Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

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1 ARQUITECTURA: EPISTEMOLOGIA, TEORÍA Y PRAXIS Xavier Vargas Beal Guadalajara, México Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente ( Para críticas, comentarios, sugerencias, etc., [email protected] ) 31 Mayo 2004 INTRODUCCION La construcción de la teoría de la arquitectura, hoy en día, muestra particularidades propias de la disciplina que invitan a la reflexión de los supuestos que la subyacen, ya que esta construcción teórica muestra limitaciones serias para relacionar de forma significativa la conceptualización a priori que frecuentemente se hace en arquitectura, con la descripción de formas arquitectónicas ya acabadas. Tal polarización teórica además, muestra, unas veces, un impresionante vacío epistemológico, y otras, un sustento desordenado donde se mezclan posturas positivistas, interpretativas y pragmáticas sin rigor ni coherencia suficiente, haciendo en ambos casos que los estudios de arquitectura, acaben por ser discursos de opinión poco o muy mal fundamentados. En este trabajo, nos proponemos por tanto, analizar las dificultades que enfrenta la disciplina para contestar dos preguntas que, por lo demás, tampoco hemos encontrado planteadas en los distintos escritos que hemos revisado: ¿Cómo se construye la teoría de la arquitectura y desde qué posturas epistemológicas se hace esta tarea? No parece que estas preguntas exigen, no tanto ya una indagación conceptual sobre la teoría de la arquitectura y su devenir a través de la historia, como se ha hecho por infinidad de arquitectos en los últimos dos siglos; sino más bien un análisis y una reflexión a propósito de la praxis misma de la disciplina, no sólo como oficio instrumental para diseñar y construir obras bajo el eterno principio Vitruviano donde la función, la estructura y la belleza comparten equilibradamente sus valores intrínsecos, sino, principalmente, como un acto profundo de apropiación de posibilidades teóricas y empíricas que le permitan a cada arquitecto sustentar mejor

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Artículo de investigación que da cuenta de la manera como los arquitectos construyen conocimiento.

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ARQUITECTURA: EPISTEMOLOGIA, TEORÍA Y PRAXIS

Xavier Vargas Beal Guadalajara, México

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente ( Para críticas, comentarios, sugerencias, etc., [email protected] )

31 Mayo 2004

INTRODUCCION

La construcción de la teoría de la arquitectura, hoy en día, muestra particularidades

propias de la disciplina que invitan a la reflexión de los supuestos que la subyacen,

ya que esta construcción teórica muestra limitaciones serias para relacionar de forma

significativa la conceptualización a priori que frecuentemente se hace en arquitectura,

con la descripción de formas arquitectónicas ya acabadas. Tal polarización teórica

además, muestra, unas veces, un impresionante vacío epistemológico, y otras, un

sustento desordenado donde se mezclan posturas positivistas, interpretativas y

pragmáticas sin rigor ni coherencia suficiente, haciendo en ambos casos que los

estudios de arquitectura, acaben por ser discursos de opinión poco o muy mal

fundamentados.

En este trabajo, nos proponemos por tanto, analizar las dificultades que enfrenta la

disciplina para contestar dos preguntas que, por lo demás, tampoco hemos

encontrado planteadas en los distintos escritos que hemos revisado: ¿Cómo se

construye la teoría de la arquitectura y desde qué posturas epistemológicas se hace

esta tarea? No parece que estas preguntas exigen, no tanto ya una indagación

conceptual sobre la teoría de la arquitectura y su devenir a través de la historia, como

se ha hecho por infinidad de arquitectos en los últimos dos siglos; sino más bien un

análisis y una reflexión a propósito de la praxis misma de la disciplina, no sólo como

oficio instrumental para diseñar y construir obras bajo el eterno principio Vitruviano

donde la función, la estructura y la belleza comparten equilibradamente sus valores

intrínsecos, sino, principalmente, como un acto profundo de apropiación de

posibilidades teóricas y empíricas que le permitan a cada arquitecto sustentar mejor

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sus actuaciones profesionales, al mismo tiempo que contribuir al desarrollo de la

disciplina de manera que en ella se articulen más y mejor el concepto y la forma.

ANTECEDENTES DE ESTE TRABAJO

En diciembre del 2003 fuimos invitados a impartir la materia de “Taller de

investigación I” en la escuela de arquitectura del ITESO con el propósito de que

impulsáramos en los alumnos procesos de investigación que desembocaran en la

elaboración de sus tesis. La necesaria revisión de la carta descriptiva como un paso

inicial para la planeación del curso y unas primeras conversaciones con los pares,

nos llevaron rápidamente a dudar que hubiera una verdadera conexión entre lo que

se nos solicitaba como aspiración académica y la tradición investigativa de la

escuela. Pronto nos vimos, por tanto, inmersos en la tarea de revisar, una por una,

las 536 tesis de arquitectura disponibles en la biblioteca de la universidad. Tal

indagación fue originalmente motivada por nuestro deseo de establecer la naturaleza

de los trabajos recepcionales a través de cuatro décadas y poder tener una primera

visión del estado de la investigación en la propia escuela de arquitectura. Los

hallazgos, nos generaron nuevas inquietudes y preguntas que nos llevaron a

ahondar y extender nuestra indagación para comparar los resultados domésticos,

con lo realizado por algunos de los investigadores más prestigiados del país que dan

cuenta de sus trabajos de investigación sobre los distintos aspectos de la

arquitectura a través de revistas arbitradas y de circulación académica nacional. Así,

desarrollamos entonces una nueva tarea: leímos escrupulosamente los 42 artículos

de los Anuarios de Estudios de Arquitectura del 2000, 2001 y 2002 publicados por la

UAM y difundidos en el ámbito propio de las escuelas de arquitectura y los institutos

de investigación. Leímos preguntándonos todo el tiempo cómo reportaban estos

investigadores sus trabajos y de qué manera daban cuenta de sus posturas

epistemológico-metodológicas. Los hallazgos, combinados con los anteriores, nos

permitieron trazar un primer esquema respecto del estado actual de los procesos de

investigación y de construcción de la teoría de la arquitectura, desde el cual pudimos

establecer las líneas de análisis y reflexión que enseguida presentaremos. Antes, sin

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embargo, debemos aclarar cual ha sido, para el desarrollo de esta investigación,

nuestra postura epistemológico-metodológica.

POSTURA EPISTEMOLÓGICO-METODOLÓGICA DE ESTA INVESTIGACION

Desde el origen, nuestro propósito ha venido siendo el de construir sentido en torno

de dos preguntas: 1) ¿Cómo construyen los arquitectos desde su praxis la teoría de

la arquitectura? Y 2) ¿Cómo fundamentan epistemológica y metodológicamente los

arquitectos la construcción de su teoría? Tales preguntas, además, están orientadas

por un objeto de estudio específico: la praxis de la arquitectura. Por lo demás,

ubicamos nuestro trabajo dentro del marco del paradigma interpretativo, usando los

criterios y herramientas propias de la metodología cualitativa, siempre desde el

método hermenéutico y usando por ahora como única técnica de investigación el

análisis del discurso1.

