Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

204
REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA | UNIVERSIDAD DE LOS ANDES | BOGOTÁ, COLOMBIA Enero-abril 2016 | pp. 1-200 | ISSN 1900-5407 | eISSN 2011-4273 | http://antipoda.uniandes.edu.co ANTIPODA 24 ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

description

Universidad de los Andes, Colombia Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Revista de libre acceso Consúltela y descárguela http://antipoda.uniandes.edu.co/

Transcript of Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Page 1: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA | UNIVERSIDAD DE LOS ANDES | BOGOTÁ, COLOMBIAEnero-abril 2016 | pp. 1-200 | ISSN 1900-5407 | eISSN 2011-4273 | http://antipoda.uniandes.edu.co

ANTIPODA24

N O T A E D I T O R I A L

Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa | 8-11

M E R I D I A N O S

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) | 15-33Renzo TaddeiFronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia | 35-53Angélica Franco GamboaEntre vecinos eso no se hace. Sentidos de justicia y de vecindad en el marco de un dispositivo institucional de administración de conflictos | 55-71Juan Pablo Matta

P A R A L E L O S

Industrias culturales “afropacíficas”: encrucijadas del multiculturalismo en la ciudad de Cali, Colombia | 75-90Mateo Pazos CárdenasLo natural y lo humano: la construcción de realidad entre los estamentos negros del Virreinato de la Nueva Granada | 91-108Jaime Andrés Peralta

P A N O R Á M I C A S

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes | 111-130Julieta GaztañagaIndividuo, multitud y cambio social. Una aproximación a la teoría social de Gabriel Tarde | 131-149Sergio Tonkonoff

R E S E Ñ A S

Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015. Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio | 153-156Fernán González

D O C U M E N T O S

Concurso de fotografía etnográfica del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes | 159-168Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

24

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA24

R E V I S T A D E A N T R O P O L O G Í A Y A R Q U E O L O G Í A

Publicaciones · Facultad de Ciencias Sociales

Carrera 1 No. 18A-12 Bogotá, D.C., Colombia Tels: +571 339 4999 Ext 5567 Fax: +57(1) 332 4539http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co [email protected]

Rector Pablo Navas Sanz de Santamaría

Vicerrector de Asuntos Académicos Carl Langebaek Rueda

Vicerrector de Asuntos Administrativos y Financieros Javier Serrano Rodríguez

Vicerrector de Desarrollo y Egresados Mauricio Sanz de Santamaría

Vicerrector de Investigaciones Silvia Restrepo Restrepo

Decano Facultad de Ciencias Sociales Hugo Fazio

Editora Facultad de Ciencias Sociales Martha Lux

Directora Departamento de AntropologíaMargarita Serje

No. 24, Enero-abril 2016Estado, mediación y conflicto en América Latina

ISSN 1900 – 5407 eISSN 2011-4273

http://antipoda.uniandes.edu.co

ANTIPODAREVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los AndesFacultad de Ciencias SocialesDepartamento de Antropología

Dirección Postal: Carrera 1 Este No. 18A – 12 - Edificio Gb, Piso 4, Oficina 417 - Bogotá D.C., ColombiaTeléfono: 57.1.339.4949, Ext. 3483, 2550 Telefax: 57.1.3324056

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e ·

PVP $ 24.000 | US $ 15.00

Page 2: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Rector Pablo Navas Sanz de Santamaría

Vicerrector de Asuntos Académicos Carl Langebaek Rueda

Vicerrector de Asuntos Administrativos y Financieros Javier Serrano Rodríguez

Vicerrector de Desarrollo y Egresados Mauricio Sanz de Santamaría

Vicerrectora de Investigaciones Silvia Restrepo Restrepo

Decano Facultad de Ciencias Sociales Hugo Fazio

Editora Facultad de Ciencias Sociales Martha Lux

Directora Departamento de AntropologíaMargarita Serje

No. 24, Enero-abril 2016Estado, mediación y conflicto en América Latina

ISSN 1900 – 5407 eISSN 2011-4273

http://antipoda.uniandes.edu.co

ANTIPODAREVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los AndesFacultad de Ciencias SocialesDepartamento de Antropología

Dirección Postal: Carrera 1 Este No. 18A – 12 - Edificio Gb, Piso 4, Oficina 417 - Bogotá D.C., ColombiaTeléfono: 57 1 339 4949, Ext. 3483, 2550 Telefax: 57 1 332 4056

Page 3: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 4: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

C O M I T É C I E N T Í F I C O

Cris Shore, Ph.D.Max Planck Institute for Social Anthropology, Nueva Zelanda

Christine Hastorf, Ph.D. University of California, Berkeley, Estados Unidos

Christopher Hann, Ph.D. Max Planck Institute, Alemania

Claudia Briones, Ph.D. Instituto de Investigaciones en Diversidad cultural y Procesos de cambio IID y PCa Conicet/Unrn Universidad Nacional de Río Negro, Argentina

Eduardo G. Neves, Ph.D.Universidade de São Paulo, Brasil

Gerardo Otero, Ph.D.Simon Fraser University, Canadá

Joanne Rappaport, Ph.D. Georgetown University, Estados Unidos

Jon Landaburu, Ph.D. Cnrs, Francia

Marisol de la Cadena, Ph.D. University of California, Davis, Estados Unidos

Peter Wade, Ph.D.University of Manchester, Inglaterra

ANTIPODA

E Q U I P O E D I T O R IA L

DirectoraMargarita Serje

EditorSantiago Martínez Medina

Gestora EditorialGiselle Figueroa de la Ossa

C O M I T É E D I T O R I A L

Consuelo de Vengoechea Rodríguez, Dra.Universidad Nacional de Colombia

Friederike Fleischer, Ph.D.Universidad de los Andes, Colombia

L. Antonio Curet, Ph.D.National Museum of the American Indian

María Clara Van Der Hammen, Ph.D.Universidad Externado de Colombia

Margarita Chaves Chamorro, Ph.D.Instituto Colombiano de Antropología e Historia – Icanh

Pablo Jaramillo, Ph.D.Universidad de los Andes, Colombia

Sonia Archila, Ph.D.Universidad de los Andes, Colombia

R E V I S TA D E A N T R O P O L O G Í A Y A R Q U E O L O G Í A

Page 5: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

ANTIPODAAntípoda es la revista indizada, cuatrimestral, del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes (Colombia, Suramérica) dedicada al avance y diseminación del conocimiento antropológico, y al análisis crítico de temas socioculturales, metodoló-gicos y teóricos relevantes para la comprensión de los problemas humanos.

Antípoda conforma un foro abierto, crítico y plural en donde se publican artículos y tra-bajos que permitan adelantar discusiones en los diversos subcampos del conocimiento antropológico y de otras disciplinas afines de las ciencias sociales y humanas. El criterio para la publicación de trabajos es el de su calidad y pertinencia intelectual, así como su contribución en los debates en la comunidad académica nacional e internacional. Los responsables editoriales de Antípoda garantizan una evaluación seria y profesional de todos los materiales sometidos a su consideración por parte de pares de reconocida solvencia intelectual, académica y ética. Además de tener un enfoque latinoamericano, Antípoda tiene un interés especial en difundir las experiencias y los resultados de traba-jos antropológicos y de investigación social de las antropologías del mundo.

A partir del nombre de Antípoda como una metáfora de la alteridad, la revista presenta diver-sas visiones. Las secciones se organizan a partir de las siguientes alegorías espaciales:

• Meridianos: esta sección señala la orientación del número. Aquí se publican artícu-los originales, resultado de investigaciones relacionadas con un tema central de la discusión contemporánea.

• Paralelos: tienen lugar en esta sección artículos relacionados con el tema central del número, no necesariamente de una manera directa pero sí a través de aportes tanto teóricos como empíricos.

• Panorámicas: sección amplia y abierta que recoge escritos con temas de actualidad y que no necesariamente se relacionan de un modo directo con el tema central del número.

• Reseñas: presenta reseñas bibliográficas de nuevas publicaciones u otros trabajos de interés para la revista y sus lectores.

• Palabras clave: Antropología social y cultural, Arqueología, Antropología Bio-lógica, Lingüística, Etno-historia, Cultura.

• Libre acceso: todos los documentos publicados en Antípoda son de libre acceso y se pueden descargar en formato PDF, HTML, y en versión e-book.

Page 6: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

ANTÍPODA - REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA Pertenece a los siguien-tes índices, sistemas de indexación, catálogos, bases bibliográficas y repositorios:

• SciELO Citation Index (Thomson Reuters – SciELO), desde 2013. • SCOPUS (Database of Abstracts and Citation for Scholarly Journal Articles.) Elsevier,

desde 2013. • PUBLINDEX– Índice Nacional de Publicaciones (Colciencias, Colombia) desde 2008.

Actualmente en categoría A2. • CAB Abstracts (www.cabi.org, Estados Unidos), desde 2011. • SciElo - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2010. • HLAS – Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos),

desde 2009. • LatAm – Studies, Estudios Latinoamericanos (International Information Services, Esta-

dos Unidos), desde 2009. • HAPI – Hispanic American Periodicals Index (UCLA – Latin American Institute, Estados

Unidos), desde 2008. • IBSS – International Bibliography of the Social Sciences (Proquest, Estados Unidos), des-

de 2008. • Sociological Abstracts and Language Behavior Abstracts (CSA – Cambridge Scientific

Abstracts, Proquest, Estados Unidos), desde 2008. • CREDI – Centro de Recursos Documentales e Informáticos (OEI – Organización de Es-

tados Iberoamericanos), desde 2008. • Latindex – Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de Amé-

rica Latina, el Caribe, España y Portugal, desde 2008. • CLASE – Citas Latinoamericanas de Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, México),

desde 2007. • DIALNET – Difusión de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, España), desde 2007. • DOAJ – Directory of Open Access Journals (Lund University Library, Suecia), desde

2007. • Informe Académico, Academic OneFile (Gale Cengage Learning, Estados Unidos), desde

2007. • RedALyC – Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

(CLACSO, UAEM, México), desde 2007. • CIBERA – Biblioteca Virtual Iberoamericana (German Institute of Global and Area Stu-

dies, Alemania), desde 2007. • AIO – Anthropological Index Online – Royal Anthropological Institute (Reino Unido),

desde 2005.• EP Smartlink Fulltext, Fuente Académica, Current Abstract, TOC Premier, Académica

Research Complete (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005.• PRISMA – Publicaciones y Revistas Sociales y Humanísticas (Proquest, Estados Unidos),

desde 2005. • Ulrich’s Periodicals Directory (Proquest, Estados Unidos), desde 2005. • OCENET (Editorial Océano España), desde 2003.

PORTALES WEB EN LOS CUALES ESTÁ ANTÍPODA • Biblioteca Luis Ángel Arango, Colombia• Quórum Portal de Revistas, España• Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO, Argentina

Page 7: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

N O T A E D I T O R I A L

Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa | 8-11

M E R I D I A N O S

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) | 15-33Renzo Taddei

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia | 35-53Angélica Franco Gamboa

Entre vecinos eso no se hace. Sentidos de justicia y de vecindad en el marco de un dispositivo institucional de administración de conflictos | 55-71Juan Pablo Matta

P A R A L E L O S

Industrias culturales “afropacíficas”: encrucijadas del multiculturalismo en la ciudad de Cali, Colombia | 75-90Mateo Pazos Cárdenas

Lo natural y lo humano: la construcción de realidad entre los estamentos negros del Virreinato de la Nueva Granada | 91-108Jaime Andrés Peralta

P A N O R Á M I C A S

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes | 111-130Julieta Gaztañaga

Individuo, multitud y cambio social. Una aproximación a la teoría social de Gabriel Tarde | 131-149Sergio Tonkonoff

R E S E Ñ A S

Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015. Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio | 153-156Fernán González

D O C U M E N T O S

Concurso de fotografía etnográfica del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes | 159-168Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

A N T I P O D A I N D I C E

Page 8: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

E D I T O R I A L N O T E

Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa | 8-11

M E R I D I A N S

The Invention of Violence (of Soccer Fan Groups in Buenos Aires) | 15-33Renzo Taddei

Symbolic Borders between Experts and War Victims in Colombia | 35-53Angélica Franco Gamboa

Neighbors don’t do that to Each Other. The Sense of Justice and Community within the Framework of an Institutional Mechanism for Conflict Management | 55-71Juan Pablo Matta

P A R A L L E L S

“Afro-Pacific” Cultural Industries: Crossroads of Multiculturalism in Cali, Colombia | 75-90Mateo Pazos Cárdenas

The Natural and the Human: the Construction of Reality among the Black Population in the Viceroyalty if Nueva Granada | 91-108Jaime Andrés Peralta

P A N O R A M I C S

The Politics of Value and the Politics of Meaning: Building Bridges | 111-130Julieta Gaztañaga

Individual, Multitude and Social Change: an Approach to Gabriel Tarde’s Social Theory | 131-149Sergio Tonkonoff

R E V I E W S

Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015. Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio | 153-156Fernán González

D O C U M E N T S

Ethnographic Photography Contest of Anthropology Department, Universidad de los Andes | 159-168Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

A N T I P O D A C O N T E N T S

Page 9: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

N O T A E D I T O R I A L

Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa | 8-11

M E R I D I A N O S

A invenção da violência (das torcidas de futebol de Buenos Aires) | 15-33Renzo Taddei

Fronteiras simbólicas entre especialistas e vítimas da guerra na Colômbia | 35-53Angélica Franco Gamboa

Entre vizinhos, isso não faz. sentidos de justiça e de vizinhança no âmbito de um dispositivo institucional de administração de conflitos | 55-71Juan Pablo Matta

P A R A L E L O S

Indústrias culturais “afro-pacíficas”: encruzilhadas do multiculturalismo na cidade de Cali, Colômbia | 75-90Mateo Pazos Cárdenas

O natural e o humano: a construção de realidade entre os estamentos negros do Vice-Reino da Nova Granada | 91-108Jaime Andrés Peralta

P A N O R Á M I C A S

A política do valor e a política do significado: estabelecendo pontes | 111-130Julieta Gaztañaga

Indivíduo, multidão e mudança social. uma aproximação à teoria social de Gabriel Tarde | 131-149Sergio Tonkonoff

R E S E Ñ A S

Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015. Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio | 153-156Fernán González

D O C U M E N T O S

Concurso de fotografía etnográfica do Departamento de Antropologia, Universidad de los Andes | 159-168Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

A N T I P O D A I N D I C E

Page 10: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

8

Nota editorial

* Candidato a doctor en Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia. * [email protected]

** Antropóloga de la Universidad de los Andes, Colombia. * [email protected]

Santiago Martínez Medina*

Universidad de los Andes, Bogotá, ColombiaGiselle Figueroa de la Ossa**

Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.01

Como ya es usual para nuestros lectores, Antípoda 24, con aportes des-de Brasil, Colombia, México y Argentina, presenta un conjunto de artículos con una amplia variedad temática. En este número, el con-flicto y la violencia son nuevamente protagónicos. En las diferentes propuestas, gracias al estudio de escenarios etnográficos específicos,

el Estado emerge como un protagonista ambiguo, mediador y al mismo tiempo ge-nerador de toda clase de conflictos. Se trata pues de entender la manera en la que el Estado, a través de sujetos particulares, inmersos en instituciones y normativas que los reglamentan, participa en cómo se constituye, vive, escenifica, perpetúa y resuelve una serie amplia de problemáticas sociales relevantes para los lectores in-teresados en la realidad social de nuestro continente. Con Estado, mediación y con-flicto en América Latina, el equipo editorial agrupa así un conjunto de artículos que dan cuenta de la manera en la que el Estado es producido por personas y relaciones particulares en situaciones y contextos específicos, ya sea a través de actividades de control explícito policial, de la experticia de funcionarios en programas de atención psicosocial, o en la mediación de conflictos entre vecinos, tal como analizan los au-tores en la sección Meridianos. En cada uno de los artículos de este apartado, a su vez, los conflictos estudiados no sólo son mediados por funcionarios, sino que se constituyen ellos mismos en aquello que conecta al Estado con los ciudadanos.

Uno de los aportes más interesantes de Renzo Taddei en su análisis de la inven-ción de la violencia es considerar la forma en que ésta es el resultado de relaciones particulares entre las hinchadas, la Policía y los medios de comunicación en un país ampliamente conocido por su devoción al fútbol. De la misma manera en la que Roy Wagner entiende cultura como una “estrategia que emplea el antropólogo para comprender las situaciones de choque cultural” (Taddei, en este número, 22), el au-tor entiende violencia como una acusación que vincula a los actores involucrados, al tiempo que modela la realidad que designa. Es esta matriz relacional la que perpetua el conflicto. Por otra parte, expertos y experticia son protagónicos para Angélica

Page 11: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Antípoda Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

9

NO

TA

E

DI

TO

RI

AL

Franco en su análisis sobre la manera en que profesionales y operadores burocráti-cos informan y ejecutan el marco legal que protege a las víctimas de la guerra en Co-lombia. El problema, por lo demás urgente, es el divorcio existente entre la voluntad política que informa el marco legal y las acciones específicas de los profesionales en el terreno. Para Franco, no se trata solamente de ajustar el publicitado “enfoque di-ferencial”, sino de cuestionar en sí misma la episteme que subyace a la acción con las víctimas. Experticia y experto, indiferencia burocrática y ciencia como dispositivo de distanciamiento son elementos claves en el artículo sobre los cuales vale la pena reflexionar con cuidado. Antípoda invita pues a sus lectores a enviar materiales que amplíen el diálogo académico en este sentido.

En los desencuentros epistémicos que documenta Franco, el punto central es la manera en la que puede responderse a la experiencia de dolor desde el Estado. Si, como argumenta Veena Das, no reconocer el dolor del otro es una falla espiritual, más que una falla intelectual (Das 1998, 92), la cuestión de la experticia necesaria-mente conduce a considerar las condiciones locales en las que las actividades se despliegan, y a preguntarse, al tiempo, sobre la forma como la entendemos en tér-minos de indiferencia y desapego. En este sentido, el siguiente artículo presenta un panorama distinto. Precisamente, el reconocimiento es uno de los temas centrales para Juan Pablo Matta en su análisis sobre la manera en que el Estado y sus expertos son mediadores de conflictos entre vecinos. A través de un análisis detallado de un caso, Matta nos permite comprender cómo el reconocimiento y el sentido de justicia están inmersos en relaciones más amplias. No se trata pues solamente de ajustar la reparación al daño, sino también de reconocer al otro en su queja, para restablecer la continuidad del vínculo afectado.

Por su parte, Paralelos presenta artículos en los que el conflicto se materializa en la apropiación de sentidos por parte del Estado y la sociedad mayoritaria. Así, los artículos de esta sección resuenan fuertemente con el panorama de desencuentros epistémicos propuesto por Angélica Franco en Meridianos. Mateo Pazos nos muestra que concebir las manifestaciones culturales afropacíficas contemporáneas en térmi-nos de industria no sólo las transforma, sino que produce una serie de tensiones que generan un contexto en el que las experiencias de las poblaciones afrocolombianas en Cali resultan “invisibilizadas”. La constitución de este marco hegemónico pro-duce, a su vez, una serie de saberes y prácticas alternativos. Siguiendo esta línea, el artículo de Jaime Peralta se refiere precisamente a estas otras maneras no sólo de concebir sino también de hacer el mundo. Peralta reconstruye, a través de las pocas fuentes disponibles, las formas propias de identificar y clasificar la naturaleza, lo hu-mano y el entorno de los “estamentos negros” en el Virreinato de la Nueva Granada en el siglo XVIII. Gracias a su artículo, el lector puede imaginar verdaderos mun-dos locales que exceden, con creces, la interpretación científica de su época. Vale la pena hacer una lectura del sugerente material de Peralta en relación con los artículos precedentes, en la medida en que permite imaginar cómo las prácticas estatales y

Page 12: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

10

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 8-11 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.01

expertas no sólo producen una diferencia de legitimidad con respecto a los saberes locales, sino que amenazan materialmente la existencia de otras formas de hacer mundo, naturaleza y sociedad.

Antípoda 24 incluye en su sección Panorámicas dos artículos de clara vocación teórica que dan la puntada final a estas consideraciones. En el primero, Julieta Gaz-tañaga contribuye al debate sobre antropología e ideología al reflexionar sobre la relación entre etnografía y teoría en el caso particular de los estudios de procesos po-líticos que producen Estado. Para lograr esto, la autora analiza la dimensión política de la infraestructura pública vial en Argentina y evalúa el potencial de los estudios etnográficos para comprender las tensiones entre la política y lo político. Es notable la manera en la que, para Gaztañaga, el Estado es producido como “una herramienta de transformación social”, a la vez que como “contexto y espacio de imaginación” que permite los vínculos que su etnografía devela. Por último, Sergio Tonkonoff trae a nuestra revista una reflexión sobre algunos conceptos centrales en la obra del so-ciólogo decimonónico Gabriel Tarde. Autor prácticamente desconocido en nuestro medio, pero que se puede calificar como:

[...] a theorist whose account of circulating energies and minute oppositions had anticipated Michel Foucault’s conceptualization of the microphysics of power; a philosopher whose metaphysics of universal difference and creati-ve repetition has inspired philosopher Gilles Deleuze; a sociologist who has been described by Bruno Latour as the forgotten grandfather of Actor-Network Theory. (Candea 2010, 1)

Un teórico, en suma, que está recibiendo una renovada atención en diversos círculos académicos, precisamente porque abre la posibilidad de pensar de otra ma-nera muchas de las relaciones que cotidianamente establecemos y muchas de las entidades sobre las que usualmente teorizamos. El punto, por eso mismo, no es para nada un asunto de minucia intelectual, un preciosismo teórico. En juego está una lista fundamental de nociones que son tan centrales como equívocas: individuo y so-ciedad, estructura y agencia, singular y general (Latour 2002; Candea 2010). Tal vez, incluso, pensando con Tarde puede imaginarse que “otra ciencia social es posible” –una ciencia social no durkheimiana–, tal como lo propone Latour (2002 y 2012). Es pues un verdadero placer para Antípoda traer esta discusión a colación, en tiempos en los que la teoría antropológica está cada vez más interesada en la manera en la que pensamos y hacemos relaciones (Jensen 2012), y en la forma como hacemos teoría a partir de la información empírica que producimos en terreno.

En la sección Reseñas, les presentamos un texto elaborado por el académico jesuita Fernán González acerca del libro Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio, escrito por Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. En esta reseña, muy acorde con las temáticas tratadas en este número, González destaca la importancia de este libro como contribución a la comprensión sobre la manera

Page 13: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Antípoda Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

11

NO

TA

E

DI

TO

RI

AL

como las identidades colectivas de comunidades locales se configuran, desconfigu-ran y reconfiguran en contextos contemporáneos de violencia y desplazamiento, siempre en relación con los procesos culturales y políticos que las rodean. Final-mente, en Documentos, la profesora Ana María Forero presenta las imágenes que acompañan este número, resultado del concurso de fotografía etnográfica realizado por el Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes.

Para concluir, quisiéramos manifestar nuestro profundo agradecimiento a la labor realizada por la editora saliente, Mónica Espinosa, ya que este número ha sido también fruto de su trabajo. Con el ejemplar que el lector tiene en sus manos comienza una nueva etapa para Antípoda. Nuestros lectores encontrarán diferen-tes cambios con los que esperamos seguir adecuando la Revista a las exigencias del mundo digital. Les presentamos entonces una revista renovada en términos visuales y de formato, pensada para facilitar su lectura tanto en físico como en digital, y que continúa con el tradicional cuidado de la imagen. Así, Antípoda 24 simboliza el cambio y el comienzo de una nueva etapa en la que esperamos continuar con el va-lioso aporte de autores, evaluadores y lectores, con el fin de consolidar un proyecto académico que ya suma más de diez años de vida.

Referencias1. Candea, Matei. 2010. “Revisiting Tarde´s House”. En The Social after Gabriel Tarde. Deba-

tes and Assessments, 1-24. Londres: Routledge.2. Das, Veena. 1998. “Wittgenstein and Anthropology”. Annual Review of Anthropology 27:

171-195.3. Jensen, Casper Bruun. 2012. “The Presentations: ‘The Task of Anthropology Is to Invent

Relations’ proposing the Motion”. Critique of Anthropology 32: 47-53.4. Latour, Bruno. 2002. “Gabriel Tarde and the End of the Social”. En The Social in Question.

New Bearings in History and the Social Sciences, editado por Patrick Joyce, 117-132. Lon-dres: Routledge.

5. Latour, Bruno. 2012. “Otra ciencia social es posible”. En “El debate entre Gabriel Tarde y Émile Durkheim”. Traducido por Antonio Vallejos Izquierdo. Empiria. Revista de Meto-dología de las Ciencias Sociales 23: 194-199.

Page 14: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 15: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) | 15-33Renzo Taddei

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia | 35-53Angélica Franco Gamboa

Entre vecinos eso no se hace. Sentidos de justicia y de vecindad en el marco de un dispositivo institucional de administración de conflictos | 55-71Juan Pablo Matta

M E R I D I A N O S

Page 16: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

14

Page 17: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

15

ME

RI

DI

AN

OS

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires)*

Renzo Taddei**

Universidade Federal de São Paulo, Brasil

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02Artículo recibido: 7 de abril de 2015; aceptado: 19 de agosto de 2015; modificado: 31 de agosto de 2015

Resumen | Este artículo presenta y analiza datos etnográficos generados en Buenos Aires, capital de Argentina, entre aficionados al fútbol cuya conducta es supuestamente violenta, y su relación con las fuerzas policiales. Partiendo de un marco teórico originado en la antropología melanesia, este texto sugie-re que la Policía, con su determinación de establecer el orden y el control, pro-yecta sobre las hinchadas la imagen de un colectivo alborotador y rebelde a la autoridad policial, lo cual la conduce a una neurótica escalada en el uso de la violencia oficial. Los aficionados, por su parte, se centran en las heroicidades y en el protagonismo como parte de su proceso de individualización, y ven en las fuerzas policiales un obstáculo para sus objetivos, lo cual los condu-ce a actuar con mayor energía, histéricamente, en sus actividades habituales. Neurosis e histeria son conceptos que se definen en el texto y se emplean de manera específica.

Palabras clave | Fútbol, Policía, violencia (Thesaurus); barras bravas, hincha-das (palabras clave del autor).

* Este artículo es parte de un proyecto de investigación en el cual se produjo la tesis de maestría del autor, en el programa de Antropología Aplicada del Teachers College, Columbia University. La investigación fue financiada por becas proporcionadas por el Teachers College, Tinker Foundation, y Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico do Brasil (CNPq).

** Ph.D. en Antropología, Columbia University. Realizó su posdoctorado en la Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP). *[email protected]

Page 18: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

16

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

The Invention of Violence (of Soccer Fan Groups in Buenos Aires)

Abstract | This article presents and analyzes ethnographic data generated in Buenos Aires, the capital of Argentina, among soccer fans whose conduct is supposedly violent, and their relation to the police force. Using a theoretical framework proposed by authors working in the field of Melanesian anthro-pology, this text suggests that the police, with their insistence on establishing order and control, project an image of soccer fans as an unruly mob that rebels against police authority, thus leading to a neurotic escalation in the use of violence by the police. The fans, on the other hand, focus on their own supposedly heroic actions and leading roles as part of a process of individ-ualization, and consider the police force an obstacle to the achievement of their goals, which leads them to act with even greater energy, to the point of hysteria, in their customary activities. Neurosis and hysteria are terms that are defined and used in a very specific way in this text.

Keywords | Police, violence (Thesaurus); hooligans, soccer, soccer fans (au-thor’s keywords).

A invenção da violência (das torcidas de futebol de Buenos Aires)

Resumo | Este artigo apresenta e analisa dados etnográficos gerados em Bue-nos Aires, capital da Argentina, entre torcedores de futebol cujo comporta-mento é supostamente violento e sua relação com as forças policiais. Partindo do referencial teórico originado na antropologia melanésia, este texto sugere que a polícia, com sua determinação de estabelecer a ordem e o controle, projeta sobre as torcidas organizadas a imagem de um coletivo alvoroçado e rebelde à autoridade policial, o que a conduz a uma neurótica escalada no uso da violência oficial. Os torcedores, por sua vez, centralizam-se nas heroi-cidades e no protagonismo como parte de seu processo de individualização, e veem nas forças policiais um obstáculo para seus objetivos, o que os leva a atuarem com maior energia, histericamente, em suas atividades habituais. Neurose e histeria são conceitos que são definidos neste texto e empregam-se de maneira específica.

Palavras-chave | Futebol, polícia, violência (Thesaurus); torcidas organiza-das, torcidas de futebol (palavras-chave do autor).

Page 19: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

17

ME

RI

DI

AN

OS

La violencia no es una entidad ontológica: es una acusación, como han defendido muchos autores (Garriga Zucal 2010; Graeber 2006; Mis-se 2008). La legitimación de la violencia hace que ésta resulte invisi-ble; por ejemplo, un acto de agresión física realizado en defensa propia no es percibido como violento. Cuando la violencia es visible o, más

exactamente, cuando es pronunciable recibe la acusación de ilegitimidad. Ésta es la razón que hace que la violencia constituya un rasgo que caracteriza al otro; forma parte de la enajenación del otro.

En este texto presentaré y analizaré material etnográfico generado entre afi-cionados al fútbol argentino, considerados violentos. La prensa los denomina “ba-rras bravas”, mientras que los propios aficionados prefieren los términos “barra” (grupo) o “hinchada” (grupo de aficionados al fútbol). En este texto emplearé el término hinchada.

Mi análisis no tratará sobre las actividades diarias de los hinchas, sino más bien sobre la relación entre los grupos de aficionados y la Policía y sobre el pro-ceso a través del cual se amalgama cierta percepción de la violencia. Mediante el marco analítico propuesto por Roy Wagner en su libro The Invention of Cul-ture, demostraré que los aficionados y el binomio Policía-medios de comuni-cación sostienen interpretaciones y actitudes radicalmente diferentes acerca de las acciones y los supuestos objetivos del “otro”. En resumen, mi argumento es el siguiente: al centrar sus esfuerzos en conseguir un nivel de orden y control inalcanzable, la Policía vive en una situación de neurosis continua, mientras que los aficionados, al ver que su ethos de protagonismo heroico individual es des-articulado sistemáticamente por la Policía, viven en una permanente histeria. Neurosis e histeria son, naturalmente, conceptos que requieren una definición, que daré a lo largo de la exposición.

La combinación de los factores mencionados, en lugar de reducir, hace aumen-tar el nivel de agresividad física presente en el mundo del fútbol en Argentina. Dado que gran parte de las agresiones corresponde a la Policía y que ésta es el agente social que posee la autoridad oficial para definir lo que es violencia, las estadísticas oficiales rara vez reflejan la realidad. El propósito de mi análisis consiste en trazar las coorde-nadas de una situación en la que resultan visibles, al mismo tiempo, una mayor y una menor violencias de las que presentan los discursos oficiales: más violencia cuando se considera ilegítima gran parte de las agresiones de la Policía; menos violencia cuando escuchamos a los aficionados hablar de sus acciones y objetivos.

Entrada al campoEn el invierno de 2001 realicé una investigación de campo en el barrio Mataderos, situado en los suburbios de Buenos Aires. El nombre proviene de haberse instalado allí el matadero central de Buenos Aires. En 1911 varios trabajadores del matadero fundaron el Club Atlético Nueva Chicago, y en poco tiempo la población se aficionó al equipo de fútbol de su barrio (Sirvent 1999).

Page 20: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

18

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

Mataderos es considerado un lugar de transición entre las formas de vida ru-rales y la ciudad. Los gauchos introducían en el matadero el ganado procedente de las estancias del interior del país. Los gauchos y los matarifes, los mestizos y la gente de las clases bajas se convirtieron en íconos de aquella parte de la ciudad, figuras que la población blanca europeizada de Buenos Aires temía y despreciaba. En un importante texto de la literatura argentina, el relato titulado “El Matadero”, escrito por Esteban Echeverría en 1839 y publicado póstumamente en 1871, varios gauchos y matarifes atacan y asesinan a un joven al que identifican con las élites urbanas que intentaban unificar el país bajo el dominio de los blancos descendientes de los colonizadores europeos. Según algunos críticos literarios (Piglia 1993), dicho texto constituye una alegoría de la dicotomía entre “civilización” y “barbarie” que penetró el imaginario colectivo de las élites a lo largo de la historia argentina, y que reguló sus relaciones sociales y políticas con la población mestiza rural.

Como ocurre de manera frecuente en el universo sociocultural del deporte, los aficionados del equipo de fútbol Nueva Chicago incorporaron a su autoimagen elementos que aglutinaban el temor que otros les tenían. Se dice que era habitual ver a matarifes que volvían de su trabajo con el delantal manchado de sangre y portando cuchillos de gran tamaño en el cinturón. Este hábito de los cuchillos convertía las disputas en empresas potencialmente mortales. Si bien Nueva Chicago no estuvo nunca entre los clubes de fútbol más importantes de Argentina, es muy conocido por su afición especialmente numerosa y temible.

La invención de la violencia de hinchadasEl hooliganismo, definido como el comportamiento violento de los aficionados al fútbol, es un concepto que dieron a conocer en los años sesenta los medios de comu-nicación británicos y que generó rápidamente el pánico moral entre la población (Car-nibella et al. 1996). Los estudios sociológicos y antropológicos sobre este fenómeno, realizados en los últimos treinta y cinco años en Europa y Sudamérica, muestran gran disparidad en sus conclusiones, por lo que no fue posible hallar una definición de hoo-liganismo aceptada unánimemente. Si bien las descripciones sociológicas informaban de las estadísticas de conflictos, heridos, muertes y daños materiales (Carnibella et al. 1996; Romero 1986), los antropólogos encontraron dificultades en la tarea de localizar el fenómeno tal como es normalmente descrito. Yendo más allá del imaginario este-reotipado que promueven los medios de comunicación, averiguaron la existencia de grupos muy distintos que actúan en contextos peculiares y disímiles para los cuales la violencia constituía, como mucho, un elemento secundario (Alabarces et al. 2000; Armstrong 2003; Giulianotti y Williams 1994; Salvo 1999). Estas consideraciones lle-varon a algunos académicos a la conclusión de que los aficionados de las clases bajas estaban siendo convertidos en chivos expiatorios por motivos raciales y de clase, víc-timas de una paranoia social creada por el binomio Policía-medios de comunicación que justificaba el endurecimiento del control disciplinario y policial sobre ellos (Arm-strong 1994 y 2003; Armstrong y Young 1997; Moorhouse 1984; Taddei 2002).

Page 21: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

19

ME

RI

DI

AN

OS

La relación existente entre el “mundo del fútbol” y la violencia urbana es un tema de investigación tristemente famoso entre los científicos sociales europeos y latinoa-mericanos. Han pasado más de cuarenta años desde la publicación de las primeras obras sobre el tema en Gran Bretaña (Harrington 1968; Taylor 1969). Desde entonces, el número de publicaciones anuales ha aumentado notablemente, en especial en los años ochenta, y se han establecido clusters analíticos basados en determinados mar-cos teóricos: la psiquiatría y la criminología (Harrington 1968), enfoques marxistas (Taylor 1969; Sebreli 1981), análisis influidos por el psicoanálisis (Archetti 1985 y 1999; Sebreli 1981). Algunas obras han tratado de acercarse al tema desde una pers-pectiva multidisciplinar que conjuga la semiótica, la antropología y la crítica literaria (Alabarces 1993; Alabarces y Rodríguez 1996 y 1998; Alabarces et al. 2000). A pesar de la gran cantidad de investigaciones llevadas a cabo, no existe una explicación general concluyente del nexo social de la violencia relacionada con el fútbol. A pesar de ello, si existe un denominador algo menos común del fenómeno social de la afición al fútbol en general, éste parece estar asociado a la búsqueda del “sentido de pertenencia”, de la “fraternidad” y de las redes sociales de apoyo personal, y además guarda relación con otros elementos de las denominadas subculturas. También se ha vinculado el auge del vandalismo deportivo en Europa y Sudamérica con la desintegración –observada en Europa y Latinoamérica a lo largo del siglo XX– de la vida centrada en la comunidad (Alabarces et al. 2000; Armstrong 1994; Salvo 1999).

En Argentina y otros países sudamericanos, la mayor parte de los primeros tra-bajos analíticos sobre el tema no pertenecía a las ciencias sociales, sino que consistía en crónicas escritas por periodistas (Martínez 1999; Veiga 1998) y escritores (Galea-no 1968 y 1995). Estas obras suelen tratar la violencia como una entidad evidente en sí misma que debe ser erradicada de la sociedad mediante el procesamiento y el castigo de los individuos responsables, directa o indirectamente, de hechos violentos aislados, y a través de la “educación” de la población.

Juan José Sebreli, pionero en Argentina de la aproximación sociológica, consi-dera al fútbol en los países tercermundistas como un instrumento en manos de los gobiernos autocráticos para alienar y manipular a la población. En su análisis, inten-ta comprender cómo poderosas fuerzas económicas, sociales y políticas organizan el fútbol con el fin de condicionar la psicología de los aficionados para que defiendan intereses que no son suyos. Respecto a la violencia, Sebreli combina el marxismo con el psicoanálisis y encuentra la fuente de la agresividad en el deporte en toda la represión que la sociedad capitalista ejerce sobre los individuos (Sebreli 1981). Pablo Alabarces da un paso más en el terreno de lo simbólico: por una parte, existe una creciente distancia entre los equipos y la afición. Ésta ha perdido el sentido de la par-ticipación, de la contribución personal y de la unión del grupo, debido a que actual-mente los equipos son administrados como empresas capitalistas, y los jugadores se trasladan de unos a otros siguiendo las configuraciones del “mercado de contratos”. Por otro lado, parece que una enorme actividad en los medios de comunicación –con varios canales de televisión dedicados en exclusiva, periódicos y emisoras de

Page 22: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

20

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

radio– acapara el universo simbólico del fútbol, sus análisis públicos, sus interpre-taciones, sus expresiones. La porción restante que los aficionados pueden controlar es un ámbito empobrecido en el que los elementos relevantes que sobreviven son la defensa de los colores, los símbolos y los íconos (como las banderas y los tambores), y el “territorio” del estadio. Los recursos técnicos de la modernidad capitalista no “refinan” la afición al fútbol, sino que la rebajan a la consideración de “fútbol tribal”, un concepto en el que lo que escapa a la alienación es la radical demonización del “otro” grupo de aficionados obedeciendo a históricas rivalidades regionales. Para Alabarces, la fragmentación y atomización del universo simbólico del fútbol no con-ducen a los aficionados a la alienación y la parálisis, sino al fortalecimiento de la dis-puta por un terreno simbólico más reducido, y sería ésta la causa de la escalada de la violencia en el fútbol en una sociedad en trámite de desintegrarse bajo la explotación capitalista (Alabarces et al. 2000; Alabarces y Rodríguez 1996).

El tema del ethos masculino está también presente en algunos trabajos. Me-diante la categoría del ritual, Archetti analiza el repertorio de la masculinidad agre-siva de los aficionados del país y la violencia simbólica que esa cultura implica, fe-nómeno que aglutinaría la violencia y el carnaval en el comportamiento agresivo de los aficionados en los partidos. En posteriores obras ofrece un análisis histórico del fútbol en Argentina que señala la contribución de éste, junto con el tango y el ethos masculino, a la formación de la identidad nacional (Archetti 1985, 1994 y 1999).

En los últimos diez años, una nueva generación de antropólogos argentinos produjo un caudal de datos etnográficos sin precedentes en torno a la afición al fút-bol en el país (Garriga Zucal 2005, 2009, 2010 y 2012; Gil 2006, 2008a y 2008b; Mo-reira 2007 y 2008). Estos trabajos sacan a la luz un panorama más rico que incluye descripciones detalladas de la vida cotidiana de los hinchas de distintos equipos tan-to en Buenos Aires como en el interior del país. Aun así, los temas clave continúan: se interpreta la conducta agonística de los aficionados como un rito generador de la identidad y del ethos masculinos, particularmente en lo relativo al concepto autócto-no de “aguante”, que denota una combinación de valentía, ferocidad, fuerza física y perseverancia. Moreira (2007) amplía la discusión sobre el género con el análisis de su propia posición como etnógrafa en ese universo dominado por hombres.

Especialmente relevantes para el presente análisis son las aportaciones de Gil (2008b) y de Garriga Zucal (2012), quienes amplían su esfuerzo etnográfi-co con la inclusión de los miembros de las fuerzas de la Policía. Garriga Zucal (2012) realiza la importante afirmación de que los diferentes actores no sólo construyen de manera distinta la comprensión de lo que constituye la violencia, sino que además utilizan un doble rasero según el cual la violencia es algo que sólo hacen “otros”, incluso si estos actores (en este caso, agentes de la Policía) se ven envueltos en un comportamiento que podría ser considerado tan violento como el de los aficionados (2012, 46). Gil (2008b) hizo la misma observación pocos años antes al afirmar que la Policía es un actor central en la composición del ambiente violento del fútbol argentino.

Page 23: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

21

ME

RI

DI

AN

OS

Neuróticos e histéricos

Como demuestra esta presentación resumida de la literatura, el universo del fútbol es demasiado complejo como para poder ser reducido a enfoques monolíticos. For-mación de grupos y sentido de pertenencia; educación emocional y reproducción del habitus masculino; rituales nacionalistas; reacción contra el embourgeoisement de la sociedad; ámbito de libertad en el que tienen lugar –con mucha frecuencia, de manera eufemística– manifestaciones políticas de grupos de izquierdas y de de-rechas (estos últimos, por medio del racismo y la xenofobia); conversión de la ju-ventud pobre en chivo expiatorio como maniobra política de las élites. Todo esto se encuentra, ciertamente, en el fenómeno social de la afición al fútbol. Y sin embargo, ninguno de los enfoques teóricos disponibles demostró resultar adecuado para el análisis de lo que experimenté en mi trabajo de campo en Buenos Aires. Estos en-foques, o bien parecían estar demasiado alejados de la acción real de las tribunas y otros espacios reivindicados por las aficiones, o bien caían en la trampa de sugerir, de modo directo o indirecto, la culpabilidad de algunos actores por el violento esta-do de los hechos, implicando con ello una división maniquea entre buenos y malos. Alternativamente, algunos de los trabajos producidos en Argentina contenían una sutil traza de nihilismo: no hay soluciones factibles, y, por tanto, la violencia en el fútbol es una tragedia inevitable, a la manera de un tango.

Sólo unos pocos años más tarde encontré una teoría que me ayudó a dar sen-tido a mi material etnográfico. Venía de un lugar algo improbable: la antropología melanesia. Se trataba del libro The Invention of Culture, publicado por Roy Wagner en 1975. La obra es tan innovadora en su enfoque de la cultura y las diferencias culturales que transcurrieron varias décadas antes de que Wagner obtuviera el ade-cuado reconocimiento.

En lugar de intentar resumir las numerosas ideas que contiene el libro, voy a tomar lo que considero más útil para mi análisis. El interés principal de Wagner consiste en la creación del significado mediante la interacción con el mundo, toman-do interacción en un sentido que extrapola su mera dimensión “social”. Existen dos modos principales de simbolización del significado: convencional y diferenciador. Ambos existen en mutua relación dialéctica.

Los símbolos convencionales (las palabras, las leyes, los códigos morales, los rituales) se basan en significados compartidos y, por tanto, poseen una naturaleza colectiva. Además, establecen un contraste entre los propios símbolos y las cosas que simbolizan que hace que los percibamos, en primera instancia, como convenciones (Wagner 1981, 43). Por su parte, los símbolos diferenciadores (la búsqueda de visio-nes para construir la identidad, las hazañas, el arte de vanguardia) funcionan en la dirección opuesta, como tropos inventivos e individualizadores que asimilan aquello que simbolizan.

En segundo lugar, la conciencia del individuo está centrada en uno de los mo-dos de simbolización, algo a lo que Wagner denomina “control”. El individuo que simboliza se sentirá más o menos capaz de controlar el modo del que se sirve, y

Page 24: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

22

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

percibirá el otro como “natural” o “interno”, como una forma de “compulsión”. Cada cultura o grupo social favorece uno de estos modos de simbolización como dominio adecuado para la agencia humana y considera al otro como expresión de lo “innato” o lo “dado” (Wagner 1981, xv).

Otra idea crucial del libro de Wagner es la idea de cosificación (objectification). Aquello que perturba los flujos existenciales que sustentan en delicado equilibrio los sucesos y las expectativas necesita ser comprendido, y la proyección metafórica es el medio para alcanzar esa comprensión. El resultado de este proceso es una cosifica-ción; es decir, una reificación que otorga significado al suceso perturbador según las redes de significados en las que está inserto el actor, unas redes que a su vez resultan transformadas en el proceso. Esto es lo que quiere indicar Wagner con el término “invención”. Nuestros sistemas conceptuales, nuestros cuerpos, instrumentos, im-pulsos y sueños funcionan como aparatos mediadores que utilizamos para producir significado, cosa que hacemos contraponiendo esos aparatos al flujo de lo real (Wag-ner 1981, 72). Nuestras “cosas” y “conceptos” son las marcas que deja el flujo de la realidad en nuestros sistemas de simbolización (1981, 72). Según esta descripción, el significado es siempre relacional (1981, 39).

La “cultura”, según esto, es la estrategia que emplea el antropólogo para com-prender las situaciones de choque cultural. Por medio de las series de cosificaciones que forman parte de la resolución de los dilemas existenciales que supone el encuentro con la diferencia radical, el antropólogo “inventa” la cultura del otro a un tiempo que la suya propia, y lo mismo hace el otro, aunque de manera distinta: “Lo que el investiga-dor de campo inventa, entonces, es su propia comprensión […]. Y ésta es la razón que hace que valga la pena el estudio de otros pueblos, ya que toda comprensión de una cultura ajena constituye un experimento con la propia” (Wagner 1981, 12).

Convención e invención constituyen dos dimensiones importantes en el proceso de cosificación. Los símbolos convencionales proporcionan al mundo su orden y sus patrones y separan el principio ordenador de las cosas ordenadas; las simbolizaciones diferenciadoras e inventivas crean distinciones, discontinuidades, singularidades. Sin embargo ambas formas de simbolización existen en relación dialéctica: lo colectivo debe atribuir significado a la innovación, y ésta transforma las redes de significados de la colectividad (Wagner 1981, 44). Por lo tanto, cada cosificación inventa, por oposición, su contraria. Es necesario que este hecho de semiosis permanezca oculto para el individuo simbolizador, pues, de otro modo, tendría lugar una “relativización” de los significados que desorganizaría los pa-trones semióticos establecidos. Por este motivo, las culturas tienden a centrar su atención y sus acciones en una única dimensión y señalan a la otra como dada o innata. Como hemos visto, control es el término que emplea Wagner para designar el modo de simbolización que cada cultura considera que vale la pena manipular. El actor, al utilizar un determinado control, percibe las cosificaciones que éste produce como si fueran algo que él “hace”, tomando la otra forma de cosificación como la causa o motivación de sus acciones (1981, 45).

Page 25: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

23

ME

RI

DI

AN

OS

Wagner propone un ejemplo que se vale de las convenciones que rigen el ma-trimonio y la familia en la clase media estadounidense. El esposo, al tratar de obe-decer al conjunto de expectativas culturales compartidas en su medio social –con el fin de ser un “buen esposo”–, participa, al lado de su esposa, en la “construcción de un matrimonio”. Sin embargo, al controlar sus acciones para centrarse en los significados convencionales asociados a lo que debería ser una familia, al final será víctima del espejismo de creer que el complejo producto de él y de su esposa es una cosa en sí misma (Wagner 1981, 47). La cosificación del símbolo convencional, en este caso el matrimonio, resulta entonces enmascarada por la manera como ellos identifican sus intenciones con la convención. Al querer vivir un matrimonio, lo crean. Las idiosincrasias personales y la indeterminación de la vida cotidiana generan una resistencia a dicha empresa y producen el efecto de que se dedique más energía al esfuerzo de colectivización (1981, 47). Es un modo de proteger los patrones semióticos establecidos. La tensión entre convención y realidad funciona como un impulso que los hace avanzar.

Si, por otra parte, el marido decide (tal vez debido a una crisis conyugal) “com-portarse como un hombre” y trata de diferenciar sus acciones de las de ella según modelos de masculinidad, tendría lugar un intento de inversión de roles en lo que se refiere a los modos de simbolización (Wagner 1981, 58). No obstante, Wagner afirma que, en su contexto de clase media estadounidense –supuesto el predomi-nio del régimen convencional y, en consecuencia, la equiparación de los impulsos individuales y particularistas con las dimensiones innatas o naturales–, una con-ducta como la mencionada sería considerada, muy probablemente, como forzada y no natural, y en circunstancias extremas, patológica. Cuando la personalidad de un individuo interfiere con la experiencia de una convención (como la del matrimonio) hasta el punto de amenazar la “invisibilidad” del modo de simbolización oculto, las culturas occidentales recurren a otras formas convencionales, tales como el psicoa-nálisis y la psiquiatría, con el fin de solucionar el problema.

En las sociedades que consideran la moral como una cuestión de acción inten-cionada y explícita, la relativización de los controles y su extensión más allá de los límites que puede sostener el acuerdo semiótico genera convenciones “falsas” que adoptan la forma de neurosis; esto es, la creación de convenciones privadas que “per-miten (y exigen) al neurótico el logro de una autoimagen anhelada” (Wagner 1981, 97). Por ejemplo, la persona cuyo matrimonio, como construcción colectiva, está en crisis podría apartar su atención de los modelos de matrimonio y dirigirla a otros acuerdos convencionales, como la limpieza o la salud física, y dedicarse neurótica-mente a la limpieza de la casa, al cuidado de su cuerpo o al ejercicio.

En las sociedades no occidentales, así como en “las clases bajas ‘étnicas’ y ‘reli-giosas’, los insatisfechos y marginados, las clases altas ‘creativas’” (Wagner 1981, 80) de las sociedades occidentales, es el modo de simbolización diferenciador e inventi-vo el que funciona como control, mientras que los símbolos convencionales se dan por supuestos. En muchas sociedades tribales, por ejemplo, con cierta frecuencia

Page 26: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

24

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

los individuos no consideran problemática su pertenencia a un grupo étnico, to-mándola como algo dado, al tiempo que conceden enorme atención al proceso de individualización, al intento de “encontrar la propia alma” (1981, 94). Al igual que ocurre (pero a la inversa) en el caso de las sociedades cuyos controles son los sím-bolos convencionales, el enfrentamiento entre las convenciones y los imponderables de la vida cotidiana refuerza las idiosincrasias personales, y el enfrentamiento con la convención hace a los individuos más poderosos o únicos (1981, 88). También se invierten los patrones de cosificación: mientras que los occidentales ligados a la corriente central de la cultura “inventan” el mundo de los fenómenos al tratar de predecirlo, racionalizarlo y ordenarlo (Wagner 1981, 87; Taddei 2013), los no occi-dentales y los marginados crean su orden convencional a la manera de algo innato y dado, por medio de un enfrentamiento continuo con ese mundo.

En tales circunstancias, si el orden convencional que sostiene el proceso de di-ferenciación pierde realmente su equilibrio y tiene lugar la relativización del conjunto del orden semiótico (siendo los actores conscientes de la amenaza de caos que esto implica), la simbolización “falsificadora” toma la forma de histeria. Mientras que el neurótico se inventa una convención falsa, el histérico se inventa artificialmente unos poderes “innatos” que le permitirán vivir en cierto “estado” social (Wagner 1981, 97) y que, básicamente, lo obligarán a vivirlo. El trance, la enfermedad, la posesión, la pérdi-da del alma, son manifestaciones físicas habituales de esas circunstancias.

Es importante señalar que Wagner afirma en varias ocasiones que dicha com-prensión dicotómica de la existencia humana no debería ser tomada en términos ab-solutos, sino que ambos aspectos se dan en mutua relación dialéctica. Los símbolos convencionales y los diferenciadores operan siempre al mismo tiempo, puesto que uno no puede existir sin el otro. La diferencia radica únicamente en aquello a lo que los grupos sociales dirigen su atención consciente y tratan de controlar. Por ejemplo, en el proceso de alcanzar la madurez, el niño y el adolescente occidentales experi-mentan ambos procesos a la vez: se manipula el yo como control diferenciador, y al mismo tiempo el joven afronta constantemente la presión por adoptar los símbolos convencionales como principios normativos para su vida. El riesgo de la neurosis está siempre presente; de hecho, los “amigos imaginarios” de los infantes son mani-festaciones neuróticas, si bien en este caso no patológicas, en las que la prioridad de invención del niño confronta las normas sociales externas (Wagner 1981, 83).

De igual manera, en los contextos sociales cuyo control consiste en la dife-renciación, aprender a formar parte del grupo supone una lucha continua contra la histeria (Wagner 1981, 97). La situación se intensifica en las fases críticas y de transi-ción, en las que se sitúa al individuo en un “doble vínculo” (Wagner 1981, 97; Bateson 2000) que lo obliga a respetar las convenciones del grupo (evitar lo relacionado con el pecado, la deshonra, la corrupción), y, al mismo tiempo, tiene que cometer ciertas acciones pecaminosas, deshonrosas o corruptas. Y si, en circunstancias normales, el aprender a formar parte del grupo implica la creación de síntomas histéricos y su superación, la manera de alcanzar poder o sabiduría implica el “sucumbir por com-

Page 27: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

25

ME

RI

DI

AN

OS

pleto a la histeria, con el fin de superar las limitaciones de ésta” (Wagner 1981, 101).Tras este esbozo de algunas ideas clave en la obra de Wagner, intentaré aho-

ra demostrar, mediante la exploración de mis datos etnográficos, cómo estas ideas pueden aclarar los dilemas sociales presentes en el mundo de la afición al fútbol. Mi argumento básico es el siguiente: en el universo social de la afición al fútbol, el Estado argentino se enfrenta a una situación neurótica en su intento de imponer burocráticamente el control y el orden a toda la población (Graeber 2007), mientras que los grupos de aficionados viven en una continua búsqueda histérica de la gloria y el heroísmo. A medio camino entre el Estado y los aficionados están situados otros dos agentes que operan la relativización de las simbolizaciones y que producen las mencionadas neurosis e histeria: la Policía y los medios de comunicación. La Policía, en el contexto aquí analizado, es la representación del Estado ante las hinchadas; el periodismo, dado el esfuerzo que realizan las élites en la protección física y simbólica de los límites de las categorías de organización social (en las cuales la “clase social” tiene un rol importante), es el mediador de la imagen de los aficionados ante los grupos hegemónicos. Las acciones de la Policía transmiten a los grupos de hinchas la idea de que sus esfuerzos individualizadores no son aceptados por la sociedad mayoritaria, y esto lleva a los aficionados a aumentar la energía que dedican a “ser un hombre” o a “defender el honor del grupo”, hasta llegar a un nivel de comporta-miento agonístico. Por otro lado, los reportajes periodísticos sobre las actividades de los aficionados basados en informes policiales hacen ver a los grupos más bien identificados con el orden establecido que su mundo ordenado y esterilizado es una construcción frágil, y ello los conduce a invertir más en vigilancia y trabajo policial, incrementa su miedo a la violencia y, por último, aumenta el número de agresiones preventivas indiscriminadas de la Policía contra los aficionados, lo que hace crecer el resentimiento hacia el Estado entre los miembros de las hinchadas.

Es importante notar que el esquema conceptual propuesto por Wagner se construye alrededor de la diferencia –y el constante trabajo de diferenciación– entre grupos sociales convencionalistas y anticonvencionalistas. En ese sentido, los con-ceptos de élite y grupos hegemónicos son entendidos como los sectores de la pobla-ción defensores de las convenciones sociales en curso, independiente de sus niveles de renta o consumo, o de la localización geográfica de sus hogares en la capital ar-gentina. Igualmente, el concepto marginado identifica los sectores que combaten –o se oponen a– las convenciones existentes (por lo menos las relevantes para las existencia de las hinchadas en el espacio urbano). Por tales razones, no hay relación directa y necesaria entre los patrones de comportamiento de convencionalistas y anticonvencionalistas y sus supuestas clases sociales.

Aficionados y agentes de la PolicíaNo voy a describir en detalle el universo sociocultural de los aficionados al fútbol en Argentina, puesto que existe una rica literatura que trata el tema (véanse los trabajos de Garriga Zucal, Gil y Moreira). En lugar de ello, describiré tres hechos tomados de

Page 28: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

26

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

mis notas de campo etnográficas que ilustran la construcción del orden y la violencia en la vida cotidiana de todos los implicados en el fenómeno, en especial aficionados, agentes de la Policía y periodistas.

***En 2001, la agenda semanal de los líderes del grupo principal de aficionados al club, identificados con el plan de viviendas de Los Perales, constaba de lo siguiente: pri-mero visitaban las tiendas de carne de las cercanías del mercado de ganado que ocupa el lugar del antiguo matadero, cuyos propietarios eran los directivos del Club Atlético Nueva Chicago. Junto con ellos, los líderes recogían donaciones de carne, pan y bebidas, dinero para el alquiler de los autobuses que llevarían a los aficionados a los partidos celebrados fuera de la ciudad, y entradas para el estadio. Los líderes, además, visitaban a los jugadores en el vestuario tras los entrenamientos y recogían allí donaciones en dinero o en especie (camisetas).

Después, dos líderes principales se dirigían a la comisaría para hablar con el jefe de la Policía y solicitar su permiso para entrar al estadio con tambores y bande-ras, algo que una ley nacional prohíbe para evitar el tráfico de drogas y los enfrenta-mientos entre grupos rivales de aficionados. Entonces, el jefe de la Policía analizaba el nivel de riesgo del partido, y normalmente consentía la introducción en el estadio de algunos tambores, pero únicamente si los líderes de las aficiones se comprome-tían a “controlar a los chicos” y a evitar las contiendas en la entrada del estadio. Los líderes, por su parte, daban su palabra de que harían todo lo posible.

La última tarea, y quizás la más difícil, consistía en encontrar empresas de al-quiler de autobuses que estuvieran dispuestas a alquilarlos a los aficionados, pues era habitual que estos provocasen daños materiales en el transcurso de los viajes.

Los sábados, los partidos comenzaban a las 4 de la tarde. Cuando el partido se celebraba en el estadio de Nueva Chicago, los líderes avisaban, a lo largo de la sema-na, de que horas antes del partido tendría lugar una parrillada en la sede del club. Describo a continuación una de esas ocasiones.

Los miembros del grupo empezaron a llegar hacia el mediodía. Se había encen-dido una fogata en un lugar espacioso y se asaban las hamburguesas y los chorizos que habían recogido durante la semana. Los aficionados solían beber refrescos, y al-gunos mezclaban vino en envase de cartón con refrescos de naranja o de Coca-Cola. Algunos bebían Fernet, sin mezcla; soportar sin afectación su sabor amargo formaba parte de sus rituales de masculinidad.

Se distribuyeron entre todos los presentes sándwiches de chorizo (choripanes), gratis. El líder del grupo se paseó entre los aficionados haciéndose notar como el responsable de la organización de la parrillada. En una de ellas conté más de tres-cientos individuos.

Finalizada la parrillada, el numeroso grupo de aficionados abandonó la sede del club y se dirigió hacia el estadio, situado a nueve manzanas de allí. Cuando llega-ron, una enorme cantidad de aficionados ocupaba las calles que lo rodean. Muchos

Page 29: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

27

ME

RI

DI

AN

OS

aficionados vivían en una villa miseria llamada Ciudad Oculta, situada a escasas manzanas del estadio, y no tenían dinero para las entradas. En el momento de entrar, uno de los líderes distribuía las entradas entre los miembros nucleares del grupo y algunos aficionados que no podían pagar. Algunos individuos que no podían o no querían abonar una entrada veían el partido desde el tejado de los edificios del pro-yecto de Los Perales, muy cercanos al estadio.

La entrada era un momento de tensión. Los agentes de la Policía, en actitud poco amistosa, registraban a todos los que entraban al estadio. Los tambores permitidos se introducían por la entrada principal; los otros eran descolgados por encima de los muros del estadio. En las tribunas, los líderes dirigían la secuencia de los cantos.

Uno de los sábados entrevisté a un policía, que me explicó cómo funcionaban allí las cosas:

El problema no está en los líderes, sino en los jóvenes. Se equivocan al creer que tienen que comportarse con mucha agresividad para conseguir llegar a ser líderes de las barras. Pero eso no es cierto. El líder tiene mucho que perder si la situación se le escapa de las manos. Como líderes, tienen privilegios y ganan plata. Si la situación se pone difícil y muere alguien, se meten en un gran lío. Ésa es la razón de que los líderes intenten sistemáticamente controlar a los chicos.

Así, de hecho, lo observé. Pero lo hacían de maneras muy sutiles. No podía parecer que colaboraban con la Policía, o dejar asomar ninguna duda sobre su mas-culinidad, así que controlaban los espacios, los tiempos y los recursos, y cuando el ambiente del discurso general era agonístico, se aseguraban de ocuparse de todas las variables que pudieran agravar la situación. Según me contó un líder, ésa era la justificación de la parrillada y las entradas:

Metés a estos chicos en el estadio con el estómago vacío, o hacés que tengan hambre y estén frustrados porque no tienen plata para comprar un boleto, y son mucho más altas las probabilidades de que haya problemas en las calles. Nosotros les damos de comer y les metemos dentro, en las tribunas, donde pueden gritar y aullar hasta agotarse, y al final no ocurre nada. A menos que la otra hinchada nos ataque. Entonces nos defendemos y defendemos el honor de nuestro equipo, líderes y muchachos codo con codo.

***La segunda situación es la descripción de una detención. Me la narró Agustín, un joven maestro, hijo de un profesor de la Universidad de Buenos Aires, aficionado del River Plate, uno de los equipos más importantes de Argentina. Él no es miembro del núcleo del grupo, pero asistía regularmente a los estadios, y con el tiempo aca-bó sentándose cerca de los líderes de la afición. El suceso que me contó ocurrió en 1994, justo cuando acababa de salir de un estadio. Había una pelea entre aficionados, aunque él no se había percatado de ello. Se le acercaron agentes de la Policía y lo declararon detenido. Me dijo que en ese momento vestía ropa vieja y llevaba largos el cabello y la barba. Lo introdujeron en un furgón que tenía celdas pequeñas en su

Page 30: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

28

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

interior, ocupada cada una de ellas por cuatro personas apretujadas, sin espacio para moverse. Había también otros chicos, y algunos lloraban. El calor y el estrés eran insoportables. Nadie les explicó por qué habían sido detenidos. En el furgón, mien-tras se dirigían a la comisaría, un agente no cesaba de decir que los iban a golpear. Agustín me dijo que él intentó mantener la calma. Finalmente llegaron a la comi-saría y fueron conducidos a una amplia habitación, donde los hicieron sentarse en el suelo. Según él, había allí unos ochenta chicos. Permanecieron en ese lugar unas cuatro horas, y después vino el padre de un muchacho, que lo sacó del encierro. La Policía no lo hizo rellenar ningún impreso, lo que significa que oficialmente no estu-vo detenido. Cree que las detenciones se realizaron sólo para que la Policía pudiera afirmar ante la prensa que hicieron varias, tras los disturbios que tuvieron lugar en el estadio. En situaciones como ésta, la “averiguación de antecedentes” es el motivo oficial que suele alegar la Policía para detener a jóvenes tanto dentro como fuera de los estadios. La ley1 que garantiza a la Policía el derecho a realizar detenciones sin motivo formal alguno y a mantener al arrestado en la cárcel hasta doce horas es un recurso jurídico que se creó en los años de la dictadura militar de 1955-58 y que no ha sido derogado nunca.

***Finalmente, presento un extracto de mis notas de campo sobre de la noche en la que el equipo Boca Juniors jugó la final de la Copa Libertadores de América, la competición más importante de las Américas para los clubes, contra el equipo mexi-cano Cruz Azul. Tuvo lugar el sábado 30 de junio de 2001. Cincuenta y cuatro mil espectadores habían adquirido entradas, tan sólo una pequeña parte de la gente que deseaba estar presente. Los días anteriores al partido, el jefe de la Policía apareció en televisión diciendo que no debían acudir al estadio las personas que no tuvieran entradas. Por fin llegó el día del encuentro. A las 6 de la tarde yo estaba justo fuera de La Bombonera, el estadio del Boca Juniors; el partido comenzaría a las 9:30 de la noche. Aquella noche, setecientos policías fueron enviados al estadio. Muchos de ellos montaban a caballo.

