Altamirano, desarrollismo, Prismas

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Desarrollo y desarrol]istas Carl os Altamirano UNQ I UBA /CONICET I. Oespuk de PerOn camino debfa tamar el capita1ismo argenlino despues de Per6n? El asunto permane- ci6 entre partntesis mientras el hetcrogeneo frente antiperonista s61o tuvo en Ia mira el de- rrocamiento del justicialismo. Pcro surgi6 como una cuesti6n insoslayable, entremezclada con los diversos asuntos sin definiciOn dcntro de Ia coalici6n triunfante en septiembre de 1955, no bien se instal6 cl Gobiemo Provisional, cncabezado por el general Eduardo Lo- nardi. Podria decirse que se reanud6 entonces to que Juan JLlach ha llamado el ''gran debate" sobre el desarrollo econ6mico nacional, comenzado en los anos treima y clausu- rado. at mcnoscomo discusi6n en Ia arena pUblica, dcsdc 1946.1 Un informe de RaUl Prcbisch. que contenfa un diagn6stico sobrc el estado de Ia eco· nomfa argentina con recomendaciones de medidas urgcntes, fuc el motivo y Ia ocasi6n pa- ra Ia pdmera de las controversias politicas que se librarfan en los ai\os de Ia Rcvo!uci6n U benadora.2 Prebisch, cuyo prestigio intemaclonal como analista e del desarro- llo ccon6mico latinoamcricano no habia hecho sino crecer desde 1949, cuando se le enco- mend6 Ia secretarfa de Ia creada Comisi6n Econ6mica para Latina (CE- PAL), habra sido invitado a colaborar con cl nuevo gobiemo como asesor econ6mico. El in- forme que present6 al presidente Lonardi a fines de octubre de 1955 fue el primer do- cumento de esa colaboraci6n y Jo que hahrfa de popularizarse como "Plan Prcbisch" -pe· sea los repetidos csfuerzos del secretario de Ia CEPALpor aclarar que se trataba de un plan- teo previo, no de un plan, que s61o vendrfa despots- se convirti6 en el eje de un amplio debate.l IJuan Jo!I<!Ltach,"Ei plan Pin«<odcl9ol.O.susigniftcadohitt6ricoylosorfgenesdelacc»nomrapolfricadcl peronismo'", en lksorrollo «otoOmico. vol. 23, No.9!, encro-mmo de 1984, p. 551. z Sob« II$ vH:isitudes y el contcJ.lO poll!ico del dow men to de Prcbi#h, 11 KIIC de anfculos que. cl tflulo l"ncrai"HiJtori• del Plan escribi6 Delgado enue octubre y novif'mbre<k 1%7 en Pri· PltJnD, Nos. 249 1 254. y. todo. el ilumtnador trabajo de Kathryn Sik kink, ''Tht. innucncc of Rail! PrcbiKh on t.eonOnlk policy-makina in Argentino, JI}SI).['}(i2", en Ll;rtin lomukan R"m"h Revitw, No. 2. 1988. l Radl de/" «:tJndfftic.,, S«n:tarfa ck Prcnu y Actividadc5 Cui· tuulesdclal"rc$idenciadclaNxi6n.1955. Ptl1mn, Re•l$!a de N' :l. 1998. pp.

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Desarrollo y desarrol]istas

Carlos Altamirano

UNQ I UBA /CONICET

I. Oespuk de PerOn

~Que camino debfa tamar el capita1ismo argenlino despues de Per6n? El asunto permane­ci6 entre partntesis mientras el hetcrogeneo frente antiperonista s61o tuvo en Ia mira el de­rrocamiento del justicialismo. Pcro surgi6 como una cuesti6n insoslayable, e ntremezclada con los diversos asuntos sin definiciOn dcntro de Ia coalici6n triunfante en septiembre de 1955, no bien se instal6 cl Gobiemo Provisional, cncabezado por el general Eduardo Lo­nardi. Podria decirse que se reanud6 entonces to que Juan Jo¢ Llach ha llamado el ''gran debate" sobre e l desarrollo econ6mico nacional, comenzado en los anos treima y clausu­rado. at mcnoscomo discusi6n en Ia arena pUblica, dcsdc 1946.1

Un informe de RaUl Prcbisch. que contenfa un diagn6stico sobrc el estado de Ia eco· nomfa argentina con recomendaciones de medidas urgcntes, fuc el motivo y Ia ocasi6n pa­ra Ia pdmera de las controversias politicas que se librarfan en los ai\os de Ia Rcvo!uci6n U benadora.2 Prebisch, cuyo prest igio intemaclonal como analista e int~rprctc del desarro­llo ccon6mico latinoamcricano no habia hecho sino crecer desde 1949, cuando se le enco­mend6 Ia secretarfa de Ia reci~n creada Comisi6n Econ6mica para Am~rica Latina (CE­

PAL), habra sido invitado a colaborar con cl nuevo gobiemo como asesor econ6mico. El in­forme que present6 al presidente Lonardi a fines de octubre de 1955 fue el primer do­cumen to de esa colaboraci6n y Jo que hahrfa de popularizarse como "Plan Prcbisch" -pe· sea los repetidos csfuerzos de l secretario de Ia CEPALpor aclarar que se trataba de un plan­teo previo, no de un plan, que s61o vendrfa despots- se convirti6 en el eje de un amplio debate.l

IJuan Jo!I<!Ltach,"Ei plan Pin«<odcl9ol.O.susigniftcadohitt6ricoylosorfgenesdelacc»nomrapolfricadcl peronismo'", en lksorrollo «otoOmico. vol. 23, No.9!, encro-mmo de 1984, p. 551. z Sob« II$ vH:isitudes y el contcJ.lO poll!ico del dow men to de Prcbi#h, vci~ 11 KIIC de anfculos que . ~;o cl tflulo l"ncrai"HiJtori• del Plan Prcbisch~. escribi6 Julil~ Delgado enue octubre y novif'mbre<k 1%7 en Pri· m~ro PltJnD, Nos. 249 1 254. y. sob~ todo. el ilumtnador trabajo de Kathryn Sikkink, ''Tht. innucncc of Rail! PrcbiKh on t.eonOnlk policy-makina in Argentino, JI}SI).['}(i2", en Ll;rtin lomukan R"m"h Revitw, No. 2. 1988. l Radl ~blscb. ltifor~ p~limitWrtJUI"CtJ de/" sit..at/6~ «:tJndfftic.,, S«n:tarfa ck Prcnu y Actividadc5 Cui· tuulesdclal"rc$idenciadclaNxi6n.1955.

Ptl1mn, Re•l$!a de hlstorlllnte l ect~ll , N' :l. 1998. pp. 75·9~

Como si no quisiera dejar dudas sobre Ia necesidad de "desperonizar" Ia economfa, el balance que hizo el asesor de Ia herencia recibida fue compactamente negativo. "La Ar­gentina atraviesa porIa crisis mas aguda de su desarrollo econ6mico", escribi6 en el co­mienzo del in forme, mas aguda que Ia que debi6 conjurar Avellaneda y que Ia del ai\o 90 (p. I I). El documento sei\alaba varios sectores en que Ia situaci6n era juzgada apremian­te y obligaba a adoptar medidas sin de mora (como el sector energetico, cuya capacidad de producci6n estaba muy por dcbajo de las necesidades de Ia industria, o el est ado del siste­ma ferroviario, envejecido y descapitalizado). pero ubicaba Ia rafz del problema central, Ia precaria situaci6n de divisas, en Ia postraci6n de Ia producci6n agraria: se Ia habra desa­lentado, como consecuencia de Ia politica de precios seguida por el gobiemo peronista res­pecto de los productos del campo. quitcindole ademas todo estfmulo a Ia modemizaci6n tccnica de Ia empresa rural.

Este cuadro debra ser cambiado inmediatamente, aconsejaba Prebisch, comenzando por mejorar los precios rurales mediante una devaluaci6n que reajustara los tipos de cam­bia, artificial mente distorsionados por el gobiemo anterior. Era necesario, ademas, facili­tar a los productores del campo Ia importaci6n sin trabas de los bienes productivos que re­querfa su actividad, cuando esos bienes no eran abastecidos por Ia industria nacional (p. 48). Para Prebisch, que en esto retomaba una f6rmula ya familiar en el pensamiento eco­n6mico argentino, estimular Ia actividad agropecuaria era esencial tambien para Ia indus­tria, dado que una 'fuerte producei6n rural proveerfa a Ia activjdad manufacturers local de las divisas ncccsarias para adquirir los equipos, las materias primas y los combustibles que su desarrollo requerfa y cl pals aun no generaba.

Si en el exterior Ia fama del secretario de Ia CEPAL remit fa, ante todo, a Ia producci6n de un conjunto de tesis heterodoxas respecto del desarrollo de los parses perifcricos y a los estudios sobre Ia economfa latinoamericana elaborados por esa comisi6n de las Naciones Unidas, en Ia Argentina el nombre de Prebisch evocaba para on conglomerado numeroso, compuesto de radicales formados en Ia tradici6n ··rorjista", nacionalistas y. obviamente, pe­ronistas. el ciclo de gobiemos conservadores que surgieron despues del golpc de 1930 y se mantuvieron en el poder hasta 1943. Prebisch habfa sido un funcionario destacado de esos gobiemos a los que Ia mayorfa de Ia opini6n identificaba con el fraude electoral sistcm~ti­co y Ia subordinaci6n de Ia economia argentina a los intereses del capitalismo extranjero (el pacto Roca-Runciman era el epitome de una polftica de sujeci6n a Ia polftica imperial de lnglaterra). En 1945, cl periodista nacionalista Jose Luis Torres habra bautizado con el ti­tulo de uno de sus Iibras, Decada infame, esos aiios de hegemonfa conservadora, una deno­minaci6n que habrfa de perdurar y con Ia cual pod fa ligarse el nombre de Prebisch.

