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REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO CAPITALISTA EN AMERICA LATINA Antonio García ti) CENTRO DE INVESTIGACIONES PARA EL DESARROLLO

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REFORMA AGRARIAY DESARROLLO

CAPITALISTAEN AMERICA LATINA

Antonio García

ti) CENTRO DE INVESTIGACIONES PARA EL DESARROLLO

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REFORMA AGRARIAY DESARROLLO

CAPITALISTAEN AMERICA LATINA

Antonio García

CI) CENTRO DE INVESTIGACIONES PARA EL DESARROLLO

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Todos los derechos reservadosCopyright la Ed. 1986Universidad Nacional de ColombiaISBN: 958-628-038-1Diseño PortadaMarta GranadosImpreso porEMPRESA EDITORIALUNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIAApdo. Aéreo 37855Bogotá 1, Colombia.

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CONTENIDO

PRESENT ACION 7

I. ASENTAMIENTOS RURALES Y PATRONES DE OCUPA-CION DEL TERRITORIO EN AMERICA LATINA 9

Formas históricas de ocupación del territorio en América Latina.Los modelos coloniales de ocupación del espacio 9

11. EL MODELO HISPANOCOLONIAL DE OCUPACION DELTERRITORIO Y DE ASENTAMIENTO RURAL 15

a. El patrón hispanocolonial de poblamiento 15b. De Jos repartimiento al latifundismo señorial................... 17c. Asentamientos coloniales y apertura capitalista 21

111. LOS MODELOS DE DOMINACION IMPERIALISTA y LOSREACOMODOS ESPACIALES DE LA POBLACION: DELAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA A LA CONFORMA-CION DEL MODELO DE CAPITALISMO DEPENDIEN-TE 29

a. La dominación inglesa y lo patrones poblaciones de la Repú-blica Señorial .. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . . 29

b. Cambios en lo patrones de poblamiento y de acumulacióncapitalista 32

c. El moderno ciclo de dominación imperialista y de integraciónfísica de los países latinoamericanos. Del sistema señorial demercados locales al sistema capitalista de mercado, en susfor-mas nacionales y trasnacionales .. .. . .. .. .. . 371. La dinámica de la integración física y la economía de mer-

cado 39

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2. Los modelos preindustriales de modernización capitalistade la agricultura 42

d. La conformación histórica del modelo latinoamericano de ca-pitalismo dependiente. El ciclo de las trasnacionales y del sis-tema urbano-industrial . . 461. Cambios en el mercado capitalista y proceso de trasnacio-

nalización . . . .. 462. Trasnacionalización e integración latinoamericana 513. Trasnacionalización en la industria y en la agricultura 534. Nuevas formas capitalistas en la concentración agraria 545. Minifundismo y trasnacionalización del mercado de tra-

bajo 576. Cambios poblacionales y formación del ejército laboral de

reserva 607. El problema estructural del desempleo y el subempleo 648. Superpoblación relativa y procesos contrarrevoluciona-

rios 679. Estratificación del mercado del trabajo y migraciones cam-

pesinas 70

IV. LOS CAMBIOS AGRARIOS EN LA NUEVA FASE DELDESARROLLO CAPITALISTA 77

a. La reforma agraria y las nuevas formas de ocupación del espa-cio y de asentamiento rural en América Latina 77

b. Reforma y contrarreforma agraria en México. Del proyectonacional-revolucionario al desarrollo capitalista de la agri-cultura 86

c. Reforma y contrarreforma agraria en Bolivia. Del proyectonacional-revolucionario al desarrollo capitalista de la agricul-tura 90

V. LOS LIMITES POLITICOS DE LA REFORMAS AGRARIASCONVENCIONALES 95

a. Reforma agraria y desarrollo capitalista de la agricultura enVenezuela .. . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . .... . . . . . . .. .. . . . . .. .. . . . . . . . .. . . . . . . 96

b. Reforma agraria y contrarrevolución en Chile 100

VI. REFORMA AGRARIA MARGINA Y CONTRARREFOR-MA AGRARIA 109

a. Colonización y desarrollo agrario de Costa Rica " 113b. Colonización y desarrollo agrario de Honduras 117

BIBLIOGRAFIA ................................................................ 123

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PRESENT ACION

Se pre entan hoy los primeros doce volúmenes editados por el CENTRODE INVESTIGACIONES PARA EL DESARROLLO -CID-, trabajostodos de alta calidad y reflejo fundamentalmente del esfuerzo de un buennúmero de profesores e investigadores de la FACULTAD DE CIENCIASECONOMICAS de la UNIVERSIDAD NACIONAL.

La COLECCION fue preparada en reconocimiento de la labor intelectualdel Profe or Antonio García, fundador en 1945del INSTITUTO DE CIEN-CIAS ECONOMICAS de la Universidad Nacional -el más antiguo centrode en eñanza de la Economía en Colombia y origen de la actual facultad. Seincluye una de las últimas obras del Profesor García: REFORMA AGRA-RIAy DESARROLLO CAPITALISTA EN AMERICA LATINA.

Buena parte de las obras publicadas se enmarca dentro de las principaletendencias académicas en la FACULTAD: TEORIA, HISTORIA, y PO-LITICA ECONOMICA. En el primer grupo se encuentran los trabajos deHomero Cuevas y Fernando Tenjo sobre Teoría del Valor, Neo-Ricardia-nismo y Comercio Internacional. En el campo de la HISTORIA los de As-trid Martínez, Absalón Machado, Darío Fajardo y Jesús A. Bejarano, auto-res de amplia trayectoria en los respectivos campos y cuyos trabajos recogenuna larga labor investigativa. Finalmente se presentan los aportes de Ga-briel Misas y Luis B. Flórez sobre Aspectos Sectoriales de la Economía Co-lombiana.

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Se considera también importante la difusión de trabajo ampliamente re-conocidos y de permanente consulta, o de escrito que resulten de discusio-nes sobre temas coyunturales de especial relevancia. e incluyen por ello lascompilaciones preparadas por: Mauricio Avella, obre El Sector Financieroy sobre La Crisis y Capitalización de la Industria en Colombia; y SalomónKalmanovitz, Ensayos Escogidos de Economía Colombiana.

Sólo resta agradecer la en tu ¡asta colaboración de todos los profesores deCIENCIAS ECONOMICAS --e pecialmente la del Doctor Darío Fajardodirector del Centro-; de Myriam Vargas, Coordinadora del Proyecto; y deGermán Durán, Sub-Gerente de la Empresa Editorial de la Universidad.No habría tenido feliz término este proyecto de.edición sin el estímulo per-manente y decidido del Señor Rector, Doctor Marco Palacios, a quien hoyentregamos las obras que comienzan nuestra COLECCIONo

Juan José Echavarría S.DecanoFacultad de Ciencias EconómicasUniver ¡dad Nacional de Colombia.Ciudad Universitaria, agosto de 1986

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I. ASENTAMIENTOS RURALES Y PATRONES DE OCUPA IONDEL TERRITORIO EN AMERICA LATINA

Formas históricas de ocupación del territorio en América Latina.Los modelos coloniall'S de ocupación del espacio

El estudio científico- ocial tanto de los patrones del poblamiento y de ocu-pación del espacio en América Latina como del ordenamiento político-te-rritorial a partir de la guerras de independencia --e to es, del momento enque se inicia la conformación histórica de una constelación de nacionaLida-des inconclusas- revela el hecho oprendente de que lo paí e latinoameri-canos no han superado aún el esquema espacial fraguado en el largo ciclo delcolonialismo, ni han sentado las bases para una rectificación de los tipo deintegración -hacía adentro y hacía afuera- que hagan posible el de arrollocomo cambio radical en las condiciones de vida de las nacione y de los pue-blos y como definitiva superación de los modelos latinoamericanos de capi-talismo dependiente. La conservación de los patrones coloniales de ordena-miento político-territorial, no sólo ha facilitado la instalación y funciona-miento de los nuevos aparatos de dominación imperialista, sino qu ha re-trasado --en los planos de la ideología y de la cultura- la formación de unaconciencia critica Latinoamericana, capaz de ganar una propia visión delmundo, de comprender la naturaleza de su población y de situarse en el tiem-po y en el,espacio. La manera como han funcionado las sociedades latinoa-mericanas -las amputaciones territoriales de México, la extrama pulveriza-ción de la América Central, la constitución de la cuenca Amazónica como elcorazón vacío de la América del Sur, el enclave canalero en el Istmo de Pa-namá, el descuartizamiento de Bolivia en el litoral Pacífico y en lo territo-rio del Acre, la ausencia histórica de Colombia de los dos océanos que de-terminan lo rasgos marítimos del continente- demuestran en qué medidahan carecido de una conciencia de la historia, de la población y del espacio.Su actual visión del tiempo y de la e tructura espacial, continúa ajustándosea la visión teórica e ideológica del colonialismo ibérico o de lo imperios ca-pitalistas -Inglaterra y los Estados Unidos- que han determinado los modos

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de inserción de la América Latina en el mundo contemporáneo. Es evidenteque la cara oculta del colonialismo consiste en que los países colonizados notienen de sí mismos una imagen propia, sino aquella que les trasmiten -a tra-vés de los sútiles y omnipresentes mecanismos de la dominación- las nacio-nes metropolitanas: y ésta es la razón de que esas sociedades hayan carecidode conciencia espaciaL y de conciencia histórica, esto es, de esa particular ca-pacidad de analizar los problemas del poblamiento, de la ocupación del es-pacio, del ordenamiento político- territorial, desde una perspectiva propia yenderezada a instrumentar una audaz, coherente y totalista estrategia deldesarrollo.

Sin conciencia histórica, sin conciencia espaciaL ysin conciencia de Lapobla-ción, América Latina continúa siendo un elenco de nacionalidades inconclu-sas, tanto más radicales y encerradas en sus fronteras físico-políticas cuantomayor es su dependencia y sus grados de integración vertical a la metrópoli.La creciente integración de las economías latinoamericanas al mercado ca-pitalista mundial y a la nación metropolitana que opera como centro hege-mónico de la relaciones hemisféricas o planetarias -así como la transforma-ción de las corporaciones trasnacionales en vértebra de la industria manu-facturera, de la agroindustria y del sistema de mercado interno de cada paí -han con olidado históricamente esas forma de integración trasnacional ca-racterísticas del capitalismo dependiente y han bloqueado, simultáneamen-te, las posibilidades operacionales de la integración multinacional para latransformación, la acción mancomunada y el desarrollo. El hecho mismo deque no e diferencie entre integración trasnacional- que opera a través de lascorporaciones trasnacionales y e articula dentro del e quema metropolita-no de división internacional del trabajo- e integración multinacionaL-la queimplica una identificación estratégica de un cierto reper~orio de naciones yuna movilización en procura de esas formas uperiores de ordenamiento po-Iítico-territorial que posibilitan la acción mancomunada y el desarrollo-está expresando un evidente retraso de las ociedades latinoamericanas yuna franca incapacidad de abordar críticamente el problema de la integra-ción y de reformular el concepto de Nuevo Orden Internacional o de Siste-ma Económico Lationoamericano -SELA. Desde luego, esta reflexión esválida en relación con el campo de la ciencia oficiaL -La que inspira la políti-ca de los Estados y la ideología de la da es dominantes en América Latina-y de ninguna manera niega la insurgencia de una ciencia sociaL crítica y deuna capacidad reflexiva sobre los problemas estructurales que condicionanel subde arrollo de las sociedades latinoamericanas y posibilitan la revalua-ción de sus relaciones económicas, culturales y políticas con el mundo, estoes, con los Tres Mundo : I la integración de esa nueva visión crítica es la que

l. Esta po ición se inspira en una concepción dialéctica de lo Tres Mundos, que los c1a ificaen: países capitalistas de arrollados, a ociados históricamente alrededor de ciertas potenciashegemónicas, coloniales o imperialistas; paí es socialistas, de cualquier rango y tipo, Ypaísesde capitalismo ubdesarrollado y dependiente. Esta clasificación e con truye, conceptualmen-

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está fundamentando el desarrollo de una capacidad de pensar teóricamentesobre la población como una categoría específica del capitalismo subdesa-rrollado y dependiente, superándose la demografía formalista y puramentedescriptiva, desmitificándose las políticas metropolitanas de control neo-maithusiano de la población (las llamadas equívocadamente planeación fa-miliar) y avanzándose en el camino de la investigación científica, en estas re-levantes direcciones:a. La de la estructura misma de la población:b. La dinámica poblacional, en términos de ritmo de crecimiento, de movi-lidad espacial y económica o de corrientes migratorias, a nivel de estructuraagraria, de formaciones sociales y de sistema imperial de división internacio-nal del trabajo (modo capitalista de producción):c. La de patrones estratégicos de poblamiento o de ocupación del espacio; yd. La de tipos de asentamientos humanos, urbanos y rurales (lo que no im-plica una aceptación conceptual de la división dicotómica o dualista de la so-ciedad), de acuerdo con la naturaleza de los ciclos de dominación colonial ocon las actuales condiciones del desarrollo capitalista.

Es a partir de este análisis - estructural y dialéctico- como será posibleenunciar las leyes de la población en América Latina (en sus diversas expre-siones cuantitativas y cualitativas) y como podrán comprenderse lo moder-nos fenómenos de sobrepoblación relativa de urbanización y metropoliza-ción, de concentración y despoblamiento, así como la dinámica de las migra-ciones y los reacomodos espaciales de la población que han sido característi-cos del modelo capitalista subdesarrollado y dependiente2•

Desde luego, la validez científica de este análisis hace indispensable unaprecisión conceptual acerca de lo que se entiende por patrones de pobla-miento y por tipos de asentamientos humanos: en la medida en que se preci-

te, sobre el reconocimiento de la exi tencía de tres contradiccione fundamentales en el mundocontemporáneo: entre sistema o modo de producción, esto e , entre capitalismo y socialismo;entre países capitali tas dominantes y países de capitalismo subdesarrollado y dependiente; yentre clase sociales dominantes -aglutinados alrededor de núcleos oligárquicos- y clase popu-lares. Lo fundamental de esta concepción radica en que no enfoca el problema y la luchas delo países del Tercer Mundo por fuera de la contradicción capitalismo- ocialismo o por encimade la estructura ocial y de las formas e pecíficas de la lucha de clases dentro de eso paí es. Deallf que no pueda confundirse esta línea de pensamiento ni con la que plantea exclu ivamente lacontradicción países capitalistas dominantes-paí es dependientes (que hace tabla rasa de la -lu-chas de clases y de la oposición capitali mo- socialismo) ni con la teoría china de los Tres Mun-dos, que los c1a ifica de acuerdo con ciertas maneras de evaluar la distribución del poder en elmundo: superpotencias, Estado Unidos-Unión Soviética; paIses capitalistas desarrolladospero in poder hegemónico; y paIses atrasados del Asia (incluyendo China), Africa y AméricaLatina.2. Este modelo es el mi mo que Alonso Aguilar ha llamado capitalismo del subdesarrollo, Va-nía Bambirra y Theotonío Dos Santo capitalismo dependiente, Roger Bartra subcapitalismo yotro científicos sociales latinoamericanos --{;onSamir Amin- capitalismo periférico.

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sen estas categorías conceptuales, será posible utilizarlas con la mayor efica-cia, tanto en el nivel de análisis más alto y que exige una mayor capacidad deabstracción, el de sistema o modo de producción, como en el más concreto yespecífico como es el de formación sociaf3. Desde el punto de vi ta de las ne-ce idades de precisión conceptual de este análisis, e entiende por patronesde poblamiento aquellas normas generale y estratégicas que inspiran -entérminos globales- tanto las formas de distribución de la población en uncierto territorio como las maneras de ocupación del espacio, con el objeto decon tituir un cierto cuadro de estructuras sociales capaz de asegurar el cum-plimiento de algunos grandes objetivos finalistas: la dominación colonial oimperialista -de parte de las potencias organizadas para enriquecerse con elexcedente económico generado en la periferia del sistema- o la liberación yel desarrollo autónomo, de parte de los propios países coloniales y depen-dientes al tomar conciencia del mundo en que existen y de la viabilidad his-tórica de la transformación de su vida. Un patrón de poblamiento es, enton-ces, no sólo un criterio estratégico sino una norma política en cuanto guía unproceso de distribución de la población y de ocupacion geopolítica del espa-cio, desde el punto de vista de las necesidades operativas de un modo de pro-ducción o de un sistema imperial de división internacional de' trabajo o de unproyecto político de construcción de una nueva sociedad. Si bien on nota-bles la diferencias existentes entre lo patrone de poblamiento del ciclohispanocolonial o de los ciclo posteriores de hegemonía ingle a o nortea-mericana -en los que se configura históricamente el modelo de capitalismodependiente-las más radicales diferencias se ob ervan entre los patrones depoblamiento de tipo colonial o imperialista y la que e inspiran en modelossocialistas o nacionales-revolucionarios de de arrollo.

Se parte, entonces, del reconocimiento hi tórico de que cada sistema im-perial -de antiguo o de nuevo tipo- configuran un esquema propio de divi-sión internacional del trabajo dentro del que van conformándo e los patro-nes de poblamiento. Sin embargo, esta definición no intenta mostrar la con-quista de América -de Asia o de Africa- como una operación enteramenteracionalizada y sometida a una estricta programación, sino rectificar la vi-sión ingenua de que los patrones hi panocoloniales de poblamiento (o po -teriormente los ingle e o norteamericano ), son el resultado oca ional deuna ocupación espontánea de territorio y de una distribución de la pobla-ción de naturaleza incoherente y fortuita. En realidad, se trata de precisarlas leyes que gobiernan la dinámica de los aparatos imperiales y en un ciertonivel de la transformación histórica de las ociedades colonializadas, preci-

3. Las expreciones modo de producción y formación económico-social han sido empleadapor los marxistas c1á icos in que llegara a precisarse su alcance conceptual. Lenin utiliza ambassin hacer una diferenciación precisa entre ellas. El concepto deformación social (o socio-eco-nómica) se emplea en r.ste análi is como orrespondiente a un nivel de fenómenos especfficosnivel de abstracción más bajo o má concreto que el de modo de producción. En este sentidoconsultar a Vania Bambirra en El capitalismo dependiente latinoamericano Ed. Siglo XXI, Mé-xico, 1977, p.46.

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sar el papel que desempeñan las fuerzas sociales y políticas articuladas al de-sarrollo capitalista.

El concepto de asentamiento humano se refiere a las formas específicasque revista esa compleja operación del poblamiento y de la ocupación del es-pacio, en términos de organización social y de ordenamiento político-admi-nistrativo, configurándose -a este nivel- un cierto contorno estructural, ruralo urbano. Desde luego, lo que se intenta no es sólo definir el nivel de análisis-el de las formaciones sociales espec(ficas- sino determinar la especificidadhistórica de una estructura, rural o urbana, ya que una cosa es el sistema lati-fundista dentro del contexto de la dominación hispanocolonial y otra, radi-calmente diferente, dentro del contorno capitalista del siglo XIX o dentro delas forma modernas de encuadramiento del enclave neocolonial, azucareroo bananero; y una co a es la ciudad hispanocolonial-altamente estratificaday estructurada para el sofocamiento de las relaciones capitalistas- y otra laciudad que centraliza la dinámica del crecimiento capitalista y que articula elistema nacional de mercado. Mientras en lo diversos ciclos históricos se

han conservado -en términos globales- los patrones de poblamiento origi-nados en la dominación ibero--<;olonial, han variado constantemente los ti-pos de asentami~ntos humanos, o sea, las formas específicas de distribuciónorganizada de la población y de ocupación del espacio, en la medida en quese han introducido nuevos mecanismos de integración al mercado mundial,en que se han conformado nueva estructuras productivas y en que ha podiodo articularse un sistema interno de mercado.

Los tipos de asentamiento humanos -urbanos y rurales- han ido definién-dose históricamente, de acuerdo con las modalidades específicas de los pro-cesos internos de las sociedades y con la condiciones singulares que caracte-rizan a cada formación socia!.

En la medida en que los procesos de dominación colonial o imperialista seinternalizan en las sociedades colonializadas o en que éstas ganan la capaci-dad de movilizarse en procura de un crecimiento autónomo; o en la medidaen que se internacionalizan las relaciones económico-política de las socie-dades dependientes -estimuladas por la dinámtea del mercado mundial y delos sistemas imperiales que lo condicionan -van modificándose las formas deasentamiento, de manera directa o con efecto retardado y van alterándoselas propias leyes de población. De ahí que deba registrar e la diferencia tanprofunda que existe entre las leyes de población y los tipos de asentamientoshumanos en el ciclo secular del colonialismo ibérico -tan radicalmente de-predatorio y orientado hacia la maximización de la acumulación en el terri-torio metropolitano y hacia el bloqueamiento de las posibilidades de desa-rrollo capitalista en las colonias- y el actual ciclo en el que se ha consolidadoel modelo del capitalismo dependiente pero en el que también se han puestoen marcha proyectos socialistas o nacional-revolucionarios de desarrollo.

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O. EL MODELO HISPANOCOLONIAL DE OCUPACION DEL TERRI-TORIO Y DE ASENTAMIENTO RURAL

a. El patrón hispanocolonial de poblamiento

El patr6n hispanocolonial de poblamiento y de ocupaci6n del espacio e ca-racterizó por una tendencia de insularizaci6n de América, en el doble enti-do de ordenamiento po[{tico-territorial de circunscripciones o provincias co-loniales amuralladas y aisladas y de organización de asentamientos insularese incomunicados entre sí -rurales y urbanos- dentro de cada circunscripcióncolonial (virreinato, capitanía general, presidencia o real audiencia). En úl-tima instancia, cada una de las provincias coloniales con tituía ciertos nú-cleos latifundistas, mineros y urbanos y debía enfrentar, insularmente, elproblema del autoabastecimiento alimenticio. Dentro de los marcos estra-tégicos de estos patrone de poblamiento, la integraci6n no podía funcionarde un modo horizontal (entre colonia odentro de ellas) sino verticalmente,entre cada región, isla, circunscripción colonial y la metrópoli: quedó casidefinido no ólo el patrón de poblamiento y de ocupación del espacio, ino elde integraci6n vertical de las regione in ulares, lo mercado locales, las co-lonias y el Estado metropolitano. Resulta así comprensible el fenómeno his-tórico de que, no ob tante la extrema centralización del poder en el Estado yla naturaleza absoluti ta de la monarquía española, el derecho indiano seconstituyó por medio de leyes casuistas y reglamentos especfficos y no pormedio de normas generales·.

El patrón hispanocolonial o ibérico de poblamiento se fundamentó en lanecesidad del imperio e pañol (o portugués) de provocar y asegurar la máxi-ma acumulación o atesoramiento en el territorio de la metrópoli, de finan-ciar el nuevo aparato de un Estado nacional ab oluti ta y centralizado y de

4. José M. Ot Capdequi, El Estado español en las Indias, el colegio de México, México, p. 44;YAntonio Garda" apitalismo y feudalismo en la América Colonial e paño\a", en Bases de laeconomia contemporánea, Ed. RJO , Bogotá, 1948.

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conformar una estructura agraria o productiva que pudie e atisfacer las ne-cesidades de subsistencia y reproducción de las poblacione coloniales. Es-tos grandes objetivos estratégicos -que determinaron lo patrones de pobla-miento y los tipos de asentamientos humanos en las India - definieron lorasgos de las diversas, complejas y casuistas políticas de la Corona españolaen América, especiCllmente en el sentido de bloquear las posibilidade de undesarrollo capitalista en las colonias y de conservar un infranqueable i ternade monopolios fi cales y económicos. Sin la comprensión de estas grandelíneas de orientación estratégica del Estado e pañol en la Indias, no es po i-ble comprender la naturaleza de los mercado , las modalidades específicasde la acumulación, el carácter estratificado y cerrado de la ciudad colonial,la gravitación real de la economía monetaria, el alcance de la encomienda ydel sistema latifundista de repartimientos agrarios, el papel de la esclavitud yde la servidumbre, los verdaderos perfiles de la e tructura señorial, las es-trictas limitaciones del taller artesano y de los obrajes, y en fin, las forma deocupación del territorio y de organización para una explotación colonial dela mano de obra indígena. La existencia de moneda metálica en la evalua-ción de las exportacione y la importaciones o en el pago de los tributo o encierta clase de negociaciones al nivel de capa muy reducida de la sociedadcolonial (burgue ía monopolista de comerciantes e pañole , aristocracia la-tifundista señorial, burocracia e tatal eclesiástica), ha fundamentado laerrónea creencia de que la colonia española ignificó una incorporación ¡-temática y directa de los territorios coloniales en el sistema capitalista mun-dial: preci amente la organización colonial española se orientó, práctica yteóricamente, en el sentido de operar como un sistema exclusivo y monopo-lista de canales de intermediación no ólo entre las colonia y la naciones ca-pitalista que fueron articulando los mecanismos, instituciones y normasideológica del moderno mercado mundial, ino entre las colonia y la me-trópoli peninsular. La diferencia sustancial entre el tipo de monopolismoexistente en ia época de la Conquista y en la organizada explotación colonial-a la altura de lo gobiernos borbónicos- consistió en que en la primera pre-dominó el monopolismo estatal (pese a la diferencia entre patrimonio delE tado y patrimonio de la Corona), el si tema de capitulaciones y el meca-ni mo fi cal de las regalías, yen la egunda e estableció la diferenciación en-tre el monopolismo y el monopolismo económico operado por una voraz ypode ro a oligarquía de comerciante españole . En la estructura de este es-quema imperial de división internacional del trabajo, la colonia no eranper ona jurídico- políticas sino imple ordenamiento político- territoria-le cuya importancia e definía por la capacidad de exportar metales precio-sos (oro, plata, platino y perlas) a la metrópoli, de tributar al Estado y de ge-nerar una economía agraria de autoaba tecimiento alimenticio.

De de luego, en la medida en que se formó un elenco de clase rica colo-niales -penin ulares o americanas- yen que se articuló UII sistema de comer-cio fundamentado en el monopolio ejercido por la oligarquía de comercian-tes españoles, fue tomando cuerpo un cierto tipo singular de mercado -el delas costo a importaciones desde la metrópoli- ya que por los siglo XVI o

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XVII era claro que la península habia sofocado su propio desarrollo indus-trial y se habia transformado en una intermediaria monopolista de las manu-facturas producidas en Inglaterra, Francia y Holanda. En última instancia,la transformación del mercantilismo español en un capitalismo parasitario,no sólo podría explicar la causa de su creciente e irrefrenable retraso históri-co -en términos de la nueva economía, de la nueva tecnología y de la nuevacultura capitalista- sino el hecho paradójico de que con el oro y la plata delas colonias indianas se hubiese financiado la revolución burguesa de Euro-pa Occidental y en particular la revolución industrial ingle a.

El sistema hispanocolonial de división internacional del trabajo se carac-terizó, entonces, por ser capitalista hacia afuera, a través del control mono-polista y absoluto obre los canales de relación económica o cultural con elmundo; y señorial hacia adentro, a través de los aparatos de la administra-ción colonial, del funcionamiento de los reales de minas y de la estructura-ción de los asentamientos rurales y urbanos. Nada más equivocado que equi-parar los mercado locales de las colonias americanas (en las que obrajes, ta-lleres y comercio al menudeo se hallaban sometidos al riguroso control delas autoridades españolas y de la oligarquía americana que compró en públi-ca ubasta lo cargos en los cabildos), con los mercados de tipo capitalista, onada más ahistórico que identificar los patrones coloniales de atesoramientocon los patrones capitalistas de acumulación: en esta grave equivocación hanincurrido científicos sociales como: G. Frank o Aníbal Quijano, al conside-rar que el dinero o que el mercado o que la acumulación tienen la misma na-turaleza histórica en diver as formaciones ociales y que un estudio de casos(los de Chile y Brasil en el caso de Frank) puede servir legítimamente de so-porte a una teoría general del capitalismo en la América colonial. El patrónde atesoramiento señorial podría caracterizarse por una acumulación impro-ductiva de metale precio os y bienes suntuarios, a í como por el acapara-miento extensivo de tierras, bo ques yaguas; en tanto que la acumulación ca-pitalista e origina en una dinámica de reproducción ampliada y e relacionacon los procesos de maximización de la ta a de ganancia. La teoría y la prác-tica de la acumulación capitalista han estado asociadas a los movimiento dela prerrevolución de Independencia, al ciclo revolucionario de las GuerrasLibertadoras y al largo y SIOUO o proce o de acumulación originaria que eha extendido -en la mayoría de los paí es latinoamericanos- desde el sigloXIX hasta la primera posguerra mundial en el iglo XX. El concepto liberalburgués de acumulación sólo lo conocieron las élites intelectualer y burgue-sas de finales del siglo XVIlI (hijo criollo de comerciante españoles) queestudiaron -en las Sociedade Económicas de Amigos del Pais- a lo econo-mistas ingleses, a los enciclopedistas franceses y a los heterodoxos españo-les.

b. De los repartimientos al latifundismo señorial

Dentro de estos marcos históricos se definió el sistema de repartimientos(encomiendas, estancias, misiones, reducciones o pu~blos de indios) y la

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forma de los asentamientos rurales y urbanos5• El sistema de repartimientostuvo por objeto incorporar los pueblos indígenas al si tema de dominaciónhispanocolonial y de allí que hubiese seguido las mismas líneas de ocupacióndel espacio establecidas por las grandes culturales americana (e trategia desuperposición) en México, en Mesoamérica, en el Caribe, en los Andes, enel Paraguayo en los territorios australes. Los elemento nuevo -en la defi-nición de los nuevos patrones de poblamiento y de ocupación del espacio-eran los relacionados con la explotación de las minas de metales preciosos ycon el control militar de las poblaciones y territorios conquistados. Estosfueron los marcos que sirvieron para definir la jerarquización de las coloniasamericanas, ocupando el primer rango los virreinatos mineros como los deMéxico, Perú y Colombia (Nueva Granada) y el segundo capitanías genera-les o reales audiencias como las de Venezuela, Ecuador (Quito), Guatema-la, Chile y Buenos Aires. La pobreza en metales preciosos de algunas cir-cunscripciones coloniales -como Venezuela o como Paraguay- hizo posiblela colonización de los valles de Aragua por medio de plantaciones destinadasa la exportación de cacao (Compañía Guipuzcoana de Caracas) o la comple-ja organización agraria de los pueblos guaraníes desarrollada por las misio-nes jesuíticas.

Desde el punto de vista de la práctica histórica, la cristianización de em-peñó un papel esencial en la dominación ideológica y cultural de los pueblosconquistados (en la formación del perfecto vasallo, tal como aparece en lostexto misionales) má que en la introducción de una nueva cultura humani -ta y de una moral auténticamente cri tiana: si el cri tianismo hubiese tenidovalidez como religión, como moral y como cultura humanista, no tendría ex-plicación válida la historia de la conquista y la formas brutales de la domina-ción colonial en América. De allí que al agotarse la población indígena so-metid(l al trabajo forzo o en los reales de minas -por medio de las mitas o losenganches- y al originar e fenómenos de despoblamiento en territorios yaincorporados al sistema hispanocolonial (haciendas, estancias, reduccioneso misiones), se introdujo la esclavitud rasa (ya que en el régimen de mitas fueconformándose un tipo de esclavitud temporal) y que se importaron e clavos

5. Sobre el sistema de repartimientos consultar A. García, "Capitali mo y feudalí mo en laAmérica Colonial Española", en Bases de la economía contemporánea. Op. cit., p. 74 Ysiguien-te: en e te análisis histórico, -a más de documentos de archivos coloniale se ha consultadouna valiosa bibliografía latinoamericana (de los Argentinos José Agustín García, Ricardo Le-vene, José Ingenieros; de lo ecuatorianos F. González Suárez, Pio jaramillo Alvarado, OscarEfrén Reyes; de los colombianos José M. Restrepo, José M. Sámper, M. Ospina Rodríguez,Manuel M. Madiedo; de los mexicanos Silvio A. zavala, Luis Chávez Orosco, Alfonso Tejazabre, Miguel Othón de Mendizábal, Jesús Silva Herzog; de los chilenos Domingo Amunáte-guí, Manuel de Salas, José Victoriano Lastarria, Domingo Barros Arango, Julio César JoOOt,Mario Góngora; de los peruanos José Carlos Mariátegui, Javier Prado, José M. Valega, H.Castro Pozo, J. Matos Mar; de lo brasileros Caio Prado Jr., Celso Furtado, GilOOrto Freire,Darcy Riveiro; de los bolivianos Rafael Reyero ,Arturo Urquidi, Miguel Bonifaz; de los vene-zolanos José Gil Fortoul, Mario Briseño Iragorri, L. Vallenilla Lanz, Salvador de la Plaza, Mi.guel Acosta Saignes).

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negros africanos. Del trabajo en la mina fue extendiéndose la esclavitud altrabajo en las haciendas de plantación (como en las que fundamentaron lacolonización de los valles de Aragua en Venezuela), en la ganadería de pas-toreo y en la vida doméstica de la aristrocracia señorial. Fue ésta la base po-blacional y étnica, primero de los reales de minas y luego de las haciendas deganadería y plantación en la regiones tropicales de mayor actividad mer-cantil en el Caribe, Centroamérica y la América Andina.

El sistema de repartimiento fue la base original de sustentación de la es-tructura agraria latifundista, no obstante la diversidad de formas históricascomo la encomiendat>,que si bien careció de poder militar y de verdadera ju-risdicción señorial, tuvo suficiente autonomía político-administrativa y fis-cal (en la recaudación de tributos a la población indígena) como para habergenerado la primera forma de aristocracia latifundista, con pleno dominiosobre la población (relaciones de servidumbre) y virtualmente sobre el terri-torio (no obstante la carencia de una propiedad nuda sobre la tierra); o comola estancia, originada en una concesión de la Corona y fundamentada en lapropiedad privada; o como la reducci6n a pueblo de indios, que sirvió paraconstruír coactivamente núcleos de poblaci6n incorporados directamente alpatrimonio de la Corona y a un sistema de explotación a través de corregido-res, asegurándose el arraigo forzoso la inmersi6n campesina, la administra-ción de los servicios personales y del trabajo gratuito y servil, así como la fácile implacable tributación fi cal; o como la misi6n, formalmente religiosa, es-tablecida como un método de asentamiento forzoso de la población indíge-na en regiones o territorios aún no incorporados -en el sentido económico,pol(tico y administrativo- al si tema de explotación colonial. Desde estepunto de vista, la mi ión se definió en la práctica histórica, como un aparatode incorporaci6n -al si tema colonial- de los pueblos indígenas más atra a-dos o localizados en regiones elváticas o marginales (en lo que hace a lasforma de operación de los patrones de poblamiento y de ocupación del es-pacio) y de allí que casi iempre estuvieron dotados de contingentes milita-res y de capacidad de imponer compulsivamete la inmovilidad y el arraigo

6. Las encomienda se definieron como "el derecho concedido por merced real, a los bene-mérito de las Indias, para percibir y cobrar, para así lo tributo de los indios que se les enco-mendaren por u vida y la de sus herederos, con cargo de cuidar del bien de los indios en lo espi-ritual y temporal, y de habitar y defender las provincias en donde fueran encomendados". Sólllen el primer momento de la onquista, la encomienda tuvo un carácter temporal y vitalicio: unavez estabilizado el nuevo ordenamiento político-territorial; "surgió la costumbre de consentirpor vía de disimulación que la viuda y lo hijos del encomendero iguieran disfrutando de los in-dios (y desde luego de las tierra ocupadas por el10 ) a la muerte de su causante", ampliándoseel derecho por dos, tres y cuatro vidas El Estado español en las indias, op. cil., p. 29). Desde me-diados del siglo XVII fue común en algunas provincias la adquisición del derecho de prórrogapor una vida más (según la tercera o cuarta), mediante el pago de una compo ición: la renta bru-ta de dos o tres años de encomienda (tributo de indios, más frutos enteros). La consolidaciónsocial, de la encomienda -y el proce o de tránsito hacia el sistema latifundistas señorial- se ex-presó en la facultad concedida a los virreyes, oidores y gobernadores de prorrogar por una vidamás la encomienda con la sóla condición del pago de la Corona de la totalidad de la renta bruta"Encomiendas", Archivo Central del Cauca, Col. 1.5. Popayán, Colombia.

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forzoso de los pueblos llamados salvajes o no cristianizados: la imagen realdel misionero no podría definirse históricamente por medio de figuras ex-cepcionales como Fray Bartolomé de las Ca as o Vasco de Quiroga, sino através del sistema español de patronato que le asignó el rango de agente po-lítico-<:ultural del Estado español. Desde luego, éste era el cuadro oficial:por fuera de este espíritu y de ésta dinámica de compulsión y de explotacióncolonial, se desarrollaron formas heterodoxas de organización misional-co-munitaria, como las que caracterizaron las Misiones o los Colegios Jesuíti-cos en el Paraguay, en los llanos orientales de Bolivia (Beni) o en las llanurasde Colombia y de Venezuela" que tan importante papel desempeñaron en eldesencadenamiento de fuerzas independientistas y de nuevas formas deasentamiento rural y que, en última instancia, provocaron la confiscación desus bienes y la disolución de la Compañía de Jesús por Carlos 111,a finalesdel siglo XVIII.

Ahora bien: el sistema latifundista -en sus diversas formas organizativasde latifundio esclavista o señorial de colonato y peonaje8- debió conformar-se dentro de las necesidades estratégicas que determinaron los patrones depoblamiento y de explotación colonial: el control sobre enormes territoriosy el acaparamiento de la totalidad de recursos naturales (tierras, aguas, bos-ques); la división señorial del trabajo existente en el campo (explotación di-recta, por la empresa latifundista, de las mejores tierras de valle, altiplano,sabana, etcétera por medio de una elemental ganadería de pradera natural ypastoreo y la producción agrícola de alimentos en los cinturones marginalesde las haciendas,encomendada a los colonos o comuneros indígenas); el ab-soluto subempleo de recursos físicos; la ninguna reinversión del excedenteeconómico y la construcción de obras de infraestructura por medio de la mo-vilización del propio elenco de trabajadores serviles; el apoyo de la empresapatronal en el recaudo de la renta de la tierra -más que en la producción di-recta- y en una compleja estratificación social de administradores, mayor-domos, hilacatas caciques, super puestos a la masa servil de campesinosarraigados a través del sistema de colonato. La fuerza de semejante estruc-tura agraria latifundista ha sido de tal naturaleza, que las haciendas señoria-les de colonato tuvieran vigencia en Bolivia hasta 1952 (haciendas de peguja-leros), en el Perú hasta 1972 (haciendas de peones feudatorios), en el Ecua-dor hasta finales de los años sesenta (haciendas de huasipungueros), en el sur

7. Carddif G. R. P., Las misiones jesuiticas. Edic. Consejo Agrario Nacional Buenos Aires,1945, p. 91-103. R. Hernández, La agricultura en las misiones Jesuiticas, op. cit., p. 104. JoséM. Samper Ensayo sobre las revoluciones polfticas y la condición social de las Repúblicas Co-lombianas. Ed. Biblioteca popular Bogotá, p. 51. Una de las obras clásicas sobre las misionesjesuíticas en los llanos orientales de Colombia y Venezuela es "El orinoco ilustrado" (diversasediciones) del Padre J. Gumilla. En la actualidad se han realizado importantes investigacionessobre el sistema jesuítico de misiones y colegios, por los hi toriadores colombianos Hermes To-var y G. Colmenares.

8. A. Garcfa, Sociologia de la reforma agraria en América Latina. Ed. Amorroru, Buenos Ai-res, 1973. diversos tipos históricos de estructuras latifundistas.

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de Colombia (haciendas de terrajería), hasta los años cincuenta o en Chile(fundos de inquilinaje) hasta la reforma agraria iniciada en 19659•

La extrema estratificación social, el acaparamiento de tierras Las consuetu·dinarias modalidades del arraigo y del trabajo campesinos, las formas infle-xibles y consuetudinarias de la división selíorial del trabajo, el papel de lapropiedad sobre la tierra como fundamento del rango y del sistema de po-der, pod~ían servir tanto para definir un tipo de empresa latifundista comoun sistema colonial de dominación agraria.

c. Asentamientos coloniales y apertura capitalista

La extrema estratificación social constituyó uno de los mecanismos más efi-caces de bloqueamiento de las posibilidades de desarrollo autónomo, dentrode la constelación latifundista 10 (de la que formaron parte las comunidadesindígenas y las áreas de minifundio) o dentro de los poblados o ciudades co-loniales. En las haciendas de colonato, esa estratificación alcanzó hasta lascapas inferiores en que se localizaban los campesinos arraigados en los pegu-jales (colonatos, arrimados o allegados, aparceros o hutahuahuas, ocupadosen trabajar en las parcelas de los colonos) y aún las comunidades indígenas(originarios, agregados y hutahuahuas en las regiones altiplánicas de Perú yBolivia); esta masa campesina constituyó la reserva laboral de la haciendasseñoriales en Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y sur de Colombia, demostran-do el papel asignado -dentro de cualquier tipo de estructura latifundista- alas áreas de minifundio y de comunidad indígena.

