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Lu 27: 2Tes 1, 1-5. 11-12; Sal 95, 1-5; Mt 23, 13-22. O bien (LS): Ecli 26, 1-4. 13-16; Sal 130, 1-3; Lc 7, 11-17. Santa Mónica (MO) Ma 28: 2Tes 2, 1-3. 14-17; Sal 95, 10-13; Mt 23, 23-26. O bien (LS): 1Jn 4, 7-16; Sal 118, 9-14; Mt 23, 8-12. San Agustín, o. y d. (MO) Mi 29: 2Tes 3, 6-10. 16-18; Sal 127, 1-2. 4-5; Mt 23, 27-32. O bien (LS): Jer 1, 17-19; Sal 70, 1-7. 15. 17; Mc 6, 17-29. Martirio de san Juan Bautista (MO) (Sta. Sabina) Ju 30: 2Cor 10, 17—11, 2; Sal 148, 1-2. 11-14; Mt 13, 44-46. SANTA ROSA DE LIMA, v. Patrona de América Latina (F) Vi 31: 1Cor 1, 17-25; Sal 32, 1-2. 4-5. 10-11; Mt 25, 1-13. (S. Ramón Nonato) 1: 1Cor 1, 26-31; Sal 32, 12-13. 18-21; Mt 25, 14-30. Santa María en Sábado Do 2: 22° durante el año Deut 4, 1-2. 6-8; Sal 14, 2-5; Sant 1, 17-18. 21-22. 27; Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23. (S. Moisés) DIOS NOS HABLA CADA DÍA adherimos con facilidad; cuando los sucesos juegan a nuestro favor, brotan la gratitud y la fe de manera espontánea. Sin embargo, en los momentos en que aparece la tormenta nuestras súplicas se elevan con la intención de que Jesús, “que lo puede todo”, cambie el curso de los acontecimientos o personas, en vez de buscar su querer en tal o cual situación. O cuando su palabra nos desafía a renunciar a nuestros “apetitos” teniendo que comer algo duro para saciar nuestra verdadera hambre (perdona, empatiza, ofrécete, atrévete, asume…), nos hacemos los desentendidos y nos marginamos de su proyecto de vida. Cuando muchos se han marchado, Pedro, con la fe puesta en su Señor, le expresa a Jesús: Señor, a donde iremos sólo tú tienes palabras de Vida eterna. Escuchemos su palabra, más que afanarnos en procurar que él escuche la nuestra. Abandonémonos a sus palabras de vida. Escucharlo en aquello que se nos presenta como una resistencia o deseamos olvidar puede resultar muy revelador para encontrar la vida que nos quiere ofrecer. Una vida eucarística, ciertamente, reconforta, pero no es la buena homilía, o la hermosura de los cantos o lo festivo de la celebración, lo que nos da vida. La vida compartida y entregada de Jesús es lo que de verdad nos llena de vida y plenitud. Asumir una vida eucarística es asumir una vida que se hace ofrenda por los demás. En la proximidad del Congreso Eucarístico, renovemos nuestro estilo de vida. Que el capricho del apetito no sea nuestro motor sino que el alimentarnos de su palabra sea lo que de verdad sacie nuestra existencia, asumiendo una vida que se hace pan partido para la vida del mundo. Solo en la cruz encontraremos vida. COMISIóN NACIONAL DE LITURGIA ¿Apetito o hambre? Después de cena, con la “guatita llena”, muchas veces nos ponemos a ver alguna serie en la TV y luego de transcurridos algunos minutos se nos antoja comer “algo rico”. Entonces, tal vez sin hambre, abrimos el refrigerador para buscar algo que sacie nuestro apetito. Podemos tener apetito, pero, sin embargo, no tener hambre. O, en ocasiones, llegamos a casa con mucha hambre luego de una larga jornada laboral y, a pesar de haber cena, evitamos comer “comida”, por desear saborear “algo rico” y tal vez se nos escucha decir “no hay nada para comer”, teniendo esas legumbres en frente de nuestras narices. Como estas, no son pocas las ocasiones en que el apetito gobierna nuestra vida. Tener como criterio de discernimiento en la vida “saciar el apetito” se puede transformar en la gran trampa en que nos podemos ver envueltos, robándonos parte de nuestra libertad y, sobre todo, de la vida. Es el caso de un joven que comienza a vivir solo, que come solamente lo que le gusta y deja de lado los alimentos que lo nutren, llevándolo en algún momento a tener problemas de salud. Este criterio nos conduce a privarnos de personas, ambientes, aventuras, sabores, crecimientos, procesos de maduración, nuevos sentidos… Y terminamos compar- tiendo solo con las personas que nos caen bien, asistiendo normalmente a los ambientes donde nos sentimos cómodos, emprendiendo nada más que los proyectos que nos pueden traer rentabilidad… Comer la Carne de Jesús también puede resultar duro, “injusto”, fatigoso, desagradable y, frente a ello, la tentación inmediata es abandonarlo. Muchos discípulos lo dejan al escuchar la dureza de su Palabra. Cuando las palabras de Jesús nos resultan consoladoras, “El Domingo, día del Señor”. Semanario Litúrgico. Con las debidas licencias. Importante: Este subsidio no sustituye el uso de los libros litúrgicos. Editor: Pía Sociedad de San Pablo. Director: Jorge Bruera, ssp. Dirección, redacción y administración: Avda. L. B. O’Higgins 1626, Santiago Centro - Tel.- 227200300 E-mail: [email protected] - ISSN: 0717-4896 - www.sanpablochile.cl Impresor: Graficandes. Tel.- 227733605 - Sto. Domingo 4593, Quinta Normal. Año XLIII, Nº 2.280 21º durante el año. 26 de agosto de 2018 EL DOMINGO JULIO - AGOSTO 2018 00200728 Pedro experimentó en su carne la herida no sólo del pecado, sino de sus propios límites y flaquezas. Pero descubrió en Jesús que sus heridas pueden ser camino de Resurrección. Conocer a Pedro abatido para conocer al Pedro transfigurado es la invitación a pasar de ser una Iglesia de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de ponerse al servicio de su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, en el enfermo… (cf. Mt 25, 35). Un servicio que no se identifica con asistencialismo o paternalismo, sino con conversión de corazón. El problema no está en darle de comer al pobre, o vestir al desnudo, o acompañar al enfermo, sino en considerar que el pobre, el desnudo, el enfermo, el preso, el desalojado tienen la dignidad para sentarse en nuestras mesas, de sentirse «en casa» entre nosotros, de sentirse familia. Ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros. Es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordiada por su Señor y convertida en profética por vocación. Renovar la profecía es renovar nuestro compromiso de no esperar un mundo ideal, una comunidad ideal, un discípulo ideal para vivir o para evangelizar, sino crear las condiciones para que cada persona abatida pueda encontrarse con Jesús. No se aman las situaciones ni las comunidades ideales, se aman las personas. Papa Francisco Encuentro con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas. Viaje apostólico a Chile, enero de 2018 Viaje apostólico a Chile, enero de 2018 HERMANAS HOSPITALARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS La realidad de la Resurrección de Jesús inspira el mismo núcleo del carisma hospi- talario. Estamos llamadas a ser testigos de que el Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio permanece vivo entre los hombres. Cristo te está llamando; ven y verás. Equipo Pastoral Vocacional [email protected]