Las crfticas de su in forme preliminat, que provinieron sobre todo de las lit as de ese vas­to conjunto, no dejarfan de conectar el pasado con el presence al dar cuenta del sentido po­lftico y econ6mieo del documento: lo que se pretendfa era retroceder, volver a Ia Argentina agraria, a Ia Argentina preperonista. Esa fue Ia tesis del mas popular de los escritos comra el informe, cl folleto de Arturo Jauretche El plan Prebisch. Retorno at coloniaje.4 La revolu­ci6n polftica, sostenfa Jauretchc refiriendose al movimiento que habfa derrocado a Per6n,

4 A parte del follcto de Jauretche. pueden mcncionarse entre las reacciones criticas que inspir6 inmediatomente el informe de Preblsch los siguienles escritos: Walter Beveraggi Allende, El dilema econdmico de lu Revolu· cidn. Buenos Aires. cd. del autor. 1956: Jos~ V. Liceaga. Apreclaciones sobre el Plan Preblsch. Buenos Aires,

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[ ... ] s61o tiene por objeto encubrir una contrarrevoluci6n econ6mica y social para replan­tear al pafs sobre su vieja base colonial cuya economfa no admite 18 millones de argenti­nas pr6speros y felices (p. 14 ).

En el " In forme preliminar'' de Prebisch se encontraba un cuadro desolador de Ia situaci6n econ6mica hercdada, perc no se trataba sino de un cuadro fraudulento que tenia por fin el de justificar Ia liquidaci6n de Ia Argentina industrial y Ia vuelta a una ··economia basada en Ia producci6n y exportaci6n de materias primas a los costos reducidos de una mano de obra abaratada por Ia desocupaci6n y Ia miseria" (p. 119). Todo esto cuando, por el con­trario, lo imperioso era "reforzar el mercado interne y Ia intcgraci6n industrial que perm i­ta independizamos aun m4s de nuestro intercambio con el exterior" (p. I 16).5

Jndependientemente de c6mo se juzgara el diagn6stico de Prebisch respecto del esta­do de Ia cconomfa argentina en 1955 y aun las medidas que prescribfa, no se podfa extraer de su texto el sombrfo programa antindustrialista que le atribuia Jauretche. El ascsor eco­n6mico del gobiemo, por otra parte, que no rehuy6 Ia discusi6n de sus ideas y mostr6 bue­na~ dotes para el debate publico, replic6 a Ia acusaci6n de que preconizaha una polftica de perfil antindustriaJ.6 Pero Jauretche (y no s61o el, en verdad, dentro de los crfticos del In­forme ... ) tocaba un punto polfticamente sensible al referirse a las consecuencias inmedia­tas de las medidas aconsejadas: las principales vfctimas del plan serfan los trabajadores. Segun lo anticipaba el propio Prebisch, las soluciones de emergencia que preconizaba, co­mo el reajuste en los tipos de cambios, provocarfan un alz.a en los precios internes y csto afectada a artfculos de consume popular.7 Si para bacer frente a esa suba, continuaba el razonamiento del asesor econ6mico, se hicieran ajustes masivos de sueldos y salaries. se alentarfa nuevamente Ia espiral de costos y precios y Ia inflaci6n sc llevarfa el estfmulo a Ia producci6n ruraJ.8 Era necesario pagar un precio, en resumen, por el reordcnamicnto econ6mico.

(,Pcro c6mo escapar a Ia conclusi6n de que eran los asalariados y el conjunto de los consumidores urhanos los que pagarran ese precio? Y. en consecuencia, (.C6mo evitar que el movimiento triunfantc el 16 de septiembre fuera percibido por los trabajadores tal co­mo Jaurctche lo definfa. como una revoluci6n polflica que abrfa paso a una revancha de clase? Es&a cuesti6n .era materia de preocupaci6n para las nuevas autoridadcs. Porque pa­ra cstas se trataba de reactivar y reorientar el funcionarniento de una economfa en crisis y, al mismo ticmpo. retomar al orden constitucional, sin ignorar a esas masas trabajadoras que Per6n habia incorporado a Ia arena polftica. Se queria emanciparlas del lfder derroca­do. (,pcro c6mo sustraerlas de esc innujo si Ia polftica econ6mica y social del gobierno no era sensible a sus aspiracioncs? El propio Prebisch habfa seiialado en su documento que no desconocfa Ia cuesti6n al referirse a los efectos que dcscncadenarfa Ia modificaci6n en los tipos de cambio ("AI considerar este problema tcngo presente aspectos sociales y po-

ed. del au tor. 1956: Oscar E. Alende. Problemasfundamentales de Ia Revolucion del 16 de septiembre. Buenos Aires. Ediciones Signo, 1956. ~Todas las cilas corrcsponden a Ia Sa. ed. de m Plan Prebisc!r (1955). Buenos Aires. Pc~a Lillo. 1984. 6 V~ase Ia exposici6n de Ra\11 ,Prebisch ante Ia Juma Consuhiva Nacion~l . en versi6n 1oquigr6fica de Ia :la. reu­ni6n exlrnordinaria. Buenos Aires. 18 de noviembre de 1955. 1 Prebisch. lnforme .... cil .. p. 78. 8 Ibid •• pp. 80·81.

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lfticos que no podrfan desconocerse"), y aunque sostenJa que su obligaci6n radicaba en informar con objetividad sobre el aspecto puramente econ6mico del problema, admit fa que los hombres del gobiemo pudieran hacer pesar otros criterios a Ia horn de tomar decisio­nes (p. 78).

La preocupaci6n, obviamente, no era exclusiva del gobiemo. Estaba tambien, y aun era mayor, en los partidos que confiaban en dirigir Ia Argentina posperonista en el mar­co del orden constitucional pr6ximo a restaurarse. En primer tcrmino en las filas, todavfa sin fracturas, del radicalismo intransigente. predominante dentro de Ia Uni6n Cfvica Ra­dical. Como se hizo evidente en Ia reuni6n de Ia Junta Consultiva en que Prcbisch expu­so. a invitaci6n del organismo, las Jfneas principales de su documento. El vocero de las inquietudes de Ia intransigencia fue en esa ocasi6n Oscar Alende, quien formaba parte del grupo de dirigentes radicales integrados a la Junta creada por el Gobiemo Provisional. Tras seiialar su satisfacci6n porque las explicaciones del asesor ccon6mico disipaban al­gunas prevenciones (por ejemplo, Ia aclaraci6n de que Ia orientaci6n de Ia politica eco­n6mica no perjudicarfa a Ia industria), Alende. dando algunos rodeos, puso en el centro Ia preocupaci6n por los efectos sociales y politicos de un plan ccon6mico que imponfa austeridad y sacrilicios a los asalariados. Si esc plan era resistido, Ia rcvoluci6n no debra malograr sus principios originales recurriendo al establecimiento de un "estado gendar­me". En consonancia con el scntido que los intransigcmes pretendieron imprimirle a su oposici6n a Pcr6n, Alende reclamara para el rnovimiento triunfante el caracter de una re­voluci6n popular,

[ ... ] cs dccir. que Ia lucha que hemos librado contra el regimen depuesto tienda a demos­trar que Ia democracia es superior a Ia dictadura. Y un gobierno. asf sea provisional o de­facto, que to hace en nombrc de "libcrtad" y de "democracia'', debe de inmediato demos­trar at pueblo que por ese sistema se hacemas factiblc Ia felicidad del pueblo que por los sistemas dictatorialcs.9

En resumen, tanto el informe de Prebisch como su discusi6n dejaron ver tempranamente varies de los temas en tomo a los cuales se alinearfan las posiciones en Ia escena publica: las relaciones entre el pals agrario y el pals industrial, Ia funci6n relativa del cstado y de Ia iniciativa privada en direcci6n del desarrollo econ6mico, el papel del capital extranjero en Ia economfa nacional. el abastecimiento energetico (Ia euesti6n del petr61eo en primer termino). Pero, mlis importaote aun es que cl debate dej6 ver. tambien muy rapidameme, lo intrincadas que eran las relaciones entre Ia tarea de ''desperonizar" Ia cconomfa y Ia de asimilar, como decra Mario Amadeo, "ese vasto sector de Ia poblaci6n argentina que pu­so sus esperanzas en Ia figura que dio su nombre al regimen cafdo y que, a pesar de sus errores y sus culpas, le sigue siendo fiel". Porque esa masa. eontinuaba, "esta crispada y rcscntida".tO Ambas tareas aparecfan ligadas, pero en Ia forma de un nudo de cxigencias contrapuestas euya presi6n habrfan de eJ>perimentar no s61o los gobiemos de Ia Revolu­ci6n Libcrtadora.

9 V6use Ia exposici6n de Osoar Atende en Ia Juntn Consultiva Nacional, 3a. rcuni6n. dqcumcnto citado. pp. 31-32. to Mario Amndeo, Ayer. !toy. mmlana, Buenos Aires, Ediciones Gure. 1956, p. 89.

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2. "Todos eramos desarrollistas en alguna medida"

Fue dentro de este contexto que hicieron su ingreso las ideas, las tesis y las recomendacio­nes de polftica econ6mica que se reunfan bajo el nombre comun de economfa del desarro­llo. En Ia Argentina, el tthmino desarrollismo cristaliz6 con un significado particular, aso­ciado al gobiemo de Arturo Frondizi y al movimiento ideol6gico y polftico que lo tuvo co­mo orientador junto con Rogelio Frigerio. Pero lo cierto es que Ia idea del desarrollo fue, como en el resto de los pafses latinoamericanos, el objeto de referencia comun para argu­mentos, anal isis y prescripciones distintas dentro del pensamiento social y econ6mico ar­gentino. Dicho de otro modo: despu~s de 1955 y durante los quince ailos siguientes, Ia pro­blematica del desarrollo atrajo e inspir6 a una amplia franja intelectual, tuvo mas de una vez en funciones de gobierno a portavoces y expertos enrolados en algunas de sus tenden­cias. y sus temas hallaron adeptos entre los principales partidos polfticos. A este desarro­:Usmo gen~rico haec referencia el economista argentino Alberto Petrecolla, cuando, mu­cho tiempo despu~s. rccuerda: "Todos eramos desarroUistas en alguna medida".''

A partir de los llltimos ailos de Ia d~cada del cincuenta el discurso relativo al desa­rrollo fue como un universe en expansi6n. El gobierno de Frondizi, que se puso en fun ­ciones en mayo de 1958. fuc, sin dudas, un activador fundamental de esa propagaci6n, aun cuando lo que se propagara no siempre estuviera en sintonfa con el pensamicnto gul:>ernamental.