La ciudad colonial fue primero la base político-militar de los asentamien-tos, luego el olar de los ecomendaderos y más tarde la estructura concentra-da de la dominación colonial, una vez que adquirió forma coherente el nue-vo tipo de ordenamiento social y político; la aristocracia latifundista, la bu-rocracia estatal, la burguesía comercial española, el clero, los monasterios,los gremios y el peonaje aluvional. La esclerosada estratificación física y so-cial que caracterizó la ciudad.americana , debió responder a las variables ne-cesidades de los grandes ciclos históricos, durante la conquista y ocupacióninicial del territorio o durante la organización político-económica de un sis-tema articulado de explotación colonial: estos rasgos podrían encontrarseen las ciudades que se definían como asientos de encomendaderos o enaquellas -como México, Potosí, Lima, Quito, Cartagena, Panamá- que yaexpresaban una compleja organización urbana y el apareamiento de nuevascapas sociales o de nuevas y desconocidas formas de acumulación capitalis-ta, a través de un singular mecanismo que ha sido característico de las socie-dades coloniales de ordenamiento muy rígido o posteriormente de los países

9. A. García, Reforma agraria y dominación social en América Latina, Ed. Sociedad intera-mericana de planificación, Buenos Aires, 1975. Solón Barraclough y Almino Affonso, Diag-nóstico de la reforma agraria chilena, Ed. Periferia, Bueno Aires, 1973.

10. Ver la teoría del latifundio como con telación social en Sociologfa de la reforma agraria enAmérica Latina, op. cit. p. 58.

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atados a modelos de capitalismo subdesarrollado y dependiente: el sistemade los mercados paralelos o de las econom(as sumergidas en forma de ice-berg. La equivocada interpretación acerca de la naturaleza, estructura y pa-pel de los gremios, de los obrajes y batanes, de los talleres artesanos, dentrode la ciudad colonial, ha conducido a su equiparación con la ciudad europeaen el ciclo medieval de las corporaciones o en el de formación de ese tipo deemporio mercantilista que definió los perfiles de algunas ciudades america-nas en México, en Colombia, en Perú o en Venezuela: ese nuevo proceso fueel resultado del incesante desmoronamiento del sistema monopólico hispa-nocolonial a lo largo de los siglos XVII y XVIII, asediado por la fuerza ex-pansiva de las nuevas potencias capitalistas como Inglaterra y Holanda.Desde la segunda mitad del siglo XVII ~uando los ingleses ocuparon a Ja-maica y cuando los corsarios de la Europa Occidental se establecieron en laspequeñas antillas (Barbados, StoKitts, Martinica, Curazao, etcétera)- ya es-taban en decadencia el poderío español y ya el nuevo elenco de potencias ca-pitalistas habia echado raíces en el mar Caribe, habia anulado los esfuerzosmilitares de la Corona Española por expulsar a ingleses, franceses y Holan-deses y estaba en camino la revolución industrial y marítima. El erosiona-miento del sistema monopólico español se evidenció desde 1625 (al consti-tuirse centros de comercio y población "en el propio corazón de los mareshispanícos") I I y se precipitó cuando la Corona española fue obligada, a prin-cipios del Siglo XVIII (1713), a contratar con compañías inglesas el abasteci-miento de esclavos a sus colonias de América. A partir de esta institucionali-zación de las relaciones comerciales con el imperio inglés, las naves mercan-tes británicas ganaron la absoluta hegemonía de los mares y establecieronuna nueva red comercial no sólo con los grandes puertos hispanoamericanoscomo Cartagena, Veracruz, Panamá, Buenos Aires, Caracas o La Habana,sino con puertos accesorios como Santa Marta en Colombia o Campeche enMéxico.

El privilegio del asiento abrió una nueva etapa en la historia del desarrollocapitalista del hemisferio colonial, cuando permitió la organización políti-co- militar y la trasformación -en colonizadores permanentes- de ingleses,franceses y holandeses que habian llegado antes como corsarios y traficantesilegales. Desde estas bases geográficas, se efectuó la enérgica expansión co-mercial a lo largo del siglo XVIII, por vías legales e ilegales, y se ejerció elcontrol sobre las relaciones capitalistas de intercambio en el Caribel2•

Los holandeses, asentados en Curazao, organizaron un activo intercam-bio clandestino de negros y telas por reales de plata, oro en polvo, esmeral-das y perlas, con Riochacha, Maracaibo y La Guaira, hasta la fundación de

11. C. H. Haring, El comercio y la navegación entre España y las Indias en la época de los Habs-hurgos, París, Ed. Desclée, 1939, p. 135.

12.· "El comercio y la navegación entre España y las Indias". op. cit., p.I30.

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la Compañía Guipozcoana de Caracas, en el siglo XVIII, monopolizaron,virtualmente, el comercio del tabaco y el cacaolJ•

"Las naciones extranjeras obtenían, dice Haring'4, por medio del comer-cio clandestino en las Indias Occidentales, el séxtuplo de los productos de laAmérica Española, en proporción a lo que se registraba en la flota de Sevi-lla". El comercio clandestino rompió también el sistema hi panocolonial demonopolio obre lo metales preciosos y los severo pero frágiles mecanis-mos del control obre la producción americana de oro y plata: esto significó,desde luego, un golpe a lo patrones de ate oramiento y un creciente divor-cio entre la aristocracia latifundista y minera (propietaria de minas y escla-vos) y las voraces exigencias fiscales de la Real Hacienda. De ahí que la ex-pansión de la minería de oro y plata e constituyó en una de las fuerzas moto-ras del contrabando de e clavos negros -a partir del iglo XVI- y posterior-mente de manufacturas industrialeslS• La práctica de la expansión comercial-predominantemente ilegal, con efímeros paréntesis de legalidad- quebran-tó el antiguo principio, reiterado en la Recopilación de 1680, que prohibía acualquier extranjero "el rescate de oro, plata, cochinilla, etcétera, auquetepga licencia para tratar y contratar en las Indias"'~.

Esta notable expansión del comercio clandestino y de laproducción de orono registrado legalmente (registrado y quintado), se expre ó en el hecho de ladfastica reducción del monto de lo quintos reales (por lo menos en la NuevaGranada, Ecuador y Venezuela), a partir de la segunda mitad del sigloXVIII. Semejante reducción de los ingreso de la Corona, no expresó unacrisis de la minería de metales preciosos, sino un quiebre del sistema hispa-

13. El arzobispo/virrey Caballero y Góngora, en su Relación de Mando sobre la situación delvirreinato de la Nueva Granada ("Relaciones de Mando de lo Virreyes de la Nueva Granada",Edil. Banco de la República, Bogotá, 1954, p. 132), denunció a la Corona el hecho de que "en1730estuvieron ancladas en La Bahía de la Candelaria, seis meses y medio, cuatro embarcacio-nes Holande as haciendo el comercio clandestino con el Chocó y Antioquia y sacaron la prodi·giosa cantidad de doce arroba y media de oro. Este testimonio oficial no ólo muestra la densi·dad del comercio ilegal en alguna de las más rica provincia aurífera de la Nueva Granada, afinale del siglo XVIII sino la pérdida de la capacidad de control, militar y económico de la au-toridade de la colonia. Eri la corroboración del mi mo hecho, se han orientado las investigacio-nes del hi toriador Germán Colmenares historia económica y social de Colombia: /537-/7/9,Ed. Universidad del Valle, Cali, 1933, p. 232), llegando a la conclusión de que "en el curso de lasegunda mitad del siglo XVII, se acaban de Santa Fé de Antioquia, sesenta mil peso anuales,de los cuales no e registraban sino doce o catorce mil. Algo semejante ocurría en Cáceres, Za-ragoza y Remedios, i bien el fraude má considerable se regi traba en Popayán, en donde hacia1678, se extraía más oro que en el conjunto de lo re tantes ditritos mineros".

14. Harring,op. cit., p. 135

15. "El aumento mismo de la producción de oro a partir de 1580, dice el historilidor Colmena-res (op. cit., p.231) en relación con la Nueva Granada, estimula el tráfico de contrabando de es-clavos negros y este comercio, a su vez, contribuye a alcanzar los niveles de producción inigua-lados de lo año noventa".

16. José M. Ots Capdequi, Estudios de historia de derecho español en /as Indias, Ed. Minerva,Bogotá, 1940, p. 85.

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nocolonial de comercio y de hacienda pública, ya que una creciente propor-ción del oro y de la plata producidos y no quintados ni acuñados, se orientóhacia el mercado clandestino d manufacturas. Se aceleró así un proceso ini-ciado desde el siglo XVII, de apertura de la brecha entre el oro producido-especialmente en los centros mineros de aluvión- y el oro registrado y legali-zado por medio del pago de lo quintos reales y de los derecho de acuñación,proceso tan íntimamente asociado al desarrollo de lo mercados paraleLos yal afianzamiento del poder económico tanto de las aristocracia latifundi taspropietarias de minas y obrajes, como de las naciente burguesías criolla nopartícipes del monopolio comercial.

Ahora bien: la dinámica de los mercados paralelo no sólo se alimentó conla venta de esclavo y de manufacturas europeas por metale preciosos sinquintar ni amonedar, ino con la compra de producto primario como el ta-baco, la quina o el palo brasilete, sobre lo que el E tado e pañol había e ta-blecido el severo régimen fi cal del estanco'7.

Se inició así -por la vía de las relaciones clandestinas de comercio- la in-troducción de la América Española en el nuevo e quema de división interna-cional del trabajo inserto en el mercado capitalista mundial.

Esta es la razón histórica de que el comer~io clande tino -activado a travéde la flotas de lo corsario y bucanero -llegase a er tan importante -o cua-litativamente más importante- que el comercio legaL de lo aparato comer-ciales del imperio e pañol, tal como quedó eñalado en las Relaciones deMando de los Virreye a finale del iglo XVIII y principio del XIX, esto es,en lo albore revolucionario de las guerra de independencia. El comercioclandestino de manufactura ,armas, tecnologías e ideas - procedente de laEuropa Occidental pero en particular de Inglaterra-, constituyó el primersoporte histórico y la primera fuerza impul adora del capitalismo latinoame-ricano: y la primera expresión del sistema de los mercados paraLeLos. Lo queequivale a decir que la subversión económica precedió a fa prerrevolución deindependencia (insurrecciones populares) y a las Guerras Libertadoras.

Dentro de los marco petrificado de la e tructura tradicional urbana, elobraje tuvo el rango de una manufactura heterogénea sin posibilidades dedesarrollo capitalista, el gremio se constituyó como cofradía religiosa ocomo meca ni mo de control político de los oficio y el taller artesano funcio-nó -ordinariamente- como un tipo de empresa estratificada y in e a mínimaescala de a censo ocial que existió en los talleres de la Europa Medieval. El

17. Según lo analizado, con enorme lucidez por el virrey Manuel de Guirior en su Relación deMando en 1776 ("Relación de Mando de los Virreyes de la Nueva Granada", op. cit., pp. 64-75), la ortodoxia mercantilista del sistema peninsular se orientó en el sentido de reducir drásti-camente el intercambio a 11, disponibilidad de oro y plata en pasta o en moneda, desestimando laproducción agrícola, pecuaria y forestal de la Colonias (p. 87) Ysometiendo lo productos demayor importancia comercial (tabaco, dividivi, quinas, palo bra il, etc.) al si tema fi cal del es-tanco. También en este sentido e pronunciaron, posteriormente, otros virreyes en el Ciclo dela Ilustración, como Jo eph de Expeleta (op. cit., p. 172).

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obraje fue una manufactura embrionaria en la que -al decir del jurista pe-ninsular Solórzano"L "hilan, tejen y labran no sólo jergas, bayetas y fraza-das, sino paños de todas suertes y jreguetas y rajas y otros tejidos de igual es-tima que casi se pueden comparar con los mejores que se llevan de España":pero su producción estaba estrictamente limitada al abastecimiento local-enlíneas no competitivas con las celosamente controladas por la oligarquía co-mercial española- su tecnología era estacionaria, los patrones de trabajoconservaron rasgos eminentemente serviles (pese a la fijación de salariosanuales, como ocurrió también en el ámbito semiesclavista de las mitas mi-neras) y sus propietarios no constituían un grupo social de perfiles burgue-ses, ya que eran las comunidades religiosas, los curas, los encomenderos, losestancioneros y aún los caciques indígenas. Por regla general, la Corona fijóel ámbito territorial de las manufacturas obrajeras: en México, las manufac-turas de Puebla debieron circunscribirse a los mercados locales del valle po-blano y las de San Miguel el Grande a los del Bajíol9; en Colombia, las hari-nas de Leiva, los azúcares y conservas de Vélez o los textiles burdos de Soco-rro y San Gil (que constituían la región de menor influencia latifundista ymayor densidad económica y demográfica de la Nueva Granada) sólo porexcepción pudieron exportarse a las plazas locales de Cartagena, Cauca yAntioquia20; yen el Ecuador, los textiles quiteños de lana, algodón y hene-quén apenas excepcionalmente se exportaron a Chile, Perú y Nueva Grana-da.

La idea del obraje como un embrión de empresa capitalista m'anufacture-ra -de estilo europeo occidental- no tiene la menor fundamentación históri-ca.

Los talleres artesanos no sólo carecieron de organización autónoma -a lamanera corporativa europea- sino de posibilidades de mejoramiento técni-co de los oficios o de ascenso social dentro de las rígidas categorías gremiales(maestros, oficiales y aprendices). A diferencia de los talleres artesanos eu-ropeos de la época medieval, lo exámenes de habilidad en los oficios no es-tuvieron sometidos al control de las cofradías gremiales sino de los cabildos(bajo la hegemonía de las oligarquías locales y en particular de la aristocra-cia latifundista) y los exámenes no eran s610 de habilidad manual sino desangre, excluyendo de la maestría -esto es, de las posibilidades de ascensosocial- a "las gentes de color quebrado" (negros, mulatos, etcétera) y limi-tando el ejercicio de ciertos oficios "a los españoles, dejando a los otros tra-bajar de oficiales"21.

18. Cita de Osear Efrén Reyes, Breve historia del Ecuador 1.1. Quito, Ed. Universidad Cen-tral, 1938. p. 391.

19. Chávez Orozco, L. Historia económica y social de México, Ed. Botas, México, 1938, p. 45.

20. "Bases de la economía contemporánea", Capitalismo y feudalismo de la América Colonialespañola, op. cit., p. 84.

21. Consultar A. Garcfa, "Carácter regresivo de la organización gremial indiana", en Capita-lismo y feudalismo en la América colonial española, "Bases de la economía contemporánea",

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Se formó así un semiproletariado urbano, de color quebrado, sin posibili-dad de acceso a la maestría y de ejercicio independiente del oficio, regulán-dose -por los cabildos- el régimen de trabajo y los niveles de salarios, no ha-biendo existido una organización corporativa de los gremios - sino exclusi-vamente las cofradías religiosas -ni lograron acumular poder, ni participaren las decisiones de los cabildos, ni ejercer influencia alguna en el desarrollode una economía capitalista de mercado. Las formas de salariado que po-drían registrarse en los talleres artesanos, los obrajes y las mitas, no consti-tuían expresiones de un verdadero mercado del trabajo y de un salariado ca-pitalista •.sino formas especfficas del sistema hispanocolonial de economíadel trabajo, en las ciudades y en los campos: el salariado señoria/22.Podríadefinirse el salario señorial como aquel existente en las mitas~obrajes y talle-res artesanos ~xcepcionalmente en cierto tipo de haciendas- que se estable-cía autoritariamente por los cabildos, reales audiencias y empresarios lati-fundistas, que no se condicionaba a un cierto régimen de trabajo (pese a laproliferación de reglamentos y disposiciones casuistas en la Legislación deIndias) y que estaba sometido al control unilateral y patemalista de los con-ductores de mitas o de los propietarios de talleres y obrajes. La fijación desalarios anuales o por conducción de indios y la práctica de descontar, autori-tariamente, los costos de alimentación, servicios, curas doctrineros, tributospersonales, etcétera, podfia explicar el que este tipo de salariado no hubiesesido un vehículo eficaz para que los trabajadores indígenas (mitayos, obra-jeros, colonos o aparceros serviles) se hubiesen puesto en relación con elmercado y con la economía monetaria.

No habiendo existido en los talleres artesanos o en los obrajes posibilida-des de transformación empresarial y tecnológica, se careció de esas fuerzasimpulsoras que hubiesen provocado alguna modificación estructural en elsistema latifundista o en los modelos de asentamiento urbano y de mercadolocal (patrones de cuenta y medida, fuentes de abastecimiento, sistema deprecios, formas de relación directa entre productores y consumidores). Laactividad comercial de tipo capitalista, así como la circulación de monedametálica (oro y plata), se concentró en los grandes centros urbanos consti-tuídos oficialmente como nudos del sistema monopólico: México, Lima,Cartagena, Potosí, Veracruz, etcétera.

De acuerdo con este análisis, lo verdaderamente importante en el paso dela conquista a la Colonia no fué la alteración sustancial de !os patrones de po-blamiento del imperio, sino de los cambios operados en los tipos de asenta-mientos humanos, especialmente como efecto de la apertura capitalista que

op. cit., p. 88 Y ss. Investigaciones acerca de la Historia Econ6mica del Virreinato del Plata, Ri·cardo Levenem 1.1. Buenos Aires, p. 138. Chávez Orozco L. Historia econ6mica y social deM~xico, Ed. Botas, México, 1938, p. 45-54 Reyes Osear E., Breve historia del Ecuador, Quito,1938, p. 373, 1.1. Gil Fortul, José. Historia constitucional de Venezuela, Caracas.

22. Antonio Garcfa, Reg(menes ind(genas del salariado señorial al salariado capitalista en lahistoria de América. Ed. América Indígena, Instituto Indigenista Interamericano, 1953.

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se produjo en ciertas grandes ciudades (en las que pudo ampliarse el cuadro'de los oficios, aumentar las capas sociales compradoras de manufacturas yservicios, circular la moneda metálica y modificarse el patrón señorial deatesoramiento en un sentido semejante al de acumulación capitalista) y a ladiversificación orgánica de la estructura latifundista. En los finales de la Co-lonia Española, coexistían diversas formas de organización latifundista, deacuerdo con la naturaleza del ordenamiento político-territorial o sea, deacuerdo con el contexto geográfico y social de cada una de las circunscripcio-nes coloniales. En una primera línea organizativa, la hacienda deplantación,de base esclavista (como la que sirvió de soporte a la primera época de colo-nización portuguesa del Brasil), productora y exportadora de azúcar y ancla-da en la geografía de los litorales; la plantación cañera (con ingenio de azú-car), que se modeló de acuerdo con el sistema esclavista antillano y que enCuba sustituyó a la estancia cimarrona; y la plantación cacaotera, con baseesclavista, que estimuló la colonización de los valles interiores de Venezuelay la organización de una economía exportadora. En una segunda línea, la es-tancia ganadera, en la forma primitiva de ganaderfa cimarrona (tal comofuncionó en las pampas de Uruguay y Argentina o en los llanos orientales deColombia y Venezuela), correspondiente al primer intento de penetraciónen el desierto y de ordenamiento del rebaño salvaje; o la estancia de crfa, quefue la primera forma verdaderamente empresarial de la ganadería, funda-mentada en la utilización económica de la carne y la leche, por medio de lossaladeros y de la industria -tan americana- del charque (procesos de alinea-do y de valorización comercial de la tierra). Y finalmente, la hacienda seño-rial de colonato, organizada en las regiones de mayor densidad campesina(las que habían sido colonizadas) -<lesde antes de la conquista española- porlas grandes culturas indígenas en México, Guatemala, Colombia, Perú, Bo-livia, Ecuador) y acoplada a la estructura social de la antigua comunidad(calpulli mexicano, ayIlu quechua o marca aymara): uno de los hechos mássorprendentes en la historia contemporánea de América Latina, es la de queesa estructura señorial ha sido la que ha dominado ~omo una roca madre-las estructuras agrarias de los países andinos y de la América Central23•

23. Antonio Garcfa, Reforma y economfa empresarÚll en Aml!rica Latina. Ed. UniversitariaSantiago de Chile, 1967, p. 54 Yss.

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ID. LOS MODELOS DE DOMINACION IMPERIALISTA y LOS REACO-MODOS ESPACIALES DE LA POBLACION: DE LAS GUERRAS DE IN-DEPENDENCIA A LA CONFORMACION DEL MODELO DE CAPIT A-LISMO DEPENDIENTE.

a. La dominación inglesa y los patrones poblacionales de la República Seño-rial

El hecho de haberse transformado el imperio español en un capitalismo pa-rasitario y de intermediación, no sólo sirvió para transferir una elevada pro-porción del excedente económico (oro y plata) de las colonias americanas alas modernas potencias capitalistas - contribuyendo eficazmente al financia-miento de su revolución industrial y al desarrollo de su moderna organiza-ción comercial y marítima- sino para estimular la formación de un sistema demercado paralelo en esas colonias y para desencadenar, a pesar suyo, unaprogresiva movilización de fuerzas sociales desde mucho antes de la Revolu-ción Francesa de 1789. Las primeras insurrecciones que podrían considerar-se como la prerrevolución de Independencia y que plantearon -en la prácticahistórica-la oposición revolucionaria entre la soberan(a popular y la sobera-n(a de la Corona española, se iniciaron en 1780 y tuvieron expresiones detanta importancia política y militar como los levantamientos de Tupac Kata-ri y Tupac Amaro en Perú y Bolivia o la insurrección de los Comuneros enColombia.

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Si la presencia de América en la Europa del siglo XV fue definitiva comofuerza impulsadora del capitali mo -a través de sus poderosas corrientes demetales preciosos o de cierto productos alimenticios- también lo fué, en elsiglo XVIII, para determinar los rasgos del nuevo tipo de mercado mundial ypara consolidar el proceso iniciado por medio de la revolución industrial in-glesa. Desde el siglo XVIII, la América indoespañola ya estaba en caminode independencia económica y de subversión contra eLsistema hispanocoLo-niaL de monopoLios peninsuLares y de sofocamiento de lós gérmenes de desa-rrollo capitalista, abriéndose la posibilidad hi tórica de transferirse el centrorie gravedad comercial, financiera y tecnológica, desde España hacia Ingla-terra, esto es, desde el viejo hacia el nuevo tipo de imperio. Este proce o derelocalización del centro de gravedad de las relaciones internacional e de in-tercambio -a finales del siglo XVIII- tuvo una importancia comparable a laque adquirió la transferencia del centro hegemónico del capitalismo desdeInglaterra hacia los Estado Unidos, después de la Primera Guerra Mundial,en los albores del siglo XX.

La penetración del capitali mo inglés e realizó con tal intensidad en lascolonia americana que, no obstante el artilIado sistema del exclusivismopeninsuLar (que hacía de los territorios coloniales depósitos de metales y es-pecies bajo el monopolio del comercio metropolitano, del que estaban ex-cluídas las propias clases altas americanas), en el siglo XVIII el tráfico clan-destino era por lo menos tan importante como el comercio legal-realizado através de los canales burocráticos del Estado español- tal como se ha exami-nado anteriomente: ésta constituyó una de las preocupaciones centrales enlas última Relaciones de Mando de lo Virreyes. Desde finales del sigloXVIP', los mercaderes no españoles umini traban las cinco décimas partesde las manufacturas consumidas en la propia España y sus actividades repre-sentaban nueve décima parte del comercio americano. Semejantes fenó-menos ocurrían al mismo tiempo que aumentaban las necesidades fiscalesdel enorme aparato represivo y militar del Estado Español, estableciéndoseuna profunda y creciente contradicción entre la naturaleza y dimensiones desemejante maquinaria burocrática y la disponibilidad normal de recursos eneste tipo de capitalismo parasitario. No habiendo tenido el Estado absolutis-ta español-ésto, la Corona de lo Habsburgos o de los Borbones-Ia capaci-dad política de transformar la ba es sociales y económicas del Imperio (loque habría implicado el de encadenamiento de la revolución democrático-burguesa en la Penín ula y el desmantelamiento de las estructuras feudales),tuvo que desarrollar una política de implacable saqueo de las colonias ame-ricanas, tal como lo denunciaron las élites intelectuales y políticas de esas co-lonias y lo analizaron los grandes economistas españoles del rango científico

24. C. H. Harring, Los bucaneros de las Indias Occidentales en el siglo XVII, Ed. Desclée, Pa-rís, 1939, p. 19.

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de Alvaro Florez E trada2.5,o de Gaspar Melchor de Jovellano 26.Florez E -trada señaló como primera causa de la decadencia española y de la indepen-dencia americana, el exceso de lucro obtenido por la oligarquías mercanti-les en sus relaciones con las India y que asfixió por igual las economías de lametrópoli y de las colonias, "poniendo en la opulencia a un corto número deciudadanos, en cuyo favor e tá la causa que produce el de nivel"27.

La istematización e inten ificación del comercio clandestino -que fue pa-ralela al desarrollo de la potencia naval y militar inglesa- condujo a la insti-tución de puertos libres en América y a una tardía legalización de las relacio-nes americanas con el mercado capitalista mundial. Dentro de estas condi-ciones históricas se produjeron las guerra de Independencia, en las que de-sempeñaron un papel de fuerzas promotoras y conductoras del proceso re-volucionario tanto las aristocracias latifundistas americanas como la burgue-sía comercial (criolla) de los grandes centros urbanos y la élite universitariade las nacientes clases medias: se provocó así - dentro de este contexto revo-lucionario-Ia primera ruptura cultural e ideológica con la pétrea escolásticae pañola y la primera apertura hacia las diversas expre iones del pensamien-to racionalista, científica y liberal de Europa. El nuevo cuadro de ideas uni-versales -enciclopedismo filosófico y liberalismo político francé , liberalis-mo económico, inglés, utilitari mo jurídico y constitucionalismo anglo-sa-jón- se introdujo en la América E pañola por la angosta brecha de las uni-versidades en el ciclo del despotismo ilustrado de los Borbones y por la an-cha brecha del mercado clandestino, demostrando la importancia históricade las vías ilegales en la propagación de la economía, la ideología y la culturadel capitali mo: pero es necesario señalar que más importante que las tra-ducciones americana de la Carta de lo Derechos del Hombre y del Ciuda-dano -la suma ideológica de la Revolución Francesa de 1789- fueron las in-surrecciones populare que en Bolivia, Perú y Colombia constituyeron laprimera negación revolucionaria y práctica de la Soberanía del Rey a nom-bre de la Soberanía del Pueblo, desde 1780.

La hegemonía inglesa sobre el largo ciclo de la República Señorial, se ini-ció a partir de la ayuda militar a los ejércitos independientes del absoluto do-minio sobre las rutas marítimas, del financiamiento de la guerra por mediode empréstitos condicionales a la adquisición de vestuario y material bélicoen Inglaterra y de las generosas concesiones minera , territoriales y de co-mercio obtenidas de los nacientes Estados en armas. A través de estos meca-nismos se produjo la primera integración directa de América Latina al nu~-vo tipo de mercado mundial capitalista: el financiero, por medio del cual se

25. Exámen imparcial de las dimensiones de la América con España, de los medios de reconcI-liación y de la prosperidad de todas las naciones. Imp. Ximenes, Cádiz, 1812, p. 88.

26. Obras, tomo 11,Edit. Rivadeneira, Madrid, 1859, p. 24.

27. Aorez Estrada, op. cit., p. 86.

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originó el control inglés sobre el mercado de deuda pública; el de adquisi-ción de concesiones en minas de metales precio os y tierras baldías; y el deaprovisionamiento exclusivo de manufacturas de consumo civil o de vestua-rios y materiales de guerra. Si bien la hegemonía inglesa nO.se caracterizópor la capacidad de estimular la fractura política de los elementos estructu-rales de la sociedad colonial-los que pasaron casi intactos de la Colonia a laRepública- y en una buena parte se limitó a la ocupación de algunas de lasposiciones estratégicas abandonadas por el Imperio y la oligarquía Españo-la, organizó su actividad imperialista en estas fundamentales direcciones: lade control de la minería exportadora de metales preciosos y más tarde la delsalitre en Chile o la del estaño en Bolivia; la de estímulo al ordenamiento deuna estructura exportadora agrícola, ganadera y forestal (tabaco, algodón,azúcar, café, gomas, cortezas curtiente, quinas, palos tintóreos, en los paí-ses andinos, centroamericanos y antillanos, y a finales del siglo, azúcar y al-godón en la costa peruana o carnes y cereales en las pampas argentinas y uru-guayas); la de manejo casi exclusivo del mercado de manufacturas importa-das; y la de articulación de un sistema transportador moderno que respon-diese a las necesidades del sistema de relaciones internacionales de inter-cambio (ferrocarriles, puertos y servicios de transporte marítimo). Asícomo la teoría liberal burguesa del respeto al derecho adquirido con justo tí-tulo sirvió para preservar la estructura agraria fundamentada en la propie-dad latifundista señorial (cuyos títulos estaban legalizados por el mismo Es-tado conquistador que había asumido el ejercicio de la absoluta soberaníasobre los territorios y pueblos de América), la teoría liberal de la división in-ternacional de trabajo y de lo costos comparativos sirvió para sofocar losproyectos de transformación industrial de los talleres artesanos y de las ma-nufacturas embrionarias y para consolidar el control inglés sobre las expor-taciones de productos primarios y la importación de manufacturas.

b. Cambios en los p~trones de poblamiento y de acumulación capitalistaDesde el punto de vista de la estructura espacial y de los reacomodos terri-

toriales de la población -de acuerdo con el nuevo esquema imperial de divi-sión internacional del trabajo- los ferrocarriles ingleses tuvieron en el sigloXIX y primeras décadas del XX tanta importancia como las carreteras ytransportes automotores en la primera posguerra mundial a partir de la cualentraron en plena vigencia los nuevos patrones norteamericanos de domina-ción imperialista. Por medio de las líneas férreas se produjo la primera for-ma de integración física del sistema transportador orientado hacia afuera(exportaciones de productos primarios e importación de manufacturas sun-tuarias y de consumo), se posibilitó la regularización de la carga en una nue-va escala y se estableció un mecanismo de comunicación directa entre lasáreas productivas (agrícolas, ganaderas, forestales) y los puertos fluviales ymarítimos: a lo largo del siglo XIX, los ferrocarriles ingleses desencadena-ron la economía de las carnes y los cereales en la pampa húmeda argentina,ligándola con el puerto de Buenos Aires y con el mercado metropolitano; es-

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timularon la producción del tabaco y del café en Colombia, vinculando laáreas de producción con la arteria central del Rio Magdalena y los puertossobre el océano Atlántico; posibilitaron la explotación del salitre en las zo-nas mineras del norte de Chile; dieron forma a los complejos agroindustria-les orientados hacia la exportación de azúcar, en los valles regados de la cos-ta peruana; o instrumentaron -en la fraccionada América Central-la incor-poración (a la economía de mercado) de territorios baldíos de propiedad fis-cal y no valorizado comercialmente, por medio de la agricultura'del café ydel banano y a través de corporaciones ingle as o de las modernas trasnacio-nales norteamericanas. La necesidad de un reacomodo del espacio mundialy de una implantación del nuevo esquema imperial de división internacionaldel trabajo, explica el fenómeno de que el desarrollo de las vías férreas hayasido mayor en las colonias y países dependientes que en Europa y los Esta-dos Unidos28: entre 1890 y 1913, las líneas férreas aumentaron en Europa en122% (de 224 a 346 miles de kilómetros), en Estados Unidos en 143% (de268 a 411 mil kilómetros) yen la colonia y países dependiente en 222%(de 125 a 347 mil kilómetro ), revelando la importancia que los nuevo im-perios -y particularmente Inglaterra- asignaron a la explotación y control delas colonias o de los paí es de capitalismo embrionario y subdesarrollado.

Este proceso originó un cambio radical en los patrones de poblamiento,ocupándose regiones no incorporadas al istema de explotación hispanoco-lonial por medio de una nueva agricultura o de una nueva ganadería de ex-portación, en la pampa húmeda argentina, en los valles irrigados de la costaperuana, en el cinturón ubtropical del Ecuador, en los paí es centroameri-canos productores de café o de banano como Costa Rica y Guatemala y, des-de luego, en el modelo de integración y en la naturaleza de los primeros mo-vimientos intensos de reacomodo espacial de la población. Es a partir de deeste proceso que se posibilitó la formación de una verdadera estructura agra-ria exportadora y la adopción de nuevo patrones de acumulación capitalis-ta: una de su expresione má notables fue la ruptura de la geogra/fa de ar-chipiélago y el desencadenamiento de un proceso urbaní tico -en las áreasproductores y exportadoras de estilo y alcance capitalista . La geografía dearchipiélago- que fue producto del patrón hispanocolonial de poblamientoe mantuvo casi intocada durante la vigencia de la República Señorial y tuvo

dos fundamentales expresiones históricas: la primera consistía en la conser-vación del antiguo ordenamiento político-territorial impuesto por la Coro-na Española (con posterioridad a las guerras de Independencia se produje-ron nuevos parcelamientos o fractura de las naciones inconclusas al disol-ver e la Gran Colombia creada por el general Simón Bolivar -Colombia,Venezuela, Ecuador y Panamá-, al desmoronarse la Federación Centroa-mericana de Morazán y al quedar rota la alianza alto- peruana); y la segundase relacionaba con la forma de existencia de los países como conjuntos de is-

28. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, Edic. Lenguas Extranjeras, Pekín,1975, p. 124.

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las geoeconómicas, incomunicadas e inconexas. Era el momento históricoen que Bolivia existía como un país enteramente mediterráneo y encerradoen su altiplano y en sus valles interandino (estructura latifundista eñorial ycentros de explotación de la plata y del estaño), con ab oluto abandonadodel litoral Pacífico y de los bo ques de la goma y la castaña en el oriente, po-sibilitando los po teriore desgarramientos territoriales cuyo beneficiariofueron Chile y Brasil; en que Colombia vivía como país de tierra adentro-deespaldas a los dos océanos americanos, el Atlántico y el Pacífico-limitándo-se a ocupar las áreas mineras y agrícolas del interior, lo valle alto y bajo,los altiplanos de Cundinamarca y Boyacá, e to es, pequeños i lote rodea-dos de enormes territorios vados en las laderas medias de la cordillera andi-na, en la cuenca amazónica, en la llanuras tropical e del Oriente yen la to-talidad del bo coso litoral Pacífico; en que el Perú e recluía en el altiplano,en los empobrecido valles de la ierra yen cierto oa is regados de la costa,de conociendo la selvas del oriente y la ceja de selva que habría de ervir deescenario a la plantacione de café, té y coca; en que el Ecuador se limitabaa los islote cultivado en la ¡erra yen la co ta guayaquileña, con total aban-dono del oriente amazónico y del cinturón subtropical que e colonizó tar-díamente a partir de la cuarta o quinta década del iglo X ; o en que Vene-zuela e limitaba a araca -como cabecera de los valle interiores del lito-ral- a las economías patriarcale de la región Andina y a lo latifundios cima-rrones y in frontera de los llano orientales, quedando en el vacío la Orino-quía, la cuenca de Maracaibo y los llano eco, el desierto de la abana.

La República Señorial-que expresó incialmente la hegemonía- de la ari -tocracia no sólo en término de estructura agraria sino de control obre losaparatos políticos del Estado29, estuvo aprisionada en la geografía de archi-piélago y en la economía de lo mercados locale , pero abrió la puertas-pre ionada por la oligarquía de comerciante y banqueros- a la penetracióninglesa, a la conformación de la nueva infraestructura portuaria y transpor-tadora (ferrocarriles, cables aéreo, etcétera) y al desencadenamiento deprocesos de cambio que hicieron posible la acumulación originaria, la am-pliación de la frontera territorial y las primeras formas de in erción de la tie-rra agrícola y de la mano de obra campesina en una economía capitali ta demercado. A grandes rasgos, podrían enunciarse así los más importantes pro-cesos históricos de cambio, a lo largo de casi todo el siglo XIX:

a. ampliación de la estructura productiva, comercial y financiera de las ciu-dades iniciándose la transformación cualitativa de los talleres artesanos yconsolidándose la formación de una burguesía comercial- financiera asocia-da, por lo general, a las firmas inglesas de exportación e importación o a I~especulación en el mercado de la deuda pública.

29. Acerca del concepto de República Señorial, consultar A. Garcfa, "El diseño de la Repúbli-ca Señorial", en Atraso y dependencia en América Latina, Edit. Ateneo, Buenos Aires, 1972, p.65.

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b. manumici6n de los esclavos (por la vía de la indemnización a us propie-tarios y no por medio del de conocimiento de un derecho considerado ini-cuo, tal como ocurrió en las guerras de independencia) y destrucción de lascomunidades ind(genas, creándose las condicione para la formación de unmercado capitalista de trabajo y para la movilidad de una mano de obra arrai-gada dentro de las haciendas esclavistas de plantaci6n o las señoriales de colo-nato: por este medio fue posible atisfacer la demanda de mano de obra ori-ginada en los nuevos cultivos de exportación, en la expansión de la fronteralatifundista hacia los territorios baldíos de la periferia (mecanismos de re-producción) y en el auge y consolidación de las clases terratenientes queemergieron de las guerras de independencia.c. sistemática incorporaci6n de la tierra agr(cola vinculada a las comunida-des religiosas, los cabildos y las comunidades indígenas en el mercado capi-talista de tierras, por medio de la desamortización de bienes de manos muer-tas, esto e"S,de la aplicación de una reforma agraria de tipo liberal-burguésque, pese a su radicalismo individualista y a sus prácticas confiscatorias, notocó las relaciones de servidumbre existentes en las haciendas señoriales decolonato: la confiscación de los bienes pertenecientes a las comunidades re-ligiosas implicó la incorporación de las mejores tierras agrícolas al mercadocapitalista pero el aniquilamiento de la comunidades indígenas conllevó ala incorporación simultánea -a ese mercado- de las tierras agrícolas y de lamano de obra campesina vinculada tradicionalmente a su explotación;d. ocupación incesante de territorios boscosos, bald(os y de propiedad fIScal,al transformarse las quinas, las gomas y resinas, los palos tintorios y demásproductos forestales, en objetos de exportación -como materia prima parala industria manufacturera de la nueva metrópolis- si bien esa explotacióntuvo caracteres depredatorios, se apoyó en el empleo esclavista de mano deobra indígena, originó la degradación ecológica de algunos de los territoriosde la reserva y apenas conformó una precaria economía recolectora.

En este ciclo clásico de la República Señorial y de la hegemonía económi-ca, cultural y política inglesa, se quebró la insularidad al interior de cada país-al conformarse una estructura agraria exportadora y al provocar e la inte-gración f(sica por medio de ferrocarriles y sistemas de transporte adecuadosal nuevo esquema imperial de división internacional de trabajo -pero se con-servó la insularidad latinoamericana, esto es, ese ordenamiento político y te-rritorial por medio del cual cada país se encerró en sus fronteras y se consti-tuyó como una gran isla amurallada, si bien integrada verticalmente a la eco-nomía, la ideología y la cultura de la nación metropolitana. El nuevo patrónde poblamiento y de ocupación del espacio se caracterizó, entonces, por unnuevo tipo de insularización y de dependencia que no se fundamentaba en lapreservación de la geografía del archipiélago sino en la integraci6n f(sica delas regiones por medio de un nuevo sistema vial y transportador y en la ex-pansión de la frontera latifundista y territorial hacia los territorios baldíos dereserva, en la medida en que los productos forestales y pecuarios se incorpo-raron también en la economía capitalista de mercado. A esta altura del aná-

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lisis, es nece ario precisar el concepto de que si bien la hegemonía industrial,comercial, naval y financiera de Inglaterra correspondía al ciclo a censionaldel capitalismo competitivo y en las postrimerías del siglo XIX comenzaba aver e amenazada por los impetuosos avances de otras naciones capitalistas30,

en lo insularizados países latinoamericanos funcionó siempre esa hegemo-nía dentro de marcos y condiciones monopoli tas desde lo albore mi mode las guerra de independencia y de la instauración -o re tauración- de laRepública Señorial. En realidad la América Latina no conoció nunca -a tra-vé de u historia- ningún tipo de capitalismo competitivo, ya que ellibera-lismo económico practicaba por el e tado eñorial u oligárquico fue el meca-nismo por medio del cual pudieron pre ervarse la antiguas forma mono-pólica y establecer e otras nueva . De otra parte, la formas de dominacióninglesa sólo podrían comprenderse, históricamente, en la medida en que sela sitúa en un adecuado contexto hi tórico, entre el colonialismo tradicionaly el moderno imperialismo.

El nuevo patrón de poblamiento y de ocupación del esapacio -así como laarticulación de un nuevos i tema vial y transportador a partir de la línea fe-rrocarrilera- inició la alteración de la demografía tradicional de carácter es-tacionario (en cuanto la elevada mortalidad operaba como mecani mo co-rrectivo de la elevada natalidad), al de encadenar oleadas de corriente mi-gratorias hacia los territorios vacíos de la primeras y vitale áreas de reserva:la pampa húmeda argentina, el cinturón subtropical ecuatoriano, las laderasmedias de la cordillera andina en Colombia, el ur chileno de lo bo ques yde los lagos, lo valle costeño o la ceja de selva en el Perú, la terras roxas olas regione propicias a la colonización europea en el ur del emicontinentebrasilero. Se constituyó así no ólo un activo mecanismo de integración yoldamiento de regione antes incomunicada e in ulare , ino un método de

reproducción y de ampliación de la frontera latifundi ta incorporada a unaeconomía de mercado. Este impulso colonizador fue articulando la nuevaestructura agraria exportadora, estimulando el reacomodo espacial de la po-blación y desencadenando las presiones que, entre los finales del XIX y lasprimeras décadas del XX, tran formaron el sistema vial y transportador enuna infraestructura de integración física hacia adentro vale decir, orientadashacia la sustentación de un sistema nacional de mercado, integrado y cohe-rente, dotado de elementos racionales de cuenta y medida y capaz de asegu-rar una mínima modalidad de los productos primarios, las manufacturas, eltrabajo, los servicios y los capitales. En e te proceso histórico, no ólo hizocrisis la República Señorial-atrapada en la contradicción entre su anacróni-ca naturaleza social económica y política y la imprevista magnitud de loproblemas relacionado con la progresiva integración al mercado capitalistamundial- sino el sistema tradicional de los mercados LocaLesy lo hábitos se-

30. Sobre la teoda del imperialismo, Simposium de P. Sweezy, H. Magdoff, A.G. Franks, E.Galeano y J. M. Vidal Villa, Monthly Review, Barcelona, 1977, p. 5.

