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El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha Miguel de Cervantes Tomo II

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Don Quijote de la Mancha se hace latente al observar que es una de las obras más reeditadas y traducidas del mundo, convirtiéndose no sólo en una obra cumbre de la literatura española, sino en una obra importantísima dentro de la literatura universal.

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    MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA DON QUIJOTE DE LA MANCHA (II)

    Pehun Editores, 2001

    El Ingenioso Hidalgodon Quijote de la ManchaMiguel de CervantesTomo II

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    MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA DON QUIJOTE DE LA MANCHA (II)

    Pehun Editores, 2001

    TASA

    Yo, Hernando de Vallejo, escribano de Cmara del Rey nuestro seor,de los que residen en su Consejo, doy fe que, habindose visto por losseores dl un libro que compuso Miguel de Cervantes Saavedra, inti-tulado Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, que con licencia deSu Majestad fue impreso, le tasaron a cuatro maraveds cada pliego enpapel, el cual tiene setenta y tres pliegos, que al dicho respeto suma ymonta docientos y noventa y dos maraveds, y mandaron que esta tasase pon[g]a al principio de cada volumen del dicho libro, para que sesepa y entienda lo que por l se ha de pedir y llevar, sin que se exceda enello en manera alguna, como consta y parece por el auto y decretoorig[i]nal sobre ello dado, y que queda en mi poder, a que me refiero;y de mandamiento de los dichos seores del Consejo y de pedimientode la parte del dicho Miguel de Cervantes, di esta fee en Madrid, aveinte y uno das del mes de otubre del mil y seiscientos y quince aos.

    Hernando de Vallejo.

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    FEE DE ERRATAS

    Vi este libro intitulado Segunda parte de don Quijote de la Mancha,compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, y no hay en l cosadigna de notar que no corresponda a su original. Dada en Madrid, aveinte y uno de otubre, mil y seiscientos y quince.

    El licenciado Francisco Murcia de la Llana.

    APROBACIN

    Por comisin y mandado de los seores del Consejo, he hecho ver ellibro contenido en este memorial: no contiene cosa contra la fe ni bue-nas costumbres, antes es libro de mucho entretenimiento lcito, mezcla-do de mucha filosofa moral; pudesele dar licencia para imprimirle.En Madrid, a cinco de noviembre de mil seiscientos y quince.

    Doctor Gutierre de Cetina.

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    MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA DON QUIJOTE DE LA MANCHA (II)

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    APROBACIN

    Por comisin y mandado de los seores del Consejo, he visto la Segun-da parte de don Quijote de la Mancha, por Miguel de CervantesSaavedra: no contiene cosa contra nuestra santa fe catlica, ni buenascostumbres, antes, muchas de honesta recreacin y apacible divertimiento,que los antiguos juzgaron convenientes a sus repblicas, pues aun [en] lasevera de los lacedemonios levantaron estatua a la risa, y los de Tesaliala dedicaron fiestas, como lo dice Pausanias, referido de Bosio, libro IIDe signis Ecclesiae, cap. 10, alentando nimos marchitos y espritus me-lanclicos, de que se acord Tulio en el primero De legibus, y el poetadiciendo: Interpone tuis interdum gaudia curis, lo cual hace el autor mezclan-do las veras a las burlas, lo dulce a lo provechoso y lo moral a lo faceto,disimulando en el cebo del donaire el anzuelo de la reprehensin, ycumpliendo con el acertado asunto en que pretende la expulsin de loslibros de caballeras, pues con su buena diligencia maosamentealimpiando de su contagiosa dolencia a estos reinos, es obra muy dignade su grande ingenio, honra y lustre de nuestra nacin, admiracin yinvidia de las estraas. ste es mi parecer, salvo etc. En Madrid, a 17 demarzo de 1615.

    El maestro Josef de Valdivielso.

    APROBACIN

    Por comisin del seor doctor Gutierre de Cetina, vicario general destavilla de Madrid, corte de Su Majestad, he visto este libro de la Segundaparte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, por Miguel deCervantes Saavedra, y no hallo en l cosa indigna de un cristiano celo, nique disuene de la decencia debida a buen ejemplo, ni virtudes morales;antes, mucha erudicin y aprovechamiento, as en la continencia de subien seguido asunto para extirpar los vanos y mentirosos libros decaballeras, cuyo contagio haba cundido ms de lo que fuera justo,como en la lisura del lenguaje castellano, no adulterado con enfadosa yestudiada afectacin, vicio con razn aborrecido de hombres cuerdos;y en la correcin de vicios que generalmente toca, ocasionado de susagudos discursos, guarda con tanta cordura las leyes de reprehensincristiana, que aquel que fuere tocado de la enfermedad que pretendecurar, en lo dulce y sabroso de sus medicinas gustosamente habr bebi-do, cuando menos lo imagine, sin empacho ni asco alguno, lo prove-choso de la detestacin de su vicio, con que se hallar, que es lo msdifcil de conseguirse, gustoso y reprehendido. Ha habido muchos que,por no haber sabido templar ni mezclar a propsito lo til con lodulce, han dado con todo su molesto trabajo en tierra, pues no pudien-do imitar a Digenes en lo filsofo y docto, atrevida, por no decirlicenciosa y desalumbradamente, le pretenden imitar en lo cnico, entre-

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    MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA DON QUIJOTE DE LA MANCHA (II)

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    gndose a maldicientes, inventando casos que no pasaron, para hacercapaz al vicio que tocan de su spera reprehensin, y por ventura des-cubren caminos para seguirle, hasta entonces ignorados, con que vie-nen a quedar, si no reprehensores, a lo menos maestros dl. Hcenseodiosos a los bien entendidos, con el pueblo pierden el crdito, si algu-no tuvieron, para admitir sus escritos y los vicios que arrojada e impru-dentemente quisieren corregir en muy peor estado que antes, que notodas las postemas a un mismo tiempo estn dispuestas para admitirlas recetas o cauterios; antes, algunos mucho mejor reciben las blandasy suaves medicinas, con cuya aplicacin, el atentado y docto mdicoconsigue el fin de resolverlas, trmino que muchas veces es mejor queno el que se alcanza con el rigor del hierro. Bien diferente han sentidode los escritos de Miguel [de] Cervantes, as nuestra nacin como lasestraas, pues como a milagro desean ver el autor de libros que congeneral aplauso, as por su decoro y decencia como por la suavidad yblandura de sus discursos, han recebido Espaa, Francia, Italia, Alema-nia y Flandes. Certifico con verdad que en veinte y cinco de febrerodeste ao de seiscientos y quince, habiendo ido el ilustrsimo seor donBernardo de Sandoval y Rojas, cardenal arzobispo de Toledo, mi se-or, a pagar la visita que a Su Ilustrsima hizo el embajador de Francia,que vino a tratar cosas tocantes a los casamientos de sus prncipes y losde Espaa, muchos caballeros franceses, de los que vinieron acompa-ando al embajador, tan corteses como entendidos y amigos de bue-nas letras, se llegaron a m y a otros capellanes del cardenal mi seor,deseosos de saber qu libros de ingenio andaban ms validos; y, tocan-do acaso en ste que yo estaba censurando, apenas oyeron el nombrede Miguel de Cervantes, cuando se comenzaron a hacer lenguas, enca-reciendo la estimacin en que, as en Francia como en los reinos susconfinantes, se tenan sus obras: la Galatea, que alguno dellos tiene caside memoria la primera parte dsta, y las Novelas. Fueron tantos susencare[ci]mientos, que me ofrec llevarles que viesen el autor dellas, queestimaron con mil demostraciones de vivos deseos. Preguntronmemuy por menor su edad, su profesin, calidad y cantidad. Hallmeobligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que unorespondi estas formales palabras: Pues, a tal hombre no le tieneEspaa muy rico y sustentado del erario pblico? Acudi otro de

    aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza, y dijo:Si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tengaabundancia, para que con sus obras, siendo l pobre, haga rico a todoel mundo. Bien creo que est, para censura, un poco larga; alguno dirque toca los lmites de lisonjero elogio; mas la verdad de lo que cortamentedigo deshace en el crtico la sospecha y en m el cuidado; adems que elda de hoy no se lisonjea a quien no tiene con qu cebar el pico deladulador, que, aunque afectuosa y falsamente dice de burlas, pretendeser remunerado de veras. En Madrid, a veinte y siete de febrero de mily seiscientos y quince.

    El licenciado Mrquez Torres.

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    PRIVILEGIO

    Por cuanto por parte de vos, Miguel de Cervantes Saavedra, nos fuefecha relacin que habades compuesto la Segunda parte de don Qui-jote de la Mancha, de la cual hacades presentacin, y, por ser libro dehistoria agradable y honesta, y haberos costado mucho trabajo y estu-dio, nos suplicastes os mandsemos dar licencia para le poder imprimiry privilegio por veinte aos, o como la nuestra merced fuese; lo cualvisto por los del nuestro Consejo, por cuanto en el dicho libro se hizola diligencia que la premtica por nos sobre ello fecha dispone, fueacordado que debamos mandar dar esta nuestra cdula en la dicharazn, y nos tuvmoslo por bien. Por la cual vos damos licencia y facul-tad para que, por tiempo y espacio de diez aos, cumplidos primerossiguientes, que corran y se cuenten desde el da de la fecha de estanuestra cdula en adelante, vos, o la persona que para ello vuestro po-der hobiere, y no otra alguna, podis imprimir y vender el dicho libroque desuso se hace mencin; y por la presente damos licencia y facultada cualquier impresor de nuestros reinos que nombrredes para quedurante el dicho tiempo le pueda imprimir por el original que en elnuestro Consejo se vio, que va rubricado y firmado al fin de Hernandode Vallejo, nuestro escribano de Cmara, y uno de los que en l residen,con que antes y primero que se venda lo traigis ante ellos, juntamente

    con el dicho original, para que se vea si la dicha impresin est confor-me a l, o traigis fe en pblica forma cmo, por corretor por nosnombrado, se vio y corrigi la dicha impresin por el dicho original, yms al dicho impresor que ans imprimiere el dicho libro no imprimael principio y primer pliego dl, ni entregue ms de un solo libro con eloriginal al autor y persona a cuya costa lo imprimiere, ni a otra alguna,para efecto de la dicha correcin y tasa, hasta que antes y primero eldicho libro est corregido y tasado por los del nuestro Consejo, y es-tando hecho, y no de otra manera, pueda imprimir el dicho principio yprimer pliego, en el cual imediatamente ponga esta nuestra licencia y laaprobacin, tasa y erratas, ni lo podis vender ni vendis vos ni otrapersona alguna, hasta que est el dicho libro en la forma susodicha, sopena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premtica yleyes de nuestros reinos que sobre ello disponen; y ms, que durante eldicho tiempo persona alguna sin vuestra licencia no le pueda imprimirni vender, so pena que el que lo imprimiere y vendiere haya perdido ypierda cualesquiera libros, moldes y aparejos que dl tuviere, y msincurra en pena de cincuenta mil maraveds por cada vez que lo contra-rio hiciere, de la cual dicha pena sea la tercia parte para nuestra Cmara,y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia partepar el que lo denunciare; y ms a los del nuestro Consejo, presidentes,oidores de las nuestras Audiencias, alcaldes, alguaciles de la nuestra Casay Corte y Chancilleras, y a otras cualesquiera justicias de todas las ciu-dades, villas y lugares de los nuestros reinos y seoros, y a cada uno ensu juridicin, ans a los que agora son como a los que sern de aquadelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra cdula y merced, queans vos hacemos, y contra ella no vayan ni pasen en manera alguna, sopena de la nuestra merced y de diez mil maraveds para la nuestraCmara.

