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Hermandad Año LXV Diciembre 2008 Núm. 460 Sumario: Editorial Director general Consejo Central Apertura de casas Órdenes Delegación de México . Simposio sobre formación sacerdotal Directores espirituales de los Seminarios de México Taller de formación humana para sacerdotes jóvenes Obituario .. EDITORIAL JESÚS EN EL CENTRO Durante estos días en la mayoría de nuestras iglesias y en muchas de nuestras casas hacemos el nacimiento con muchas o pocas figuras, sencillos o elegantes, algunos incluso artísticos. Al final, cuando contemplamos el belén, observamos que todo gira en torno a Jesús, que todas las figuras que lo forman vienen de él o se dirigen a él, él les da sentido. Es el corazón de todo lo que sucede. Jesús, un niño, es el centro de la representación. Está ahí silencioso, callado. Jesús al nacer se pone en medio de lo que nos sucede, de nuestra vida. Algunos de los belenes vivientes que representamos en estos días tratan de escenificar acontecimientos que están sucediendo en nuestro mundo: la guerra, el hambre, la soledad, el dolor, el trabajo… Todos tienen como centro a Jesús, porque al Hijo de Dios no se le puede poner aparte, lejos de nuestra existencia. Jesús atrae a todos hacia sí, hacia su simplicidad y pobreza, con la atracción que acabará en la cruz, y que concluye en la humildad de la Eucaristía, desde la que sigue atrayendo hacia sí a la humanidad. Un niño recién nacido, algo insignificante entre los grandes señores de este mundo, es el signo inconfundible de que con él y en él todo lo pequeño, lo débil, lo rechazado, todo eso es lo realmente importante. Todos nosotros somos como unos personajes del nacimiento ideal que simboliza todo el mundo, cuyo centro está en Jesús. Coloquémonos entre la muchedumbre de personajes de buena voluntad que se dirigen hacia el portal del belén y reconocen en Jesús al personaje clave. Abramos los ojos del corazón y de la inteligencia de la fe para descubrir en él la verdad de nuestro ser, el sentido de nuestra existencia.

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Hermandad

Año LXV Diciembre

2008 Núm. 460

Sumario:

Editorial

Director general

Consejo Central

Apertura de casas

Órdenes

Delegación de México

.

Simposio sobre formación sacerdotal

Directores espirituales de los

Seminarios de México

Taller de formación humana para

sacerdotes jóvenes

Obituario

..

EDITORIAL

JESÚS EN EL CENTRO

Durante estos días en la mayoría de nuestras iglesias y en muchas de nuestras

casas hacemos el nacimiento con muchas o pocas figuras, sencillos o elegantes,

algunos incluso artísticos. Al final, cuando contemplamos el belén, observamos que

todo gira en torno a Jesús, que todas las figuras que lo forman vienen de él o se

dirigen a él, él les da sentido. Es el corazón de todo lo que sucede. Jesús, un niño,

es el centro de la representación. Está ahí silencioso, callado.

Jesús al nacer se pone en medio de lo que nos sucede, de nuestra vida. Algunos

de los belenes vivientes que representamos en estos días tratan de escenificar

acontecimientos que están sucediendo en nuestro mundo: la guerra, el hambre, la

soledad, el dolor, el trabajo… Todos tienen como centro a Jesús, porque al Hijo de

Dios no se le puede poner aparte, lejos de nuestra existencia.

Jesús atrae a todos hacia sí, hacia su simplicidad y pobreza, con la atracción que

acabará en la cruz, y que concluye en la humildad de la Eucaristía, desde la que

sigue atrayendo hacia sí a la humanidad. Un niño recién nacido, algo insignificante

entre los grandes señores de este mundo, es el signo inconfundible de que con él y

en él todo lo pequeño, lo débil, lo rechazado, todo eso es lo realmente importante.

Todos nosotros somos como unos personajes del nacimiento ideal que simboliza

todo el mundo, cuyo centro está en Jesús. Coloquémonos entre la muchedumbre de

personajes de buena voluntad que se dirigen hacia el portal del belén y reconocen

en Jesús al personaje clave. Abramos los ojos del corazón y de la inteligencia de la

fe para descubrir en él la verdad de nuestro ser, el sentido de nuestra existencia.

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Seamos protagonistas en el belén de nuestro mundo del hecho evangélico de

hacerse prójimos, y para ello, como Jesús, escojamos lo pequeño, lo frágil, lo que

es pobre. En este gran nacimiento hay mucha gente marginada, sin trabajo, gente

para quien la casa ya no es casa, porque el afecto está muerto o languidece sin

cesar. El apuro en el que se encuentra esa familia joven de Nazaret sin techo es una

invitación a abrir nuestro corazón dirigida a todo hombre, incluso al que no cree.

La fascinación de la Navidad, más fuerte que todas las luces del consumismo, es

ésta: un sentido de la vida, del hombre, de las cosas sencillas. Jesús nace para

nosotros, viene a nosotros para clarificar nuestra vida, para avivar nuestros

sentimientos a punto de extinguirse, para volver a fortalecer las desgastadas

neuronas de la memoria. Él viene, desciende a nosotros para renovarnos con la

gracia del Espíritu Santo.

Quiero terminar mi felicitación navideña con aquellas preciosas palabras del

cardenal John Henry Newman en las que nos dice que Jesús “cuando vino al

mundo, no se agitó, no hizo ningún ruido, no dejó oír su voz. Y ahora hace lo

mismo: su voz es baja, sus signos discretos, pero el que tiene fe no puede no oírlo,

es imposible que no se dé cuenta de que él es quien guía. Ante la magnitud y el

misterio del mundo que gravita sobre nosotros, podemos pensar que aquí abajo no

hay nada desvinculado de lo demás, que acontecimientos que a primera vista no

tienen nada que ver unos con otros, pueden estar relacionados entre sí, pueden

formar parte de un plan muy concreto. Y Dios nos enseña sus caminos en lo que

pasa normalmente todos los días. Sólo hace falta que abramos los ojos, que

miremos a Jesús, niño silencioso, callado, indefenso que puesto en medio de

nosotros nos saluda con su paz”.

Ésta es la Navidad que os deseo a cada uno de vosotros. Una Navidad en la que

la contemplación de Jesús nos enseñe a percibir en todos los instantes de nuestra

vida la presencia de este Señor Jesús que todo lo llena de luz y verdad.

¡FELIZ NAVIDAD!

Jesús Rico García

Director general

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DIRECTOR GENERAL

Tras la Asamblea general XXI, el Director general presidió la reunión del Consejo

central del 2 de agosto en Madrid, que era la segunda tras el primer encuentro del

nuevo consejo en Tortosa. Participó en los ejercicios espirituales del Desierto de las

Palmas (Castellón) del 25 al 30 de agosto. Durante el mes de septiembre continuó

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su trabajo como Director del Secretariado de Seminarios de la Conferencia

Episcopal Española. Organizó y dirigió el XXXVII Encuentro de Rectores y

Formadores de Seminarios Mayores del 8 al 10 de septiembre y el XXXI Encuentro

de Delegados de pastoral vocacional del 11 al 13 de septiembre, ambos en

Tarragona. Además predicó la novena de la Virgen de la Cinta en la catedral de

Tortosa el día 12 de septiembre.

Se incorporó a Roma el día 22 de septiembre. Los primeros días en Roma tuvo

una reunión con los operarios del Colegio Español. Más tarde, el 4 de octubre,

inauguró el curso de los operarios de Roma con una hora santa y una cena fraterna

en la casa central de la Cava Aurelia. Presidió la III Reunión ordinaria del Consejo

del 5 al 8 de octubre. El día 29 de septiembre visitó al Prefecto de la Congregación

del Clero, Card. Cláudio Hummes, y al de la Congregación de la Educación

católica, Card. Zenon Grocholewski. Pocos días después, el 6 octubre, el Cardenal

Hummes devolvió la visita para compartir la comida en la Cava Aurelia. Le

acompañó también el P. Paolo Maiello, párroco de Gregorio VII. El día 12 de

octubre recibió a Mons. Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, arzobispo de Trujillo. El

día 15 de octubre participó en la inauguración de curso en el Colegio Español.