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ñoriales del simple acaparamiento de tierras y de atesoramiento de bienessuntuarios y metales precio o . Con la nueva economía de mercado entrabaa operar un nuev? modelo de acumulación capitalista.

Sin embargo, la crisis de la República Señorial se produjo tardíamente,cuando nuevas fuerzas sociales -burguesía y proletariado, clases medias ur-banas y rurales, campe inado sin tierra- e apoderaron de la e cena políticay acometieron el relevo de la aristocracia latifundista o de la oligarquía bur-gue a y terrateniente formada en el ámbito de ese confu o ciclo histórico.Con esta fuerzas sociales y las nuevas forma de organización política, in-gre aron al escenario de las ideología latinoamericanas renovados concep-to del e tado, del derecho, del desarrol1o capitalista, de la estructura espa-cial y de la población. Sólo entonce se puso en evidencia la incapacidad delas cla es dominantes para comprender los nuevos proce os históricos enque estaban involucradas las sociedade latinoamericana : ya Colombia ha-bía perdido a Panamá -por la ab oluta incapacidad de formular e política-mente el enorme problema del Istmo, del canal y del ferrocarril interoceáni-co- y desconocía radicalmente la importancia de asentar e obre do océa-no , obre los liano orientale y obre la cuenca amazónica; ya Bolivia ha-bía perdido al Acre y el litoral sobre el Pacífico; y ya Ecuador había perdidolos acce o geográficos al río Amazona .

c. El moderno ciclo de dominación imperialista y de integración física de lospaíses latinoamericanos. Del sistema señorial de mercados locales al siste·ma capitalista de mercado, en sus formas nacionales y trasnacionales

La primera posguerra mundial constituyó para la América Latina -yenparticular para lo países centroamericanos, antillanos y andinos- no sólo elciclo de final agotamiento de la República Señorial y de súbito ingreso delescenario en el siglo XX, sino la impetuosa iniciación de un nuevo ciclo his-tórico: el caracterizado por una definitiva conformación de la estructura pri-mario exportadora (agrícola, pecuaria, minera, petrolífera) enmarcada enel esquema imperial de división internacional del trabajo por una integra-ción física de los paí es a través del modernizado sistema de vías y transpor-tes (ferrocarriles, carretera, y vehículos automotores) y por un vertiginosotránsito entre la insularidad interna de la red de mercados locales y la articu-lación nacional de un sistema capitalista de mercado31•

De de luego, este tránsito histórico no constituía sólo un cambio de escalao de nivel de operaciones del mercado -de acuerdo con las nocione pura-mente cuantitativas y formales- sino una modificación estructural, tanto enlos modelos de acumulación y de concentración económicas, como en el tipode relaciones sociales, en el grado de expansión institucional (incorporación

31. En su obra clásica sobre El desarrollo del capitalismo en Rusia, V. l. Lenin demuestra la re-lación existente entre la expansión y transformación del mercado interno y el grado de de arro-llo capitali ta: tal es la importancia histórica que asigna a la organización y expansión de la eco-nomía de mercado.

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de productos, manufacturas, trabajo, servicios, capitales) o en el crecienteempleo de las sofisticadas técnicas de comercialización propagadas por me-dio del modelo metropolitano de sociedad de con umo ( istemas de cuenta ymedida, clasificación y tipificación de productos, estandarización de calida-des, patrones monetario y crediticios~ formación de precios).

Sin una objetiva comprensión de la naturaleza, profundidad y alcances desemejante cambio estructural, no podrían determinarse, críticamente, lasinterrelaciones existentes entre los procesos de formación de una economíanacional de mercado y la'trasnacionalizaci6n de las corporaciones metropoli-tanas a través de las cuales se han diseñado e in trumentado las nuevas for-mas de dominación imperialista. Lo que equivale a decir que las economíasnacionales de mercado fueron organizándo e como formas espec"ificas den-tro de cada país, pero articuladas -en sus raíces y en sus centros más dinámi-cos- a un esquema de división internacional del trabajo que ha comprendidoal mercado mundial pero ha operado a través de los intereses, la ideología, ylos patrones de la nación metropolitana. Por lo demás han sido éstos los ele-mentos que podrían definir la naturaleza de la hegemonía norteamericana entérminos no sólo latinoamericanos o hemisféricos sino del capitalismo comosistema mundial.

El nuevo ciclo histórico se inició con la excepcional expansión del merca-do mundial en la coyuntura de posguerra -provocando en los paíse latinoa-mericanos un notable desarrollo de su capacidad exportadora y de sus fuer-zas productivas- pero no fue esta circunstancia la que definió la naturalezade este proceso, sino el hecho de que se había producido un cambio cualitati-vo en el capitalismo, expresado en tres fundamentales acontecimientos: elhaber llegado a una fase superior y monopolista, el haber conquistado losmás altos niveles en la revolución industrial y tecnológica y el haberse trasla-dado el centro hegemónico -a escala planetaria- de Inglaterra a los EstadosUnidos. Si bien la América Latina no conoció nunca en su historia algunaforma de dominación no fundamentada en las prácticas monopolistas - eco-nómicas y fiscales-la hegemonía norteamericana se diferenció -radicalmen-te- de la inglesa, aún en el caso de la introducción de un modelo de enclaveneocolonial, en la producción y exportación de productos agrícolas tropica-les como el banano y el azúcar o de productos energéticos como el petróleocrudo. Por medio de las economías de enclave, la nueva metrópoli estableciósus primeros articulados mecanismos de control sobre las fuentes e tratégi-cas de exportación de bienes primarios (agrícolas, mineros, petrolífero ), almismo tiempo que se apoderó del mercado de manufacturas, ervicios y tec-nologías (participando en la progresiva ustitución de lo bienes de consumopor los bienes intermedios y de producción, en la medida en que fue toman-do cuerpo la industria manufacturera) y promovió, en gran e cala, la moder-nización capitalista del Estado, de la economía de mercado y del sistema deempresa.

En última instancia, fue éste el ciclo en que se difundieron masivamentelos modelos organizativos, tecnológicos, culturales y consumistas de la me-

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trópoli: de ahí que las operaciones de modernización capitalista compren-dieron a la totalidad de componentes económico culturales, sociales y polí-ticos de las sociedades latinoamericanas, desde la infraestructura de integra-ción física hasta los aparatos educacionales, la organización de la banca y delmercado financiero (transfiriendo el modelo metropolitano de la banca cen-tral, a través de la misión Kemmerer que operó, consecutivamente, en Co-lombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Bolivia y Perú) y los instrumentos y ór-ganos operacionales del Estado (contables, estadí tico ,administrativo ,es-pecialmente en las líneas del control presupuestal y financiero).

Las vastas operaciones de modernización capitalista -que simultánea-mente cubrieron los ámbitos del Estado y del aparato productivo y comer-cial- sentaron las bases del modelo que, a partir de la segunda posguerramundial, se constituiría definitivamente como un tipo específico de capita-lismo dependiente: en cuanto a la inserción de las nuevas formas de asocia-ci6n, acumulaci6n y concentraci6n capitalistas; en cuanto a la inmediata vi-gencia de los nuevos patrones de integración vertical de cada país con la me-trópoli (bilateralismo radical, pese a la coexistencia con formas multinacio-nales como la ALALC o el SELA); en cuanto al desarrollo de un tipo de in-dustrialización enmarcado en el esquema metropolitano de división interna-cional del trabajo, fundamentado en el colonialismo tecnológico (industria-lización sin investigación científica y sin capacidad de descubrir unos propiosy originales modelos de organización y de tecnología) y estructurado, final-mente, alrededor de las corporaciones trasnacionales de la metrópoli; yencuanto al desencadenamiento de un acelerado proceso de urbanizaci6n alu-vional - torrencial y anárquico- en el que el sistema urbano-industrial fuetransformándose en el núcleo ector del desarrollo capitalistaJ2•

l. La dinámica de la integraci6n flsica y la economla de mercadoDe acuerdo con los términos y categorías conceptuales en que se funda-

menta este análisi, la profundidad histórica del cambio -en la primera pos-guerra- no se debió a causas coyunturales, sino a una modificación en la es-tructura misma del capitalismoJ : pero esta posición teórica no niega la im-

32. Sobre el proceso de industrialización dependiente, consultar A. García, "Industrializacióny dependencia en América Latina", en Atraso y dependencia en América Latina, op. cit., p. 279.De de el punto de vi ta de e te análisi ,se parte de una diferenciación conceptual entre empre·sas o corporaciones trasnacionales (la que operan en una diversidad de paf es pero se conducenpor medio de un centro político de decisiones - articulado a lo aparatos del imperio- y dentrode los marco de una e trategia hemisférica o mundial) y la empresas o corporaciones multina·cionales, que son el producto de los aportes financiero-tecnológico de una comunidad de paf·es y e conducen por medio de un istema de participación multinacional en la gestión econó·

mica y en la toma de decisiones.

33. En recientes simpo ium obre "El imperialismo hoy" en que participaron Samir Amin, P.M. Sweezy, H. Magdoff, A. G. Frank, E. Galeano y J. M. Vidal Villa Monthly Relliew, sep.1977, Barcelona, p.9), se afirmó que "del mismo modo que la concentración de capital dió un

- salto cualitativo hacia adelante a finales del siglo XIX, otro tanto ocurrió con el carácter globaldel capitali mo".

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portancia de la coyuntura de po guerra, en cuanto generó los elemento yfuerzas indispensables para la definitiva con olidación de la estructura agra-rio-exportadora y para la apresurada y i temática con trucción -en cerca dedos décadas- de una infraestructura de integraci6nfísica. Semejante procesono podía limitarse al soldamiento de regiones insulares y a la integración dela de articulada red de mercados locales en que con i tía la economía deasentamientos urbanos, in trumenfando el trán ito entre la ciudad eñorial-estratificada, inerte y sin verdadera dinámica interna- y la ciudad capitalista,inspirada ideológicamente en la imágenes de la urbanización metropolitanapero estructurada prácticamente de acuerdo con las condicione de funcio-namiento del capitalismo del subdesarrollo. Este re ulta, en con ecuencia,un elemento clave para analizar los cambios en los patrone de ocupacióndel espacio, en la dinámica poblacional y en la definición de nuevos tipos deasentamientos urbanos y rurales.

En este nuevo ciclo y en esta nuevas condiciones hi tórica ,se hizo posi-ble la superación de ese si tema transportador que expre ó lo intere e ,lasforma organiza tivas y los niveles de tecnología del imperio inglé - en cuan-to a lo países latinoamericano carecían en el siglo XIX de fuerzas internascon capacidad de participar en el di eño y orientación de e e sistema- intro-duciéndo e la carretera y el vehículo automotor como e a formas originalesque estaban expresando la revolucionaria tecnología industrial de los Esta-dos Unido . La trascendencia histórica de e ta innovación - para la AméricaLatina- consistió en que creó las condicione fí ica y económicas para quepudie e transformarse el modelo de de arrollo capitalista hacia afuera -elque podría tipificar diver a cla es de economías coloniales- en un modelode desarrollo capitalista hacia adentro, caracterí tico, de las economía nocoloniales pero articuladas, a escala mundial, dentro del modelo de capita-li mo dependiente. La modernización del sistema vial y transportador ad-quirió no sólo un nuevo sentido, sino una naturaleza diferente: mientras enel siglo XIX obedeció a la exigencias fundamentales del comercio de expor-tación e importación, a los intere es del imperio y a las leyes de hierro del es-quema inglés de división internacional del trabajo (tan sutilmente mitifica-das en la Economía Política inglesa), en el nuevo ciclo empezó a respondertambién a las necesidades internas de conformación de una economía capita-lista de mercado, dentro de cada país. La complementación de lo ferroca-rriles ingle es (cables aéreos, barcos a vapor, instalaciones portuaria ) conun si tema de tan extraordinaria movilidad como el de las carreteras, propa-gó de inmediato el uso masivo de lo vehículos automotore -con el estímulocomercial y el apoyo financiero tanto de la industria más dinámica de lo Es-tados Unidos como del enclave norteamericano ocupado en la producción yexportación de petróleo y en la refinación de gasolinas para el mercado in-terno- y abrió las puerta del nuevo proceso de urbanización, de indu triali-zación sustitutiva, de formación de una agricultura orientada hacia el abas-tecimiento del mercado interno de materias primas (algodón, azúcar, sorgo,fibras, productos oleaginosos), de reestructuración del aparato bancario y

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del mercado financiero, así como de modernización de los órganos contralo-res, interventores y operacionales del E tado.

El vehículo automotor fue el punto de apoyo del nuevo ciclo de desarrollocapitalista fundamentado no sólo en las exigencias y dinámica de las relacio-nes internacionale de intercambio, ino en la necesidades de expansión delmercado interno, sumini trando los elementos indispensables para la dina-mización del nuevo proceso: el de ensanche territorial de las ciudades, reor-denamiento urbano y definición de unas áreas metropolitanas internas concapacidad de expresar las tendencias de concentración económica y de cen-tralización geográfica de la población, las in talaciones industriales, lo apa-ratos de control cultural y político; el de apertura acelerada de la frontera te-rritorial y agrícola por medio de la colonización e pontánea -a costa de loscampe inos sin tierra- y de la ocupación virtual de los territorios inexplora-dos y baldíos de la periferia por la corporaciones trasnacionales o la nuevaoligarquía burgue a y terrateniente; el de progresiva incorporación de la tie-rra en el istema capitali ta de mercado (complementándo e el efecto de lasreformas agraria liberale del iglo XIX, inspirada en la filosofía de la de-samortización de bienes de mano muertas) y el agresivo desplazamiento delas economías campesinas (minifundista , comuneras, tenedoras en preca-rio, sedentarias o nómada) hacia las regiones marginales o de refugio34•

Sin la presencia de e to elementos generados en la primera fa e de la mo-dernización capitalista, no habría podido integrarse el mercado interno, nihabría tenido suficientes base de sustentación la industria manufactureraen la década de los años treinta, ni habrían podido desatar e como un aludlas torrenciales y anárquicas corrientes migratorias, ni habría podido modi-ficarse la estructura de la población, ni se habrían transformado las ciudadesen la espina dorsal del de arrollo capitalista en América Latina. Dentro deestas condiciones históricas se produjo el mayor reacomodo e pacial de lapoblación en la historia latinoamericana, tanto en el sentido de formación ydesarrollo de un tipo de moderna ciudad capitalista (en la que fue concen-trándose, progresivamente, el mayor volumen de población activa, la mayorcapacidad industrial, el más enérgico poder de decisión y los ritmo más ace-lerados de crecimiento), como en el de ocupación o apropiación de territo-rios baldíos (propiedad pública) por la vía de la colonización espontánea, dela expansión latifundista o de las concesiones territoriales -en gran escala- alas trasnacionales de la metrópoli. Si bien no coinciden los marcos cronológi-co ,ha ido en este ciclo cuando Buenos Aires dejó de er la gran aldea paraestructurarse como la ciudad de gran empaque y como el puerto de transfor-mación y exportación de carnes, lanas y cereales; cuando Montevideo ganóel rango de una de las ciudade más modernas de la América Latina y benefi-ciaria de un proceso de industrialización más original y mejor centrado en el

34. Gonzalo Aguirre Beltrán, Las regiones de refugio, Ed. In tituto Nacional Indigenista, Mé-xico, 1967.

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proyecto batl/ista de capitalismo de Estado: cuando Lima abandonó el ca-rácter de ciudad virreinal para operar como sede comercial y financiera delos enclaves agrícolas, mineros y petrolíferos; cuando el eje urbano Valpa-raíso-Santiago de Chile pudo alimentarse con la dinámica del alitre y del co-bre; cuando el puerto de Guayaquil fue impulsado por el impacto de las ex-portaciones de cacao y de productos forestales; o cuando Medellin y Cali -lo-calizadas en la cabecera de las dos grandes rutas colombianas de exporta-ción, sobre el Atlántico y sobre el Pacífico- financiaron su industrialización ysu impetuosa transformación urbana con la agricultura cafetalera. esto es,con el trabajo de los campesinos antioqueños que colonizaron las vertientesandinas del occidente.

2. Los modelos preindustriales de modernización capitalista de la agriculturaLa modernización capitalista de la agricultura - antes del ciclo de la indu -

trialización sustitutiva y de la agroidustria- tuvo dos grandes expre ioneshistóricas: una, la estructura exportadora formada por medio de la moviliza-ción de fuerzas sociales internas campesinas y burguesas -a lo largo del sigloXIX y primeras décadas del XX y cuya integración al mercado mundial serealizó por intermedio de las grandes firma inglesas (a finales del siglo sehizo notable la penetración alemana en líneas alimenticias como la del café,tanto en Colombia, como en Venezuela, Guatemala, etcétera)-; y otra, elsistema neocolonial de la plantación, caracterizado por la participación di-recta de las corporaciones trasnacionales en la producción y exportación deproductos como el banano y el azúcar, a través de una econom(a de enclave yde una absoluta integración vertical al mercado de la metrópoli. En la prime-ra forma, el sistema se apoyó en la organización productiva de unas nuevasclases agrarias (formadas a partir de una matriz poblacional como era elcampesinado minifundista, comunero o sin tierras), en la ocupación de laprimera línea de tierras interiores de reservas (laderas de la cordillera andi-na, ceja de selva, yungas bolivianas, etcétera) y en la absoluta hegemonía in-glesa sobre las operaciones de comercialización interna y externa: dentro deeste esquema de dominación, el Imperio estimuló -indirectamente-la ocu-pación de los territorios vados del interior de los países (los de más fácil ymenos costosa colonización) así como los más importantes procesos de colo-nización interior, a costa de imponer sus patrones de comercialización y suexigencia de elevada participación metropolitana en el excedente económi-co. El sistema de plantación se introdujo desde los principios de siglo peroadquirió una plena vigencia al instaurarse la hegemonia norteamericana ydefinirse los rasgos de esta forma colonial de dominación imperialista, enpaises en los que aún estaba operando la Republica Señorial, el latifundismode colonato y el sistema arcaico de mercados locales. Fueron estos marcoshistóricos los que hicieron viable, históricamente --en países tan diversoscomo Costa Rica u Honduras, Guatemala o Colombia, Panamá o Ecuador-el funcionamiento del sistema de enclave neocolonial caracterizado por laocupación de nuevos territorios no incorporados a la econom(a capitalista demercado, la posibilidad de reclutamiento de una mano de obra campesina no

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acostumbrada al salariado u originaria de patses con más agudos problemasde ocupación y de tierras, la garantía de un régimen excepcional de exencio-nes fiscales y privilegios arancelarios, y el estricto control sobre la totalidadde procesos (de producción, comercialización, procesamiento, exportación,libre disponibilidad de divisas obtenidas en las ventas externas), sobre la to-talidad de infraestructura física (depósitos, ferrocarriles, instalaciones por-tuarias, riego y drenaje) y sobre la totalidad de lo asentamientos humanos,en aplicación si temática de patrone coloniales de integración vertical almercado de la metrópoli. La política de ocupación de nuevos territorios va-dos -de propiedad fiscal y no incorporados a la economía capitalista de mer-cado- permitió a las trasnacionales acaparar enormes extensiones de tierracultivable por medio de la adjudicación gratuita o emigratuita de parte delEstado y pudiendo con ervarla -en una elevadísima proporción35- como tie-rras de reserva: en este preciso sentido utilizó los patrones latifundistas deacaparamiento de tierras y de subempleo de los recursos físicos disponibles.Semejante política de adquisición de tierras gratuitas y no incorporadas a laeconomía capitalista de mercado -utilizada en Ecuador, Colombia, en Pa-namá, en Costa Rica, en Guatemala o en Honduras- limitó la inversión delas trasnacionales al desbosque y la preparación de tierras e hizo posible ladestinación de sus recursos financieros a la construcción de la infraestructu-ra física y al control de la totalidad de mecanismos de operación interna y ex-terna. El régimen excepcional que obtuvo de los Estados en materia fiscal,tributaria y aduanera, no solo eximió a las trasnacionales del pago de im-puestos o del registro de operaciones de exportación e importación (tanto enlos países centroamericanos como en los del Caribe), sino que permitió suorganización como enclave neocolonial, con un territorio operado sin res-tricciones, con puertos propios y con relaciones directas con los centros demando instalados en la metrópoli. Dentro de estos marcos coloniales, se de-finió la política de la trasnacionalización del mercado del trabajo -una formasingular y manipulada del mercado paralelo- así como las modalidades delasentamiento humano, urbano y rural. El mercado de trabajo organizadopor las trasnacionales del enclave, se fundamentó en dos elementos: la pro-letarización de unas ciertas capas del campesinado local (formada en los pa-trones latifundistas de las aparcerías y del peonaje) y la importación de unamano de obra fácilmente manipulable por las condiciones de ilegalidad o porlos niveles particularmente degradados del mercado de trabajo en los paísescampesinos de origen. En Honduras, por ejemplo -país que entre 1914 y

35. En Guatemala, en Hondura o en Ecuador, el subempleo ha seguido de cerca lo patronelatifundistas. En la costa del Ecuador, de 32.000 has del enclave bananero, apenas se utilizaron12.000 has en cultivo yen pradera natural para una ganadería de pastoreo y el resto se conservócomo tierra de reserva. En Cuba -no ob tante la elevada valorización comercial de la tierra y elcontrol ejercido por las trasnacionales azucareras sobre el 60 o el 70% de la tierra cañera de laisla- se utilizó la mitad del territorio disponible en plantaciones y la otra mitad en praderas natu-rales y t~rras de reserva. El subempleo de los recursos físicos -igual que el acaparamient()- haservido tanto para caracterizar la naturaleza latifundista de la plan/ation como los alcance de lamodernización capitalista por medio del modelo del enclave neacolonia!.

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1924 fue transformado por la trasnacionale en el principal exportador debananos del mundo36- la formación del proletariado agrícola se realizó pormedio del reclutamiento interno de campesinado, de la importación de tra-bajadores negro del Caribe y el enganche anual de 5 a 6 mil jornalero al-vadoreños. Esta notable ma a de trabajadores alvadoreños y antillanospermitió al enclave bananero disponer de una planta e table y propia defuerza de trabajo, de una masa laboral de re erva y de una población campe-sina extranjera que fue asentándo e en las frontera físicas de la plantation yabasteciéndola de alime.nto . En la década de los año treinta, de aproxima-damente 5000 trabajadore de la Tela Railroad Co., cerca de 3200 eran hon-dureños y el resto salvadoreños, centroamericanos y antillanos. Un puntoclave en 10 nuevos patrones de poblamiento y de ocupación del e pacioempleados por la trasnacionale ,fue el de la concentración de la poblaciónobrera en un tipo de poblado colonial o semicolonial, no ólo por su localiza-ción geográfica como un centro interior del enclave, sino por su carácter deformación cerrada, sin libre acceso al mundo exterior y dentro del cual exis-tió un absoluto control sobre la circulación monetaria y el tipo de mercadolocal.

Tanto en los enclaves bananeros de la co ta atlántica de Colombia o de lacosta ecuatoriana del Pacífico o de los paí es centroamericanos y antillano ,de empeñó un papel central el pago del salario en bonos y el sistema de comi-sariatos: se neutralizó a í la adopción de un istema de salario monetarioalto (de de el punto de vista de los niveles locales de remuneración del tra-bajo) y se creó un mecanismo comercial por medio del cual el enclave pudoretener los salario , introducir nuevos hábitos consumi ta y ejercer un e -tricto control sobre la economía familiar de 10 trabajadores. La estructurade este tipo colonial de a entamientos y de poblado -10 mismo en los com-plejos agroindu trias de la Co ta Peruana que en la plantacione de Panamáo de Hondura - podría explicar el fenómeno de un débil de arrollo capitali -ta del contorno estructural de la plantation37, y de un carácter cerradoy inmovilidad interna del a entamiento urbano.

La experiencia histórica de la plantation en América Latina demuestra enqué medida la introducción de una moderna tecnología agrícola y de un mo-derno mercado del trabajo, produjo nece ario efectos en la transformacióny en el desarrollo capitalista del campo latinoamericano. Desde luego, tuvouna enorme importancia la aplicación de modernos patrones de coloniza-ción y de ocupación de territorios vacíos localizados en el interior de los paí-se , así como la ustitución -primero en e cala regional y luego nacional ytra nacional- de 10 tipo de concentración señorial característicos dellati-

36. Mario Pozas, "El enclave bananero en Honduras, aspectos económicos y sociale ", en:Lecturas sobre la rea/idad nacional, Edil. Universidad Nacional Autónoma, Tegucigalpa, 1977,pp. 34-36.

37. Edelberto Torre Rivas, Poder nacional y sociedad dependiente, Estudio Sociales Cen-troamericanos, No.·S. San José, osta Rica, 1974, p. 45.

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fundismo de origen hispanocolonial por los modernos tipo de concentra-ción capitalista, lo que empezaron a operar tanto en el ámbito de la propie-dad obre la tierra como en lo diversos circuitos de la economía de merca-do. En última instancia, fue el de arrollo de formas avanzadas de concentra-ción capitalista lo que pudo impul ar el tránsito entre el antiguo ordenamien-to poUtico-económico de las regiones dentro de cada país y el nuevo ordena-miento territorial a partir de lo procesos de urbanización e industrializacióny de la conformación de un sistema urbano-industrial. Las ciudades metro-politanas -en este último ciclo- fueron transformándose en el centro rectotde aquellas áreas en que han ido centralizándose la población, la industria, elmercado, la cultura y el poder político y determinando la jerarquización delas diversa regiones, no en cuanto a u disponibilidad natural de recursos,sino en cuanto a su localización dentro del proce o de desarrollo capitalistaen término nacionale y hemisféricos. E te se ha constituído, preci amen-te, en el esquema de ordenamiento físico-económico de las regiones y de ar-ticulación de los proce os de urbanización y metropolización caracterí ticosdel modelo latinoamericano de capitalismo dependiente.

Semejante cambio en lo patrones de poblamiento y de ocupación del es-pacio, no sólo desencadenó los primero fenómeno migratorio del campe-sinado -a través de la construcción de las modernas vías de comunicación yde la introducción en el campo de alternativa salariales al régimen de traba-jo señorial de colonato, peonaje y apercerías- sino centró el proce o deapertura capitalista en una creciente demanda de mano de obra a alariada,en los campos y en la ciudade . Esta exigencia objetiva y creciente de un ma-yor volumen de población activa, se constituyó en una de las fuerzas motorasque provocaron la modificación del Estado simple de poder -característicode la República Señorial y oligárquica- y la introducción de nuevos órganosy servicios, inspirados en la propagación -a partir de la gran depresión de losaños treinta y de la experiencia norteamericana del New Deal- de ideologíaspopulistas, paternalistas y asistenciales. Las nuevas políticas sanitarias im-portadas desde la metrópoli a los más bajo costos (ya que no exigieron a losE tados latinoamericanos ningún esfuerzo de investigación científica o téc-nica), abrieron el ciclo de la aplicación masiva de vacunas, de antibióticos yde suero ,que redujeron drásticamente las tasas de mortalidad y generaronuna demografía de excedentes poblacionales, esto es, la demografía caracte-rística de un desarrollo capitalista que exige la sobrepoblación relativa, laformación y expansión de un ejército laboral de reserva38• Era claro que este

38. "La acumula~ión capitali ta como se sabe (dice Alonso Aguilar en Capitalismo, mercadointerno y acumulamiento de capital Ed. Nuestro Tiempo, México, 1rn6, p. 97), no sólo permitesino que requiere de una sobrepoblación relativa, de una sobreoferta de mano de obra para po-der desenvolverse. De ella y de sus oscilaciones en relación a la fuerza de trabajo ocupada de-pende en buena medida el nivel de los salarios, la tasa de explotación y de ganancia y por lo tan-to la distribución social del ingreso. Pero cualquiera que sea la magnitud de esa oscilacione y-podría añadirse- aún la influencia que el optar por unos u otros método de producción ejerzasobre el nivel de empleo "la población obrera crece siempre más rápidamente que la necesidadde explotación del capital". Marx, El capital, t.l. vol. 111.pp. 713-714.

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problema de la necesidad de la sobrepoblación relativa y de un ejército labo-ral de reserva -en los campos y en la ciudade - no podría ser visualizado anivel de oligarquías o de órgano tradicionales del E tado (dados lo nivelesideológicos en la década de lo año veinte, aún en el ca o de los paí es queaparecían como los más modernizado en la América rio-platen e y aus-tral), pero si al nivel de lo órgano ideológicos y conductores del imperio:ésta es la razón de que tanto la política de aceleración de la tasa de creci-miento demográfico por la vía de la utilización ma iva de recur o metropo-litanos - caracterí tica de e ta época- como la contemporánea de control na-tal -enderezada a frenar un crecimiento poblacional que amenaza la e tabili-dad del capitalismo en su conjunto- e ha originado en la agencia rectorade la metrópoli y ha movilizado, en con ecuencia órgano multinacionales-como el Banco Mundial o el Banco Interamericano- que se in piran en lami ma filo ofía metropolitana de de arrollo.

d. La conformación histórica d I modelo latinoamericano de capitalismo de-pendiente. El ciclo de trasnacionales y del sistema urbano-industrial.

1. Cambios en el mercado capitalista y proceso de trasnacionalizaci6n

La conformación histórica del modelo de capitalismo dependiente corres-ponde a la plena inserción de la tra nacionales en los núcleos más dinámicodel aparato productivo y del mercado interno de los paíse lationoamerica-no • a la transformación de la oligarquía industrial-financiera en el grup0hegemónico dentro del bloque de clases burgue as y terratenientes, a la ple-na articulación del si tema urbano- industrial y finalmente, a la definiciónde lo perfiles del capitalismo monopolista de Estado y de las formas popu-listas y autoritarias compatible con dicho modelo latinoamericano de creci-miento. Estos proce os adquirieron meridiana claridad a partir de la coyun-tura histórica de la segunda po tguerra mundial, pero sus matrices y antece-dentes podrían localizarse en los tipo de urbanización y metropolizaciónque expre aron los cambios profundo en la imagen fí ica, económica y so-cial de América Latina, como en los rasgo y limitacione de la primera fasede industrialización sustitutiva promovida por fuerza ociales intenias (enun período de depresión y bloqueamiento de la economía metropolitana y,de consiguiente, del esquema imperial de división internacional del trabajo)y enderezada a producir manufacturas de consumo para un mercado internopreexi tente y in posibilidades de abastecimiento por la vía tradicional delas importaciones 9. Al nivel hi tórico de la segunda posguerra mundial, yase había agotado e te modelo y se iniciaba una segunda fase de la industriali-zación, caracterizada por la sustitución de las importaciones de bienes inter-medio y de capital-las de más alta den idad de valor y má compleja tecno-logía- no a través de la movilización de fuerzas ociales internas sino de la in-

39. Consultar A. García "Indu trializaci6n y dependencia" en Atraso y dependencia en Améri-ca Latina. Hacia una teoria latinoamericana del desarrollo. Edil. Ateneo. Bueno Aires. 1973.

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ternalización de las corporaciones trasnacionales que por esta vía pudieroncontrolar, hegemónicamente, el proceso de industrializaci6n básica, las im-portaciones de bienes de capital y de materias primas desde la Metrópoli y latransferencia de tecnologías atadas al modelo de industrialización y al siste-ma metropolitano de patentes y marcas. Esta nueva situación histórica ex-presaba la asociación de dos proceso simultáneos, articulados a través delaparato comercial tecnológico y financiero de las corporaciones trasnacio-nales metropolitanas: el de internalización de esas corporaciones dentro delas formas organizativas de cada país (aparato productivo, mercado patro.nes de cultura, medios de educación y de comunicación social) y el de trasna-cionalización, al operar como mecanismos de instrumentación de la nuevasformas del capitalismo monopolista a nivel de mercado mundial. Es a partirde e te reconocimiento -el de plena articulación de los procesos relaciona-dos con el contorno global del capitalismo y con las formaciones sociales es-pecíficas de lo países subdesarrollados y dependiente - que se posibilita elanáli is crítico y la objetiva definición de las nuevas relaciones de dependen-cia, a í como la caracterización de lo nuevos proce o de concentración ycentralización económicas o de aplicación de los nuevos patrones de integra-ción, a nivel latinoamericano o el ámbito del nuevo esquema imperial de di-visión internacional del trabajo. La operación de la corporación trasnacio-nal40 como la célula del imperialismo contemporáneo y la articulación de losproce o de internacionalización y de internalización de la economía capita-lista -en términos latinoamericanos- ha implicado un cambio cualitativo enlas modalidades del imperiali mo, en los alcance prácticos de la monopoli-zación y en los métodos de acción en el mercado mundial.

No quiere afirmarse en este análisis que el actual tipo histórico de imperia-lismo ea diferente al estudiado ~esde finales del XIX y que se está en pre-sencia de una nueva fase del imperialismo, en principios del XX por Hobson,Hilferding o el propio Lenin -sino que ha sufrido ciertas transformaciones elesquema de divi ión internacional del trabajo, en donde el fenómeno cen-tral no es la exportación de capitales y en la que la formación de una oligar-quía industrial-financiera caracteriza tanto a los países capitalistas desarro-llados, a la nación hegemónica y a los países de capitalismo subdesarrolladoy dependiente. "La internacionalización de la economía -como tendenciafundamental en la fase actual del capitalismo- establece un mercado mun-

40. Theotonio Do Santos. Imperialismo y dependencia. Edil. ERA. México, 1977, p. 74 Yss.Para diversos teóricos latinoamericanos, es lo mismo hablar de empresas internacionales, tras-nacionales o multinacionales. Desde luego, esto es cierto i se identifican de la misma maneralos actuale fenófnenos del imperialismo y de la trasnacionalización -o intemacionaJización- delas relaciones capitalista ; sm embargo, la identificación teórico-ideológica de estas diversasexpresiones, sólo ha servido para crear confusiones conceptuales y para facilitar la equipara-ción de do tipo de empresas radicalmente diferente: las trasnacionales, calificadas certera-mente por Dos Santos como "células del imperialismo contemporáneo" y la multinacionales,que en e tricto sentido son el producto de una asociación de esfuerzos, capitale y proyectos ori-ginado en una diversidad de países y que, de otra parte, se administran o conducen por mediode un sistema de gestión multinacional.

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dial de mano de obra, bienes, servicos y capitale y afecta de esta manera alciclo del capital", dice Theotonio Dos Santos al analizar los actuales proce-sos del imperialismo y de la dependencia41• "Como la producción capitalistaes siempre un momento de desarrollo del capital -agrega- ella e ,al mismotiempo, determinante del capital y determinada por él. Lo proce os de in-ternacionalizaci6n de la economía y del capital se desarrollan a í, paralela-mente, en un movimiento dialéctico. La formación de las empre a multina-cionales son exactamente aquellas que han logrado un mayor grado de con-trol monopólico del mercado interno de sus paí e y on la más concentra-das, excepto las raras excepciones de la empresas que se formaron ya enfunciones del mercado internacional. Multinacionali mo, concentración ymonopolio están unidos y conforman las tendencias principales de la econo-mía mundial contemporánea". Ahora bien: en la medida en que Ha ido de a-rrollándose la economía capitalista mundial y en que ha ido conformándo eel modelo de capitalismo subdesarrollado y dependiente, se han profundiza-do las contradicciones entre el sector agrario y de materia prima y el repre-sentado por los grandes centro industriales o manufacturero del capitali -mo a escala planetaria42, y al mismo tiempo --dentro de cada paí - se ha in-tensificado la subordinación de la agricultura (productora de materias pri-mas) al sistema urbano-industrial. En este sentido, se han producido impor-tantes modificaciones tanto en el esquema de división internacional del tra-bajo en la escala mundial de la economía capitalista como en las formas dedivisión del trabajo dentro de cada país, uno de cuyos elementos de caracte-rización ha sido el retraso de la agricultura en relación con la otra rama deLa producción material. Durante el período de 1963-1974, el incrementomedio anual de la producción agraria y de materia prima por habitante, re-presentó en término globale , el 01%, mientra que en la industria manu-facturera el índice corre pondiente se elevó al 3.4%.

Sin embargo, semejante situación de retraso de lo producto agrario y delas materias primas en el mercado capitalista mundial, no ha repre entado lomismo para los países capitalistas. Desarrollado y para lo ubde arrolla-dos de Asia, Africa y América Latina. De una parte, los productos agrícolashan constituído el principal renglón de exportación de América Latina-en

41. Do antos, Imperialismo y dependencia. op. cit., p.79

42. "En el conjunto, cada vez más complejo, de la contradicciones económicas del capitalismocontemporáneo -dice Viktor Rimalov, economista del Instituto de Economía Mundial y Rela-ciones Internacionales de la Academia de Ciencias de la URSS, en "La base agraria y de mate-rias primas de la economía capitalista" Ciencias Sociales, n. 3 Edic. Academia de Ciencias de laURSS, Moscú, 1977, p. 54- han adquirido un papel muy visible la contradicciones en el sectoragrario y de materias primas de la economfa capitalista mundial. La ero ión de las bases colo-niale del imperialismo; el aumento considerable en el perlodo posbélico de la dependencia desus centro industriale ,de la importación de muchos tipos de materias prima industriales y,sobre todo, de recurso energéticos, la aguda esca ez de productos alimenticios en la mayorfade la zonas del Tercer Mundo, la escalada de precios in precedentes en tiempos de paz- de lasmaterias primas y lo producto alimenticios, todo éstos son testimonio de las seria alteracio-nes en el sistema, históricamente creado, de la división internacional capitalista del trabajo"

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DINAMICA DE LA PRODUCCION DE PRODUcrOS

AGRICOLAS y MATERIAS PRIMAS Y DE MANUFACTURAS

INDUSTRIALES EN LA ECONOMIA CAPIT ALISTA MUNDIAL *

1953 1963 1974 1974

(1938-100) (1953-100) (1963-100)0 (1938-100)"

1. In dicesa. de producción de pro-

ductos agrfcolas y ma-terias primas 145 115 129 215

b. de producción de ma-nufacturas indu triales 207 161 183 610

c. de población 121 122 127 187

11. Ritmo medio anuala. producción producto

agrícola y materiaprimas 2.5% 1.4% 2.3% 2.1%

b. producción manufac-turas industriales 4.95 4.9 5.6 5.15

c. Incremento población 1.25 2.0 2.2 1.75

• Calculado por Yearbook of National Account Statiscs, 1972; Statistical Year-book 1971; Statistiscal Yearbook 1974; Monthly Bulletin of Statistics, Feb. 1976.La base agraria y de materias primas de Laeconomía capitaLista. Rimalov, Viktor.Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de la Academia deCiencias de la URSS, Revista Ciencias Sociales, núm. 3, Moscú, 1977, p. 56.

o. E timación.

términos globale - si bien declinó notablemente la participación de la agri-cultura en el ingreso total obtenido por las exportaciones, desde 63.5% en1970 a 37.2% en 197543, po iblemente como efectotle los recientes procesosde diversificación económica; y de otra parte el ritmo de crecimiento de lasexportaciones agrícola latinoamericanas ha sido más lento que el del re todel mundo, con la ola excepción de Africa y el Cercano Oriente en la déca-da pasada. Entre 1963 y 1974, el volumen de la exportación agrícola de

43. Documentos Básicos de Trabajo. VII Conferencia Interamericana de Agricultura Edic.I1CA,Tegucigalpa, 1977, p. 7

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América Latina aumentó a un promedio anual del 1.4% ,mientra la expor-tación agrícola del mundo se incrementó a una ta a del 3.4% -más del doblede la tasa latinoamericana- y la participación de América Latina en la ex-portaciones agrícolas mundiale de cendió del 20.9% en 1950 al 12.6% en1975. Es necesario también señalar que, pese a lo proce os de diversifica-ción de la agricultura de exportación, alguno producto -controlado en sucomercialización por las trasnacionale ,como el azúcar, café, el algodón, lasoya, lo bananos, el maíz y el trigo- han repre entado cerca de las tres cuar-tas partes (73%) de las exportaciones agrícola y e han orientado, de dehace tiempo, hacia la Europa Occidental y lo E tado Unido ••. La profun-dización de la brecha entre la agricultura de exportación (o la productora dematerias primas para la indu tria alimentaria) y la agricultura productora dealimentos primarios destinado al mercado interno de con umidores, ha ori-ginado una tendencia hacia la creciente importación de producto agrícola :esa importación representaba un 37% del valor de las exportaciones agríco-las de América Latina en 1955 y en 1974se había elevado a145% o ea, cercade la mitad del valor total de aquella exportaciones. Esas tendencia de par-ticipación decreciente en las exportaciones agrícola y la importación cre-ciente de producto agrícolas (especialmente de aquellos originado en laseconomía de e cala y más elevada productividad de los paí e capitali tasdesarrollados), no podrían caracterizar e como acontecimientos puramentecircunstanciales de coyuntura, sino como expre iones del nuevo esquemacapitalista de división internacional del trabajo: de allí que el 77% de las im-portaciones agrícola que ha realizado América Latina en lo do últimodecenios, se haya originado en países no latinoamericano ,quebrándo e de-finitivamente el esquema de división internacional del trabajo enunciadopor los economi tas inglese en la era clásica del Imperio y de la RevoluciónIndu tri al. Lo que equivale a decir que, no obstante la modernización capi-talista de la agricultura y la permanencia en el campo de cerca de la mitad dela población activa, lo paí e latinoamericano e tán dependiendo cada vezmá -para alimentar e- de la importacione de producto agrícolas que de-ben hacer de de otra regione del mundo o de la actividad de la industriaalimentaria -controlada por corporacione trasnacionale - que dentro decada paí produce para el mercado interno·S• El hecho má relevante en e temodelo de modernización capitalista de la agricultura sin cambios estructura-les, consiste en que mientras ha crecido a tasas acelerada el consumo o em-pleo de in umos originados en una industria manufacturera controlada porcorporaciones tra nacionale (en el decenio 1963-1973 la ta a de con umode fertilizantes químicos se ha incrementado en 14.3% anual, menor que lade empleo de plaguicidas, y el número de tractores agrícolas pa ó de ooסס35

44. Documentos básicos de trabajo, VII Conferencia Interamericana de Agricultura. op. cit.,p.S

45. Gonzalo Arroyo, El contenido actual del antimperia/ismo y el sentido de la lucha antifascistaen América Latina. La cuestión agraria. Ed. SEPLA. México, mimeo, 1978.

