Alfabetización España siglo XVIII
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la familia y el hogar, espacio m uy mal conocido aun ,
las escuelas de primeras letras.
Sobre este ltimo pu nto, los censos del XVIII a portan datos interesantes: el
Catastro de La Ensenada permite hacer un inventario de los pueblos del reino de
Castilla que tenan ya maestros de primeras letras a mediados del siglo. Para
completar, es posible acudir a las fuentes asistenciales y a los archivos de las So
ciedades Econmicas de Amigos del Pa s, que encierran docum entos sobre las es
cuelas pas o gratuitas, y las escuelas patriticas, fundadas en muchas ciudades
duran te los ltimos veinte aos del siglo. Por ejemplo, las Diputaciones de Barrio
de Madrid y la Sociedad Econmica Matritense crearon escuelas gratuitas en casi
todos los barrios
de
la Corte, que acogan en
1799
a 1.608 nia s, que reciban una
enseanza p rctica, y a 843 nios, qu e, adems de la doctrina, aprendan a leer,
escribir y su mar. En estas escuelas, los mtodos pedaggicos seguan los mismos
que en los dos siglos anteriore s: en particular, el aprendizaje de la lectura prece
da al de la escritura.
(3)
La red de escuelas de primeras letras permite conocer las posibilidades exis
tentes en la E spaa del XVIII pa ra aprender a leer y escribir. La etapa siguiente
consistir en medir la alfabetizacin.
La medida de la alfabetizacin es un problema complejo porque ignoramos
las bases de alfabetizacin en la poca anterior (siglos XVI y XVII), es decir los
principios de la alfabetizacin en la poca m oderna. Las nicas cifras que posee
mos son la tasa de analfabetismo en el Censo de 1900: un 56,07% de analfabetos
(un 45,58 de hombres y un 65,89 de mujeres) y la evaluacin de LUZURIAG A
para los aos de 1870: un 75 % de analfabetos.
(4)
El retraso de la alfabetizacin en Espaa en 1900 se debe
A un arranque ms tardo? La cosa parece improbable: La Espaa del
XVI no est menos alfabetizada que los dems pases europe os.
A un crecimiento ms lento y ms difcil? Ms probablemente. P ero este
crecimiento fue continuo, regular (como en el siglo XX ), o por lo contra rio, pa
s po r fases de ace leracinypor pausas, hasta regresiones? Esta ltima hiptesis
me parece la ms verosmil, y la segunda m itad del XV III, marcada por la exten
sin de la red de escuelas de primeras le tras, puede ser una de esas fases de acele
racin del proceso: es una de las hiptesis que nuestras encuestas tratarn de
comprobar.
1. Problemas metodolgicos
Cmo conocer el nmero de analfabetos en la Espaa del XV III? Lo ms
sencillo es mirar lo quesehizo en los pases vecinos, por ejemplo en Francia don
de la investigacin sobre niveles de alfabetizacin est bas tante adelantada . Esta
investigacin empez desde los aos de 1877-1879 con la encuesta del Rector
MAG GIOLO , constituida por cinco sondeos retrospectivos hechos gratuitamen
te por maestros en los archivos parroquiales (libros de casamientos) y municipa
les,y relativos a los aos de 1686-1690, 1786-1790, 1816-1820,1866 y1872-1876.
Esta encuesta ha sido criticada en sus mtodos y su realizacin prctica, pero sus
resultados estn ampliamente confirmados por las investigaciones recientes: un
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79%de analfabetos a fines del XV II, que se reducen a un6 3%a fines del XV III,
con una Francia del Norte (lnea Saint-Malo-Ginebra) ms alfabetizada (todos
los departamentos excepto uno tienen ms de un 30% de alfabetizados) que la
Francia del Sur (todos los departamen tos menos 4 tienen m enos del 30% de alfa
betizados).