Viajó a Madrid el día 16 de octubre, donde tuvo una reunión con el equipo del

Centro de servicios pastorales el día 17. Visitó a D. José María Javierre, junto con

el Administrador general, el día 23 de octubre. El día 25 presidió la reunión de

presentación de la Asamblea y recepción de los Estatutos y el Directorio en

Salamanca. Posteriormente en Tortosa celebró con los sacerdotes la fiesta del

Reservado el día 3 de noviembre que este año quisieron dedicar particularmente al

Beato Manuel Domingo y Sol. Se reunieron en el Seminario unos 80 sacerdotes. El

Director general pronunció la conferencia: “El presbítero y la pastoral de las

vocaciones sacerdotales”. Seguidamente concelebró en la eucaristía presidida por el

obispo, Mons. Xavier Salinas, y participó en la procesión eucarística posterior.

Durante la comida entregó a la diócesis la placa conmemorativa del I Centenario de

la muerte de Don Manuel. También en Tortosa tuvo una reunión con los antiguos

alumnos del Colegio de San José.

El día 5 llegó a Roma para presidir y organizar el Simposio de formación

sacerdotal los días 7 y 8 en el Colegio Español. El día 9 concelebró en la eucaristía

del día del Reservado del Colegio, que además clausuraba el Simposio. El día 13

recibió a los consultores de la Congregación de la Educación católica.

El día 15, en Majadahonda, tuvo la segunda reunión de la Delegación de España

para la presentación de las conclusiones de la Asamblea y de los Estatutos y el

Directorio de la Hermandad.

Del día 16 al 25 de noviembre viajó a Malanje (Angola).

El día 29 de noviembre tuvo la reunión de presentación de la Asamblea y

recepción de los nuevos Estatutos y Directorio con los operarios de la zona de

Valencia. Al día siguiente regresó a Roma.

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CONSEJO CENTRAL

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3.ª Reunión del Consejo: Roma, del 5 al 8 de octubre de 2008

III Reunión ordinaria del Consejo general. En la casa central de Roma, del 5 al 8

de octubre, tuvo lugar la III sesión ordinaria del Consejo central presidida por el

Director general con la asistencia de todos los consejeros.

Se presentaron algunas situaciones personales de las que el Director general y

los delegados se habían tenido que ocupar a principio de curso. Los Consejeros-

delegados expusieron la situación de las casas y los retos que se presentan en cada

país en el curso presente. Particularmente se analizó la situación del Seminario

mayor San José de Malanje, donde el próximo curso ya no estarán las religiosas

Misioneras del Santísimo Sacramento; la incorporación de D. Plácido Fernández

como rector del Seminario San Carlos y San Marcelo de Trujillo en el mes de julio;

la perspectiva de futuro del Convictorio San Juan de Avila de Salamanca; la

constitución del equipo de servicios vocacionales de Majadahonda que se hace

cargo del IVMA; la propuesta de asumir una parroquia en la diócesis de San

Bernardino (USA), en la zona de Grand Terrace, junto al Seminario; la marcha del

teologado común de México. Se aprobó de nuevo la venta de los terrenos

adyacentes a la Villa Mosén Sol de Valencia, amenazados de invasiones. Se dio el

visto bueno para la aceptación del Seminario metropolitano de Santiago de Cuba en

julio de 2009. Se aceptó la solicitud del orden del presbiterado de John Henry y de

vinculación indefinida del P. Ariel A. Zottola. Se aceptaron las desvinculaciones de

D. Eduardo Roca y D. Thomas Murphy, que se harán efectivas cuando se cumplan

las condiciones canónicas.

Los Consejeros, P. Eduardo Redondo y P. Carlos Boulanger, seguirán por el

momento como delegados, compaginando esta tarea con sus trabajos en el gobierno

central. El P. Eduardo Redondo ha sido nombrado Consejero coordinador de

pastoral y el P. Carlos Boulanger, Consejero de formación. Así mismo

permanecerán este curso como delegados, el P. José Luis Ferré en México y el P.

Juan Antonio Puigbó en USA. El delegado de España, D. Juan José Mateos, cesará

en su cargo el día 1 de noviembre para poder dedicarse exclusivamente a la

Administración general. Mientras se procede al nombramiento de un nuevo

delegado en España, el Director general se ocupará de los asuntos relacionados con

la atención personal de los operarios. Los asuntos de gestión administrativa estarán

a cargo de D. Santiago Luis de Vega, administrador de la delegación.

Gran parte de las sesiones de esta reunión de Consejo se han dedicado a la

programación del sexenio para hacer operativa la Asamblea general XXI. El

objetivo general, tomado de la misma Asamblea, es: “Que nuestra querida

Hermandad se renueve y vigorice como instrumento de fraternidad y de servicio

apostólico”. Cuando esté concluida la programación, se enviará a todos los equipos

por si puede ayudar a que las programaciones de las delegaciones y las casas

converjan en los acentos e insistencias de la última Asamblea.

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APERTURA DE CASAS

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Seminario de Colima

En marzo de 2006, el obispo de Colima, Mons. José Luis Amescua, solicitó

formalmente la colaboración de la Hermandad para su seminario diocesano. La

Delegación de México ha contemplado el proyecto como una prioridad e incluso

como un compromiso de México en homenaje a Don Manuel al cumplirse el I

Centenario de su muerte. Mons. José Luis Amezcua ha aceptado la colaboración de

al menos un operario para este curso 2008-2009. En agosto se incorporó el P.

Rodrigo Martínez Aguilar como formador-coordinador general del área humana y

profesor.

Breve historia

El Seminario de Colima se fundó en Almoloyan (hoy Villa de Álvarez, Col.), hacia

el mes de julio de 1846. En ese tiempo la actual Diócesis de Colima pertenecía a

Guadalajara. El Seminario de Colima fue “Seminario Auxiliar” de Guadalajara

hasta el 19 de noviembre de 1882, día en que se erigió la nueva diócesis de Colima.

Desde 1970, el Seminario Mayor ocupa el edificio de “El Cóbano”, iniciado antes

por el Obispo Mons. Ignacio de Alba Hernández.

Situación actual

El equipo formador está integrado por ocho sacerdotes. Tiene 44 alumnos

en el Seminario Mayor y 10 alumnos en Curso Introductorio; a los que habría que

sumar otros 45 en el Seminario Menor. Un equipo de cinco Hermanas Franciscanas

de San José se ocupan de la cocina.

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ÓRDENES

El día 25 de julio, en la parroquia de San Francisco de Asís de Córdoba

(Argentina), John Henry Bautista Perdomo fue ordenado diácono por Mons. Carlos

José Ñáñez, arzobispo de Córdoba. John Henry pertenece a la delegación de

Venezuela y está realizando la etapa pastoral en el COV de Córdoba. Ha quedado

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incardinado en la diócesis de Puerto Cabello (Venezuela). Los chicos del COV de

Córdoba y los diversos grupos pastorales de la parroquia de San Francisco de Asís

se esmeraron en la celebración y en la recepción posterior. Cabe destacar también

la presencia de los sacerdotes del decanato y de los aspirantes de Buenos Aires.

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DELEGACIÓN DE MÉXICO

Encuentro general de Operarios

Una vez celebrada la Asamblea General XXI, nos encontramos los Operarios de

la delegación de México, en el Aspirantado mayor de México, el martes 23 de

septiembre, para dar gracias a Dios por su celebración y acoger grupalmente el

documento final y conclusiones que emanaron de la misma. También para tomar

conciencia del momento histórico que nos ha correspondido vivir: el cambio de

forma jurídica, en consonancia con la idea del Fundador

Como otras veces, iniciamos con un rato de oración dirigida por el P. Rector,

pidiendo al Señor un corazón abierto, acogedor y disponible para entregarnos

plenamente al servicio del Reino. Fue leído el texto introductorio a las

Conclusiones.

