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ÁRBOLES MORADOS. Nancy Reyes Fue por el momento en que comencé a ver árboles morados, cuando en mitad de la noche la tranquilidad salió huyendo por la ventana y el insomnio apareció acompañado de la ira, fue justo en el momento en que mi cabeza era demasiado grande para mi cuello, y mi cuello estaba demasiado rígido que pesaba en mis hombros. Entonces descubrí la inutilidad de las palabras en un mundo en el que impera el ruido, en el que no existe compañerismo y cuyo futuro se tambalea cada instante. Fue cuando comencé a escribir a pesar de mi misma, tratando de encontrar sentido en el sinsentido, mientras confeccionaba diálogos para personas que jamás las oirían, por mi entorpecida lengua que se asocia con mi memoria y juntas me roban mis ideas. Intentando levantarme, para caer de nuevo, pero esta vez asegurándome de traer a alguien conmigo, para que perdido me encuentre y me describa como soy por fuera, porque no miro, hace tiempo que los espejos se volvieron opacos, y mi mirada

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is a short story about a girl who loses her soul and the journey to find it and finally find herself...

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ÁRBOLES MORADOS.

Nancy Reyes

Fue por el momento en que comencé a ver árboles morados, cuando en mitad de

la noche la tranquilidad salió huyendo por la ventana y el insomnio apareció acompañado

de la ira, fue justo en el momento en que mi cabeza era demasiado grande para mi cuello,

y mi cuello estaba demasiado rígido que pesaba en mis hombros.

Entonces descubrí la inutilidad de las palabras en un mundo en el que impera el

ruido, en el que no existe compañerismo y cuyo futuro se tambalea cada instante. Fue

cuando comencé a escribir a pesar de mi misma, tratando de encontrar sentido en el

sinsentido, mientras confeccionaba diálogos para personas que jamás las oirían, por mi

entorpecida lengua que se asocia con mi memoria y juntas me roban mis ideas.

Intentando levantarme, para caer de nuevo, pero esta vez asegurándome de traer

a alguien conmigo, para que perdido me encuentre y me describa como soy por fuera,

porque no miro, hace tiempo que los espejos se volvieron opacos, y mi mirada se nubla

ante otros ojos, hace tiempo que sólo miro mis brazos, y de vez en cuando mis pies que se

asoman.

Pero fue hasta que vi arboles morados que me di cuenta que estaba mal mi

persona. Es difícil saberse perdido e intentar encontrarse en el instante, y es mucho más

difícil cuando se ha perdido la imagen del objeto buscado.

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Fue cuando vi esos árboles morados uno detrás del otro, con sus hojas meciéndose

con el paso del viento, que me di cuenta, que hace tanto tiempo empecé a buscarme que

incluso hasta las estaciones se modificaron, creando nuevos colores.

El mundo cambiando y girando, ajeno a todo y yo escribiendo entre árboles

morados, deteniendo mi mirada en el suelo, y repentinamente sin razón aparente dejo

mis pensamientos a un lado y comienzo la tarea de cavar con mis uñas, intentando llegar

al centro de mis ilusiones para obligar al mundo que se detenga conmigo.

Me he perdido de nuevo, ya no hay nada conocido que me ayude, si alguien alguna

vez lo intento hoy se ha dormido, mientras yo sigo escarbando con la esperanza de

encontrar el motor que detenga la rueda o quizá al ladrón que robo mi destino.

A lo lejos escucho gente que ríe, llora y platica, para los que soy invisible porque

me he enterrado, entre los muchos comentarios uno capta mi atención, “está loca por qué

no quiere ser ella misma”, lo ha dicho una niña que no conoce la sabiduría de sus

palabras, yo no sé cómo ser yo misma, y mucho menos creo tener la autenticidad y

libertad para negarme a continuar siendo lo mismo.

Mis pensamientos se alejan dejándome dentro del propio abismo que he creado

con mis uñas, es demasiado tarde para pedir auxilio, y sin embargo no estoy sola, siempre

vienen las lágrimas, quienes acongojadas me acompañan; mientras pienso en detener la

búsqueda, dejar de intentar, salir de mi pequeña guarida, que apenas cubre mi cabeza, tal

vez alguien me extrañe y comience a buscarme, y tal vez ese alguien sea “mi yo perdido”,

al quedarme quieta oyendo el susurro de mis lágrimas, recordándome que no estoy sola,

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la soledad me acompaña a donde quiera que vaya, recordándome que la vida está hecha

de malas rachas interminables, de escritos que se inician en la mitad de la noche, sin

pluma ni lápiz, solo un diminuto cordel une palabra por palabra, un susurro que se pierde

en el viento, y se lleva lo que pienso, y dentro de mí, espero que lleguen muy lejos, y

alguien me escuche, quizá en otro lugar, haya alguien viendo arboles morados.