Yo estaba delante de la puerta 12. El agente de policía al mando anunció repeti-das veces, por megáfono, que toda la gente de la cola tenía que levantar sus entradas para que la Policía pudiera verlas. La cola medía muchas manzanas de longitud. Unos pocos agentes la recorrieron identificando a los individuos que no tenían en-tradas. A éstos los sacaron violentamente y los golpearon con puñetazos, patadas y palos. Un equipo de televisión estaba presente, así como fotógrafos de los principales periódicos argentinos. “¡Oye, rubia, saca a la Policía golpeando a los chicos!”, gritó alguien a la joven y asustada reportera de televisión.

1 Ley 12155 de la provincia de Buenos Aires del 15 de julio de 1998, artículo 9, enmendada por la Ley 13472, artículo 15, el 26 de junio de 2006; el punto que trata de las detenciones para averiguación de antecedentes permaneció sin cambios. El recurso de la averiguación de antecedentes fue creado el 14 de febrero de 1958 mediante el decreto 338/58.

Page 31: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

29

ME

RI

DI

AN

OS

Llegó un furgón e introdujeron en él a los individuos que habían recibido los golpes. Un agente rellenó impresos con sus nombres e identificación y los metió en el furgón. A las 8:30 había quince detenidos en el furgón. Todos eran hombres jóvenes.

Llegó otro grupo de periodistas, y cuando la cámara de televisión pasó cerca de la cola de aficionados, algunos de éstos les dijeron que tenían que acudir a grabar a la esquina porque allí la Policía estaba “cagando a palos a los hinchas”.

A la mañana siguiente, Olé, el principal periódico deportivo de Argentina, des-cribió los acontecimientos en los siguientes términos:

BOCA, BICAMPEÓN DE AMÉRICA. Una noche de terror. […] Lo más grave pasó en Misiones, donde un hincha murió por un tiro en la cabeza. Pero tam-bién hubo incidentes en otras ciudades. […] Como ya es una costumbre cada vez que se festeja un título en la Argentina, en el de Boca también hubo que lamentar víctimas. [...] En la madrugada, hubo disturbios en varios puntos del país, con daños materiales de importancia y más de 350 detenidos: 290 por in-cidentes y averiguación de antecedentes y aproximadamente 60 por infracción a la ley de estupefacientes […].

ConclusiónTenemos ante nosotros un drama wagneriano: por una parte, las corporaciones de co-municación de Buenos Aires, modernas, convencionalistas, occidentalizadas; por otra, las hinchadas de fútbol, individualistas, diferenciadoras, menos satisfechas con el orden establecido. Las primeras son propensas a la neurosis; las segundas, a la histeria. Con esto podemos dibujar una imagen dramática de la violencia en el fútbol en Buenos Aires: la Policía es el rostro del Estado ante los insatisfechos o marginados; la prensa corporativa es el rostro de ellos ante los grupos hegemónicos. En esta imagen nadie sale favorecido.

La virtud del enfoque propuesto por Wagner en el contexto de los estudios so-ciales sobre la afición al fútbol consiste en que entrelaza de manera interesante otros enfoques que, tomados independientemente, parecen fragmentarios. Las divisiones sociales existentes, reales o imaginadas, facilitan el contexto para la construcción de la otredad convirtiendo las relaciones sociales en nerviosos enfrentamientos. El temor de los grupos hegemónicos al desorden simbólico y a la violencia física hace que eso sea lo único que ve cuando mira a los grupos de aficionados, lo que les hace cosi-ficar su violencia. Pero, a diferencia de los ejemplos de Wagner, donde, a pesar de los inevitables malentendidos, el antropólogo tiene buenas intenciones y el nativo es un anfitrión compasivo, aquí tenemos que cada parte proyecta sobre la otra sus peores miedos y ansiedades (Taddei 2009).

Según Garriga Zucal (2012), una de las principales narrativas de la Policía en Buenos Aires en lo que se refiere a su relación agonística con los aficionados al fútbol no tiene que ver con el hecho de que éstos infrinjan la ley, sino más bien con la nece-sidad de mantener las diferencias jerárquicas y el respeto a la autoridad policial (212, 56). En su análisis de los enfrentamientos entre la Policía y los movimientos anti-globalización en Estados Unidos, David Graeber encontró el mismo fenómeno: “Si

Page 32: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

30

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

quieres que un policía se comporte con violencia, la manera infalible de conseguirlo es desafiar su derecho a definir las normas que rigen una situación. Probablemente, esto es algo que un ladrón no haría nunca” (2007, 31).

Definir la situación: eso es exactamente en lo que consisten los rituales de in-dividuación de los aficionados al fútbol. En un nivel, el concentrarse en la indivi-duación les impide aceptar el desplazamiento metafórico de la agencia que marca los discursos de los medios cuando se refieren a ellos, y en los que aparecen como animalescos o infantiles. En otro nivel, las detenciones y la estigmatización los con-vierten, de hecho, en víctimas del discurso oficial. Esto explica la proliferación de la violencia oficial: puesto que la cultura de la afición se resiste a su dominación sim-bólica, la hegemonía del Estado tiene que construirse mediante la agresión sin palia-tivos (Graeber 2007). En este panorama, las narrativas que convierten a la juventud insatisfecha o marginada en chivo expiatorio forman parte de la reacción neurótica del Estado argentino y los grupos hegemónicos ante sus propios temores.

Las hinchadas luchan por el protagonismo. Este término, que los aficionados em-plean con frecuencia y manifiestan en sus símbolos, tiene una connotación de parti-cipación en la hazaña de la victoria, y al mismo tiempo significa estar en el centro del escenario, tener visibilidad. Cuando los aficionados se imaginan al Estado, lo ven con la característica principal de ser algo que se interpone en su camino, algo que limita su libertad y movilidad dificultando al máximo el protagonismo. La prohibición de entrar al estadio con tambores y banderas, el modo como la Policía sustituye a otros grupos de aficionados en el papel de contrincante principal en las batallas callejeras (Garriga Zucal 2012; Taddei 2001) y la violencia aleatoria con que trata a los aficiona-dos -no sólo a los miembros de las hinchadas, sino a todos los aficionados- a la entrada de los estadios son variables que estimulan la energía colectiva de éstos, que hacen que se concentren más en su búsqueda de protagonismo y también, por tanto, en ser capaces de entablar más combates, la mayoría de ellos contra la Policía.

La situación no llega a ser por completo explosiva, debido a la acción de in-termediarios: líderes de grupos de hinchas preocupados por el orden y agentes de Policía locales que realizan concesiones a los rituales individualizadores que los afi-cionados consideran importantes2. No resulta sorprendente que en mi retorno a Ma-taderos, exactamente diez años después del primer período de generación de datos etnográficos, todos los individuos que ostentaban roles de liderazgo en los grupos de aficionados de Nueva Chicago en 2001 fuesen políticos locales; algunos, líderes sin-dicales; otros, directores de centros comunitarios; todos, prácticamente, asociados al partido peronista. El líder/político local es para la dialéctica de la invención y la con-vención de Wagner lo que el chamán es para los amerindios en el análisis que hace Viveiros de Castro del perspectivismo amerindio (2002): mientras que el chamán es el único individuo que puede trascender la forma humana y conectar con la huma-

2 Garriga Zucal menciona casos en que la Policía consideró necesarias las peleas para reducir la tensión colectiva (2012, 47).

Page 33: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

31

ME

RI

DI

AN

OS

nidad de los animales y las cosas, el político local es capaz de trascender los poderes limitadores de los controles y de navegar de la convención a la invención –y también a la inversa– mucho más fácilmente que los actores socializados en otros roles.

AgradecimientosAgradezco a todos las personas del Club Nueva Chicago y del barrio de Mataderos que de alguna manera contribuyeron a la investigación; en especial, María Tere-sa Sirvent, la familia Horischnik (Mariano, Zoraida, Agustín, Manuel, Ana Irene, Gastón), Alfredo Straga, Fabián Ochoa, Beto Villar, Adrián Gómez, Emanuel Co-rreale, Caco, Fepa, Tito Pezoa y la hinchada de Los Perales de 2001. A Alejandro Sánchez, por la traducción del manuscrito al español, y a Lidice Segreto de Gam-boggi, por revisarlo. Las limitaciones del argumento y del texto son de responsa-bilidad exclusiva del autor.

Referencias1. Alabarces, Pablo y María Graciela Rodríguez. 1996. Cuestión de pelotas: fútbol, deporte,

sociedad, cultura. Buenos Aires: Atuel.2. Alabarces, Pablo y María Graciela Rodríguez. 1998. “Fútbol y Patria: la crisis de la repre-

sentación de lo nacional en el fútbol argentino”. Lecturas: Educación Física y Deportes. Buenos Aires 10. http://www.efdeportes.com/efd10/pamr10.htm

3. Alabarces, Pablo, Ramiro Coelho, José Garriga Zucal, Betina Guindi, Andrea Lobos, Ma-ría Verónica Moreira, Juan Sanguinetti y Ángel Szrabsteni. 2000. “Aguante y represión. Fútbol, violencia y política en la Argentina”. En Peligro de gol. Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina, coordinado por Pablo Alabarces, 211-230. Buenos Aires: Grupos de Trabajo de Clacso, Deporte y Sociedad.

4. Alabarces, Pablo. 1993. Fútbol y Cultura. Deporte, política, vida cotidiana. Buenos Aires: Ediciones Cursos Universitarios,

5. Archetti, Eduardo. 1985. Fútbol y ethos. Buenos Aires: Flacso.6. Archetti, Eduardo. 1994. “Masculinity and Football: The Formation of National Identity

in Argentina”. En Game without Frontiers: Football, Identity and Modernity, editado por Richard Giulianotti y John Williams, 225-243. Aldershot: Arena.

7. Archetti, Eduardo. 1999. Masculinities: Football, Polo and the Tango in Argentina. Oxford: Berg.8. Armstrong, Gary. 1994. “False Leeds: The Construction of Hooligan Confrontations”. En

Game without Frontiers: Football, Identity and Modernity, editado por Richard Giulianotti y John Williams, 299-326. Aldershot: Arena.

9. Armstrong, Gary. 2003. Football Hooligans: Knowing the Score. Londres: Berg.10. Armstrong, Gary y Malcolm Young. 1997. “Legislators and Interpreters: The Law and

‘Football Hooliganism’”. En Entering the Field: New Perspectives on World Football, edita-do por Gary Armstrong y Richard Giulianotti, 175-192. Oxford: Berg.

11. Bateson, Gregory. 2000. Steps to an Ecology of Mind. Chicago: The University of Chicago Press.12. Carnibella, Giovanni, Anne Fox, Kate Fox, Joe McCann, James Marsh y Peter Marsh.

1996. Football violence in Europe. Oxford: The Social Issues Research Centre.13. Echeverría, Esteban. 1874. “El Matadero”. En Obras Completas de D. Esteban Echeverría, Tomo

V, editado por Juan María Gutiérrez, 209-242. Buenos Aires: Carlos Casavalle Editor.14. Galeano, Eduardo. 1968. Su majestad el fútbol. Montevideo: Arca.15. Galeano, Eduardo. 1995. Fútbol a sol y sombra. Buenos Aires: Catálogos.

Page 34: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

32

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 15-33doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.02

16. Garriga Zucal, José. 2005. “Lomo de macho. Cuerpo, masculinidad y violencia de un gru-po de simpatizantes del fútbol”. Cuadernos de Antropología Social 22: 201-216.

17. Garriga Zucal, José. 2009. “Violencia e identidad: las hinchadas de fútbol en la Argentina”. Urvio, Revista Latinoamericana de Seguridad Ciudadana 8: 101-116.

18. Garriga Zucal, José. 2010. “Violencia: un concepto difícil de asir”. Antropolítica: Revista Contemporánea de Antropología 29: 225-241.

19. Garriga Zucal, José. 2012. “‘Un té de Pirelli’ - Los sentidos de la violencia para la Policía de la provincia de Buenos Aires”. Questión 33 (1): 46-58.

20. Gil, Gastón Julián. 2006. “‘Te sigo a todas partes’. Pasión y aguante en una hinchada de fútbol de un club del interior”. Intersecciones en Antropología 7: 333-348.

21. Gil, Gastón Julián. 2008a. “La pasión según Aldosivi. El ‘otro’ y los combates por la iden-tidad”. Horizontes Antropológicos 30: 137-164.

22. Gil, Gastón Julián. 2008b. “Criminalización, arbitrariedad y doble militancia. La Policía y la violencia en el fútbol argentino”. Revista de Estudios Sociales 31: 132-145.

23. Giulianotti, Richard y John Williams. 1994. Game without Frontiers: Football, Identity and Modernity. Aldershot: Arena.

24. Graeber, David. 2006. Beyond Power/Knowledge: an exploration of the relation of power, ignorance and stupidity. Malinowski Memorial Lecture, London School of Economics and Political Science, Thursday 25 May 2006.

25. Graeber, David. 2007. “On the Phenomenology of Giant Puppets: Broken Windows, Imaginary Jars of Urine, and the Cosmological Role of the Police in American Culture”. En Possibilities: Essays on Hierarchy, Rebellion, and Desire, 375-418. Edimburgo: AK Press.

26. Harrington, J.A. 1968. Soccer Hooliganism. Bristol: John Wright.27. Martínez, Reinaldo. 1999. “La violencia del fútbol”. En Jugados: crítica a la patria depor-

tista, editado por Víctor Hugo Morales. Buenos Aires: Eudeba.28. Misse, Michel. 2008. “Dizer a violencia”. Revista Katálysis 11 (2): 165-166.29. Moorhouse, H.F. 1984. “Professional Football and Working Class Culture: English Theo-

ries and Scottish Evidence”. Sociological Review 32 (2): 285-315.30. Moreira, María Verónica. 2007. “Etnografía sobre el honor y la violencia de una hinchada

de fútbol en Argentina”. Revista Austral de Ciencias Sociales 13: 5-20.31. Moreira, María Verónica. 2008. “‘Buenos luchadores y grandes hombres’: poder y política

de una hinchada de fútbol en Argentina”. Questión Argentina 1. http://www.perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/485/406

32. Piglia, Ricardo. 1993. “Echeverría y el lugar de la ficción”. En La Argentina en pedazos, 8-19. Buenos Aires: Ediciones de la Urraca.

33. Romero, Amílcar. 1986. Muerte en la cancha (1958-1985). Buenos Aires: Editorial Nueva América.

34. Salvo, Andrés Recasens. 1999. Las Barras Bravas: estudio antropológico. Santiago: Bravo y Allende Editores/Universidad de Chile.

35. Sebreli, Juan José. 1981. Fútbol y masas. Buenos Aires: Editorial Galerna.36. Sirvent, María Teresa. 1999. Cultura popular y participación social. Una investigación en el

barrio de Mataderos, Buenos Aires. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores.37. Taddei, Renzo. 2001. “Soccer Passion and Violence in Argentina”. Tesis de maestría, An-

thropology Programs Colloquium, Teachers College, Columbia University.38. Taddei, Renzo. 2002. “Notas sobre la economía política de categorías y denominaciones

en el fútbol argentino”. Lecturas: Educación Física y Deportes 55. http://www.efdeportes.com/efd55/categ.htm

39. Taddei, Renzo. 2009. “Notes on the Semiotic Phenomenology of Social Discrimination”. Galáxia 17: 147-159.

Page 35: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) Renzo Taddei

33

ME

RI

DI

AN

OS

40. Taddei, Renzo. 2013. “Anthropologies of the Future: On the Social Performativity of (Cli-mate) Forecasts”. En Environmental Anthropology: Future Directions, editado por Helen Kopnina y Eleanor Shoreman-Ouimet, 246-265. Londres: Routledge.

41. Taylor, Ian. 1969. “Hooligans: Soccer’s Resistance Movement”. New Society 358: 204-206.42. Veiga, Gustavo. 1998. Donde manda la patota: barrabravas, poder y política. Buenos Aires:

Ágora.43. Viveiros de Castro, Eduardo. 2002. “Perspectivismo e multinaturalismo na América indí-

gena”. En A Inconstância da Alma Selvagem, 345-399. São Paulo: Cosac Naify.44. Wagner, Roy. 1981 [1975]. The Invention of Culture. Chicago: University of Chicago Press.

Page 36: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 37: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

35

ME

RI

DI

AN

OS

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia*

Angélica Franco Gamboa**

Universidad El Bosque, Colombia

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03Artículo recibido: 16 de marzo de 2015; aceptado: 19 de agosto de 2015; modificado: 22 de septiembre de 2015

Resumen | En este artículo problematizo las racionalidades y las sensibilida-des desde las cuales los operadores de la Ley de Víctimas en Colombia miran a los sujetos de su intervención. El artículo se divide en cuatro partes. Prime-ro, expongo elementos empíricos que muestran las discordancias entre ley, conocimientos expertos y necesidades situadas. Segundo, analizo la produc-ción social de las discordancias en ámbitos burocráticos. Tercero, expongo la relación instaurada entre la ciencia como dispositivo de distanciamiento en Colombia y las fisuras epistémicas que subyacen a la ley y a la acción de los profesionales. Y cuarto, presento lineamientos que contribuyan a una deses-tabilización de la mirada occidentalista de quienes, bajo la autoridad de la Ley y la Ciencia, impactan la vida de las víctimas de la guerra en Colombia.

Palabras clave | Ley, expertos (Thesaurus); fronteras simbólicas, víctimas de la guerra en Colombia (palabras clave del autor).

* Este trabajo deriva de la tesis de la autora para optar al título de Doctora en Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Esta investigación, dirigida por la doctora Myriam Jimeno, fue defendida y aprobada el 25 de mayo de 2015.

** Doctora en Antropología, Universidad Nacional de Colombia. Entre sus últimas publicaciones están: “Experiencias de violencia y de restitución en sobrevivientes de minas antipersonal en el Magdalena Medio colombiano”. Revista Colombiana de Antropología 49 (1): 153-176, 2013. “Daño y reconstrucción de la cotidianidad en covíctimas y sobrevivientes de minas antipersonal en Colombia”. Revista Nómadas 38: 115-131, 2013. *[email protected]

Page 38: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

36

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

Symbolic Borders between Experts and War Victims in Colombia

Abstract | In this article, I question the rationalities and sensitivities with which those implementing the Law of Victims in Colombia consider the subjects of their intervention. The article is divided into four parts. First, I present empirical elements that show the discrepancies between law, expert knowledge, and situated needs in bureaucratic contexts. Second, I analyze the social production of discordant notes in bureaucratic spheres. Third, I explore the relationship established between science as a distancing device in Colombia and the epistemic fissures underlying the law and the action of pro-fessional experts. Fourth, I present guidelines to contribute to destabilizing the westernist outlook of those who, under the authority of Law and Science, impact the life of war victims in Colombia.

Keywords | Law, experts (Thesaurus); symbolic borders, war victims in Co-lombia (author’s keywords).

Fronteiras simbólicas entre especialistas e vítimas da guerra na Colômbia

Resumo | Neste artigo, problematizo as racionalidades e as sensibilidades a partir das quais os operadores da Lei de Vítimas na Colômbia olham os sujeitos de sua intervenção. Este artigo se divide em quatro partes. Na pri-meira, exponho elementos empíricos que mostram as discordâncias entre lei, conhecimentos especializados e necessidades situadas. Na segunda, analiso a produção social das discordâncias em âmbitos burocráticos. Na terceira, exponho a relação instaurada entre a ciência, como dispositivo de distancia-mento na Colômbia, e as fissuras epistêmicas que subjazem a lei e a ação dos profissionais. Por último, apresento lineamentos que contribuem para uma desestabilização do olhar ocidentalista de quem, sob a autoridade da Lei e da Ciência, impacta a vida das vítimas da guerra na Colômbia.

Palavras-chave | Lei, fronteiras simbólicas, especialistas, vítimas da guerra na Colômbia (palavras-chave do autor).

Page 39: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

37

ME

RI

DI

AN

OS

En este artículo me ocupo de problematizar las racionalidades y las sen-sibilidades mediante las cuales profesionales y operadores burocráti-cos informan y ejecutan la ley mediante la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas de la guerra en Colombia (Congreso de la República de Colombia 2011).

Hasta agosto de 2015 se registraron en Colombia 7.265.159 personas afecta-das por hechos victimizantes ocasionados en el marco del conflicto armado interno. Éstos incluyen abandono o despojo forzado de tierras, actos terroristas, atentados, combates, hostigamientos, delitos contra la libertad y la integridad sexual, desapa-rición forzada, desplazamiento, homicidio, secuestro, tortura, vinculación de niños, niñas y adolescentes al conflicto y daños por minas antipersonal, munición sin ex-plotar y artefactos explosivos improvisados.

Ante la magnitud de las cifras, con la promulgación de la Ley 1448 de 2011 (Congreso de la República 2011), apareció la Ley de víctimas y de restitución de tierras, que, con una proyección de diez años (hasta 2021), se conoce hoy como el marco jurídico de atención, asistencia y reparación de víctimas del conflicto armado. Los artículos 1, 2 y 3 de esta ley permiten identificar cómo se asume la noción de víctima. En efecto, el artículo 1 señala la naturaleza de la ley, vista como un conjunto de medidas judiciales, administrativas, sociales, individuales y colectivas que, según el artículo 2, buscan “reivindicar la dignidad humana y asumir la ciudadanía plena de las víctimas”, entendidas como:

Cualquier persona que hubiera sufrido un daño, como consecuencia de violacio-nes de las normas internacionales de Derechos Humanos o el Derecho Interna-cional Humanitario, en el marco del conflicto armado. (Congreso de la República de Colombia 2011)

En síntesis, la ley se ocupa de ofrecer una serie de mecanismos que buscan superar el estado de vulneración al que fueron sometidas las víctimas y garantizar su rehabilitación integral, definida de acuerdo con el artículo 135 como: “el conjunto de estrategias, planes, programas y acciones de carácter jurídico, médico, psicológico y social, dirigidos al restablecimiento de las condiciones físicas y psicosociales de las víctimas” (Congreso de la República de Colombia 2011). Los operadores de esta ley son servidores públicos del Estado colombiano responsables de la atención, asis-tencia y reparación, e incluyen jueces, fiscales, abogados, asistentes criminalísticos, investigadores criminales, psicólogos, psicólogos forenses, médicos, trabajadores sociales, técnicos en la toma de declaraciones y testimonios, defensores públicos y funcionarios de enlace entre el Ministerio de la Justicia y el Derecho y los entes territoriales (departamentos y municipios).

Así, la ley les otorga protagonismo a los conocimientos expertos constitutivos del derecho, la medicina o la psicología y define directrices que los profesionales deben seguir en el diseño de acciones de impacto individual y colectivo orientadas a rehabilitar. Estas directrices incluyen, por una parte, la puesta en práctica de un

Page 40: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

38

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

“enfoque diferencial”, es decir, el reconocimiento de las características particulares de las poblaciones “en razón de su edad, género, orientación sexual, especificida-des étnicas y culturales y situación de discapacidad” (Congreso de la República de Colombia 2011). Y por otra, el desarrollo de medidas que deberán “prolongarse en el tiempo” para permitir a las víctimas “desempeñarse en su entorno familiar, cultural, laboral y social y ejercer sus derechos y libertades básicas de acuerdo con sus necesidades” (Congreso de la República de Colombia 2011). Estos lineamientos constituyen el punto de referencia para hablar de las discordancias, es decir, de las no correspondencias entre la norma, las acciones de los profesionales y de los ope-radores burocráticos y las necesidades situadas de las personas afectadas por hechos victimizantes, en el marco del conflicto armado.

Los hallazgos del estudio etnográfico Reconstrucciones de la cotidianidad en el pueblo indígena Awa1: espacios minados, tiempo natural y sobrenatural (Franco 2015) proveen insumos empíricos que soportan los argumentos alrededor de dichas discordancias. Esta investigación, realizada en el piedemonte andino suroccidental del Pacífico colombiano (2011-2014), involucró víctimas de distintos grupos étnicos que experimentaron desmembramientos corporales, territoriales y familiares por el uso de minas antipersonal, una tecnología militar usada para el blindaje de cultivos de coca en territorios rurales dominados por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (Franco 2015)2. A partir de la pregunta por las formas socioculturalmente diferenciadas del sufrimiento social y de la reconstruc-ción de la cotidianidad, en este estudio se exploraron narrativas locales y transloca-les que permitieron entender la articulación entre dinámicas de poder expresadas en el territorio local y dinámicas políticas y culturales de mayor envergadura (Sa-hlins 1981, en Ortner 2006). A partir de esta estrategia metodológica, las voces de víctimas y funcionarios públicos locales y del Estado central3 convergieron durante los trabajos de campo que se adelantaron entre 2012 y 2014, en el casco urbano y algunos resguardos indígenas del municipio de Tumaco (Nariño); en la ciudad de Bogotá, D.C. y en la ciudad de Pasto (Nariño).

La investigación puso de relieve cómo dimensiones sociales, políticas, geográficas y culturales particulares configuran formas específicas de interpretar el dolor y los repertorios de diversas acciones posibles para recomponer la vida dia-ria. Además, evidenció que las experiencias de sufrimiento de las víctimas estaban

1 La comunidad Awa es un grupo indígena de aproximadamente 37.000 personas que habita el piedemonte andino suroccidental del Pacífico colombiano. Se localiza en el departamento de Nariño, entre los muni-cipios de Tumaco, Barbacoas, Roberto Payán, Ricaurte y Samaniego. En lengua sindagua, la palabra Awa significa “gente”, que es utilizada para hacer referencia a cualquier persona, mientras que la combinación Inkal awa es utilizada para hacer referencia a sí mismo en términos específicos, y se traduce como “gente de la montaña, selva” (Cerón 1992).

2 Recordemos que Colombia es uno de los pocos países en los que aún se sigue utilizando este tipo de tec-nologías militares, en el marco del conflicto armado (Vicepresidencia de la República 2009).

3 La estructura administrativa en Colombia diferencia entre una administración central nacional y unas administraciones descentralizadas de orden local, regional.

Page 41: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

39

ME

RI

DI

AN

OS

atravesadas por la acción de profesionales y actores burocráticos que, en varios de los casos, parecían neutralizar las prácticas de las personas, ya fuera en el marco de esperas interminables que dejaban en la incertidumbre “las indemnizaciones” o “el registro en el sistema”, de desencuentros semánticos entre víctimas y profesionales que imposibilitaban la realización de un trámite para acceder a unos derechos, o de la implementación de intervenciones que no se correspondían con las necesida-des vividas localmente y que, por el contrario, acarreaban efectos adversos (Franco 2015). La siguiente selección de fragmentos etnográficos permite mostrar empírica-mente estas discordancias entre las voluntades políticas y el resultado de las acciones de los profesionales.

Discordancias entre ley, conocimientos expertos y necesidades situadasLuz Marina, una afrocolombiana de 29 años, fue víctima de un artefacto explosivo improvisado que arrancó la pantorrilla de su pierna izquierda en 2012. Uno de los aspectos más importantes del relato construido por ella y su familia acerca de su ex-periencia de sufrimiento estuvo relacionado con la intervención de una profesional en psicología que lideraba los talleres de “intervención psicosocial” en la Unidad de Víctimas4 a los que debía asistir Luz Marina:

[…] Consistían más que todo en aceptar lo que había pasado. Se tenía que hacer un ritual, por ejemplo, si uno quería hacer una fogata o escribir las cosas malas, o quemar, o explotar la bombita y listo: ¡olvide! Pero a la final yo le dije a la psi-cóloga: “con cinco terapias o con cinco talleres, no es que ustedes pretendan que yo salga de aquí diciendo que olvidé”. Ella me dijo: “Luz Marina, usted tiene que ir asimilando, eso se puede”, y yo le dije: “no, usted no puede pretender que uno se olvide de las cosas...”, y me contestó: “uno tiene que adaptarse, por ejemplo, yo antes era delgadita y no tenía bebé, ahora tuve mis hijos, y vea… ya estoy gorda, me adapté y me pongo mi ropa”. Hay algunos psicólogos que en vez de arreglar, empeoran las cosas. (Luz Marina, Tumaco, diciembre de 2013)

Después de narrar la desproporcionada comparación de la psicóloga, Luz Ma-rina continuó relatando cómo había sido el tratamiento que recibió por parte del médico: “el cirujano plástico me dijo que tenía dos opciones, me dijo así: ‘vea, ne-grita, a usted le puedo dejar la pierna tiesita o hay que mocharla porque solamente está pasando una sola arteria, y yo no me comprometo a hacer una cirugía así’”. Después de subrayar el tono despectivo de “Fernández”, el profesional en medicina de la ciudad de Pasto con estudios de posgrado en cirugía plástica, Luz Marina y su esposo expresaron “el horror” experimentado. Después de un examen que permitió determinar la posibilidad de practicar la cirugía, Luz Marina fue intervenida por Fernández; sin embargo, cuando estaba en la sala de recuperación, su esposo identi-ficó una marca en la piel del brazo que no estaba ahí antes de ingresar al quirófano:

4 La Unidad de Víctimas es una entidad adscrita al Departamento Administrativo para la Prosperidad So-cial, institución del gobierno de Juan Manuel Santos “encargada del Sector de la Inclusión Social y de la Reconciliación”.

Page 42: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

40

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

Mi esposo me miró cuando estaba en la camilla y escuché que preguntó a las enfermeras: “¿Ella qué tiene en el brazo?”. Claro, yo voy vendada, y cuando me van a hacer curaciones, yo veo esto [el brazo] pelado, y los nervios, y todo. Él me sacó piel de acá [del brazo] para ponerla en la pierna, pero mire: se ve feo. Luego Fernández vino, me miró, se sonrió todo irónico y dijo: “¿Pero qué prefiere, estar mocha o tiesa? Yo prefiero verla así con eso, a que no le sirva esa pierna para nada”. Luego me dio cita para fotografía y […] ¿Usted cree que yo volví donde ese infeliz? ¿Sabe por qué razón no volví? Porque es malo. (Luz Marina, Tumaco, diciembre de 2013)

Así, intervenciones expertas para garantizar la rehabilitación o ejecución de las “acciones de carácter médico, psicológico y social dirigidas al restablecimiento de las condiciones físicas y psicosociales de las víctimas” –tal y como lo define la ley– pueden producir resultados contradictorios y acarrean efectos adversos que agravan la experiencia de sufrimiento de una víctima.

Otra expresión de las disconformidades entre la ley y el resultado de las accio-nes de quienes la ejecutan se evidenció a través de la observación participante de los escenarios en los que las víctimas interactuaban con actores burocráticos para ser incluidas en el Registro Único de Víctimas5 (RUV) y acceder a los derechos estipu-lados en la ley6. Entre las acciones requeridas para estos fines, las víctimas deben di-ligenciar formularios, rendir declaraciones sobre el hecho victimizante, suministrar pruebas o evidencias –que generalmente son médico-legales–, hacer seguimiento del trámite en las entidades públicas para identificar si el caso se encuentra en estado de valoración –incluido, no incluido o excluido– e incluso, presentar recursos de reposición y luego de apelación, cuando es rechazada la inclusión de la víctima en el Registro Único de Víctimas.

Durante el trabajo de campo se identificó que hacer efectivos estos trámites “implica mínimamente, la posibilidad de familiarizarse con significados, significan-tes, códigos textuales y, en general, repertorios médico legales y jurídicos que per-mitan organizar la acción alrededor de estos ámbitos y hacer un seguimiento de la misma” (Franco 2015, 130). Sin embargo, ésta era una condición inasequible para una buena cantidad de familias rurales, personas afrodescendientes y en especial indígenas que, en varios casos, no disponían de un castellano fluido para describir cómo es la propia situación, preguntar, explicar y memorizar información.

5 El Registro Único de Víctimas (RUV) es un instrumento para identificar la población víctima del conflicto armado en los términos del artículo 3 de la Ley 1448 de 2011, que facilita el diseño e implementación de políticas públicas que busquen materializar los derechos de las víctimas. La Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas es la encargada de la administración, la operación y el funcionamiento del RUV, el cual incluye a víctimas individuales y un módulo para sujetos de reparación colectiva (GTZ, Corporación Viva la Ciudadanía 2012, 17).

6 Toda víctima tiene derecho a recibir medidas especiales y preferentes de asistencia en materia de salud y educación, así como el acceso a un subsidio para cubrir los gastos funerarios de las personas que mueran como consecuencia del conflicto. Por otra parte, las víctimas también tendrán derecho, dependiendo del daño sufrido, a todas o a algunas de las cinco medidas de reparación contempladas en la Ley 1448: i) Res-titución de tierras; ii) Indemnización administrativa; iii) Rehabilitación; iv) Satisfacción y v) Garantías de No Repetición.

Page 43: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

41

ME

RI

DI

AN

OS

El siguiente fragmento etnográfico recoge la interacción entre Antonio, un campesino afrodescendiente de 42 años, no alfabetizado, y una abogada. Este frag-mento le facilitará al lector echar una mirada, si se quiere, molecular, a la interacción entre un campesino con una profesional en derecho que laboraba en la Unidad de Atención Integral a Víctimas del municipio de Tumaco:

Acompañantes: […] puntualmente estamos haciendo un acompañamiento al caso de Antonio y queremos saber en qué parte del proceso va él.

Abogada: Tú estuviste en la jornada que hicimos el pasado mes de noviembre, ¿recuerdas?

Antonio: ¿Dónde?

Abogada: En el Coliseo. Y allá te dimos la información. ¿A qué se debe el acom-pañamiento? Porque ellos no necesitan eso, ellos tienen aquí una oficina para ellos. De hecho, le pedimos la documentación, acá se le dio información. Él tiene el número del radicado...

Antonio: Es que yo como no entiendo, eso es lo que yo quiero saber, qué quiere decir este papel...

Abogada: Tú no necesitas que nadie te acompañe para eso, aquí estamos nosotros para darte esa información. Tú estás incluido como víctima en el sistema pero debes traer esta documentación. Eso fue lo que se te explicó allá en la jornada ¿No te acuerdas?

Antonio: Pero yo como no entiendo mucho. No sé leer.

Abogada: ¿Trajiste la documentación?

Antonio: ¿Cuál?

Abogada: A él se le pidió esta documentación y ¡no la has traído!: la historia clí-nica, la epicrisis, el certificado de Medicina Legal…

Antonio: Uno como no sabe bien...

Abogada: ¡Maira!, [dirigiéndose a otra funcionaria, y en tono fuerte] quiero pedirte un favor. No sé qué pasa, el señor ha venido y lo hemos atendido en varias ocasiones, no sé si lo recuerdes, él es víctima de minas... Por favor, recibe nuevamente la documentación, y amigo, te repito: tú no necesitas acompaña-miento. (Interacción entre una profesional en Derecho y un campesino, Tuma-co, diciembre de 2013)

Después del (des)encuentro con la abogada le preguntamos a Maira si conside-raba que la información suministrada por los funcionarios era inteligible para todas

Page 44: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

42

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

las personas. Ella comentó que no era clara, especialmente para población indígena y para población no escolarizada, pero que ellos tenían que atender a veinte personas en cuatro horas: “el sistema nos falla, nos toca así, y son cosas que nos vuelven locos también. Muchas personas dicen que nos entienden, y no nos entienden”. Y a esto, Antonio respondió: “Hay gente campesina como uno que no entiende y a la que no le explican bien… Les da rabia explicarle a uno”.

Esta expresión de las discordancias evoca un aspecto de las relaciones je-rarquizadas que no ha sido invisible para las ciencias humanas. La antropóloga bra-silera Alcida Rita Ramos denomina a esto desencuentros semánticos: “un aspecto de las relaciones intensamente desiguales del campo interétnico que le dan forma a la comunicación imperfecta” (Ramos 2014, 8). De acuerdo con la autora, quien cita a la antropóloga japonesa Emiko Ohnuki-Tierney, el desencuentro semántico corres-ponde a “la falta de comunicación cuando no se comparte el mismo significado […] que puede ocurrir cuando los implicados no se dan cuenta de la falta de comuni-cación entre sí” (Ohnuki-Tierney 2002, 3, en Ramos 2014, 7). El problema radica, de acuerdo con la autora, en cómo estos desencuentros reproducen relaciones de desigualdad. La observación participante permitió constatar cómo, en el marco de las situaciones burocráticas que introduce la ley, estos desencuentros –y la no corres-pondencia entre las acciones de los interactuantes– no sólo reforzaban relaciones de subalternidad sino que también frustraban voluntades interesadas en la consecución de objetivos comunes y compartidos entre la víctima y el actor burocrático.

Estas circunstancias mostraron que el acompañamiento de un tercero que “su-piera hablar”, como lo referían las familias, era una condición perentoria para que mu-chas de ellas pudieran insertarse en los trámites ante la Unidad de Víctimas por prime-ra, segunda y, en muchas ocasiones, tercera vez. Adicionalmente, se identificó que la posibilidad de acompañamiento estaba restringida en muchos casos por los costos de alimentación y transporte (terrestre y fluvial, en muchos casos) que implicaba trasla-darse al casco urbano desde veredas y resguardos. Así, durante los trabajos de campo, la investigación empezó a inclinarse hacia el desarrollo de acompañamientos que per-mitieran activar posibilidades de respuesta, entramados de acción, y la finalización de situaciones de espera dilatadas bajo la lógica burocrática del Estado.

La tercera manifestación de la discordancia evidenciada de manera empírica en el estudio se relaciona estrechamente con los desencuentros semánticos: la espera y las “reparaciones inconclusas” (Jaramillo 2012). El siguiente fragmento etnográfico describe cómo la situación de sufrimiento y precariedad de una familia indígena es recrudecida por la falta de respuesta de las instituciones y los actores del Estado. La muerte de José, un joven indígena de 16 años, fue ocasionada de manera fulminante después del impacto de una mina antipersonal que “lo dejó despedazado”, tal y como los describen sus padres, en agosto de 2012, en el resguardo indígena de Inda Sabaleta (municipio de Tumaco). Luego del acontecimiento, de acuerdo con los relatos de Mar-ta y Elkin (padres de José), lo que quedaba del cuerpo de su hijo reposó en la carretera del caserío durante seis horas, aproximadamente, hasta que los habitantes mismos del

Page 45: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

43

ME

RI

DI

AN

OS

resguardo llevaron el cuerpo del difunto a Medicina Legal, porque el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General de la Nación nunca llegó a hacer el le-vantamiento. Luego, una deuda por gastos funerarios –que debían ser cubiertos por el Estado, de acuerdo con los derechos estipulados en la ley– expuso por seis meses a la familia de once hijos al acoso de los prestamistas. En la actualidad, después de tres años del evento, la espera de la reparación se sigue extendiendo7.

La no correspondencia entre una norma que busca “reivindicar la dignidad humana y asumir la ciudadanía plena de las víctimas” y las acciones “expertas” que adquieren la forma de efectos adversos, desencuentros semánticos y reparaciones inconclusas sugiere poner en el centro de la reflexión etnográfica cómo opera lo sensible y lo epistémico en la mirada de quien interviene desde los estatutos que proveen las profesiones y la ley, dos dimensiones que actúan de manera articulada en la construcción de los Estados modernos.

La producción social de la indiferencia burocráticaEl estudio de microhistorias que involucran a víctimas del conflicto armado, pro-fesionales y funcionarios públicos envueltos en las rutas instauradas por la ley para garantizar el acceso al derecho de ser restituido y rehabilitado constituye una tarea urgente en Colombia. De este modo, es posible dilucidar las formas específicas que adquiere la burocracia, sus rutinas, sus personas, sus sentidos, su modo de produc-ción de autoridad, sus efectos y las imbricaciones entre las categorías burocráticas y los sentidos de la vida diaria de las poblaciones impactadas por sus acciones. A partir de esta aproximación, las discordancias descritas no se deben avizorar como cuestiones aisladas, sino como expresiones de un mismo problema: las fronteras epistémicas y sensibles que se alzan entre quienes piensan y hacen la ley, quienes la ejecutan –técnicos y profesionales– y la mayoría de sujetos catalogados como vícti-mas del conflicto armado: “hombres y mujeres de escasos recursos de zonas rurales y con bajos niveles de escolaridad”8, de acuerdo con el análisis sociodemográfico rea-

7 Sobre este tema se sugiere consultar el trabajo del antropólogo colombiano Pablo Jaramillo. En su estudio sobre la desesperación y las reparaciones inconclusas a víctimas de la guerra en La Guajira (Colombia), el autor demuestra cómo “la espera perpetua” y la “parafernalia gubernamental” reposicionan el dominio de un Estado que inicialmente se muestra en posición de “inferioridad moral”. Es decir, primero el Estado reconoce su deuda con las poblaciones de víctimas, y luego las subordina a través de la espera incesante “de algo cuyo valor y forma es cuestión de especulación cotidiana” (Jaramillo 2012, 56-57).

8 Algunas cifras sirven para ilustrar el contexto de marginación que ha caracterizado lo rural en Colombia, lugar en el que se despliega la mayoría de hechos victimizantes ocasionados por la guerra. Para los eco-nomistas colombianos Parra, Ordóñez y Acosta (2013), en el campo el porcentaje de viviendas que tienen acceso a servicios básicos como energía eléctrica es de 20%; al servicio de acueducto, 28,2%, y al servicio de alcantarillado, 61,2%. En contraste, en el ámbito urbano 99,8% de los ciudadanos acceden al servicio de energía eléctrica, 85,2% al servicio de acueducto y 96,7% de alcantarillado. Los mismos autores mues-tran indicadores del acceso a la educación en los campos colombianos que evidencian que el porcentaje de personas que tienen secundaria completa (incluida la educación superior) está entre el 6,5% y el 14%, mientras que en las ciudades el acceso a la educación secundaria completa está entre el 18,2% y el 29,9%. Por último, la proporción de trabajadores informales en el campo es de 46,1%, y en la ciudad, 39,7%. Las cursivas de la cita son mías.

Page 46: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

44

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

lizado por la Iniciativa de Mujeres por la Paz (2007, 11) y con el Registro Único de Víctimas en el 2014.

Las siguientes selecciones empíricas corresponden a un nivel de análisis translo-cal que amplía la comprensión sobre dichas fronteras epistémicas y sensibles. Allí, las voces de los expertos permitieron identificar nociones concretas que atraviesan la ex-periencia quebrada de las voluntades y las acciones erigidas sobre las fronteras. Pedro, de 57 años, es un profesional de las ciencias de la salud con posgrados en Administra-ción Hospitalaria y Gerencia Empresarial. La función del cargo de este experto con-siste en la coordinación entre organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para garantizar la asistencia a víctimas de minas antipersonal en Colombia:

La política se hace para todos. O sea, estamos actuando de manera general, hay una ruta que es asistencial para víctimas de minas en general. La ley nos está diciendo que uno debería hacer una ruta que diferencie entre estos cristianos que están sufriendo un tipo de vulnerabilidad, y eso se asocia con un tipo de amenaza que también es diferente. El Estado sí tiene aquí una cosa escrita, pero simplemente esta cosa no está dialogando con esto otro. Ésa es la primera frac-tura, el hacer cosas sin que se haga un análisis muy juicioso de cuáles son las necesidades reales de las personas y qué es lo que está generando la necesidad […] Mira, el papel aguanta todo, pero en realidad, ¿cómo llega la ambulancia si no hay carretera? […] Yo desde acá, como Estado, desde lo más global, tengo que dar los lineamientos, ¿pero yo cómo puedo coordinar, si todos no estamos hablando por lo menos de un objetivo común? Ahí aparece la segunda fractura. No sé si me hago entender, o sea, el problema grave que hay aquí es que no hay coordinación entre nosotros mismos, y hasta ahora estamos empezando a hacer consciencia de que hay unas competencias especiales para el tema de víctimas y otras competencias adicionales para las víctimas de minas. Los lineamientos que estamos sacando no son acordes ni a las necesidades, ni a las características de la multidiversidad que hay en Colombia. (Servidor público en el tema de minas antipersonal, Bogotá, D.C., octubre de 2012)

Dos fracturas recorren el rol profesional de este experto. La primera se vincula con la ausencia de “diálogo” entre las medidas estatales y “las necesidades reales de las personas”; y la segunda, con la carencia de un “objetivo común” y de coordina-ción entre las entidades del Estado.

Por su parte, Andrea, de 34 años, profesional de las ciencias sociales y, además, de las ciencias jurídicas, con estudios de posgrado en Política Social, permitió profundizar en el trasfondo de estas “fracturas”. Esta servidora pública trabaja en una oficina dedica-da a asesorar, elaborar y proponer la formulación de la política pública, en beneficio de los pueblos indígenas, para la defensa de sus derechos étnicos y culturales:

Yo creo que a este país le falta de verdad definir qué es el enfoque diferencial. Nosotros nos hemos dejado llevar por lo que dice la Corte Constitucional qué es el enfoque diferencial, pero no nos digamos mentiras, la Corte Constitucional está constituida por abogados que nunca están en campo, nunca están en terreno, son honorables magistrados, ¡lo que sea! El enfoque diferencial es un cliché en

Page 47: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

45

ME

RI

DI

AN

OS

este país ¿Qué es el enfoque diferencial? ¿Cómo uno aplica políticas con enfoque diferencial? ¿Es el enfoque diferencial soberanía alimentaria? ¿Es dar una minu-ta a los niños que van al colegio con plátano y cuí, o no darles leche? ¿Qué es? ¿Es igual al asistencialismo del Estado colombiano frente a los pueblos indígenas pero con ligeras modificaciones para que les guste? O mejor, ¿es hablar de acción sin daño? Lo que estamos haciendo no está garantizando una protección cultural. (Servidora pública en asuntos étnicos, Bogotá D.C., enero de 2013)

El desconocimiento y la incomprensión del “enfoque diferencial” exigido por los “abogados que nunca están en terreno”, y el reconocimiento de la no correspon-dencia entre los resultados de las acciones y los propósitos que éstas persiguen, traje-ron al discurso de la funcionaria el sistema de acciones más efectivo para disciplinar el pensamiento: la universidad.

Resulta que […] uno se da cuenta que hay tantas cosas que la Academia como que no percibe o no analiza o parte de unas perspectivas muy románticas, o es que hay división entre la Academia y la práctica. Acá le toca a uno abofetearse y decir: “Esto no es necesariamente lo que yo había aprendido en la universidad”, y le toca a uno darse cuenta que hay realidades que no aplican para lo que uno aprendió. Creo que eso se lo deberían enseñar a la Corte Constitucional. Y no es que yo tenga rabia con la Corte, porque sí ha reivindicado muchos derechos, pero a veces uno lee las sentencias de la Corte, sobre todo tutelas y cosas que han teni-do ver con consulta previa y que se han basado en conceptos de las universidades, pero cuando a uno le dicen “construya un programa de garantías, conciértelo y aplíquelo en seis meses”, pues estás como un poquito descachado. Es chambón pensar que eso se puede hacer así. (Servidora pública en asuntos étnicos, Bogotá D.C., enero de 2013)

Hay aquí tres aspectos por subrayar. Primero, Andrea deja entrever algunos elementos de la experiencia personal –“abofetearse”, “darse cuenta”–, fabricada en el contexto de los “descaches” o las “chambonadas” burocráticos, caracterizados por el hecho de ordenar un estado de cosas que desborda las posibilidades de acción de los sujetos en un momento específico (por ejemplo, un programa de garantías en seis meses, la aplicación de un enfoque pobremente definido y comprendido o, como lo dijo Pedro, el envío de una ambulancia donde no hay carretera, porque el papel aguanta todo). Segundo, ella pone de relieve la disociación existente en la uni-versidad, una institución que moldea miradas y sensibilidades entre los expertos, y la define como la “división” entre academia y práctica, o entre la teoría y el ejercicio aplicado de una profesión. Tercero, también hace recordar las mutuas imbricaciones entre los conocimientos expertos y la producción de los Estados modernos, ya ex-puestas por Foucault (2002) en su Arqueología del saber. Esta división se encuentra, entonces, en la base de las no correspondencias entre las voluntades políticas, la acción de los profesionales y las necesidades situadas de las poblaciones; esto alude, en concreto, a eso que he llamado la experiencia quebrada de las voluntades y las acciones erigidas sobre las fronteras epistémicas y sensibles.

Page 48: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

46

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

El antropólogo británico Michael Herzfeld muestra pistas interesantes para visibilizar las lógicas de naturaleza simbólica que subyacen a las fronteras entre normas oficiales y valores sociales más localizados. En su trabajo The Social Pro-duction of Indifference: The Symbolic Roots of Western Bureaucracy (1992), Herz-feld escudriña los usos simbólicos que están en la base de la indiferencia buro-crática frente a las situaciones de individuos y grupos. Desde la lógica centralista del mundo moderno, explica el autor, Occidente fue asumido como un símbolo de “identidad compartida” asociado a la noción de “gobierno racional, democra-cia, inventiva científica y tecnológica, individualismo y ciertos compromisos éti-cos y culturales” (p. 2). Sin embargo, en los múltiples lugares de su enunciación, “Occidente” adquiere una variedad de significados, interpretaciones y usos que lo transforman en un estereotipo bastante alejado de la racionalidad coherente y uni-ficada que pretende ser. En este contexto, la burocracia como mecanismo para “la administración de identidades personales, sociales y nacionales” (Herzfeld 1992, 3) lidia con inevitables tensiones entre formas localizadas de “ser” en el nivel social y cultural y modelos de identidad nacional. La reflexión del autor se vincula espe-cíficamente con las racionalidades del mundo occidental que orientan la acción de los operadores burocráticos y que oscurecen los contextos de uso y los procesos históricos de transformación de dichos simbolismos9.

Desde estas racionalidades generalizantes se instauran nociones específicas de persona, presencia, gobierno, cuerpo, sí mismo y familia que están en el corazón de la indiferencia burocrática. Estas nociones informan sobre los aspectos simbólicos del poder del gobierno, constituyendo formas “caprichosas” de exclusión y “un arse-nal enorme de retórica autojustificatoria para las decisiones y prácticas burocráticas más inconsistentes” (Herzfeld 1992, 28). Por ejemplo, el autor subraya cómo desde este marco, las significaciones atribuidas a la sangre y a la raza en el llamado “Primer Mundo” fueron “puntos de partida para un código moral que clasificaba a la pobla-ción de acuerdo con su fortaleza física o su agilidad mental […] asignando a cada uno su lugar en la vida, hombre, mujer, normal y anormal” (1992, 23). El antropólo-go define la indiferencia como “un rechazo a aquellos que son diferentes, una prác-tica selectiva instituida arbitrariamente, una negligencia benigna que produce una excusa moral para la inacción” (Herzfeld 1992, 33): la “chambonada” burocrática.

Desde la posición de la que se desprenden los materiales empíricos de este trabajo, debo subrayar que las distancias entre las formas retóricas de la norma y sus aplicaciones adquieren expresiones que, en algunos casos, parecen no estar tan suje-tas al “capricho” de los actores burocráticos, cuya voluntad puede no exteriorizarse en su acción del mismo modo en que es concebida. Éste es exactamente mi foco de interés: cómo las fronteras epistémicas y sensibles se vinculan con una racionali-dad no hábil para concebir formas particulares de ser persona, familia, niño, adulto,

9 Como lo señala Weber, la burocracia es un modelo de responsabilidades racionalmente divididas, en las que el comportamiento humano es previsible y obediente a determinadas formas de dominio que se im-ponen sobre la voluntad de un funcionario orientando su acción (Weber 2010 [1977]).

Page 49: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

47

ME

RI

DI

AN

OS

hombre o mujer, ni para formular e implementar acciones públicas lo suficiente-mente sensibles frente a la alteridad. Esto ocurre no sólo porque se da por sentada una identidad compartida, sino porque se asume la legitimidad de unas formas de existencia sobre otras. Empero, una explicación más profunda de estas distancias su-giere una mirada sobre las epistemes que perfilan la interpretación de los discursos expertos en Colombia como lugar de enunciación.

Los conocimientos profesionales parecieran ser legítimos en sí mismos. Como uno de los pilares de la racionalidad moderna, en el sentido común son asumidos como verdad transversal a todos los contextos. Los discursos profesionales y la ley dotan de autoridad la acción de quien posee un título universitario, e incluso, como lo muestran teóricos de la antropología política, los discursos científicos informan sobre las acciones del Estado moderno para regular la vida social y la legitimidad cultural en distintos ámbitos de la vida diaria:

En el corazón de las ideas que direccionan las formas de gobierno –cómo deben ser conducidas las políticas y cómo deberían funcionar las instituciones– están los lenguajes profesionales, sus técnicas disciplinarias, su vocabulario conceptual y las categorías por medio de las cuales las ciencias humanas, sociales, políticas y jurídicas analizan el Estado, la economía, la política, la sociedad y las personas, sin que esto quiera decir que estas formas de conocimiento existan independien-temente del Estado. (Hansen y Stepputat 2001, 26-27)10

El modo como la disociada ciencia informa al Estado a través de los exper-tos dota de un talante estructural al problema del que me he venido ocupando: las fronteras epistémicas y sensibles de naturaleza simbólica que subyacen a las inter-venciones adversas, los desencuentros semánticos y las reparaciones inconclusas. Es tan notorio este problema que en 2015 el Ministerio de Salud y Protección Social de la República de Colombia, ante los desafíos expresados por las actuales dinámicas del conflicto armado, hizo un llamado específico a las instituciones de educación superior y advirtió:

Actualmente hay profesionales en ejercicio sin formación en los fundamentos ético-políticos, conceptuales y de buena praxis para la atención a víctimas del conflicto, adicionalmente hay recomendaciones de los/las lideresas de la Mesa Nacional de Víctimas acerca de “articular con el Ministerio de Educación estrate-gias que permitan calificar a los profesionales en procesos de atención a víctimas del conflicto armado” y existe la necesidad de una oferta de programas de forma-ción en atención a víctimas que cumpla con requisitos y estándares de calidad y con cobertura a nivel nacional. (República de Colombia, Ministerio de la Salud y Protección Social, mayo de 2015)

10 Ya Foucault, antes de finalizar el siglo XX, había considerado cómo “la regulación, el orden social y la efectividad institucional operan y son posibles por el poder disciplinario” de los conocimientos expertos sobre las prácticas humanas, el sí mismo, la familia, las conductas o el cuerpo y “cómo los disciplinamien-tos derivados de los discursos conceptuales estructuran al mismo tiempo condiciones de posibilidad de la política y del gobierno” (Hansen y Stepputat 2001, 4).

Page 50: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

48

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

Las fisuras epistémicas que subyacen a la ley y a la acción: la ciencia como dispositivo de distanciamiento en Colombia

El clasismo es la gran forma de discriminación colombiana, generalizada, ancestral e incorregible.

Mauricio Rubio (2014)

Si bien no comparto la cuestión de “lo incorregible” del clasismo en Colombia, este mismo adjetivo subrayado en una columna escrita por Mauricio Rubio en la sección de opinión del periódico El Espectador, el 19 de noviembre de 2014, sí puede dar cuenta del agotamiento que algunos colombianos experimentamos por la generali-zada actitud. Este epígrafe me sirve como preámbulo de la reflexión de este acápite.

En su Arqueología del saber, Foucault (2002 [1970]) plantea una interesante mirada de la episteme para comprender las lógicas internas de las fronteras simbóli-cas. Para él, la episteme es el espacio de orden, el punto de partida del conocimiento y las ideas, el sistema de interpretación que condiciona los modos de entender el mundo y de aprehenderlo en un tiempo determinado, es la condición de posibilidad del conocimiento, es la mirada ya codificada, lo “impensado” desde lo cual se pien-sa y se expresa la identidad histórica de las ideas. Desde esta perspectiva interrogo cómo se moldean las condiciones de posibilidad del conocimiento de la alteridad, en un país donde la interpretación de la racionalidad moderna puso las jerarquías asociadas a la clase, la raza o el género en el corazón de nociones como desarrollo, bienestar, calidad de vida o civilización. Para esto resulta pertinente acoger una lec-tura que admita los paralelismos y confluencias entre la colonialidad y la moderni-dad en América Latina.

Walter Mignolo, parafraseando a Aníbal Quijano en su trabajo sobre El gesto decolonial, subraya el carácter epistémico de la colonialidad. En el marco de la es-tructura relacional compleja de explotación y dominación que define lo colonial, se trasciende el plano físico y se instauran sistemas de interpretación que se dan por sentados y condicionan los modos de entender el mundo en un tiempo determinado (Quijano 2000, en Mignolo 2014). Desde este ámbito discursivo, el filósofo colom-biano Santiago Castro-Gómez ha adelantado trabajos genealógicos muy sugerentes sobre la producción de la legitimidad epistémica en Colombia.

En su trabajo sobre ciencia, raza e Ilustración en la segunda mitad del siglo XVIII e inicios del siglo XIX en Colombia, el autor describe cómo se codificaron las miradas y se instalaron condicionamientos específicos en el modo de entender el mundo dentro de un proyecto de nación. De acuerdo con la interpretación que se hizo de los discursos ilustrados, a los saberes expertos se les adjudicó el papel de forjar los actores y los escenarios propicios para adelantar el proyecto civilizatorio de la nación colombiana en los términos de Occidente. Así, la apropiación de la racio-nalidad científica se instaló como “dispositivo de blancura” y “estrategia de posicio-namiento social” de las élites frente a grupos subalternos (Castro-Gómez 2010, 16).

Uno de los problemas evidenciados por Castro-Gómez es que estos usos y sen-

Page 51: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

49

ME

RI

DI

AN

OS

tidos fueron perpetuados porque, a partir de las pretensiones de verdad, objetividad y neutralidad del conocimiento científico, se perdió de vista el carácter colonial del lugar de enunciación de los discursos ilustrados en el siglo XIX. La creencia de supe-rioridad étnica y las dicotomías que se desprenden de ésta: lo civilizado y lo salvaje/la cultura y la naturaleza/lo blanco y lo negro quedaron naturalizados en las raciona-lidades expertas. En Colombia, la Ilustración fue leída, traducida, institucionalizada (y perpetuada) como mecanismo de “distanciamiento étnico” entre unos grupos y otros (Castro-Gómez 2010, 16-19). Desde estos usos y sentidos, la colonialidad ad-quirió una expresión cognitiva que hoy se proyecta en la producción, circulación y asimilación de conocimientos. Además de ser dispositivo de distanciamiento, el filósofo muestra cómo la forma de conocer, suministrada por la racionalidad cien-tífico-técnica de la modernidad, sirvió como aparato de “expropiación epistémica”, es decir, como mecanismo de “eliminación de formas de conocimiento vigentes y su sustitución” (Castro-Gómez 2010, 16).

¿No es acaso el carácter epistémico de la colonialidad lo que está en la base de las discordancias entre los poseedores de los conocimientos expertos y los hombres y mujeres de escasos recursos de zonas rurales y con bajos niveles de escolaridad? ¿No es la expresión cognitiva de la colonialidad lo que está en el núcleo de las fron-teras epistémicas y sensibles? ¿No es esta codificación de la mirada una disposición que (in)habilita prácticas específicas?

Algunas autorreflexividades alrededor de los usos de los discursos científi-cos se vislumbran actualmente en las agendas intelectuales. Referenciaré sólo dos ejemplos derivados de profesiones fieles a los principios cartesianos, una de ellas dedicada al cuerpo: la medicina, y la otra, a la mente: la psicología. Jaime Carrizosa Moog (2014), médico y neurólogo infantil, en su trabajo denominado Eugenesia y discriminación en Colombia: el papel de la medicina y la psiquiatría en la política inmigratoria a principios del siglo XX, muestra cómo la psiquiatría y la medicina, en cabeza de “venerados académicos” (p. 61) como Miguel Jiménez López y Luis López de Mesa, se articularon para informar, desde una perspectiva eugenésica, políticas de Estado tendientes a la depuración racial de la población colombiana. A partir de ahí, el autor reflexiona sobre la persistencia de prácticas discriminatorias en la medi-cina y en la política pública como producto de las herencias higienistas de la ciencia médica y cuestiona las reales oportunidades de todos los ciudadanos colombianos para ejercer sus derechos constitucionales.

Por otra parte, el psicólogo colombiano Carlos Arango (2014) utiliza la ex-presión “escolarización de la psicología académica” para denominar el fenómeno del “alejamiento de la comunidad psicológica con respecto a los problemas vividos localmente y al incremento en la formación psicológica tradicional” (p. 10) en los programas universitarios en Colombia. En un esfuerzo por historizar el desarrollo de esta profesión en el país, en su trabajo denominado Expedición psicosocial colom-biana: una aventura de construcción colectiva, Arango señala que el nacimiento de esta disciplina fue un proceso que pareciera no tener relación alguna con las necesi-

Page 52: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

50

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

dades de la población colombiana: “el tema de la escolarización se refiere explícita-mente a la desconexión existente entre los contenidos de la formación académica y la complejidad de los problemas de la realidad social y cultural, por no hablar de la desactualización de los enfoques tradicionales de la psicología como consecuencia de la globalización y las nuevas formas de socialización” (Arango 2014, 9-10)11.

Los conocimientos expertos en Colombia se usaron y se usan, entre otras utili-dades, como instrumento de distanciamiento entre grupos producidos históricamente bajo los efectos de verdad de las jerarquías asociadas a la clase, la raza y el género. Así las condiciones de posibilidad del conocimiento de la alteridad instalan fronteras simbólicas que tienen en la base miradas codificadas por dicotomías que mantienen y exacerban las brechas entre grupos humanos que confirman sus propias epistemes. En este contexto, son resultados esperables las discordancias entre conocimientos exper-tos impartidos en el ámbito académico y el ejercicio aplicado de una profesión; la no correspondencia entre las voluntades políticas, la acción burocrática y las necesidades situadas de las poblaciones; sus efectos adversos, las reparaciones inconclusas y los desencuentros semánticos que frustran las voluntades de los interactuantes.

“La ciencia del tiempo y del lugar”12: sensibilidades y epistemes dispuestas a reconocer las particularidades de la alteridadSon innumerables los trabajos que desde el siglo XX están dedicados a revelar y com-prender las experiencias de dolor, las narrativas de los acontecimientos, los procesos de recomposición de la vida, la memoria de la guerra, las causas de la violencia, la or-ganización sistemática del terror y del daño, por sólo señalar algunos tópicos que con-figuran la agenda intelectual sobre la violencia en Colombia (Bello et al. 2001 y 2005; Tovar 2006; Castillejo 2000; Agudelo 1998; Flórez 2002; Romero 1996; Franco 2012, 2013 y 2015). Precisamente, trabajos como éstos, que yo misma he engrosado, sugirie-ron objetivar a los profesionales y lo que piensan, a los que hacen y piensan la norma y a quienes formulan e implementan acciones que impactan la vida de las víctimas.

Las capacidades prácticas de los expertos requieren la instauración de marcos interpretativos transdisciplinares y la desestabilización de preconceptos instalados bajo una mirada occidentalista. En un momento en el que las palabras reivindica-

11 Desde este fenómeno, son posibles trabajos como el de Calvache (1987). En el estudio denominado Patrones de comportamiento de un grupo indígena (Kwaiker) en Nariño en relación al desarrollo y evolu-ción de sus niños de cero a siete años, la autora concluye que las prácticas de crianza del grupo indígena puesto entre paréntesis por ella no favorecen el desarrollo cognitivo de los niños de acuerdo con las etapas determinadas por Jean Piaget perpetuando el estado de subdesarrollo de esta población, respecto al estadio más evolucionado planteado por el psicólogo francés. De este modo, se confirma el efecto de verdad de la persona occidental distante de otras formas de la existencia encarnada y de otros modos de organización de la vida.

12 Escuché por primera vez la expresión la ciencia del lugar de Gloria Cuartas, trabajadora social, política y geógrafa colombiana, quien usa esta denominación para dar cuenta de una lógica transdisciplinar capaz de superar aquello que Clifford Geertz llamó las “concepciones estratigráficas” del ser humano (1973), es decir, concepciones que dividen la comprensión de lo humano por planos científicos separados que invo-lucran lo cultural, lo psicológico, lo orgánico, lo social o lo territorial.

Page 53: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

51

ME

RI

DI

AN

OS

ción, rehabilitación, restitución, reintegración y enfoque diferencial atraviesan la agenda pública nacional, es preciso reconocer que el primer objeto de intervención de la acción de impacto público tiene que ser el profesional mismo y sus concep-ciones culturalmente saturadas por la vía de la ley, de la racionalidad científica y de la historia en torno a la persona, el sí mismo, el territorio, el desarrollo, el bienestar o la calidad de vida. Es decir, el primer objeto de intervención debe ser quien se ha disciplinado en el dominio de conocimientos, discursos y técnicas instaurados como dispositivos de distanciamiento, separación, e incluso de movilidad social en Colombia. Nada más incongruente con un proyecto de nación.

