Análisis estructural del ideograma gentilicio de los ...

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Análisis estructural del ideograma gentilicio de los aztecas en el Códice Boturini PATRICK JOHANSSON K. El glifo gentilicio, correspondiente a los aztecas en el Códice Boturini, plantea problemas de interpretación a nivel del significante pictórico. De hecho las lecturas indígenas de dicho glifo realizadas en el siglo xvi no aducen "azteca" sino "cuitlahuaca" incurriendo, segúnparece, en un error de lectura. Realizamos en este artículo, un análisis del significante icónicoy de las relaciones que se establecen entre el sentido referido y el sentido producido por la imagen. La conclusión es que más que un simple glifo gentilicio, el significante pictórico correspondiente alpueblo azteca representa un ideograma con alto valor simbólico. Introducción -Cl gentilicio "azteca" ha sido y sigue siendo con- siderado por muchos historiadores, especialmente extranjeros, como sinónimo de mexica por lo me- nos si atendemos al título de sus obras. 1 Esta asimi- lación se debe a veces a convicciones propias del investigador, otras veces simplemente a factores editoriales de difusión, ya que el primer vocablo es más conocido que el segundo. Si en ciertos contex- tos la denominación del pueblo del sol por un tér- mino genéricamente más extenso no afecta el dis- curso historiográfico ni la verdad establecida, en otros la confusión puede dificultar y aun imposi- bilitar la comprensión de las fuentes. I3no de estos contextos lo constituye precisa- mente la gesta azteca-mexica que culminó con la fundación de México-Tenochtitlan. En dicho con- texto, la distinción entre los dos gentilicios cons- tituye un nexo toral en la red actancial de la na- rración. Como lo veremos adelante, la "mutación" de los peregrinos aztecas en guerreros mexicas tie- ne un valor cratofánico. A nivel discursivo, la sa- lida onomástica de los mexicas de su crisálida az- teca equivale a un nacimiento. Entre las variantes expresivas que relata la lla- mada Peregrinación de los aztecas figuran los tex- tos pictóricos, los cuales si bien mantienen con las versiones verbales del relato estrechos lazos dialécticos, no constituyen una mera consignación gráfica de la oralidad. A la vez que refieren he- chos y acciones comunes a la mayoría de las va- riantes, los textos pictóricos producen, mediante una semiología propia, un sentido "ilegible" pero no por esto inaprehensible en términos cognitivos. Aun cuando no llega al umbral de la percepción consciente, el sentido producido por el discurso pictórico enriquece el coipus de textos correspon- diente a la gesta formativa de los mexicas. El Códice Boturini, llamado también Tira de la peregrinación, copia probablemente realizada en el siglo xvi a partir de un original precolombi- no,2 es uno de los ejemplos más representativos de la diégesis pictórica de los antiguos nahuas. En Estudios Mesoamericanos Núm. 2, julio-diciembre, 2000

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Análisis estructural del ideograma gentilicio de los aztecasen el Códice Boturini

PATRICK JOHANSSON K.

El glifo gentilicio, correspondiente a los aztecas en el Códice Boturini, plantea problemas de interpretación a niveldel significante pictórico. De hecho las lecturas indígenas de dicho glifo realizadas en el siglo xvi no aducen "azteca "sino "cuitlahuaca" incurriendo, según parece, en un error de lectura.

Realizamos en este artículo, un análisis del significante icónicoy de las relaciones que se establecen entre el sentidoreferido y el sentido producido por la imagen. La conclusión es que más que un simple glifo gentilicio, el significantepictórico correspondiente al pueblo azteca representa un ideograma con alto valor simbólico.

Introducción

-Cl gentilicio "azteca" ha sido y sigue siendo con-siderado por muchos historiadores, especialmenteextranjeros, como sinónimo de mexica por lo me-nos si atendemos al título de sus obras.1 Esta asimi-lación se debe a veces a convicciones propias delinvestigador, otras veces simplemente a factoreseditoriales de difusión, ya que el primer vocablo esmás conocido que el segundo. Si en ciertos contex-tos la denominación del pueblo del sol por un tér-mino genéricamente más extenso no afecta el dis-curso historiográfico ni la verdad establecida, enotros la confusión puede dificultar y aun imposi-bilitar la comprensión de las fuentes.

