APÓSTOL Y CIVILIZADOR · 2017-12-03 · mento atender la solicitud pues los dos Comisarios del...

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APÓSTOL Y CIVILIZADOR tJfeisJKpe??-'- BOLETIN DE DIVULGACIÓN DE LA FIGURA Y OBRA DE FRAY JUNÍPERO SERRA "EL APÓSTOL DE CALIFORNIA". Public«; Frrtemldad de Franciscanos O.F.M. PETRA (Mallorca) ESPAÑA, T.I. 561267 Director: P. Salusllano Vicedo o.f.m Noviembre - 1974 NUMERO 8 DEPOSITO LEGAL P. M. 178 - 1974 El Padre Serra y la mortificación (CONTINUACIÓN) Sierra Gorda es un macizo marginado todavía por lo abrupto del terreno, las alimañas, rios vadeables sólo mediante un cable y un clima insano a fuer de sofocante y húmedo. Allá, entre los pames, inauguró Junípero su celo misional. Para levantar el templo de Jalpán se precisaba trabajo y dioero: como un simple peón, se aplicó al primero el antiguo catedrático de la Lu- liarva de Palma; el segundo, lo ahorró, entre otros modos, reduciendo su comida, con frecuencia, le venta de la divina Providencia. Cada viernes, aquellos sus salvajes lo veían hacer el via crucis, bajo el peso de una agobiante cruz. Y asi durante ocho años. Siguieron otros nueve de trabajo intenso en misiones a fieles por todo México central y meridional, cuyos difíciles caminos el empedernido andarín transitó siem- pre con alpargatas, exponiendo sus pies a rocas, espinas e insectos molestos. Con una piedra golpeaba su pecho desnudo para mover al arrepentimiento o azotaba sus espaldas con urta cadena en el púlpito. Materializaba a los oyentes el fuego del. infierno aplicando al pecho un hachón hasta apagarlo. Finalizado el acostumbrado mes de misión, se apresuraba a reemprender la disciplina del Colegio, aún dispon sado de ella tras la labor apostólica. En 1768, nuevo escenario. El mismo absolutismo real que había expulsado a los jesuítas de la Baja California, la impuso a los franciscanos de San Fernando. A tra vés de los desiertos ardientes y de las sierras pedregosas de la península, el Presi- dente de las 16 misiones, Junípero Serra, anduvo unos 3.300 kilómetros en visitas a sus frailes y a los indios aquellos de lenguas extrañas, que hubo de aprender. Pero su corona histórica estaba más arriba, en la Alta California. Y hacia ella subió con pan y queso para el camino y su pierna que apenas le sostenía en pie. Ca- lifornia, salvaje entonces, donde cada lengua era un problema: cinco veces recorrió la distancia San Diego - San Francisco, deteniéndose en la 9 misiones fundadas por él; la última vez, a los 70 años. Si la noche le sorprendía en descampado, reposaba en el suelo, no santo precisamente. Pero en su celda del Carmelo tenía una cama de tablas, cubiertas con una manta que, cuatro días antes de morir, dividió con un pobre indio. Al caer el sol, vientos empapados de humedad azotaban el Carmelo y Serra los soportaba en una choza de arbustos durante los >^ •rt.M meses en que se construía la vivienda de adobes. Los cen- tinelas no sabían cuando dormía —oyéndole siempre mu- sitar sus plegarias—, más el sol le encontraba con el bre- viario en la mano, preparándose para la misa. Ayunaba todo el año y jamás se le oyó comentar las comidas, por lo que los compañeros se preguntaban si tendría el sen- tido del g-usto. Junípero fue un tipo magro que siempre consumió lo preciso para mantener al máximo sus energías; en cambio, su corazón estaba hambriento de Dios. Y de sueño, lo justo para trabajar duro a lo largo de 70 años. Andariego por amor de las almas, el gran amor de Dios encarnado, domeñó cada día su cuerpo, crucificándolo por Cristo, en espera tensa del día sin fin en qu« nuestros ojos se abismarán en la belleza infinita de Dios. P. Jacinto Fernández Largo, o.f.m.

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APÓSTOL YCIVILIZADOR

tJfeisJKpe??-'-BOLETIN DE DIVULGACIÓN DE LA FIGURA Y OBRA DEFRAY JUNÍPERO SERRA "EL APÓSTOL DE CALIFORNIA".