Ahora bien, aunque tenemos la intención de ir logrando, ya desde esta primera

aproximación a la praxis de la arquitectura, una disertación teórico-empírica sobre las

cuestiones planteadas al poner en diálogo los hallazgos empíricos encontrados con

lo expresado por diversos autores, tanto de la arquitectura como de la filosofía,

debemos reconocer que el alcance de este escrito solo logra mapear los núcleos de

interés que nos surgen por ahora como posibilidad real de desarrollar una más

amplia y más profunda investigación, cuyas implicaciones disciplinares y de posible

reflexión filosófica son todavía, en buena medida, invisibles a nuestros ojos. La tarea

apenas comienza y sus frutos últimos pueden tardar varios años. El escrito sin

embargo, puede ser ya de gran utilidad para quienes se interesan en la arquitectura,

porque pone a disposición de forma organizada una buena cantidad de nociones que

le son propias a la disciplina y que exigen clarificación.

1 Como suele suceder cuando se inicia una amplia investigación disciplinar, comenzamos a indagar

sin haber definido plenamente las preguntas de investigación, el objeto de estudio, la metodología, los métodos y técnicas a emplear. Es ahora que hacemos un alto en el camino para replantear el futuro de nuestra investigación, que podemos hacer una recuperación de lo que hemos estado haciendo en esta primera aproximación y de los modos concretos en que lo hemos venido haciendo.

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ANÁLISIS Y REFLEXIÓN TEÓRICO-EMPÍRICA

Comenzaremos este análisis teórico-empírico reiterando que las líneas aquí

reflexionadas han surgido del propio esquema de realidad que logramos construir

como síntesis diagramática de lo analizado empíricamente hasta ahora. Ponerlo en

diálogo con diversos autores de la arquitectura y la filosofía, se vuelve, para nosotros

indispensable a fin de avanzar en la construcción del sentido que las preguntas

realizadas antes nos exigen, como un primer avance sobre lo que todavía nos es

muy desconocido.

Investigación o indagación

En una primera aproximación a la praxis del arquitecto y a la forma como

observamos que fundamenta sus elecciones de diseño, tenemos que comenzar por

referirnos a uno de los instrumentos fundamentales de la disciplina: el programa

arquitectónico. Tal instrumento, constituye el punto de llegada de lo que en la

disciplina suele llamarse investigación arquitectónica, y al mismo tiempo, el punto de

partida para adentrarse en el trabajo de diseño y resolución proyectual del objeto

arquitectónico en cuestión. Para White es “un documento escrito y gráfico, en el que

se organiza y presenta la información que sirve de base, el análisis de hechos, la

evaluación y las conclusiones pertinentes a un proyecto”.2 En consecuencia es “un

plan de acción para definir y lograr (los) resultados y las metas que se desean

obtener”.3

Debemos, sin embargo, precisar que programa arquitectónico no es lo mismo que

análisis programático. Aquel es sólo el concentrado resultante último de éste, es

2 White, Edward T. (1991), Introducción a la programación arquitectónica, Trillas, México, p. 19

3 Ibídem

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decir de un proceso de indagación, análisis y reflexión, cuya praxis exige una cierta

capacidad investigativa. En los hechos, sin embargo, este análisis programático no

se nutre de forma suficiente como para suponer que, en tal proceso, la arquitectura

misma se re-piensa y se re-nueva de forma consistente, alimentando de regreso

alguna de las muchas teorías en las que la propia disciplina se debate. Más bien nos

parece un proceso utilitario, cuyo propósito último es contar con los elementos de

análisis del sitio en que habrá de ubicarse el proyecto, así como sus condicionantes

más importantes, es decir, un listado de requerimientos físicos, geográficos,

naturales, socio-culturales, históricos, financieros, presupuestales, etc. Por ello

resulta muy raro encontrar en tales programas elementos de análisis y reflexión que

incluyan lo propiamente teórico de la arquitectura. Las teorías, sobre todo aquellas

muy conceptuales, permanecen separadas de este proceso indagatorio, constituyen,

más bien, un referente abstracto en la mente del arquitecto que ha quedado como

remanente de su época de estudios universitarios. Si el arquitecto en cuestión ha

seguido nutriendo su praxis de tales elaboraciones teóricas, ello, creemos, constituye

la excepción de la regla. En lo general, la praxis de la arquitectura, antes que a la

teoría, está orientada fuertemente al oficio. “La razón básica –postula Pérez Gómez-

que explica la fascinación que sentimos por la arquitectura mexicana es

precisamente el oficio, antes que cualquier otra interpretación teórica complicada”.4

Ahora bien, los arquitectos en general llaman investigación a este proceso de acopio

de información y análisis empírico de datos, sin embargo, debemos afirmar que tal

proceso de indagación no podría considerarse todavía investigación en el estricto

sentido de aportar nuevas estructuras de entendimiento de la realidad arquitectónica,

es decir, a la construcción de la teoría; no sólo porque la finalidad del análisis

programático no es esa, sino además, porque los niveles de rigor para la obtención

de los hechos, y para su interpretación objetiva o subjetiva –según sea el caso- no

pasa por elecciones epistemológicas y metodológicas consistentemente asumidas.

4 Pérez-Gómez, Alberto (1998), “México, modernidad y arquitectura” en Burian, Edward R. (Editor),

Modernidad y arquitectura en México, G. Gili, México, p. 40

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El propio White establece con claridad la diferencia entre investigación formal e

indagación, cuando afirma: “La investigación se diferencia de la recopilación de datos

o hechos (como la que se realiza en la programación) en que esta última consiste en

acumular y organizar hechos que ya se conocen, mientras que la meta de la primera

es descubrir hechos nuevos”.5

Ahora bien, si consideramos el programa arquitectónico como el punto de

articulación de los actos de analizar, reflexionar y sintetizar la información de

contexto, con los actos del diseño, y consideramos igualmente que una parte

importantísima de tal contexto no es puramente empírica sino fundamentalmente

teórica, entonces, sorprende que uno de nuestros hallazgos, al revisar las 536 tesis

de arquitectura referidas antes, haya sido precisamente que no todos los que

desarrollaron como tema de tesis un objeto proyectual, presentaron un programa

arquitectónico. En este sentido y en concreto, en el 26% de las tesis proyectuales,

los arquitectos pasaron, de la simple indagación de sitio al acto mismo del diseño, sin

detenerse en hacer un análisis y una reflexión suficiente de la información a fin de

sintetizarla en un programa arquitectónico como debe ser, según los cánones de la

disciplina. Si a esta realidad cotidiana, agregamos el dato de que el 82% de las 536

tesis revisadas tuvieron como tema el desarrollo de un objeto estrictamente

proyectual, parecería manifestarse una clara preferencia por el diseño y la

construcción última de la obra arquitectónica, por encima del acto de analizar,

reflexionar y llegar a una síntesis programática, aun en este nivel que, como ya

hemos dicho antes, no puede ser considerado como investigación formal. Esta

primera intuición se ve claramente reforzada cuando constatamos, en nuestra

búsqueda documental y bibliográfica, que existe una voluminosa cantidad de libros

de arquitectura que sólo muestran el diseño y el resultado final de las obras, no

habiendo en tales libros sino fotografías y referencias directas a lo ahí presentado,

como si estos libros fueran simple catálogos de arquitectura. Es asombroso, por decir

lo menos, las dificultades que enfrentamos a lo largo de nuestra investigación, para

encontrar libros cuyo contenido incluyera aspectos epistemológicos, metodológicos,

5 White, Edward T., Op. Cit., p. 30

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o incluso procedimentales, de análisis, reflexión y síntesis a propósito de la

investigación arquitectónica. Ni soñar siquiera con encontrar libros, artículos,

reportes, etc., de investigación cualitativa en los que se abordaran preguntas y

objetos de estudio propios del campo de la arquitectura. En los 42 artículos leídos en

los tres anuarios de la UAM, por ejemplo, solo encontramos una única referencia a

técnicas de investigación cualitativa6, y aún en este caso, el artículo refería las

técnicas como instrumentos didácticos para ser aprovechados en la enseñanza del

diseño arquitectónico. Si bien existe en el mismo anuario de la UAM, otro artículo7

que vale la pena resaltar porque da cuenta brillantemente de cómo el concepto de

tipo en arquitectura puede abrirle opciones a la investigación y a la disciplina, su

autor no hace en ningún momento referencia explícita a la investigación cualitativa.