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Lu 27: 2Tes1,1-5.11-12;Sal95,1-5;Mt23,13-22.Obien(LS): Ecli26,1-4.13-16;Sal130,1-3;Lc7,11-17. Santa Mónica (MO)

Ma28: 2Tes2,1-3.14-17;Sal95,10-13;Mt23,23-26.Obien (LS):1Jn4,7-16;Sal118,9-14;Mt23,8-12. San Agustín, o. y d. (MO)

Mi29: 2Tes3,6-10.16-18;Sal127,1-2.4-5;Mt23,27-32. Obien(LS):Jer1,17-19;Sal70,1-7.15.17;Mc6,17-29. Martirio de san Juan Bautista (MO)(Sta.Sabina)

Ju30: 2Cor10,17—11,2;Sal148,1-2.11-14;Mt13,44-46. SANTA ROSA DE LIMA, v. Patrona de América Latina (F)

Vi31: 1Cor1,17-25;Sal32,1-2.4-5.10-11;Mt25,1-13. (S.RamónNonato)

Sá 1: 1Cor1,26-31;Sal32,12-13.18-21;Mt25,14-30. Santa María en Sábado

Do 2: 22° durante el año Deut4,1-2.6-8;Sal14,2-5;Sant1,17-18.21-22.27;Mc7, 1-8.14-15.21-23. (S.Moisés)

DIOS NOS HABLA CADA DÍA

adherimos con facilidad; cuando los sucesos juegan a nuestro favor, brotan la gratitud y la fe de manera espontánea. Sin embargo, en los momentos en que aparece la tormenta nuestras súplicas se elevan con la intención de que Jesús, “que lo puede todo”, cambie el curso de los acontecimientos o personas, en vez de buscar su querer en tal o cual situación. O cuando su palabra nos desafía a renunciar a nuestros “apetitos” teniendo que comer algo duro para saciar nuestra verdadera hambre (perdona, empatiza, ofrécete, atrévete, asume…), nos hacemos los desentendidos y nos marginamos de su proyecto de vida.