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en 1960 a ooסס76 en 1974)46, el producto agrícola apenas ha desbordado el ni-vel de la ta a de crecimiento de la población latinoamericana.2. Trasnacionalización e integración latinoamericana

Desde luego, el núcleo del problema no radica en el proceso de moderni-zación capitalista de la agricultura, sino en la naturaleza misma del modelode capitali mo ubdesarrol1ado y dependiente: de la mi ma manera que laindustria trasnacionalizada depende estructuralmente de la importación debiene de capital, productos intermedios y tecnologías de origen metropoli-tano, la agricultura trasnacionalizada dependé de la importación -<> de lascompra locale - de bien e de capital, insumas indu triales y tecnologías,a í como de la venta de materia prima a la industria textilera o alimenticiaque controlan la trasnacionale ,localizadas en los propios paí e atrasadoso en el territorio de la metrópoli. La complejidad de las relaciones de depen-dencia podrían expre arse en el hecho de que comprende una extensa gamaque va de de lo bienes de capital, lo productos intermedios y las materiasprima que requieren la indu tria trasnacionalizadas, ha ta alimentoscomo los grano básico que importan lo países centroamericano ,lo paí-es andino aún lo de mayor dimen ión como Brasil y México.

El problema de la localización de la industria trasnacionalizada-producto-ra de café soluble, de alimentos concentrados para el ganado, de fertilizan-tes químicos, de plaguicidas, de herramienta ,de fibra acrflicas, de manu-factura del caucho- fue abordado en el esquema latinoamericano de indus-trialización sustitutiva como una cuestión autónoma y que estuviese dotadade cierta facutaldes intrín eca (como la de que la agregación de valor seríaenteramente favorable a los paí e beneficiado con la localización) y nocomo un problema que dependía, enteramente, de la capacidad o incapaci-dad de uperar el modelo de capitali mo ubdesarrol1ado y las forma e pe-cfficas de la dependencia. En e te sentido, la concepción cepalina de una in-du trialización con ciertas facultades intrínsecas de acumulación social-la-tinoamericana- del valor agregado, de vió el esfuerzo latinoamericano poruna falsa pi ta y ocultó -tra de una cortina de humo-Ia naturaleza colonialde e te tipo de indu trialización que se apoyaba en dos ca as: el concepto deque el imple cambio de localización de la industria trasnacionalizada erauna ventaja comparativa yper se; y la ingenua creencia de que la intemaliza-ción de las corporaciones trasnacionales -dentro de cada país- podía sernada menos que un método de eficiente inserción de la nueva cultura tecno-lógica y de formación para el desarrollo independiente.

En la práctica histórica, éste fue, precisamente, el punto de partida parauna radical modificación del e quema imperial de división internacional deltrabajo y de lospatrones de integración -<> de integración- de la América La-

46. Documento básicos de trabajo. VII onferencia Interamericana de Agricultura. op. cit.•p.15

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tina. Sin una clara definición de este marco histórico y e tructural, no po-drían comprender e lo cambios ocurrido en la dinámica de la población enel desencadenamiento de los torrente migratorio -en el ámbito de cadapaí ,de cada región geopolítica o del sistema hemisférico- en la formas deocupación del espacio, en el reordenamiento de las regiones intranacionaleo en la profundización de la brechas que separan no ólo a paí e como Bra-silo Argentina ino como El Salvador y Hondura .

La inserción de las trasnacionales en la industria sustentadora del mercadointerno y en la agricultura sustentadora de la exportaciones, conllevó uncambio sustancial en la estructura interna del mercado -<;aracterizado por laplena incorporación de las formas organizativa y de lo patrone culturalede la sociedad de con umo- y en los recientes proce o de la integración re-gional. La escala de producción existente en la indu tria tra nacionaliza-da, no ólo tenía que desbordar lo mercados internos de Bra il o de México.de Colombia o del Perú, de Chile o de Argentina, sino que planteaba la exi-gencia de la expansión territorial de esos mercados, por la vía de la de grava-ción arancelaria y de la liberalización de las relacione de intercambio regio-nal. Este fue, exactamente, el patrón d ampliación del mercado que in piróel modelo de integración regional de la ALAL y del Mercado Común Lati-noamericano o Centroamericano, cuyo papel hi tórico fundamental ha idola con olidación de do fuerzas hegemónicas: la repre entada por el siste-ma de corporaciones trasnacionale que ejerce el control obre los centrosdinámico de la indu tria, de la agricultura y del mercado; y por la oligarquíaburgue a y terrateniente formada en el nuevo proceso de acumulación, con-centración, industrialización y urbanización de América Latina. E te tipo deintegración regional no sólo no resultaa incompatible con el esquema de inte-gración vertical de cada país con la metrópoli, ino que con tituía un compo-nente de los nuevos patrone coloniales de integración: intensificación d Ibilateralismo en las relacione económicas entre lo paí e Latinoamerica-no y E tado Unido ,profundización de la insularidad política de la Améri-ca Latina, tran formación cualitativa de lo proyecto multinacionales de in-tegración latinoamericana desde abajo -de de su ba e - como ha ocurridocon SELA o con proyecto de empresas auténticamente multinacionales encuanto han sido producto de la cooperación financiera y tecnológica de unacomunidad de países, en cuanto se han fundamentado en si tema de ge tióncolectiva y en cuanto han creado la nece idad -y la po ibilidad- de formasaudaces de programación multinacional de indu tria estratégica o deemergencia de órganos multinacionales de Estado.

El haber llegado a este plano de exigencia política -e pecialmente en re-lación con proyecto de Estado multinacional o de empre a multinaciona-le concebidas como núcleo de procesos de integración latinoamericana enla base- no ólo podría explicar la modificación radical de proce o como eldel Mercado Común Centroamericano, sino el desmoronamiento del PactoSubregional Andino en cuanto proyecto de organización de empresas y ser-vicios multinacionales, de programación colectiva de la industrialización

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bá ica o del control de la inver ión extranjera y de la economía tra naciona-lizada. En última instancia, lo que ha ocurrido es que estos tipos de integra-ción latinoamericana -el de la ALAL ,el de M CA o el Subregional Andi-no- han tenido que aju tar e, cualitativamente, a uno patrones colonialesde integración que operan tanto dentro de cada uno de los paí es como a ni-vel de los contornos globale del mercado capitali ta o en el ámbito de la es-tructuras de poder de la metrópoli.

3. Tra nacionalización en la industria y en la agriculturaLa internalización de las corporacioanes trasnacionales en el si tema ur-

bano-indu trial, modificó el esquema de la división internacional del traba-jo, en diver o entido: alteró la composición de las importacione latinoa-mericanas, centrándola en la de más alta densidad de valor y má complejatecnología y de encadenando los nuevo fenómenos de de equilibrio e truc-tural de la balanza de pago y de crecientes exigencia de endeudamiento ex-terno; abrió un mercado regional para cierta manufacturas producidas porfirmas trasnacionales como las química y la farmacéuticas; dió forma a laimportación -de de la metrópoli-, de excedente agrícolas; y posibilitó laexportación -al mercado metropolitano- de manufacturas de elevado conte-nido en trabajo como la originadas en la indu tria del vestido. En e te enti-do, la exportación de manufactura - que llegó a er el paradigma de la indu-trialización en la formulaciones cepa!inas de lo año e enta-se hizo políti-camente viable má como efecto de lo nuevos patrones de integración lati-noamericana y del nuevo e quema capitali ta de división internacional deltrabajo (fundamentando en la ventaja comparativa de que lo países subde-arrollado exporten trabajo barato) que como conquista e pecífica de la

burguesías indu triale .

La internalización de las trasnacionales en la agricultura, no sólo ha modi-ficado sustancialmente la naturaleza y las formas de funcionamiento de la e -tructura agraria (reduciendo al mínimo la participación de lo productoresagrícola en el precio final) sino que alteró el e quema vigente de divi iónnacional del trabajo, entre la agricultura y la industria manufacturera (fun-damento de las relacione campo- ciudad) y entre la agricultura trasnaciona-!izada y la agricultura productora de alimentos primarios para el mercado in-terno de consumidores. El concepto de agricultura trasnaciona!izada e elque resulta del reordenamiento de lo diver os componentes de la estructuraagraria y de la trama de relaciones con el sistema urbano-industrial, enaquel ector - o ub ector- de la estructura, orientado precisamente hacia laexportación de bienes primarios o hacia el abastecimiento de materia pri-mas a la indu tria manufacturera localizada dentro de cada país: e e reorde-namiento comprende lo cuatro componentes de la cadena agroindustrial47:

47. Gonzalo Arroyo. Modelos de acumulación, e/ases sociales y agricultura. entro de Planifi-cación y E tudios Sociales, Edic. Mim. Universidad de PaTís, 1978, p. 4

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a. la producción de insumos industriales para la agricultura, bienes de ca-pital fijo, producto intermedios, etcétera, como los equipos mecánicos, losfertilizantes químico o los alimentos concentrados para el ganado);

b. la producción agrícola, pecuaria y forestal o sea, la generadora de pro-ductos primarios;

c. el procesamiento o la transformación industrial de los productos prima-rios, en que se conforman las industrias agro-alimenticia o la actividadesagro-industriales; y

d. la di tribución y comercialización de alimentos de consumo final (al-macenamiento, transporte, distribución, venta al detalle, etcétera).

Este reordenamiento implica no sólo una total subordinación de la estruc-tura agraria al sistema urbano- industrial y a la economía de la trasnaciona-les (definiéndo e la tendencia a una participación cada vez menor de la acti-vidad agrícola en el precio final a nivel del mercado de consumidores y en elllamado - estadfsticamente- ingreso agrícola)4R, ino una marginalizacióncreciente de las economías campesinas que se ocupan de la producción de ali-mentos primarios de'Stinado al consumo interno. Semejante proceso deprofundización de las brechas sociales y tecnológicas entre la llamada agri-cultura moderna (la inserta en la cadena agro- industrial) y la agricultura desubsistencia (en la que predominan las tecnologías tradicionales y el trabajoartesanal de la familia campesina), ha conllevado, en la práctica, una acele-ración de las tasa de acumulación capitali ta a costa de un progresivo dete-rioro de los patrones de distribución social del ingre o y de lo niveles de re-muneración salarial en el campo. De de luego, el concepto de remuneraciónsalarial en el campo, debe definir e dentro del contexto de un modelo de ca-pitalismo dependiente; de una parte, evaluando el grado de estratificacióndel mercado de trabajo, el que comprende de de el complejo agro-indu trialhasta la empresa campe ina; y de otra, tomando en cuenta el hecho de que lafamilia campesina no es un simple agregado poblacional sino una comunidadde trabajo en la que la mayoría de sus miembro (mujeres y niños) no tienenninguna remuneración monetaria directa.

4. Nuevas formas capitalistas de la concentración agraria

Dentro de estos marcos estructurales se ha efectuado el nuevo proceso deconcentración de la tenencia agraria, de extrema minifundización en áreas demenor valorización comercial de la tierra y de un tal grado de sobrepobla-

48. El dólar que el con umidor de Estado Unidos gasta en tomates importados desde México(distritos de riego del noroeste), se distribuye de la siguiente manera: producción, O.!!; cosechay embarque, 0.12; transporte a frontera México- USA, 0.10; co to de transporte al mercado deUSA, 0.09; mayorista, 0.10; supermercado, 0.40: lo que equivale a decir que alerededor del70% del precio de venIa al con umidor -sin agregar valor alguno- corre ponde a ga lo de co-mercialización y que e! producto agrícola apenas participa en el!! % del precio final. Beck F.H."Como controla la agroindu tria a la producción de verdura en el Noroeste de México", EnProblemas de Desarrollo, n. 31. IIEC-UNAM, México, 1977, p. 110.

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ción relativa que ha tran formado los alcances del ejército laboral de reserva,la naturaLeza de Laestratificación deL mercado de trabajo, y la dimensión, es-tructura y dinámica de Lasmigraciones campesinas. A diferencia de lo ocurri-do en los ciclos de latifundismo señorial y de colonato -en los que la concen-tración agraria tuvo una expresión eminentemente cuantitativa, extensiva ylineal de acaparamiento- en el nuevo ciclo ia concentración se replanteócomo un proce o en el que la tenencia agraria aparecía integrada a la totali-dad de recur o ff ico (tierra, agua-bo que), financieros, tecnológico ein titucionales. Lo cambio en el tipo de conce.ntración yen la amplia gamade recursos físicos, tecnológico y financieros que ha tendido a controlar elsi tema latifundista, modernizado, ha planteado -desde luego-la necesidadde revisar el concepto teórico de estructura agraria, liberándolo de las nocio-nes puramente ruralistas o fisiocráticas. Una nueva concepción de estructu-ra agraria será aquella que la define como un sistema de interrelacione arti-culado tanto a la totalidad de los mecanismos del mercado capitalista como ala e tructura de clases y a la organización estatal de las sociedade latinoa-mericanas. Esto no equivale a decir que ha dejado de existir La estructuraagraria, sino que ha dejado de exi tir la e tructura agraria característica dellatifundi mo señorial y del ciclo anterior a la conformación histórica del mo-delo de capitalismo dependiente.

El fundamento de este nuevo tipo de concentración capitaLista no sólo hasido cuantitivo-cualitativo -de de el punto .de vista de las condiciones deoperación de la estructura agraria- sino vinculado e trechamente a los nive-les de valorización comercial de la tierra. No se concibe la concentración ca-pitali ta ino dentro de los parámetros y condicione de funcionamiento deuna economía de mercado. De ahí que aún en las áreas más modernizadas,el papel de la tierra no ha sido tanto el de bien de producción como el de biende inversión financiera -esto es, objeto de una relación de mercado-lo mis-mo en el caso del patrimonio de lo enclaves neocoloniales -bananeros oazucarero de la América Central y de las Antillas- como en ese latifundio demanos muertas en que e transforman la tierra incorporada al activo de lassociedades de capitalización urbana y rural. Esta es la razón de que esos nue-vos tipos de concentración agraria -tan perfectamente articulados a los pro-ce o globales de la concentración capitalista- no hayan podido ser rotos omodificado , ni por los modelo liberales o populistas de reforma agraria -calificados como marginales o convencionales en la tipología histórica que seencuentra subyacente en este análisis'· ni por la política tributarias de ins-piración keynesiana, ni tampoco por lo recientes proyectos de moderniza-ción capitalista. Este análisis histórico permite establecer las diferencias decontenido entre la forma señoriaL de la concentración latifundi ta -la que po-dría analizar e en los caso ejemplares de México de 1910 o de la Bolivia de

49. A. García, Sociología de la reforma agraria en América Latina, d. Amorrortu, BuenoAires, 1976.

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195O-Ia formas mixtas (corre pondientes a países en los que han coexistidosi tema arcaicos y modernizados de latifundio, como en el Perú de 1960, laCuba de 1959o la Colombia de 1960-1970) y la formas capitalistas moderni-zadas como las existentes en la Argentina de 1960o en el México contempo-ráneoso.

Estas nuevas forma de concentración capitalista en la agricultura, han de-encadenado un proce o correlativo de minifundización en áreas margina-

les, no tanto desde el punto de vista ecológico como desde el ángulo particu-lar del grado o nivel de valorización comercial de la tierra. De ahí que hayaido produciéndose un fenómeno de estratificación de la economías minifun-distas, en cuanto unas han con ervado lo patrones tradicionales de multiac-tividad y el tipo de producción de alimento primarios para los mercados lo-cales, en tanto que otras -las más reciente - e han transformado en las fuen-te nutricias de los grandes torrentes migratorias o de las acentuada tenden-cia de proletarización rural. Si bien estas forma de la concentración agrariahan ido modificando la formas del a entamiento rural-esto es, provocandofenómenos de vaciamiento demográfico en ciertas regione y de congestiónpoblacional en la áreas metropolitanas -no han uperado, en términos sus-tanciales, lo patrones de subempleo de lo recur os físicos que han ido ca-racterí ticos de cualquier tipo de e tructura latifundista. De ahí que ni si-quiera dentro del sistema de plantation -o a nivel de la estructura global-haya podido regi trarse una franca uperación del subempleo de los recur ofí icos, bien sea di minuyendo la pradera natural o las tierras de de can o oel llamado equívocamente bo que natural. En el ca o de la América del Sur-cen países agroindu triale como Brasil y Argentina- apenas se ha aprove-

50. Formas Históricas de la concentración agraria:a) En el México de 1910, ell % de los propietario tenía e197% de la tierra y, correlativamente.el 96% de lo propietarios apenas disponía de un poco más del 1% de la uperficie en fincas; yen la Bolivia de 1950, el 3.5% de los propietario di ponía del 95% de la superficie en fincas-con promedios de 5.000 hectárea - en tanto que el 96% de los tenedores minifundistas e tabareducido al 5% de la tierra.

b) En el Perú de 1960 (dentro de una estructura agraria dual, compuesta por latifundio eño-riale en la sierra y por complejos agroindu triales en los valle regados de la costa) el 1% de lasexplotaciones (no de lo propietarios) controlaba el 82% de la tierra (incorporada al sistema defincas), en tanto que el 88% de las explotaciones apenas disponía del7% de la superficie. En laCuba prerrevolucionaria (caracterizada también por la existencia del latifundio ganadero tradi-cional con el complejo agroindustrial azucarero) 22 personas naturales o jurídicas (la mayoríaextranjeras) controlaba el 70% de las tierras azucareras y el 20% de la uperficie total de la i la.

c) En Colombia las exp10tacione de menos de 5 hectárea repre entadas en 1960e163% del to-tal (con promedio de 1.6 hectáreas) y en 1970-8 año después de iniciada la reforma agraria detipo marginal- el porcentaje continuaba siendo casi el mismo (60%), habiendo de cendido elpromedio por unidad a hectárea y media; y en cuanto a las explotaciones mayores de 500 hectá-reas, en 1960 constituían el 0.5 con el 40% de la tierra y en 1970 representaban el 0.7% con el42% de la superficie en fincas, en la que se incluía el más valioso activo de la tierra agrícola.

d) En la Argentina de los año sesenta, eI2.4% de las explotaciones disponía del 60% de la tie-rra, en tanto que el 38% -las de tipo minifundista- apenas operaba en el 1% de la tierra.

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chado una quinta parte del activo de 570 millone de hectáreas arables, cons-tituyéndo e en la región del mundo con el menor grado de utilización de latierra aptas para el cultivo. En los países del Grupo Andino (Bolivia, Ecua-dor, Colombia, Chile, Perú y Venezuela), la demanda de alimento en el úl-timo quinquenio ha superado e14% anual y sin embargo, apenas se cultiva el4.6% de las tierras apta para cosechas51• De 1970a 1974el área cultivada deAmérica del Sur aumentó en 9 millones de hectáreas (correspondiendo 7 mi-1I0ne al Bra il), destinándo e 4 millone de hectárea a cereales (maíz y or-go), cerca de 3 millone a emilla oleaginosa y aproximadamente un millóna caña de azúcar52•

5. Minifundismo y trasnacionalización del mercado de trabajoAhora bien: por lo mismo que la concentración agraria implica un control

monopólico obre el activo de tierra agrícolas con má alto nivele de valo-rización comercial- de de el punto de vista del funcionamiento global de lae tructura- los procesos de minifundización tienden a agudizarse histórica-mente, no sólo por la localización marginal de las áreas de minifundio, sinotambién por la intensa presión ucesorial que es característica de la econo-mía campe ina. Pese al proce o más o menos constante de pulverización mi-nifundista, han ido apareciendo mecanismos de retención del campesinado,que explican el hecho -al parecer fuera de toda lógica- del anclaje rural deuna enorme fuerza de trabajo que e aglomera en no má del3 o 5% de la u-perficie incorporada al si tema de explotación agrícola. Si entre la mitad ylas siete décima partes de la mano de obra ruralu debe aglomerar e en áreasde minifundio -mientras las explotacione latifundi tas apenas ocupan entreel4 o e16% de la mano de obra rural en el40 o 65% de la mejor tierra agríco-la incorporada al istema de fincas- quiere decir que el subempleo de lamano de obra tanto como el subempleo de los recursos físicos continúa ien-do un elemento de caracterización del latifundio como sistema agrario, ar-caico o modernizado. (Ver cuadro en la página siguiente).

¿Cuál e la razón, entonces, de que ni haya desaparecido históricamente-ni e té en trance de desaparecer- el fenómeno del minifundismo, pese aquienes enuncian escolásticamente el proceso de descomposición de las eco-nomías campesina y de la inevitable proletarización del campe inado? Larespuesta la ha dado la experiencia hi tórica del campo latinoamericano, enla que el minifundismo no aparece como un fenómeno aislado de economías

51. "Crisis agropecuaria en la zon andina", La situación del Grupo Andino, Departamento deDesarrollo Técnico del Acuerdo de artagena, Lima. 1978.

52. Estlldio de las perspectivas del desarrollo agropecuario para Sudamérica. FAO, Roma,1972

53. La ocupación de la mano de obra rural en la explotaciones latifundista y minifundi tas deAmérica Latina puede observarse en el siguiente cuadro:

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AMERICA LA TINA

% de las explo- % de la % de la mano detaciones tierra obra agrlcola

1. Países semindustrializados de lazona templada

ArgentinaLatifundio- 0.8 37.0 6.0Minifundio- 43.2 3.4 30.0

ChileLatifundio- 6.9 81.3 38.0Minifundio- 36.9 0.2 13.0

11. Países cafetaleros con procesos deindustrialización y modernizaciónagr(cola

BrasilLatifundio- 4.7 59.5 21.0

Minifundio- 22.5 0.5 11.0

ColombÍJlLatifundio- 1.3 49.5 4.0Minifundio- 64.0 4.9 58.0

III. Países de estructura agraria dual ymayoría indígenas

GuatemalaLatifundio- 0.1 40.8 7.0Minifundio- 88.4 14.3 68.0

PerúLatifundio- 1.1 82.4Minifundio- 88.0 7.4

FUENTE: Solón Barraclough y Juan C. Collarte, ClDA: El hombre y la tierra en Améri-ca Latina, Ed. ICIRA, Santiago de Chile, 1972, p. 46.

Ver, A. Garera, Atraso y dependencia en América Latina, Buenos Aires, Edi-torial Ateneo, 1972, p. 207.

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indígenas o subempresariales que subsisten como una excrecencia de la es-tructura, sino como parte o componente de la estructura agraria latifundista.En las regiones andinas de latifundio señorial de colonatoS', las áreas de mi-nifundio que asedian sus fronteras han desempeñado el papel de cinturonesde reserva laboral tanto para el suministro de peonaje en los períodos esta-cionales de siembras y cosechas como para la operación, en aparcería, de lastierras de monte y pastoreo no directamente utilizadas por la empresa patro-nal. En realidad, el sistema latifundista ha funcionado ~asi siempre- nocomo conjunto desarticulado de explotacione~ que acaparan la mayor pro-porción de la tierra, sino como una constelación social, de la que forman par-te las economías satelizadas (comunidades indígenas y áreas tradicionalesde minifundio) y el poblado de fronteraSS, esto es, aquel que está integrado alos mecanismos de comercialización del latifundio.

En el ciclo de apertura capitalista, el minifundismo tradicional se recluyóen los cultivos de subsi tencia, pero el sector más dinámico se vinculó a esetipo de cultivos comerciales que exige técnicas altamente selectivas y unaenorme movilización de mano de obra como el café o el tabaco.

La economía minifundista del café pudo operar, durante un largo perío-do, por medio de la autoexplotación de la mano de obra familiar, la localiza-ción en zonas con reservas baldías y sin una acentuada valorización comer-cial de la tierra, y la capacidad de asociar al café un experimentado reperto-rio de cultivos complementarios o intercalados de subsistencia (maíz, fríjol,plátano). En el último ciclo de desarrollo capitalista, la presión sucesorial re-dujo al mínimo el tamaño de las unidades de explotación debiendo desapa-recer paulatinamente los cultivos complementarios, provocándose la migra-ción de la población joven y apareciendo un activo mecanismo de retencióndel campesinado: el trabajo, estacional en las grandes explotaciones agríco-las. En realidad, en este ciclo ya no existían haciendas o complejos agroin-dustriales que operasen regularmente, con una planta propia de trabajado-res asentados en parcelas como los pegujaleros de Bolivia o como los inquili-nos de Chile, o en poblados como los peones y yanaconas de los complejosagroindustriales de la costa peruana: el mercado de trabajo rural fue confor-mándose, en las últimas décadas, como un mercado errático y de cortos ci-clos estacionales; que ha permitido a las empresas patronales evitar los ries-gos de la sindicalización y anular las posibilidades de la negociación salarial.Aún complejos agroindustriales tan modernos como los azucareros de Cuba-antes de 1959- se caracterizaron por una inexorable estacionaJidad en la

54. Acerca de la teoría del latifundio como constelación social, consultar Sociolog{a de la refor-ma agraria en América Latina, op. cit., p. 58.

55. A. Garcfa, Reforma agraria y econom{a empresarial en América Latina, Santiago de Chile,Editorial Univer itaria, 1967, p. 61.

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ocupación de mano de obra y, en consecuencia, por una má fácil manipula-ción del mercado de trabajo~

Dentro de estas nuevas condiciones estructurales, las áreas de minifundio-<:omo expresión geográfica de las aglomeraciones minifundistas- han en-trado a de empeñar un papel más amplio y fundamental que el señalado enel funcionamiento de la e tructura latifundista clásica: el de ejército laboralde reserva, no sólo a nivel de estructura agraria o de istema urbano-indus-trial, ino en el plano superior de la trasnacionalizaci6n del mercado de tra-bajo. Esa trasnacionalizaci6n -tal como está ocurriendo en América Latina-no ólo ha consistido en una operación o fluencia de corriente migratoriaspor encima de las fronteras de los países, sino en la ab oluta prevalencia dela población activa campesina, en la tendencia hacia la migración estacional-<:on ervándo e la familia como un rehén en la parcela- yen el carácter pre-dominantemente ilegal de la migraciones tra nacionale del campesinado.Este carácter ilegal de la migraciones campesinas no e accidental o meroefecto de la incapacidad de enfrentarse a las exigencia y ob táculos migrato-rios -tan caracterí tico del modelo liberal que pugna por conquistar la máxi-ma movilidad para las co as y la mínima para las per ona -sino componentede un mecani mo de estratificaci6n del mercado del trabajo que funciona tan-to en la nación metropolitana como en diversos países de la América Latina.Los trabajadores campesinos ilegales (técnicamente, indocumentados), hanhechO'posible el funcionamiento de un sistema de mercados paralelos del tra-bajo: uno institucional y resguardado por los complejo mecanismo de la le-galidad liberal-burguesa (niveles alariales negociados, garantías definidas,derechos de protección jurídica y de eguridad social, posibilidades de aso-ciación); y otro, el inframercado, sin institucionalidad reconocida, de poja-do de protección legal, que se alimenta con el enorme contingente de los tra-bajadores indocumentado ,enteramente al arbitrio de las capa patronalesque manipulan esa masa laboral apátrida, desorganizada, inerme y in dere-chos.6. Cambios poblacionales y formaci6n del ejército laboral de reserva

Los cambios en la estructura de la población no sólo se han manifestado enel cuantioso incremento de la población activa y en la progresiva aceleraciónde los procesos expansivo de las ciudades metropolitanas, ino en modififi-caciones cualitativas tan importantes como la que se ha expresado en la pi-rámide de edades, en la hipertrofia de las actividades terciaria localizadaen el sector urbano y en la formación de un ejército laboral de reserva que enrealidad ha desbordado la capacidad ocupacional del sistema, en cualquierade la fases del ciclo económico. A principios de la década de los años e en-

56. ergio Aranda, La revolución agraria en Cuba. Ed. iglo XXI, México, 1968, p. 61. CarlosRafael Rodríguez, Cuba en el tránsito al socialismo 1959- 1963. Edil. Siglo XXI, México. 1978.p.39.

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ta, se había elevado al 73% la proporción del empleo en actividades tercia-ria de las ciudade latinoamericanas'7, cuando en 1925 era del 65% y veinti-cinco año después (1950) e había incrementado al 69% . Aún en el caso depaíses que han tenido el mayor crecimiento industrial en las últimas déca-das, ha sido hipertrofiada y creciente la gravitación de las economías tercia-rias en la ocupación de la población activa:

CAMBIOS EN LA PARTICIPACION DE LOS TRES SECfORESEN LA COMPOSICION DE LA POBLACION ACfIV A

1969-1960*

Agricultura

Industrias deservicios de

base Servicios

Bra ilMéxicoColombiaPerúArgentinaChileVenezuela

- 10.7- 13.1-11.3-11.5- 18.3-16.4- 22.5

+ 1.3+ 8.4- 6.1+ 4.0- 2.3- 4.3+ 14.3

+ 21.4+ 21.9+ 27.1+ 21.9+ 10.7+ 14.5+ 10.0

* Alain Tourain, "La marginalidad urbana", Revista Mexicana de Sociolo-gía, México, No. 4, Edic. In tituto Inve tigaciones Sociales, UNAM,1977,p.1l21.

En el estado de San Pablo -donde se ha concentrado cada vez más la pro-ducción industrial brasileña- el sector terciario ha obrepasado al ecunda-rio por 50% en 1940, registrándose la misma situación en 1970, después de li-geras fluctuaciones en las décadas intermedias'8. En realidad, tanto los datoobre ocupación en las economí?<; terciarias urbanas como los relacionados

con las áreas de minifundio, están expresando la verdadera dimensión deuno de los fenómenos característicos del capitalismo dependiente: el subem-pleo de por lo menos la mitad de la fuerza nacional de trabajo.

La dinámica de la población ha ido transformándose en un poderoso obs-táculo para el desarrollo global de las sociedades latinoamericanas'9 -en

57. El proceso de industrialización en América Latina, Simposio Latinoamericano de industria-lización, Anexo, CEPAL, Santiago de Chile, 1966, p. 13.

58. Tourain. "La marginalidad urbana", op. cit., p. 1121.

59. e parte de una radical diferenciación entre los conceptos de crecimiento económico (no-ción cuantitativa que se expresa en término de incremento del producto por habitante, talcomo se desprende de las clasificaciones e tadí tica de la ONU y de la ideología que linspira aI:! arta de Punta del Este y la Alianza para el Progreso) y desarrollo, definido como un proceso

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cuanto é tas no estaban organizadas para dar respuesta a las nuevas y radica-les exigencia sociales de empleo; de vivienda, de educación, de eguridadsocial, de alimentación y de servicios- si bien ha continuado siendo un factorfavorable al crecimiento capitalista (esto e , al proce o de acumulación y con-centración), al crear una enorme presa de población activa subempleada o sinniguna posibilidad de empleo. En última instancia, el ejército laboral de re-serva (tan radicalmente diferenciado del llamado por Marx "ejército indus-trial de reserva", característico de los países industrializado cuya capacidadde ocupación de la fuerza de trabajo varía con las fase del ciclo económico),ha ido una garantía fundamental del modelo de acumulación apoyado ene tos elemento~: el trabajo barato, la tendencia a cargar sobre lo trabajado-res del campo el costo de su propia reproducción (y de allí la excepcional im-portancia de las áreas minifundista ), la moderna política de colonizaciónpor medio de campesinos sin tierra (núcleo central del tipo de reforma agra-ria in pirado en la Alianza para el Progreso) y lo actuales proce os de parti-cipación decreciente del trabajo en el ingreso nacional y de erosionamientode los salarios reales. Aún por 196560, una Conferencia regional de la FAOregi traba datos relevantes acerca de la naturaleza y proporciones de la re-serva laboral campesina:

Número Total Porcentaje Porcentaje Porcentajede familias de familias defami/ias defamiliasagrlcolas con bajos minifundis- de trabajado-En miles ingresos tas re sin tierra

Argentina 769 60.9% 25.9% 35.0%Colombia 1.369 70.2 47.0 23.2Ecuador 440 88.1 52.3 34.5Perú 1.092 84.4 64.8 19.6Guatemala 417 88.4 63.6 24.8Hondura 217 75.1 52.7 22.4

La magnitud histórica de semejantes cambios en la estructura de la pobla-ción latinoamericana no fue tan visible en las primeras fases de la urbaniza-

que implica una transformación global de la condicione históricas de vida de una ociedad. enel orden económico, social, cultural y político. En este entido, desarrollo supone plena capaci-dad de movilizar económicamente los propio recur os. de expandir enérgicamente las fuerzasproductivas y de participar directamente en las grandes conquistas culturales del mundo con-temporáneo del mundo. con el objeto de realizar un proyecto histórico de Nueva Sociedad.

60. Po/{ticas de refomuJ agraria, CIDA, Octava Conferencia Regional de la FAO, Viña delMar, 1965. Los datos correspondientes a Guatemala y Honduras son evidentemente atrasado.ya que se refieren a la década de los años cincuenta: en consecuencia, sólo se toman como puntode referencia.

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ción y de la metropolización, en cuanto la nueva imagen física de la AméricaLatina pareció identificarse con los modelos metropolitanos de la moderni-zación capitalista: las migraciones torrenciales en el sentido campo- ciudadaparecieron, entonces, como un tránsito de la población en ascenso entre laseconomías primarias -las de más bajos niveles de productividad y de ingre-o- y las econom{as secundarias y terciarias, no sólo característicamente ur-

banas sino asociadas al riguroso proceso de conformación y expansión delmercado interno. No obstante la simultaneidad histórica en el desencadena-miento de los procesos de urbanización y de ~etropolización, es necesario,eñalar que, en una primera fase (entre la primera y la segunda po guerra

mundiales, en líneas muy gruesas). dominó el fenómeno de la rápida modifi-cación de los tipos de a entamiento humanos -al concentrar e la poblaciónen centros urbanos de diferente naturaleza y dimensión y al iniciarse la de-surbanización d ociedades latinoamericanas hasta hace poco anclada enel modelo de la República Señorial- yen la fase de aguda monopolización dela economía capitali ta, de trasnacionalización de los centros vitales del cre-cimiento y de acelerado desarrol1o del sistema urbano-indu trial. La metro-polización apareció como el núcleo más dinámico del proceso de urbaniza-ción, una vez que la ciudades metropolitanas e constituyeron en el polo deatracción de las vanguardias poblacionales, de la industria manufacturera,de la cultura tecnológica, de los centros reguladores del comercio y del fi-nanciamiento, de lo órganos de decisión política a través de los partidos, lascorporaciones y el Estado. En la dinámica de semejante proceso, la concen-tración y la centralización de la economía capitalista, no sólo se alimentarone impulsaron recíprocamente (a mayor concentración mayor centralizacióny a mayor centralización más enérgicos impul os a la concentración), sinoque determinaron el reordenamiento po/{tico-económico de las regiones, lanecesidad de la expansión de la frontera territorial (la constituída por las tie-rras incorporadas al sistema de fincas y de mercados, independientementede que ean cultivadas o no) ha ta la últimas /{neas de reserva y la alteraciónfundamental de los aparatos del Estado y de sus formas de acción social, eco-nómica y política. El proce o inicial de urbanización correspondió a un pe-ríodo de ascenso y apogeo del crecimiento capitalista, en el que desempeñotan decisivo papel la implantación de la industria manufacturera, el auge dela burguesía-industrial, la expansión de las clases medias y la expansión po-lítica del movimiento obrero. Al acelerarse el proceso de metropolización,fue apareciendo y revelándose la verdadera cara de la gran ciudad subdesa-rrollada, incapaz de contener u crecimiento de ordenar su estructura y deevitar las agregaciones cancerosas con ritmos de incremento superiores al10% anual61•

61. Paul Singer, "Campo y ciudad en el contexto hi tórico iberoamericano" en: Las ciudadesen América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia. Edic. SIAP, Bueno Aire,1975.

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7. El problema estructural del desempleo y el subempleoLa hipertrofia patológica de las llamadas ambiguamente economías tercia-

rias -con predominio social de las actividades absolutamente marginales- haocultado o disfrazado el enorme problema del subempleo estructural, estoes, aquel que expresa -como el desempleo abierto o re ultante de la carenciaab oluta de empleo- no una ituación transitoria de coyuntura, sino unacondición normal de funcionamiento del modelo del capitalismo subdesarro-llado y dependiente. Ha ido en este ciclo histórico cuando el subempleo y eldesempleo abierto de origen estructural han llegado a compremeter entre el40% y el 70% de la población activa y cuando la sobrepoblación relativa eha transformado en una amenaza de bloqueo en un riesgo de tran formaciónrevolucionaria de la economía capitali taoAún países como México, Argen-tina o Brasil-las naciones latinoamericanas con mayor apariencia de viabili-dad histórica y de po ible apertura hacia un proyecto político de desarrolloglobal- se han encontrado atascados en esa fa e de su proceso de crecimien-to, ya que ni han podido aminorar la gravitación política del desempleo y delsubempleo en su distorsionada estructura económica, ni han avanzado unsolo milímetro en el mejoramiento de los patrones de distribución social delingreso, todo lo contrario: las tendencias ob ervables --en la última déca-das- parecen indicar que en la medida en que ha ido acelerándose la concen-tración ocial del ingre o (en términos tales que de 5% de la población ha lle-gado a controlar una proporción uperior al 40% del ingre o nacional), haido acentuándo e también la proporción de la población activa ubempieadao absolutamente de empleada, en niveles superiore al 50% y 60% de esama a total. Este es un hecho cuyas proporciones y cuya incidencia políticaaún no ha sido adecuadamente evaluado -con excepción de los centro delimperio ocupados en la investigación y análisis de esta expre ione patoló-gicas del subde arrollo- ya que los aparatos actuale latinoamericano degobierno no están en condicione de oportar el tremendo impacto de undéficit creciente de habitacione en las ciudades metropolitana , ni la pre-sión creciente de unas ma a de empleadas o subempleada , ni la crecienteexigencia de educación de una población joven que repre enta entre la mi-tad y las ei décimas partes de la población total. Un e tudio de la CEPALpara finales del decenio de lo año sesenta, estimaba que sobre una pobla-ción activa de 153 millones de personas, la masa de de ocupados era de 18millones y la de subempleados alcanzaba a 75 millones. En México -pe e ala conquistas ociales de la revolución, a la organización sindical de la claseobrera y del campe inado y a los cambio ocurridos hace años en lo apara-tos del Estado- el déficit nacional de viviendas aumentó de aproximadamen-te un millón cien mil unidades en 1950 a cuatro millones en 1970, elevándol>cla masa de personas hacinada en las viviendas de uno y dos cuarto de 26 mi-llones en 1960 a 32 millones en 197()62.

62. Cynthia H. de Alcántara, "Ensayo sobre la sati facción de las nece idades básicas en Méxi-co, 1940- 1970", en: Hacia otro desarrollo; enfoques y estrategias. Edic. Siglo XXI, México,1978, p. 236. Los cálculos utilizados corresponden a "Estudio comparativo de las necesidades

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El hecho de que un 10, 15o U~%dl la pC'blación activa esté absolutamentedesempleada -esto es, carente en absoluto de empleo o de posibilidade deempleo- y de que un 35% o un 45% e té subempleada (esto es, con muy ba-jos nivele de ocupación y de ingreso), constituiría una situación catastróficaen lo paí e capitali ta desarrollado: sin embargo, aparece como unfenó-meno normal en el funcionamiento de las ociedades latinoamericanas en lasque, por otra parte, la expan ión de los servicios a i tenciale del E tado nova hasta el punto del pago de ubsidio a la población desempleada comoocurre en lo paíse capitalistas que usualmente e toman como arquetipos(Estado Unido, Inglaterra, Alemania o Suecia). Resulta así que mientrasel gobierno de lo Estados Unido financia el modelo de la colonia prósperadi tribuyendo cupone de alimentos entre el ejército de desempleados dePuerto Rico (en 1971 comprendia al 70% de las familias puertoriqueña )63,lo paises latinoamericanos independientes no están en condiciones de finan-ciar, imultáneamente, los programas de empleo o de sub idio al de em-pleo y los aparato de fuerza con que los Estados absoluti tas ~e diversa ín-dole- pretenden cubrir el riesgo de lo ejércitos de trabajadore sin empleo.En México, de acuerdo con investigaciones recientes64, el nivel de sube m-pleo ha fluctuado entre el 37 y el 45% de la fuerza de trabajo ocupada en elector indu trial y entre el 62% y el68% de la localizada en el campo (1970).