I3no de estos contextos lo constituye precisa-mente la gesta azteca-mexica que culminó con lafundación de México-Tenochtitlan. En dicho con-texto, la distinción entre los dos gentilicios cons-tituye un nexo toral en la red actancial de la na-rración. Como lo veremos adelante, la "mutación"de los peregrinos aztecas en guerreros mexicas tie-

ne un valor cratofánico. A nivel discursivo, la sa-lida onomástica de los mexicas de su crisálida az-teca equivale a un nacimiento.

Entre las variantes expresivas que relata la lla-mada Peregrinación de los aztecas figuran los tex-tos pictóricos, los cuales si bien mantienen conlas versiones verbales del relato estrechos lazosdialécticos, no constituyen una mera consignacióngráfica de la oralidad. A la vez que refieren he-chos y acciones comunes a la mayoría de las va-riantes, los textos pictóricos producen, medianteuna semiología propia, un sentido "ilegible" perono por esto inaprehensible en términos cognitivos.Aun cuando no llega al umbral de la percepciónconsciente, el sentido producido por el discursopictórico enriquece el coipus de textos correspon-diente a la gesta formativa de los mexicas.

El Códice Boturini, llamado también Tira de laperegrinación, copia probablemente realizada enel siglo xvi a partir de un original precolombi-no,2 es uno de los ejemplos más representativosde la diégesis pictórica de los antiguos nahuas. En

Estudios Mesoamericanos Núm. 2, julio-diciembre, 2000

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efecto, con la excepción de la lámina 21,3 la in-fluencia de la pintura española que se manifiestade manera relativamente discreta en el documen-to no parece haber afectado la semiología indíge-na de la imagen. Además de referir pictográfica-mente las tribulaciones de los impetrantes alsedentarismo, las formas, el tamaño, la posición,y más generalmente la sintaxis compositiva de lasunidades pictóricas producen un sentido sensibledifícil de conceptualizar en términos verbales sino es mediante un discurso analítico meta textual.Los glifos arquetípicos que constituyen una "com-petencia" del lenguaje visual náhuatl, coexisten eneste códice con diversas configuraciones pictóri-cas no "catalogadas" productoras de sentido.

Los estudios realizados hasta ahora sobre la es-critura del Códice Boturíni se limitaron generalmen-te a cotejar las variantes orales de la Peregrinacióncon la imagen del códice a nivel de contenidos sinconsiderar que el texto pictórico podía expresar algoque no decía el texto verbal. En efecto, la imagencuenta con recursos semiológicos propios, distin-tos de las estrategias lingüísticas, que le permitenproducir un sentido formal no reductible al verbo.

Dentro de la semiología de la imagen náhuatlprehispánica, los glifos gentilicios, así como lostopónimos y los antropónimos, no ofrecen seriasdificultades de lectura, ya que la relación entre elsignificante pictórico y el significado es general-mente arquetípica.

Los glifos gentilicios de los barrios que apare-cen en la lámina 2 del Códice Boturíni pertenecena esta categoría de signos arquetípicos repertoria-dos, menos uno, el más importante de todos, elque corresponde al pueblo "elegido" en el con-texto de este relato: los aztecas.

El significante pictórico correspondiente algentilicio "azteca" se compone de un cuadrado ydel signo arquetípico del agua:

Ahora bien ¿qué relación semiológica se pue-de establecer entre el significante glífico a la vistay el significado "azteca". Consideraremos a con-tinuación algunas posibilidades.

Lecturas indígenas del glifo en el siglo xvi

El prototipo (hoy desaparecido) a partir del cual sevolvió a pintar la Peregrinación de los aztecas en elsiglo xvi fue probablemente leído por unos infor-mantes cuya lectura se transcribió alfabéticamentehasta figurar, quizás después de varias transcripcio-nes, en los llamados Códice Aubin, Ms. 40 y Ms.85,,'* así como en las versiones de Chimalpahin.

Las versiones alfabéticas que proporcionan tan-to el Códice Aubin como el Ms. 40 aducen el gen-tilicio "cuitlahuaca" como lectura de este glifo.Todo parece indicar, sin embargo, que se trata deun error de lectura más que de una variante en lainformación. En efecto, si el significante gráficoremite a los cuitlahuacas cabe preguntarse ¿dón-de está el glifo gentilicio de los héroes de la histo-ria: los aztecas?

Por otra parte la tipología de la lectura "cui-tlahuaca" correspondiente al glifo mencionado,sugiere que hubo una confusión entre el signo delagua que integra el complejo glífico del CódiceBoturíni y la imagen representativa de la lamaacuática cuülatl.