En un segundo momento, se presentaron las líneas fuerza que subyacen en las

Conclusiones, agrupándolas en torno a los dos grandes ejes: “asociación” y

“sacerdotal”. La aprobación de la nueva figura jurídica de la Hermandad como

“asociación sacerdotal” constituye un verdadero desafío, ya que va a “afectar a

nuestra presencia y servicio ministerial” en la Iglesia.

– El redescubrir e intentar hacer de la vida de equipo sacramento de fraternidad

y, al mismo tiempo, signo identificativo de nuestro ser de operarios constituye una

de las prioridades señaladas por la Asamblea recién celebrada y, además,

plataforma de promoción vocacional para la misma Hermandad.

– Pero, a la vez, nos sentíamos invitados a implicarnos más decididamente en

todo lo ‘sacerdotal’: en proyectos de formación sacerdotal, de formación de

formadores, en cursos de actualización de sacerdotes, en la atención a los

sacerdotes diocesanos, tanto a nivel personal como de equipo, intentando ser en

medio de ellos fermento de fraternidad sacerdotal.

Todo ello supondrá, en primer lugar, ir asimilando el alcance y las

consecuencias del cambio de forma jurídica; pero, al mismo tiempo, reavivar en

nosotros la propia identidad, a través de un plan sistemático de formación integral,

permanente y obligatoria, que abarque las distintas etapas y dimensiones de la vida

del Operario. Con el fin de poder prestar un mejor servicio en la Iglesia se nos pide

y exige a nosotros la formación permanente.

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El nervio interior de todo ello ha de constituirlo, sin duda, el espíritu eucarístico,

que hemos de impulsar en todos los equipos y obras de la Hermandad, recalcando

que nuestras parroquias privilegien en sus proyectos pastorales, junto a la acción

vocacional, el culto de adoración al Santísimo.

En esta misma línea, se pide profundizar en el sentido de la reparación de D.

Manuel y en el alcance actual de la misma, intentando concretar los signos que la

visibilizan hoy.

Con relación a la pastoral juvenil vocacional, debemos avanzar, según lo

indicado por la Asamblea, en impulsar proyectos de pastoral juvenil vocacional,

especialmente aquellos que se refieren a las vocaciones para el sacerdocio;

igualmente, en elaborar materiales prácticos de pastoral vocacional para ofrecer a

parroquias, movimientos y otras plataformas pastorales.

La presentación incluyó otros aspectos, no menos importantes, como: la

preparación de los candidatos a la Hermandad según ese mismo espíritu, la

corresponsabilidad y la experiencia de la pobreza en nosotros operarios y el deseo

expreso de simplificar y agilizar la acción de gobierno de la Hermandad

Después del receso acostumbrado, dedicamos un espacio de tiempo a informar

respecto de aquellos proyectos que se están impulsando de manera especial al

comenzar este curso:

– el inicio de nuestra colaboración en el seminario de Colima;

– el proyecto de prevención de conductas de alto riesgo que puedan presentarse

en el desarrollo vocacional, desde un enfoque interdisciplinario de las ciencias de la

salud, destinado a personas que están en los seminarios y casas de formación. Se

empieza de manera experimental en la diócesis de Querétaro, siendo coordinado

por el operario psicólogo José Moreno, con la colaboración de la sección de

psicología de la UNIVA;

– el teologado común, ubicado en la actualidad en la delegación de México, y en

el que en cierta manera estamos todos implicados;

– la vida de equipo, que se ha intentado favorecer con la redistribución de

personal al inicio del nuevo curso.

La última parte de la mañana, la dedicamos a información general de la

Delegación, de nuestras plataformas de trabajo, de situaciones personales y

familiares, intentando compartir fraternalmente nuestra propia realidad personal y

grupal.

El encuentro finalizó compartiendo con los aspirantes el momento de la comida,

al regresar ellos de sus actividades académicas en la Universidad; espacio y

ambiente muy propicio para conocernos, compartir ilusiones, interesarnos por sus

lugares de procedencia…; conscientes de que al realizar esa etapa de formación tan

significativa de la Teología, junto a nosotros, estamos influyendo en la imagen que

ellos se van formando de nuestra Hermandad.

José Luis Ferré Martí

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SIMPOSIO SOBRE LA FORMACIÓN SACERDOTAL

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“A los 15 años de la Pastores Dabo Vobis”

Del 7 al 9 de noviembre de celebró en el Colegio Español de San José de Roma

el Simposio sobre formación sacerdotal “A los 15 años de la Pastores Dabo Vobis”.

El Simposio ha sido promovido por la Hermandad de Sacerdotes Operarios

Diocesanos del Corazón de Jesús con ocasión de la celebración del I Centenario de

la muerte del Fundador, el Beato Manuel Domingo y Sol.

Con tal motivo la Hermandad ha convocado a los antiguos alumnos del Colegio

Español involucrados en la formación sacerdotal de los Seminarios españoles, tanto

formadores como profesores. Y como tema de reflexión común ha ofrecido la

Exhortación apostólica postsinodal sobre la formación de los sacerdotes en la

situación actual, 15 años después. No en vano unos 300 antiguos alumnos del

Colegio están destinados en Seminarios. En torno a 50 se desplazaron a Roma para

participar en la Jornadas, a los que se sumaron los alumnos actuales del Colegio

que lo desearon.

El Director general de la Hermandad, D. Jesús Rico García, y el rector del

Colegio, D. Mariano Herrera Fraile, acompañaron al Cardenal Zenon

Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, en la

sesión inaugural del Simposio. El Cardenal tuvo unas palabras de orientación y

apoyo en las que subrayó la centralidad de la espiritualidad, que unifica lo que es y

lo que hace el sacerdote, en la formación y en el ministerio presbiteral.

La primera ponencia estuvo a cargo de Mons. Mauro Piacenza, Secretario de la

Congregación para el Clero. Su conferencia, de carácter introductivo, desarrolló los

desafíos de la formación sacerdotal hoy. En un mundo en que “se ha creado no una

herejía, lo que habría hecho reaccionar rápidamente a la Iglesia, sino un clima

general, una niebla que lo rodea todo”, Mons. Piacenza ha insistido en “las

condiciones” en las que es posible educar “en el verdadero sentido de la Iglesia, en

el amor a la Santa Madre que nos ha engendrado y engendra a todos, en la fe y en

el santo sacerdocio católico”.

La segunda conferencia corrió a cargo de Mons. Juan María Uriarte, obispo de

San Sebastián. Mons. Uriarte disertó sobre la formación humana, fundamento de

toda la formación sacerdotal. “La humanidad concreta del sacerdote es ‘humus’, el

asiento connatural de las demás dimensiones. No es asiento inerte sino, a la vez,

activo y receptivo. La formación en las otras dimensiones no será un aditamento

superpuesto, sino arraigado en el fondo humano de la persona, en su mentalidad,

afectividad, voluntad”.

D. Luis Rubio Morán, director espiritual del Seminario mayor de Evora

(Portugal), presentó la dimensión espiritual de la formación de los futuros

presbíteros. Su conferencia fue “testimonial”: expuso el proyecto de formación

espiritual en la etapa de estudios eclesiásticos, partiendo de una comprensión de la

espiritualidad como la “vida entera del presbítero dirigida y gobernada por el

Espíritu”.

La cuarta ponencia a cargo de D. Francisco José Andrades Ledo se centró en

“La formación pastoral: comunicar la caridad pastoral de Jesucristo Buen Pastor”.