Esto datos demue tran que el proce o de metropolización no es ólo elque expre a unas formas uperiores de urbanización aluvional, de concen-tración económica y de centralización geográfica - características del modelode crecimiento- sino también el que proyecta las nuevas formas de bloqueodel modelo y de descomposición de las sociedade latinoamericanas. Hasido a partir de e tos proceso críticos cuando se ha hecho sentir el impactode los asentamientos marginales en la ciudades metropolitana -con ta a decrecimiento entre el7% y el 10% anual- o en la área minifundi tas en laque e aglomera el mayor porcentaje de la fuerza de trabajo rural, y cuandose ha hecho evidente el conflicto frontal entre la nueva estructura de la po-blación (ritmo de crecimiento, composición de la pirámide de edades, for-mas del reacomodo e pacial) y el modelo tecnológico adoptado por el i te-ma urbano- indu trial y por la agricultura modernizada. Aún cuando e apli-ca e una política neomalthusiana de agre ivo control de la natalidad -talcomo se lo ha hecho en el campo de experimentación de Puerto Rico, esteri-

Oevivienda en México para los años 1950. 1960 Y1970" Pedro González Navarro, Boletín Infor-mativode INFONAVIT, No. 7,1973, p. 38.

63. Carmen Goutier Mayoral, Apuntes para el estudio de la crisis del Estado Libre Asociado dePuerto Rico, 11Foro Iberoamericano de Integración y iencia Sociales, (Edic. mim) La Rábi-da (E paña), 1975, p. 2.

64. Francisco Alba, "Industrialización sustitutiva y migración internacional: el ca o de Méxi-co", en: Foro Internacional, el Colegio de México, No. 3, México. 1978, p. 473.

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lizando el 34% de las mujeres en edad fértil, en 196765- el incremento de lacapacidad ocupacional en la industria y en la agricultura no podría siquieraaproximarse a la mitad del incremento de la población activa cercano a13%anual. Las grandes metrópolis latinoamericanaS'" -como la ciudad de Méxi-co, Buenos Aires, Rio de Janeiro y San Paulo- concentraban en 1975 cercade 40 millones de per onas y en tres de ellas se estimaba (a mediado de ladécada de los años se enta) una capacidad de generar la tercera parte del va-lor de la producción industrial latinoamericana. En el año 2000, la mayorconcentración urbana del mundo erá la megalópoli mexicana, con má de30 millones de habitantes, y América Latina tendrá nueve de la 50 mayoresconcentraciones urbanas a nivel planetario. Semejantes dimensione des-bordan la capacidad potencial de servico, de ocupación o de alimentación dela América Latina, la que no puede ir más allá de las condicione en que ope-ra el modelo de capitalismo subdesarrollado y dependiente.

,Si se reflexiona en el hecho de que ciudades clásicas europeas -como Ams-terdam67

-, crecieron a un ritmo lento y enteramente compatible con las posi-bilidades de expansión de la capacidad de empleo y de alojamiento (entre1849 y 1873sólo aumentó de 247.000 a 274.000 habitantes), podrá apreciarseen qué consiste el tipo de expansión cancerosa de las metrópolis latinoameri-canas y cuál es la naturaleza, gravitación y expresiones previsibles de los mo-dernos fenómenos de marginalidad social68•

65. José L. Vázquez Calzada, "La e terilización femenina en Puerto Rico", Revista de CienciasSociales, No. 3, México, 1973.

66. Desde el punto de vista del tamaño de la población y de su velocidad de crecimiento, se con-sideran megalópolis las aglomeraciones urbanas de alrededor de 10 millones de habitantes(como la ciudad de México, Buenos Aires, Río de Janeiro y San Pablo en el Bra il), Metrópolisnacionales a las aglomeraciones urbana con más de un millón de habitante (como Lima, Bo-gotá, Santiago, Caraca, La Habana, Montevideo), metrópolis regionales a los centros subna-cionales con más de un millón de habitante y altas tasas de crecimiento demográfico como Ro-sario y Córdoba en Argentina, Guadalajara y Monterrey en México, Belo Horizonte y PortoAlegre en Brasil, Medellin y Cali en Colombia, Maracaibo y Valencia en Venezuela, Guayaquilen Ecuador), centros urbanos en transición esa vasta gama de asentamientos humano por de-bajo del millón y por encima de los 100.000 habitantes. "El habitat urbano y rural en la región yalgunos de sus problemas críticos", Notas sobre la economía y el desarrollo de América Latina,CEPAL, Santiago de Chile, No. 24,1976.

67. Revolución agrícola y revolución indu trial", E. Mandel, revi ta Crítica, México, 1977, p.45.

68. Uno de los factores esenciales de caracterización de la ciudad metropolitana subdesarrolla-da de la América Latina, no es tanto la existencia de cinturones de miseria (tal como los encon-tró Engels en su e tudio c1á ico sobre Manchester -"la ciudad fabril más importante del mun-do"- A mediado~ del siglo XIX, La situación de la clase obrera en Inglaterra en 1814, "Escutos",Edic. Península, Baarcelona, 1969. p.33 y 55), como el proceso de expansión cancerosa, la ace-lerada proliferación de los asentamietnos marginales y en el radical de ajuste entre el ritmo decrecimiento de la infraestructura física y social y el de afluencia de la población activa. No debeolvidarse que en casos como el de Manchester, la ciudad industrial se formó por la vía de lasagregaciones o integración sucesiva de las pequeña ciudades localizadas en una misma comar-ca vecinal.

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8. Superpoblacióin relativa y procesos contrarrevolucionariosSe llegó así a ese punto crítico en que el modelo de desarrollo capitalista

quedó encerrado en una de las más peligrosa contradicciones: la de que deuna parte ese patrón de acumulación y desarrollo exigía la superpoblaciónrelativa y la disponibilidad de un ejército laboral de reserva; y de otra, la su-perpoblación relativa traía con igo una adherencia de subempleo y desem-pleo de origen estructural y cuya dinámica ha ido desbordando las estructu-ras económicas y a istenciales del Estado, así como los supuestos económi-co del modelo metropolitano de sociedad de consumo. Resultó así que elmismo tipo de crecimiento poblacional y de ast!ntamiento urbano que habíaoperado como fuerza motora de la acumulación y de la expansión capitalis-ta, se transformó en fuerza de ordenadora y explosiva, en cuanto no sólo de-sencadenó intensas y demoledoras presiones sobre el mercado del trabajo,sobre lo servicios asistenciales del E tado -en líneas neurálgicas como lasde educación y alud pública69- o sobre el espacio y la vivienda en los centrourbanos, sino también sobre el sistema de defensas y de organización políti-ca de las sociedade latinoamericanas. El riesgo de las masas desempleadas yubempleadas -en las ciudades metropolitanas o en las pauperizadas áreas

de minifundio y peonaje- se constituyó en uno de los problemas políticosprioritarios y en relación al cual se diseñaron las líneas ideológicas de los mo-vimientos populistas, revolucionarios y contrarrevolucionarios, en las últi-mas décadas. Desquiciados los proyectos populistas de redistribución de latierra, del ingreso y del poder -por la vía de las estrategias conciliatorias y delas reformas sin cambios de estructura (cuya fase culminante fue la repúblicaliberal y la Alianza para el progre 0)- se inició el ciclo contemporáneo de lacontrarrevolución: contrarrevolución preventiva, como en Colombia o enSanto Domingo, enderezada a desarticular y desmovilizar las fuerzas socia-les potencialmente revolucionarias; o contrarrevolución destinada al des-mantelamiento brutal de las fuerzas populares ya organizadas y movilizadasen una dirección revolucionaria, como en Chile, Uruguay, Perú o Argenti-na. En una u otra forma, la contrarrevolución se ha apoyado en un modeloque ha tenido en América Latina una larga tradición dictatorial que empal-ma con lo primeros proyectos de modernización capitalista como los dePorfirio Díaz en México, Juan Vicente Gómez en Venezuela, Manuel Le-guía en Perú, Rafael Reyes en Colombia, Carlos Ibañez del Campo en Chi-le; el que se ha plasmado en la fórmula de absolutismo político y liberalismoeconómico o sea, desmantelamiento de las instituciones tutelares de la de-mocracia representativa o del Estado Liberal de derecho y plena garantía allibre funcionamiento de las corporaciones extranjeras y de las fuerzas mono-pólicas internas, negación rasa de las libertades y lo derechos a las personas

69. Pese al desarrollo de la seguridad social y de lo servicios de salud pública en pa~s comoMéxico, sin embargo, 15 millones de campesinos y 3.5 millone de personas localizadas en loscinturones de miseria del o. F. se encuentran totalmente marginados de los servicios de salud,en 1978. "Seminario de Inve tigación sobre Servicios de Salud" subsecretario de Planeación dela Secretaria de Salubridad y Asistencia, México, Excelsior, Julio 14, 1978.

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y consagración de una ab oluta libertad de movimiento para los capitales ylas cosas (inversiones, tasas de ganancias, transferencia de capital y de tec-nología, exportación de regalía y beneficios). En algunos caso, la contra-rrevolución ha servido para in trumentar un modelo de crecimiento capita-lista con una cierta autonomía del Estado y unos cierto niveles de expansiónde la industria manufacturera, de la agricultura exportadora y del mercadointerno, como en el ca o de Brasil; y en otros, la contrarrevolución ha tenidoque fundamentar e en la maximización del absolutismo político y del libera-li mo económico, no tanto para instrumentar un proyecto de crecimientosino para pre ervar lo aparatos de poder, como en Chile.

El problema esencial que plantean los diver os proyectos contrarrevolu-cionarios consiste en que no tienen el rango de proyectos a largo plazo (a ítengan una duración treintenaria como lo encarnado en la dictadura dePorfirio Díaz o de Juan Vicente Gómez), ni han implicado una uperacióndel modelo de capitalismo dependiente: en el actual ciclo de ductaduras con-trarrevolucionarias, éstas han centrado su acción en do fundamentales pro-pósitos al costo de sacrificar las conqui tas política de lo pueblo y de anu-lar la legitimidad del Estado Liberal de derecho: el de re guardar el funcio-namiento de los patrones de acumulación -liberalizando las política deatracción del capital extranjero y forzando lo niveles de la inver ión e tatalen obras de infraestructura- y el de agilizar el crecimiento económico en lotérminos imples de incremento del producto y de expan ión de la capacidadexportadora. Ni siquiera los militare bra ileño -que al parecer e han in -pirado en una doctrina geopolítica de dominación su tentada obre el con-trol de las cuencas del Amazonas y del Plata- han llegado a uperar el e que-ma de crecimiento económico sin desarrollo y a diferenciar desarrollo comoconcepción global y estratégica y como limitada noción de crecimiento capita-lista. La carga de violencia empleada por la dictaduras contrarrevoluciona-rias (para diferenciarlas de aquella con notable contenido revolucionario oreformista, como la de Villarroel en Bolivia o la de Enríquez en el Ecuador),ha servido para consolidar o su tentar lo patrone de distribución polariza-da del ingre o nacional y para conservar el bajo nivel de los alarios reales,pero no para re olver los problemas de la indu trialización básica, de la des-colonización tecnológica y del empobrecimiento de lo pueblo , contribu-yendo eficazmente a la profundización de las brechas sociales, a la expansiónde las presas de subversión y a la creación de lo nuevos estados de inseguri-dad nacional, que conmocionan a la moderna América Latina. A la luz deesto recientes proce os militares y políticos, lo paí es latinoamericanos noparece que hubie en perdido los ra go de la nacionalidad inconclusa y quehubiesen ganado nuevo elementos de identificación nacional, alejándose, acorto plazo, la posibilidad de una integración política y multinacional para eldesarrollo.

Desde luego, mal podrían los paí es latinoamericanos haber ganado la ca-pacidad de formular teóricamente el problema de la integración para el desa-

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rrollo, i han sido integrados a un esquema imperial de división internacio-nal del trabajo que opera tanto al nivel de la economía internacional (o deleufemísticamente llamado orden económico internacional) como al interiordel mercado y del aparato productivo de cada paí ,una vez internalizadas lascorporaciones trasnacionales y transformadas en el centro dinámico de laagraoindustria, del i tema urbano-industrial y de los mecanismos de comu-nicación ocial más aptos tecnológicamente para impulsar la cultura de la de-pendencia y má directamente relacionado con la clientela de la sociedad deconsumo. E ta consolidación práctica de la condiciones estructurale quegeneran y condicionan la dependencia, no ólo e han fundamentado en unpacto implícito -entre la trasnacionale y la oligarquía burguesa y terrate-niente- ino que han desviado o limitado el sentido de la lucha de clases, en-capsulándolo dentro de la frontera provinciales de cada país precisamentecuando se ha desencadenado el proceso de la trasnacionalización del merca-do del trabajo y de la con olidación regional de los patrones de integracióndependiente.

De acuerdo con la propia experiencia histórica de la América Latina -enel supuesto de que la práctica es la más egura fuente del conocimiento teóri-co- la integración dependiente no sólo e ha expresado en la naturaleza de latrama de relaciones económica , culturales, tecnológicas y políticas que seha establecido con la nación metropolitana, sino que ha exigido y se funda-menta en la desintegración de las sociedades dependientes en cuanto po iblessujetos de una comunidad multinacional o de Estados multinacionales. Eneste orden de ideas, es notable el hecho de que ni siquiera el proletariado in-du trial de México o de Argentina, de Brasil o de Chile (con excepcionescomo la del sindicalismo metalúrgico), e ha planteado el problema de la in-tegración multinacional, no obstante la progresiva trasnacionalización delmercado del trabajo: su formación ideológica y su nivel de conciencia social,corresponden a visiones e trechas y provinciales del desarrollo capitalistapaís por país y sus forma de comportamiento se ajustan precisamente a lanaturaleza y alcances del modelo de capitalismo subde arrollado y depen-diente. Tan sorprendente como este hecho es el de que el problema de las in-tegraciones multinacionale -al nivel del movimiento obrero- no ha sido aúndetectado por los partidos políticos que asignan el más alto rango ideológicoa la teoría convencional del internacionalismo proletario, posiblemente enrazón de que e te tipo de problemas sólo puede ser analizado y comprendido-<:ríticamente- al situar el análisis en el plano de la formaciones sociales es-pecíficas y no al nivel -tan ecuménico como ab tracto- del modo capitalistade producción 70.

70. Acerca del problema de la utilización de estos diversos niveles de análisis en el estudio delas sociedades latinoamericanas y de lo tipo específicos de capitalismo dependiente, consultarA. García. "Reflexione sobre Capitalismo, atraso y dependencia en América Latina", Cuader-nos Americanos, México, 1978.

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9 Estratificación del mercado del trabajo y migraciones campesinasDentro de los marcos históricos de estas nuevas condiciones estructurales,

se definieron las leyes de las migraciones campesinas internas, así como lasformas primarias y superiores de trasnacionalización del mercado del traba-jo, por la vía de las migraciones campesinas fronterizas (de tan singular y des-conocida importancia en la Cuenca del Plata como en la América andina,centroamericana y antillana) o de las migraciones campesinas -legales e ile-gales- al mercado de la metrópoli, centro del sistema capitalista a nivel he-misférico y mundial. Sin la caracterización de estos nuevos componentes delmodelo de capitalismo subdesarrollado latinoamericano, no podría com-prender e el verdadero alcance de la trasnacionalización, tanto en la e ferade los capitales, de la tecnología y de la cultura como en la del trabajo. El pro-ceso de trasnacionalización del mercado del trabajo es el que ha hecho posi-ble la conformación de un sistema de mercados paralelos, cuyo fundamentoes la existencia de un ejército laboral en exilio (paraguayos, chilenos, bolivia-nos, argentinos, colombianos y nicaraguenses), la constante afluencia de lasmigraciones de trabajadores ilegales y la integración de una aristocracia obre-ra de color -<:omo la de Puerto Rico- ganada para el modelo metropolitanode la Colonia Próspera. Desde el punto de vista de este análisis teórico e en-tiende por sistema de mercados paralelos aquel que e el producto de una ra-dical estratificación del mercado del trabajo, no sólo en el sentido de la dife-renciación conocida entre proletariado raso y aristocracia obrera -en lo máaltos niveles laborales de la metrópoli- sino en el de otra diferenciación queha escapado a las investigaciones usuales de la ciencia social formalista yacrítica: la de trabajadores legales e ilegales. En la práctica del mercado me-tropolitano del trabajo, los trabajadores ilegales constituyen el componenteestable de un inframercado con leyes propias y que alimentan una complejagama de empresas y de relaciones sociales, no una simple excrecencia delmercado: de ahí el que, pese a la existencia de 6 a 12 millones de trabajado-res ilegales en Estados Unidos de los cuales cerca de dos millones correspon-den a braceros mexicanos, de medio millón de campesinos colombianos in-documentado en Venezuela, de uno o más millones de trabajadores para-guayos exiliados en Argentina de más de cien mil indígenas bolivianos quetrabajan ilegalmente en las zafra cañeras de Tucumán o en los valle norte-ños de Chile, no se ha reconocido la existencia de un inframercado del traba-jo de naturaleza muy singular y específica, en el que los trabajadores carecenen ab oluto de capacidad de negociación y de cualquier tipo de protecciónlegal yen el que los empresarios manipulan, a su arbitrio, las condicione yniveles salariales.

Este proceso de estratificación del mercado del trabajo ha entrado a consti-tuir uno de los rasgos de la trasnacionalización y de las nuevas formas de fun-cionamiento de ese mercado en cada uno de los países latinoamericanos, encuanto se han reproducido en ellos los fenómenos de la concentración y de lacentralización de la economía capitalista y en cuanto han estado afrontando-en diversas escalas-los problemas emer~entes de la a~uda metropolizació,

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del reacomodo espacial de la población, del agotamiento a corto plazo de losterritorios baldíos de reserva y de la extrema saturación de los mercados in-ternos del trabajo. Ha sido entonces cuando la superpoblación relativa hadesbordado las exigencias del modelo de acumulación y la tolerabilidad delejército laboral de reserva, formulándose las políticas de reforma que hansido características de los año se enta y setenta:

a. La de reducción drá tica del crecimiento demográfico por la vía directadel control de la natalidad (programas de planificación familiar de la AID,del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo, etcétera);

b. La de control de las migraciones torrenciales campesinas en la direc-ción campo-ciudad, bien sea reteniendo la mano de obra en el campo o con-duciéndola hacia la colonización de territorios baldíos en la última periferia(modelo de reforma agraria y colonización de la ALPRO adoptado por lamayoría de lo gobierno latinoamericano);

c. la de contracción artificial de los procesos de concentración urbana porla vía del estímulo estatal a lo asentamiento urbanos pequeños e interme-dios o por la vía - brasileña y venezolana- de la implantación de nuevos po-los metropolitanos de desarrollo o por medio de los utópicos proyectos de re-forma urbana concebida como posibilidad de ordenamiento racional de losprocesos de expansión cancerosa de las ciudades metropolitanas;

d. la de refinamiento de las formas políticas de control de los movimien-to de masa -una vez que éstas desbordan el sistema institucional, los meca-ni mas de la democracia liberal-burguesa y el aparato asistencial del Esta-do- tal como ha ocurrido en el caso de los gobiernos militaristas en Brasil,Argentina, Colombia y Ecuador.

En el centro del sistema de trasnacionalización del mercado de trabajo esnecesario localizar el mercado paralelo del trabajo en los Estados Unidos.De ahí la importancia de precisar -así sea en líneas muy gruesas-los compo-nentes y niveles de estratificación social de ese mercado en la nación metro-politana, en cuanto están impulsando y determinando unas ciertas corrien-tes migratorias y unos ciertos patrones de funcionamiento del mercado deltrabajo en la América Latina:

1. Mercado elitista, constituído por un proletariado industrial de ciudada-nía norteamericana, fuertemente cohesionado en un sindicalismo pragmáti-co y aburgue ado, con una elevada capacidad de negociación y cuyo status sedefine como una aristocracia obrera no sólo a nivel del capitalismo metropo-litano sino del capitalismo como sistema mundiaP';

2. Mercado de segundo nivel conformado por capas obreras di crimina-das -por razones étnicas o nacionales- pero que se encuentran en proceso de

71. Ver A. García, Atraso y dependencia en América Latina, Edil. Ateneo, Bueno Aires,1973.

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integración a la sociedad metropolitana (españoles, griegos, italianos, aprincipios del siglo72, luego negros nortamericanos y finalmente puertori-queños, chicanos, etcétera);

3. Mercado de tercer nivel-o inframercado- constituido por los trabajado-res ilegales o indocumentados que están obligados a aceptar actividades,ocupaciones, salarios, condiciones de trabajo, que explícitamente repudiael elenco in titucionalizado de lo trabajadores legales.

Semejante estratificación del mercado del trabajo en los Estados Unidosno ólo ha permitido el funcionamiento de empresas o de actividades cuyacosteabilidad o cuyas condiciones de acumulación exigen el que puedan ope-rar dentro del mercado metropolitano en condiciones laborales semejantes ala que encontrarán dentro de los mercados del trabajo de América Latina,sino ha ervido también para desempeñar un papel neurálgico como válvulade escape o como mecanismo de seguridad de los países latinoamericanoscon una más explosiva plétora de mano de obra de ocupada - predominan-temente rural- como México, Chile, Colombia o El Salvador13• Se ha dicho,con razón, que la emigración torrencial de campesinos indocumentados deMéxico hacia los Estados Unidos o de Colombia hacia Venezuela o Panamá,ha sido un sustituto de las invasiones de tierras y de la abierta subversión so-cial, desempeñando un papel muchísimo má importante -desde luego- quelas reformas agrarias marginales inspiradas en la filosofía desarrollista de laCarta de Punta del Este, y que pretendieron promover la modernización so-cial de la estructura latifundi tao Estas reflexiones podrían demostrar la fala-cia de do teorías metropolitanas sobre la población y sobre las migracioneslatinoamericanas a los Estados Unidos: la primera esJa que e ha orientadoen el sentido de mo trar la aceleración del crecimiento poblacional en Amé-rica Latina como una explosión demográfica y no como una exigencia cir-cunstancial del modelo de desarrollo capitalista; y la segunda es la que ha te-nido por objeto atribuír una naturaleza altruista a la recepción -de parte delos Estados Unidos- de inmigraciones latinoamericanas de trabajadores ile-gales o de élites científico -técnicas que le ahorran a la metrópoli tanto loscostos como el tiempo indispensable para su lenta y penosa formación.

72. Si bien todavía no e ha elaborado una leorfa del prolelariado melropolilano como arislo-cracia obrera del capitalismo a nivel mundial (y por eso mismo,socio y partícipe del capitalismomonopolista de un paí hegemónico), e necesario señalar la importancia de las observacioneshechas por Lenin (El imperialismo, fase superior del capitalismo, op. cit., p. 136-137) en rela-ción con tres fenómenos interrelacionados: a, el de la tendencia imperialista a formar catego-rías privilegiadas dentro de la clase obrera, separándolas -teórica y prácticamente- de la granma a del proletariado; b. el de la creciente afluencia -a los centros metropolitano de unamasa obrera originada en los par e más atrasados y con más bajo niveles de alarios; y c. el dela tendencia --<lentro de lo Estados Unidos- a que los inmigrantes procedentes de lo paísesmeridionales y orientales de Europa ocupen los puesto más bajos y peor remunerados.

73. Luis Unikel, "Urbanización y urbanismo. Situación y perspectivas" en: Las Ciencias Socia-les, Antologla, Edic. Asociación Nacional de Universidades, México, 1974. "La migración ile-gal mexicana a los Estados Unidos conclusione de investigaciones recientes implicaciones po-Ifticas y prioridades de investigación", A. Wayne, New York Times 10. de febrero 1977.

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A lo profundos cambios ocurridos en el tipo de urbanización y metropoli-zación --(;omoefecto de la conformación del sistema urbano-industrial y dela inserción de las trasnacionales en los núcleos neurálgicos de dicho sistema- correspondieron transformaciones no menos importantes en la estructuraagraria, tanto en el sector de la agricultura exportadora como en el de la agri-cultura productora de materias primas destinadas a la industria manufactu-rera, tanto en el área de las empresas latifundistas modernizadas como en elde las economías campesinas minifundistas, y tanto en el ámbito de las tie-rras ya incorporada al mercado capitalista y a la frontera territorial de la es-tructura como también en el de las tierras baldías de la periferia sobre las queha estado operando el sistema latifundista de reproducción y de expansión.

En realidad, el tipo de reforma agraria propagado por la Alianza para elProgreso fue un eximio componente político del modelo desarrollista de mo-dernización social y tecnológica de la estructura inspirado en las líneas ideo-lógicas de contra-insurgencia del gobierno Kennedy, caracterizadas por latendencia a utilizar métodos de profilaxis para impedir la subversión revolu-cionaria en los paíse periféricos del istema capitalista mundial y para evi-tar, en la medida de lo po ible, la intervención militar directa74• La defini-ción de lo marcos e tratégicos en que se formuló la Alianza para el Progre-so, ha hecho posible u compren ión crítica como un proyecto de coontrarre-voLución preventiva.

Si bien ese tipo marginal de reforma agraria se propuso como objetivoteórico la modificación de Laestructura, esto no quería decir que persiguieseromper el monopolio de la propiedad sobre la tierra y sobre los recursos na-turales renovables -fundamento del latifundismo- ni que fuese más al1áde lamodernización tecnológica y social de la empresa latifundista, sino queapuntaba hacia los punto más conflictivo del campo latinoamericano. Elobjetivo estratégico no era, evidentemente, la redistribución de la tierra-anivel de la e tructura- sino la modernización de la empresa latifundista, laafectación de las explotaciones más anacrónicas y má asediadas por la pre-sión campesina y la incorporación de los territorios baldíos de la periferia,conservados como patrimonio fiscal y carentes en absoluto de obras de in-frae tructura tí ica y social, por medio de una estrategia pragmática funda-J.llentada en la acción colonizadora de los campesino sin tierra: para lograremejante propósito, era suficiente aprender las reglas de manipulación de

las migraciones campesinas originadas en las áreas de minifundio, de comu-nidad indígena o de latifundio de colonato y asentamiento tradicional. Estapolítica de expansión de Lafrontera no sólo descongestionaba ciertas áreasconflictivas de la estructura y desmontaba la presión campesina sobre la tie-rra en las regiones de má intensa valorización comercial, sino que descarga-ba en el campe inado todo el peso de la colonización definida históricamen-

74. "Etiología de la patología revolucionaria y profilaxis contra -revolucionaria", JOnh Saxe-Fernández. Revista Mexicana de Ciencias Po[[ticas y Sociales, No. 81. UNAM, México, 1975, p.111.

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te como proceso de desbo que, de civilización de tierras y de exigencia al E -tado de vías de comunicación y obra de infrae tructura tí ica. Detrás de lacolonización espontánea han ido lo contingentes de compradore de mejo-ras y lo empresarios capitalista que han operado con las tierra ya valoriza-da comercialmente por el trabajo campe ino y por las siguientes inversio-nes del E tad075• La práctica latinoamericana ha demo trado que e te tipode colonización espontánea ha resuelto lo problema de la reproducción yno ha exigido inversiones directas de la oligarquía burgue a y terrateniente.Las migraciones campe inas han asumido todos lo riesgos y todos los cos-to ,en e te proce o que, de una parte ha introducido nuevos patrones de po-blamiento y de otra ha incorporado, ince antemente, la tierra virgen en laeconomía capitalista de mercado.

El modelo de reforma agraria de la ALPRO nunca pretendió en realidadredistribuir la tierras del latifundio, a meno que éste hubiese llegado a un talpunto crítico en lo conflictos sociales o en el deterioro ecológico, que se hi-cie e necesaria su venta -a precio comerciale - a los órganos reformistas delEstado. Algo quiere decir el que, dentro de e te modelo en el que e preten-día un máximo de colonización con un mínimo de reforma agraria, la expro-piación no e diseñó como un mecanismo de redistribución de la tierra sinocomo una formal de negociación jurfdica con lo propietario ,una vez agota-da la vía de la negociación previa y directa, sobre la base del reconocimientode lo valore comerciale de la tierra. En este sentido, la reforma ervía his-tóricamente, para completar el propósito de la desamortización de bienes demano muerta , o sea, aquella operación destinada a provocar la incorpora-ción del má valio o activo de tierra agrícolas de la América Latina en el i-glo XIX -perteneciente a comunidades religiosa ,comunidade indígena ymunicipios esto es, sujeto de propiedades vinculadas y fuera del comercio-en el mercado capitalista. Un egundo elemento de caracterización podríaconsistir en la tran formación de las relacione sociale que de alguna mane-ra se fundamentaban en el colonato o en la formas eñorile de explotaciónindirecta de la tierra y que con tituían -de acuerdo co.n la experiencia deMéxico, Bolivia o Perú la carga más explosiva in erta en el corazón de lo la-tifundios. De ahí que el proceso de modernización capitali ta conllevó laustitución -final- del sistema de colonato por el arrendamiento capitalista,

de la aparcería por el salariado, del minifundismo como constelación de lahaciendas señoriale por el minifundismo como ba e territorial de ustenta-ción del ejército laboral de reserva de tinado a la operación de un nuevo tipode mercado rural: el de las empresa agroindustriales, que producen a e calay que ya han abandonado el método de asentamiento de la mano de obradentro de la frontera física de la empre a patronal. La incorporación del tra-bajo rural en la economía capitalista de mercado, no sólo eliminó e tas for-mas eñoriale de arraigo del campe inado a la tierra, sino descargó a las em-

75. "La marcha hacia la ciudades", Clodomyr Santo de Morai , (Edic. mimo PROCCARA)Tegucigalpa. 1973.

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pre as latifundistas de toda respon abilidad laboral en relación con la pobla-ción asentada y desarticuló uno de los más peligrosos componentes de la pre-sión campesina sobre la tierra. Esta es la razón histórica de que en el modelode la ALPRO se hubiese centrado la presión reformista en la abolición -pura y simple- de las formas de explotación indirecta de la tierra, en especialdel colonato y de la aparcería. Es indudable que este proce o de reformas nopuede evaluar e en términos de redi tribución de la tierra, sino de modifica-ción de las relaciones sociales en un sentido que podrfa ser equiparable al dela revolución democrático- burguesa en el occidente europeo: sólo que enAmérica Latina esos cambios no fueron ni revolucionario ni democráticos,ni e tuvieron promovidos por una burguesía en a cen o sino por una coali-ción de fuerzas hegemónica a nivel nacional y hemisférico.

La naturaleza histórica de e o cambios sólo puede precisarse en la medi-da en que se aclara la imagen de la fuerzas sociale que 10 promovieron enAmérica Latina y del papel asignado a la iLusi6n desarroLLista, para cuya ins-trumentación e creó el aparatoso mecanismo de la Alianza para el Progre-so. Si bien este mecanismo institucional aparecía como una rectificaciónideológica de la Guerra Fría y como una opci6n reformista, su verdaderorango fue el de una contrarrevoluci6n preventiva, destinada a extirpar lasraíces de la subversión social y a neutralizar el impacto de la revolución cu-bana, desviando los esfuerzos de América Latina por la falsa pista de un es-quema de crecimiento fundamentado en la institucionalización delliberatis-mo económico (economía de libre empresa privada y de libre mercado) y enla consolidación de la inversión extranjera76• Desde este punto de vista laALPRO fue un éxito político, ya que de lo que se trataba no era que pudiesedesarrollar e ningún país latinoamericano, ino que se bloqueasen los cami-no de la in urgencia campesina, que se asegurase la rápida internatizaciónde las tra nacionales en las áreas neurálgicas del aparato productivo y delmercado, y que definitivamente se insertase América Latina en un nuevo es-quema imperial de división internacional del trabajo y en un cierto patrón dedesarrollo capitalista.

De acuerdo con lo nuevos patrones laborales, la mano de obra debió re-clutar e en el mercado, estacionalmente, en los cortos períodos de cosechaso de siembras, bien se tratase de un proletariado nómada y desorganizadocomo el que operó dentro de las zafras cañeras de Cuba o como el que encar-nó en el peonaje afuerino de Chile o bien del campesinado que se conservóarraigado a la tierra en las áreas de minifundio y que constituyó una nuevacategorfa social ni del todo obrera ni del todo campesinan. Esta forma esta-

76. En Atraso y dependencia en América Latina. Hacia una teor(a latinoamericana del desarro-llo, se analiza el esquema ro towian()-kenediano sobre subdesarrollo y desarrollo que in piró-teórica e ideológicamente- a la Alianza para el Progreso.

77. Rodolfo Stavenhagen, "Campe il18do, necesidades básicas y las e trategias de de arrollorural", en: Hacia otro desarrollo: enfoques y estrategias, op. cit., p. 60.

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cional de operación de la moderna agricultura capitalista -la de la caña deazúcar, la del algodón, la del arroz, la del café, la del cacao, la de 10 cítrico,la del melón, la de la fresa, la de la sandía, inclusive la del maíz y del frijól-ha determinado la naturaleza del trabajo migratorio y 10 tipos de a enta-mientos rurales que pueden ajustar e a su estacionalidad y a las condicionesde su ver átil demanda. Es dentro de estos marco como podría definirsetanto el papel a ignado a la áreas de minifundio y a la economías campesi-nas, como la causalidad y dinámica de las migraciones estacionale que nodesbordan las fronteras de la llamada econom{a rural: también dentro de es-tos marco podrían analizar e y comprender e los cambio ocurrido en elpatrón de poblamiento (ocupación de los territorios bald{os y modificaciónde 10 tipos tradicionales de regionalizacióri al provocarse el vaciamiento deunas regiones y la uperpoblación de las áreas metropolitanas) y en los tiposde asentamientos rurales, al desaparecer las formas tradicionales del arraigocampesino a los latifundios (colonato, aparcería, arrendamiento y peonajede carácter eñorial) y al centrarse la oferta estacionaria de trabajo en lasáreas de minifundio y en los poblados de frontera (rancher{as uruguayas, vi-Borios de la sierra ecuatoriana, aldea en la región chilena del latifundio ycomunidades mapuches).

Dentro de esta nuevas condiciones del contorno estructutal del campo la-tinoamericano, el minifundismo -o las áreas minfundi tas de cualquier natu-raleza- entró a de empeñar un nuevo papel histórico ya que e con tituyó enel refugio territorial del peonaje con tierra y en la reserva laboral de la em-presa latifundista modernizada: e te nuevo rango económico y social, po-dría explicar la preferencia que se da a la modernización e integración de lasáreas de minifundio en la estrategias de desarrollo rural di eñada y financia-das por la AID, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de De arroBo.Sin una objetiva evaluación de e te proceso de modernización capitalista, seBegaría a una vi ión equivocada tanto del fenómeno de descomposición delcampesinado como el de formación de un proletariado agrícola. Los cam-bios producidos en el tipo de asentamiento tradicional-no ólo por la desa-parición de la formas latifundi tas de arraigo de la mano de obra campe inasino también por el mayor congestionamiento laboral en la áreas de mini-fundio localizadas en lo cinturones marginales de la estructura- han e tadoíntimamente relacionados con la naturaleza de 10 movimientos migratorioy con la radical modificación del antiguo ordenamiento de la regione . Lasformas de concentración y de centralización de la vanguardias poblaciona-les y de 10 recur os nacionale de desarroBo -en los centros metropolitanointernos- han ido definiendo el nuevo rango de las regiones y han ido deter-minando los fenómenos de despoblamiento o vaciamiento de uno territoriosde congestión demográfica de otros y de expansión hipertrofiada de las me-trópoli .

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IV. LOS CAMBIOS AGRARIOS EN LA NUEVA FASEDE DESARROLLO CAPIT ALIST A

a. La reforma agraria y las nuevas formas de ocupación del espacio y de asen-tamiento rural en América Latina

E necesario señalar -explfcitamente- que ha finalizado la fase de las eco-nomía de enclave y se ha iniciado una nueva fase en el vasto y de igual pro-ce o de de arrollo del capitali mo en América Latina. El Imperiali mo clási-co ha sido u tituido por nuevas forma ,ha ufrido modificacione ustan-ciale el e quema de control de excedente económico, la corporacionetra nacionale han abandonado la condición de propietaria de tierras y deproductora directa de azúcar o de banano y no ólo han centrado u activi-dad en el control de lo aparato de comercialización y de transferencia detecnología, sino que han promovido su metamorfosi por medio de las em-presas mixtas con el Estado o de los contratos de asociación con la empre acampe ina . La chilenización del cobre en Chile -a finale de la década de loaño e enta- transformó al Estado en socio de las transnacionales mineras ydemostró la elasticidad, envergadura y pragmatismo de la nueva estrategiade dominación imperialista. En e ta misma década e inició la modificacióndel sistema neocolonial de la plantation y el voluntario abandono, por lastransnacionale , de la actividad productiva: en Hoduras, en Costa Rica, enPanamá, en Ecuador, las tran nacionales tomaron la iniciativa de vender sustierra al Estado (a lo órgano de reforma agraria) o las negociaron directa-mente con las empre a campe ina . En Panamá se transformaron algunasde la plantaciones en empre a del Estado, en Costa Rica en empresas mix-tas (asociación de la tran nacionales, los campesinos y el Estado), en Hon-duras vendieron las tierras a las empresas campesina y retuvieron el controlabsoluto obre la tecnología y la comercialización, en México promovieronla transformación de los ejido colectivos en aba tecedore de materia primaa la industria alimentaria transnacionalizada. En Honduras se formó un sin-gular complejo de cooperativas agr(colas, en Guanchías, en tierras que fue-

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ron de una transnacional bananera y con una base social reclutada de suplanta laboral: de allí que el complejo cooperativo, tuviese que nacer bajosignos muy definidos: el de la relación contractual con la Standard Fruit Co.para la comercialización exclusiva del banano y la estricta dependencia tec-nológica18 y el de la utilización de patrones capitalistas de trabajo como el ex-presado en el empleo de un 89% de mano de obra asalariada.

En México, las transnacionales han operado en el sentido de ejercer elcontrol sobre la industria alimentaria -en las ramas de los cereales, la ver-duras, las frutas, las carnes y la leche- tanto la orientada hacia el aba teci-miento del mercado interno (transformación de cereales y productos lácteosy manipulación de los aparato más sofi ticado de la sociedad de consumo)como la estructurada en los distritos de riego del Noroe te, de acuerdo conla demanda estacionale del mercado de hortalizas de invierno en los Esta-dos Unido 7<1. La transnacionalización de la agroindu tria y de las ramas ma-nufactureras que producen in urna para la explotación agrícola, ganadera yfore tal, ha conllevado la modificación del e quema de producción agrícolaintensiva que anteriormente se había centrado en California y Arizona y quehabía funcionado por medio del reclutamiento de bracero mexicano indo-cumentados, tra ladando luego las áreas de producción al Noroeste de Mé-xico, en donde la transnacionales contra loras de los aparatos metropolita-nos de comercialización, han encontrado las mayores ventajas comparati-vas: la mano de obra má barata, la menores exigencia fi cale y una inte-grada infraestructura tí ica originada totalmente en inver iones del Estado(presa de riego, istema de electricidad, red de ferrocarrile y carretera deprimera cla e integrada a la red de la metrópoli). Aún en lo proyecto másrecientes de reorganización de la agricultura colectiva a escala regional -como en la Chontalpa (Taba co)- lo ejido orientado hacia la ganaderíalechera han quedado apri ionado en el campo de influencia de una trasna-

78. Enrique A torga Lira, Estructura agraria en el calle de Sula. Tegucigalpa, Edic. Talleres delINA, 1975, p. 27. De acuerdo con el contrato celebrado entre la cooperativa y la tandard, "Elproductor se compromete a embrar de conformidad a lo término de e te contrato ... tierrasque serán eleccionadas y localizadas por la Compañfa, de la variedad de bananos determinadapor la Compañfa, debiendo utilizar para e a iembra únicamente la emilla uplida por la Com-pañía .... mantendrá y explotará la plantaciones de acuerdo con las condiciones de cultivo )'consecha que la Compañía recomienda .... y para efectuar otras siembra o plantaciones deberátener el permiso previo y por escrito de la Compañía". Corre a cuenta del productor financiar lapreparación de las tierras y la realización del cultivo. El productor confiere el derecho a la Com-pañfa: para construfr ramales de ferrocarriles, llneas telefónicas, empacadora y otras in tala-ciones, libre de todo cargo, para designar personas que entren o salgan libremente de la fincadel productor; para empacar y proce ar los bananos en cajas que la Compañía determine, parano aumentar la extensión de los cultivo ni cambiar ni alterar la dispo ición de la finca, in elprevio con entimiento de la Compañía, dado por escrito. Además "el productor se comprometea vender exclusivamente a la Compañ(a toda fruta que e produzca en dicha finca, debidamenteempacada en cajas y deberá entregarla a bordo de los carros del ferrocarril en el punto designa-do por la Compañía". Estructura Agraria en el valle de Sula, op. cit., pp. 49-52.

79. F. H. Beck, "Cómo controla la agroindustria la producción de verduras en el Noreste deMéxico" Problemas del Desarrollo, n. 31. IIEG-UNAM, México, 1977, p. 109Yss.