Los glifos toponímicos o gentilicios coirespon-dientes a Cuitlahuac o cuitlahuaca son de hechoalgo distintos.

Lámina 2, Códicemendocino.

Lámina 2, Códice Boturíni (detalle).

Antonio Peñafiel, Nomen-clatura geográfica de

México, p. 31.

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El tenor excrementicio, manifiesto en estosglifos, difiere notablemente del dinamismo cris-talino del signo del agua.

¿Un sintagma pictográfico: "agua blanca"?

La denominación gentilicia de los migrantes es,hasta su encuentro con los mimixcoas y el subse-cuente sacrificio de estos últimos, "azteca". Estaapelación corresponde, como lo hemos señalado,al estado "gestativo" de una nación indígena quenace a la existencia plena cuando, después de unrecorrido iniciático y de dicho sacrificio, adquie-re el nombre de mexica.

Antes de analizar el glifo correspondiente alpueblo azteca, conviene establecer el o los senti-dos que puede tener el gentilicio.

El significado de "azteca"

El sentido más inmediato de "azteca" es el quederiva del topónimo Aztlan, el lugar de origen,"lugar de garzas" y por extensión "lugar de blan-cura". El topónimo podría deberse al hecho (his-tórico) de que había muchas garzas en la isla de laque salieron un día los migrantes. Sin embargo, esmás probable que la blancura del origen sea laproyección mitológica de un arquetipo humanoque confiere a un acromatismo pleno de colorespotenciales, un sentido difuso de principio o tran-sición. Tanto Aztlan como México-Tenochtitlan,la nueva Aztlan, son ante todo lugares de blancu-ra: "Auh niman oquittaque iztac in ahuehuetl,iztac in huexotl, in oncan ihcac, ihuan iztac inacatl, iztac in tolli, ihuan iztac in cueyatl iztacin michin, iztac in cohuatl, in oncan nemi atlan"(Y luego lo vieron, blanco el ahuehuete, blanco elsauce, que allá está en pie, y blanco el carrizo,blanco el tule, y blanca la rana, blanco el pez, blan-ca la culebra que allá viven en el agua).5

Además del acromatismo de Aztlan, su tenorinsular y ácueo son también arquetípicos del ori-gen. El agua remitiría en este caso a las aguasintrauterinas en las que se gestan los seres. Los

paradigmas "blancura" y "agua" se integraríanentonces en una sintaxis "mito-lógica" con valoractancial.

Ahora bien, el adjetivo correspondiente a"blanco" es en náhuatl iztac (color de la sal, iztatl)pero se expresa también en ciertos contextos me-diante la forma arcaica aztac (color de garzas,aztatl).6 Esta última acepción, en composición conel vocablo "agua" otl, da aztacatl "agua blanca" o"agua de garzas". Generado por derivación gra-matical a partir de Aztlan o sintagma nominal, elgentilicio podría haber mudado la [a] central en[e] por disimilación.7 Con el tiempo aztacatl sehabría vuelto aztecatl.

El significante pictórico de este significado

Si el gentilicio "azteca" representa una modifica-ción fonética de aztacatl "agua de garzas" o "aguablanca", el glifo correspondiente debería de refle-jar de alguna manera el sentido o el sonido de estecompuesto verbal. Aun cuando el gentilicio pue-de haber sufrido una "erosión" fonética a lo largode la historia, es probable que el glifo que le co-rresponde haya conservado su forma original.

La representación del agua es aquí inequívoca.En cuanto al concepto "blancura", aparentemen-te ausente del glifo, podría, sin embargo, habersido representado, dentro del cuadrado, por unapigmentación blanca hoy desaparecida.

Por lo general, en los códices nahuas cuandoel blanco constituye el significante del significa-do correspondiente, en náhuatl: iztac o aztac, seencuentra dentro de un círculo:

_...

I o?

Lámina 1, Códice Xólotl (detalle)

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El antropónimo del personaje llamadoIztacmitl "flecha blanca", consta del pictograma"flecha" y de un círculo que estuvo un día proba-blemente pintado de blanco.

El hecho que el elemento cromático se encuen-tre dentro de un cuadrado en nuestro códice po-dría no ser más que una variante formal dentrodel sistema de escritura, sin embargo, tanto el ta-maño del cuadrado como el contexto picto-narra-tivo de la Peregrinación sugieren que la mediaciónsimbólica entre el significante gráfico y su signifi-cado es de índole distinta.