Distintas aproximaciones etnográficas realizadas entre 2007 y 2014 en el Mag-dalena Medio santandereano, en el oriente del departamento de Caldas y en Tuma-co, en el departamento de Nariño, con pueblos campesinos e indígenas que llevan la huella del conflicto en sus cuerpos individuales, familiares y sociales han sumi-nistrado, además de autorreflexiones, lineamientos para las epistemes y las sensibi-lidades de quienes estén dispuestos a hacer un desplazamiento de sí mismos para integrar concepciones versátiles derivadas de una ciencia del tiempo y del lugar.

Una ciencia del tiempo y del lugar aplicada a la formulación de acciones con capacidad de respuesta –o acciones responsables– frente a las poblaciones de víc-timas sería producto de la comprensión de cómo se construyen relacionalmente el tiempo y el espacio en un contexto particular antes, durante y después de la guerra. Dentro de esta trama de tiempo es imprescindible describir las particularidades te-rritoriales, los procesos de apropiación territorial que ahí se despliegan y las pautas de cohesión social disponibles culturalmente. También lo es la descripción de los accesos diferenciales a la educación, los servicios públicos, la salud, la vivienda, la alimentación o el trabajo y los valores culturales vinculados con cada una de estas dimensiones. Se integran a la construcción de una mirada resituada y sensible los siguientes aspectos: la comprensión de la relación entre los sistemas de producción, distribución y consumo de recursos de una población y la configuración de nocio-nes de familia; la identificación de la situación sociopolítica; el conocimiento de las significaciones atribuidas al sexo, a la edad, a la pertenencia de grupos; la caracteri-zación de las condiciones organizativas locales y su capacidad de respuesta ante los acontecimientos; la identificación de las relaciones entre la administración pública, la organización local y los sujetos que habitan los espacios de su jurisdicción; el reconocimiento de la familiaridad de las poblaciones con los códigos burocráticos, con sus formas de expresión y con el conjunto de acciones institucionalizadas, para hacer efectivos los derechos ciudadanos; la caracterización del daño manifiesto, las interpretaciones localizadas del dolor, la persistencia de conmociones sensoriales (Molina 2013), emocionales, morales y corporales experimentadas en el tiempo; y la descripción del impacto de la acción pública en la vida de las personas afectadas.

A la configuración de un marco interpretativo situado localmente habría que añadir la comprensión de un proceso de adaptación al desmembramiento individual y/o familiar en la vida cotidiana; la identificación de prácticas individuales, perso-

Page 54: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

52

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 35-53 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.03

nales, familiares y sociales que mitiguen el desmembramiento, tales como la confi-guración de redes de apoyo y de acompañamiento y su permanencia en el tiempo, la construcción de procesos de resignificación y autosoporte, el despliegue de prácticas para la subsistencia o la expresión de prótesis simbólicas instaladas en la cultura como mecanismos para la transacción del duelo (Franco 2012 y 2015).

Las demandas contemporáneas expresadas en términos de derechos intercul-turales y la emergencia de las nuevas ciudadanías en un país con problemas que no son ajenos al panorama latinoamericano –pero cuyas violencias persistentes en el tiempo lo hacen muy particular– desafían la producción y la pertinencia de cono-cimientos y acciones “expertos” que buscan reivindicar la dignidad humana. Ante tales discordancias, urgen nuevas sensibilidades y epistemes, informadas por lo lo-cal, sin -ismos, sin polarizaciones o exclusiones que les hagan eco a las relaciones de dominación que están en el origen de nuestros conflictos.

Referencias1. Agudelo Rincón, Paola. 1998. El fenómeno de la desaparición forzada y los efectos psicoló-

gicos en dos miembros de la familia afectada. Bogotá: Uniandes.2. Arango, Carlos. 2014. Historia de la Psicología comunitaria en Colombia. Bogotá: Ascofapsi.

http://www.ascofapsi.org.co/documentos/2007/hist__psico_comunitaria__col2006.pdf3. Bello, Martha, Elena Martín, Constanza Millán, Belky Pulido y Raquel Rojas. 2001. Des-

plazamiento forzado y reconstrucción de identidades. Bogotá: Icfes.4. Bello, Martha, Elena Martín, Constanza Millán, Belky Pulido y Raquel Rojas. 2005. Bo-

jayá, memoria y río. Violencia política, daño y reparación. Bogotá: UNAL - Colciencias.5. Calvache Dueñas, Rocío. 1987. Patrones de comportamiento de un grupo indígena (Kwai-

ker) en Nariño en relación al desarrollo y evolución de sus niños de cero a siete años: estudio psicoantropológico. Bogotá: Universidad Santo Tomás.

6. Carrizosa Moog, Jaime. 2014. “Eugenesia y discriminación en Colombia: el papel de la medicina y la psiquiatría en la política inmigratoria a principios del siglo XX”. Revista Colombiana de Psiquiatría 43 (1): 58-63.

7. Castillejo, Alejandro. 2000. Poética de lo Otro. Antropología de la guerra, la soledad y el exilio interno en Colombia. Bogotá: Icanh - Colciencias.

8. Castro-Gómez, Santiago. 2010. La hybris del punto cero. Ciencia, raza e Ilustración en la Nueva Granada (1750-1816). Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

9. Cerón, Benhur. 1992. “El grupo indígena Awa Kwaiker”. En Geografía Humana de Co-lombia. Región del Pacífico, 11-62. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica.

10. Congreso de la República de Colombia. 2011. Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Bogotá: República de Colombia.

11. Flórez, Ricardo. 2002. Factores psicosociales intervinientes en la prolongación del estrés pos-traumático en víctimas del secuestro. Bogotá: Uniandes.

12. Foucault, Michel. 2002 [1970]. Arqueología del saber. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.13. Franco, Angélica. 2012. Hay tanto dolor en la piel. Saarbrücken: Editorial Académica Es-

pañola.

Page 55: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Fronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia Angélica Franco Gamboa

53

ME

RI

DI

AN

OS

14. Franco, Angélica. 2013. “Daño y reconstrucción de la cotidianidad en covíctimas y sobre-vivientes de minas antipersonal en Colombia”. Revista Nómadas 38: 115-131.

15. Franco, Angélica. 2015. “Reconstrucciones de la cotidianidad en el pueblo Awa: espacios minados, tiempo natural y sobrenatural”. Tesis de doctorado en Antropología, Universi-dad Nacional de Colombia.

16. Geertz, Clifford. 1973. La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa.17. GTZ, Corporación Viva la Ciudadanía. 2012. La ruta de los derechos de las víctimas, Ley

de víctimas y restitución de tierras, decretos reglamentarios y decretos para etnias. Bogotá: Impresol Ediciones LTDA.

18. Hansen, Thomas Blom y Finn Stepputat. 2001. “Introduction”. En States of Imagination: Ethnographic Exploratios of the Postcolonial State, editado por T. Blom Hansen y F. Ste-pputat, 1-38. Durham: Duke University.

19. Herzfeld, Michael. 1992. The Social Production of Indifference: The Symbolic Roots of Wes-tern Bureaucracy. Chicago y Londres: The University of Chicago Press. http://www.ac-cioncontraminas.gov.co/Documents/solicitud_extension_articulo_5.pdf

20. Iniciativa de Mujeres por la Paz. 2007. Análisis sociodemográfico de las víctimas del conflic-to armado: brechas de género. Bogotá: Corporación Casa de la Mujer Trabajadora - Alian-za Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz.

21. Jaramillo, Pablo. 2012. “Deuda, desesperación y reparaciones inconclusas en La Guajira, Colombia”. Antípoda 14: 41-65. DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda14.2012.03

22. Mignolo, Walter. 2014. “Looking for the Meaning of “Decolonial Gesture’”. Revista E-misférica. Gesto Decolonial 11 (1), http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/e-misferi-ca-111-gesto-decolonial/e111-editorial-remarks

23. Molina, Germán Andrés. 2013. La última imagen, experiencias sensoriales de la muerte violenta en Bogotá. Bogotá: Editorial Bonaventuriana.

24. Ortner, Sherry. 2006. Anthropology and Social Theory. Culture, Power and the Acting Sub-ject. Estados Unidos: Duke University Press.

25. Parra-Peña, Rafael, Liliana Ordónez y Camilo Acosta. 2013. “Pobreza, brechas y ruralidad en Colombia”. Coyuntura Económica 53 (1): 15-36.

26. Ramos, Alcida Rita. 2014. “Ensaio sobre o não entendimento interétnico”. Série Antropo-logia 444: 7-31.

27. Romero Picón, Yuri. 1996. Estudio sobre la desaparición forzada y el secuestro en Colombia entre 1990-1995. Un análisis desde la antropología. Bogotá: UNAL.

28. Rubio, Mauricio. 2014. “Clasismo, resentimiento y conflicto”. El Espectador, 19 de no-viembre, http://www.elespectador.com/opinion/clasismo-resentimiento-y-conflicto-co-lumna-528453

29. Tovar, Patricia. 2006. Las viudas del conflicto armado en Colombia. Bogotá, COLCIEN-CIAS-ICANH.

30. Vicepresidencia de la República. 2009. Solicitud de extensión a los plazos previstos en el artículo 5 de la convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal, y sobre su destrucción.

31. Weber, Max. [1977] 2010. Qué es la burocracia. Buenos Aires: La Pléyade.

Page 56: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 57: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

55

ME

RI

DI

AN

OS

Entre vecinos eso no se hace. Sentidos de justicia y de vecindad en el marco de un dispositivo institucional de administración de conflictos*

Juan Pablo Matta**

GESC-NURES-FACSO-UNICEN, Argentina

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04Artículo recibido: 25 de septiembre de 2014; aceptado: 26 de agosto de 2015; modificado: 20 de octubre de 2015

Resumen | El análisis etnográfico de las formas en que diferentes habitantes de una ciudad media del centro de la provincia de Buenos Aires tramitan parte de su conflictividad vecinal, en el marco de un centro municipal de mediación comunitaria, puso de relieve las complejas tramas simbólicas que articulan singulares ideas locales de justicia y de vecindad. Esta última con-figura un régimen contractual, a la vez difuso e ineludible, que fija sentidos de justicia describiendo en su concreción un tipo particular de sensibilidad legal. Sobre la base de una investigación etnográfica en curso desde 2011, que ha tomado la observación participante como su rasgo distintivo, este artículo examinó estas articulaciones enfocando en los sentidos socioculturales que las posibilitan y buscando problematizar el lugar que los mismos ocupan en la elaboración y el tratamiento de este tipo de conflictividad sociocultural.

Palabras clave | Sensibilidades legales, juridicidad, vecindad, pequeñas dis-putas, administración institucional de conflictos (palabras clave del autor).

* Este artículo es el resultado de la línea de investigación incluida en el marco del NURES –Núcleo Regional de Estudios Socioculturales– (código 03/F146-B) de la UNICEN.

** Doctor en Antropología Social, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Entre sus úl-timas publicaciones están: “Intercambios, moralidades y conflictos”. Intersecciones en Antropología 14 (1): 171–182, 2013; “Más allá de la economía. Una revisión crítica del lugar del intercambio como problema antropológico”. Kula. Antropólogos del Atlántico Sur. Revista de Antropología y Ciencias Sociales. KULA 7: 5-19, 2012; “Cuerpo, sufrimiento y cultura; un análisis del concepto de ‘técnicas corporales’ para el estu-dio del intercambio lástima–limosna como hecho social total”. Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad 2: 27-36, 2010. *[email protected]

Page 58: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

56

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

Neighbors don’t do that to Each Other. The Sense of Justice and Community within the Framework of an Institutional Mechanism for Conflict Management

Abstract | This ethnographic analysis of the ways in which different inhabi-tants of an intermediate city in the center of Buenos Aires province deal with their neighborhood disputes within the framework of a municipal communi-ty mediation center sheds light on the complex symbolic plots that articulate unique local ideas of justice and community. The latter gives rise to a contrac-tual regime, at once diffuse and inescapable, which establishes senses of justi-ce that entail a particular type of legal sensitivity in their concrete realization. On the basis of an ethnographic study underway since 2011, which has taken participant observation as its distinctive feature, this article examines these articulations focusing on the sociocultural senses that make them possible and on the treatment of this type of sociocultural conflict.

Keywords | Legal sensitivities, legality, neighborhood, small disputes, institu-tional management of conflicts (author’s keywords).

Entre vizinhos, isso não faz. Sentidos de justiça e de vizinhança no âmbito de um dispositivo institucional de administração de conflitos

Resumo | A análise etnográfica das formas em que diferentes habitantes de uma cidade média do centro da província de Buenos Aires lidam com par-te de sua conflitividade de vizinhança, no âmbito de um centro municipal de mediação comunitária, manifestou as complexas tramas simbólicas que articulam singulares ideias locais de justiça e de vizinhança. Esta última con-figura um regime contratual, ao mesmo tempo difuso e iniludível, que fixa sentidos de justiça descrevendo, em sua materialização, um tipo particular de sensibilidade legal. Sobre a base de uma pesquisa etnográfica em andamento desde 2011, que tem tomado a observação participante como traço distintivo, este artigo examinou essas articulações enfocando nos sentidos sociocultu-rais que as possibilitam e buscando problematizar o lugar que estes ocupam na elaboração e no tratamento desse tipo de conflitividade sociocultural.

Palavras-chave | Vizinhança (Thesaurus); sensibilidades legais, juridicidade, pequenas disputas, administração institucional de conflitos (palavras-chave do autor).

Page 59: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

57

ME

RI

DI

AN

OS

El Centro Municipal de Relaciones Vecinales y Defensa del Consumidor en el que se elaboraron los registros que se analizan en este trabajo se sitúa en una ciudad del tipo que los geógrafos y urbanistas distinguen como una ciudad de rango medio, ubicada a unos 350 km de la Capital Federal y a unos 330 km de su Capital Provincial1. La naturaleza de

las situaciones que allí se desarrollan se enmarca en esta caracterización urbanísti-ca, donde se articulan formas de socialización propias de espacios rurales (centra-lidad del parentesco, la importancia de los apellidos, preponderancia de relaciones interpersonales) con otras que se acercan a las características de ciudades de mayor tamaño (anonimato, consumos urbanos, centros administrativos, tránsito, articula-ciones con otras ciudades, etcétera). Es lo que Boggi y Galván (2008) identifican a partir de elaboraciones nativas en la expresión “ni chicha ni limonada”2 describiendo las maneras nativas en que los pobladores de esta ciudad, a la que en adelante nos referiremos ficticiamente como La Roca, construyen imaginariamente el carácter intermedio de este tipo de ciudades.

La composición social del universo de ciudadanos que acuden diariamente a este Centro refleja en buena medida estas características poblacionales: personas que viven tanto en ámbitos rurales como urbanos, profesionales y no profesionales, es-colarizadas o no, docentes, empresarios, comerciantes, empleados, operarios, entre muchas otras categorizaciones posibles. Todas estas caracterizaciones situacionales, junto con el amplio rango etario que las mismas revisten, hacen difícil una determi-nación sociológica precisa del tipo de población que acude a esta oficina estatal. Por el contrario, si una particularidad existe en ella, es precisamente esta heterogeneidad vinculada tanto a los complejos procesos históricos de configuración sociourbana local como a la naturaleza pública y abierta del ámbito analizado.

En esta ciudad funciona desde el mes de marzo de 2011 el Centro Municipal de Relaciones Vecinales y Defensa del Consumidor (en adelante, CMRVDC). Este ámbito municipal organiza su actividad en función de la atención de dos grandes cuestiones: la conflictividad derivada de relaciones de consumo (Defensa del Consu-midor) y la conflictividad vinculada a las relaciones de vecindad locales (Relaciones Vecinales)3. Estas actividades tienen en común la búsqueda de resoluciones admi-

1 En términos poblacionales, el último Censo Nacional de Población, desarrollado en 2011, indica que el distrito cuenta con una población total de 111.320 habitantes, de los cuales 55.367 son varones, y 55.953 son mujeres. El total de vivienda censadas es de 44.411 unidades, y la densidad poblacional fue fijada en 2001 en 13,5 habitantes por km2. Por su parte, la organización político–administrativa del partido se com-pone de una ciudad cabecera y doce localidades. A esto se le suma población rural dispersa que depende jurisdiccionalmente de la cabecera del partido.

2 En este trabajo, las autoras abordan los imaginarios urbanos de la ciudad de La Roca a partir de una serie de entrevistas con sus habitantes. En una de estas entrevistas, un informante sintetizó con esta expresión, “ni chicha ni limonada”, la percepción que las autoras identificaron sobre la ciudad de La Roca en la mayo-ría de los casos. Es decir, la expresión remite a las maneras en que los pobladores de esta ciudad concep-tualizan sus características urbanas: “Y… una ciudad media es eso… ni chicha ni limonada, ni pueblo ni ciudad grande, es por el tamaño, la cantidad de gente…” (Boggi y Galván 2008, s. p.).

3 Esta dependencia municipal tiene como antecedente institucional directo la OMIC (Oficina Municipal

Page 60: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

58

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

nistrativas y prejudiciales de los conflictos, tanto entre proveedores y consumidores (audiencia conciliatoria) como entre vecinos (mediación comunitaria). Para este trabajo hemos centrado el análisis en la experiencia del tratamiento institucional de los conflictos vecinales dejando deliberadamente de lado el área de Defensa del Consumidor, que ya fue abordada en otros trabajos (Matta 2013).

El Centro desarrolla una estrategia de atención del conflicto enmarcada en el concepto de “mediación comunitaria” (Nató, Rodríguez y Carbajal 2006). Esta mo-dalidad sintetiza un complejo proceso sociocultural que, ante la creciente demanda de acceso a justicia, busca redefinir focos de juridicidad (Garapon 1997). Enmarca-da en los denominados métodos alternativos de resolución de conflictos (Cappellet-ti 1993) o justicia restaurativa (Llobet 2005), y frente a las formas tradicionales de tratamiento de la conflictividad ciudadana, la mediación comunitaria se organiza, y se enmarca, en un tipo singular de sensibilidad legal (Geertz 1994). Este dispositivo se encuadra en la noción más amplia de justicia restaurativa –el conflicto es entre partes–, que se opone a la concepción tradicional de justicia retributiva –el conflicto es con la norma y se penaliza– (Dignan 2005; Llobet 2005).

Analíticamente, el CMRVDC se presenta como una modalidad administrativa de tratamiento de conflictividades de difícil tratamiento jurídico en otros ámbitos4, derivada de relaciones vecinales urbanas, que busca diferenciarse de otras formas en que la maquinaria estatal de administración de conflictos trata a los mismos. Algu-nas de las principales características que esta modalidad reviste son: la participación de las partes en la búsqueda de una resolución, la gratuidad, agilidad y rapidez del proceso y la posibilidad de prescindir de un abogado (acompañamiento letrado) como representante legal de las partes.

A este Centro ingresa todas las semanas un promedio de algo más de diez casos de conflicto entre vecinos que demandan un tratamiento institucional de su situación5. A través de una conversación inicial que busca conocer las características principales de las circunstancias, los agentes municipales determinan la viabilidad o no de su tratamiento en dicho ámbito, y, en caso de ser aceptado, abren una carpeta, que reúne algunos datos muy generales sobre el caso, a modo de expediente.

El nivel de aceptabilidad de las demandas de tratamiento en esta instancia ad-ministrativa es muy alto, siendo excepcional la situación en la cual se decide no

de Información al Consumidor), creada en 2008 y dirigida exclusivamente a la atención, información y defensa de los consumidores. Este formato estuvo vigente hasta marzo de 2011, cuando el actual Inten-dente Municipal decide sumar otra área a las actividades que esta oficina ya desarrollaba, enfocada en la resolución de conflictos vecinales. De esta forma, el primero de marzo de 2011 se iniciaron las actividades del nuevo Centro Municipal de Relaciones Vecinales y Defensa del Consumidor (CMRVDC). En la actua-lidad trabajan en el Centro seis personas, todas empleadas municipales.

4 Motivo por el cual, como se mencionará más adelante, una gran parte de los casos que llegan al Centro son derivados desde otras instituciones, particularmente desde la Fiscalía y la Comisaría local.

5 Estas demandas llegan al Centro bajo tres modalidades principales: por derivación de la Fiscalía; por derivación de alguna Comisaría, o en forma personal por algún vecino. Las primeras dos modalidades son sensibles a un proceso de institucionalización del espacio y aumentan en función de la consolida-ción de esta última.

Page 61: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

59

ME

RI

DI

AN

OS

aceptar la demanda. El criterio más amplio que delimita los casos aceptables de los que no lo son es de tipo legal, en la medida que, en términos generales, sólo son rechazados aquellos conflictos que suponen una falta legal grave y evidente o que ya han sido objeto de proceso penal previo. En el Centro se distinguen además como casos inadmisibles situaciones que supongan violencia de género y las que pueden suponer delito de lesa humanidad. Otra cuestión que opera como clasificatoria en esta instancia es si las situaciones que se presentan involucran o no a menores de edad. En estos casos se admite su tratamiento pero dando intervención a otra instan-cia estatal, denominada Servicio Local de Protección y Promoción de los Derechos del Niño6. Esta última se orienta principalmente al resguardo de los derechos de este segmento etario que puedan ser afectados en el marco de la intervención.

Una vez iniciados los expedientes, se procede a visitar los domicilios de los vecinos involucrados en el conflicto, con el objeto de desarrollar una intervención tendiente a superar las disputas abiertas entre los mismos. Estas intervenciones im-plican visitar y conversar por separado con las partes involucradas en el conflicto –parte requirente y parte requerida–7, y, por lo general, se referencian visualmente diferentes aspectos involucrados en la disputa. Mediante estas acciones, el Centro tiene el objetivo explícito de encontrar alternativas para la resolución acordada de la situación de conflicto. En la mayoría de los casos, es en esta instancia en donde los vecinos elaboran algún tipo de acuerdo que les permite salir del estado de conflicto abierto en el que se encontraban antes de la intervención.

En el caso de no ser posible alcanzar este acuerdo entre las partes, el Centro propone tratar la situación en una mediación. Esta modalidad implica que las partes, sentadas en una misma mesa y conducidas por un mediador en un proceso específi-co de resolución de conflictos (Caram, Eilbaum y Risolía 2006), tratan su situación. El CMRVDC dispone de un espacio especialmente acondicionado para estos fines, que los agentes municipales que allí trabajan reconocen como sala de mediación y que se distingue claramente de la planta baja, en donde se desarrolla el resto de las tareas vinculadas al área administrativa. Esta sala, de unos 24 m², está ubicada en el primer piso del edificio. Se accede mediante una escalera y está compuesta por un armario que contiene archivos y material de librería, un escritorio con un orde-nador, en donde se elaboran los acuerdos alcanzados, y una mesa rectangular con puntas redondeadas de unos dos metros de largo, rodeada por seis sillas, en donde se desarrolla buena parte de las instancias analizadas.

El lugar se encuentra separado del resto del edificio, y esto favorece la privaci-dad que el dispositivo requiere. Durante las mediaciones, este ámbito es resguardado

6 Estos programas y servicios son parte de las instituciones previstas por la Ley Provincial de “La promoción y protección integral de los derechos de los niños” (Ley 13.298 de 2005, Boletín Oficial del 27 de enero).

7 Las nociones nativas de requirente y requerido son utilizadas deliberadamente en este contexto, en oposición a las concepciones tradicionales de denunciante y denunciado, de acuerdo con el enfoque teórico de la resolución alternativa de conflictos desde el cual se aborda la mediación comunitaria. Fundamentalmente, se trata de utili-zar categorías no vinculadas a concepciones litigantes y adversariales de los procesos judiciales.

Page 62: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

60

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

de interrupciones por el conjunto de los agentes municipales que allí trabajan, y la puerta de ingreso permanece cerrada. Se solicita además a las personas presentes que apaguen sus teléfonos celulares, al mismo tiempo que el teléfono de la oficina se deja a cargo de algún agente municipal que no esté participando en la mediación. En conjunto, todas estas disposiciones se orientan a la creación de un tipo de ambiente considerado propicio por la directora del Centro (privado, silencioso y sin interrup-ciones) para el tratamiento de los conflictos vecinales.

En la mayoría de los casos (cerca de un 70%), estos encuentros conducen a algún tipo de acuerdo entre las partes, acuerdo que es asentado por escrito en un expediente y que luego posibilita un monitoreo por parte del Centro. En caso con-trario, se da por finalizado el proceso y se procede al archivo del expediente. La carac-terística confidencial (Ley 13951 2009)8 del dispositivo (los agentes municipales que participan no pueden ser llamados como testigos en otras instancias) hace que todo lo hecho en el transcurso de la intervención sea en ese caso administrativamente nulo en otra instancia judicial, por lo que la decisión de determinar el archivo del ex-pediente significa para las partes volver al punto cero de la tramitación del conflicto.

Las relaciones de campo construidas para la realización de este trabajo partieron de una serie de acuerdos (de confidencialidad, alcances y permisos) formalmente fir-mados entre la municipalidad y el investigador que permitieron el ingreso a un mundo caracterizado por normativas jurídico-burocráticas de difícil traspaso. En estos acuer-dos iniciales se fijó tanto la protección de las identidades involucradas como la posibi-lidad de participar en todas las instancias previstas en el proceso administrativo.

Este punto de partida formal de la relación de campo fue modificándose pro-gresivamente en dos planos de fundamental importancia: uno vinculado a las re-laciones personales que se fueron construyendo con las personas que trabajan en CMRVDC y que permitieron un vínculo cada vez más personalizado y de confianza; y otro que, como derivación del primero, implicó la progresiva ampliación de mi participación en las diversas tareas involucradas, tanto en el propio proceso adminis-trativo como en los momentos no formales relacionados con la dinámica cotidiana de este ámbito. El desarrollo de la etnografía implicó, así, un proceso de progresiva transformación de las relaciones de campo involucradas, que, habiendo partido de vínculos claramente basados en la formalidad de algunos acuerdos, traspasaron esta instancia para alcanzar otra, caracterizada por relaciones personales de confianza, e incluso de amistad, con algunas de las personas que allí trabajan.

En la práctica, estos procesos permitieron un progresivo aumento de mi par-ticipación en las instancias de atención de las demandas ciudadanas. Incluso en cir-cunstancias como las que se recuperan en este artículo, mi participación se confun-

8 “Artículo 16: (Reglamenta artículo 16 Ley N° 13.951) Confidencialidad - Neutralidad. Los participantes en el proceso de mediación se encuentran alcanzados por la regla de la confidencialidad, pudiendo suscribir-se un compromiso en tal sentido. En caso de no suscribirse, se dejará constancia en el acta. El mediador debe mantener neutralidad en todos los casos y circunstancias que se presenten en el proceso de media-ción” (Ley13951 de 2009, 10 de febrero, Boletín Oficial Nº 26067).

Page 63: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

61

ME

RI

DI

AN

OS

día en buena medida con la de los agentes municipales. Los marcos de interacción que allí se producían (Goffman 2004) me ubicaban en una posición más cercana a la de un mediador que a la de un observador externo.

El proceso de campo señalado involucró además diferentes estrategias analí-ticas, todas ellas enmarcadas en la etnografía como enfoque (Rockwell 2009; Achi-lli 2005; Guber 2001). La principal de éstas fue la observación participante, que se complementó con otras como: a) entrevistas tanto a actores vinculados laboral y políticamente al ámbito como a usuarios que por diversas circunstancias se con-vertían en actores que revestían cierta relevancia en relación con el asunto; b) análisis de la documentación que la oficina produce en su proceso; c) análisis de fuentes secundarias vinculadas a artículos de diarios locales, regulaciones legales y normativas vinculadas; d) grabaciones –y desgrabaciones– de diversas instancias administrativas; y e) observación no participante. En conjunto, todas estas estra-tegias se orientaron a captar las maneras vernáculas en que diferentes actores ela-boran y articulan sentidos de justicia y de vecindad, en el marco de un dispositivo institucional de administración de conflictos. Particularmente, se enfocan en las elaboraciones simbólicas que se expresan en los puntos de vista nativos registrados durante el trabajo de campo desarrollado9.

Éstas son algunas de las características de esta modalidad institucional de ad-ministración de la conflictividad vecinal, y las formas que asumió el trabajo de cam-po que sirve de base al presente artículo. Cuando las personas tratan este tipo de asuntos en el ámbito descripto, ponen de relieve las complejas tramas simbólicas que articulan singulares ideas de justicia y de vecindad. Esta última aparece como una categoría amplia dentro de la cual se configura un tipo particular de sensibilidad le-gal (Geertz 1994). Esta sensibilidad, aunque se presente imprecisa y difusa, organiza buena parte del tratamiento que los actores dan a sus conflictos. En el siguiente apar-tado se problematizan estas articulaciones de sentido, a la luz de diversos registros etnográficos elaborados en el marco de este dispositivo.

Con el vecino uno siempre tiene un trato: la vecindad en el contexto de una mediaciónLa siguiente escena etnográfica transcurre en la sede del Centro, en el espacio que, como se mencionó anteriormente, se destina para tratar la problemática en una mesa de diálogo. El motivo que convoca en este caso a las partes consiste en el re-clamo, por parte de un matrimonio (Carlos Martínez y Sonia Duarte, requirentes

9 En el momento de escribir este artículo, el autor mantiene relaciones de campo en este ámbito institu-cional por un período de algo más de 42 meses. Estas relaciones fueron el soporte de sucesivas líneas de trabajo que se organizaron, en cada caso, en función de nuevos focos analíticos que emergieron como resultado de la maduración misma de la labor investigativa. Cada una de éstas supuso al mismo tiempo diferentes tipos de involucramientos por parte del investigador en las situaciones analizadas. En algunos momentos implicó participar a tiempo completo en la cotidianidad del Centro. En otros casos, realizar el seguimiento de algunos casos particulares. Por su parte, la atención al tópico sensibilidad legal y vecindad al que atiende este trabajo ha estado presente como foco de indagación en los últimos doce meses.

Page 64: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

62

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

de 45 y 40 años, respectivamente)10, dirigido a un hombre (José Pérez, requerido de 45 años, aproximadamente), por el pago de $700 (setecientos pesos argentinos) por concepto de gastos de atención médica dada a su hija como consecuencia de la mordedura que ésta recibió en su rostro por parte de un perro, propiedad del vecino requerido. Los padres de la niña hacía cinco meses habían solicitado a José el pago de los gastos ocasionados. Los mismos estaban compuestos, según indica-ba la familia requirente, por el combustible consumido, debido a los traslados a la ciudad de La Roca11 para la atención hospitalaria, y los gastos en consultas médicas y en medicamentos necesarios para el tratamiento. Según relatan dichas personas, José se había negado a efectuar el pago, razón por la cual el conflicto había sido orientado a este Centro, luego de haber pasado por otras instancias administrati-vas, como el control bromatológico y la Policía, sin haber conseguido llegar hasta el momento a un acuerdo sobre el asunto.

La mediación comenzó a las 9:40, y en la sala que se designa para tal fin se en-contraban presentes, sentados alrededor de una mesa, los involucrados en el conflic-to (Carlos, Sonia, la hija que ha sido mordida por el animal y José), una mediadora (Julia), un antropólogo que es presentado como colaborador y tratado por las partes como mediador (Juan Pablo) e Inés (estudiante de grado avanzado), quien en silen-cio elabora los registros para esta investigación. Julia comienza a hablar, realizando una exposición de las pautas de trabajo12, que en el procedimiento de la mediación se denomina discurso de apertura. Esta mujer, asumiendo un rol organizador de la escena, administrando el diálogo, habilitando y restringiendo la palabra, se dirige al matrimonio requirente, solicitándoles que cuenten lo sucedido y que expliquen cuál es el reclamo específico que se le hace al vecino.

Sonia inicia su relato contando que el perro de Pérez andaba suelto y corría a la gente, hasta ese día en que terminó mordiendo a su hija. Continúa contando el modo en que ella y su marido decidieron actuar ante lo sucedido:

Sonia: Yo he tratado por todos los medios posibles de acercarme a esta familia, de buena manera, y hasta he dialogado con la mujer de Pérez, para ponernos de acuerdo […] Ni bien la mordió, no fuimos, esperamos un par de días, dos o tres, porque estábamos un poquito alterados, pero para que no pasara a mayores fui, no sé si dos o tres días después, a comentarles lo que había pasado, y bueno, el señor estaba de viaje y hablé con la señora. Me dijo que ella sabía que el perro corría, y no sé cuánta cosa más. Luego fui a reclamarle por los gastos, que me pa-reció lo más justo, ya que esta familia en ningún momento se acercó a preguntar por la nena, cómo estaba, qué le había pasado.

10 Todos los nombres propios han sido modificados para preservar la identidad de las personas implicadas.11 El hecho acontece en un poblado que se encuentra a 14 km de la ciudad de La Roca.12 Informa acerca de la gratuidad, la no obligatoriedad y la confidencialidad del proceso, respecto del rol

neutral de las personas mediadoras y de la modalidad de las intervenciones, tales como el orden de las exposiciones de las partes, la posibilidad de hablar por separado con cada una de ellas y la capacidad del mediador para dar por finalizada la mediación, de ser necesario.

Page 65: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

63

ME

RI

DI

AN

OS

Cuando Sonia finaliza su narración, la mediadora pregunta por el monto que se le solicita abonar a Pérez. La mujer responde que los gastos quedaron en manos del requerido, y agrega que por ese motivo el señor le termina haciendo una exposi-ción en la Comisaría del pueblo.

Sonia: Estaba todo detallado, pero se lo dejé al señor Pérez. La mujer dijo que iba a abonar, pero el señor se oponía […] Yo lo que quiero que quede claro es que yo no lo denuncié. Yo traté de arreglar todo por las buenas. Es más, yo no fui a hacer quilombo a la casa. Espero que se pueda hablar bien y que quede claro que yo no tengo nada en contra de él ni de la familia. Es más, somos vecinos de hace muchos años, quiero tratar de arreglar bien, si es que se puede.

Sonia, sin especificar el monto solicitado, continúa describiendo la relación histórica que mantenían con la familia del requerido, específicamente entre ella y la esposa de Pérez (quienes indicaron que intercambiaban de manera habitual objetos culinarios), y entre los hijos e hijas de ambos matrimonios, quienes jugaban y com-partían eventos sociales como sus cumpleaños, antes del hecho de la mordedura. Y opina: “[…] teníamos una relación, y no me gustaría que por el tema del perro, que es un tema aparte, influya sobre… no tiene que ver una cosa con la otra”.

Julia, buscando retomar el problema principal que los convoca, relata con sus palabras la historia del conflicto, según lo cuenta esta señora, utilizando una técnica de la mediación conocida como parafraseo (Caram, Eilbaum y Risolía 2006). Luego le pregunta a la mujer requirente si ella desea resolver el problema, en aras de querer seguir manteniendo la “relación de vecinos”. Sonia le responde: “Exactamente, porque vamos a tener que seguir siendo vecinos. Más allá del sa-ludo o no, vamos a tener que seguir siendo vecinos […] uno sí o sí con el vecino, uno siempre tiene un trato”.

En este momento interviene Carlos, agregando: “¡Claro, es la verdad! Vos no sabés si el día de mañana por ahí llegás a necesitar algo”. Finalmente, su esposa con-cluye diciendo: “Por ahí, si hubiese sido mi perro, a mí no me hubiera gustado tener un problema por un perro”.

A continuación, la mediadora le da la palabra a José, preguntándole acerca de su punto de vista. Este señor dice, en primer lugar, que hace quince años que vive en el barrio y que jamás tuvo problema alguno con sus vecinos. En segundo término, asegura que el perro no la mordió, sino que “le saltó a la cara”. Asegura que “Es un perro común; si la mordió, porque yo averigüé, tiene que haber una de-nuncia y tienen que venir de la municipalidad para ver si el perro está vacunado”. Finalmente, agrega que Sonia no fue tranquila a su casa a reclamarle el dinero por los gastos ocasionados.

José: “[…] ella no fue tranquila. Ella fue y le dijo a mi señora: ‘Vos esto me lo vas a tener que pagar, sí o sí’. Y le dijo, como dijo la señora recién, ‘Mejor, mejor que no vine ese día porque si no, te cagaba a trompadas’”.

Page 66: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

64

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

Este hombre afirma que en ningún momento dijo que no le iba a pagar la suma solicitada (setecientos pesos), sino que lo que ocurre es que no aparecen detallados los gastos, por ejemplo, el gasto de combustible (trescientos pesos), del cual indica que le parece desmedido. Asimismo, juzga exagerado el uso del término mordedura de perro que le desfiguró el rostro a la niña (término que aparece por escrito en un papel que, a modo de prueba, la familia requirente presenta en la mediación). José cambia ese término por el de rasguño, mientras que Sonia, frente a dicha actitud, insiste en que fue mordedura, y no un rasguño. Luego de la disputa por este término, José explica que el perro no es de él, que es un agregado en su domicilio, pero que no obstante reconoce ser el responsable del animal. Finalmente, reitera su voluntad de pagar; no obstante, sostiene:

[…] lo que pasa es que ellos dejaron de saludar […] pero como dijo la señora, que los chicos sean amigos, ella [se refiere a la nena] también iba a la escuela con mis chicos, y sin embargo, ahora ni se juntan, ni saluda […]

En este momento se genera un debate en torno al saludo o su falta. Julia opina que no dialoguen más, que no discutan. Pero las partes dicen que no están discutien-do, que quieren arreglar las cosas. La mediadora agrega con un tono elevado de voz: “¡Pero no se escuchan!”. Finalmente, José toma la palabra explicando:

Yo jamás les hice nada, ni a la señora ni a él. Y a él lo conozco hace poco porque él vive hace poco ahí. Y si la señora no me quiere saludar, porque yo no le hice nada, yo nunca le hice nada. Y si no me saluda, yo soy así: si a mí me saluda, saludo, pero si no me saludan, ya te digo, yo hace quince años que vivo ahí y jamás tuve problemas con nadie en el barrio, y se ve que, y la señora vino, después se fue, y todo. Pero yo ya te digo, jamás tuve problemas.

La mediadora opina que hay un punto en común que ambas familias sienten como pérdida, que es el contacto entre sus hijos. A esta opinión, Carlos la desestima diciendo: “No metamos a los chicos en el medio”, a lo que la mediadora le responde que Sonia manifestó lo mismo respecto de los chicos, por lo cual Pérez podía expresar lo mismo.

Seguidamente señala la importancia de reconstruir los vínculos que antes mantenían como vecinos, motivo por el cual el diálogo se va descentrando del pro-blema entre estas dos familias, y son invocadas cuestiones con otros vecinos del barrio, que cometen faltas que las partes consideran mayores, en relación con lo que ellos entienden son las reglas de convivencia. Una de tales cuestiones, según Pérez, es una vecina que posee un perro de gran porte, “peligroso”, que obliga a estas per-sonas a “realizar como tres cuadras de más”. La segunda cuestión es la de otro vecino que arroja residuos tóxicos a la vereda, la cual es compartida por las dos familias presentes, y pone en situación de riesgo a los niños. Pérez, ante este hecho, opina que a él se lo juzga de “jodido”, pero que esa familia que tira desechos tóxicos, teniendo “tres sueldos, dos autos y una camioneta y una casa importante, no hacen nada al

Page 67: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

65

ME

RI

DI

AN

OS

respecto”, y que “bromatología”13 tampoco. Mientras que él, “siendo un laburante que apenas llego a los siete mil pesos de sueldo, por una mordedura se me arma semejante escándalo”.

Frente a esta reflexión, Carlos, dirigiéndose a José, le dice “Nadie dijo que vos eras un jodido”. Sonia opina lo mismo y se muestra a favor de las denuncias de Pérez respecto de los otros vecinos. La mediadora retoma el tema principal. Pregunta a Pé-rez qué puede aportar para solucionar el problema. Pérez propone concretar el pago de la suma en dinero que se le había solicitado, a lo que tanto Carlos como Sonia responden que el dinero no es lo que les importa. En sus palabras:

Carlos: Yo te voy a decir la verdad, yo, a mí la plata no me interesa.

Sonia: No, porque ya hace cinco meses que le mordió […] yo no tengo problema, y en realidad te digo de corazón, la plata ya está, ya son gastos que yo tuve. Lo que sí, lo único que yo pido es que se tomen medidas con el perro. Porque ese perro, así como pasó, pudo ser peor, y ése es el miedo que yo […]

Pérez, interrumpiendo, se justifica diciendo que el perro estaba siempre en su casa, y que son los chicos quienes van a jugar a su domicilio, y, pese a eso, agrega: “Yo jamás digo nada, porque vienen, hacen despelote y me dejan todo tirado en el patio. Yo nunca digo nada […] por eso ya te digo que yo nunca tuve problemas, y el perro anda suelto, pero jamás, y no sé por qué la mordió a ella […]”.

Finalmente se llega a un acuerdo, en el cual José se compromete a sujetar al pe-rro y a pagar los setecientos pesos demandados. Carlos y Sonia le ofrecen materiales (alambre) para ayudar a sujetar al animal. Julia pregunta si las nenas van a seguir siendo amigas. Las tres personas le contestan que sí, que quieren que sus hijas sigan siendo amigas, y que ellos deberían mantener buenas relaciones, porque, según José, “uno no sabe nunca si va a necesitar algo del otro”.

Consideraciones analíticas en torno a la vecindad como sensibilidad legalLa escena recuperada en el apartado anterior pone de relieve diferentes aspectos que día a día se repiten en el CMRVDC en el que fueron elaborados los registros que sirven de base a este trabajo. La decisión de recuperar un solo caso obedece a un cri-terio de presentación que busca dar mayor espacio a la complejidad de las relaciones problemáticas abordadas, atendiendo a la representatividad que el mismo reviste en relación con el universo más amplio de situaciones registradas durante el trabajo de campo. Los aspectos que se analizan en este trabajo sobre el caso escogido son los que una y otra vez reaparecen en la cotidianeidad del ámbito en el que se desarrolla la etnografía, y de ninguna manera se limitan a éste.

13 Si bien institucionalmente el término “bromatología” refiere a la ciencia que estudia los alimentos en cuan-to a su producción, manipulación, conservación, elaboración, distribución y condiciones sanitarias, el actor parece estar haciendo aquí un uso específico del término vinculado a los mecanismos estatales de control de sanidad, en este caso, al control de elementos tóxicos.

Page 68: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

66

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

Como sucede en las circunstancias presentadas más arriba, el análisis etnográ-fico de las formas en que la conflictividad vecinal es tratada en el CMRVDC deja ver la centralidad que ocupa en este tipo de relaciones el valor justicia: “Luego fui a re-clamarle por los gastos que me pareció lo más justo”. Los sentidos que los hechos, las personas y los procedimientos asumen en la situación referida aparecen elaborados a la luz de este valor, por lo que su naturaleza jurídica resulta indiscutible. Cuando los actores involucrados en la escena analizada tratan sus conflictos elaboran parti-culares conceptualizaciones de justicia y vecindad, a partir de las cuales son evalua-dos los diferentes elementos comprendidos.

Este sentido de justicia no deriva, sin embargo, de un código o reglamento preciso a la luz del cual pueda determinarse en cada caso, y con algún grado de pre-cisión, la naturaleza justa o injusta de los hechos, procedimientos y personas. Si bien es cierto que las relaciones de vecindad poseen cierta codificación estatal-legal ex-presada en artículos, códigos y reglamentos de convivencia14, no es ésta la referencia normativa que ordena los acontecimientos que se analizan. De hecho, las personas que asisten a este Centro rara vez hacen referencia a este tipo de regulaciones. Se trata más bien de una regulación difusa que fija sentidos de justicia describiendo en su concreción un tipo particular de sensibilidad legal.

El término sensibilidad legal fue desarrollado por Geertz (1994) en su ya clá-sico ensayo Conocimiento local: hecho y ley en la perspectiva comparativa, para des-cribir las maneras vernáculas en que cada contexto cultural articula singulares ideas de hecho y ley, en el marco de sus procedimientos judiciales. “Caracterizaciones vernáculas de lo que sucede conectadas a imaginarios vernáculos de lo que puede suceder. A este conjunto de caracterizaciones e imaginarios, relatos sobre los hechos proyectados en metáforas sobre los principios, es al que he estado denominando sensibilidad legal” (Geertz 1994, 242).

Esta conceptualización del problema centrada en una sensibilidad legal –y no en una legalidad fija– resulta sumamente apropiada para el análisis de las ma-neras en que los vecinos elaboran sentidos de justicia en sus discusiones en el CMRVDC. Como señala Geertz (1994), “el aspecto ‘jurídico’ de las cosas no es un conjunto limitado de normas, reglas, principios, valores o cualquier otra cosa a partir del que puedan plantearse respuestas legales a una serie de acontecimientos destilados, sino parte de una manera determinada de imaginar lo real. En suma, no es lo que sucedió, sino lo que sucede, lo que el derecho observa; y si el derecho difiere de un lugar a otro, de una época a otra, de un pueblo a otro, lo que éste ob-serva también lo hace” (Geertz 1994, 202). El sentido de justicia no se deriva, así,

14 Resulta interesante indicar además que, incluso en su delimitación legal, la categoría vecino aparece poco precisada en documentos públicos y leyes. Si se examina, por ejemplo, el Decreto-Ley 6769/58 de la pro-vincia de Buenos Aires (Ley Orgánica de las Municipalidades), que regula el funcionamiento de los muni-cipios en la Provincia de Buenos Aires, se observa que esta categoría nunca es definida, aunque aparezca nueve veces mencionada y que su uso la asimila a quien reside de manera estable en algún distrito parti-cular (Decreto-Ley 6.769 de 1958, 29 de abril. Boletín Oficial).

Page 69: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

67

ME

RI

DI

AN

OS

de normas o principios fijos sino de una singular manera de imaginar relaciones en contextos culturales particulares. En este caso, en el marco de las relaciones de vecindad en una ciudad media.

Esta identificación de formas jurídicas más allá de los límites propios de los sistemas jurídicos formales/estatales ha caracterizado desde su inicio la discusión antropológica sobre el tema. Particularmente, fue la antropología jurídica anglosajo-na la que inauguró esta perspectiva, en el marco del debate que, a principios del siglo pasado, se desarrollaba en torno al problema de su existencia, o de su falta, en las so-ciedades caracterizadas como primitivas o simples (Hoebel 1954; Malinowski 1969; Radcliffe Brown 1972). En un contexto más cercano, Lygia Sigaud (1996), en sus trabajos sobre la regulación jurídica de conflictos en la zona cañera de Pernambuco, nos advierte sobre la fragilidad del derecho como principio explicativo de la deman-da judicial, y encuentra en el análisis de las dependencias recíprocas, heredero de las conceptualizaciones de Mauss (2009), una vía virtuosa para su problematización. Siguiendo este tipo de conceptualizaciones, la juridicidad de las relaciones de vecin-dad que elaboran estos vecinos no resulta de su codificación jurídica formal/estatal, sino de las maneras concretas en que los actores conciben este tipo de relaciones, en el marco de relaciones de reciprocidad más amplias.

La idea de vecindad se convierte así en una referencia cargada de valor jurídico a partir de la cual evaluar, en cada caso, la naturaleza justa o injusta de lo que se trata. Es esa la referencia en la cual los vecinos se apoyan, incluso compartiendo sentidos, para tratar la situación. De hecho, si se analiza en mayor detalle, el conflicto no de-riva tanto –como podría pensarse desde una perspectiva del derecho clásico– de la mordedura que el perro infligió a la menor, ni de los gastos que estas circunstancias implicaron para la familia requirente, “Yo te voy a decir la verdad, yo, a mí la plata no me interesa”, sino de las maneras en que, ante esta situación, los vecinos ajustaron sus procederes a la idea más amplia de vecindad. “Yo he tratado por todos los medios posibles de acercarme a esta familia, de buena manera, y hasta he dialogado con la mujer de Pérez, para ponernos de acuerdo […] Luego fui a reclamarle por los gastos que me pareció lo más justo, ya que esta familia en ningún momento se acercó a preguntar por la nena, cómo estaba, qué le había pasado”.

Y más adelante Sonia agrega: “Yo lo que quiero que quede claro es que yo no lo denuncié. Yo traté de arreglar todo por las buenas. Es más, yo no fui a hacer qui-lombo a la casa. Espero que se pueda hablar bien y que quede claro que yo no tengo nada en contra de él ni de la familia. Es más, somos vecinos de hace muchos años, quiero tratar de arreglar bien, si es que se puede”.

Estas expresiones cristalizan ciertas distinciones locales organizadas en una sensibilidad legal que es proyectada desde los propios actores en torno a las re-laciones de vecindad, en las cuales sobresale el valor de la relación por sobre los hechos particulares. Ponen de manifiesto que hay buenas y malas maneras de ser vecinos, y así informan sobre modalidades compartidas de concebir la realidad –las relaciones de vecindad, en este caso– a la luz de la cual son evaluados los

Page 70: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

68

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

elementos involucrados. Los vecinos se enfrentan en esta discusión oponiendo sentidos sobre los acontecimientos pero compartiendo sentidos en relación con la vecindad. La discusión se centra en la fidelidad de los términos mordedura o rasguño, sobre quién cortó el diálogo primero, si hubo o no denuncias, o sobre lo previsible o no de lo sucedido. Pero no sobre lo que corresponde a cada parte en el marco de las relaciones de vecindad. De hecho, cada una, a su manera, lo que bus-caba era adecuar lo propio a esa idea compartida de ser buen vecino. La discusión revela concepciones que fijan límites entre lo que resulta esperable y aprobable de un vecino y lo que no puede ser aceptado. “Entre vecinos eso no hace” es la expre-sión nativa que condensa esta distinción.

La vecindad como sensibilidad legal particular, reconocida tanto por el dis-positivo de la mediación como por las partes en conflicto, puede ser explorada a través de diversos caminos analíticos. Uno de ellos es mediante la recuperación de lo que Cardoso de Oliveira (2004) propone para el análisis del tratamiento insti-tucional de pequeñas causas en juzgados especiales en Estados Unidos, Canadá y Brasil. Recuperando la conceptualización mausseana del don (Mauss 2009), el autor propone atender, junto al problema del interés y el derecho, el reconocimiento como una tercera dimensión de fundamental importancia en este tipo de situaciones. En esta modalidad de disputas,

[…] el conflicto parece estar asociado a la ausencia del don, percibida por las partes como un insulto. Esto es, la falta de reconocimiento o los actos de descon-sideración, característicos de la percepción del insulto en los dos casos, podrían ser aprehendidos como situaciones en las cuales la ausencia de don es percibida como la negación, expresada en el rechazo a compartir el hau15 con el socio y, consecuentemente, como la negación del estatus o el rechazo de la identidad del interlocutor. (Cardoso de Oliveira 2004, 28)

La recuperación de este tipo de conceptualizaciones permite insertar en un terreno más amplio las relaciones problemáticas analizadas y, de esa forma, dar in-teligibilidad a otros aspectos vinculados al problema de derecho. Como indica el mismo autor:

En varias circunstancias los actos de intercambio son ritualizados, donde la for-ma prescripta está cargada de significados y sugiere que el cumplimiento de la obligación moral involucrada en esos actos no se agota en la satisfacción de los intereses de las partes (en tener acceso al bien recibido o en instituir una obliga-ción para con el socio), ni en la afirmación de un derecho, sino que requiere la demostración del reconocimiento del valor o mérito del receptor del don. (Car-doso de Oliveira 2004, 27)

La inserción del problema de la sensibilidad legal, que estamos analizando en un marco más amplio de régimen de intercambio social, facilita la comprensión de la situación vecinal recuperada. Las partes involucran dimensiones que van mucho

15 Término maorí que se refiere a la idea de espíritu de las cosas dada bajo forma de regalo.

Page 71: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

69

ME

RI

DI

AN

OS

más allá de lo que podría entenderse desde un enfoque centrado en el derecho y el interés: “Yo te voy a decir la verdad, yo, a mí la plata no me interesa”, indicaba el pa-dre de la niña que había sido agredida por el perro, al mismo tiempo que su esposa reforzaba señalando: “[...] en realidad, te digo de corazón, la plata ya está, ya son gastos que yo tuve”. El problema del reconocimiento, en este caso de la legitimidad del reclamo, enmarcado en el valor de la vecindad como referencia principal (“uno no sabe nunca si va a necesitar algo del otro”), asume aquí un papel destacado.

En el contexto latinoamericano, diferentes trabajos (Sento Sé Mello y Bap-tista 2011; Sento Sé Mello, Mota y Sinhoretto 2013; Kant De Lima 2008) mues-tran que la modalidad institucional con la cual el conflicto está siendo tratado en el caso analizado busca diferenciarse de las maneras tradicionales del sistema judicial. Esto implica que en su despliegue, la mediación comunitaria asume ca-racterísticas particulares que posibilitan la aparición de elementos difícilmente hallables en otros ámbitos. El hecho de que bajo esta modalidad sean las par-tes las que deben encontrar una alternativa justa a sus conflictos posibilita que aspectos como el reconocimiento encuentren mayor espacio que si el mismo fuera tratado en un ámbito más formalizado, como puede ser un juicio oral. En términos de Cardoso de Oliveira (2004), el reconocimiento aparece en el caso discutido como una dimensión de igual importancia que el derecho y los intere-ses. Incluso, el valor de la relación social por encima de los intereses de las partes asume una importancia significativa.

De todas formas, más allá de estas posibilidades, la mediación como dispo-sitivo de regulación de conflictos se organiza sobre la base de lo que Laura Nader (1994) caracteriza como armonía coercitiva, que, en cuanto ideología jurídica, busca unificar la idea de armonía con la de justicia. Esto implica una jerarquización valo-rativa que cohesiona las prácticas y que, en el caso analizado, se expresa cuando la mediadora indica a las partes que no dialoguen más, que no discutan. A lo que las partes replican que no están discutiendo, que quieren arreglar las cosas. Ante lo cual la mediadora agrega, con un tono elevado de voz: ¡pero no se escuchan!

Por otra parte, como indican De Leonardis y Pitch (2010) “como institución, la mediación ofrece un marco cognitivo y normativo representado por los mediadores e impuesto a los mediados. Expresa un determinado conjunto de valores, normas y una ‘visión del mundo’ que a la vez que legitima la mediación, es exportado fuera de ella” (De Leonardis y Pitch 2010, 91) La insistencia de la mediadora en destacar la importancia de reconstruir los vínculos que anteriormente mantenían como vecinos deja ver esta particularidad institucional.

Consideraciones finalesEste trabajo recorrió, a partir de la problematización etnográfica de una situación acontecida en el marco de un centro de mediación comunitaria, diversas articulacio-nes de sentido que los actores elaboraran entre vecindad y justicia y que se cristalizan en un tipo particular de sensibilidad legal. La expresión nativa “entre vecinos eso

Page 72: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

70

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 55-71 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.04

no se hace” condensa parte de esta sensibilidad e informa sobre las distinciones que operan en las situaciones de conflictos como las analizadas.

Para la problematización de esta juridicidad, el trabajo se enfocó desde una perspectiva etnográfica y recuperó dos ejes analíticos principales: la conceptualiza-ción geertziana sobre la sensibilidad jurídica y los aportes elaborados por Cardoso de Oliveira en torno al papel del don en el tratamiento de pequeñas disputas. Me-diante el primer eje se pudo reconocer el aspecto jurídico del problema más allá de su definición formal legal, al mismo tiempo que puso las significaciones vernáculas en el centro del análisis. Por su parte, la propuesta de Cardoso de Oliveira permitió insertar estas relaciones en la problemática más amplia del don como trasfondo de sociabilidad. El señalamiento de que, junto con el problema del interés y el derecho, es necesario abordar el problema del reconocimiento iluminó aspectos que de otro modo hubieran permanecido opacados. Finalmente, el enfoque etnográfico facilitó el análisis y reveló su pertinencia para este tipo de trabajos.

El trabajo permitió, así, reconocer diversos aspectos vinculados a las mane-ras en que la vecindad es concebida como valor jurídico y se enmarca este tipo de relaciones. El reconocimiento de este valor posibilita procesos de elaboración de diferentes distinciones socioculturales que permiten a los actores referenciar hechos, personas y procedimientos. Por su parte, el ámbito en el cual se desarrolló el trabajo de campo obligó a centrarse en la instancia conflictiva de este tipo de relaciones. Si bien esta estrategia analítica contribuyó a la problematización buscada, también implicó dejar de lado otras posibilidades de indagación. En tal sentido, se conside-ra que, a partir de las observaciones sistematizadas en este trabajo, sería necesario ampliar el registro a escenarios en los cuales la vecindad no se encuentre en una fase conflictiva, y poder ampliar nuestra comprensión sobre las maneras en que operan estas sensibilidades legales en la cotidianidad de la vida vecinal.

Referencias1. Achilli, Elena. 2005. Investigar en Antropología Social. Los desafíos de transmitir un oficio.

Rosario: Laborde Editor.2. Boggi, Silvia y Nora Galván. 2008. “Ni chicha ni limonada. Apuntes reflexivos acerca de

las nociones de ciudad media y ciudad intermedia”. Ponencia presentada en el IX Congre-so Argentino de Antropología Social. Posadas.

3. Cappelletti, Mauro. 1993. “Alternative Dispute Resolution Processes Within the Framework of the World-Wide Access-to-Justice Movement”. Modern Law Review 56: 282-296.

4. Caram, María Elena, Diana Teresa Eilbaum y Matilde Risolía. 2006. Mediación. Diseño de una práctica. Buenos Aires: Librería Histórica.

5. Cardoso de Oliveira, Luís. 2004. “Honor, Dignidad y Reciprocidad”. Cuadernos de Antro-pología Social 20: 25-39.

6. De Leonardis, Ota y Tamar Pitch. 2010. “Un mundo horizontal. Las retóricas y las prác-ticas contemporáneas de la mediación”. En: Por una sociología crítica del control social: ensayos en honor a Juan S. Pegorano. Editado por Máximo Sozzo, 79-96. Buenos Aires: Del Puerto.

Page 73: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Entre vecinos eso no se hace Juan Pablo Matta

71

ME

RI

DI

AN

OS

7. Dignan, James. 2005. Understanding Victims and Restorative Justice. Glasgow: Open Uni-versity Press.

8. Garapon, Antoine. 1997. Juez y Democracia –Una reflexión muy actual–. Barcelona: Flor del Viento.

9. Geertz, Clifford. 1994. Conocimiento local. Buenos Aires: Paidós.10. Goffman, Erving. 2004. La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires:

Amorrortu Editores.11. Guber, Rosana. 2001. La etnografía. Método, campo y reflexividad. Buenos Aires: Grupo

Editorial Norma.12. Hoebel, E. Adamson. 1954. The Law of Primitive Man: A Study in Comparative Legal Dy-

namics. Cambridge (Massachusetts): Harvard University Press.13. Kant De Lima, Roberto. 2008. Ensaios de antropologia e de direito: Acesso à Justiça e pro-

cessos institucionais de administração de conflitos e produção da verdade jurídica em uma perspectiva comparada. Río de Janeiro: Lumen Juris.

14. Llobet Rodríguez, Javier. 2005. “Justicia restaurativa en la justicia penal juvenil”. En: Es-tudios sobre Justicia Penal: homenaje al Profesor Julio B. J. Maier. Editado por D. Baigún, 873-885. Buenos Aires: Editores del Puerto.

15. Malinowski, Bronislaw. 1969. Crimen y costumbre en la sociedad salvaje. Barcelona: Ariel.16. Matta, Juan Pablo. 2013. “Intercambios, moralidades y conflictos”. Intersecciones en An-

tropología 14 (1): 171-182.17. Mauss, Marcel. 2009. Ensayo sobre el don. Forma y función del intercambio en las socieda-

des arcaicas. Buenos Aires: Katz.18. Nader, Laura. 1994. “Harmonia coerciva: a economia política dos modelos jurídicos”. Re-

vista Brasileira de Ciências Sociais 29 (9): 18-29.19. Nató, Alejandro, María G. Rodríguez y Liliana Carbajal. 2006. Mediación comunitaria.

Conflictos en el escenario social urbano. Buenos Aires: Editorial Universidad.20. Radcliffe Brown, Alfred. 1972. Estructura y función en la sociedad primitiva. Barcelona:

Península.21. Rockwell, Elsie. 2009. La experiencia etnográfica: historia y cultura en los procesos educa-

tivos. Buenos Aires: Paidós.22. Sento Sé Mello, Kátia y Bárbara Gomes Luppetti Baptista. 2011. “Mediação e conciliação

no judiciário: dilemas e significados”. Dilemas: Revista de Estudos de Conflito e Controle Social 4 (1): 97-122.

23. Sento Sé Mello, Kátia, Fabio Reis Mota y Jacqueline Sinhoretto. 2013. Sensibilidades jurí-dicas e sentidos de justiça na contemporaneidade: interlocução entre Antropologia e Direito. Coleção Antropologia e Ciência Política 54. Niterói: Editorial de la UFF.

24. Sigaud, Lygia. 1996. “Derecho y coerción moral en el mundo de los ingenios”. Estudios Históricos 9 (18): 361-388. Traducido por María Victoria Pita y María José Sarrabayrouse.

Page 74: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 75: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas”: encrucijadas del multiculturalismo en la ciudad de Cali, Colombia | 75-90Mateo Pazos Cárdenas

Lo natural y lo humano: la construcción de realidad entre los estamentos negros del Virreinato de la Nueva Granada | 91-108Jaime Andrés Peralta

P A R A L E L O S

Page 76: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 77: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

75

PA

RA

LE

LO

S

Industrias culturales “afropacíficas”: encrucijadas del multiculturalismo en la ciudad de Cali, Colombia*

Mateo Pazos Cárdenas**

Universidad Nacional Autónoma de MéxicoInvestigador Universidad Libre, Seccional Cali (Colombia)

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05Artículo recibido: 11 de mayo de 2015; aceptado: 3 de agosto de 2015; modificado: 24 de agosto de 2015.

Resumen | Este artículo analiza la incursión de los proyectos de industrias culturales en distintos escenarios de la ciudad de Cali (Colombia) y su vincu-lación con la diversidad cultural afrocolombiana, al ser ésta un fuerte compo-nente sociodemográfico y cultural de la ciudad. Esto proceso ha sido fomen-tado por la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad –organismo adjunto a la Alcaldía de Cali– desde 2008, y poco a poco ha intentado consolidar su propuesta ideológica y praxeológica articulando la oferta cultural de esta urbe con las intenciones de generar espacios de producción económica aso-ciados principalmente a los sectores de comercio y servicios, y a la vez, con el discurso multicultural del Estado-nación colombiano. La argumentación del artículo se construyó a través de una metodología de corte documental, recu-perando informes y estudios del archivo público de la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad y tomando como caso de análisis el Festival de Músicas del Pacífico “Petronio Álvarez”. La argumentación propuesta demuestra que estos proyectos presentan diversas tensiones en su puesta en práctica y han invisibilizado las experiencias de las poblaciones afrocolombianas de la ciu-dad que intentan insertarse en éstos, siendo planteados por el Estado-nación con el fin de generar beneficios condicionados y sectorizados.

Palabras clave | Multiculturalismo, industria cultural (Thesaurus); afrocolom-bianos(as) del Pacífico, antropología urbana, Cali (palabras clave del autor).

* Este artículo proviene de la investigación: “Expresiones del multiculturalismo en dos festivales musicales afrolatinoamericanos: el Festival de Músicas del Pacífico ‘Petronio Álvarez’ en Cali (Colombia) y el Festival Internacional Afrocaribeño en Veracruz (México)”, financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt, México).

** Candidato a Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México. Entre sus últimas publicaciones están: “Música(s) e identidad(es): tradición y modernidad en el Festival de Músicas del Pacífico Petronio Álvarez”. Revista A Contratiempo 24, 2014. *[email protected].

Page 78: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

76

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

“Afro-Pacific” Cultural Industries: Crossroads of Multiculturalism in Cali, Colombia

Abstract | This article analyzes the incursion of cultural industry projects in various scenarios in the city of Cali (Colombia) and their linkage with Afro-Colombian cultural diversity, which is one of the city’s strongest so-cio-demographic and cultural components. The municipal Secretariat of Cul-ture and Tourism has fomented this process since 2008 and has gradually sought to strengthen the ideological and praxeological proposal. It has done this by articulating the city’s cultural offerings with efforts to create economic opportunities in the trade and services sectors and, simultaneously, with the multicultural discourse of the Colombian nation-state. The argumentation of the article was constructed through a documentary methodology, recovering reports and studies from the public archives of the Secretariat of Culture and Tourism, and taking the “Petronio Alvarez” Pacific Music Festival as the case for analysis. The article demonstrates that diverse tensions arise in implemen-ting these projects which overlook the experiences of the city’s Afro-Colom-bian populations who are trying to participate, since they have been designed by the nation-state in such a way as to condition and sectorize the benefits.