Public«; Frrtemldad de Franciscanos O.F.M. PETRA (Mallorca) ESPAÑA, T.I. 561267 Director: P. Salusllano Vicedo o.f.m

Noviembre - 1974 NUMERO 8 DEPOSITO LEGAL P. M. 178 - 1974

El Padre Serra y la mortificación(CONTINUACIÓN) Sierra Gorda es un macizo marginado todavía por lo abrupto del terreno,

las alimañas, rios vadeables sólo mediante un cable y un clima insano a fuerde sofocante y húmedo. Allá, entre los pames, inauguró Junípero su celomisional. Para levantar el templo de Jalpán se precisaba trabajo y dioero:como un simple peón, se aplicó al primero el antiguo catedrático de la Lu-liarva de Palma; el segundo, lo ahorró, entre otros modos, reduciendo sucomida, con frecuencia, le venta de la divina Providencia. Cada viernes,

aquellos sus salvajes lo veían hacer el via crucis, bajo el peso de una agobiante cruz.Y asi durante ocho años.

Siguieron otros nueve de trabajo intenso en misiones a fieles por todo Méxicocentral y meridional, cuyos difíciles caminos el empedernido andarín transitó siem-pre con alpargatas, exponiendo sus pies a rocas, espinas e insectos molestos. Conuna piedra golpeaba su pecho desnudo para mover al arrepentimiento o azotabasus espaldas con urta cadena en el púlpito. Materializaba a los oyentes el fuego del.infierno aplicando al pecho un hachón hasta apagarlo. Finalizado el acostumbradomes de misión, se apresuraba a reemprender la disciplina del Colegio, aún disponsado de ella tras la labor apostólica.

En 1768, nuevo escenario. El mismo absolutismo real que había expulsado a losjesuítas de la Baja California, la impuso a los franciscanos de San Fernando. A través de los desiertos ardientes y de las sierras pedregosas de la península, el Presi-dente de las 16 misiones, Junípero Serra, anduvo unos 3.300 kilómetros en visitas asus frailes y a los indios aquellos de lenguas extrañas, que hubo de aprender.

Pero su corona histórica estaba más arriba, en la Alta California. Y hacia ellasubió con pan y queso para el camino y su pierna que apenas le sostenía en pie. Ca-lifornia, salvaje entonces, donde cada lengua era un problema: cinco veces recorrióla distancia San Diego - San Francisco, deteniéndose en la 9 misiones fundadas porél; la última vez, a los 70 años. Si la noche le sorprendía en descampado, reposabaen el suelo, no santo precisamente. Pero en su celda del Carmelo tenía una cama detablas, cubiertas con una manta que, cuatro días antes de morir, dividió con un pobreindio.

Al caer el sol, vientos empapados de humedad azotaban el Carmeloy Serra los soportaba en una choza de arbustos durante los

>^ •rt.M meses en que se construía la vivienda de adobes. Los cen-tinelas no sabían cuando dormía —oyéndole siempre mu-sitar sus plegarias—, más el sol le encontraba con el bre-

viario en la mano, preparándose para la misa. Ayunaba todo el año y jamás se le oyócomentar las comidas, por lo que los compañeros se preguntaban si tendría el sen-tido del g-usto. Junípero fue un tipo magro que siempre consumió lo preciso paramantener al máximo sus energías; en cambio, su corazón estaba hambriento de Dios.Y de sueño, lo justo para trabajar duro a lo largo de 70 años.

Andariego por amor de las almas, el gran amor de Dios encarnado, domeñócada día su cuerpo, crucificándolo por Cristo, en espera tensa del día sin fin en qu«nuestros ojos se abismarán en la belleza infinita de Dios.

P. Jacinto Fernández Largo, o.f.m.

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Historia y comentario de la vida del venerable P. Junípero Serra

ni OSecreta vocación misionera del P. Serra.Providencial conyuntura con la que es favorecido,

y viaje a

En el segundo artículo concluía destacando laapostólica laoor de predicador cuaresmero por lospueblos de Mallorca, que era la segunda y voluntariaentrega personal que hay que sumar a la de su dedi-cación docente en la universidad. El P. Junípero novolverá a predicar semejantes sermones que el devoto y cristiano pueblo oía con interés. El último fueel que predicó el tercer día de Pascua, en el Santuarío de la Virgen de Bonany de su villa natal, el 8 deAbril de 1748, pues tradicionalmente en este sermónse despedía el Padre cuaresmero de los fieles dePetra. ¿Cómo tomó tan seria decisión y abandonó lasbrillantes metas que hubiera conseguido de seguiren su tarea de profesor y de apóstol entre los fieles?.