El glifo en el "con-texto" pictóricode la lámina 2

La composición de la lámina

En el espacio rectangular que constituye la lámi-na 2, destaca una composición ortogonal definidapor los barrios colocados verticalmente en la franjaizquierda y los cuatro teomamas situados sobreun eje horizontal. La proximidad de los barrios ala orilla izquierda de la lámina se debe a su nexodiegético8 con la verticalidad del monte Colhua-can, en cuyos parajes vivían dichos barrios. Estaposición descentrada deja, a nivel gráfico, un es-pacio vacío que ocupan parcialmente los cuatropersonajes que avanzan sobre un eje horizontalmaterializado por las huellas.

Las tensiones semiológicamente pertinentescreadas por la distribución de las unidades pictó-ricas en el espacio de la lámina son las siguientes:

—Una verticalidad compacta e inmóvil de losocho barrios que configuran una unidad.

—Una horizontalidad dinámica de los cuatroteomamas que se ven rodeados por un es-pacio vacío al dirigirse hacia la parte dere-cha de la lámina.

—Una ortogonalidad manifiesta entre los dosejes.

El barrio "azteca" se encuentra en el punto deintersección de los dos ejes. Los barrios que acom-

Lámina 2, Códice Boturini.

pañan a los aztecas son respectivamente, hacia aba-jo: los xochimilcas, los chalcas, y los huexotzincas.Del barrio azteca hacia arriba figuran los malinal-cas, los chichimecas (o tlahuicas), los tepanecas ylos matlatzincas.

El carácter céntrico y angular de los aztecas,en relación con los demás barrios y más general-mente con la distribución de las unidades pictóri-cas dentro del espacio gráfico, les confiere un pa-pel protagónico, aun cuando este rasgo expresivono es legible.

¡Los siete barrios son ocho! Un cómputo"mito-lógico"délosentes numéricos

Oriundos de Aztlan-Chicomoztoc, es decir deAztlan-Siete-cueva, los barrios tienen que ser sie-te. En efecto, en este contexto mitológico, tantoel exponente numérico como la cueva expresan elcarácter matricial del origen. El siete aparece fre-cuentemente en la "gestación" simbólica de losmás diversos entes. En cuanto a la cueva, es unarquetipo, náhuatl mesoamericano, y más gene-ralmente universal del vientre materno.9 Estasconsideraciones pueden parecer coercitivas y poco"objetivas" al querer imponer una lógica preesta-blecida a un texto que podría referir un dato real.Sin embargo, si consideramos que el relato aquíanalizado constituye un corpus cerrado en térmi-nos estructurales, la totalidad del sentido produ-cido debe de definir la función actancial de laspartes que la componen. En este contexto, el ex-

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ponente numérico "siete" se inscribe en la isotopía"gestación", meollo semántico de la historia, mien-tras que el "ocho" presente en algunos documen-tos no parece integrarse funcionalmente a losmecanismos diegéticos de la narración.

Ahora bien, si algunas fuentes refieren la can-tidad de siete barrios10 mientras que otras hablande ocho11 ¿a qué se debe esta variante en un datode suma importancia para la historia?

El CódiceBoturíni, aquí considerado, tiene pin-tados ocho barrios, lo que parece contradecir loantes enunciado, pero la contradicción podríadirimirse si consideramos no la cantidad de ba-rrios referida sino una construcción numerológicadel sentido que podría diferir notablemente delcómputo normal.

Como lo hemos señalado, en el contexto emi-nentemente genésico que es el de las primeras lá-minas del códice, el exponente numérico siete deChicomoztoc, símbolo de la totalidad indivisade la esencia no manifiesta, no puede ser sustitui-do por el número ocho, el cual tiene otrasvalencias simbólicas. De hecho, en la lámina 4 delmismo códice, la escisión del siete en cuatro en-tes solares: los teomamas y tres entes lunares: losmimixcoas, consagra la diferenciación funcionalentre entes cuyo antagonismo es precisamente apartir de este momento el motor del movimientouniversal.

¿A qué se debe la presencia manifiesta de ochobarrios cuando la mecánica actancial del relatorequiere siete?