De modo que, si la praxis del diseño arquitectónico -que es el punto de partida de la

construcción de una obra física- no se nutre en todos los casos de un análisis

programático profundo, ni de un diálogo serio con la teoría de la arquitectura, y

menos todavía de acciones investigativas formales, nos preguntamos entonces ¿de

qué se nutre?

Tradición e iniciación en la enseñanza de la arquitectura

A juzgar por lo que encontramos en las 536 tesis revisadas, así como en los 42

artículos de circulación nacional en los anuarios de la UAM, nos parece que la

tradición educativa de los arquitectos, transmitida de generación en generación

precisamente a través de los llamados Talleres de composición, constituye una

transmisión de carácter iniciático que ejercen los arquitectos más viejos sobre los

nuevos. Tal proceso de iniciación no es exclusivo de la arquitectura, como bien lo

señala Gil Antón cuando nos recuerda el carácter iniciático y tribal de las disciplinas y

6 Ortiz, Jorge & Tamayo, Sergio (2001), “Metodologías cualitativas en la enseñanza del diseño:

arquitectura y espacios urbanos”, Anuario de Estudios de arquitectura, UAM, México, p. 9 7 Guerrero Baca, Luis Fernando (2001), “El concepto de tipo en la arquitectura tradicional”, Anuario de

Estudios de arquitectura, UAM, México, p. 153

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las profesiones.8 Sin embargo, por la estructura curricular que muestran en general

los planes de estudio en las distintas escuelas de arquitectura del país, y por la

importancia y cantidad de horas dedicadas a esta transmisión tribal a través de los

mencionados Talleres, podemos pensar que tal proceso de iniciación, seguramente,

es más fuerte en arquitectura que en otras carreras.

Si a esta realidad educativa ya de por sí tribal, agregamos el énfasis que los

arquitectos ponen en el diseño, la construcción y el resultado final de las obras

arquitectónicas como pauta de identidad y prestigio socio-profesional, la conclusión

no puede ser otra: la arquitectura reproduce, educativamente, arquitectos cuya

tradición y praxis fundamental sigue siendo diseñar, construir y mostrar sus propias

creaciones arquitectónicas. El análisis y la reflexión teórica, así como el conocimiento

de los paradigmas epistemológico-metodológicos, necesarios para fundamentar sus

actuaciones investigativas, quedan relegados a aquellos escasos estudiosos que son

quienes abordan eventualmente estas cuestiones fundamentales de la arquitectura.

El programa arquitectónico y el diseño último de cada proyecto, parecerían, bajo esta

óptica, estar nutridos desde los aprendizajes mismos en la escuela, de una tradición

y praxis propia de la disciplina que no logra escapar de sí misma. Ya desde 1982, la

necesidad de investigar formalmente y reflexionar a fondo la profesión, al mismo

tiempo que poner en duda el oficio arquitectónico cuando éste no está fundamentado

debidamente, fue señalado por el director de arquitectura de la Universidad

Autónoma de Nuevo León en la XXIX Reunión de ASINEA. Reproducimos aquí sus

palabras y, aunque la cita es algo larga, por su importancia para el tema que nos

ocupa, la reproducimos completa:

8 “los profesionales de la academia forman una confederación de tribus reconocible con sus hechos

socialmente validados: seleccionan estudiantes, los forman e inician en las pautas y valores de una disciplina y los incorporan a un saber específico; los evalúan incesantemente y después les otorgan el documento sobre el que descansa el reconocimiento social, ya sea por medio de la universidad o del Estado: el „certificado‟. Además regulan el mercado de posiciones académicas, no sólo para su ingreso a la profesión sino también en lo que toca a la permanencia y jerarquización a lo largo de la trayectoria”. Gil Antón, Manuel (2002), “Una reflexión sobre la profesión académica en México”, Separata en Sinéctica No 21, Julio-Diciembre 2002, Iteso, Tlaquepaque, Jalisco, México, pp. 3-10, p.4

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“Es muy escasa la investigación en Arquitectura. Prácticamente no circulan revistas mexicanas de Arquitectura, ni se imprimen libros de autores mexicanos sobre el tema.

Los campos de la investigación tecnológica nos parecen vedados por razones económicas. Es casi imposible no depender, en el campo de la construcción, de las tecnológicas transnacionales que nos proporciona la producción industrial.

En el campo de la expresión de los proyectos, podríamos ser menos imitadores y ensayar estilos propios.

En los campos teóricos es donde parecemos más maniatados, a pesar de que es ahí donde tendríamos más posibilidades de investigar sin grandes desembolsos monetarios. Las razones principales que se ven superficialmente se remontan a carencias formativas atrasadas desde todos los niveles de la educación: no aprendimos a redactar nuestros pensamientos (a veces ni ortografía), no comprendemos nuestra realidad social; las materias filosóficas nos aburren, las disciplinas lógicas nos asustan. A muchos les parecen devaneos inútiles los conocimientos del arte.

Y si no poseemos una teoría arquitectónica, estamos prácticamente imposibilitados para realizar el diseño creativo, innovador, adecuado a nuestros problemas. Por esto se producen generalmente en nuestras escuelas proyectos que son adaptaciones copiadas de revistas extranjeras, monstruos integrados con plagios parciales de diversas fuentes; o refritos de lo que se ve hacer en el medio”.

9

En este mismo sentido, aunque con palabras diferentes, varios directores y

coordinadores de distintas escuelas de arquitectura de Latinoamérica, expresaron

dos recomendaciones durante la VIII Semana de Arquitectura realizada en el ITESO

en 2001, a propósito de la necesidad sentida por ellos de retomar el carácter

problematizador e investigativo de la enseñanza de la arquitectura. He aquí lo que

entonces consideraban necesario:

“1) El desarrollo de Currículos Flexibles, con herramientas educativas plurales, que rompan con la relación dependiente profesor-alumno, permitiendo aprender juntos de la realidad compleja, en la cual estamos inmersos. Currículos que incluyan estrategias pedagógicas para formar „problematizando la realidad‟ en ejercicios que constituyan procesos investigativos, acumulativos y progresivos, sin perder la esencia del arquitecto, cual es la de producir espacios. 2) Precisar la „porción de realidad‟ que tiene que problematizar el arquitecto. En este sentido se hace necesaria la Reflexión Epistemológica alrededor del conocimiento que se requiere para Ser Arquitecto y Hacer Arquitectura”.

10

Philippe Boudón, acorde con estas mismas ideas, encuentra que la Arquitectura se

ha quedado a la zaga de otras disciplinas en lo que respecta a la construcción de su

9 González Gallardo, Oscar H. (1982), Investigación para la educación en arquitectura, UANL,

Monterrey, N.L., México, pp. 12 y 13 10

García Martín, Roberto (2001) Coordinador de la VIII Semana de Arquitectura-Iteso Re-visiones, Minuta de la mesa “Taller de Coordinadores”.