Keywords | Multiculturalism, cultural industry, (Thesaurus); Afro-Colom-bians from the Pacific coast, urban anthropology, Cali (author’s keywords).

Indústrias culturais “afro-pacíficas”: encruzilhadas do multiculturalismo na cidade de Cali, Colômbia

Resumo | Este artigo analisa a incursão dos projetos de indústrias culturais em diferentes cenários da cidade de Cali (Colômbia) e sua vinculação com a diversidade cultural afro-colombiana ao ser esta um forte componente so-ciodemográfico e cultural da cidade. Esse processo tem sido fomentado pela Secretaria de Cultura e Turismo da cidade —organismo adjunto à Prefeitura de Cali— desde 2008, e pouco a pouco tem tentado consolidar sua proposta ideológica e praxeológica articulando a oferta cultural dessa urbe com as in-tenções de gerar espaços de produção econômica associados, principalmente, com os setores do comércio e serviços, e, ao mesmo tempo, com o discurso multicultural do Estado-nação colombiano. A argumentação deste artigo foi construída por meio de uma metodologia de corte documental, na qual se recuperou relatórios e estudos do arquivo público da Secretaria de Cultura e Turismo da cidade e tomou como caso de análise o Festival de Músicas do Pacífico “Petronio Álvarez”. A argumentação proposta demonstra que esses projetos apresentam diversas tensões em sua prática e têm invisibilizados as experiências das populações afro-colombianas da cidade que tentam se in-serir neles, e são apresentados pelo Estado-nação a fim de gerar benefícios condicionados e setorizados.

Palavras-chave | multiculturalismo (Thesaurus); indústrias culturais, afro-co-lombianos(as) do Pacífico, antropologia urbana, Cali (palavras-chave do autor).

Page 79: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

77

PA

RA

LE

LO

S

En este artículo parto de una hipótesis: la aproximación a las expresio-nes culturales de las poblaciones afrodescendientes por parte del Esta-do-nación colombiano en la contemporaneidad está mediada por la im-bricación de estas prácticas con los proyectos de patrimonio cultural y, más recientemente, con los de industrias culturales. Esta idea se justifica

en la reinterpretación que ha dado el Estado a las culturas populares del país, vistas como un lastre que impedía el desarrollo de las naciones durante el siglo XIX y una buena parte del XX, por su asociación con los valores “inferiores” de las poblacio-nes indígenas y afrodescendientes (situación generalizada para la región de América Latina durante el mismo período; ver Andrews 2007). A finales de los años ochenta del siglo pasado, esta visión se transforma con la entrada de dos proyectos concretos a la región latinoamericana: por un lado, el proyecto multicultural de fomento y aceptación de la diversidad cultural inherente a las sociedades que conforman los países latinoamericanos, y por otro, el proyecto económico-político neoliberal. Si-guiendo la lógica de pensamiento multicultural, las expresiones populares pasan a ser apropiadas e incorporadas a la sociedad nacional bajo la idea de que pervivan y sean protegidas, pero, siguiendo la lógica de pensamiento y acción neoliberal, con la condición de que su existencia se traduzca en réditos productivos para las naciones; es decir, la cultura debe ser “puesta a funcionar”.

En sintonía con esta hipótesis, en este artículo desarrollo una discusión al-rededor de la reciente incursión de los proyectos de industrias culturales en los es-cenarios políticos, económicos y socioculturales de la ciudad de Cali (Colombia), en los que se busca capitalizar la diversidad cultural propia de la ciudad (representada principalmente en las expresiones culturales afrocolombianas de la región del Pacífi-co, denominadas “afropacíficas” en este texto) como motor de desarrollo económico, industrial y de servicios de la misma. Para ello, se toma como ejemplo de análisis de caso uno de los eventos más significativos en el escenario cultural contemporáneo de la ciudad: el Festival de Músicas del Pacífico “Petronio Álvarez”.

La argumentación es construida con base en una estrategia metodológica de revisión de informes y documentos del archivo público de la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad de Cali, analizando materiales relacionados con la articula-ción de los eventos “afroculturales” que se realizan en esta urbe y los proyectos de industrias culturales fomentados por las instituciones estatales locales y nacionales. En esta revisión documental se prestó especial atención a los llamados “informes de gestión” o “informes de resultados” de dichos eventos (informes que aparecen en este archivo con mayor recurrencia a partir de 2008, situación que será explicada más adelante), así como a los documentos relacionados de manera específica con el Festival de Músicas del Pacífico “Petronio Álvarez”. Dado que la coherencia ar-gumentativa del artículo está construida a partir de esta revisión documental, no se incluyó el análisis de los resultados generados por otras estrategias metodológicas que evidencian las “voces nativas” de los sujetos insertos en tales dinámicas. Aunque dicha situación puede tomarse como una falencia metodológica del presente docu-

Page 80: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

78

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

mento, la decisión de privilegiar unas fuentes sobre otras responde a la necesidad de analizar críticamente las bases epistemológicas sobre las que están construidas estas políticas –tanto públicas como privadas–1.

El artículo se desarrolla en cuatro apartados. En el primero, contextualizo la discusión sobre las industrias culturales y la patrimonialización de expresiones culturales “afrodiversas”, en el marco del multiculturalismo colombiano y la ciudad de Cali. En el segundo, describo las diferentes estrategias de articulación del Festival “Petronio Álvarez” con los proyectos de industrias culturales en la ciudad de Cali. En el tercero, analizo las tensiones que se presentan alrededor de algunos procesos del Festival, al ser vinculados a estos proyectos por parte de la Alcaldía de la ciudad. En el último, planteo algunas reflexiones finales a modo de conclusión.

Aproximaciones teóricas para entender el proyecto de industrias culturales en el contexto del Estado-nación multicultural colombiano y la ciudad de CaliPara comprender el panorama de discusión sobre el multiculturalismo en Colombia es necesario mencionar el escenario regional latinoamericano de reformas constitucio-nales a finales del siglo XX (por mencionar algunos casos: Brasil, en 1988; Colombia, en 1991; México, en 1992, y Ecuador, en 1998) que declaran a estos Estados-nación como pluriétnicos y multiculturales, diferenciándose de sus constituciones políticas anteriores, que en buena parte apuntaban a ideales de nación decimonónicos, de corte monocultural y declaradamente católicos. La aceptación de este discurso multicultural implicó una serie de promulgaciones de políticas públicas y la creación de un marco legal que se encargara de regular y, en teoría, hacer cumplir los derechos y deberes que se les otorgaban a las comunidades representantes de esta diversidad cultural en su acción social y política dentro del marco de un Estado-nación.

La idea del multiculturalismo ha calado en buena parte de los Estados-nación latinoamericanos, en la medida en que reconoce y acepta las diferencias culturales para homogenizar y centralizar el ejercicio de poder sobre las personas que están bajo su jurisdicción político-administrativa, que pasan a llamarse genéricamente ciudadanos (Gros 2000; Segato 2007). De acuerdo con estos dos autores, en el mar-co de los diferentes movimientos sociales de comunidades indígenas y afrodescen-dientes del país y de las reformas políticas de finales del siglo XX, el Estado-nación necesita constituir, reconocer y legitimar un sujeto étnico con el cual dialogar y al cual administrar (en vez de erradicar, objetivo primordial en décadas anteriores), por lo que debe modificar tanto su aparato burocrático como legislativo. El multi-culturalismo es entendido como un discurso orientado, por un lado, a la domesti-cación de la diversidad cultural por parte de las élites mestizas hegemónicas de las naciones latinoamericanas, para ejercer una dominación efectiva y simbólica sobre

1 Para una mayor ampliación y caracterización de las diversas aristas que surgen al recurrir a técnicas como la entrevista para soportar y/o contrastar los análisis del presente texto, sugiero consultar la tesis que he presentado para optar al título de magíster en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (Pazos Cárdenas 2015), documento del cual se desprende este artículo.

Page 81: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

79

PA

RA

LE

LO

S

la representación, interlocución e inclusión de esta diversidad en el Estado-nación latinoamericano (De Carvalho 2004). Por otra parte, está orientado a la construc-ción de políticas estatales que regulen las relaciones entre las alteridades indígenas y afrodescendientes y el Estado promulgador de las mismas.

Partiendo de este panorama, retomo la idea inicial planteada, según la cual, a partir de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, se impulsan los proyectos de patrimonialización de diferentes tradiciones populares “culturalmente diversas” y la posterior vinculación de éstas con el discurso de industrias culturales. Sobre el tema del patrimonio cultural, una definición formal se refiere al “conjunto de manifestacio-nes culturales materiales e inmateriales que una sociedad hereda, interpreta, dota de significado, se apropia, disfruta, transforma y transmite” (Pizano et al. 2004, 28). Esta definición, sin embargo, se presenta sin los conflictos y tensiones que ocurren a la hora de declarar “patrimonio” de una nación un hecho social, invisibilizando el proceso a través del cual el Estado ejerce su poder, al definir y legislar lo que es relevante de ser considerado como tal y, por tanto, ser protegido y fomentado (Villaseñor y Zolla 2012). Este proceso presenta una paradoja dentro de las mismas leyes expedidas por el Estado colombiano, en la medida en que mientras la normatividad de patrimonializa-ción exige una salvaguardia y protección de las expresiones culturales frente a la mer-cantilización de las mismas (Decreto 763 de 2009), otras publicaciones del Ministerio de Cultura mismo enfatizan en la necesidad de enlazar lo patrimonial con lo turístico, con el emprendimiento empresarial y las industrias culturales, con la exhortación a di-ferentes instituciones estatales (ministerios, ICANH, Colciencias, universidades públi-cas) a promover la investigación académica con este tipo de enfoques (ver Ministerio de Cultura 2010; Chaves, Montenegro y Zambrano 2010).

Las expresiones culturales que pasan por un proceso de patrimonialización de-ben matizar sus características más particulares (étnicas, de género, de región) para que puedan ser aprehensibles y significantes por una mayor cantidad de personas dentro de un mismo país, personas que son externas a las comunidades portadoras o “productoras” de estas expresiones (Ochoa 2003; ver también Chaves, Montene-gro y Zambrano 2010; Villaseñor y Zolla 2012). Al pensar en el tema particular de la patrimonialización de prácticas culturales de comunidades afrodescendientes, es necesario dar cuenta del proceso de “fetichización” (De Carvalho 2003 y 2004; An-drews 2007) que éstas han vivido en el mundo occidental moderno, pasando algunas de ellas de ser anteriormente despreciadas en contextos urbanos o de clases altas, a ser en la actualidad relevantes en cuanto al consumo masivo.

Recientemente, se ha intentado imbricar los procesos de patrimonialización del Estado-nación multicultural colombiano con los proyectos de industrias cultu-rales. El concepto “industria cultural” fue acuñado por Max Horkheimer y Theo-dor Adorno a mediados del siglo XX y retomado en la década de los setenta por la Unesco, suavizando la crítica política que traía consigo la definición original de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, al eliminar la diferenciación entre cultura de masas y cultura de élite y el análisis de la estandarización de la cultura mediante

Page 82: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

80

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

su reproducción masiva. El término ha sido analizado desde diferentes posturas: algunas defensoras del concepto y sus utilidades (García Canclini 1999; Martín Barbero 2000), otras enfáticas en las críticas a la despolitización del concepto mis-mo en beneficio de las lógicas del capitalismo moderno (Narváez Montoya 2008; Chaves, Montenegro y Zambrano 2010). En este momento, recupero la definición de la industria cultural como “la organización de la producción, la distribución, la circulación, el intercambio y el consumo de bienes y servicios culturales en forma de empresa capitalista, independientemente del sistema técnico utilizado. Es la racionalización productiva de la cultura, por oposición a la espontaneidad de la cultura común” (Narváez Montoya 2008, 38).

Para el Ministerio de Cultura de Colombia, las industrias culturales tienen un “inmenso” poder económico del cual, según esta entidad, se desprenden manifesta-ciones como la identidad, la memoria y la participación social (Ministerio de Cul-tura 2003). Siguiendo esta línea argumentativa, las industrias culturales se asumen como determinantes/condicionantes de la cultura misma. Esta “nueva utilidad so-cial de la cultura” (Ministerio de Cultura 2010, 398) busca generar cadenas producti-vas alrededor de las industrias culturales y a la vez generar procesos de identificación y pertenencia de ciertos grupos poblacionales “excluidos”, hacia una vinculación a la gran sociedad –y economía– nacional.

En la ciudad de Cali, la incursión de los proyectos de industrias culturales lo-gró resonancia en los diferentes escenarios de la ciudad a través del plan de gobierno de la alcaldía de Jorge Iván Ospina (2008-2011) con la puesta en marcha del proyecto “Industrias culturales, motor de desarrollo socioeconómico de Cali (2009-2012)”, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo y uno de sus organismos filia-les, el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), con un monto total de inversión de US$3’400.0002. El objetivo general de este proyecto obedeció a la idea de contri-buir al progreso socioeconómico de la ciudad de Cali, impulsando y posicionando las industrias culturales como una nueva fuente de desarrollo y de oportunidades a través de la cooperación de los sectores público y privado; esto teniendo en cuenta el peso de las industrias culturales en el PIB de Cali –entre el 1,01% y el 1,22%– y el aporte del área de “la cultura” de la ciudad en el PIB “cultural” del país –entre el 3,3% y el 4%– (Alonso Cifuentes et al. 2010). Este proyecto ha continuado su funciona-miento con la siguiente alcaldía de la ciudad (a cargo de Rodrigo Guerrero, 2012-2015), tomando cada vez más fuerza a través de eventos culturales relacionados con expresiones afrocolombianas (particularmente, las “afropacíficas”) que tienen lugar en la ciudad, como el Festival de Músicas del Pacífico “Petronio Álvarez”, el Festival Mundial de Salsa y el “salsódromo”, en el marco de la Feria de Cali3.

2 El BID y el FOMIN financiaron el 60% del presupuesto del proyecto. El resto fue aportado por los otros orga-nismos vinculados al mismo: la Alcaldía de la ciudad, la Cámara de Comercio de Cali, la caja de compensación Comfandi, la Universidad Icesi y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

3 El “salsódromo” es el evento inaugural de la Feria de Cali, creado en 2008, consistente en un desfile de va-rias de las más reconocidas escuelas de salsa que operan en la ciudad, a lo largo de casi kilómetro y medio

Page 83: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

81

PA

RA

LE

LO

S

Industrias culturales y empresas multiculturales en el Festival de Músicas del Pacífico “Petronio Álvarez”

El Festival “Petronio Álvarez” es un evento que se realiza anualmente en la ciudad de Cali, desde 1997, en el que se presentan diferentes expresiones culturales (musi-cales, en un principio) propias de las poblaciones afrodescendientes de la región del Pacífico colombiano (departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño). El Festival ha tenido una expansión y un crecimiento en popularidad, agrupaciones musicales concursantes, masividad, asistencia y significación (tanto para la ciudad de Cali y sus habitantes como para la región del Pacífico) verdaderamente exorbitan-tes: de acuerdo con las cifras encontradas en los informes de resultados del evento, al primer festival (realizado en 1997) asistieron 3.000 personas, mientras que al día final del concurso de 2014 asistieron 140.000 personas.

Frente a la importancia que ha tomado el evento para Cali, la Alcaldía de la ciudad (que es el organismo estatal encargado de la organización del Festival a través de su Secretaría de Cultura y Turismo) ha capitalizado en los años más recientes la simbología y significación que el “Petronio” ha ganado entre los habitantes de la urbe, y constantemente las ha utilizado con fines políticos y económicos. Esta situación se presenta, concretamente, desde la llegada a la Alcaldía de Cali de Jorge Iván Ospina, quien ejerció como gobernante máximo de la ciudad entre 2008 y 2011 y se preocupó por darle relevancia local y regional al Festival, vincularlo con los proyectos de indus-trias culturales y, además, asociarlo continuamente con su proyecto político personal4. La intención más relevante en este nuevo enfoque hacia el que es redirigido el Festival es dar cuenta de una fiesta que ya no es relevante en el plano sociocultural única y ex-clusivamente para la población afrodescendiente, sino para todos los habitantes de la ciudad de Cali, sea cual sea su autoidentificación étnica o cultural: “Este es el éxito del Petronio. La población afro se siente tratada con dignidad e identificada culturalmen-te, y la fiesta deja de ser patrimonio de los afros para convertirse en un evento de todos los caleños” (Alcaldía de Santiago de Cali 2009, 20)5.

por una de las autopistas más grandes de la urbe (la Autopista Sur-Oriental). La importancia del complejo musical de la salsa en la ciudad es reconocida internacionalmente. En la actualidad, de acuerdo con el Plan de Gestión de la Alcaldía 2011-2015, Cali cuenta con más de noventa orquestas locales intérpretes del género, cerca de ochenta escuelas de baile de salsa y sus diferentes estilos, y alrededor de nueve mil bailarines profesionales. Los procesos referentes a la vinculación de la “industria de la salsa” con las indus-trias culturales en Cali no serán caracterizados en este artículo por cuestiones de límite de extensión del mismo, pero es importante mencionarlos como uno de los espacios del despliegue de estos proyectos en el escenario cultural y económico contemporáneo de la ciudad. Como dato complementario, a principios de 2015, el alcalde de la ciudad, Rodrigo Guerrero, presentó al presidente del país, Juan Manuel Santos, los planos y presupuestos para la construcción de un “bailódromo”, escenario pensado especialmente para este tipo de eventos culturales, con un aforo aproximado de 70.000 personas.

4 “El Petronio Álvarez […] es un espacio extraordinario para hacer inclusión y construcción de cultura ciudadana; para crear identidad, a la vez que representa un punto estratégico para mostrar la Cali que ha estado oculta, marginada y que no ha tenido presencia, pero que en la presente Alcaldía del Doctor Jorge Iván Ospina sí la tiene y lo logra con altura” (Alcaldía de Santiago de Cali 2009, 20).

5 También se ha realizado una constante asociación del evento con la paz. Además del evidente juego se-mántico de las palabras “paz” y “Pacífico”, la organización del Festival ha fomentado la idea de que ex-

Page 84: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

82

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

Además de las proyecciones de ampliación de públicos a los que se dirige el “mensaje” del Festival a través del discurso multicultural, también se plantea la in-troducción del proyecto de industrias culturales como otra propuesta vinculada al “Petronio”, que busca integrar las expresiones culturales “afro” performatizadas en este espacio (y las personas que las portan o las “producen”) a las lógicas de la econo-mía local, regional y nacional; al mismo tiempo, y en teoría, lograr un mayor vínculo de estas comunidades con la sociedad nacional en cuanto a la visibilización e inclu-sión social. A partir de 2008 y hasta la actualidad, se articula un complejo comercial a las afueras del espacio de las presentaciones musicales del evento, en el cual se venden los licores tradicionales de diferentes zonas de la región del Pacífico, diversos productos gastronómicos típicos de la región, así como artesanías y productos ma-nufacturados que tienen una “influencia cultural” de estas tradiciones específicas. A continuación describiré brevemente los aspectos más relevantes de estos procesos.

La muestra artesanal, en un principio, era un pequeño espacio ubicado al frente de la zona de comidas, que ha tenido un crecimiento constante con el paso de los años: en 2009 apenas se presentan ocho puestos, mientras que en 2010 hay cincuenta, y en la edición de 2012 se inscriben más de cien stands, que incluyen principalmente prendas de vestir (turbantes, sombreros, bolsos) y objetos de de-coración para hogares. De acuerdo con el Informe de Gestión del Proyecto “In-dustrias culturales-Gastronomía y Muestra Artesanal” (2010) de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali, el objetivo de esta muestra es fortalecer el empren-dimiento y la industria cultural, generar sentido de pertenencia por la ciudad y venderla como destino turístico cultural. El costo de la inscripción a esta muestra oscila entre 200.000 y 300.000 pesos por puesto, y, según el mencionado informe, las ventas individuales son, en promedio, de un millón de pesos durante los días de realización del Festival. Para 2011, según la página web del “Petronio”, se to-talizaron ventas en el complejo comercial del evento por 2.500 millones de pesos (1.400 millones en comidas, 800 millones en bebidas y 370 millones en artesanías). Es evidente que, a pesar de la variedad de productos que ofrecen los expositores participantes en esta muestra, esta parte es la que menos ganancias produce, en la que menos gastan los asistentes al Festival.

En lo referente a la muestra gastronómica, se puede describir como “mini-co-cinas” que venden diferentes productos: desde bocaditos para el antojo hasta almuer-zos completos, así como venta de bebidas tradicionales de la región del Pacífico (tan-to alcohólicas como no alcohólicas). Esta sección del Festival también ha tenido un crecimiento constante, al pasar de ocho tascas gastronómicas en 2009 a alrededor de treinta en 2012. El precio de inscripción para la muestra oscila entre 300.000 y

presiones culturales como las músicas afrodescendientes del Pacífico colombiano son una opción para la vinculación e inclusión de estas comunidades de una manera “pacífica” a las dinámicas propias del multiculturalismo de la ciudad de Cali y del Estado-nación colombiano, como respuesta a las vejaciones que han vivido estas poblaciones en medio del conflicto armado que se ha desarrollado en el país durante más de sesenta años (ver Birenbaum 2006 y 2012).

Page 85: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

83

PA

RA

LE

LO

S

400.000 pesos por puesto, siendo principalmente mujeres cocineras afrocolombia-nas (llamadas por la organización del Festival “empresarias gastronómicas y cultura-les”) las personas que se inscriben como participantes en este sector.

En lo relativo a los intérpretes musicales que hacen parte del concurso mu-sical del Festival, la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad ha elaborado convenios con instituciones como el SENA, la Cámara de Comercio de Cali y el Ministerio de Cultura para ejecutar talleres de capacitación y formación en cons-trucción y ejecución de instrumentos musicales usados en la interpretación de las tradiciones musicales que el Festival pretende exponer; esto con la intención de “formalizar” la actividad profesional y laboral de las personas participantes en los procesos articulados alrededor del evento, otorgándoles certificados e incluso, en algunos casos, diplomas de estudios técnicos, a través del SENA. Así mismo, desde 2008 se efectúa paralelamente al Festival una rueda de negocios apoyada por el Ministerio de Cultura de Colombia y REDLAT (Red de Promotores de Latinoa-mérica y el Caribe), en la que agrupaciones musicales participantes en el Festival logran establecer contactos y contratos con empresarios culturales de diferentes ciudades del país y también de otros países para realizar presentaciones musicales en eventos, festivales o ferias, tanto a nivel nacional como internacional. A par-tir de 2013, este evento cambió su nombre por “Mercado Musical del Pacífico”, aunque mantiene el mismo objetivo de negociación y circulación de propuestas musicales vinculadas al Festival y a la región.

Para finalizar este apartado, es pertinente mencionar que desde 2010, la Alcal-día de Cali fomenta el proyecto “Emprendimiento e industrias culturales” a través de la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad, siendo éste parte del macropro-yecto mencionado antes, el cual es financiado por el BID y otras instituciones, tanto nacionales como internacionales, privadas y públicas. A través de este proyecto se realizan estudios de medición del impacto económico del Festival en la ciudad, que se preocupan por establecer las dinámicas comerciales que se articulan alrededor del evento (tanto formales como informales –por ejemplo, vendedores de comidas rápi-das a las afueras del evento–) y las estrategias de creación de públicos y espectadores a través del mercadeo cultural. Todas estas acciones apuntan hacia la construcción de la imagen de Cali como una ciudad cultural y multicultural que al mismo tiempo es capaz de poner a funcionar económicamente toda esa riqueza cultural a través de la conformación de “empresas multiculturales” (Ministerio de Cultura 2002).

Encrucijadas en la producción de la diversidad “afropacífica” en la ciudad de Cali como industria culturalEl Festival “Petronio Álvarez” es un ejemplo de los espacios en los que la diversidad cultural “afro” de la ciudad de Cali intenta insertarse en los proyectos de industrias culturales, articulada como “etnodiversidad”, entendido este concepto, según Biren-baum (2009), como el conjunto discursivo y estructural, el campo de significación en el que la otredad cultural adquiere un valor. En este caso, esta diversidad cultural

Page 86: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

84

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

“afro” es representada por los habitantes de la ciudad cuyas familias (o ellos mismos) provienen de la región del Pacífico colombiano, por lo que sería más conveniente hablar de diversidad cultural “afropacífica”, y, dado que estas prácticas culturales son referidas al conjunto poblacional afrocolombiano, se propone complementar el con-cepto de “etnodiversidad” con el de “afrodiversidad”.

Las intenciones de instaurar y fomentar la creación de empresas articuladas a la “etnodiversidad”/“afrodiversidad” presente en la ciudad de Cali pueden asociarse al concepto propuesto por los antropólogos Jean y John Comaroff (2011) de “etnicidad S. A.”. Para estos autores, la aparición de la etnicidad S. A. (o “etnicidad-empresa”) implica un proceso dialéctico: por un lado, la constitución de una identidad étnica como un ideal homogéneo, y, por otro lado, la transformación en mercancía de sus productos y prácticas culturales. Este proceso está estrechamente ligado a la historia contemporánea del capitalismo, en la que el Estado-nación busca establecer un suje-to emprendedor capaz de formar empresa (en este caso, una “empresa multicultural” o “etno-empresa”) frente a la creciente desregularización de la economía nacional por parte del aparato estatal, y en la que, además, hay una fuerte globalización de las economías, de la diversidad y del deseo (Comaroff y Comaroff 2011).

Siguiendo esta lógica, las poblaciones afrodescendientes del Pacífico colom-biano que pretenden vincularse a las dinámicas de industrias culturales propuestas por el Estado-nación en la ciudad de Cali son entendidas como sujetos “libres” capa-ces de construir su propio futuro económico, entendiendo que el Estado neoliberal ya no necesariamente tiene que velar más por su sostenibilidad en este aspecto de la vida social. Sin embargo, aunque el Estado no se responsabiliza por el bienestar económico de sus ciudadanos, sí genera “las condiciones” para que, en el caso de las poblaciones afrocolombianas, surjan estas “etno-empresas”, que, además, deben capitalizar lo más importante que poseen –su diversidad cultural “exótica”– para agregar un plusvalor a la mercancía o el servicio que ofrecen y, así, insertarse en las dinámicas propias de la economía nacional, contribuyendo a su propio “desarrollo” y al desarrollo de la región Pacífica del país6.

Estos procesos no están exentos de tensiones y contradicciones en su eje-cución y puesta en práctica en el escenario cultural y comercial de la ciudad de Cali. Para el caso del Festival “Petronio Álvarez”, estas tensiones aparecen en las mencionadas muestras gastronómicas y artesanales que se realizan en el marco del evento e involucran a las personas que pretenden participar en ellas. Estas personas deben pagar su inscripción a estos escenarios y no tienen garantizado el hospedaje ni el transporte a la ciudad de Cali, por lo que, en caso de no vivir en la ciudad, deben asegurar una buena cantidad de dinero para solventar sus gastos durante la duración del evento. Teniendo en cuenta que las poblaciones

6 En otro nivel de análisis, estos procesos implican un “blanqueamiento” (Wade 2002; Ochoa 2003; Andrews 2007) de varios de los elementos culturales propios de las poblaciones afrocolombianas, a fin de poder ser “más aptos” para el consumo por parte de los ciudadanos del país que no se autoadscriben originalmente a estos grupos étnicos ni a sus prácticas culturales “diversas”.

Page 87: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

85

PA

RA

LE

LO

S

afrocolombianas de la región del Pacífico colombiano viven en condiciones eco-nómicas considerablemente precarias, en comparación con la mayoría de los habitantes de zonas urbanas del resto del país, es evidente que la muestra gastro-nómica y artesanal es pensada principalmente para los “empresarios” afrodes-cendientes habitantes de Cali.

Además, en 2012 se presentaron problemas con las personas participantes en la feria gastronómica, pues el día del inicio del evento, las cocinas de los puestos estaban sin gas y sin energía, razón por la que se pudrieron muchos mariscos y pes-cados que necesitaban refrigeración inmediata. Las cocineras debieron improvisar espacios comunitarios para poder elaborar sus productos, lo que generó desorden y hacinamiento7. El último día del Festival, la Policía ordenó el cierre y desalojo del “complejo cultural” del “Petronio” a las seis de la tarde, cuando el permiso inicial por parte de la Alcaldía era hasta las once y treinta de la noche, lo que influyó en grandes pérdidas en ventas de “las empresarias gastronómicas”. Estos problemas generaron una protesta conjunta por parte de varias de las personas participantes de la muestra gastronómica el último día del Festival ante el inminente cierre del espacio, por el incumplimiento de acuerdos pactados con la Alcaldía y la Secretaría de Cultura y Turismo para la realización de la muestra; voceros de la Secretaría se comprometie-ron, firmando un acta ese mismo día, a devolver a estas personas los 400.000 pesos de inscripción por el stand que habían pagado previamente al inicio del evento.

La producción de estas expresiones culturales “etnodiversas”/“afrodiversas” en la ciudad de Cali, en el marco de los proyectos de industrias culturales, se corres-ponde con el llamado “etno-boom” (Arocha 2005)8, que invisibiliza las condiciones de marginación y exclusión históricas a las que se han enfrentado las poblaciones afrocolombianas (a nivel de la ciudad de Cali pero también a nivel nacional) y sim-plifica sus expresiones culturales (musicales, principalmente, pero también hemos visto que se amplía este espectro hacia lo gastronómico y lo artesanal, e incluso a lo dancístico y lo corporal) a un papel “exótico” y seductor, que busca mostrarlas como una posibilidad de generar beneficios económicos, al ser entendidas como empresas y convertirlas en tales, pero que a la vez perpetúa la imagen de una identidad y cultu-ra afrocolombianas que se encasillan en los estereotipos asignados en el país a estas poblaciones desde el período colonial y que han pervivido durante los siglos XIX y XX, e incluso hasta la actualidad9.

7 Similar situación ocurrió en el “Día del Pacífico” de la Feria de Cali de 2014. El “Día del Pacífico” se institu-cionalizó, en el marco de las actividades culturales de la Feria desde el año 2000, como un espacio en el que se realizan presentaciones musicales y venta de productos alimenticios, licores y artesanías “tradicionales” de esta región.

8 De acuerdo con Jaime Arocha (2005), el “etno-boom” hace referencia a la promoción cultural y mediática de los patrimonios inmateriales de poblaciones afrodescendientes e indígenas en Colombia, siendo éste un proceso de ninguneo, exaltación paternalista y trivialización de universos simbólicos que responde a las lógicas del conflicto armado colombiano, en medio de los contextos multiculturales.

9 Para un análisis sobre los discursos sobre la inferioridad racial y cultural de las poblaciones afrodescen-dientes en Colombia en los siglos XIX y XX, ver Wade (2002) y Birenbaum (2006).

Page 88: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

86

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

Estos estereotipos (entendidos, según Hall [1997], como un juego de saber-po-der que clasifica de acuerdo con la norma y construye lo excluido como “otro”) de las comunidades afrocolombianas se encuentran materializados en prácticas y políticas, tanto públicas como privadas, que evidencian el racismo estructural del Estado-na-ción colombiano y que reproducen condiciones de vida extremadamente desiguales y precarias para estas poblaciones respecto al resto de la población colombiana. Se-gún cifras del Observatorio de Discriminación Racial de las Naciones Unidas –basa-das en el censo nacional realizado por el DANE en 2005–, la mortalidad infantil de la niñez afrocolombiana casi duplica la del resto de la población; el 12% de la población afrocolombiana ha sufrido el desplazamiento forzado; el 60% vive en la pobreza; apenas el 49% está afiliada a algún sistema de salud, y el porcentaje de desempleo es 40% más alto que el del resto de la población del país. Esto se corresponde con el caso de la ciudad de Cali: de acuerdo con el PIU (Plan Integral Único de Atención a la Población Desplazada) de la Secretaría de Salud Municipal (2011), el 50% de la población que llega a la ciudad en condición de desplazamiento es afrodescendien-te, y el 75% de la población afrocolombiana vive en las comunas que concentran casi todo el hábitat popular en Cali (principalmente, en el Distrito de Aguablanca), mientras que, de manera inversa, los barrios de las clases media y alta no acogen sino a un 15% de los afrocolombianos (Urrea y Barbary 2004).

En este escenario de discriminación estructural tiene lógica que los afrocolom-bianos y sus tradiciones culturales sean aceptados y fomentados sólo si han pasado por el filtro del relato mestizo del proyecto multicultural, de lo que es útil y funcio-nal para éste, correspondiendo con lo que Slavoj Žižek (1998) denomina una de las formas de expresión del racismo posmoderno contemporáneo. El recurso a lo étnico (en este caso, de lo “afrodiverso”) como innovación de mercado permite mostrar la imagen de Cali como una ciudad tolerante con la diferencia, en la que todas las per-sonas (sean mestizas o negras) pueden salir en la fotografía multicultural, fotografía que, de paso, será la postal para recordar a la ciudad y para promocionarla como destino turístico “cultural”, tanto para el resto de ciudadanos colombianos como para turistas extranjeros. Si lo primordial para la Alcaldía de la ciudad de Cali y su Secretaría de Cultura y Turismo es la comercialización y producción de ciertas prác-ticas “etnodiversas”/“afrodiversas” como etno-empresas, lo que más relevancia tiene en esta lógica es entender estas prácticas culturales como mercancías que pueden ser comercializadas. Y frente a esto, hay que recordar que las mercancías se definen a través de un valor de intercambiabilidad articulado sociocultural e históricamente por la política (Appadurai 1991), que implica considerar los acuerdos “legítimos” que establecen las condiciones del intercambio y los sujetos involucrados –así como sus intereses particulares– en tales transacciones.

Como se mencionó antes, la diversidad cultural que celebra el multicultura-lismo es al mismo tiempo una manera de administrar y domesticar las alteridades nacionales (De Carvalho 2004; Restrepo 2004a y 2004b; Segato 2007), en cuanto amenazas en contra de la sociedad nacional que se pretende homogénea, enten-

Page 89: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

87

PA

RA

LE

LO

S

diendo esto en el sentido de que se compartan ciertos intereses comunes (una idea de “identidad nacional”), aunque los habitantes de la nación sean culturalmente diversos. Esta diversidad cultural no puede estar por encima de los “intereses na-cionales comunes”, intereses de las clases dominantes que detentan el poder del Estado, “una élite antropofágica que devora al otro y lo transforma en uno de los elementos de su nutrición” (Segato 2007, 27). Y estos intereses comunes pasan por la idea de la construcción de una sociedad igualitaria y tolerante (independiente-mente de las diferencias étnicas o culturales), por una idealización de la paz como retórica infaltable en cualquier discurso político que se realice en Colombia y por la necesidad de un “progreso” (o desarrollo) económico del conjunto del país, que se trata de agenciar para estas poblaciones “afrodiversas” (en este caso, en el marco de la ciudad de Cali) a través de la propuesta de industrias culturales y de empresas multiculturales o “etno-empresas”.

Consideraciones finalesAunque el análisis de los procesos descritos en este artículo apunta a evidenciar críticamente la inserción de las expresiones culturales “afropacíficas” en circuitos de intercambio mercantil propios del neoliberalismo contemporáneo, no se pue-den desconocer prácticas y significados nuevos surgidos dentro de los sujetos “por-tadores” de éstos en medio de estos procesos, articulando nuevas formas de vivir y performatizar su identidad “etnodiversa”, y que no necesariamente implican una pérdida total de ella, sino una fusión entre producción y consumo, inclusión y ex-clusión, apropiación y rechazo, en un contexto “glocal” donde objetos y sujetos cul-turales proliferan de forma masiva (ejemplos de estos procesos de reconstrucción y resignificación identitaria se pueden encontrar en Wade 2008; Comaroff y Comaroff 2011; Birenbaum 2012). Esta situación expone los términos en los que actualmente se relacionan las poblaciones afrocolombianas con el Estado-nación y sus “alterida-des nacionales” (Segato 2007), y, por tanto, las maneras en que se construyen y dotan de sentido las identidades étnicas en los contextos contemporáneos.

Por otra parte, las discusiones presentadas no pretenden desestimar las perspec-tivas de análisis económico de los fenómenos socioculturales contemporáneos. Los estudios y enfoques, por ejemplo, desde una perspectiva de género sobre quién(es) realiza(n) qué tipo de labores en la producción y (re)creación de estas expresiones culturales, sobre la división social del trabajo “tradicional” y las transformaciones de la misma a la luz de los procesos de la modernidad o sobre la caracterización de la participación familiar en las “etno-empresas” (y qué es lo que se entiende por “familia” en estas poblaciones), son temas pertinentes y necesarios para pensar des-de las ciencias sociales colombianas (incluida la economía y sus disciplinas afines). Pero estos análisis no se hacen, y parecen no estar en el panorama de lo posible para las instituciones involucradas en los proyectos de industrias culturales. Los únicos estudios que se realizan y se fomentan por parte de la Alcaldía de la ciudad de Cali y sus organismos adjuntos son elaborados por economistas (para un ejemplo, ver Ci-

Page 90: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

88

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

fuentes, Gallego y Ríos 2010) y están orientados, principalmente, hacia los públicos “consumidores”, sus “hábitos de consumo”, y en ninguna ocasión aparecen siquiera mencionadas las poblaciones “productoras”/portadoras de las prácticas culturales “etnodiversas” que se pretende articular en estos proyectos.

Los beneficios efectivos del proceso de vincular estas expresiones culturales “etnodiversas”/“afrodiversas” con las industrias culturales parecen, evidentemente, estar más dirigidos hacia el Estado colombiano (y sus representantes locales, en este caso, la Alcaldía de la ciudad de Cali) que hacia las poblaciones afrocolombianas de la ciudad. El desarrollo y crecimiento de las “etno-empresas” no son responsabilidad del Estado y están sujetos a las variantes y los flujos de la economía-mercado local, regional y nacional, mientras que el recaudo electoral es una ganancia fija para la Alcaldía de Cali (e incluso para el Ministerio de Cultura).

Los procesos descritos en este artículo son un ejemplo reducido de análisis sobre la ejecución del proyecto de industrias culturales “etnodiversas”/“afrodiver-sas” en la ciudad de Cali, pero también en el país. Este ejercicio, creo, ha de poner a los investigadores sociales, a las poblaciones afrocolombianas que pretenden arti-cularse a estas dinámicas y, ciertamente, a las instituciones estatales (tanto locales como regionales y nacionales) en una posición reflexiva y crítica sobre la manida premisa de generar desarrollo a través de la cultura, idea repetida hasta la saciedad en los diferentes eventos culturales que se realizan en la ciudad y que en tiempos de “posconflicto” parece más recurrente que nunca. Son errados los fundamentos epistemológicos de estos proyectos, al incluir y articular la diversidad cultural de una ciudad –o del país en su conjunto– a las lógicas económico-productivas de los mismos, al plantearse sin reconocer a los sujetos portadores y productores de esta diversidad cultural y sin discutir con ellos, que están completamente ausentes en este artículo, y son también errados todos los lineamientos de política pública sobre industrias culturales, tanto a nivel local como nacional.

Referencias1. Alcaldía de Santiago de Cali, Secretaría de Cultura y Turismo. 2009. XIII Festival de Mú-

sica del Pacífico “Petronio Álvarez”: memorias de una fiesta pacífica. Cali: Alcaldía de San-tiago de Cali.

2. Alonso Cifuentes, Julio, Ana Gallego Londoño y Ana Ríos Millán. 2010. Industrias cultu-rales de Santiago de Cali: caracterización y cuentas económicas. Cali: Proyecto Industrias Culturales de Cali.

3. Andrews, George Reid. 2007. Afrolatinoamérica 1800-2000. Madrid: Iberoamericana.4. Appadurai, Arjun. 1991. “Introducción: Las mercancías y la política del valor”. En La vida

social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías, editado por Arjun Appadurai, 17-87. México: Grijalbo.

5. Arocha, Jaime. 2005. “Afro-Colombia en los años post-Durban”. Revista Palimpsestus (5): 26-41.

6. Birenbaum Quintero, Michael. 2006. “‘La música pacifica’ al Pacífico violento: música, multiculturalismo y marginalización en el Pacífico negro colombiano”. Revista Transcul-tural de Música (10). http://www.sibetrans.com/trans/publicacion/5/trans-10-2006

Page 91: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Industrias culturales “afropacíficas” Mateo Pazos Cárdenas

89

PA

RA

LE

LO

S

7. Birenbaum Quintero, Michael. 2009. “Música afropacífica y autenticidad identitaria en la época de la etnodiversidad”. En Música y sociedad en Colombia. Traslaciones, legitimacio-nes e identificaciones, editado por Mauricio Pardo Rojas, 192-216. Bogotá: Universidad del Rosario.

8. Birenbaum Quintero, Michael. 2012. “De ritos a ritmos: las prácticas musicales afropací-ficas”. En Estudios afrocolombianos hoy: aportes a un campo transdisciplinario, editado por Eduardo Restrepo, 159-187. Popayán: Universidad del Cauca.

9. Chaves, Margarita, Mauricio Montenegro y Martha Zambrano. 2010. “Mercado, consu-mo y patrimonialización cultural”. Revista Colombiana de Antropología 46 (1): 7-26.

10. Comaroff, John y Jean Comaroff. 2011. Etnicidad S. A. Buenos Aires: Katz.11. De Carvalho, José Jorge. 2003. “La etnomusicología en tiempos de canibalismo musi-

cal”. Revista Transcultural de Música (7). http://www.sibetrans.com/trans/publicacion/8/trans-7-2003

12. De Carvalho, José Jorge. 2004. “Las tradiciones musicales afroamericanas: de bienes co-munitarios a fetiches transnacionales”. En Utopía para los excluidos: el multiculturalismo en África y América Latina, compilado por Jaime Arocha, 47-78. Bogotá: CES.

13. García Canclini, Néstor. 1999. “Políticas culturales: de las identidades nacionales al es-pacio latinoamericano”. En Las industrias culturales en la integración latinoamericana, coordinado por Néstor García Canclini y Juan Carlos Moneta, 35-63. México: Grijalbo.

14. Gros, Christian. 2000. Políticas de la etnicidad. Bogotá: Icanh.15. Hall, Stuart. 1997. “The Spectacle of the Other”. En Representation: Cultural Representa-

tions and Signifying Practices, editado por Stuart Hall, 223-290. Londres: Sage.16. Martín Barbero, Jesús. 2000. “Las industrias culturales”. En Industrias culturales, editado

por Jesús Martín Barbero, 11-24. Bogotá: CES-Universidad Nacional de Colombia.17. Ministerio de Cultura de Colombia. 2002. Cuadernos de nación. Diálogos de nación. Una

política para la interacción de las culturas. Bogotá: Ministerio de Cultura.18. Ministerio de Cultura de Colombia. 2003. Impacto económico de las industrias culturales

en Colombia. Bogotá: Ministerio de Cultura-Convenio Andrés Bello.19. Ministerio de Cultura de Colombia. 2010. Compendio de políticas culturales. Bogotá: Mi-

nisterio de Cultura.20. Narváez Montoya, Ancízar. 2008. “El concepto de industria cultural. Una aproximación

desde la economía política”. En Industrias culturales, músicas e identidades, editado por José M. Pereira González, Mirla Villadiego Prins y Luis I. Sierra Gutiérrez, 29-58. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

21. Ochoa, Ana 2003. Músicas locales en tiempos de globalización. Bogotá: Grupo Editorial Norma.

22. Pazos Cárdenas, Mateo. 2015. “Expresiones del multiculturalismo en dos festivales afro-musicales latinoamericanos: El Festival de Músicas del Pacífico ‘Petronio Álvarez’ (Co-lombia) y el Festival Internacional Afrocaribeño (México)”, tesis de maestría en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México.

23. Pizano, Olga, Luis Zuleta, Lino Jaramillo y Germán Rey. 2004. La fiesta, la otra cara del patrimonio. Valoración de su impacto económico, cultural y social. Bogotá: Convenio An-drés Bello.

24. Restrepo, Eduardo. 2004a. Teorías contemporáneas de la etnicidad: Stuart Hall y Michel Foucault. Popayán: Universidad del Cauca.

25. Restrepo, Eduardo. 2004b. “Biopolítica y alteridad: dilemas de la etnización de las colombias negras”. En Conflicto e (in)visibilidad. Retos en los estudios de la gente negra en Colombia, edita-do por Eduardo Restrepo y Axel Rojas, 271-299. Popayán: Universidad del Cauca.

26. Segato, Rita Laura. 2007. La Nación y sus otros. Raza, etnicidad y diversidad religiosa en tiempos de políticas de la identidad. Buenos Aires: Prometeo Libros.

Page 92: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

90

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 75-90 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.05

27. Urrea, Fernando y Olivier Barbary, eds. 2004. Gente negra en Colombia: dinámicas so-ciopolíticas en Cali y el Pacífico. Medellín: Editorial Lealon-CIDSE/Universidad del Va-lle-IRD-Colciencias.

28. Villaseñor Alonso, Isabel y Emiliano Zolla. 2012. “Del patrimonio cultural inmaterial o la patrimonialización de la cultura”. Cultura y Representaciones Sociales 6 (12): 75-101.

29. Wade, Peter. 2002. Música, raza y nación. Bogotá: Vicepresidencia de la República de Co-lombia-Departamento Nacional de Planeación- Programa Plan Caribe-Icfes-Multiletras Editores.

30. Wade, Peter. 2008. “Trabajando la cultura: sobre la construcción de la identidad negra en Aguablanca”. Cali. Revista CS 2: 13-49.

31. Žižek, Slavoj. 1998. “Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional”. En Estudios culturales: reflexiones sobre el multiculturalismo, editado por Fredric Jameson y Slavoj Žižek, 137-188. Buenos Aires: Paidós.

Page 93: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

91

PA

RA

LE

LO

S

Lo natural y lo humano: la construcción de realidad entre los estamentos negros del Virreinato de la Nueva Granada*

Jaime Andrés Peralta**Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia, Colombia

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06Artículo recibido: 6 de diciembre de 2014; aceptado: 30 de septiembre de 2015; modificado: 14 de octubre de 2015.

Resumen | Este artículo se adentra en los sistemas generales de identificación y en los modelos de clasificación de la naturaleza y del entorno humano que elaboraron los estamentos negros del Virreinato de la Nueva Granada duran-te el siglo XVIII y comienzos del XIX. A partir de las pocas anotaciones que sobre este tema dejó la documentación colonial, cotejándolas con tradiciones orales de larga duración, y por referencias obtenidas en comunidades étnicas actuales, se evidenció que –a pesar de no ser valorados por los grupos de la élite- aquellos saberes no sólo hicieron parte de su producción intelectual y científica, sino que les allanó el camino para la fijación de las identidades, propiedades e interacciones de todas las entidades que componían el cosmos circundante. Crearon así unos marcos propios de sentido desde los cuales desarrollaron nuevas formas de pensar y de actuar cotidianas que le agrega-ron otras dimensiones a la realidad que trató de imponérseles como la única versión posible.

Palabras clave | Saberes alternos, estamentos negros, naturaleza y cultura, sistemas de identificación, modelos de clasificación (palabras clave del autor).

* Este artículo, derivado de una investigación, hace parte del proyecto denominado “Las travesías de los saberes entre Europa, África y América del siglo XVIII al XX. Un caso de historias conectadas en Colombia”, adelantado de 2012 a 2014 entre investigadores de la Universidad Eafit (Grupo Sociedad, Política e Historias Conectadas) y la Universidad de Antioquia (Grupo Comunicación, Periodismo y Sociedad). El equipo de trabajo estuvo dirigido por el doctor Juan Camilo Escobar Villegas. Para el ámbito del segundo centro educativo, fue inscrito en el Sistema Universitario de Investigación –SUI– mediante acta 638 del 11 de septiembre de 2012.

** Doctor en Historia de América Latina, Universidad Pablo de Olavide (Sevilla, España). Entre sus últimas publicaciones están: “De ‘delirios ignorantes’ a ‘cultas reflexiones’; la Ilustración europea y la recepción de los saberes de la periferia colonial”. Revista Fronteras de la Historia 19 (1): 72-95, 2014. Memorias del Agua. Oralidad, naturaleza y cultura en el Pacífico colombiano. Medellín: La Carreta Editores y Universidad de Antioquia, 2012. *[email protected]

Page 94: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

92

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

The Natural and the Human: The Construction of Reality among the Black Population in the Viceroyalty of Nueva Granada

Abstract | This article explores the general systems of identification and mo-dels of classification of nature and the human environment elaborated among the black population of the Viceroyalty of Nueva Granada during the 18th and early 19th centuries. Based on the few annotations on this topic in colo-nial documentation, and checking them against a longstanding oral tradition and references obtained among present-day ethnic communities, it became clear that despite the disdain of elite groups, said knowledge not only formed part of their intellectual and scientific production, but also paved the way for establishing identities, properties and interactions among all the entities that composed the cosmos around them. They thus created their own frameworks of meaning from which they developed new forms of thought and everyday action that added new dimensions to the reality that tried to impose itself on them as the only version possible.

Keywords | Alternative knowledge, black population, nature and culture, sys-tems of identification, models of classification (author’s keywords).

O natural e o humano: a construção de realidade entre os estamentos negros do Vice-reino da Nova Granada

Resumo | Este artigo se aprofunda nos sistemas gerais de identificação e nos modelos de classificação da natureza e do ambiente humano que elaboraram os estamentos negros do Vice-reino da Nova Granada no século XVIII e iní-cio do XIX. A partir dessas poucas anotações que a documentação colonial deixou sobre esse tema e comparando-as com tradições orais de longa du-ração e por referências obtidas em comunidades étnicas atuais, evidenciou--se que —apesar de não serem valorizados pelos grupos da elite— aqueles saberes não somente fizeram parte de sua produção intelectual e científica, como também que lhes abriram caminho para a fixação das identidades, pro-priedades e interações de todas as entidades que compunham o cosmos cir-cundante. Criaram, assim, referenciais próprios de sentido a partir dos quais desenvolveram novas formas de pensar e de atuar cotidiano que acrescenta-ram outras dimensões à realidade que tentou ser imposta a eles como a única versão possível.

Palavras-chave | saberes alternos, estamentos negros, natureza e cultura, sis-temas de identificação, modelos de classificação (palavras-chave do autor).

Page 95: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

93

En los primeros días de noviembre de 1761, a eso de las ocho de la maña-na, cuando el médico José Celestino Mutis iba a emprender alguno de sus viajes iniciales de investigación por la sabana de Bogotá, se encon-tró –como el mismo lo definiría– con un “espectáculo bien hermoso”. Sus informantes lo habían llamado para que apreciara el vuelo en for-

mación de una bandada de aves de “tierras calientes” que surcaban los cielos, y, tal como solía hacerlo para obtener los nombres de animales y plantas que llamaban su atención, le preguntó a un “indiecillo” el nombre que se les confería, en vista que ya había desechado su intuición original de que eran unos simples “gallinazos”.

Su interlocutor le informó que “era la langosta que pasaba”. Preguntó a otros mestizos, y ellos le indicaron, además, que venían del Magdalena o de los Llanos de Juan. Sin embargo, al oír estas “noticias” escribió, una vez más, que había llegado a un espacio de “ignorancia” y que el científico europeo que viajaba a tierras americanas –deseoso de “sosegar su espíritu de curiosidad”– estaba expuesto a escuchar “informes tan equivocados” como éstos. Es más, todavía quedó más sorprendido al ver que aquel “error” de identificar a un ave a través del apelativo dado a un insecto no sólo se propa-gaba entre la “gente inculta de algunos infelices pueblos y estancias” cercanos, sino que esta asociación también la hacían los negros de la Provincia de Santa Marta.

A pesar de su incredulidad, accedió de todas formas a algunos criterios de aquella estrategia de apareamiento de significados cuando su compañero de viaje, el “chapetón” Juan Martínez Malo, le notificó que en aquel lugar del Caribe “los del país llamaban a este pájaro langosta por la semejanza [con los insaciables insectos ortópteros] en sus averías, pues en los árboles [en los] que descansaba de noche aquel ejército, quedaban destruidos” (Mutis 1991, 163). Y, a sabiendas de que en al-gunos puntos este proceso de nomenclatura no distaba mucho del que se verificaba dentro de la propia taxonomía linneana que tanto lo atraía, en éste y otros casos no dudó en calificar el conocimiento que hallaba entre el “común” de la Nueva Granada como “simples vulgaridades”, cuando no “alucinados delirios” provenientes de pue-blos “incultos” alejados de los dictados de una “razón bien complexionada”.

Mas, ante su efectividad para referir y darles identidad a los diversos seres que poblaban el entorno, para representar su morfología, para entender sus há-bitos (alimenticios, reproductivos, de crianza, etcétera), para señalar los espacios geográficos que habitaban, para indicar sus propiedades y aun para discernir el entramado de interacciones que establecían con otras criaturas (incluidos los seres humanos), Mutis –así fuera para enriquecer sus conocimientos de una naturaleza para él desconocida– los tuvo que tomar en cuenta para adelantar sus propias ac-tividades de investigación científica1.

Cuando el lunes 26 de enero de 1761 llegó al sitio de Guarumo, un paraje del río Magdalena habitado, según él, por “gentes rústicas” con “ideas supersticiosas”,

1 Para adentrarse más en el contradictorio proceso de contacto de los autores de la Ilustración con los saberes de las sociedades locales, más del lado de la subvaloración que del reconocimiento de sus logros, consultar, entre otros autores, a Peralta (2014), Nieto (2008), Pérez (1997) y Restrepo (1993).

Page 96: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

94

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

se encontró, por ejemplo, con un “zambo de mulato que me hizo una nota de todos los árboles que conocía por el río”. Con este conocimiento nutrió los inventarios botánicos que estaba elaborando, y sobre la experticia taxonómica de éste y otros interlocutores de análoga “condición miserable” tuvo que reconocer entonces que:

[…] este es un asunto en que todos los naturales merecen superiores alabanzas a nuestros europeos. Yo tengo notado que cualquiera tiene una extensión prodi-giosa en el conocimiento de las partes todas de la historia natural, bien que unos conocimientos limitados al nombre de los entes y a tales cuales propiedades, ver-daderas o atribuidas. (Mutis 1991, 131)

Otros voceros de la élite ilustrada tuvieron similares experiencias de contacto con esta clase de desarrollos intelectuales del “vulgo”. En gran parte los ignoraron de forma deliberada y, cuando sus resultados aparecieron en pocas y segmentadas referencias en sus memorias científicas, informes de gobierno, correspondencia per-sonal o diarios de viaje, interpolaron los métodos, conceptos y significados hallados a través del marco de apreciación de quienes se consideraban a sí mismos como el único vórtice por el que tenía que pasar toda elaboración científica. Por esto mismo, los presentaron mediante una estrategia discursiva que generalizaba contextos disí-miles y culturas diversas y que desaparecía de forma intencionada nombres, méto-dos y paradigmas particulares de sus creadores2.

De todas maneras, algo de aquellas formas de pensamiento divergente quedó inscrito en los documentos suscritos por los agentes del poder colonial. Y, con base en el análisis de estos fragmentos de memorias subalternizadas, el presente artículo se adentrará en la desconocida temática de los esquemas de identificación y clasifi-cación de la diversidad natural y humana desarrollados por los estamentos inferiores de la escala social colonial, con especial atención a los conformados entre los escla-vizados, las distintas “castas” surgidas del mestizaje con otros sectores sociales y los “libres de todos los colores” en la Nueva Granada del siglo XVIII y de comienzos de la siguiente centuria3.

2 Se está al tanto de este limitante en las fuentes del período tanto en cantidad de referencias como en profundidad y detalle de las mismas; sin embargo, las pocas piezas brindadas permiten establecer algunas líneas de análisis de esta manifestación cultural. Para complementar la indagación y evitando, por su-puesto, inferencias anacrónicas, investigaciones contemporáneas de corte etnográfico –propias del autor o de otros científicos sociales– realizadas entre colectivos similares del presente también contribuyeron a hilvanar el marco hermenéutico que unió y les dio entidad analítica a los testimonios dispersos que se encontraron en los textos del siglo XVIII aquí consignados.

3 Se busca ahondar en la producción intelectual de los sectores ubicados por fuera de las élites, teniendo en cuenta, como lo señala el historiador Edgardo Pérez, que “las relaciones del hombre con la naturaleza, las formas en que los diversos grupos sociales perciben, describen, usan y transforman su entorno, o el impacto de éste sobre sus vidas cotidianas y sus intuiciones culturales no han sido tema de muchos es-tudios o de tendencias de pensamiento sistemáticas. Colombia no es la excepción de esta tendencia […] particularmente durante el período colonial” (2011, 27).

Page 97: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

95

Realidad y red topológica de sentido

Lo primero que sugiere la lectura de los textos de aquella época es que el modelo general para entender al medio natural y al social desarrollados por cada colectivo negro –sin afirmar que no hubiera diferencias entre ellos– se expresó desde una macrorrejilla de interpretación o red topológica de sentido que, para sus portadores, trazaba las fronteras entre ellos mismos y las diversas otredades con las cuales colin-daba su propia experiencia de vida4.

Cada una de estas matrices se hilvanaba a partir de trayectorias históricas di-ferenciales, desde cosmovisiones, filosofías y saberes científicos concretos diversos, mediados por esquemas de relaciones sociales y formas de organización comunita-ria particulares que, a su vez, se expresaban en narrativas orales, tradiciones codifi-cadas, rituales y demás formas de praxis colectiva. Permitían, por lo tanto, obtener cierta coherencia en la interpretación del universo, determinada lógica de compren-sión y actuación en él, sin decir, obviamente, que no se presentaran vacíos, matices, variaciones, inconsistencias y contradicciones en sus términos constitutivos. Es más, se suscitaban constantes luchas y tensiones en su interior, dándole a su estructura –como todo constructo histórico– un armazón flexible (al vaivén de la imposición o de la negociación de contenidos).

Las relaciones extragrupales también afectaban la conformación de aquellas redes o “grillas ontológicas” (Descola 2012, 344-359), y, en el caso de las entabladas con los sectores de la élite del momento –en especial con aquellas que utilizaban (así fuera de forma estratégicamente intencionada) el discurso ilustrado para cimentar su propio afán de dominio5–, se puede afirmar que se presentó un desencuentro des-de sus niveles de definición más básicos y primordiales. Ello se debió a que esta últi-ma se expresaba desde el lenguaje de la ciencia moderna, y, por lo tanto, sus diversos niveles de elucidación se tejían desde categorías dicotómicas de representación de la realidad, con pares de referencia mutuamente excluyentes y con poca o casi nula capacidad de interactuar entre sí.

4 Sobre esta red de sentido, la antropóloga Sandra Turbay afirma que “los seres humanos procesamos y ordenamos la información percibida a través de los sentidos; y esto implica definir categorías de objetos o de seres, formar conjuntos, establecer jerarquías, relaciones de exclusión, de inclusión y de compatibilidad o incompatibilidad. El sistema de clasificación que resulta finalmente, sirve a su vez, de orientación en el mundo y constituye una especie de tamiz a través del cual se percibe lo real […] Sin embargo existen sis-temas […] que funcionan con lógicas distintas […] En algunos se agrupan en un mismo conjunto plantas, animales, seres inertes y fenómenos meteorológicos […] de acuerdo a la cosmología del grupo humano que la ha desarrollado” (2002, 89).

5 Así como en los distintos estamentos negros, en los escaños de dominancia también hubo gran diversidad de matrices de representación de la realidad. Durante todo el siglo XVIII, algunos sectores denominados “tradicionarios” defendían la herencia de pensamiento de la Antigüedad clásica y del medioevo. Entre los que fungían como defensores de la nueva “edad de la razón” se dio una mezcla entre los postulados de la ciencia académica (racionalista cartesiana o empirista newtoniana) con distintos acentos provenientes de la escolástica y el humanismo renacentista. Sin embargo, hubo ciertos hilos conductores generales, como la clasificación del cosmos desde categorías binarias definidas por oposición. Para profundizar en estos modelos de percepción de la naturaleza, ver, entre otros, Pérez (2011), Castro-Gómez (2005), Nieto (2008) y Silva (2002).

Page 98: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

96

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

Así, conceptos desagregados como lo vivo/inerte, lo objetivo/subjetivo, lo so-brenatural/natural, naturaleza/cultura, lo vegetal/animal/humano, lo racional/irra-cional, y demás ejes de interpretación que sustentaban este último paradigma, no tenían mucho sentido para las diversas sociedades negras y, por lo mismo, no los utilizaban –al menos no de esta manera– para definir sus formas particulares de ver, sentir y actuar frente a la diversidad de las entidades que poblaban su cotidianidad6. Y aquella ubicación diferencial frente al mundo se presentó desde la definición de uno de los nodos centrales de toda red topológica de sentido sobre la naturaleza: el concepto de lo vivo.

Desde la óptica general de los distintos colectivos negros coloniales, esta ma-croagrupación de significados partía no sólo de los planos biológicos básicos contem-plados por la ciencia de corte occidental: nacer, reproducirse y morir. Contempló, además, una serie complementaria de contenidos, y, para adentrarse en algunos de estos supuestos, un caso particular de enunciación resulta especialmente revelador. Ocurrió cuando en su relación, “extensa y verídica”, de las distintas plantas y anima-les “que la naturaleza por si a criado y fabricado” en la Gobernación del Chocó, un explorador –al parecer de la última mitad del siglo XVIII– habló de que a varios de los “bejucos” que poblaban sus “dilatadas montañas” se les atribuía la capacidad de “movimiento”, ya fuera por la tierra o elevándose por los troncos, y que esta potestad “por si, parece cosa animada”.

Pero el término entrañaba también otras connotaciones, pues sus poseedo-res, como las referidas plantas, no sólo se podían desplazar, sino que lo hacían con gran determinación “de ánimo”7. Fue así como uno de aquellos bejucos, que tenía en la punta un venenoso aguijón, comenzaba a “arremoverse poco a poco auna y otra parte”, cuando sentía la presencia de un “hombre inmediato” (Anónimo 1995, 50). Pero lo más sorprendente del asunto era, según le advirtieron sus informantes, que “solo con el hombre demuestra su pación […] y también de experiencia que con ningún animal, aunque lo estropee, no hase movimiento” (Anónimo 1995, 50). Le explicaron que la causa del fenómeno estribaba en que aquel vegetal, de forma similar a lo que ocurre con un imán y el hierro, se sentía “atraído” por la esencia humana. De allí que

[…] naturalmente sealla compuesto de ciertas materias, que tienen cierta conec-cion contraria y atractiva a la naturaleza, y complecion del hombre, y por esto

6 En la Edad Moderna se reforzó este esquema de apreciación dicotómico entre lo social y lo natural proveniente de la Antigüedad clásica, y, para el caso animal, Miguel Ángel Méndez, añade que “fue aquí donde el animal pasó a ser el recluso de la razón […] es decir, el animal sirve para colocar una marca donde el hombre ya no es y no deberá ser, más aún, sirve propiamente para mencionar todo aquello de lo cual el hombre no es partícipe. Así, lo humano es lo no animal, y a la inversa, lo animal es lo no humano” (2012, 44-45).

7 En las culturas negras del Pacífico este factor sigue vigente. Perciben que, en virtud de su capacidad de “moverse” a voluntad bajo la tierra para esconderse de los cateadores ambiciosos o para llegar “a personas de buen pecho” que no lo busquen para atesorarlo sin beneficiar a la comunidad, el oro hace parte de los seres “vivos”. Y ya que se mueven, el mar, los ríos, las quebradas, las tormentas, trombas y lluvias son vistos también como entidades de esta índole. Ver Peralta (2012) y Losonczy (2006).

Page 99: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

97

quando le tiene inmediato y recibe su vapor, se pone en movimiento, y luego de que le puede alcanzar buelve contra él la punta que le guía, hasta darle el aujona-so, lo que no verifica con ninguna bestia, porque ninguna es de compuestos tan Nobles y superiores y, por lo mismo, no tienen parte en las materias de que sealla adornado este bejuco, para hacerle mover contra ellos. (Anónimo 1995, 51)

Es decir, lo vivo se definía no sólo por una forma (estructura y diseño) con-creta o por una expresión fisiológica, sino por condiciones que se podrían tratar de explicar desde la ontología occidental como “subjetivas”. Figuraban entre ellas la capacidad de poseer una conciencia reflexiva, de experimentar afectos, sentimientos o estados de ánimo; de poseer esquemas de intencionalidad clara y definida, de mo-vilizarse para lograr fines y metas, de desarrollar modelos de pensamiento y otros asuntos de orden intelectivo y moral que, para los representantes de la Ilustración, eran posesión exclusiva de los seres humanos o, más concretamente, de algunos (“los espíritus cultos y nobles”) más que de otros (la “plebe irracional”)8.

