Andres Cardenas - Enviado Especial a La Guerra de Las Sombrillas - V1.0

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 Enviado especial a la guerra de las sombrillas POR ANDRÉS CÁRDENAS MUÑOZ

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Novela

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  • Enviado especial a la guerra de las sombrillas

    POR ANDRS CRDENAS MUOZ

  • PRLOGO

    Son muchos los periodistas enviados a tie-

    rras lejanas a cubrir conflictos blicos. Se les llama corresponsales de guerra. A algunos los envan a Irak. A otros a Afganistn. Y a los ms atrevidos, a frica. All donde haya al-gn enfrentamiento armado siempre habr dispuesto alguien a contarlo. A m me man-daron durante tres aos (2004, 2005 y 2006) a cubrir la guerra de las sombrillas. Esta guerra, no se s alguno de ustedes se acorda-rn, fue originada por un bando del Ayunta-miento de Almucar. Dicho bando prohiba que los llamados sanitex siguieran plantando las sombrillas en la playa para coger sitio. Es una costumbre que viene de lejos y que co-mienza cuando un sanitex con apartamento playero se levanta temprano y planta su sombrilla en el sitio que ms le coge a mano a la espera de que sea la hora del bao para

  • ocuparla. Como digo, a esta costumbre se opuso el Consistorio almuequero, que sac una norma en la que deca que la playa era de todos y que nadie tena el derecho a re-servar su sitio. Los sanitex se rebelaron co-ntra dicha norma, organizaron concentracio-nes, cortaron carreteras y mandaron cartas a los peridicos diciendo lo mal que lo estaba haciendo el alcalde de dicha ciudad. Hoy ese conflicto est ya casi olvidado, pero en esos tres aos fue un tema del que se dedicaron hasta las televisiones extranjeras, CNN. Tele-visa y BBC incluidas. El parte de guerra fue el siguiente:

    -16.000 sombrillas incautadas. -Ms de 1.000 sanciones tramitadas. -Doce policas dados de bajo por no

    aguantar tanta presin Fueron casi tres aos de conflictos que al

    final no tuvo ni vencedores ni vencidos, pero s muchos cabreados.

    -Oye, ya que vas a la Costa a cubrir ese tema, por que no nos envas todos los das una crnica me dijeron en el peridico, ya que hay una creencia generalizada de que

  • hoy da todos los corresponsales de guerra se tocan los huevos y que, como dice Manu Le-guineche, cubren las guerras desde hoteles de cinco estrellas.

    Les dije que no haba problema siempre y cuando los diferentes armisticios lo permitie-ran. Pues bien, este libro es el resultado.

  • INTRODUCCIN Coazos... los mnimos,

    que estamos en agosto NO s dnde estar usted ahora querido

    lector. Tal vez est en la playa echado en una tumbona y pensando eso de que aqu me las den todas. O tal vez le haya pillado desayu-nando esa tostada de aceite con la que tiene que tener cuidado para que no le manche el peridico, que hay peridicos que al final del da los estrujas y tienes para llenar una acei-tera. O tal vez est usted en el trabajo y aprovechando que el jefe est de vacaciones le haya birlado el peridico para echarle un vistazo. O seguramente est usted en el ex-cusado porque piensa que es el mejor sitio para leer al to del sombrerillo que se ve en la fotillo de arriba. Vaya usted a saber.

  • Antes que nada, tengo que confesarle al-go, querido lector. Alguna vez he pensado en darle a usted calabazas, dejar de escribir en los peridicos y ponerme a escribir novelas, que es lo que terminan haciendo muchos pe-riodistas. Pero luego lo he pensado mejor. Qu coo! Voy a ser fiel a esas personas que todas las maanas bajan al quiosco y se gas-tan un machacante en este peridico. Novelas ya las escribir cuando me jubile. Y es que hoy, el que tiene un lector se puede sentir orgulloso de ello. Con esto de los blogs y las facilidades que dan para editar, ya hay ms escritores que lectores. Deca un autor llama-do Shane que dentro de poco ser el escri-tor el que le pida un autgrafo al lector. Se acercar a l y le dir:

    -Usted es mi lector? Me podra dar un autgrafo?

    Por eso quiero mimarle querido lector. Y la prxima vez que me vea por la calle me gus-tara que se identificara para pedirle yo a us-ted un autgrafo.

    Yo s que la gente cada vez lee menos y que llegar el momento en que no se leer

  • nada. Un da se inventarn un aparato que introducir en nuestra memoria todo aquello que queramos saber sin necesidad de leer. Por eso, querido lector, s que tengo que cuidarlo, porque es usted una especie en pe-ligro de extincin. Hace unas semanas parti-cip en una mesa redonda sobre la lectura, y mi tocayo Andrs Sopea dijo algo inquietan-te: He tenido alumnos universitarios que se han jactado de no haber ledo ni un libro ni un peridico en toda su vida. Roberto Be-nigni afirma en el prlogo del guin de "El tigre y la nieve" que ya no leen si siquiera los crticos de libros, quienes sostienen que si leyeran un libro para researlo despus, ello podra alterar su juicio y hacer que se sintie-ran condicionados por lo que leen, as que, en definitiva, no podran escribir lo que quieren porque ellos tambin, como es lgico, lo que quieren es escribir y no leer. Ya no leen ni los corectores de pruebas (y si "correctores" aparece escrito con una sola erre ser la me-jor prueba de ello). As que, querido lector, que Dios le bendiga porque gracias a usted

  • tengo por ahora las habichuelas ganadas. Y sobre el futuro, Dios dir.

    Bien. Y ahora pasemos a lo que quiero realmente decirles.

    Hoy, uno de agosto, vuelvo a estar con us-tedes, como hago desde los tres ltimos aos. De nuevo me he puesto mi sombrero de paja y me he embutido en mi camiseta de la Churrera Desi con la intencin de currarme la costa. Mi intencin no es otra que hacerles pasar un buen rato y hacerles reflexionar un poco, pero slo un poco porque s las limita-ciones de neuronas que tenemos en verano. Coazos, los mnimos, que estamos en agosto, nos acostumbraba a decir a los re-dactores el entraable Antonio Mrquez, anti-guo subdirector de este peridico, cuando se quedaba sustituyendo en verano a Melchor Siz-Pardo. Esa es mi intencin, no darles el coazo, sino que comiencen el da con una sonrisa en los labios o con esa pequea dosis de buen humor o de emocin que yo pueda transmitirles. En definitiva, pretendo (otra cosa es que lo consiga) que hagan un parn-tesis en la monotona de su veraneo para

  • disfrutar de diez minutos de lectura tan ligera y amena como comprometida, que una cosa no quita la otra. Adems, lo hago tambin por puro egosmo y siguiendo esa mxima que dice que si el lector se divierte leyendo una crnica es porque el autor tambin se ha divertido o se ha emocionado escribindola.

    As pues, les advierto que no encontrarn aqu ningn artculo sesudo sobre las eleccio-nes catalanas (Montilla! dnde ests este verano?) o el estatuto andaluz, pongamos por caso. Ni tampoco esos cotilleos veranie-gos que se dan en otros lares, entre otras cosas porque aqu, en nuestra Costa, gracias a Dios, se est libre de esa recua de persona-jes y personajillos que son perseguidos por las revistas del corazn cuando no por la Jus-ticia. Y me refiero al caso de Marbella. Gra-cias a un juez granadino que me han dicho que veranea en Salobrea, estn entre rejas personajes como Roca, que tiene la cara ms dura que los sanitarios con su mismo nom-bre.

    La verdad es que a veces siento envidia de otros compaeros con cometidos ms impor-

  • tantes dentro del mundo de la informacin. Por ejemplo, me gustara ser como mi buen amigo Jess Martnez, el colega de Tele 5, que lo han enviado a cubrir la guerra entre israeles y palestinos al Lbano, desde donde transmite todos los das su crnica sobre el conflicto. Pero de todo tiene que haber en la vida del Seor. l informando de la guerra en Oriente Medio y yo de la guerra de las som-brillas. As es la vida.

    Ahora mismo estoy en la playa de San Cristbal, en Almucar. Es la una del medio-da, esa extraa hora en que no sabes si el cuerpo te pide una cerveza o un bao. O de sentarte en un bar a ver la carrera de Frmu-la 1 (la 'alonsomana' y tal). Hoy, uno de agosto, el mejor da del ao para unos y el peor para otros, segn comiencen o acaben sus vacaciones. Viendo uno as de repleta la playa no le entra ms remedio que pensar que el veraneante es un personaje orteguiano que demuestra que la rebelin de las masas no es ms que la aspiracin a una tumbona al lado del mar y que las ideologas se acabaron cuando todos los partidos polticos tienen

  • adeptos en baador con el codo hincado en la barra de un chiringuito. Ya lo dijo alguien, un pas en el que la clase media veranea, jams har una revolucin. Tener un apartamento en la playa no es ms que la sntesis concreta de que la utopa tambin es posible en la par-te baja de la sociedad. Pero fue Umbral el que dio en el clavo cuando dijo que las clases medias en chanclas son capaces de apuntarse a cualquier rgimen.

    Bien, como antes deca, para entender las crnicas hara falta que usted, querido lector, se familiarice con algunos trminos tpicos -y a la vez tpicos- de la Costa Topical, perdn, de la Costa Tropical. SANITEX. Veraneante puramente grana-

    dino. Proviene el trmino de aquellos tiempos en los que el de la capital bajaba a la costa granadina con la comida y los arreos para pasar uno o varios das en la playa. Aqu, en la costa, slo compraba la gaseosa, que por entonces se llamaba Sanitex. An persiste la idea de que el granadino baja a la playa y se tira menos que el portero de un futboln. Por

  • eso hay quien a los 'sanitex' tambin los lla-ma los 'diesel' (porque andan mucho y gastan poco) o los de las tres 'pes' (pipas, peridico y paseo). MARENGOS: Antiguos hombres de la mar

    que han visto cmo los aos han cambiado sus lugares de residencia en los que se gana-ban la vida con la pesca, en bloques de apar-tamentos, pisos, hoteles y dems residencias veraniegas. Odian a los turistas porque estn convencidos de que han venido a quitarle lo nico que tenan: tranquilidad. Algunos se han reconvertido en comerciantes y se ven-gan de los veraneantes dndoles sablazos. CHIRINGUITOS: Son los santuarios de

    los que prefieren baarse por dentro en vez de por fuera. Para ellos -los veraneantes a la fuerza- vienen a ser la esperanza de un vera-neo en toda regla, como la Clnica Barraquer para los enfermos de cataratas o el Santiago Bernabu para los madridistas. Algunos co-menzaron con cuatro caas y un mostrador

  • de lata y hoy son restaurantes de cinco tene-dores. PLAYAS: Hay muchas y muy variadas,

    desde La Rbita a La Herradura. Aunque en realidad todas son una misma. Se componen de arena (hay una variante de piedras), agua (azul, verde o gris segn haya poniente, le-vante o funcione o no el emisario submarino) y medusas (las veraneantes ms populares este verano). Se distinguen tambin por un cuarto factor, como dice Miguel A. Barroso, por una masa (adiposa y plida) que se cuece (sobre toallas y tumbonas) en aceite y grasas protectoras y se refresca en los chiringuitos ms cercanos. ATASCOS: Son algo tan frecuente en

    nuestra costa que apenas nos sorprende. Pero te pones a pensarlo y es para ahorcar a alguien: se puede ir desde Cdiz a Roma en autova excepto el trozo del litoral granadino. Ah es n. Por otra parte, somos los granadi-nos los ms expertos de Europa en conducir entre conos. Tal es el nivel de embotella-

  • miento en nuestra carretera costera que los del Batracio Amarillo, el Gato y compaa, han ideado una campaa para que los grana-dinos reivindiquemos la autova dando boci-nazos. Adems han colgado una pancarta que dice: 'Welcome to Autova Tropical. Felices Atascos'. GUIRIS: Dcese del extranjero que vive en

    nuestra costa. Es al que se le achaca la subi-da tan brutal de los precios de las viviendas en los pueblos pequeos, donde acuden a pasar los ltimos aos de sus vidas. Si usted ve a alguien muy colorado en una playa con el cuerpo embadurnado de protector solar, ese es un guiris. LEVANTE Y PONIENTE: Vientos tpicos

    que te pueden joder una semana de bao en la playa. Dicen que los das de poniente se cuentan por impares y los del levante por pares. Los nicos que los identifican bien son los marengos, los dems los suponen. Son vientos muy odiados por los baistas, por eso hay quien dice que la Costa Tropical est en-

  • tre dos mares, la 'mare' que pari al poniente y la 'mare' que pari al levante. Hay much-sima gente que no los sabe distinguir. Yo, entre ellos.

