Antunes_La Metamorfosis en El Mundo Del Trabajo

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    * Tomado del libro: ¿Adiós al trabajo ? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol centr al del mundo del trabajo , publicado originalmente en Brasil (1995), traducido al español por Lucio Agañarazpara su edición en Buenos A ires - A rgentina, Editorial Antídoto 1999. La reproducción deeste capítulo fue autorizada directamente por esta Editorial, vía E-mail:antí[email protected]

    ** Profesor de Sociología del trabajo en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Uni-versidad de Campinas (Unicamp de Sao Paulo). Doctor en Sociología de la USP. Autor devarios libros entre los que se destacan:A Rebeldia do Trabalho; Classe Operári a, Sindicatos e Parti do no Brasil; y, ¿Adiós al trabajo? Ensayo sobre la metamorfosis y el rol central del mundo del trabajo.

    LAS METAMORFOSIS

    EN EL MUNDODEL TRABAJ O*

    Ricardo Antunes**   

    En este capítulo el autor aborda las distintas dimensiones que adquiere hoy el mundo del trabajo inscrito en el capitalismo contemporáneo: desproletarización del trabajo industr ial mientras se presenta una notoria expansión de asalariados en el sector servicios; creciente heterogenización del ámbito laboral manif iesto fundamentalmente en la incorporación amplia de mujeres; subproletarización intensificada a través de la expansión del trabajo parcial, temporal, precario,subcontratado, “tercerizado”.

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    En el universo del trabajo delcapitalismo contemporáneo, se obser-va un proceso múltiple: por un ladose verificó unadesproletarización del trabajo industrial, fabril en los paísescapitalistas avanzados, con mayor omenor repercusión en las áreasindustrializadas del Tercer Mundo.En otras palabras, hubo una dismi-nución de la clase obrera industrialtradicional. Pero, paralelamente, seefectuó una notoria expansión deltrabajo asalariado, a partir de la enor-me expansión de asalariados en elsector de servicios; se verificó una sig-nificativa heterogenización del tra-bajo, expresada también a través de

    la creciente incorporación de contin-gentes femeninos al mundo obrero;se percibe, igualmente, unasubprole- tarización intensificada , presente en laexpansión del trabajo parcial, tempo-rario, precario, subcontratado, “terce-rizado”, que marca lasociedad dual enel capitalismo avanzado, del cual losgastarbeitersen Alemania y el lavoro neroen Italia son ejemplos del enor-me contingente de trabajo inmigran-te, que se dirige al llamado PrimerMundo, en busca de lo que aún que-da delwelfare state. Así  se invirtió elflujo migratorio de décadas anterio-res, que iba del centro a la periferia.

    El resultado más brutal de estastransformaciones es la expansión sinprecedentes en la era moderna deldesempleo estructural, que abarca atodo el mundo, a escala global. Sepuede decir de manera sintética, que

    hay unproceso contradictorioque, porun lado reduce al proletariado indus-trial y fabril; y por el otro aumenta elsubproletariado, el trabajoprecario, o losasalariados del sector de servicios.Incorpora al sector femenino y ex-cluye a los más jóvenes y a los másviejos. Por lo tanto, hay un procesode mayorheterogenización, fragmenta- 

    ción y complejización de la clase tra-bajadora.

    Intentaremos dar en las próximaspáginas, algunos ejemplos de estemúltiple y contradictorio proceso,todavía en curso. Daremos algunosdatos con el objetivo de ilustrar estastendencias. Comencemos con lacuestión de la desproletarización deltrabajo fabril, industrial. En Francia,en 1962, el contingente obrero erade 7.488 millones. En 1975, ese nú-mero llegó a 8.118 millones y en 1989se redujo a 7.121 millones. Mientrasque en 1962 representaba el 39% dela población activa, en 1989 repre-

    sentaba el 29,6% (datos extraídos deEconomie et Statistiques, LINSEE, inBihr, 1990; ver también Bihr, 1991:87-108).

    Frank Annunziato, refiriéndose alas oscilaciones en la fuerza de traba- jo en los Estados Unidos, transcribelos siguientes datos (en miles). (ver tabla ).

    Los datos evidencian, por unlado, la retracción de los trabajado-res en la industria manufacturera, así como también en la minería y entrelos trabajadores agrícolas; y, por otro,

    el crecimiento explosivo del sectorde servicios, que según el autor inclu-ye tanto a las “industrias de servicios”,como al pequeño y gran comercio, alas finanzas, seguros, al sector de bie-nes inmuebles, a la hotelería, los res-taurantes, los servicios personales, denegocios, de esparcimiento, de salud,los servicios legales y generales(Annunziato, 1989: 107).