    Dada en Madrid, a treinta das del mes de marzo de mil y seiscien-tos y quince aos.

    Yo, El Rey.Por mandado del Rey nuestro seor:

    Pedro de Contreras.

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    PRLOGO AL LECTOR

    Vlame Dios, y con cunta gana debes de estar esperando ahora, lec-tor ilustre, o quier plebeyo, este prlogo, creyendo hallar en l vengan-zas, rias y vituperios del autor del segundo Don Quijote; digo deaquel que dicen que se engendr en Tordesillas y naci en Tarragona!Pues en verdad que no te he dar este contento; que, puesto que losagravios despiertan la clera en los ms humildes pechos, en el mo hade padecer excepcin esta regla. Quisieras t que lo diera del asno, delmentecato y del atrevido, pero no me pasa por el pensamiento: cast-guele su pecado, con su pan se lo coma y all se lo haya. Lo que no hepodido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como sihubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase porm, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en lams alta ocasin que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperanver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quienlas mira, son estimadas, a lo menos, en la estimacin de los que sabendnde se cobraron; que el soldado ms bien parece muerto en la bata-lla que libre en la fuga; y es esto en m de manera, que si ahora mepropusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme halladoen aquella faccin prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haber-me hallado en ella. Las que el soldado muestra en el rostro y en los

    pechos, estrellas son que guan a los dems al cielo de la honra, y al dedesear la justa alabanza; y hase de advertir que no se escribe con lascanas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los aos.

    He sentido tambin que me llame invidioso, y que, como a igno-rante, me describa qu cosa sea la invidia; que, en realidad de verdad,de dos que hay, yo no conozco sino a la santa, a la noble y bien inten-cionada; y, siendo esto as, como lo es, no tengo yo de perseguir aningn sacerdote, y ms si tiene por aadidura ser familiar del SantoOficio; y si l lo dijo por quien parece que lo dijo, engase de todo entodo: que del tal adoro el ingenio, admiro las obras y la ocupacincontinua y virtuosa. Pero, en efecto, le agradezco a este seor autor eldecir que mis novelas son ms satricas que ejemplares, pero que sonbuenas; y no lo pudieran ser si no tuvieran de todo.

    Parceme que me dices que ando muy limitado y que me contengomucho en los trminos de mi modestia, sabiendo que no se ha aadiraflicin al afligido, y que la que debe de tener este seor sin duda esgrande, pues no osa parecer a campo abierto y al cielo claro, encubrien-do su nombre, fingiendo su patria, como si hubiera hecho alguna traicinde lesa majestad. Si, por ventura, llegares a conocerle, dile de mi parteque no me tengo por agraviado: que bien s lo que son tentaciones deldemonio, y que una de las mayores es ponerle a un hombre en el enten-dimiento que puede componer y imprimir un libro, con que gane tantafama como dineros, y tantos dineros cuanta fama; y, para confirmacindesto, quiero que en tu buen donaire y gracia le cuentes este cuento:

    Haba en Sevilla un loco que dio en el ms gracioso disparate ytema que dio loco en el mundo. Y fue que hizo un cauto de caapuntiagudo en el fin, y, en cogiendo algn perro en la calle, o en cual-quiera otra parte, con el un pie le coga el suyo, y el otro le alzaba con lamano, y como mejor poda le acomodaba el cauto en la parte que,soplndole, le pona redondo como una pelota; y, en tenindolo destasuerte, le daba dos palmaditas en la barriga, y le soltaba, diciendo a loscircunstantes, que siempre eran muchos: Pensarn vuestras mercedesahora que es poco trabajo hinchar un perro?

    Pensar vuestra merced ahora que es poco trabajo hacer un libro?Y si este cuento no le cuadrare, dirsle, lector amigo, ste, que

    tambin es de loco y de perro:

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    Haba en Crdoba otro loco, que tena por costumbre de traerencima de la cabeza un pedazo de losa de mrmol, o un cantono muyliviano, y, en topando algn perro descuidado, se le pona junto, y aplomo dejaba caer sobre l el peso. Amohinbase el perro, y, dandoladridos y aullidos, no paraba en tres calles. Sucedi, pues, que, entre losperros que descarg la carga, fue uno un perro de un bonetero, a quienquera mucho su dueo. Baj el canto, diole en la cabeza, alz el grito elmolido perro, violo y sintilo su amo, asi de una vara de medir, y salial loco y no le dej hueso sano; y cada palo que le daba deca: Perroladrn, a mi podenco? No viste, cruel, que era podenco mi perro?Y, repitindole el nombre de podenco muchas veces, envi al locohecho una alhea. Escarment el loco y retirse, y en ms de un mesno sali a la plaza; al cabo del cual tiempo, volvi con su invencin ycon ms carga. Llegbase donde estaba el perro, y, mirndole muy biende hito en hito, y sin querer ni atreverse a descargar la piedra, deca:Este es podenco: guarda! En efeto, todos cuantos perros topaba,aunque fuesen alanos, o gozques, deca que eran podencos; y as, nosolt ms el canto.

    Quiz de esta suerte le podr acontecer a este historiador: que nose atrever a soltar ms la presa de su ingenio en libros que, en siendomalos, son ms duros que las peas.

    Dile tambin que de la amenaza que me hace, que me ha de quitarla ganancia con su libro, no se me da un ardite, que, acomodndome alentrems famoso de La Perendenga, le respondo que me viva el Veintey cuatro, mi seor, y Cristo con todos. Viva el gran conde de Lemos,cuya cristiandad y liberalidad, bien conocida, contra todos los golpesde mi corta fortuna me tiene en pie, y vvame la suma caridad delilustrsimo de Toledo, don Bernardo de Sandoval y Rojas, y siquiera nohaya emprentas en el mundo, y siquiera se impriman contra m mslibros que tienen letras las Coplas de Mingo Revulgo. Estos dos prnci-pes, sin que los solicite adulacin ma ni otro gnero de aplauso, porsola su bondad, han tomado a su cargo el hacerme merced y favore-cerme; en lo que me tengo por ms dichoso y ms rico que si la fortu-na por camino ordinario me hubiera puesto en su cumbre. La honrapudela tener el pobre, pero no el vicioso; la pobreza puede anublar ala nobleza, pero no escurecerla del todo; pero, como la virtud d algu-

    na luz de s, aunque sea por los inconvenientes y resquicios de laestrecheza, viene a ser estimada de los altos y nobles espritus, y, por elconsiguiente, favorecida.

    Y no le digas ms, ni yo quiero decirte ms a ti, sino advertirte queconsideres que esta segunda parte de Don Quijote que te ofrezco escortada del mismo artfice y del mesmo pao que la primera, y que enella te doy a don Quijote dilatado, y, finalmente, muerto y sepultado,porque ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios, pues bastanlos pasados y basta tambin que un hombre honrado haya dado noti-cia destas discretas locuras, sin querer de nuevo entrarse en ellas: que laabundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, yla caresta, aun de las malas, se estima en algo. Olvdaseme de decirteque esperes el Persiles, que ya estoy acabando, y la segunda parte deGalatea.

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    DEDICATORIAAL CONDE DE LEMOS

    Enviando a Vuestra Excelencia los das pasados mis comedias, antesimpresas que representadas, si bien me acuerdo, dije que don Quijotequedaba calzadas las espuelas para ir a besar las manos a Vuestra Exce-lencia; y ahora digo que se las ha calzado y se ha puesto en camino, y sil all llega, me parece que habr hecho algn servicio a Vuestra Exce-lencia, porque es mucha la priesa que de infinitas partes me dan a que leenve para quitar el hmago y la nusea que ha causado otro don Qui-jote, que, con nombre de segunda parte, se ha disfrazado y corrido porel orbe; y el que ms ha mostrado desearle ha sido el grande empera-dor de la China, pues en lengua chinesca habr un mes que me escribiuna carta con un propio, pidindome, o, por mejor decir, suplicndo-me se le enviase, porque quera fundar un colegio donde se leyese lalengua castellana, y quera que el libro que se leyese fuese el de la historiade don Quijote. Juntamente con esto, me deca que fuese yo a ser elrector del tal colegio.

    Preguntle al portador si Su Majestad le haba dado para m algu-na ayuda de costa. Respondime que ni por pensamiento. Pues, her-mano le respond yo, vos os podis volver a vuestra China a las diez,o a las veinte, o a las que vens despachado, porque yo no estoy con

    salud para ponerme en tan largo viaje; adems que, sobre estar enfer-mo, estoy muy sin dineros, y emperador por emperador, y monarcapor monarca, en Npoles tengo al grande conde de Lemos, que, sintantos titulillos de colegios ni rectoras, me sustenta, me ampara y hacems merced que la que yo acierto a desear.

    Con esto le desped, y con esto me despido, ofreciendo a VuestraExcelencia los Trabajos de Persiles y Sigismunda, libro a quien dar findentro de cuatro meses, Deo volente; el cual ha de ser o el ms malo oel mejor que en nuestra lengua se haya compuesto, quiero decir de losde entretenimiento; y digo que me arrepiento de haber dicho el msmalo, porque, segn la opinin de mis amigos, ha de llegar al estremode bondad posible.

    Venga Vuestra Excelencia con la salud que es deseado; que ya esta-r Persiles para besarle las manos, y yo los pies, como criado que soyde Vuestra Excelencia. De Madrid, ltimo de otubre de mil seiscientosy quince.

    Criado de Vuestra Excelencia,Miguel de Cervantes Saavedra.

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    SEGUNDA PARTEDEL INGENIOSO CABALLERO

    DON QUIJOTE DE LA MANCHA

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    CAPTULO PRIMERODE LO QUE EL CURA Y EL BARBERO PASARON CON DON QUIJOTE

    CERCA DE SU ENFERMEDAD

    UENTA CIDE HAMETE BENENGELI, en la segunda parte destahistoria y tercera salida de don Quijote, que el cura y el bar-bero se estuvieron casi un mes sin verle, por no renovarle y

    traerle a la memoria las cosas pasadas; pero no por esto dejaron devisitar a su sobrina y a su ama, encargndolas tuviesen cuenta con rega-larle, dndole a comer cosas confortativas y apropiadas para el cora-zn y el celebro, de donde proceda, segn buen discurso, toda su malaventura. Las cuales dijeron que as lo hacan, y lo haran, con la voluntady cuidado posible, porque echaban de ver que su seor por momentosiba dando muestras de estar en su entero juicio; de lo cual recibieronlos dos gran contento, por parecerles que haban acertado en haberletrado encantado en el carro de los bueyes, como se cont en la prime-ra parte desta tan grande como puntual historia, en su ltimo captulo.Y as, determinaron de visitarle y hacer esperiencia de su mejora, aun-que tenan casi por imposible que la tuviese, y acordaron de no tocarleen ningn punto de la andante caballera, por no ponerse a peligro dedescoser los de la herida, que tan tiernos estaban.