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propio objeto de estudio. “Mientras que otras disciplinas –afirma él- han

conceptualizado poco a poco un espacio de referencia destinado a ayudarles a

comprender su parte de la realidad, la parte que concierne a la arquitectura siendo

en mayor parte el espacio concreto, casi no ha abstraído de él un espacio conceptual

que le permita conocer y medir su propia acción. Aun más, -sigue diciendo- parece

que el arquitecto quiere que la arquitectura sea un misterio”.11

Boudón recoge esta realidad y deriva de ella su propia postura, señalando algo que

nos parece fundamental de tomarse en cuenta, sobre todo durante los procesos de

formación de arquitectos: el objeto teórico de la arquitectura no puede ser la propia

arquitectura por más pre-existente que ella sea. Esta idea de Boudón nos parece

sorprendente porque devela ya de forma clara la tautología epistemológica en que la

disciplina podría estar empantanada. “Del análisis de textos escritos por los

arquitectos sobre la arquitectura, -afirma él- se ha desprendido una idea fundamental

sobre el objeto de una ciencia de la arquitectura: y es que este objeto no es la

arquitectura de la cual se supone la existencia previa, sino una arquitectura como

objeto de ciencia que está por construirse, dicho de otra manera, una construcción

teórica científica de la arquitectura”.12

Srtoeter comparte el pensamiento de Boudón cuando separa, con toda claridad

educativa y epistemológica, la teoría de la arquitectura de su historia: “Una de las

principales dificultades –afirma él- de enseñar, proyectar y criticar en la arquitectura

es, probablemente, la falta de algo que pueda ser tomado, con cierto consenso,

como una teoría, y que no sea confundida con su historia”.13 Por lo demás, él mismo

sostiene la opinión de que la enseñanza de la arquitectura cae en insuficienca al

orientarse preferentemente al trabajo arquitectónico objetual: “Las escuelas de

arquitectura, -afirma él- en su mayoría, no están preparadas para brindar a los

estudiantes, de manera sistemática, una orientación de los proyectos que no sean

las normas de una correcta construcción y del cumplimiento adecuado de los

11

Boudón, Filippe (S/A), Acerca del espacio arquitectónico, UAM, México, p. 4 12

Ibídem 13

Stroeter, Joao Rodolfo (1994), Teorías sobre arquitectura, Trillas, México, p. 16

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11

requerimientos del programa. (…) A los estudiantes de arquitectura se les enseña

principalmente cómo construir y cómo planear la construcción. Se muy bien que eso

no es poco, si se enseña a construir de forma correcta. No es poco, pero tampoco es

suficiente”.14

Polarización en los modos de construir la Teoría de la arquitectura

Ahora bien, lo que hemos estado afirmando hasta ahora al poner en diálogo nuestros

hallazgos con los autores citados, parecería querer inducir a pensar que no existe la

teoría en arquitectura, lo cual, postulado así, sería realmente insostenible, por tanto,

es indispensable que aclaremos más detalladamente lo que creemos que sucede al

respecto. Comencemos por aceptar que obras escritas sobre Teoría de la

arquitectura hay por docenas, por lo tanto, el problema tiene que ver más bien con la

forma como esta teoría se ha construido.

Durante nuestro proceso de indagación pudimos establecer con claridad que la

Teoría de la arquitectura se ha construido de una de dos formas. O bien la teoría se

constituye de conceptualizaciones apriorísticas, analizadas y reflexionadas de forma

puramente abstracta yendo de un autor a otro sin tocar la realidad concreta; o bien

se constituye de descripciones empíricas a propósito de formas arquitectónicas ya

acabadas, mismas que se recogen a través de los siglos en una muy acuciosa

historiografía arquitectónica que no dialoga con los conceptos propios de la

arquitectura de forma suficiente. El resultado de esta doble posición de la

construcción teórica, es que tales extremos, aunque nutren la disciplina, lo hacen sin

articulación suficiente entre sí. Quizá sea por ello que es tan difícil encontrar escritos

cuyos contenidos hayan sido tratados de una manera teórico-empírica. Citaremos en

seguida dos casos representativos que ilustrarán la enorme distancia existente entre

estas dos formas de construir teoría en la arquitectura.

14

Ibídem

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12

El primero de ellos, tiene que ver con el modo como José Villagrán -el más grande

teórico mexicano de la arquitectura moderna- establece prácticamente a priori, los

cuatro valores en que él mismo funda gran parte de su obra teórica. Villagrán, sin

apoyarse en aspectos concretos de la realidad, sino únicamente citando lo

expresado conceptualmente por Vitruvio, Aristóteles, Sto. Tomás, Wunt, Meyerson,

Roura, García Morente, Reynaud, Schmarsow, Lotza, Rickert, Frondozi, Scheler, y

Müller, llega a un planteamiento axiológico-arquitectónico sobre del cual habrá de

erigir el resto de la obra:

“Sin poder extendernos en este apasionante tema (de los valores), necesitamos glosar el resultado y la interpretación de todas estas adquisiciones en cuatro valores primarios o esferas que servirán de base para nuestras incursiones venideras:

Valores que al concluir en una obra en forma positiva, integran lo arquitectónico.

1. Utiles 2. Factológicos 3. Estéticos 4. Sociales

Este canebá nos servirá para emprender sistemáticamente las formas de realidad en que históricamente se presenta lo arquitectónico”.

15

Villagrán llega a esta declaración no precisamente por análisis deductivo como

podríamos suponer después de leer la lista de autores citados previamente; sino que,

simplemente, después de citar algunas brevísimas ideas de tales autores, él “glosa”

sin más, “el resultado y su interpretación” de lo que él mismo llama “estas

adquisiciones”, subsumiéndolo todo en los cuatro valores que él considera “integran

lo arquitectónico”. Si bien el análisis desarrollado en los capítulos siguientes da

cuenta del por qué de cada uno de estos valores, Villagrán no llega a ellos ni

construye su elaboración conceptual ulterior entretejiendo abstracciones con

realidades empíricas. Su trabajo es puramente conceptual, y aunque tal documento

pareciera en principio querer fundarse en la deducción, en realidad, al leerlo

cuidadosamente, resulta ser un documento fundamentalmente apriorístico. Y es esta

concepción teórica de Villagrán, aun habiendo sido escrita hace más de 25 años

15

Villagrán García, José (1992), Integración del valor arquitectónico, UAM, México, p. 25

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como una ampliación y puesta al día de su Teoría de la arquitectura escrita en 196416

y aún siendo constatable su fragilidad epistemológica, que sigue siendo hoy día en

todas las escuelas de arquitectura del país, un referente teórico fundamental.

En el otro extremo, y también como un caso representativo, citamos ahora la

descripción empírica escrupulosamente detallada que Carlos Lira hace respecto de

un mausoleo del cementerio de Dolores de Jerez, Zacatecas en uno de los 42

artículos ya referidos antes:

“El mausoleo de los Cabrera Calderón no es menos importante, pues además de su riqueza formal en la que se combinan arcos apuntados con una estructura clásica soportada por doce esbeltas columnas de capitel compuesto y apoyadas en pedestales cajeados, reposan en él varias generaciones y ramas de esta noble familia. Sobre la cornisa y en los ejes de los apoyos, pedestales con floreros rematan la estructura, mientras que su cubierta se eleva en sentido cóncavo hasta formar en su centro un pedestal rematado por una pequeña escultura en cantera de un niño dios que reposa dormido sobre una cruz y que porta una corona de espinas en la mano”.