Este desarrollismo que estaba eo el aire y remitfa a un espfritu generalizado antes que a un grupo ideol6gico particular, tuvo diversos focos de incitaci6n, tanto intelectuales co­mo polfticos, algunos de ellos de canicter internacional. Entre estos focos hay que regis­trar el de Ia CEPAL, aunque su influencia no fuera equiparable a Ia alcanzada en el Brasil o en Chile.12 Mas alia de las reservas que rodeaban el nombre de Raul Prebisch (Ia cam­paiia contra el "Plan Prebisch" seguirfa pesando sabre el como una lapida durante varios ailos) Ia literatura cepaliana fue un centro de inspiraci6n intelectual, como lo demostrarfa Ia difusi6n de algunos de sus esquemas conceptuales - por ejemplo, el esquema centro/pe­ri feria para describir c interpretar Ia configuraci6n desigual de Ia economfa mundial- y de algunas de sus tesis.

Ya en Ia decada del sesenta, nuevas hechos de Ia polftica internacional reforzaron Ia atraooiQn per las cuestiones del desarrollo: Ia Revoluc.ion Cubana, que a partir de 1960 se e~igi6 en el paisaje latinoamericano como desafiante ejemplo de soluci6n radical de los problemas del atraso; el programa de cooperaci6n para el desarrollo conocido como "Alianza para el progreso", propuesto por el gobierno del presidcnte Kennedy para esti­mular un camino de rcformas alternative al cubano y, per ultimo, las encfclicas de Juan XXIII, Mater et Magisrra ( 1962) y Pacem in Terris ( 1963).

"EI vocable 'desarrollo' esta hoy en boca de todo el mundo", escribla en 1963 el di­rigente de Ia Acci6n Cat61ica Enrique E. Shaw en un articulo destinado a exponcr lo que

I I Ci1ado en Kathryn Sikklnk, "'The innuence of ...... cit. p. 107. 12 V~asc K. Slkkink, an. cil. El curso de economfa argemina diciado por Hec1or L. Dieguez en Ia Escuela de capacilaci6n sindical de Ia Pederaci6n de Empleados de Come.rcio. y publicado con eliliulo Teorfa y prtfcrica tie Ia economfa argenrlnl'l, Buenos Aires. 1958, acaso ofrez,ca Ia m:ejor prueba de Ia presencia de ese desarm­llismo g~m!rico y, a Ia vez, de Ia propagaci6n de las c:uegorlas cepalianas.

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entendia como cl enfoque Cristiano del problema.l3 Y, por cierto. unos pocos datos, torna­dos de aquf y alia, pueden damos una imagen de Ia expansi6n intelectual del vocablo y de Ia idea. En 1958 comienza a publicarse Ia revista Desarrollo Economico, que a poco de an­dar y tras superar un pcrcance polftico, habra de convertirse en el principal vehfculo de Ia literatura erudita, econ6mica y sociol6gica, relativa al desarrollo. En esc mismo aiio, 1958, se crea en Ia Universidad de Buenos Aires Ia Jicenciatura en Economia. que funcionara, junto con Ia carrera de Soeiologfa, como ambito de transmisi6n universitaria de Ia temati­ca desarroUista. La revista de esta universidad, editada entonces bajo Ia direcci6n de Jos~ Luis Romero, le consagra a los problemas del desarrollo el primer numero del aiio 1961. A partir de L962, Ia preocupaci6n por el desarrollo haec su aparici6n tambi~n en el cam­po del pensamiento eat6lico, como se puede detectar en los art feu los que Ia revista Crite­ria lc consagra aJ pensamiento de Ia CEPAL.I4 La cuesti6n, por ultimo, halla eco tambi~n en las filas del Ej~rcito argentino. anudada con el tema de Ia seguridad continental y el atractivo creciente que ejerce, no s61o entre los militares. el proyecto de una modemiz:>­ci6n por via autoritaria. El desarrollo es uno de los t6picos del c~lebre discurso en West Point del general Juan Carlos Ongania (1964) y dos anos despucs el general Juan N. lavi­coli expone en el marco de Ia vn Conferencia de Ej~rci1os Americanos Ia doctrina de Ia asociaci6n entre desarrollo y seguridad. Sin desarrollo, sostendra el cntonces e l jefe del Estado Mayor, "Ia seguridad es utopfa".l5

(,Que comparlfan todas las tesis y recomendaciones asociadas a Ia economia del desa­rrollo, mas alia del objctivo de Ia industrializaci6n y de las esperanzas pucstas en ella. sea como base de una economfa nacional menos vulnerable a las vicisitudcs del mercado inter­nacional, sea como cjc de una sociedad plenamente modem a? No s6lo el argumento de que Ia Argentina debfa abandonar el rango de pafs especializado en Ia producci6n de bienes pri­maries que ocupaba en Ia divisi6n intemacional deltrabajo, sino tam bien el de que esc cam­bio no sobrevendrfa por evoluci6n eeon6mica espontanea. La edificaci6n de una estructura industrial integrada. asf como el crecimiento econ6mico en general. debfan ser dclibcrada­mente promovidos: los pafses de Ia perifcria no saldrian del atraso si confiaban en repetir. con retardo, Ia sccuencia hist6rica de las naciones adelantadas. Y el agente por excelencia de esc impulso era el estado. Habra divergcncias en cuanto al alcance, Ia namraleza y los campos de Ia intervcnci6n cstatal, asf como en cuanto al papel y los ambitos que sc rescr­vaban a Ia iniciativa privada. pero e l criterio convcrgenle era que Ia economfa argentina s6-lo podrfa embarcarsc en el movimiento del desarrollo econ6mico mediante Ia participaci6n act iva del poder publico. (La primera exposici6n organic a de la temlitica del desarrollo fue, justamente, El estado y el desarrollo econ6mico, de Aldo Ferrer, publicado porIa editorial Raigal, cercana al radicalismo, en febrero de 1956.)

Si se entre~acaran los temas que aparecicron asociadas a est a problematica de Ia eco­nomia del dcsarroiJo, se podrfa extraer Ia conclusi6n de que Ia mayor parte de ellos no eran

13 Enrique E. Shaw, " ... y dominad Ia tierra" (Concepto cristiano del desarrollo), en vv. AA., Concepto Cristiano del desarrollo. Buenos Ai.res. Ediciones del Consejo Superior de los Hombres de Ia Acci6n Cat61ica, 1963. 14 "La CEPAt.. y el desarrollo lntinoamericano" (articulo editorial). Criteria. ofto XXXVI. No. 1428. 23 de mayo de 1963; Fernando Storni, "La CllPAL y los idcologCas". Criteria. uno XXXVI, No. 1432. 25 de julio de 196:1. 15 Conferencia del general Juan N. lavfcoli , "La intcrrelaci6n entre seguridnd y desarrollo" (La Punsa. 3 de no· viembre de 1966).

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novedosos. No cran nuevos, en efecto, ni Ia preocupaci6n por dar impulso a Ia industria, que se habia hecho manifiesta desde los aiios cuarenta, ni Ia valorac.i6n estratcgica de Ia industria pesada que, como Ia idea del planeamiento econ6mico, fue formulada ya bajo el peronismo. Tampoco era novedoso el diagn6stico del atraso de Ia estructura agraria argen­tina, sea desdc el punto de vista social. sea desde el punto de vista tecnol6gico, o desde ambos a Ia vez. Pero era nuevo el discurso. Era nuevo el vocabulario tc6rico, en consonan­cia con el hecho de que Ia economfa del desarrollo se habfa convertido internacionalmen­te en un campo especializado de investigaci6n y elalloraci6n imelectual -una "subdiscipli­na de Ia ciencia econ6mica"-,16 generando un lenguaje analrtico propio que hallaba recep­ci6n y propagaci6n tambien en Ia Argentina, sobre todo entre los cultores j6venes del sa­ber econ6mico (Ia revista Desarrollo Econ6mico fue el 6rgano por excelencia de este do­ble movi miento de recepci6n y propagaci6n). Por cierto, aJgunas interpretaciones del pro­ceso hist6rico argentino y algunas tesis, como Ia teoria del deterioro de los tcrminos del intercambio en el comercio entre parses perifericos y paises centrales (una de las tesis en que no habfa divergencia entre Ia mayorra de los desarrollistas), cran tambien nuevas. Pe­ro, si dejamos de lado Ia circulaci6n de ese discurso en ambitos especializados, academi­cos o doctos, para considerar Ia ret6rica de su circulaci6n publica, lo mlis novedoso era Ia dramatizaci6n de esos temas. detinidos como claves de Ia vida colectiva nacional, en el marco de una dramatizaci6n general del cambio econ6mico y social. Las reform as que exi­gi a el desarrollo no cran s6lo necesarias, eran impostergables y acuc ianres, su cumplimien­to apenas si dcjaba ya tiempo.

Serf a imposible disociar este discurso y Ia dramatizaci6n que formaba parte de su re­t6rica del marco polftico que ofrecia el equilibria emergente de Ia Segunda Guerra: el as­censo de los Estados Unidos y Ia Uni6n Sovietica a los primeros puestos del poder mun­dial; Ia hegemonfa del primero dentro del mundo capitalista; Ia rivalidad entre los dos grandes, los Estados Unidos y Ia Uni6n Sovietica, por ganar aliados en e l campo de las nuevas naciones, cuyo numero crecfa dfa a dfa por efecto de los movimientos anticolonia­les de Africa y Asia. Si desde 1949 los estJJdios de Ia CEPAL habfan introducido a los par­ses de America Latina en el cuadro de las regiones dCbilmentc dcsarrolladas, Ia Revolu­ci6n Cubana, diez aiios despues. introdujo el subdesarrollo latinoamericano en cl cuadro de Ia rcvoluci6n social. Un nuevo tiempo, pleno de inminencias, acechanzas y posibilida­des parcci6 abrirse entonces para los problemas de los parses del subcontinente. i.Que otro horizonte sino este ten fa en mente Jorge Graciarena cuando enunciaba el dilema "Dos al­remativas polfticas del desarrollo: cambio gradual o revoluci6n"?l7 Hasta que lleg6, a me­diados de los anos sesenta. una nueva f6rmula -Ia de Ia modernizaci6n por via autorita­ria-, el desarrollismo se identific6, fundamentaJmente, con Ia altemativa gradualista. re­formista, asociada con Ia democracia representativa.