Partiendo de la afirmación de que la dimensión pastoral unifica y determina toda la

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formación del sacerdote porque la finalidad pastoral asegura algunos contenidos y

características concretas a las otras dimensiones, el profesor de Salamanca y rector

del Seminario de Mérida-Badajoz concluyó su exposición desgranando algunas

claves pastorales ineludibles en la formación sacerdotal: evangelizadora, secular,

inserta en la diócesis…

Las ponencias concluyeron con la intervención de D. Lope Rubio Parrado sobre

“La formación permanente como fidelidad al ministerio sacerdotal y como proceso

de continua conversión”. D. Lope presentó la formación permanente con el fin de

ayudar al sacerdote a estructurar su personalidad habitual, dándole elementos para

su unidad y equilibrio, para que pueda asumir que el eje orientador de su vida

ministerial es la “caridad pastoral”. Para ello expuso temas tan interesantes como el

acompañamiento, la convivencia y la amistad, convertirse a la belleza y a la

contemplación, el arte de envejecer…

Además de las ponencias hubo cuatro comunicaciones de expertos: D. Salvador

Pié-Ninot, “Los profesores de teología: su papel en la formación de los futuros

sacerdotes”; D. Andrés García de la Cuerda, “El Seminario mayor, una comunidad

eclesial educativa”; D. José Ignacio Blanco, “Discipulado y sacerdocio a la luz de

la Carta a los Hebreos”; D. Juan José Rubio Villanueva, “El acompañamiento

psicológico en el proceso formativo del Seminario mayor”.

Mons. José Angel Sáiz Meneses, Presidente de la Comisión Episcopal de

Seminarios de la Conferencia Episcopal Española, que acompañó todo el desarrollo

de las jornadas, clausuró el Simposio con un breve repaso del itinerario seguido y

con un “apunte final” sobre la importancia del testimonio desde el punto de vista

pedagógico. “Hemos de plantear –dijo– un trabajo de conjunto siendo conscientes

de la fuerza que tiene el testimonio”. Basado en la pedagogía del aprendizaje

cognoscitivo social destacó la importancia de la dimensión testimonial en la

formación de los futuros presbíteros.

Las Jornadas se cerraron con la celebración de la fiesta del Reservado el día 9 de

noviembre. Coincidiendo con la dedicación de la basílica de Letrán, Mons. José

Angel Sáiz presidió la concelebración eucarística acompañado de los obispos

Beniamino Stella, Cipriano Calderón, Juan María Uriarte, Félix del Blanco,

Francisco del Río, con unos 140 sacerdotes, alumnos y exalumnos del colegio, y un

buen grupo de religiosas de diversas congregaciones.

Las conferencias e intervenciones en el Simposio están a disposición en la

página web de la Hermandad y aparecerán próximamente en la revista

“Seminarios”.

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DIRECTORES ESPIRITUALES DE LOS SEMINARIOS DE

MÉXICO

Tequisquiapan, Qro., del 13 al 17 de octubre de 2008

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Era la segunda vez que se abordaba el tema en poco tiempo. Los directores

espirituales de los seminarios de México se reúnen todos los años una semana para

tocar un tema relacionado con su trabajo. Cuando la OSMEX solicitó el tema al

Instituto Vocacional, nos advirtieron que ya se había tocado, pero los participantes

pidieron repetir porque querían una perspectiva “práctica-práctica” del tema. Se

trata de “La enseñanza de los medios espirituales en las etapas formativas” y, en

concreto, la oración personal, los ejercicios espirituales, los retiros mensuales, el

silencio y el examen. Era difícil plantear el tema práctico sin imponer un modelo

demasiado específico.

Asistieron alrededor de 120 padres espirituales venidos de toda la República, de

seminarios mayores y menores. El clima grupal, pese a ciertas incomodidades en el

hospedaje y en la sala de reuniones, fue excelente. La puntualidad, la participación,

la atención, la capacidad de reflexionar y de trabajar en equipo, hablan muy bien de

los directores espirituales. También se hizo presente D. José Luis Amezcua

Melgoza, obispo responsable de la organización de seminarios de México.

Para abordar el tema, comenzamos considerando las ventajas y dificultades que

se encuentran a la hora de enseñar los medios espirituales a los jóvenes

posmodernos. Fue llamativo que en los cuadros de dificultades que les

presentamos, la mayor parte de los padres señalaban casi todos. Es decir, que hay

cierta perplejidad, una dificultad grande para enseñar estos medios.

El segundo punto fue mirar el conjunto de la dimensión espiritual a lo largo del

proceso formativo. Aquí insistimos sobre todo en el núcleo formativo que es

indispensable garantizar a la hora de enseñar los medios espirituales. Viene bien

señalado por los documentos sobre la formación: la vida espiritual entendida como

relación y comunión con Dios (PDV 45); que aprendan a vivir en trato familiar y

asiduo con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que se habitúen a unirse a él, como

amigos, con el consorcio íntimo de toda su vida (OT 9). Si no se consigue este

núcleo esencial, hay el peligro de que los medios espirituales pierdan su sentido.

Compruebo que cuando se tocan estos rasgos esenciales, siempre resultan

novedosos, porque tienen toda la frescura del evangelio y de los ejemplos de Cristo.

Éste era el mejor marco para situar los medios espirituales. Después pasamos ya a

los puntos concretos:

1. La meditación de la Palabra de Dios. Se presentó el encuentro personal con la

Palabra de Dios como la matriz de la espiritualidad sacerdotal. Sin esta referencia

continua y personal a la Palabra de vida es imposible sostener una autentica

espiritualidad cristiana, pero a la vez el sacerdote está íntimamente unido a la

Palabra a través de la predicación. Se abordaron tres métodos clásicos de oración:

los cuatro sentidos de la Escritura, la lectio divina, y la oración ignaciana. A

continuación se presentaron los modos de la oración con su metodología propia: la

meditación, la contemplación, la contemplación eucarística. Fue presentado el

proceso orante en las etapas formativas.

2. Los ejercicios espirituales. Se comenzó con un recorrido histórico del origen

y sentido de los ejercicios espirituales. Después pasamos a una parte más técnica,

en la cual se subrayó el sentido de hacer ejercicios, frente a la práctica tan

extendida de predicar ejercicios. Para muchos de los presentes esto era nuevo.

Después se presentaron varios modelos de esquemas generales de ejercicios para

cada una de las etapas formativas. Por último se clarificó el sentido del horario, el

modo de preparar los puntos, el valor de las charlas y las instrucciones, la

importancia de la comunicación fraterna.

3. El examen. Este tema tan clásico se enmarcó en el sentido del examen como

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una auténtica forma de orar. Luego se propusieron las formas concretas de hacerlo:

el examen de la oración, el examen general, el examen particular, el examen para la

confesión, tanto de necesidad como de devoción, el examen de las actividades

apostólicas y la corrección fraterna.

4. Los retiros mensuales. Se presentaron de modo similar al tema de los

ejercicios. Su objetivo y dinámica propia, el núcleo esencial que hay que garantizar.

Luego se presentaron unos modelos de retiros en las distintas etapas formativas.

Por último se habló de los tipos de retiros mensuales y la conveniencia de ponerlos

en práctica en diversos niveles de la comunidad formativa. Hicieron al final un plan

de retiros mensuales para la etapa correspondiente.

A lo largo del evento se fueron acercando diversos padres para solicitar

servicios sobre todo de ejercicios espirituales y retiros para sus seminarios.

Algunos de ellos apuntaban a un curso más largo en el que se elaboraran los

materiales para enseñar los medios espirituales. Se perfila por aquí un hermoso

ministerio, típicamente multiplicador y muy propio de la Hermandad.

P. Emilio Lavaniegos

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TALLER DE FORMACIÓN HUMANA PARA SACERDOTES

JÓVENES

Pocos días después de regresar de la Asamblea contactó conmigo, por teléfono, el

encargado de la formación permanente de la diócesis de Atlacomulco, pidiendo la

colaboración para el encuentro que habían programado, para los primeros días del

mes de septiembre, con los sacerdotes más jóvenes del presbiterio: los ordenados

en los últimos cinco años.

