Alfares somio

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El arte de elaborar la arcilla para la fabricación de toda clase de objetos es una tradición asturiana cuya memoria se difumina en los primeros tiempos de la historia de Asturias.

Siempre en constante innovación, pasó de una primera etapa en la que los objetos se secaban al sol hasta la siguiente fase de cocción mediante el fuego, al descubrir que así adquirían mas resistencia.

Posteriormente con el torno se consiguió una mas perfecta simetría, mayor rapidez de elaboración y un mejor acabado de las piezas.

Desde la Edad de Bronce vienen trabajando los artesanos ceramistas de Asturias, para lograr productos tan genuinos asturianos como loshechos con la técnica de Llamas de Mouro, en la que se quema leñahúmeda de brezo momentos antes de dar la cocción definitiva para dar a las piezas su aspecto metálico.

Gijón es receptora de tradiciones alfareras, desde los tiempos de los kalathoi –vasos de cerámica- de la Campa Torres, hasta los alfares, tipo Faro, de Somió a principios del pasado siglo.

Hoy los artesanos gijoneses siguen conservando las antiguas técnicas astures, pero apuestan también por los trabajos que vayan en consonancia con la nuevas necesidades estéticas, sin olvidar la cerámica utilitaria.

En las primeras décadas del siglo X X también hubo en Somió (Gijón) un alfar en el que se fabricaron gran cantidad de xarres con destino a los numerosos llagares de sidra que había en este concejo.El tamaño de les xarres oscilaba entre las que contenían un cuarterón (aproximadamente 0,20 I.) y las que llevaban cuatro litros; las que se usaban para beber sidra no teníanpico y su capacidad más común eran el cuarterón y el cuartillo o puchera (0,75 I).A fines del siglo XVIII sólo se embotellaba sidra para exportarla a América, pues se conservaba mejor que envasada en toneles; en 1772, las botellas se traían de Inglaterra. Con la instalación de la Fábrica de Vidrios en Gijón, en 1844, se comenzaron a fabricar botellas para sidra y también vasos. Las primeras hicieron innecesario el transporte en barricas y los segundos fueron sustituyendo paulatinamente a les xarres.

La " xarra de sidra ". Hizo las funciones del vaso actual durante muchos años, aunque hubo que arrinconarla debido a su incomodidad por el peso y, sobre todo, por lo que concierne a la limpieza de la misma.En Faro y en Somió describían esta pieza como

"...un poco más pequeña que la jarra común, de una sola asa, panza alta, base estrecha y a veces con marcas de capacidad y propiedad ".

Existe en bable el verbo XARRIAR: " sacar sidra o vino con la jarra ".

La medida de las jarras de sidra, de las más corrientemente usadas, se acercaba a los tres cuartos de litro y no llevaba señales, pero sí las que se consideraban algo más grandes, de la siguiente forma: la que contenía dos jarras pequeñas llevaba marcadas en la panza dos rayitas verticales, la que contenía tres, tres rayas y así sucesivamente pero sin sobrepasar nunca las seis marcas.

Hubo algunos alfareros que trabajaron la técnica del moldeado de jarras con lo cual las marcas quedaban impresas desde el mismo momento del prensado del barro. Otras veces era el propio lagarero quien marcaba con pintura la capacidad de la vasija con números bien a la vista.

Valentín Monte nos refiere, en su trabajo, algunas de las "trampas" llevadas a cabo en las jarras en comandita entre el comprador y el artesano, tales como dejar más barro del normal en la base de la

vasija, con lo cual, a idéntico tamaño correspondía menos capacidad.

No deja de ser curioso el hecho que en casi todos los alfares se hayan fabricado, como una

pieza más, los famosos botijos e incluso jarras de trampa por las que el incauto bebedor no podía

beber sin derramar el líquido.

Además de las marcas de medida existían las marcas de propiedad. Si esto se llevaba a cabo por moda o costumbre señalar con marcas de propiedad las jarras del lagar y era imprescindible puesto que frecuentemente se las prestaban unos lagareros a otros. Por ello, se hacía necesario una clara señal de identificación.

Como la jarra era una mercancía frágil cada cinco o seis años había que renovar una gran parte o casi todas las piezas del zafariche. De ahí que siempre hubiera trabajo para los tarreros de Somió, alfareros de Siero, de Faro y de Villayo.

El vaso de sidra- otra de las piezas que anda unida y confundida con la xarra, es el vaso. Era una vasija parecida a nuestros vasos de vino , de paredes relativamente finas, un poco abombadas y de poca calidad escasamente los 300 centímetros cúbicos. Alguno de estos vasos conservan en la boca una extraña forma elíptica, practicada, al parecer, por el alfarero a instancias de algunos bebedores, para facilitar la degustación de la sidra. Pero su uso fue muy limitado y se ceñía a casos particulares: niños y a personas de poco beber.

También estuvo extendida la toma de sidra en escudillas al estilo como se toma hoy el "vino de Ribeiro", y acaso fueron las fabricadas en madera por cunqueiros y artesanos del ramo las primeras vasijas en las que se degustó nuestra bebida regional.

Hoy existen artesanos de la madera herederos de aquellos cunqueiros y fabricantes de "caziplos", "xarras"y "zapicos" que aún siguen manteniendo la tradición de fabricar estas vasijas de madera más con fines decorativos que utilitarios.

Tuvo que ser el barro quien cumpliera esta misión hasta que vino a ser sustituido por los modernos vasos de cristal que desde los llamados franceses, de casi 500g. de peso y con una capacidad para cincuenta centilitros, se pasó al moderno vaso grande de paredes muy finas y lisas que también se fabricó en Gijón.