En otro hecho derivado del anterior, y que también entró en conflicto con la visión que se pretendía establecer como la única versión posible de la realidad, aque-llos grupos sociales también pensaron que cada manifestación de lo vivo se podía gestar desde distintos órdenes de materialización. Por ejemplo, lo inerte se podía trans-formar rápidamente en algo viviente, y –para citar una faceta de aquel criterio de sustentación de todo lo existente– cuando los comisionados de la expedición geo-désica francesa y sus acompañantes españoles, como Jorge Juan y Antonio de Ulloa, arribaron a Portobelo en 1735 constataron que la “multitud de negros y mulatos” que allí residían tenían “ideas vulgares” sobre la proliferación de “sabandijas”, en especial de sapos, que se daba por doquier en temporadas de lluvias.

Para los locales, la súbita aparición de aquellos anfibios con cada aguacero “ha hecho concebir a algunos que cada gota de agua se convierte en un sapo”, y para comprobarlo se argüía “el hecho de aumentarse tan considerablemente [su cantidad] luego que llueve” (Ulloa 2002, 144). Aunque la teoría de la generación espontánea también era una opción conceptual que todavía estaba vigente en el paradigma de la ciencia ilustrada, en opinión de Ulloa las pistas de este singular evento se podrían re-lacionar más con circunstancias atinentes al ciclo de vida del animal. De esta forma, las temporadas de “aguadas” debían ser las causantes de la eclosión masiva de “hue-vezuelos”, y para explicar la aparición de ejemplares adultos de hasta seis pulgadas de largo, se pensó que se refugiaban del intenso calor bajo los lodazales secos en verano, para irrumpir en invierno hacia la superficie “saliendo a buscar el agua, con la cual se regocijan”, y así, “se llenan de ellos calles y plazas” (Ulloa 2002, 145).

8 El análisis de estas temáticas implica nuevos retos, como la atención hacia el hecho narrativo y la memoria cultural que reflejan las fuentes vivas o escritas, y una mirada interdiscursiva y transdisciplinar, pues, como lo contempla William Cronon, en la Historia Ambiental se trata “de ligar las tradiciones analíticas de la historia, con aquellas de la ecología, la economía, la antropología y otros campos […] [Después de todo] los actos humanos ocurren dentro de una red de relaciones, procesos y sistemas que son tan ecológicos como culturales” (2002, 31).

Page 100: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

98

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

Mas el choque de visiones se dio de forma más contundente y radical, cuando los estamentos de “brillo y lustre” del Virreinato se toparon con el hecho de que se pensaba que la vida también se podía crear o restablecer por la acción directa del ser humano. Por ejemplo, no fueron pocas las “doctas voces” que se alzaron en contra de los informes que se les daban sobre el poder de los curanderos negros (libres o esclavizados) para resucitar animales o plantas (aun personas), en el ejercicio de sus labores cotidianas9. Para hacerlo, se anotó que, una vez muertas determinadas ser-pientes por sus predadores naturales, estos personajes acostumbraban, dentro de su acervo de experimentación médica, ir al bosque

[…] a traer las Yerbas de contras, que para cada especie de contraria tiene bien conocido, o sabido qual es su contra, que aplicada en la caveza, después que con la voca se la pasa por todo el cuerpo, las hace revivir, para volver a pelear de nue-vo […] y con estos casos, y observaciones apermitido Dios el descubrir la virtud de las mas excelentes contras para nuestro bien. (Anónimo 1995, 64)

Los informantes locales también refirieron a los cronistas ilustrados que, si bien existía un orden configurado donde esencias, apariencias y comportamientos adquirían sentido, esta lógica de operación se podía alterar fácilmente, ya fuera por intervención humana, por designio de alguna entidad espiritual o por la acción –vo-luntaria o no– de otros seres de su cosmología. Cuando ello acontecía, se desencade-naban consecuencias (positivas o negativas) para el decurso habitual de la cotidiani-dad; y, al enterarse de uno de estos esporádicos eventos de desestructuración de los componentes que marcaban la aparición y expresión de la vida, José Celestino Mutis no tuvo otro remedio que calificarlo de “raro modo de pensar”.

En él, los habitantes negros y mulatos del Palmar, caserío ubicado cerca de La Mesa (Mariquita), estaban “firmemente persuadidos” de que todos los huevos de las gallinas del lugar producían “pollos monstruosos”. La razón de aquella “monstruosi-dad” fue atribuida “a la naturaleza del alimento” que se les daba a las aves de corral, pues se validaba el aserto de que “en lo interior del maíz hay una espinita, motivo de este fenómeno” (Mutis 1991, 153). Y, para demostrarlo, esgrimían la explicación de que “todos los gallos y gallinas alimentados con maíz de otros pueblos dan sus huevos, de donde salen pollos regulares” (Mutis 1991, 153)10.

9 Investigaciones etnográficas han permitido encontrar que los actuales “zánganos” o“chinangos (autorida-des médicas que trabajan el lado agresivo del campo espiritual) del Pacífico tienen la facultad de elaborar “cosas puestas”, valga decir, de crear y/o reanimar seres a voluntad. Se refiere, por ejemplo, que tras la captura y muerte del “tamborero” o pez globo (familia Tetraodontidae), se procesa mágicamente y, tras ser reducido a un fino polvillo, se pone en las comidas de la víctima, y, una vez deglutido, recobra su forma original en su estómago causándole grandes perjuicios a la salud –e incluso la muerte– al desprevenido portador. Ver Peralta (2012 y 2010), Losonczy (2006) y Sánchez (2002).

10 Desde un punto de vista complementario, se podría argumentar que esta forma de objetivar la naturaleza era de orden animista. Al respecto, Viveiros de Castro indica que el animismo “se puede definir como una ontología que postula el carácter social de las relaciones entre las series humana y no humana. El intervalo entre naturaleza y sociedad es en sí social […] la distinción naturaleza/cultura es inherente al mundo social, pues humanos y animales [y demás entidades, se podría agregar] se encuentran inmersos en el mismo medio

Page 101: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

99

Sistema de identificación relacional

Una vez delimitados los nodos centrales de la red topológica del cosmos accesible a su experiencia cultural –donde el caso de la elucidación del fenómeno de la vida fue uno de los pocos ejes articuladores que dejó entrever la documentación colonial (al menos, la consultada)–, los distintos colectivos negros neogranadinos superpu-sieron sobre ella un sistema básico de identificación de las diversas criaturas que la componían precisando aún más los contornos, límites y posibilidades de cada marco de realidad específica.

Sobre esta otra faceta de abstracción simbólica se podría argumentar, en pri-mer término, que aquellas coordenadas también se definieron desde una impron-ta relacional, o sea, desde la propia capacidad que cada componente –individual o grupalmente considerado– tenía de no quedar encerrado en un reducido espacio de significados definitorios de su identidad, demarcado dentro de un ámbito limitado de interacciones con los considerados como afines y/o dispares o sin capacidad de traslación por distintos lugares de la urdimbre general de sentido. Y estos supuestos de construcción de los distintos modos de identificación también se pusieron en curso de colisión con la manera de rotular la realidad desarrollada por los académi-cos ilustrados11.

Sus matrices de representación en este campo se basaban, precisamente, en la rígida determinación de compartimientos cognitivos, acotados en sus significados de referencia, restringidos en sus acepciones para evitar errores y duplicidades, y formulados con base en la mutua exclusión tautológica de términos (se es lo uno o lo otro, pero no varias cosas a la vez), que generaban contundentes certezas sobre lo que era o no cada materia, planta, animal o hombre que hallaban en sus periplos de investigación. Para enumerar un caso, aquel conflicto de visiones se suscitó cuando contemplaron que algunas autoridades intelectuales negras, entrenadas no sólo en el manejo práctico de terapias y fármacos, sino en aspectos espirituales del fenómeno de la salud/enfermedad, afirmaban que tenían la facultad de entrar en contacto con entidades incorpóreas –provenientes de una realidad distinta, de connotación nega-tiva y entendida como de orden sobrenatural por parte de los miembros de la cultura dominante– para cambiar y/o alterar de forma transitoria o permanente eventos que marcaban el devenir diario.

Así, cuando Mutis discutía con personas de su mismo estamento sobre los ponderados adelantos médicos de estos personajes dados en las riberas del Magda-lena, la frontera chocoana o el golfo de Maracaibo, se conceptuó por parte de varios

socio-cósmico” (2003, 205).11 Sobre este choque cultural, Edvard Hviding indica que “es muy posible que fenómenos y dominios que,

según la ciencia (o la ontología occidental), no están incluidos en la ‘naturaleza’ queden por eso mismo impedidos de tener ningún valor explicativo ‘real’ en el análisis de las relaciones culturales-ecológicas. Eso hace que las categorías taxonómicas, las cadenas de implicaciones y los nexos causales localmente percibidos puedan ser representados muy mal por el observador antropológico, conduciendo a niveles de contextualización inadecuados” (2001, 196).

Page 102: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

100

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

contertulios, como fue el caso de don José Rocha, que en las sanaciones que ejecuta-ban intervenían no tanto saberes concretos, sino poderes mágicos y hasta un “pacto con el diablo” (Mutis 1991, 147). Al efecto, se le confirmó que

[…] efectivamente había pacto con el demonio en estas curaciones. Que a esta sazón se hallaba uno que fue curado por un negro de una picada de culebra que dos años había recibido; y que oyendo esto propuso en su corazón renunciar al pacto que pudo tener el curandero al tiempo de la curación. Que enseguida de esto, al punto se le abrió la herida y comenzó a sentir los accidentes de la picada como si acabase de ser mordido. (Mutis 1991, 147)

En otro ámbito de este fluido y flexible sistema de interrelación, los representan-tes del sistema colonial se encontraron, además, con el hecho de que los esclavos, y las “castas” de zambos y de mulatos y los “libres de todos los colores”, también tenían por “verdad evidente” que la mayoría de los seres que componían su realidad inmediata podían comunicarse entre sí articulando lenguajes comprensibles para todos. A través de esta base lingüística afín, homologada bajo los supuestos del habla humana, las plantas, “espíritus” o animales “hablaban” entre sí, valga decir, intercambiaban pare-ceres, conjuntaban voluntades y emprendían acciones en común, tales como huir de cazadores, alimentarse en determinados sitios o emprender acciones de retaliación frente a agresiones sufridas, y, por lo mismo, las personas capacitadas para entender aquellos diálogos estaban facultadas no sólo para conocer sus intenciones, sino para propiciar los mejores efectos para el entorno construido por el hombre.

Este proceso de relación, dado a través de “maléficas reliquias”, “cantos diabólicos”, “reuniones en dilatados campos”, también fue percibido –tan tarde como el siglo XVIII– bajo el restringido concepto europeo de “brujería”. Los académicos poco hablaron de este tópico de la realidad, y su lugar fue dejado en manos de sacerdotes, debido al esquema axiológico y normativo de las relaciones entre los hombres y lo no humano en que fue-ron formados. Su voz cobró protagonismo en este contexto, y en 1790, entre varios otros autores de esta índole, refería el sacerdote jesuita Antonio Julián que ciertos personajes negros de injerencia colectiva de la Provincia de Santa Marta gozaban de la capacidad de “hablar” con los elementos naturales y de lograr su concurso en beneficio personal.

Fue testigo de que en una de las parroquias de la diócesis, una procesión de penitencia que él mismo había convocado no pudo salir de la iglesia, debido a una fuerte tormenta que, con “tal tempestad de truenos y relámpagos y agua”, se desataba cuando los fieles pretendían llegar a la calle. Algunos pensaron que el hecho se debió a una “natural alteración de los elementos”, pero la mayoría conceptuó que todo se desencadenó por la acción vengadora de dos “brujas” que se habían capturado el día anterior. Sin embargo,

[…] lo cierto es que hubo tal concierto y orden en la tempestad que parecía estudiada y conmovida aposta […] Unas cinco veces comenzó a salir de la iglesia la procesión pasada [sic] el agua y otras tantas hubo de retirarse a la iglesia […] de suerte que pareció a la gente ser operación diabólica lo que se experimentaba. (Julián 1994, 148)

Page 103: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

101

Todo se solucionó con un duelo de poderes espirituales viabilizado a través de la capacidad de comunicación del sacerdote con los entes trascendentes ligados a su propio esquema cultural. Mediante su propio arsenal de ensalmos y oraciones, logró dar por terminada esta curiosa situación, y, así, “por fin conjuradas en nombre del Señor las potestades áreas, salió la deseada procesión” (Julián 1994, 148-149). Mas en lo que no hubo transacción posible fue cuando los agentes del sistema colonial se enteraron de que muchas autoridades espirituales tenían la capacidad de despojarse de su identidad vital para transformarse y adquirir momentáneamente –a veces de manera permanente– las características de otros seres con los cuales se compartía la realidad cotidiana.

La ruta del cambio se podía verificar desde diversos puntos de la red topoló-gica de sentido, y, por ejemplo, la podían emprender diversas entidades espirituales cuando decidían convertirse en plantas, animales o humanos para comunicarse e interactuar con ellos de forma más directa y vivencial. A su vez, estos últimos –al menos algunos de sus miembros con preparación especial– también podían migrar de un “reino” a otro, en términos de la taxonomía ilustrada, y, para citar uno de los casos que apareció con mayor frecuencia en la documentación colonial del siglo XVIII, figura la capacidad de transmigración o nahualismo hacia aves, presentada entre los llamados “brujos” y “brujas” negros12.

Se refirieron a estos “maléficos influjos” de forma muy negativa. Volviendo de nuevo al padre Julián, para él era evidente que una de las “malas semillas” que “dejó el Diablo en la América” fue la capacidad que tenían los “brujos” locales de la “trans-mutación en ave”. En uno de estos eventos que le tocó presenciar en la costa Caribe neogranadina, una niña le preguntó a una amiguita suya si quería aprender a volar. Ella respondió afirmativamente y fueron a casa de su abuela. Aprovechando que ella no estaba, la nieta tomó uno de sus “ungüentos diabólicos” y, tras untarse las axilas y brazos, “comenzaron a salir plumas y más plumas como de gallinazo”.

Enterado el cura local, comenzó la investigación inquisitorial, a través de la cual dilucidó –teniendo como telón de fondo su propia experiencia cultural– que la mujer y la chiquilla utilizaban de forma reiterada aquel “sortilegio” para realizar lar-gos viajes por los aires “transformadas en gallinazo, pájaro feísimo” hasta un paraje recóndito “donde se juntaban otros muchos cófrades y comadres inteligentes en el arte” para rendirle culto al demonio, quien, a su vez, se les revelaba transformado en macho cabrío (Julián 1994, 148)13.

12 Algunos testimonios de la tradición oral vigente refieren su transmutación en reptiles (entre otros, tortu-gas y serpientes), en elementos atmosféricos como neblinas y lluvias, en peces de mar y de río, y aun en ciertos mamíferos, como venados y dantas. Se coincide en que el tránsito más peligroso –y que requiere mayor conocimiento– es el dado hacia el jaguar (Panthera onca). Sólo unos pocos lo logran, y son reco-nocidos en el Chocó como los temibles “muanes”, que perturban con su estela de muerte y desolación la existencia de sus comunidades. Ver al respecto Peralta (2012), Losonczy (2006) y Sánchez (2002).

13 Demostrando la fusión de contenidos culturales, esta memoria sobre seres híbridos de animales y hom-bres fue fruto del mestizaje entre las culturas indígenas, europeas y africanas que entraron en contacto en tierras americanas. Para conocer más sobre este legado en su componente africano, consultar a Knappert

Page 104: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

102

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

Pero este sistema relacional de identificación también tenía expresiones más mun-danas, como podría ser el caso de la fijación de adscripciones generales que reunían a plantas y animales en un mismo conglomerado de significados. En este tópico, la transposición de atributos morfológicos, de sitios de ocupación, de hábitos de vida o de repercusiones en la existencia humana era de común ocurrencia, y podían fundirse a tal punto que para sus portadores resultaba más congruente congregar dentro de una misma unidad de sentido criaturas bastante disímiles según la lógica de apreciación de la ciencia ilustrada. Así, para varios colectivos negros del Pacífico virreinal, los Volátiles podían inscribir a animales diversos como las aves voladoras, a grandes insectos como las mariposas y a mamíferos como los murciélagos o “chimbilá”14.

La identificación de los Terrestres agrupaba a algunos reptiles como iguanas, cai-manes y tortugas, y a mamíferos como dantas, guatines o zarigüeyas. La de Víboras se expresaba de manera única y tenía entre sus componentes a las de “veneno” y las que no lo tenían. Igual acontecía con la de Pejes, que contenía los de agua dulce y salada, inclui-dos mamíferos como el manatí o el delfín15. A su vez, la categoría de Avichuchos incluía pequeños reptiles, varios artrópodos, como garrapatas, arañas, escorpiones, e insectos, como zancudos y otros capaces de producir algún perjuicio a la salud humana.

Clasificación y estrategias de nominaciónPara ahondar aún más en los sistemas de identificación que permitieron a los diver-sos estamentos negros del Virreinato –en comunicación abierta con otros sectores con los cuales compartían su devenir diario– objetivar la existencia de las diversas criaturas (y de ellos mismos) dentro de la lógica de operación de sus propios marcos de realidad, el ámbito de las plantas también resulta especialmente esclarecedor. Es así como se definieron grandes agrupaciones de individuos que compartían rasgos afines, pero expresados no en orden vertical, jerárquico y subordinado de mayor a menor grado de agrupación de significados, como era usual en la categorización biológica proveniente de la ciencia occidental, sino de una manera horizontal, com-plementaria y con representaciones no excluyentes entre sí.

De esta forma, los textos refieren cierto consenso alrededor de al menos tres grandes macroagrupaciones de plantas que, para el caso del Pacífico, se dividían en Palos, que reunían a algunos árboles y arbustos desde la perspectiva occidental. A su

(1988), y para el europeo, a Verdon (2009). Cada sociedad indígena americana también refleja la presencia de estas criaturas híbridas en sus tradiciones ancestrales; para el caso embera, ver Vélez (1990).

14 En los textos del período no se encontró una categoría de orden más general y englobante de significados (taxón primario) alusiva a “animales” o “plantas”. Tampoco, a categorías de segundo nivel como “insectos”, “aves”, “mamíferos” o “reptiles”. Ambos contextos de agrupación se podrían haber generado, o bien cuando los colectivos locales entablaban contacto con los voceros de la élite colonial, o bien cuando los textos de la élite los introdujeron al hablar de las nomenclaturas locales desde un marco de representación diseñado con base en la estructura de “reinos” (para ese entonces dos: Animalia y Vegetalia) y categorías jerárquicas descendentes como Orden, Clase, Familia y Género.

15 Esta adscripción de los mamíferos acuáticos entre los peces o de los voladores a las aves también se dio en la biología moderna hasta comienzos del siglo XIX.

Page 105: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

103

vez, se dividieron por su utilidad en uno o varios apartados, como fue el caso de los Palos de Madera (entre otros, caucho, carraño y guayacán); los de Medicina, como el anime, santo, el mangle o el lirio, y los de Fruta (caimito, sapote, madroño, gua-mas, etcétera). Se inscribieron, además, las Palmas (táparo, milpesos, chontaduro, etcétera) y, por supuesto, los nombrados como Bejucos, de tallos largos, delgados y flexibles, que tenían utilidades, desde la construcción de viviendas o el armado de canoas hasta la medicina, pasando por usos rituales y llegando a la extracción de su jugo para obtener venenos para la caza y la pesca16.

Y, pasando ya al terreno específico del sistema de clasificación, es decir, en el proceso de enunciación de los marcadores lingüísticos concretos que definían y ex-plicitaban la esencia particular de cada ser identificado como parte integrante de las cosmologías, ciencias, ontologías y prácticas locales, las fuentes sugieren –aunque de manera fragmentaria– que las nomenclaturas nacieron de dos sistemas cognitivos distintos: uno hilvanado desde el trazado y transposición de semejanzas y analogías entre entidades distintas (ordenación metafórica), o bien desde la designación de algo con el nombre de otra cosa, ubicando su énfasis central en la correlación de distintos atributos (ordenación metonímica)17.

Con base en algunos ejemplos citados en las fuentes primarias consultadas, se puso de presente que los estamentos “pardos y negros” se valieron del esquema metafórico cuando precisaron definir algunas criaturas por semejanza morfológi-ca tomando como referencia una especie patrón o prototípica. De esta forma, en los escritos de Eloy Valenzuela que conformaron el primer diario general de obser-vaciones de la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783) se indicó que en el “idioma campesino” de sus interlocutores se reconocían varias especies de plantas y animales bajo este criterio. Fue así como acopió, por ejemplo, el “guayabo cimarrón”, similar a otra especie, pero cuya denominación se había trazado “por el exterior de la cáscara que así lo parece” (Valenzuela 1983, 118), al igual que plántulas de “cafecillo”, “almizclillo”, “tomatillo” o “platanillos”.

Mas la labor de asignación de nombres también se dio entre “reinos” distintos, según la lógica de la taxonomía occidental del momento. Durante sus recorridos por la Gobernación de Cartagena, Antonio de Ulloa se pudo dar cuenta de que sus informantes negros distinguían varias plantas por su semejanza externa con especies animales, y viceversa, y, entre otras muchas denominaciones, halló que les daban el

16 Investigaciones etnográficas recientes en la misma zona del Pacífico han hallado las mismas macroagru-paciones, pero complementadas con otras dos: la de Matas y la de Hierbas. Todas, incluidos los animales, se cruzan con otras coordenadas como las del Monte o lo Casero, lo Alto o lo Bajo o lo Manso o lo Arisco, que aluden a la complejidad de la cosmología de esta zona de Colombia. Ver al respecto, Losonczy (2006), Sánchez (2002) y Restrepo (1996).

17 Sobre estos dos esquemas de clasificación, Descola advierte que “la primera [la metáfora] es una relación de similitud interna entre los términos –que apela a la facultad de selección y sustitución de las palabras en la organización del sentido–, y la segunda [la metonimia], [es] una relación de similitud externa entre las relaciones, en que se juega la facultad de combinación de las unidades lingüísticas en la relación dife-rencial” (2012, 352).

Page 106: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

104

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

nombre de “culebras de bejuco” a los reptiles, “cuya figura y color se asemeja a éstas [plantas], y, como suelen las más veces estar colgadas de los árboles, parecen con evidencia bejucos” (Ulloa 2002, 102)18.

Y, evaluando lo que vieron los voceros de la Ilustración desde una perspecti-va metafórica, ellos también se toparon con el hecho de que varias designaciones se fabricaban mediante la correlación analógica de constituciones fisiológicas o de hábitos y costumbres (alimenticias, reproductivas, de habitación, etcétera) entre ani-males y entre éstos y las plantas. Por ejemplo, conforme los bogas del Magdalena le iban describiendo las diversas especies de “gramas y juncos” que pululaban en sus orillas, Mutis se encontró con que una planta en particular “la llamó un indio chava-rría”, un nombre de ave local [Chauna chavaria]. Se le dio este distintivo “porque un pájaro de este nombre la come con gusto” (Mutis 1991, 116).

Es más, este acervo de semejanzas y/o analogías también se construía tomando como referencia analítica el espacio de realización humana. De allí que, en uno de sus viajes por la cuenca del Magdalena, este mismo científico halló, por ejemplo, que los bogas zambos le daban el nombre de “bijao rosario” a una planta local que él dis-tinguió como una Canna19. La razón por la que “llaman Bijao [es] por la semejanza de sus hojas a las del Bijao y Rosario porque de la semilla redonda suelen servirse en lugar de cuentas de rosario” (Mutis 1991, 125)20.

En lo relativo a la clasificación de orden metonímico, los documentos refieren varias estrategias discursivas empleadas por los colectivos negros para construir los nombres, tomando, por ejemplo, la causa por efecto, o viceversa. Mediante este úl-timo recurso se plasmaron los usos y propiedades de plantas, minerales o animales diversos. “Oyendo los nombres con que distinguía los árboles [y demás plantas] un Práctico compañero nuestro” (Valenzuela 1983, 123) fue que Eloy Valenzuela logró saber que la hierba “tucutucu” recibía su nombre por la diarrea (o Tucutucu) que prevenía, o que el bejuco “ataja sangre” tenía propiedades antihemorrágicas.

Mutis también encontró la razón de ser de varios “nombres curiosos”, como el dado a algunas piedras de “ojo de Santa Marta”, por “su virtud [de] sacar del ojo, aplicada la piedrecita al globo, cualquier cuerpo extraño, lo que dicen ejecutan por una como atracción” (Mutis 1991, 150). Al igual que sus colegas, fray Diego García encontró otras formas de nomenclar metonímicamente a través de esta estrategia o por intermedio de aquella otra que utilizaba el continente por el contenido o la parte

18 Valenzuela también encontró que varios vegetales recibían denominaciones a través de esta estrategia, tales como “hojas de murciélago”, “cacho de venado”, “cazón o armadillo”, “cojón de cabrito”, “gallinacito”, “gallito” o “lengua de vaca” (Valenzuela 1983). Mutis encontró que, bajo igual criterio, se había nombrado al “burro” (ave), al “chipuelo aterciopelado”, “chipuelo hediondo” o al “guacamayo” (planta del género Cecropia), entre otra infinidad de nombres (Mutis 1983, tomos 1 y 2).

19 Las cannáceas (Cannaceae) son una familia de plantas herbáceas pertenecientes al orden Zingiberales. La familia presenta un solo género, Canna, con veintitrés especies, conocidas popularmente como “achiras” o “cañas de Indias”.

20 De igual forma, se bautizaron localmente plantas como el “palo de cruz”, el “tachuelo”, el “plátano domini-co”, el “alpargate”, entre otras muchas especies más (Mutis 1983, tomos 1 y 2).

Page 107: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

105

por el todo (y viceversa, en ambos casos). De esta manera, sus informantes zambos y mulatos le contaron de nombres para plantas como “campanilla”, “siempre viva” o “candileja”, para minerales como “puntas de diamante” (cuarzo) o “punticas de diamante” (rubíes), o para animales, las aves clasificadas como “cascabelito” (Forpus conspicillatus) o “cardenal” (Pyrocephalus rubinus) (García 1995).

En este mismo orden de ideas, también se dio la asignación de registros –que reflejaban obviamente una identificación previa de sus identidades, cualidades in-trínsecas o aplicaciones prácticas– a través de la contigüidad espacial (“puercos de monte”, “rosa de Castilla”, “azuceno de monte”, “canela de Andoquíes” o “bejuco de playa”, etcétera) o por contigüidad temporal. Sobre este último aspecto, Valenzuela supo que la flor de “Corpus” recibía este apelativo “por florear solo en este tiempo según dicen” (Valenzuela 1983, 138), al igual que la bella flor “de Mayo”, que florecía sólo en este mes y que muy pronto quedó inmortalizada en una detallada lámina salida del taller de dibujantes de la Expedición Botánica.

No sobra anotar que ambos esquemas cognitivos (metonímico y metafórico) no se tejieron de manera aislada o que sus marcadores lingüísticos se asignaran de una manera antitética. En la inmensa mayoría de las ocasiones, uno y otro se expre-saban de forma conjunta para definir aquellas nomenclaturas “curiosas”, “vulgares”, cuando no “delirantes” (desde la óptica del colonizador, claro está), y, para tal efecto, cuando se consignó la forma de catalogar las “víboras” que habitaban el Chocó, un viajero –ubicado a medio camino entre la cultura letrada y la popular del área– en-contró que a varios de estos reptiles se les daban apelativos por semejanza morfo-lógica o de estructuras y diseños. De esta forma, la “X” (Bothrops asper) se nombró “por la labor que igual a esta letra, tienen enteramente desde la caveza hasta la cola”; las “Cachetonas” (Bothrops nasutus) recibían su nombre “por la caveza que tienen muy grande y los cachetes o quijadas tan desproporcionadas”; la “Rabo de Chucha” (Bothrops punctatus), por el adelgazamiento que tenía su extremo posterior, similar a la cola de una zarigüeya (Didelphis sp.), y por utilizarla también de forma prensil; la “Verrugosa” (Lachesis muta) se llamaba así debido a que su piel era “lo propio que el pellejo de una piña” (Anónimo 1995: 61-62), y así por el estilo suministró varios ejemplos más.

Pero este viajero también halló que en el momento de asignar nombres, los “negros y mulatos” utilizaban otra clase de criterios que, en términos del presente, combinaban lo metafórico con lo metonímico. Entre otras, la “Coral” (Micrurus mi-partitus) se reconocía no sólo por su viva coloración, parecida a la de estas criaturas acuáticas, sino por “violenta y venenosa”, además de “aguda, ágil”, y por ser la “víbora más valiente” (Anónimo 1995, 63). La víbora de “Sangre” (Clelia clelia) se llamaba así tanto por su coloración característica en su estado juvenil como por ser “la más violenta” (Anónimo 1995, 64).

La “Cazadora” (posiblemente Leptophis ahaetulla), no venenosa, se definía no sólo por su constante actividad en procura de su alimento, sino por la agresividad que mostraba con las restantes serpientes, dado que “tiene debates con todas, y siempre es

Page 108: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

106

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

vencedora […] es su gusto matarlas” (Anónimo 1996, 64). A su vez, la “Dormilona” (Imantodes sp.), pequeña pero letal, recibía su nombre desde una matriz de sentido que les indicaba a los pobladores locales que “apermitido Dios el poseerlas de un sueño, que de casualidad solo seallan dispiertas, y de no ser así hubiera los mas de los días mordidos, pues como son tan pequeñas no se ven” (Anónimo 1995, 61-62).

Palabras finalesCon base en lo anteriormente expuesto, resulta evidente que dentro del vasto, di-verso y rico acervo cultural que desarrollaron los grupos de emigrantes forzados desde África en virtud de la trata esclavista y sus descendientes en las Américas, una porción importante –y todavía por estudiarse en todas sus dimensiones posibles– la conformaron los sistemas generales de identificación y clasificación de las diversas criaturas humanas y no humanas que poblaban su realidad inmediata, que les allanó el camino para la fijación de sus identidades y componentes constitutivos, el esta-blecimiento de sus comportamientos y rutinas cotidianos y la estructuración de los esquemas de interacción tejidos con los restantes seres –afines o dispares– con los que se compartía una experiencia de vida diaria.

Este legado de primer orden fue parte integrante de la producción científica de aquellas colectividades y se hilvanó a través de los siglos mediante un complejo proceso de contacto –forjado entre imposiciones y negociaciones de significados– que, si bien partió desde las diversas etnias que llegaron allende el mar, se enriqueció gracias al intercambio de saberes, pareceres y quehaceres que se entabló entre ellas –y con los esclavizados nacidos en las Américas–, no sólo en las residencias de los amos, en sus haciendas y trapiches o en sus extensiones agropecuarias y Reales de Minas, sino en las “cimarronas”, donde se refugiaban los “huidos”, o en los diversos parajes donde se habían asentado los que lograron obtener su libertad.

Este esquema de conocimiento también se nutrió con los contenidos provenientes de las sociedades indígenas y de las mestizas con las cuales todos los grupos negros in-teractuaban en su diario acontecer, y aun con algunos frutos de la cultura de los sectores hegemónicos que, contradictoriamente, pretendían negar sus supuestos. Y así muchos de sus términos de referencia se expresaran en el lenguaje del colonizador, para el siglo XVIII estos sistemas de sistematización del orden natural y social se habían constituido en verdaderas plataformas para intervenir y transformar algunos aspectos de la realidad que había sido diseñada para ellos por parte de los poderes dominantes.

Estos últimos, en especial aquellos que se autodenominaban “ilustrados”, los hallaron por doquiera que viajaran. Sin embargo, lejos de reconocer en toda su valía esta parte de la tildada por ellos como “ciencia de los rústicos”, trataron –cuando ello fue factible y útil para sus propios intereses– de homologar sus contenidos dentro de su propio universo cultural, en especial dentro de la producción de la ciencia moder-na de corte europeo. Y cuando esta labor de expropiación de significados no fue una alternativa viable, propugnaron su total erradicación para que no se convirtieran en un “obstáculo” más para el “Plan de la Civilización” en el cual estaban empeñados.

Page 109: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Lo natural y lo humano Jaime Andrés Peralta

PA

RA

LE

LO

S

107

A pesar de estas acciones en su contra, varios sistemas de identificación y cla-sificación de la diversidad de formas que podía contener el fenómeno de la vida sobrevivieron a reiteradas campañas de anulación cultural emprendidas desde los púlpitos, las escuelas de primeras letras, las universidades y Colegios Mayores, desde las bibliotecas, expediciones académicas, tertulias y demás centros del saber prove-nientes de las élites. También se resistieron –a veces de forma subrepticia, en otras tantas de manera violenta– a varias iniciativas de poblamiento para “blanquear” cuerpos y mentes, así como a algunas políticas de integración económica y producti-va de fronteras o de fortalecimiento de la institucionalidad colonial en sus territorios ancestrales. Y fue así como sustratos culturales divergentes como éstos permitieron la construcción de otras alternativas de existencia, con notas y acentos diferenciales, agregándole nuevas y sorprendentes dimensiones a la realidad natural y social du-rante este período de nuestra historia.

Referencias1. Anónimo. 1995 [c. 1750]. “Razón extensa y verídica de todas las observaciones que se han

hecho de todos los árboles, plantas, animales quadrupedos, bolatiles, inceptos, sabandijas y zerpientes venenosas, que la naturaleza por si a criado y fabricado en todas estas dilata-das montañas del Chocó”. Estudios Sociales 8-9: 41-84.

2. Castro-Gómez, Santiago. 2005. La Hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

3. Cronon, William. 2002. “Un lugar para los relatos: naturaleza, historia y narrativa”. En Re-pensando la naturaleza. Encuentros y desencuentros disciplinarios en torno a lo ambiental, editado por Germán Palacio y Astrid Ulloa, 29-65. Bogotá: Universidad Nacional, sede Leticia, Imani, Icanh y Colciencias.

4. Descola, Philippe. 2012. Más allá de naturaleza y cultura. Buenos Aires: Amorrortu.5. García, Diego. 1995 [1783-1785]. Fray Diego García, su vida y su obra en la Expedición

Botánica. Bogotá: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.6. Hviding, Edvard. 2001 “Naturaleza, cultura, magia, ciencia. Sobre los metalenguajes de

comparación en la ecología cultural”. En Naturaleza y sociedad. Perspectivas antropológicas, editado por Philippe Descola y Gísli Pálsson, 192-213. México: Siglo XXI Editores S. A.

7. Julián, Antonio. 1994 [1790]. Monarquía del Diablo en la gentilidad del Nuevo Mundo americano. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

8. Knappert, Jan. 1988. Reyes, dioses y espíritus de la mitología africana. Madrid: Anaya.9. Losonczy, Anne-Marie. 2006. La trama interétnica. Ritual, sociedad y figuras de intercam-

bio entre los grupos negros y emberá del Chocó. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropo-logía e Historia e Instituto Francés de Estudios Andinos.

10. Méndez Sánchez, Miguel Ángel. 2012. “Un acercamiento al animal del bestiario borgesia-no a partir de las consideraciones de Gilles Deleuze”. En Filosofía, literatura y animalidad, editado por María Luisa Bacarlett y Rosario Pérez, 43-65. México: Miguel Ángel Porrúa y Universidad Autónoma del Estado de México.

11. Mutis, José Celestino. 1991 [1760-1762]. Viaje a Santa Fe. Madrid: Historia 16.12. Mutis, José Celestino. 1983 [1760-1790]. Diario de Observaciones de José Celestino Mutis.

Tomos 1 y 2. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica.13. Nieto Olarte, Mauricio. 2008. Orden Natural y Orden Social. Ciencia y política en el Sema-

nario del Nuevo Reyno de Granada. Bogotá: Uniandes, Facultad de Ciencias Sociales-Ce-so y Departamento de Historia.

Page 110: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

108

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 91-108 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.06

14. Peralta A., Jaime Andrés. 2014. “De ‘delirios ignorantes’ a ‘cultas reflexiones’. La Ilustra-ción europea y la recepción de los saberes de la periferia colonial”. Revista Fronteras de la Historia 19 (1): 72-95.

15. Peralta A., Jaime Andrés. 2012. Memorias del Agua. Oralidad, naturaleza y cultura en el Pacífico colombiano. Medellín: La Carreta Editores y Universidad de Antioquia.

16. Peralta A., Jaime Andrés. 2010. “Oficiantes del bienestar humano. Curanderos negros en el Pacífico colonial”. En Todos somos historia. Vida del diario acontecer, editado por Eduardo Domínguez, tomo II, pp. 321-342. Medellín, Universidad de Antioquia y Canal U.

17. Pérez Mejía, Ángela María. 1997. “Mutis o la trampa de la Mutisia Clematis”. Boletín Cul-tural y Bibliográfico 34 (46): 29-84.

18. Pérez Morales, Edgardo. 2011. La obra de Dios y el trabajo del hombre. Percepción y trans-formación de la naturaleza en el Virreinato del Nuevo Reino de Granada. Medellín: Uni-versidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

19. Restrepo, Eduardo. 1996. “Los tuqueros negros del Pacífico Sur colombiano”. En Rena-cientes del Guandal. “Grupos negros” de los ríos Satinga y Sanquianga, editado por Jorge Ignacio del Valle y Eduardo Restrepo, 243-348. Bogotá: Proyecto Biopacífico y Universi-dad Nacional de Colombia, sede Medellín.

20. Restrepo, Olga. 1993. “La Expedición Botánica del Nuevo Reino”. En Historia Natural y Ciencias Agropecuarias. Historia Social de la Ciencia en Colombia, editado por Luis Carlos Arboleda, Jesús Antonio Bejarano y Olga Restrepo, tomo 3, 49-130. Bogotá: Colciencias.

21. Sánchez, John Antón. 2002. Entre chinangos: experiencias de magia y curación entre comu-nidades negras del Pacífico. Quibdó: Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico.

22. Silva, Renán. 2002. Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una comu-nidad de interpretación. Bogotá: Banco de la República y Fondo Editorial Eafit.

23. Turbay, Sandra. 2002. “Aproximaciones a los estudios antropológicos sobre la relación entre el ser humano y los animales”. En Rostros culturales de la fauna. Las relaciones entre los humanos y los animales en el contexto colombiano, editado por Astrid Ulloa, 87-111. Bogotá: Icanh y Fundación Natura.

24. Ulloa, Antonio. 2002 [1748]. Viaje a la América Meridional. Tomo 1. Madrid: Dastin Historia.

25. Valenzuela, Eloy. 1983 [1783-1784]. Primer Diario de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reyno de Granada. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica.

26. Vélez, Luis Fernando. 1990. Relatos tradicionales de la cultura Catía. Medellín: Universi-dad de Antioquia.

27. Verdon, Jean. 2009. Las supersticiones en la Edad Media. Buenos Aires: El Ateneo.28. Viveiros de Castro, Eduardo. 2003. “Perspectivismo y multinaturalismo en la América

indígena”. En Racionalidad y discurso mítico, editado por Adolfo Chaparro y Christian Schumacher, 191-243. Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario e Icanh.

Page 111: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes | 111-130Julieta Gaztañaga

Individuo, multitud y cambio social. Una aproximación a la teoría social de Gabriel Tarde | 131-149Sergio Tonkonoff

P A N O R Á M I C A S

Page 112: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 113: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

111

PA

NO

MI

CA

S

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes*

Julieta Gaztañaga**

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07Artículo recibido: 1 de febrero de 2015; aceptado: 27 de julio de 2015; modificado: 12 de agosto de 2015

Resumen | El trabajo buscó contribuir de manera conceptual a la aproxi-mación antropológica de la política y el poder etnográficamente situados. El punto de partida fue un recorrido desde los debates clásicos acerca de la rela-ción entre antropología e ideología hasta las discusiones contemporáneas en torno de la teoría etnográfica. Seguidamente, e inserta la discusión en el cam-po del estudio de procesos políticos que involucran al Estado, recortó un caso de la Argentina contemporánea que expresa y materializa la dimensión polí-tica de la infraestructura pública. En el mismo se examinaron las asociaciones significativas entre infraestructura y federalismo establecidas y movilizadas por actores políticos comprometidos con la creación de una regionalización interprovincial entre las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. Ese corpus de datos, del cual surgen las observaciones y los argumentos vertidos, se corresponde con una década de investigación desarrollada desde un enfo-que y una metodología etnográficos privilegiando el trabajo de campo basado en la observación participante y la entrevista abierta. Finalmente, se propuso una respuesta al interrogante teórico y metodológico de cómo complementar el estudio etnográfico de los efectos materiales concretos del Estado con las dimensiones productiva y creativa de la política, a través de tender puentes entre la política del significado y la del valor.

Palabras clave | Estado (Thesaurus); teoría etnográfica, procesos políticos, infraestructura, Región Centro de Argentina (palabras clave del autor).

* Este artículo fue financiado por los proyectos “Creatividad social y los límites entre política y economía. Un estudio de antropología comparada a partir de tres casos etnográficos”, de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires, programación 2012-15; y “Relaciones personales, instituciones estatales y procesos políticos. Análisis etnográfico y comparativo de la producción social de los niveles de organización político-administrativa”, de la Agencia Nacional de Promoción Científica Tecnológica. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, programación 2011-13.

** Doctora en Antropología, Universidad de Buenos Aires (Argentina). Entre sus últimas publicaciones están: “El proceso como dilema teórico y metodológico en antropología y etnografía”. Publicar en Antropología y Ciencias Sociales 16: 35-58, 2014; “Trabajo político: desde relaciones causales y la importancia de las acciones hacia una teoría etnográfica”. Alteridades 46: 111-126, 2013; “Una perspectiva antropológica sobre el federalismo y el conflicto agropecuario en la Región Centro”, Revista Interdisciplinaria de Estudios Sociales 6: 11-35, 2013. *[email protected]

Page 114: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

112

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

The Politics of Value and the Politics of Meaning: Building Bridges

Abstract | This paper seeks to contribute conceptually to an anthropological approach to politics and power situated ethnographically. The starting point is a review of everything from classical debates about the relationship be-tween anthropology and ideology to contemporary discussions on ethnogra-phic theory. Then, with the discussion limited to the study of political proces-ses involving the state, it focuses on a case from contemporary Argentina that expresses and materializes the political dimension of public infrastructure. It examines significant associations between infrastructure and federalism established and mobilized by political actors committed to creating an inter-provincial regionalization among the provinces of Cordoba, Entre Rios and Santa Fe. This corpus of data, from which the observations and arguments presented arise, is the result of a decade of research developed from an eth-nographic perspective with a methodology that privileged fieldwork based on participant observation and open interviews. Finally, it proposes a response to the theoretical and methodological question of how to complement eth-nographical study of the concrete material effects of the state with the pro-ductive and creative dimensions of politics by building bridges between the politics of meaning and the politics of value.

Keywords | State (Thesaurus); ethnographic theory, political process, infras-tructure, central region of Argentina (author’s keywords).

A política do valor e a política do significado: estabelecendo pontes

Resumo | Este trabalho buscou contribuir de maneira conceitual para a apro-ximação antropológica da política e do poder etnograficamente situados. O ponto de partida foi um percorrido dos debates clássicos sobre a relação en-tre antropologia e ideologia até as discussões contemporâneas sobre a teoria etnográfica. Em seguida e após ser introduzida a discussão no campo do es-tudo de processos políticos que envolvem o Estado, recortou-se um caso da Argentina contemporânea que expressa e materializa a dimensão política da infraestrutura pública. Além disso, examinaram-se, no caso em questão, as associações significativas entre infraestrutura e federalismo estabelecidas e mobilizadas por atores políticos comprometidos com a criação de uma regio-nalização interprovincial entre Córdoba, Entre Ríos e Santa Fe. Esse corpus de dados, do qual surgem as observações e argumentos vertidos, correspon-de-se com uma década de pesquisa desenvolvida a partir de um enfoque e uma metodologia etnográficos que privilegiam o trabalho de campo baseado na observação participante e na entrevista aberta. Finalmente, propôs-se uma resposta ao interrogante teórico e metodológico de como complementar o es-tudo etnográfico dos efeitos materiais concretos do Estado com as dimensões produtiva e criativa da política por meio do estabelecimento de pontes entre a política do significado e a do valor.

Palavras-chave | Estado (Thesaurus); teoria etnográfica, processos políticos, infraestrutura, Região Centro da Argentina (palavras-chave do autor).

Page 115: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

113

“Los números no daban nunca; nunca dan”.

(El titular del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio de Vido, al inaugurar la X Asamblea del Cofema, ante ministros y secretarios

de Planeamiento de los estados federales argentinos, el 15 de mayo de 2014 en el Ministerio de Economía)

Introducción: antropología e ideología

La relación entre antropología e ideología remite a elementos de diferente estatus epistemológico: enfoques teóricos y metodológicos, conceptos y categorías, contextos problemáticos y de problematización, mecanismos y prácticas de saber autorizados y/o contestados, y climas intelectuales en que dichos vínculos son asidos, expresados y cristalizados. En este

campo tan apasionante como vasto y heterogéneo, los estudios sobre colonialismo, nacionalismo, racismo, y demás modalidades de centrismos (de clase, étnico, de gé-nero, etcétera), se destacan como grandes aportes de la disciplina. Desde las reflexiones “clásicas” (Boas, Lévi-Strauss, Mauss, Evans-Pritchard, Geertz, Bateson, Clastres, en-tre otros) hasta los usos antropológicos de “los” clásicos (Durkheim, Marx, Weber, Gramsci, Foucault, etcétera) se ha consolidado un núcleo de debate sobre el arco de las posibilidades humanas. Con ello han sido reveladas también las debilidades y fortalezas (y más recientemente, la fragmentación teórica) de la producción de saber y práctica antropológicos, y sus afinidades problemáticas con la ciencia y el huma-nismo (y más recientemente, el denominado posthumanismo).

Un segundo núcleo de debate que expresa las disrupciones ideológicas de la antropología remite a la construcción de una matriz de saber en tono de la alteridad que ha consolidado de manera heteroglósica (en el sentido bajtineano) un loci intelectual para una disciplina nacida de una representación ideológi-ca de centro y periferia (Friedman 2001, 16). El consenso relativo respecto de separar la ontología del concepto de alteridad del proceso que la produce –en pregunta, experiencia y disposición relacional (Krotz 2002)– ha sido parte del desplazamiento de la relación entre otredad y exoticidad que hizo estallar la función descriptiva y los supuestos esenciales de nociones como cultura e iden-tidad. Hoy, en el contexto de las crecientes constataciones de compromisos des-carnados entre democracia, neoliberalismo, expansión del capitalismo global, violencia, militarismo y xenofobia, el debate del relativismo y el universalismo regresa, al decir de Viveiros de Castro (1996), de manera ortogonal, a través del “giro ontológico”1.

1 En los últimos años, y con la obra de Bruno Latour como espejo borgiano, surgieron trabajos críticos acerca del excesivo anclaje en los aspectos discursivos y representacionales de la cultura (e.g., Holbraad y Pedersen 2014; Venkatesen 2010; los reunidos en el Núcleo brasilero de Antropologia Simétrica PP-GAS-Museu Nacional/UFRJ). No obstante, abrigan posicionamientos tan diferentes –materialidades, perspectivismo, multinaturalismo, etcétera– que resulta difícil hablar de una escuela o un enfoque “onto-lógico” (Course 2010).

Page 116: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

114

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

Sin embargo, además de laureles y neologismos, la matriz donde se intersecan compromiso, resistencia, colaboración y complicidad con dinámicas institucionales, políticas y éticas de la producción de estudios, casos y debates alberga en su seno he-ridas abiertas. Una de ellas es la relación entre etnografía y producción teórica. Este tercer núcleo de debate ha significado la revitalización de la impronta etnográfica, al menos de dos maneras. Una, propia de las últimas décadas, es la recuperación de aportes teórico-metodológicos clásicos para producir conocimiento situado y sus implicancias reflexivas. Así, en el arco que va desde la sistematización malinows-kiana hasta las críticas postmodernas, la etnografía, en su naturaleza triple de enfo-que, método y producto, sería la que otorga a la antropología un lugar no exclusivo pero sí distintivo. La otra, más reciente y controversial, tiene que ver con el proyecto intelectual y político de refundar las bases de la riqueza conceptual de la antropo-logía y subrayar el potencial teórico de la etnografía para producir conocimiento nuevo y disponer de voz propia en los debates de la teoría social contemporánea. Esta propuesta aglutina diferentes posturas bajo el tópico de “teoría etnográfica”2 que advierten sobre la desazón actual del asombro etnográfico, que se contrapone a la (¿otrora?) vertiginosa labor de agendar preocupaciones teóricas propias y cons-truir enfoques y dispositivos analíticos originales. Un tema previamente detectado (Graeber 2001 y 2007; Kapferer 2005), junto al hecho de que la relación entre teoría y etnografía involucra una toma de posición con respecto a la producción de cono-cimiento social, en general y en particular (Ingold 2008 y 2014). Tallan aquí también las maneras en que los conceptos etnográficos se crean: no son correspondencias de sentido ni “armonía heterónoma” entre mundos diferentes, sino “homonimia disyuntiva” que requiere la formulación imaginativa de nuevas visiones de mundo (Da Col y Graeber 2011, vi-viii; Strathern 2014).

¿Cómo las contribuciones producidas en el trabajo de campo (lejano o próximo, propio o a través de registros de terceros) situarían a la etnografía a la vanguardia de los desarrollos teóricos más allá de sus fronteras disciplinares? Las respuestas se buscan desesperadamente. Por ejemplo, a comienzos de 2014, en el simposio An-thropological Knots en la capital finlandesa, un grupo de antropólogos de las acade-mias hegemónicas se reunieron para hablar sobre las formas de intervención de la antropología en el mundo. El concierto de voces y chicanas cómplices fue armonía hasta que la incomodidad de lo virulento –larvado en las exposiciones– se presentó. ¿Era la antropología más central a las humanidades y ciencias sociales cuando ha-blaba de totalidades en lugar de redes y fragmentos, y cuando describía el mundo de una manera positiva en lugar de equívoca? Las respuestas precisaron que el colapso del holismo afectó la capacidad de identificar causación desde el material etnográfi-co. Pero si “el holismo era la mano invisible de la antropología” (Green 2014, 9), ¿qué ocupa ese lugar en la producción teórica de la etnografía?

2 Esta propuesta es una suerte de puente entre Chicago y Oxbridge, y tiene ribetes institucionales y edito-riales como la revista Hau, los blogs Savage Minds y Allegra Lab, y la Red NET (Network of Ethnographic Theory) de la Asociación Europea de Antropólogos Sociales (EASA, por su sigla en inglés).

Page 117: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

115

Justificada o no una “teoría etnográfica”, estos debates apuntan al corazón ideo-lógico de la disciplina. Es probable que no haya una relación causal ni única entre el hecho de que la antropología haya dejado de generar un vocabulario propio y su vuelco a importar categorías de la filosofía y la teoría sociológica. La ethnographic-ness tampoco parece ser el remedio para los compromisos ontológicos de la antro-pología (Ingold 2014, 386). No obstante, son innegables los problemas relativos a los alcances conceptuales y epistemológicos de los trabajos de los antropólogos en el escenario actual de prácticas de citación mercantilizadas, imperativos de relevan-cia y visibilidad según criterios externos, condicionamientos para el financiamien-to como difusión, y demás formas de lo que David Graeber (2014, 80) denomina “vulgar Foucauldianism” para referirse al clima intelectual dominado por una clase financiera-burocrática.

Con la intención de contribuir a las discusiones sobre la relación entre an-tropología e ideología desde una aproximación antropológica a la política y al po-der etnográficamente situados, este trabajo se centra en el tercero de los núcleos de debate señalados. Y plantea que la relación entre etnografía y teoría expresa otra herida abierta de la disciplina, relacionada con ciertas disposiciones para considerar la alteridad de manera relacional y procesual. Este problema se expresa de manera particular en el campo de los estudios de procesos políticos que involucran al Es-tado, en función de una oscilación naturalizada entre el interés y desinterés por su carácter productivo y creativo. Es decir, dichos procesos políticos son tomados como escenarios u operadores de efectos sobre sujetos determinados soslayando sus bases productivas y creativas cotidianas, las cuales hacen de la política un proceso vivo, y cuyo tratamiento en clave etnográfica permitiría a la antropología participar en los debates contemporáneos que marcan la comprensión del Estado y en las tensiones entre la política y lo político.

A fin de abonar este argumento, focalizaré en un caso que atañe a la dimensión política de la infraestructura pública vial en un proceso de regionalización interpro-vincial en la Argentina actual. Con base en la experiencia del análisis del proceso polí-tico por el cual se crea la Región Centro (RC, de aquí en adelante), recorto el problema de cómo ciertos actores políticos construyen y sancionan relaciones significativas en-tre la importancia de la infraestructura pública y el federalismo, de cara a la regionali-zación. Las infraestructuras son lugares de observación y análisis privilegiados porque suscitan potentes imaginarios temporales de promesa (o amenaza) de conectividad, al mismo tiempo que articulan historias políticas y materiales que suelen hacer de espacios mundanos locus controversiales (Dalakoglou y Harvey 2012). Como totali-dades sociales, brindan espacios privilegiados para llegar a otras, y con ello, explorar los alcances de la teoría etnográfica. El objetivo último del artículo es llegar a hacer una contribución conceptual a través de datos producidos de manera etnográfica: dar cuenta de un proceso que denomino el pasaje de la política del significado a la del valor, a fin de contribuir a problematizar las relaciones entre antropología e ideología. En este sentido –y considerando lo expresado respecto de la teoría etnográfica, en

Page 118: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

116

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

lugar de tomar como dadas las tradicionales asociaciones de tópicos tan caros al estu-dio del Estado como democracia y federalismo, descentralización y regionalización, e infraestructura y desarrollo socioeconómico–, pienso esos conceptos y sus eventuales vinculaciones desde el punto de vista de mis interlocutores. El trabajo no deja por eso de situarse en la constelación conceptual de temas donde también tallan los de sobe-ranía, territorialidad, relaciones intergubernamentales, cambio institucional, etcétera, pero lo hace atendiendo a los modos y contextos en que los actores los movilizan so-cialmente. La etnografía, con su énfasis en la totalidad, permite discutir la división a priori del mundo en esferas estancas (economía, religión, sociedad, política, moral, estética, etcétera) y propone, en cambio, examinar la construcción social de las mismas focalizando en las perspectivas nativas3.

En términos metodológicos, las reflexiones aquí vertidas provienen de una in-vestigación desarrollada desde un enfoque etnográfico y un trabajo de campo ba-sado en las técnicas de observación participante y de entrevista abierta. Desde hace una década vengo estudiando la construcción de una región por parte de los gobier-nos de las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. En este marco, realicé decenas de entrevistas a los actores que promueven este proceso político (funcionarios políti-cos, asesores y técnicos de las provincias, funcionarios del Consejo Federal de Inver-siones (CFI)4 y representantes de entidades no gubernamentales aglutinados en los Foros de la Sociedad Civil); relevé eventos anuales de la RC y reuniones sectoriales donde interactué con sus participantes y atendí a sus conversaciones y discusiones, en público, en pasillos, pausas de café, almuerzos y encuentros casuales. También recurrí a fuentes periodísticas gráficas y radiales de alcance provincial y nacional, y documentos (leyes, decretos, tratados, acuerdos, protocolos y cartas de intención) que examiné desde un enfoque etnográfico, para recuperar categorías utilizadas por los actores sociales e identificar sus contextos y trayectorias.

En esta oportunidad daré privilegio a las perspectivas de los actores que enca-raron y que actualmente dirigen el proceso regional, identificados con los poderes ejecutivos de esas tres provincias, de notable peso socioeconómico dentro del entra-mado nacional. Por un lado, porque son quienes han venido definiendo la agenda de infraestructura pública en la RC. Esto resulta de que si en su conjunto los participan-tes del proceso provienen de filas estatales y sectores privados, y de partidos políticos y grupos intermedios de la sociedad civil, en la práctica cotidiana la capacidad para influir y actuar respecto de las coyunturas y los destinos de las relaciones interpro-vinciales recae en los gobernadores y sus equipos (y sus relaciones con los sectores económicos de mayor influencia: productores y empresarios, mayormente vincula-

3 Siendo la perspectiva nativa una construcción analítica, y no la transcripción de lo que “ellos” piensan de su mundo social. Es decir, integrada a un ejercicio de descripción y análisis del comportamiento que incluye procesos, contextos y relaciones, antes que cosas, palabras o personas en sí mismas (Balbi 2010, 2; cf. Guber 2001).

4 El CFI es un organismo federal, creado en 1959 con el objeto de “promover el desarrollo armónico e integral de las provincias y regiones argentinas”, y es un ámbito clave de actuación política, técnica y financiera para la RC.

Page 119: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

117

dos a la agroindustria). Por otro lado, porque son quienes tienen la capacidad de ins-tituir como política regional al federalismo, uno de los conceptos que más circulan de manera cotidiana y permanente en foros públicos, documentos, debates, charlas informales y conversaciones íntimas. Los actores políticos de la RC han resignifica-do la metáfora fundacional de una nación cuyas partes se reconocen preexistentes a la totalidad que las engloba en al menos dos grandes direcciones. Por un lado, como gramática de un trabajo orientado a imponer la descentralización política y adminis-trativa en el territorio, paradigma neoliberal de las políticas públicas desde los años 1990. Por otro lado, como arena de contrastes utópicos jerarquizados: entre su “con-creción verdadera” (la Región) y su “deficiencia de hecho” (un país centralizado).

En lo que sigue, la exposición procede en dos partes. La primera se ocupa de la asociación entre infraestructura y federalismo en el marco de la RC como proceso político. La segunda regresa a las relaciones entre antropología e ideología de manera oblicua, a través de una pregunta inspirada en la teoría etnográfica: si es posible, y cómo complementar la tradicional aproximación etnográfica a la in-fraestructura vial como estudio de los efectos materiales concretos del Estado con las dimensiones productiva y creativa de la política. Las conclusiones responden afirmativamente a través de un ejercicio conceptual tendiendo puentes entre la política del significado y la del valor.

Procesos políticos e infraestructura en la Región CentroLa RC no es la única región interprovincial de Argentina pero es la más dinámica y la que más avances ha hecho. Ciertas áreas de políticas públicas que detentan un lugar privilegiado en la agenda de los gobiernos que la conducen atestiguan esa aprecia-ción compartida por sus promotores y detractores. El desarrollo de infraestructura pública (especialmente, la planificación y mejora del sistema vial y portuario), la promoción de la producción regional (con un notable énfasis en la agroindustria y su diversificación) y la organización de misiones comerciales internacionales (hacia las economías emergentes de Asia, África y América Latina) han sido sostenidos por las sucesivas administraciones, pese a los cambios de gobierno y sus conflictos inter-nos5. La importancia dada a esas áreas concuerda con la composición de la produc-ción relevada en términos regionales: sector primario (12,7%), secundario (27,32 %) y terciario (61%). Asimismo, refleja el peso sustantivo de las provincias, que conjuntamente aportan el 60% del total de las retenciones nacionales a las exporta-ciones6. La importancia de dichas áreas también se traduce en un interés creciente

5 Los gobernadores que lanzaron la RC en 2004: por Córdoba, José Manuel de la Sota (Partido Justicialista, 1999-2003, 2003-07; Unión por Córdoba 2011-hoy); por Entre Ríos, Jorge Pedro Busti (PJ, 1987-91, 1995-99, 2003-07), y por Santa Fe, Jorge Obeid (PJ, 1995-99 y 2003-07). Los actuales gobernadores son: De la Sota, Sergio Urribarri (Frente para la Victoria 2007-11-15) y Antonio Bonfatti (Partido Socialista, 2011-15).

6 La desigualdad entre las provincias es notable: Santa Fe aporta el 22,07%, Córdoba el 12,44% y Entre Ríos el 1,99%. Los principales sectores exportadores en Córdoba son las MOA (Manufacturas de Origen Agroindus-trial), con el 46%; los PP (Productos Primarios), con el 31%, y las MOI (Manufacturas de Origen Industrial), con el 16%. En Santa Fe: con el 70%, MOA; con el 13%, PP, y con el 13%, MOI, y en Entre Ríos: MOA, con el

Page 120: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

118

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

de diferentes sectores sociales en participar; donde se destacan iniciativas como la transferencia entre sectores productivos y universidades, asociaciones público-pri-vadas y acuerdos entre organizaciones del trabajo y empresariales para estudios de armonización tributaria y de cadenas de valor, elaboración de programas y políticas públicas conjuntas en salud, medioambiente, uso racional de la energía, intercam-bio artístico y torneos deportivos. Como articuladora de todas esas dimensiones, la construcción de una agenda común en materia de infraestructura es una de las áreas principales de valoración de la RC como una política estatal. Para quienes están comprometidos con el proceso, la infraestructura abre un campo de posibilidades, aunque también evidencia límites a este proceso político. En el primer sentido, por-que es prueba material de su realidad y signo de su futuro; en el segundo, porque materializa las limitaciones jurídicas de “un bloque político y económico” inestable.

En la VIII reunión institucional de la RC, en un lujoso hotel de la capital entrerriana, los tres gobernadores, secundados por los vicegobernadores y ministros, anunciaron al colmado auditorio que estaban trabajando en tres obras: un viaducto que vinculará a la capital de Entre Ríos y la de Santa Fe (complementando el ya exis-tente Túnel Subfluvial del río Paraná); un complejo de generación de energía eléctrica articulado con la obra vial mencionada, y un acueducto para proveer de agua dulce a la provincia de Córdoba. Los efusivos aplausos de las más de doscientas personas presentes, los bombos de la CGT (Confederación General del Trabajo) cordobesa en el fondo del salón y las sonrisas impolutas de los funcionarios contrastaban, sin embargo, con un problema conocido para los presentes y rumoreado con cinismo en la pausa del lunch. Es que las provincias no solamente requieren que la nación (el gobierno nacional) se interese en determinados proyectos que caen en su jurisdicción (puentes y rutas nacionales) sino que las regiones interprovinciales no están habilitadas para financiar obras públicas. Esta disyuntiva no fue ocultada sino subrayada. En palabras del gobernador entrerriano (que transcribo de mis notas de campo):

Hablábamos recién en una reunión previa, ¡y cómo no suscribirlo!, que uno de esos objetivos superiores definido por nuestra hermana provincia de Córdoba es el aprovisionamiento de agua dulce para miles, cientos de miles de ciudadanos cordobeses que hoy lo necesitan. Pues será para Entre Ríos y para Santa Fe una prioridad, y trabajaremos fuertemente cooperando para que ese objetivo que ha identificado Córdoba sea pronto una realidad.

Al detectar el problema como “político”, la solución “política” es acorde: traba-jar conjuntamente. Esto no sólo refuerza a la RC como institución sino al proceso, donde jerarquizar prioridades a través de obras concretas es parte de un “trabajo político”. Del mismo modo, el mandatario se refirió al puente Santa Fe-Paraná, su-brayando la cooperación más allá de la territorialidad formal: “hemos identificado como uno de los objetivos superiores un nuevo enlace físico, y no tenemos la más

23%; con el 58%, PP, y MOI, con el 7% (fuentes: INDEC y Bolsas de Comercio de Santa Fe y Rosario).

Page 121: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

119

mínima duda que nuestra hermana provincia de Córdoba, con su gobernador al frente, va a cooperar fuertemente”. A su turno, el mandatario cordobés ratificó lo dicho por “El Pato” (Urribarri) e inscribió las tres obras en “los programas que tene-mos de unión de la Región Centro actuando a través de la infraestructura”. Destacó su “alegría de estar creando alternativas al viejo Túnel Subfluvial porque es también tener a Córdoba más cerca de Entre Ríos”, y de sus pares, la “generosidad: el Paraná tiene agua buena, no contaminada, y no tuvieron ninguna duda en decir: Córdoba, como provincia mediterránea, necesita abastecimiento de agua, ahí estamos”.

Situaciones y alocuciones como las mencionadas son parte de la performance y la retórica política pública. Pero son también acciones7. Sistematizo a continuación cuatro formas en que los actores políticos de la RC actúan a través de la infraestruc-tura. Las mismas se corresponden con la primacía de los diversos significados que imprimen importancia al trabajo político: integración, institucionalización, produc-ción de escalas y movilización de símbolos.