Todavía estaban muy recientes las jornadas de trabajo en Tortosa, en las que se

pidió una atención especial a todo lo sacerdotal: atendiéndoles, brindándoles apoyo,

acompañándoles… por lo que resultó fácil aceptar echarles una mano, aunque

tendría que compaginarlo con otros compromisos de la Universidad.

Se preparó el encuentro a modo de ‘taller’, en el que participarían 18

neopresbíteros, atendiendo las indicaciones del encargado, especialmente los

tiempos dedicados a la convivencia.

La tarde del primer día la dedicamos a tomar conciencia de la importancia de la

formación humana: la acumulación de compromisos, la incapacidad a veces para

priorizar tareas, el desorden en el empleo del tiempo, en la comida y en el vestido,

evidencian sin duda la ‘mala calidad de vida’ del sacerdote.

Sin embargo, ‘el cuidado de sí mismo’ revierte en una atención y servicio de

mayor calidad a los demás. Este fue el tema iniciado por la mañana del segundo

día. Comenzamos por el cuidado y desarrollo de nuestro ser corporal, intentado

descubrir qué supone tomarnos en serio y desarrollar nuestro ser corporal, tanto

personal como grupalmente. Y ya, por la tarde, pasamos a considerar nuestro yo

psíquico, afectivo-sexual; el cuidado de nuestro psiquismo, la salud psicológica y la

educación de nuestro mundo emocional. A través de casos reales de sacerdotes,

fuimos avanzando en nuestra reflexión, tratando de descubrir algunos de los

aspectos a trabajar y crecer en nuestra vida de sacerdotes. El interés y participación

de los jóvenes sacerdotes, permitió avanzar e ir concretando algunas estrategias de

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cara al futuro.

El miércoles estuvo destinado a paseo comunitario. Madrugamos para llegar a

concelebrar en la eucaristía de las 8:00 de la mañana, en la catedral de Matehuala.

Después del desayuno con que nos obsequiaron los sacerdotes encargados de

atender ese templo, nos dirigimos a Real de 14, población que surgió a raíz del

auge de las minas de plata, que conserva su tipismo y que en la actualidad, después

de un largo período de decadencia, está recuperándose y tomando mucho auge el

turismo.

El jueves lo dedicamos por entero a las relaciones –nuestro yo relacional–.

Resaltamos la importancia de la comunicación en nuestra vida de presbíteros. La

comunicación y, por tanto, las relaciones interpersonales que por su medio se

establecen en un presbiterio tienen características propias, algo diferentes de las

otras agrupaciones humanas.

El presbiterio no es un simple agrado físico; es una unidad física, espiritual y

psicológica, con características de fraternidad, unidad y acogida, adquiridas

mediante el cultivo de la comunicación.

En este sentido abordamos, ayudados por varias dinámicas, los niveles de

comunicación entre los miembros del presbiterio; también las relaciones con el

Obispo y las relaciones con los laicos. Si el sacerdote es el hombre de la

‘comunión’, ha de aprender a favorecerla y no a dificultarla con sus actitudes, su

carácter o temperamento.

Se concluyó el taller, en el último día, con la presentación de Jesús como

modelo de cuidado de sí mismo y de los otros. Se trataba de dejarnos sorprender

por esa difícil naturalidad con la que él supo compaginar cuidar de sí y de los otros;

mirarle para aprender a trabajar intensamente y descansar; cómo no regateaba

sacrificio en la entrega de sí a quien lo necesitaba y a la vez sabía dedicar tiempos y

energía personal para cultivar la amistad entrañable; llamaba a descansar a los

suyos junto a él; supo cultivar el silencio, la oración, los espacios para

redimensionar su vida religiosa, y así saborear la verdad profunda de su ser: Hijo

amado.

Con la comida, en la que nos acompañó el Sr. Obispo, Mons. Constancio, dimos

por terminado el encuentro de estos días. Él les dirigió unas palabras de ánimo,

recodándoles lo mucho que esperaba de ellos; que debían aportar no sólo juventud

al presbiterio sino calidad de vida, que implicaba el cuidado de sus personas para

poder servir mejor a la Iglesia diocesana. También el Sr. Obispo se interesó por los

servicios que ofrece la Hermandad y agradeció la colaboración que brindó en esta

ocasión.

Ellos, como conclusión del taller, propusieron algunos temas para trabajar en los

próximos encuentros; algunos de ellos recuerdo que eran: la fraternidad sacerdotal,

el acompañamiento personal, el proyecto personal de vida, etc. Además de los

encuentros mensuales de todo el presbiterio, el grupo de sacerdotes jóvenes suele

reunirse trimestralmente para ir avanzando en esos temas de estudio, de reflexión y

de convivencia.

P. José Luis Ferré

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OBITUARIO

Luis Martín Donaire

D. Luis Martín Donaire nació en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real) el 10 de

mayo de 1929. Ingresó en el Aspirantado de Salamanca en 28 de septiembre de

1942; allí estudió los cinco cursos de latín (1943-1948) y los tres de filosofía

(1948-1951). El curso 1951-1952 comenzó los estudios de teología en la

Universidad Pontificia de Salamanca, donde consiguió el bachillerato en 1953 y la

licenciatura en 1955. El 18 de abril de 1954 se consagró a la Hermandad en

Salamanca ante Don Vicente Lores. Incardinándose en la Hermandad, fue ordenado

sacerdote en el Aspirantado de Salamanca el 10 de julio de 1955 por Mons. José

María García Lahiguera. Ejerció su ministerio sacerdotal, de 1955 a 1958, en el

Aspirantado menor de Salamanca como prefecto de disciplina y profesor; de 1958 a

1964 fue vicerrector del Seminario mayor de Plasencia; de 1964 a 1966 fue rector

del Seminario menor de Zaragoza; de 1966 a 1972 fue rector del Seminario mayor

de Salamanca; 1972 a 1986 fue director de la Residencia y Centro de orientación

vocacional de Modolell (Barcelona); de 1986 a 1993 fue vicario de la parroquia de

Santa Lucía de El Paso; de 1993 a 1994 fue vicario de la parroquia de San Antonio

(El Paso); de 1994 a 2004 fue párroco de la parroquia de San Antonio de Padua (El

Paso); de 2004 a 2008 fue vicario de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo

Socorro de Riverside (California).

A D. Luis Martín Donaire le detectaron un cáncer de páncreas en el mes de abril de

2008 y decidió regresar a España al terminar el curso. El viaje se programó para el

día 17 de mayo; sin embargo, antes de viajar, se fracturó un brazo debido a una

caída y el día 20 de mayo fue intervenido quirúrgicamente en Riverside, CA. El día

11 de junio pudo finalmente viajar acompañado del Delegado de Estados Unidos,

debido a su delicado estado de salud. La tarde del día 23 de junio falleció en el

Hogar Mosén Sol de Majadahonda.

La capilla ardiente se instaló en el mismo Hogar Mosén Sol. El día 24 de junio fue

el funeral en la parroquia Beato Manuel Domingo y Sol de Majadahonda, a

continuación tuvo lugar el entierro en el Cementerio municipal.

A Luis Martín le conocí de estudiante en el Aspirantado Maestro Ávila. Después

fuimos por diferentes caminos. He oído decir que hizo muy buena labor con el

grupo carismático de Barcelona, él también me confirmó que había trabajado en ese

campo.

Coincidimos de nuevo mucho más tarde en la parroquia de San Antonio de

Padua en la ciudad y Diócesis de El Paso, Texas, por 10 años, desde agosto de 1994

hasta enero de 2004, él de párroco y yo de asistente. Era un gran trabajador, y muy

apreciado por todos los feligreses; más de una vez, alguien a quien yo recibía en la

casa parroquial me decía “yo quiero hablar con el sacerdote de edad”. A mí

también me ayudó mucho con el ordenador, escogiendo modelos, instalando y

poniendo programas. A pesar del pobre estado de salud en que vivió todo el tiempo

que estuve con él, nunca se negó a aceptar ninguno de los desafíos que una vida

sacerdotal trae consigo. Trabajó también con ardor en la construcción de la nueva

iglesia de San Antonio de Padua, la antigua se nos quedaba pequeña. Allí está su

nombre escrito en piedra.