Aunque internacionalmente cl desarrollo era un t6pico del pensamiento econ6mico desde el fin de Ia Segunda Guerra. IS Ia literatura que el tema produjo hasta 1955 hall6 ceo

16 Alben Hirschman, "Auge y cufda de Ia teor£a del desarrollo". en £1 Trimesrre Econ6mico. No. 188. octubre· diciembre de 1980. 17 Jorge Graci arena, "Oos alternalivas polfticas del desarrollo: cambio gradual o rcvoluci6n", en Revisra de Ia Univl!rsidad de Buenos fllres, ailo VI, No. I, cnero-marzo de !96!, p. 5. 18 H. W. Arndt. El desarrollo econ6mico. u1 llistorin de una idea. Buenos Aires. Rei Argentina. 1992.

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y divu,lgaci6n amplios en Ia Argentina s61o despues de Ia cafda de Per6n. Esa literatura y su problem~tica inspirarfan una reclasilicaci6n de Ia Argentina en el mapa mundial. ;.Era Ia Argentina un pafs "subdesarroUado", un pals "insuficientemeote desarrollado'' o, m~s bien, un pafs "en desarrollo"? i,Cu~l era su grado de subdesarrollo y cuales eran las cau­sas de este? Aquf tambien los puntos de vista, asf como los esquemas y los criterios para hacer esas distinciones, eran diferentes, pero las divergencias y aun las disputas ten fan su contraparte en Ia unidad de los interrogantes, Los argentinas conocerfan de esc modo una nueva tipificaci6n de su sociedad, una tipificaci6n asentada en Indices como el del ingre­so per capita, Ia tasa de produclividad, el grado de industrializaci6n. etc., que Ia inserta­ban en un lirea de pafses a los que estaban habituados a considerar pobres o lejanos cuan­do no ex6ticos, algunos de ellos recientemente constituidos como estados nacionales. En el nuevo mapa socioecon6mico, que se ordenaba en tomo al eje desarrollo-subdesarrollo, Ia Argentina ya no acompaiiaba, aunque fuera a los tropiezos, Ia marcha del lote que iba adelante, el de las naciones industriales, y ni siquiera se aproximaba a aquellos pafses con los que en el pasado habra sido cotejada y que ahora iban incorpor~ndosc al grupo dela'fl­tero -como Canada o Australia-. Ahora, en virtud de las falencias de su desarrollo econ6-mico, integraba Ia heterogenea clase de las sociedades perifericas. En otras palabras. fue por Ia via de Ia temalica del desarrollo que Ia Argentina ingres6 intelectualmente en el in­trincado conjunto de naciones que no tardarfa en tomar el nombrc de Tercer Mundo.

Cuando el cconomista liberal Federico Pinedo salga a Ia arena del debate p6blico para atacar la economia del desarrollo, uno de los nancos elegidos serli este, el de las unidades analfticas que producian nociones como "pafs subdesarrollado" o "en desarrollo". En virtud de una selecci6n arbitraria de rasgos, observara Pinedo. se agrupaba hajo esos conceptos a pafses dispares desde el punto de vista social y econ6mico, entre ellos Ia Argentina.

Tanto hemos insistido -escribini ir6nicamente en 1965- en que nos asiste el derecho a ser considerados como miembros efectivos del club de los pafses subdesarrollados ( ... ] que bemos conseguido que otros nos crean y nos cataloguen como tales.l9

3. De un Frondizi a otro

Si bien, como queda dicho, el discurso relativo al desarrollo tuvo a lo largo de los aiios di­versos centres de estimulacion intelectual y polftica, ninguno alcanz6. sin embargo, Ia gra­vitaci6n de Ia predica y Ia acei6n ligadas a los nombres de Arturo Frondizi y Rogelio Fri­gerio. Lo que se registr6 bajo el impulse de ambos fue un movimiento ideol6gico, una em­presa polftica y una formula, integraci6n y desarrollo. para dar respuesta a los dos interro­gantes capitales de Ia Argentina posperonista: £,que rumba debfa tomar el capitalismo ar­gentino? L,que hacer con el peronismo. en particular con las masas peronistas?

Es difCcil determinar el papel respectivo de Frondizi y Fdgerio en Ia elaboraci6n de Ia amalgama ideol6gica que con eltiempo se identificarfa con sus nombres y con el termi-

19 Federico Pinedo. La Argentina: su posici6n y rango en el mundo (con ensayos en honor del au10r). Buenos Aires. Sudamericana. 1971. p. 369. Lo.s primeros par~grafos de este trabajo. al que corresponde Ia cita. fuer<rn publicados en 1965 en el No. 1.000 de Economic Survey.

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no de desarrollisme, aunque todos los indicios hacen pensar que el primero fue qui en aco­gi6 las ideas del segundo. Hasta 1956 -el ano del encuentro con Frigerio y del comienzo de una colaboraci6n que durara decadas- Frondizi era, ideol6gicamente hablando, el re­presentante politico mas conspicuo de Ia conjunci6n de laborismo de izquierda (estc li16n se resumra en Ia idea de "democracia econ6mica"), antimperialismo latinoamericanista y democratismo politico que el mismo habfa contribuido a definir como bagaje de Ia llama­da Intransigencia radical. Cuando dio a conoccr Petr6/eo y polftica (1954), su libro mas famoso, Ia innexi6n de izquierda de ese fondo doctdnario apareci6 aun mas nftidamente formulada.

El libro era un trabajo de historia de las relaciones entre polrtica y petr61eo, inspira­do en Ia tesis de que el petr61eo estaba en el centro del problema imperiaUsta en Ia Argen­tina. Pero no serfa el largo cuerpo del estudio hist6rico, sino Ia introducci6n, que se reedi­tara en forma independiente un ano despues - La lucha anrimperialista. Etapa fundamen­tal del proceso democratico en America Latina-, como una suerte de breviario del pcnsa­miento frondizista, lo que habrfa de atraerle lectores y adeptos (y tambien condenas de los antifrondizistas de dentro y fuera del radicalismo). Aunque en ese texto introduetorio apa­recfa de a ratos el lenguaje de Ia CEPAL (periferia. deterioro de los terrninos de intercarn­bio, semidesarrollo), el esquema queregfa Ia interpretaci6n de los problemas del palsy los de America Latina era basicamente marxista. El imperiaJismo era definido, de acuerdo con esa clave, como etapa del capitalismo, y de acuerdo con ella se describfan tambien las fa­ses del sistema capitalista. En el marco de ese esquema, donde Ia Argentina se insertaba como pafs depcndieme, dominado por una cstructura agraria atrasada, el autor exponfa las Hneas de un programa de transforrnaci6n econ6mica y social que tenia sus ejes en Ia re­forrna ag.raria y J.a it~dustrializaci6n, su instrumento principal en el est ado y sus act ores po­llticos en tres "factores de poder'', como los llamaba: un partido nacional y popular, las fuerzas obreras y las fuerzas armadas. "Estos tres factOres constituyen hoy, en America Latina, Ia rafz de toda posibilidad de realizaci6n y transformaci6n social."20 En cl celebre mensaje del 27 de julio de 1955, cuando habl6 al pals como presidentc del radicalismo pa­ra responder al llamado a Ia pacificaci6n politica formulado por Peron, Frondizi rcserv6 un pasaje final de Ia alocuci6n a las cuestiones socioecon6micas. Lo que entonces apum6 nipidamente no eran otra cosa que los temas de Ia Intransigencia radical. Es lo que vueJ­ve a encontrarse en Ia declaraci6n en que fij6 Ia posici6n de su partido ante el "Informe Prebisch". en noviembre de 1955, y aun en el mensaje del I 0 de Mayo de 1956, donde in­trodujo, sin embargo, una importame innovaci6n en el pensamiento politico radical al pos­tular una sola central obrera y un solo sind.ieato para cada rama de Ia producci6n, como re­quisito de Ia unidad sindical.

Si hay que hablar de un primer texto desarrollista de Frondizi, ese fue Industria ar­gentina y desarrollo nacional. folleto que apareci6 en febrero de 1957, con el sello edito­rial de Ia revista Que.21 Era un verdadero manifiesto modernista: "Vivimos una nueva era

20 Arturo Fronditi. La lucha antitn11eriali~ta. Etapa fundamental del proceso democnitico en Arnirica Latina, Buenos Aires. Ediciones Debate. 1957, p. 94. 21 Arturo Frondizi,lndustria argentino ydesarrollo nacional, Buenos Aires. Edicioncs Qtte, 1957. Frondizi ha­bfa expuesto prcviameme. en octubre de 1956. en uno alocuci6n radiof6nica. el contcnido de este cscrito (vea­se Nicol~s Babini. Frondizi de Ia oposicion at poder. Buenos Aires. Cehia, 1983. p. 189).

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de maquinismo, producci6n en masa, automatismo fabril y captaci6n de nuevas energfas, que est4 modificando Ia naturaleza de todos los problemas econ6micos". La Argentina no podia ignorar ni permanecer a! margen de esc proceso. El objetivo del desarrollo tcnfa, pues, su clave en Ia industrializaci6n integral del pafs y las fuerzas soeiales de Ia transfor­maci6n serfan los trabajadores y los empresarios. En Ia visi6n que transmitfa el texto, el estado era el cerebro y, en gran medida aun, el agente del desarrollo. perc Ia iniciativa pri­vada cobraba ahora un relieve que los editores se encargaban de subrayar en Ia introduc­ci6n al texto: "Quienes esgrimen desaprensivamente el 'cstatismo' de Frondizi se sentirtin harte sorprendidos por los conceptos de este trabajo". Si el ahorro nacional era insuficien­te, afirmaba tambi~n Frondizi como al pasar, podrla recurrirse a Ia colaboraci6n del capi­tal extranjero.

Ellaboratorio ideol6gico de Que habfa tenido parte en Ia preparaci6n deltrabajo. An­tes de que cobrara fama como director de esta revista y, sobre todo, como colaborador (cuando no inspirador rec6ndito de las nuevas ideas) de Frondizi, no era mucho lo que podfa decirse de Rogelio Frigerio, si bien un tejido de versiones y rumores que lo acor.t­paiiarfa durante muchos aiios se asoci6 a su nombre desde el comienzo de su notoriedad. Habfa side militante de Insurrexit, agrupaci6n universitaria ultraizquicrdista orientada por el Partido Comunista en los aiios treinta, tras lo cual tom6 a su cargo negocios familiares y se convirti6 en un empresario afortunado. Manruvo por un tiempo sus vlnculos con el Partido Comunista, intcgr6 despu~s. aunque s61o al comienzo, el elenco de Ia primera ~po­ca del semanario Que, que se edit6 de 1946 a 1947, cuando fue prohibido por el gobierno peronista, bajo Ia direcci6n de un hombre proveniente tambi~n de Ia izquierda, Baltasar Jaramillo (en esa participaci6n fugaz Rogelio Frigerio aparece como subdirector de Ia publicaci6n).