    La disminución del proletariadoindustrial también se llevó a cabo enItalia, donde un poco más de un mi-llón de puestos de trabajo fueron eli-minados, llevando la ocupación delos trabajadores industriales de un

    40%, en 1980, a un poco más del 30%en 1990, sobre el porcentaje total detrabajadores (Stuppini, 1991: 50).

    Otro autor, en un ensayo másprospectivo y menos interesado endemostraciones empíricas, trata demarcar algunas de las tendencias encurso ocasionadas por la revolucióntecnológica: recuerda que las proyec-ciones del empresariado japonésapuntan como objetivo a “eliminarcompletamente el trabajo manual dela industria japonesa hacia el final delsiglo. Aunque hay en esta meta cier-to matiz de jactancia, las intencio-

    Industria  1980 1986Variación 

      (%)

    Agricultura 3.426 2.917 - 14,8Minería 1.027 724 - 29,5Construcción 4.346 4.906 + 12,8

    Manufactura 20.286 18.994 - 6,3 Transportes y Servicios Públicos 5.146 5.719 + 11,1Grandes comercios 5.275 5.735 + 8,7Pequeños comercios 15.035 17.845 + 18,6Finanzas, Seguros e Inmobiliarias 5.159 6.297 + 22,0Gubernamentales 16.241 16.711 + 2,8Servicios 11.390 22.531 + 97,8

    Fuente: Statistical Abstract of the Unit ed States, 1988, publicada por el Departamento de Comercio de los EE.U U . , Annunziato, 1989: 107.

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    nes deben ser tenidas en cuenta”(Schaff, 1990: 28).

    Sobre Canadá, transcribe lasinformaciones del Science Council 

    of Canada Report, (N° 33, 1982):

    “prevé una moderada tasa del 25%de trabajadores que perderán supuesto de trabajo hasta el final delsiglo, como consecuencia de laautomatización”. En referencia alas previsiones norteame-ricanas, alerta sobre elhecho de que “serán eli-minados 35 millones deempleos hasta el fin desiglo, a causa de la auto-

    matización” (Schaff,1990: 28).

    Se puede decir que enlos principales paísesindustrializados de Eu-ropa Occidental, lostrabajadores efectivosocupados en la industriarepresentaban el 40% dela población activa a co-mienzo de los años cua-renta. Hoy la proporciónse halla en alrededor del30%. Se calcula que ba- jará a un 20% o 25% a co-mienzos del próximo siglo(Gorz, 1990a y 1990b).

    Estos datos y tenden-cias ponen de manifies-to una nítida reduccióndel proletariado fabril,

    industrial, manual, espe-cialmente en los paísesdel capitalismo avanza-do, sea como consecuencia delcuadro recesivo, o por la auto-matización, la robótica y lamicroelectrónica, generandouna monumental tasa de desem-pleo estructural.

    Pero, paralelamente, hay otratendencia extremadamente signifi-cativa, marcada por lasubproletari- zacióndel trabajo, bajo las formas detrabajo precario, parcial, temporario,subcontratado, “tercerizado”, vincu-lados a la “economía informal”, en-tre tantas modalidades existentes.Como dice Alain Bihr (1991: 89),estas diversas categorías de trabaja-dores tienen en común la precarie-

    dad del empleo y de la remunera-ción; la desregulación de las condi-ciones de trabajo, en relación conlas normas legales vigentes o acor-dadas, y la consabida regresión de losderechos sociales, así como la ausen-

    cia de protección y libertad sindica-les, configurando una tendencia a laindividualización extrema de la re-lación salarial.

    A título de ejemplo: en Franciahubo una reducción de 501 mil em-pleos de tiempo completo, entre1982 y 1988; y en el mismo períodohubo un aumento de 111 mil em-pleos detiempo parcial (Bihr, 1990).