    Visitronle, en fin, y hallronle sentado en la cama, vestida una

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    almilla de bayeta verde, con un bonete colorado toledano; y estaba tanseco y amojamado, que no pareca sino hecho de carne momia. Fuerondl muy bien recebidos, preguntronle por su salud, y l dio cuenta des y de ella con mucho juicio y con muy elegantes palabras; y en eldiscurso de su pltica vinieron a tratar en esto que llaman razn deestado y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenandoaqul, reformando una costumbre y desterrando otra, hacindose cadauno de los tres un nuevo legislador, un Licurgo moderno o un Solnflamante; y de tal manera renovaron la repblica, que no pareci sinoque la haban puesto en una fragua, y sacado otra de la que pusieron; yhabl don Quijote con tanta discrecin en todas las materias que setocaron, que los dos esaminadores creyeron indubitadamente que esta-ba del todo bueno y en su entero juicio.

    Hallronse presentes a la pltica la sobrina y ama, y no se hartabande dar gracias a Dios de ver a su seor con tan buen entendimiento;pero el cura, mudando el propsito primero, que era de no tocarle encosa de caballeras, quiso hacer de todo en todo esperiencia si la sani-dad de don Quijote era falsa o verdadera, y as, de lance en lance, vinoa contar algunas nuevas que haban venido de la corte; y, entre otras,dijo que se tena por cierto que el Turco bajaba con una poderosaarmada, y que no se saba su designio, ni adnde haba de descargar tangran nublado; y, con este temor, con que casi cada ao nos toca arma,estaba puesta en ella toda la cristiandad, y Su Majestad haba hechoproveer las costas de Npoles y Sicilia y la isla de Malta. A esto respon-di don Quijote:

    Su Majestad ha hecho como prudentsimo guerrero en proveersus estados con tiempo, porque no le halle desapercebido el enemigo;pero si se tomara mi consejo, aconsejrale yo que usara de una preven-cin, de la cual Su Majestad la hora de agora debe estar muy ajeno depensar en ella.

    Apenas oy esto el cura, cuando dijo entre s:Dios te tenga de su mano, pobre don Quijote: que me parece

    que te despeas de la alta cumbre de tu locura hasta el profundo abis-mo de tu simplicidad!

    Mas el barbero, que ya haba dado en el mesmo pensamiento queel cura, pregunt a don Quijote cul era la advertencia de la prevencin

    que deca era bien se hiciese; quiz podra ser tal, que se pusiese en lalista de los muchos advertimientos impertinentes que se suelen dar a losprncipes.

    El mo, seor rapador dijo don Quijote, no ser impertinente,sino perteneciente.

    No lo digo por tanto replic el barbero, sino porque tienemostrado la esperiencia que todos o los ms arbitrios que se dan a SuMajestad, o son imposibles, o disparatados, o en dao del rey o delreino.

    Pues el mo respondi don Quijote ni es imposible ni dispara-tado, sino el ms fcil, el ms justo y el ms maero y breve que puedecaber en pensamiento de arbitrante alguno.

    Ya tarda en decirle vuestra merced, seor don Quijote dijo elcura.

    No querra dijo don Quijote que le dijese yo aqu agora, yamaneciese maana en los odos de los seores consejeros, y se llevaseotro las gracias y el premio de mi trabajo.

    Por m dijo el barbero, doy la palabra, para aqu y para delantede Dios, de no decir lo que vuestra merced dijere a rey ni a roque, ni ahombre terrenal, juramento que aprend del romance del cura que en elprefacio avis al rey del ladrn que le haba robado las cien doblas y lasu mula la andariega.

    No s historias dijo don Quijote, pero s que es bueno esejuramento, en fee de que s que es hombre de bien el seor barbero.

    Cuando no lo fuera dijo el cura, yo le abono y salgo por l,que en este caso no hablar ms que un mudo, so pena de pagar lojuzgado y sentenciado.

    Y a vuestra merced, quin le fa, seor cura? dijo don Quijote.Mi profesin respondi el cura, que es de guardar secreto.Cuerpo de tal! dijo a esta sazn don Quijote. Hay ms, sino

    mandar Su Majestad por pblico pregn que se junten en la corte paraun da sealado todos los caballeros andantes que vagan por Espaa;que, aunque no viniesen sino media docena, tal podra venir entre ellos,que solo bastase a destruir toda la potestad del Turco? Estnme vues-tras mercedes atentos, y vayan conmigo. Por ventura es cosa nuevadeshacer un solo caballero andante un ejrcito de docientos mil hom-

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    bres, como si todos juntos tuvieran una sola garganta, o fueran hechosde alfenique? Si no, dganme: cuntas historias estn llenas destas mara-villas? Haba, en hora mala para m, que no quiero decir para otro, devivir hoy el famoso don Belians, o alguno de los del inumerable linajede Amads de Gaula; que si alguno dstos hoy viviera y con el Turco seafrontara, a fee que no le arrendara la ganancia! Pero Dios mirar porsu pueblo, y deparar alguno que, si no tan bravo como los pasadosandantes caballeros, a lo menos no les ser inferior en el nimo; y Diosme entiende, y no digo ms.

    Ay! dijo a este punto la sobrina; que me maten si no quiere miseor volver a ser caballero andante!

    A lo que dijo don Quijote:Caballero andante he de morir, y baje o suba el Turco cuando l

    quisiere y cuan poderosamente pudiere; que otra vez digo que Dios meentiende.

    A esta sazn dijo el barbero:Suplico a vuestras mercedes que se me d licencia para contar un

    cuento breve que sucedi en Sevilla, que, por venir aqu como de mol-de, me da gana de contarle.

    Dio la licencia don Quijote, y el cura y los dems le prestaronatencin, y l comenz desta manera:

    En la casa de los locos de Sevilla estaba un hombre a quien susparientes haban puesto all por falto de juicio. Era graduado en cno-nes por Osuna, pero, aunque lo fuera por Salamanca, segn opinin demuchos, no dejara de ser loco. Este tal graduado, al cabo de algunosaos de recogimiento, se dio a entender que estaba cuerdo y en suentero juicio, y con esta imaginacin escribi al arzobispo, suplicndoleencarecidamente y con muy concertadas razones le mandase sacar deaquella miseria en que viva, pues por la misericordia de Dios haba yacobrado el juicio perdido; pero que sus parientes, por gozar de la partede su hacienda, le tenan all, y, a pesar de la verdad, queran que fueseloco hasta la muerte.

    El arzobispo, persuadido de muchos billetes concertados y dis-cretos, mand a un capelln suyo se informase del retor de la casa si eraverdad lo que aquel licenciado le escriba, y que asimesmo hablase conel loco, y que si le pareciese que tena juicio, le sacase y pusiese en liber-

    tad. Hzolo as el capelln, y el retor le dijo que aquel hombre an seestaba loco: que, puesto que hablaba muchas veces como persona degrande entendimiento, al cabo disparaba con tantas necedades, que enmuchas y en grandes igualaban a sus primeras discreciones, como sepoda hacer la esperiencia hablndole. Quiso hacerla el capelln, y, po-nindole con el loco, habl con l una hora y ms, y en todo aqueltiempo jams el loco dijo razn torcida ni disparatada; antes, habl tanatentadamente, que el capelln fue forzado a creer que el loco estabacuerdo; y entre otras cosas que el loco le dijo fue que el retor le tenaojeriza, por no perder los regalos que sus parientes le hacan porquedijese que an estaba loco, y con lcidos intervalos; y que el mayorcontrario que en su desgracia tena era su mucha hacienda, pues, porgozar della sus enemigos, ponan dolo y dudaban de la merced queNuestro Seor le haba hecho en volverle de bestia en hombre. Final-mente, l habl de manera que hizo sospechoso al retor, codiciosos ydesalmados a sus parientes, y a l tan discreto que el capelln se deter-min a llevrsele consigo a que el arzobispo le viese y tocase con lamano la verdad de aquel negocio.

    Con esta buena fee, el buen capelln pidi al retor mandase darlos vestidos con que all haba entrado el licenciado; volvi a decir elretor que mirase lo que haca, porque, sin duda alguna, el licenciado anse estaba loco. No sirvieron de nada para con el capelln las prevencio-nes y advertimientos del retor para que dejase de llevarle; obedeci elretor, viendo ser orden del arzobispo; pusieron al licenciado sus vesti-dos, que eran nuevos y decentes, y, como l se vio vestido de cuerdo ydesnudo de loco, suplic al capelln que por caridad le diese licenciapara ir a despedirse de sus compaeros los locos. El capelln dijo quel le quera acompaar y ver los locos que en la casa haba. Subieron, enefeto, y con ellos algunos que se hallaron presentes; y, llegado el licencia-do a una jaula adonde estaba un loco furioso, aunque entonces sosega-do y quieto, le dijo: Hermano mo, mire si me manda algo, que mevoy a mi casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad ymisericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio: ya estoy sano ycuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Ten-ga grande esperanza y confianza en l, que, pues a m me ha vuelto ami primero estado, tambin le volver a l si en l confa. Yo tendr

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    cuidado de enviarle algunos regalos que coma, y cmalos en todo caso,que le hago saber que imagino, como quien ha pasado por ello, quetodas nuestras locuras proceden de tener los estmagos vacos y loscelebros llenos de aire. Esfurcese, esfurcese, que el descaecimiento enlos infortunios apoca la salud y acarrea la muerte.

    Todas estas razones del licenciado escuch otro loco que estabaen otra jaula, frontero de la del furioso, y, levantndose de una esteravieja donde estaba echado y desnudo en cueros, pregunt a grandesvoces quin era el que se iba sano y cuerdo. El licenciado respondi:Yo soy, hermano, el que me voy; que ya no tengo necesidad de estarms aqu, por lo que doy infinitas gracias a los cielos, que tan grandemerced me han hecho. Mirad lo que decs, licenciado, no os engaeel diablo replic el loco; sosegad el pie, y estaos quedito en vuestracasa, y ahorraris la vuelta. Yo s que estoy bueno replic el licen-ciado, y no habr para qu tornar a andar estaciones. Vos bueno?dijo el loco: agora bien, ello dir; andad con Dios, pero yo os votoa Jpiter, cuya majestad yo represento en la tierra, que por solo estepecado que hoy comete Sevilla, en sacaros desta casa y en teneros porcuerdo, tengo de hacer un tal castigo en ella, que quede memoria dlpor todos los siglos del los siglos, amn. No sabes t, licenciadillomenguado, que lo podr hacer, pues, como digo, soy Jpiter Tonante,que tengo en mis manos los rayos abrasadores con que puedo y sueloamenazar y destruir el mundo? Pero con sola una cosa quiero castigar aeste ignorante pueblo, y es con no llover en l ni en todo su distrito ycontorno por tres enteros aos, que se han de contar desde el da ypunto en que ha sido hecha esta amenaza en adelante. T libre, t sano,t cuerdo, y yo loco, y yo enfermo, y yo atado...? As pienso llovercomo pensar ahorcarme.