A estos pocos datos ciertos hay que aiiadir Ia referencia, legendaria entre los "frige­ristas", a los grupos de estudio que integr6 en los aiios cuarenta el futuro doctrinario de­sarrollista y que constituyeron el nucleo de Ia elaboraci6n originaria de Ia teorfa. Como ex­presi6n de este perlodo inicial qucdarfa el trabajo de Carlos Hojvat, miembro de esos cfr­culos de estudio, Geograffa economico-social argemina. i_Somos una naciOn? (Buenos Aires, El Ateneo, 1947). Citado con reverencia por los "frigeristas", este breve volumen contiene, en efecto, algunas de las ideas que integraran despu~ el discurso desarrollista.22 Mas que su tftulo anodino, es el subtfrulo cl que anuncia el argumcnto que esui en el cen­tro deltrabajo, el de Ia "cuesti6n nacional", para hablar en terminos marxistas (al enumc­rar los rasgos que definen a Ia naci6n como categorla hist6rica, Hojvat parafrasea el cele­bre escrito de Stalin. Elmarxismo y Ia cuesrion nacional, aunque sin citarlo). Segun el au­tor, Ia Argentina tiene los atributos btisicos de una naci6n, pero no lo es plenamente. La causa de esta deficiencia nacional radica eri La base material del pafs, en su estructura eco­n6mica, producto de una historia que hizo de Ia Argentina una sociedad jurfdicamente 11-bre, pore econ6micamente dependiente. Desde el siglo XlX basta el presente Ia economfa argentina se habfa desarrollado subordinada a Ia de Inglaterra, Ia potencia cuyos intereses hablan obrado en favor de Ia independencia polftica de Ia naci6n. En 1947, en un marco intcmacional enteramente distinto a! del siglo pasado, cuando rivalizan en el mundo dos

2l Vease, por ejcmplo, Ia menci6n que hac~ dellibro Isidro J. 6dena en Entrevista con el mundo en transici6n, Montevideo, Libreros-Editorcs A. Monteverde y Cia .. 1963. p. 142.

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formas de economfa monopolista -Ia de base privada, a cuya cabeza se encontraban los Estados Onidos e Inglaterra, y La de base estatal, cuya vanguardia era Ia Uni6n Sovietica-, los argentinas se encontraban frente a un desaffo equivalente a! de sus antepasados en el siglo XIX, aunque ahora se trataba de realizar Ia naei6n constituyendola como comunidad econ6micamente independiente.

El razonamiento, que no era original y que en sus lfneas generales era corriente en los aiios cuarenta tanto en cfrculos nacionalistas como marxistas, se exponfa acompai\ado de cuadros y de cifras insertos como fundamento objetivo de las afirmaciones relativas a Ia cs­tructura econ6mica, las clases y los partidos politicos de Ia Argentina. Lo que se reencon­trara despues en Ia sfntesis desarrollista - ademas de Ia tesis de que un pals puede ser efec­tivamente independiente s61o si cuenta con una industria pes ada (Hojvat, op. cit., p. 88), del objetivo de realizar Ia naci6n organizando a las fuerzas intemas interesadas en esa me­ta y del empleo de esquemas y nocioncs extrafdos del marxismo- es Ia misma eerteza de que se enuncian verdades de hecho, que se manifiestan con Ia elocuencia de los numcros y revelan un sentido que se conoce porque se esta en posesi6n de Ia ciencia de Ia historia.

'"Quise, en el comienzo de mi labor, mantener a Ia revista en el plano de Ia ncutrali­dad informativa que le imprimiera eltalento de su fundador. Pero los hechos me obligaron a adoptar una lfnea combatiente."23 Asf resumfa Rogelio Frigerio, al abandonar Ia direc­ci6n de Qui para incorporarse al equipo de colaboradores del recientemente elegido pre­sidenle Arturo Frondizi, el cambio que sufri6 el semanario al transformarse en el 6rgano de una empresa polftica. Que habfa reaparecido el23 de noviembre de 1955, bajo Ia direc­ci6n de Frigerio. Como signo de continuidad con su primera etapa, Ia publicaci6n retom6 en 1955 Ia numeraci6n interrumpida en 1947 yen Ia carla-editorial se anunciaba Ia volun­tad de proseguir el espfritu periodfstico que habfa distioguido a Que bajo Ia orientaci6n de su anterior director. La caracterizaci6n que hara Ia direcci6n de Ia propia revista de ese es­pfritu se en uncia en terminos parecidos a los que se encuentran en Ia primera epoca, ha­ciendo un punto de Ia objetividad y Ia neutralidad informativas. Tras estas declaraciones del comienzo. el lector encontraba un semanario de informaci6n general, cuyo centro era Ia actualidad nacional polltica y econ6mica, con algunas columnas reservadas a Ia actua­lidad latinoamericana y mundial. Ademas, una amplia gama de secciones, no todas perma­nentes, daban cobertura a las actividades y materias mas variadas, desde Ia ciencia y Ia tec­nica a Ia radio y Ia televisi6n, pasando por el depone, Ia educaci6n, Ia musica, el hi pismo. los libros, el ajedrez. el teatro y las misceh\neas.

Desde 1956 el semanario abandon6 poco a poco el comprorniso inicial de equidislan­eia -comenzando por Ia secci6n "Carta al lector" (al principio, en plural, "Canas al lec­tor"), que llevaba Ia firma "La Dirccci6n" o, mas usualmente, "EI Director", y que hacfa las veces de editorial politico-, se transform6 en el vchfculo de un discurso militante que conjugaba nacionalismo e industrialismo y auspiciaba una f6rmula social y polftica: el ·•frente nacional" o '"nacional y popular•·. Alusivamente primero. abiertamente a partir de 1957, las paginas de Que asociaron Ia realizaci6n de ese frente con Ia promoci6n de Frondizi a Ia presidencia. Y este cont6 desde entonces y hasta su triunfo electoral con Ia predica de una publicaei6n aguerrida, paralela al radicalismo intransigente, que solie itaba,

23 Qui. No. 174. 25 de marzo de 1958.

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con arreglo a una versi6n del frente que le era propia. el apoyo a su candidatura.24 El des­tinatario principal de esa interpelaci6n era el electorado del peronismo, colocado en Ia ilegalidad.

En suma, con adherentes de procedencia beterogenea Frigerio constituy6 en tomo a Ia candidarura presidencial de Frondizi un polo de innucncia ajeno a las estructuras del partido, aunque proximo a su lfder, que difundi6 y defendi6 por medio de Ia revisla Que una concepci·6n del alcance y los cometidos del "frente nacional y popular" que se aparta­ba del nacionalismo de izquicrda que identificaba a los radicales intransigcntes. Algunos aiios despues, uno de los integrantes del grupo reunido en el ·•taboratorio" de Que, el ex comunista Juan Jose Real , recordard Ia procedencia de los colaboradorcs del semanario, en un apunte rei pi doe ideol6gicamente orient ado que dejard entrcver, al mismo tiempo, los elementos que se fusionaron en cl movimiento que tend ria en Frigerio su principal ide61o­go yen Frondizi su jefe politico:

Ciertamente, elementos heterog~neos confluyeron a prestar su concurso a Ia revista Que. Eran los peronistas que comenzaban a comprender Ia raz6n profunda de Ia cafda del regi­men en 1955; eran j6venes radicales que comenzaban a comprender. ellos tambien, su error de I 0 anos; eran j6venes universitarios que habfan archivado Ia "parabellum" para ir al encuenrro de las masas y que buscaban Ia superaci6n dt: Ia reforma del 18; eran anti­guos militantes revolucionarios que habfan heoho Ia dolorosa expcriencia de 19:10 y 1945; eran nacionalistas que entendfan ahara el valor de Ia democracia y de las reivindicaciones sociales; eran historiadores que intentaban escapar a Ia antinomia rcvisionismo-liberalis­mo; eran empresarios que sabfan ya por experiencia que s61o podrlan colmar sus aspira­ciones en los marcos del movimiento naciona1.25

El semanario no foe unicamente el instrumcnto de una estrategia electoral: fue el medio inicial de propagaci6n de las ideas que m:is adelante se ordcnarfan ~isrematicamente en Las condiciones de La vic10ria, el primer compendio del desarrollismo frigerista-frondizis­ta.26 En esa etapa primcra del discurso frigerista Ia palabra clave no serfa desarrollo, sino inregraci6n, un vocablo que sc declinarla en todas las formas posibles (como "integracio­nista" fue identificada en un comienzo Ia corriente que orientaba el semanario). El t6rmi­no integraci6n tenia sentido polftico y senti do eoon6mico. se prestaba para hacer referen­cia a unidad nacional , pcro tambicn a Ia inserci6n de Ia naci6n en un mundo que marcha­ba a Ia integraci6n; aludfa a Ia ncccsidad de incorporar al peronismo at juego politico le­gal, asl como a Ia de en lazar las difcrentes regiones del pals a travcs del crecimiento eco­n6mico. etcetera. Ahora bien, en cl centro de los diferentes registros de Ia palabra estaba. como en el viejo trabajo de Hojvat, Ia Naci6n, unidad de esencia que esta mas a!Ja de sus

2• Los termmos en que Ia revista definfo en forma publica su apoyo a Frondizi aparcccn registrados en esta ri!· plica a una declaraci6n de Ia UCRI: "EI Radicalismo lntransigente ha hecho p~blicn una tcrminante declaraci6n seilalando que Q11e noes un 6rgano oficial ni oficioso del Radicalismo. lgnor~bamos que pesara sobrc Ia rev is· ta tal sospecha. Q11e es un 6rgano de un pensamicnto nacional y popular que no sc cnrola con ningun partido y que celebra. coincidir con cua lquicr movimlcmo de opini6o, proceda de dondc fuere. que ponga et acento en ta· les poslulaciones" (''Panorama politico de Ia scmana". Que, No. 1:18. 2 de julio de 1957). 25 Juan Jose Real, 30 alios de ltlsroria argentina. Buenos Aires-Montevideo, Actualidad. 1962. pp. t 86-187. 26 Rogelio Frigerio, Las condiciones de Ia l'icroria. Montevideo, 1959.

