha de pretender la educación en la Escuela, incluida la célebre "Educación

para la $iudadanía"/ que podamos convivir sin matarnos - habría que ir m#s all# y

empoderar a las gentes para que sean protagonistas de sus vidas, en solidaridad con los

conciudadanos que igualmente han ser los autores de sus biografías

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En los (ltimos tiempos los proyectos educativos de la 3nión Europea pretenden impulsar 

una ciudadanía activa, cosa de la que se venía hablando desde que entró en crisis el

Estado del 7ienestar. El Estado benefactor, a pesar de sus grandes méritos, había

generado unaciudadanía pasiva, en9tendida como un "derecho a reclamar derechos", y era

preciso pasar a la ciudadanía activa de quienes est#n dispuestos a reclamar sus derechos

y a ejercerlos, a pechar con sus responsabilidades y a construir, participando en ella, la

vida com(n. Edificar un stado de !usticia, si no del 7ienestar, o mejor, unaSociedad 

 usta, es cosa de todos.

 l fin y al cabo, aquí viene a recalar una preocupación que surgió en nuestro país desde

que la $onstitución de ADCB consagrara la libertad religiosa y, por tanto, también el

pluralismo moral. !e planteaba entonces si una sociedad pluralista puede educar en los

valores de una ética cívica, de una ética de los ciudadanos, compartida por las distintas

éticas de m#)imos, y la respuesta viene siendo desde entonces afirmativa0 sólo el método

para detectar esos valores ha ido variando. !i en principio se recurrió a la clarificación de

valores, al "saco de valores" o al procedimentalismo, no tardó en llegar un nuevo recurso/la idea de ciudadanía democr#tica entra%a unos valores éticos que es preciso ir 

desgranando de forma que sirva como un nuevo hilo conductor para averiguar de cu#les

se trata.

*e hecho, la asignatura de Ética que figura en GH de la Ense%an+a !ecundaria bligatoria

incluye ya los proyectos morales propios de una sociedad pluralista :"derechos humanos",

"voluntariado" o "feminismo"=, los políticos :"democracia"=, y la refle)ión que se hace desde

las m#s acreditadas teorías éticas sobre las propuestas de felicidad, las e)igencias de

 justicia, el sentido de un di#logo en condiciones de humanidad, justamente desde la

perspectiva de lo que se puede esperar de una ciudadanía democr#tica. ' es de desear que la estructura de la nueva materia no difiera mucho, que tenga esa doble dimensión de

los proyectos morales en la vida cotidiana y la refle)ión ética que le da sentido.

orque importa conocer los derechos que ya nos reconocen la $onstitución y las distintas

declaraciones, pero para forjar una ciudadanía crítica, autora de su vida en solidaridad, no

basta con conocer el "#u$", sino que es necesario re%lexionar tambi$n sobre el 

"por#u$", del que han ido ocup#ndose distintas teorías éticas. Es necesario apropiarse de

convicciones racionales, dispuestas a dejarse criticar y a ejercer a su ve+ la crítica.

8o se aprende a ser ciudadano activo sólo leyendo prospectos, por muy valiosos quesean, ni siquiera conociendo cómo llegaron a elaborarse los productos que figuran en

ellos. 8i es de recibo educar emociones y sentimientos sin aducir con lu+ y taquígrafos las

ra+ones por las que se considera que ciertos valores y conductas son superiores a otros.

Educar en la autonomía, en la ciudadanía activa, supone pertrechar a los alumnos también

de ra+ones y ayudarles a ponderar cu#les son m#s poderosas, de forma que puedan ir 

decidiendo por su cuenta.

Evidentemente, ésta es una tarea para la sociedad en su conjunto. ara padres y

maestros, que no pueden sino compincharse en este juego de la educación, que es de

suma positiva/ no como el f(tbol, donde lo que unos ganan lo pierden otros, sino que ac#

ganan todos o todos pierden. ero también políticos y medios de comunicación tienen su

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cuota en esto de forjar una ciudadanía activa, y para lograrlo podrían acabar, entre otras

cosas, con la partidización de la vida pública.

*ecía 4gnacio !otelo con todo acierto que la vida política se ha partidi+ado y eso no es

bueno. ero todavía es peor, creo yo, que no se haya partidi+ado sólo la vida política, la

que tiene relación con la organi+ación del Estado, sino también la vida p(blica en suconjunto, incluidas las cuestiones morales.

$omo sobre ellas ser# necesario legislar, los partidos defienden una posición y hacen de

ella una opción partidista, la toman como lapropuesta del partido0 aunque es obvio que

habr# desacuerdos entre sus miembros. &as cuestiones, entonces, no se politi+an, sino

que se"partidizan": cualquier postura que un ciudadano defienda ya viene monopoli+ada

por un partido y se acusa al ciudadano de utili+ar el discurso del partido en cuestión. $omo

si las gentes no pudieran pensar por su cuenta, o como si lo deseable en una sociedad

madura no fuera justamente que piensen por cuenta propia y no sigan los "argumentarios"

oficiales, tampoco los de los partidos políticos.

Es letal para una sociedad que los desacuerdos morales se resuelvan en enfrentamientos

partidistas, que cada partido capitalice una posición moral y la convierta en parte de su

acervo. orque partidi+ar la vida moral supone convertirla en un arsenal de votos que se

disputan quienes desean conquistar el poder y mantenerlo, y eso es desembocar, entre

otras cosas, en una ciudadanía inevitablemente pasiva.