El mtodo u tilizado es el test de la firma, o sea la capacidad para los novios
(hombre y mujer) de firmar el libro de casamiento. Pero hasta qu punto poder
firmar significa saber leer y escribir? Ante esa equivalencia, los historiadores
franceses han adoptado tres posiciones principales :
(5)
la tesis hipercrtica de Yves CASTAN, para quien la firma no es ms que
el grado cero de la escritura, y es independiente de la aptitud pa ra leer y escri
bir. Ms prxima al signo que al escrito, la firma aprendida y dibujada letra por
letra (muchas veces con la ayuda de un modelo) slo traduce una voluntad de
afirmacin social. Esta teora me parece pertinente en ciertos puntos (la firma co
mo afirmacin social), pero lo que dice CASTAN slo vale pa ra ciertas firmas, y
no puede generalizarse.
la tesis media de Jean MEYER quien, a partir de la separacin operada
por la pedagoga a ntigua , entre lectura y escritura, afirma que saber firmar cons
tituye un nivel intermedio entre los dos aprendizajes. El grupo de los que firman
reunira as a los que aprendieron a leer y tienen algunas nociones de escritura, y
a los que hab an aprend ido a escribir y han perd ido, por falta de prctica, el do
minio de esa tcnica. Paradjicamente, saber firmar significara saber leer, y no
siempre saber escribir.
la tesis favorable de Francois FURET, quien comparando tres fuentes co
rrespondientes al mismo ao de
1866:
las firmas de los libros de casamientos (en
cuesta M AG GIOLO ).
Los datos del primer censo de la poblacin francesa, en que aparecen espe
cificados los que saben leer y escribir, los que slo saben leer, y los que no saben
leer ni escribir.
Los datos del reclutamiento militar en que figuran las mismas categoras,
muestra, a partir de un anlisis factorial, la estrecha correlacin (coeficiente
0,91) que existe entre saber firmar (encuesta M AG GIOLO) y alfabetizacin com
pleta (los que saben leer y escribir en el censo y en los registros militares). En
cam bio, no existe ninguna correlacin entre saber firmarysaber leer slo . La fir
ma es as el revelador de u na alfabetizacin com pleta.
Lo que vale para 1866, en una poca en que la pedagoga ha evolucionado y
en que est aba ndonada ya la antigua separacin entre aprendizaje de la escritura
y de la lectura (pero no pocas personas que figuran enelcenso de1866habrn co
nocido todava el antiguo sistema pedaggico), vale tambin p ara el siglo prece
dente? Ninguna fuente permite afirmarlo, pero existen fuertes probabilidades.
Adems, como subraya F. FURET, los mismos resultados de la encuesta de
MAG GIOLO , por la masa de documentos tratados (220.000 para fines del XV II,
344.000para fines del XVIII) tienen una coherencia que n o existirasila firma no
tuviera ninguna significacin, como pretende Yves CASTAN.
La firma es sin duda un acto individual, la afirmacin de una identidad,
pero es un acto relacionado con todo un entorno social (progresos del sistema
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educativo, presin del modelo administrativo, etc.),
Que
tiene pues un a signifi
cacin social: firmar un testamento, una carta de dote, una declaracin jurada,
es participar de unos valores sociales. La firma no es un signo arb itrario, sino el
revelador de todo un contenido social, por eso es pertinente considerarla como
objeto de estudio.
La firma, si. Pe ro, qu documentos utilizar? En la Francia del Antiguo R
gimen, los libros parroquiales de matrimonios firmados por los novios constitu
yen una fuente privilegiada, de fcil utilizacin y de excelente calidad, represen
tativa de toda s las clases sociales. El problema es que, en Espa a, salvo raras ex
cepciones en el siglo XVI, estos libros estn firmados por el cura prroco, y no
por los novios. De ah la necesidad de acudir a otras fuentes: los protoco los, los
testamentos en particular (utilizados tambin en Francia por Michel VOVELLE
en Provenza y Daniel ROCHE en Pars), las fuentes fiscales e inquisitoriales.
A - Fuen tes fiscales:las ms utilizadas hasta aqu han sido los donativos,
impuesto extraordinario pagado con motivo de una guerra, para el cual cada ve
cino tena que presentar una declaracin jurada de sus propiedades y rentas, y
firmar cuando saba. La ventaja del documento consiste en poder comparar en
cada caso la capacidad con tributiva del otorgante con su capacidad para firmar.