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partes, como un organismo, dotado como este de una finalidad, desarrollarse, y, en la eta­pa presente, desarrollarse como naci6n industrial, requisite de su independencia.

4. La empresa nacional del desarrollo

AI igual que para los radicales inrransigentes y los intelectualcs que Rouquie llama "fron­dizistas por razonamiento", para Frigerio Ia convergencia del radicalismo intransigente y del peronismo -<Jue, en terminos sociales se entendi'a, ya explfcita, ya implfcitamente, era Ia convergencia de Ia clase media y Ia clase obrera- represemaba tambien el nucleo de Ia alianza que era necesario promover. Perc no limitaba los alcances del frenre al encuentro de esos partidos ni a Ia frontera de los partidos politicos. Lo que concebfa como un nuevo capitulo del movimiento nacional -los capftulos antecedentes habfan tenido como caudi­llos a Yrigoyen y a Per6n- debfa ordenarse alrededor del cometido de arrancar a Ia Argen­tina de su deficiencia nacional convirtiendola en una sociedad industrial cuyo crecimien­to no fuera el privilegio de una regi6n, sino una matriz que se propagara a todo el terri to­rio del pais, integnindolo ffsica y culturalmente.

Ningiin antagonismo. social o politico, debia interfcrir en este cometido que respon­dfa al unico y verdadero an tagonismo, e l que oponja Ia naci6n industrial a Ia estructura y Ia mentalidad ag:ro-importadoras, Ia estructura y Ia mentalidnd de Ia Argentina tradicional. ''Definiremos aJ enemigo como el conjunto de los intereses que cxtraen beneficia del pre­dominic del sector agricola y de Ia debilidad del desarrollo industrial...".27 Se trata de un encmigo fuerte e insidioso, a Ia vez extcrno e intemo, con medios y apariencias multiples -clt6pico de Ia conspiraci6n antinacional asoma reiteradamente en el discurso dcsarrollis­ta-. Y se prestan a su juego las izquierdas que ignoran el hecho nacional y predican Ia lu­cha entre obreros y empresarios, como los socialistas y los comunistas.28 La lucha contra cl bloque que equivalia a Ia pcrmanencia del pais subdesarrollado requcrfa, pues, de Ia for­maci6n de otro bloque, el de Ia Naci6n, hecho de Ia convergencia act iva de Ia clase obre­ra y del empresariado, de Ia contribuci6n de corrientes ideol6gicas de procedencia hetero­genea. aunque amalgamadas por Ia premisa nacional, de Ia tradici6n cat61ica, que era un clemente aglutinante de Ia identidad colectiva, del Ejercito, que no s61o habia sido un agcnte hist6ric_o de Ia organ izaci6n territorial y polftica del pnfs. sino que era en el presen­te un actor del proceso industrializador. Solo Ia reuni6n de estas fucrzas permitirfa enca­rar Ia empresa urgente de Ia hora, echar las bases materiales de Ia soberanfa nacional: Ia siderurgia, Ia energfa, Ia qufmica pesada ...

Durante Ia campaiia electoral, digamos de febrero de 1957 a febrcro de 1958. el ter­mino "frondizismo" conect6 significaciones divergentes, en corrcspondencia con el movi­miento zigzagucante del candidate presidencial. quien fue dejando entrever. dosificada­mente, en entrevistas y declaraciones, los elementos de un programa paralelo al programa oficial de Ia UCRI, sin renunciar a estc. En las alocuciones de Frondizi, que cuando era ne­ccsario pod fa animarse evocando Ia antinomia entre el Pueblo y Ia Oligarqufa o Ia Naci6n y ellmperialismo. algunos de sus partidarios crefan escuchar Ia vieja rniisica de Ia Intran-

27 Rog~lio Frigcrio. U.s co11dicion~s de Ia victoria, cit .. p. 25. a "Obreros y empresarios: un solo inter~s nacional". Que, No. tOO. II de novicmbre de 1956.

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sigencia y Ia Declaraci6n de Avellaneda. Era ··el antiliberalismo formulado en terminos de izquierda y Ia posibilidad de entendimiento con lo popular", segun las palabras de David Viiias.29 Para otros, sobre todo para los recien llegados, Frondizi era ya cl jefe de un nue­vo movimiento, que se ligaba a Ia corriente de ideas que tenfa su eje doctrinario en Ia re­vista Qui y llamaba al pueblo a realizar Ia hazaiia de Ia naci6n industrial.

Frondizi alcanz6 final mente el gobierno y asumi6 Ia presidencia de Ia naci6n el I o de mayo de 1958. Poco mas de dos meses antes (el 23 de fcbrero) habra ganado largamcnte los comicios celebrados para poner termino al gobiemo de Ia Revoluci6n Libertadora y reinsertar La vida polftica en un marco constitucional. Habfa llegado a esas elecciones con­vertido en Ia principal figura polftica del pafs y recibi6 los votos de una fuerte mayorfa, desde los que atrajo por Ia vfa de su panido, Ia Uni6n Cfvica Radical lntransigente, a los que procedfan de un ampHo arco de posiciones ajenas al radicalismo y que iban desde el nacionalismo al Partido Comunista. Pero el caudal de sufragios decisive provino del pero­nismo, polfticamente proscripto, cuyo apoyo masivo fue producto de un acuerdo secrete tramitado por Frigerio con Per6n. Frondizi neg6 (lo haria toda su vida) Ia existencia de e~e pacto con el lfder exiliado. No obstante, Ia noticia de que Ia orden de Per6n -votar por el candidate intransigente- provenia de un acuerdo no tard6 en difundirse, dando alimento a Ia nada inocente versi6n de que el presidente electo prcparaba cl retorno del peronismo.

La del gobierno result6 para el credo de Ia integraci6n y el desarrollo una prueba ma­lograda. La experiencia no duro cuatro aiios -Frondizi fue derrocado a fines de marzo de 1962 y confinado en Martin Garda bajo Ia custodia de Ia Marina- y aun mucho antes de ese desenlace Ia autoridad de su investidura ya se habfa corrofdo enormemente, sometida al jaqueo incesante y abierto de unas fuerzas armadas aplicadas a Ia vigilancia del presi­dente. Recelado de servir al juego del comunismo o del peronismo, cedi6 una y otra vez a Ia presi6n anticomunist.a y antiperonista. sin desprenderse nunca de Ia sospecha de que ha­cfa a! juego a uno de ellos o a ambos al mismo ticmpo. Pero Ia prueba del gobicrno no des­gast6 s61o Ia investidura, sino tambien, e incluso antes, Ia credihilidad polftica de Frondi­zi. Los primeros estragos de su crcdito aparccieron en las filas de quicnes lo habfan vota­do en 1958. Aunque conserv6 Ia lealtad del grueso de su parlido, Ia coalici6n del 23 de fe­brero (el •·frcnte nacional y popular'') se esfum6 en poco mas de un aiio, por obra del de­sencanto que provoc6 Ia disparidad entre cl programa electoral y el programa efectivo del gobierno.

Porque el plan de Ia empresa desarrollista recibi6 su formulaci6n publica definitiva s61o cuando Frondizi accedi6 al gobiemo. Nada, acaso. mortific6 tanto las expectativas de quienes habfan votado al antiguo lider antimperialista como el papel que ahora asignaba al capital extranjero y que la nueva doctrina comenzara a practicarse con Ia polftica petrolc­ra. "En teorfa puede no hacer falta e l capital extranjero y eslo lo sostienen algunos econo­mistas argentinos, que afirman que nuestra tasa de ahorro es suficiente. Pero creo que csa afirmaci6n no sea justa a Ia realidad del pals ni a las necesidades de un nipido desarrollo."30 Asf responderfa Frondizi al explicar, ya fuera del gobierno, por que habfa acudido, en gran escala y contrariando las ideas y Ia sensibilidad de su partido, a un recurso que todavfa en

29 David Vinas. "Una gencraci6n traicionada. A mis camaradas de Contorno". en Marcha, No. 992. 31 de enc­ro de 1959. 30 Felix Luna. Didlogos con Frondhi. Buenos Aires. Editorial Desarrollo, 1962. p. 183.

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su escrito programatico Industria y desarrolw nacional era considerado s61o como un ele­mento subsidiario. Y en Ia respuesta aparecen los dos tipos de razones que se reforzanin mutuamente en Ia ret6rica desarrollista. Unas conciemen a Ia "realidad" de Ia tasa de aho­rro del pals; otras, a Ia "rapidez", a Ia idea de que para llevar adelante el desarrollo era ne­cesario trabajar freneticamente contra el reloj.

De acuerdo al razonamiento que Frigerio y Frondizi hicieron suyo, aunque estaba le­jos de ser novedoso incluso dentro de las teorfas del desarrollo, el gran reto era industria­lizar un pals que sufria de una aguda falta de capitales: ni el estado ni el sector privado te­nfan Ia posibilidad de generar el ahorro necesario para financiar las grandes inversiones basicas (siderurgia, qufmica pesada, energfa, etc.). <,C6mo promover entonces esos rubros que eran Ia llave de Ia industrializaci6n y de Ia soberanfa, si nose qucrra apclar, por razo­nes polfticas y socialcs, al metodo del ahorro compulsive practicado en los rcgfmenes so­cialistas? Mediante emprestitos intemacionales y radicaciones directas de capital privado extranjero. es decir. haciendo uso de Ia financiaci6n extema para Ia construcci6n de las in­dustrias esenciales y de una infracstructura econ6mica moderna. El estado nacional. por su parte, no se limitarfa a crear condiciones favorablcs para Ia actividad de capitales inter­nos y extemos, dejando librada a Ia espontaneidad del mercado Ia localizaci6n de las in­vcrsiones. El estado desarrollista. que era un estado programador, el cerebro del desarro­llo, definirfa las prioridadcs con arreglo a Ia meta por alcanzar: Ia naci6n plcnamente de­sarrollada. Fijadas estas, el poder publico obrarfa mediante los instrumentos legales de Ia polftica impositiva. crediticia y monetaria, para estimular y orientar las inversiones hacia los sectorcs estrategicos. En suma, Ia cuesti6n a zan jar. 1o que real mente discriminaba de que lado se estaba en relaci6n al desarrollo nacionaJ, no era el origen de los capitales. si­no Ia utilizaci6n que se hacfa de ellos: se los acogfa para reproducir Ia dependencia exter­na -y Ia vigencia del esquema agroimportador- o para liberarse de su dominio.ll Si se querfan los fines, se debfan querer los medics.