Cuando muchos se han marchado, Pedro, con la fe puesta en su Señor, le expresa a Jesús: Señor, a donde iremos sólo tú tienes palabras de Vida eterna. Escuchemos su palabra, más que afanarnos en procurar que él escuche la nuestra. Abandonémonos a sus palabras de vida. Escucharlo en aquello que se nos presenta como una resistencia o deseamos olvidar puede resultar muy revelador para encontrar la vida que nos quiere ofrecer.

Una vida eucarística, ciertamente, reconforta, pero no es la buena homilía, o la hermosura de los cantos o lo festivo de la celebración, lo que nos da vida. La vida compartida y entregada de Jesús es lo que de verdad nos llena de vida y plenitud. Asumir una vida eucarística es asumir una vida que se hace ofrenda por los demás. En la proximidad del Congreso Eucarístico, renovemos nuestro estilo de vida. Que el capricho del apetito no sea nuestro motor sino que el alimentarnos de su palabra sea lo que de verdad sacie nuestra existencia, asumiendo una vida que se hace pan partido para la vida del mundo. Solo en la cruz encontraremos vida.

Comisión naCional de liturgia

¿Apetito o hambre? Después de cena, con la “guatita llena”, muchas veces nos ponemos a ver alguna serie en la TV y luego de transcurridos algunos minutos se nos antoja comer “algo rico”. Entonces, tal vez sin hambre, abrimos el refrigerador para buscar algo que sacie nuestro apetito. Podemos tener apetito, pero, sin embargo, no tener hambre. O, en ocasiones, llegamos a casa con mucha hambre luego de una larga jornada laboral y, a pesar de haber cena, evitamos comer “comida”, por desear saborear “algo rico” y tal vez se nos escucha decir “no hay nada para comer”, teniendo esas legumbres en frente de nuestras narices.

Como estas, no son pocas las ocasiones en que el apetito gobierna nuestra vida. Tener como criterio de discernimiento en la vida “saciar el apetito” se puede transformar en la gran trampa en que nos podemos ver envueltos, robándonos parte de nuestra libertad y, sobre todo, de la vida. Es el caso de un joven que comienza a vivir solo, que come solamente lo que le gusta y deja de lado los alimentos que lo nutren, llevándolo en algún momento a tener problemas de salud. Este criterio nos conduce a privarnos de personas, ambientes, aventuras, sabores, crecimientos, procesos de maduración, nuevos sentidos… Y terminamos compar-tiendo solo con las personas que nos caen bien, asistiendo normalmente a los ambientes donde nos sentimos cómodos, emprendiendo nada más que los proyectos que nos pueden traer rentabilidad…

Comer la Carne de Jesús también puede resultar duro, “injusto”, fatigoso, desagradable y, frente a ello, la tentación inmediata es abandonarlo. Muchos discípulos lo dejan al escuchar la dureza de su Palabra. Cuando las palabras de Jesús nos resultan consoladoras,

“El Domingo, día del Señor”. SemanarioLitúrgico.Conlasdebidaslicencias.Importante: Este subsidio no sustituye el uso de los libros litúrgicos.Editor:PíaSociedaddeSanPablo.Director:JorgeBruera,ssp.Dirección, redacción y administración:Avda.L.B.O’Higgins1626,SantiagoCentro-Tel.-227200300E-mail:[email protected]:0717-4896-www.sanpablochile.clImpresor:Graficandes.Tel.-227733605-Sto.Domingo4593,QuintaNormal.

AñoXLIII,Nº2.28021ºduranteelaño.26deagostode2018

ELDOMINGOJULIO-AGOSTO2018

00200728

Pedro experimentó en su carne la herida no sólo del pecado, sino de sus propios límites y flaquezas. Pero descubrió en Jesús que sus heridas pueden ser camino de Resurrección. Conocer a Pedro abatido para conocer al Pedro transfigurado es la invitación a pasar de ser una Iglesia de abatidos desolados a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de ponerse al servicio de su Señor en el hambriento, en el preso,

en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, en el enfermo… (cf. Mt 25, 35). Un servicio que no se identifica con asistencialismo o paternalismo, sino con conversión de corazón. El problema no está en darle de comer al pobre, o vestir al desnudo, o acompañar al enfermo, sino en considerar que el pobre, el desnudo, el enfermo, el preso, el desalojado tienen la dignidad para sentarse en nuestras mesas, de sentirse «en casa» entre nosotros, de sentirse familia. Ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros. Es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordiada por su Señor y convertida en profética por vocación.Renovar la profecía es renovar nuestro compromiso de no esperar un mundo ideal, una comunidad ideal, un discípulo ideal para vivir o para evangelizar, sino crear las condiciones para que cada persona abatida pueda encontrarse con Jesús. No se aman las situaciones ni las comunidades ideales, se aman las personas.

Papa FranciscoEncuentro con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas.