El principal inconveniente es que varias categoras estn excluidas. As, enelcaso
del donativo de 1635 estudiado en Santiago de Compostela por Juan Eloy GE-
LABERT'
6
*, slo
984
vecinos de un to tal de 1.490 figuran en las declaraciones ju
radas. El 28% de esos 984 vecinos sabe firmar: concluir que, aadiendo al clero
(que se supone alfabetizado en su totalidad) la mitad de la poblacin de Santiago
saba firmar, me parece una induccin peligrosa.
Este tipo de documentos existe pa ra el siglo X VIII (donativos de 1705,1771,
1797,
etc.) y la primera mitad del X IX, y las relaciones juradas correspondientes
estn conservadas en los archivos municipales.
(7)
B- Fuentesinquisitoriales:las firmas de los acusados y testigos de los proce
sos de los tribunales inquisitoriales de Toledo
y
Crdob a han sido estudiados por
Marie-Christine RODRGU EZ y Bartolom BENNASSAR.Los resultados son
eufricos: un
75%
de firmantes pa ra el perodo de 1751-1817 el91%de los hom
bres y el 14% de las mujeres saben firmar), o sea una tasa de alfabetizacin muy
superior a la alfabetizacin francesa de la misma poca y a la tasa espaola de
1900
(56%de analfabetos). Esa cifra me parece altamente im probab le, y obliga a
considerar que la fuente misma queseutiliza para el siglo XVIII no es representa
tiva de la sociedad de la poca .
C - Fuentes notariales:el mejor ejemplo de su utilizacin hasta la fecha me
parece ser el artculo de Claude LA RQUIE sobre La alfabetizacin de los ma
drileos en 1650.w A partir de 1413 testamentos y declaraciones de pobres (que
representan ms del 1% de la poblacin de Madrid en la poca ), LARQU IE llega
a u na tasa de un 39,2% de firmantes, a los que aade los casos de los que no han
podido firmar por la gravedad de su enfermedad, para concluir que el45,35%
de los madrileos saban firmar, c ontra el 54,6 que no saban.
Nuestra investigacin, iniciada en 1979,
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tamentos por ser ste un documento m asivo, que deba estar firmado para ser v
lido.Su utilizacin n o deja sin embargo de plantear un problema de representati-
vidad sociolgica de la muestra de poblacin as alcanzada: el testamento es un
docum ento que traduce preocupaciones a la vez sociales y espirituales (organiza
cin de la ceremonia del entierro, nmero de misas, et c .. ) que corresponden ms
bien a una poblacin u rbana, mientras los inventarios de bienes son en su mayo
ra rurales . El peligro evidente es el de una sobrerrepresentacin de las clases pri
vilegiadas urbanas, las ms alfabetizadas, p or lo que nuestros resultados tende
rn a pecar por exceso de optimismo. Este peligro es el de casi todas las fuentes
cuando se trata de alfabetizacin: a pesar del recurso tan frecuente al notario en
los pases mediterrneos, no cabe duda que las clases inferiores no estn debida
mente representadas en las actas testamentarias.
Este defecto est atenuado en Madrid, donde existen declaracionesde po
bres,documento que substituye al testamento con el mismo objeto para los que ,
no teniendo ningn bien, piden que los entierren de limosna.
1
* Pero , en general,
nuestra muestra tendr un nivel sociocultural superior a la media, elemento que
ser necesario tener en cuenta en el momento de apreciar los resultados.
Uno de los requisitos del mtodo consiste en estudiar todos los protocolos de
un mismo ao en una misma ciudadoprovincia. C ada escribano tena, en efecto,
una clientela dotada de rasgos particulares, y contentarse con unos sondeos po
dra falsear completamente los resultados. Esta condicin es fcil de realizar en
ciudades pequeas o medias, como Burgos (16 escribanos a mediados del XV III)
o M urcia 38escribanos). Impone un a labor ms exigente para Madrid 224escri
banos a fines del XVIII).
Los datos que figuran en los documentos notariales son los siguientes:
nombre y apellido,
lugar de residencia,
lugar de nacimiento del otorgante,
nombres, apellidos y lugares de nacimiento de sus padres/
12
estado civil, con el nombre y apellido del cnyuge,
no siempre, calidad o profesin,
firma (o no firma) con especificacin de los diferentes casos por el escriba
no:
lo firm,
no lo firm por no saber,
no lo firm por no poder (o por la gravedad de su enfermedad, por
la convulsin que padece, e t c . ) .