Pcro el auxilio del capital extranjero no aparecfa como un recurso obligado s61o por Ia baja 1asa del ahorro nacional, sino tambien porIa velocidad que era fonoso imprimir aJ cambio estructural. l,Por que? Ni Frondizi ni Frigerio darJan siemprc las mismas razones para dar cuenta de Ia necesidad de esa marcha acelerada. Se ha crcfdo descubrir en esa prisa una raz6n contingenle: Ia situaci6n poHtica precaria del gobierno de Frondlzi, quien no ignoraba ese hecho al asumir Ia presidencia y busc6 por el camino del ataque rapido a los problemas que consideraba de fondo (petr61eo, energi'a, siderurgia) Ia creaci6n de una realidad socioecon6mica en que los problemas politicos heredados se volverian datos del pasado.

Sin embargo, en 1963, cuando el golpe de estado ya habra puesto fin al gobiemo de Frondizi, Frigerio postula. fuera de toda referenda a Ia situaci6n argentina y como regia general para todos los pafses subdesarrollados, Ia necesidad de operar rapidamente: "En esta etapa no hay otro desarrollo que el prioritario y acelerado" (en cursivas en el origi­nal ).32 En 1964, en un articulo destinado a fijar sus d.iferencias con las tesis desarrollistas

31 V6ase Rogelio Frigerio. Crecimienro econ6mico y democracia, Buenos Aires, Paid6s. 1983 ( Ia. ed., 1963). cup. 4, donde el autor propane esta tesis para todos los parses subdesarrollados bajo regfmenes liberal·demo­cr~ticos.

32 Rogelio Frigcrio, Crecimienro econ6mico y denrocracia, cit .. p. 76.

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de Ia CEPAL, vuelve sabre el tema. Contra Ia idea ''conformista" de una financiaci6n leota y gradual del desarrollo. que atribuye al pensamiento cepaliano, Frigerio cone~ta el recur­so al capital extemo con Ia prisa, prescribiendo que el despeguc "debe ser drastico y rapi­do para que produzca resultados",33 No obstante, en los dos casos no invoca las mismas razones para dar fundamento a Ia necesidad de imprimir velocidad a los cambios.

Mas alia de las circunstancias y Ia experiencia que pudieron haber reforzado Ia con­vicci6n de que todo to relativo al desarrollo era imperioso, ella iba unida, indisolublcmcn­te, a otra: Ia de una aceleraci6n in6dita del tiempo bist6rico, un movimienlo sin reposo, pleno de inminencias y hccho de descubrimien.tos cientfficos, inventos c innovaciones tec­no16gicas que afectaban al mundo entero, transformando las fuerzas productivas, posibili­rando Ia conquista del espacio extratcrrestre, reduciendo el ticmpo de trabajo mediante Ia automatizaci6n. "Velocidad. El tempo de nuestras vidas procede a sal tos". escribfa uno de los propagandistas del desarrottismo, Isidro J. 6dena.34 Estaba a Ia vista una era de abun­dancia, el siglo XXI: "La transici6n se est a operando ante nuestros ojos y tenemos el deber de tamar conciencia de etta si hemos de situamos correctamente dentro de las coorden?.­das de nuestro tiempo".35 Porque en cse tiempo que marchaba raudamente hacia el futuro no todos ihan al mismo paso, al ritmo de los cambios continuos provocados por avances tecno16gicos siempre nuevas. Y era este ritmo, esta velocidad , Ia que dcbla transmilirse al desarrollo de los pafses rezagados, los pafses del $Ubdesarrollo, Ia Argentina entre ellos, si se los querfa hacer panfcipes de un porvcnir cercano y lleno de promcsas. Los sacrificios de hoy se compensarfan manana, en Ia tierra prometida de Ia naci6n desarrollada. La gra­dualidad no pertenecfa a esta temporalidad.

El cambia era a Ia vez dcseable c ineluctable. Como otras corricntes del pensamien­to social y politico del siglo pasado .Y .del actual, Ia doctrina de Frigerio y Frondizi recla­m6 para sus raciocinios los tftulos de Ia ciencia, ·euyos procedimientos erao idcntilicados. a Ia manera positivista, con los de Ia observaci6n-y Ia cuantificaci6n de hcchos y tenden­cias registrados objetivamente.

Analizo las complejas intcrrelaciones de Ia economfa contempor~nea como un hccho ob­jelivo. bist6ricamente necesario, cuyo sentido y dirccci6n es irreversible y cuya unica dosis de alea10riednd consiste en Ia elecci6n de los medias para que se desarrolle pacffi­camente r ... ).36

Ahora bien, lo que ese anal isis comprobaba como hist6ricamenle necesario (y "con Ia elo­cuencia neutral de los guarismos'') eran procesos cuyas consecuencias resultaban. a Ia vez. dignas de anhelo. c. Que detectaba, por ejemplo, Ia observaci6n objetiva del cuadro mun­dial en 1963? Que los Estados Unidos y Ia Uni6n Sovietica terminarlan forzosamente por reconocer que Ia rivalidad en el terreno militar era esteril (las armas nucleares hacfan im­pensable Ia guerra, que serla de exterminio mutuo) y trasladarlan, antes o despues, Ia emu­laci6n al terreno ccon6mico, dondc competirfan tambien, obligados por sus propios inte-

l3Rogelio Frigerio. "EI camino del desarrollo", Clar{n, 20 de septiembre de 1964. 34 Isidro J. 6dena, Enlrevista COtl el munt,lo en tmnsici611. cit .. p. 4 t. 35 Ibid., p. 43. )6 Frigerio. Crecimiento ecomJmico .... cit.. p. 7.

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rescs, en Ia ayuda a los pafscs subdesarrollados. Estos, a su vez, estaban compeUdos a sa­lir de su retraso, a desarrollarse. En pocas palabras: al igual que en Ia Argemina, en el es­cenario intemacional los intereses tambien llevarian a Ia moderaci6n de las pasiones ideo-16gicas y polfticas.

No se trataba de una evoluci6n posible, entre otras, expuesta a variar por obra de otro encadenamiento de las cosas y de otros resultados: esa evoluci6n obedecfa a !eyes que el metodo cientifico permitfa captar y formular. Habfa, sin dudas, obstaculos -como los cfr­culos belicistas y las firmas ligadas a Ia producci6n armamentista en los Estados Unidos. o los clases e intereses vinculados a Ia producci6n primaria en los pafses del Tercer Mun­do-. No habrfa drama del desarrollo si este no tuviera por delante contrastes, rrabas, ato­lladeros. Pero los obstaculos s6lo pod fan desviar o detener momentaneamente el curso de Ia necesidad hist6rica. Esta reanudarfa su marcha, tarde o temprano.

Empresa voluntarista que se negaba como tal, lo que el discurso desarrollista descri­bfa como un proceso factico iba en el mismo sentido que aqueiJo que prescribfa como fi­nalidad. La "unica dosis de aleatoriedad" concernfa a los medias. Lo cierto, lo positive era el contenido --el movimiento del desarrollo contra el estancamienco del subdesarrollo- que ordenaba Ia direcci6n y los lines; lo incierto y aleatoric eran las formas y los medics. ''EI tinico dilema que existe para nuestro continente, aseveraba Frondizi, es: desarrollo por vfa democratica o desarrollo lJOr vfa violenta."37 Esa era Ia lecci6n que arrojaba Ia Revoluci6n Cuban a, que s6lo pod fa ser interpretada a Ia luz del subdesarrollo. En este sentido, Ia Ar­gentina frondizista y Ia Cuba lidelista asumirfan en Ia visi6n del desarrollismo un papel igualmente ejemplar: enseiiaban las dos vias, las dos formas, que pod fa adoptar Ia respues­ta al estancamiento y Ia miseria. Mientras en Ia segunda, Ia reacci6n contra el subdesarro­llo habfa generado Ia violencia y Ia revoluci6n. en Ia primera el crecimiento de las fuerzas productivas se cumplfa bajo formas democrliticas. Ahora bien, desdc Ia segunda mitad de los aiios sesenta el fondo sc disociara de las formas y para Frondizi y Frigerio Ia democra­cia ya no sera Ia condici6n polftica del desarrollo.

5. Breve excursus: progreso y desarrollo o liberates y desarrollistas

En cierto modo, Ia idea del desarrollo fue un sustituto y una variante de Ia idea del progre­so. Como esta, contiene una interpretaci6n del proceso hist6rico en terminos de eta pas su­cesivas de mejoramicnto creciente de Ia vida individual y colectiva. Ambas estan, igual­mente, volcadas hacia el futuro y celebran el a vance de Ia ciencia y de Ia tccnica. Sin em­bargo. no son inmediatamente permutables. En ocasi6n de destacar los meritos del gene­ral Roca. Frondizi compar6 las ideas de progreso y de desarrollo, asl como Ia mentalidad de aquella generaci6n, Ia del ochenta, y Ia suya. iQue las diferenciaba? La vocaci6n in­dustrialista y el liberalismo.38

En efecto, cl pensamiento desarrollista, en cualquiera de sus variantes, no era liberal -al mcnos en el campo de Ia economfa-. Para Ia mayorfa de quienes se vieron atrafdos por Ia economfa del desarrollo, no importa en cual de sus versiones, el pensamiento econ6mi-

37 Arluro Frondizi, en Ftlix Luna, Conversociones, cit .• p. 103. 38Jbid .• p. 152.

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co liberal sobrcvivCa. pero el presente ya no era su tiempo: habfa sido superado por los grandcs trastornos de Ia economfa mundial de los anos treinta y desde entonccs no regfa ya ninguna economia nacional. Localmente, Ia supervivencia de esa doclrina en retirada s61o expresaba Ia defensa de intereses paniculares, ligados a formas tradicionalcs de pro­piedad y de producci6n, y, m~s en general, a una mentaJidad conservadora, resistente a los cambios que rcquerfa Ia modemizaci6n econ6mica. Para algunos desarrollistas (entre los que sobresalfa Rogelio Frigerio), el balance hist6rico del liberalismo en el proceso argen­tino era aun m~s negative. Muchas de Jas faJias y los dcsequilibrios que el desarrollo de­bfa superar ten fan sus raices en Ia era de Ia Argentina liberal.