    A las voces y a las razones del loco estuvieron los circustantesatentos, pero nuestro licenciado, volvindose a nuestro capelln yasindole de las manos, le dijo: No tenga vuestra merced pena, seormo, ni haga caso de lo que este loco ha dicho, que si l es Jpiter y noquisiere llover, yo, que soy Neptuno, el padre y el dios de las aguas,llover todas las veces que se me antojare y fuere menester. A lo querespondi el capelln: Con todo eso, seor Neptuno, no ser bienenojar al seor Jpiter: vuestra merced se quede en su casa, que otro

    da, cuando haya ms comodidad y ms espacio, volveremos por vuestramerced. Rise el retor y los presentes, por cuya risa se medio corri elcapelln; desnudaron al licenciado, quedse en casa y acabse el cuen-to.

    Pues, ste es el cuento, seor barbero dijo don Quijote, que,por venir aqu como de molde, no poda dejar de contarle?

    Ah, seor rapista, seor rapista, y cun ciego es aquel que no veepor tela de cedazo! Y es posible que vuestra merced no sabe que lascomparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, dehermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y malrecebidas? Yo, seor barbero, no soy Neptuno, el dios de las aguas, niprocuro que nadie me tenga por discreto no lo siendo; slo me fatigopor dar a entender al mundo en el error en que est en no renovar en sel felicsimo tiempo donde campeaba la orden de la andante caballera.Pero no es merecedora la depravada edad nuestra de gozar tanto biencomo el que gozaron las edades donde los andantes caballeros toma-ron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos, elamparo de las doncellas, el socorro de los hurfanos y pupilos, el cas-tigo de los soberbios y el premio de los humildes. Los ms de loscaballeros que agora se usan, antes les crujen los damascos, los broca-dos y otras ricas telas de que se visten, que la malla con que se arman; yano hay caballero que duerma en los campos, sujeto al rigor del cielo,armado de todas armas desde los pies a la cabeza; y ya no hay quien,sin sacar los pies de los estribos, arrimado a su lanza, slo procuredescabezar, como dicen, el sueo, como lo hacan los caballeros andantes.Ya no hay ninguno que, saliendo deste bosque, entre en aquella monta-a, y de all pise una estril y desierta playa del mar, las ms vecesproceloso y alterado, y, hallando en ella y en su orilla un pequeo batelsin remos, vela, mstil ni jarcia alguna, con intrpido corazn se arrojeen l, entregndose a las implacables olas del mar profundo, que ya lesuben al cielo y ya le bajan al abismo; y l, puesto el pecho a la incon-trastable borrasca, cuando menos se cata, se halla tres mil y ms leguasdistante del lugar donde se embarc, y, saltando en tierra remota y noconocida, le suceden cosas dignas de estar escritas, no en pergaminos,sino en bronces. Mas agora, ya triunfa la pereza de la diligencia, la ocio-sidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valenta y la

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    terica de la prctica de las armas, que slo vivieron y resplandecieronen las edades del oro y en los andantes caballeros. Si no, dganme:quin ms honesto y ms valiente que el famoso Amads de Gaula?;quin ms discreto que Palmern de Inglaterra?; quin ms acomoda-do y manual que Tirante el Blanco?; quin ms galn que Lisuarte deGrecia?; quin ms acuchillado ni acuchillador que don Belians?; quinms intrpido que Perin de Gaula, o quin ms acometedor de peli-gros que Felixmarte de Hircania, o quin ms sincero que Esplandin?;quin mas arrojado que don Cirongilio de Tracia?; quin ms bravoque Rodamonte?; quin ms prudente que el rey Sobrino?; quin msatrevido que Reinaldos?; quin ms invencible que Roldn?; y quinms gallardo y ms corts que Rugero, de quien decienden hoy losduques de Ferrara, segn Turpn en su Cosmografa? Todos estos ca-balleros, y otros muchos que pudiera decir, seor cura, fueron caballe-ros andantes, luz y gloria de la caballera. Dstos, o tales como stos,quisiera yo que fueran los de mi arbitrio, que, a serlo, Su Majestad sehallara bien servido y ahorrara de mucho gasto, y el Turco se quedarapelando las barbas, y con esto, no quiero quedar en mi casa, pues nome saca el capelln della; y si su Jpiter, co-mo ha dicho el barbero, nolloviere, aqu estoy yo, que llover cuando se me antojare. Digo estoporque sepa el seor Baca que le entiendo.

    En verdad, seor don Quijote dijo el barbero, que no lo dijepor tanto, y as me ayude Dios como fue buena mi intencin, y que nodebe vuestra merced sentirse.

    Si puedo sentirme o no respondi don Quijote, yo me lo s.A esto dijo el cura:Aun bien que yo casi no he hablado palabra hasta ahora, y no

    quisiera quedar con un escrpulo que me roe y escarba la conciencia,nacido de lo que aqu el seor don Quijote ha dicho.

    Para otras cosas ms respondi don Quijote tiene licencia elseor cura; y as, puede decir su escrpulo, porque no es de gusto andarcon la conciencia escrupulosa.

    Pues con ese beneplcito respondi el cura, digo que mi es-crpulo es que no me puedo persuadir en ninguna manera a que todala caterva de caballeros andantes que vuestra merced, seor don Qui-jote, ha referido, hayan sido real y verdaderamente personas de carne y

    hueso en el mundo; antes, imagino que todo es ficcin, fbula y menti-ra, y sueos contados por hombres despiertos, o, por mejor decir,medio dormidos.

    se es otro error respondi don Quijote en que han cadomuchos, que no creen que haya habido tales caballe[r]os en el mundo;y yo muchas veces, con diversas gentes y ocasiones, he procurado sacara la luz de la verdad este casi comn engao; pero algunas veces no hesalido con mi intencin, y otras s, sustentndola sobre los hombros dela verdad; la cual verdad es tan cierta, que estoy por decir que con mispropios ojos vi a Amads de Gaula, que era un hombre alto de cuerpo,blanco de rostro, bien puesto de barba, aunque negra, de vista entreblanda y rigurosa, corto de razones, tardo en airarse y presto en depo-ner la ira; y del modo que he delineado a Amads pudiera, a mi parecer,pintar y descubrir todos cuantos caballeros andantes andan en las histo-rias en el orbe, que, por la aprehensin que tengo de que fueron comosus historias cuentan, y por las hazaas que hicieron y condiciones quetuvieron, se pueden sacar por buena filosofa sus faciones, sus colores yestaturas.

    Que tan grande le parece a vuestra merced, mi seor don Qui-jote pregunt el barbero, deba de ser el gigante Morgante?

    En esto de gigantes respondi don Quijote hay diferentesopiniones, si los ha habido o no en el mundo; pero la Santa Escritura,que no puede faltar un tomo en la verdad, nos muestra que los hubo,contndonos la historia de aquel filisteazo de Golas, que tena sietecodos y medio de altura, que es una desmesurada grandeza. Tambinen la isla de Sicilia se han hallado canillas y espaldas tan grandes, que sugrandeza manifiesta que fueron gigantes sus dueos, y tan grandes comograndes torres; que la geometra saca esta verdad de duda. Pero, contodo esto, no sabr decir con certidumbre qu tamao tuviese Morgante,aunque imagino que no debi de ser muy alto; y muveme a ser desteparecer hallar en la historia donde se hace mencin particular de sushazaas que muchas veces dorma debajo de techado; y, pues hallabacasa donde cupiese, claro est que no era desmesurada su grandeza.

    As es dijo el cura.El cual, gustando de orle decir tan grandes disparates, le pregunt

    que qu senta acerca de los rostros de Reinaldos de Montalbn y de

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    don Roldn, y de los dems Doce Pares de Francia, pues todos habansido caballeros andantes.

    De Reinaldos respondi don Quijote me atrevo a decir queera ancho de rostro, de color bermejo, los ojos bailadores y algo salta-dos, puntoso y colrico en demasa, amigo de ladrones y de genteperdida. De Roldn, o Rotolando, o Orlando, que con todos estosnombres le nombran las historias, soy de parecer y me afirmo que fuede mediana estatura, ancho de espaldas, algo estevado, moreno de ros-tro y barbitaheo, velloso en el cuerpo y de vista amenazadora; cortode razones, pero muy comedido y bien criado.

    Si no fue Roldn ms gentilhombre que vuestra merced ha dichoreplic el cura, no fue maravilla que la seora Anglica la Bella ledesdease y dejase por la gala, bro y donaire que deba de tener elmorillo barbiponiente a quien ella se entreg; y anduvo discreta deadamar antes la blandura de Medoro que la aspereza de Roldn.

    Esa Anglica respondi don Quijote, seor cura, fue una don-cella destrada, andariega y algo antojadiza, y tan lleno dej el mundode sus impertinencias como de la fama de su hermosura: despreci milseores, mil valientes y mil discretos, y contentse con un pajecillo bar-bilucio, sin otra hacienda ni nombre que el que le pudo dar de agrade-cido la amistad que guard a su amigo. El gran cantor de su belleza, elfamoso Ariosto, por no atreverse, o por no querer cantar lo que a estaseora le sucedi despus de su ruin entrego, que no debieron ser cosasdemasiadamente honestas, la dej donde dijo:

    Y como del Catay recibi el cetro,quiz otro cantar con mejor plectro.

    Y, sin duda, que esto fue como profeca; que los poetas tambin sellaman vates, que quiere decir adivinos. Vese esta verdad clara, porque,despus ac, un famoso poeta andaluz llor y cant sus lgrimas, yotro famoso y nico poeta castellano cant su hermosura.

    Dgame, seor don Quijote dijo a esta sazn el barbero, noha habido algn poeta que haya hecho alguna stira a esa seora Ang-lica, entre tantos como la han alabado?

    Bien creo yo respondi don Quijote que si Sacripante o Roldn

    fueran poetas, que ya me hubieran jabonado a la doncella; porque espropio y natural de los poetas desdeados y no admitidos de sus da-mas fingidas o fingidas, en efeto, de aqullos a quien ellos escogieronpor seoras de sus pensamientos, vengarse con stiras y libelos (ven-ganza, por cierto, indigna de pechos generosos), pero hasta agora noha llegado a mi noticia ningn verso infamatorio contra la seora An-glica, que trujo revuelto el mundo.

    Milagro! dijo el cura.Y, en esto, oyeron que la ama y la sobrina, que ya haban dejado la

    conversacin, daban grandes voces en el patio, y acudieron todos alruido.

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    CAPTULO IIQUE TRATA DE LA NOTABLE PENDENCIA QUE SANCHO PANZA TUVO CON

    LA SOBRINA Y AMA DE DON QUIJOTE, CON OTROS SUJETOS GRACIOSOS

    UENTA LA HISTORIA QUE LAS VOCES QUE OYERON DON QUIJOTE,el cura y el barbero eran de la sobrina y ama, que las dabandiciendo a Sancho Panza, que pugnaba por entrar a ver a

    don Quijote, y ellas le defendan la puerta:Qu quiere este mostrenco en esta casa? Idos a la vuestra, her-

    mano, que vos sois, y no otro, el que destrae y sonsaca a mi seor, y lelleva por esos andurriales.

    A lo que Sancho respondi:Ama de Satans, el sonsacado, y el destrado, y el llevado por

    esos andurriales soy yo, que no tu amo; l me llev por esos mundos, yvosotras os engais en la mitad del justo precio: l me sac de mi casacon engaifas, prometindome una nsula, que hasta agora la espero.

    Malas nsulas te ahoguen respondi la sobrina, Sancho maldi-to. Y qu son nsulas? Es alguna cosa de comer, golosazo, comiln,que t eres?