17

Ahora bien, tanto la elaboración estrictamente conceptual de Villagrán como la

minuciosa y bella descripción empírica de Lira, contribuyen a la construcción de la

teoría de la arquitectura mexicana, y ambos modos de abordar los objetos de estudio

de la arquitectura nos parecen importantes y fundamentales, aun cuando tales

modos queden epistemológica y metodológicamente muy distantes uno del otro en la

polarización teórica ya referida antes. Creemos, sin embargo, que el vacío que

encontramos en el medio de estos extremos, invita, además de hacer las reflexiones

que se quieran -sean éstas de carácter disciplinar o filosófico- a tomar acciones de

investigación que busquen epistemológica y metodológicamente una auténtica vía

para lograr que en el análisis y la reflexión teórica –en el campo de la arquitectura- se

articule el concepto y la forma.

Pensamos que es entendible y útil que entre los arquitectos haya quienes se

interesen más por la conceptualización de la arquitectura que por su descripción, y

16

Lasky, Julieta (1992), “Presentación” en Villagrán García, José, Op. Cit. p. I 17

Lira, Carlos (2001), “Significación arquitectónica e histórica del cementerio de Dolores de Jerez, Zacatecas”, Anuario de estudios de arquitectura 2001, Op. Cit, p. 120

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que haya quienes se apasionen por lo contrario, pero no tenemos duda de que al

mirar con cuidado la praxis de la disciplina, se devela la necesidad de que también

haya quienes se interesen por establecer los lazos que pudieran unir a unos y otros

si queremos que la teoría de la arquitectura cuente con algo más que elaboraciones

conceptuales apriorísticas o bellas y detalladas descripciones empíricas. Ulteriores

análisis y reflexiones habrán de convalidar nuestros hallazgos o mostrarnos que

hemos equivocado la interpretación de los hechos indagados.

Paradigmas epistemológicos en arquitectura

Todos los procesos de investigación a través de los cuales las disciplinas pretenden

construir sus teorías obligan, rigurosamente a todo investigador, tanto durante el

desarrollo de sus trabajos como al momento de elaborar sus reportes, a

transparentar las posturas epistemológicas y metodológicas que fundamentan sus

decisiones investigativas; por ello ha sido para nosotros muy extraño que, en el

contexto teórico de la arquitectura no hayamos encontrado, sino excepcionalmente,

por parte de los investigadores, reflexiones, afirmaciones o comentarios explícitos y

suficientes acerca de sus aproximaciones epistemológicas. En las 536 tesis de

arquitectura revisadas, por ejemplo, no encontramos sino apenas en una de ellas,

referencia directa y suficiente a la postura epistemológica y metodológica asumida

durante el desarrollo de la misma, y sin embargo, aun en este caso, su objeto de

estudio no pertenecía al campo de la arquitectura sino al de la educación, y la

asesora de tesis no era arquitecta sino doctora en investigación educativa. De igual

forma, en los 42 artículos leídos en los anuarios de arquitectura de la UAM, las

referencias directas o indirectas a posturas epistemológicas, elecciones de

metodologías, métodos y técnicas de investigación, fueron realmente muy exiguas. A

excepción de dos trabajos, cuyos temas centrales fueron precisamente cuestiones

epistemológicas o metodológicas, en ningún otro caso los autores explicitaron sus

fundamentos aun cuando ello hubiera podido hacerse de forma sucinta. En algunos

casos, incluso, aun habiéndose explicitado que el artículo en cuestión resumía el

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15

trabajo de una tesis de Maestría -que supondría una fundamentación- los autores

trataron el tema de su interés sin explicitar sus posturas epistemológicas en absoluto.

Debido pues a este vacío manifiesto en la disciplina, creemos necesario que

presentemos los paradigmas epistemológicos que Hábermas distingue en el amplio

espectro de las búsquedas del saber y que hagamos en base a ellos un breve

análisis respecto de la forma como los encontramos presentes en el ámbito de la

arquitectura al hacer nuestra indagación.

Comencemos por señalar que para Habermas, el positivismo tiene como interés

poder predecir, en tanto que la hermenéutica únicamente se interesa en la

comprensión del sentido: “El saber empírico-analítico –afirma Habermas- puede

adoptar la forma de explicaciones causales o prognosis condicionadas, que se

refieren a acontecimientos observables; el saber hermenéutico (en cambio) tiene por

lo general la forma de una interpretación de contextos de sentido transmitidos”.18 A

estos dos paradigmas, el propio Hábermas agrega uno más, cuyo interés se centra

en la emancipación, y cuya herramienta fundamental es la crítica. “La crítica, -postula

Habermas- que Marx formuló como teoría de la sociedad y Freud como

metapsicología, está caracterizada precisamente por el hecho de que da cabida en

su conciencia al interés que guía el conocimiento y ciertamente a un interés

emancipatorio que va por encima del interés cognoscitivo técnico y práctico”.19 Así

pues, encontramos que es en base al desarrollo de estas ideas de Habermas, que

las posturas epistemológicas a propósito de la investigación pueden hoy día

clasificarse en estas tres grandes posturas paradigmáticas. Bajo esta perspectiva,

cada paradigma se sustenta epistemológicamente según el interés que subyace la

búsqueda: El positivismo fundamenta la predicción; la hermenéutica el sentido; y la

Pragmática la emancipación.20

18

Habermas, Jürgen (2000), Teoría y praxis, Tecnos, Madrid, España, p. 19 19

Ibídem. 20

Rodríguez Gómez, Gregorio; Gil Flores, Javier & García Jiménez, Eduardo (1999), Metodología de la investigación cualitativa, Aljibe, Granada, España, p. 36

Page 16: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

16

El paradigma positivista en arquitectura

Una vez leídos distintos libros sobre teoría de la arquitectura, si bien pudimos

observar la obvia presencia de posturas positivistas, no encontramos sino en muy

pocos casos, disertaciones que abordaran la cuestión epistemológica ponderando las

razones y las implicaciones de asumir tales posturas. La impresión que nos queda es

que en la arquitectura, la opción por el positivismo no es una elección basada en la

comprensión plena de lo que significa el positivismo como postura epistemológica y

sus respectivas implicaciones en la praxis, sino más bien porque en general, los

arquitectos siguen la tradición positivista de la ciencia sin hacerse muchas preguntas

al respecto ni poner en cuestión sus fundamentos. De ahí que en ocasiones tales

elecciones no sean concientes, deliberadas, ni cabalmente entendidas.