    Pues bien seores, aceptados estos trmi-nos en los que irn encardinadas (de Crde-nas) las crnicas, ya podemos empezar.

  • I

    Los SANITEX

    Esto de las sombrillas tie-ne mala sombra

    YA tenemos otro motn famoso del que se

    tendr que ocupar la Historia. Est el motn de Esquilache, el del pan, el de los precios y ahora el de las sombrillas el de los 'sanitex'. Ayer lo pudieron leer en este peridico. Al grito de 'que me devuelvan mi sombrilla', decenas de veraneantes se plantaron en el Paseo Martimo de La Herradura para exigir que se les devolviesen los enseres playeros que minutos antes haban retirado los em-

  • pleados del Ayuntamiento. Hasta 'secuestra-ron' un coche de la Polica Municipal.

    -De aqu no nos vamos hasta que venga Benavides y nos d explicaciones -eso decan.

    Juan Manuel de Haro, corresponsal perma-nente en la zona del conflicto, lo resuma as:

    -Esto de las sombrillas tiene mala sombra. Y es que desde un tiempo a esta parte, por

    Almucar funciona una muletilla que ha ad-quirido categora de eslogan, y que dice as: Si vas a Velilla, ten cuidado con la sombri-lla. Tambin han empezado a aparecer pas-quines con el siguiente lema: 'Seora Paca, tenga cuidado con Benavides, que le quita la hamaca'. Yo, por si las moscas, he decidido dejarme la sombrilla en el maletero del co-che. No s si se han dado cuenta que en la fotillo de arriba ya no la llevo.

    Las opiniones sobre el ya ms famoso bando de toda la historia de Almucar -hasta la CNN y Tele 5 han enviado sendos equipos de periodistas para hacer un reporta-je sobre el tema- dependen del lugar de don-de te pille la trinchera. Curro Valls, el ex di-putado del PSOE, se lamentaba:

  • -Pero vamos a ver... qu dao hacen las sombrillas! Cmo si no hubiera otros asuntos ms importantes que atender!

    Francisco Vergara, industrial jubilado y re-sidente en la capital, ve claro que el bando antisombrillas tiene mucho de electoralismo.

    -Si todos nosotros votramos aqu, otro gallo cantara. Seguro que entonces no se atrevera.

    Tambin los hay que pasan del tema y que prefieren no pronunciarse. Hago una encues-ta de urgencia en el chiringuito 'La Sardina', donde mucha gente importante va a comer, y recojo las siguientes opiniones:

    Jos Montilla, ministro de Comercio y Tu-rismo:

    -Hombre, si esa costumbre de plantar sombrillas antes no acarreaba problemas y ahora s....

    Juan Santaella, diputado por el PP: -Pues mira, si te digo la verdad, ni me lo

    he planteado. Federico Lpez, ejecutivo de IBM: -Puf, si no hay otra cosa de qu hablar...

    Pues est bien el tema.

  • Sin embargo los lugareos, en general, s estn de acuerdo con el bando. Escuchen lo que dice Rafael Cabrera, de La Herradura de toda la vida:

    -Yo no es que sea 'patapollo', pero veo bien esa medida. Creo que est mal eso de que plantes la sombrilla para pillar sitio y te largues. La playa es para todos y no para los que tienen su apartamento aqu y vienen una vez al ao.

    Paco el marengo, que sienta ctedra en el poyo que hay en la Caja Rural, lo dice de otra forma:

    -Esto de los 'sanitex' tiene riles. Se tiran un porrn de tiempo en la carretera 'pa' bajar a baarse porque no hay autova, y no pro-testan. Se tragan 'toa' la mierda cuando los emisarios no funcionan y se aguantan. Ahora, le quitas la sombrilla... y ya ves, se la la de San Quintn.

    Lo que dice Paco no deja de tener su lgi-ca. Pienso que si por algo deberamos de pro-testar en serio es por esos atascos que todos los das padecemos los que queremos disfru-tar de la playa. El viernes mismo tuve que

  • subir a la capital y al regresar me dije: voy a irme muy de noche, cuando no haya nadie. Sal a las once de la noche y... zas!, atasco que te cri. No hay manera. Yo tengo una teora. A ver qu les parece. Creo que los polticos (todos en general y nadie en particu-lar), en este caso de la reivindicacin de la autova, han sido poco previsores. Nunca se imaginaban que un da, convertidos ya en 'sanitex', iban a tener que aguantar estas colas. Si no, hubiesen hecho algo. Por aqu veranean polticos y ex polticos de todas las cataduras e ideologas posibles: Clara Aguile-ra, lvarez de la Chica, Santaella Porras, Cu-rro Valls, Vida Soria, Pedro Julin Lara, Guti-rrez Terrn, Antonio Jara, Antonio Milln, Snchez Alczar, Jos Antonio Delgado, Mar-tnez Soriano... Todos tenan que haber sido ms previsores y ahora no se veran sufrien-do en sus propias carnes los atascos que un da pudieron evitar. Como aquel poltico im-portante con fama de previsor -y ahora viene la ancdota- que un da tuvo que salir a la calle para ver cmo estaba la situacin en las escuelas y en la crcel de la ciudad. Primero

  • visit las escuelas y al llegar a la primera, el director, aprovechando la ocasin que se le presentaba, le comunic las carencias del colegio. Y, cmo no, le pidi dinero. El poltico tom nota de cada anomala y despus de meditar largo rato le dijo al director:

    -Querido director, tu labor es encomiable, pues con la carencia de medios que tienes ests sacando las cosas adelante y mereces todo mi respeto. Pero sabes que hay unas prioridades y unos presupuestos que cumplir. T no te preocupes que aunque ahora no pueda, ten seguro que cuando tengamos algo disponible ser para tu colegio.

    El poltico importante fue dejando el mis-mo mensaje en todos los centros educativos que visit. Cuando le toc el turno al recinto penitenciario, el director del mismo le tena hecha una lista con las carencias del estable-cimiento. Le peda dinero para comprar tele-visores para cada celda, para ordenadores, para una piscina, para habitaciones conforta-bles a fin de que los reclusos pudieran pasar unas horas de intimidad con sus mujeres etc...

  • El poltico se qued pensativo y al final le dijo:

    -De acuerdo, te voy a dar lo que necesites para que realices las mejoras que has pedido.

    Al salir del recinto, el secretario personal del poltico le pregunt a ste:

    -Seor, cmo es posible que no tengamos dinero para ayudar a los nios de los colegios a formar su futuro, el futuro de nuestro pas, lo ms importante que tenemos, y sin em-bargo le haya dado usted todo lo que peda al director de la crcel.

    -S, porque mira, lo que es seguro es que jams volveremos al colegio; pero a la crcel, quin sabe.

  • 'Ahnde pollash' est mi sombrilla?

    Podra ser la cancin del verano de la ON-

    CE. El ttulo ya se lo ha dado Manolo Pedrei-ra, nuestro hombre en Motril. 'Ahnde po-llash' est mi sombrilla?, preguntara un 'pringao' con entonacin en re bemol. Y otro le respondera: Estar en Sevilla? O tal vez en Velilla?

    No es la cancin del verano pero s el tema que ms est dando que hablar. Que se lo pregunten a Juan Carlos Benavides, a saber alcalde de Almucar, que lo llamaron a las cinco de la madrugada de una emisora de radio nacional para entrevistarlo sobre el te-ma. O que se lo digan a Antonio Cabrera, que vino de un pueblo de Jan, se fue a echar la siesta y cuando volvi los empleados munici-pales le haban quitado la sombrilla. Antonio dice que fue al cuartelillo a denunciar la des-aparicin de su parasol. Es que hay un ban-

  • do que prohbe dejar las sombrillas sin due-os debajo, le dijeron. Un bando? Lo que hay es una banda, pero la de Al Bab y los cuarenta ladrones, le contest Antonio. On-ce aos lleva veraneando en Almucar. Su mujer, Beatriz Agudo, dice que nunca les haba pasado nada parecido. Treinta y seis euros de multa tenamos que pagar. Que se la metan en el culo.

    Me haban dado a elegir para que escribie-ra una crnica bien sobre cmo le ha sentado a la gente el bando antisombrillas del Ayun-tamiento de Almucar o bien sobre el com-portamiento sexual de las chicharras africa-nas en los das de 45 grados a la sombra. Opto por la primera opcin por dos motivos. Primero porque me pilla ms cerca y segundo porque no creo que las chicharras africanas tengan comportamiento sexual. Por lo menos en esta poca del ao en la qu si mueven algo son los litros.

    As que aqu estoy. En La Herradura, que es una playa que limita al norte con el cham-bao de Joaqun y al sur con el chambao de Vicente. Y el chiringuito La Sardina como cen-

  • tro geogrfico. Es domingo y primeros de mes. Los que se van coinciden en la carretera con los que vienen. Son las... doce? Mi reloj no es acutico y lo he dejado en casa. No hay mucha gente. Tampoco muchas sombrillas. El ao pasado era otra cosa. A las ocho de la maana las playas ya se parecan a bosques de 'pinus sombrillerus'. Ibas, plantabas la sombrilla y te ibas al chiringuito o a comprar el peridico. Ahora, con el nuevo bando, te vas y cuando vuelves no est la sombra. Y por supuesto ni la sombrilla. El bando tiene sus defensores y sus detractores. Por ejem-plo, Juan Martnez, que es de Segura de la Sierra, dice que le parece bien, que antes los asiduos se quedaban con los mejores sitios. Un lugareo, Juan Antonio Lpez, nacido y criado en la baha, dice que eso est bien, que hay gente que viene para un mes y se cree que la playa es suya. Jess Garca, el concejal lo dej bien claro cuando habl en 'Gente': No podemos consentirlo porque la playa es de todos y no de los que tienen sombrilla y la plantan a las siete de la maa-na.

  • Manuel Daz, que es de Granada capital, del barrio del Realejo, dice que eso ha sido una putada, un golpe bajo, porque la playa es para quien la madruga y si l llega el primero y coge sitio, pues los dems que se fastidien. Un abuso de autoridad es lo que es, rema-ta. Yo que Juan Carlos Benavides organizara un referndum vinculante sobre el tema, aunque a l lo que le interesa es la opinin de los almuequeros que son los que votan en el municipio. Est usted de acuerdo en que el Ayuntamiento retire las sombrillas, hamacas, toallas, tumbonas y dems utensilios playeros que no estn ocupados? Esa sera la pregun-ta.

    El problema es qu hacer con tanta som-brilla si sale el 's'. Apunto que sera una bue-na idea hacer una subasta al final de la cam-paa y con lo obtenido se podra financiar parte de las dichosas obras del aparcamiento del Altillo.