    No es de comer replic Sancho, sino de gobernar y regir mejorque cuatro ciudades y que cuatro alcaldes de corte.

    Con todo eso dijo el ama, no entraris ac, saco de maldades

    y costal de malicias. Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestrospegujares, y dejaos de pretender nsulas ni nsulos.

    Grande gusto receban el cura y el barbero de or el coloquio delos tres; pero don Quijote, temeroso que Sancho se descosiese ydesbuchase algn montn de maliciosas necedades, y tocase en puntosque no le estaran bien a su crdito, le llam, y hizo a las dos que callaseny le dejasen entrar. Entr Sancho, y el cura y el barbero se despidieronde don Quijote, de cuya salud desesperaron, viendo cun puesto esta-ba en sus desvariados pensamientos, y cun embebido en la simplici-dad de sus malandantes caballeras; y as, dijo el cura al barbero:

    Vos veris, compadre, cmo, cuando menos lo pensemos, nues-tro hidalgo sale otra vez a volar la ribera.

    No pongo yo duda en eso respondi el barbero, pero no memaravillo tanto de la locura del caballero como de la simplicidad delescudero, que tan credo tiene aquello de la nsula, que creo que no se losacarn del casco cuantos desengaos pueden imaginarse.

    Dios los remedie dijo el cura, y estemos a la mira: veremos enlo que para esta mquina de disparates de tal caballero y de tal escude-ro, que parece que los forjaron a los dos en una mesma turquesa, y quelas locuras del seor, sin las necedades del criado, no valan un ardite.

    As es dijo el barbero, y holgara mucho saber qu tratarnahora los dos.

    Yo seguro respondi el cura que la sobrina o el ama nos locuenta despus, que no son de condicin que dejarn de escucharlo.

    En tanto, don Quijote se encerr con Sancho en su aposento; y,estando solos, le dijo:

    Mucho me pesa, Sancho, que hayas dicho y digas que yo fui elque te saqu de tus casillas, sabiendo que yo no me qued en mis casas:juntos salimos, juntos fuimos y juntos peregrinamos; una misma fortu-na y una misma suerte ha corrido por los dos: si a ti te mantearon unavez, a m me han molido ciento, y esto es lo que te llevo de ventaja.

    Eso estaba puesto en razn respondi Sancho, porque, segnvuestra merced dice, ms anejas son a los caballeros andantes las des-gracias que a sus escuderos.

    Engaste, Sancho dijo don Quijote; segn aquello, quandocaput dolet..., etctera.

    CCCCC

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    No entiendo otra lengua que la ma respondi Sancho.Quiero decir dijo don Quijote que, cuando la cabeza duele,

    todos los miembros duelen; y as, siendo yo tu amo y seor, soy tucabeza, y t mi parte, pues eres mi criado; y, por esta razn, el mal quea m me toca, o tocare, a ti te ha de doler, y a m el tuyo.

    As haba de ser dijo Sancho, pero cuando a m me mantea-ban como a miembro, se estaba mi cabeza detrs de las bardas, mirn-dome volar por los aires, sin sentir dolor alguno; y, pues los miembrosestn obligados a dolerse del mal de la cabeza, haba de estar obligadaella a dolerse dellos.

    Querrs t decir agora, Sancho respondi don Quijote, queno me dola yo cuando a ti te manteaban? Y si lo dices, no lo digas, nilo pienses; pues ms dolor senta yo entonces en mi espritu que t en tucuerpo. Pero dejemos esto aparte por agora, que tiempo habr dondelo ponderemos y pongamos en su punto, y dime, Sancho amigo: ques lo que dicen de m por ese lugar? En qu opinin me tiene el vulgo,en qu los hidalgos y en qu los caballeros? Qu dicen de mi valenta,qu de mis hazaas y qu de mi cortesa? Qu se platica del asumptoque he tomado de resucitar y volver al mundo la ya olvidada ordencaballeresca? Finalmente, quiero, Sancho, me digas lo que acerca destoha llegado a tus odos; y esto me has de decir sin aadir al bien ni quitaral mal cosa alguna, que de los vasallos leales es decir la verdad a susseores en su ser y figura propia, sin que la adulacin la acreciente ootro vano respeto la disminuya; y quiero que sepas, Sancho, que si a losodos de los prncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de lalisonja, otros siglos correran, otras edades seran tenidas por ms dehierro que la nuestra, que entiendo que, de las que ahora se usan, es ladorada. Srvate este advertimiento, Sancho, para que discreta ybienintencionadamente pongas en mis odos la verdad de las cosas quesupieres de lo que te he preguntado.

    Eso har yo de muy buena gana, seor mo respondi Sancho, con condicin que vuestra merced no se ha de enojar de lo que dijere,pues quiere que lo diga en cueros, sin vestirlo de otras ropas de aquellascon que llegaron a mi noticia.

    En ninguna manera me enojar respondi don Quijote. Bienpuedes, Sancho, hablar libremente y sin rodeo alguno.

    Pues lo primero que digo dijo, es que el vulgo tiene a vuestramerced por grandsimo loco, y a m por no menos mentecato. Loshidalgos dicen que, no contenindose vuestra merced en los lmites dela hidalgua, se ha puesto don y se ha arremetido a caballero con cuatrocepas y dos yugadas de tierra y con un trapo atrs y otro adelante.Dicen los caballeros que no querran que los hidalgos se opusiesen aellos, especialmente aquellos hidalgos escuderiles que dan humo a loszapatos y toman los puntos de las medias negras con seda verde.

    Eso dijo don Quijote no tiene que ver conmigo, pues andosiempre bien vestido, y jams remendado; roto, bien podra ser; y elroto, ms de las armas que del tiempo.

    En lo que toca prosigui Sancho a la valenta, cortesa, hazaasy asumpto de vuestra merced, hay diferentes opiniones; unos dicen:loco, pero gracioso; otros, valiente, pero desgraciado; otros, corts,pero impertinente; y por aqu van discurriendo en tantas cosas, que nia vuestra merced ni a m nos dejan hueso sano.

    Mira, Sancho dijo don Quijote: dondequiera que est la virtuden eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famososvarones que pasaron dej de ser calumniado de la malicia. Julio Csar,animossimo, prudentsimo y valentsimo capitn, fue notado de ambi-cioso y algn tanto no limpio, ni en sus vestidos ni en sus costumbres.Alejandro, a quien sus hazaas le alcanzaron el renombre de Magno,dicen dl que tuvo sus ciertos puntos de borracho. De Hrcules, el delos muchos trabajos, se cuenta que fue lascivo y muelle. De don Galaor,hermano de Amads de Gaula, se murmura que fue ms quedemasiadamente rijoso; y de su hermano, que fue llorn. As que, ohSancho!, entre las tantas calumnias de buenos, bien pueden pasar lasmas, como no sean ms de las que has dicho.

    Ah est el toque, cuerpo de mi padre! replic Sancho.Pues, hay ms? pregunt don Quijote.An la cola falta por desollar dijo Sancho. Lo de hasta aqu

    son tortas y pan pintado; mas si vuestra merced quiere saber todo loque hay acerca de las caloas que le ponen, yo le traer aqu luego almomento quien se las diga todas, sin que les falte una meaja; que ano-che lleg el hijo de Bartolom Carrasco, que viene de estudiar deSalamanca, hecho bachiller, y, yndole yo a dar la bienvenida, me dijo

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    que andaba ya en libros la historia de vuestra merced, con nombre delIngenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha; y dice que me mientan am en ella con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la seoraDulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas,que me hice cruces de espantado cmo las pudo saber el historiadorque las escribi.

    Yo te aseguro, Sancho dijo don Quijote, que debe de ser algnsabio encantador el autor de nuestra historia; que a los tales no se lesencubre nada de lo que quieren escribir.

    Y cmo dijo Sancho si era sabio y encantador, pues (segndice el bachiller Sansn Carrasco, que as se llama el que dicho tengo)que el autor de la historia se llama Cide Hamete Berenjena!

    Ese nombre es de moro respondi don Quijote.As ser respondi Sancho, porque por la mayor parte he odo

    decir que los moros son amigos de berenjenas.T debes, Sancho dijo don Quijote, errarte en el sobrenom-

    bre de ese Cide, que en arbigo quiere decir seor.Bien podra ser replic Sancho, mas, si vuestra merced gusta

    que yo le haga venir aqu, ir por l en volandas.Harsme mucho placer, amigo dijo don Quijote, que me tiene

    suspenso lo que me has dicho, y no comer bocado que bien me sepahasta ser informado de todo.

    Pues yo voy por l respondi Sancho.Y, dejando a su seor, se fue a buscar al bachiller, con el cual volvi

    de all a poco espacio, y entre los tres pasaron un graciossimo colo-quio.

    CAPTULO IIIDEL RIDCULO RAZONAMIENTO QUE PAS ENTRE DON QUIJOTE,

    SANCHO PANZA Y EL BACHILLER SANSN CARRASCO

    ENSATIVO ADEMS QUED DON QUIJOTE, esperando al bachillerCarrasco, de quien esperaba or las nuevas de s mismo pues-tas en libro, como haba dicho Sancho; y no se poda persua-

    dir a que tal historia hubiese, pues an no estaba enjuta en la cuchilla desu espada la sangre de los enemigos que haba muerto, y ya queran queanduviesen en estampa sus altas caballeras. Con todo eso, imagin quealgn sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de encantamento las habrdado a la estampa: si amigo, para engrandecerlas y levantarlas sobre lasms sealadas de caballero andante; si enemigo, para aniquilarlas y po-nerlas debajo de las ms viles que de algn vil escudero se hubiesenescrito, puesto deca entre s que nunca hazaas de escuderos se es-cribieron; y cuando fuese verdad que la tal historia hubiese, siendo decaballero andante, por fuerza haba de ser grandlocua, alta, insigne,magnfica y verdadera.

    Con esto se consol algn tanto, pero desconsolle pensar que suautor era moro, segn aquel nombre de Cide; y de los moros no sepoda esperar verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsa-rios y quimeristas. Temase no hubiese tratado sus amores con alguna

    PPPPP

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    indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio de la honestidadde su seora Dulcinea del Toboso; deseaba que hubiese declarado sufidelidad y el decoro que siempre la haba guardado, menospreciandoreinas, emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya losmpetus de los naturales movimientos; y as, envuelto y revuelto enestas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, aquien don Quijote recibi con mucha cortesa.

    Era el bachiller, aunque se llamaba Sansn, no muy grande decuerpo, aunque muy gran socarrn, de color macilenta, pero de muybuen entendimiento; tendra hasta veinte y cuatro aos, carir[r]edon-do, de nariz chata y de boca grande, seales todas de ser de condicinmaliciosa y amigo de donaires y de burlas, como lo mostr en viendoa don Quijote, ponindose delante dl de rodillas, dicindole:

    Dme vuestra grandeza las manos, seor don Quijote de la Man-cha; que, por el hbito de San Pedro que visto, aunque no tengo otrasrdenes que las cuatro primeras, que es vuestra merced uno de los msfamosos caballeros andantes que ha habido, ni aun habr, en toda laredondez de la tierra. Bien haya Cide Hamete Benengeli, que la historiade vuestras grandezas dej escritas, y rebin haya el curioso que tuvocuidado de hacerlas traducir de arbigo en nuestro vulgar castellano,para universal entretenimiento de las gentes.