Los actores actúan y actualizan la capacidad de dotar de institucionalidad a la RC a través de proyectos, de obras. De hecho, los “anuncios” mencionados ya esta-ban en el Plan Estratégico Regional presentado en febrero de 2007 en la V Reunión Institucional de la RC. En ese extenso documento, que demandó casi dos años de negociaciones (el último tomo nunca fue presentado públicamente) y donde partici-paron todos los sectores (la Junta de Gobernadores, la Mesa Ejecutiva, la Secretaría General, un equipo técnico del CFI, la comisión parlamentaria y los Foros de Em-presarios, Universitarios, Profesionales, Organizaciones del Trabajo), la comisión encargada del tema desaconsejó obras que no estuvieran en ejecución o previamen-te aprobadas, si bien incluyó a esas obras en sus líneas estratégicas. Para esa misma época, un funcionario del área de planeamiento del gobierno entrerriano me señaló que “las regiones se definen por un criterio plano, por la existencia de proyectos en común”. Se refería no sólo a proyectos sino a los lazos de conocimiento mutuo, a reuniones y a comunicaciones entre “personas, políticos” que fueron claves para lanzar la RC dentro del trabajo de crear interés en el gobierno nacional respecto de obras interprovinciales como el puente Rosario-Victoria y la autopista Córdoba-Ro-sario. Ahora, con la RC consolidada, la infraestructura tiene la misma o mayor im-portancia porque, además de producir obras, produce integración.

Siendo la creación de una agenda regional de infraestructura parte del trabajo político cotidiano y de coyunturas excepcionales, también acarrea conflictos de diver-sa índole. Por una parte, definir la “obra pública prioritaria” significa el detrimento de la provisión de otras (el ejemplo clásico es el desarrollo ferroviario frente al rutero, que en la RC se suma a la Hidrovía del Paraná y el control de puertos privados). Por otra

7 Como señaló Leach (1997, 91), recordando el argumento malinowskiano del lenguaje como una herra-mienta pragmática: la conducta simbólica no sólo “dice” algo; también manifiesta emoción y, en conse-cuencia, “hace”. Estudios como los de Bailey (1969), Geertz (2000), Herzfeld (1992) y Kapferer (1988) también muestran el lugar clave de la vida simbólica para los actores involucrados en la construcción y el mantenimiento del poder y la autoridad.

Page 122: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

120

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

parte, por el modo en que está orquestada la decisión política en la RC, aquella forta-lece la desigual capacidad de los poderes ejecutivos y los legislativos, lo cual determina que proyectos políticos en pugna sean dirimidos en términos de un extremo persona-lismo o por clivajes político-partidarios8. Así, mientras que los gobernadores, minis-tros y secretarios rubrican acuerdos mutuos y con la Nación, los legisladores no tienen el mismo reconocimiento a su trabajo ni pueden técnicamente tomar decisiones que impacten en las instituciones “regionales”. Por ejemplo, en el evento mencionado fue soslayada toda mención a que miembros de la Comisión Parlamentaria Conjunta de la RC habían elaborado un anteproyecto del acueducto del Paraná.

La axiología del proceso de la RC, además de cobrar expresión material ten-diendo puentes entre múltiples sentidos de localidad, está moldeada por una pecu-liar articulación entre “justicia territorial” e “integración regional”. Así, la valoración del desarrollo de la infraestructura pública se teje dentro de otras escalas políticas, y articulándolas. Por ejemplo, el puente Santa Fe-Paraná se inserta en el programa Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana forman-do parte del trazado de un corredor bioceánico (de Porto Alegre, en Brasil, a Co-quimbo, en Chile) que impulsan las provincias de la Región Centro con San Juan y La Rioja9. En este contexto, los gobiernos municipales de Paraná y Santa Fe vienen realizando sesiones conjuntas anuales de los concejos deliberantes, con miras a su integración metropolitana y el posicionamiento en el Mercosur. Mientras tanto, el acueducto Santa Fe-Córdoba significa 370 km desde la localidad de Sauce Viejo, costeando la ruta 19 hasta San Francisco y Córdoba, al mismo tiempo que supone la articulación con la Hidrovía Paraná-Paraguay (Argentina-Paraguay-Bolivia-Brasil), donde también cae el proyecto de generación de energía eléctrica.

Trabajando en procesos de este tipo, los promotores de la RC también se com-prometen con la jerga y los énfasis que pregonan los organismos internacionales respecto del regionalismo abierto, funcionales a las dinámicas globales de acumu-lación capitalista (Alves y Desiderá 2012). Sin embargo, las relaciones entre infraes-tructura, producción y comercio exterior expresadas en esos lenguajes de símbolos no implican la adopción directa de sus supuestos. En efecto, consideran que la in-fraestructura no sólo refleja la representación territorial y material del Estado sino que actúa sobre ella. En otras palabras –dado que la RC se superpone, compite y al mismo tiempo se apoya en las relaciones entre las unidades político-administrativas que tradicionalmente encarnan la planificación, concreción y regulación de la obras públicas (municipios, estados provinciales y Estado nacional)–, actuar a través de la

8 De la Sota y Urribarri pertenecen a líneas peronistas enfrentadas; en Santa Fe, Bonfatti es el sucesor del primer gobernador socialista de Argentina, Hermes Binner. Un examen completo de la cuestión partidaria requiere, no obstante, las composiciones minoritarias y mayoritarias en las cámaras legislativas (de las provincias y respecto del partido gobernante a nivel nacional). Pero como hemos mostrado (Gaztañaga 2010, 2012 y 2013), no es el clivaje fundamental, y sería errado deducir del mismo los procesos en torno de la infraestructura.

9 IIRSA surge en el año 2000 como una plataforma de proyectos viales y energéticos, soporte material de la malograda ALCA, que fue asumida por la Unasur en 2009 (CEPAL 2011).

Page 123: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

121

infraestructura significa participar en el entramado donde se juega políticamente el poder del Estado y del gobierno. Aquí talla con un poder irresistible el federalismo.

Federalismo y efectos de EstadoLas “metáforas conceptuales” (Moore 2004) que animan los procesos políticos que rodean los proyectos de infraestructura promovidos por las provincias que integran la Región Centro han tendido a articularse en torno de la recuperación –o mejor di-cho, la reactualización– de los significados y prácticas del federalismo. En Argentina, este fulcro utópico y distópico del Estado-Nación, de la legitimidad de su unificación y su amenaza, implica la coexistencia del gobierno nacional o federal, cuya jurisdic-ción abarca todo el territorio de la Nación, y los gobiernos locales, las provincias, autónomos en el establecimiento de sus constituciones en sus territorios. También alude a la tensión constitutiva entre la necesidad de conciliar el principio de la uni-dad y el de la autonomía, tal como expresaron las violentas luchas armadas durante el período formativo nacional en el siglo XIX y que continúa vigente a través de otros mecanismos e instituciones que apuntalan desigualdades del entramado nacional10.

Para mis interlocutores, el federalismo presenta diversas dimensiones (fiscal, le-gal, electoral, política, filosófica, moral, etcétera) incorporadas a las comprensiones de la conformación histórica del Estado-Nación, un sistema político unificado, la crea-ción de un mercado y un fisco nacional, y el lugar del país en la división internacional de la producción y el comercio (incluidos los modelos productivos en pugna: agroex-portador/industrial). En este marco, el establecimiento de relaciones entre federalismo e infraestructura está en sintonía con los reclamos generalizados de romper el mono-polio histórico y estructural de Buenos Aires y su zona de influencia respecto de la na-vegabilidad de los cursos fluviales y marítimos, el sistema ferrovial y la aeronavegación (que no llega a paliar el establecimiento, a mediados de 2010, de la ruta de cabotaje Co-rredor Federal). Pero también sintoniza una suerte de sinonimia entre la creación de la RC y un “verdadero federalismo acorde a los tiempos actuales de la globalización”. El gobernador santafesino fue elocuente al respecto cuando recibió la presidencia pro témpore en 2012: “La Región Centro, como todo proceso de integración regional, es ante todo un hecho político, basado en un principio de cooperación. Ni siquiera cree-mos que la hipótesis de la completa autonomía pueda resultar deseable”.

Lejos de imponer un filtro de ingenuidad romántica al federalismo como sig-nificante de la relación entre cooperación, globalización e integración –que equival-dría a establecer un contraste normativo entre lo ideal y lo real–, quiero subrayar que, desde el punto de vista de sus promotores, aquél habilita la creación de esce-narios de acción, además de posicionamientos. El modo privilegiado es significar

10 La Constitución argentina sanciona una división de funciones estatales por la que la administración nacio-nal es responsable de las relaciones internacionales, la defensa nacional, la justicia federal, la educación su-perior y ciencia y técnica, la seguridad social y la infraestructura interprovincial. Las provincias (incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y los municipios son responsables de la educación básica, la salud pública, la infraestructura urbana, la promoción y la asistencia social, la seguridad y la justicia provincial.

Page 124: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

122

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

el federalismo como la producción de “obras concretas” (en un arco que va desde las obras mencionadas hasta una ley, una consigna partidaria o la construcción de memoria histórica, donde Artigas, el caudillo federal “uruguayo”, regresa al pan-teón de los héroes locales). En efecto, construyen al federalismo como mecanismo funcional (para el desarrollo territorial y para remediar el sojuzgamiento de las pro-vincias) pero también como herramienta de innovación institucional y creación po-lítica. Cabe recordar que este “nuevo” federalismo que ha regresado no es ajeno a las transformaciones neoliberales relacionadas con la descentralización del Estado y la economía. Es un dispositivo ideológico controversial, que proporciona un conjunto de símbolos políticos y estatales para construir el locus de la política (como enfren-tamiento y alianza) y un lenguaje de signos para dirimir incumbencias, construcción de liderazgos y posicionamientos, creación de instituciones, programas y proyectos. Ambigüedad significativa y laxa polisemia aseguran su eficacia.

Como he señalado, no todos los actores políticos ven negativamente per se el hecho de que las grandes inversiones de infraestructura se gestionan sobre recursos provenientes (directa o indirectamente) de la Nación. Los gobernadores enfrentados al gobierno nacional, empero, expresan crecientemente su interés en financiamientos alternativos, ya sea de organismos multilaterales de crédito o a través del mercado de capitales doméstico (fideicomisos o emitiendo deuda pública). Aquí gravita un problema considerado político y jurídico, ya que uno de los aspectos más controver-tidos del artículo 124 de la Constitución Nacional (introducido en la última refor-ma, 1994, y que habilitó las regiones interprovinciales) es que las provincias pueden “celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las facultades delegadas al gobierno federal o al crédito público de la Nación”. De este artículo “federal”, hay quienes anclan su valor en la capacidad para disponer de recursos genuinos de las provincias (los generados productivamente y los tomados en crédito/deuda), mientras que otros incluyen la participación en la toma de decisiones que afectan recursos que “bajan” de la nación. A su vez, los gobernadores y sus administraciones también tienen compromisos di-ferenciales respecto del actual Régimen de Coparticipación Federal de Impuestos. Este sistema tributario –a medio camino entre una norma y su reglamentación, por medio del cual la nación recauda, retiene una parte y redistribuye el resto del tributo estatal entre los estados federales– es el gran blanco de cuestionamientos al federa-lismo argentino. Sin embargo, como sostienen mis interlocutores, en la práctica se combina con subsidios, fondos discrecionales y transferencias indirectas que com-pensan las desigualdades de la coparticipación. De hecho, una reciente cartografía de las transferencias del gobierno central revela una creciente desproporción que desnaturaliza el criterio de distribución fijado en la ley 23.548/88 y de los recursos que se distribuyen a las provincias por mecanismos no automáticos11. Finalmente,

11 Con base en cifras presentadas a fines de 2014 por la Auditoría General de la Nación, tomando en cuen-ta las transferencias registradas entre 2003 y 2012. Véase http://www.agn.gov.ar/prensa/ (consulta: 27 de enero de 2015).

Page 125: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

123

en el enjambre de recursos jurídicos, y problemas y soluciones políticos que hacen cotidianamente al federalismo, quienes conducen la RC reconocen que la creación de infraestructura regional también es un mecanismo del gobierno nacional –que para algunos fortalece y para otros debilita– que afecta a la agenda regional de obras públicas. Esta tensión puede ilustrarse en el reciente llamado a licitación pública nacional para la contratación de la consultora encargada del proyecto ejecutivo del viaducto Paraná-Santa Fe. El mismo fue realizado por la presidenta Cristina Fer-nández de Kirchner días después de su visita a la ciudad de Paraná, con motivo de los festejos por el bicentenario de la ciudad, el 25 de junio de 2013. En el acto en que anunció que la obra iba a construirse remarcó la lealtad –ese valor tan caro al peronismo– del mandatario entrerriano, quien en ese entonces estaba entre los “presidenciables” de 2015 (luego, el proceso político terminó cediendo a favor del gobernador bonaerense)12.

Las diversas modalidades significativas señaladas que hacen parte de la rela-ción entre federalismo e infraestructura permiten advertir que los proyectos “regio-nales” no sólo implican materialmente a las tres provincias sino que remiten a un proceso de producción. En este sentido, uno de los eslóganes que los funcionarios que participan de la RC repiten hasta el hartazgo es que “la creación de la Región Centro es el evento más importante después de la organización nacional”. Con ello contestan las diversas maneras en que la prensa, la oposición política y los diversos sectores acusan de instrumental a la política regional, como mera sumatoria, co-yuntural, de tres términos. Pero también subrayan que, además de poder político y económico, la RC implica lazos humanos: sin personas que se encuentran, reúnen, debaten, se pelean, se contactan, viajan juntas, se organizan, etcétera, no hay regio-nalización. El tono de confianza y camaradería que invade los eventos regionales (e interrumpe de manera ritualizada la expresión de conflictos que en otros escenarios, cotidianos y excepcionales, separan a los actores en intereses provinciales, partida-rios, estamentales, coyunturales, etcétera) es tan importante en esa construcción que las personas suspenden su asistencia a los eventos cuando hay diferencias abierta-mente conocidas por todos, si bien continúan participando en la RC. Todo esto es para mis interlocutores el federalismo.

Infraestructura y creatividad políticaLas infraestructuras son parte de los procesos de “compresión espacio-tempo-ral” contemporáneos (Harvey 1998) que relativizan un mundo hecho de flujos y movilidades (Appadurai 2000; Augé 1993; Bauman 2003; cf. Salazar 2010). La in-

12 En los últimos años, la RC ha ido “balcanizándose”; esto se expresó en las IX y X reuniones anuales (2013 y 2014), donde el tema de infraestructura pasó a un segundo plano; el evento se redujo de dos días a un día, y no volvió a repetirse el “encuentro” de los tres gobernadores (el mandatario cordobés y el entrerriano enviaron funcionarios en su representación). Mientras tanto, en la órbita de sus compromisos diferen-ciales, otros eventos locales e internacionales tuvieron más repercusión en la cantidad y jerarquía de los funcionarios presentes, como el Día de la Industria Entrerriana o la Cumbre del Mercosur, que tuvo lugar en la ciudad de Paraná, en diciembre de 2014.

Page 126: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

124

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

vestigación etnográfica ha explorado de manera detallada los efectos e impactos socioeconómicos, ecológicos e ideológicos de centrales hidroeléctricas, represas ferrovías, oleoductos, gasoductos, tendidos eléctricos, potabilizadoras de agua, plantas de procesamiento de residuos, hidrovías, puertos, aeropuertos, autopis-tas, carreteras, etcétera (en el contexto local se destacan: Bartolomé 1996; Catullo 2007; Mastrangelo 2004; Radovich y Balazote 1997) y el modo de producción que ponen en juego (Ribeiro 1985 y 1991). Además de ser centrales a los trabajos de acumulación económica globales y transnacionales, han revelado que son tecno-logías de poder mediante las cuales Estados y gobiernos promueven y sancionan arreglos regulatorios, jurídicos, técnicos, patrimoniales y burocráticos específicos. En este sentido, la antropología ha mostrado que son lugares privilegiados para examinar las manifestaciones concretas de los “efectos de Estado” (Mitchell 1991; Trouillot 2011; cf. Das y Poole 2008), más allá de la espacialidad (física y simbóli-ca) que el Estado reclama para sí. No sólo porque manifiestan materialmente pre-sencia y control estatal, sino también las brechas físicas y simbólicas de su domina-ción (Harvey y Knox 2010 y 2012; Harvey y Poole 2012). Como sugiere Penelope Harvey (2005, 126-131), los caminos conducen al Estado trastocando nuestros presupuestos sobre la forma y el lugar donde éste puede presentarse: manifiestan la naturaleza y el alcance de sus proyectos, y al mismo tiempo revelan la debilidad de la infraestructura comunicacional nacional y del ejercicio del control político por parte de una administración centralizada.

El foco en la infraestructura es una manera (¡y un camino!) de comprender cómo, pese a los vaticinios neoliberales, el Estado sigue siendo “una entidad terri-torial que lucha por imponer su voluntad sobre un proceso fluido y espacialmente abierto de circulación de capital” (Harvey 1998, 129). Lo ratifican incluso las eva-luaciones críticas de la relación entre la provisión de servicios de infraestructura y el desarrollo económico, las cuales suelen implantar imaginarios normativos y una temporalidad orientada hacia el futuro que devuelve una imagen patológica de las complejidades de los procesos políticos que rodean a las obras13. En América Latina, en general, y en Argentina, en particular, suelen destacarse las “desarticulaciones” entre concepción, diseño, ejecución, seguimiento, fiscalización, evaluación y con-trol, que traducen “costos” logísticos y de transporte a “impactos negativos” en la productividad, la competitividad y el desarrollo y articulación de territorios y mer-cados (Perrotti y Sánchez 2011; Sánchez y Cipoletta 2011; Sciara et al. 2008). A su turno, “mucho relato y poca obra” es desde la visión ciudadana la evaluación de la relación entre “los políticos” y “sus proyectos faraónicos”. El cisma de sentido es tal que la “irracionalidad” eclipsa todo.

13 Se tiende a pensar que la especulación financiera dicta la producción y el uso de la inversión en infraes-tructuras físicas y otras formas de capital fijo (Harvey 2014, 88); sin embargo, la comprensión de este principio requiere separar las consideraciones estructurales de la fenomenología casuística, a fin de llegar a comprender los modos específicos en que esa relación entre capital e infraestructura es producida de la mano (visible) del Estado.

Page 127: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

125

Los múltiples intereses que rodean al desarrollo de las infraestructuras fun-cionan a través de escalas y categorías sociológicas tradicionales: de lo material a lo humano, del Estado a la sociedad, de empresas capitalistas globales a comunidades locales, y de la política del desarrollo a la vida cotidiana. Pero al mismo tiempo, la infraestructura estatal revela la fragilidad y las aspiraciones de un cierto orden territorial, al punto de que manifiestan “la incertidumbre como una capacidad de Estado” (Dalakoglou y Harvey 2012, 464). Esto implica que esas dicotomías tradi-cionales sean más bien dinámicas porosas y que, por esta razón, puedan construirse en loci políticos, en espacios de creatividad social. Como he intentado mostrar desde la RC, las comprensiones contestadas de significados no devienen de características “sustantivas” de los proyectos (eficaces/faraónicos, necesarios/para desviar fondos, etcétera) sino de cómo los actores sociales participan de maneras desiguales en los procesos políticos que los rodean. En la medida en que la infraestructura encarna los mecanismos heterogéneos (institucionales e interpersonales) por medio de los cuales las agencias estatales crean efectos de coherencia territorial a través de dis-positivos materiales y simbólicos, articula efectos no sólo de, sino en el Estado. En este sentido, cuando en la RC la apelación y movilización del concepto federalismo encarnado en la obra pública (y no solamente de infraestructura) adquieren un tono cuasi ético, ponen de relieve que la “regulación moral” (Corrigan y Sayer 1985) cons-titutiva de la relación entre centralización y unificación del Estado (Bourdieu 1997) se produce de manera incesante y cotidiana. Las obras son los productos concretos que, a través del trabajo político, les otorgan reconocimiento a sus productores.

Ahora bien, al igual que todos los actores sociales, los políticos producen obras en el marco de totalidades sociales (aunque sólo a veces las cristalizan institucional-mente). Para ser reconocida, una obra debe tener sentido práctico, encajar en un re-lato de deseos y necesidades, y establecer conexiones entre pasado y futuro; de aquí también que tenga “efectos”. Pero asimismo, y como he señalado para el contexto que nos ocupa, las infraestructuras que provee el Estado (que provee con ello factores de la producción) también implican procesos políticos específicos en torno a esas obras (en un paralelo a medias, ya que no creemos que un esquema de producción, circulación, distribución y consumo sea traducible a la política). Para sustentar esta propuesta resulta iluminador un enfoque antropológico de la “creatividad social” capaz de hacer hincapié en las totalidades sociales donde se inserta la acción creati-va y productora de valor. Sobre este tema, en antropología se destacan los trabajos de David Graeber (2001, 2005 y 2007), quien recupera el estudio etnográfico de la relación entre objetos materiales y creación de relaciones sociales.

El enfoque graeberiano inscribe la creatividad social en una teoría del valor antropológica que busca complementar el enfoque de Karl Marx y el de Marcel Mauss14. Asimismo, emerge del diálogo con otras disciplinas, como el pragmatismo

14 El antecedente directo son los esfuerzos de Terence Turner (2008) de aplicar la teoría marxiana del valor del trabajo.

Page 128: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

126

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

norteamericano de Hans Joas, la filosofía de Roy Bhaskar y la historia cultural de William Pietz, y sintetiza preocupaciones antropológicas clásicas como la visión de Radcliffe-Brown de la vida social como proceso permanente, el carácter indeter-minado de lo social de la escuela procesualista de Manchester, los desarrollos de Marshall Sahlins acerca del carácter performativo de la acción cultural, y la dimen-sión generativa de la acción de Fredrik Barth. Su propuesta es considerar al valor como aquello que realiza el modo en que las acciones adquieren significado al ser incorporadas en alguna totalidad social más amplia. Esta visión se opone a la de los humanos como elementos de un conjunto (sociedad, cultura) condenados a repre-sentarlo y/o reproducirlo infinitamente, y al supuesto de la elección racional, donde las instituciones aparecen meramente como efectos colaterales de las elecciones de los individuos. Plantea, en cambio, que las personas crean formas sociales y cultu-rales permanentemente y que, por lo general, sus objetivos personales se realizan a través de las instituciones que crean (Graeber 2005, 407).

Desde este enfoque, la infraestructura es un buen lugar para repensar claves analíticas acerca de la política y los procesos políticos, en la medida en que sea po-sible complementar el enfoque de los “efectos” de Estado con el de su “producción”, y el de los significados incorporados en las relaciones que involucran a instituciones y personas con el de los valores creados por ellas. Considerando el interregno de la antropología y la teoría etnográfica, es notable cómo este segundo enfoque recibe menos atención, comparado con el primero. Es cierta la dificultad de etnografiar la opacidad del poder y los conocimientos técnicos especializados. No obstante, el des-aliento académico con respecto a ciertos campos nunca es meramente una cuestión de “acceso” a secretos deliberadamente guardados, de resistir presiones interperso-nales e institucionales, saberes especializados y/o contactos con los poderosos: las preguntas de investigación hacen al campo y también lo habilitan o lo cercenan. Se trata, en cambio, de relaciones entre antropología e ideología que apuntan a com-promisos que son tanto teóricos como preteóricos. En este caso, y desde el punto de vista de los vínculos entre teoría y etnografía, considero que estamos ante uno de esos compromisos que traslapa significado y valor. Romper esa sinonimia ideológi-ca en términos del enfoque propuesto significa, en el proceso de la Región Centro, problematizar cómo el federalismo es significado en relación con obras concretas y cómo estas realizan de manera regional obras de infraestructura a partir de un trabajo político. La “cosa” y su “valor” incorporado presentan una integración prag-mática en la producción de una totalidad. Es el establecimiento de relaciones entre la infraestructura y el federalismo lo que imprime valor a la política y hace de la Región Centro un espacio de creatividad social en el seno del Estado. Acción y contexto se integran desde el punto de vista de los actores, al actuar a través de la infraestructura como manera de producir y crear obras y valor15. Las asociaciones con el federalismo

15 Es posible pensar –como plantea Trouillot (2011) a propósito de la globalización– que también construyen al federalismo como operador simbólico y articulador de la geopolítica de la imaginación y la administra-ción, y que así habilitan articulaciones creativas entre la política y lo político (cf. Slater 1998).

Page 129: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

127

establecidas por los promotores de la RC constituyen una arena propicia para repen-sar cómo las obras también crean espacios conceptuales.

Epílogo: del valor del significado y del significado al valorEntre las ventajas analíticas de complementar el estudio de los efectos materiales de Estado con la aproximación a la creatividad social está la posibilidad de repensar las bases conceptuales de la relación entre antropología y etnografía. De cara al proble-ma con el cual abrí este trabajo, significa repensar el estatus analítico de la imagina-ción política en relación con el poder arbitrario y contingente del Estado. De hecho, nadie dudaría de que el enfoque etnográfico permite acceder a la cotidianidad de la infraestructura y la intimidad del poder en la vida humana, y con ello, transcender divisiones estancas como público/privado, Estado/sociedad, formal/informal, polí-tica/economía, material/ideal, etcétera. Pero visto meramente como efecto, significa introducir separaciones artificiales y añadir dicotomías (proveedores/beneficiarios, usuarios/ planificadores, políticos/ciudadanos, etcétera) que violentan las totalida-des sociales, donde las infraestructuras realizan su importancia. Para completar este argumento (e incorporar plenamente, de modo explicativo y no sólo descriptivo, las dimensiones productiva y creativa de la actividad política) quisiera cerrar estas páginas regresando brevemente al tema del significado.

Uno de los autores que ha recolocado la cuestión del significado en los últimos años es Slavoj Žižek, proponiendo una repolitización de la economía contra la ac-tual postpolítica “fundamentalmente interpasiva” (2010, 142). Con este concepto de corte lacaniano (el sujeto es activo a través de la pasividad del otro), plantea que la ideología del capitalismo global es un multiculturalismo despolitizado, según el cual vivimos en un universo postideológico donde las únicas batallas que valen la pena son por el reconocimiento de diversos estilos de vida. Frente a estos vaticinios, y re-curriendo a los trabajos de Jacques Rancière y Etienne Balibar, Žižek plantea que las ideas dominantes no son nunca directamente las ideas de la clase dominante porque la lucha por la hegemonía ideológico-política remite a “la apropiación de aquellos conceptos que son vividos ‘espontáneamente’ como ‘apolíticos’ porque trascienden los confines de la política” (2010, 15). Es decir, no hay mera imposición de signifi-cados sino apropiación de la universalidad de ciertas nociones: la lucha política es conseguir hacerse oír como interlocutor legítimo.

Partiendo de esa política del significado, ¿qué pasaría si ponemos en su lugar al valor y corremos el foco de la estructura al proceso? Esta pregunta contiene una pe-queña dosis de provocación (además de la discusión sobre la estructura y el proceso en la obra de Marx, son de público conocimiento los enfrentamientos políticos entre Graeber y Žižek) pero es ante todo epistémica, o mejor dicho, pretende serlo, en pos de un ejercicio de teoría etnográfica. Es la base desde la cual, a través de la infraes-tructura, he intentado mostrar cómo en el proceso de la Región Centro, los actores mixturan de maneras creativas los efectos de Estado con lo que (a falta de un térmi-no mejor) llamaré la praxis del federalismo como valor. De hecho, no han elaborado

Page 130: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

128

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

una definición unívoca del federalismo (es reclamo y logro, adjetivo y cosa, pertene-ce al pasado, al presente y al futuro, es espacio y locus, puede acumularse, perderse y destruirse...) pero actúan como si un significado unificado existiera. Comprender estas acciones como producción de valor requiere tomar en cuenta el proceso total donde se realizan, como parte de (y no pese a) la fragmentación y heterogeneidad del Estado. Este camino de la política del significado a la del valor combina así una valoración del holismo y del enfoque procesual de la emergencia etnográfica.

Afortunadamente, la dialéctica sigue siendo un motor para aquello que Gramsci denominaba el humanismo absoluto de la historia humana. Los actores que hegemonizan las condiciones de posibilidad de la infraestructura en la RC intro-ducen al significado del federalismo de manera oblicua respecto de sus comprensio-nes de Estado. En esta batalla permanente de producción de legitimidad, el Estado sigue siendo producido como una herramienta de transformación social, como un contexto y un espacio de imaginación en el cual los significados trasuntan en valor, que crea y produce la importancia de la política, de lo político y de sus relaciones. Al hacer del federalismo un ejercicio político, y no sólo un artificio retórico de cons-truir soberanía estatal, los actores legitiman un ordenamiento estatal y lo cuestio-nan, introducen variantes de su representación, responsabilidades y competencias que no parecen estar totalmente dadas. La infraestructura tiene la ventaja de ponerlo particularmente de relevancia porque los vaivenes y cortocircuitos de la política per-viven en y a través de obras. En otras palabras, pueden tenderse puentes, aunque los números no den, porque los números de las obras públicas nunca dan.

Referencias1. Alves, Rodrigo y Walter Desiderá. 2012. Perspectivas para la integración de América Lati-

na. Brasilia: IPEA-Gobierno Federal de Brasil.2. Appadurai, Arjun. 2000. La modernidad desbordada. Buenos Aires: Flacso-Trilce-FCE.3. Augé, Marc. 1993. Los No Lugares: espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa.4. Bailey, Frederick George. 1969. Stratagems and Spoils: A Social Anthropology of Politics.

Oxford: Blackwell.5. Balbi, Fernando. 2010. “¿‘… su visión de su mundo’? Reflexiones en torno de las definicio-

nes y las prácticas de investigación de la etnografía ‘clásica’”. En Actas de las VI Jornadas de Etnografía y Métodos Cualitativos s/n. Buenos Aires: CAS-IDES.

6. Bartolomé, Leopoldo. 1996. “Impactos sociales del desplazamiento poblacional: trascen-diendo el modelo etnográfico”. En Energia na Amazonia, editado por Sonia B. Magalhães, Rosyan de Caldas Britto y Edna Ramos de Castro, 431-438. Belém: Universidade Federal do Pará.

7. Bauman, Zigmunt. 2003. Modernidad líquida. Buenos Aires: FCE.8. Bourdieu, Pierre. 1997. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Barcelona: Ana-

grama.9. Catullo, María R. 2007. Ciudades relocalizadas. Buenos Aires: Editorial Biblos.10. Cepal. 2011. Infraestructura para la integración regional. Santiago de Chile: Cepal-Unasur.11. Corrigan, Philip y Derek Sayer. 1985. The Great Arch: English State Formation as Cultural

Revolution. Oxford: Blackwell.

Page 131: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes Julieta Gaztañaga

PA

NO

MI

CA

S

129

12. Course, Magnus. 2010. “Of Words and Fog. Linguistic Relativity and Amerindian Onto-logy”. Anthropological Theory 10 (3): 247-263.

13. Da Col, Giovanni y David Graeber. 2011. Foreword. The Return of Ethnographic Theory. HAU: Journal of Ethnographic Theory 1 (1): vi-xxxv.

14. Dalakoglou, Dimitris y Penelope Harvey. 2012. Roads and Anthropology: Ethnographic Perspectives on Space, Time and (Im)Mobility. Mobilities 7 (4): 459-465.

15. Das, Veena y Deborah Poole. 2008. “El Estado y sus márgenes”. Cuadernos de Antropolo-gía Social 27: 19-51.

16. Friedman, Jonathan. 2001. Identidad cultural y proceso global. Buenos Aires: Amorrortu.17. Gaztañaga, Julieta. 2010. El trabajo político y sus obras. Una etnografía de tres procesos

políticos en la Argentina contemporánea. Buenos Aires: GIAPER-Antropofagia.18. Gaztañaga, Julieta. 2012 Integraciones subnacionales desde la antropología social. Saar-

brücken: Editorial Académica Española.19. Gaztañaga, Julieta. 2013. “Una perspectiva antropológica sobre el federalismo y el con-

flicto agropecuario en la Región Centro”. Revista Interdisciplinaria de Estudios Sociales 6: 11-35.

20. Geertz, Clifford. 2000. Negara. El Estado-teatro en el Bali del siglo XIX. Barcelona: Paidós.21. Graeber, David. 2001. Toward an Anthropological Theory of Value. Nueva York: Palgrave.22. Graeber, David. 2005. “Fetishism as Social Creativity: Or, Fetishes Are Gods in the Pro-

cess of Construction”. Anthropological Theory 5 (4): 407-438.23. Graeber, David. 2007. Possibilities: Essays on Hierarchy, Rebellion and Desire. Oakland:

AK Press.24. Graeber, David. 2014. “Anthropology and the Rise of the Professional-Managerial Class”.

Hau: Journal of Ethnographic Theory 4 (3): 73-88.25. Green, Sarah. 2014. “Anthropological knots: Conditions of Possibilities and Interven-

tions”. Hau: Journal of Ethnographic Theory 4 (3): 1-21.26. Guber, Rosana. 2001. La etnografía. Método, campo y reflexividad. Buenos Aires: Norma.27. Harvey, David. 2014. Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Quito: IAEN.28. Harvey, David. 1998. La condición de la posmodernidad. Buenos Aires: Amorrortu.29. Harvey, Penelope. 2005. “La materialidad de los efectos de Estado”. En State Formations,

editado por Christian Krohn-Hansen y Knut Nustad, 123-141. Londres: Pluto Press.30. Harvey, Penelope y Deborah Poole. 2012. “Estados experimentales”. Anthropologica

30: 77-82.31. Harvey, Penelope y Hannah Knox. 2010. “Abstraction, Materiality and the Science of the

Concrete”. En Engineering Practice. Material Powers: Cultural Studies, History and the Ma-terial Turn, editado por Tony Bennett y Patrick Joyce, 24-141. Londres: Routledge.

32. Harvey, Penelope y Hannah Knox. 2012. “The Enchantments of Infrastructure”. Mobilities 7 (4): 521-516.

33. Herzfeld, Michael. 1992. The Social Production of Indifference. Chicago: University of Chi-cago Press.

34. Holbraad, Martin y Morten Pedersen. 2014. “The Politics of Ontology. Fieldsights – Theo-rizing the Contemporary”. Cultural Anthropology. Consultado el 27 de enero de 2015 en: http://www.culanth.org/fieldsights/461-the-politics-of-ontology

35. Ingold, Tim. 2008. “Anthropology Is Not Ethnography”. Proceedings of the British Aca-demy 154: 69-92.

36. Ingold, Tim. 2014. “That’s enough about ethnography!”. Hau: Journal of Ethnographic Theory 4 (1): 383-395.

37. Kapferer, Bruce. 1988. Legends of People, Myths of State. Oxford: Berghahn Books.38. Kapferer, Bruce. 2005. The Retreat of the Social. The Rise and Rise of Reductionism. Oxford:

Berghahn Books.

Page 132: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

130

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 111-130 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.07

39. Krotz, Esteban. 2002. La otredad cultural entre utopía y ciencia. México: FCE.40. Leach, Edmund. 1997. “Cabello mágico”. Alteridades 7 (13): 91-107.41. Mastrangelo, Andrea. 2004. Las niñas Gutiérrez y la mina Alumbrera. Buenos Aires: An-

tropofagia CAS-IDES.42. Mitchell, Timothy. 1991. “The Limits of the State: Beyond Statist Approaches and Their

Critics”. The American Political Science Review 85 (1): 77-96.43. Moore, Henrietta. 2004. “Global Anxieties. Concept-Metaphors and Pre-Theoretical

Commitments in Anthropology”. Anthropological Theory 4 (1): 71-88.44. Perrotti, Daniel y Ricardo Sánchez. 2011. La brecha de infraestructura en América Latina

y el Caribe. Santiago de Chile: United Nations ECLAC, Serie DRNI 153.45. Radovich, Juan C. y Alberto Balazote. 1997. “Inversión y desinversión de capital en mega-

proyectos hidroenergéticos”. Papeles de Trabajo 6: 127-143.46. Ribeiro, Gustavo. 1985. “Proyectos de Gran Escala: hacia un marco conceptual para

el análisis de una forma de producción temporaria”. En Relocalizados. Antropología social de las poblaciones desplazadas, compilado por Leopoldo Bartolomé, 23-47. Buenos Aires: IDES.

47. Ribeiro, Gustavo. 1991. Empresas Transnacionais. Um grande projeto por dentro. São Pau-lo: Marco Zero-ANPOCS.

48. Salazar, Noel. 2010. “Towards an Anthropology of Cultural Mobilities”. Crossings: Journal of Migration and Culture 1: 53-68.

49. Sánchez, Ricardo y Georgina Cipoletta Tomassian. 2011. Infraestructura para la integra-ción regional. Santiago de Chile: Cepal.

50. Sciara, Ángel, Isabel Raposo, Pablo Gorbán y Sonia Cafarell. 2008. Las infraestruc-turas en el plan estratégico de la Región Centro. Rosario: Instituto de Investigaciones Económicas, UNR.

51. Slater, David. 1998. “Rethinking the Spatialities of Social Movements”. En Cultures of Politics, Politics of Culture, editado por S. Álvarez, E. Dagnino y A. Escobar, 380-401. Boulder: Westview.

52. Strathern, Marilyn. 2014. “Anthropological Reasoning. Some Threads of Thought”. Hau: Journal of Ethnographic Theory 4 (3): 23-37.

53. Trouillot, Michel-Rolph. 2001. “The Anthropology of the State in the Age of Globaliza-tion”. Current Anthropology 42 (1): 125-38.

54. Trouillot, Michel-Rolph. 2011. Transformaciones globales: la antropología y el mundo mo-derno. Bogotá: Universidad del Cauca y Universidad de los Andes.

55. Turner, Terence. 2008. “Marxian Value Theory: An Anthropological Perspective”. Anthro-pological Theory 8 (1): 43-56.

56. Venkatesen, Soumhya. 2010. “Ontology Is Just Another Word for Culture”. Critique of Anthropology 30 (2): 152-200.

57. Viveiros de Castro, Eduardo. 1996. “Os pronomes cosmológicos e o perspectivismo ame-ríndio”. Mana 2 (2): 115-144.

58. Žižek, Slavoj. 2010. En defensa de la intolerancia. Barcelona: Editorial Sol90.

Page 133: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

131

PA

NO

MI

CA

S

Individuo, multitud y cambio social. Una aproximación a la teoría social de Gabriel Tarde*

Sergio Tonkonoff**

Universidad de Buenos Aires, CONICET, Instituto de investigaciones Gino Germani, Argentina

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08Artículo recibido: 21 de mayo de 2015; aceptado: 14 de octubre de 2015; modificado: 21 de octubre de 2015

Resumen | La hipótesis de lectura que orientó el presente trabajo es que la obra de Gabriel Tarde ofrece una salida a la alternativa individualismo-holis-mo todavía dominante en las ciencias sociales, por cuanto tiende a concep-tualizar lo social como un tercer término que excede tanto a los individuos como a las sociedades. Lo social es aquí el campo plural y heterogéneo de interacciones en las que se producen, reproducen, transforman y, eventual-mente, diluyen tanto los individuos como los grupos y los sistemas sociales. Apoyados en esta hipótesis, y reconstruyendo a partir de ella la sintaxis con-ceptual producida por Tarde, buscamos despejar algunos elementos básicos de la teoría del individuo esbozada en diversos pasajes de su obra. Procura-mos, asimismo, dar cuenta de sus ideas respecto de las masas y los públicos, y propusimos una relectura de su concepto de multitud. Intentamos, por úl-timo, mostrar algunas de las consecuencias ético-políticas que se desprenden de aquella hipótesis y esa sintaxis.

Palabras clave | Individuo, cambio social (Thesaurus); Gabriel Tarde, micro-sociología, multitud (palabras clave del autor).

* Este artículo es resultado del proyecto de investigación PIP-CONICET: “El Problema de la Prohibición, la Transgresión y el Castigo”.

** Doctor en Ciencias Sociales, Universidad Estadual de Campinas, São Paulo, Brasil. Entre sus últimas publicaciones están: “Heterología. La ciencia (imposible) de los residuos violentos”. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales 225: 263-284, 2015; “Crime as the Limit of Culture”. Human Studies 37 (4): 529-544, 2014. *[email protected]

Page 134: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

132

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

Individual, Multitude and Social Change: an Approach to Gabriel Tarde’s Social Theory

Abstract | The reading hypothesis that has guided this paper is that the work of Gabriel Tarde offers a solution to the individualism-holism alternative that still dominates the social sciences, because it tends to conceptualize the social as a third term that exceeds both the individual and society. The concept of the social here is the plural and heterogeneous field of interactions in which individuals, groups and social systems are produced, reproduced, transfor-med and eventually diluted. Supported by this hypothesis, and reconstructing Tarde’s conceptual syntax on the basis of it, we seek to clarify some funda-mental elements of the theory of the individual outlined in various passages of his work. We also attempt to account for his ideas regarding the masses and the public, and we have proposed a re-reading of his concept of the multitu-de. Finally, we have tried to show some of the ethical-political consequences arising from that hypothesis and that syntax.

Keywords | Social change (Thesaurus); Gabriel Tarde, micro-sociology, indi-vidual, multitude (author’s keywords).

Indivíduo, multidão e mudança social. Uma aproximação à teoria social de Gabriel Tarde

Resumo | A hipótese de leitura que orientou o presente trabalho é a que a obra de Gabriel Tarde oferece uma saída à alternativa individualismo-holis-mo ainda dominante nas ciências sociais, razão por que tende a conceituar o social como um terceiro termo que ultrapassa tanto os indivíduos quanto as sociedades. O social é, aqui, o campo plural e heterogêneo de interações nas quais se produzem, reproduzem, transformam e, eventualmente, diluem tanto os indivíduos quanto os grupos e os sistemas sociais. Apoiados nes-sa hipótese e reconstruindo a partir dela a sintaxe conceitual produzida por Tarde, buscamos esclarecer alguns elementos básicos da teoria do indivíduo esboçada em diversas passagens de sua obra. Além disso, procuramos dar conta de suas ideias a respeito das massas e dos públicos, e propusemos uma releitura de seu conceito de multidão. Por último, tentamos mostrar algumas das consequências ético-políticas que se derivam dessa hipótese e sintaxe.

Palavras-chave | mudança social (Thesaurus), indivíduo, microssociologia, multidão, Gabriel Tarde, (palavras-chave do autor).

Page 135: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

133

Esto no es un individualismo metodológico

De querer fundarse una teoría social, bien puede partirse de los indi-viduos. Tarde lo hizo, con resultados todavía sorprendentes. Puede afirmarse, como él, que “si se elimina lo individual, lo social no es nada” (Tarde 1962a, 19). Ahora bien, en ciencias humanas, la pala-bra individuo se presta a numerosos equívocos. Sirve para nombrar

tanto a los productores de la vida social como a sus productos. Sirve, además, para referirse a la singularidad humana en cuanto soma y en cuanto psique. Sirve, final-mente, para designar una identidad societal característica de la modernidad. En la obra de Tarde el término ha sido utilizado de todos esos modos, por lo que, según se enfatice uno u otro, podrán encontrarse apoyos textuales para distintas interpre-taciones no concordantes sobre el sentido general de su sociología. Y esto es lo que, en efecto, ha ocurrido.

Un caso típico de lectura “individualista” se encuentra en la introducción de Mi-let, donde se afirma que para Tarde la fuente de todo comportamiento social reside fundamentalmente en el individuo, y más aún, “en la conciencia individual”. Así: “Un individuo lanza una idea; ella es recogida por otro individuo, a quien sirve de inspira-ción para su pensamiento y su conducta; éste la transmite a un tercer individuo, y así sucesivamente. De este modo, se crean redes de imitación, se esbozan corrientes, y al cruzarse y entrecruzarse, estas redes y estas corrientes terminan por constituir el tejido denso de la vida social. He aquí lo esencial de la doctrina” (Milet 1973, 15).

Es difícil no estar de acuerdo con esta síntesis. Ella muestra claramente la so-cio-lógica de Tarde, aun cuando no dé cuenta de todos sus elementos, y deja entrever las razones de su rechazo a las posiciones que luego se irían a llamar holistas. Ese rechazo comienza con críticas al organicismo de Spencer y Worms y alcanza su cima en el debate con Durkheim (Tarde 1895a, 1895b y 1962a). Con todo, dicha síntesis puede resultar engañosa pues permite suponer que impugnar la existencia de entida-des supraindividuales (la conciencia colectiva, por ejemplo) significa aceptar la tesis del individuo constituyente. Sin embargo, afirmar que la interacción psicológica es la responsable de todos los fenómenos sociales, que incluso los procesos de nivel macro-social carecen de realidad fuera de esa interacción, no implica necesariamente concluir que el individuo es el origen y la causa de esa interacción y de esos fenómenos. No hay dudas de que para Tarde, lo que aparece a los ojos de las posiciones holistas como un conjunto de estructuras y funciones irreductiblemente supraindividuales puede (y debe) reducirse de modo satisfactorio a un entramado de relaciones entre in-dividuos. Pero esto no quiere decir que el individuo no pueda (y no deba) ser reducido, a su vez, a componentes más básicos, no sólo biológicos y psicológicos, sino también propiamente sociológicos o, en términos tardeanos, interpsicológicos.

De manera que es posible preguntar: ¿y si fueran los individuos, también ellos, un resultado de la acción interpsicológica? ¿Podría entonces suponerse que no es el suyo el último nivel de la realidad social? ¿Sería posible identificar una dimensión todavía más primaria y constituyente de esa misma realidad? Hubo que esperar la

Page 136: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

134

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

relectura de Deleuze (2002 y 2009) para comprender que la originalidad de Tarde y su prodigiosa vigencia residen en que provee los elementos básicos para responder positivamente a estos interrogantes de un modo que desmiente al atomismo tradi-cional, sin reconducirnos a visiones totalistas. Dependiente en gran medida de esta relectura, la hipótesis que quisiéramos explorar aquí es que la obra de Tarde ofrece, ya en el siglo XIX, una salida a la alternativa individualismo-holismo, por cuanto entre individuo y sociedad coloca un tercer término: lo social propiamente dicho o, como a veces él mismo lo denomina, “la sociabilidad”. Lo social es aquí el campo plural y heterogéneo de interacciones en las que se producen, reproducen, transfor-man y, eventualmente, diluyen tanto los individuos como los grupos y los sistemas sociales. De manera específica, lo social es para Tarde la trama multiforme y discon-tinua tejida por la comunicación de creencias y deseos infra y transindividuales que se imitan, tanto como se inventan y se oponen entre sí. Esta hipótesis, que supone necesariamente los conceptos claves de la sintaxis tardeana, nos permitirá despejar los rudimentos de su teoría del individuo, teoría esbozada en diversos pasajes de su obra y permitida por su ontología de la diferencia y su micro-sociología, pero nunca cabalmente articulada en sus textos. Nos permitirá, asimismo, la reconsideración de sus ideas respecto de las masas y los públicos, y proponer una reelaboración de su concepto de multitud. Nos permitirá, por último, señalar algunas de las consecuen-cias ético-políticas que se desprenden de esta hipótesis y aquella sintaxis.

La vida social como sonambulismoSi se toma el camino psicogenético como vía de acceso a la realidad social, habrá que decir que para Tarde (1895a) hay en el comienzo de la vida mental de cada quien “sensaciones brutas, heterogéneas y yuxtapuestas”. Algo así como una multiplicidad todavía indeterminada. Multiplicidad sensorial que recibirá su determinación del exterior social, y que podrá hacerlo por su capacidad a priori (e indeterminada en sus contenidos) de creer y desear. “No se nace, sino que se llega a ser semejante”, afirma Tarde (2011, 49). Esto vale para la semejanza con los demás y con uno mismo. Este devenir semejante implica que donde había (y donde persiste) una mónada bio-lógica singular, diferente en mil detalles a las demás pero igual en sus posibilidades creyentes y deseantes, la copia de un modelo y su repetición van produciendo regu-laridades de pensamiento (una memoria) y de comportamiento (unos hábitos). Tar-de entiende que por la vía de la percepción, el entorno no humano deja impresiones que deben calificarse como intra-psíquicas o puramente psicológicas; impresiones que dan lugar a huellas mnémicas y que incluso pueden suscitar conductas recurrentes. Pero cuando se copian y repiten modelos provenientes del campo social, nos encon-tramos en el marco de una relación interpsicológica, siendo la memoria y el hábito así adquiridos la impresión duradera de “clichés” puramente sociales surgidos en el presente (modas) o provenientes del pasado (tradiciones). La repetición de esos clichés resulta el modo específico por el cual una singularidad somática heterogénea (un cuerpo) llega a conformarse como la unidad de coherencia y estabilidad relativa

Page 137: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

135

que Tarde llama individuo. Y tal es el sentido que tiene para él la noción de imita-ción: se trata de una acción intermental consistente en la transmisión de creencias y deseos de una monada a otra, transmisión que las liga homogeneizándolas, volvién-dolas semejantes a sí mismas y a las demás, pero sólo –ya lo veremos– en cierto nivel y en cierto sentido.

Cabe agregar que aquí la imitación no es solamente un proceso característico de un estadio del desarrollo infantil. Es una actividad relacional y permanente en la que los individuos se hacen –y se deshacen– a lo largo de toda su vida. Siendo un modo de relación, la imitación posee un valor al mismo tiempo psico- y sociogené-tico: se trata del modo de producción de los individuos tanto como de los grupos (locales, nacionales o internacionales). Un grupo social es “una colección de seres en tanto que están en tren de imitarse entre ellos o en tanto que, sin imitarse actual-mente, se parecen y sus trazos comunes son copias antiguas de un mismo modelo” (Tarde 2011, 43). En cuanto al individuo: “el hombre es un ser social injertado sobre un ser vital; no es más que esto: qué quedaría de la psicología una vez suprimida la fisiología […] si no fuera por la sociología” (Tarde 1895a, 449).

Tarde encuentra en las teorías y las prácticas psiquiátricas de la hipnosis que tanto impresionaron a sus contemporáneos, y que tanto influyeron en las reflexiones de su tiempo sobre la psicología colectiva, el paradigma de la formación de la per-sonalidad, así como de la forma más elemental de relación social. El término clave sobre el que se apoya, y que irá trabajando a través de desplazamientos semánticos progresivos, es el de sugestión hipnótica. Término más bien oscuro que, en sus dis-tintas variantes, remite a un modo de comunicación en la que un agente emite un mensaje que será recibido de manera obnubilada e inconsciente por un paciente (o simplemente un receptor), quedando éste sin capacidad de autocontrol, ejecutando con exactitud las acciones que manda el emisor. Lo que cuenta del hipnotismo, para Tarde, es la descripción de esta relación desigual de mando y obediencia, donde quien obedece lo hace creyendo que actúa siguiendo su propio designio. En cuanto al mecanismo interno que rige esa relación, hay que decir que no contribuyó mucho a aclararlo. Más bien lo asumió como cierto y tendió a tratar la “sugestión-imitación” con un método cercano al de la caja negra.

La imitación es, entonces, una relación interpsicológica no recíproca por la que una fe o una pasión (o una combinación de ambas) se transmite de un individuo a otro. Y a pesar de que, en distintas ocasiones, Tarde se ocupó de aclarar que desde el punto de vista sociológico carece de importancia si dicha transmisión es consciente o no para sus protagonistas, parece no haber abandonado nunca su temprana idea de que ella tiene lugar, principalmente, a la manera de un estado hipnótico. Estado que es, según lo enuncia una de sus fuentes, el de un “sonambulismo inducido” (Ri-chet 1875). Estado que Tarde cree análogo al mimético o social, pudiendo escribir: “El estado social, como el estado de sonambulismo, sólo es una forma del sueño, un sueño de mando y un sueño en acción. Tener solamente ideas sugeridas y creerlas espontáneas: tal es la ilusión propia del sonámbulo tanto como del hombre social”

Page 138: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

136

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

(Tarde 2011, 37). Esto significa que para él, como para Le Bon y Freud, la moderna imagen del individuo como un sujeto racional y autocentrado, dueño de sí mismo y origen reflexivo de sus actos, constituye una enorme ilusión egocéntrica. Pero signi-fica, además, que el lazo social se funda en la fascinación.

Magnetismo y urbanizaciónDe modo que no serían el contrato (Hobbes/Rousseau), ni el trabajo (Hegel/Marx), ni la guerra (Foucault), sino la hipnosis, el modelo que da la idea más primaria y acabada del proceso constitutivo en el que tienen lugar, a la vez, los individuos y los grupos. Con todo, si Tarde ve en la bipolaridad magnetizador-magnetizado el arque-tipo de la forma más elemental de relación social, y si concibe ese tipo de relación como la célula de la vida social, por usar una metáfora vitalista que no le es extraña, ello no implica que reduzca esa vida a dicha relación bipolar. Si la vida social tuviera un solo punto de irradiación (como en el caso de las hipnosis clínicas), y si la imita-ción no tuviera otra modalidad que la repetición, entonces la propagación mimética terminaría por configurar un conjunto uniforme y clausurado. Es decir, las creencias y los deseos partirían de –y volverían a– un único foco ejemplar y fascinante, homo-geneizando el campo social y formando un sistema cerrado que reproduciría eterna-mente su recorrido circular. El sueño de cualquier totalitarismo. Pero Tarde cree que hay siempre diversos modelos disponibles para ser imitados y que cada individuo es tanto receptor como emisor de múltiples ejemplos. Postula, por ello, que lo que se imita no es la configuración global de un individuo sino determinadas ideas y pasio-nes de las que es portador. Afirma asimismo que las creencias y los deseos recibidos del medio social se configuran de un modo irreductiblemente sui generis en cada receptor (eso lo hace un individuo). Sostiene, por último, que cada forma de hacer, sentir y pensar proveniente de los demás puede repetirse en el individuo receptor a modo de imitación, pero también puede coadaptarse con otra, dando lugar a una invención, o contradecirse, generando una oposición1. Interacciones estas últimas que, como la imitación, pueden darse consciente o inconscientemente, con idénticos resultados sociológicos.

De tener lugar la repetición, el valor político, estético, económico o religioso copiado se volverá parte componente, por así decirlo, de la configuración subjetiva de su repetidor, intervendrá en su subjetivación, al tiempo que ganará extensión y apoyo. Usando una metáfora electoral, podría decirse que cada credo y cada pa-sión presentes en el campo social obran como un candidato en busca de seguidores, que disputa voto por voto su elección, y que en todo momento debe luchar por su

1 He allí, pues, las principales categorías de esta sintaxis conceptual: imitación, invención y oposición. Tar-de ha tratado cada una de ellas en Las leyes de la imitación (1890), La lógica social (1895) y La oposición universal (1897). Puede encontrarse una visión de conjunto en su libro Las leyes sociales (1898). Para un análisis sistemático de estas categorías y su articulación, así como para una discusión del impacto de Tarde sobre la teoría social contemporánea, me permito remitir a Tonkonoff (2013). Ver también Candea (2010), López y Sánchez Criado (2006), Toews (2003), Alliez (2004) y Latour (2002).

Page 139: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

137

reelección. Lo que en ningún caso implica que este proselitismo se realice sólo ni fundamentalmente cara a cara, sino que se trata de una “acción a distancia de un es-píritu sobre otro” (Tarde 1962a, 7), acción que puede tener como interfaz cualquier soporte comunicacional. Una vez repetido, el modelo ganará a la vez un adherente y un activista, ya que la copia se convertirá al mismo tiempo en modelo de otros más que la copiarán. Esto es lo que Tarde llama corriente, flujo o rayo imitativo. Por eso podrá hablar de la sociedad como organización de la imitatividad.

Puede agregarse, sin embargo, que, para esta micro-sociología, el concepto de sociedad no es de fiar, por cuanto deja ver menos de lo que oculta. Estando histó-ricamente lastrada por imágenes mecanicistas, primero, y organicistas, después, la idea de sociedad muestra un sesgo espacializante, inapropiado para quien crea que la realidad social está más en el tiempo que en el espacio. De allí que Tarde prefiera las metáforas hidráulicas a las arquitectónicas, y el vocabulario de la energía al de la materia. De allí también que, subvirtiendo el lenguaje organicista de su tiempo, haya podido escribir que los tejidos siempre preceden y desbordan a los órganos, cuando se trata de la vida social (Tarde 2011, 50). Esto es, que las redes de corrientes mimé-ticas que constituyen esa vida son capaces de organizarse en sistemas de estructuras y funciones, pero los sistemas producidos de este modo son abiertos y mutantes, encontrándose siempre excedidos por los mismos flujos que los configuran, flujos que constantemente escapan de las determinaciones sistémicas hacia la producción de nuevas relaciones.

Esta sociología encuentra su complemento en una filosofía de la historia con la que va a combinarse para producir una teoría del individuo moderno. Aquí la historia de la humanidad es un proceso de socialización poligenético, contingente, no lineal e irreversible que, partiendo de pequeños grupos heterogéneos desperdi-gados en distintos lugares del globo, se dirige hacia la conformación de una vida social planetaria producida por redes imitativas de extensión siempre creciente. Este proceso sería también el de un progresivo asemejarse, en cierto nivel, de los indi-viduos entre sí, a la vez que permitiría (de un modo no paradójico) su progresiva diferenciación o individualización. Sucede que para Tarde, el proceso de mundiali-zación implica el pasaje de un tipo social tradicional en el que prevalecía la imitación jerárquica o “irreversible” –característica de las teocracias y las monarquías– a un tipo postradicional, crecientemente democrático, caracterizado por la generaliza-ción de la imitación “horizontal”. Donde antes la organización de la imitatividad era estructuralmente asimétrica y concentrada sobre unos pocos modelos (el rey, el noble, el sacerdote), la remoción de las barreras de fuero, estado o casta habría ido configurando una estructuración más igualitaria de la mimesis por la que todos los individuos pueden ser copias y modelos, recíproca o alternativamente. Igualación, entonces, a la vez que apertura del espacio social a la variedad de las individualida-des. Y esto porque “lo que es contrario a la acentuación personal es la imitación de un solo hombre, al cual se toma en todo por modelo; pero cuando en lugar de arre-glarse a algunos, se toman de cien, de mil, de diez mil personas, consideradas cada

Page 140: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

138

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

una bajo un aspecto particular, los elementos de idea o de acción que enseguida se combinan, la naturaleza misma y la elección de esas copias elementales, así como su combinación, expresan y acentúan nuestra personalidad original” (Tarde 1962a, 15).

De manera que el esquema bipolar de la hipnosis describe bien tanto los pri-meros pasos de la socialización individual como el modo elemental de relación so-cial y la forma de relación prevalente en las sociedades premodernas. No alcanza, sin embargo, a dar cuenta de la producción del individuo en cuanto forma sociológica propia de la modernidad. Este individuo no resulta de la imitación simple, sino de un proceso de imitaciones múltiples, irradiadas al mismo tiempo desde muy di-versos focos. Por eso, el análisis debe ser afinado, y Tarde recurre a otras analogías para ello. Considera preciso pasar de la visión de la relación de un magnetizador y un magnetizado a la imagen de la ciudad como escenario propio de la sociabilidad postradicional, a la vez que paradigma del modo de producción de la individualidad en ese contexto histórico. Sucede que la vida urbana se distinguiría, en primer lugar, por la imitación múltiple y mutua de creencias y deseos diferentes. De manera que este individuo surge en un medio donde no hay uno sino muchos focos irradiado-res de ejemplos, y donde él o ella también obran como tales. Estos vínculos son tan hipnóticos como los producidos en el gabinete de Charcot, pero por ser plurales y recíprocos –en lugar de generar la monologización, si así pudiera decirse, de los estados internos en los sujetos– promueven su complejización creciente. Compleji-zación que, siendo el resultado de la multiplicación de las posibilidades imitativas en cada quien, produciría entonces un espacio subjetivo más flexible y con más posibi-lidades de variación que en las circunstancias antes mencionadas. Así, Tarde (1962b) podrá hablar de la existencia de “semi-creencias” y “semi-deseos” como una de las características salientes de la subjetividad, cuando es moderna.

Esa red de relaciones diversas pero relativamente concordantes que caracterizan a la vida urbana tiene, pues, la forma de una trama móvil de acordes musicales, de ar-monías entre distintos elementos sonoros que no cesan de recomponerse. La ciudad, como ensamble polifónico o tejido de comunicaciones multiformes y generadoras de nuevas relaciones, resulta el espacio social adecuado para permitir un amplio rango de diversidad en las formas de ser de los individuos que origina, sin derogar por ello los lazos regulares que los unen. Y esto por cuanto la pluralidad de corrientes miméticas que atraviesan y constituyen toda urbe crea las condiciones para individualizaciones también diversas. Para Tarde, el individuo así entendido, producto y productor de una polis multicentrada, es el resultado más refinado –la forma social más elaborada y dife-renciada– del largo proceso civilizatorio de la humanidad, entendido como el proceso siempre creciente de mundialización de las relaciones sociales.

Masas y públicosHay, sin embargo, momentos donde el individuo, en cuanto forma social correspon-diente a la economía mimética múltiple y regular de la vida urbana, se descompone. Y esto porque la ciudad es también el lugar de la aceleración de flujos imitativos.

Page 141: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

139

Aceleraciones que producen tanto masas como públicos en los agregados societales, y que producen el correspondiente estado “des-individualizante” en los individuos. Esta transformación constituye, a los ojos de Tarde y de muchos de sus contem-poráneos, lo que puede llamarse el problema de la multitud. Un problema tanto epistemológico como político de primer orden, que involucra en sus constituyentes básicos los siguientes interrogantes: ¿Qué tipo de configuración social es la multitud y cuáles son sus rasgos característicos? ¿Cómo un individuo “deviene” multitud? ¿Cuál es el estatuto de esta configuración social en las sociedades postradicionales? ¿Qué consecuencias tiene su irrupción en la vida social para la producción y reproducción de esos ordenamientos societales?

En cuanto a la primera cuestión, hay que decir que Tarde comparte con dis-tintos autores de su tiempo una descripción elemental de la multitud. Al igual que Sighele (1891), Le Bon (1895) y Freud (1987), la caracteriza como un modo de agru-pación surgida de la unión de los individuos que la componen, en un magma de sentimientos, pensamientos y, por lo general, acciones comunes. Magma que tiende a borrar las diferencias personales y societales que pudieran existir entre ellos, tanto como a disminuir su disposición a la racionalidad y la templanza. Como estos au-tores, cree que el estado de multitud está ubicado entre la vigilia y el sueño, análogo a la embriaguez o al trance hipnótico. Si el modo de pensar de los individuos aisla-dos se caracteriza por el encadenamiento de sus ideas, imágenes y conceptos –con una marcada sensibilidad a las contradicciones–, asociados en multitud, en cambio, resultan ineptos para el razonamiento apoyado en los principios de identidad y de tercero excluido. Correlativa a esta disminución de la razón sería la intensificación de sus emociones. Uno de los resultados mayores de esta dinámica propia de la psi-cología de las multitudes sería una tendencia a la acción directa y destructiva.

En relación con este devenir multitud de los individuos, queda dicho que la noción clave es la sugestión/imitación y que Tarde no da mayor cuenta de sus me-canismos internos. Toda una nueva teoría de la subjetividad resultará necesaria en este punto crucial. Su formulación en la línea que comienza con los estudios de la hipnosis tendrá lugar, al menos, de dos modos distintos, y ambos tendrán a Tarde como una referencia ineludible. Pero su legado será utilizado de un modo diferente en cada caso. Por un lado, Freud elaborará un esquema del aparato psíquico, donde la noción de sugestión será reemplazada por la de identificación, y Lacan hará lo propio introduciendo su estadio del espejo, en un recorrido que llega a Laclau. Por el otro, William James, primero, y Bergson, después, desarrollarán una dirección diferente al psicoanálisis, en un recorrido que llega a Deleuze. Dicho esto, es pre-ciso señalar que, aun sin haber desarrollado cabal y sistemáticamente una teoría de la subjetividad, Tarde permite pensar, como veremos enseguida, que tanto la in-dividualización como la desindividualización remiten al número, la velocidad y la intensidad de las imitaciones en las que se ve envuelta una singularidad somática. Y es éste el corolario que lo diferencia de otros tipos de resolución respecto del devenir multitud de los individuos, en especial del psicoanalítico. Si bien esta diferencia se

Page 142: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

140

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

despejará con mayor claridad en lo que sigue, podemos decir desde ahora que la in-terpsicología de Tarde (apoyada en su ontología de la diferencia infinitesimal) no co-noce el rol fundamental que otorga el psicoanálisis a la prohibición, la represión y lo negativo. En cuanto al inconsciente, y como consecuencia de lo anterior, Tarde dirá que es un estado reversible, y no un lugar psíquico al que sólo se puede acceder por sus manifestaciones sintomáticas o por la vía del sueño. En este marco, puede afir-marse que si el sujeto del psicoanálisis es un sujeto dividido (la spaltung de Freud), el sujeto tardeano es uno plegado, que se des-pliega en la comunicación multitudinaria.