1+7 = 7: un cómputo "mito-lógico"Es posible que el dato: ocho barrios (chicuey calpul-tin) que encontramos en probables lecturas indíge-nas del códice resulte de una percepción influidapor los criterios occidentales de objetividad que pre-valecieron después de la conquista. Aun cuando eltexto oral adujera "siete barrios", es probable quela presencia de ocho barrios en una lámina induje-ra al copista indígena, o a un informante no muyavezado o quizás que se dejara convencer, a rectifi-car el dato diegético oral en aras de lo que les pare-cía una evidencia numérica.

Por otra parte, es también probable que en lalámina 2 del Códice Boturíni, el pueblo azteca nose incluya dentro del cómputo de los barrios a losque trasciende de alguna manera. El eje que pasapor el glifo gentilicio que le corresponde divide,sobre el eje vertical, a los barrios en dos grupos:uno de tres y otro de cuatro, situándose los aztecasen el centro mismo de esta división sin que se su-men numéricamente al resto de los barrios.

La relación del centro con la periferia podríano haber sido acumulativa en el mundo náhuatlprehispánico sino cualitativamente integradora.Prueba de ello lo constituye el dios del fuegoXiuhtecuhtli, quien encama el centro por excelen-cia, y que tiene entre otros nombres el de Nauhyo-huehue, literalmente "el viejo cuadratura". El cen-tro ígneo que contiene potencialmente a los cua-tro horizontes cardinales toma como nombre elnúmero de estos últimos. En otro contexto, el"quinto sol" el cual añade a los cuatro elementos ya los cuatro horizontes cardinales el movimientocíclico, se llama Nahui ollin "cuatro movimiento".

Asimismo, la relación de los aztecas con losdemás barrios podría ser analógica a la relaciónde Xiuhtecuhtli, el fuego, con los horizontes car-dinales, la de un eje céntrico cuantitativamenteasimilado a la totalidad de los entes que genera oque lo rodean. En dado caso el uno azteca más lossiete barrios seguirían siendo siete en la semiolo-gía propia del mito.

Carácterizaciónposicionaldelglifo

Como lo hemos mencionado, el glifo gentiliciode los aztecas se encuentra en el punto donde searticulan el eje vertical definido por los barrios yel eje horizontal que establecen los teomamas. Estacolocación le confiere el valor posicional de "cen-tro", con todo lo que este formema puede impli-car en términos semiológicos, a la vez que deter-mina visualmente el punto de partida de losmigrantes.

Aun cuando ni los contornos ni el tamaño deldibujo destacan la importancia de los aztecas enrelación con los otros barrios, el formema de po-

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sición "centro" determina su función protagónicaen el relato pictórico.

Ahora bien, en este contexto el significante delgentilicio azteca podría trascender su papel deconsignación pictográfica de un vocablo y teneruna función ideográfica.

El agua y el fuego: un ideogramacon valor actancial

La relación algo insólita del glifo con el significa-do "azteca" nos hace pensar que una mediaciónsimbólica más compleja que la que vincula gene-ralmente, a través de un pictograma o un fono-grama, un significante con su significado, debehaber relacionado la imagen aquí analizada consu referente.

Si el elemento "agua" es inconfundible, el te-nor semiológico del cuadrado que lo acompañaes más críptico, ya que ninguna relación fonológi-ca ni pictográfica directa parece unir el significantecon su significado. Una mediación ideográficapodría por lo tanto vincular el gentilicio con surepresentación pictórica.

La unión fértil del agua y del fuego

La tetralogía del cuadrado remite generalmente, enMéxico como en otras partes del mundo, a la tierra

y a su organización cardino-temporal. Sin embar-go, es preciso recordar que los contextos específi-cos en los que se encuentran los signos determinanfrecuentemente otras lecturas de dichos signos. Enel caso aquí referido, el macrocontexto es cosmogó-nico mientras que el microcontexto sugiere la ideade origen, de principio, de génesis.

Ahora bien, como lo comprueba un análisissistemático de la mitología náhuatl precolombi-na, el agua y el fuego son dos elementos cuya reu-nión determina generalmente hechos cosmogó-nicos. La expresión atl, tlacbinolli, "agua, fuego",por ejemplo, así como su configuración pictográ-fica, remiten a la guerra sagrada con caráctercosmogónico.

El pictograma agua/fuego simboliza en este con-texto no sólo la guerra (atl, tlacbinolli) sino tam-bién la gestación agonística y el subsecuente naci-miento del Templo Mayor de México-Tenochtitlan.