Los dos primeros casos no plantean problema, pero el caso de enfermedad
es ms difcil de resolver: basndose en la calidad de los otorgantes, Claude
LARQUIE opta por sumar estos casos al total de los firmantes. Yo estoy mucho
ms reservado. En unos pocos casos, el escribano puede autorizar esta equivalen
cia especificando aunque sabe firmar, no lo hizo por. .. . Pero, en los dems ca
sos,
cmo estar seguro de que la viuda de un letrado o de un m aestro artesano
saba firmar? La experiencia ensea que, en tales casos, las dos posibilidades
existen. Y cmo resolver los casos (que son los ms numerosos) en que la cali
dad o la profesin del otorgante no aparece (a menos de encontrar, por casuali-
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dad , o tra acta del mismo individuo en otro protocolo)? ante esas dificultades, he
mos optado provisionalmente por clasificar aparte a los impedidos de firmar.
En cuanto a las actas que estn firmadas, no nos hemos contentado con una
sencilla separacin entre firmantes y no firmantes: creemos que el estudio de la
firma puede m atizarse y permitir diferenciar niveles de firma:
hay, por ejemplo, esas firmas dibujadas torpemente letra tras letra, de que
hablaba Yves CASTAN. T al tipo de firma, que recuerda la escritura de un nio
en el primer ao del colegio, es relativamente frecuente en las actas, y constituir
uno de nuestros niveles.
hay, por lo contrario, las firmas adornadas con una rbrica, frecuentes
entre los letrados y los que, por su actividad, tenan una prctica diaria de la
escritura.
Estas consideraciones nos han llevado a adoptar la clasificacin en cuatro
niveles propuesta por BENNASSAR, aadiendo un quinto nivel para los impedi
dos,
o sea:
nivel A (firma bien):
la firma revela, por su facilidad, su rapidez, una
prctica segura de la escritura. En esta categora clasificaremos las firmas ador
nadas de ciertos letrados y las, sencillas pero firmes, de comerciantes o funciona
rios.Este primer grupo reunir pues el nivel culto de los letrados y el nivel prcti
co de los que escriben diariam ente.
nivel B
(firma):
es el nivel rudimentario delosque logran escribir su apelli
do,
pero sin la soltura , la firmeza de los de la primera categora, por falta de ha
bilidad o de prctica.
nivel firmamal):son esas firmas torpes, dibujadas letra tras le tra, con
las letras separadas a m enudo. Los individuos que integran este grupo no sern
totalmente analfabetos, pero tendrn un nivel cultural muy bajo .
nivel D nosabe firmar):
la incapacidad para firmar, atestiguada por el es
cribano, significa para nosotros el analfabetismo total.
nivel E (no puede firmar):
es el grupo de los enfermos, impedidos de
firmar.
Son esos cinco niveles los que hemos trata do de diferenciar en nuestras en
cuestas llevadas a cabo en Santander, Len, Burgos, Barcelona, Madrid, Ciudad
Real, Murcia y Zafra. Para dar mayor coherencia a la investigacin, y cierta di
nmica a la apreciacin de los resultados, hemos optado por concentrar nuestros
anlisis en dos perodos del siglo XVIII: los aos de 1750-1755 y los ltimos aos
del siglo, aunque el perodo estudiado puede variar segn las ciudades y provin
cias (un ao slo en M adrid, cinco aos o ms en ciudades medias o pequeas).
2.
Los
resultados
2.1 Resultados
globales
Teniendo en cuenta los resultados de once encuestas llevadas a cabo en ocho
ciudades o provincias distintas entre 1750 y 1805, y que analizan9.873firmas,
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llegamos a los resultados siguientes:
Nivel A 14,22%
B 17,73%
C 11,69%
D 50,04%
E 6,30%
Dada la poca importancia cuantitativa del ltimo gru po, y deseoso de evitar
cualquier extrapolacin im pruden te, he op tado por eliminar esos 622 casos, tra
bajando sobre los 9.251 casos bien especificados, que dan las proporciones si
guientes:
nivel A (firma bien) 15,17% j
> oseaun34%de alfabetizados
B (firma) 18,92% j
C (firma mal) 12,48% de semianalfabetos
D (no sabe firmar
53,41%
de analfabetos totales.