Ética en la escuela

*icen algunos e)pertos en estos temas que las gentes formulamos juicios morales por 

intuición, que no tenemos ra+ones y argumentos para defenderlos, sino que tomamosposiciones en un sentido u otro movidos por nuestras emociones. ?ratan de comprobarlo,

por ejemplo, con lo que llaman Imales sin da%oJ, como es el caso de una persona que

promete a su madre moribunda llevarle flores al cementerio si muere y, una ve+ muerta, no

cumple su promesa. -2a obrado moralmente mal &a madre no sufre ning(n da%o y, sin

embargo, la mayoría de la gente est# convencida de que est# mal obrar así, pero no saben

por qué. ' esta es la conclusión que sacan los e)pertos en cuestión/ las gentes asumimos

unas posiciones morales u otras sin saber por qué lo hacemos, nos faltan ra+ones para

apoyarlas. $uando lo bien cierto es que en nuestras tradiciones éticas podemos espigar 

ra+ones m#s que suficientes para optar por unas u otras, aunque se trate de cuestiones

nuevas. $onocer esas tradiciones y aprender a discernir entre ellas es, pues, de primeranecesidad para asumir actitudes morales responsablemente, para poder dialogar con otros

sobre problemas éticos y para innovar.

Esto no se consigue en un día, por arte de birlibirloque, sino que requiere estudio,

refle)ión, di#logo abierto. Ese era el propósito de una asignatura, presente en el currículum

de GH de la Ense%an+a !ecundaria bligatoria desde hace casi un par de décadas. !e

llamó primero &tica. 'a vida moral y la re%lexión $tica, ahora lleva el nombre de ducación

$tico(cívica, y en su honor hay que decir que ha permanecido en su lugar a través de los

cambios políticos. !ólo antes de que naciera se planteó el problema de si la ética era una

alternativa a la religión, o si m#s bien era com(n a todos los alumnos, mientras que lareligión quedaba como optativa. fortunadamente, esta segunda fue la solución, y desde

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entonces ning(n grupo social y ning(n partido político han puesto en cuestión su presencia

en la escuela.

Es lamentable, pues, que desapare+ca en el )nteproyecto de ley org*nica para la meora

de la calidad educativa, cuando la calidad debería consistir sobre todo en formar personas

y ciudadanos capaces de asumir personalmente sus vidas desde los valores morales quetengan ra+ones para preferir, no solo en que los alumnos adquieran competencias y

conocimientos para posicionarse en el mundo económico. !i se trata de Ilograr 

resultadosJ, como dice a menudo el anteproyecto, ayudar a formar una ciudadanía

responsable es un resultado óptimo y adem#s es el (nico modo de contar con buenos

profesionales.

3n buen profesional no es el simple técnico, el que domina técnicas sin cuento, sino el

que, domin#ndolas, sabe ponerlas al servicio de las metas y los valores de su profesión,

un asunto que hay que tratar desde la refle)ión y el compromiso éticos. Kustamente la

crisis ha sacado a la lu+, entre otras cosas, la falta de profesionalidad en una ingentecantidad de decisiones, el e)ceso de profesionales que utili+aron técnicas como las

financieras en contra de las metas de la profesión, en contra de los clientes que habían

confiado en ellos.

En un sentido semejante se pronuncia el economista Keffrey !achs al afirmar al comien+o

de su (ltimo libro, l precio de la civilización, que Ibajo la crisis económica americana

subyace una crisis moral/ la élite económica cada ve+ tiene menos espíritu cívicoJ. ' lleva

ra+ón, nos est# fallando la ética, esa dimensión humana que no solo es indispensable por 

su valor interno, sino también porque ayuda a que funcionen mejor la economía, la política

y el conjunto de la vida social. 2ace falta, pues, en la educación una asignatura que seocupe específicamente de refle)ionar sobre los problemas morales, conocer las

propuestas que nuestras tradiciones éticas han aventurado, y argumentar y ra+onar sobre

ellas para acostumbrarse a adoptar puntos de vista responsablemente.

$laro que una modesta asignatura no basta, que no es la píldora de 7enito que resuelve

todos los problemas, pero una sociedad demuestra que una materia le parece

indispensable para formar buenos ciudadanos y buenos profesionales cuando le asigna un

puesto claro en el currículum educativo, no cuando la diluye en una supuesta

ItransversalidadJ, que es sinónimo de desaparición. ' m#s si ese puesto es el que ahora

tiene, GH de la E!, un momento crucial en el proceso educativo.

3na sociedad no puede renunciar a transmitir en la escuela su legado ético con toda

claridad para que cada quien elija ra+onablemente su perspectiva, porque es desde ella

desde la que podemos ju+gar con ra+ones sobre la legitimidad de los desahucios en

determinadas ocasiones, sobre la obligación perentoria de cumplir los objetivos de

desarrollo del milenio, sobre la injusticia de que las consecuencias de las crisis las paguen

los que no tuvieron parte en que se produjeran, sobre la urgencia de generar acuerdos en

nuestro país para evitar una cat#strofe, sobre la indecencia de dejar en la cuneta a los

dependientes y vulnerables. Es desde esa dimensión de todo ser humano llamada vida

moral desde la que se decide todo lo dem#s, una dimensión que es personal e

intransferible, pero tiene que ser también ra+onable.

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