En la oscuridad de la noche, perdida entre tierra húmeda, aún tengo la esperanza

de encontrar mi alma gemela entre larvas y lombrices, tal vez si escogiera una y la cuidara

lo suficiente, esta me sorprendería confesándome que es mi alma gemela que estaba

perdida, y que yo la he ayudado a encontrarse, y para agradecerme me ayudaría a

encontrarme.

Después regreso de mis pensamientos y veo esa cosa babosa que mientras

pensaba, he hecho explotar al apretarla en mis manos, creo que no tengo salida, ni

siquiera yo puedo apiadarme de mí misma. Escondida en el centro de la tierra para gritarle

que se detenga, quiero descansar, sin embargo parece que no está permitido para mí,

necesito seguir enterrando mis uñas, sintiendo la tierra y la humedad en mis dedos.

Buscando la nada en medio de la inmensidad.

Aún no recuerdo cual fue el momento en que me separé de mi misma, pero

recuerdo cuando iniciaron los temores, sobre el desprendimiento del espíritu, y cuando

comenzó el insomnio años atrás, e hice lo que cualquiera hubiera hecho ante el temor de

perderse; diseñe una estructura de madera, que cubría mi cuerpo, con un pequeño

cuadrado en la cara, para poder ver y comer, una especia de ataúd andante, con madera

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sobre mi cabeza pero no en mis pies, para poder caminar; pues todos saben que el

espíritu está en la cabeza, y para cuando intentará llegar a los pies la descubriría y la

regresaría a su sitio, era complicado hacer cosas cotidianas, como comer e ir al baño, o ir a

la escuela y sobretodo tener que soportar las miradas, y la pregunta constante y repetida

¿estás bien?, mirando hacia dentro de mi estructura, con cara de asombro; claro,

respondía, yo estoy muy bien es por seguridad. Lo expliqué miles de veces, hubo quienes

me señalaron, quienes continuamente me veían, y hubo otros que oyendo mis

explicaciones se convencieron de crearse, sus propias armaduras, para evitar que su alma

se escapara, entre ellos mi madre y mis hermanas.

Mi madre se creó una estructura de cartón , por su espalda no puede cargar cosas

pesadas, una de mis hermanas decidió hacerse una armadura con laminas y fierros viejos,

siempre le gusta demostrar que a pesar de ser mujer es fuerte, mi otra hermana sólo nos

vio con indiferencia, y prefirió refugiarse en las compras y en la seguridad que provee la

ropa de diseñador, era algo extraño andar en la casa y cada quien con su estructura, la

casa se volvió pequeña, no podíamos estar en la misma habitación, por eso nos

turnábamos para estar en el comedor o en la sala, y si alguna quería iniciar una

conversación, lo cual era extraño porque cada quien estaba ocupado en evitar que el alma

llegara a los pies, pero bueno cuando alguien quería conversar, gritábamos de un cuarto a

otro, y así seguíamos comunicadas.

Un día cansada de regresar mi alma de los pies a la cabeza, me recosté en mi cama,

y comencé a oír los grillos que me arrullaron hasta quedarme dormida, por lo que no me

di cuenta que atraídos por la estructura se fueron acercando a mi cama, queriendo

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descubrir qué era esa forma extraña, mientras estaba en la profundidad del sueño, los

más curiosos llegaron a mis oídos, y se quedaron dormidos, al levantarme, algunos

seguían dormidos, y ya no pudieron salir, en su desesperación comenzaron a cantar, o

quizá trataban de pedir auxilio en su propio lenguaje, al oírlos me sorprendí, e intenté

sacarlos, pero fue inútil estaban muy dentro, volví a colocar mi estructura, estando

distraída no recordé subir mi alma a la cabeza, y no sé si fue en el transcurso del día o de

la semana, cuando me dejó y se fue corriendo, los grillos no me dejaron oír sus pasos.