Los liberales, por su parte, vieron en las teorfas desarrollistas s6lo una nueva mani­festaci6n del "dirigismo ecoo6mico" o estatismo. El mal argentino procedfa fundamental­mente de Ia intervenci6n del estado en Ia economia (esa habfa sido Ia matriz esencial y mas perniciosa del peronismo; Ia Revoluci6n Libenadora se habia mostrado vacilante, sin re­solverse a abandonarla enteramente, y la tendencia intervencionista, que aparecfa como un fen6meno extendido en el mundo, prosegufa en Ia nueva version del desarrollismo). En el prefacio que escribi6 para Ia segunda edici6n de un llbro de Federico Pinedo -Porjiando hacia el buen camino, 1955- publicado poco antes del derrocamiento de Per6n, Alberto Duhau fij6 en Ia forma de una consigna que encabezaba el texto lo que para los liberales era Ia antinomia de Ia hora: "Un ideal : La libre empresa. Un solo encmigo: El dirigismo econ6mico".39 Si se querfa salir del estancamiento y volver a Ia ruta del progreso habfa que vol ver a los principios de Ia iniciativa individual y Ia libre compelcncia.

El liberalismo cstaba en rninorfa en Ia opinion publica argentina y continuarfa esuin­dolo en las dos decadas que siguieron a 1955. Como lo mostraron los resultados cada vez mas decepcionantes de los esfuerzos por devoJver influjo electoral al partido Dem6crata Nacional -convertido en el depositario del pensamiento liberal. aunque no todas sus frac­ciones lo fueran- o a alguna coalici6n polftica, con gravitaci6n nacional, que reunicra Ia misrna conjunci6n libcral-conservadora (esc fue el sueiio de lo que se llamarfa Federaci6n de Partidos de Centro). Nunca emeramente rec{)nciliados con Ia democracia, Ia escasa for­tuna de estas empresas poHticas los llevaria a dcsesperar, una vez mas. de que las posicio­ncs libcral-conservadoras llegaran al gobierno porIa vfa electoral. Habia otros medics. sin embargo, para tomar parte en Ia direcci6n del estado o influir sobrc Ia decisi6n de los go­bernantes, y los liberalcs disponlan de esos medios. Porque si bien se trataba de una mi­norfa. no era una minorfa cualquiera, sino Ia m~s poderosa: tenia ascendicnte y guardiancs celosos en las Fuerzas Armadas (aJ menos, hasta 1963), comaba con los rnedios de pren­sa mas rcputados y predomioaba en las asociaciones patron ales mas fuertes.40 De sus elen­cos surgi6 buena parte de los ministros de economfa durante mas de dos decadas y aun el gobierno de Frondizi debi6 cncomendar Ia gesti6n de ese Ministcrio a figuras provenien­tes de Ia familia liberal (Alvaro Alsogaray, Roberto T. Alemann).

39 EltCIUio que los propiciadores de Ia nueva edici6n cncontraron (lara el trabajo de Pinedo. uno de los mejores que produjo cl pcnsamiento liberal despu~s de Per6n. fue m4s expresivo: £/faro/ esuuismo (Buenos Aires. Gui­llermo Kmft Ltd., 1956). "Es COriO y sintctiza bien el mundo en que vivimos". cscribi6 en el prefacio Duhnu. 40En 1958 In Balsa de Comcrcio,la Sociedad Rural y Ia Unf6n Industrial se rcunicron en una entidnd. Acci6n Coordinadora de las lnstituciones Libres (ACtEL.). para luchar conrra todas las formas de intervcnci6n cstatnl en Ia economfa y Ia vig~ncia de Ia inicimiva privada sin interferencia publica.

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La crftica liberal a Ia empresa desarrollista tuvo su 6rgano mas pertinaz y constante en el diario La Prensa. "El problema de nuestro desarrollo econ6mico preocupa a todos los sectorcs del pafs". decfa el diario en uno de los editoriales dedicados a cucstionar Ia idea de un crecimiento promovido a trav6s de polfticas publicas deliberadas. Pero ese eon­senso, segula el editorial, no se mantenfa cuando se abordaba Ia cuesti6n de los fines del desarrollo y los medios para lograrlo. A diferencia de los pafses donde regfa o habfa re­gido Ia planificaci6n (como Ia Rusia sovi~tica, los regfmenes fascistas e, incluso, algunos demowlticos), el desarro llo en una sociedad libre "depende basicamente de Ia iniciativa y del trabajo de los propios miembros de Ia comunidad". En Ia Argentina. por su pane, Ia teorla del desarrollo que se predicaba y practicaba lo hacfa dcpcnder de Ia acci6n del go­biemo. Estc fijaba, con criterios de dudosa validez. las actividades que debfan ser fomen­tadas, "facilitandoles recursos y asegurandolcs mercados''. Se impulsaban asf, en desme­dro de todo el pafs, industrias ani ficiales. mientras se descuidaban "las verdaderas fuen­tes de recursos de Ia Naci6n'', que eran todavfa "nuestras industrias madres", aquellas pa­ra las que el pals estaba mcjor dotado por naturaleza. En el pasado. cuando "Ia Naci6n dependfa para su progreso" no de Ia planificaci6n gubemamcntal, sino de los "planes de desarrollo'' de sus habitantes, se habla transformado, en menos de cuarenta ailos, "lo que era pnkticamente un desierto en una de las naciones mas pr6speras y progresistas del mundo".41

Ningun otro diario como La Prensa iluSir6 tan cabal mente el punto de vista que los frondizistas consideraban propio del viejo orden. cl de Ia estructura agroimportadora. Pa­ra cl diario. a su vez, Ia empresa desarrollista habla respondido desde sus comienzos a los designios de una ambici6n politica que acarre6 consecuencias nefastas: llev6 a Ia ruptura deliberada del partido radical. primero, y al acuerdo con Per6n, d.espues, para buscar Ia victoria con el apoyo del "partido dictatorial" (uno de los nombres que daba La Prensa al peronismo). Todos los problemas derivarfan de ese nacimiento, obligando a ardides y ma­niobras a un gobiemo expuesto a todas las prcsiones por carccer de base popular propia. El diario no expresarla pesar por el golpe de estado que puso fin aJ gobiemo del doctor Frondizi. 42

El dcsarrollismo frondizista no fuc el unico blanco de Ia crftica liberal. Tampoco es­oaparon a ella las tesis de Ia CEPAL y de su secretario ejecutivo, Raul Prebisch. Quien to­m6 en sus manos el ajuste de cuentas con el pcnsamiento cepaliano fue Federico Pinedo, que escribirfa, en las pliginas de La Prensa justamente, cinco largos artfculos bajo el titu­lo general de "La Cepal y Ia realidad econ6mica de America Latina". Pinedo aprovech6 Ia ocasi6n que lc ofreci6 el documento que Prcbisch habfa presentado en Ia conferencia del organismo -reunido en Mar del Plata en mayo de 1963- para sometcr a duro juicio las ideas de su antlguo colaborador. No fue Ia realidad econ6mica latinoamericana, sino Ia realidad econ6mka de Ia Argentina lo que estuvo en el centro de esos art feu los polemicos y llenos de ironia, el primero de los cuales tuvo por objeto poner en cuesti6n Ia imagen que el tcxto de Prebisch daba del pals, al insertarlo de acuerdo con un denominador co­mun dentro del cuadro continental.

4 1 "Dirigismo econ6mico y retroceso en Ia Argentina",-La Prensa. 12 de febrero de 1961. 42 Para el balance de los cuatro ailos de gobierno frondizista vease ell argo editorial "Ailo de profunda crisis po­litica•·. La Prensa. 30 de diciembre de 1962.

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Sin vacilaci6n puede afinnarse -escribla Pinedo- que no s6lo to que se dice de varios de los diversos pa!ses noes aplicable a otros, sino que lo que se dice del conjunto latinoame­ricano tarnpoco es aplicable a los pafses con los que artificial, si no artificiosamente, se ha form ado el con junto latinoarnericano. Por lo menos en lo que concicrne a Ia Argentina las cifras medias de todo el conlinente no significan nada. No son una fotograla de nuestro pais. sino una caricatura.43

Tras impugnar en notas sucesivas el diagn6stico (en lo relative at regimen de tenencia de Ia tierra, Ia distribuci6n del ingreso, cl estrangulamiento externo ), Pinedo apunt6 contra los "remedies sugeridos" por el estudio cepaliano: detras de todo estaba el viejo enemigo, el estatismo.

Prebisch no respondi6 al ataque sino mediante un rapido y alusivo pasaje de Ia intro­ducci6n a Ia edici6n en forma de libro de su trabajo:

Se me ha salido a combatir nuevamente con aquella tesis inveterada del juego libre de las fuerzas econ6micas como elemento propulsor del desarrollo. Y lo mas penoso para mf es que esta incomprensi6n de los fen6menos del desarrollo econ6mico y social se manifies­ta mas en mi propio pars que en cualquier otra republica de America Latina. La confusi6n de ideas es allf lamentable. No se quiere leer, nn se quiere pensar, se siguen repitiendo trasnochados conceptos del siglo XIX sin vigencia a1guna con Ia realidad ac1Ual.44

El progreso, en suma, ya no llevaba el nombre del liberalismo econ6mico. AI escrlbir esas lfneas, Prebisch estaba lejos de imaginar que las ideas, juzgadas no s61o por el como ideas decimon6nicas, trasnochadas, cobrarian veinte aiios despues no s61o una nueva vigencia sino que se instalarfan en el puesto de mando, orientando las polfticas publicas de Ia ma­yor parte de los parses del mundo, entre ellos las de su pals. o

•3 Federico Pinedo. "Lo Cepal y Ia realidad coon6rnica de Am~rica Latina. Arliliciosa equiparuci6n de sus pai­ses''.f.A Prensa, 18 dejunio de 1963. ""Raul Prebisch. Hacia una dindmica del desarrollo latinoamericano. M~xico, FCE, 1963.

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