    Mark Twain dijo sobre la figura del ban-quero que es un seor que nos presta un pa-raguas cuando el sol brilla y nos lo reclama al caer la primera gota de agua. Ahora dicen de

  • los municipales de Almucar que son unos seores que te quitan la sombrilla cuando hace sol y te la devuelven en otoo. Claro, que la Historia es como una destilacin del chismorreo y algn da, los libros seguro que aludirn a este tema. Antonio Riquelme, que es un industrial de Granada, dice que est de acuerdo con el bando, que eso est bien, en-tre otras cosas porque har trabajar la imagi-nacin de sus colegas y ya habr alguien que invente sombrillas con alarmas o sistemas antirrobo incorporado. O sea, que estars tomndote una cerveza, oirs la alarma y saldrs corriendo como si te estuvieran ro-bando el 'beemeuve'. Luego est la opcin abuelo. Consiste que en vez de llevrtelo al hospital durante las vacaciones, te lo traes a la playa y lo sientas debajo de una sombrilla hasta que t vayas a la playa. No creo que Benavides se atreva a llevarse los ancianos. O s? El alcalde dice lo que Oscar Wilde: Que hablen mal de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen.

  • Un sanitex en una casa

    rural

    Este verano decid tomar dos semanitas de

    vacaciones en julio para comenzar a escribir una novela que tengo en mente desde hace aos. Le dije a la parienta que me iba slo porque as me cundira ms. Necesitaba tran-quilidad para mi proyecto, as que alquil a travs de Internet una casa rural. Estoy harto de Salobrea y Almucar, donde no hay sitio para aparcar y donde las aglomeraciones y los ruidos son una constante. La novela no he llegado a empezarla, pero s escrib una espe-cie de diario que ahora les confo: Da 1.- He llegado a mi casa rural. Est

    plena montaa y bastante aislada, que es lo que quera. Aqu estoy estupendamente, ten-go mi coche en la puerta aunque no creo que me haga falta porque no pienso utilizarlo na-da ms que para regresar a mi casa de Gra-

  • nada cuando terminen mis vacaciones. Es un sitio ideal para comenzar mi novela. Da 2.- Como dije ayer, este es un lugar

    privilegiado. Estoy en plena naturaleza. Res-piro oxgeno puro y por las maanas me des-piertan el canto de los pajarillos. Tambin oigo el buclico cantar de los bhos por la noche. No s como hay cazadores que son capaces de matar animalillos de estos. Esto s es vida. No echo de menos en absoluto la playa. Da 3.- Aqu hace tanto fresco que me

    tengo que tapar con una manta por las no-ches. Con la calor que estarn pasando los de la playa! Ni siquiera me hace falta el mvil porque aqu no hay cobertura. Tampoco hay televisor, ni falta que hace. Seguramente maana o pasado comienzo a escribir. Da 4.- He decidido hacerme yo las comi-

    das. Sern todas ecolgicas. Ya est bien de la carne y pescado. Me han dicho que cada dos o tres das viene por aqu un hortelano vendiendo frutas y verduras. A partir de hoy todo ser natural. Nada de cerveza ni vino.

  • Voy aprovechar estas vacaciones tambin para desengrasarme un poco. Da 5.- Ha venido por aqu el hortelano. Es

    un tipo estupendo. Hemos estados charlando de todo. Esto tiene la naturaleza, que fomen-ta las relaciones humanas. Creo que nos hemos hecho muy amiguetes. Le he compra-do diez lechugas, varios kilos de tomates, diez kilos de berenjenas, cinco kilos de agua-cates y tres kilos de chirimoyos. Hoy mismo comienzo mi dieta a base de frutas y verdu-ras. No he empezado mi novela. Creo que a esto se llama pereza. Da 6.- Hoy he andado veinte kilmetros

    (diez de ida y diez de vuelta), hasta el pueblo ms cercano. He comprado pan de molde integral y todos los condimentos para las en-saladas que me voy a hacer. Tambin varios litros de agua de Lanjarn. Me he cansado un poco porque llevaba muchas bolsas, pero ha valido la pena porque llevaba mucho tiempo sin andar tanto. La prxima vez creo que ir en coche. Estoy tan cansado que he decidido posponer mi novela para la semana que vie-ne.

  • Da 7.- Anoche me acost tarde. Estuve leyendo porque estaba un poco aburrido. Te-na que ir al pueblo pero segua cansado por-que me tir todo el da limpiando el coche, que en diez das que estoy aqu los dichosos pjaros le han echado ms de cien cagadas encima. Lo puse debajo de una higuera y voy a ver si maana lo cambio de sitio. Da 8.- Los hijos de puta de los bhos no

    me han dejado dormir en toda la noche. Cuando se callaron vinieron los mosquitos. Esta maana iba a ir al pueblo a comprar unos tapones de cera para los odos y un re-pelente para insectos, pero el coche no me arranca. Creo que se me ha agotado la bate-ra. No puedo avisar a nadie porque aqu el mvil no tiene cobertura. Menos mal que creo que maana pasa por aqu el hortelano. Da 9.- No ha pasado el cabrn del horte-

    lano. Me estoy desesperando. No me concen-tro en la lectura porque tengo una ligera mo-lestia en el estmago. Creo que es el princi-pio de una gastroenteritis. Tambin me han salido unas ronchas por todo el cuerpo incre-bles de gordas. Los mosquitos aqu son como

  • elefantes de grandes. Tampoco me apetece andar. Y estoy hasta las narices de los bhos. Si tuviera una escopeta a mano....

    Da 10.- Tengo una diarrea espantosa. Me paso casi todo el da en el vter. Creo que es del chirimoyo que estaba un poco podrido. Me ech pastillas para la cabeza pero no salvaco-lina ni tanarget. Si al menos tuviera una tele chiquitilla o el ordenador para entretener-me... Menos mal que hoy ha pasado el horte-lano y le he pedido que venga el mecnico y que me traiga los tapones para los odos, el 'autam' y las pastillas de salvacolina. El hor-telano me ha dicho que tengo mala cara. Si lo sabr yo. Da 11.- Esto ya pasa de castao a oscu-

    ro. Debido al fuerte viento de anoche, se ha ido la luz. Ahora mismo, por ejemplo, estoy escribiendo gracias a unas velas que he en-contrado. La novela ya la empezar otro ao. Da 12.- Hoy ha venido el mecnico y me

    ha arreglado el coche. Me ha puesto una ba-tera nueva y me ha soplado casi doscientos euros por desplazamiento. Dice que esto est muy lejos de la civilizacin y que eso hay que

  • pagarlo. Por cierto, el hijo de puta del horte-lano no le dijo nada al cabrn del mecnico sobre la salvacolina. Da 13.- Llevo todo el da sin apenas co-

    mer. No me fo porque no tengo salvacolina. Tambin estoy a oscuras porque las velas se me han acabado. Adems, estoy hasta los cojones de tomates y lechugas. Quin pillara un espeto de sardinas del Piliki y una 1925 fresquita! Da 14.- Tengo la casa alquilada hasta

    maana pero me voy hoy. Esto es insoporta-ble. Estoy deseando ver gente, comerme un espeto de sardinas y ver a las titis en bikini. Eso s que es vida y no la que he pasado en la mierda de montaas estas. El ao que vie-ne no me ven por un sitio de estos ni hartos de vino.

    Cuando el 'ya nos apaa-remos' se convierte

  • en un lema maldito para el sanitex

    (A raz de contar las experiencias de mis vaca-

    ciones en una casa rural, un amable y desconocido lector me envi una carta en la que me contaba su veraneo en un apartamento de nuestra Costa Tro-pical. Lo alquil para quince das y all se fue con su mujer y sus dos hijos adolescentes. Este hombre esperaba aprovechar sus vacaciones para unir la-zos con sus ms allegados familiares).

    ESTIMADO seor Crdenas. Hace unos d-

    as le en su diario lo que le haba pasado en una casa rural a la que se retir para comen-zar a escribir una novela. Pues bien, debo decirle que yo alquil por quince das un apartamento en la playa para la primera quincena de agosto. Tambin me propuse hacer un diario como usted, que ahora le en-vo para que lo conozcan sus lectores: Da 1. Hoy, da 1, he cogido las vacacio-

    nes. Tengo quince das por delante para pa-sarlo bien con mi mujer y mis dos hijos. Este ao me voy a la playa. He alquilado un pe-queo apartamento en Velilla. No lo he visto

  • todava pero me han dicho en la agencia que est muy bien. Y que slo me va a costar 1.500 euros. Un poco caro, pero bueno... Todo sea por unas vacaciones familiares. Da 2. Ya estamos en el apartamento.

    Hemos tardado slo dos horas en venir desde Granada. Yo me esperaba ms caravana pero slo he tenido que esperar una hora en el azud de Vlez. Hay que comprenderlo porque la gente tiene derecho tambin a las vacacio-nes. Adems, el Gobierno ya ha dicho que est en ello y que dentro de unos dos o tres aos tendremos la autova. Como dijo un amigo, la paciencia es el tiempo que pasa hasta que te cabreas. Y yo no pienso ca-brearme en estas vacaciones. Da 3. El apartamento es ms pequeo

    que lo que esperaba, pero creo que nos apa-aremos. Ese es mi lema: apaarse. Tiene dos habitaciones, as que una es para mi se-ora y para m y otra para mis dos hijos, que este ao los he convencido para que vengan. Tampoco est en primera lnea de playa, co-mo deca en el anuncio. Est a unos trescien-tos metros y cuesta arriba. Pero bueno, me

  • servir para hacer un poco deporte, ya que ltimamente estoy echando mucha barriga. Da 4. Esta maana me ha dicho mi seo-

    ra que maana va a venir con nosotros a pa-sar unos das su madre, o sea, mi suegra. Me ha molestado un poco porque ni siquiera ha contado conmigo. Pero bueno, la pobre tam-bin tiene derecho. Nos apaaremos como sea. Adems, yo a mi suegra la quiero mu-cho. Me ha dicho que es para tres o cuatro das y si es necesario duermo en el sof cama que hay en el saloncito. Por cierto, todava no nos hemos podido baar en la playa porque est plagada de medusas. Da 5. Qu morro tiene mi suegra. Nada

    ms llegar va y me dice que ha invitado tam-bin a pasar este fin de semana a su hijo, o sea, mi cuado, que viene con su seora y con sus tres hijos. Dnde nos vamos a me-ter?, le he preguntado a mi seora en un fue-raparte. Ella me ha respondido con el mismo lema mo: 'Ya nos apaaremos'. Da 6. Anoche lleg mi cuado y su prole.