Ni siquiera noté su ausencia, pero hubo indicadores de que ya no estaba, no podía

reír, mi risa que eran fuertes carcajadas, había desaparecido y ni siquiera lo había notado,

hasta que alguien más me comentó que hacía mucho tiempo no me oía reír, y fue

entonces cuando me di cuenta que faltaba su presencia, desde entonces la estoy

buscando, he llegado a estar cerca, porque siento mi risa apoderarse de mi boca, como

queriendo regresar, y de repente intento atraparla, y se va corriendo asustada.

La última ocasión se quedó por varios días, pensé que decidiría regresar por

completo; sin embargo algo la asustó de nuevo, salí corriendo a buscarla, y al ir tras de ella

me encontré con un bosque de arboles morados.

Debo admitir, que cuando los vi quedé aterrada y me fui del lugar, lo primero que

pensé fue que tenía algún problema en mis ojos, y decidí resolverlo de inmediato.

Entre a la primer óptica que se cruzó en mi camino, y comencé a relatarle al

médico encargado que estaba caminando y de pronto vi arboles morados uno tras otro, el

doctor muy serio me vio, y preguntó, ¿ha estado bajo el influjo de alguna droga,

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últimamente?, enojada por su incredulidad contesté que no, y prosiguió, no veo ningún

problema, pero si persisten las molestias le recomiendo que vaya con un oftalmólogo.

Fui con mi oftalmólogo de cabecera, porque he de confesarles que tengo

astigmatismo, le comenté lo sucedido, cuando terminé, dijo riendo, sería bueno que

dejarás el alcohol, lo cual me hizo enfurecer, pero como lo dijo en tono de broma me

tranquilicé y le contesté, lo más prudente que pude, ese día estaba sobria; bueno, dijo, no

te preocupes, haremos una revisión de rutina, para determinar el problema.

Al terminar la revisión, el médico diagnosticó, hemos descubierto que tienes la

retina muy delgada, más del promedio normal, sin embargo eso no presenta problema

en tu visión, lo sería en caso de que quisieras realizarte la operación con laser, para

corregir tu vista, pero como eso no es por lo que has venido a verme, probablemente

tengas alguna infección en los ojos, para estar seguros te daré unas gotas para los ojos

que eliminarán el problema, y nos vemos de nuevo si tienes alguna molestia.

Regresé a casa más tranquila, y comencé a pensar que tal vez esos árboles, habían

sido solo una visión, un juego de mi imaginación, esa noche me puse las gotas para los

ojos antes de ir a dormir, y pensé que estaría más tranquila, ahora que ya tenía un

diagnóstico.

Desafortunadamente en mitad de un sueño desperté, por que tenia sed, y cuál no

sería mi sorpresa cuando comencé a ver personas caminando en mi casa, atravesando

paredes, asustada grité desesperadamente, por lo que llegaron mi madre y mi hermana,

ninguna de las dos vio nada, porque una traía cartón en la cara, y para cuando se lo quitó

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las personas ya se habían ido, y la otra, por traer tantos fierros, se cayó y tardo tanto en

incorporarse que ya no había nada que ver.

Les expliqué lo sucedido y me dijeron que probablemente estaba dormida, que

todo había sido un sueño que las personas no atraviesan paredes, y los fantasmas no

existen, traté de conciliar el sueño pero no pude hacerlo, tenia tanto miedo; me daba

miedo que las personas regresarán, y tuviera que verlas de nuevo, pero también me daba

miedo dormir, porque si en realidad todo había sido un sueño, tenía miedo que tuviera

continuación, por lo que esperé el amanecer, tratando de tranquilizarme, con la sabana

en la cara, poniendo atención a cada ruido, escuché los sonidos de la noche, y me alegré

tanto al oír el trinar de los pájaros. Ese día comenzó el insomnio.

Continúe con mi tratamiento para los ojos, y después de una semana todo parecía

ir bien, excepto que no podía dormir, y cuando lograba hacerlo era alrededor de dos

horas, las ojeras comenzaron a rodear mis ojos, y las pesadillas se adueñaron de mi

almohada.

Como tenía sueño, pero no podía dormir, miles de ideas rondaban por mi mente,

era difícil controlarlas se peleaban entre ellas interrumpiéndose unas con otras, pensaba

en tantas cosas al mismo tiempo, que me es imposible describir mis pensamientos.

Así pase varias noches recordando cosas, y olvidando otras, hasta que un día a

mitad de la noche de nuevo, me dio sed, volví a sentir de nuevo los temores de las

apariciones, por lo que decidí ignorar mi reseca garganta y continuar preguntándome ¿por

qué dicen que contar borregos te da sueño?, ¿por qué no pueden ser perros? ¿O gatos?.