Estamos lejos de los resultados eufricos de BENNASSAR, a partir de las
fuentes inquisitoriales (un
75%
de alfabetizados).Yan debemos tener en cuenta
el hecho de que nuestra muestra privilegia las clases sociales ms favorecidas, o
sea que nuestros resultados son demasiado optimistas.
Para Madrid en 1650, Claude LARQUIE propona una correccin de un
10% para com pensar la menor representacin de las clases populares. Este por
centaje me parece pertinente para una ciudad en que las declaraciones de pobres
eran num erosa s, pero es insuficiente pa ralasdems provincias en que este tipo de
documento no exista. Propongo pues aplicar dos coeficientes de correccin dis
tintos segn las zonas:
una tasa del 10% para Madrid,
una tasa del 25% p ara las dems regiones,
que correspondern a la ausencia en nuestra muestra de los representantes de las
clases inferiores, que sumaremos al nivel D de los analfabetos.
Despus de esta correccin, llegamos al resultado siguiente:
o sea un 28,4% de alfabetizados
nivel C (firma mal) 10,20% de semianalfabetos
nivel D (no sabe firmar) 61,7.2% de analfabetos com pletos.
Estas tasas no pretenden tener ninguna exactitud cientfica: se trata de una
evaluacin aproximada de 4a alfabetizacin en Espaa en la segunda mitad del
XVIII, que trataremos de precisar marcando la evolucin cronolgica, las dife
rencias por regiones, po r sexos y por lugares de residencia.
2.2
Evolucin
cronolgica
A mediados de siglo (entre 1750 y 1759), disponemos de los resultados de
cinco encuestas realizadas en Santander (331 casos), Burgos (1.323), Madrid
(1.007), Ciudad Real (566)yMurcia (1.657), o sea 4.884 firmas. El resultado glo
bal,
en tasas corregidas es el siguiente:
nivel A (firma bien) 12,54%
nivel B (firma)
15.51%
165
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nivel A 9,70%^
/ o sea un 21,4% de alfabetizados
nivel B 11,74% )
nivel C 10,68%
nivel D 67,86% de analfabetos
Pero existen diferencias regionales: la proporcin de alfabetizados alcanza
un
32,23%
en Madrid
un 25,62% en Burgos
un 14,46% en Murcia
un 12,89% en Ciudad Real.
Los analfabetos completos representan an
el 51,38% de la poblacin madrilea,
el 68,25% de la poblacin de Santander,
el 70,89% de la poblacin de M urcia,
el 81,87% de la poblacin de Ciudad Real.
A fines del XVIII (entre1787y 1805), disponemos de ocho encuestas en San
tander (311 casos), Len (587), Burgos (1-482), Barcelona (304), Madrid (997),
Ciudad Real (375), Murcia (345) y Zafra (597), o sea 4.998 firmas.
El resultado global en tasas corregidas es el siguiente:
nivel A 15,07%
\
o sea un 34,2% de alfabetizados
nivel B 19,15% j
nivel C 9,79%
nivel D 55,97% de analfabetos completos,
resultado que podemos comparar con el 37% de firmantes en Francia en 1786-
1790,segn la encuesta de M AG GIOLO. El progreso de la alfabetizacin duran
te la segunda mitad del siglo (poca de las Luces) alcanza as un 13 % , pero este
beneficio es muy variable segn las regiones: apenas un 2% en Santander
(27,2%),
pero un 8% en Ciudad Real (20,4%),
un 10% en Madrid (42,7%),
y un 16% en Murcia (30,6% ).
El analfabetismo completo queda reducido a
un 74% de la poblacin en Ciudad Real,
un 65% de la poblacin en Santander,
un 64% de la poblacin en Murcia,
un 56% de la poblacin en Burgos,
un 48% de la poblacin en M adrid.
Notaremos que la tasa global de analfabetismo a fines del siglo XVIII en
nuestra encuesta (55,97%) es ya un poco inferior a la registrada en el censo de
1900:
56,07% . Si tenemos en cuenta el hecho que la alfabetizacin seguir ade
lantando en los primeros decenios del XIX, eso supone una regresin de la alfa
betizacin en la segunda mitad del XIX, probablemente a raz de la desamortiza
cin, hiptesis ya adelantada por BENNASSAR. Es un punto que tendr que ser
confirmado por los desarrollos ulteriores de nuestra encuesta.