En algunas variantes de la Peregrinación de losaztecas, el lugar donde se yergue el nopal con eláguila, lugar donde se edificará el Templo Mayory más generalmente la ciudad de México-Tenoch-titlan, es, entre otras apelaciones, atlatlayan "ellugar donde arde el agua" y tleatl, literalmente"fuego-agua".12

Una imagen de la Historia tolteca chichimecailustra magistralmente, en un mismo contextocosmogónico, aunque para otra nación indígena,13

la unión fértil del agua y del fuego:

El teocalli de la guerra sagrada (Museo de Antropología).

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Historia tolteca-chichimeca (fol. 16v).

Además del agua y del niego presentes en laimagen, es interesante constatar que estos elemen-tos están enmarcados en cuadrángulos, y que tan-to la espiral del agua como las grecas del fuegoremiten a la fertilidad.

Bicuadrado como representación gráfica del/negó

La imagen de un cuadrado para representar el fue-go no es arquetípica en la simbología pictóricanáhuatl prehispánica. Sin embargo, el cuadrado ola cuadratura están a veces relacionados con elfuego, por lo que la asimilación que proponemoses plausible.

En la primera lámina del Códice Fejéruáry-Mayer, por ejemplo, el espacio en el que se en-cuentra el dios del fuego, Xiuhtecuhtli, está deli-mitado por un cuadro:

m̂~ ^••.,,ay-<

Lámina 1, Códice Fejérváry-Mayer.

El hecho de que el dios del fuego se encuentreen el centro de la tierra, tlalxicco, podría haberdeterminado el carácter cuadrangular del espacio,ya que la tierra está generalmente asociada al cua-drado, pero otro indicio nos permite inferir queexiste una relación directa entre las figuras cua-dradas y el fuego: el hecho de que uno de losmúltiples nombres de Xiuhtecuhtli es, como yalo mencionamos, precisamente Nauhyohuehue,14

literalmente "el viejo cuadratura".Situado en el ombligo del mundo, el fuego ge-

nera de manera "centrífuga" la tetralogía cardino-temporal a la que entrañaba potencialmente. Porotra parte, el fuego colocado dentro del tlecuil "elhogar", está también relacionado, en el mundonáhuatl precolombino, con la casa. En el contex-to picto-narraüvo de la Peregrinación la casa es antetodo la tierra prometida por Huitzilopochtli a laque se dirigen los migrantes, es decir, el lugar desu establecimiento definitivo, de su sedentariza-ción. La mediación simbólica del cuadrado parasignificar "fuego" y su asociación con el agua,podrían haber intentado expresar, de manerasemiológicamente difusa pero no por eso menossignificativa, a la vez una hierogamia entre elemen-tos respectivamente ígneos y ácueos, y la idea desedentarización. De hecho la fusión de distintosentes significativos en un verdadero "torrente"semiótico es propio del nivel mitológico de laaprehensión del sentido.

Integración estructural del ideogramaa la isotopía "agua/fuego"

Si la equivalencia semiológica entre el cuadrado yel fuego, que intentamos establecer en el contextonarrativo de la primera parte del Códice Boturinies correcta, debe integrarse funcionalmente a unmicro-sistema que le confiere este papel represen-tativo. En efecto, la pertinencia semiológica de unaunidad verbal o pictórica no se puede establecerfuera del sistema de producción de sentido al quepertenece. Conviene por lo tanto examinar si elbinomio genésico "agua/fuego" que creemos ha-

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Lámina 1, Códice Boturini (detalle).

ber detectado en el glifo correspondiente a losaztecas, se inscribe en una isotopía narcativa quelo justifique.

La presencia del binomio "agua/fuego" es ma-nifiesta en las primeras láminas del Códice Botu-rini. Lo encontramos en Aztlan en la lámina 1.

Aun cuando algunos investigadores han iden-tificado el glifo como agua/flecha declarando quese trata del dios Amimitl,15 es probable que lo queidentifican como una flecha sea de hecho un palode fuego (jlecuahuüt). Una comparación con larepresentación de este último en el mismo códicetiende a comprobarlo.

En la parte superior del templo de Aztlan fi-gura ya, el binomio "agua/fuego" que se encon-trará, después del recorrido "genésico" de los az-

tecas, en lo alto del Templo Mayor de México-Tenochtitlan encarnado por la dualidad Tláloc/Huitzilopochtli.