En este sentido, sorprende, por decir lo menos, que durante uno de los seminarios

académico-profesionales de capacitación para arquitectos, a propósito de la forma

como han de diseñarse los indicadores de cualquier observatorio urbano del mundo -

programa éste auspiciado por la ONU-, los instructores del seminario hayan definido

la unidad de observación como aquel dato que puede ser identificado en una

secuencia de efectos21. A tales datos, los instructores dieron el nombre de

indicadores de efectos. Como podemos inferir, la noción aquí refiere a una postura

positivista que asume las ciudades en el mundo como descomunales serpentines de

causas y efectos, enrolladas sobre de sí mismas sin tocarse, porque si estas -

llamadas por ellos mismos secuencias de efectos- se cruzaran tocándose, dejarían

de ser secuencias en el sentido lineal en que las entienden, y se convertirían

automáticamente en una red inter-respectiva necesariamente sistémica donde ya no

habría causas y efectos en cadena, sino una inter-acción multideterminada, lo que

obligaría a modificar la idea fundamental de lo que es un indicador de efectos y el

paradigma epistemológico correspondiente que funda tal noción. La concepción del

modo de observación para una ciudad es aquí, a todas luces, insostenible

21

Mark, Catherine (2004), Desarrollo y uso de indicadores de desempeño: un enfoque práctico, The Urban Institute, Guadalajara, Jalisco, México.

Page 17: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

17

epistemológicamente, pero responde fielmente al racionalismo conceptual de las

décadas de los 60s y 70s, que fueron los años durante los cuales proliferaron por

todo el mundo una gran cantidad de Planes de desarrollo urbano. Sería gratuito

analizar ahora lo ineficientes que resultaron a la postre la gran mayoría de estos

instrumentos de la arquitectura y del urbanismo para predecir y controlar el desarrollo

de las ciudades “científicamente” planeadas, baste que comentemos que en

Guadalajara, hoy día, a medio siglo de distancia de aquellos instrumentos

positivistas, 6 de cada 10 asentamientos siguen siendo irregulares.

Si releemos en detalle –en otro caso parecido- lo que White ha afirmado que es el

programa arquitectónico según lo citamos antes, podremos ver que este “plan de

acción para definir y lograr (los) resultados y las metas que se desean obtener”22 se

funda también y por las mismas razones, en el paradigma positivista, pues es

mediante tal programa que el arquitecto –según lo postula White- quiere predecir y

controlar la realidad construida así como sus efectos en el medio inmediato.

Creemos por tanto que White asume aquí una postura positivista acorde con sus

concepciones de la ciencia tradicional. Así lo deja ver él mismo cuando en otro

momento afirma: “se puede considerar al edificio como algo que se agrega a un

conjunto de relaciones causa-efecto ya existente”.23 Esta afirmación de White devela

la misma postura epistemológica que fundamenta la noción de indicador de efectos

definida y usada en todos los observatorios urbanos del mundo.

Sorprende pues que tanto White como los observadores urbanos de la ONU usen el

principio positivista de causa y efecto justo en casos en los que, aquello que se

quiere conocer, parece ser más bien una realidad sistémica: en el caso de White, un

edificio y su entorno inmediato, y en el caso de los observatorios de la ONU, una

ciudad. Es increíble, por el desconocimiento epistemológico que revela, que sea el

propio White, en el mismo texto, quien afirme: “Agregar un edificio a esas situaciones

(el tránsito de autos, peatones, drenaje, vegetación del entorno, etc), puede

22

Supra p. 5 23

White, Edward T.,Op. Cit. p. 42

Page 18: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

18

compararse con un pariente que se queda a vivir definitivamente con una familia. Es

importante saber de qué manera lo „agregado‟ puede alterar los sistemas o patrones

de acontecimientos ya existentes. (…) es elevado el número y el tipo de „efectos que

el edificio produce en la situación‟ y los de la ‟situación en el edificio‟”.24 Lo que más

nos asombra de esta cita, es que White junte en ella, epistemológicamente hablando,

dos paradigmas distintos: el positivismo, al usar el principio lineal de causa y efecto,

y la hermeneutica –en su sentido más amplio- al usar la noción de cómo, el todo y las

partes se encuentran inter-relacionadas sistémicamente.

Nos parece que, tanto White como los observadores urbanos de la ONU, quieren

predecir y determinar los efectos a través de controlar las causas, sin darse cuenta

de que sus actuaciones como arquitectos están fundamentadas, para estos

propósitos, en dos paradigmas epistemológicos distintos e incompatibles entre sí, no

sólo porque tales posturas definen lo grueso de la realidad de manera muy diferente

sino, sobre todo, porque no hay en los dos casos analizados un adecuado deslinde

de los niveles más finos de estas situaciones, posturas y elecciones metodológicas.

Hemos pues analizado sucintamente ya dos casos representativos de cómo se

indaga y se analiza información en arquitectura, mostrando como el corazón de su

fundamentación epistemológica es positivista aunque se encuentre implícita. De

manera que ya hemos prefigurado en parte una respuesta a nuestra pregunta. En

alguna medida, que no nos es posible por ahora señalar en detalle dado la exigüidad

de referencias y explicaciones epistemológicas en los estudios de arquitectura,

creemos que la construcción teórica de la arquitectura tradicional, muestra

preferencias epistemológicas claras por el paradigma positivista. 25

El Paradigma crítico en la arquitectura

24

Ibídem. 25

Decimos “creemos” porque suponemos que el positivismo fundamenta muchos otros aspectos de la disciplina que sólo los dos casos representativos aquí analizados, sin embargo no podemos dar cuenta por ahora de tales realidades porque sólo las suponemos; en realidad no nos las hemos encontrado aún este camino que hemos recorrido hasta hoy.

Page 19: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

19

También hemos encontrado, al leer las obras de arquitectos comprometidos con las

causas sociales, entre quienes destaca para nosotros la amplia investigación

realizada por Tomás Villasante, que hay una corriente en la arquitectura que se ha

comprometido epistemológicamente -de forma incluso más clara que en el caso del

positivismo- con el paradigma crítico, desarrollando por el mundo un buen número de

intervenciones comunitarias cuyas búsquedas pragmáticas desean resolver distintos

tipos de problemas en relación con el hábitat, al mismo tiempo que construir una

teoría de la arquitectura que por ahora –a falta de un nombre formal- vamos a llamar

provisionalmente participativa. En estos casos, los arquitectos involucrados en tales

investigaciones, fundan epistemológicamente sus ideas y actuaciones en el

pragmatismo, asumen como metodología diversos modelos de intervención social,

usan el método de la llamada Investigación Acción Participativa (IAP), y utilizan

puntualmente distintas técnicas cualitativas y participativas de investigación. La

Cátedra UNESCO del Iteso, por ejemplo, tiene su origen fundacional precisamente

en una de estas intervenciones comunitarias en que por años, profesores y

estudiantes de arquitectura ayudaron a una comunidad mediante diversas técnicas

participativas a lograr sus fines territoriales y habitacionales en el sur de Jalisco. Una

de las 536 tesis analizadas, nace precisamente de uno de estos proyectos de

intervención participativos, ubicándose claramente en el paradigma crítico. El mismo

título de la tesis lo dice todo: “Un camino epistemológico y de intervención para el

proceso de creación del hábitat”.26 En ella, su autor, Alejando Ramírez, transparenta

su propia postura epistemológica al hacer una crítica que nos parece emblemática de

este particular modo de aproximarse a la realidad social, y al hacerla, rompe con la

arquitectura tradicional:

“En muchas universidades, inculcan al alumno el ser sólo, lo que yo llamo, Arquitectos de Percepción Visual; esto es, no vemos, ni sentimos, ni analizamos, ni reflexionamos, ni proponemos más allá de lo que nuestros ojos ven. No nos concientizan del papel que tenemos dentro del desarrollo social a través de la historia. De un contexto determinado, sólo nos han enseñado a captar elementos muy concretos, como el color, la textura, los materiales y a veces, las proporciones; pero no nos orientan a comprender lo que está detrás de todo esto que viene

26

Ramirez Gasca, Alejandro (1996), Un camino epistemológico y de intervención para el proceso de creación del hábitat, Tesis de arquitectura, Iteso, Tlaquepaque, Jalisco, México

Page 20: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

20

siendo el bagaje cultural o lo que algunos llaman la famosa Caja Negra. Sólo nos limitamos a mimetizar formas ya identificadas”.