Otra diferencia entre Tarde y sus contemporáneos es su temprana diferencia-ción entre masa y público, diferenciación con la cual busca dar cuenta tanto de la especificidad de estas configuraciones sociales como de la modernidad misma. A finales del siglo XIX, en el momento en que la masa se convierte en un tópico mayor de los intereses científicos y políticos europeos y americanos, Tarde declara que es ésa una forma de agrupación perteneciente al pasado. Entiende que, ya en ese mo-mento, las sucesivas invenciones en el campo de lo que hoy llamamos tecnologías de la información y comunicación han producido una transformación radical en las formas de asociación humanas. Y esto por cuanto, allí donde las masas se constitu-yen por acciones de contacto, los públicos se producen por modalidades de acción a distancia, modalidades que los liberan de las constricciones físicas del espacio y el cuerpo, y los vuelven indefinidamente extensibles. Por eso, contradiciendo a Le Bon, anuncia que “la formidable potencia de la prensa” ha inaugurado una era que no es de masas sino de públicos. Y según entiende, es el público “la agrupación del porvenir” (Tarde 2011, 209).

Ahora bien, es preciso despejar aquí una posible confusión. Este diagnóstico, casi profético, que anuncia el ascenso de los públicos y tiene a la masa por el tipo de relación social más antigua después de la familia, ¿implica que se trata de formas opuestas de sociabilidad? No lo creemos así. Sobre todo porque no habría que con-fundir una hipótesis histórica con una sociopsicológica. Desde este último punto de vista, público y masas son dos especies del mismo género. Se trata, en ambos casos, de agrupamientos resultantes de la imitación unilateral: aquella que tiene lugar bajo el modo de la fascinación no recíproca. En ambas formas de asociación, el vasto te-jido de emisiones y recepciones recíprocas –diversas en contenidos y relativamente lentas en velocidad, que caracterizan a la vida social cuando se encuentra dispuesta en múltiples interacciones regulares– queda abruptamente reducido a la comunica-ción de unos pocos juicios o pasiones simples o simplificadas que se replican especu-larmente a gran velocidad. Surgida de un único foco (agitador, ideólogo, periodista, publicista, predicador, artista, son aquí homólogos en cuanto a su función radiante), la propagación mimética de un mensaje multiplica exponencialmente la intensidad deseante y creyente con la que éste se ve investido. Y, por lo mismo, conforme va creciendo el número de repeticiones, se multiplica también la rapidez con la que ese mensaje se transmite. En Tarde, las multitudes y los públicos funcionan con un principio cercano a la reacción en cadena, que la física atómica descubriría en el

Page 143: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

141

siglo XX. En el clímax de este proceso, una emoción y una fe dominan ampliamente el conjunto que el contagio ha formado; entonces, la conciencia individual deviene inconsciencia, y la reflexividad, automatismo. Como quien ha sido hipnotizado, el individuo en estado de multitud o público concentra toda su fuerza volitiva y su fe en un pequeño número de ideas y pasiones (en el límite, en una única idea-pasión), que obra en él como polo de imantación sin reciprocidad, como modelo sin alterna-tivas ni contrapartida. Entonces, ese individuo se des-pliega.

Así, cuanto más se intensifica el lazo multitudinarizante, más se debilitan los componentes individuales de la masa en cuanto tales, y, en su paroxismo, se descom-ponen y uniformizan. Por eso, Tarde dirá que la multitud tiene la potencia simple y profunda de un largo unísono, y ello también vale para el público, multitud difusa y evanescente. Tal vez se justifique entonces reservar en lo sucesivo el nombre de masa o muchedumbre para los agrupamientos copresenciales, y el de multitud, para la categoría más general que engloba tanto a las masas como a los públicos. Si bien Tarde no realiza esa distinción, la misma puede resultar útil, a efectos de despejar la lógica interna de su posición.

Una segunda característica de ambos tipos de agrupación se vincula a su condi-ción infra- (o supra-) institucional y transclase. No es que Tarde niegue la existencia de agrupamientos multitudinarios diferenciados, de públicos estratificados según intereses específicos, o masas reconocibles por su condición social compartida. Lo que rechaza es la idea de que la diversidad de las creencias y los deseos que vehiculan estos agrupamientos remita a una estructura económica a la que corresponderían de alguna manera. Niega, asimismo, que correspondan a una estructura representacio-nal previa2. Antes bien, es preciso formular la definición de estas formas de agrupa-ción social atendiendo precisamente a su capacidad de 1) escapar velozmente de toda determinación institucionalizada, es decir, de toda forma de agrupación de ritmo lento y organización definida, 2) enlazar componentes heterogéneos procedentes de distintos conjuntos preexistentes, 3) hacerlo siguiendo lógicas que no corresponden a ninguno de estos componentes tomados por separado, y 4) desbordarlos mediante la producción de acciones y relaciones no controladas por el nivel antecedente al que pertenecían (es decir, acciones y reacciones propiamente multitudinarias).

Como queda dicho, las masas son el tipo de multitud que se caracteriza por encontrar límites físicos a la propagación de su dinámica psicosocial, mientras que los públicos son multitudes propiamente desterritorializadas. Crecientemente generalizado, a la vez que diversificado por las innovaciones tecnologías, es éste un colectivo emancipado del contacto directo entre sus miembros. De manera que,

2 Los conceptos marxistas de estructura y superestructura carecen de sentido en la socio-lógica de Tarde. En cuanto a las grandes representaciones sociales del tipo durkheimiano, acepta su existencia y su importan-cia pero considera que es preciso explicitar ante todo los procesos de su formación, es decir, analizarlas en su condición de resultados, antes que de causa. Considera, además, que estas representaciones sólo pueden vivir en los individuos que las portan, y que enfatizar su exterioridad conduce a un tipo de reificación y esencialismo que califica de medievales. Sobre la primera cuestión, ver Tarde (1902); sobre la segunda, Tarde (2011); sobre el debate Tarde-Durkheim, ver Candea (2010).

Page 144: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

142

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

en este punto, el contraste fundamental entre ambos tipos de multitud reside en la extensión que pueden alcanzar y en las interfaces con que se realizan las interac-ciones, y quizás no, como Tarde (2011, 206) ha pretendido, en que un individuo puede pertenecer a varios públicos a la vez, y sólo a una masa. Es cierto que sólo se puede pertenecer a varias masas sucesivamente, pero lo mismo sucede con los públicos. Lo que cambia es la velocidad (vertiginosa) con la que esa sucesión pue-de realizarse en el caso de estos últimos.

Es ésta una diferencia que se muestra fundamental para caracterizar tardea-namente nuestra época. El individuo de las sociedades contemporáneas, creciente-mente expuesto a interfaces de variedad cada vez más amplia y de capilaridad cada vez más fina, se multitudinariza muchas veces por día, y puede pasar de un público a otro en ínfimos intervalos de tiempo (basta con ir de una pestaña del navegador de internet a otra, o con dejar de prestar atención al televisor y leer un periódico, por ejemplo). Afirmar, como hizo Tarde hace más de cien años, que las nuestras son sociedades de públicos implica distinguirlas del pasado por la presencia de una gran variedad de agrupamientos virtuales producidos por flujos imitativos a distancia, tan intangibles y difusos como activos. Implica también que en ellas los agrupamien-tos multitudinarios copresenciales (las masas) son casi siempre precipitaciones de algún público. Implica, finalmente, que no hay organización societal que no pueda devenir parte de ese lazo incorpóreo, transversal y contagioso. O lo que es igual, que el rasgo principal de las sociedades de los massmedia y el espectáculo es que resultan conjuntos permanentemente en fuga de sus determinaciones morfológicas y socioestructurales.

Todo lo anterior nos conduce a concluir que si los públicos y las masas es-capan de las determinaciones societales, lo hacen por reducción, intensificación y aceleración de flujos sociales, no por su diversificación. La dinámica de estas agru-paciones tiende a anular en los individuos tanto los semideseos y las semicreencias que los caracterizan como las posibilidades de combinación o coadaptación de la rica variedad de creencias y deseos presentes en el medio social. Resultan, eso sí, potentes catalizadores. De allí su enorme importancia política. Reuniendo fuerzas mentales y emocionales dispersas mediante eslóganes o silogismos pobres en arti-culaciones pero vigorosos en afectividad –silogismos que, por lo demás, o por lo mismo, no necesitan respetar el canon de la razón, sea analítica o sea dialéctica–, estos agrupamientos efervescentes promueven contagios tan severos como fulmi-nantes. Propagaciones tanto más rápidas, uniformadoras e inflexibles cuanto más unilineales y extendidas. Conocemos su círculo virtuoso: a mayor simplicidad, ma-yor intensidad; a mayor intensidad, mayor aceleración y expansión. Por eso, a pesar de su optimismo, Tarde nos deja ver que también los públicos comportan siempre algo del dogmatismo apasionado propio de las multitudes reunidas. Esto es así, al menos, en los momentos en que adquieren un alto grado de cohesión afectiva por vía de la indignación, el odio, la adoración o la alegría en común, afectos todos ellos (re)producidos a distancia por distintos medios de comunicación. En tales circuns-

Page 145: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

143

tancias, los públicos no conocen la indecisión, habitual en los estados individuales. Esa intolerancia no les impide mostrarse contradictorios e inconstantes, volubles respecto del contenido de las creencias y los deseos que los dominan cada vez con exclusividad más o menos vehemente. Si, de acuerdo con este enfoque, puede afir-marse que la violencia de las masas no es otra cosa que el paroxismo de su unanimi-dad, también puede comprenderse por qué los públicos, aun estando impedidos de ser directamente violentos por su condición espacialmente dispersa, suelen realizar linchamientos por procuración3.

En cuanto a una valoración tanto sociológica como ético-política de las multi-tudes, Tarde tiende a ver sus dinámicas, o bien como funcionales a la reproducción societal, o bien como meramente destructivas. Es decir, en ningún caso las entiende como agentes de transformación social. Su apuesta, en ambos respectos, está orien-tada por la individuación y la individualización. Esto es, por el privilegio teórico y político que le otorga a la invención y al individuo. Pero, para dar cuenta de todo ello, es preciso abordar, además, su idea de oposición.

Oposición e invenciónSiendo el campo social una trama de flujos múltiples, bien puede ocurrir que un individuo resulte el punto de intersección de dos corrientes imitativas contrapuestas o antagónicas. Si esto sucede, la reproducción de los flujos miméticos en cuestión se detendrá en él, y asumirá la forma de una duda (oposición infinitesimal). Resuelta la vacilación en favor de uno de los modelos, la red que el ejemplo vencedor forma se ampliará volviendo al individuo miembro de un grupo que se opondrá a otro, en caso de que el contramodelo haya podido formar su propia red. Llegado ese punto, tendrán lugar las polémicas, las competencias, las elecciones parlamentarias y/o las guerras (todas ellas oposiciones multitudinarias).

Es importante señalar que, en opinión de Tarde, las oposiciones multitudina-rias tienen sobre todo un valor funcional, por cuanto forman un sistema que se alimenta y fortalece precisamente por el tipo de vínculo que crea entre grupos o partidos. Y esto por cuanto entiende que las oposiciones son contrasimilitudes o re-peticiones invertidas. Desmintiendo al sentido común, Tarde afirma que lo que es radicalmente diferente no puede oponerse. Para que un antagonismo entre seres, elementos o estados tenga lugar, ellos deben referirse a una medida o a un fin co-mún, lo que supone su similitud y su equivalencia, al menos a ese respecto. Así, en el plano social, “Al proclamarse un dogma, al publicarse un programa político, los hombres se dividen en dos clases desiguales: los que se enardecen en pro y los que se enardecen en contra. No hay manifestación que no reclute manifestantes y que no provoque la formación de un grupo de contra manifestantes. […] Pero tanto unos

3 Es cierto que, como señala Joseph (1984) en su texto ya clásico, Tarde se muestra optimista respecto de las sociedades de públicos, pero también lo es que a lo largo de su obra lanzó no pocas invectivas contra el periodismo y sus posibilidades de producir dinámicas sociales que consideraba nefastas (ver Tarde 2011). Sobre la noción de violencia en Tarde, ver Tonkonoff (2014).

Page 146: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

144

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

como otros tienen el mismo contenido de ideas y pensamientos, estando asociados, aunque adversarios o por adversarios” (Tarde 1962a, 9). Semejanza entonces, pero también movimiento como dos características mayores de la oposición. Sin fuerzas que los empujen en direcciones contrarias, los elementos enfrentados no podrían antagonizar. Por eso, Tarde (1897) considera la neutralización, y aun el equilibrio, como la tercera característica central de este tipo de relación social.

Lo anterior nos permite comprender por qué ha podido escribir que “una so-ciedad es un grupo de gentes que presentan grandes similitudes entre sí producidas por imitación o por contra imitación” (Tarde 1962a, 9). Nos deja entender también por qué en su sintaxis teórica la oposición no es, en ninguna de sus formas, el motor del cambio social. Antes bien, aquí el conflicto polar entre grupos puede, pasado cierto umbral de funcionalidad o equilibrio, destruir la configuración que confor-man en su lucha mutua, pero no transformarla. Si el cambio ha de tener lugar, se precisa una invención, es decir, el acontecimiento social de una nueva diferencia. La verdadera transformación comienza con la coadaptación de flujos de creencias y deseos que, por azar, se ensamblan de manera inédita, y que, haciéndolo, des-balancean los equilibrios reproductivos de las imitaciones y las contraimitaciones abriendo nuevos cauces a la vida social, impulsando su devenir. De modo que el héroe en este relato micro-sociológico no es el rebelde, sino el creador. El artista sin dudas, pero también el científico, así como el productor de sistemas filosóficos, políticos, morales o religiosos. Homero y Victor Hugo, Kepler y Newton, Sócrates y Rousseau, Cromwell y Napoleón, Jesús y Lutero, son algunos de los hitos de la invención occidental que circulan por las obras de Tarde a modo de ejemplos. Con todo, este abogado de lo infinitesimal no otorga la categoría de inventor sólo a los creadores grandes y célebres. Cree que también los hubo pequeños y anónimos. In-dividuos cuyas creaciones produjeron transformaciones no menos monumentales y profundas: las invenciones de la palanca, el cero y la pólvora así lo atestiguan. Todas ellas muestran, en su opinión, que la afirmación de una diferencia nueva es siempre más potente que la negación de una diferencia existente, es decir, que la afirmación de una contrasemejanza. Permítasenos entonces completar la cita elegida a este res-pecto: “los hombres contra-imitan mucho, sobre todo cuando no tienen la modestia de imitar pura y simplemente, ni la fuerza de inventar, y contra-imitándose, o lo que es lo mismo, haciendo o diciendo todo lo contrario de lo que ven hacer o decir, como haciendo o diciendo precisamente lo que se hace o se dice a su alrededor, van asimilándose cada vez más. Después de conformarse a las costumbres en materia de entierros, de matrimonios, de ceremonias, de visitas, de cortesías, nada hay más imitativo que luchar contra su propia inclinación a seguir esa corriente y afectar ir contra ella. Ya en la edad media, la misa negra nació de una contra imitación de la misa católica” (Tarde 1962a, 9).

Cabe preguntarse si esta subordinación teórica de la oposición en cualquiera de sus formas, y esta celebración de la invención tanto en la ciencia y la técnica como en la religión, la estética y la política, resultan la máscara de una posición conservadora.

Page 147: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

145

Máscara tras la que un pensador de noble abolengo oculta su miedo burgués a las ma-sas populares, su rechazo a las doctrinas socialistas, su condición social acomodada. Tal vez. Pero con seguridad eso no es todo. Porque si es cierto que las invenciones se definen en esta micro-sociología como dispositivos que armonizan oposiciones, tal armonización no es una repetición, sino una producción. La armonía es siempre para Tarde un nuevo estado, no el retorno al pasado ni el mantenimiento ordenado de lo existente. Y más: su postulado de la irreductible contingencia de toda invención hace que los contenidos de las armonías futuras sean impredecibles y que, por lo mismo, esa noción pierda su connotación normativa. Conclusión incómoda para quienes piden a las teorías sociales garantías para el futuro. Por lo demás, la negativa a otorgar a la opo-sición las llaves de la transformación social no remite a las formas multitudinarias que ella pueda asumir, tanto como al carácter binario que comporta. Tarde sabe que nada es socialmente eficaz sin su socialización, y el poder de las invenciones no escapa a esta regla: si no se difunde, multitudinarizándose en la moda, por ejemplo, resulta estéril. Pero nada nuevo comienza sin la singularización de un individuo: lo diferente no es posible sin ese acontecimiento. En un lugar y un momento determinados, alguien des-cubre algo distinto. Algo que quizás encuentre –segundo nivel de contingencia– con-diciones para su propagación, y propagándose transforme el espacio social prexistente. Como si, llegado cierto momento en la reproducción de la sociedad feudal, el gesto del primer campesino que retirara el saludo a su señor terminara en la decapitación del rey. O como si la creación del reglamento interno de un ignoto monasterio hubiera culminado en la formación de las sociedades disciplinarias4.

La invención y los inventoresLos inventores, o más bien los individuos cuando inventan, devienen supra-sociales, nos dice Tarde (2011, 53). Para que surja la invención, es preciso que se vean de alguna manera interrumpidos los cuadros cognitivos y afectivos que el tipo societal vigente organiza en sus sujetos, asignándoles roles, creencias, emociones y sensibilidades. De modo que el primer paso para que lo nuevo suceda no sería tanto la negación de lo existente como su puesta entre paréntesis. Y es que la posición de la creación remite más a la diferencia (el estar al lado) que al antagonismo (el estar en contra). Su locus es tercero respecto de lo societalmente útil o inútil, bello u horrible, justo o injusto, posible o imposible. Esa sustracción de las determinaciones existentes es siempre rara, parcial y transitoria, nos dice Tarde. Y sólo da con lo nuevo si se configura a la manera de un espacio en el cual lo que vive en el campo social como virtualidad puede actua-lizarse encontrando una expresión. Para ello es preciso un des-pliegue del individuo, pero de un modo que no es el de la multitudinarización sino el de la singularización. Esto implica que una invención no es exactamente algo que el inventor produce, aun-que busque hacerlo, y que no puede entenderse como la creación ex nihilo de un sujeto

4 Estos ejemplos no sólo muestran la marca poderosa de Tarde sobre el pensamiento de Deleuze y Guattari (2002) y Foucault (1989), el primero pertenece a Mil mesetas, y el segundo, a Vigilar y castigar. Señalan también el carácter normativamente indeterminado del concepto de invención.

Page 148: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

146

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

autocentrado. Antes bien, es algo que acontece como resultado de un acoplamiento particular de series imitativas existentes, series que en él se combinan de manera in-édita. El azar ha querido que alguien, en cierto estado de disponibilidad –consciente o inconsciente, deseado o padecido–, obrara de punto de encuentro entre líneas de fuerza específicas. Líneas cuya posibilidad de conjunción es desestimada o rechazada por la organización societal (la cultura) existente. Un inventor es un nodo de rayos o vectores imitativos que viven como ajenos o incompatibles entre sí hasta el momento en que tiene lugar su coadaptación imprevista.

De modo que en el inventor se producen una selección y una articulación sui generis del haz de influencias comunes que constituyen su medioambiente. Selección y articulación que lo descentran y, en más de un sentido, lo incomunican y lo exclu-yen de su entorno. Por eso, la invención solicita cierta disposición subjetiva: inventa quien tiene el valor de entregarse a tal descentramiento, y la firmeza de seguirlo en sus consecuencias (lógicas y teleológicas). La sustracción creativa del marco repro-ductivo de las clasificaciones sociales y culturales instituidas requiere, entonces, una máxima apertura a la multiplicidad de los flujos sociales. Pero pide también audacia y rigor. El estado de invención se encuentra más allá de la timidez, la vergüenza o la repulsión que dibujan los contornos de quienes están sujetos a series multilineales regulares de la sociabilidad reproductiva. Se encuentra, por lo mismo, siempre cer-cano al ridículo, la inmoralidad y el crimen.

Por todo esto, lo que puede llamarse estado de invención no es propiamente un estado individual: tal vez se encuentre más cerca de la noción deleuziana de singularidad. La invención, pues, como punto de imputación de vectores sociales que ponen a un indi-viduo fuera de sí. Momento de máxima exteriorización subjetiva que, a diferencia de los estados de público o masa, desemboca en el acontecimiento de una nueva diferencia. El inventor es un individuo singularizado por la producción de una conjunción copulativa antes impensada: encuentro hasta entonces imposible de dos series repetitivas que, com-binadas de manera inaudita, inauguran una nueva fe y/o un nuevo deseo. Es decir que toda invención es el fruto maduro del árbol social, pero se trata de un fruto excepcional. Una floración contrahecha, una anomalía feliz, destinada a modificar la economía y la forma del espacio social que, en cierto sentido, la originaron.

Innumerables invenciones hormiguean en cada tiempo y lugar como posibilida-des prontas a ser actualizadas, pero sólo algunas se realizan cabalmente como motores del cambio social: aquellas que efectivamente se propagan, dejando de ser productos sociales para convertirse en productores de vida social. Se inventan máquinas, objetos, instrumentos, pero también palabras, imágenes, teorías, dogmas, ideologías. Tanto unos como otros son portadores de principios, deseos e intereses que, repetidos imi-tativamente “por millones de ejemplares”, concurren a transformar la configuración societal. El carácter y grado de esa transformación dependerán de la profundidad y la extensión con que la nueva diferencia se propague, efectuándose socialmente.

En Tarde, los cambios más serios comienzan cuando en alguien tiene lugar una creación que es capaz de modificar, y aun diluir, un circuito reproductivo vigente.

Page 149: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

147

Creación que, inaugurando una diferencia, abre el camino a reacciones en cadena, a contagios lentos o acelerados, que tanto pueden transformar sistemas existentes como generar sistemas nuevos, es decir, producir nuevas formas de vida y de so-ciabilidad. Así, las invenciones pueden ser la fuente de insurrecciones difusas o concentradas, silenciosas o espectaculares, pausadas o veloces. ¿Una teoría de la re-volución molecular? Quizás. En todo caso, la formulación de conceptos que permi-ten pensar lo social del lado de su diversidad, productividad y mutación, atendiendo a la coexistencia de sus escalas, espacios y tiempos distintos. Dispositivo conceptual en cuyo centro se ubican las nociones de repetición y diferencia (imitación e inven-ción) como claves de una teoría social que no tiene como su horizonte último la ex-plicación de la reproducción de las (macro)estructuras, sino que busca aprehender sus procesos microfísicos de formación, transformación y disolución de los sistemas sociales. Y donde el motor de estos procesos es siempre el acontecimiento de la di-versidad. Es decir, la creación de algo nuevo y su diseminación iterable, para hablar como Derrida, otro pensador de la diferencia.

Dispositivo teórico del que tal vez pueda derivarse también una serie de conse-cuencias ético-políticas: el llamado a no replegarse sobre el placer imaginario que brinda la oposición polar, con sus sueños de destrucción total, su promesa de enemigos-soporte, su cortejo de plenitudes y seguridades eternas; y su apelación a intentar, en cambio, el camino de la creación tomando al azar como el sentido más radical de la acción; acep-tando que la apuesta por la emergencia de lo que será distinto y su diseminación implica el reconocimiento de que ésa, como cualquier apuesta, conlleva un resultado incierto.

A modo de conclusiónEs posible afirmar que, a pesar de sus notables distancias, el marxismo, el durkhei-mismo y el estructural-funcionalismo han sido enfoques preeminentes en la teoría y la práctica de las ciencias sociales del siglo XX, para los cuales la polaridad indivi-duo-sociedad constituía el espacio categorial más general posible, en el que lo social podía ser pensado y analizado, y, llegado el caso, criticado con miras a su transforma-ción. Polaridad asimétrica, por cuanto privilegiaba el segundo término, reduciendo el primero a una posición pasiva en casi todo lo que pudiera ser sociológicamente relevante. Para lo que nos interesa aquí, ello implicó, en el plano metateórico, una labor reduccionista que trató toda acción individual, todo acontecimiento y toda heterogeneidad social como fenómenos en sí mismos insignificantes. Fenómenos que debían ser reconducidos a alguna (macro)estructura profunda para adquirir significación, puesto que la verdadera (y única) realidad social se encontraría en ese nivel y en esa escala. En el plano epistemológico, esto llevó a pensar que aquellos fenómenos podían y debían ser explicados vinculándolos a causas independientes y en gran medida externas a ellos. En cuanto al análisis sociológico, todo ello orientó la atención de manera excluyente hacia macro-objetos, tales como las institucio-nes, las representaciones sociales, las clases y los Estados. El enemigo elegido por este holismo fue el reduccionismo individualista, según el cual no habría nada en el

Page 150: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

148

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 131-149 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.08

mundo social que no pudiera ser reducido a las acciones calculadas de individuos independientes, entendidos como unidades sustanciales, definidas y homogéneas.

En el marco de esta alternativa –todavía operante entre nosotros–, el llamado de Tarde a realizar en el campo de la teoría social la revolución que el cálculo infinitesi-mal produjo en la matemática encuentra su lugar y su vigencia. Se trata ante todo de “multiplicar los agentes del mundo” (Tarde 1999, 19), y de aceptar tanto su diferencia irreductible como su capacidad relacional. Multiplicidad y asociación entonces: todo –incluido el individuo– es una sociedad. Sólo que sociedad no se define aquí como una totalidad orgánica o dialéctica, sino como un ensamble de elementos asociados. Elementos que en sí mismos son asociaciones, pequeños mundos portadores de in-númeras relaciones actuales y de un número todavía mayor de virtualidades prontas a actualizarse. Esto vale para las sociedades internacionales, las naciones, las regiones, las ciudades y las localidades, pero también para los grupos, las familias, las parejas y los individuos. Todos ellos son organizaciones o sistemas abiertos que tienen lugar en el espacio infinito de lo social: es decir, el campo múltiple y virtualmente infinito donde se copian, coadaptan y oponen los flujos infra- y transindividuales de creencias y deseos. La génesis, forma, estabilidad y duración de cualquiera de esos sistemas re-miten, entonces, a la “acción a distancia” que liga esos elementos heterogéneos que los componen, volviéndolos semejantes en cierto sentido y, en cierto nivel, ajustándolos –pero sólo en ese sentido y en ese nivel– a cierto modo de estructuración y funciona-miento, produciendo así organizaciones específicas.

Se ve todo lo que separa a Tarde del atomismo sociológico de su tiempo (y del nuestro). Que afirme la imitación como el hecho social elemental no implica que acep-te a los individuos en cuanto tales como productores de la sociedad. En su caso, indivi-duo y grupo (en sus distintas escalas y formas) son coproducidos por la sociabilidad (o “lo social”). Esto es, por la multiplicidad de las corrientes colectivas que componen y descomponen esos sistemas. Sistemas cuyo equilibrio y consistencia involucran tanto la concordancia relativa de los juicios y las pasiones ensambladas como las magni-tudes de velocidad con las que se re-producen. Todo ello explica por qué, a los ojos de Tarde, la emergencia de la multitud puede verse como el resultado de un proceso (súbito) de monologización y aceleración producido en tales sistemas. Pero permite saber también que ni las masas ni los públicos son lógicamente primeros en este con-texto teórico. La multitud no podría ocupar el lugar de magma primordial, de materia colectiva de la que proceden todas las instituciones sociales que le atribuye Moscovici (1993). Primero es la pluralidad de derivas, intercambios y conexiones, la variedad y la variación de flujos o rayos que tejen el campo social, y que producen su apertura y su infinitud. Por eso, el modelo en este punto no es la multitud sino la conversación. Por eso, a la hora de evaluar las consecuencias ético-políticas que porta, produce o per-mite esta microsociología, es posible verla como un intento de despejar la dimensión potencialmente autoritaria de la psicología de masas en una dirección que bien puede ser la de una caballerosidad liberal –como el Foucault de Rorty– o la de una anarquía coronada –como el Foucault de Deleuze–.

Page 151: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Individuo, multitud y cambio social Sergio Tonkonoff

PA

NO

MI

CA

S

149

Referencias1. Alliez, Éric. 2004. “The Difference and Repetition of Gabriel Tarde”. Distinktion: Scandi-

navian Journal of Social Theory 5 (2): 49-54.2. Candea, Mattei, ed. 2010. The Social after Gabriel Tarde: Debates and Assessments. Nueva

York: Routledge.3. Deleuze, Gilles. 2009. Diferencia y repetición. Buenos Aires: Amorrortu.4. Deleuze, Gilles y Felix Guattari. 2002. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia:

Pre-Textos.5. Foucault. Michel. 1989. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI.6. Freud, Sigmund. 1987. Psicología de masas y análisis del yo. Madrid: Alianza.7. Joseph, Isaac. 1984. “Gabriel Tarde: le monde comme féerie”. Critique 444-446: 548-565.8. Latour, Bruno. 2002. “Gabriel Tarde and the End of the Social”. En The Social in Question.

New Bearings in History and the Social Sciences. Editado por Patrick Joyce, 117-132. Lon-dres and Nueva York: Routledge.

9. Le Bon, Gustave. 1895. La Psychologie des Foules. París: Alcan.10. López, Daniel y Tomás Sánchez-Criado. 2006. “La recuperación de la figura de Gabriel

Tarde: La ‘neomonadología’ como fundación alternativa del pensamiento psicosocial”. Revista de Historia de la Psicología 27: 2-3.

11. Milet, Jean. 1973. “Introducción” a Écrits de psychologie sociale, escrito por Gabriel Tarde. Toulouse: Privat.

12. Moscovici, Serge. 1993. La era de las multitudes. México: Fondo de Cultura Económica.13. Richet, Charles. 1875. “Du somnambulisme provoqué”. Journal de l’anatomie et de la phy-

siologie normales et pathologiques de l’homme et des animaux 11: 348-378.14. Sighele, Scipio. 1891. La folla delinquente. Turín: Bocca.15. Tarde, Gabriel. 1895a. La Logique Sociale. París: Alcan.16. Tarde, Gabriel. 1895b. “Criminalité et santé sociale”. Revue philosophique 39: 148-162.17. Tarde, Gabriel. 1897. L’Opposition Universelle. París: Alcan.18. Tarde, Gabriel. 1898. Les Lois Sociales. París: Alcan.19. Tarde, Gabriel. 1902. Psychologie Economique. París: Alcan.20. Tarde, Gabriel. 1962a [1890]. Las leyes de la imitación. Madrid: Jorro.21. Tarde, Gabriel. 1962b [1890]. Filosofía penal. Madrid: Aguilar.22. Tarde, Gabriel. 1999. Monadologie et Sociologie. París: Les Empechêurs de Penser en Rond.23. Tarde, Gabriel. 2011. Creencias, deseos, sociedades. Buenos Aires: Cactus.24. Toews, David. 2003. “The New Tarde: Sociology After the End of the Social”. Theory, Cul-

ture & Society 20 (5): 81-98.25. Tonkonoff, Sergio. 2013. “A New Social Physic. The Sociology of Gabriel Tarde and Its

Legacy”. Current Sociology 61 (5): 267-282.26. Tonkonoff, Sergio. 2014. “Crime as Social Excess. Reconstructing Gabriel Tarde’s Crimi-

nal Sociology”. History of the Human Sciences 27 (2): 60-74.

Page 152: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 153: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Myriam jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015. Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio | 153-156Fernán González

R E S E Ñ A S

Page 154: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 155: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

153

RE

SE

ÑA

S

Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015 Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio. Bogotá: ICANH y el Centro de Estudios Sociales (CES) de la Universidad Nacional de Colombia*

Fernán E. González G. **

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.09

En primer lugar, quiero agradecer la oportunidad de conocer y comentar este texto. Pero, en segundo lugar, me gustaría aclarar que mi perspec-tiva parte de la historia y sociología políticas, pues no soy antropólogo, ni mucho menos experto en problemas indígenas. Por esto, mi interés en este texto obedece a mis preocupaciones previas sobre las bases an-

tropológicas y culturales de la vida política, que he venido compartiendo desde hace varios años con amigas antropólogas como Myriam Jimeno, Gloria Isabel Ocampo y María Victoria Uribe. Ese interés se ha centrado, en especial, en las discusiones sobre temas como la identidad nacional, sus relaciones con las adscripciones políticas del bipartidismo, las guerras civiles y las relaciones con la Iglesia católica. En los últimos años, estas discusiones se han relacionado con la Violencia, tanto la de los años cincuenta como la actual, que me han ido conduciendo a preocuparme, más recien-temente, por los problemas de la representación política de una sociedad cada vez más plural y multiforme.

En este sentido, empezaría por subrayar la importancia de este libro, Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio, escrito por Myriam Jimeno y su grupo, como contribución a la comprensión de la manera como se configuran, descon-figuran y reconfiguran las identidades colectivas de comunidades locales en los actuales contextos de Violencia y desplazamiento –en el corto plazo–, pero teniendo siempre en cuenta los contextos culturales y políticos del mediano plazo, como el reconocimiento de la pluralidad cultural, étnica, religiosa y regional consagrada en la Constitución de 1991. Y resaltando que el nuevo texto constitucional es el resultado de un movimiento social, cultural, político y económico, de más larga duración, que va rompiendo gra-dualmente la concepción homogénea e indiferenciada de la nacionalidad colombiana,

* Bogotá, 4 de mayo de 2015, comentario pronunciado con motivo del lanzamiento, en el marco de la Feria del Libro 2015.

** PhD en Historia, Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos. Entre sus últimas publicaciones está: Poder y violencia en Colombia. Bogotá: Odecofi-Cinep-Colciencias, 2014. *[email protected]

Page 156: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

154

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 153-156 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.09

basada en la adscripción al bipartidismo, el monopolio del campo religioso en manos de la Iglesia católica y el mestizaje racial consagrados en la Constitución de 1886, el Concordato de 1887 y los pactos de misiones que les siguieron, como producto de una historia que se remonta a los tiempos de la Colonia española.

Estos monopolios –cultural, político, religioso– del bipartidismo y de la Igle-sia católica se fueron desdibujando, gradual y paulatinamente, desde los inicios del siglo XX, con la aparición de importantes movilizaciones sociales y políticas al mar-gen de los partidos tradicionales. Entre ellas, se destacó la movilización indígena de Quintín Lame en Cauca y Huila y la agitación social y política del Partido Socialista Revolucionario (PSR) en el mundo obrero y campesino, y también el surgimiento de un incipiente movimiento indigenista, muy ligado al nacimiento de las Ciencias Sociales en Colombia, del cual recuerdo los nombres de Juan Friede, Antonio García y Blanca Ochoa, con el riesgo de omitir nombres, que empezaron a crear conciencia sobre el problema indígena en el medio académico.

Sin embargo, la mayoría de estos desarrollos se vieron interrumpidos, opaca-dos y subsumidos por los problemas de la llamada Violencia de los años cincuenta, y sólo comenzaron a resurgir bajo el Frente Nacional, vinculados especialmente al reformismo agrario de Lleras Restrepo y a la organización y el auge de la Asocia-ción Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). En ese momento se hace evidente la importancia de funcionarios reformistas de corte tecnocrático, algunos de ellos cercanos a grupos de izquierda independientes. En este contexto se mueven algunos de los trabajos anteriores de Myriam Jimeno y otros similares, pero a ellos no se les ha hecho suficiente justicia en las ciencias sociales ni en los estudios sobre los mo-vimientos sociales.

Esta línea de análisis aparece ahora continuada en este libro, Después de la ma-sacre: emociones y política en el Cauca indio, escrito en colaboración entre Ángela Castillo, Daniel Varela y Myriam Jimeno, que proyectan sus anteriores preocupa-ciones al contexto de la violencia reciente para mostrar cómo una de las masacres de esa violencia reconfigura la identidad de un grupo indio, pero ya en un nuevo contexto nacional y mundial, marcado por la difusión internacional del discurso de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario y el respeto por los derechos de las minorías de toda índole, especialmente de las culturales y étnicas. Este discurso, que muestra un aspecto positivo de la globalización creciente, ha ido permeando la conciencia de la mayoría de la población colombiana, no india ni afro, como se manifestó en la Constitución de 1991 y el apoyo electoral de poblaciones urbanas, blancas y mestizas a listas de las minorías étnicas.

En ese sentido, este libro destaca los recursos culturales y subjetivos puestos en juego por una comunidad Kitek Kiwe desplazada de manera violenta de la zona del río Naya, para recomponerse socialmente y crear una nueva comunidad, de sobrevi-vientes, basándose en el recurso a las políticas culturales y prácticas organizativas de la etnicidad india en Colombia, que recogen cuatro décadas de luchas, en especial en el Cauca, y se entroncan en prácticas que se remontan a los tiempos coloniales.

Page 157: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio Fernán E. González G.

RE

SE

ÑA

S

155

Estas políticas y prácticas son analizadas en detalle en el capítulo segundo del libro, seguidas –en los capítulos tercero, cuarto y quinto– por el estudio de las prácticas organizativas de cabildos y asambleas, que sirven de base para realizar, en el mo-mento actual, nuevas demandas de justicia. Esas demandas se apoyan en las fuerzas simbólicas acumuladas durante la segunda mitad del siglo XX, pero tienen relación con la historia anterior, tanto del siglo XIX como de los tiempos de la dominación española. Estos acumulados permiten construir hoy una narrativa de memoria en-marcada en la adscripción a una ciudadanía étnica, a partir de la puesta en escena de conmemoraciones que se encaminan a crear comunidades emocionales de sen-tido y pertenencia. Esas comunidades emocionales parten de una nueva categoría: la de víctima, que permite a la nueva comunidad confluir en el movimiento nacional de víctimas, que goza del apoyo internacional. Esto hace posible negociar con las instituciones del Estado, pues la inserción en un movimiento nacional más amplio, con vinculaciones internacionales, permite la incorporación de esta comunidad en la sensibilidad creciente en Colombia sobre estos problemas. Y aprovechar que esta sensibilidad mayor haya sido sancionada legalmente por la ley de víctimas de 2005, que expresa jurídicamente esta creciente toma de conciencia del problema por el conjunto de la sociedad colombiana.

Los vínculos afectivos de estas comunidades emocionales permiten tender puentes entre el sufrimiento subjetivo del dolor, individual o colectivo, y el dolor como sentimiento político compartido públicamente; se supera así el carácter indi-vidual o comunitario del sufrimiento para situarlo en el campo de la Política. Esto le proporciona proyección política, lo que permite a las comunidades negociar con la institucionalidad estatal al sintonizar sus problemas con el movimiento nacional e internacional de víctimas. En este sentido, la figura del testigo actúa como bisagra entre lo subjetivo particular y el campo compartidos de la escena pública: no se trata ya del caso particular de una comunidad en las montañas que rodean al Naya –refu-gio tradicional de ilegales– sino de un hecho que hace manifiesto un problema social inscrito en el contexto general de la violencia colombiana. Y se hace evidente que las víctimas no son entidades naturales sino construcciones histórico-culturales que surgen en el conflictivo proceso de construcción de la Nación colombiana.

Pero, como señalan los autores, esta proyección a la escena pública nacional se venía dando desde décadas atrás, desde la aparición del movimiento cultural del in-digenismo latinoamericano y colombiano, que ha venido construyendo un discurso identitario del cual participan académicos e intelectuales, con activistas y políticos –indios y no indios–, y penetrando en la opinión pública del continente y del país, para favorecer la política cultural de las organizaciones indias.

Para esa proyección en la escena pública, el reconocimiento del derecho a la dife-rencia va más allá de una concepción esencialista y autárquica de la cultura, para asu-mir un lenguaje intercultural que permite interactuar con el conjunto de la sociedad colombiana para apoyar los reclamos de las comunidades indias frente al Estado. Esos procesos de interacción se enmarcan en el desarrollo de la construcción del Estado,

Page 158: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

156

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 153-156 doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.09

que se concreta en la integración de los territorios, grupos sociales y étnicos, la cons-trucción de identidades simbólicas y su integración en una nación heterogénea, basa-da en la interacción continua de regiones, subregiones, localidades y sublocalidades con el Estado central. Estos procesos de integración han sido de carácter violento en múltiples ocasiones, y muchas veces utilizados para legitimar el recurso a la violencia como instrumento político. En este sentido, es importante destacar, como hacen los autores del libro, el carácter pionero de los indígenas del Cauca frente a la injerencia de los actores armados en sus territorios.

Esto subrayaría, para los autores, la necesidad de superar el supuesto cultural, aceptado por muchos, de que somos un pueblo natural o esencialmente violento. Esta distancia frente a una supuesta “cultura de la violencia” resalta que esta creencia hace prácticamente imposible el progreso cívico de Colombia. Por eso, para superar el arraigo de esta creencia, la referencia a la apropiación de la categoría víctimas que reclaman sus derechos, tanto por parte de la población colombiana en general como de la indígena en particular, permite convocar una comunidad emocional que concreta la invocación abstracta al derecho internacional y nacional. Y, por otra par-te, permite también recomponer al sujeto mediante la expresión compartida de su vivencia y su dolor, que se comunica ahora como crítica social para convertirse en instrumento político que refuerce la débil institucionalidad existente.

Finalmente, este recorrido por el libro de Myriam Jimeno y su equipo destaca la capacidad de la categoría víctimas para vincular los reclamos al respeto de la dife-rencia de las minorías étnicas con el campo de la política nacional e internacional, expresada en los discursos de los derechos humanos y del respeto a la diversidad étnica, aprovechando la naturaleza flexible y relacional de la adscripción étnica, lo mismo que la construcción cultural del indigenismo, que vincula a indios y no in-dios en la construcción de una nación heterogénea basada en la interacción continua entre culturas y regiones.

Page 159: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Concurso de fotografía etnográfica del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes | 159-168Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

D O C U M E N T O S

Page 160: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 161: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

159

DO

CU

ME

NT

OS

Concurso de fotografía etnográfica del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes

Entrevista a: Ana María Forero Ángel*

Por: Santiago Martínez Medina** y Giselle Figueroa de la Ossa***

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.10

Las imágenes que acompañan a Antípoda 24 son el resultado de la convo-catoria del concurso de fotografía etnográfica que organizó el Departamen-to de Antropología de la Universidad de los Andes entre sus estudiantes en el segundo semestre de 2015. En la medida en que nuestro interés, como equipo editorial de Antípoda, es conversar con y a partir de las

fotografías que acompañan cada número de la revista, estas fotografías y el concurso mismo brindan una buena oportunidad para reflexionar sobre la manera en la que la antropología hace uso de la imagen fotográfica y sobre la particularidad que el an-tropólogo da o no a las imágenes que produce en su trabajo. A continuación conver-saremos al respecto con la doctora Ana María Forero, profesora del Departamento y artífice del certamen.

Equipo editorial. Primero nos gustaría que nos contara sobre el proceso mismo del concurso. ¿Cuáles fueron sus motivaciones y su orientación?

Ana María. El concurso nace de la idea de divulgar el material visual elaborado por los estudiantes del Departamento. En el año que llevo trabajando acá muchos alum-nos se han acercado mostrándome fotografías y videos en los que, si bien la calidad no es la mejor, es evidente el esfuerzo por narrar vivencias y vidas cotidianas de una forma no verbal. Me impresionó la intensidad de algunos intentos, y el compromiso con estas formas de narrar. En muchas de las fotos era evidente el esfuerzo por hacer de la imagen no un “complemento del lenguaje escrito” o un “ejemplo de lo que se dice” sino la forma adecuada de expresar.

Equipo editorial. En la medida en que estaba destinado a estudiantes del De-partamento, también nos gustaría conocer su opinión sobre lo que se espera de un estudiante que al hacer campo también toma fotografías. Nos interesa mucho

* Doctora en Teoría e investigación social de la Universita Degli Studi La Sapienza, Italia.** Editor de Antípoda. Candidato a Doctor en Antropología de la Universidad de los Andes, Colombia.*** Gestora editorial de Antípoda. Antropóloga de la Universidad de los Andes, Colombia.

Page 162: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

160

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 159-168doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.10

saber si el Departamento espera que un antropólogo, en formación o ya profesio-nal, haga con la cámara cosas diferentes a las que haría cualquier otra persona con dicha herramienta.

Ana María. Creo que un antropólogo en formación o profesional desarrolla una “forma de mirada” en la que puede percibir los detalles que dan sentido a la vida cotidiana y a las relaciones en las que las acciones sociales adquieren sentido, en las que las narrativas de los sujetos crean y justifican realidades. Lo observado –no sólo a través de la vista– por el antropólogo debe plasmarse en un objeto que, creo, debe respetar su forma: no es lo mismo dar cuenta de procesos de migración en fronteras, que de violencia o autorrepresentaciones de algunos grupos sociales. Cada encuentro con “el otro” constituye ciertas formas de representación, y por esto mismo el uso de lo visual –no sólo de la cámara– debe insertarse en este continuum. Si el proceso de investigación y de dar cuenta del mismo exige el uso de imágenes, debe hacerse, si demanda que éste se complemente con escritura debe hacerse. Se trata de dejar de pensar la polaridad “texto escrito” o “texto visual” para concentrarse en lo que demandan los procesos de representación, en los que lo visual debe jugar un papel protagónico. Y aquí quiero subrayar que no me refiero sólo al uso de cámaras, sino en general de las herramientas visuales que pueden venir del arte. Esto me trae a la mente el trabajo de la antropóloga Fiamma Montezemolo (http://www.fiammamontezemolo.com/#fieldwork-notes), quien renuncia a limitarse al lenguaje escrito para abrazar el lenguaje visual y dar cuenta de sus procesos de investigación de una manera multisensorial.

Así las cosas, pienso que cualquier científico social, no sólo un antropólogo, que desarrolle una forma de mirada como la ya descrita debe poder respetar las demandas que impone el proceso de representación de su investigación y usar los medios necesarios para tal efecto.

Equipo editorial. ¿Podría entonces hablarse de una mirada del antropólogo que la cámara materializa? ¿Desde ese punto de vista puede decirse, desde su opinión informada por el conocimiento que tiene en la manera en que la etnografía utiliza la fotografía, que el concurso fue exitoso?

Ana María. Teniendo en cuenta la respuesta anterior, pienso que en las imágenes el investigador social materializa su forma de mirada, narra su historia. Subrayo que éstas no deben estar supeditadas al lenguaje escrito, no deben ser usadas como ejem-plo del “haber estado allá” y “haber participado” de la vida cotidiana de las personas, para dar autoridad al “producto” del investigador.

Volviendo al concurso, considero que éste fue exitoso, en la medida en que pudimos rastrear el interés de los estudiantes por aprender este tipo de lenguaje, y que pudimos encontrar material muy valioso sobre el que vale la pena seguir traba-jando en escenarios académicos que se están consolidando en el Departamento. Los

Page 163: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Concurso de fotografía etnográfica Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa

DO

CU

ME

NT

OS

161

profesores Pablo Jaramillo, Alhena Caicedo y Xavier Andrade están ocupándose en fortalecer la formación de los estudiantes en lo visual –no sólo en el manejo de la cámara– lo que repercutirá en repensar las formas de representación de los procesos investigativos. El concurso puede pensarse así como una antesala que demuestra la importancia de consolidar los estudios en lo visual.

Equipo editorial. Pensando un poco en esa relación de la imagen fotográfica con el texto escrito, quisiéramos saber si consideraron o utilizaron información accesoria aportada por el concursante para emitir un veredicto como jurados. ¿Tuvieron en cuenta datos textuales, nombre de las fotografías o pies de imagen? Y en términos de la manera en la que un conjunto de imágenes modifica el sentido de cada una de las que lo componen, ¿consideraron la participación a través de series fotográficas y no de imágenes únicas?

Ana María. No, no consideramos información accesoria. Los estudiantes única-mente señalaron el lugar en donde la foto había sido tomada. Decidimos premiar una imagen y no una serie porque en el material que me hicieron conocer durante este año no había series. El concurso estaba pensado para visibilizar el trabajo que los estudiantes ya habían hecho, y con ello comenzar a estimular las aproximaciones a lo visual. En las próximas ediciones, de la mano con el conformado equipo de an-tropología visual, definiremos nuevas directrices.

Equipo editorial. Nos interesa mucho la deliberación del jurado. No tanto sobre las fotos ganadoras y los argumentos para tomar tal decisión, sino sobre lo que hace que una imagen sea galardonada en un concurso como éste. Nos referimos a la particula-ridad que una fotografía debe tener para ser etnográfica y para ser considerada como tal, incluyendo tanto los requerimientos estéticos y los criterios antropológicos, por llamarlos de alguna manera, que sin dejar de ser estéticos acompañaron la reflexión sobre las fotografías del concurso.

Ana María. Para decidir qué foto premiar tuvimos en cuenta los siguientes criterios: que la foto narrara una historia, no necesariamente en la forma en la que lo hace el documental etnográfico tradicional. Estábamos abiertos a recibir fotos experimen-tales –pero no llegó tal material–, que narraran una historia y que no exotizaran a la persona o situación fotografiada. Los criterios técnicos los aclaró un fotógrafo profesional, Santiago Escobar Jaramillo. El diálogo que sostuvimos con él nos ayudó a elegir de manera más certera las fotos ganadoras y nos sirvió además para com-prender mejor qué era para nosotros, los antropólogos, una foto buena. Llegamos a la conclusión que ésta debe ser una en la que la intención del narrador/fotógrafo sea clara y que cuente una historia.

Page 164: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

162

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 159-168doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.10

Equipo editorial. Finalmente nos gustaría conocer su balance del concurso y si pue-de hacer una reflexión sobre la importancia de estas iniciativas en un campo discipli-nar que ha privilegiado el texto como lo hace la antropología.

Ana María. El balance para mí es bueno. Hace clara la necesidad de concentrarnos en estrategias pedagógicas en lo que lo visual sea tomado como parte fundamental en los procesos de representación de las investigaciones. Insisto en que no se trata de plantear el debate texto escrito vs. producción visual, se trata de buscar formas de dar cuenta de los encuentros con “el otro” que satisfagan las demandas de represen-tación de los participantes en las pesquisas y hagan evidentes las tensiones existentes en los mismos.

***

Por requerimientos legales concernientes a la publicación de fotografías con rostros en primer plano, Antípoda se abstiene de publicar la versión original de algunas de las fotografías.

Page 165: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Concurso de fotografía etnográfica Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa

DO

CU

ME

NT

OS

163

Primer puesto. Sin título. Leyling Juliana Cruz Linares.

Page 166: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

164

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 159-168doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.10

Segundo puesto. Hombre en Getsemaní. Rodrigo Andrés Durán.

Tercer puesto. Vida cotidiana en el aeropuerto de la Macarena Meta. Diana Marcela Moreno Guerra.

Page 167: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Concurso de fotografía etnográfica Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa

DO

CU

ME

NT

OS

165

Jerónimo Salazar Molano.

Juan Sebastián Cabrera.

Page 168: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

166

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 159-168doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.10

María José Rojas.

Juan Pablo Baquero. Pauline Ochoa.

Page 169: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Concurso de fotografía etnográfica Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa

DO

CU

ME

NT

OS

167

María José Gómez.

Lorenzo Granada.

Leyling Juliana Cruz (detalle).

Page 170: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

168

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol. No. 24 · Bogotá, enero-abril 2016 · ISSN 1900-5407 · eISSN 2011-4273 · pp. 159-168doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda24.2016.10

Susana Carmona. Andrea Mächler.

José David Pico (detalle).

Page 171: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

169

Política Editorial y Normas para Autores

Tipo de artículos, convocatorias y modalidad de recepción

Antípoda publica artículos inéditos en español, inglés o portugués que presenten resultados de in-vestigación, revisión y reflexión en temas socioculturales, metodológicos y teóricos relevantes para la comprensión de los problemas humanos, y que permitan el avance y diseminación de discusiones en los diversos subcampos del conocimiento antropológico y de otras disciplinas afines de las ciencias sociales y humanas. Antípoda publica también reseñas de libros de ciencias sociales y humanas.Todos los artículos publicados cuentan con un número de identificación DOI, que, de acuerdo con las políticas editoriales internacionales, debe ser citado por los autores que utilizan los contenidos.La Revista mantiene una convocatoria abierta sin fechas límites de recepción de artículos. Los artí-culos deben ser remitidos a través del sistema disponible en la página web: http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, pestaña “Presentar Artículo” (menú del costado izquierdo). Los artículos presen-tados a la Revista deben ser originales e inéditos y no deben estar simultáneamente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con ninguna otra publicación. Los autores deben pre-sentar en una hoja aparte su información (nombre, afiliación institucional, etcétera). Asimismo, de-ben garantizar la confidencialidad de su autoría dentro del texto. El resultado de la evaluación le será comunicado al autor en un período que puede durar hasta seis meses a partir de la fecha de recepción del artículo. Cuando, por razones diversas que excedan las posibilidades de control de la Revista, el proceso de evaluación supere este plazo, el Equipo Editorial informará al autor esta situación.La Revista somete todos los artículos que recibe a la herramienta para la detección de plagio. Cuando éste se detecte total o parcialmente (sin la citación correspondiente), el texto no entra al proceso editorial y se le notifica al autor.La Revista tiene normas para los autores de acceso público, que contienen las pautas para la pre-sentación de los artículos y las reseñas, así como las reglas de edición. Éstas se pueden consultar en el siguiente enlace:  http://antipoda.uniandes.edu.co/page.php?c=Normas+para+los+autores, “Normas para autores”, menú del costado izquierdo del sitio web de la Revista. La Revista también cuenta con unas políticas éticas que se pueden consultar en la página web.La Revista mantiene una convocatoria abierta de dossier temático. Aquellos interesados en someter un grupo de textos deberán designar un editor, que fungirá como editor invitado. Es necesario descargar y diligenciar la ficha creada por Antípoda para propuestas de dossier, que se encuentra en la página web http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, y enviarla a [email protected]. Las propuestas serán revisadas y aprobadas por el Editor y el Comité Editorial.Teniendo en cuenta la cantidad de artículos que recibe la Revista, no se publicarán artículos de un mismo autor en un período de dos años.

Evaluación de artículos y proceso editorial

Al recibir un artículo, el Equipo Editorial revisa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista. Posteriormente, los artículos aprobados pasan al Editor, quien a su vez los presenta en el Comité Editorial, donde se hace un balance del material recibido y de los posibles evaluadores. Los artículos son sometidos a evaluación por parte de dos árbitros anónimos.El Editor se encarga de enviar un concepto a cada autor (aprobado, aprobado con modificaciones, aprobado con modificaciones importantes, o rechazado).El proceso de seguimiento a los artículos aceptados para ser evaluados consta de las siguientes eta-pas: evaluación, corrección por autores, revisión editorial y corrección de estilo. Las modificacio-

Page 172: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

170

nes y correcciones del artículo deberán ser realizadas por el autor en el plazo que le será indicado por el Editor de la Revista.El Editor revisa los artículos cuyo dictamen final ha sido el de aceptados y determina el fascículo en el cual serán publicados.Los autores de los textos aceptados autorizan, mediante la firma del “Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual”, la utilización de los derechos patrimoniales de au-tor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes, Departamento de Antropología, para incluir el texto en Antípoda –Revista de Antropolo-gía y Arqueología (versión impresa y versión electrónica). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. Al finalizar este proceso, los textos no serán devueltos.Los autores recibirán dos ejemplares de cortesía del número en el que participaron. En caso de que un artículo quiera incluirse posteriormente en otra publicación, se deben señalar claramente los datos de la publicación original en Antípoda, previa autorización del Editor.

Parámetros para la presentación de artículos

Es requisito indispensable que en el momento de la remisión los artículos cumplan con los pará-metros de la Revista:• Tener una extensión de máximo veinticinco (25) páginas (8.500 palabras aproximadamente,

incluidos pies de página y referencias bibliográficas).• Estar escritos en formatos Word, tamaño carta, márgenes de 2,54 cm, doble espacio, letra Ti-

mes New Roman 12 puntos, numeración de página desde 1 hasta n, en el margen superior derecho, con un uso mínimo de estilos: negrita sólo para títulos y subtítulos y cursiva para énfasis dentro del texto. Las citas textuales deberán aparecer siempre entre comillas.

• Tener el título del artículo y un resumen en español o en el idioma escrito y en inglés.• El resumen debe tener un rango entre 150 y 250 palabras y debe describir los objetivos, mé-

todos, hallazgos más importantes y conclusiones del artículo; debe ser informativo y no debe incluir ninguna cita ni abreviación.

• -Todo artículo debe tener entre tres y seis palabras clave tanto en inglés como en español. Las palabras clave deben reflejar el contenido del artículo, rescatando las áreas de conocimiento en las que se inscribe y los principales conceptos. Se recomienda revisar los términos y je-rarquías establecidos en los listados bibliográficos (THESAURUS), y buscar correspondencia entre títulos, resúmenes y palabras clave. Cuando una palabra no se encuentre normalizada en THESAURUS, debe señalarse.

• En un archivo aparte, el autor debe incluir la siguiente información: títulos académicos, afilia-ción institucional, cargo actual, estudios en curso, grupo de investigación al que pertenece (si aplica), últimas dos publicaciones y correo electrónico. En ese mismo archivo debe incluir la información de procedencia del artículo. En caso de que éste sea resultado de una investiga-ción, la información del proyecto del que hace parte y el nombre de la institución financiadora.

• Cuando los contenidos utilizados tengan un número de identificación DOI, este debe incluirse en el listado de referencias.

• Todos los cuadros, gráficas, mapas, diagramas y fotografías serán denominados “Figuras”, las cuales deben ser insertadas en marcos o cajas de línea delgada, numeradas, en orden ascen-dente, e identificadas y referenciadas en el texto mediante un pie de foto. Éstas deben ser enviadas en formato .jpg o .tiff de alta resolución, es decir, de 300 pixeles por pulgada (ppp).

• En el momento de remisión, las figuras pueden tener una resolución baja o media; lo impor-tante es que sean legibles. Cuando el artículo es aceptado para publicación, las figuras deben

Page 173: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

171

tener una calidad de publicación. Los autores asumen la responsabilidad de transformar las figuras a escalas de grises y de suministrar los archivos de alta resolución.

• Todos las figuras representadas por mapas deben estar: 1) enmarcadas en una caja de línea del-gada, 2) estar geográficamente referenciadas con flechas que indiquen latitud y longitud o con pequeños insertos de mapas que indiquen la localización de la figura principal, y 3) tener una escala en km.

• El autor debe emplear los pies de página estrictamente en los casos en los que desea comple-mentar información del texto principal. Los pies de página no se deben emplear para refe-renciar bibliografía o para referenciar información breve que puede ser incluida en el texto principal. Se exceptúan aquellos casos en los que el autor desea hacer comentarios adicionales sobre un determinado texto o un conjunto de textos alusivo al tema tratado en el artículo.

Parámetros para la presentación de reseñas

• Estar escritas en formato Word, letra Times New Roman tamaño 12, paginado, en papel tama-ño carta y márgenes de 2,54 cm.

• Tener una extensión entre 5 y 8 páginas a espacio doble.• Incluir los datos completos del texto reseñado (autor, título, fecha, ciudad, editorial y páginas

totales).• Incluir datos completos del autor: títulos académicos, afiliación institucional, grupo de inves-

tigación (si aplica) y correo electrónico.• Se espera que las reseñas no sólo informen sobre el contenido del libro, sino que incorporen

una perspectiva crítica y analítica.

Reglas de edición

• La primera vez que se use una sigla o abreviatura, ésta deberá ir entre paréntesis después de la fórmula completa; las siguientes veces se usará únicamente la sigla o abreviatura.

• Las citas textuales que sobrepasen cuatro renglones deben colocarse en formato de cita larga, a espacio sencillo, tamaño de letra 11 y márgenes reducidos.

• Antípoda utiliza el formato de estilo del Chicago Manual of Style, edición 16, para presentar las referencias incluidas en el artículo.

• Todas las referencias bibliográficas deben estar organizadas en estricto orden alfabético, nu-meradas en número arábigos, en orden ascendente, y deben listarse al final del artículo. Ver modelos de presentación de los datos bibliográficos en los siguientes ejemplos:

Libro con un solo autor o editorPara libros de un solo autor, invertir el nombre en la lista de referencia; en el texto, incluya única-mente el apellido. En caso de citar una frase, la página específica o el rango de páginas se incluye en la cita dentro del texto (separado del año por una coma), pero no en la lista de referencias.

Referencias: Jaramillo, Pablo. 2014. Etnicidad y victimización. Genealogías de la violencia y la indigenidad en el norte de Colombia. Bogotá: Ediciones Uniandes.En el texto: (Jaramillo 2014, 99-100)

Los libros con un editor en vez de autor incluyen la abreviación ed. (de editor; para más de un editor usar la abreviación eds.). La citación dentro del texto no incluye dicha abreviación.

Referencias: Steiner, Claudia, Carlos Páramo y Roberto Pineda, eds. 2014. El paraíso del diablo. Roger Casement y el informe del Putumayo, un siglo después. Bogotá: Ediciones Uniandes.En el texto: (Steiner, Páramo y Pineda 2014, 42)

Page 174: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

172

Libros con múltiples autoresPara libros de dos autores, sólo el apellido del primer autor se invierte en la lista de referencias.

Referencias: Espinosa, Mónica y Alex Betancourt. 2014. El poder en plural. Entre la antro-pología y la teoría política. Bogotá: Ediciones Uniandes.En el texto: (Espinosa y Betancourt 2014, 52)Para libros de tres autores, se cita de la siguiente manera:Referencias: Tickner, Arlene, Carolina Cepeda y José Luis Bernal. 2013. Colombia, las Américas el mundo 2012.Opinión pública y política exterior. Bogotá: Ediciones Uniandes.En el texto: (Tickner, Cepeda y Bernal 2013, 188-189)

Para libros de cuatro o más autores, incluya todos los autores en la lista de referencias. El orden y la puntuación son exactamente iguales a los de libros de dos o tres autores. Sin embargo, dentro de texto se cita únicamente el apellido del primer autor, seguido por et al.

En el texto: (Suárez et al. 2008, 118-119)

Libros con autor, más editor o traductorEn la lista de referencias, no abrevie Editado por ni Traducido por.

Referencias: García Márquez, Gabriel. 1988. Love in Time of Cholera. Traducido por Edith Grossman. Londres: Cape.En el texto: (García Márquez 1988, 242-255)

Capítulo de un libro editadoPara citar un capítulo de libro de un libro editado, incluya el autor y el título del capítulo entre comillas. Luego, el título del libro en cursivas y el nombre de quien lo editó. Note que el rango de páginas se escribe antes de la ciudad y la editorial.

Referencias: Serje, Margarita. 2014. “La selva por cárcel”. En El paraíso del diablo: Roger Case-ment y el informe del Putumayo un siglo después, 151-172. Bogotá: Ediciones Uniandes.En el texto: (Serje 2014, 153)

Artículo en revista indexadaLas citaciones para revistas incluyen el volumen, el número de la edición y la fecha de publicación. El número del volumen sigue inmediatamente después del nombre en itálicas de la revista. La refe-rencia a la página específica se incluye en el texto. El rango de páginas que comprende el artículo se incluye en la lista de referencias, precedido por dos puntos. El número de la edición aparece entre paréntesis, justo después del número del volumen.

Referencias: Aparicio, Juan Ricardo. 2015. “El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó: contingencias y momentos de ruptura”. Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21: 73-95.En el texto: (Aparicio 2015, 74)

Para citación de revistas consultadas online, Chicago recomienda incluir preferiblemente el DOI del artículo, o el URL, en la lista de referencias.

Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la “nacional y popular” de la última década” Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21 (enero-abril): 21-48. Doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipo-da21.2015.02(Briones 2015, 40)Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal

Page 175: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

173

de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21 (enero-abril): 21-48. http://antipoda.uniandes.edu.co/view.php/313/index.php?id=313(Briones 2015, 44)

Políticas Éticas

Publicación y autoría

Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología  es la publicación periódica académica del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia), y esta última es la encargada del soporte financiero de la publicación. La oficina de la Revista se encuentra ubicada en el Edificio Franco, Gb-417 campus universitario. El sitio web de la Revista eshttp://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, y su correo,  [email protected]; el teléfono de contacto es el 3394999, extensiones 3483 y 2550.La Revista cuenta con la siguiente estructura: el Equipo Editorial, compuesto por un Editor y una Gestora Editorial; un Comité Editorial y un Comité Científico, que garantizan la calidad y perti-nencia de los contenidos de la Revista. Los miembros de los comités son evaluados bianualmente en función de su prestigio en el área y de su producción académica, visible en otras revistas y publicaciones académicas nacionales e internacionales.Los artículos presentados a la Revista deben ser originales e inéditos y no deben estar simultánea-mente en proceso de evaluación ni tener compromisos editoriales con ninguna otra publicación. Si el artículo es aceptado, se espera que su aparición anteceda a cualquier otra publicación total o parcial del artículo. Si el autor de un artículo quisiera incluirlo posteriormente en otra publica-ción, la revista donde se publique deberá señalar claramente los datos de la publicación original, previa autorización solicitada al Editor de la Revista. Asimismo, cuando la Revista tiene interés de publicar un artículo que ya ha sido previamente publicado, se compromete a pedir la autorización correspondiente a la editorial que realizó la primera publicación.Como revista académica, Antípoda respeta y está abierta a diferentes líneas de pensamiento. Sin embargo, Antípoda no se hace responsable de las opiniones y los conceptos de los autores que aparecen en cada número.

Responsabilidades del Autor

Los autores deben presentar sus artículos a través del siguiente enlace: http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php “Presentar Artículo”, que aparece en el menú del costado izquierdo de la página web de la Revista. La Revista tiene normas para los autores de acceso público, que contienen las pautas para la presentación de los artículos y las reseñas, así como las reglas de edición. Éstas se pueden consultar en el siguiente enlace: Política Editorial, menú del costado izquierdo del sitio web de la Revista.Si bien el Editor aprueba los artículos con base en criterios de calidad, pertinencia y rigurosi-dad investigativa, los autores son los responsables de las ideas allí expresadas, así como de la idoneidad ética del artículo. Los autores tienen que hacer explícito que el texto es de su autoría y que en el mismo se respetan los derechos de propiedad intelectual de terceros. Si se utiliza material que no sea de propiedad de los autores, es responsabilidad de los mismos asegurarse de tener las autorizaciones para el uso, reproducción y publicación de cuadros, gráficas, ma-pas, diagramas, fotografías, etcétera.

Page 176: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

174

La Revista somete todos los artículos que recibe a la herramienta para la detección de  plagio. Cuando éste se detecte total o parcialmente (sin la citación correspondiente), el texto no se envía a evaluación y se le notifica al autor el motivo del rechazo.Los autores aceptan someter sus textos a las evaluaciones de pares externos y se comprometen a tener en cuenta sus observaciones, así como las del Equipo Editorial, para la realización de los ajustes solicitados. Estas modificaciones y correcciones al manuscrito deberán ser realizadas por el autor en el plazo que le sea indicado por el Editor de la Revista. Luego que la Revista reciba el artículo modificado, se le informará al autor acerca del dictamen final.Al recibir un artículo, el Equipo Editorial evalúa si cumple con los requisitos básicos exigidos por la Revista. En caso de presentarse problemas de formato, el autor recibirá una notificación escrita en la que se le detallarán los asuntos que debe corregir y/o modificar en su texto para cumplir con dichos requisitos. Cuando los textos sometidos a consideración de la Revista no sean aceptados para publicación, el Equipo Editorial enviará una notificación escrita al autor explicándole los motivos por los cuales su texto no será publicado en la Revista. Cuando los textos sometidos a consideración de la Revista sean aceptados, pasarán al proceso editorial. Durante dicho proceso, los autores podrán ser consultados por el Equipo Editorial para resolver las inquietudes existentes. Tanto en el proceso de evaluación como en el proceso de edición, el correo electrónico constituye el medio de comunicación privilegiado con los autores.Los artículos son sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de evaluadores pares, quienes pue-den formular sugerencias al autor. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como los de los evaluadores se mantienen en el anonimato. Basada en las recomendaciones de los eva-luadores pares y en conceptos del Comité Editorial, el Editor se reserva la última palabra sobre la publicación de los artículos y el número en el cual se publicarán. Esta información se cumplirá siempre y cuando el autor haga llegar toda la documentación que le es solicitada en el plazo indi-cado. La Revista se reserva el derecho de hacer correcciones menores de estilo.Los autores de los textos aceptados autorizan, mediante la firma del “Documento de autorización de uso de derechos de propiedad intelectual”, la utilización de los derechos patrimoniales de au-tor (reproducción, comunicación pública, transformación y distribución) a la Universidad de los Andes, para incluir el texto en la Revista (versión impresa y versión electrónica). En este mismo documento los autores confirman que el texto es de su autoría y se respetan los derechos de pro-piedad intelectual de terceros.

Responsabilidad de los evaluadores/revisión por pares

Todos los artículos que pasen el primer filtro serán sometidos a un proceso de arbitraje a cargo de evaluadores pares anónimos, quienes podrán formular sugerencias al autor, señalando refe-rencias significativas que no hayan sido incluidas en el trabajo y otros asuntos relacionados con la estructura y consistencia argumentativa del texto. Estos lectores son, en su mayoría, externos a la institución, y en su elección se busca que no tengan conflictos de interés con las temáticas sobre las que deben conceptuar. Ante cualquier duda, se procederá a un reemplazo del evaluador.La Revista cuenta con un formato que contiene preguntas con criterios cuidadosamente defini-dos sobre el artículo objeto de evaluación, que el evaluador debe responder. A su vez, tiene la responsabilidad de aceptar, rechazar o aprobar con modificaciones el artículo arbitrado. Durante la evaluación, tanto los nombres de los autores como los de los evaluadores serán mantenidos en completo anonimato.El resultado de la evaluación le será comunicado al autor en un período que puede durar hasta seis meses a partir de la fecha de recepción del artículo. Cuando, por razones diversas que excedan las posibilidades de control de la Revista, el proceso de evaluación supere este plazo, el Equipo Edito-rial informará al autor esta situación.

Page 177: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

175

Responsabilidades editoriales

El Equipo Editorial de la Revista, con la participación de los comités Editorial y Científico, es res-ponsable de definir las políticas editoriales, para que ésta cumpla con los estándares que permiten su posicionamiento como una reconocida publicación académica. La revisión continua de estos parámetros asegura que la Revista mejore y llene las expectativas de la comunidad académica.Así como se publican normas editoriales, que la Revista espera sean cumplidas en su totalidad, también deberá publicar correcciones, aclaraciones, rectificaciones, y dar justificaciones cuando la situación lo amerite. Cuando la Revista recibe quejas de cualquier tipo, el Equipo Editorial debe responder prontamente, de acuerdo con las normas establecidas por la publicación, y en caso de que el reclamo lo amerite, debe asegurarse de que se lleve a cabo la adecuada investigación tendiente a la resolución del problema. Cuando se reconozca falta de exactitud en un contenido publicado, se consultará al Comité Editorial, y se harán las correcciones y/o aclaraciones en la página web de la Revista.El Editor es responsable de la escogencia de los mejores artículos para ser publicados. Esta selec-ción estará basada en las recomendaciones derivadas del proceso de evaluación y el proceso de revisión editorial del artículo, en los que son centrales los criterios de calidad y relevancia, origina-lidad y contribuciones al conocimiento social, así como diversidad y pluralidad en los contenidos de la Revista. En este mismo sentido, cuando un artículo es rechazado, la justificación que se le da al autor deberá orientarse hacia estos aspectos.El Equipo Editorial es responsable del proceso de todos los artículos que se postulan a la Revista, y debe desarrollar mecanismos de confidencialidad mientras dura el proceso de evaluación por pares hasta su publicación o rechazo.Tan pronto un número de la Revista salga publicado, el Equipo Editorial tiene la responsabilidad de su difusión y distribución a los colaboradores, evaluadores, y a las entidades con las que se hayan establecido acuerdos de intercambio, así como a los repositorios y sistemas de indexación nacionales e internacionales. Igualmente, el Equipo Editorial se ocupará del envío de la Revista a los suscriptores activos.

Page 178: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

176

Editorial Policy and Rules for Authors

Type of Articles, Calls for Articles, and Mode of Reception

Antípoda publishes previously unpublished articles in Spanish, English, or Portuguese that present the results of research, review, and reflection on sociocultural, methodological, and theoretical topics that are relevant for understanding human problems and that permit the advancement and dissemination of discussions in diverse subfields of anthropological knowledge and other related disciplines in the social and human sciences. Antípoda also publishes reviews of books on social and human sciences.All the articles published have a DOI identification number that, according to international publi-shing policies, must be cited by authors who use the contents.The journal maintains a permanently open call for articles, with no deadlines for receiving them. Articles should be sent in through the system available on the journal’s web page: http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, and “Presentar Artículo” on the left-hand side of the screen. Articles presented to the journal must be original and unpublished and should not be undergoing any simultaneous process of evaluation elsewhere nor have editorial commitments with any other pu-blication. The authors must present their information on a separate page (name, institutional affi-liation, etc.). They must also guarantee the confidentiality of their authorship within the text itself. The author will be informed of the result of the evaluation within a maximum period of six months from the date of receipt of the article. When the evaluation process exceeds this time limit, for any reason beyond the journal’s control, the Editorial Team will inform the author of the situation.The journal subjects all the articles it receives to a plagiarism detection test. When either total or partial plagiarism (i.e., lacking the corresponding citation) is detected, the text does not enter the editorial process, and the author is notified.The journal has rules on public access for authors that include the guidelines for submitting ar-ticles and reviews, as well as the editing rules. They can be consulted through the following link: http://antipoda.uniandes.edu.co/page.php?c=Pol%C3%ADticas+%C3%A9ticas on the left-hand side of the journal’s website. The journal has established ethical policies that can also be consulted on the web page.The journal maintains an open call for thematic dossier proposals. Those interested in submitting a group of texts should designate an editor to act as guest editor. It is necessary to download and fill out the form created by Antípoda for thematic dossier proposals, which is available on web page http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, and send it to [email protected]. The propo-sals will be reviewed and approved by the Editor and the Editorial Committee.Considering the large number of articles that the journal receives, it will not publish more than one article by the same author within a period of two years.

Evaluation of Articles and the Publishing Process

Upon receipt of an article, the Editorial Team examines it to see that it meets the basic requi-rements established by the journal. The articles that are approved are subsequently sent to the Editor who then presents them to the Editorial Committee, where an assessment is done both of the material received and of the possible evaluators. The articles are then subjected to anonymous peer review.The Editor is in charge of informing each author of the decision (approved, approved with modi-fications, approved with important modifications, or rejected).

Page 179: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

177

The follow-up process on articles that are accepted for evaluation consists of the following stages: evaluation, correction by the authors, formal editing, and proofreading. The required modifica-tions and corrections of the article should be made by the author within the time limit indicated by the Editor of the journal.The Editor goes over the articles that are finally declared accepted and decides the issue in which they will be published.The authors of the texts that are accepted sign the “Document of Authorization of Use of Intellec-tual Property Rights,” granting the use of economic copyright (reproduction, public communica-tion, transformation and distribution) to the Universidad de los Andes, Department of Anthropo-logy in order to include the text in Antípoda –Revista de Antropología y Arqueología (print version and electronic version). In the same document the authors confirm that they have written the text and that the intellectual property rights of third parties have been respected in it. The texts will not be returned after the process has been completed.The authors will receive two complimentary copies of the issue in which their articles appear. If an article is to be included subsequently in another publication, prior authorization must be obtained from the Editor of Antípoda, and the data regarding its original publication must be clearly indicated.

Guidelines for the Presentation of Articles

It is indispensable that the articles comply with the following guidelines when they are presented for publication in the journal:• They must be no more than twenty-five (25) pages long (approximately 8,500 words, including

footnotes and bibliographic references).• They must be written in Word formats, letter-size pages with 2.54 cm margins, double spaced,

in Times New Roman 12 point font, page numbers from 1 to N in the upper right-hand cor-ner, with a minimum use of different typesets: bold for titles and subtitles only, and italics for emphasis within the text. Quotes within the text must always be placed in quotation marks.

• They must include the title and an abstract of the article in Spanish or in the language in which it was written, and in English.

• The abstract must be from 50 to 250 words long and should describe the objectives, methods, most important findings, and conclusions of the article. It should be informative and should not include any quotes or abbreviations.

• Every article must have from three to six keywords in both English and Spanish. The keywords should reflect the content of the article, indicating the areas of knowledge in which they are inscribed and the main concepts. The terms and hierarchies established in the bibliographic listings should be checked (THESAURUS) and the titles, abstracts, and keywords should be in concordance with each other. When a word does not appear normalized in THESAURUS, this fact should be pointed out.

• The author should also provide the following information in a separate file: academic degrees, institutional affiliation, current position, ongoing studies, research group (if applicable), two most recent publications, and e-mail address. This same file should include the source infor-mation for the article. When an article is the result of a research study, the information on the project of which it forms part and the name of the financing institution should be included.

• When the contents used have a DOI identification, it should be included in the reference.• All charts, graphs, maps, diagrams, and photos will be denominated “Figures,” and should

be inserted in frames or slim-line boxes numbered in ascending order and identified and re-ferenced in the text by captions at the foot of the photos. These should be presented in high resolution .jpg or .tiff format, i.e., of 300 pixels per inch (ppi).

Page 180: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

178

• Figures may have either low or medium resolution when they are presented; the important thing is that they be legible. When an article is accepted for publication, the figures must be of a quality that is suitable for publication. The authors assume responsibility for converting the figures to gray-scale and providing high-resolution files.

• All figures represented by maps should be: 1) framed within a slim-line box, 2) geographically referenced with arrows to indicate latitude and longitude, or with small maps inserted to indi-cate the location of the main figure, and 3) be on a scale measured in kilometers.

• The author must use footnotes only in cases in which it is desirable to complement informa-tion from the main text. Footnotes should not be used to reference bibliography or to reference brief data that may be included within the main text. The exceptions are cases in which the author wishes to make additional comments on any given text or on a set of texts alluding to the topic dealt with in the article.

Guidelines for Presenting Reviews

• They must be presented in Word format, Times New Roman Font size 12, and letter-size num-bered pages with 2.54 cm margins.

• They must be from 5 to 8 pages long, double-spaced.• They must include the complete data regarding the text reviewed (author, title, date, city, pu-

blishing house, and total number of pages).• They must include the complete data on the author: academic degrees, institutional affiliation,

research group (if applicable), and e-mail address.• Reviews should not only inform about the content of the book, but also incorporate a critical,

analytical perspective.

Editing Rules

• The first time that initials or abbreviations appear, they should be placed in parenthesis after the full form, and only the initials or the abbreviation should be used on subsequent occasions.

• Quotes more than four lines long should be put in a special format for long quotes, single space, in Font 11, with reduced margins.

• Antípoda uses the style format of the Chicago Manual of Style, 16th edition, for presenting the references included in the articles it publishes.

• All bibliographical references should be organized in strict alphabetical order, numbered in ascending order with Arabic numbers, and listed at the end of the article. See models for pre-senting bibliographical data in the following examples:

Books with Only One Author or EditorFor books with only one author, invert the order of the first and last name on the reference list; include only the last name in the text. When a phrase is cited, the specific page or range of pages is included in the quote within the text (separated from the year by a comma), but not in the list of references.

References: Jaramillo, Pablo. 2014. Etnicidad y victimización. Genealogías de la violencia y la indigenidad en el norte de Colombia. Bogota: Ediciones Uniandes.In the text: (Jaramillo 2014, 99-100)

References to books with an editor instead of an author include the abbreviation ed. for editor (for more than one editor use the abbreviation eds.). The citation within the text does not inclu-de said abbreviation.

Page 181: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

179

References: Steiner, Claudia, Carlos Páramo and Roberto Pineda, eds. 2014. El paraíso del diablo. Roger Casement y el informe del Putumayo, un siglo después. Bogota: Ediciones Uniandes.In the text: (Steiner, Páramo and Pineda 2014, 42)

Books with More Than One AuthorFor books with two authors, only the first author’s name is inverted in the list of references.

References: Espinosa, Mónica and Alex Betancourt. 2014. El poder en plural. Entre la an-tropología y la teoría política. Bogota: Ediciones Uniandes.In the text: (Espinosa and Betancourt 2014, 52)

Books with three authors are cited as follows:References: Tickner, Arlene, Carolina Cepeda and José Luis Bernal. 2013. Colombia, las Américas el mundo 2012. Opinión pública y política exterior. Bogota: Ediciones Uniandes.In the text: (Tickner, Cepeda and Bernal 2013, 188-189)

For books with four or more authors, the names of all the authors are included in the list of refe-rences. The order and punctuation are exactly the same as for books with two or three authors. However, only the last name of the first author is cited within the text, followed by et al.

In the text: (Suárez et al. 2008, 118-119)

Books with Author, plus Editor or TranslatorDo not abbreviate Edited by or Translated by on the list of references.

References: García Márquez, Gabriel. 1988. Love in Time of Cholera. Translated by Edith Grossman. Londres: Cape.In the text: (García Márquez 1988, 242-255)

Chapter of an Edited BookTo cite a chapter of an edited book, include the author and the title of the chapter in quotation marks, followed by the book title in italics, and then the name of the editor/s. Note that the range of pages is indicated before the city and the publisher.

References: Serje, Margarita. 2014. “La selva por cárcel”. In El paraíso del diablo: Roger Ca-sement y el informe del Putumayo un siglo después, 151-172. Bogota: Ediciones Uniandes.In the text: (Serje 2014, 153)

Article in an Indexed JournalCitations of magazines include the volume number, the issue number, and the date of publication. The number of the volume comes immediately after the name of the magazine written in italics. The reference to a specific page number is included in the text. The range of pages that the article covers is included in the list of references, preceded by a colon. The issue number appears in pa-renthesis, just after the volume number.

References: Aparicio, Juan Ricardo. 2015. “El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó: contingencias y momentos de rupture.” Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21: 73-95.In the text: (Aparicio 2015, 74)

For citing magazines consulted online, Chicago recommends including the DOI of the article, or the URL, in the list of references.

Page 182: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

180

Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neolibe-ral de los años noventa y la “nacional y popular” de la última década” Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21 (January-April): 21-48. DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda21.2015.02(Briones 2015, 40)Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemonía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21 (January-April): 21-48. http://antipoda.uniandes.edu.co/view.php/313/index.php?id=313(Briones 2015, 44)

Ethical Policies

Publication and Authorship

Antípoda – Journal of Anthropology and Archaeology is the academic periodical published by the Department of Anthropology of the School of Social Sciences at the Universidad de los Andes (Bo-gota, Colombia), which provides the financial support for the publication. The office of the journal is Gb-417 in the Franco Building, which is located on the university campus. The journal’s website is http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, the e-mail is [email protected], and the contact telephone number is 339-4999, Extensions 3483 and 2550.The journal has the following structure: the Editorial Team, composed of an Editor and an Edito-rial Manager; an Editorial Committee and a Scientific Committee that guarantee the quality and relevance of the contents of the journal. The members of these committees are evaluated every two years with respect to their prestige in the field and their academic production, as seen in other national and international journals and academic publications.The articles presented to the journal should be original and unpublished, and should not be under-going any simultaneous process of evaluation elsewhere nor have editorial commitments with any other any other publication. If an article is accepted, it is expected that its appearance will precede any other publishing of the entire article or any part of it. If the author of an article wishes to in-clude it subsequently in another publication, prior permission must be requested from the Editor of Antípoda, and the data relating to its original publication must be clearly pointed out. Likewise, when the journal is interested in publishing an article that has been published previously, it must request the corresponding authorization of the original publisher.As an academic journal,  Antípoda respects and is open to different lines of thought. Nonethe-less, Antípoda does not assume responsibility for the opinions and concepts of the authors whose articles appear in any given issue.Responsibilities of the AuthorAuthors should present their articles through the following link: http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php and “Presentar Artículo” on the left-hand side of the journal’s webpage. The journal has established rules for authors regarding public access, which contain the guidelines for presenting articles and reviews, as well as the editing rules. These can be consulted through the following link:http://antipoda.uniandes.edu.co/page.php?c=Pol%C3%ADticas+%C3%A9ticas on the left-hand side of the journal’s website.Even though the Editor approves the articles based on criteria of quality, relevance, and investi-gative precision, the authors are responsible for the ideas expressed in, as well as for the ethical standards of their own work. The authors must explicitly declare their authorship of the text and

Page 183: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

181

that the intellectual property rights of third parties are respected in it. If they have used material that is not their own intellectual property, it is their responsibility to make sure to obtain autho-rization for the use, reproduction, and publication of charts, graphs, maps, diagrams, photos, etc.The journal subjects all the articles it receives to a plagiarism detection test. When total or partial plagiarism (i.e., lacking the proper citation) is detected , the text is not sent for evaluation and the author is notified of the reason for its rejection.The authors agree to submit their texts for evaluation by external peers and to take their observa-tions as well as those of the Editorial Team into account for making the requested changes. These modifications and corrections of the manuscript must be made by the author within the time limit indicated by the Editor of the journal. After the journal receives the revised article, the author will be informed of the final decision.Upon receipt of an article, the Editorial Team evaluates whether it fulfills the basic requirements established by the journal. If there are problems with the format, the author will receive written notification detailing the points that should be corrected and/or modified in the text in order to fulfill said requirements.When a text submitted to the journal is not accepted for publication, the Editorial Team will no-tify the author in writing explaining the reasons why the text will not be published in the journal. When texts submitted to the journal for consideration are accepted, they will move on to the publi-shing process. During said process, the authors may be consulted by the Editorial Team to resolve any concerns that may arise. E-mail is the preferred medium for communicating with the authors during both the evaluation process and the publishing process.The articles are subjected to an arbitration process in the charge of peer evaluators who may make suggestions to the author. The identities of authors and evaluators are kept anonymous throughout the evaluation process. Based on the recomendations of the peer evaluators and on the concepts of the Editorial Committee, the Editor has the last word on the publication of articles and the issue in which they will appear. This procedure will be carried out provided that the author sends in all the requested documentation before the indicated deadline. The journal reserves the right to make minor editorial corrections.The authors of the texts that are accepted sign the “Document of Authorization of Use of Intellectual Property Rights” granting the use of economic copyright (reproduction, public communication, trans-formation and distribution) to the Universidad de los Andes, in order to include the text in the journal (print version and electronic version). In the same document the authors confirm that they have written the text and that the intellectual property rights of third parties have been respected in it.

Responsibility of the Evaluators/Peer Review

All the articles that pass through the first filter will be submitted to an arbitration process in the charge of anonymous peer evaluators who may make suggestions to the author, some pointing out significant references that have not been included in the work and others relating to the structure and argumentative consistency of the text. Most of these readers are external to the institution, and they are carefully selected to make sure that they have no conflicts of interest with the subjects on which they have to conceptualize. When there are any doubts, the evaluator will be replaced.The journal has a format that contains questions based on carefully defined criteria regarding the article being evaluated, which the evaluators must answer. They are also responsible for either accepting, rejecting, or approving the arbitrated article with modifications. During the evaluation, the authors and the evaluators will be kept completely anonymous.The author will be informed of the result of the evaluation a maximum period of six months from the date of receipt of the article. When the evaluation process extends beyond this time limit, for any reason that is beyond the journal’s control, the Editorial Team will inform the author of the situation.

Page 184: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

182

Editorial Responsibilities

The Editorial Team, with the participation of the Editorial and Scientífic Committees, is responsi-ble for defining the editorial policies of the journal so that it will fulfill the standards that permit its positioning as a recognized academic publication. The continuous revision of these parameters ensures that the journal improves and meets the expectations of the academic community.In addition to publishing editorial guidelines that the journal expects to be followed in their to-tality, it will also publish corrections, clarifications, rectifications, and provide justifications when the situation warrants it. When the journal receives complaints of any type, the Editorial Team must respond promptly, in accordance with the rules established by the publication, and when a complaint warrants it, they must ensure that an adequate investigation is carried out to solve the problem. When a lack of accuracy in published content is recognized, the Editorial Committee will be consulted and the corrections and/or clarifications will be made on the journal’s webpage.The Editor is responsible for choosing the best articles for publication. This selection will be based on recommendations derived from the processes of evaluation and editorial revision of the arti-cle, in which the central criteria are quality and relevance, originality, and contributions to social knowledge, as well as diversity and plurality in the contents of the journal. In this same sense, when an article is rejected, the justification given to the author must focus on these aspects.The Editorial Team is responsible for processing all of the articles presented for publication in the journal and must develop mechanisms to guarantee confidentiality throughout the process of peer review until they are either published or rejected.As soon as an issue of the journal is published, the Editorial Team is responsible for its dissemination and distribution to collaborators and evaluators, and to the entities with which exchange agreements have been established, as well as to national and international repositories and indexing systems. The Editorial Team will also take charge of sending the journal to its active subscribers.

Page 185: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

183

Política Editorial e Normas para Autores

Tipo de artigos, editais e modalidade de recepção

A Antípoda publica artigos inéditos em espanhol, inglês ou português que apresentem resultados de pesquisa, revisão e reflexão em temas socioculturais, metodológicos e teóricos relevantes para a compreensão dos problemas humanos, além de permitirem o avanço e a difusão de discussões nos diversos subcampos do conhecimento antropológico e de outras disciplinas afins das ciências sociais e humanas. A Antípoda publica também resenhas de livros de ciências sociais e humanas.Todos os artigos publicados contam com um número de identificação DOI, que, de acordo com as políticas editoriais internacionais, deve ser citado pelos autores que utilizam os conteúdos.A Revista mantém um edital aberto sem datas limites de recepção de artigos. Os artigos devem ser remitidos por meio do sistema disponível no site: http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, na opção “Presentar Artículo” (“Apresentar artigo”, no menu do lado esquerdo do site da Revista). Os artigos apresentados à Revista devem ser originais e inéditos e não devem estar simultaneamen-te em processo de avaliação nem ter compromissos editoriais com nenhuma outra publicação. Os autores devem apresentar em uma folha à parte sua informação (nome, afiliação institucional etc.). Da mesma forma, devem garantir a confidencialidade de sua autoria dentro do texto. O resultado da avaliação será comunicado ao autor em um período que pode durar até seis meses a partir da data de recepção do artigo. Quando, por razões diversas que excedam as possibilidades de controle da Re-vista, o processo de avaliação superar esse prazo, a Equipe Editorial informará ao autor essa situação.A Revista submete todos os artigos que recebe a uma ferramenta para a detecção de plágio. Quan-do este se detectar total ou parcialmente (sem a citação correspondente), o texto não entra no processo editorial e o autor será notificado.A Revista tem normas para os autores de acesso público, que contêm as diretrizes para a apresen-tação dos artigos e das resenhas, assim como as regras de edição. Estas podem ser consultadas no seguinte link: http://antipoda.uniandes.edu.co/page.php?c=Pol%C3%ADticas+%C3%A9ticas, menu do lado esquerdo do site da Revista. A Revista também conta com umas políticas éticas que podem ser consultadas no site.A Revista mantém um edital aberto de dossiê temático. Aqueles interessados em submeter um grupo de textos deverão designar um editor, que servirá como editor convidado. É necessário baixar e preencher a ficha criada pela Antípoda para propostas de dossiê, que se encontra no site http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, e enviá-la ao e-mail [email protected]. As propostas serão revisadas e aprovadas pelo Editor e pelo Comitê Editorial.Levando em consideração a quantidade de artigos que a Revista recebe, não serão publicados artigos de um mesmo autor em um período de dois anos.

Avaliação de artigos e processo editorial

Ao receber um artigo, a Equipe Editorial confere se cumpre com os requisitos básicos exigidos pela Revista. Posteriormente, os artigos aprovados passam à Editor, que, por sua vez, apresenta-os ao Comitê Editorial, em que se faz um balanço do material recebido e dos possíveis avaliadores. Os artigos são submetidos à avaliação por parte de dois avaliadores anônimos.O Editor encarrega-se de enviar um conceito a cada autor (aprovado, aprovado com modificações, aprovado com modificações importantes ou recusado).O processo de seguimento dos artigos aceitos para serem avaliados consta das seguintes etapas: ava-liação, correção por autores, revisão editorial e correção de estilo. As modificações e correções do artigo deverão ser realizadas pelo autor no prazo que lhe será indicado pelo Editor da Revista.

Page 186: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

184

O Editor revisa os artigos cujo parecer final foi o de aceitos e determina o fascículo no qual serão publicados.Os autores dos textos aceitos autorizam, mediante a assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual”, a utilização dos direitos patrimoniais de autor (repro-dução, comunicação pública, transformação e distribuição) à Universidad de los Andes, Departa-mento de Antropologia, para incluir o texto em Antípoda – Revista de Antropologia e Arqueologia (versão impressa e versão eletrônica). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria e que nele se respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros. Ao finalizar esse processo, os textos não serão devolvidos.Os autores receberão dois exemplares de cortesia da edição na qual participaram. Caso um artigo queira ser incluído posteriormente em outra publicação, devem indicar claramente os dados da publicação original em Antípoda, com prévia autorização do Editor.

Parâmetros para a apresentação de artigos

• É requisito indispensável que, no momento da remissão, os artigos cumpram com os parâmetros da Revista relacionados a seguir.

• Ter uma extensão de máximo 25 páginas (8.500 palavras aproximadamente, incluídas notas de rodapé e referências bibliográficas).

• Estar escritos em formatos Word, tamanho carta, margens de 2,54 cm, espaço duplo, fonte Times New Roman tamanho 12, numeração de página a partir de 1 até n, na margem superior direita, com um uso mínimo de estilos: negrito só para títulos e subtítulos, e itálico para ênfase dentro do texto. As citações textuais deverão aparecer sempre entre aspas.

• Ter o título do artigo e um resumo em espanhol ou no idioma escrito e em inglês.• O resumo deve ter entre 150 e 250 palavras e deve descrever os objetivos, métodos, descober-

tas mais importantes e conclusões do artigo; deve ser informativo e não deve incluir nenhuma citação nem abreviação.

• Todo artigo deve ter entre três e seis palavras-chave, tanto em inglês quanto em espanhol. As palavras-chave devem refletir o conteúdo do artigo e resgatar as áreas de conhecimento nas quais se inscreve e os principais conceitos. Recomenda-se revisar os termos e hierarquias esta-belecidos nas listas bibliográficas (Thesaurus), além de procurar correspondência entre títulos, resumos e palavras-chave. Quando uma palavra não se encontrar normalizada em Thesaurus, deve ser indicada.

• Em um arquivo à parte, o autor deve incluir a seguinte informação: títulos acadêmicos, filiação institucional, cargo atual, estudos em curso, grupo de pesquisa ao que pertence (se aplicar), últimas duas publicações e e-mail. Nesse mesmo arquivo, deve incluir a informação de proce-dência do artigo. Caso este seja resultado de uma pesquisa, a informação do projeto do qual faz parte e o nome da instituição financiadora.

• Quando os conteúdos utilizados tiverem um número de identificação DOI, este deve ser in-cluído na lista de referências.

• Todos os quadros, gráficos, mapas, diagramas e fotografias serão denominados “Figuras”, as quais devem ser inseridas em quadros, numeradas, em ordem ascendente, e identificadas e referenciadas no texto mediante uma legenda. Estas devem ser enviadas em formato .jpg ou .tiff de alta resolução, ou seja, de 300 pixels por polegada (ppp).

• No momento de remissão, as figuras podem ter uma resolução baixa ou média; o importante é que sejam legíveis. Quando o artigo for aceito para publicação, as figuras devem ter uma qualidade de publicação. Os autores assumem a responsabilidade de transformar as figuras em tons de cinza e de fornecer os arquivos de alta resolução.

• Todas as figuras representadas por mapas devem: 1) estar enquadradas em uma caixa de linha fina, 2) estar geograficamente referenciadas com setas que indiquem latitude e longitude ou

Page 187: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

185

com pequenas inserções de mapas que indiquem a localização da figura principal, e 3) ter uma escala em km.

• O autor deve usar as notas de rodapé estritamente nos casos em que quiser complementar informação do texto principal. As notas de rodapé não devem ser usadas para referenciar bibliografia ou para referenciar informação breve que pode ser incluída no texto principal. Excetuam-se aquelas situações em que o autor desejar fazer comentários adicionais sobre um determinado texto ou um conjunto de textos alusivos ao tema tratado no artigo.

Parâmetros para a apresentação de resenhas

• Estar escritas em formato Word, fonte Times New Roman, tamanho 12, paginado, em papel tamanho carta e margens de 2,54 cm.

• Ter uma extensão entre 5 e 8 páginas com espaço duplo.• Incluir os dados completos do texto resenhado (autor, título, data, cidade, editora e páginas

totais).• Incluir dados completos do autor: títulos acadêmicos, afiliação institucional, grupo de pesqui-

sa (se aplicar) e e-mail.• Espera-se que as resenhas não apenas informem sobre o conteúdo do livro, mas que também

incorporem uma perspectiva crítica e analítica.

Regras de edição

• Na primeira vez que se usar uma sigla ou abreviatura, esta deverá ir entre parênteses depois da fórmula completa (do nome por extenso); nas seguintes vezes será usado somente a sigla ou a abreviatura.

• As citações textuais que ultrapassarem as quatro linhas devem ser colocadas em formato de citação longa, com espaço simples, tamanho de letra 11 e margens reduzidas.

• A Antípoda utiliza o formato de estilo do Chicago Manual of Style, edição 16, para apresentar as referências incluídas no artigo.

• Todas as referências bibliográficas devem estar organizadas em rigorosa ordem alfabética, nu-meradas com números arábicos, em ordem ascendente, e devem ser listadas ao final do artigo. Ver modelos de apresentação dos dados bibliográficos nos seguintes exemplos.

Livro com apenas um autor ou editorPara livros de apenas um autor, inverter o nome na lista de referência; no texto inclua unicamente o sobrenome. Ao citar uma frase, a página específica ou o intervalo de páginas inclui-se na citação dentro do texto (separado do ano por uma vírgula), mas não na lista de referências.

Referências: Jaramillo, Pablo. 2014. Etnicidad y victimización. Genealogías de la violencia y la indigenidad en el norte de Colombia. Bogotá: Ediciones Uniandes.No texto: (Jaramillo 2014, 99-100)

Os livros com um editor em vez de autor incluem a abreviação ed. (de editor; para mais de um editor usar a abreviação eds.). A citação dentro do texto não inclui essa abreviação.

Referências: Steiner, Claudia, Carlos Páramo e Roberto Pineda, eds. 2014. El paraíso del diablo. Roger Casement y el informe del Putumayo, un siglo después. Bogotá: Ediciones Uniandes.No texto: (Steiner, Páramo e Pineda 2014, 42)

Page 188: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

186

Livros com vários autoresPara livros de dois autores, apenas o sobrenome do primeiro autor inverte-se na lista de referências.

Referências: Espinosa, Mónica e Alex Betancourt. 2014. El poder en plural. Entre la antro-pología y la teoría política. Bogotá: Ediciones Uniandes.No texto: (Espinosa e Betancourt 2014, 52)

Para livros de três autores, cita-se da seguinte maneira:Referências: Tickner, Arlene, Carolina Cepeda e José Luis Bernal. 2013. Colombia, las Américas el mundo 2012.Opinión pública y política exterior. Bogotá: Ediciones Uniandes.No texto: (Tickner, Cepeda e Bernal 2013, 188-189)

Para livros de quatro ou mais autores, inclua todos os autores na lista de referências. A ordem e a pontuação são exatamente iguais às de livros de dois ou três autores. No entanto, dentro do texto cita-se unicamente o sobrenome do primeiro autor, seguido por et al.

No texto: (Suárez et al. 2008, 118-119)

Livros com autor, mais editor ou tradutorNa lista de referências, não abrevie Editado por nem Traduzido por.

Referências: García Márquez, Gabriel. 1988. Love in Time of Cholera. Traduzido por Edith Grossman. Londres: Cape.No texto: (García Márquez 1988, 242-255)

Capítulo de um livro editadoPara citar um capítulo de livro de um livro editado, inclua o autor e o título do capítulo entre aspas. Depois o título do livro em itálico e o nome de quem o editou. Note que o intervalo de páginas escreve-se antes da cidade e da editora.

Referências: Serje, Margarita. 2014. “La selva por cárcel”. Em El paraíso del diablo: Roger Case-ment y el informe del Putumayo un siglo después, 151-172. Bogotá: Ediciones Uniandes.No texto: (Serje 2014, 153)

Artigo em revista indexadaAs citações para revistas incluem o volume, o número da edição e a data de publicação. O nú-mero do volume vai imediatamente depois do nome em itálico da revista. A referência à página específica inclui-se no texto. O intervalo de páginas que compreende o artigo inclui-se na lista de referências, precedido por dois pontos. O número da edição aparece entre parênteses, logo depois do número do volume.

Referências: Aparicio, Juan Ricardo. 2015. “El retorno a Mulatos y la Comunidad de Paz de San José de Apartadó: contingencias y momentos de ruptura”. Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21: 73-95.No texto: (Aparicio 2015, 74)

Para citação de revistas consultadas on-line, Chicago recomenda incluir preferivelmente o DOI do artigo, ou o URL, na lista de referências.

Referências: Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hege-monía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antí-poda – Revista de Antropología y Arqueología 21 (janeiro-abril): 21-48. Doi: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda21.2015.02No texto: (Briones 2015, 40)Referências: Briones, Claudia. 2015. “Políticas indigenistas en Argentina: entre la hegemo-

Page 189: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

187

nía neoliberal de los años noventa y la ‘nacional y popular’ de la última década” Antípoda – Revista de Antropología y Arqueología 21 (janeiro-abril): 21-48. http://antipoda.uniandes.edu.co/view.php/313/index.php?id=313No texto: (Briones 2015, 44)

Políticas Éticas

Publicação e autoria

Antípoda — Revista de Antropología y Arqueología é a publicação periódica acadêmica do Departamento de Antropologia da Faculdade de Ciências Sociais da Universidad de Los Andes (Bogotá, Colômbia), a qual é a encarregada do suporte financeiro da publicação. O escritório da Revista encontra-se localizado no Edifício Franco, Gb-417 campus universitário. O site da Revista é http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php, e seu e-mail, [email protected]; o telefone de contato é (57 1) 339-4999, ramais 3483 e 2550.A Revista conta com a seguinte estrutura: a Equipe Editorial, composta por um Editor e uma Gestora Editorial; um Comitê Editorial e um Comitê Científico, que garantem a qualidade e a pertinência dos conteúdos da Revista. Os membros dos comitês são avaliados bianualmente em função de seu prestígio na área e de sua produção acadêmica, visível em outras revistas e publi-cações acadêmicas nacionais e internacionais.Os artigos apresentados à Revista devem ser originais e inéditos e não devem estar simultanea-mente em processo de avaliação nem ter compromissos editoriais com nenhuma outra publicação. Se o artigo for aceito, espera-se que sua aparição anteceda a qualquer outra publicação total ou parcial do artigo. Se o autor de um artigo quiser incluí-lo posteriormente em outra publicação, a revista em que se publique deverá indicar claramente os dados da publicação original, com prévia autorização solicitada à Editor da Revista. Do mesmo modo, quando a Revista tiver interesse em publicar um artigo que já foi previamente publicado, compromete-se a pedir a autorização corres-pondente à editora que realizou a primeira publicação.Como revista acadêmica, a Antípoda respeita e está aberta a diferentes linhas de pensamento. No entanto, a Antípoda não se faz responsável pelas opiniões e pelos conceitos dos autores que aparecem em cada edição.

Responsabilidades do autor

Os autores devem apresentar seus artigos por meio do seguinte link: http://antipoda.uniandes.edu.co/index.php “Presentar artículo” (Apresentar artigo), que aparece no menu do lado esquerdo do site da Revista. A Revista tem normas para os autores de acesso público, que contêm as diretrizes para a apresentação dos artigos e das resenhas, assim como as regras de edição. Estas podem ser consultadas no seguinte link: http://antipoda.uniandes.edu.co/page.php?c=Pol%C3%ADticas+%-C3%A9ticas, menu do lado esquerdo do site da Revista. Embora a Editor aprove os artigos com base em critérios de qualidade, pertinência e rigor investigativo, os autores são os responsáveis pelas ideias ali expressas, assim como pela ido-neidade ética do artigo. Os autores têm que fazer explícito que o texto é de sua autoria e que nele se respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros. Se for utilizado material que não seja de propriedade dos autores, é responsabilidade destes se assegurarem de ter as autorizações para o uso, reprodução e publicação de quadros, gráficos, mapas, diagramas, fotografias etc.

Page 190: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

188

A Revista submete todos os artigos que recebe a uma ferramenta para a detecção de plágio. Quan-do este for detectado total ou parcialmente (sem a citação correspondente), o texto não será envia-do para avaliação e o autor será notificado do motivo da recusa.Os autores aceitam submeter seus textos às avaliações de pares externos e comprometem-se a levar em consideração suas observações, assim como as da Equipe Editorial, para a realização dos ajus-tes solicitados. Essas modificações e correções no manuscrito deverão ser realizadas pelo autor no prazo que for indicado pelo Editor da Revista. Assim que a Revista receber o artigo modificado, o autor será informado sobre o ditame final.Ao receber um artigo, a Equipe Editorial avalia se cumpre com os requisitos básicos exigidos pela Revista. Caso apresente problemas de formato, o autor receberá uma notificação escrita na qual serão detalhados os assuntos que deve corrigir e/ou modificar em seu texto para cumprir com esses requisitos.Quando os textos submetidos à consideração da Revista não forem aceitos para a publicação, a Equipe Editorial enviará uma notificação escrita ao autor na qual explicará os motivos pelos quais seu texto não será publicado na Revista. Quando os textos submetidos à consideração da Revista forem aceitos, passarão ao processo editorial. Durante esse processo, os autores poderão ser consultados pela Equipe Editorial para resolver as dúvidas existentes. Tanto no processo de avaliação quanto no processo de edição, o e-mail constitui o meio de comunicação privilegiado com os autores.Os artigos são submetidos a um processo de avaliação a cargo de pares avaliadores, que podem formular sugestões ao autor. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto os dos avalia-dores mantêm-se no anonimato. Baseada nas recomendações dos avaliadores pares e em conceitos do Comitê Editorial, a Editor tem a última palavra sobre a publicação dos artigos e a edição na qual serão publicados. Essa informação será cumprida contanto que o autor faça chegar toda a documentação que lhe for solicitada no prazo indicado. A Revista reserva-se o direito de fazer correções menores de estilo.Os autores dos textos aceitos autorizam, mediante a assinatura do “Documento de autorização de uso de direitos de propriedade intelectual”, a utilização dos direitos patrimoniais de autor (reprodução, comunicação pública, transformação e distribuição) à Universidad de Los Andes, para incluir o texto na Revista (versão impressa e versão eletrônica). Nesse mesmo documento, os autores confirmam que o texto é de sua autoria e que respeitam os direitos de propriedade intelectual de terceiros.

Responsabilidade dos avaliadores/avaliação por pares

Todos os artigos que passem no primeiro filtro serão submetidos a um processo de avaliação a cargo de avaliadores pares anônimos, que poderão formular sugestões ao autor e apontar referências significativas que não tenham sido incluídas no trabalho, além de outros assuntos relacionados com a estrutura e consistência argumentativa do texto. Esses leitores são, em sua maioria, externos à instituição, e em sua eleição procura-se que não tenham conflitos de interesse com as temáticas sobre as quais devem emitir conceito. Diante de qualquer dúvida, haverá uma substituição do avaliador.A Revista conta com um formato que contém perguntas com critérios cuidadosamente definidos sobre o artigo objeto de avaliação, que o avaliador deve responder. Por sua vez, tem a responsabili-dade de aceitar, rejeitar ou aprovar com modificações o artigo avaliado. Durante a avaliação, tanto os nomes dos autores quanto os dos avaliadores serão mantidos em completo anonimato.O resultado da avaliação será comunicado ao autor em um período que pode durar até seis meses a partir da data de recepção do artigo. Quando, por razões diversas que excedam as possibilidades de controle da Revista, o processo de avaliação superar esse prazo, a Equipe Editorial informará ao autor essa situação.

Page 191: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

189

Responsabilidades editoriais

A Equipe Editorial da Revista, com a participação dos Comitês Editorial e Científico, é responsável por definir as políticas editoriais, para que esta cumpra com os padrões que permitem seu posi-cionamento como uma reconhecida publicação acadêmica. A revisão contínua desses parâmetros assegura que a Revista melhore e atenda às expectativas da comunidade acadêmica.Assim como se publicam normas editoriais, que a Revista espera que sejam cumpridas em sua totalidade, também deverá publicar correções, esclarecimentos, retificações e dar justificativas quando a situação merecer atenção. Quando a Revista receber queixas de qualquer tipo, a Equipe Editorial deve responder prontamente, de acordo com as normas estabelecidas pela publicação; caso a reclamação mereça atenção, deve assegurar-se de que se realize uma adequada investigação que tenda para a resolução do problema. Quando se reconhecer falta de exatidão em um conteúdo publicado, o Comitê Editorial será consultado, e serão feitas as correções e/ou esclarecimentos no site da Revista.O Editor é responsável pela eleição dos melhores artigos para serem publicados. Essa seleção estará baseada nas recomendações derivadas do processo de avaliação e do processo de revisão editorial do artigo, nos quais são centrais os critérios de qualidade e relevância, originalidade e contri-buições ao conhecimento social, assim como diversidade e pluralidade nos conteúdos da Revista. Nesse sentido, quando um artigo for recusado, a justificação que se dá ao autor deverá ser direcio-nada para essas questões.A equipe Editorial é responsável pelo processo de todos os artigos que se apresentam à Revista, e deve desenvolver mecanismos de confidencialidade enquanto durar o processo de avaliação por pares até a sua publicação ou rejeição.Assim que uma edição da revista for publicada, a Equipe Editorial tem a responsabilidade por sua difusão e por sua distribuição aos colaboradores, aos avaliadores, e às entidades com as quais se tenham estabelecido acordos de intercâmbio, bem como aos repositórios e aos sistemas de in-dexação nacionais e internacionais. Da mesma forma, a Equipe Editorial será responsável pelo envio da Revista aos assinantes ativos.

Page 192: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 193: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

511

ENERO-JUNIO 2015

BOGOTÁ, COLOMBIA

ISSN: 0486-6525

artículos

reseña

Contacto:Línea gratuita en Bogotá: 018000 3426042Fuera de Bogotá: 018000 119811Correo electrónico: [email protected]ágina web: www.icanh.gov.co/publicaciones

Precio volumen actual: $ 20.000Puntos de venta:· Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH)

Librería: Calle 12 n.° 2-41, Bogotá, Colombia Tel: (571) 444 0544 ext. 118

· Principales librerías colombianas

Usos y sentidos contemporáneos de lo público

Cuestiones de método

Temas diversos

Introducción: Usos y sentidos contemporáneos de lo públicoMargarita Chaves y Mauricio Montenegro

Mantener la ambigüedad de lo común: los nuevos y disputados sentidos del ejido mexicano en la era neoliberal

Gabriel a Torres-Mazuer a

El barrio patrimonial: imaginarios identitarios urbanos y producción de lo público en una ciudad intermedia de la Provincia de Buenos Aires

Ana Cecilia Silva

“La calle es un río”: el público de los narcocorridos como “el pueblo”Rihan Yeh

¡Dios me la puso en el medio para mi remedio!: esferas públicas y producción jurídica de “la prostitución” en la Colombia actual

José Miguel Nieto Olivar

El activismo burocrático y la vida mundana del estado. Las madres comunitarias como burócratas callejeras y el programa de cuidado de niños Hogares Comuni-tarios de Bienestar

Lina Fernanda Buchely Ibarr a

El delito económico y los modos neoliberales de gobierno: el ejemplo de la región mediterránea

Beatrice Hibou

Los entramados de lo público: república, plebe, publicidad y poblaciónFr ancisco A. Ortega

Antes y después del centro cultural: renovación urbana y desplazamiento en Bogotá

Diana Carolina Urbina Vanegas

Antropología y “estudios de la violencia” en Colombia: en busca de una perspectiva crítica

Juan Pablo Ver a Lugo

Tendencias temáticas de la Revista Colombiana de Antropología. Primera etapa: 1953-1988

Carlos Andrés Meza y Vivian Andrea L adino Rodríguez

Usos y abusos de la bibliometríaYuri Jack Gómez-Mor ales

Michael A. Uzendoski. Los napo runa de la Amazonía ecuatoriana. Quito: Abya-Yala, 2010

Jairo Tocancipá Fall a

Reflexiones conmemorativas

Page 194: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

TABULA RASABogotá, Colombia. Revista de Humanidades. No.22 enero-junio de 2014

Disponible online en: www.revistatabularasa.org

Feminismo y feminismos: consensos y disensosJuanita Barreto Gama

Márgenes de la etnicidad: de fantasmas, espectros y nomado-lógica indígena. Aportes desde una «etnografía filolítica»Leticia Katzer

Horrorismo y biopolítica de la ablación.Racializaciones de lo indio en el conflicto armado colombianoCarolina Castañeda V.

Problematización, eventualización y funcionalización: La crítica en la visibilización de las subjetividadesJorge Eliécer Martínez Posada

El interminable apogeo de la interculturalidad: algunas reflexiones críticas desde la antropología y la filosofíaGonzalo Díaz Crovetto y Mario Samaniego

Las ilusiones y los padecimientos de la emigración, el caso de los inmigrantes árabes musulmanes levantinos a Chile 1930 – 1950.Jorge Araneda Tapia

Rebeliones indígenas, movimientos socioreligiosos y procesos de territorialización. El Dios Luciano y la Iglesia Evangélica Unida en ArgentinaLiliana Tamagno, Carolina Andrea Maidana, Alejandro Martínez

Pasos hacia una descolonización de lo festivoJavier Reynaldo Romero Flores

Conflicto y violencia: relaciones de género, expresiones culturales y distensiones emocionalesAnna María Fernández Poncela

Memoria social y territorio en la conflictividad por tierras en una comunidad indígena. Un acercamiento desde la tradición oral polítizadaDavid Figueroa Serrano

La incautación de las historias indígenas: itinerario y limitaciones del tiempo lineal en Chile Maximiliano Salinas Campos

La dimensión histórica versus la banalización del paisaje. El caso del paisaje rural del departamento de Maipú Mendoza – ArgentinaLorena Manzini

La cuestión social y su articulación con el trabajo social Sandra del Pilar Gómez Contreras

Trabajar en la cuestión social: trabajo sobre los otros y transformaciones en los mundos del trabajoClaudia Bermúdez Peña

El cuestionamiento del poder como dominio: repensar los análisis de poder en la acción socialMaría Belén Ortega Senet

Senderos de reposicionamiento a la complejidad praxiológica del trabajo social: patrimonio disciplinar enclave experiencia de fusión teoría-prácticaVíctor R. Yáñez Pereira

Estudios culturales: respuestas a necesidades sociales. Entrevista a Eduardo RestrepoMónica María del Valle

Reseña: La investigación en el trabajo social contemporáneoÁngela María Quintero Velásquez

pauta-Tabula22.indd 1 01/07/2015 07:40

Page 195: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Calle 18 No. 122-135, Cali-Colombia | Teléfono: 555 2334 | Fax: 555 1441

I S S N 2 0 1 1 - 0 3 2 4

Estud ios sobre Lat inoamér ica y e l Car ibe con perspect iva g loba l

www.icesi.edu.co/revista_cs | [email protected] de Derecho y Ciencias SocialesUniversidad Icesi

Desigualdades étnico-raciales

No. 16Mayo - Agosto, 2015

Artículos[ Luis Ernesto Valencia Angulo ]Ambigüedades en dos décadas de paradigma multiculturalista Algunos elementos de la historia inmediata de los Afrocolombianos

[ Meyby Ugueto-Ponce ]Mecanismos de inserción sociopolítica en Curiepe, Estado Miranda, Venezuela

[ Alen Castaño ]Palenques y Cimarronaje: procesos de resistencia al sistema colonial esclavista en el Caribe Sabanero (Siglos XVI, XVII y XVIII)

[ Vicenta Moreno Hurtado y Debaye Mornan]¿Y el Derecho a la Ciudad? Aproximaciones sobre el racismo, la dominación patriarcal y estrategias feministas de resistencia en Cali, Colombia

[ Janeth Mosquera Becerra ]Develando lo que dicen sobre raza y etnia las revistas de salud pública de Colombia

[ Fernando Urrea-Giraldo, Gustavo Bergonzoli Peláez, Bladimir Carabalí Sinisterra y Víctor Hugo Muñoz Villa ]Patrones de mortalidad comparativos entre la población afrodescendiente y la blanca-mestiza para Cali y el Valle del Cauca

[ Luz Edith Valoyes Chávez ]Los negros no son buenos para las matemáticas: ideologías raciales y prácticas de enseñanza de las matemáticas en Colombia

[ Juan Carlos Zuluaga Díaz ]Afrodescendientes, representaciones y movilidad social en Tuluá

Documentos[ Henry Arenas Valencia ]Da Guiné-Bissau à Colômbia. Benkos Biohó, resistência e (é) palenque. Um caso da diáspora africana

[ Gustavo Emilio Balanta Castilla ]El abrazo por la vida y la libertad

Reseñas[ Octávio Sacramento ]Capital, desigualdade e o passado que devora o futuro

[ Maria del Pilar Acosta ]Intervención social y el debate sobre lo público

FACULTADDE DERECHO

Y CIENCIAS SOCIALES

Page 196: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 197: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Revista de los departamentos de Antropología y Sociología, publicada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana. No. 81 enero-junio de 2016,

ISSN 0120-4807.http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/univhumanistica

81

Presentación 7

controversiaJuan Carlos ValenciaPontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 15

Claudia MagallanesUniversidad Iberoamericana Puebla, Puebla, México Prácticas comunicativas y cambio social: potentia, acción y reacción

Gabriela A. VeronelliState University of New York, Binghamton, NY, Estados Unidos de América 33Sobre la colonialidad del lenguaje

Cristian Cabello ValenzuelaUniversidad de Chile, Santiago de Chile, Chile 59No hay cuerpo sin imagen. Visualidad gay y política virtual en tiempos liberales

horizontesAdriana AngelUniversidad de Manizales, Manizales, Colombia 91

Alejandro BarranqueroUniversidad Carlos III de Madrid, Madrid, España Mapa de objetos y perspectivas en comunicación, desarrollo y cambio social

María Fernanda Olarte SierraUniversidad de los Andes, Bogotá, Colombia 119Comunicaciones cuidadosas: generando pro-comunes. Análisis de una red agroecológica desde el ethos del cuidado

Felip Vidal AuladellEscuela de Arte y Superior de Diseño de Vic, Barcelona, España 149La actividad publicitaria: entre el simulacro y la utopía

otras vocesArnaldo José ZangelmiUniversidade Federal de Ouro Preto, Brasil 179Traduções e bricolagens: mediações em ocupações de terra no Nordeste de Minas Gerais (Brasil) nas décadas de 1980 e 1990

Vander CasaquiEscola Superior de Propaganda e Marketing – ESPM, São Paulo, Brasil 205A transformação social nos discursos da cena empreendedora social brasileira: processos comunicacionais e regimes de convocação na mídia digital

investigación jovenSilvia Daniela Leyva MosqueraPontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia 229El tsombiach: tejiendo la vida entre memoria y tradición

Carlos Baca-FeldmanUniversidad Autónoma de Puebla, Puebla, México 255Experiencias resonantes de comunicación en pueblos indígenas de Oaxaca, México

espacio abiertoAndrés Felipe Valderrama PinedaAalborg University, Copenhage, Dinamarca 281Disabilities, the design of urban transport systems and the city: a situational analysis

Amurabi OliveiraUniversidade Federal de Santa Catarina, Florianópolis, Brasil 305A relação entre raça e educação na obra de Gilberto Freyre

María José MaglianoUniversidad Nacional de Córdoba -CONICET,, Córdoba, Argentina 331Varones peruanos en Argentina y trayectorias laborales en costura. Masculinidades, roles de género y organización del trabajo en contextos migratorios

Nadia Margarita Rodríguez J.Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia 357Características y tipologías de la investigación en ciencias sociales: una reflexión sobre la complementariedad de las funciones de transformar y comprender

Page 198: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 199: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Convocatoria Antípoda

Antípoda invita a la comunidad académica a su convocatoria perma-nente de artículos en todos los subcampos de la antropología y en ciencias sociales y humanas afines. También invita a aquellos intere-sados, a someter artículos para su sección Meridianos del número 26 dedicado al tema de Etnografía y Estudios de Ciencia y Tecnología.

Requisitos:Antípoda solicita a los interesados, previa presentación de sus escritos, conocer su Política Editorial y Ética en nuestra página web. Y tener en cuenta las normas establecidas para presentar escritos, los cuales deben ser originales inéditos y no estar sometidos en otra revista.Los artículos recibidos pasan inicialmente por un filtro de verificación de cumplimiento de los criterios y las normas éticas. Este filtro deter-minará si el texto pasa a la valoración académica y de pertinencia por el Editor y el Comité Editorial. Su resultado definirá si el artículo se envía a expertos académicos para evaluación externa. El resultado se comunicará al autor en un período máximo de seis meses.

Page 200: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Call for Articles Antípoda

Antípoda invites the academic community to attend its call for articles in all subfields of anthropology and in other social and human sciences. It also invites to submit articles for the Meridians section of issue 26 dedi-cated to the topic of Ethnography and Science and Technology Studies.

Requirements:Antípoda asks those who are interested to become informed of the journal’s ethical policies before presenting their writings, by consul-ting our website. Please keep in mind the rules established for presen-ting texts, which should be unpublished original articles that are not submitted to any other journal.The articles that are received initially pass through a filter to verify their fulfillment of the criteria and ethical standards. This filter will determine whether the text passes to the stage of valuation of acade-mic quality and relevance by the Editor and the Editorial Committee.The results of this stage will determine whether the article is then sent to academic experts for external evaluation. The author will be informed of the results within a maximum period of six months after submission.

Chamada a artigos Antípoda

Antípoda convida a comunidade acadêmica para participar de seu novo edital de artigos em todos os subcampos da antropologia e em ciências sociais, humanas e afins. Convida também artigos para sua seção Meridianos, do número 26, dedicado ao tema Etnografia e Estu-dos de Ciência e Tecnologia.

Requisitos:A Antípoda solicita aos interessados que, antes de apresentarem seus artigos, conheçam as políticas éticas da Revista. Além disso, é impor-tante que considerem as normas estabelecidas para a apresentação de artigos, os quais devem ser originais, inéditos e não estarem submeti-dos a outros processos de avaliação.Os artigos recebidos passam inicialmente por um filtro de verificação do cumprimento dos criterios e das normas éticas. Esse filtro deter-minará se o texto passa à avaliação acadêmica e de pertinência pelo Editor e pelo Comitê Editorial. Seu resultado definirá se o artigo é en-viado a especialistas acadêmicos para avaliação externa. O resultado será comunicado ao autor num período máximo de seis meses.

Page 201: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Facultad de Ciencias SocialesDepartamento de Antropología

Dirección postal: Carrera 1 este No. 18ª – 12 - Edificio Gb, Piso 4, oficina 417 Bogotá D.C., ColombiaTeléfono: 57.1.339.4949, Ext. 3483, 2550 – Telefax: 57.1.3324056http://antipoda.uniandes.edu.co

Corrección de estilo Guillermo DiezCorrección y traducción Inglés: Carol O’FlynnPortugués: Roanita Dalpiaz

ImágenesLorenzo Granada · Jerónimo Salazar · Susana Carmona · María José Gómez · Juan Pablo Baquero Leyling Juliana Gómez · Juan Sebastián Cabrera · Andrea Mächler · Rodrigo Andrés Durán Diana Marcela Moreno · Pauline Ochoa · María José Rojas · José David Pico

Diseño editorial y diagramaciónVíctor Gómez

ImpresiónPanamericana Formas e Impresos S.A.

La Revista tiene todos sus contenidos en acceso abierto a través de su página web. La versión impresa tiene un costo y puede adquirirse en:

Distribución | Siglo del Hombre Editores Cra 32 No 25-46 · Bogotá, Colombia · PBX (571) 337 77 00 www.siglodelhombre.com

Suscripciones | Librería Universidad de los Andes Cra 1a No 19-27 Ed. AU 106 · Bogotá, Colombia Tels. (571) 339 49 49 ext. 2071 – 2099 http://libreria.uniandes.edu.co

Canjes | Facultad de Ciencias Sociales Universidad de los Andes · Cra. 1a Este No. 18A – 10 Ed. Franco, piso 6, oficina 617 · Bogotá – Colombia. Tel [571] 3394949 Ext.: 3585 · [email protected]

http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co

Antípoda-Revista de Antropología y Arqueología No. 24 Se terminó de imprimir en el mes de enero de 2016.

Las opiniones e ideas aquí consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan la opinión del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. El material de esta revista puede ser reproducido sin autorización para uso personal o en el aula de clase, siempre y cuando se mencionen como fuente el artículo y su autor y a Antípoda-Revista de Antropología y Arqueología del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes. Para reproducciones con cualquier otro fin es necesario solicitar primero la autorización del Editor de la revista.

Page 202: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24
Page 203: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 1900-5407 • eISSN 2011-4273 • Bogotá, Colombia

http://antipoda.uniandes.edu.co

Page 204: Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología No. 24

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales · Departamento de AntropologíaISSN 0121-1617 · eISSN 1900-6152 Bogotá, Colombia

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

REVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA | UNIVERSIDAD DE LOS ANDES | BOGOTÁ, COLOMBIAEnero-abril 2016 | pp. 1-200 | ISSN 1900-5407 | eISSN 2011-4273 | http://antipoda.uniandes.edu.co

ANTIPODA24

N O T A E D I T O R I A L

Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa | 8-11

M E R I D I A N O S

La invención de la violencia (de las hinchadas de Buenos Aires) | 15-33Renzo TaddeiFronteras simbólicas entre expertos y víctimas de la guerra en Colombia | 35-53Angélica Franco GamboaEntre vecinos eso no se hace. Sentidos de justicia y de vecindad en el marco de un dispositivo institucional de administración de conflictos | 55-71Juan Pablo Matta

P A R A L E L O S

Industrias culturales “afropacíficas”: encrucijadas del multiculturalismo en la ciudad de Cali, Colombia | 75-90Mateo Pazos CárdenasLo natural y lo humano: la construcción de realidad entre los estamentos negros del Virreinato de la Nueva Granada | 91-108Jaime Andrés Peralta

P A N O R Á M I C A S

La política del valor y la política del significado: tendiendo puentes | 111-130Julieta GaztañagaIndividuo, multitud y cambio social. Una aproximación a la teoría social de Gabriel Tarde | 131-149Sergio Tonkonoff

R E S E Ñ A S

Myriam Jimeno, Ángela Castillo y Daniel Varela. 2015. Después de la masacre: emociones y política en el Cauca indio | 153-156Fernán González

D O C U M E N T O S

Concurso de fotografía etnográfica del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes | 159-168Ana María Forero, Santiago Martínez Medina y Giselle Figueroa de la Ossa

24

ESTADO, MEDIACIÓN Y CONFLICTO EN AMÉRICA LATINA

ANTIPODA24

R E V I S T A D E A N T R O P O L O G Í A Y A R Q U E O L O G Í A

Publicaciones · Facultad de Ciencias Sociales

Carrera 1 No. 18A-12 Bogotá, D.C., Colombia Tels: +571 339 4999 Ext 5567 Fax: +57(1) 332 4539http://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co [email protected]

Rector Pablo Navas Sanz de Santamaría

Vicerrector de Asuntos Académicos Carl Langebaek Rueda

Vicerrector de Asuntos Administrativos y Financieros Javier Serrano Rodríguez

Vicerrector de Desarrollo y Egresados Mauricio Sanz de Santamaría

Vicerrector de Investigaciones Silvia Restrepo Restrepo

Decano Facultad de Ciencias Sociales Hugo Fazio

Editora Facultad de Ciencias Sociales Martha Lux

Directora Departamento de AntropologíaMargarita Serje

No. 24, Enero-abril 2016Estado, mediación y conflicto en América Latina

ISSN 1900 – 5407 eISSN 2011-4273

http://antipoda.uniandes.edu.co

ANTIPODAREVISTA DE ANTROPOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA

Universidad de los AndesFacultad de Ciencias SocialesDepartamento de Antropología

Dirección Postal: Carrera 1 Este No. 18A – 12 - Edificio Gb, Piso 4, Oficina 417 - Bogotá D.C., ColombiaTeléfono: 57.1.339.4949, Ext. 3483, 2550 Telefax: 57.1.3324056

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e · C

ompa

rta

y de

scar

gue ·

Com

part

a y

desc

argu

e ·

PVP $ 24.000 | US $ 15.00