Lo que figuraba arriba del templo en la prime-ra lámina, parece ser, en la lámina 3, el antro-ponimo de un personaje azteca:

, ̂& L $3^, ¿/y

Lámina 3, Códice Boturini (detalle).

Es probable, sin embargo, que el glifo no re-presente un antroponimo, y se trate de un verda-dero sintagma pictórico con valor actancial queel personaje lleva a cuesta un poco como losteomamas cargan al sol en gestación en sutlaquimilolli matricial, a lo largo de cuatro lámi-nas hasta el nacimiento del dios.

En la lámina 3 coexisten los dos complejosglíñcos que hemos identificado como "agua/fue-go": el bastón de fuego y el agua por un lado, porotro, el cuadrado y el agua.

Según las fuentes verbales que refieren lo acon-tecido al pie del árbol o cuahuitlitzintla, Huit-zilopochtli ordenó a los aztecas que se separarande los otros barrios.16 Observamos en la lámina 3la expresión pictórica de esta separación median-

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Lámina 4, CódiceBoturini (detalle).

Lámina 9, CódiceBoturini (detalle).

Lámina 19, CódiceBoturini (detalle).

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te dos líneas que convergen en unas huellas. Unade las líneas sale de un personaje en lágrimas querepresenta los banios. La otra sale de la parte ácueadel glifo "agua/fuego" representativo de los azte-cas.

Cabe preguntarse aquí si el hecho de que lalínea está conectada con el agua y no con el cua-dro tiene una pertinencia semiológica o si se totade un rasgo pictórico irrelevante. En el primercaso, podría significar que el agua se desprendedel fuego con todas las consecuencias narrativasque esta prosopopeya pictórica implica. En el se-gundo, la línea vincularía el personaje en sollozoscon el complejo glífico en su totalidad y no conuna de sus partes constitutivas. En este último casose expresaría simplemente la separación de losaztecas de los demás banios.

La separación del agua y del fuego

La separación del agua y del fuego es tan impor-tante, en el contexto diegético aquí aducido, comolo es el sacrificio del ente selénico Coyolxauhquipor Huitzilopochtli, o la ruptura de la gemelari-dad y la subsecuente distinción del Sol de la Lunaen otros contextos narcativos referentes a la crea-ción del mundo o de un mundo. No podemosproceder aquí a un análisis exhaustivo de este es-quema actancial17 omnipresente en los relatoscosmogónicos de Mesoamérica, por lo que nosconformaremos con enunciar su función esencial.

La totalidad indivisa que contiene potencial-mente en su androginidad primordial lo femeni-no y lo masculino no manifiestos debe fragmen-tarse en entes opuestos, genéricamente definidos,para que se produzca el movimiento vital. El "par-to" de la totalidad y la subsecuente aparición dela dualidad diferenciada permiten, en los contex-tos aquí referidos, el dinamismo agonístico del Soly de la Luna generador del tiempo. Aun cuandoes la fusión hierogámica de los entes genéricamenteopuestos la que determina la fecundación, si estaunión entrañable no se subdivide en dos entesdialécticamente opuestos no hay vida posible. Enel mito de la creación del Sol y de la Luna por

ejemplo, Tecuciztecatl y Nanahuatzin se fundenen el fuego del teotexcalli antes de distinguirsecomo los astros de la noche y del día.

En el contexto narrativo del Códice Boturini,los entes solares potenciales: los aztecas, se debende separar de los entes selénico-nocturnos: losbanios, para que se configure su mundo, es decir,el mundo. Lo que se plantea en este párrafo es losiguiente: si la separación del agua y del fuego seencuentra en el discurso pictórico aquí conside-rado.

En la lámina 4 la partición de la totalidad querepresentan los siete barrios en cuatro teomamassolares y tres mimixcoas lunares es visualmentemanifiesta:

I¿I

Lámina 4, Códice Boturini.

La hipóstasis numérica 4/3 que resulta de unapartición y una proliferación funcional del fértilexponente siete va a permitir la estructuración delmundo mexica. En efecto, en esta misma lámina,observamos una clara oposición, sobre el eje ver-tical, de los polos que constituyen el cénit ígneodel Sol, representado por el águila con el palo defuego en las garcas, y el nadir ácueo de su ciclo,simbolizado por una biznaga.18 El sacrificio deTeoxahual sobre la biznaga propicia en este con-texto el apogeo del Sol.