27

La crítica es fuerte, sin duda, pero se comprende en el contexto crítico del propio

paradigma y de la IAP como método. Es en este mismo sentido que Fals Borda, uno

de los más importantes pioneros de la IAP en Latinoamérica, afirma: “Empezamos a

comprender que la IAP no era tan sólo una metodología de investigación con el fin de

desarrollar modelos simétricos, sujeto/objeto, y contraopresivos de la vida social,

económica y política, sino también una expresión del activismo social. Llevaba

implícito un compromiso ideológico para contribuir a la praxis colectiva del pueblo.

(…) Se adopta una decisión u opción existencial más bien permanente cuando uno

decide vivir y trabajar con la IAP”.28

Es pues en este paradigma epistemológico que llamamos crítico, que algunos

arquitectos fundan sus ideas e intervenciones sociales comunitarias, mismas que

llevan al cabo desde o en colaboración con distintas ONGs, Universidades,

instituciones sociales intermedias, etc. Representan sin duda una nueva y muy fresca

vertiente de la teoría y la praxis de la arquitectura, con todo y que tal movimiento da

muestras de ser todavía muy marginal. De no ser por instituciones comprometidas

decididamente con las utopías sociales, tales investigaciones no podrían avanzar

gran cosa en la construcción de sus propias concepciones teóricas, entre otras

razones, porque el mercado no financia emancipadores sociales, por más teoría que

construyan para la disciplina.

Acorde con estas circunstancias observamos también que quienes se aproximan a la

realidad desde este paradigma epistemológico, al asumir la emancipación como fin

último, acaban luchando contra toda manifestación del positivismo porque ven en él

un instrumento del poder para predecir y el controlar a la sociedad en beneficio de

27

Idem, pp. 5 y 6 28

Rahman, M. Anisar & Fals Borda, Orlando (s/f), La situación actual y las perspectivas de la investigación-acción participativa en el mundo, Capítulo VIII de “La investigación acción participativa: inicios y desarrollos”, Editorial Popular, pp. 212-213

Page 21: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

21

las elites. Lo tildan de paradigma obsoleto sin deslindar en rigor, creemos nosotros,

la ideología de la epistemología.

De esta ultima afirmación, y tomando en cuenta lo que han sido nuestros hallazgos,

desprendemos reflexiones que ciertamente nos sorprenden porque nos revelan

planteamientos epistemológicos nuevos y extraños. En la arquitectura tradicional

observamos al positivismo fuertemente hermanado con el pragmatismo, sobre todo

cuando éste fundamenta la búsqueda de utilidades en los mercados del hábitat, y es

en ese sentido -aunque no sean plenamente concientes de ello- que los arquitectos

fundan su praxis en posturas epistemológicas donde se combina el positivismo con el

pragmatismo en una mezcla que permite predecir y controlar el hábitat a fin de

producir utilidades y beneficiar los propios intereses.

Lo interesante de esta última reflexión es que, en el caso del paradigma crítico, el

pragmatismo como postura epistemológica también fundamenta las actuaciones

emancipadoras donde una comunidad busca liberarse de una opresión. Tal vez sea

por ello que Tomás Villasante haya incursionado en posibilidades inéditas,

precisamente, en la frontera misma de este paradigma, juntando, en una misma

investigación participativa, a una comunidad que desea emanciparse del poder y a

las propias autoridades que muchos ven, precisamente, como los opresores de esa

misma comunidad. ¿Qué hace que esto sea epistemológicamente viable? Quizá

justo el pragmatismo: si todos obtienen lo que buscan utilitariamente, el modelo

funciona y su fundamentación epistemológica se justifica. Ante ello nos hemos

estado preguntando desde hace tiempo ¿constituyen estas actuaciones parte del

paradigma crítico o ya se salen de él y su fundamentación epistemológica exige otras

explicaciones? He aquí cuestiones de la arquitectura que hemos llamado

participativa que demandan más análisis y reflexión, no sólo disciplinar –lo cual ya

sería muy importante- sino también filosófica, es decir, en el terreno mismo de la

epistemología.

El Paradigma interpretativo en arquitectura

Page 22: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

22

Finalmente, el tercer paradigma epistemológico según la categorización que

Habermas hizo a partir del interés que subyace la búsqueda del saber, como ya

vimos, se funda en la hermenéutica en su sentido más amplio, es decir en la forma

como Beuchot la entiende: “La hermenéutica –postula él- se dedica a la

interpretación de textos. La idea de texto es amplia: puede ser un escrito, un diálogo

hablado o incluso una acción significativa”.29 Bajo este paradigma pues, es posible

desarrollar procesos investigativos disciplinares en el ámbito de la metodología

cualitativa y a través de métodos muy diversos tales como la Fenomenología, el

Interaccionismo simbólico, la Etnografía, la Etnometodología, la Investigación teórica,

y otros.

Ahora bien, según lo observamos, tal paradigma, a diferencia de los dos anteriores,

pareciera no existir para la arquitectura. Como ya lo hemos afirmado antes, en

nuestra investigación solo hemos encontrado unas cuantas referencias aisladas a la

metodología cualitativa.

Y sin embargo, lo más interesante y estimulante, es que hoy día, sin duda, existe una

muy buena cantidad de alumnos de arquitectura deseosos de hacer investigaciones

fundadas epistemológicamente en este paradigma, lo cual demandaría de las

escuelas de arquitectura que comenzaran, de algún modo que siempre será difícil, a

establecer mejores condiciones operativas y de asesoría para el desarrollo de tales

investigaciones si realmente se quiere impulsar construcciones teóricas más

articuladoras de lo conceptual y lo empírico. Eduardo Rodríguez Bray, por ejemplo,

alumno de 8vo semestre de arquitectura, se ha propuesto desarrollar durante este

año, una investigación teórico-empírica, desde una postura epistemológica

interpretativa y bajo los métodos hermenéutico y etnográfico, propios de la

metodología cualitativa, preguntándose ¿Cuál es la función arquitectónica del

camellón de Chapultepec en Guadalajara? Sitúa su pregunta de investigación en el

campo disciplinar del diseño arquitectónico y tiene ya definido como objeto de

29

Beuchot, Mauricio (1999), Heurística y hermenéutica, UNAM, México, p. 14

Page 23: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

23

estudio, la función en arquitectura. De este primer planteamiento habrá de seguirse

un diseño metodológico más puntual, el trabajo de campo y el análisis final teórico-

empírico. Sus resultados contribuirán, modestamente si se quiere, pero de forma

nueva y vigente, a la construcción de sentido respecto del objeto de estudio referido,

coadyuvando así, incluso desde el proceso de titulación mismo, a la construcción de

la teoría de la arquitectura desde una postura epistemológica-metodológica, que bien

pudiera ir ayudando a llenar, aunque sea muy lentamente, ese vacío que hoy

creemos encontrar en la arquitectura mexicana.