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He olvidado mencionar que por aquellos tiempos como toda mujer temerosa,

dormía con mi madre, su habitación no tiene puerta, y desde la cama puedo ver el pasillo,

con las puertas de las habitaciones de mis hermanas en el lado izquierdo y el baño en el

lado derecho, y al final alcanzo a ver una parte de la sala de mi casa.

Como comentaba anteriormente, seguía ignorando mi sed, y mis temores,

mientras veía hacia el pasillo, que se perdía en la oscuridad, apenas si alcanzaba a

distinguir algunas cosas, y comencé a pensar, en el maravilloso poder de la oscuridad,

porque aún cuando tenía los ojos abiertos, parecía que estaban cerrados, no veía más que

negro, y tampoco alcanzaba a ver el pasillo, pero por la dirección de mis ojos, sabía que sí

hubiese luz, sería lo que vería.

Fue entonces cuando vi una luz, que se encendió en la sala de repente, e iluminó

todo por completo, pero con una intensidad cegadora, y después se apagó, me gustaría

decir que en ese momento lo que hice fue calmarme y pensar en las posibilidades lógicas,

que generaron ese fenómeno, pero no fue así, grite con todas mis fuerzas, hasta que me

dolió mi garganta, y tuve que llorar del dolor producido.

Mi madre que estaba a mi lado, se despertó de inmediato, y mis hermanas llegaron

a mi lado, preguntando qué había sucedido, cuando por fin expliqué lo sucedido,

comenzaron a calmarme, diciendo que la luz de la sala se había quedado prendida y

cuando desperté, lo que vi fue cuando el foco se fundía, o que había sido mi imaginación,

y por último mi hermana envuelta en su pijama Roxy, y sus cremas Estee-Lauder

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abrazando a sus zapatos Gucci, dijo, no le hagan caso está loca, luego se le pasa, y se fue a

dormir.

Pero no podía calmarme, lo que ellas no sabían es que yo no estaba dormida, que

llevaba días o semanas sin dormir, y que esa luz era más potente que la iluminación de la

sala, no quisieron escucharme, y enfadadas por haberlas despertado me recomendaron

que volviera a dormir.

Como si fuera tan sencillo, dormir simplemente, no pude, permanecí despierta

viendo por debajo de la sabana hacia el pasillo, en caso de que volviera a suceder, estando

alerta a cualquier sonido o movimiento. Tratando de pensar para olvidar lo sucedido,

pero esta vez parece que mis ideas se habían ido atemorizadas, no podía pensar en nada.

Sin darme cuenta, pasó lo inesperado, me quedé profundamente dormida, y soñé.

De nuevo estaba el pasillo oscuro, y la luz se encendía, pero esta vez no era en la sala, sino

cerca de la habitación de mi madre, y venia hacia mí, quise gritar y no pude, entonces

desperté, agitada por la visión, y asustada, pensé en no comentar a nadie al respecto y

simplemente pretender que seguía dormida, pero no pude, y me acerque a mi madre la

moví, y le dije en el oído, vi la luz de nuevo. Ella se despertó y se puso a hablar conmigo

para tranquilizarme, sinceramente no recuerdo lo que dijo pero habló el tiempo suficiente

para que durmiera de nuevo.

A la mañana siguiente desperté de sobresalto, debo admitir que esta vez no hubo

sueños, mi madre me aconsejo que fuera al médico. Entonces fui con un medico general,

al que le relaté mi historia sin tantos detalles, para que no me dijera loca. Le comenté

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sobre el insomnio, que había visto cosas raras, y que el oftalmólogo me había recetado

unas gotas para los ojos; me vio mientras hablaba, sus ojos rojos prestaban atención, sus

ojeras delataban el cansancio, y sus canas, le daban un cierto aire de sabiduría; al terminar

de hablar me dijo, cuando yo era joven, las drogas eran algo difícil de conseguir, no nos

desvelábamos tanto, disfrutábamos la vida, es triste ver cómo cambian las cosas; sentí

como el enojo corría a través de mi estomago y subía hasta mi boca, y controlándome le

dije, no consumo drogas, solo tengo insomnio; y prosiguió, mira el insomnio es claro, por

lo que me estás diciendo, pero pienso que sufres de ansiedad también, por lo de las

visiones, te voy a dar unas pastillas para dormir, y te recomiendo ir con un sicólogo, te

hará bien.