Viaje apostólico a Chile, enero de 2018

Viaje apostólico a Chile, enero de 2018

HERMANAS HOSPITALARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

La realidad de la Resurrección de Jesús inspira el mismo núcleo del carisma hospi-talario. Estamos llamadas a ser testigos de que el Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio permanece vivo entre los hombres. Cristo te está llamando; ven y verás.

Equipo Pastoral [email protected]

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Ciclo A - Color Verde 5. Evangelio Jn 6, 60-69

Optar siempre por Jesús y su proyecto es el único camino que nos da vida. Acojamos el evangelio que nos desafía a ser fieles a nuestro discipulado en todo momento.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?». Jesús,

sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen». En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede». Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios».

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión¿Qué me está costando asumir en mi vida? ¿Qué me querrá manifestar Jesús por medio de estas resistencias?

6. Oración UniversalM. Solo en Dios encontramos palabras de Vida eterna. Acudamos a nuestro Padre para suplicar por la vida que nos quiere regalar.

R. Escúchanos, Señor, te rogamos.

1. Oremos por nuestra Iglesia, por sus fieles y ministros, para que acojamos la palabra de Jesús con un corazón de discípulos abiertos a la voluntad de Dios. Roguemos al Señor. R.

2. Oremos por nuestra patria, por los que nos gobiernan, por todos los que vivimos en este territorio, para que aprendamos a escucharnos y amarnos con empatía. Roguemos al Señor. R.

3. Oremos por todos los que sufren, por los que están tristes o sin sentido, para que en la palabra de Dios encuentren el refugio portador de esperanza. Roguemos al Señor. R.

4. Oremos por los que estamos reunidos, por la fidelidad a nuestro discipulado, para que podamos encontrar la vida que Dios nos quiere regalar en cada acontecimiento, aunque sea duro de entender. Roguemos al Señor. R.

(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)

M. Señor, con un corazón sincero queremos seguirte y amarte con fidelidad. Por manos de María, Nuestra Madre, recibe nuestras súplicas. A ti el honor y la gloria, por los siglos de los siglos.

Alabanza y Preparación a la ComuniónPara las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la Comunión a los Enfermos.

M. A ti, Señor, Dios fiel y lleno de ternura, que exhortas con fuerza a mantenernos fieles y orantes, especialmente en las dificultades de la vida, recibe nuestra alabanza:

R. A ti todo honor y gloria por los siglos.

1. Padre, te alabamos por regalarnos la vida plena a través de tu Hijo. R.

2. Pan vivo bajado del cielo, te alabamos por tu entrega portadora de vida para el mundo. R.

3. Espíritu de amor, te alabamos porque nos regalas la vida de Jesús y nos impulsas a la entrega generosa. R.

M. Sí, Señor, eres nuestra alegría, eres el camino que nos conduce al Padre, te damos gracias por haberte quedado en la eucaristía que deseamos seguir celebrando llenos de fe cada semana y uniendo nuestras voces, nuestras manos, nuestros corazones te decimos como Asamblea creyente: Padre nuestro…

Sugerencias de cantosReunidos en el nombre del Señor/ Cómo le cantaré a la Señor/ Padre nuestro recibid/ El Señor nos da su amor/ Danos siempre de ese pan/ Yo soy el Pan de Vida/ Si me falta el amor/ Santa María del Camino.

Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre y salva a los que están abatidos. R.

El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra de ellos. Él cuida todos sus huesos, no se quebrará ni uno solo. R.

La maldad hará morir al malvado, y los que odian al justo serán castigados; pero el Señor rescata a sus servidores, y los que se refugian en Él no serán castigados. R.

4. Segunda Lectura Ef 5, 21-33

El fundamento en la vida familiar es, sin duda, el amor. Amor que nos lleva a vivir en unidad. Esta es la exhortación que Pablo desea hacer a las mujeres y varones de Éfeso.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso. Hermanos: Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres a su propio marido como al Señor, porque el

varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Los maridos amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Éste es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Aclamación al Evangelio Aleluia.Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; Tú tienes palabras de Vida eterna Aleluia.

1. AmbientaciónA donde iremos, solo tú tienes palabras de Vida eterna, expresa hoy Pedro a Jesús. En este día hemos venido y nos congregamos como Iglesia a los pies de Jesús, para escuchar su palabra y comer de su Cuerpo y beber su Sangre. Nos ponemos en pie para hacer fiesta en torno a este altar.

2. Primera Lectura Jos 24, 1-2. 15-17. 18

Ser fieles a Dios en todo momento, independiente de las circunstancias, es la pregunta que Josué hace a las tribus de Israel. Hoy se nos pregunta también a nosotros por nuestra fidelidad. Escuchemos.

Lectura del libro de Josué. Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué

dijo a todo el pueblo: «Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor». El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos. Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que Él es nuestro Dios».

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

3. Salmo Sal 33, 2-3. 16-23

R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchan su clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el mal para borrar su recuerdo de la tierra. R.