    En otro estudio, el mismoautor agrega que esa formade trabajo “atípica” nodeja de desarrollarse des-de la crisis: entre 1982 y1986, el número de asala-

    riados de tiempo parcialaumentó un 21,35%(Bihr, 1991: 88-89). En1988, dice otra autora, el23,2% de los asalariadosde la Comunidad Econó-mica Europea eran em-pleados de tiempo parcialo en trabajos temporarios(Stuppini, 1991: 51). Esterelato sigue en la mismadirección: “La actual ten-dencia de los mercados detrabajo es reducir el núme-ro de trabajadores fijos,para emplear cada vez másuna fuerza de trabajo queentra fácilmente y es des-pedida sin costos... En In-glaterra, los “trabajadoresflexibles” aumentaron un16%, alcanzando 8,1 mi-llones entre 1981 y 1985,

    mientras que los empleospermanentes cayeron un6%, bajando a 15,6 millo-

    nes... Más o menos en el mismo pe-ríodo, cerca de un tercio de los 10millones de nuevos empleos creadosen Estados Unidos estaban en la ca-tegoría de “temporarios” (Harvey,1992: 144).

    A lexandre Calder, escultor, 1971. Foto H . C artier-B resson 

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    André Gorz agrega que aproxi-madamente entre un 35% y un 50%de la población trabajadora britá-nica, francesa, alemana y norteame-ricana se encuentra desempleada odesarrollando trabajos precarios,parciales, etcétera, que Gorz deno-minó “proletariado posindustrial”,exponiendo así la dimensión real deaquello que algunos llaman la so- ciedad dual (Gorz, 1990: 42 y1990a).

    O sea, mientras variospaíses de capitalismo avan-zado vieron decrecer losempleos de tiempo comple-

    to, paralelamente asistie-ron a un aumento de lasformas de subproleta-rización, a través de la ex-pansión de los trabajadoresparciales, precarios, tempo-rarios, subcontratados, et-cétera. Según HelenaHirata, el 20% de las mu- jeres en el Japón, en 1980,trabajaban en tiempo par-cial, en condiciones preca-rias. “Si las estadísticasoficiales contaban 2,560millones de asalariadas entiempo parcial en 1980,tres años después la revistaEconomisto,de Tokio, esti-maba en cinco millones alconjunto de las asalariadastrabajando en tiempo par-cial” (Hirata, 1986: 9).

    De este incremento dela fuerza de trabajo, un con-tingente sustancial estácompuesto por mujeres, lo que carac-teriza otrorasgo distintivode las trans-formaciones en curso en el interiorde la clase trabajadora. Esta ya no esexclusivamente masculina, pero vivecon un gran contingente de mujeres,

    no sólo en sectores como el textil,donde siempre hubo un gran núme-ro de trabajadoras, sino también ennuevas ramas, como la industria dela microelectrónica, para no hablardel sector de servicios. Este cambioen la estructura productiva y en elmercado de trabajo, posibilitó tam-bién la incorporación y el aumentode la explotación de la fuerza de tra-bajo de las mujeres en ocupaciones

    de tiempo parcial, en trabajos domés-ticos, subordinados al capital (véaseel ejemplo de Benetton), de tal modoque en Italia, aproximadamente 1millón de los puestos de trabajo crea-dos en los años 80, mayoritariamente

    en el sector servicios, pero con reper-cusiones también en las fábricas, fue-ron ocupados por mujeres (Stuppini,1991: 50). Del volumen de empleosde tiempo parcial generados en Fran-cia entre 1982 y 1986, más del 80%fueron ocupados por la fuerza de tra-bajo femenina (Bihr, 1991: 89). Estopermite afirmar que el trabajo feme-nino ha aumentado en todos los paí-ses, a pesar de las diferencias

    nacionales. La presenciafemenina representa másdel 40% del total de lafuerza de trabajo en mu-chos países del capitalismoavanzado. (Harvey, 1992:

    146 y Freeman, 1986: 5)

    La presencia fe-menina en el mundo deltrabajo nos permite agre-gar que, si la conciencia declase es una articulacióncompleja, comprendiendoidentidades y heteroge-neidades, entre singu- laridades que viven unasituación particular en elproceso productivo y en lavida social, en la esfera delamaterialidad y dela sub-  jetividad, tanto la contra-dicciónentre individuo y su clase, co mo aquella quedeviene de la relación en-tre la clase y género, se tor-naron más agudas en la eracontemporánea. Laclase- que-vive del-trabajoes tanto

    masculina como femeni-na. También por esto esmás heterogénea, diversa y

    compleja. De modo que una críticadel capital, en cuanto relación social,debe necesariamente aprehender ladimensión de la explotación presen-te en las relaciones capital-trabajo,pero también debe ver la dimensión

    Ezra Pound, poeta, 1971. Foto H . Cart ier-Bresson 

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    de opresión presente en la relaciónhombre/mujer, de modo que la luchapor la constitución de ungénero para símismoposibilita también la eman-cipación del género mujer1.