No sabemos con precisión cuando apuntó su vo-cación misionera para infieles, porque poseemos tansolo los comentarios del compañero Palou de quedesde el noviciado venía cultivando esta inclinación.Yo me permito decir que desde siempre, desde que re-suelve tomar el estado religioso, que existe en él lasecreta pasión (digo expresamente pasión para quese comprenda que se trataba de algo connatural), demarchar entre infieles. (Veamos la mano de Dios queprotejo su vocación). El P. Rafael Verger, que com-partía la residencia del P. Serra y era a la vez profe-sor, supo que un franciscano de Mallorca pretedendía-partir hacia las misiones. Esta imprecisa pero intere-sarrte noticia se la comunicó al P. Palou, por tratarsede un compañero que estimaba mucho, para que ambos descubrieran "quien fuese el religioso" ...A lospocos días el P. Palou hablaba con el P. Serra y leexpone su indecisa ansia de vocación misionera yentonces es cuando el P. Serra le declara su secretavocación (antes he dicho que era pasión) y que lehabía pedido al Señor que le concediera un compa-ñero para tan larga jornada y acababa de ver que eraól su compañero. Deciden hacer causa común y pediren secreto licencia al Comisario General de Indias.

No les salló todo a pedir de boca, al entrarlo, tu-vieron que experimentar diversas dificultades. Habíaque seguir unos trámites precisos. El Comisario Ge-neral de Indias estaba en connivenvia con el Consejode Indias en Madrid, que era institución que velaba losintereses de la Corona de España. Y el Consejo regiala Casa de Contratación de Cádiz que ventilaba todocuando concernía al pasaje del viaje de misioneros,militares, etc. He de añadir que se habían creado unascasas religiosas en las que se preparaba a los misio-neros Apostólicos. Al frente de cada Colegio habíaun Comisario que cada diez o quince años venía a España y acordaba con los misioneros que querían evan-gelizar en las Indias. El Comisario General contestó alos dos franciscanos que no creía factible por el mo-mento atender la solicitud pues los dos Comisarios delColegio de San Fernando de Méjico y el de la SantaCruz de Querelare, iban a salir en breve y tenían com-pleta la plantilla de los misioneros. Más tuvo la pre-

Por el P. David Cervera, o. f. m.

caución (debemos entrever la diestra mano de Dios),de enviar los nombres del P. Serra y P. Palou al Co-misario de San Fernando por si a última hora hubieraalguna defección. Tuvieron motivos nuestros dosapóstoles para desanimarse, pero lo cierto es que esperaron y que en una carta que el Comisario P. Pérezde Mezquía les enviaba junto con las patentes f acuìtándoles para pasar a América les decía que cinco delos treinta y tres religiosos se retiraban. (¿Adivinaríanpor qué causa?). Si no lo hubiera visto comirmado porlos escritos, yo humildemente les digo, que no lo hu-biera acertado. Pues porque los cinco frailes se ano-nadaron ante el mar, que no habían visto antes y pen-saron en la tragedia de la travesía. (Más valió que sequedaran ¿verdad?).

Aún hubo que lamentar otro tropiezo. La cartacon los dos patentes de misioneros, no llegaron a losanhelantes mallorquines. Según dice el P. Palou seperdieron desde la 'portería a la habitación del con-vento de Palma. ¡Vaya imponderable lance!. ¿Qué elProvincial, superior de los Padres Serra y Palou in-tentaba detener las patentes, no porque se opusieraa su vocación, sino para retenerles en la comunidadporque tratándose del P. Serra era pieza insustituible. Dentro de diez años ya se vería. (De nuevo lahábil mano de Dios). El Comisario de San Femandovolvió a cursar la carta y las patentes, ante el sospe-choso silencio y esta vez fueron entregadas en lasmanos del P. Palou, el domingo de Ramos, y como unacentella marchó el Padre a Petra para comunicar alP. Serra que predicaba la Cuaresma la feliz nueva. Yles gustará saber que el P. Junípero como albriciasobsequió al compañero con mayor alegría que si lehubiera traído cédula para una mPtra.