Conviene recordar aquí la etimología del vo-cablo "apogeo", literalmente "lejos de la tierra",en griego, ya que expresa magistralmente la eleva-ción máxima que puede alcanzar el ente masculi-no-solar en su esfuerzo por librarse de la grave-dad femenina-lunar.

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La simbiosis agua/fuego que permitió la fecun-dación, la gestación y el nacimiento del mundodebe dejar el lugar a una dialéctica agua versusfuego que permitirá a dicho mundo existir.

Si el "sistema" de acción narrativa que consti-tuye el mito establece la isotopía "agua/fuego"como nexo determinante en la producción de sen-tido, es probable que el ideograma que representaa los aztecas se integre funcionalmente a la mecá-nica diegética así configurada.

Conclusión

Si el glifo aquí considerado no remite a Cuitláhuacsino a los aztecas, antes de que se volvieran me-xicas, es probable que la relación que se estableceentre el significante y el significado sea de índoleideográfica.

Más que el simple significante pictórico de ungentilicio, el glifo que hemos analizado pareceentrañar un esquema actancial de suma impor-tancia para la producción mitológica de sentido.Aunque hipotética todavía, la inteipretación queproponemos podría ayudar a orientarse en losarcanos de la simbología náhuatl suscitando asi-mismo reflexiones sobre la "legibilidad" de lapictografía indígena y más generalmente sobre lafenomenología de la producción, transmisión, yrecepción de los textos en imágenes en tiemposanteriores a la conquista.

Notas1 Cf. Soustelle, Graulich, Duverger, Gibson, Keen, et-cétera.

2 Cf. Patrick Johansson, La palabra, la imagen, y elmanuscrito. Lecturas indígenas de un texto pictórico enel siglo xvi. Tercera parte.

3 Un cambio brusco en la semiología de la imagenocurre en dicha lámina, la cual desmenuza verdadera-mente los diálogos mediante signos pictóricos (Ídem).

''ídem.5 Hernando Alvarado, Crónica Mexicáyotl, pp. 62-63.6 Cf. Rémi Simeón, Diccionario de la lengua náhuatl

o mexicana y Alonso de Molina, Vocabulario en lengua

castellana y mexicana y mexicana y castellana, y CódiceFlorentino, libro rx, cap. 2.

7 Tanto la disimilación como la asimilación de lasvocales son fenómenos lingüísticos propios de la evo-lución de las lenguas.

8 "Diegético" corresponde al sustantivo "diégesis",el cual remite a la producción narrativa de sentido.En el caso aquí considerado, la verticalidad de los ba-rrios no está yuxtapuesta al monte colhuacan única-mente para indicar que dichos barrios vivían enColhuacan, sino que integra también una verdadera sin-taxis formal de dos paradigmas la cual expresa el tenorvertical, esencial y céntrico del origen antes de que eldesplazamiento horizontal centrífugo de los migrantespermitiera una configuración vital del mundo.

9 La diosa Chicomecóatl "siete-serpiente" determi-na la gestación y el crecimiento del maíz. Por otra par-te, el hecho de que otztic signifique "preñada" en náhuatlno deja lugar a dudas sobre el carácter genésico de lacueva.

10 Diego de Duran, Historia de las Indias de NuevaEspaña e islas de tierrafirme, vol. u, p. 221.

11 Cf. CódiceAubin, fol. 3v.,Ms. 40, fol. 2r.12 H. Alvarado, Crónica Mexicáyotl, pp. 3 y 63.13 Los mitos cosmogónicos son, en términos

diegéticos, comunes a toda la zona náhuatl y más gene-ralmente a toda Mesoamérica.

M Cf. Códice Florentino, libro n., cap. 38.15 Cf. Ángel María Garibay K., Veinte himnos sacros

delosnahuas, p. 115.16 Códice Aubin, fol. 4v., Ms. 40., fol. 3v.17 Unidad de acción narrativa que contribuye a pro-

ducir el sentido en un contexto "mito-lógico", y másgeneralmente diegético.

18 Es preciso recordar aquí que la biznaga, teocomttl,puede almacenar grandes cantidades de agua. Cf. P.Johansson, "La gestación semiológica del fuego uráneoen el texto pictórico del Códice Boturini", en Del'Anabuac a la NouvelleEspagne, intlahuitti, ocotl, intezcatl.

ReferenciasAlvarado Hernando, Tezozómoc, Crónica mexicáyotl.

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74 ANÁLISIS ESTRUCTURAL DEL IDEOGRAMA GENTILICIO

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