    Hzole levantar don Quijote, y dijo:Desa manera, verdad es que hay historia ma, y que fue moro y

    sabio el que la compuso?Es tan verdad, seor dijo Sansn, que tengo para m que el da

    de hoy estn impresos ms de doce mil libros de la tal historia; si no,dgalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso; y aun hayfama que se est imprimiendo en Amberes, y a m se me trasluce queno ha de haber nacin ni lengua donde no se traduzga.

    Una de las cosas dijo a esta sazn don Quijote que ms debede dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo,andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y enestampa. Dije con buen nombre porque, siendo al contrario, ningunamuerte se le igualar.

    Si por buena fama y si por buen nombre va dijo el bachiller,solo vuestra merced lleva la palma a todos los caballeros andantes;

    porque el moro en su lengua y el cristiano en la suya tuvieron cuidadode pintarnos muy al vivo la gallarda de vuestra merced, el nimo gran-de en acometer los peligros, la paciencia en las adversidades y el sufri-miento, as en las desgracias como en las heridas, la honestidad y conti-nencia en los amores tan platnicos de vuestra merced y de mi seoradoa Dulcinea del Toboso.

    Nunca dijo a este punto Sancho Panza he odo llamar condon a mi seora Dulcinea, sino solamente la seora Dulcinea del Toboso,y ya en esto anda errada la historia.

    No es objecin de importancia sa respondi Carrasco.No, por cierto respondi don Quijote; pero dgame vuestra

    merced, seor bachiller: qu hazaas mas son las que ms se ponde-ran en esa historia?

    En eso respondi el bachiller, hay diferentes opiniones, comohay diferentes gustos: unos se atienen a la aventura de los molinos deviento, que a vuestra merced le parecieron Briareos y gigantes; otros, ala de los batanes; ste, a la descripcin de los dos ejrcitos, que despusparecieron ser dos manadas de carneros; aqul encarece la del muertoque llevaban a enterrar a Segovia; uno dice que a todas se aventaja la dela libertad de los galeotes; otro, que ninguna iguala a la de los dosgigantes benitos, con la pendencia del valeroso vizcano.

    Dgame, seor bachiller dijo a esta sazn Sancho: entra ah laaventura de los yangeses, cuando a nuestro buen Rocinante se le anto-j pedir cotufas en el golfo?

    No se le qued nada respondi Sansn al sabio en el tintero:todo lo dice y todo lo apunta, hasta lo de las cabriolas que el buenSancho hizo en la manta.

    En la manta no hice yo cabriolas respondi Sancho; en el aires, y aun ms de las que yo quisiera.

    A lo que yo imagino dijo don Quijote, no hay historia humanaen el mundo que no tenga sus altibajos, especialmente las que tratan decaballeras, las cuales nunca pueden estar llenas de prsperos sucesos.

    Con todo eso respondi el bachiller, dicen algunos que hanledo la historia que se holgaran se les hubiera olvidado a los autoresdella algunos de los infinitos palos que en diferentes encuentros dieronal seor don Quijote.

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    Ah entra la verdad de la historia dijo Sancho.Tambin pudieran callarlos por equidad dijo don Quijote, pues

    las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay paraqu escribirlas, si han de redundar en menosprecio del seor de la his-toria. A fee que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tanprudente Ulises como le describe Homero.

    As es replic Sansn, pero uno es escribir como poeta y otrocomo historiador: el poeta puede contar, o cantar las cosas, no comofueron, sino como deban ser; y el historiador las ha de escribir, nocomo deban ser, sino como fueron, sin aadir ni quitar a la verdadcosa alguna.

    Pues si es que se anda a decir verdades ese seor moro dijoSancho, a buen seguro que entre los palos de mi seor se hallen losmos; porque nunca a su merced le tomaron la medida de las espaldasque no me la tomasen a m de todo el cuerpo; pero no hay de qumaravillarme, pues, como dice el mismo seor mo, del dolor de lacabeza han de participar los miembros.

    Socarrn sois, Sancho respondi don Quijote. A fee que noos falta memoria cuando vos queris tenerla.

    Cuando yo quisiese olvidarme de los garrotazos que me handado dijo Sancho, no lo consentirn los cardenales, que an se estnfrescos en las costillas.

    Callad, Sancho dijo don Quijote, y no interrumpis al seorbachiller, a quien suplico pase adelante en decirme lo que se dice de men la referida historia.

    Y de m dijo Sancho, que tambin dicen que soy yo uno de losprincipales presonajes della.

    Personajes que no presonajes, Sancho amigo dijo Sansn.Otro reprochador de voquibles tenemos? dijo Sancho. Pues

    ndense a eso, y no acabaremos en toda la vida.Mala me la d Dios, Sancho respondi el bachiller, si no sois

    vos la segunda persona de la historia; y que hay tal, que precia ms oroshablar a vos que al ms pintado de toda ella, puesto que tambin hayquien diga que anduvistes demasiadamente de crdulo en creer quepoda ser verdad el gobierno de aquella nsula, ofrecida por el seordon Quijote, que est presente.

    An hay sol en las bardas dijo don Quijote, y, mientras msfuere entrando en edad Sancho, con la esperiencia que dan los aos,estar ms idneo y ms hbil para ser gobernador que no est agora.

    Por Dios, seor dijo Sancho, la isla que yo no gobernase conlos aos que tengo, no la gobernar con los aos de Matusaln. El daoest en que la dicha nsula se entretiene, no s dnde, y no en faltarme am el caletre para gobernarla.

    Encomendadlo a Dios, Sancho dijo don Quijote, que todo sehar bien, y quiz mejor de lo que vos pensis; que no se mueve la hojaen el rbol sin la voluntad de Dios.

    As es verdad dijo Sansn, que si Dios quiere, no le faltarn aSancho mil islas que gobernar, cuanto ms una.

    Gobernador he visto por ah dijo Sancho que, a mi parecer,no llegan a la suela de mi zapato, y, con todo eso, los llaman seora, yse sirven con plata.

    sos no son gobernadores de nsulas replic Sansn, sino deotros gobiernos ms manuales; que los que gobiernan nsulas, por lomenos han de saber gramtica.

    Con la grama bien me avendra yo dijo Sancho, pero con latica, ni me tiro ni me pago, porque no la entiendo. Pero, dejando estodel gobierno en las manos de Dios, que me eche a las partes dondems de m se sirva, digo, seor bachiller Sansn Carrasco, que infinita-mente me ha dado gusto que el autor de la historia haya hablado de mde manera que no enfadan las cosas que de m se cuentan; que a fe debuen escudero que si hubiera dicho de m cosas que no fueran muy decristiano viejo, como soy, que nos haban de or los sordos.

    Eso fuera hacer milagros respondi Sansn.Milagros o no milagros dijo Sancho, cada uno mire cmo

    habla o cmo escribe de las presonas, y no ponga a troche moche loprimero que le viene al magn.

    Una de las tachas que ponen a la tal historia dijo el bachiller esque su autor puso en ella una novela intitulada El curioso impertinente; nopor mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tieneque ver con la historia de su merced del seor don Quijote.

    Yo apostar replic Sancho que ha mezclado el hideperro berzascon capachos.

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    Ahora digo dijo don Quijote que no ha sido sabio el autor demi historia, sino algn ignorante hablador, que, a tiento y sin algndiscurso, se puso a escribirla, salga lo que saliere, como haca Orbaneja,el pintor de beda, al cual preguntndole qu pintaba, respondi: Loque saliere. Tal vez pintaba un gallo, de tal suerte y tan mal parecido,que era menester que con letras gticas escribiese junto a l: ste esgallo. Y as debe de ser de mi historia, que tendr necesidad de co-mento para entenderla.

    Eso no respondi Sansn, porque es tan clara, que no haycosa que dificultar en ella: los nios la manosean, los mozos la leen, loshombres la entienden y los viejos la celebran; y, finalmente, es tan trilla-da y tan leda y tan sabida de todo gnero de gentes, que, apenas hanvisto algn rocn flaco, cuando dicen: all va Rocinante. Y los quems se han dado a su letura son los pajes: no hay antecmara de seordonde no se halle un Don Quijote: unos le toman si otros le dejan;stos le embisten y aqullos le piden. Finalmente, la tal historia es delms gustoso y menos perjudicial entretenimiento que hasta agora sehaya visto, porque en toda ella no se descubre, ni por semejas, unapalabra deshonesta ni un pensamiento menos que catlico.

    A escribir de otra suerte dijo don Quijote, no fuera escribirverdades, sino mentiras; y los historiadores que de mentiras se valenhaban de ser quemados, como los que hacen moneda falsa; y no s yoqu le movi al autor a valerse de novelas y cuentos ajenos, habiendotanto que escribir en los mos: sin duda se debi de atener al refrn:De paja y de heno..., etctera. Pues en verdad que en slo manifestarmis pensamientos, mis sospiros, mis lgrimas, mis buenos deseos y misacometimientos pudiera hacer un volumen mayor, o tan grande que elque pueden hacer todas las obras del Tostado. En efeto, lo que yoalcanzo, seor bachiller, es que para componer historias y libros, decualquier suerte que sean, es menester un gran juicio y un maduro en-tendimiento. Decir gracias y escribir donaires es de grandes ingenios: lams discreta figura de la comedia es la del bobo, porque no lo ha deser el que quiere dar a entender que es simple. La historia es como cosasagrada; porque ha de ser verdadera, y donde est la verdad est Dios,en cuanto a verdad; pero, no obstante esto, hay algunos que as compo-nen y arrojan libros de s como si fuesen buuelos.

    No hay libro tan malo dijo el bachiller que no tenga algo bue-no.

    No hay duda en eso replic don Quijote; pero muchas vecesacontece que los que tenan mritamente granjeada y alcanzada granfama por sus escritos, en dndolos a la estampa, la perdieron del todo,o la menoscabaron en algo.

    La causa deso es dijo Sansn que, como las obras impresas semiran despacio, fcilmente se veen sus faltas, y tanto ms se escudriancuanto es mayor la fama del que las compuso. Los hombres famosospor sus ingenios, los grandes poetas, los ilustres historiadores, siempre,o las ms veces, son envidiados de aquellos que tienen por gusto y porparticular entretenimiento juzgar los escritos ajenos, sin haber dado al-gunos propios a la luz del mundo.

    Eso no es de maravillar dijo don Quijote, porque muchostelogos hay que no son buenos para el plpito, y son bonsimos paraconocer las faltas o sobras de los que predican.

    Todo eso es as, seor don Quijote dijo Carrasco, pero quisie-ra yo que los tales censuradores fueran ms misericordiosos y menosescrupulosos, sin atenerse a los tomos del sol clarsimo de la obra deque murmuran; que si aliquando bonus dormitat Homerus, consideren lomucho que estuvo despierto, por dar la luz de su obra con la menossombra que pudiese; y quiz podra ser que lo que a ellos les parece malfuesen lunares, que a las veces acrecientan la hermosura del rostro quelos tiene; y as, digo que es grandsimo el riesgo a que se pone el queimprime un libro, siendo de toda imposibilidad imposible componerletal, que satisfaga y contente a todos los que le leyeren.

    El que de m trata dijo don Quijote, a pocos habr contenta-do.