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Si tratamos de precisar el anlisis de nuestros resultados, dos parmetros se
imponen: el sexo y el lugar de residencia.
2.3
Alfabetizacin masculina y femenina
No es ningun a sorpresa co m prob ar q ue , en el siglo X V III, la alfabetizacin
sigue siendo un fenmeno mayoritariamente masculino. A mediados del siglo,
saben firmar (niveles A y B) el 30,0 2% d e los ho m bre s y el 4, 67 % de las m ujeres .
A finales del siglo, el 42,90% de los hombres estn alfabetizados, contra el
13,46%de las mujeres, o sea que, durante la segunda mitad del siglo, el progreso
ha alcanzado un 12,8% pralos hombres y un 8 ,7% paralas mujeres : la d i feren
cia entre alfabetizacin masculina y femenina pasa as de un 25% en 1750 a un
29%
en 1800.
Si com para m os estos resultados co n las m edidas francesas sacadas de la en
cuesta de MAGGIOLO, nos damos cuenta de que la tasa masculina espaola es
un poco inferior a la francesa, pero honorable (un 42,9% contra un 47%); en
cambio, la tasa femenina representa menos de la mitad de lo que es en Francia:
un 13,46% co ntra un 2 7 % . El retraso de la alfabetizacin en Espaa se debe ante
todo al nivel cultural muy bajo de las mujeres.
2 .4 Alfabetizacin urbana y rural
O tro par m etro esencial: las ciudades estn m s alfabetizadas que el ca m po .
Tanto en 1750 como en 1797, el mejor resultado alcanzado en nuestras encuestas
es el de Madrid:
en 1750, un
32 ,23%
de alfabetizados (niveles A y B) contra un 16,36% de
semianalfabetos (nivel C) y un 51,38% de analfabetos completos (nivel D);
en 1797, un 42,77% de alfabetizados, contra un 9,10% de semianalfabe
tos y un 48,10% de analfabetos completos .
Si sumamos los grupos A, B y C, nos damos cuenta de que, a fines del
XV III, casi el 5 3 % de los madrileo s son capaces de firma r, bien o mal, su testa
mento (el 68% de los hombres y el 30% de las mujeres). Estamos lejos, sin em
bargo, de los resultados de Pars , donde en vsperas de la Revolucin, el 90% de
los hombres y el 80% de las mujeres saban firmar.
3
Nuestras encuestas nos permiten adem s com para r el nivel de alfabetizacin
en la ciudad y en el campo en una misma provincia. Por ejemplo, en Burgos en
1750-1755:
ciudad campo diferencia
alfabetizados (niveles A y B): 28 ,05 % 8,2 1% 20,0 0%
(nivel D): 64,07% 86,07% 22,0 0% .
En 1795-1799, tendremos:
al fabet izados 34,05% 11,07% 22,08%
analfabetos
52,01%
80 ,08% 28 ,07%.
O sea que la diferencia e ntre cam po y ciudad se ha a grav ado a un en la segun
da mitad del siglo (las escuelas de primeras letras se fundan en las zonas urbanas
antes que en las zon as rura les). U na vez m s , esta diferencia se debe en gran pa rte
167
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a las tasas muy bajas de alfabetizacin femenina en el cam po:
en Burgos, por e jemplo, ninguna aldeana est alfabetizada (nivel A o B) en
1750 y 1795;
en M urcia, en 1750, las tasas de alfabetizacin en la hue rta alcanzan u n 9 %
para los hombres contra un 0,4% para las mujeres.
Varias encuestas llevadas a cabo en Francia han mostrado que la residencia
en la ciudad tiende a reducir la diferencia entre alfabetizacin masculinayfeme
nina (por ejemplo, el 90% y el 80% en P ars, lo que Daniel ROCH E explica por
los oficios urba nos y por las constantes incitaciones a la lectura prctica
y
utilita
ria que provoca la calle de una gran ciudad: rtulos, carteles, e t c . ) . En E spaa,
la residencia en la ciudad , lejos de reducir la diferencia entre alfabetizacin m as
culina y femenina, la aum enta:
en Burgos, en 1750, el14,5%de los hombres y el 0% de las mujeres estn al
fabetizados en el campo (diferencia 14,5), contra respectivamente el 41,6% y el
10,3%
en la ciudad (diferencia 31,3);
en M urcia, en 1750, el 8,98% de los hombres y el 0,4% de las mujeres estn
alfabetizados en el cam po (diferencia 8,5) contra respectivamente el28,33%y el
4,3% en la ciudad (diferencia 24).