Salí de ahí enfurecida y ni siquiera di las gracias, llegué a casa y comenté mi

diagnóstico, mi madre preocupada me preguntó cómo me sentía, le dije que bien, que

solo estaba cansada; en ese momento, mi hermana, con sus lentes Chanel, perfume de

Paris Hilton, y bolso Armani en mano, pasaba por ahí y alcanzo a oír la historia, volteó con

cierta indiferencia y me dijo, ves te dije que estabas loca, ocupas un sicólogo. Me dieron

ganas de golpearla, pero tenía tanto sueño que pude ignorar su comentario.

La primera sesión con el sicólogo, estuvo muy bien, al salir de ahí, me sentía mejor,

me recetó unas pastillas para la ansiedad, y parecía que todo volvería a la normalidad,

solo tenía que tomar pastillas para tranquilizarme, y otras para conciliar el sueño.

Pero olvidaba tomarlas, no me acostumbraba a esos nuevos regímenes, y un día

que no tome las pastillas para la ansiedad, tenía sueño e iba a tomar la cápsula para el

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sueño, cuando vi en la caja, el dibujo de un león bostezando, que me aterró, parecía que

quería devorarme, y después pensé en lo imposible que sería eso, un león tan pequeño no

puede comer humanos, en ese instante otro pensamiento atravesó por mi mente, si

estaba un león dibujado, eso significaba que era tranquilizante de animales, y me sentí

atemorizada pensé que deseaban envenenarme, y decidí tirar las pastillas. El insomnio

regresó.

Después decidí volver a ir al sicólogo pero nunca lo localicé, no tenía tiempo, estaba fuera

de la ciudad, y yo con el alma perdida, cuando por fin nos vimos de nuevo, yo estaba más

seria que de costumbre, y antes de consultarme bromeo con una colega ambos rieron. Me

sentí terriblemente mal, lo odié por que podía reír, me levanté y me fui, no dije nada, sólo

pensé, alguien más feliz que yo, no podría jamás entenderme.

Finalmente recurrí a la homeopatía, después de todo, cuando era niña mis

enfermedades fueron tratadas por un homeópata, fui con mi doctor de confianza, quien

tiene conociéndome desde que nací, y le conté todo lo sucedido desde la perdida de mi

alma, hasta la renuncia al sicólogo. Cuando terminó de oírme, me dijo no te preocupes

todo estará bien, se puso a preparar una medicina que me dio en un frasco, y me dijo 10

gotas cada 5 minutos, la primera hora y después 10 gotas cada hora, te recomiendo que

comas muchos dulces, por lo que veo, lo que hace falta es felicidad en tu vida.

Así lo hice, y estuve bien por un tiempo. Un día, después de comprar mi ración de

dulces, me vi, y me quedé sorprendida mi alma estaba ahí, sentada en la banca de un

parque tomando el sol, y yo comiendo dulces para la felicidad; atravesé la calle, sin fijarme

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y varios autos hicieron sonar su claxon, otros me maldijeron, y mencionaron a mi madre,

todo ese barullo hizo que “mi yo” volteará y me viera, en ese instante se puso a correr, yo

también, la perseguí, por unos 15 minutos, dejando a mi paso un camino de dulces y

chicles, de repente la perdí de vista, no supe a donde se fue, me detuve agitada, sudada,

malhumorada, y sin saber donde me encontraba.

Triste, sin alma, emprendí el camino a casa, viendo el concreto de las calles, y mis

pies que se arrastraban como negándose a retornar vencidos, entonces pise un charco, y

vi que mis pies se multiplicaron, eran siete u ocho pares de pies y cada uno de ellos, me

guiaba en una dirección diferente, volteé tratando de comprender, observé de nuevo y

seguían ahí, ese día comencé a ver el futuro.

Pronósticos bastante descabellados e irónicos atravesaban por mi mente, pero

quizá lo más incomprensible de toda la situación es que sabía que iba a suceder casi tres

minutos antes de que los hechos ocurrieran, algunos pensaran que es una ventaja divina,

en realidad es lo mas incomodo e inútil que puede suceder, ves lo que sucederá pero no

encuentras que hacer para evitar que ocurra.