    Además de la desproletarizacióndel trabajo industrial, de la incorpo-ración del trabajo femenino, lasubproletarización del trabajo, a tra-vés del trabajo parcial,temporario, aparece otravariante de este múltiplecuadro, un intenso proce-so de asalaramiento de lossectores medios, que ocu-rre a partir de la expansión

    del sector de servicios. Vi-mos que, en el caso de Es-tados Unidos, la expansióndel sector de servicios (enel sentido amplio en que lodefine el Departamento deComercio de ese país), fuede un 97,8% en el períodode 1980/86, representandoel 60% de todos los em-pleos (no incluido el sectorgubernamental) (Annun-ziato, 1989: 107).

    En Italia, contempo-ráneamente “crece la ocu-pación en el sectorterciario y en el de servi-cios, que hoy pasa del60% del total de empleos”(Stuppini, 1991: 50). Sesabe que esta tendenciaabarca a todos los países

    centrales.

    Lo anterior permite indicar que“en las investigaciones sobre la es-tructura y las tendencias de desarro-llo de las sociedades occidentalesaltamente industrializadas, encontra-mos cada vez más frecuentemente, lacaracterización de ‘sociedades de ser-

    vicios’. Esto se refiere al crecimientoabsoluto y relativo del ‘sector tercia-rio’, esto es, el ‘sector servicios”’(Offe, Berger, 1991: 11). Debe afir-marse, sin embargo, que la constata-ción del crecimiento de este sectorno nos debe llevar a la aceptación dela tesis de las sociedades pos-industiales,pos-capitalistas,una vez que se man-tiene “por lo menos indirectamente,

    el carácter improductivo, en el sen-tido de la producción global capita-lista, de la mayoría de los servicios.Pues no se trata de sectores con acu-mulación de capital autónomos; alcontrario, el sector de servicios per-manece dependiente de la acumula-

    ción industrial propiamente dicha, yasí, de la capacidad de las industriascorrespondientes de realizar plusvalíaen los mercados mundiales. Solamen-te cuando esta capacidad se mantienepara toda la economía de conjunto,los servicios industriales y no indus-triales (relativos a las personas) pue-den sobrevivir y expandirse” (Kurz,1992: 109).

    Finalmente, existe to-davía otra consecuenciamuy importante al interiorde la clase trabajadora, quecomprende una doble di-rección: paralelamente a

    la reducción cuantitativa del proletariado industrialtradicional, se da una al-teración cualitativa en laforma del ser del t rabajo,que por un lado impulsahacia una mayor califica- ción del trabajo, y por elotro impulsa a una mayordescalificación.Comence-mos por la primera. La re-ducción de la dimensiónvariable del capital, resul-tante del crecimiento desu dimensión constante, oen otras palabras, la susti-tución del trabajo vivo porel trabajo muerto, ofrececomo tendencia en lasunidades productivas masavanzadas, la posibilidadde que el trabajador seaproxime a lo que Marx

    (1972: 228), llamó “super-visor y regulador del pro-ceso de producción”. Sin embargo,la plena realización de esa tenden-cia está imposibilitada por la propialógica del capital. Es esclarecedoraesta larga cita de Marx donde apa-rece la referencia que hacemos másarriba:

    A lberto Giacomett i, escultor, 1961. Foto H. C artier-Bresson 

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    “El intercambio de trabajo vivo