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cional que ha asumido la dirección tecnológica, ha impuesto las condicionesde operación financiera y ha instrumentado un convenio de asociación quetransforma a la empresas ejidales en abastecedoras forzosas de materia pri-ma durante un decenio80•

Dentro de e tos marcos estructurales se ha producido la modernizacióncapitalista de la agricultura mexicana -a í como de la centroamericana, anti-llana o andina-, se ha orientado la aplicación de las reformas agrarias deideología desarrollista y se ha provocado la descomposición y redefinicón delas economías campesinas dentro del modelo vigente de crecimiento agríco-la. El hecho de haberse centrado la estratégia del desarrollo capitalista en laindustria manufacturera y de haberse constituido el sistema urbano-indus-trial como centro rector de los procesos de transformación y modernizaciónde las sociedades latinoamericanas, ha definido -en la práctica- el nuevo pa-pel del campo como proveedor de mano de obra desorganizada y barata,como productor de materias primas sin ningún valor agregado y como abas-tecedor de recur o obtenido en las exportaciones y de tinados a financiarla importación de esa tecnología y de esos bienes intermedios y de capital sinlos cuale no funcionaría el esquema de industrialización dependiente. Elmodelo de relación de precios de intercambio entre el campo y el sistema ur-bano-industrial, ya había sido previamente desarrollado en el plano de lasrelaciones de intercambio entre los países industriales y los que -en su peri-feria colonial- los abastecen de materias primas y de esa fuerza de trabajoque ingresa en lo más bajos niveles del mercado paralelo de la metrópoli.

Dentro de e tas condiciones históricas, el mecani mo por medio del cuale ha hecho posible conservar o incrementar las tasa de acumulación en el

campo, ha sido la obreexplotación de la mano de obra campesina, no sólopor medio de la pre ervación de patrones laborales radicalmente diferencia-dos de lo existentes dentro del sistema urbano-industrial (más bajos nivelesde salarios, má largas jornadas de trabajo, bloqueo de las posibilidades desindicalización campesina, evasión de los servicios de seguridad social), sinotransfiriendo a las economías campe inas la total responsabilidad en la con-servación y reproducción de la mano de obra agrícola, así como en la incor-

SO. Enrique Astorga Lira, Estructura institucional y los ejidos colectivos-plan Chontalpa. (Ed.mim.) Centro de Investigaciones del Desarrollo Rural. México, 1976, p. lO. Uno de lo rasgossingulares de este tipo de asociación de los ejidos lecheros con la Ne tlé, consi te en que aque-llo se obligan a vender la totalidad de su producción láctea a la trasnacional y ésta asume la di-rección técnica de la granjas sin obligarse a nada, ni efectuar ninguna inversión. En desrrollodel convenio, las empresa campesina han importado el ganado lechero de Canadá, en 1973,habiendo calculado los estudios de factibilidad una producción de 2.4 millone de litros anuales:pero la dirección técnica olvidó que se trataba de una lecherfa tropical, razón por la cual las em-presas campe inas sólo pudieron obtener el 40% de la producción calculada, ya que el rendi.miento de las vacas canadiense -<:onel cambio de habitat- descendió de :m-25litros a 4--6litrosdiarios. "El contrato consistió en el fondo -dice Astorga (op. cit., p. 67)- en que la banca pu olo capitales, lo campesinos la fuerza de trabajo, y la Compañía Nestlé la dirección técnica delnegocio y el mercado tanto de la leche como del ganado".

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poración al sistema agrario de las tierras baldías de la periferia por medio dela colonización espontánea. En esta nueva y múltiple responsabilidad asu-mida por las economías campesinas -en particular las recluídas en las con-gestionadas y erosionadas áreas de minifundio- ha de cansado la economíade la modernización capitalista de la agricultura en México, en la AméricaCentral, en las Antillas, en los países Andinos, en Brasil. Ahora bien: estaresponsabilidad ha comprendido desde la preservación de las explotacionede ubsistencia destinadas a completar el salario agrícola, hasta el ab olutocosteamiento de la reproducción de la mano de obra rural y la ustentaciónde las mujeres, lo anciano y los niños, pilares de la comunidad campesinade trabajo. Sin esta compleja estructura de las economías campesinas y delas nuevas formas sociales de la minifundización, no podría comprenderse lanaturaleza y dinámica de las migraciones del campesinado, en sus diver as ór-bitas y escalas. De ahí que al analizar el fenómeno de la descomposición delas econom(as campesinas, no sólo resulte necesario examinar los procesosde proletarización y de emigración definitiva hacia lo nudo del i tema ur-bano-industrial, sino profundizar en lo cambios ocurridos tanto en la em-presa latifundista modernizada como el núcleo minifundistas de la econo-mía campesina, con tituídos en las áreas de refugio de la re erva laboral. Elhecho de que la moderna agricultura capitalista se haya orientado hacia cul-tivos estacionales como el algodón, la caña de azucar, el arroz, o el café, hadeterminado una modificación muy profunda en el mercado rural de traba-jo, en cuanto éste se había apoyado tradicionalmente sobre dos elementos:la planta estable de colonos o trabajadores asentados dentro de lafrontera Jf-sica de los latifundios; y los contingentes aportados -en las época de siem-bras y cosechas- por la indigente con telación de comunidades minifundis-tas localizada en las áreas de frontera. El proceso de modernización capita-lista de la agricultura fracturó e te esquema, modificándose la escala de ope-ración de las áreas de minifundio y debiendo asumir éstas la responsabilidadde abastecer, a su costa, no sólo las exigencias locales de las empresas lati-fundistas sino las demandas estacionales de mano de obra de la totalidad dela estructura. Al asociarse la economía campesina con la empresa capitalistaagrícola, se conformó un tipo singular de mercado rural del trabajo, en elque no ha existido negociación contractual, ni sindicalización obrera, ni re-lación directa entre salario y productividad del trabajo. Semejante articula-ción entre economía campesina y empresa capitalista agrícolaS), no sólo hadefinido los límites y la naturaleza de la proletarización rural, sino ha expli-cado la tolerabilidad y resistencia del campesinado minifundista, cuya ambi-valencia se expresa en la práctica social de que debe trabajar estacionalmen-te como obrero agrícola y vivir como campesino: a partir de esta articula-ción, se han definido también las reglas de una migración campesina que haoperado tanto dentro del circuito de los mercados estacionales de cada paícomo al nivel de los mercados trasnacionales del trabajo rural. De ahí que

81. Luis Gómez Oliver, "Crisis agrícola, crisis de lo campesino ", Revista Comercio Exterior,No. 6. México 1978, p. 719.

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nada tenga de extraño el que, de cerca de un millón de campesino mexica-no indocumentado que emigra anualmente a lo stado Unidos"2, la ma-yor parte con tituya un contingente de trabajadore temporale que por me-dio del mecanismo migratorio incrementan el ingre o de la parcela y de laeconomía familiar y posibilitan el que la agricultura de lo E tado Unidosno requiera para su funcionamiento má de un 3% de la población activa me-tropolitana.

El secreto de la nueva po ibilidades de acumulación en el campo y de laviabilidad de una agricultura capitali ta afectada por la sobrevaluación co-mercial de la tierra y por la de favorable relación de precio de intercambiocon el istema urbano-indu trial, ha radicado en la capacidad de las econo-mías campe inas y de los contingente minifundistas de constituir e en la re-serva laboral de la totalidad de la estructura, de operar como fuente de aba -tecimiento de la mano de obra requerida por lo cultivos e tacionales, de or-ganizar e para completar el alario de los trabajadore migratorio por me-dio de la explotación de la parcela y de asumir la plena respon abilidad tantoen la reproducci6n de la mano de obra rural como en la reproducci6n de lapropia estructura (colonización de territorio baldío). Dados los términosde esta articulación en la medida en que la economía campe ina sustenta enbuena parte la posibilidades de acumulación de la empresa agrícola capita-li ta de truye sus propia po ibilidades de acumulación y de generación deun verdadero excedente económico"'. El asentamiento minifundista ha en-trado así a de empeñar un papel de pieza maestra en la operación de la es-tructura agraria modernizada y en el funcionamiento de un mercado estacio-nal del trabajo en el que lo característico ha sido la desorganización del cam-pe inado y su incapacidad de negociación. Semejante proceso de redefini-ci6n hist6rica de las econom{as campesinas y de proletarizaci6n limitada, po-dría explicar la naturaleza de fenómeno como la e tratificación social delcamp inado -aún dento de formas organizativa tan originales como el eji-do colectivo de México- los notable desniveles regionales de los alariosagrícola 84 y la brecha existente entre el campe inado minifundista y elpeonaje in tierra, entre lo ejido con superficie de riego y los que conti-núan anclado en uelos de temporal85• La importancia de esta redefinición

82. " n una década México no exportará indocumentado: Leonel a tillo, Director del ervi-cio de Inmigración y Nutrición de lo EEUU, uno más uno, México, julio 25, 1978, p. 11.

3. Gonzalo Pereira, "Excedente econ mico de la agricultura campesina", uno más uno, Mé-xico, julio 24, 1978, p.12.

84. Algunos e tudios recientes han profundizado en estos fenómeno de e tratificación social ygrandes desni~le en la remuneración salarial en el campo. Luis Gómez Oliver -en "Crisiagrícola, cri is de los campesino", op. cit., p. 719- menciona el contraste de lo de niveles re-gionale en México, en cuanto al alario agrícola en Baja California es catorce vece superior alde un Estado de producción de maíz en tierras de termporal como Hidalgo.

85. 1. Re trepo Fernández y Salomón Eck tein. La agricultura colectiva en México. La expe-riencia de la Comarca Lagunera, Siglo XXI, México, 1975, p. 314.

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del papel asignado a las economías campesina en la mayoría de lo paíseslatinoamericanos, podría explicar el profundo interés de los órganos de lasmetrópolis que se ocupan de la cuestión agraria (a í como de la banca multi-nacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de De arrollo), en elfinanciamiento de las reformas orientadas hacia la propagación de la parcelade explotación familiar o en el di eño de una estratégia de desarrollo ruralfundamentada en la modernización capitalista de los minifundios y de laseconomías campesinas por vía de su incorporación --con crédito in titucionaly supervisado- al mercado tecnológico de las trasnacionales. Si é te análisistiene una validez objetiva, la minifundización propagada por reforma agra-rias que han tenido una enorme carga de asistencia norteamericana - técni-ca, política y financiera- no ha con tituido un error de aplicación de la políti-ca de parcelaciones, ino un objetivo deliberado de este tipo de reforma: esteha sido el ca o de Bolivia, cuyo gobierno entregó la totalidad del aparato ins-titucional del desarrollo agrario a la Mi ión de Operaciones del Punto IV delGobierno de los Estados Unido (educación normalista rural, experimenta-ción agrícola, exten ión, crédito agrícola y supervisado, fomento coperati-vo, desarrollo de comunidades) o del Ecuador, cuyo Gobierno e tuvo asisti-do por la constelación de in titucione ge la ALPRO y cuya acción agrariaestuvo orientada hacia la ampliación de las base de sustentación de las eco-nomías campe ina entregando a lo colonos o huasipungueros 1as parcelaminifundi tas que ocupaban en los cinturones marginales de las haciendas.

E te análisi revela las diferencias su tanciales entre los ciclo en que la re-forma agraria apenas ha ido un componente de los proce os de moderniza-ción capitalista de la agricultura y aquello en que ha in trumentado no óloproyecto de transformación agraria -a partir de la demolición y sustitucióndel istema latifundi ta- sino modelos de de arrollo global de la sociedad, dela economía y del Estado, bien aquellos inspirados en una ideología nacio-nal-revolucionaria o bien los que se han inscrito en un proyecto socialista deNueva Sociedad. Mientras las reformas agrarias de tipo liberal o populistano han pretendido modificar las leyes y condiciones hi tórica de funciona-miento del desarrollo capitalista en América Latina -en lo que hace a la pro-piedad sobre la tierra o a la ocupación del espacio o a la di tribución socialdel ingre o de descomposición de las economías campe inas- la reformaagrarias orientadas de acuerdo con lo proyecto nacional- revolucionarioo ocialistas han significado una abierta ruptura no sólo con lo patrones co-loniales de poblamiento y con la formas de a entamiento rural sino con elesquema global de uso de los recur os productivos y con la formas de inte-gración de los sectores de la economía y en última instancia, de la ciudad ydel campo. Por lo mismo que se han alterado radicalmente la formas y con-tenidos de la concentración latifundista -en el salto hi tórico entre la econo-mía señorial y el capitali mo del subde arrollo-; e ha modificado también lanaturaleza de la minifundización como componente fundamental de la es-tructura agraria: mientras la minifundización clásica operó articulada a laconstelación del latifundio de colonato (en el altiplano y en lo valles inte-

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randinos de Bolivia, Ecuador, Perú o Colombia), la moderna minifundiza-ción no ólo ha e tado expre ando lo recientes proce o de descomposiciónde la economías campe ina sino también el nuevo papel a ignado por la es-tructura agraria y por el modelo de desarrollo capitali tao Sin un análisis ob-jetivo de este moderno fenómeno de minifundización, se correría el riesgode tomarlo como una simple expre ión patológica del si tema y de equivocarlo alcance reale de la de compo ición de la economías campesina .

De de el punto de vi ta de la estructura e pacial, semejante cambio en lanaturaleza y papel de la minifundización, e ha expresado en una tendenciageneralizada hacia la relocalización de las áreas de minifundio, desde el pun-to de vi ta de la leye de valorización comercial de la tierras (Tal como seseñaló anteriormente) y de las po ibilidade de movilidad de la mano deobra dentro de los diver o circuito de la e tructura. E por esto que a partirde e tas formas e pecífica de minifundización y de descomposición de laseconomía campe inas e ha tran formado la naturaleza y dinámica de lamigracione y e han agudizado los problemas de sobrepoblación relativa, dedesmoronamiento de la comunidad familiar de trabajo y de excesiva presiónsobre los recursos naturales. Nada tiene de extraño, entonces, el que lo ac-tuale proce o de minifundización hayan e tado a ociados con 10 de margi-nalización social del campesinado, degradación ecológica de aquellas áreascon mayor carga de población activa (las laderas de la cordillera andina enPerú, Ecuador, Bolivia o Colombia, por ejemplo) y progre iva ampliaciónde lafrontera desértica. La contrapartida de las enorme concentraciones ur-banas o de las aglomeracione minifundistas rurale , ha sido el vaciamientode las regione en las que la sobre valuación comercial de la tierra ha determi-nado u tran formación en un bien de inver ión financi~ra (conformándoseel más moderno tipo de latifundio de manos muertas) o la rápida desertiza-ción de territorios agrícola o forestales en que se han aplicado prácticas denaturaleza esquilmatoria.

Estas reflexiones tienden a plantear el problema de la población de las cIa-ses y de la ocupación del territorio como parte de un proceso histórico que haido expresando la condiciones estructurales del capitalismo del subdesarro-llo y en el cual la de compo ición de las economías campesinas no ha seguidouna tendencia constante y lineal, alimentando de una parte las migracionestorrenciale y definitivas hacia centros metropolitanos -la corriente del éxo-do- y de otra, con olidando las área de minifundio como centros residen-ciale de un campe inado que trabaja estacionalmente en las empre a capi-tali tas, sustentando la red de pequeño poblado en que se aloja el nuevoproletariado agrícola y el peonaje sin tierra o dinamizando la movilizacióncampesina hacia lo último territorio baldíos de reserva y de colonizacióne pontánea.

Ha correspondido a los nuevos proyecto político de desarrollo-el nacio-nal-revolucionario y el socialista-la singularidad histórica de haber ganadola capacidad de modificar -radicalmente- tanto el patrón hispano-colonialde poblamiento y de ocupación del espacio como los sistemas de asenta-

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miento rural en América Latina: pero ha sido en Cuba donde e e proceso re-volucionario ha ido más lejos y en donde e ha modificado más drásticamen-te la estructura espacial, no ólo por la transformación de la reforma agrariaen revolución agraria (al cambiarse, globalmente, el modo de producción yel sistema de vida), sino por la superación de la economía capitali ta de mer-cado al adaptar e un modelo ocialista de desarrollo fundamentado en laplanificación del crecimiento armónico de las regiones geográficas y de lossectores de la economía, en la creciente integración campo-dudad y en la im-plantación de nuevos patrones de acumulación social, de distribución del in-greso y de participación organizada de la da e trabajadoras en la nuevasconquistas de la economía, de la cultura y de la organización política.

Los proce o nacional-revolucionarios en las ociedade latinoamerica-nas se han de encadenado u ualmente a partir de una intensa y profundamovilización popular - campesinado, proletariado de la minas, la ciudadey los campo , élites inconformistas del e tudiantado y de las da es media -han de bordado lo marco convencionales de lo proyectos de reforma pro-pue tos a través de los ero ionados mecani mos de la República Señorial odel E tado Oligárquico. Preci amente por la naturaleza tan univer al, com-pleja y espontánea de eso desbordamientos en países tradicionalmente fun-damentados en la desorganización de lo pueblo ,en la inmer ión campe i-na yen el bají imo nivel de la la conciencia ocial, e que e han frustradohi tóricamente, los proyecto nacional-revolucionario, al no poder verte-brarse la alianza política de la da es trabajadora como un nuevo istemade poder y al no alcanzar a articularse un nuevo e quema -teórico e ideológi-co- de transformación revolucionaria del estado, de la economía, de la cul-tura, de la organización política y ocial. La impo ibilidad de haber logradoeste alto histórico, y de haberse transformado la da e trabajadora en lanuevas fuerza de conducción del E tado nacional, explica la fru tracción delo cambio revolucionario y la inevitable desmovilización y desarticulaciónde e a fuerza protagónica de la má radicale tran formaciones en la hi -toria latinoamericana.

En el México de los año diez y veinte e de encadenó la in urrección ar-mada que no ólo destruyó los más anacrónico andamiajes de la sociedadhispano-colonial - completando la tarea de la guerra de indep ndencia-ino que po ibilitó históricamente la acumulación de fuerzas sociales que en

la década de los años treinta dieron forma al proyecto nacional-revoluciona-rio: La reforma agraria dejó de er entonce una limitada operación de resti-tución de tierras a comunidades de pojadas o de reparto de tierra exceden-tes en las haciendas con el objeto de transformar a lo peones acasillados enpeones con tierra -para ganar el rango de proceso orientado hacia la u titu-ción del si tema latifundi ta por una nueva e tructura ejidal-cooperativa yarticulado al movimiento global de transformacione revolucionarias ocurri-das en la ociedad, en la economía y en el Estado. Si bien esa acumulación defuerzas sociale no alcanzó a madurar ideológica y políticamente en ese de-

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cenio- ya que ni la c1a e obrera ni el campe inado, e habian capacitado paraejercer el control hegemónico sobre lo aparatos del Estado y para desarro-llar históricamente el proyecto nacional-revolucionario - sí originó un cam-bio profundo en la composición, estructura y papel del estado nacional yenla ideología política de la sociedad postrevolucionaria. Fue la pre encia dee as masa organizadas la que definió la nueva imagen nacional del E tado,la que rescató cierto valore esenciale de la democracia política y la que di-eñó la trama de un nuevo tipo de nacionali mo: el nacionalismo popular y

revolucionario, esto es, la ideología de una clases trabajadoras movilizadahacia el poder y hacia la alteración radical de la estructura de clases y de laorganización nacional. Ni en el México de lo años treinta, ni en la Guatema-la o la Bolivia de lo año cincuenta, ni en el Chile o el Perú de lo años seten-ta, la c1a e trabajadora e tuvieron políticamente preparada para instru-mentar de de el Estado el proyecto nacional-revolucionario o para com-prender su nece ario empalme con un proyecto ocialista de desarrollo. Ca-recería de entido suponer la formación e 'pontánea de e a c1a e para elejercicio del poder a través de los aparato del Estado, i la totalidad de me-cani mo polftico de la Republica Señorial o del Estado oligárquico eorientaron tradicionalmente en el entido de educar e a c1a es en la culturade las lealtades cristianas y de la dependencia señorial. Si bien fueron nota-bles lo movimientos revolucionarios populare en el siglo XIX -en México,en Chile, en olombia, en Bolivia- lo partido revolucionario de claseapena emergieron con lo nuevo proce o de de arrollo capitali ta y dede compo ición de la antigua e tructura señorial.

En el caso de México, la apertura industrialista y burguesa -a partir de loaños cuarenta- implicó un cambio muy profundo en las relaciones de poder,un definitivo control de la nueva alianza de c1a es (moderna oligarquía bur-guesa y terrateniente, capas medias reformi ta ) obre lo aparato del E ta-do y una modificación cualitativa del partido de gobierno que hizo posibleustituir las masas movilizadas, por clientela obrera y campe ina in auto-

nomía ocial ni iniciativa política. E tos cambio en la naturaleza y direcciónhistórica del proce o, han definido la grande fa es de la revolución mexica-na ,especialmente en el tramo que va del proyecto nacional-revolucionarioal moderno ciclo de la hegemonía burgue a y de la adopción de un modelo-primero heterodoxo y luego más o menos ortodoxo- de de arrollo capitali -tao En última in tancia, é to han sido tambien lo marco histórico de la re-forma y de la contrarreforma, del proce o que modificó audazmente los pa-trone hispano-coloniales del poblamiento, lo tipos de a entamiento ruraly el e quema global del uso de lo recursos fSico de tierra, agua y bosque(quebrando las reglas de la concentración latifundista y la pulverización mi-nifundi ta) y del proceso que frenó en eco la movilización campesina, re-constituyó la agricultura sobre la ba e de la empresa privada y la concentra-ción capitalista y asignó a los ejidos y empresas campesina un papel no sóloecundario sino marginal dentro de esta nueva estructura.

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b. Reforma y contrarreforma agraria en Mexico. Del proyecto nacional-re-volucionario al desarrollo capitalista de la agricultura

La diferenciación de fa es histórica re ulta, entonces, un criterio insusti-tuible para determinar el carácter y lo alcances de la reforma agraria, ya quefue en el ciclo del proyecto nacional-revolucionario cuando el proce o sedisparó en varias direcciones: una, de incorporación de territorio desérticoso vacíos al sistema nacional de producción agraria y de mercado, por mediode las grandes obra de irrigación y los nuevos tipo de a entamiento rural;otra, de ustitución de los latifundio por empre as de agricultura colectiva yde nuevas forma de ocupación den ificada del territorio; y otra, finalmente,de modificación radical del e quema tradicional de u o de las tierra ,al pa-sar de la ganadería de pa toreo a la agricultura de mercado en la regionestemporaleras transformadas en di trito de riego. Ante de que pudie e arti-cularse la nueva estructura ejidal-eooperativa -por la debilidad organizativae ideológica de las fuerzas populares y por la consiguiente carencia de uncontorno e tructural favorable en lo aparatos del E tado- irrumpió el pro-ceso de la contrarreforma, que di locóla economía ejidal, definió los térmi-nos del desarrollo capitalista de la agricultura y determinó lo patrone delnuevo ordenamiento regional.

El nuevo proceso de de arrollo capitalista en el campo de bordó los mar-cos in titucionale y legales que se habían fijado durante la vigencia del mo-delo ejidal- cooperativo de reforma agraria, tanto en el sentido de que eprodujo una concentración selectiva de la propiedad sobre la tierra de riego(por medio de divisiones simuladas, de manipulación de lo mecani mos deinafectibilidad y de una definición legal de lapequeña propiedad en términode 100 a 300 hectárea regadas), como en el de que -no siendo posible legal-mente la compra-venta de tierra ejidales-Ia concentración dentro de ellae efectuó por medio de los arrendamientos o de lo contrato de asociación

simulada. Dentro de e ta condicione específica tomó forma el modernoproceso de concentración capitalista tanto en tierras de propiedad privadacomo en las de propiedad ejidal particularmente en aquello distritos de rie-go más activamente incorporados al sistema operativo de las corporacionestrasnacionale , en el Bajío guanajuatense, en el Norte y el Noreste lo queexplica que en esas regiones el 5% de los propietarios hubiesen podido ex-plotar cerca de las cuatro décima parte de la superficie total regada en197386 y el que los ejidatarios se hubie en tran formado en campe ino ren-tistas o asalariado agrícolas en sus propias tierras. Es necesario, entonces,puntualizar el hecho de que el neolatifundismo y la transnacionalización dela agroindu tria no necesitaron promover la concentración obre la propie-

86. David Barkin, "Desarrollo regional y reorganización campesina. La Chontalpa como refle-jo del problema agropecuario mexicano", Revista Comercio Exterior. México No. 12,1977, p.1411.

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dad de la tierra sino sobre el control del potencial productivo (por medio delos arrendamientos ilegales, la in erción de tecnologías modernas y el em-pleo de ejidatarios como trabajadores asalariados), habiendo sido desbor-dadas la in tituciones agrarias de tipo comunal por lapráctica social y el mo-delo capitali ta de desarrollo. De allí que en el México actual, una décimaparte de la explotaciones agrícolas haya aportado el 70% de la producciónagropecuaria en 1970 y que la enorme polvareda de capas minifundistashaya tenido que recluirse en las unidades más pequeñas, en las tierras máspobre yen las economías con más baja capacidad productiva87• En la confi-guración de este modelo capitalista de desarrollo, se asignó un papel e tra-tégico a las exportacione agrícola de tinada a financiar la importación debiene intermedios y de capital, sin los cuale no podría sustentar e el proce-so de industrialización, núcleo y objetivo central del modelo. Dento de e tomarcos e definieron y jerarquizaron la nueva regiones agrícolas del Méxi-co contemporáneo, lo nuevos procesos de poblamiento y las nuevas leyede la migración campe ina. Se comprende a í el que mientras en la décadade lo año treinta se produjo un fenómeno de desaceleración de las corrien-tes migratoria en el sentido rural-urbano -<:omo efecto de la desmoviliza-ción militar y de la rápida propagación de asentamiento campe ino a tra-vé de la reforma agraria cardenista y de las obra de riego en gran e cala88-

en la década de 1960-1970 se generó una migración masiva sin precedenteen 10 período anteriores (el volumen de migrante uperó el nivel de los 3millones de per ona )89, tanto como efecto de la creciente gravitación del sis-tema urbano-industrial como de la contrarreforma agraria, la concentracióncapitalista de la agricultura y la descomposición de la economía campe i-nas. Entre 1965y 1970 e produjo uno de los grandes movimientos de reaco-modo espacial de la población mexicana, cambiando de re idencia cinco mi-llone y medio de per ona -el equivalente al 11,3% de la población total-provocándo e el vaciamiento de ciertas regiones transformadas en expul o-ras ma iva de mano de obra90 y concentrándose cerca de la quinta parte dela población nacional (17,4%) en la ciudad de México. En este ciclo de gran-de cambio económico y espaciales, veinte entidades federativa e convir-

87. 1. Fernández Restrepo, "La tran ferencia de recursos a la agricultura", en: "El economistaMexicano", o. 3. 1976. ArturoWarman "Frente a la crisis ¿polftica agraria o política agríco-la?" Comercio Exterior, México, No. 6, 1978, p. 687.

88. Luis Unikel, "Urbanización y urbanismo: ituación y perspectivas", La ciencia-Sociales(antología). Edic. A ociación Nacional de Universidades México, 1974, p. 273.

89. Unikel, op. cit., p. 275.

90. La agricultura colectiva en México- La experiencia de la Comarca Lagunera op. cit., p. 314;en esta obra de los economistas Re trepo y Eckstein se analizan tanto los fenómenos de sobre-población relativa que caracterizan muchas área rurales de ejido colectivo, como los proble-mas relacionados con la creciente masa de jornalero in tierra, la constitución de ejidos en tie-rras marginales y la expansión de la capa de ejidatario minifundista que solo pueden disponerde 1.5 hectáreas de riego -en promedio- en regiones como la Comarca Lagunera.

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tieron en definitivamente expulsoras de campesinado (Zacateca , Michoa-cán, Hidalgo, San Luis Potosí, Durango, Oaxaca, Tlaxcala, Yucatán, Gua-najuato, Guerrero, Querétaro, etcétera, expul aron entre el 4.4% y 9.7%de u población): en 1970, cerca de la ei décima partes de los trabajado-res agrícolas con ocupación principal de jornalero o peones se localizabanen las zona minifundi tas y temporalera del centro y del sur del país91•

En el nuevo ordenamiento regional, el Noroe te entró a ocupar un lugarde primera jerarquía, no ólo por un mayor grado de de arrollo agrícola yuna más rápida expan ión de las tierra de riego -en el estado de Sinaloa seregi traron en 1974cerca de 600.000 hectárea, con po ible ampliación a unmillón de hectáreas92.- ino por má pronunciada diver ificación del aparatoproductivo (algodón, hortaliza, tabaco, caña, cítrico, vid, etcétera) y unademanda de mano de obra má inten a y estable, e timada en 280.000 perso-na o ea, el 15% de la fuerza de trabajo ocupada en la agricultura mexica-na93• E te patrón de de arrollo agrícola fundamentado en la diver ificación yen la agroindustria, e timuló la formación de una red de poblado menoreen donde fue a entándo e el nuevo proletariado. El análisi de la experien-cia histórica del Noroeste irve para determinar, objetivamente, cuáles hanido lo principale beneficiario del esquema de modernización agrícola y

de la contarreforma agraria aplicado por los gobierno po t-cardenista ycuál ha ido el objetivo finali ta de lo cambio operado en el ordenamientoregional, en lo patrones de poblamiento y en la ecología de la regiones desér-ticas, como efecto de esa política agraria y de e a nuevas forma de capita-li mo de E tado. Entre 1941 y 1970 el Estado efectúo una inversión cercanaa los $5.000 millone (pe o de 1950) en obra de riego, de la cual corre pon-dió cerca de una cuarta parte a Sinaloa; esta infrae tructura fí ica estuvocomplementada con un moderno sistema de energía y de vía de comunica-ción, también originado en inver ione del presupue to público. Sobre e tasba es territoriales y obre e ta infrae tructura fí ica desarrollada por el capi-tali mo del E tado, se con tituyóla agroindu tria hortalicera controlada portrasnacionale metropolitanas e integrada al mercado de verdura de lo E -tado Unidos94, cuando la elevación de costo de producción de California yArizona indujo a la relocalización de la zona productora en un paí - comoMéxico- en el que a má de la vecindad e a ociaban do excepcionale con-

91. Gómez Oliver. Luis," risis agrícola, crisis de los campesino", en Revista omercio Exte-rior, México, 0.6,1978, p. 719.

92 .•. ómo controla la agroindustria la producción de verduras en el Noroeste de México", op.cit.,.p. 105.

93. Carlota Botay, Jo éL. Heredia, Marco A. Zepeda, Jornaleros agrícolas migratorios: Unasolución organizativa, México, Edic. Mim. Dirección General de Planeación, RA, 1976.

94. "Cómo controla la agroindustria la producción de verdura en el Noroe te de México", op.cil., 106.

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diciones: trabajo desorganizado y barato -evaluado con las escalas del capi-talismo subde arrollado- einfraestructura física originada en la inver ión e -tatal9S•

En 1970 e había llegado a una tal polarización social de la agricultura, yaun tal grado de pauperización de lo ejidos colectivos, que en el 84% de lospredio tenía un carácter minifundista y apenas participaba en el 21 % de laproducción agrícola, mientras el bloque neolatifundista -nada más que el4% del total de predios- disponía del 72% de la tierra de riego y aportaba el56% de la producción total96• Semejante e trategia de crecimiento apoyadaen la ubordinación estructural de las economía campesinas emergente dela reforma agraria, originó la organización de una vasta red de ejidos colecti-vos n tierra de riego, orientada exclu ivamente hacia el abastecimiento demateria prima a ingenio azucarero -privado o e tata le - en Morelos, Pue-bla o Sinaloa.

La experiencia de la últimas décadas, ha demo trado que i bien el E ta-do tolera la exi tencia de ciertas formas comunale de a entamiento rural yde cierto modelos de agricultura colectiva, no le a igna a la empresa campe-sina - lláme e ejido, cooperativa de producción o explotación a ociativa-ningún papel su tantivo y autónomo en la nueva estructura agraria. E ta esla razón de que -aún tratándo e de proyectos con tan notable movilizaciónde recursos estatales como el de los ejidos colectivos de la Chontalpa o el dela cooperativa de participación estatal de Zacatepec- se hayan uperpuestoindustrias de propiedad privada o pública a las explotaciones agrícola cam-pesinas transformada en economías satélites o se haya propiciado la asocia-ción de las empresa campesinas con las trasnacionales o la propagación delas equívocamente llamadas empresas mixtas, definidas como aquellas enque se a ocian lo campe ino con el Estado y con lo inver ioni tas privadoo como aquellas en que las empresas campesinas se integran con la trasna-cionales. En esta nueva etapa del desarrollo capitalista, están ya formulán-dose, públicamente, cuále son los requesito finales de la contrarreformaagraria: la abolición jurídica de la tenencia ejidal no divisible ni negociable,

95. A este mismo proceso de concentración regional de la agricultura capitalista corresponde latra nacionalización de la industria alimentaria. "Otro ra go caracterí tico de e te período y quepe a negativamente en el desarrollo de la agricultura -dice el economista Fernando Paz Sán-chez, Problemas y perspectivas del desarrollo agrfcola. en Neolatifundismo y explotación: deEmiliano Zapata a Andérson Clayton. México, dic. Nue tro Tiempo, 1976, p. 89- ha sido elcontrol absoluto que ejercen ya las industrias extranjera en la indu tria agrícola. Las despepi-tadora de algodón con Ander on layton, a la cabeza controlan ya vario cultivo entre loque cabe destacar el cacahuate, el cártamo, la copra y otras oleagino as. Además la indu triasalimenticias agrícola, ante nacionales, han pasado a manos de extranjeros, dominadas por laGeneral Foods, Productos de Maíz, Heinz, Gerber, Industrial Fénix, Del Monte, Fillu , Mc-Cormick, Nabisco, United Fruit y otras firmas, que controlan la transformación de cereales,verduras y fruta y carnes de distintos tipos".

96. Rodolfo Stavenhagen, "Aspectos sociales de la estructura agraria de México", en Neolati-fundismo y explotación, op. cit., p. 117.

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la fractura de la comunidad campe ina, la consagración legal de la libre com-pra-venta de tierras, la legalización del arrendamiento, y la declaración gu-bernamental de que la propiedad agraria es inafectable y de que en Méxicoha terminado el reparto de la tierra97•c. Reforma y contarreforma agraria en Bolivia. Del proyecto nacional-revo-

lucionario al desarrollo capitalista de la agricultura.

Hasta 1952, Bolivia conservó intactos lo rasgos de la República Señorial:una minería de exportación controlada por los troncos oligárquicos de las fa-milias Patiño, Hoschild y Aramayo; un sistema de haciendas de colonato yservidumbre indígena destinado a alimentar lo centro mineros y los merca-dos locales; una centralización de la actividad minera y agrícola en áreas in-sulares del altiplano y de los valles interandinos, de acuerdo con los patroneshispano-coloniales de poblamiento y las formas tradicionales del ordena-miento regional; y una impenetrable hegemonía política -al nivel de los par-tidos y del E tado- de la aristocracia latifundista y de la oligarquía minera. Sibien este esclero ado ordenamiento tradicional logró conservarse hasta laguerra del Chaco, sus soportes militares políticos se desajustaron y desarti-cularon a partir de emejante desastrosa confrontación armada y no resistie-

97. En esta dirección coinciden -en líneas generale -las formulaciones hechas por voceros delgobierno, de organizaciones patronales como el omité oordinador Empresarial o como laConfederación Patronal Mexicana -Coparmex- o de la Confederación de Trabajadore deMéxico crM. La Secretaría de la Reforma Agraria ha orientado su línea política partiendo delreconocimiento de que están agotada o están por agotar e las tierras repartibles, lo que equiva-le -en la práctica- a in trumentar la teor'a de que ha llegado a su fin el reparto agrario. Partien-do de semejante reconocimiento, la SRA ha tran ferido la re pon abilidad de los rezagos agra-rios (que comprenden cerca de 60.000 expedientes, con solicitudes de tierra de dos y medio mi-llones de campesinos y con re oluciones presidenciales no ejecutadas por aproximadamente 20milones de hectáreas, unomásuno, México, D. F., /7 de junio de /978), a los gobernadores delos Estados, esto es, a los agentes intermediarios entre las estructuras locales de poder y los órga-nos superiores del Gobierno Federal.

La apertura a la inversión privada se ha planteado, desde luego, como un corolario de la teoríametropolitana de que, dada la in uficiencia interna de capital que tipifica a todo país subde a-rrollado, es necesario abrir las puerta a la inversión privada extranjera. "Debido a la ausenciade capital nacional en el campo -ha declarado el ub ecretario de Reforma Agraria en marzo 22de 1978 (Excelsior, México, D. F.)- se hace.nece aria la participación del capital extranjero,siempre y cuando se ujete a las normas legale . "El presidente del Comité Coordinador Em-pre arial, J. Sánchez Mejorada (Excelsior, México, D. F., marzo 10de 1978), ha condicionadola inversión privada en el campo a que terminen la operaciones de redistribución de la tierra, aque se consagre la libre ganancia como motor del crecimiento y a que se propicie abiertamentela asociación de lo ejidatarios con los empresarios privado. El presidente de la ConfederaciónPatronal Mexicana, Manuel J. Clouthier, ha corrobado la mi ma línea ideológica y ha condicio-nado también la capitalización del campo y el impul o privado de la indu tria agrícola, a la can-celación de la reforma agraria y a la concertación de acuerdo entre los ejidatarios y los tenedoresdel capital, la tecnología y el mercado. "Fin del reparto agrario: paso a la agro-industria", Ex-celsior D.F., marzo 11,1978. El sindicato de Trabajadore Agrícolas de la crM e ha sumado aesta campaña ideológica del gobiel no y de las organizaciones patronales, declarando pública-mente que "e necesario dar mayores garantías para que el capital (privado) invierta en el cam-po". (El Dfa, México. D. F., marzo 2,1978).

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ron la prueba de los gobiernos militares nacionales de Toro, Bush y Villa-rroel, con los que se inició -en la práctica histórica-la nueva experiencia dela movilización popular y el diseño de un proyecto nacional-revolucionario.

Pese a que este proyecto fue presentado entonces como una grosera ex-presión de fascismo en América Latina, logró su más alto nivel histórico en'1952, cuando se produjo la alianza política de las clases trabajadoras -prole-tariado minero y fabril, campesinado, artesanado, estudiantado, clases me-dias- por medio del Movimiento Nacionalista Revolucionario, y cuando através de la insurrección armada se demolieron los cuerpos militares de re-presión, se conformó un sistema irregular de milicias obreras y campesinas yla movilización popular abrió las puertas de los aparatos del Estado. Si bienesta alianza de clases trabajadoras estaba conducida políticamente por unaélite revolucionaria de la clase media, su base de sustentación más dinámicaera el sindicalismo minero, caracterizado por su radicación política, su pro-gresiva cohesión y su adhesión ortodoxa a la línea ideológica del internacio-nalismo socialista. Por medio de la teoría del cogobierno sindical, este prole-tariado no sólo tuvo acceso directo a los órganos de gobierno, sino a la admi-nistración de la minería nacionalizada: pero fue precisamente la participa-ción de la clase obrera en la conducción del Estado, la que demostró que aúnno estaba formada políticamente para comprender la naturaleza de la revo-lución en que estaba participando, limitándose a utilizar su inmenso poderen la conquista de pequeñas ventajas pragmáticas y salariales. En realidad,ninguna de las fuerzas sociales en el poder tenía la capacidad de desarrollarel proyecto nacional-revolucionario, reestructurando los aparatos del Esta-do nacional, orientando la nacionalización minera hacia la formación de lasbases industriales de Bolivia y enderezando la reforma agraria no sólo haciala demolición de la haciendas señoriales del altiplano y los valles interandi-nos, sino hacia la organización de una nueva y dinámica estructura agraria.Sin embargo, pese a la falta de coherencia ideológica y las aspiraciones prag-máticas de las clases a ociadas en el proyecto nacional-revolucionario, estaprimera fase del proceso se caracterizó por la sistemática ruptura de los pa-trones hispano- coloniales de poblamiento -al lograrse la plena incorpora-ción nacional de los territorios vacíos de los llanos y bosques tropicales deloriente- por la plena demolición del sistema de colonato y servidumbre ypor la propagación de formas nuevas se asentamiento rural: la red de pobla-dos a través de la cual se conformó una nueva economía de mercado en el al-tiplano y los valles interandinos98, la comunidad campesina movilizada haciala colonización de las vertientes yungueñas de la cordillera -una vez liberada

98. A. Ga rcfa , "Reforma agraria y desarrollo social de Bolivia", en Reformas agrarias enAmérica Latina, FCE, México, 1965. Acerca de la propagación de los poblados, "ReformaAgraria: Bolivia", Ronald S. Clark, en La reforma agraria en América Latina, Recopilación dePeter Dorner, Edil. Diana, México, 1974. p. 204.

Arturo Urquidi, El Feudalismo en América y la reforma agraria boliviana, Imp. Universitaria,Cochabamba, 1966.

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de las relacione de servidumbre- y el latifundio de plantaci6n emergente dela ocupación de los llanos orientales por medio de una agricultura comercialde algodón, arroz y caña de azucaro Semejante proceso de soldamiento delos grandes islotes geográficos localizado en la cuenca amazónica, en los va-lles interandinos y en el altiplano, tuvo la significación histórica de una refor-mulaci6n de las bases territoriales de la nación boliviana, así como de unamodificación sustancial del papel de la agricultura en el nuevo esquema deeconomía nacional.