    He tenido que dormir en la terraza en un col-chn hinchable que me he visto obligado a

  • comprar. Como la terraza es tan chica he tenido que dormir en posicin fetal (adjunto fotografa). Esto comienza a complicarse. Adems, mi seora dice que ya est harta de cocinar para tantos. Que a partir de ahora nos vamos a ir a comer al chiringuito que hay abajo. Da 7. En la comida de hoy me han sopla-

    do casi doscientos euros. A la hora de que el camarero viniera con la cuenta el cara de mi cuado se fue al servicio. Qu casualidad. El nio, uno que es repelente y que cada vez que me cruzo con l me da una patada en las espinillas, me ha roto el mvil. Tambin me ha pinchado la cmara neumtica. Eso no me ha molestado tanto porque ya estaba hasta los mismsimos de bajarla y subirla de la pla-ya. Menos mal que maana se va mi cuado. Da 8. Mi seora suegra se ha puesto ma-

    la. Le ha dado un clico. Le dije que no co-miera tantos melocotones, pero ella no me hizo caso. Dijo que como estaban baratos haba que aprovechar la ocasin. He tenido que llevarla a las urgencias de Motril. El trfi-co estaba horrible. He tardado ms de una

  • hora desde Almucar al hospital y ms de dos en hacer el recorrido contrario. Y estos hijoputas del Gobierno sin hacer la autova. Maldita sea su estampa. Menos mal que se ha ido mi cuado y sus tres repelentes retoos. Da 9. Mis hijos me han dicho que ya no

    aguantan ms, que se van a la casa de Gra-nada. Quizs sea lo mejor porque tienen siempre una carn de narices. Yo esperaba estas vacaciones para hablar con ellos porque he notado que me estoy distanciando, pero cada vez que comenzaba una conversacin me miraban con cara de lstima. Les he dicho que se pueden ir a frer esprragos. Me han pedido dinero pero yo no se lo he dado. Hemos tenido una bronca terrible. Da 10. Mi suegra, que vino para tres o

    cuatro das, dice que se queda con nosotros hasta el final. Como se ha quedado vaca las habitacin de los nios, mi esposa ha invitado a su otra hermana, que es viuda y dice que la pobre nunca ha salido del pueblo. Cuando llegue a Granada tendr que ir al mdico por-que desde que duermo en el sof tengo unos dolores de espalda terribles.

  • Da 11. Han llamado mis hijos. Dice que en la casa de Granada hubo un cortocircuito y que se ha desperdiciado toda la comida que tenamos en el congelador. Tambin me cuentan que no funciona la televisin. Y que las macetas se han secado todas. Estos hijos de su madre slo me llaman para darme ma-las noticias. Da 12. Se acaba la quincena y todava no

    he podido baarme en condiciones en la pla-ya. Despus de la plaga de medusas vino el poniente. Y despus el levante. Mi cuada se ha empeado en cenar en un restaurante en el que cobran dieciocho euros por un espeto de sardinas. A tres euros la sardina. Cuando iba ella a pagar la cuenta, mi mujer me mir y me dijo: No permitirs que pague mi her-mana, no? Total, otros doscientos euros que se me han ido. Da 13. He metido mi tarjeta en el cajero

    para ver el saldo que me quedaba en la cuen-ta, y me la ha escupido. Segn el extracto, a partir de ahora todo lo que compre ser a crdito. Se lo he dicho a mi mujer y ella me

  • ha contestado: 'Ya nos apaaremos'. Dios mo! Cmo odio esa frase! Da 14. Menos mal que esto se acaba.

    Dentro de un par de das estar en el bar que hay debajo de mi casa, que tiene aire acondi-cionado y no entran las moscas. Eso son va-caciones ni pollas.

    La quincena del rodrguez

    Estimado seor Crdenas. Yo tambin he

    ledo lo que le ocurri cuando se fue a una casa rural de vacaciones. Igualmente le el diario de ese lector que alquil quince das un apartamento en Velilla porque quera aprove-char las vacaciones para anudar lazos familia-res. Lo mo tambin tiene que ver con las vacaciones, pero desde la otra trinchera, desde la trinchera de los que se quedan. He estado doce das de 'rodrguez' y al final, para no ser menos, yo tambin he escrito un dia-rio.

  • Da 1. Por fin se han largado. Me he que-dado solo en casa, como aquel nio de la fa-mosa pelcula. Mi mujer y mis dos hijos se han ido al apartamento que tenemos en La Mamola. Me apetece mucho hacer lo que quiera en la casa sin que me regae mi mujer o que mis hijos se hagan dueos del mando a distancia. Me han dejado aqu al perro, pero bueno, ese no me grue ni me quita el man-do de la tele. Da 2. Voy a organizarme porque estoy

    seguro que todo consiste en organizarse bien. No entiendo a mi mujer que siempre se est quejando de que no tiene tiempo para nada. Lo que voy hacer es levantarme todos los das un poco ms temprano para hacer la cama, pasar la aspiradora y regar las plantas. Luego, cuando salga de la oficina, har la compra. Por la noche le dar una vuelta al perro y me pondr a ver la tele. Me voy a hinchar de ver Eurosport. Alguna vez que otra saldr por la noche. Seguramente hasta ligo. Da 3. He preparado un programa de acti-

    vidades y s exactamente a que hora me le-

  • vantar, cunto tardar en ducharme y arre-glarme y cuanto en preparar el desayuno. Tambin he calculado el nmero total de horas que me llevar lavar los platos, regar las plantas, sacar a pasear al perro, pasar la aspiradora, ir de compras y cocinar. Me he dado cuenta de que me queda mucho tiempo para hacer lo que quiera. No s por qu las mujeres hacen que el trabajo domstico pa-rezca tan complicado. Da 4. Estoy comiendo de puta madre.

    Hoy he frito un kilo de chuletitas de cordero y le he dado cuatro o cinco al perro. Puse en la mesa un bonito mantel, una vela y un florero con rosas para crear un ambiente agradable. De postre le serv flan. Yo tom un poco de vino gran reserva y me fum un habano. Es-toy tan a gusto en casa que no me apetece salir por la noche. Da 5. Debo rehacer mi programa, creo

    que necesita algunos ajustes menores. Le he explicado al perro que, desde luego, no todos los das va a comer chuletas. En el desayuno me he dado cuenta de que el zumo de naran-ja hecho en casa tiene un inconveniente: hay

  • que lavar el exprimidor. Una solucin es pre-parar zumo para dos das. Definitivamente, no pienso pasar la aspiradora todos los das, como quera mi mujer; pasarla cada tres das es ms que suficiente. La clave est en usar zapatillas para estar en casa y limpiarle las patas al perro. Por lo dems, me encuentro de maravilla. Da 6. Entre el trabajo domstico y el de

    la oficina, no tuve tiempo ni de sacar al pe-rro. Empiezo a creer que los quehaceres do-msticos llevan ms tiempo del que me haba imaginado. Por lo pronto ya no har ms la cama ni limpiar todos los das como me haba propuesto. No todo consiste en limpiar ms, sino en ensuciar menos. Por la noche sal. Estuve en tres bares y despus me fui a un pub a tomarme un cubata. Estuve un poco solo pero, como dice el refrn, el buey suelto bien se lame. Otro da intentar ligar. Da 7. Tendr que reconsiderar mi estra-

    tegia. Ya no cocinar ms. Cerca de mi casa hay un asadero de pollos. En cuanto al perro, que se coma los huesos del pollo o la comida en lata que le he comprado. Anoche me mir

  • con cara de repugnancia porque l se las prometa ms felices conmigo. Pero si yo ten-go que conformarme con comida preparada, l tambin puede hacerlo. Descubrimiento: es absurdo usar un plato limpio en cada comida. Lavar los platos tan a menudo empieza a po-nerme los nervios de punta. Da 8. No ms jugo de naranja. Como

    puede ensuciar tanto una fruta que parece tan inocente? Descubrimiento: he conseguido salir de la cama sin desarreglar casi las saba-nas. Desde luego, hacer esto requiere prcti-ca y no puede uno moverse mucho mientras duerme. Tengo la espalda dolorida, pero una ducha caliente me dejar como nuevo. He dejado de afeitarme todos los das, pues me parece un desperdicio de tiempo; adems, as gano unos minutos muy valiosos que mi mu-jer nunca pierde porque a ella no le sale bar-ba ni bigote. Nota: he llegado a la conclusin de que no hace falta pasar la aspiradora ms que una vez a la semana. Pollo asado en la comida y en la cena. Da 9. Ya no hago jugos por las maanas

    porque desayuno en el bar. Tampoco pongo

  • platos con el pollo porque como directamente en el envase en el que me lo dan. Bebo agua directamente de la botella. Por fin dejar de sentirme como un lavavajillas. He decidido no limpiar ms el suelo de la cocina. Esta tarea, al igual que hacer la cama, me pona los ner-vios de punta. He salido hoy tambin por la noche, pero nada. Ligar es ms difcil de lo que yo crea. Creo que he perdido prctica. Llegu completamente borracho a mi casa. La vecina me vio y me dijo que se lo iba a decir a mi mujer. Yo le hice un corte de mangas. De eso es de lo nico que me acuerdo. Da 10. Me he levantado con un dolor te-

    rrible de cabeza. Es de la resaca. Llam a la oficina para decir que estaba enfermo y que no poda ir. Me he levantado, he visto como estaba la casa de sucia y me he acostado otra vez. Me he pasado todo el da en la ca-ma. El perro est que se tira. Se me en la maceta y yo le reprend: Acaso te has credo que soy tu criado? Que curioso!, de pronto me di cuenta que mi mujer a veces me habla as. Hablando de macetas, se me han secado

  • casi todas. Con tanto trajn se me olvid re-garlas. Da 11. Hoy me toca afeitarme, pero no

    tengo ganas de hacerlo. Cada da ms me parezco a un indigente. Mi mujer me ha lla-mado por telfono y me ha preguntado si haba limpiado las ventanas y el balcn. Yo solt una carcajada histrica y le dije que no tena tiempo para esas cosas. Hay un desper-fecto en el bao: el desage est atascado de un hueso de pollo, pero no me preocupa mu-cho porque he dejado de ducharme. Me han salido unos bultos sospechosos en las espal-das. Yo creo que pueden ser las alas de tanto pollo que como. Estoy hecho un asco. Llevo sin ver al perro desde que le rega por mearse en las macetas. Creo que se ha ido de casa. Echo de menos a mi mujer y a mis hijos. Quin pudiera estar en la playa con ellos! Menos mal que maana vuelven.

  • Los vecinos del apartamen-to de la playa

    suelen ser la mar de simpti-cos

    Dice un amigo que tengo que en baador todos somos ms simpticos y agradables, y mucho ms propensos a decir esos buenos das que negamos a los vecinos de nuestra residencia habitual. Por eso muchos propieta-rios de apartamentos valoran ms a sus veci-nos playeros, aqullos a los que suelen ver una vez al ao. Aqu y durante el veraneo, se destapa nuestra esencia pueblerina.

    No hay que tomarse la vida muy en serio porque de todas formas no vamos a salir vi-vos de ella. Eso lo dijo Bernard de Fontenelle. Y eso mismo les digo yo a ustedes. Por eso hoy me he propuesto quitarles las telaraas de sus ojos hacindoles que muevan los 42 msculos de su entorno facial, que son los msculos que trabajan cuando uno sonre, mientras que slo se requieren cuatro mscu-

  • los para extender un dedo y decirle a alguien que deje de joder. Adems, siempre es mejor comenzar el da con una sonrisa, as que all va un chiste que nos puede introducir en el tema que vamos a tratar hoy: los vecinos del apartamento de la playa.

    Tras haber pasado el da en la playa, un hombre se va a duchar en el momento en que su joven y bella esposa est terminando de hacerlo. En ese preciso instante suena el timbre de la puerta de la calle. Despus de unos segundos de duda, ambos deciden que ella ir a atender la llamada, por lo cual se envuelve en un toalla muy grande que le deja desnudos slo los hombros. Al abrir la puerta se encuentra con su vecino de apartamento. El hombre se queda anonadado ante tanta belleza: su pelo mojado, sus ojos vivos, las gotas de agua en su cuerpo morenazo... Des-pus de la primera impresin, el vecino le dice:

    -Le doy quinientos euros si deja caer la toalla al suelo.

    Ella piensa unos segundos. Al final se deci-de: deja caer la toalla y queda en cueros vi-

  • vos frente al vecino. Despus de unos segun-dos ms, ste mete la mano en el bolsillo, saca quinientos euros, se los entrega y acto seguido da media vuelta y se va. An con-fundida, la mujer cierra la puerta rpidamen-te, se envuelve otra vez en la toalla y regresa al bao a secarse el cabello. Cuando llega su marido le pregunta quin era el que haba tocado el timbre.