    por trabajo objetivado (...) es

    el último desarrollo de la rela- 

    ción de valor y de la producción

    fundada en el valor. El supues-

    to de esta producción es, y si-

    gue siendo, la magnitud de

    tiempo inmediato de trabajo, el

    cuanto de trabajo empleado

    como el factor decisivo en la

    producción de la rique-

    za. En la medida, sin em-

    bargo, en que la gran

    industria se desarrolla, la

    creación de la riqueza

    efectiva se vuelve menos

    dependiente del tiempo

    de trabajo y del cuántode trabajo empleados,

    que del poder de los

    agentes puestos en movi-

    miento durante el tiem-

    po de trabajo, poder que

    a su vez –su powerful 

    effectiveness – no guarda

    relación alguna con el

    tiempo de trabajo inme-

    diato que cuesta su pro-

    ducción (...) La riqueza

    efectiva se manifiesta

    más bien –y esto lo reve-

    la la gran industria– en

    la enorme desproporción

    entre el tiempo de tra-

    bajo empleado y su pro-

    ducto, así como en la

    desproporción cualita-

    tiva entre el trabajo,

    reducido a una pura abs-

    tracción, y el poderío del

    proceso de producciónvigilado por aquel. E1

    trabajo ya no aparece tanto

    como recluido en el proceso de

    producción, sino que más bien

    el hombre se comporta como

    supervisor y regulador con res-

    pecto al proceso de producción

    mismo. E1 trabajador ya no in-

    troduce el objeto natural

    modificado, como eslabón in-

    termedio, entre la cosa y sí mis-

    mo, sino que inserta el proceso

    natural, al que transforma en

    industrial, como medio entre sí 

    mismo y la naturaleza inorgá-

    nica, a la que domina. Se pre-

    senta al lado del proceso de

    producción, en lugar de ser su

    agente principal. En esta trans-

    formación, lo que aparece como

    el pilar fundamental de la pro-

    ducción y de la riqueza no es ni

    el trabajo inmediato ejecutado

    por el hombre ni el tiempo que

    este trabaja, sino la apropiación

    de su propia fuerza productiva

    general, su comprensión de la

    naturaleza y su dominio de la

    misma gracias a su existencia

    como cuerpo social; en una pa-

    labra, el desarrollo del indivi-

    duo social. El robo del tiempo de 

    trabajo ajeno, sobre el cual se fun- 

    da la riqueza actual, aparece

    como una base miserable

    comparado con este fun-

    damento, recién desa-

    rrollado, creado por la

    gran industria misma.

     Tan pronto como el tra-

    bajo en su forma inme-

    diata, ha cesado de ser

    la gran fuente de la ri-queza, el tiempo de tra-

    bajo deja, y tiene que

    dejar, de ser su medida y

    por tanto el valor de

    cambio (deja de ser la

    medida) del valor de

    uso. E1 plustrabajo de la 

    masa ha dejado de ser

    condición para el desa-

    rrollo de la riqueza so-

    cial, así como el no-trabajo 

    de unos pocosha cesado

    de serlo para el desarro-

    llo de los poderes ge-

    nerales del intelecto

    humano. Con ello se

    desploma la producción

    fundada en el valor de

    cambio... Desarrollo li-

    bre de las individua-

    lidades, y por ende, no

    reducción del tiempo de

    trabajo necesario conmiras a poner plustra-

    bajo, sino, en general reducción

    del trabajo necesario de la so-

    ciedad a un mínimo, al cual

    corresponde entonces la for-

    mación artística, científica,

    etc., de los individuos gracias

    al tiempo que se ha vuelto li-

    AndréBreton, 1961. Foto H . Cart ier-Bresson 

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    bre y a los medios creados para

    todos” (Idem: 227-229).

    Se evidencia, sin embargo,

    que esa abstracción era impo-

    sible en la sociedad capitalis-

    ta. Como el propio Marx

    aclara, en la secuencia del tex-

    to. “El capital mismo es la

    contradicción ...”

    El capital mismo es la contradic-ción del proceso, [por el hecho de]que tiende a reducir a un mínimo eltiempo de trabajo, mientras que porotra parte pone al tiempo de trabajocomo única me-

    dida y fuente dela riqueza. Dismi-nuye, pues, eltiempo de traba- jo en la forma detiempo de traba- jo necesario, paraaumentarlo en laforma del trabajoexcedente; pone,por tanto, en me-dida creciente, eltrabajo exceden-te como condi-ción question de vie et de mort- delnecesario. Por unlado despierta ala vida todos lospoderes de la ciencia y de la natura-leza, así como de la cooperación y delintercambio sociales, para hacer quela creación de la riqueza sea (relati-

    vamente) independiente del tiempode trabajo empleado en ella. Por elotro lado se propone medir con eltiempo de trabajo esas gigantescasfuerzas sociales creadas de esta suertey reducirlas a los límites requeridospara que el valor ya creado se conser-ve como valor. Las fuerzas producti-vas y las relaciones sociales –unas y

    otras aspectos diversos del desarro-llo del individuo social– se le apa-recen al capital únicamente comomedios, y no son para él más quemedios para producir, fundándoseen su mezquina base.

    In fact,em-

    pero, constituyen las condicionesmateriales para hacer saltar a esabase por los aires (Idem: 229).