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En enero de 2004, nos trasladaron a los dos a la Diócesis de San Bernardino en

California. La Hermandad había decidido reducir el número de lugares en que

trabajábamos, debido a que éramos pocos. Como Luis era tan querido en El Paso,

tres de los parroquianos se ofrecieron a ayudarnos y nos acompañaron todo el

camino en sus coches hasta el nuevo destino. Allí, en la ciudad de Riverside,

Diócesis de San Bernardino, nos separaron, yo fui de director espiritual del

seminario, y él a la Parroquia bilingüe de Our Lady of Perpetual Help (Nuestra

Señora del Perpetuo Socorro). Esta vez pidió por favor que no le hicieran párroco y

quedó de asistente, muy activo, del ahora Obispo Rutilio del Riego Jáñez y luego

de D. Juan Lorenzo García Rodríguez. Siguió recibiendo, hasta la hora de su

muerte, afectuosa correspondencia de los feligreses de San Antonio de Padua.

Su estado de salud se deterioraba visiblemente. En abril de 2008 me pidió que

pidiera al Superior general que le retiraran; yo escribí diciendo que por favor le

retiraran ‘lo más pronto posible’, pero antes de enviar la carta se la leí a él y me

pidió que omitiera lo de ‘lo más pronto posible’. Poco después, su médico encontró

que tenía cáncer del páncreas en estado muy avanzado y decidió venir a España a

pasar los últimos días de su vida con los suyos. A petición suya hicimos todos los

arreglos para el viaje, pero en la víspera del día del viaje se rompió un brazo y hubo

que cancelar el vuelo.

Por fin voló a España acompañado de Don Juan Antonio Puigbó Capriles. A

Luis no se le podía dejar solo. Llegó al Hogar Mosén Sol y a los pocas días falleció.

Se trasladó a la casa del cielo el 23 de junio de 2008.

Santiago Alonso Vega

D. Julián García Hernando

D. Julián García Hernando nació en Campaspero (Valladolid) el 16 de marzo de

1920. Estudió humanidades (1930-1934), filosofía (1934-1938) y teología (1938-

1942) en el Seminario de Segovia. Posteriormente hizo la licenciatura en teología

en la Universidad Pontificia de Salamanca (1954) y la licenciatura civil en historia

en la Universidad Complutense (1963), donde realizó también los cursos de

doctorado. Fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1943 por Mons. Luciano

Pérez Platero quedando incardinado en la diócesis de Segovia. El 1 de abril de 1943

se incorporó a la probación en la Hermandad, realizando la primera consagración el

12 de agosto de 1944. De 1943 a 1945 estuvo destinado en el Aspirantado Maestro

Avila de Salamanca como prefecto y profesor; de 1945 a 1949 fue prefecto y

profesor en el Seminario de Valladolid; el curso 1949-1950 regresó al Aspirantado

de Salamanca como prefecto de mayores; de 1950 a 1952 fue rector del Seminario

de Segovia; el curso 1952-1953 fue trasladado al Aspirantado para finalizar los

estudios de licenciatura; de 1953 a 1965 siguió de rector en el Seminario de

Segovia además de profesor, particularmente de historia de la Iglesia, ámbito en el

que nace su vocación ecuménica. El 6 de enero de 1962 fundó el instituto secular

de las “Misioneras de la Unidad”, con el carisma de la búsqueda de la unidad de

todos los cristianos. Desde 1965 residió en Conde Miranda y fue casi

ininterrumpidamente Director del Secretariado de Ecumenismo hasta su jubilación

en junio de 1999. Además ha sido director del Centro Ecuménico “Misioneras de la

Unidad” de Madrid, fundador y director de la revista “Pastoral Ecuménica”,

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director del Boletín “InfoEkumene” de noticias ecuménicas, creador del Comité

Cristiano Interconfesional... El primero de sus muchos libros fue “Fulgores de un

Sol” (1951). La mayoría de sus publicaciones son de ecumenismo, materia de la

que fue profesor durante muchos años en el Seminario de Toledo.

D. Julián fue ingresado el día 23 de mayo en la clínica La Milagrosa de Madrid.

Una fuerte infección en las vías respiratorias y complicaciones con los riñones le

tuvieron durante 15 días en la clínica. Se recuperó y fue dado de alta. Los días

sucesivos, en el Centro Ecuménico “Misioneras de la Unidad”, sufrió varios ictus

que provocaron finalmente su defunción.

La capilla ardiente se instaló en el Centro Ecuménico. El día 2 de julio fue el

funeral en la parroquia de San Jenaro, a continuación el entierro en el panteón de la

Hermandad del Cementerio de la Sacramental de San Justo.

Un operario ejemplar

Don Julián ingresó en la Hermandad un año después de su ordenación sacerdotal

en 1944, siendo destinado por sus Superiores al Seminario Mayor de Valladolid, en

el que comenzó su labor de formador de los aspirantes al sacerdocio, objetivo

principal de la Hermandad y que fue el determinante de su vocación de Operario.

Después de varios cursos en el seminario vallisoletano y un año en el

Aspirantado Maestro Ávila, sus Superiores se percataron pronto de su valía,

nombrándole Rector del Seminario de Segovia, recién cumplidos sus treinta años,

permaneciendo en el cargo quince años, con la sola interrupción en el curso 1952-

53, para la obtención de la Licenciatura en Sagrada Teología en la Universidad

Pontificia de Salamanca.

Su labor en el seminario segoviano fue espléndida, como lo atestiguan varias

generaciones de sacerdotes que pasaron por sus manos en aquellos años, que han

seguido admirándole, a pesar del correr del tiempo y que lo han demostrado

masivamente con motivo de su fallecimiento, participando muchos de ellos en su

entierro y en los diversos funerales celebrados en su sufragio. Todos recordaban al

Rector ejemplar, que hizo del Seminario un modelo, por su altura espiritual y

cultural. Organizó unos cursos que tituló Catolicismo al día. Por el Seminario de

Segovia pasaron las principales personalidades del mundo científico y religioso,

conferenciando ante alumnos, profesores y sacerdotes de la diócesis sobre los más

candentes problemas de la actualidad de entonces.

Simultaneaba su labor rectoral con la cátedra de Historia de la Iglesia. No cabe

la menor duda de que el contacto y profundización en la milenaria existencia de la

Iglesia, debió influir en el origen de su segunda vocación: el Ecumenismo, el drama

de la desunión, problema que le angustió y preocupó toda su vida.

De ahí que en Segovia tuviera la inspiración de fundar su obra de “Misioneras

de la Unidad”, reclutando para su causa a un grupito selecto de jóvenes, que se

venían beneficiando de su dirección espiritual, y a las que contagió de sus

inquietudes ecuménicas y que le tuvieron siempre como sacerdote ejemplar y

maestro indiscutible.

Ante estas circunstancias y para que pudiera llevar adelante sus ideales

ecuménicos, en consonancia, por otra parte, con las directrices del concilio

Vaticano II, iniciado en 1962, y para que pudiera atender a sus Misioneras de la

Unidad, los Superiores le liberaron de sus responsabilidades segovianas y lo

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trasladaron a Madrid en 1966, para que formara parte del equipo de Operarios de la

Residencia “Corpus Christi”, que eran capellanes del Monasterio del mismo

nombre desde 1947, perteneciente a las Monjas Jerónimas y que está ubicado en el

centro de Madrid. Desde entonces dicha iglesia se convirtió en “Templo de

Reparación”, ideal por el que suspiró el mismo Fundador de la Hermandad, que lo

frecuentaba en sus visitas a Madrid, porque su instinto eucarístico descubrió muy

pronto que en él se exponía el Santísimo todos los días durante más de ocho horas.

Allí iba él siempre a celebrar.