    -El vecino de al lado -respondi ella. -Te ha dado quinientos euros? La mujer se queda de una pieza y un poco

    asustada le dice que s. El marido le contesta: -Genial! Se nota que el nuevo vecino es

    un tipo honrado. Ayer le prest quinientos euros y me dijo que hoy sin falta vendra a trarmelos.

    Y ahora vamos a lo que vamos. Hoy les voy a hablar de los vecinos de apartamentos playeros. Son la mar de simpticos, segura-mente porque estn cerca de ella (de la mar). Un amigo mo tiene la teora de que en baa-dor todo el mundo es ms agradable y te da los buenos das y las buenas tardes con ms facilidad que cuando ests en la gran ciudad.

  • No pasa como esos vecinos que tienes en tu residencia habitual, que miran para el suelo cuando pasas por su lado para ahorrarse el saludo. La esencia de la capital cambia el espritu humano y ha creado una manera de ser cuya sustancia es el recelo. No queremos saber nada de aquellos que viven al lado de nuestra casa o en nuestro mismo bloque de pisos. Llegamos incluso a desconfiar de ese que da muchas muestras de amabilidad y enseguida le achacamos intenciones ocultas a aquel que es capaz de dirigirse a nosotros con cierto agrado o afecto. El anonimato que perseguimos en la gran ciudad nos ha con-vertido en personas que utilizamos mscaras para ocultarnos de nosotros mismos.

    En los pueblos costeros y durante el vera-neo, la cosa es diferente. Aqu no cuesta tra-bajo alguno saludar a la gente, hablar con ella en la playa o en la barra del chiringuito. Parece como si el agua de la mar nos hiciera ms simpticos y ms curiosos, porque aqu enseguida queremos saber quin coo es nuestro vecino, dnde vive habitualmente, en dnde trabaja y si tiene un hijo o hija en

  • edad casadera. Hay muchos vecinos de apar-tamentos playeros que se ven slo una vez al ao, siempre en estas mismas fechas, y en-seguida se ponen al corriente de todo lo que les ha pasado el resto del ao.

    -En enero me tuvieron que operar de la vescula y en agosto nuestro hijo el mayor se separ de la mujer.

    -Pues nuestra hija ya ha terminado la ca-rrera de Biolgicas y Pepe, mi marido, tiene que ir en septiembre a hacerse un anlisis de la prstata.

    Son esos vecinos a los que eres capaz de contarle tus intimidades y cosas que no seras capaz de contarles a los que les ves el careto todo el ao. Yo creo que a eso venimos a veranear a la Costa Tropical, porque aqu aoramos darle los buenos das a alguien y porque el tiempo que estamos en pantaln corto nos permite volver a nuestra esencia pueblerina, chismes incluidos.

    Eso s, tenga cuidado con los nuevos veci-nos, no les vaya a salir uno tan vivo como el de chiste.

  • Detrs de cada gran hom-bre siempre hay una mujer que lo manda al supermer-

    cado Llega un momento en el veraneo en que la

    parienta te obliga a que vayas a un super-mercado a tirar del carrito de la compra.

    -No tienes nada que hacer hoy? Pues co-ge el coche y te acercas al Mercadona.

    Y es que lo mismo que detrs de cada gran hombre siempre hay una mujer que le mete prisa, detrs de cada hombre que veranea siempre hay una mujer que lo manda al su-permercado. Yo, la verdad, cuando me man-da no le pongo demasiadas pegas, ms que nada porque los supermercados y grandes almacenes suelen ser sitios donde hay buen aire acondicionado. Se puede pasar un buen rato, adems de que comprar es una gran terapia: cura las depresiones y ayuda a so-brevivir. Sobre todo si lo que vas a comprar

  • son cinco kilos de patatas, dos docenas de huevos y seis cartones de leche. Vamos, que prefiero eso, comprar patatas y huevos, que estar debajo de una sombrilla a 40 grados a la sombra. Por otra parte, no entiendo a la gente que se pasa la vida atacando el consu-mismo. Y no porque piense que los defectos que menos toleramos en los dems son nues-tros propios defectos, es porque no entiendo que consumir sea un defecto. Que yo sepa, slo es una fuente de problemas, sobre todo si en vez de la leche de la marca Tal que te ha pedido la parienta se la llevas de la marca Cual. Adems, estoy seguro de que a esos grandes centros de la compra acude mucha gente que no va a consumir nada, sino a re-fugiarse del bochorno en esos das en que las ciudades se convierten en microondas y que hace tanto calor que no hace falta rascar los fsforos contra del filo de la caja para que se encienden solos.

    -Dnde vas a estar mejor que aqu? Eso s, esto estara cojonudo si pusieran bancos para que pudiramos descansar de vez en cuando -me dijo un jubilado que pasaba parte

  • de las maanas veraniegas en el Alcampo de Motril-.

    Luego estn los que yo llamo "dilatantes", gente que dilata mucho las compras porque sabe que afuera hace un calor de narices. El otro da vi a un seor que coga una bolsa con zanahorias, la miraba atentamente y la soltaba. Luego coga otra... y otra.... Acaso no todas las zanahorias son iguales? Estaba claro: aquello era una maniobra de despiste para mantenerse al salvo del calor. Despus me fui a la seccin de charcutera e igual. Una seora con pareo rosa miraba y remiraba los salchichones de la misma marca. Acaso no todos los salchichones de la misma marca son iguales?

    -Sabe lo que hacen algunos? Cogen un carro, se van por las estanteras cogiendo cosas y cuando lo tienen lleno, lo dejan en cualquier sitio y se largan con las manos va-cas. La de carros llenos que nos encontra-mos todos los das que no tienen cliente! -me dijo el otro Da la cajera de un dem.

    Y es que hay mucha gente que le pasa como a m y como a Woody Allen, que dijo en

  • una pelcula aquello de si me dan a elegir entre el Papa y el aire acondicionado, elijo el aire acondicionado. Por cierto, en esa pel-cula ("Desmontando a Harry" hay un dilogo genial entre Harry y el demonio:

    Diablo: Bien, Harry, sintate. Quieres que ponga el aire acondicionado?

    Harry: Tienes aqu abajo aire acondicio-nado?

    Diablo: Claro! Jode la capa de ozono. En fin, gente que tiene a Willis Carrier (el

    cientfico que ide el primer sistema para acondicionar el aire) como el mejor inventor de todos los tiempos y que le teme tanto al calor que cuando sale a la calle su cerebro puede exclamar slo dos palabras: aire acon-dicionado.

    Eso s, est demostrado que el aire acon-dicionado, adems de crear adiccin, a veces nos hace sugestionarnos con respecto a la temperatura. Como aquella seora que esta-ba en un restaurante y le dice al camarero.

    -Hace mucho calor, podra subir el aire acondicionado.

  • -Ahora mismo, seora -le responde el ca-marero.

    A los pocos minutos, la seora se dirige de nuevo al camarero y le dice:

    -Ahora tengo un poco de fro y no puedo disfrutar de la comida. Podra bajar el aire acondicionado?

    -Ahora mismo, seora. As cuatro o cinco veces ms. Hasta que

    un cliente que ha visto todas las maniobras, le dice al camarero:

    -Mire, hace rato que le estoy mirando, y no s cmo puede tener tanta paciencia para tratar con esa mujer. Que si sube el aire, que si baja el aire...

    A lo que el camarero le responde: -No se preocupe. Para m no es ningn

    problema. No tenemos aire acondicionado.

    El autntico "sanitex" siempre encuentra una par-tida de domin en el camino

  • El domin, un juego que inventaron los

    chinos, es practicado en agosto por miles de veraneantes que no saben si el agua del mar est fra o caliente, pero que son maestros en ahorcar el seis doble. Gente que llama "la viagra" al pito doble y que dicen que el domi-n es como hacer el amor porque si no tie-nes una buena pareja, ms vale que tengas una buena mano. El verdadero sanitex -el que va a la playa pero no se baa nunca- siempre encuentra una partida en el camino.

    Hay una ancdota sobre el mtico jugador de ftbol George Best. Se compr un casa al lado del mar. Pero en el camino a la casa haba una taberna. Cada vez que iba a la ca-sa se detena en la taberna. Nunca lleg a ver el mar.

    Algo parecido les pasa a cientos, a miles, de veraneantes que vienen todos los aos a la Costa de Granada. El autntico "sanitex" es el que va a la playa pero no se baa nunca. Y nunca llega al bar porque siempre encuentra

  • una partida de domin o de cartas en el ca-mino.

    -Esto es una cosa mala. Aqu todos los das hay entre 15 y 20 mesas con gente jugando al domin o al "pelo". Hay das tranquilos pero hay otros en que discuten mucho y las voces llegan hasta Motril.

    Eso dice Alberto, el camarero del bar del hotel San Cristbal, el "Wembley" del domi-n.

    Y es que todas las maanas, cuando son las once de la maana (despus del desayu-no) o las seis de la tarde (despus de la sies-ta), a muchos "sanitex" les hierve la sangre, se sienten intranquilos, se ponen nerviosos... La partida es como una droga para ellos que no tienen ms remedio que consumir.

    El "sanitex" Pepe Santiago, que tiene un apartamento en Salobrea desde hace 20 aos, lleva a gala no haberse baado en el mar en todo ese tiempo nada ms que dos veces: Una, el da en que llegu y otra por-que me ca de una lancha.

    Cuando se le pregunta por su presunta ra-reza conductual siempre responde lo mismo:

  • -Acaso se me ha perdido a m algo en la playa?

    Pepe, que es funcionario de la Junta, se pasa sus treinta das de vacaciones jugando al domin en un bar de Velilla. El ruido que hacen las fichas sobre la mesa son para l como la "novena" de Beethoven para un me-lmano o el sonido de un motor de frmula uno para un "alonsomanaco". De las veinti-cuatro horas que tiene el da al menos diez se las pasa jugando a poner fichas y a adivinar cules son las que lleva el contrario.

    -Eso son jornadas intensivas y no las que hago yo en el trabajo, me dijo en plan sorna el otro da cuando me lo encontr a punto de ahorcar el seis doble.

    Pepe estaba con sus amigotes de siempre en el bar de siempre y en la mesa de siempre pasando el veraneo de siempre, que no es otro que el de jugar al domin.

    -Sabes como le llamamos a la blanca do-ble?

    -Ni idea. -La viagra. Por lo del pito doble.

  • Pepe es un autntico catedrtico y dice que el domin es como hacer el amor: Si no tienes una buena pareja ms vale que tengas una buena mano.

    Irineo Aneas, que es de Granada y vera-nea desde hace quince aos en La Herradura, me dice lo mismo. Que sus verdaderas vaca-ciones empiezan cuando su esposa se va a tomar el sol a la playa y l se busca una pa-reja... pero para jugar al domin.

    -Ella es feliz tomando el sol, algo que a m no me gusta, y yo jugando al domin -explica.

    No hace falta pues ser un socilogo para comprobar que el veraneo de la Costa est lleno de seores que odian el bao en la pla-ya pero que aman ese juego que naci en China hace mil aos y que dicen que invent un mudo.

    -Tena yo mono de domin. Lo que pasa es que cada da es ms difcil encontrar un sitio como ste donde dejen jugar. Hay bares que no quieren porque dicen que muchos se tiran toda la tarde jugando y slo consumen un caf. Y claro, eso no es rentable. Aunque los

  • que venimos slo en verano s que consumi-mos -comenta un "sanitex" en el "Wembley" del domin, donde todas las tardes hacen alardes de su sabidura dominosstica "sani-tex" ilustres como Antonio Camacho (ex al-calde de Granada), Luis Martnez (ex futbolis-ta del Granada C.F.), Jos Ziga, el ingenie-ro inventor de la "teora de Claudn" y el due-o de la librera cientfica Fleming, Jos Anto-nio Albadalejo.