La debilidad ideológica y organizativa de las fuerzas populares -transito-riamente emul ionadas en el MNR- se expresó en aquellos hechos que noólo condujeron a la frustración histórica del proyecto nacional-revolucio-

nario, sino a la victoria de la contrarrevolución, en 1964, una vez que lasfuerzas armadas e reconstituyeron dentro de los patrones militares y la doc-trina de guerra antisubversiva de la metrópoli y que pudieron transformarseen el aparato de deci ión política del Estado. Esos grandes hechos podríandenunciar e, esquemáticamente, a í: incapacidad de transformarse la alian-za política de cla es trabajadora en un bloque de poder popular, con uncoherente esquema ideológico y una plena facultad de proyectar la revolu-ción en el ámbito de lo aparatos del Estado; carencia de una teoría del im-perialismo y de la revolución nacional- popular, que hubie e impedido el e -trangulamiento de la nacionalización minera al reducirla a una actividadsimplemente extractiva y al conservar su dependencia de los hornos de fun-dición y de la metalurgia trasnacionales; y carencia de un esquema de refor-ma agraria que hubiese apuntado hacia la creación de una nueva estructurade empresas campesinas asociativas, evitando el que la parcelación de lati-fundio hubiese conducido a la proliferación de economías minifundistas yel que la iniciativa del desarrollo agrícola lo hubie en transferido directa-mente el Estado a una agencia del Punto IV del gobierno de los Estados uni-dos (estaciones experimentales, centros de mecanización, servicios de ex-tensión, programas de crédito supervisado, orientación de la Banca agríco-la, fomento cooperativo, educación normalista rural). A través de estas pro-fundas brechas, la estrategia contrarrevolucionaria pudo conquistar, en diezaños, sus fundamentales objetivo : la progre iva ruptura de la alianza políti-ca de clases trabajadoras dentro del MNR, el desmantelamiento de las mili-cias obreras y campesinas, la desmovilización popular, la formación de unaagricultura capitalista vinculada al proceso de trasnacionalización -en losllanos tropicales del Oriente esto es, en la propia áreas de influencia geopo-lítica del Brasil-, la minifundizaci6n de la economía campe ina emergen-tes de la reforma agraria, la dependencia financiera del presupuesto públicoen relación con los aportes en especie del gobierno de los Estados Unidos, lareorganización y la reorientación de las Fuerzas Armadas como una estruc-tura autónoma de decisión -en última instancia- dentro de la sociedad civil ydentro del Estado.

Si bien en e te proceso emergió una nueva Bolivia -geográficamente inte-grada, con nuevas formas de asentamiento rural y de ocupación de las ver-

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tiente subtropicales de la cordillera andina, con una economía diversificaday una cla es trabajadoras que conocieron la experiencia exitosa de la movi-lización política y de la toma de conciencia del poder- se demo tró que la de-bilidad del proyecto nacional-revolucionario consistía en que u fuerzasprotagónica ni e taba n preparadas ideológica y políticamente para su arti-culación y desarollo, ni tamp co para comprender y enfrentar el procesocontrarrevolucionario, iniciado a travé de lo propios mecanismos equívo-co de la ayuda extranjera y programado desde los centro político-militaresde la metrópoli: han sido e tos centros los respon ables de la conducción dela grandes operaciones contra revolucionaria (guerra anti ubversiva, pro-gramas de desestabilización económica y política, estrategias de de movili-zación de 10 pueblos y de desmantelamiento de sus organizaciones con ca-pacidad de acumulación de fuerza y de toma de iniciativas), en Bolivia,Guatemala, Chile y Perú. La experiencia histórica de Bolivia ha demo tradoque la viabiLidad práctica de un proyecto nacional-revolucionario no depen-de, exclusivamente, de la relacione local e de poder y de la movilizaciónde fuerzas sociaLes internas, i ya e ha tra nacionalizado el proceso de acu-mulación y de expan ión de mercado, si se ha conformado un sistema intera-mericano de defen as hemisférica del capitali mo (con un aparato militar,una doctrina de guerra antisubversiva, una teoria de la fronteras ideoLógicasde los Dos Mundos y una organización para la asistencia mutua) y i pe e ala tendencia pLuricentristas y a la formación de bLoques económicos, e tánalineadas estratégicamente la potencias beneficiarias de la actuales formasde organización capitali ta del mercado mundial. En Guatemala, en Bolivia-y de de luego también en México- se ha hecho presente la necesidad de quela fuerza sociales que pueden asumir la tarea de la transformación revolu-cionaria y del de arrollo global de la sociedade latinoamericanas -desbor-dando lo marco del capitalismo subdesarrollado y dependiente- e armende una teoría de la acción muLtinacional, de las integraciones multinacionaLesy de los Estados multinacionaLes, que corresponda a las nuevas formas de ladominación imperialista y de la contrarrevolución tra nacionalizada.

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V. LOS LIMITES POLITICOS DE LAS REFORMASAGRARIAS CONVENCIONALES

Ninguna reforma agraria estructural ha podido tener éxito yconquistar susobjetivos finales cuando la fuerza sociales que las promueven y dinamizanhan perdido la capacidad de participación política o de efectiva presión so-bre lo aparatos del Estado y cuando se ha producido la desarticulación delproyecto nacional-revolucionario: ni siquiera en el caso de México ~n don-de la revolución fue impulsada por la movilización del campesinado y por lalucha armada contra los aparatos y símbolos del sistema latifundista eño-rial-la reforma agraria logró conqui tar sus metas finales, una vez produci-da la de movilización campesina y modificado el aparato político a travésdel cual se había iniciado la participación de las clases trabajadoras en laconducción del Estado. Lo que iguió de pués del corto e intenso ciclo car-denista, fue el franco desmantelamiento del poder ejidal, la concentraciónde recurso públicos y privados en el llamado sector capitalista o empresarialde la agricultura y la deliberada marginalización de las economía campesi-nas. De ahí que en el nuevo ciclo de desarrollo capitalista de México, ni hayasido posible frenar los proce os de concentración y de metropolización, nihayan tenido la menor eficacia las política de redistribución social del ingre-so agrícola, ni las operaciones de reparto agrario hayan logrado alguna vali-dez práctica -no obstante la intensa presión campesina sobre la tierra (mini-fundista , peones, comuneros, ejidatarios en tierra de temporal, campesi-nos con derechos a salvo)- y las creciente oleadas de invasiones que han es-tado señalando la explosiva agudización de la lucha social. En esta modernafase de la contrarreforma agraria, los propios mecanismo institucionales sehan transformado en los más eficaces, impenetrables y sutiles obstáculo delreparto agrario en cuanto operación de redistribución de la tierra agrícola,de los ingresos y del poder. El problema de la tierra y del descontento cam-pesino ha pasado de nuevo a ser competencia -como en el periodo prerrevo-lucionario- de los aparatos represivos y del caciquismo político de los Esta-dos.

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En el caso de paí es -como Guatemala- que apena alcanzaron a iniciar elciclo de la movilización popular, la reforma agraria fue tolerada mientras seocupó de pequeña operacione de parcelación de tierras en las finca nacio-nales (expropiadas a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial) o decolonización de baldíos en los lejanos territorios de la periferia: pero una vezel proceso fue adquiriendo una forma masiva y drá tica, quebrando las rela-ciones de servidumbre en la meseta central, expropiando más de medio mi-llón de hectáreas reivindicando 160 mil hectáreas no utilizada económica-mente por el enclave de plantación bananera, y distribuyendo 400 mil hec-táreas entre 100.000 familias campesina ,rompió lo limites de la tolerancia yfue aplastada por una contrarrevolución armada e instrumentada, directa-mente, por la trasnacional bananera y por la oligarquía latifundista de lospaíses vecinos.

Los casos de Chile y de Venezuela revisten una singularidad histórica, nosólo por referirse a países con una estructura exportadora apoyada casi ex-clusivamente en el cobre o en el petróleo, sino por tratar e de sociedades enlas que la democracia política ha podido llegar a un alto nivel de desarrollo,tanto en lo que hace a la conformación de un moderno istema de partidospolíticos y a la organización autónoma del proletariado y de las clase me-dias, como la autenticidad de las forma ye tilo caracterí tico del Estado li-beral de derecho. Sin embargo, el proce o histórico de e as democracias po-líticas ha sido radicalmente diferente, no sólo por cuanto el salto históricodesde el ciclo agrícola y pa toril ha ta el ciclo del petróleo y de la indu triali-zación bá ica ha ido má rápido y profundo en Venezuela que en Chile,como por el hecho de que en Chile los nuevos partido político debieronagregar e a una estructura bipartidista señorial (liberale y conservadores,pelucones y pipiolos) dentro del esquema portaliano de Estado, mientras enVenezuela el si tema bipartidista tradicional se agotó con las guerras federa-le y con la dictadura del general Juan Vicente Gómez y a su muerte -coinci-dente con el auge del petróleo- pudo formarse un moderno sistema de parti-dos político , con fuerzas ociale muy delimitadas y líneas ideológicas denotable coherencia.

a. Reforma agraria y desarrollo capitalista de la agricultura en Venezuela.

En meno de medio iglo -entre 1930 y 1975- Venezuela se tran formó depaís campesino (cuya agricultura era la fuente casi exclusiva de acumulacióny de generación de excedente ,participando en el 90% de las exportacionesantes de 1920) en paí eminentemente urbano (con sólo una quinta parte dela población en las áreas rurales) y en el que el petróleo ha constituido másde las nueve décimas partes de las exportaciones y ha determinado el finan-ciamiento de la mayor proporción del presupuesto público. Precisamente enrazón de la enorme gravitación del petróleo -o más exactamente, de los in-greso transferidos por la compañias petroleras- se produjo una espectacu-lar expan ión del mercado interno y una acelerada concentración de la po-blación en el eje metropolitano Caracas- Maracaibo. Semejante estructura

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del ingreso, determinó las graves distor iones en el proceso de moderniza-ción capitali ta de Venezuela: primero, una hipertrofia de la importación debiene de consumo y una rapidf ima propagación de los patrones consumis-tas de la metrópoli; segundo, una pre ervación de la estructura latifundi tadel viejo estilo, en la que e combinaban el hato llanero de pa toreo con lasfinca cafetalera tradicionales de la región andina99, y tercero, una notablecarencia de obra de infraestructura ff ica (vfa de comunicación y sistemade riego) que hicie en viable una rápida modernización tecnológica de laagricultura. En e tas condicione de e clero amiento del campo y de impe-tuosa urbanización, e formuló la primera reforma agraria en 1946, cuyomás importante objetivo fue propiciar la organización del campesinado, ini-ciar las obras de riego y desatar la primera corriente de colonización en latierra baldfas de propiedad nacional. A la cafda de la dictadura del generalPerez Jiménez -como producto de una intensa movilización de fuerzas 0-

ciales y de partido polftico reformi ta y revolucionarios (Acción Demo-crática, opei, Partido Comuni ta, URD, etcétera)-Ia reforma agraria sur-gió como un programa polftico de con enso nacional, con el que e tabanidentificado ideológicamente t do lo partidos democráticos: u tramaconceptual fue, entonces, el re ultado de una negociación polftica entrefuerzas sociales antagónicas y entre tendencia revolucionaria ,reformi tay con ervadoras repre entada en el foro parlamentario. En e to con i tfa ufuerza -en el con en o nacional- pero también su extrema debilidad, ya queiendo producto de la negociación ca uista entre fuerza ociale antagóni-

ca daba preferencia a la declaración de principio sobre lo mecanismoprocedimentale y lo método de operación práctica. De otra parte, la ex-cepcional di ponibilidad de recur os financiero del Estado venezolano y elsingular papel desempeñado en la lucha polftica por la organización campe-sina, determinó el que e adoptase el camino de menor resistencia: la com-pra de tierras -o de bienhechurías- aceptando el proce o de sobrevaluacióncomercial para el pago de indemnizaciones, aún tratándose de tierra depropiedad pública invadidas por las clases latifundista . Al iniciarse la refor-ma agraria de tipo convencional (1959-1961), el 40% de las tierras adquiri-das por el Instituto Agrario Nacional (IAN), habfan sido invadidas previa-mente, tanto por iniciativa latifundista (dada la po ibilidad de vender tierrascaras al Estado) como por hambre campesina de tierras, yen particular de la

99. El conflicto entre el enclave capitalista y las arcaicas relaciones de producción existentes enel campo fue planteado por diversos científicos sociales venezolano pero en particular por Sal-vador de la Plaza y Miguel Acosta Saignes. "La muerte de Gómez -<lecía Salvador de la Plazaen "Determinantes Histórico-político de la situación agraria venezolana", Derecho y ReformaAgraria No. 2. Univer idad de lo Ande ,Mérida, 1970. p. 21- históricamente y por la inciden-cia de la explotación petrolera en las relacione de producción que predominaban en el campo,debía haber abierto el paso al sistema de relaciones de producción capitali ta, pero ello no ocu-rrió porque la implantación de tales relaciones en escala nacional, por su incompatibilidad conla estructura de gran apropiación de la tierra, requería la liquidación de esa estructura. Y haido justamente esa contradicción principal lo que ha caracterizado y agudizado las condiciones

en que se ha e tado debatiendo el país de de 1936".

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trashumante ma a de conuqueros. Por 1965, de las 500 fincas adquiridas porel IAN con más de millón y medio de hectáreas, e155% había sido compradopor medio de operaciones comerciales, el 10.8% expropiado y eI19.3% con-fiscado a través de mecanismo jurídicos de excepción aplicables en los ca osde enriquecimiento ilícito tan frecuentes en las dictaduras de Gómez y PérezJiménez en Venezuela, de Machado o Bati ta en Cuba, de Porfirio Díaz enMéxico o de Manuel Odria en el Perú'oo. No obstante que la tran ferencia detierras públicas al IAN alcanzó a 8 millones de hectáreas, sólo el 13% se des-tinó a fine de colonización y reforma agraria: el hecho de que cerca de la mi-tad de e as tierra ya e tuviese ocupada por campesinos, determinó una for-mación acelerada e inorgánica de asentamiento 1U1. De acuerdo con el mo-delo propagado en la década de los años e enta por la Alianza para el Pro-greso, esto a entamientos campesinos nacieron bajo el igno de las econo-mías parcelarias, con lote de propiedad individual de no má de 10 hectá-reas y orientados hacia la producción de artículo de subsistencia (maíz,yuca, caraota ): sobre e ta ba e ,ni iquiera un Estado como el venezolanopodía prestar una asistencia técnica y financiera eficaz, organizar una nuevaestructura agraria, tran formar las condiciones de vida del campesinado yabastecer de productos agrícola al mercado interno. Nuevamente -comoen el ca o de México po tcardeni ta- Venezuela cayó en la trampa del dua-lismo estructural, esto es, de la concentración de recurso financieros y detecnológico en el llamado sector rrlOdernoo empresarial y del abandono odi persión de recurso en el llamado sector campesino o tradicional.

Era evidente que, dentro del esquema parcelario, la idea de tran formar alo campesinos en granjeros capitali tas sólo era válida en la medida en queel Estado pudiese organizar un enorme y co toso aparato a i tencial, trans-ferir una masa descomunal de recursos y apoyarse en una muy sólida e inte-grada organización de Centros Agrarios como núcleo de los asentamientocampesinos. La práctica histórica ha demostrado que ni iquiera el E tadovenezolano --elmás rico de la América Latina- ha tenido una capacidad asis-tencial como para dar tierra y organizar productivamente a 350.000 familiascampesina consideradas beneficiarias potenciales de la reforma dentro delesquema de arrollista de las parcela individuales, elloteamiento de latifun-dios, la de ordenada ocupación de las tierra nacionales, la dispersión geo-gráfica de las viviendas, la pretensión de convertir a cada campesino en em-presario granjero. No obstante que el Estado venezolano pudo asentar unanotable masa de 150.000 familia campesinas --en algo más de 15año --el es-fuerzo ha quedado anulado o mediatizado por un e quema de crecimientoque ha asignado a lo asentamientos campe inos un limitadísimo papel

100. Luí Ratinoff y Pompero Ríos, Reforma agraria. El Proceso de adquisición de tierras, vol.1, Estudios CENDES IDA, Caracas, p. 78.

101. "Informe Final de la Comisión de Evaluación y Re tructuración de los Organismos de re-forma agraria", JAN, Caracas, 1975, pp. 48--49.

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como mecani mo de reten ión de la población campesina adulta -por mediode una agricultura de sub i tencia- como fuente de abastecimiento de mate-rias primas a la industria manufacturera (orientándose en esta dirección eluso de más de la tres cuartas parte de las tierras en los di trito de riego) ocomo centro de empleo condensado de fuerza de trabajo rural. Sin embar-go, el modelo tecnológico utilizado en lo a entamiento -particularmenteen las tierra de riego- no ólo ha ido ero ion ando la po ibilidad del empleorural en las áreas de modernización agrícola, sino que ha obligado a lo par-celero y beneficiarios de la reforma agraria a permanecer ocio o durantegran parte del año. De allí que no obstante que la inver ión pública en riegoalcanzó en el período 1970-1974 al 6.5% del total de inver ión bruta fija enagricultura (cerca de 1.700 millone de bolívare en 1974), la ocupaciónagrícola en lo istemas e tatale de riego apena representó el 5% del totalregistrado en ese ector, a nível nacional1ll2• De acuerdo con el InventarioNacional de Tierras y Beneficiario de La Reforma Agraria, hecho por elIAN en 19761°3, la iguiente era la situación en los aproximadamente 3.000a entamiento campe inos: el 90% de los beneficiario operaban en explota-ciones individuales; el 72% con parcelas entre una y diez hectáreas (la mayorparte entre do y cinco hectáreas in riego); el 68% estaba con tituido poranalfabeta ab olutos o funcionales; el 58.5% no había recibido nunca a i -tencia técnica de ninguna especie; el 51% no había utilizado ningún insumoy ólo 28.5% había conocido la emillas mejoradas; el49 ,3% había vendidoen el comercio local o a intermediario rurale y el 17.5% había destinado laproducción a autocon umo; la tres cuarta partes (73%) eran monocultiva-dores de maíz, caraota o yuca o a lo más tenían do cultivos; y el 74% ape-na obtenía ingresos anuales a nivel del salario mínimo rural.

Desde luego, este tipo de reforma agraria y colonización habia promovidovaria cosa : la incorporación masiva de tierras de propiedad nacional en laeconomía capitalista de mercado; la ocupación económica de regiones antesvacía -como lo llanos de Barinas, Cojede , Portuguesa, etcétera y la cuen-ca de Maracaibo- así como el vaciamiento de regione que anteriormente sehabían caracterizado, como algunas andinas, por la elevada densidad demo-gráfica; la retensión de población campesina, lo que explicaría parcialmenteel hecho de que entre 1936 y 1974 la población rural hubiese aumentado entérminos absolutos de 2.4 a 3 millones de personas; no obstante el bruscocambio de imagen física de la sociedad venezolana, al descender el porcen-taje de población rural del 71% aI25.9% de la población nacional, en el mis-mo período. En suma, la reforma agraria ha ido progre ivamente absorbi-da -o desbordada- por el proceso de modernización capitalista, provocán-dose su rápida mutación en reforma agrfcola: pero una reforma agrícola queno ha tenido capacidad alguna de enfrentarse a la dimensión de los nuevos

102. Proyecto de Ley Orgánica Agraria, Exposición de Motivos. Venezuela, Edic, InstitutoIberoamericano de Desarrollo y Reforma Agraria, Mérida, 1978, p. 51.

103. Informe General, Tomo 1, Caracas, 1976.

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problemas, de superar el crecimiento extensivo de la agricultura y de romperel nuevo proceso de concentración latifundista y de pulverización minifun-dista de las economías campesinas. De 1950 a 1973,la superficie agrícola to-tal sólo aumento de 14.6 a 18.3 millones de hectárea, corre pondiendo apastos naturalescerca de 12 millones de hectáreas, si bien la superficie conpastos cultivado se incrementó de 1.6 a 5.1 millones de hectáreas, y la decultivos de 1.1 a 1.6 millones de hectárea, en el mi mo período'04• De puésde 15 años de reforma agraria y modernización capitalista, e mantenian lospatrones de concentración latifundista y de explotación extensiva de la tie-rra: en 1961, eI2.2% de las explotaciones acaparaba el 78.8% de la superfi-cie de fincas; y en 1971, el 3.1 % conservaba el control obre el 76.5% de latierra.

Frente al renovado impulso del mercado interno, la agricultura de lo ni-veles -el empresarial y el campesino- no ha alcanzado iquiera a adecuarse ala creciente demanda de la industria alimentaria y meno ha podido aspirar ala ub titución de importacione agropecuaria cercana a nivel de los US$1.000 millone anuales. Entre 1973y 1976-en el nuevo proceso de nacionali-zación del petróleo y de montaje en la Guayana de una indu tria siderúrgicapara producir 3 millones de tonelada de acero- el con umo de alimentosmanufacturado (con un elevadísimo control de las trasnacionales), pasó deBs 8 380 millone a Bs. 15020 millone .

El efecto de e te hecho ha sido la expan ión de la frontera territorial y laocupación de las tierra de re erva en los valle del litoral , en los llanos de pie-demonte y en la región andina (quedando una va ta exten ión en los llanossecos y en la húmeda Orinoquia), pero no en el mejoramiento significativodel u o de los recur os físico de tierra, agua y bo que. En los i tema de rie-go --<>riginado exclusivamente en inver ión estatal- e utilizaron en 1976apena 59000 hectáreas de un co to o activo de 212000 hectárea regable ,llegándose a extremo de malversación o subempleo de la tierra agrícola ensistema como el de Boconó, en el Estado Barina , en el que de 3.300 hectá-reas regables apenas e utilizó una superficie de 352 hectáreas o ea que óloe cultivó una de cada nueve hectáreas de riegolOs•

b. Reforma agraria y contrarrevolución en Chile.

Chile ha sido uno de los paises latinoamericanos que en los últimos cuarenta años pudo experimentar cambio ma profundos.en su e tructura ocial,en el reacomodo espacial de la población y en el diseño de un capitalismo deEstado que se constituyó en el factor más dinámko y coherente de la moder-nizaCión capitalista. No sería comprensible este proceso sin la irrupción de

104. Informe Final de la Comisión de Evaluación y restructuración de los Organismos de refor-ma agraria, Caracas, 1975, op. dI., p. 145.

105. Proyectos de Ley Orgánica Agraria, Exposición de Motivos, op. cit., p. 21.

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un moderno si tema de partidos políticos de la clases medias y del proleta-riado -a partir de la República Sociali ta de 1932- y sin la capacidad negocia-dora y de conciliación de aquellos sectores de la oligarquía burguesa y terra-teniente mejor identificados con la democracia liberal y con el concepto delEstado portaliano. Sin embargo, ni iquiera durante la vigencia del Gobier-no de Frente Popular a partir de 1939, e planteó la nece idad de reformar laestructura agraria todavía apoyada en un istema latifundista señorial -elfundo de inquilinaje- yen la desorganización del campesinado. El gobiernodemócrata- cristiano no intentó seriamente una modificación profunda delesquema global de industrialización y desarrollo agrario, no obstante que ensus formulaciones programática incorporó tanto el concepto de vía no capi-talista de desarrollo como el de chilenización del cobre y el de reforma agrariamasiva y drástica'06•

Pese a los avances en la organización sindical y política del proletari~do yde las clases media ,sólo en 1965 se reconoció -en la práctica- el derecho delos campesinos a la organización indical, abriéndo e una doble posibilidadhistórica: la de impetuosa proliferación de las más diver a formas de asocia-ción del campesinado ( indicato , cooperativas, comité de pequeño agri-cultores, empre as campesinas) y la de u progre iva incorporación en losnuevos partido políticos, abandonando la condición de clientela electoraldel sistema señorial de partidos. A partir de 1965 fueron desapareciendo laformas más anacrónicas y señoriale del latifundismo y de la inmersión cam-pesina, pero sólo durante el gobierno de la Unidad Popular e crearon lascondiciones y mecani mos de participación del campesino en el complejo yrefinado sistema de poder políticolll7• Sin la activa y directa participación delcampesinado en la toma de deci iones poliíticas, se carecía de esa fuerza mo-tora capaz de acelerar la aplicación de una política de reforma agraria rápi-da, drástica y ma iva. Ni el proletariado indu trial y minero, ni las clases me-dias, ni laélite de la inteligencia revolucionaria, podían sustituir a la masas

106. "El mayor ob táculo al cumplimiento de los fines de la Reforma Agraria -dice Solón Ba-rraclough en "Reforma Agraria: Historia y perspectivas", en: Cuadernos de la Realidad Nacio-nal, Santiago de hile, 1970, p. 9--ha sido la divergencia de intereses y objetivos retórica de lareforma agraria profunda y la ideología del partido respecto a la posibilidad de un desarrollo nocapitalista, nunca fueron tomados lo suficientemente en serio por la mayoría de los hombres denegocio de clase media y alta y por lo políticos má influyentes en el partido y en el gobierno".Por lo demás, el concepto de vfa no capitalista excluía radicalmente polfticas como la de chileni-zac{on del cobre, que sin enfrentar la estructura monopolista del enclave, trasformaba al Estadoen socio ingenuo de las empersas trasnacionales.

107. "La representación en la e tructura del poder político -decía Jacques Chonchol en "Parti-cipación de las organizaciones campesinas en el proceso de la reforma agraria", en: Boletfn in-formativo de la Sociedad Chilena de Planificación y Desarrollo, No. 313, Santiago de Chile,1969, p. 61- se generaba en otro grupo ociales, habia una participación importante de losgrandes agricultores, especialmente en el parlamento y en las municipalidades locales; pero me-dieros, inquilinos, a alariado ,miembros de las comunidades indfgenas, voluntarios, afuerinos,en general la gente que constituye la base de la población campe ¡na, no tenían representaciónen la estructura del poder político nacional. on tituían casi la cuarta parte de la población delpaís, pero su representación en la estructura del poder político no llegaba más allá del lo 2%".

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campesinas en e a capacidad particular de confrontación y de mantelamien-to de la estructura latifundi tao

La modernización capitali ta promovida por el gobierno del Frente Popu-lar cambió la imagen tí ica de Chile - de rural en urbana- y promovió un pro-ceso de industrialización en el que de empeño un papel central y dinámico elcapitalismo de E tado. Tanto la nueva formas de concentración capitalistacomo los fenómenos de urbanización y metropolización, desataron las nue-vas fuerzas de presión nacional sobre la (ierra, al exigir de la e tructura lati·fundista la creciente liberación de contingente laborales y el progre ivo in-cremento de la capacidad productiva de materia prima . Mientras en ladécadas de los años treinta y cuarenta (cuando Jorge McBride caracterizabaa Chile como un país esencialmente agrícola y minero, en el que la imagendominante era el fundo de inquilinaje y la relacione de tipo paternali ta yeñorial)lllH,la exportación anual de producto agropecuario era de 30 mi-

llones de dólares y la importación de 15 millones, treinta año de pué conti-nuaba exportando los mi mo 30 milone pero las importaciones de e oproductos -en año de co echa normal- había a cendido a cerca de US$ 200millonesll"'.

El punto neurálgico de la nueva apertura política no apuntaba tanto haciala reforma del i tema latifundi ta de propiedad y tenencia de la tierra (porhaber participado en el diseño de la reforma agraria convencional fuerzasociales revolucionarias, reformista y conservadoras, por la vía de una ne-

gociación complicada y casuista), como hacia la reforma de la relacione so-ciales y de las condiciones que habían impedido, compulsivamente, la orga-nización ocial, económica y política del campesinado. La práctica hi tóricademo tró que é ta no era, en 1965, la puerta de salida, pero í lapuerta de en-trada hacia la salida con po terioridad a 1970. Lo sorprendente de la expe-riencia histórica de Chile consiste tanto en el aplazamiento durante veinti-cinco años de la modernización social del campo -dentro de las pautas de lademocracia liberal-burguesa y a partir de la instauración de un gobierno na-cional-populista en 1939- como en la celeridad del proceso de organización,de toma de conciencia y de movilización del campesinado. Hasta 1937, lasindicalización campesina era ilegal y everamente reprimida; en 1965 noexistían oficialmente más de 20 indicatos campesinos con un total de 2.000adherentes en todo el territorio nacionalllll. La campaña electoral del FrentePopular en 1938111, de ató la primera oleada sindicalista en el campo chile-

108. Jorge McBride. Chile. su tierra y SI/ gente (segunda edición). IClRA. Santiago de hile.1970. p. 33.

109. Jacque honchol. Exposición de Jefe de ta Delegación de hile en la Vt Conferencia Inte-ramericana de Agricultura. Lima. mayo 31. 1971. p. 3.

110. Allende habla con Debray. Edic. "Punto Final". No. 126. antiago de hile. p. 14.

111. "Trayectoria del movimiento campesino chileno" en: Cuadernos de la Realidad Nacional.EREN. Universidad Católica, Santiago de Chile. 1969. p. 19.

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no, pero el proceso organizativo quedó congelado en el ciclo posterior detran formación cualitativa del partido radical y de instauración de gobiernosliberales y contrarreforrnista . El ascenso de la democracia cristiana consti-tuyó, en realidad, una nueva fase de reagrupamiento de las fuerzas popula-res -incluyendo a las clase medias- que llegó a su más alto nivel con la orga-nización del campesinado y la alineación de lo partido y movimientos so-ciali ta en el i tema de la Unidad Popular. En realidad, la mayor importan-cia hi tórica de la Unidad Popular no consistió en ser producto de una coali-ción de partido con un común denominador socialista (Partido Sociali ta,Partido Comuni ta, radicalismo social-demócrata, MAPU, izquierda cris-tiana), sino en con tituir una alianza política de clases trabajadoras, en cami-no hacia una nueva y unitaria estructura de poder. La paulatina incorpora-ción del campesinado pobre en esa alianza -durante la Unidad Popul'ar- u-pe raba la tradición chilena de segregación de las organizaciones obreras ycampe ina y sentaba las bases para que e as fuerzas hubiesen podido a u-mir la re pon abilidad de un proyecto nacional- revolucionari01l2.

A mediado de 1970, la Corporación de Reforma Agraria estimaba que el38% de la fuerza rural de trabajo a alariada y compue ta de 335.000 per 0-na , e taba agremiada en 488 sindicatos, con tituyéndo e en una nueva fuer-za de presión ocial y políticallJ• El tipo de reforma agraria que aplicó la de-mocracia cristiana a partir de 1965, fundamentaba el proce o de moderniza-ción capitali ta de la agricultura en e to elementos: la limitación de la pro-piedad agraria a 80 hectáreas de riego bá icas (mientras en México el límitemáximo se había extendido a 300 hectáreas regadas en la línea de los cultivocomerciales), la formación de una clase media rural de propetarios familia-res -organizado en cooperativa de ervicios- y el mejoramiento de la con-dición social de los trabajadores de la tierra. El cambio ocurrido en la corre-lación de fuerzas ociales y políticas representada en el Congreso, hizo po-sible la conquista de tres grande objetivo : la libre sindicalizaci6n campesi-na, la implantación obligatoria del salario campesino mínimo y la abolicióndel inquilinaje como último vestigio de las relaciones señoriales en el cam-pOII4.

Pe e a que no exi tió suficiente claridad sobre el hecho de lo que lo funda-mental de la alianza política no consistía tanto en la coalición de partidoscomo en la integración de clases trabajadoras, la gravitación de estas fuerzas

112. "El movimiento obrero (Allende habla con Debrayv, op. cit. ,) -a pesar de los esfuerzos deRecabarren y de sus sucesore jamás llegó, salvo muy recientemente a concluir esta alianzaoriginaria con el proletariado agrícola y con el campesinado pobre, ni a influirlos seriamente,salvo en la periferia de las concentracione obreras".

113. James F. Petras, "La reforma Agraria en Chile", Problemas del Desarrollo, Instituto deInvestigaciones Económicas de la UNAM, No. 6, México, 1971, p. 91.

114. S. Barraclough, "Reforma Agraria: historia y perspectivas", en: Cuadernos realidad na-cional, op. cit., p. 6.

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movilizada fue inten ificando, progresivamente, el ritmo de la reformaagraria, de la política de nacionalizacione y de la lucha de clase. Mientrasel tipo de reforma agraria liberal (colonización y parcelación de latifundiodesgarrado por problemas ociales y ecológicos) apenas había dotado detierra a 1.250 familias y había pre ervado el sistema señorial de inquilinajehasta 196411S, a finale del gobierno de la democracia cri tiana e habían ex-propiado poco más de 1.400 predio con algo má de 3.5 millones de hectá-reas (dentro de la que e incluía alrededor del 20% de la superficie de riegoy más de 13% de la cultivada)1I6, se habían organizado más de 575 a enta-miento y los beneficios de la reforma había comprendido a una 20.000 fa-milias campesinas, esto es, eI2.6% de la ma a total de 722.000 familias rura-les y sólo la quinta parte de la 100.000 familias campesinas que e había fija-do como meta para el exenio.

La naturaleza de la reforma agraria convencional-lenta, casuista, electi-va, de ordenada- y las expectativas de atadas en el campesinado, desbor-dan la capacidad de operación y las metas que válidamente podía fijarse lademocracia cri tiana, impulasando el de contento y las nueva formas de or-ganización social. De 1970a 1972 aumentó en 70% la sindicalización campe-sina y e hizo presente un fenómeno enteramente nuevo y sorpresivo en uncampo ujeto a lo everos patrone de la cultura señorial de la servidumbre:la movilización social y política del campesinado. En 1971 hubo 1.758 huel-gas, 1.272 tomas de fundos y se formaron 186 Consejos Comunales Campe-inos'l7. La movilización de esta fuerzas ociales en los campos, en las ciuda-

des y en lo centro mineros, provocó la transformación del tipo de reformaagraria, utilizando los mismos instrumentos legales y el mismo aparato insti-tucional. En 1965existían cerca de 4.876 predios mayores de 80 hectáreas deriego básico (HRB) -el 2% de las propiedades rurales con e155% de la tierraproductiva- ya mediado de 1972 quedaban solamente 200 de esos latifun-dio, con menos del 3% de la superficie productivall8 A finale de 1972, nosólo podía hablarse de un sector reformado -pese a lo graves problemas or-ganizativos de los Centros de Reforma Agraria y a la brecha existente entreel acelerado proceso de afectación de latifundios y el lento mecanismo de or-ganización del aparato productivo- sino que estaba en condiciones de parti-cipar en las relaciones de trabajo (dentro de las unidades reformadas) entreel 18% y el 20% de la mano de obra agrícola.

A mediados de 1972, el Gobierno de Unidad Popular había incorporadoal sector reformado la casi totalidad de los fundos mayores de 80 HRB yen

115. William C. Thiessenhusen, "Reforma Agraria: Chile: en La Reforma agraria en AméricaLatina, Coordinación de Peter Dorner, edil. Diana, México, 1974, Land tenure center, p. 11.116. "Reforma Agraria, 1965-1970", CORA Santiago de Chile, 1970, p. 30.

117. Solón Barraclough y Almino Affonso, "Diagnóstico de la reforma agraria chilena (no-viembre 197G-junio 1972)". Edic. Periferia, Buenos Aires, 1973, p. 20.

118. Diagnóstico de la reforma agraria chilena, op. cil., p. 38.

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eptiembre de 1973 había expropiado má de 4.400 explotaciones. Así, envíspera del golpe militar contrarrevolucionario, el área reformada incluía47% del área de riego, 36% de arable y generaba 36% de la producción ec-torial"9.

El ascen o de la movilización popular y la audaz expansión de la llamadaárea de propiedad ocial- soporte económico del proyecto nacional-revolu-cionario en camino hacia la formulación de un e quema ociali ta de de a-rrollo-llevaron a u má alta ten ión el conflicto entre lo intere es monopo-li ta y la extrema concentración del poder económico (minería del cobre,indu tria manufacturera, aparato de financiamiento, agroindu tria, mediod comunicación social) y la creciente democratización del poder político.Dentro de los marcos de e te nuevo proce o, la reforma agraria no ólo po-día orientar e en el sentido de lograr un rápido de mantelamiento de la es-tructura latifundista, sino en el de crear la condicione para la organizaciónde una nueva agricultura, i bien no alcanzó a precisarse específicamentecual podía er el modelo ociali ta de de arrollo agrario. "En nuestro ca 0-decía el pre idente Allende-la reforma agraria no e realiza en un contextode mantenimiento del capitali mo, ino de la de trucción de su núcleo fun-damental: el capitalismo monopólico nacional y extranjero. No se trata, portanto, de desarrollar el capitalismo en el campo, sino de hacer caminar larealciones agrarias hacia el socialismo por los camino más adecuados al ca-rácter de nuestro proce o histórico y ocial. Se comprende que estas formaserán en algunos casos, de las más avanzadas, tipo propiedad de todo elpue-

blo; en otro , diferentes modalidades cooperativas; y por último, tambiéndeberá considerar e la permanencia de ectore de pequeña propiedad pri-vada. "120.

En realidad, el problema central del gobierno de la Unidad Popular no erael de organizar de inmediato una agricultura ocialista -sin haber cambiadolas condiciones globales de la sociedad chilena y sin haberse asegurado elpleno control de la fuerza populare obre el aparato del Estado- sino el devertebrar una estructura agraria compatible con la naturaleza del proceso detransición y con un proyecto nacional-revolucionario capaz de acumular lamayor cantidad de fuerza sociale en su apoyo y de u tentar e obre la másamplia cobertura política.

Desde el punto de.vista de lo cambios operados en los patrones de pobla-miento, en la e tructura e pacial, en las modalidades de los asentamietnosrurales y en la forma de u o de lo recur os físcos de tierra yagua, es nece-sario eñalar que mientras la política de la Caja de Colonización de los go-nieroos liberale y populista se orientó ca i exclusivamente hacia el arr~n-

119. La Reforma Agraria Chilena, pendantlOnité Populaire, Centre International dÉtudes desStructures Agraries - lESA, Montpellier, France, 1975, p. 17.

/20. Allende habla con Debray, op. cit.,p. 49.

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damiento -a corporacione ganaderas- de grande unidade de propiedadpública en las regiones australes, los nuevos tipos de reforma agraria modifi-caron el patrón de asentamiento (primero en pequeña escala y luego en esca-la nacional), retuvieron en el campo un importante contingente de la pobla-ción activa y modificaron -al nivel de los a entamiento campe inos- no tan-to los métodos como los grados de utilización de los recursos naturales reno-vable.

De allí que uno de los efectos inmediatos de la reforma agraria, a partir de1965, haya ido la expansión de la superficie cultivada y el aumento de laproducción agrícola en una proporción media del 4.6% anual, e to es, tresveces má rápidamente que durante la dos década anteriore 121, no ólo enrazón de la energía de pelgada al interior de lo a entamiento campe inos,ino también como producto de la aceleración de los proce o de moderniza-

ción tecnológica de la agricultura comercial122• Si bien a esta altura de la hi -toria latinoamericana se había derrumbado la teoría de que uno de lo efec-tos necesarios de cualquier tipo de reforma es la caída de la producción agrí-cola, existió una diferencia muy profunda entre la reforma agraria tal comoe aplicó durante el gobierno de la democracia cri tiana y la que -con lo mis-

mo instrumentos legales- llevó a término la Unidad Popular: la primeraoperó sobre tierra excedentes en lo latifundio (una vez que el propietarioejercitaba su derecho a reservarse 80 hectárea de RB o sus equivalentes),quedando, en consecuencia, atados lo asentamientos campesinos a tierrasretaceadas, mal localizadas y marginales; y la segunda e orientó, de prefe-rencia, hacia la afectación conjunta de unidades de producción y hacia ladotaciones colectiva .

La nacionalización de la minería del cobre, la expropiación de la industriamonopólica, la expansión del capitali mo de Estado hacias las áreas de labanca, del mercado y de los medios de comunicación social, la reforma agra-ria orientada hacia el de mantelamiento del istema latifundista, implicabanun enfrentamiento simultáneo a la trasoacionales y a la oligarquía burgue ay terrateniente: de ahí que la contrarrevolución se hubiese desencadenado apartir de la ejecución de un programa de desestabilización económico y polí-tico del gobierno de la Unidad Popular,de la metódica desarticulación delaparato transportador y portuario,del sistemático bloqueo de los meca ni -mos del Illercado interno, de la manipulación internacional de los precios delcobre y del cierre de lo créditos metropolitano con los que usualmenteoperaba el comercio exterior de Chile. La estrategia desestabilizadora nosólo dispuso de la masa de recurso nece arios para financiar las agre ivasoperaciones de bloqueo o la inten a campaña de desinformación ideológi-

121. Pedro Vuscovic, "Chile: una nota y un documento sobre la ituación económica", RevistaComercio Exterior, México, No. 5. /97/, p. 378.

/22. Baraclough, Reforma agraria: historia y pesrspectiva, op. cit., p. 8.

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ca, sino estuvo armada de mecanismos de presión como una deuda externasuperior a los US$ 2.400 millones, de los cuales más de 500 millone de dóla-res vencían entre 1971 y 1972123•

El hecho de que se hubie e tratado de uno de los países latinoamericanosen el que pareció haberse consolidado la democracia política y el E tado li-beral de derecho, determinó la naturaleza agraria y arrasante de la contra-rrevolución, tanto más brutal y violenta en cuanto se había fijado como ob-jetivo inmediato el aplastamiento de las aspiraciones e impulsos revolucio-narios del pueblo chileno y el aniquilamiento -con las propias arma del Es-tado- de los mecanismos de democratización del poder y de participación dela da e trabajadoras en los órganos de conducción política. A la militariza-ción cra a del Estado -en de arrollo del modelo norteamericano de la guerraantisubversiva- ya la consiguiente demolición del Estado de derecho, siguióla aplicación de ese conjunto de normas prácticas que ha caracterizado lacontarrevolución en Argentina, Uruguay, Brasil o Chile: total centraliza-ción del poder en los mando verticales de los cuerpo armados, incrementode los derechos extracon titucionales de las corporaciones metropolitanas yde la oligarquía, burguesa y terrateniente, devolución a las trasnacionales delas mina y empresas legalmente expropiadas, despojo a los asentamientoscampe inos y devolución de las tierra a lo antiguos propetarios latifundis-tasl24 o sea, demolición pura y simple de la Legitimidad que se origina en elejercicio de la voluntad soberana de los pueblos en la práctica del Estado dederecho para sustituirla por la LegaLidad que se origina en la posesión de lasarmas y en el apoyo de las fuerzas sociales internas asociadas a la tra nacio-nalización de la economía y a la multiplicación de los aparato de domina-ción imperialista.