Aunque tenga que ser breve la notificación, píenso que tiene interés la despedida que el P. Serra efec-tuó en cada uno de los miembros de la comunidad dePalma. Públicamente pidió perdón a los religiosos porel mal ejemplo que había dado, que era modo deacendrada caridad fraterna que recibieron los profe-sores como muestras de sincera vocación y aún pasóa besar los pies a todos, también a los jóvenes estu-diantes que había entre ellos. Las lágrimas sustituye-ron a las palabras que por efectos del enternecimien-to del ánimo en la voz, no se produjeron.

Se embarcaron aquel mismo día 13 de Abril enun paquebote inglés que les llevaría a Málaga y no sepuede silenciar que los dos misioneros tuvieron quevivir las turbulencias del capitán, que era obcecadoprotestante y que no reparó importunarles con insis-tentes discusiones. (¡Si todo hubiera acabado ahí...!A punto estuvieron de ser agredidos y lanzados alagua. El P. Serra trató sabiamente de que viera lavulnerabilidad de sus razonamientos. Y si no vuelvaa aparacer la amable mano de Dios, allí acabaran susanhelos misioneros. En fin, que del P. Serra sabemosde momento, de su espléndida preparación teológica,pero desde ahora aparecerá su infatigable coraje, suinsobornable lealtad que sería indispensable en unaempresa que tenía tanto de apostólica como de conquista y tanto de misionera como de fundación.

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s¿Acta de bautismo del niño Miguel José Serra Ferrer, el que más tarde

sería el gran apóstol P. Fray Junípero Serra. Se conserva en la Iglesia Parroquial de Petra.

Era costumbre en la antigua Romacoronar a sus héroes con frescas hojasde laurel.

En la madrugada del 24 de noviem-bre de 1713, un ramo de laurel reciéncortada, indicaba a los vecinos de unacasa modesta de la villa de Petra queen ella había nacido un niño. Era lacasa de los Serra - Delmau. Para losniños se anunciaba al nacimiento conun ramo de laurel, para las niñas conun ramo de mirto. ¡Costumbres poéti-cas de aquellos tiempos!. El recién na-cido era el tercer hijo del matrimonioSerra - Ferrer. Los primeros, un niño yuna niña, habían muerto a los pocosmeses de haber nacido. Aquel ramofresco y oloroso era anuncio de felici-dad y esperanza.

Se acostumbraba por entonces bauti-zar a los recién nacidos lo más prontoposible, por eso a este niño se le llevaa recibir las aguas bautismales el mis-mo día de su nacimiento. La chiqui-llería de la vecindad, los primitos, muynumerosos, los grados de parestescoeran en gran cantidad en aquel tiempo, acompañaban a los padrinos y co-madronas a la iglesia parroquial parala ceremonia del bautismo, llevando

hojas de laurel en la mano o floresdel jardín de la casa, (geranio, malva-rrosa y otras especies olorosas). De re-greso, eran obsequiados con galletitas(paciències), rizados y otras golosinasde fabricación casera, y confites. Paralos adultos había un vasito de "réso-us", malvasia o anís. Algún grandullónmetía la mano abierta en la palanganade los confites y sacaba un gran pu-ñado.

Las vecinas entraban a saludar a lamadre y a ver el niño, para celebrarsu robustez y buena apariencia. "QuéOéu el fassa un sant, i el vos conservi.Déu vos ne do alegria de l'anima.—Am'en i que'u veure". (Que Dioslo haga un santo y os lo conserve. Diosos de alegría del alma—. Así sea yque lo puedas ver).

El nifjp fue bautizado con el nombrede Miguel José, nombre del abuelo pa-terno, según la costumbre tradicionalmallorquina. Su hermanlto mayor tam-bién se llamó Miguel José, pero comohabía muerto ya, su nombre pasaba alprimer varón que le siguiera y así su-cesivamente. La misma costumbre seobservaba con las niñas y sus abuelas

paternas. También en Petra era costumbre en aquel tiempo añadir al primernombre de los niños el de José y anteponer el de María al de las niñas.

A los 16 años vistió el hábito fran-ciscano y profesó con el nombre deJunípero. Con este nombre de FrayJunípero Serra se le conocería desdeeste momento.

Aquel ramo de laurel que anunció elnacimiento del niño Miguel José Serraa los moradores de Petra, se ha conver-tido en miles de ramos de flores y co-losales coronas de laurel colocadasante sus estatuas, monumentos y sobretodo en su tumba.

Los niños de Petra al celebrar el ani-versario del natalicio del P. JuníperoSerra, le ofrecen sus flores y cantos:

Te ofrecemos nuestras floresverdes palmas y laurel,

¡Viva Junípero Serra!,hermano nuestro el mayor.Sus virtudes hoy cantamoscon entusiasmo y amor. ¡Viva!

Miguel Ramis Moragues.

Lo que significa fray Junípero para míEn 1749 la corona de España reinaba omnipo-

tente en el más grande y poderoso imperio que elmundo había conocido. Sus portentosas hazañas ygloriosas gestas militares le habían ganado la admi-ración de toda Europa, pero debido a las inmensida-des de las distancias que la separaban de sus colo-nias americanas, la fabulosa extensión de éstas y laescasez de hombres idóneos para administrarlas, unagran parte de América languidecía en un sopor desiglos y de esperanzas, donde anteriormente nuncase había oído la palabra de Dios ni el progreso habíaconquistado sus selváticas regiones.

Cuando un día venturoso Fray Junípero Serra,Francisco Palóu, Juan Crespí, Fermín Lasuén y demáscompañeros desembarcaron en Veracruz, Méjico,nadie podía prever que Dios había escogido sus vidaspara con ellas forjar el destino de California, graban-do en su historia las páginas más bellas y humanita-rias.

Los nuevos "conquistadores" no se proponíanreverdecer los lauros del poderlo español ni llenar decaudales sus arcas, sino de educar y liberar la espiri

tualidad latente de un país inmensamente rico en re-cursos materiales, pero infinitamente pobre en valo-res espirituales.

Los "Soldados del Evangelio" pacientemente es-grimieron el breviario y la azada en vez de la espaday el arcabús lucharon no contra el hombre por ganan-cias territoriales, sino con el hombre, por perseverarsus sagrados derechos y romper las cadenas de igno-rancia y prejuicios que lo ataban a la más ignominio-sa esclavitud. Y el triunfo de la Cruz igualó a la gloriade las armas, ni amos ni siervos. El fraile y maestrocon el Bravo Indio, acoplado entre ambos sus ener-gías y voluntades, vistieron de galas las desérticastierras californianas, dorando de trigo sus valles ycuajando de esmeraldas de viñas y olivos sus inhospitas colinas. En una sublime hermandad nunca co-nocidas compartieron las riquezas de sus fatigas, elpan en la mesa y la eucaristía en los altares.

(Continuará)

Clara Pichardo Hyer.

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«¡Aquí nació California!»

Hace 261 años na-cía en Petra el niñoMiguel José Serra

Ferrer

"lAqul nació California!". Asíexclamaba toda emocionada unaseñora californiana en el mo-mento de transpasar el humbralde la casa solariega del P. Se-rra, a la vez que se arrodillabatambaleándose para besar e¡lsuelo de este sencillo y humildehogar. Incorporándose luegocon dificultad, como venciendola atracción que parecía influye-ra todavía sobre ella las huellasde aquel niño extraordinario ygirando su vista atónita por suderredor, con ojos de admira-ción, posaba detenidamente ycon asombro su mirada sobreaquellas paredes centenariasvolviendo a exclamar: "¡Pareceincreíble que de una casa tanpequeña y sencilla haya salidoun hombre tan grande y extraerdinario!".

Efectivamente, así lo es.Aquel niño que el 24 de Noviem-bre de 1713 venía al mundo delos mortales, en la trayectoriapor la que su vida transcurrió,dejó marcada una estela tanprofunda y luminosa que toda-vía no se ha borrado y siguedando luz a nuevos derroteros.Ha sido uno de esos hombresque pasan por la historia, de talforma, que su memoria no pue-de morir, porque el volumen ycalidad de sus obras fueron de

tanta trascendencia que todavíasiguen y seguirán reconocién-dose en corazones favorecidosy no menos agradecidos.

Tal vez para alguien profanoen el conocimiento de todo loreferente a la figura y obra deJunípero Serra le parezca exa-gerada las afirmaciones de estadama californiana, pero si tene-mos en cuenta que el SenadoNorteamericano, reconociendosu heroica y fructífera labor enCalifornia, determinó ensalzarsu figura colocando su estatuaen la Galería de los HombresIlustres de Washington, que debían representar a cada uno delos estados que forman la Unión,fue porque comprendió que suvaliosa obra suponía la inicia-ción del Estado Californiano.Motivos son estos de sobra ycon justa razón para que se lepueda atribuir la paternidad deCalifornia.

Por otra parte, quien hayavisitado detenidamente algunavez la Casa Serra en Petra, po-drá darse perfecta cuenta queno sólamente sus dimensionesson reducidas, sino que comotoda casa de su mismo rango yde la misma época, solo conta-ba con lo más elemental e im-prescindible para las mínimasexigencias de la vida humana.Así eran los hogares de la gen-te sencilla y de no muy largosrecursos económicos. ,

Al celebrar una vez más elaniversario de su nacimiento, laactuación de este hombre tansingular nos debe llevar a unadetenida y profunda reflexión enpro de nuestra existencia y la deaquellos que nos rodean.

¿Qué no hubiera hecho elPadre Serra si hubiera dispues-to de unos medios que en todomomento careció?. ¿A dondehubiera llegado si se hubieranpuesto en sus manos cuantosadelantos nos ofrece hoy día laciencia y la técraca?. ¿Cuantomás hubiera hecho por aquellosindios que él tanto amaba?

Si comparamos todo cuantoél llegó a disponer en su tiempoy la partida que le sacó, con loque nosotros ahora disponemosy logramos muy bien podremosformular el siguiente plantea-miento: El con pocos mediosconsiguió lo increíble; nosotroscon más disponibilidad, menosrendimiento. ¿Cual es la causa?.¿Donde está el fallo?. Por su-puesto, no en lo que uno poseade su persona, porque muy bienlo podemos experimentar y com-

prender en este caso, sino en laforma de emplear los talentospersonales que cada uno estádotado y la voluntad con quelos pone en juego, como el Pa-dre Serra nos enseña.

Magnífica lección la que nosda todavía a -los hombres dehoy, ya que si la aprendiéramosy la pusiéramos en práctica, có-mo cambiaría la situación en laque la humanidad actualmentese debate.

NOTICIARIODesde Méjico nos escribe el arquitec

to D. Luis Aguilar Martínez del Campopidiéndonos diapositivas que exponganlos lugares de Mallorca relacionadoscon la vida del P. Serra. Su interés porlas mismas es para un concurso de Te-levisión Mejicana al que el arquitectoAguilar se va a presentar, tomando como tema la obra de este excelso varón.

Muy a gusto le hemos mandado cuanto material hemos podido encontrarpara que la presentación de este pro-grama televisivo sea lo más ilustradoposible y así pueda ser mejor difun-dida la obra del P. Serra en aquellanación americana, que a decir verdad,no sólo es el Apóstol de California,sino también de Méjico.

Asf mismo detcU Méjico I« Sri. OfeJiaGarza de Del Castillo nos envia unasfotos de la puerta principal del templode San Fernando dedicada al P. Serra.Dedicación realizada para perpetuar lamemoria de la estancia del siervo deDios en aquel colegio de misioneros.

Igualmente nos llegan por medio delP. Fidel de Jesús Chauvet O. F. M. y delDr. Salvador Ibarra Padilla cerca dedoscientas direcciones de otras tantaspersonas interesadas por rercibir nues-tro Boletín, lo que añadidas a las queya poseíamos son 279 los ejemplaresque mandamos a Méjico.

Realmente también en estas tierrasamericanas se aprecia al P. Serra, comonos lo demuestra este dato y la muchacorrespondencia que intercambiamos.

También acusamos recibo de los Bo-letines Club Serra de Acapulco, Méjico,Paz y Bien del Vicariato Apostólico deSan Ramón, Perú y Pax Vobis (Hoja Pa-rroquial de Calvii) y la revista Flor deCard de Sant Llorenç des Cardassar, es-tos últimos de Mallorca.

Por último en Petra se prepara unavez más la celebración del próximoaniversario del nacimiento de su hijomás ilustre, cuyo programa se dará aconocer más adelante. Esperemos quelos corazones de todo petrense vibrencada día con entusiasmo por honrar,cual se merece, la figura de su tan des-tacado paisano.

/•_- l:ronr!> nrlat¡4ct¡r« Imp. Morro - 31 Diciembre, 70