    En agosto, todos al domin. La ancdota del ejecutivo que que-

    ra ensear a ganar dinero a un pes-cador

    Una de las preguntas que se hacen muchos veraneantes cuando estn tumbados en una hamaca es si vale la pena seguir batallando en la vida, intentando juntar dinero y bienes materiales para conse-guir algo que a veces ya tienen los ms humildes. Perdonen que hoy me ponga un poco trascendente y metafrico en plan Paulo Coelho, pero de vez en cuando conviene recordar que la vida no slo tiene el color que se ve a travs del cristal de una jarra de cerveza.

    VOY a contarles hoy la ancdota del pescador y el ejecutivo, que es muy aleccionadora para los que

  • venimos a veranear a la costa. Porque eso s, yo no he venido aqu a trabajar, he venido a veranear, y de paso me entretengo escribindoles a ustedes estas croniquillas veraniegas. No lo digo yo, lo dijo ayer en su columna Rafael Lpez. A lo que le voy a con-testar con aquello que le dijo el rbitro Mejuto (fue ese?) al juez de lnea que haba visto un penalti del que nadie se haba dado cuenta: Rafa! No me jodas!. Expresin sta que, en este caso, puede ser interpretada de dos maneras: 'Rafanomejodas' que como sigas por ese camino me desmontas el chirin-guito. O 'Rafanomejodas' que el ao que viene te bajas t a la Costa y las crnicas las haces t con los.... puntos suspensivos. Pero bueno, vamos a lo que vamos que se nos va el da y el espacio que hoy tengo es poco. Les deca que les iba a contar una ancdota sobre un importan-te ejecutivo y un humilde pescador. Pues resulta que un ejecutivo que estaba veranean-do en la Costa Tropical, se fue un da a la lonja de Motril a ver entrar el pescado y asistir a la subasta que all se hace todas las tardes. Estaba paseando por el muelle cuando vio venir a una pequea barca con un pescador de mediana edad. Dentro de la bar-

  • ca y entre las cajas de hielo venan unos treinta kilos de sardinas, dos o tres pulpos y varias cigalas de gran tamao. El ejecutivo elogi al pescador por la calidad del producto y le pregunt cunto tiempo le haba tomado pescarlos. El pescador respondi que slo tres horas. El ejecutivo le pregunt por qu no permaneca ms tiempo en el mar y sacaba ms pescado. El pescador dijo que l tena lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El ejecutivo le pregunt entonces qu haca con el resto de su tiempo. -Duermo hasta tarde, me doy un paseo hasta la hora de las caas. Despus de comer practico la siesta con mi seora y por la tarde salgo un rato a pescar. Por la noche me voy con los amiguetes otra vez al bar, donde charlamos hasta muy tarde y nos conta-mos chistes. Creo que tengo una vida agradable y ocupada. No me aburro. A lo que el ejecutivo le respondi: -Mira, yo he estudiando en Deusto y tengo varios mster en Economa. Yo podra ayudarte. Deberas gastar ms tiempo en la pesca y, con los ingresos, comprar un bote ms grande y, con los ingresos del bote ms grande, podras comprar varios botes.

  • Eventualmente tendras una flota de botes pesque-ros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podras hacer directamente a un distribuidor y, eventualmente, abrir tu propia distribuidora. Deber-as controlar la produccin, el procesamiento y la distribucin. Y, por ltimo, deberas salir de este pueblo e irte a la capital, donde manejaras tu em-presa en expansin. El pescador le pregunt: -Pero cunto tiempo tardara todo eso? A lo cual respondi el ejecutivo: -Entre 15 y 20 aos. -Y luego qu? -pregunt el pescador. El ejecutivo se ri y dijo que esa era la mejor parte. -Cuando llegue la hora deberas vender las acciones de tu empresa. Te volvers rico. Tendrs millones. -Millones...? Y luego qu? -Luego te puedes retirar. Te mudas a un pueblo en la costa donde puedes dormir hasta tarde, dar un paseo hasta la hora de las caas, echar la siesta con tu se-ora, salir a pescar por las tardes y pasar las noches en un bar con los amigos charlando y contando chis-tes. Pescadores

  • Me acord de esta ancdota el otro da cuando vi a los pescadores de la fotografa que ilustra esta crni-ca. Iban a la mar la mar de contentos-y bendita sea aqu la redundancia-. Se les vea satisfechos y sus rostros no reflejaban ninguna preocupacin del ma-ana: slo la del presente. Nosotros, los veraneantes (Rafanomejodas que me desmontas el chiringuito), venimos unos pocos das a desprendernos de la ruti-na del resto del ao intentando parecernos a esos pescadores. Tenemos la felicidad al alcance de nues-tra mano, pero a veces no la vemos. Como la fbula de Monterroso: Es cierto -dijo mecnicamente el hombre sin quitar la vista de las llamas que ardan en la chimenea-; en el Paraso hay amigos, msica, algunos libros; lo nico malo de irse al Cielo es que all el cielo no se ve. El ejecutivo de la ancdota no se daba cuenta de que estaba luchando y afanndose en ganar dinero para, al final, tener una vida parecida a la del humilde pescador.

  • II

    LOS MARENGOS

    Quin coo es el ladrn de bikinis en Calahonda?

    Dos asuntos de mximo inters me lleva-

    ron hasta Calahonda. El primero estaba rela-cionado con el robo de bikinis de los tendede-ros en una urbanizacin de all. El segundo, que quera conocer a Nelson, el cubano ms famoso de la zona, que est enseando a mover el culo (bailar salsa y dems) a media costa granadina.

    Lo del insistente robo de ropa de bao fe-menina tena su morbo. Me lo cont Francisco Camacho, nuestro comercial en Motril. Me fui

  • all como un loco a investigar el tema. No es que fuera el robo de diamantes de la corona, pero tena su inters. Tal vez patolgico, pero inters al fin y al cabo. Quin puede estar interesado en robar bikinis? Algn coleccio-nista de fetiches? Algn obsesionado con esa prenda tan ertica? Algn gamberro? Algn tieso para poder revenderlos como ropa de segunda mano -perdn, de segunda pelvis-? En fin que era una incgnita y yo consideraba que deba saber algo ms. Y es que a m los bikinis me vuelven tarumba. Desde que vi a Ursula Andress -rubia, macizota y estilizada- salir con esa sucinta prenda de una playa del Caribe huyendo de Sean Connery, en la pri-mera pelcula del agente 007. En aquellos pechos alabastrinos de la actriz nos inspira-mos decenas de veces los de mi generacin a la hora de aquella accin manual que, segn los confesores y mdicos meapilas, reblande-ca la columna vertebral y nos poda dejar tsicos. Nosotros, los que iluminamos nuestra escasa juventud con el bikini de la Ursula -mdulas que hemos gloriosamente ardido (Francisco de Quevedo)-, desde entonces

  • andamos hurfanos y perdidos. De ah mi ahnco por conocer a ese ladrn de bikinis. Pregunt a una mujer de la urbanizacin y enseguida se form un corro.

    -A mi cuada le quitaron uno el otro da. Era verde la parte de abajo y amarillo la de arriba, -dijo una de las vecinas.

    -Pues yo ya he comprado el tercero este verano. Los otros dos volaron.

    -A ver si va a ser el de la tienda el que los roba para hacer negocio... -dijo otra.

    -Mujer... no creo. Debe ser alguien que es-t mal de la chola -dijo una cuarta.

    Total, que me fui de all sin saber quin era tan ertico ladrn de la prenda que ide en 1947 el francs -era francs?- Rard, a poco de la explosin atmica en el atoln Bikini.

    A quin s encontr fue a Nelson Narciso Cadalzo y Garca (por Espaa). En su pub 'El Rincn de la Habana' hay un enorme pster del Che con una leyenda: El deber de todo revolucionario es hacer la revolucin. Eso es lo que l ha hecho, la revolucin. Est todo Calahonda esperando a que l abra el local a

  • las seis de la tarde y se ponga a bailar, a cantar y a servir ccteles como el 'Nomees-treses'. Antes de conocerlo lo llam por tel-fono:

    -Te quiero chaval. Luego nos vemos, -me dijo al despedirse.

    Desde ese momento me cay bien Nelson. Es la primera persona que me ha declarado su amor sin conocerme. Aunque lo que ms me ilusion fue que me llamara chaval. Las historia de este hombre es la historia de una voluntad. Breve biografa: Nacido en La Habana, ya desde pequeo en su casa le no-taron su aptitud para el baile; en ningn sitio se quedaba quieto. Estudi en la Escuela Na-cional de Arte de Cuba y tiene once ttulos de baile. Lleva en Espaa 3 aos, 21 das y 9 horas. Ha trabajado en varios pubs y salas de fiestas de Granada y Motril, y desde este ve-rano regenta el pub antes citado.

    -Me cans de trabajar para el ingls, como decimos en Cuba, y ahora lo hago slo para m.

    Nelson es igual que de pequeo: no se es-t quieto ni en una entrevista. Mientras

  • hablamos corta limn en rodajas, limpia va-sos, sirve a los clientes, pone en fila las bote-llas, se sienta, se levanta, baila con la cama-rera, que se llama Virginia, y con la reparti-dora del hielo, que no s como se llama... Y, al final, se va hacia el micrfono para decirle a los alumnos que se preparen que van a empezar las clases.

    -El baile es bueno porque te hace expre-sarte, te saca lo bueno que hay en ti, te au-menta el deseo de vivir, te da nimos y te aleja la depresin. El baile es bueno hasta para hacer el amor -dice con esa entonacin tan peculiar de los que vienen de la isla de Fidel.

    -Hablando de eso. Entre t y yo, Nelson, bailando as de la manera que t bailas... se liga mucho?

    -Qu malo eres! De todas maneras este verano la cosa est floja.

    -Qu cosa? -Pues el rollo, chaval. Es que ltimamente

    trabajo mucho. Trabajo como un negro para vivir como un blanco. Ahora en septiembre

  • voy a descansar. Me voy a Cuba a ver a mi mam y a mi hijita.

    Los alumnos son de edades comprendidas entre los 12 y los 15 aos. En una segunda sesin vienen los adultos. Teresa Valverde, por ejemplo, tiene doce aos y dice que le encanta bailar salsa. Rafael, 'El Fali', es de Motril y tiene muchos ms aos que Teresa.

    -Se empe mi mujer. Me dijo que era muy aburrido y que como no aprendiera a bailar me iba a enterar. Le dije al principio que no, pero luego prob ...y ya ves. Ya no me puedo estar quieto. Oigo msica cubana y me tiro en plancha.

    Al despedirme, Nelson me invita a comer. -El domingo hago una paella para los ami-

    gos. Psate por aqu. -Gracias Nelson. No s si podr. Yo trabajo

    como un blanco para envidiar a negros como t. Escribiendo crnicas no se liga mucho, sabes? -Pues nada. Otra vez ser. De todas maneras,

    te quiero chaval. Aqu tienes a Nelson para lo que haga falta.

  • -Me ensearas a bailar? -Cuando quieras y a la hora que quieras.