    Por lo tanto, la tendencia seña-lada por Marx –cuya realización ple- na supone la ruptura de la relación dela lógica del capital – demuestra queen tanto perdure el modo de produc-ción capitalista, no se puede concre-

    tar la eliminación del trabajo comofuente creadora de valor, pero, sí encambio, una transformación en elinterior del proceso del trabajo, que

    resulta del avance científico y tec-nológico y que se configura por elpeso creciente de la dimensión máscalificada del trabajo, por laintelectualización del trabajo social. Lacita que sigue es esclarecedora:

    (...) con el desarrollo de lasubsunción real del trabajo al capital o 

    del modo de producción específica- mente capitalista, no es el obrero in-dividual sino una vez más unacapacidad de trabajo socialmente com- binada loque se convierte en elagen- 

    te realdel proceso laboral en su

    conjunto, y como las diversas capa-cidades de trabajo que cooperan yforman la máquina productiva totalparticipan de manera muy diferenteen el proceso inmediato de la for-mación de mercancías o mejor aquí de productos –este trabaja más conlas manos, aquel más con la cabeza,el uno como director (manager), in-geniero(engineer), técnico, etc., el

    otro como capa-

    taz(overlooker),el de más allácomo obreromanual directoe incluso comosimple peón–,tenemos quemás y más fun- ciones de la capa- cidad de trabajo se incluyen en elconcepto inme-diato detrabajo productivo, y sus agentes en elconcepto det r aba j ado r es productivos, di-rectamente ex-

    plotados por el capital ysubordinados en general a su proceso de valoriza-ción y de producción. Si se conside-ra el trabajador colecti vo en el que el

    taller consiste, suactividad combina- da se realiza materialmente(materialiter) yde manera directa enunproducto totalque, al mismo tiem-po, es unamasa total de mercancías,y aquí es absolutamente indiferenteel que la función de tal o cual traba- jador, mero eslabón de este trabaja-dor colectivo, esté más próxima o

    Henri M atisse, pintor, 1944. Foto H . Cartier-Bresson 

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    más distante del trabajo manual di-recto (Marx, Siglo XXI editores,1990: 78-79).

    El caso de la fábrica automatiza-da Fujitsu Fanuc (Japón), un ejem-plo de avance tecnológico, es muyesclarecedor. Más de cuatrocientosrobots fabrican otros robots, duran-te las 24 horas. Los obreros, casi cua-trocientos, trabajan durante el día.Con métodos tradicionales seríannecesarios cerca de 4 mil obrerospara obtener la misma producción.Se promedia ocho robots al mes quese descomponen. La tarea central delos obreros con-

    siste en preveniry reparar los ro-bots dañados, loque origina unvolumen de tra-bajo discontinuoe imprevisible.Hay 1700 perso-nas más emplea-das en trabajosde investi-gación, admi-nistración ycomerciali-zación de la em-presa (Gorz,1990b: 28).Aunque sea unejemplo de unpaís y de una fábrica,singulares , nospermite constatar que, ni aún en esteejemplo de alta robotización, huboeliminación del trabajo y sí un pro-

    ceso de intelectualizaciónde una par-te de la clase trabajadora. Pero eneste ejemploatípico, el trabajador yano transforma los objetos materia-les directamente, sino que supervisael proceso productivo con máquinascomputarizadas, programadas y repa-ra los robots en caso de necesidad(Idem).

    Suponer la generalización de estatendencia bajo el capitalismo con-temporáneo, que incluye a la enor-me masa de trabajadores del TercerMundo, sería un gran despropósito ytendría como consecuencia la inevi-table destrucción de la economía demercado, por la incapacidad de inte-gración del proceso de acumulacióndel capital. No siendo ni consumido-res, ni asalariados, los robots no po-drían participar del mercado. Lasimple sobre vivencia de la economíacapitalista estaría comprometida en suexistencia (ver Mandel, 1986: 16-17).

     También refiriéndose a la tenden-cia a una mayor calificación ointelectualización del trabajo otroautor desarrolla la tesis de que la ima-

    gen del trabajador manual no descri-biría el nuevo trabajo obrero en lasindustrias. Este se convirtió, en va-rias ramas más calificadas, lo que seconstata en la figura del obrero vigi-lante, de técnico de mantenimien-to, de programador, de control decalidad, de técnico de un sector deinvestigación, de ingeniero encarga-

    do de la coordinación técnica y de lagestión de la producción. Las anti-guas fragmentaciones estarían sien-do cuestionadas por la necesariacooperación entre los trabajadores(Lojkine, 1990: 30-31).