Ciertamente, los hallazgos nos hacen pensar que la investigación cualitativa desde

una postura epistemológica interpretativa, puede ser una de las opciones más

adecuadas para lograr avanzar en este esfuerzo teórico-empírico. Así lo creen

también Jorge Ortiz y Sergio Tamayo, profesores investigadores de la UAM, cuando

afirman que “se requiere un cambio en la manera de acercarse al estudio de espacio

físico y al espacio social; así como asumir la correspondencia entre ambos. Una

posibilidad –postulan ellos- está en el uso de metodologías de corte cualitativo, que

abarcan desde una concepción de la realidad a partir de la producción cultural y de la

acción social, hasta el reconocimiento del punto de vista de los diversos actores y

sujetos urbanos”.30

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Dado el carácter un tanto provisional de este trabajo, creemos que debemos trazar

sólo algunas ideas a propósito de lo que hemos encontrado y de lo que creemos que

pudiera ser una perspectiva prometedora para la investigación en arquitectura.

En primer lugar hemos encontrado que al llamar investigación a los procesos de

indagación propios del oficio proyectual, la disciplina puede confundir a los

estudiantes, pero sobre todo y aun no siendo su propósito, enmascarar el vacío

epistemológico-metodológico que hemos develado.

30

Ortiz, Jorge & Tamayo, Sergio, Op. Cit. p. 12

Page 24: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

24

También creemos que los procesos de iniciación en la enseñanza de la arquitectura,

además de reproducir un tipo de arquitecto cuya orientación está dirigida de forma

preferente al diseño y construcción de obras arquitectónicas, encasilla la profesión

dirigiéndola únicamente a los objetos arquitectónicos, restándole posibilidades a una

construcción teórica más amplia. Creemos que al haber asumido históricamente una

orientación hacia el objeto arquitectónico31, muy probablemente dejó de ver al sujeto.

No nos referimos aquí al sujeto en tanto destinatario abstracto de las obras

arquitectónicas, sino al ser humano en tanto responsable de todas sus relaciones,

entre las que se encuentra su relación con el objeto arquitectónico. En este sentido

nos preguntamos: ¿es el objeto de estudio de la arquitectura sólo el objeto

arquitectónico o fundamentalmente la relación del sujeto con ese objeto

precisamente? La pregunta nos parece relevante porque pone en cuestión, no sólo

los supuestoS que subyacen el carácter iniciático de la enseñanza de la arquitectura

-lo que ya es importante- sino el sentido mismo de la construcción del objeto de

estudio de la disciplina en tanto campo de conocimiento y en tanto ámbito socio-

profesional concreto. Nos parece que mientras el objeto de estudio de la arquitectura

siga siendo sólo el objeto arquitectónico, la disciplina como campo de conocimiento y

como ámbito profesional seguirá atada al diseño, construcción y catalogación de

proyectos arquitectónicos de todo tipo. Por el contrario, creemos que si el objeto de

la arquitectura fuera la relación del hombre con el objeto arquitectónico, a la

disciplina, como campo de conocimiento y como ámbito para ejercer la profesión, se

le abrirían enormes posibilidades de construcción teórica y de inserción socio-

profesional. Esta cuestión merece, creemos, una larga y profunda deliberación entre

los pares.

Una tercera cuestión, tiene que ver con el paradigma interpretativo y la metodología

cualitativa, en tanto que este paradigma, debido al interés y a la orientación que

subyacen sus búsquedas, puede ayudar a destrabar epistemológica y

metodológicamente la construcción teórica de la arquitectura y su praxis, muy

31

Hablamos aquí de objeto arquitectónico en el sentido amplio en que es entendido en arquitectura, sin entrar por ahora en las dificultades que generan las distintas categorías del espacio arquitectónico.

Page 25: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

25

precisamente, a propósito del vacío que ya hemos explicado. Sin negar que otras

muchas investigaciones puedan seguirse haciendo fundadas en los paradigmas

positivista y crítico, nos parece que el paradigma interpretativo puede brindar un

campo de acción investigativo ideal para la enseñanza y la construcción de teoría,

justamente intentando construir sentido respecto de esa relación hombre-objeto

arquitectónico de la que hemos hablado antes. Ponderar esta posibilidad en los

concretos de la praxis de la disciplina es algo que, pensamos, no puede seguirse

ignorando.

Y, finalmente, durante el desarrollo de este trabajo hemos podido ver con toda

claridad, que la disciplina ofrece enormes posibilidades para la reflexión filosófica, ya

que su praxis podría ser analizada y reflexionada en profundidad para poner en

cuestión los supuestos fundamentales sobre de los cuales se erige la disciplina tanto

en lo educativo como en lo profesional, todo ello, con el propósito ulterior de

contribuir a transformar el sentido mismo de la arquitectura como vehículo para la

humanización de la especie.

Page 26: Arquitectura: epistemología, teoría y praxis

26

BIBLIOGRAFIA Beuchot, Mauricio (1999), Heurística y hermenéutica, UNAM, México. Boudón, Filippe (S/A), Acerca del espacio arquitectónico, UAM, México. García Martín, Roberto (2001) Coordinador de la VIII Semana de Arquitectura-Iteso Re-visiones, Minuta de la mesa “Taller de Coordinadores”. Gil Antón, Manuel (2002), “Una reflexión sobre la profesión académica en México”, Separata en Sinéctica No 21, Julio-Diciembre 2002, Iteso, Tlaquepaque, Jalisco, México. González Gallardo, Oscar H. (1982), Investigación para la educación en arquitectura, UANL, Monterrey, N.L., México. Guerrero Baca, Luis Fernando (2001), “El concepto de tipo en la arquitectura tradicional”, Anuario de Estudios de arquitectura, UAM, México. Habermas, Jürgen (2000), Teoría y praxis, Tecnos, Madrid, España. Lasky, Julieta (1992), “Presentación” en Villagrán García, José (1992), Integración del valor arquitectónico, UAM, México. Lira, Carlos (2001), “Significación arquitectónica e histórica del cementerio de Dolores de Jerez, Zacatecas”, Anuario de estudios de arquitectura 2001. Mark, Catherine (2004), Desarrollo y uso de indicadores de desempeño: un enfoque práctico, The Urban Institute, Guadalajara, Jalisco, México. Ortiz, Jorge & Tamayo, Sergio (2001), “Metodologías cualitativas en la enseñanza del diseño: arquitectura y espacios urbanos”, Anuario de Estudios de arquitectura, UAM, México. Pérez-Gómez, Alberto (1998), “México, modernidad y arquitectura” en Burian, Edward R. (Editor), Modernidad y arquitectura en México, G. Gili, México. Rahman, M. Anisar & Fals Borda, Orlando (s/f), La situación actual y las perspectivas de la investigación-acción participativa en el mundo, Capítulo VIII de “La investigación acción participativa: inicios y desarrollos”, Editorial Popular. Ramirez Gasca, Alejandro (1996), Un camino epistemológico y de intervención para el proceso de creación del hábitat, Tesis de arquitectura, Iteso, Tlaquepaque, Jalisco, México Rodríguez Gómez, Gregorio; Gil Flores, Javier & García Jiménez, Eduardo (1999), Metodología de la investigación cualitativa, Aljibe, Granada, España. Stroeter, Joao Rodolfo (1994), Teorías sobre arquitectura, Trillas, México. Villagrán García, José (1992), Integración del valor arquitectónico, UAM, México. White, Edward T. (1991), Introducción a la programación arquitectónica, Trillas, México.