    Lo malo siempre viene vo-

    lando y lo bueno cojeando

    La ancdota es del mismsimo alcalde de

    Granada, Jos Torres Hurtado, que me la cont un da tomando una copa de ans entre plato y plato, como a l le gusta. Cuentan que una vez quisieron botar un barco en el puerto de Motril y para su inauguracin invi-taron a una dama de postn. Esa maana soplaba el Poniente -igual que el que sopla estos das- y al subir al barco la falda de la seora se le subi hasta la barbilla, dejando al aire toda la zona pbica (no confundir con pblica). Uno de los marineros que estaba en la parte de abajo contempl la escena en to-da su amplitud y esboz una leve sonrisa, como diciendo: se lo he visto todo. La dama,

  • un poco abochornada y bastante indignada, al terminar el acto pidi al capitn del barco que castigase al marinero por su actitud. As se lo exigieron tambin altas instancias. El capitn mir el reglamento pero no encontr norma alguna que se ajustara a la presunta falta de su subordinado y que justificara su correspondiente castigo. Despus de darle muchas vueltas, al fin encontr una: Todo marinero que encuentre una va de agua y no la tape inmediatamente ser arrestado y sus-pendido de un mes de sueldo.

    Voy hacia Motril rindome de la ocurrencia del capitn. Dado que son las nueve de la noche, hay un atasco a la altura de Salobre-a. Ser gente que va a la feria de Motril como yo? Ser gente que vuelve de la pla-ya? Ser gente que va al vdeo club a sacar una pelcula? Enseguida se me vuelve el humor como un calcetn. Me desespero. Mi parienta me dice que me calme, que luego me duele la cabeza. Que me calme? A esos ministros que tenemos este ao en la costa granadina quisiera yo ver en el coche de ade-lante. Todos los das los pona yo a que fue-

  • ran por carretera desde La Rbita a La Herra-dura, vers t que pronto iban a solucionar este problema. No te sulfures que te sube la tensin, me vuelve a decir la parienta.

    Bueno. Llego a la feria. Hay poco ambien-te. Poqusimo es la palabra.

    -Es que hoy es muy mal da. Esto empieza a llenarse a partir del viernes.

    Eso me dice Floro, de Proteccin Civil, que lleva una noche aburrida: ni un simple mareo que atender.

    Enfrente de Floro, una joven pareja quiere tener un recuerdo de la noche fotografindo-se con una enorme serpiente entre los hom-bros. Me imagino que lo hacen para recordar, si algn da rompen su relacin, que un da tuvieron una serpiente en comn. Eso pienso mientras los veo soportar estoicamente la repulsin que les provoca tener un repelente reptil encima.

    A lo lejos oigo una cancin de unas flechas que van conmigo donde quiera que yo voy. Coo!, es Karina. Todava canta esta mu-jer? Me acerco a la caseta municipal. Media entrada. Y parejas entradas en aos bailando

  • agarrados. La nostalgia nos vuelve o romnti-cos. O gilipollas. Karina canta en plan karao-ke, sin orquesta ni nada. Un hombre grita guapa! a la artista cuando acaba 'Romeo y Julieta'.

    -Uy! Gracias. T s que eres guapo. Yo no, que tengo ya muchas mollas.

    Eso dice la cantante con voz aflautada pal-pndose los michelines. Contemplar a Karina es acordarte de Francisco de Rojas, que dijo aquello de esto de los aos yo no lo entien-do y aunque es bueno cumplirlos, no es bue-no tenerlos. Hablando de Rojas, su tocayo de apellido, Carlos, el alcalde de Motril, con-templ el espectculo rodeado de varios con-cejales. Nely estren modelito. Esta vez una camiseta con flecos que haca gente. Tambin estaba Gerardo Ruiz. Se le vea agobiado: haba ocho inmigrantes heridos tras resistir un temporal en el mar. Toda fiesta tiene algo de tragedia.

    A la salida de la caseta me encuentro con Vicente Fernndez, editor de El Faro de toda la vida. Est triste porque se le acaba de mo-rir un perro al que quera mucho y que se

  • llamaba Simba. Me lo cuenta muy apenado y yo me acuerdo de aquel dilogo entre Fernn Gmez y Manuel Alexandre en 'El Abuelo'.

    -Qu duro es vivir. -Me lo vas a decir a m que ya he enterra-

    do a tres perros. Nos ponemos a cascar sobre la profesin y

    cosas de esas. Una mujer se le acerca y le dice muy efusivamente que le ha gustado mucho el especial de El Faro dedicado a las fiestas.

    -Estas son las nicas alegras que tengo, los dems que se me acercan lo hacen para darme palos.

    Se me olvida decirle que los espartanos no preguntaban cuntos eran los enemigos, sino dnde estaban. finimo Vicente.

    Como nimo tena el grupo Tributo a los Cero. Otro nombre de nostalgia. Tocaban en La Revolera. 'Que la lluvia me despierte, slo esperando', decan. Lo hacan bien los conde-nados.

    Hace un poco 'viruji' y me acerco al puesto de buuelos. Lo atiende una bella chica y a m me da por ponerme cursi:

  • -Por favor, seorita, hara el favor de dar-me una rosquita bien aceitada y con una fina capita de canela.

    -Lo qu? -Nada. Un buuelo. Y como toda noche de feria es noche de

    encuentros, esta vez es con Jols, que toma un 'piscolabis' con Marcelo Huertas, Rafael del Castillo, los Gins Lpez (senior y jnior) y Eduardo Lpez. Son los componentes de la orquesta San Miguel. Cuando actan no hay casi nadie en la caseta, pero a ellos les da igual: tocan para divertirse.

    En otra caseta, la del Perdn, que vende ya lotera de Navidad, veo un lema pegado a la pared: Lo malo siempre viene volando y lo bueno cojeando. Joer, que buen ttulo para una crnica.

  • Almucar gana en dignidad con

    la exposicin de Miguel Moreno

    No s si conocen ustedes lo que es el sn-drome de Stendhal. Es una especie de sobre-dosis emocional que te sobreviene cuando te metes un atracn de cosas bellas. El sbado me provino a mi ese sndrome admirando las esculturas de Miguel Moreno, que estn ex-puestas en el 'incomparable marco' (aqu el tpico hasta gusta) del Palacete de la Naja-rra. Si a esa sensacin le sucede tambin un atracn de gambas y cerveza fra en compa-a de unos inmejorables amigos, la cosa puede llegar al xtasis total. Adems, fue 'la noche de los sabios', con permiso de mi ami-go Miguel Fernndez, que llev durante mu-chos aos este espacio radiofnico en Canal Sur. Empecemos.

    No falla. Cada vez que veo a Miguel More-no me viene a la cabeza una idea puesta en circulacin por un tal Aristteles: La sabidu-

  • ra es un adorno en la prosperidad y un refu-gio en la adversidad. Miguel Moreno no slo tiene pinta de sabio (con su barba blanca y tal), sino que lo es. Dijo Hemingway que el secreto de la sabidura, del poder y del cono-cimiento es la humildad. Miguel Moreno ya conoce ese secreto y no duda ni un momento en ponerlo en prctica: esa noche hasta le dio las gracias a los carpinteros, electricistas y trabajadores con mono que haban monta-do la muestra. Si eso no es humildad, que venga Dios y lo vea.

    Miguel Moreno tambin conoce el refugio de su adversidad: Almucar, donde el sba-do pasado se inaugur con mucho xito de crtica y pblico (tambin aqu funciona el tpico) la exposicin antolgica de su obra. Digo bien, con mucho xito. Y, si no, a ver. Fjense. Era tarde de comienzo de Liga (juga-ba el Bara a esa hora). Era tarde de echar la partida del domin con los amigotes. Era tar-de de estar tumbado en la arena para ver caer la noche sobre el mar. Era tarde de sen-tarse en una terraza y pedir media de cala-mares. An as, fueron muchas las personas

  • que se acercaron para asistir a la inaugura-cin de la exposicin de Miguel Moreno. Los almuequeros o los visitantes de este muni-cipio ya conocen suficientemente bien la obra de este escultor. Sus obras ya forman parte del paisaje de nuestro pueblo, dijo Miguel fivila, alcalde en funciones, en su breve y emotiva alocucin. Luego le dijo que all, en Almucar, el escultor siempre tendra esa casa a la que acudir. A lo que apostill mi mente: siempre y cuando gobiernen los 'pa-tapollos', que son los que ms valoran su persona y su arte.

    Aunque, a decir verdad, all lo que menos haba era polticos. Jos Serrano, el comisario de la muestra, dio los datos fros y objetivos: 17 obras que ha hecho el artista durante 40 aos. A Domingo Snchez Mesa, que fue el que present la exposicin, le toc lo emoti-vo. Dijo que haba ido porque Miguel era un amigo de la infancia. El catedrtico de Arte afirm que Almucar ganaba en dignidad con esta exposicin y que haba que ir a verla para degustar la belleza de las formas, res-balar la vista por todos los ngulos de las

  • obras y comprobar la plenitud vital del artis-ta. A m me dice eso un crtico de la catego-ra de Snchez Mesa y me derrito.

    Otro sabio que estaba por all era el poeta Rafael Guilln, que esa noche haca doblete. Iba a ver la obra de su amigo Miguel y des-pus a recoger una distincin de un colectivo ciudadano almuequero. Estas cosas siem-pre vienen bien. Al menos demuestran que todava hay gente que se acuerda de ti, me dijo el poeta antes de salir pitando hacia su homenaje.

    Y como era una noche mgica -ya digo, haba cerveza en abundancia, buen arte y buen vino- daba para que dos rivales polticos como Jos Antonio Barbero ('patapollo' hasta la mdula) y Antonio Martn Olid (ex socialista ahora del Partido Sexitano que lleva a gala ser el primer editor de Muoz Molina), habla-ran reposadamente de lo que todo el mundo habla en estos das en Almucar, del dicho-so 'pegou'. Sin duda es el tema con ms ndi-ce de audiencia en las tabernas locales.

    Termin la noche con el encuentro inespe-rado con otro sabio: Pepe Alcal Villalta, un

  • veterano ceramista de mi pueblo afincado en la Punta de la Mona que me record la amis-tad que tena con mi padre. Dijo Quevedo que no es sabio el que sabe dnde est el tesoro, sino el que trabaja y lo saca. Pepe Alcal supo dnde estaba el tesoro de la prosperidad en nuestro pueblo y lo sac. Ya digo, fue una noche completa, de las de en-marcar en la memoria.

    Datos del Artculo:

    Llegar el da en que alguien pida en un

    restaurante un 'lenguado car-chunero'

    Carchuna tiene dos mares, uno de verdad

    y otro de plstico. Y una playa que si da algo es lstima. Los ecologistas le han asignado este ao la bandera negra 'cum laude' por tener todo lo peor que puede tener una pla-ya: los plsticos de los invernaderos llegan

  • hasta la orilla, los coches se meten hasta casi el agua y muchos vertidos agrcolas que van a parar all estn degradando el medio am-biente. Adems, hace poco quisieron 'regene-rar' la playa y por poco la sepultan para siempre al echar ridos procedentes de la presa de Rules que tenan partculas de plo-mo. A los peces, los pobres, les entr una enfermedad que los llevaba al fondo. Los de-jaba aplomados y sin ganas de reproducirse, como a nosotros nos dejaban cuando en la mili nos echaban bromuro en la sopa de fi-deos. Seguramente ustedes dirn, claro, si tragaban plomo no iban a flotar. Pero no, se iban al fondo porque all estaban ms cerca del cementerio. Toms Montero, que es vete-rinario y un ecologista convencido, me lo dijo el otro da: Nos estamos cargando el ecosis-tema. Sentencia contundente que pasar a la historia junto con otras como Espaa va bien (Aznar), Pienso, luego existo (Des-cartes) Y esto, para qu coo sirve, hijo? (el padre de Maxwell cuando su vsta-go le ense sus conocidas ecuaciones).