Esta vez me ahorre la visita a los doctores y solo lo comenté a dos personas, una

me creyó, y observó mis pies por un rato, tratando de comprender de donde salían mis

visiones sobrenaturales, y la otra no me creyó. Como pasaba más tiempo con el incrédulo,

solo dejé de comentarlo, las historias futuras y los distintos caminos seguían ahí, pero

simplemente comencé a ignorarlos. Así perdí mis poderes.

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Después de varias semanas, me atreví a regresar al lugar, que había hecho que

todo esto comenzará, esperando que hubiera solo un pedazo de bosque con sus colores

otoñales de acuerdo a la temporada, sin embargo estaban ahí cientos de arboles altos,

con hojas verdes y troncos morados, al verlo de nuevo quede estupefacta.

Quede inmóvil y en silencio por unos minutos, de repente, sin pensarlo, caminé

entre ellos, la tierra estaba húmeda, acababa de llover, me detuve mire de nuevo, y

estaban ahí rodeándome, viéndome, testigos inertes de mi agonía y desconsuelo, caí de

rodillas y comencé a llorar, estaba cansada, harta, quería descansar y no podía, dormir

tranquilamente, sin tener visiones futuras, pero más que nada anhelaba encontrarme,

llevo perdida tanto tiempo, ni siquiera sé en realidad si son meses o años, o tal vez solo es

un día, perdí la noción del tiempo completamente.

Destrozada y de rolillas, sintiendo el viento frio, correr por mi rostro, secando mis

lágrimas, comencé a cavar con mis propias uñas, con la firme idea de llegar al centro de

todo esto, encontrar en las raíces estos árboles extraños, la llave de la felicidad, y el

descanso.

Escarbé, y escarbé, hasta quedar exhausta, pareciera que no tengo tanta fuerza,

aun así, ya había hecho un hoyo de un metro aproximadamente, a pesar de estar cansada,

y querer detenerme, continúe, esta vez no le hice caso a mi cuerpo ni a mis brazos, solo

seguí, de todas formas siempre estoy cansada, no importaba que el día de hoy, me

cansará un poco más.

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Vi como cayó la noche, mientras seguía en mi ardua labor, para distraerme

pensaba en historias, en diálogos, en explicaciones, por si alguien llegará a descubrirme en

este estado, intentando descubrir el fondo de la tierra.

De repente mi cuerpo no respondió más intenté preguntarle qué sucedía, pero

simplemente ya no quería hablar conmigo, estaba enojado por haberlo forzado a trabajar

sin descanso. Sin darme cuenta había hecho un hoyo que alcanzaba a cubrirme

completamente, y del cual no podía salir, a menos que alguien desde fuera me ayudase, a

pesar de eso no me preocupé, me quedé ahí, decidí sentarme y descansar un poco, viendo

las estrellas adornar los arboles morados.

Observé las lombrices que estaban en la tierra, y sentí que a pesar de estar

perdida, estaba cada vez más cerca de encontrarme, por primera vez después de mucho

tiempo, tuve sueño, desafortunadamente esta vez, no había una cama cálida donde

recostarme, solo tierra, con espacio suficiente para estar sentada.

El cansancio y el sueño se apoderaron de mí y poco a poco, fui cayendo, quedé en

posición fetal, a pesar del espacio reducido y la incómoda postura, estaba tranquila,

respiraba lento, y sentía los parpados cansados, entonces sentí gotas de lluvia que

llegaban a mi rostro y a mi cuerpo. Abrí los ojos, y vi el cielo de nuevo, ya no había

estrellas, nubes llorando era lo único que podía observar.

Con mi vista en el cielo y en las copas de los arboles meciéndose al viento, me vi, ahí

estaba “mi yo”, viéndome, pensé en levantarme y pedirle que me ayudará a salir pero

estaba tan cómoda que descarté la idea por completo. Después “mi yo”, comenzó a

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arrojar la tierra que había tardado en sacar, sobre mí, sentía la tierra mezclarse con la

lluvia, y de repente ya no pude ver nada, me había cubierto por completo.

Sentí como se acercaba y me abrazaba, mientras yo caía en las manos del sueño

oía que murmuraba en mi oído, jamás me he perdido, tenía que ayudarte a encontrar tu

destino, sus palabras tenían tanta paz, que los grillos que habitaban en mis tímpanos se

callaron un momento; y proseguía diciendo, solo las personas que ven arboles morados,

están destinadas a convertirse en semillas, para crear más arboles morados, por eso no

todos ven el verdadero color de los arboles.

Con sus últimas palabras, caí en un sueño profundo.