No hay que olvidar que el tercer objetivo de la Hermandad por él fundada es la

“devoción y espíritu de reparación al Corazón de Jesús en el sacramento de su

amor”.

Dejando a otros la ponderación de su ingente labor ecuménica, su trabajo en la

Conferencia Episcopal Española y su bien merecida fama, incluso a nivel

internacional en esta parcela de la Iglesia, es obligado constatar que D. Julián fue

siempre fiel a su vocación de Operario, integrándose plenamente en el equipo de

Operarios de la casa de Madrid a la que fue destinado por sus Superiores y en la

que permaneció vinculado durante más de cuarenta años.

Sin abandonar a su incipiente obra de las Misioneras, con las que normalmente

convivía, todos los días pasaba las últimas horas de la jornada con el equipo del

Corpus Christi en la plaza del Conde de Miranda, siempre disponible para

colaborar en el culto de la iglesia, observante asimismo de las normas de la

Hermandad, como era la Hora Santa de los jueves o las reuniones periódicas que

los Operarios tenían, tanto a nivel interno, como a nivel regional. Por muchas que

fueran las ocupaciones de su agenda, tenían siempre prioridad sus obligaciones

como Operario, combinando sus escasas vacaciones para no faltar a los Ejercicios

Espirituales de cada verano.

Su carácter alegre contribuía a una convivencia fraterna y entrañable entre todos

los compañeros de equipo, distinguiéndose por su espíritu de caridad y

comprensión sobre todo con los de mayor edad.

Hasta sus últimos días vivió el espíritu de Mosén Sol, del que escribió un

precioso y ameno libro en 1951, titulado Fulgores de un sol con las anécdotas más

edificantes de la vida del Beato.

En una palabra, D. Julián fue un Operario ejemplar.

Feliciano Villa Rivera

Baltasar Alvarez García

D. Baltasar Alvarez García nació en Otero de Escarpizo (León) el 16 de julio de

1928. Ingreso en el Aspirantado de Salamanca el 17 de septiembre de 1940; allí

estudió los cinco cursos de latín (1940-1945) y los tres de filosofía (1945-1948). El

curso 1948-1949 comenzó los estudios de teología en la Universidad Pontificia de

Salamanca, donde consiguió el bachillerato en 1950 y la licenciatura en 1952.

Incardinado en la diócesis de Astorga, fue ordenado sacerdote el 31 de mayo de

1952 en el Congreso eucarístico de Barcelona. Tras su ordenación fue destinado a

Argentina donde realizó la primera consagración a la Hermandad el 1 de noviembre

de 1952 ante D. Eugenio Fuertes en Buenos Aires. Ejerció su ministerio sacerdotal,

de 1952 a 1957 en la residencia Almirante Brown 568 de Buenos Aires; en el curso

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1958 en el Seminario diocesano de Tucumán como prefecto y profesor; de 1958 a

1962 en la parroquia San Pío X de Buenos Aires como administrador; de 1962 a

1966 en el Seminario diocesano de Tucumán como prefecto y profesor; de 1966 a

1976 en la parroquia de San Pío X de Buenos Aires como párroco; de 1976 a 1983

en el Seminario diocesano de Zaragoza como administrador y profesor; en el curso

1983-1984 en la parroquia de Santa Teresa de Valladolid como coadjutor; en 1984

fue nombrado coadjutor de la parroquia San Cristóbal de Majadahonda (hoy Beato

Manuel Domingo y Sol), donde ha permanecido hasta el día de hoy como vicario o

como adscrito, simultaneando su ministerio con otros encargos puntuales en la

residencia de San Cristóbal.

D. Baltasar falleció inesperadamente el día 23 de julio en su habitación de la casa

parroquial de Majadahonda (Madrid), debido a una parada cardio-respiratoria. La

capilla ardiente se instaló en el tanatorio municipal. El día 25 de julio el Director

general, acompañado de un buen número de operarios y sacerdotes de Madrid,

presidió el funeral en el templo de la parroquia Beato Manuel Domingo y Sol de

Majadahonda con gran afluencia de feligreses. Predicó D. Julio García Velasco –

cuya homilía reproducimos a continuación–, con quien D. Baltasar había convivido

en la parroquia durante bastantes años. Seguidamente tuvo lugar el entierro en el

Cementerio de la Sacramental de San Justo en Madrid.

Queridos amigos: Mi Director general, recién elegido, D. Jesús Rico y mis

hermanos operarios de esta parroquia me han pedido que haga yo la homilía.

Tratándose de un amigo, no podía decir que no.

Les estoy muy agradecido por su delicadeza.

Quisiera deciros en primer lugar que no estemos tristes. Por dos razones:

– por una razón de fe: nuestro querido D. Baltasar está en la casa de Dios Padre,

y si no ha entrado todavía, está ya llamando a la puerta, y con la fuerza que tenía si

no le abren pronto, puede tirarla abajo;

– en segundo lugar, porque si nos ponemos muy serios, yo me emocionaría

demasiado y no quiero hacer llorar a nadie.

D. Baltasar ha pasado en esta parroquia 24 años de su vida sacerdotal: un gran

motivo para dar gracias a Dios en esta eucaristía. Cuántos bautismos, primeras

comuniones, eucaristías, confesiones, consejos en casos difíciles, catequesis, bodas

y funerales.

Su vida en la parroquia ha sido la de un sacerdote de cuerpo entero, entregado a

su misión y muy querido por todos. Nos deja un ejemplo extraordinario, y su

recuerdo será imborrable.

La Palabra de Dios nos ha hablado de tres ideas muy importantes:

– “los apóstoles daban testimonio del Señor con mucho valor”.

– Pablo dice: “creí, por eso hablé”, y

– “Llevamos este tesoro en vasijas de barro”.

Todo ello tiene que ver con el apóstol, con el evangelizador. Por eso, nos lo

propone la liturgia de la Iglesia en la solemnidad de Santiago apóstol.

Pero son palabras dirigidas a todo cristiano, llamado a ser discípulo y testigo de

Jesucristo.

En el caso de D. Baltasar, estas palabras encontraron en su vida una encarnación

muy real.

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Lo importante, según la Palabra de Dios, es que el sacerdote sea consciente de

que es una vasija y de barro, para que se vea que la fuerza extraordinaria de su

ministerio viene de Dios y no del hombre.

Creo que eso quiere decir que ante todo el sacerdote ha de ser una persona

auténtica, humilde, sincera, un hombre. Y eso es lo que era D. Baltasar: todo un

hombre, un hombre de ley, honrado, sincero, fiel y leal. Llamaba a las cosas por su

nombre, y se entendía muy bien lo que decía, porque lo hacía en voz alta y su voz

era muy potente. No necesitaba micrófonos. ¿Recordáis? El micrófono casi lo

apartaba de un manotazo cuando comenzaba a predicar. Era una persona natural,

sin artificio, sin máscaras; le gustaba la naturaleza, ver crecer las plantas, oír cantar

a los pájaros, buscar setas por el campo, trabajar la madera, los documentales de

TV sobre la naturaleza (le decía yo que le eran familiares los monos de la tele).

Desde su raíz de hombre del campo, entendía muy bien las parábolas de Jesús. Y su

vida era una parábola sencilla que entendía muy bien todo el mundo.

“Creí, por eso hablé”, decía san Pablo. D. Balta era un hombre de fe, de una fe

recia, y al mismo tiempo de mentalidad abierta a todas las preguntas, a los retos de

la fe en nuestro mundo, a los avances bíblicos en concreto. Sus alumnos de los

grupos de Biblia disfrutaron con su sabiduría y él disfrutaba muchísimo en sus

clases. De tal manera que, gustándole tanto el fútbol, y sobre todo un equipo

concreto que no diré para no herir a los que tienen otros gustos, nunca cambiaba un

horario de clase por el fútbol en la televisión.