  • Pero a lo que bamos, el 'plomuro' (el nombre de esta enfermedad es mo), adems de a la fauna marina salvaje afect los ejem-plares de cultivo que hay en la piscifactora de Carchuna.

    Tena yo ganas precisamente de conocer la piscifactora de Carchuna y all me fui con su propietario: Jos Julin Romero, ese hombre que planta un rosal en el desierto y le agarra.

    -Es que yo s mucho de plantas y de jar-dinera. Antes que en cualquier cosa trabaj en un vivero, dice el ahora empresario de la construccin y presidente del CB Granada.

    Jos Julin lo mismo cultiva peces que fi-cha jugadores, lo mismo le interesan los ale-vines de lenguados que los alevines que la saben meter en la canasta. Y lo mismo lo llaman para decirle que han fichado a un ju-gador del Tau que para anunciarle la prxima entrega de una promocin de pisos o facilitar-le los datos de la ltima campaa publicitaria de los 'bemeuves'. Da envidia la versatilidad de este hombre para los negocios. A su favor tiene que se implica en la sociedad en la que vive y que lo ha hecho rico, y si hay que sal-

  • var una piscifactora de la quiebra econmica, se salva. Con un par... de millones.

    Salimos de Marina del Este en coche y te-mamos que cuando llegramos a Carchuna los alevines ya se hubieran hecho adultos. Como ya se sabe, en esta carretera el trfico siempre trae cola: en Almucar llegaba (la cola) hasta los tneles de Cerro Gordo y en Torrenueva hasta el cruce con la carretera que va a Granada. En vez de colas son colo-nes. Cuando por la noche me dijeron que el ministro Jos Montilla haba abandonado La Herradura el viernes por la maana para asis-tir al consejo de ministros y que haba regre-sado por la noche, no me lo poda creer. Se lo dije a mi interlocutor con rostro de escepti-cismo, el mismo que pongo cuando me dicen que mi equipo, el Atltico de Madrid, va ga-nando.

    -Que el ministro ha ido desde la Herradu-ra a Madrid, ha aprobado el Plan de Energas Renovables para los prximos cinco aos y ha vuelto? Por esta carretera y en un slo da? Anda ya!

  • -Es que se ha ido hacia Mlaga y desde all ha cogido el avin.

    Ya me extraaba a m porque estoy seguro que har falta renovar el plan de energa re-novables (valga aqu la redundancia) y noso-tros no tendremos an autova en la Costa. Y si no, al tiempo.

    Se preguntaba Albert Einstein qu saba el pez del agua en la que nadaba toda su vida. Quin s lo sabe en la piscifactora de Carchu-na se llama Vctor Fernndez, que es el bilo-go que manda all. Puede estar hablando de peces hasta que al interlocutor le salgan es-camas, aunque a lo que al profano le interesa son informaciones tipo como que si usted pide una dorada o una lubina en cualquier restaurante de Espaa, tiene muchas proba-bilidades de que ese ejemplar que le ponen se haya criado en los llanos de Carchuna. Dice Vctor que hoy casi todo el pescado que comemos viene de muy lejos o est engorda-do en piscifactoras. La pesca autctona est prcticamente extinguida, finiquitada, caput.

    Vctor Fernndez habla de sus peces como si fuesen sus hijos.

  • -Las doradas son muy activas, las lubinas son ms sensibles y los lenguados son muy vagos. No suben a la superficies ni a la hora de comer. En cuanto a las lechas, son la le-che. Eso si conseguimos que se adapten.

    Lo oyes hablar y te imaginas a tu vecino contndote que su hijo mayor es muy activo, el mediano le ha salido vago y el pequeo tiene problemas de adaptacin en la guarde-ra.

    Los bilogos de Carchuna le han pillado el truco a la reproduccin y cra de las doradas y las lubinas, que son como 'las gallinas de corral', segn expresin de Vctor, a las que slo hay que darles de comer y esperar a que crezcan para pasar a la cazuela. Sin embar-go, los lenguados son ms latosos.

    -Se nos mueren ms porque todava no le hemos encontrado el tranquillo. Pero es cues-tin de tiempo.

    El tiempo que pasar hasta que en un res-taurante alguien le pregunte al 'metre':

    -Tienen ustedes lenguados carchuneros? Es que si no son carchuneros prefiero unas habas con jamn.

  • Lo nico que desde aqu le deseamos es que ojal ese tiempo no sea el mismo que el que van a tardar en hacer la autova.

    Almucar es una ciudad

    de novela, pero de una nove-la en la que nadie sabe el fi-

    nal El chico que trabaja en la oficina del Patro-

    nato de Turismo de Almucar, que se llama Julio aunque trabaja en agosto, me cuenta el argumento de una novela que se llama 'La muerte coja. La conjura de Sexi'. Est escrita por un almuequero que se llama Francisco Javier Martn Franco y trata de la muerte de un importante personaje romano por un ga-rum envenenado que sali desde la antigua Sexi, hoy Almucar. El garum, para que us-tedes lo sepan, era una salsa a base de pes-cado podrido -macerado al sol- muy aprecia-

  • da y cara que se gastaba durante el imperio romano. Era el 'ketchup' de los emperadores y dicen que Nern se pirraba por ella. Se haca sobre todo en la Pennsula Ibrica y en los lugares donde haba fbricas de salazones como la de Almucar.

    Almucar ha estado en la realidad y en la imaginacin de muchos escritores. A raz de los planes que tiene el Ayuntamiento de hacer una nueva y moderna Sexi para antes de veinte aos, los que tiran de la pluma han arremetido contra aquellos que, a su parecer, convertirn a esta localidad costera en un vertedero de ilusiones. Los escritores, que tambin son profesores, quieren una ciudad que 'progrese adecuadamente'. Los polticos quieren una ciudad con 'sobresaliente', aun-que sea sin estudiar.

    La novela tambin tiene una historia de amor de fondo. Y es que aqu en la Costa hay historias de amor por un tubo. Jacqui Van-horen, el cocinero de Cotobro, me cuenta que un ao vino a veranear al Monte de los Al-mendros de Salobrea una empresaria muy importante que se apellidaba Braun (las de la

  • lavadoras y los frigorficos) y su secretaria se enamor perdidamente del jardinero que le regaba las macetas.

    Aunque la verdadera historia de amor de este verano en la Costa se ha dado entre Gregorio Morales y Emilio Gonzlez. Le pre-gunt a Emilio cmo es que no saba que haba un escritor granadino que se llamaba Gregorio Morales que hasta ha sacado a Al-mucar en sus libros y me contest:

    -Bueno... Al fin y al cabo esta polmica ha servido para elevar el nivel cultural de Almu-car. Ahora todo el mundo sabe que existe un escritor que se llama Gregorio Morales.

    Fernando de Villena, otro escritor afincan-do durante el verano en Sexi, tambin tiene libros cuyas acciones transcurren en Almu-car, ciudad en la que l veranea desde que era nio. A Fernando siempre le han atrado los pueblos como Altuea, esa pequea loca-lidad donde sita su obra 'La casa del india-no'. Y quin dice que Altuea no coincide en muchas cosas con Almucar? La patria de la niez es la infancia, que dijo alguien. Fernan-do de Villena es de los que se oponen tam-

  • bin al plan que tiene el Ayuntamiento para modernizar Almucar. Es curioso, pero para los que uno es progreso para otros es atraso. Y es que el romanticismo y el realismo nunca se han llevado bien.

    Otro novelista que, aunque veranea en Nerja, suele pasear por Almucar (porque aqu todava hay bares que ponen tapa, me dice) es Francisco del Valle, que es de Pedro Martnez. Del Valle ha escrito una novela so-bre la infancia del Quijote. Es una novela bordada de imaginacin y buena literatura en la que recrea cmo pudo ser la infancia de ese nio novelesco que incluso una vez pas por la Costa Tropical (entonces no se llamaba as) a ver el mar.

    Antonio Muoz Molina, en 1994, titul en Almucar una conferencia que llam 'La in-vencin del pasado'. Si el jienense veraneara ahora por aqu y hubiera odo hablar del 'pe-gou', tal vez su conferencia se llamara ahora 'La invencin del futuro'.

    O sea, que Almucar es una ciudad de novela, pero de una novela que nadie sabe bien cmo va a acabar.

  • Datos del Artculo:

    El drama de un veraneante de

    Calahonda perseguido por el botelln

    Toda la inquina de agosto estaba en las

    calles. La luz agotadora que desde las prime-ras horas brue los pavimentos, el sol que cuartea tejados y fachadas, las calinas del secano como algodones etreos o nubes de polvo que no se mueven. La tortura estival de una mano demasiado caliente que poco a poco se cierra sobre el cuello de la ciudad dejndola sin respiracin...

    Poda haber iniciado as la crnica agoste-a, que es una forma muy literaria y potica, pero la verdad es que estaba lloviendo. De vez en cuando el cielo se pone gris tambin en la Costa. Y llueve, como pas el viernes. El problema es que aqu casi todo el mundo tie-

  • ne sombrilla pero no tiene paraguas. Por eso se vea por Calahonda a la gente pasear con la sombrilla de playa al hombro. Hasta a los inmigrantes que bajan todos los das desde Granada a vender 'ceds' les pill en bragas la lluvia y no pudieron vender paraguas. G-mez de la Serna deca: si vais a la felicidad, llevad paraguas. Claro, que los inmigrantes no leen a Gmez de la Serna.

    Mark Twain deca otra cosa: Un banquero es un seor que nos presta un paraguas cuando hace sol y nos lo exige cuando em-pieza a llover. Que es lo que pasaba el ao pasado en Almucar, que podan darte una sombrilla, pero el Ayuntamiento te la poda exigir cuando fueras a la playa. Se acuerdan de la guerra entre el Ayuntamiento de Almu-car y los 'sanitex' por este tema? Yo me acuerdo de una tarde en la que un montn de gente se parapet detrs de las hamacas y dems brtulos. Hicieron una especie de trin-chera para no dejar pasar a nadie. Era un motn en toda regla y yo me propuse ir a hacerles un reportaje.

  • -Acaso es usted alguien del Ayuntamien-to? -me preguntaron cuando me vieron.

    -No. Yo soy un periodista. -Un periodista? Y para qu queremos

    nosotros un periodista? -Pues no s, por si quieren decir algo en el

    peridico. -Nosotros lo que queremos es nuestra

    sombrilla. Y como no nos la den, la sangre va a llegar al ro. En este caso al mar.

    Pues la sangre no ha llegado a ningn si-tio. Es ms, ese bando ha quedado obsoleto porque la gente sigue sacando las sombrillas a las playas horas antes de ir a baarse.

    -Es que Benavides este ao est ms pre-ocupado por el 'pegou' que por las sombrillas -me dijo el otro da un empleado municipal.

    El caso es que, como les deca, me fui a Calahonda. Y llova y llova, segn el estribillo de aquella inefable cancin. Un buen sitio para echar el ancla all es el bar del mismo nombre, que ponen patatas asadas con guar-nicin del Real Madrid y del Barcelona. Las del Real Madrid llevan zanahoria y remolacha y las del Barcelona jamn de york y maz.

  • -No tienen ustedes del Atltico de Ma-drid? -le pregunt a un camarero muy ama-ble y servicial, ya que soy colchonero desde que jugaba Grate de delantero centro.

    -Y de qu las bamos a hacer? -Pues no s... para hacer honor a su ves-

    timenta rojiblanca, podran ser de tomate y cebolla.

    -Pues no se nos ha ocurrido. Aunque ese equipo ya de por s es una patata.

    En Calahonda hay una funcin de circo en la que cobran dos euros a los nios. Los pa-dres entran gratis. Es la primera vez que veo que los padres no pagan en un sitio. Aun-que... ahora que pi