    Antes es al revs; que, como de stultorum infinitus est numerus,infinitos son los que han gustado de la tal historia; y algunos han puestofalta y dolo en la memoria del autor, pues se le olvida de contar quinfue el ladrn que hurt el rucio a Sancho, que all no se declara, y slo seinfiere de lo escrito que se le hurtaron, y de all a poco le vemos acaballo sobre el mesmo jumento, sin haber parecido. Tambin dicenque se le olvid poner lo que Sancho hizo de aquellos cien escudos quehall en la maleta en Sierra Morena, que nunca ms los nombra, y hay

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    muchos que desean saber qu hizo dellos, o en qu los gast, que esuno de los puntos sustanciales que faltan en la obra.

    Sancho respondi:Yo, seor Sansn, no estoy ahora para ponerme en cuentas ni

    cuentos; que me ha tomado un desmayo de estmago, que si no lereparo con dos tragos de lo aejo, me pondr en la espina de SantaLuca. En casa lo tengo, mi oslo me aguarda; en acabando de comer,dar la vuelta, y satisfar a vuestra merced y a todo el mundo de lo quepreguntar quisieren, as de la prdida del jumento como del gasto delos cien escudos.

    Y, sin esperar respuesta ni decir otra palabra, se fue a su casa.Don Quijote pidi y rog al bachiller se quedase a hacer peniten-

    cia con l. Tuvo el bachiller el envite: quedse, aadise al ordinaro unpar de pichones, tratse en la mesa de caballeras, siguile el humorCarrasco, acabse el banquete, durmieron la siesta, volvi Sancho yrenovse la pltica pasada.

    CAPTULO IVDONDE SANCHO PANZA SATISFACE AL BACHILLER SANSN CARRASCODE SUS DUDAS Y PREGUNTAS, CON OTROS SUCESOS DIGNOS DE SABERSE

    Y DE CONTARSE

    OLVI SANCHO A CASA DE DON QUIJOTE, y, volviendo alpasado razonamiento, dijo:A lo que el seor Sansn dijo que se deseaba saber quin,

    o cmo, o cundo se me hurt el jumento, respondiendo digo quela noche misma que, huyendo de la Santa Hermandad, nos entra-mos en Sierra Morena, despus de la aventura sin ventura de losgaleotes y de la del difunto que llevaban a Segovia, mi seor y yonos metimos entre una espesura, adonde mi seor arrimado a sulanza, y yo sobre mi rucio, molidos y cansados de las pasadas refrie-gas, nos pusimos a dormir como si fuera sobre cuatro colchonesde pluma; especialmente yo dorm con tan pesado sueo, que quien-quiera que fue tuvo lugar de llegar y suspenderme sobre cuatroestacas que puso a los cuatro lados de la albarda, de manera que medej a caballo sobre ella, y me sac debajo de m al rucio, sin que yolo sintiese.

    Eso es cosa fcil, y no acontecimiento nuevo, que lo mesmo lesucedi a Sacripante cuando, estando en el cerco de Albraca, con esa

    VVVVV

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    misma invencin le sac el caballo de entre las piernas aquel famosoladrn llamado Brunelo.

    Amaneci prosigui Sancho, y, apenas me hube estremecido,cuando, faltando las estacas, di conmigo en el suelo una gran cada;mir por el jumento, y no le vi; acudironme lgrimas a los ojos, y hiceuna lamentacin, que si no la puso el autor de nuestra historia, puedehacer cuenta que no puso cosa buena. Al cabo de no s cuntos das,viniendo con la seora princesa Micomicona, conoc mi asno, y quevena sobre l en hbito de gitano aquel Gins de Pasamonte, aquelembustero y grandsimo maleador que quitamos mi seor y yo de lacadena.

    No est en eso el yerro replic Sansn, sino en que, antes dehaber parecido el jumento, dice el autor que iba a caballo Sancho en elmesmo rucio.

    A eso dijo Sancho, no s qu responder, sino que el historia-dor se enga, o ya sera descuido del impresor.

    As es, sin duda dijo Sansn; pero, qu se hicieron los cienescudos?; deshicironse?

    Respondi Sancho:Yo los gast en pro de mi persona y de la de mi mujer, y de mis

    hijos, y ellos han sido causa de que mi mujer lleve en paciencia loscaminos y carreras que he andado sirviendo a mi seor don Quijote;que si, al cabo de tanto tiempo, volviera sin blanca y sin el jumento a micasa, negra ventura me esperaba; y si hay ms que saber de m, aquestoy, que responder al mismo rey en presona, y nadie tiene para qumeterse en si truje o no truje, si gast o no gast; que si los palos que medieron en estos viajes se hubieran de pagar a dinero, aunque no setasaran sino a cuatro maraveds cada uno, en otros cien escudos nohaba para pagarme la mitad; y cada uno meta la mano en su pecho, yno se ponga a juzgar lo blanco por negro y lo negro por blanco; quecada uno es como Dios le hizo, y aun peor muchas veces.

    Yo tendr cuidado dijo Carrasco de acusar al autor de la histo-ria que si otra vez la imprimiere, no se le olvide esto que el buen Sanchoha dicho, que ser realzarla un buen coto ms de lo que ella se est.

    Hay otra cosa que enmendar en esa leyenda, seor bachiller? pregunt don Quijote.

    S debe de haber respondi l, pero ninguna debe de ser de laimportancia de las ya referidas.

    Y por ventura dijo don Quijote, promete el autor segundaparte?

    S promete re[s]pondi Sansn, pero dice que no ha halladoni sabe quin la tiene, y as, estamos en duda si saldr o no; y as por estocomo porque algunos dicen: Nunca segundas partes fueron buenas,y otros: De las cosas de don Quijote bastan las escritas, se duda queno ha de haber segunda parte; aunque algunos que son ms joviales quesaturninos dicen: Vengan ms quijotadas: embista don Quijote y hableSancho Panza, y sea lo que fuere, que con eso nos contentamos.

    Y a qu se atiene el autor?A que respondi Sansn, en hallando que halle la historia, que

    l va buscando con extraordinarias diligencias, la dar luego a la estam-pa, llevado ms del inters que de darla se le sigue que de otra alabanzaalguna.

    A lo que dijo Sancho:Al dinero y al inters mira el autor? Maravilla ser que acierte,

    porque no har sino harbar, harbar, como sastre en vsperas de pas-cuas, y las obras que se hacen apriesa nunca se acaban con la perfecinque requieren. Atienda ese seor moro, o lo que es, a mirar lo que hace;que yo y mi seor le daremos tanto ripio a la mano en materia deaventuras y de sucesos diferentes, que pueda componer no slo segun-da parte, sino ciento. Debe de pensar el buen hombre, sin duda, quenos dormimos aqu en las pajas; pues tnganos el pie al herrar, y verdel que cosqueamos. Lo que yo s decir es que si mi seor tomase miconsejo, ya habamos de estar en esas campaas deshaciendo agravios yenderezando tuertos, como es uso y costumbre de los buenos andantescaballeros.

    No haba bien acabado de decir estas razones Sancho, cuandollegaron a sus odos relinchos de Rocinante; los cuales relinchos tomdon Quijote por felicsimo agero, y determin de hacer de all a tres ocuatro das otra salida; y, declarando su intento al bachiller, le pidiconsejo por qu parte comenzara su jornada; el cual le respondi queera su parecer que fuese al reino de Aragn y a la ciudad de Zaragoza,adonde, de all a pocos das, se haban de hacer unas solensimas justas

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    por la fiesta de San Jorge, en las cuales podra ganar fama sobre todoslos caballeros aragoneses, que sera ganarla sobre todos los del mundo.Alable ser honradsima y valentsima su determinacin, y advirtileque anduviese ms atentado en acometer los peligros, a causa que suvida no era suya, sino de todos aquellos que le haban de menester paraque los amparase y socorriese en sus desventuras.

    Deso es lo que yo reniego, seor Sansn dijo a este punto San-cho, que as acomete mi seor a cien hombres armados como unmuchacho goloso a media docena de badeas. Cuerpo del mundo,seor bachiller! S, que tiempos hay de acometer y tiempos de retirar; s,no ha de ser todo Santiago, y cierra, Espaa! Y ms, que yo he ododecir, y creo que a mi seor mismo, si mal no me acuerdo, que en losestremos de cobarde y de temerario est el medio de la valenta; y siesto es as, no quiero que huya sin tener para qu, ni que acometa cuan-do la demasa pide otra cosa. Pero, sobre todo, aviso a mi seor que sime ha de llevar consigo, ha de ser con condicin que l se lo ha debatallar todo, y que yo no he de estar obligado a otra cosa que a mirarpor su persona en lo que tocare a su limpieza y a su regalo; que en estoyo le bailar el agua delante; pero pensar que tengo de poner mano a laespada, aunque sea contra villanos malandrines de hacha y capellina, espensar en lo escusado. Yo, seor Sansn, no pienso granjear fama devaliente, sino del mejor y ms leal escudero que jams sirvi a caballeroandante; y si mi seor don Quijote, obligado de mis muchos y buenosservicios, quisiere darme alguna nsula de las muchas que su merceddice que se ha de topar por ah, recibir mucha merced en ello; y cuan-do no me la diere, nacido soy, y no ha de vivir el hombre en hoto deotro sino de Dios; y ms, que tan bien, y aun quiz mejor, me sabr elpan desgobernado que siendo gobernador; y s yo por ventura si enesos gobiernos me tiene aparejada el diablo alguna zancadilla dondetropiece y caiga y me haga las muelas? Sancho nac, y Sancho piensomorir; pero si con todo esto, de buenas a buenas, sin mucha solicitud ysin mucho riesgo, me deparase el cielo alguna nsula, o otra cosa seme-jante, no soy tan necio que la desechase; que tambin se dice: Cuandote dieren la vaquilla, corre con la soguilla; y Cuando viene el bien,mtelo en tu casa.

    Vos, hermano Sancho dijo Carrasco, habis hablado como

    un catedrtico; pero, con todo eso, confiad en Dios y en el seor donQuijote, que os ha de dar un reino, no que una nsula.

    Tanto es lo de ms como lo de menos respondi Sancho;aunque s decir al seor Carrasco que no echara mi seor el reino queme diera en saco roto, que yo he tomado el pulso a m mismo, y mehallo con salud para regir reinos y gobernar nsulas, y esto ya otrasveces lo he dicho a mi seor.

    Mirad, Sancho dijo Sansn, que los oficios mudan las costum-bres, y podra ser que vindoos gobernador no conocisedes a la ma-dre que os pari.

    Eso all se ha de entender respondi Sancho con los que na-cieron en las malvas, y no con los que tienen sobre el alma cuatro dedosde enjundia de cristianos viejos, como yo los tengo. No, sino llegaos ami condicin, que sabr usar de desagradecimiento con alguno!

    Dios lo haga dijo don Quijote, y ello dir cuando el gobiernovenga; que ya me parece que le trayo entre los ojos.

    Dicho esto, rog al bachiller que, si era poeta, le hiciese merced decomponerle unos versos que tratasen de la despedida que pensaba ha-cer de su seora Dulcinea del Toboso, y que advirtiese que en el princi-pio de cada verso haba de poner una letra de su nombre, de maneraque al fin de los versos, juntando las primeras letras, se leyese: Dulcineadel Toboso.