    Hay, entonces, mutaciones en eluniverso de la clase trabajadora, quevarían de rama en rama, de sector ensector, etcétera.

    Se descalificó en varias ramas,se disminuyó en otras, como en laminería, en la metalúrgica y laconstrucción naval, prácticamen-

    te desapareció

    en sectores quefueron ínte-gramente infor-matizados, comolos gráficos, y serecalificó enotros, como en lasiderurgia, dondese observa la “for-mación de unsegmento parti-cular de ‘obrerostécnicos’ de altaresponsabilidad,portadores decaracterísticasprofesionales yantecedentesculturales clara-

    mente distintos del restante personalobrero. Estos se encuentran, porejemplo, en los puestos de coordina-ción, en las cabinas de operación a

    nivel de los altos hornos, aceras, va-ciado continuo, etc. E1 mismo fenó-meno se encuentra en la industriaautomovilística, con la creación delos ‘coordinadores técnicos’, encarga-dos de asegurar las reparaciones y elmantenimiento de las instalaciones,altamente automatizadas, asistidospor profesionales de niveles inferio-

    Juan Rulfo, escrit or (México, 1918- 1987) . Foto Jairo Osorio 

  • 8/20/2019 Antunes_La Metamorfosis en El Mundo Del Trabajo

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    res y de diferentes especialidades”(Idem: 32).

    Paralelamente a esta tendenciase da otra, que apunta hacia lades- 

    calificaciónde muchos sectores

    obreros, afectados por una diversagama de transformaciones que lle-varon, por un lado, a la desespe- cialización del obrero industrialoriundo del fordismo y, por el otro,a la masa de trabajadores que osci-la entre los temporarios (que notienen ninguna garantía de em-pleo), los parciales (integrados pre-cariamente a las empresas)2, lossubcontratados, tercerizados (hay,

    no obstante, tercerización en sec-tores ultra calificados), los traba- jadores de la “economía informal”.Esta franja abarca al 50% de la po-blación trabajadora en los paísesavanzados, cuando no se incluyenaquí a los desempleados, que algu-nos llamanproletariado posindustrial y que nosotros preferimos llamarsubproletariado moderno.

    En lo que se refiere a la deses- pecializaciónde los trabajadores pro-fesionales, como consecuencia de lacreación de los “trabajadores mul-tifuncionales” inventados por eltoyotismo, es relevante recordar queese proceso también significó un ata-que al saber profesional de los obre-ros calificados, buscando disminuirsu poder sobre la producción y au-mentar la intensidad del trabajo. Lostrabajadores calificados enfrentaron

    este movimiento dedesespecialización como un ataque a sus profesiones ycalificación, así como también, a supoder de negociación, que ledevenía precisamente de su califica-ción, realizando hasta huelgas con-tra esta tendencia (Coriat, 1992b:41)3. Ya nos referimos anteriormen-te al carácter limitado de la

    polivalencia, introducida por el mo-delo japonés.

    La segmentación de la clase tra-bajadora se intensificó de tal modo,que es posible señalar que en el

    cen- trodel proceso productivo se encuen-tra un grupo de trabajadores, enproceso de retracción a escala mun-dial, pero que permanece a tiempocompleto dentro de la fábrica, conmayor seguridad en el trabajo y másintegrados en la empresa. Con algu-nas ventajas que resultan de esta“mayor integración”, este segmentoes más adaptable, flexible y de mayormovilidad geográfica. “Los costos

    potenciales de las licencias tempo-rarias de los empleados del grupo cen-tral, en tiempos de dificultades,pueden llevar a la empresa a subcon-tratar, inclusive para funciones dealto nivel (que van desde los proyec-tos hasta la propaganda y la adminis-tración financiera), manteniendo unrelativamente pequeño grupo de ge-rentes del grupo central” (Harvey,1992:144).

    Laperiferiade la fuerza de trabajocomprende dos subgrupos diferencia-dos: el primero lo forman “empleadosde jornada completa con habilidadesfácilmente disponibles en el merca-do de trabajo, como el personal delsector financiero, secretarias, perso-nal de áreas de trabajo rutinario y detrabajo manual menos especializado”.Este subgrupo se caracteriza por unaalta rotación en el trabajo. El segun-

    do grupo situado en laperiferia “ofre-ce una flexibilidad numérica todavíamayor e incluye empleados de jorna-da parcial, empleados ocasionales,personal con contrato por tiempo de-terminado, temporarios, subcontra-tados y pasantes con subsidio público.Estos tienen menos seguridad en elempleo que el grupo periférico ante-

    rior”. Este sector ha crecidosignificativamente en los últimosaños (según la clasificación delInstitute of Personnel Management, inHarvey, 1992, 144).