¡Habría tanto que decir de D. Balta¡ Yo lo veía como un hombre vitalista, que

amaba mucho la vida: le gustaba la comida, la convivencia con los amigos,

disfrutaba con los productos de su tierra, para él los mejores. Inolvidables sus

barbacoas… Aunque parecía un tanto adusto y a veces le salía un pronto fuerte,

tenía un corazón tierno, sensible, muy grande…, siempre llevaba en el bolsillo

algún caramelo para los niños. ¡Cómo gozaba, por ejemplo, preparando las cruces

para las primeras comuniones! Me las enseñaba como quien mostrara un

Velázquez.

Bueno, no seguiré más, porque me alargaría demasiado. Vosotros, sus hermanos

y sobrinos, podéis estar muy orgullosos de él. Fue un gran hombre y un gran

sacerdote y operario diocesano. Ha sembrado la palabra de Dios a manos llenas. Le

recuerdan con enorme cariño en su Argentina, donde trabajó 24 años. Y aquí, ya

vemos cómo está la Iglesia. Muchos podrían decir muchas más cosas, concretas y

muy hermosas, de él. ¡Que el Señor, queridos familiares y amigos, hermanos

operarios, os dé su paz y que la esperanza os mantenga firmes hasta el día en que

volváis a encontraros, a encontrarnos, con él en la gloria de Dios! ¡Descansa en

paz, hermano y amigo Balta! ¡Entra en el gozo de tu Señor!

Julio García Velasco

Nicolás González Martínez

D. Nicolás González Martínez nació en Palazuelo de Boñar (León) el 9 de

diciembre de 1925. Ingresó en el Aspirantado de Burgos el curso 1939-1940 para

estudiar 1.º de latín. El curso 1941-1942 el Aspirantado se trasladó a Salamanca y

allí estudió de 2.º a 5.º de latín (1941-1944). Seguidamente cursó filosofía en el

Seminario de Salamanca (1944-1947) y teología en la Universidad Pontificia de

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Salamanca (1947-1951) donde obtuvo el grado de Licenciatura (1952). El 16 de

julio de 1951 se consagró a la Hermandad. Fue ordenado sacerdote el 22 de julio de

1951 por Mons. Francisco Barbado Viejo quedando incardinado en la diócesis de

León. De 1951 a 1952 estuvo destinado en el Seminario menor de Salamanca como

administrador; de 1952 a 1961 fue administrador del Seminario de Astorga; el

curso 1961-1962 fue profesor en el Seminario Menor de Salamanca (Linares de

Riofrío); de 1962 a 1967 fue rector y profesor del Seminario menor de Valladolid;

de 1967 a 1985 fue administrador de los Seminarios mayor y menor de Valladolid;

de 1985 a 1993 fue administrador del Seminario mayor y menor de Zaragoza; 1993

a 2002 estuvo adscrito a la parroquia de Santa Teresa de Valladolid; desde 2002

residía en el Hogar "Mosén Sol" de Majadahonda.

D. Nicolás falleció en el Hogar “Mosén Sol” de Majadahonda (Madrid) el día 2 de

noviembre debido a un infarto cerebral.

La capilla ardiente se instaló en el Hogar “Mosén Sol”. El día 3 de noviembre fue

el funeral en la parroquia de Palazuelo de Boñar (León), y a continuación el

entierro en el cementerio del municipio.

In memoriam de un hermano y amigo

El bueno de Nicolás, hermano y amigo, se presentó a la cita definitiva en la casa

del Padre, con puntualidad última y fielmente cumplida, a las ocho horas en la

Conmemoración de todos los Fieles difuntos: 2 de noviembre de 2008.

Había cumplido ya sus “Bodas de oro” sacerdotales, más siete años y tres meses

como paga de “gracia extra” que el Señor le concedió, y se presentó ante el Amigo

con una “muy buena hoja de servicio”, de entrega generosa a la causa del Reino,

toda ella sellada –de principio a fin– en la Hermandad, y vivida en “fácil y gozosa

Fraternidad”, porque él se empeñó en vivirla cada día así.

Como interno prácticamente toda su vida. Y testigos de ello, esas “casonas”

llamadas Seminarios de gruesas paredes, largos pasillos y capillas como iglesias;

amplias clases, cocinas y despensas…, y campos abiertos para el juego. Ahí fue

gastando y desgastando su vida, que dejó sembrada como simiente entre los libros,

cazuelas, facturas y balones.

Seminarios: en Salamanca (1951-52) y en Linares de Riofrío (un curso); el

Seminario de Astorga (1952-61); los dos de Valladolid: Menor y Mayor (23 años);

y el de Zaragoza (1985-93). Al final, “Parroquia de Santa Teresa” en Valladolid

(seis años), y en Majadahonda, “más dependiente”. Muchos años administrando

dineros y pobreza.

Una vida escrita, rezada y vivida con aquel lápiz de mina, viejo, de alegre

gracejo y chiste oportuno que usaba para las clases, reuniones, e incluso en las

homilías, y para sus entrevistas y rezos.

“Hermano Nicolás” (que así te gustaba dirigirte a nosotros), en Valladolid,

donde compartimos durante nueve años, nos beneficiamos de la gracia de tu

presencia un buen grupo de operarios y sacerdotes diocesanos que conseguimos

conformar un equipo de los que ahora nos da por llamar –puedes reírte y

comentar– “testimonio y profecía de fraternidad sacerdotal”. Te lo recuerdo desde

esta orilla porque lo comentamos con frecuencia: en los momentos difíciles y de

cierto agobio, tú ponías el punto de chispa necesaria para disponernos a todos a

compartir “techo y comida con tus huéspedes” ¡Tú nos decías que los

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necesitábamos, y nos lo creíamos!

Y para nuestras reuniones graves, serias y pesadas, tus apuntes, notas y

comunicaciones –siempre con aquel lápiz de mina, viejo– abrían una puerta de luz

y de esperanza.

Personalmente te agradezco y doy gracias al Señor por la gracia de tu presencia

en aquel equipo para aquellos tiempos difíciles y recios.

Permíteme la anécdota que he contado muchas veces. Lo hago con enorme

respeto, cariño y agradecimiento, y porque intuyo que define un poco la filosofía de

tu vida. Te pongo en el ambiente: El sábado por la tarde, los dos Seminarios,

Mayor y Menor, nos reuníamos para celebrar la Eucaristía en la Capilla grande

con unos hermosos focos para la iluminación. Nos acompañaban los profesores,

padres, madres, hermanos y demás familia de los seminaristas. Era la Eucaristía

dominical de la “familia del Seminario”. Y nos turnábamos en la presidencia de la

concelebración. Lo recuerdas, ¿verdad? ¿Y el día que te tocó presidir a ti?

Comenzaste. “Nadie de los aquí presentes somos dioses del Olimpo…, por tanto

¡a pedir perdón todos!” (Pedimos perdón con alegría de carcajada general).

Y para la homilía (se había leído el profeta Sofonías): “He sacado unas notas

sobre el profeta y las traigo para leerlas; denuncia con fuerza la injusticia…, y veo

que estos focos de la capilla se quedan muchas veces encendidos… y los servicios

del piso de arriba… y la calefacción…”. Y nos leíste todas las notas sobre el

profeta Sofonías, que llevabas escritas en la carpeta con las facturas del mes…

¡Buena homilía Nicolás! Nos dimos cuenta de lo injustos e irresponsables que

somos…

¿Qué quieres que diga y escriba de ti, Nicolás?

Que recuerdo tus lecciones de experto y especialista:

– cómo vivir ofreciendo la cara alegre a la vida…

– cómo la santidad pasa por atender al hermano en el detalle que nadie te

recompensará…

– cómo se hace equipo sin hablar tanto de fraternidad…

– cómo se reza desde lo “sin brillo” de cada día…

– tus buenos ratos de hermano y amigo…

Disfruta del abrazo último de amor del Padre que te dice:

“Bien, criado bueno y fiel;

como fuiste fiel en cosa de poco,

te pondré al frente de mucho:

entra en el gozo de tu señor” (Mt 25, 20).

Julio Cabezas Barba

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