    El bachiller respondi que, puesto que l no era de los famosospoetas que haba en Espaa, que decan que no eran sino tres y medio,que no dejara de componer los tales metros, aunque hallaba una difi-cultad grande en su composicin, a causa que las letras que contenan elnombre eran diez y siete; y que si haca cuatro castellanas de a cuatroversos, sobrara una letra; y si de a cinco, a quien llaman dcimas oredondillas, faltaban tres letras; pero, con todo eso, procurara embe-ber una letra lo mejor que pudiese, de manera que en las cuatro caste-llanas se incluyese el nombre de Dulcinea del Toboso.

    Ha de ser as en todo caso dijo don Quijote; que si all no va elnombre patente y de manifiesto, no hay mujer que crea que para ella sehicieron los metros.

    Quedaron en esto y en que la partida sera de all a ocho das.Encarg don Quijote al bachiller la tuviese secreta, especialmente al

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    cura y a maese Nicols, y a su sobrina y al ama, porque no estorbasensu honrada y valerosa determinacin. Todo lo prometi Carrasco. Conesto se despidi, encargando a don Quijote que de todos sus buenos omalos sucesos le avisase, habiendo comodidad; y as, se despidieron, ySancho fue a poner en orden lo necesario para su jornada.

    CAPTULO VDE LA DISCRETA Y GRACIOSA PLTICA QUE PAS ENTRE SANCHO PANZA

    Y SU MUJER TERESA PANZA, Y OTROS SUCESOS DIGNOS DE FELICERECORDACIN

    LEGANDO A ESCRIBIR EL TRADUCTOR DESTA HISTORIA este quin-to captulo, dice que le tiene por apcrifo, porque en lhabla Sancho Panza con otro estilo del que se poda pro-meter de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no

    tiene por posible que l las supiese; pero que no quiso dejar de traducir-lo, por cumplir con lo que a su oficio deba; y as, prosigui diciendo:)

    Lleg Sancho a su casa tan regocijado y alegre, que su mujer cono-ci su alegra a tiro de ballesta; tanto, que la oblig a preguntarle:

    Qu tras, Sancho amigo, que tan alegre vens?A lo que l respondi:Mujer ma, si Dios quisiera, bien me holgara yo de no estar tan

    contento como muestro.No os entiendo, marido replic ella, y no s qu queris decir

    en eso de que os holgredes, si Dios quisiera, de no estar contento; que,maguer tonta, no s yo quin recibe gusto de no tenerle.

    Mirad, Teresa respondi Sancho: yo estoy alegre porque ten-go determinado de volver a servir a mi amo don Quijote, el cual quie-

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    re la vez tercera salir a buscar las aventuras; y yo vuelvo a salir con l,porque lo quiere as mi necesidad, junto con la esperanza, que me ale-gra, de pensar si podr hallar otros cien escudos como los ya gastados,puesto que me entristece el haberme de apartar de ti y de mis hijos; y siDios quisiera darme de comer a pie enjuto y en mi casa, sin traermepor vericuetos y encrucijadas, pues lo poda hacer a poca costa y noms de quererlo, claro est que mi alegra fuera ms firme y valedera,pues que la que tengo va mezclada con la tristeza del dejarte; as que,dije bien que holgara, si Dios quisiera, de no estar contento.

    Mirad, Sancho replic Teresa: despus que os hicistes miem-bro de caballero andante hablis de tan rodeada manera, que no hayquien os entienda.

    Basta que me entienda Dios, mujer respondi Sancho, que les el entendedor de todas las cosas, y qudese esto aqu; y advertid,hermana, que os conviene tener cuenta estos tres das con el rucio, demanera que est para armas tomar: dobladle los piensos, requerid laalbarda y las dems jarcias, porque no vamos a bodas, sino a rodear elmundo, y a tener dares y tomares con gigantes, con endriagos y convestiglos, y a or silbos, rugidos, bramidos y baladros; y aun todo estofuera flores de cantueso si no tuviramos que entender con yangeses ycon moros encantados.

    Bien creo yo, marido replic Teresa, que los escuderos andantesno comen el pan de balde; y as, quedar rogando a Nuestro Seor ossaque presto de tanta mala ventura.

    Yo os digo, mujer respondi Sancho, que si no pensase antesde mucho tiempo verme gobernador de una nsula, aqu me caeramuerto.

    Eso no, marido mo dijo Teresa: viva la gallina, aunque seacon su pepita; vivid vos, y llvese el diablo cuantos gobiernos hay en elmundo; sin gobierno salistes del vientre de vuestra madre, sin gobiernohabis vivido hasta ahora, y sin gobierno os iris, o os llevarn, a lasepultura cuando Dios fuere servido. Como sos hay en el mundo queviven sin gobierno, y no por eso dejan de vivir y de ser contados en elnmero de las gentes. La mejor salsa del mundo es la hambre; y comosta no falta a los pobres, siempre comen con gusto. Pero mirad, San-cho: si por ventura os viredes con algn gobierno, no os olvidis de

    m y de vuestros hijos. Advertid que Sanchico tiene ya quince aoscabales, y es razn que vaya a la escuela, si es que su to el abad le ha dedejar hecho de la Iglesia. Mirad tambin que Mari Sancha, vuestra hija,no se morir si la casamos; que me va dando barruntos que desea tantotener marido como vos deseis veros con gobierno; y, en fin en fin,mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada.

    A buena fe respondi Sancho que si Dios me llega a teneralgo qu de gobierno, que tengo de casar, mujer ma, a Mari Sancha tanaltamente que no la alcancen sino con llamarla seora.

    Eso no, Sancho respondi Teresa: casadla con su igual, que eslo ms acertado; que si de los zuecos la sacis a chapines, y de sayaparda de catorceno a verdugado y saboyanas de seda, y de una Maricay un t a una doa tal y seora, no se ha de hallar la mochacha, y a cadapaso ha de caer en mil faltas, descubriendo la hilaza de su tela basta ygrosera.

    Calla, boba dijo Sancho, que todo ser usarlo dos o tres aos;que despus le vendr el seoro y la gravedad como de molde; ycuando no, qu importa? Sase ella seora, y venga lo que viniere.

    Medos, Sancho, con vuestro estado respondi Teresa; no osqueris alzar a mayores, y advertid al refrn que dice: Al hijo de tuvecino, lmpiale las narices y mtele en tu casa. Por cierto, que seragentil cosa casar a nuestra Mara con un condazo, o con caballeroteque, cuando se le antojase, la pusiese como nueva, llamndola de villa-na, hija del destripaterrones y de la pela[r]ruecas! No en mis das, ma-rido! Para eso, por cierto, he criado yo a mi hija! Traed vos dineros,Sancho, y el casarla dejadlo a mi cargo; que ah est Lope Tocho, el hijode Juan Tocho, mozo rollizo y sano, y que le conocemos, y s que nomira de mal ojo a la mochacha; y con ste, que es nuestro igual, estarbien casada, y le tendremos siempre a nuestros ojos, y seremos todosunos, padres y hijos, nietos y yernos, y andar la paz y la bendicin deDios entre todos nosotros; y no casrmela vos ahora en esas cortes yen esos palacios grandes, adonde ni a ella la entiendan, ni ella se entien-da.

    Ven ac, bestia y mujer de Barrabs replic Sancho: por ququieres t ahora, sin qu ni para qu, estorbarme que no case a mi hijacon quien me d nietos que se llamen seora? Mira, Teresa: siempre he

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    MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA DON QUIJOTE DE LA MANCHA (II)

    Pehun Editores, 2001

    odo decir a mis mayores que el que no sabe gozar de la ventura cuan-do le viene, que no se debe quejar si se le pasa. Y no sera bien queahora, que est llamando a nuestra puerta, se la cerremos; dejmonosllevar deste viento favorable que nos sopla.

    (Por este modo de hablar, y por lo que ms abajo dice Sancho,dijo el tradutor desta historia que tena por apcrifo este captulo.)

    No te parece, animalia prosigui Sancho, que ser bien darcon mi cuerpo en algn gobierno provechoso que nos saque el pie dellodo? Y csese a Mari Sancha con quien yo quisiere, y vers cmo tellaman a ti doa Teresa Panza, y te sientas en la iglesia sobre alcatifa,almohadas y arambeles, a pesar y despecho de las hidalgas del pueblo.No, sino estaos siempre en un ser, sin crecer ni menguar, como figurade paramento! Y en esto no hablemos ms, que Sanchica ha de sercondesa, aunque t ms me digas.

    Veis cuanto decs, marido? respondi Teresa. Pues, con todoeso, temo que este condado de mi hija ha de ser su perdicin. Voshaced lo que quisiredes, ora la hagis duquesa o princesa, pero sosdecir que no ser ello con voluntad ni consentimiento mo. Siempre,hermano, fui amiga de la igualdad, y no puedo ver entonos sin funda-mentos. Teresa me pusieron en el bautismo, nombre mondo y escueto,sin aadiduras ni cortapisas, ni arrequives de dones ni donas; Cascajo sellam mi padre, y a m, por ser vuestra mujer, me llaman Teresa Panza,que a buena razn me haban de llamar Teresa Cascajo. Pero all vanreyes do quieren leyes, y con este nombre me contento, sin que me lepongan un don encima, que pese tanto que no le pueda llevar, y noquiero dar que decir a los que me vieren andar vestida a lo condesil o alo de gobernadora, que luego dirn: Mirad qu entonada va lapazpuerca!; ayer no se hartaba de estirar de un copo de estopa, y iba amisa cubierta la cabeza con la falda de la saya, en lugar de manto, y yahoy va con verdugado, con broches y con entono, como si no la cono-cisemos. Si Dios me guarda mis siete, o mis cinco sentidos, o los quetengo, no pienso dar ocasin de verme en tal aprieto. Vos, hermano,idos a ser gobierno o nsulo, y entonaos a vuestro gusto; que mi hija niyo, por el siglo de mi madre, que no nos hemos de mudar un paso denuestra aldea: la mujer honrada, la pierna quebrada, y en casa; y la don-cella honesta, el hacer algo es su fiesta. Idos con vuestro don Quijote a

    vuestras aventuras, y dejadnos a nosotras con nuestras malas venturas,que Dios nos las mejorar como seamos buenas; y yo no s, por cierto,quin le puso a l don, que no tuvieron sus padres ni sus agelos.

    Ahora digo replic Sancho que tienes algn familiar en esecuerpo. Vlate Dios, la mujer, y qu de cosas has ensartado unas enotras, sin tener pies ni cabeza! Qu tiene que ver el Cascajo, los bro-ches, los refranes y el entono con lo que yo digo? Ven ac, mentecata eignorante (que as te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y vashuyendo de la dicha): si yo dijera que mi hija se arrojara de una torreabajo, o que se fuera por esos mundos, como se quiso ir la infantadoa Urraca, tenas razn de no venir con mi gusto; pero si en dospaletas, y en menos de un abrir y cerrar de ojos, te la chanto un don yuna seora a cuestas, y te la saco de los rastrojos, y te la pongo en toldoy en peana, y en un estrado de ms almohadas de velludo que tuvieronmoros en su linaje los Almohadas de Marruecos, por qu no has deconsentir y querer lo que yo quiero?

    Sabis por qu, marido? respondi