    Queda claro, entonces, que almismo tiempo que se visualiza unatendencia a lacalificacióndel trabajo,se desarrolla también, intensamente,un nítido proceso dedes-calificación de los trabajadores, lo que acaba porconfigurar un proceso contradictorioquesobrecalificaen varias ramas pro-ductivas y tiende a descalificar enotras4.

    Estos elementos nos llevan a lareflexión de que no hay una tenden-cia única y generalizada en el mundodel trabajo. Hay un proceso contra-dictorio y multiforme. Se complejizó,se fragmentó y se hizo aún másheterogénea laclase-que-vive-del-tra- bajo.Se puede observar que por unlado se da un proceso de intelectua-lización del trabajo manual, y porotro, radicalmente inverso, dedes- calificacióndel trabajo intelectual yhasta de subproletarización intensi-ficada, presentes en el trabajo preca-rio, informal, parcial, etcétera. Si esposible decir que la primera tenden-cia –la intelectualización del trabajo manual – es, como tesis, más coheren-te y compatible con el enorme avan-ce tecnológico, la segunda –la des-calificacion –, se encuentra tam-bién en plena sintonía con el modode producción capitalista, en su lógi- 

    ca destructiva, y con sutasa de uso de- creciente de bienes y servicios(Meszaros, 1989:17). Vimos tambiénque hubo una importante incorpora-ción del trabajo femenino al mundoproductivo, además de una expresi-va expansión de la clase trabajadoraa través del asalariamiento del sectorservicios. Todo esto nos permite con-

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    AVISO 1/2 PAGINA

    DAVIVIENDA

    cluir que ni el proletariado desapare-cerá tan rápidamente y, lo que es fun- damental,no es posible proyectar, nisiquiera en un futuro lejano, ningu-na posibilidad de eliminación de la

    clase-que-vivedel-trabajo.

    Citas

    1 “En un mundo desalienado, no domi-nado por la tendencia a la apropiación,los individuos dejarán de constituirsecomo seres particulares. La personali-dad individual, hasta el momento unaexcepción, se convertirá en típica dela sociedad. Las normas morales no se-rán impuestas desde afuera a una per-

    sona cerrada en su particularismo. Losindividuos serán capaces de... humani-zar sus impulsos en vez de reprimirlos...

    serán capaces de humanizar sus emo-ciones... Al hacer nuestra opción fren-te a los conflictos sociales, optamos si-multáneamente por un futuro determi-nado de las relaciones entre los sexos.Elegimos relaciones entre individuos li-bres e iguales, relaciones que, en todos

    los aspectos de la vida humana, se rea-licen desprovistas de cualquier tenden-cia a la apropiación y que se caracteri-cen por su riqueza, su profundidad y sin-ceridad”. (Heller, “El futuro de las re-laciones entre los sexos”; texto de 1969,publicado también en 1982: 65-66. Vertambién Hirata, 1968:12).

    2 Ver Bihr, 1991: 88-89.

    3 Con el desarrollo de la automatización“se reproduce un movimiento (...) dedescalificación de ciertas tareas ‘super-calificadas’, nacidas en el momentoanterior de la des-calificación ysobrecalificación del trabajo. Se trataprincipalmente de los trabajos de man-tenimiento y de la fabricación de má-

    quinas herramientas” (Freyssenet,1989: 78).

    4 Véase la conclusión de Mi chelFreyssenet: “No hay un movimientogeneralizado hacia la des-califica-ción, como tampoco lo hay hacia lacalificación, pero sí hay un movi-

    miento contradictorio de des-cali fi ca- ción del t rabajo en unas, y de sobrecali- fi cación del t rabajo en otras, esto es,una polarización de las calificacionesrequeridas por una forma particularde división del trabajo, que se carac-teriza por una modificación del repar-to social de la ‘inteligencia’ de la pro-ducción. Una parte de esa ‘inteligen-cia’ es incorporada a las máquinas yotra parte es distribuida entre un grannúmero de trabajadores, gracias a laactividad de un número limitado depersonas entregadas a la tarea (impo-sible) de pensar previamente la tota-

    lidad del proceso de trabajo...”(Freyssenet, 1989: 75).