123. Pedro Vuscovic," hile: una nota y un documento obre la situación económica, op. cil.,p.378.124. "La desexpropiación o devo'lución de las tierras a sus antiguos propietario -dice Jo é Cal-derón en "La política de la Junta Militar chilena en el sector agropecuario, Antecendentes yperspectiva ", en: revista Comercio Exterior, México, No. 12, 1977, p. 1422- ha eguido dosprocedimientos: La simple restitución de I~fotalidad del predio expropiado, revocando el actolegal de expr~piación procedimiento por el cual de septiembre de 1973a diciembre de 1976 sehabian devuelto 1452predio (el 25% del total de predios expropiados) con 122.106 hectárea~de R.B. (14% dellotaJ del área expropiada); y el otorgamiento de reservas adicionales a lasotorgado en el acto legal de expropiación a todos los propietarios que lo solicitaron: por esteconducto se concedieron, en el mismo período, 2.132 unidades (50 H.R.B. en promedio), a36% del total de predio expropiado, totalizando 107.058 H. R. B. (12% del total de área ex-propiada)" E to mecanismos han permitido quitar a los campe inos y devolver a lo exdueñoslatifundi ta 229.164 H.R.B., equivalente al 26% de la superficie legalmente expropiada,: lasuperficie devuelta equivale a 2.7% millones de hectáreas.

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VI. REFORMA AGRARIA MARGINALY CONTRARREFORMA AGRARIA

Reforma agraria marginal es aquella promovida y negociada entre secto-res polfticos de las propias cla es dominantes -sin participación alguna delcampesinado, de la clase obrera y de los partido reformistas o revoluciona-rios- con el objeto de promover, por medio de la movilización de recursos fi-nanciero ,económico y tecnológicos del Estado, operaciones de moderni-zación capitalista de aquellos ectores o territorios más atra ados de la es-tructura: haciendas de colonato y servidumbre; latifundios localizados enáreas de violencia, conflicto social o degradación ecológica; áreas de explo-siva minifundización; o áreas cuya localización estratégica -desde el puntode vi ta de la tra nacionalización o de las relaciones con el mercado interno-han exigido del E tado una inversión en aquellas obras de infraestructura fío'sica (riegos, vías de comunicación, energía eléctrica, etcétera) y sin las cua-les no podría instalarse, al má bajo costo, la agricultura comercial. Por me-dio de estas operaciones, se ha procurado tanto la incorporación generaliza-da de la tierra y del trabajo en el sistema capitalista de mercado (completan-do la tarea histórica de la reforma desamortizadoras del siglo).

a. la expansión de la frontera territorial hasta más allá de las tierras incor-poradas al istema de fincas y al ámbito de la valorización comercial, por me-dip de la colonización espontánea que realizan los campesinos sin tierra, enlas regiones baldías de la periferia: esta operación -<:aracterística de todaslas reformas marginale y de las contra-reformas agrarias- descarga sobre elcampe inado sin tierra el peso de la reproducción del sistema latifundista;

b. la asignación a las pequeñas economías campesinas de la tarea de abas-tecer de alimento de consumo directo -en especial de granos básicos- a ladensa red de mercado locales, haciendo descansar sobre ellos la producciónde aquello bienes que se comercializan sin valor agregado y que registranlos más bajo rendimientos comerciales;

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c. la desviación de la presión campesina sobre la tierra por medio de opera-ciones de diver ión táctica, bien sea canalizándola hacia los territorios colo-nizables de la periferia o bien a entando la mano de obra rural en áreas deparcelaciones y minifundización;

d. la consolidación de la áreas de parcelación y minifundio como bases te-rritoriales de asentamiento de un ejército laboral de reserva, cuya reproduc-ción y movilización ha descan ado sobre la propia economías campesinas;

e. el mejoramiento de los patrones de uso de lo recurso fí ico de tierra yagua, tanto en el entido de utilización económica de una mayor proporciónde superficie disponible como en el de diver ificación del aparato producti-vo;

f la maximización del empleo de la mano de obra rural dentro de econo-mías campesinas que por lo general están obligada a ocupar entre e140% yel 65% de la fuerza rural de trabajo en no más del3 o 4% de la superficie in-corporada al sistema de finca y que no alcanza a repre entar el 2% de la u-perficie cultivable.

La característica esencial de e as políticas reformi tas diseñada por sec-tore modernizan tes de la oligarquía burgue a y terrateniente (bien dentrode modelo liberale c1á ico como los expresado en lo gobierno de Artu-ro Alessandri R. en Chile o el de Alfon o López Pumarejo en Colombia obien dentro del patrón desarrolli ta difundido por la ALPRO en la décadade lo año esenta), ha ido la de que no per iguen romper o golpear la e -tructura agraria en ninguna de su parte , ino modernizar sus mecanismosde operación y de reproducción, de acuerdo con la má inmediatas exigen-cia del de arrollo capitalista de la agricultura y en aplicación de la normacon agradas por el sistema lib ral burgué de derecho en materia de propie-dad, expropiaciones, indemnizacione y dotaciones agrarias. El hecho deque la mayoria de la legi lacione de reforma agraria de América Latina sehayan inspirado en e te sistema de derecho --en el que la mecánica procesales lenta, formalista y tortuosa y en el que la expropiación está condicionadaa una previa negociación con el propietario de la tierra- revela en qué medi-da lo aparatos jurídico del E tado han operado, en la práctica, como ob _táculo que bloquean el proce o reformista. Por lo demás, ésta no constitu-ye, en modo alguno, una ituación histórica excepcional, ya que el si temalatifundista señorial pudo transmitir e -intacto de la colonia a la república-por medio de la aplicación irrestricta del principio liberal de respeto al dere-cho adquirido con justo título. El tipo más generalizado de reforma agrariamarginal fue el propagado y ocializado por la ALPRO y que en la mayoríade los países latinoamericanos se expresó en tres grandes direccione : la co-lonización de territorio baldío de la periferia, dentro de los patrone tradi-cionales de colonización espontánea; la parcelación de latifundios margina-les (desde el punto de vi ta de su localización dentro de la estructura) o ladistribución de tierras excedentes en lo latifundios constituidos dentro deanacrónicos patrones territoriales o la entrega, a los colonos (huasipungue-

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ro ecuatorianos, pegujaleros de Bolivia, peones feudatarios dei Perú, te-rrazgueros de Colombia) de la parcelas fragamentadas que han ocupado enlos cinturone marginales de las haciendas; y las obras de mejoramiento de lacapacidad productiva de la tierra por medio de la inversión estatal en obrasde infrae tructura (riegos y drenajes), en regiones de intensa valorizacióncomercial y de posible asignación a empre arios capitalistas. Dentro de esterepertorio de líneas reformistas, podría incluirse la apresurada sustituciónde la forma eñoriales del colonato, el arrendamiento y la aparcería, porotras formas ya asociadas a la agricultura capitalista de algunos países lati-noamericanos como el arrendamiento de tierras al nivel de las grandes o me-dianas unidades de explotación o el salariado.

En realidad, con la excepción de la parcelación de latifundios marginales ode la adjudicación en propiedad de lo pegujales ocupados tradicionalmentepor 10 colono de hacienda, ninguna de e tas operacione podía considerar-e e trictamente como reforma agraria sino como modernización agrícola,

ya que no ha estado destinada a modificar la estructura, ni a redistribuir elingreso, ni a cambiar lo patrones de asentamiento: su objetivo de últimain tancia ha ido el mejoramiento de la condiciones operativas de la estruc-tura latifundista.

Cuando estas política han adquirido una naturaleza eminentemente re-gre iva y han proyectado las ideología agrarias de una contrarrevolución in-serta en lo aparato del E tado, la reforma marginal e ha tran formado encontrarreforma agraria. De de luego, el problema político con i te en lapreci ión del concepto hi tórico de contrarrevolución, ya que exi ten dife-rencia radicale entre una contrarrevolución que se ha orientado en el enti-do de anular o congelar la conqui ta e tructurales del campesinado --comoen el ca o de México actual- o que ha pretendido cerrar el pa o a la amenazarevolucionaria de un campesinado de contento y de una da e obrera triun-falista - como en el ca o del Brasil- y tra, como en el caso de hile, que havolcado u poder agresivo hacia el de mantelamiento de la fuerzas popula-res con capacidad de tran formar -pacífica y legítimamente-la ociedad enque viven, hacia la demolición del Estado de derecho y hacia el aniquila-miento de la libertade y de la personas físicas.

E ta reflexione inducen a pen ar que la contrarreforma --como la contra-rrevolución- no puede caracterizar e hi tóricamente en términos absolutos,ya que su naturaleza dialéctica se define de acuerdo con la condiciones espe-cíficas de cada proceso y de cada formación ocial: de allí que la conntrarre-forma en México e ha caracterizado por la tolerancia e tatal frente a lanuevas forma de la concentración latifundista, a la tra nacionalización de laagricultura en los di trito de riego, a la descompo ición de las economíascampesina ya la gravitación de los i tema de poder que exigen el fin del re-parto agrario y la inmediata incorporación de la tierra comunal en la econo-mía capitalista de mercado; la contrarreforma en el Brasil, por el istemáticodesmantelamiento de las organizaciones campesinas - borrando toda huella

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de las Ligas Campone as del Noreste- y por la implantación de un modelode ocupación del territorio y de colonización de la regione no incorporadaaún al sistema de explotación y a la economía capitalista del mercado -pormedio de corporacione trasnacionales-, transfiriendo a estas exten ionesque han llegado a comprender-como en el caso de Bahía- ha ta el 10% de lasuperficie del Estado125; o la contrarreforma agraria en Chile, por el desman-telamiento de todas las formas de organización popular -incluyendo loa entamientos campesino - el restablecimiento de las estructuras y normatradicionales del latifundismo y la devolución a los expropietario del activomás valio o de tierras legalmente expropiadas por la reforma. A í como lareformas agraria estructurales han sido en América Latina el producto his-tórico de una ingente acumulación de fuerza sociale capace de romper unordenamiento institucional y de proponer un nuevo proyecto político, lacontrareforma ha exigido no ólo la desagregación y desmovilización de e afuerza ,sino la alianza político-militar de la clase burguesa y latifundistascon el apoyo e tratégico y táctico de la trasnacionale y de lo aparatos me-tropolitano que inspiran, promueven e instrumentan la llamada guerra anti-subversiva. E ta es la razón de que las reforma agrarias, en cuanto desbor-dan los objetivo de la modernización capitalista, de atan la movilización so-cial del campesinado y se orientan hacía un nuevo tipo de organización agra-ria y de ociedad -como ha ocurrido en el México de Cárdena ,en el Chilede Allende y en el Perú de Velazco Alvarado- han ido bloqueadas o aplas-tada por lo diferente tipo de contrarrevolución o sea, por aquella opera-cione que, careciendo de legitimidad, bloquean por medio de la violencialos caminos que toman los pueblos hacia un proyecto de Nueva Sociedad yre tablecen, autoritariamente, el antiguo ordenamiento social y lo térmi-nos e enciale del statu quo. De de luego, i e to ha ocurrido en el ámbito dereformas estructurale de tanta envergadura como la de México, Bolivia,Chile y Perú, u validez ha ido mayor en el ca o de reformas de tipo margi-nal pero que involuntariamente han estimulado una inten a movilizacióncampe ina en paíse andino como Colombia o centroamericanos comoHondura. Un común denominador de e te tipo de reforma agrarias margi-nales - en Colombia o en Honduras, en Co ta Rica o en Nicaragua, en ElSalvador o en Guatemala- ha sido la insignificante escala de operación (tantode la operacione de colonización de Baldío como las de redi tribución detierra ), el nulo o debilísimo impacto sobre la condicione y nivele produc-tivos de la estructura en su conjunto, la preocupación central por la amplia-ción del mercado capitalista de tierras (sustituyéndose la expropiación por lanegociación previa con el propietario, obre la ba e del reconocimiento e ta-tal de los valores comerciaLes) y el propó ito de organizar un sector de econo-mEascampesinas minifundistas con capacidad de asumir la tareas de repro-ducción y retención en el campo de un cierto contingente de la mano de obra

125. José G6mez da Silva y José Graziano de Silva, Papel de Reforma Agraria no desenvolvi.miento do Brasil, associacao Brasileira de Reforma Agraria, Brasilia. 1978.

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rural. De ahí que las política de modernización capitalista que en la décadade la ALPRO se orientaron, casi exclusivamente, hacia la transformaciónempre arial del latifundio o hacia el robu tecimiento de la mediana explota-ción (que ha estado operando por medio del arrendamiento de tierras), ac-tualmente han tomado el rumbo de la explotaciones familiare y de los mi-nifundios126.a. Colonización y desarrollo agrario de Costa Rica

Co ta Rica ha sido el país centroamericano de formación más reciente,con un mayor pe o social y político de las clases medias -urbanas y rurales- ycon una menor influencia del pasado hispan()--(;olonial. La ocupación del te-rritorio y los tipos de asentamiento rurales en Costa Rica, no siguieron losmismos patrone que en Guatemala o en Hondura ,en razón de que estuvie-ron vinculados con dos proce o deformados de una e tructura agrario ex-portadora, a partir de la última décadas del siglo XIX: el de la plantacióncafetalera, dentro del modelo de granja productora de tipos suaves, con ele-vado requerimiento de mano de obra (prácticas altamente selectivas) y loca-lizada geográficamente en el Valle Central; y el del enclave bananero de tiponeocolonial, a entado sobre territorios vírgenes del litoral (obtenidos gra-tuitamente del Estado, en magnitude de cientos de miles de hectáreas, des-de finales del iglo XIX), de acuerdo con el modelo organizativo utilizado enCentroamérica y el Caribe (Honduras, Guatemala, Ecuador o Colombia)l21.

126. "La reciente pauperización de la población rural de América Latina y de otras partes -dicerne t Feder en "Campesinitas y descampe initas", en revista Comercio Exterior, No. 12, Mé-

xico, 1977, p. 1443- no se les escapa a e to pilares del si tema capitalista (Las tra nacionales,las fundacione norteamericanas y el Banco Mundial). Ya sea por el remordimiento de habercolaborado en el aumento inconmen urable de la brecha de ingreso y riqueza en las agriculturassubdesarrolladas, ya porque hubieran tomado conciencia de la desmesurada propagación de loproblema que genera el sistema - que muy pronto podría volverse totalmente incontrolable-hoy en día alguno de lo pilare sostiene la necesidad de realizar operaciones de rescate en bene-ficio de lo minifundistas. Entre estas e encuentran el proyecto de McNamara-al que tanta pu-blicidad e ha hecho de ofrecer crédito a 100millones de minifundista en todo el Tercer Mun-do, para modernizar us pequeñas granja y convertirlos en empresarios comerciales en sus par-celas de tamaño inadecuado: México e uno de los principales beneficiario de este proyecto an-tisocial. "Esta política de modernización de la explotaciones minifundistas -tal como ha sidoenunciada por el Banco Mundial o por agencias norteamericana de financiamiento como laAID- no es, de de luego, una rectificación sino una complementación de la política general demodernización del sistema latifundista que adoptaron la mencionada in titucione finanacie-ras. "El Banco Mundial-agrega Feder, op. cit., p. 1442- ha canalizado la mayoria de sus credi-tos desde su fundación, hacia la élite terrateniente, ya sea directamente mediante el apoyo a losbienes que producen (por ejemplo, ganado), ya indirectamente, finanaciando proyectos quebeneficien casi exclu ivamente, a los monopolistas de la tierra, como proyectos de irrigación ocarretera ; hoy en día continuan haciéndolo y u créditos irven para inten ificar las venta ,lautilidades (y la repatriación de la mismas) de las agroindu trias trasnacionale ".

127. Desde 1884el gobierno hizo la primera cesión de 320.000 hectáreas. junto con el derechoa explotar el ferrocarril a la Co ta Atlántica por 99 años. José M. Salazar, E. Rodríguez J. M.Salazar X. Costa Rica: Una po/{tica agraria innovadora Edic. IT O. San Jo é, Co ta Rica,1977, p. 11.

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La plantación de café y el enclave bananero determinaron -tanto por el ca-rácter de los cultivos como por el tipo de organización comercial agrícola-dos patrones muy diferenciados de poblamiento y de acumulación: el caféestimuló la mediana y la gran finca de peonaje en el Valle Central, operadapor fuerzas internas, si bien controlada por firma inglesas enolatotalidad delproceso de comercialización (finanaciamiento, transporte ferrocarrilero apuerto, venta externas, fijación de calidades y tipos); y el banano se funda-mentó en el modelo neocolonial de la plantaciónen el que la empresa ejerceel control obre la propiedad de la tierra, los cultivos, la instalaciones, la in-frae tructura, los puerto y las operaciones de exportación, entrando en re-lación directa con el mercado de consumidores de la metrópoli. Desde elpunto de vista de los patrones de acumulación mientra el café se constituyóen la principal fuente de obtención de recurso para el financiamiento de lasimportacione y la expansión del mercado interno, el banano ha tenido quefuncionar dentro de las reglas del enclave neocolonial y el tipo de acumula-ción trasnacionalizada, una vez desbordado el ciclo inicial en que la produc-ción descansó sobre pequeñas plantaciones128• En un país -como CostaRica- que en lo últimos decenios del siglo XIX apena sobrepasaba los200.000 habitantes'29, el enclave bananero con tituía el má importante cen-tro de atracción de la mano de obra agrícola y la región económica más se-gregada de la actividad reguladora del Estado.

Sobre estas bases estructurales se produjo -con posterioridad a la primerapostguerra mundial- el desarrollo capitalista de la agricultura de exporta-ción y la formación de la oligarquía cafetalera que ha ejercido una deci ivainfluencia en la orientación contemporánea del Estado. La singularidad deeste contexto social e histórico ha determinado tanto las formas peculiaresdel proceso de urbanización (agrupándose casi todos los asentamiento ur-banos de mayor importancia comercial y política en la meseta central) comolos notables avances en el camino de la expansión de los servicios asi tencia-les del Estado (educación, salud pública, seguridad social) y de la articula-ción de una economía de bienestar sin paralelo en los modelos populista dela América LatinaDo.

Dentro de este contexto, se produjo la rápida incorporación de la tierra enla economía capitalista de mercado, la acelerada expan ión de la frontera te-rritorial (ocupación de baldíos) y un tipo de concentración capitali ta quedeterminó la minifundización y la proletarización de un cierto contingente

128. Benjamín Núñez, "Estructura Social y organización campesina en osta Rica", Confe-rencias de Reforma agraria Edic. PRACA-IICA, San José, 1975, p. 64.

129. Rodrigo Fado, Estudios sobre econom(a costarricense, edic. Co ta Rica, San José, o taRica, 1972.

130. En 1976se e timaba que en el Valle Central re cidía alrededor del 57% de la población to-tal del país y aproximadamente un 80% de la población urbana. Costa Rica: Una pol!tica agra-ria innovadora op. cit., p. 7.

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de la población campesina. Por 1973, exi tián 145.255 familias campesinasin tierra, de la cuales ólo el 1.7% había ido beneficiaria del Instituto de

Tierras y Colonización13'. Semejantes condiciones histórica hicieron impo-ible el que - in una fuerte presión campesina o in la exigencia de una ólida

indu tria manufacturera- e plantease una reforma agraria como política derevi ión de la estructura, adaptándo e el modelo de colonización de baldíostan generalizado en la América Central. Pero mientra en Honduras, enGuatemala o en Nicaragua, ha existido una cuantio a reserva de tierras bal-día de propiedad pública en la incomunicada periferia, en Costa Rica esareserva territorial está por agotar e (debiendo apelar a las re ervas incultasde la tra nacionales agrícola) o e tá absolutamente agotada en El Salva-dor, planteándose en este paí el problema de la radical inoperancia de laspolíticas de colonización y de la inevitable transformación de la presión cam-pesina obre la tierra en una fuerza eminentemente subversiva.

La valorización comercial de la tierra -impulsada por el nuevo proceso deconcentración capitali ta, por la ocupación de lo territorios nacionale dereserva y por el virtual agotamiento de los baldíos- ha provocado una reno-vada de compo ición de la economía campe ina minifundistas, una am-pliación de los contingente del proletariado agrícola o de las corriente mi-gratorias hacia los a entamiento urbanos del valle central, y un cambio ra-dical en la po ición ideológica del campe inado obre la cuestión del acceso ala tierra: e e que e ha expre ado en el fenómeno de las invasiones, una de laexpresión drástica de la presión campe ina sobre la tierra y de la pérdida decredibilidad en lo procedimiento tradicionale -par imoniosos, largos eineficace - tan característicos de la democracia de e tilo liberal-burgués.Las inva ione campe ina de tierra no sólo han implicado una toma de con-ciencia del campe inado acerca del problema de la legalidad y del poder,sino una afirmación de que la acción dir cta con tituye -en una ociedad re-gida por la normas institucionales del istema latifundi ta- una de las fuen-tes fundamentale del derecho. De ahí que en el proceso reciente de CostaRica, aparezcan vinculado dos fenómeno : el de la progresiva minifundiza-ción y el de la vigorosa dinámica de la invasiones y toma de tierras. Las fin-cas menore de 5 hectáreas (las que podrían clasificarse -con promedio in-feriore a dos hectáreas- de explotaciones minifundistas y subempresaria-les), representaban el 36% en 1963 y 1973 se elevaron al 46% , con apenas el1.9% de la uperficie"'. A este proceso han corre pondido nuevos hecho: elde que Costa Rica aparezca como el país centroamericano con un má eleva-do coeficiente de asalariado agrícola (43% de 10 trabajadores de la tie-

131. Mitchel A. Seligson, "La reforma agraria en o la Rica, 1942-1976: la evolución de unprograma", en: Estudios Socia/es entroaméricanos. No. 19, San José de Co ta Rica, 1978, p.69.

132. "Evolución de la polftica agraria" (1963- 1977), Edic. ITCO, San José de Co ta Rica,1978, p. 6.

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PROCESO MODERNO DE OCUPACION CAMPESINADE TIERRAS, 1963-1975

1963 1966 1973 1975

Número de fincas invadidas 531 552 112Número de campesinos

ocupantes 16.500 14.450 5.400Superficie ocupada en

hectáreas 488.335 388.049 237.600 352.814

FUENTE: Estudios del !TCO sobre datos censales.

rra)13Jy el de que, por 1975, ell1 % de la superficie incorporada al sistema defincas registre casos de ocupación o toma de tierras.

Frente a este repertorio de hecho -la dinámica de las inva iones campesi-na de tierra nacionales y privadas, la progresiva minifundización, la citadaexpansión del precarismo (por cuanto un muestreo hecho en 1969 demostróque cerca de 45.000 finca carecían de título legal)- el fenómeno más or-prendente en una democracia política tan re petuosa de las reglas de la eco-nomía de bienestar como la co tarricen e, ha sido la acción tan débil y parsi-moniosa del E tado en las línea de la colonización, la reforma agraria o laorganización de un sistema de empresas campe inas asociativas.

En los inicios de lo años setenta, la inva ione campesinas han tenidoque l1egar a la tierra no cultivadas que han formado parte de la reserva te-rritorial de la trasnacional bananera'J4. Mientras en Costa Rica y en Ecuadorel Estado debió comprar las tierras a la trasnacional bananera para la ejecu-ción de programas de colonización o de reforma agraria en Honduras e astierras fueron compradas por las empresas campesinas, una vez que las tras-nacionales decidieron, por razones estratégica , abandonar la produccióndirecta y centrar su actividad en el control de la comercialización exportable.Se inició así el ciclo contemporáneo en el que los asentamiento campesinose a ociaron con las tra nacionales en empresas mixtas -como en Costa rica-o se subordinaron a el1a por medio de contrato de asistencia técnica y decomercialización exclusiva como en México o en Honduras.

133. Clodomyr Santos de Morais. El modelo hondureño de desarrollo agrario, Edic. PRO _CARA. Tegucigalpa. No. 58. p. 23.

134. "El catalizador de la más grande invasión campesina de tierras que ha tenido lugar en lahistoria de Costa Rica --<licenSalazar y Rodríguez en Unapolftica agraria innovadora: el caso deCosta Rica, Edic. IT O. p. 20--fue una serie de transacciones especulativas de las tierras incul-tas que la Compañía Bananera poseía en la región, con grandes propietarios nacionales y ex-tranjeros. La primera re puesta por parte de las autoridades gubernamentales fue un intento derepresión del movimiento campesino. que ólo consiguió agudizar los conflictos y fortalecer lascentrales campe ¡nas" Sólo a finales de 1975el \TeO intervino en el conflicto agrario entre loscampesinos y la tra nacional, negociando la adquisición de 30.000 hectáreas no cultivada.

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Si bien la colonización de las tierras incultas de la trasnacional bananeraha implicado un cambio su tancial en el patrón de poblamiento haciéndoseposible la formación de veinte pequeño centro nuevos de población en unaregión deshabitada'lS, el E tado -por medio del ITCa- ha carecido de unadecisión política de modificar el proceso de ocupación del territorio y los ti-pos de asentamiento rural. La reservas territoriales del ITCO (propiedad es-tatal) sólo han llegado a 178.000 hectáreas, e16% de la superficie incorpora-da al sistema de fincas: la tierra ocupada con asentamiento campesino(en la forma de colonias o de empresas comunitarias), apenas han represen-tado el 1.3% y el 0.18% de aquella superficie total, en 1976.

Esta política de colonización no sólo ha tenido que operar con tierras in-cultas adquiridadas a las trasnacionales (en cuanto ésta han acaparado lasmayores reservas territoriales del Estado), ino en una escala sin relevanciaeconómica y ocial: en el área total de a entamiento y de las reservas delITCO, vivían 6.766 familias, o sea, no más del 4% de la población rural se-gún el censo de 1973'36.Los territorio baldíos cultivables, han desapareci-do, acaparados por las trasnacionales y por las clases latifundistas, mientrastierras agrícolas han sido transformadas en praderas de ganaderia extensi-va137.Esta situación del campo costarricen e ha de conllevar una mayor con-centración del poder social y económico, un creciente deterioro del tipoabierto y liberal de democracia política y un incremento de la proletariza-ción rural (en la medida en que lo exija la agricultura capitalista)l311y del to-rrente migratorio hacia las ciudades del Valle Central, modificándose a cor-to plazo la relación de 40.6% y 59.4% entre población urbana y rural.

b. Colonización y desarrollo agrario de Honduras

Honduras ha sido uno de los paí es centroamericanos en el que logró con-ervarse por más tiempo el latifundismo eñorial y la esclerosada hegemonía

política de unas clases terratenientes anclada aún en el sistema localista depoder, de organización social y de mercado. Las dictaduras que expresaronesas formas primarias de la República Señorial y las exigencia de los encla-ves bananeros de exportación, impidieron coactivamente la organizacióndel campesinado y lo mantuvieron sujeto al severo régimen de las clientelas.

135. Salazar y Rodríguez op. cit., p. 22.

136. Salazar y Rodríguez Estudios Sociales Centroamericanos, No. 20, 1978, p. 71.

137. Benjamín Núñez, Estructura social y organización campesina en Costa Rica, op. cit., pp.7{}-71.

138. Costa Rica es el país centroamericano con un má elevado coeficiente de asalariado agrí-cola: el 43% de lo trabajadores de la tierra, alcanzando a132% en Nicaragua, 16% en el Salva-dor, 20% en Honduras y 16.4% en Guatemala UNCfAD, 1972, cuadro No. 6. Elmodelohon-dureño de desarrollo agrario, Santos de Morais, Clodomyr Edic. PROC ARA, Núm. 58, Te-gucigalpa, p. 23.

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Se articuló así una economía en la que la estructura exportadora de can abasobre el enclave neocolonial-Iocalizado en la tierra agrícolas de los litera-les, con un sistema autónomo de transporte y de instalacione portuarias- yel abastecimiento de lo mercados locales e constituía en tarea de los lati-fundios, iguiendo normas emejantes a lo utilizado en la época hispano-colonial. E te ordenamiento definió los patrone de ocupación del territorio-como ocurrió en otros países centroamericano -centrándo e la agriculturay la ganadería latifundista en lo valle centrale y ocupando los enclaves ba-naneros (azucareros u orientados po teriormente hacia la palma africana uotras plantaciones oleagino as de exportación), el cinturón de tierras tropi-cales del litoral. Sólo recientemente -una vez iniciado un proce o de indus-trialización dentro del modelo del Mercado Común Centroamericano y deconformación de un mercado interno de escala nacional- urgió la agricultu-ra comercial orientada hacia la producción de materia primas destinada ala industria textilera o alimentaria (algodón, arroz, caña de azúcar) en elli-toral de Choluteca. Semejante ordenamiento latifundista -arcaico y moder-nizado- determinó también el grado o nivel de empleo de los recur o fí icosde tierra yagua (subempleo estructural)-, las formas de la concentración yde la minifundización y el alcance de la recurrente ocupación de las tierrasnacionales, más como actividad de las c1a e terrateniente que como expre-sión del hambre campesina de tierra. Se llegó así a una ituación en la que667 latifundios (con tamaño uperiores a las 500 manzanas), tenían dos ve-ces más tierra que 120.400 pequeña explotaciones, si bien apenas cultiva-ban el 6.8% de la superficie di ponible y de tinaban el 93% a la pradera na-tural y a la ganadería exten iva. La explotacione minfundistas con tituíanel 67.5% de las fincas, y aún cuando apena operaban con el 12.4% de la su-perficie, de tinaban a u o agrícola el 68% de u activo de tierra ,demos-trando la importancia de la economías campe ina en la producción de ali-mentos y en el aba tecimiento de los mercado locales. En lo que hace latrasnacionales bananera ,estas seguían una líneas semejantes de acapara-miento y de subempleo de tierras: la Tela R.Co. di ponía de 54.324 hectá-reas en tres departamento del Litoral, de las cuales cultivaba solo 16.615hectáreas y destinaba a pa tos 19.260 hectárea (incluyéndose 5.515 hectá-reas con pastos cultivados); y laStandardFruit Co., po eía 68.527 hectárea,de la cuales estaban cultivadas 8.925 hectárea y 58.929 hectáreas permane-cían incultas y ocio a . Lo que equivale a decir que las dos trasnacionalescontralaban un territirio de cerca de 113.000 hectárea del que más de 91.000hectáreas constituían una reserva territorial no cultivada, sin empleo eco-nómico alguno o encubierta en la forma de pradera natural.

La superficie total del paí ,incorporada o no al istema de explotaciones,llega a los 11 millone de hectárea ,de la cuales se cultivaba un poco más demedio millón y 1.12 millones de hectáreas -el 62%- se destinaba a pastos, noobstante la existencia de un activo de cerca de 4 millones de hectáreas culti-vables. Entre 1952 y 1965, el crecimiento anual de la superficie cultivadasólo llegó al 0.95%, agudizándo e la situación de las economías campesinas

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minifundista . Según los datos cen ales de 1965~, de 241.158 familias ru-rales, la mitad debía e tar aprisionada en los minifundios -ascendiendo a76% la familias minifundistas y sin tierra- y apenas el 0.3% se localizaba enel enorme territorio incorporado al istema latifundista: en la medida en quese efectuó la expan ión del capitali molJ9, se produjo también el crecimientode la masa de campesinos desposeídos (63.000 familias de trabajadores sintierra) y de la de peone con tierra o emidespo eídos (120.441 familias). Laúnica re pue ta dada por este tipo embrionario de República Señorial a lainten a presión campesina sobre la tierra, fue el estímulo a la colonizaciónespontánea en los territorios baldíos de la periferia y la tolerancia de las em-pre a colectiva que se formaron -por iniciativa de obreros agrícolas cesan-tes en la plantation- en tierras arrendadas o abandonadas por la trasnacionalbananera. En realidad, ninguna de estas operaciones -ni la de colonizaciónni la de formación de una agricultura colectiva o autogestionaria- tuvo uorigen en los aparato del E tado tradicional sino en la iniciativa del campe-sinado sin tierra y del recién formado proletariado agrícola. En lo que hace ala colonización de tierras nacionales o de propiedad fiscal, los campe inos de-bieron enfrentarse con un doble ob táculo: la ocupación de la frontera inme-diata por la propias clases latifundistas -amparadas en su poder político- ysu localización en la más lejana periferia, desprovista de infraestructura físi-ca y social, con tierras vírgene y aún no incorporadas a la economía capita-lista de mercado. El papel de la colonización espontánea realizada por elcampesinado in tierras fue emejante en casi todos los paíse centroameri-canos y andinos, operando como un mecanismo defensivo de la estructuralatifundi ta, al desviar la pre ión campesina sobre la tierra y al operar comouna fuerza de con tante ampliación de la frontera territorial. Desde luego, lareproducción de la e tructura ha conllevado la concentración de la tenenciaagraria una vez que lo colonos e pontáneo han talado el bosque natural ohan realizado las operaciones de adecuación de la tierra a las necesidade dela explotación agrícola: en el Valle del Aguan, por ejemplo, el 18% de loscolonos (o tenedore de parcela) di ponía del 68% de la tierra incorporadaal sistema de finca, a (inales de los años esental40• En 1970, el Instituto Na-cional Agrario -INA- de cubrió que menos del 5% de las parcelas familia-res estaba en poder de los primitivos adjudicatorios o herederos, demostran-do que detrás de los colono e pontáneo habían emigrado la fronteras te-rritoriales y los sutiles andamiaje del mercado capitalista, esto e ,la fuer-zas que luego habían de expulsarlo de una tierra tan difícilmente conquista-da.

Este ordenamiento social y político e conmovió profundamente cuandolas tropas salvadoreña no encontraron otra resistencia en Honduras que la

)39. Santos de Morais El modelo hodureño de desarrollo agrario, op. cit., p.?

)40. El modelo hondureño de desarrollo agrario, op. cit., p. 8.

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del campesinado y cuando la confrontación militar pu o en evidencia que elaparato armado existente servía para el descontento social y político, perono para resguardar las fronteras. El desmoronamiento del aparato militardejaba in piso el poder político del Estado y de las clase dominante ,origi-nando un enorme vacío de autoridad que asignaba la máxima peligro idadrevolucionaria las organizaciones del campesinado y de la c1a e obrera. Enesta coyuntura derrotista, la movilización campe ina mo tró u in o pecha-da energía y su podero a dinámica, preci amente cuando habia hecho crisiel si tema de fuerzas armada y cuando los partidos político tradicionale -el liberal y el nacionalista- habían perdido el control de u re pectiva clien-telas.

Este fue el punto de partida del efímero ciclo de auge de la movilizacióncampesina, cuando pareció modificar e la ocupación del territorio por me-dio de operacione de colonización en tierras nacionales y cuando tomó cuer-po -en los dos litorales-la organización colectiva de la agricultura, orienta-da hacia la exportación o hacia la producción de materia para la industriamanufacturera. En ambos caso , la agricultura colectiva aparecía a ociada ala nuevas condiciones del de arrollo capitalista, e incapaz de operar autó-nomamente. En este corto ciclo e produjo la afectación de 76.000 hectá-rea , el e tablecimiento de 628 a entamiento campesinos y la dotación a23.000 familias: pero es necesario precisar que en 1977 apena e habíana entado 28.000 familias campe inas, de una población rural de cerca de 2millone de per ona y que de la uperficie adjudicada ólo el 47.8% de latierra e con ideraba cultivable.

Si bien la contrareforma agraria en Honduras no promovió la devoluciónde la tierras expropiada a lo exdueño latifundista -entre otras razonesporque la mayor parte de e as tierra eran de propiedad nacional o habíanido comprada a la tra nacionales- si implicó un estricto control del proce-o de dotación agraria y un congelamiento de la empresa campe ina de

agricultura colectiva, no ob tante que é ta utilizaban cerca del 60% de lauperficie explotable (nueve veces má que las fincas tradicionales con cabi-

das uperiores a 500 manzanas)'4I, que de ella dependía el ab tecimiento degrano básico y que su productividad era más elevada que la del promedionacional. En 1974 -en la curva final del ciclo de auge-la empre a campesi-na colectivas (cooperativas de producción en Guanchías o Choluteca o em-pre a campesina comunitaria ), repre entaban el 0.6% del total de finca ydi ponían de una superficie de 165.000 hectárea o sea, el 4.3% de lo 3.8millones de hectáreas incorporada al sistema de finca (incluyendo la tie-rra fore tales), con promedios de 158 hectárea y de 27 familia por empre-a (5.8 hectáreas por familia campe ina)'42.

141. Benjamín Erazo y Allan Fajardo, El proceso de colectivización en el agro hondureño,Edic. Mim. Instituto Hondureño de Desarrollo Rural, México, 1978, p. 36.

142. El proceso de colectivización en el agro hondureño, op. cit., p. 39.

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La contrareforma agraria se inició con la recuperación del aparato militar,con el reagrupamiento de la oligarquía burguesa y terrateniente (por mediodel si tema de cámaras de la iniciativa privada o de federaciones gremialesde tipo vertical) y con el reestablecimiento de la reglas castrenses de controlocial. Entre los dos siglos mediaron tres golpes militares (el primero contral

el gobierno civil, el segundo contra el general López Arellano y el tercerocontra el general Melgar Castro), en la medida en que fue consolidándose elproce o de reestructuración de las Fuerza Armadas, de ocupación militardel E tado y de capacitación para el tránsito de la estrategia de negociación ala estrategia de contrarrevolución preventiva. En el nuevo ciclo contrarrevo-lucionario (una vez terminada la militarización del E tado y adoptado ofi-cialmente la doctrina metropolitana de la guerra anti ubversiva), ha queda-do de vertebrado y bajo control militar el movimiento campe ino y han que-dado definidos los rasgo de la contrareforma agraria: el congelamiento dela economía campesina ,el bloqueo de las po ibilidades de integración re-gional de la cooperativas de producción o empre a campesinas asociativas,la reasignación de la tierras nacionales a la nueva oligarquía burgue a y te-rrateniente y el estímulo a la modernización capitalista de los latifundio .

De ahí que en Honduras -pe e a la importancia y dinami mo de la organi-zación campe ina- 5% de la población activa ha controlado 40% del ingresoagrícola, mientras las familia inmersas en explotaciones minifundi ta conmenos de una hectárea (65.3% del total) e casamente han participado en el23.6% de ese ingreso!·3. Pese a la naturaleza del proceso Hondureño y a lasignificación centroamericana de proyectos de desarrollo regional como eldel Valle de Aguan y de complejos organizativos como los de Guanchías,Olancho y Choluteca, no existen posibilidades de que a corto plazo se modi-fiquen lo patrones sociales de distribución del ingreso agrícola, mientrascontinúe en vigencia el modelo de contrareforma agraria. En 1974se calculóque existían 230.884 sujeto potenciales de reforma agraria, de los cuales,hasta diciembre de 1976, se habían asentado 33.935 beneficiarios, menos del15% de lo sujetos potenciale . Si a los 197.000 campesinos no asentados seagrega el crecimiento vegetativo -que asciende a 8.500 beneficiarios poten-ciales anuales- podría llegarse a la conclu ión de que -eliminando del cálcu-lo cualquier crecimiento poblacional-Ia dotación agraria, dentro de los nue-vos parámetros, sólo podría terminarse después del año 2000.

Lo que en el momento presente ocurre en Honduras, demuestra que la or-ganización campesina -como fuerza motora de la reforma agraria y comocomponente potencial de e a alianza política que en América Latina e havinculado a los proyectos socialistas o nacional-revolucionario de tran for-mación y desarrollo- no podrá actualmente de bordar lo límites de toleran-cia determinados por el reagrupamiento de las clases dominantes, a menosque se rompan -definitivamente lo marco del modelo político del capitali -mo del subdesarrollo.

143. Secretaría Técnica, del Consejo Superior de Planificación Económica, Asesoría OIT, Re-forma Agraria, desarrollo y empleo rural, 1977, dic. Mim. Tegucigalpa, p. 169.

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Esta obra se terminó de imprimirel día 30 de agosto de 1986, en los

talleres gráficos de la EmpresaEditorial Universidad Nacional.

Bogotá· Colombia

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COLECCION FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

ANTONIO GARCIA

En 1937 publica su obra Geogr.ff. EconómlC8 de C8ld•• , de gran importancia enel campo de la Econom fa Regional, anuncio del surgimiento de una de las mentes jóve-nes más lúcidas del Continente. Desde entonces y hasta su muerte el Maestro Garcfaescribe y publica -desgraciadamente fuera del paf5- un sinnúmero de libros de la ma-yor trascendencia intelectual sobre las caracterfsticas estructurales de la economfa denuestros pafses, sobre poHtica agraria en general, y sobre reforma agraria en particu-lar. REFORMA AGRARIA Y DESARROLLO CAPITALISTA EN AMERICA LATINA esuna de sus últimas obras y podrfa considerarse el resumen de su pensamiento en di-chos campos.

Este es el primer libro de la COLECCION FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMI-CAS, lanzada en honor de su autor. En 1945 funda Antonio Garcfa el INSTITUTO DECIENCIAS ECONOMICAS en la Universidad Nacional, el más antiguo centro de ense-ñanza de la Economfa en Colombia y origen de la actual FACULTAD DE CIENCIASECONOMICAS. Se lanza este texto por primera vez en el pafs gracias a la colabora-ción del FONDO DE PUBLICACIONES ANTONIO GARCIA.

OfseOO CARATUlA MAATA GRANADOS

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA