Apología de

Sócrates

Juan Pablo Bastidas Cedeño

4to A

11/09/15

1. ¿Cómo hubieras reaccionado tú frente a un tribunal de la época, en el que se encontraban personas que te acusaban hace más de 70 años? ¿Hubieras respondido como Sócrates?

R: Sinceramente, no creo que hubiera sido tan ‘’ordenado’’ para responder como lo hizo Sócrates, el desarrolló su defensa respondiendo a las primeras acusaciones falsas, luego a sus primeros acusadores y finiquitó respondiendo las acusaciones más recientes. He de admitir que a esa edad, dudo mucho sea alguien tan sabio, pero mi defensa estaría destinada a representar la verdad, ya que sólo con ella, podría librarme, pero no sería tarea fácil y deberé demostrar con creces frente al tribunal que mi postura es la fidedigna.

2. ¿Las acusaciones efectuadas por Melito, Anito y Licón en contra de Sócrates tenían una base sólida o eran meras especulaciones arrastradas por los años?

R: Eran especulaciones que sus acusadores generaron en la época en que Sócrates, tratando de comprender el significado del oráculo de Delfos, intentó demostrar que todos aquellos a los que se consideraban sabios (poetas, políticos, oradores y artífices), no lo eran ni a luces.Él trató de convencer a todos de esto, pero terminó generando un odio indiscriminado en contra de su persona y es claro que hace

Juan Pablo Bastidas Cedeño

4to A

11/09/15

2300 años, así como en la actualidad, conducirse de ésta forma, es asegurarse el desprecio de los demás y una forma de suicidarse.

3. ¿Compartes la postura de Sócrates cuando termina reafirmando que: “por esto es por lo que se me odia, por decir la verdad”?

R: Totalmente, Sócrates siempre trató de explicar lo que el oráculo dijo a su amigo Cherefón en Delfos: “no hay hombre más sabio que Sócrates” y al tratar de hacerlo, despertó desprecio de los demás hacia él.Sin embargo y finalmente, entendió lo que el Oráculo realmente quiso decir: “Mortales, el más sabio de vosotros es aquél que, a ejemplo de Sócrates, reconoce que nada es su sabiduría”. No obstante su humildad de reconocer que nada sabe, pienso yo, fue precisamente la chispa que encendió el fuego del odio hacia él.

4. Luego que el Juicio prosiguió, Sócrates se “Auto-aniquiló”, ¿crees que fue una buena decisión de su parte el aceptar perder en el Juicio?

R: Sócrates sabía las razones del odio que se le profesaba, así que intuye que de cualquier manera, el juicio caería en su contra, él expresa que la manera en la que pensaba jamás iba a cambiar, aunque lo absolvieran o lo condenaran y que esto seria así aunque tuviera que sufrir “1000 muertes”. Para concluir, Él le recuerda al jurado que no caería en mendigarles perdón y que confiaría única y exclusivamente en su sólida argumentación,

sin embargo, y como pensó, el jurado lo encuentra culpable por 281 votos a 220 y que la condena sería la muerte.Es lamentable que al final aceptara sin queja la condena, pero Sócrates explica que esto se debe a que no le teme a la muerte ya que ésta no es un mal, sino un bien; así que creo que al menos para él, fue bueno el aceptar su juicio.

5. ¿Qué opinas del castigo que recibió Sócrates? ¿Estás de acuerdo con el?

R: Desde el inicio, no compartí las acusaciones en contra de Sócrates, el odio casi infundado hacia una persona que intentaba desenmascarar a aquellos que muchos veían como sabios y que no lo eran y peor aún, vi innecesaria la pena de muerte para un hombre de más de 70 años. Creo que fue un error por parte de Sócrates el aceptar un destino tan trágico como la misma muerte, podrían haber existido más salidas, sin embargo, al no temerle a ésta, era difícil que en su cabeza, quedaran más opciones.No estoy de acuerdo con un castigo tan duro, pero al ver que a Sócrates no le importaba morir, supongo debo darme cuenta cual era la mejor opción para Él.

6. ¿Qué es lo que más te gustó de la apología de Sócrates?

R: Pues, el desarrollo del juicio en si me atrajo bastante atención, al no conocer previos detalles antes de la lectura, en mi mente siempre habitó el pensamiento que Sócrates saldría airoso, pero jamás concebí el hecho que aceptara al final la condena a muerte.