O sea que si la ciudad favorece indudablemente la promocin m asculina por
los oficios que el hom bre desempear en ella, no parece tener efectos tan sensi
bles sobre la promocin femenina hasta fines del siglo XVIII. Este pun to tendr
que ser confirmado, pero estamos aqu ante un problema de sociedad que ser in
teresante profundizar, y que tiene que ver a la
vez
con el papel econmico
y
social
de la mujer, y con las mentalidades.
2.5
Alfabetizacin y grupos
socioprofesionales
La calidad o profesin del otorgante no est siempre especificada en los pro
tocolos, pero la masa de docum entos de que disponemos es suficiente pa ra per
mitirnos adelantar conclusiones ya bastante seguras, a un nivel muy general.
La noblezatiene un nivel de alfabetizacin bastante elevado, pero con dife
rencias regionales sensibles entre las provincias del nor te , con una nobleza num e
rosa
y
heterognea,
y
las del sur, con una nobleza menos numerosa, pero ms h o
mognea y ms alfabetizada. En Len, a fines del XVIII, si todos los hombres
nobles saben firmar, bien o m al (niveles A yB:7 2,7% , nivel C: 27,2% ), la terce
ra pa rte de las mujeres son analfabetas: niveles A y B : 36 ,2% , nivel C:
23,1%,
nivel D:31,5%.
En Zafra, pequea ciudad rica de Extremadura, capital del ducado de Feria,
el 90% de los hombres y el 70% de las mujeres nobles saben leer y escribir (nive
les A y B), los dems firman mal (nivel C) en los ltimos aos del XVIII.
Los
letrados
constituyen el grupo socioprofesional que tiene el nivel de alfa
betizacin m s elevado: generalmente, un 70% del nivel Ayun 30% del nivel B.
Los
militarestienen un nivel de alfabetizacin superior a la media general de
los hombres, pero dependiente, sin embargo, de su situacin en la jerarqua.
Todos los oficiales y suboficiales saben firmar, y los alfabetizados son bastante
numerosos entre los soldados rasos: por ejemplo, hemos encontrado en Madrid
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en 1797 cinco guardias de corps que firman bien (nivel A), contra u n soldado in
vlido analfabeto, y contra tres soldados de origen rural analfabetos en Len.
El clero:el clero secular est totalmente alfabetizado (nivel A o B), pero no
es el caso del clero regular: las renuncias de novicios o de religiosas, relativamen
te frecuentes en los protocolos, ponen de relieve esta diferencia:
en Ciudad Real, todos los presbteros firman A o B, pero de 13 monjas,
una firma B, las dems C;
en Len, donde todos los presbteros tambin firman A o B, siete renun
cias de religiosas dan los resultados siguientes: 3 B, 3 C,
1
D. Las tres novicias
que firman B son de familia noble, hijas de D. Francisco Arnaz de las Revillas,
Caballero de Santiago, que paga 22.000 reales en monedas de oro al contado
(cuando la costumbre era pagar slo una parte de la dote al firmar la renuncia).
El paralelismo entre nivel econmico y nivel de alfabetizacin es aqu evidente:
las firmas B corresponden a dotes de 22.000 reales, las firmas C a dotes de 17 a
15.000 reales, y la firma D a una ausencia de dote.('
4
>
Los comerciantes:
en Madrid (1797), hemos encontrado un grupo de41co
merciantes, entre los cuales
16
firman A,
16
firman C
y 6
no saben firmar .Firman
bien varios miembros de los Cinco Gremios Mayores, un librero. Entre los que
no saben firmar, un carbonero.
Ciertos docum entos permiten tener una idea bastante precisa del nivel de al
fabetizacin dentro de un mismo sector de actividad:
17 hombres participan en una reunin del gremio de hosteleros con el fin
de nombrar oficiales (Madrid, 6 de diciembre de 1797): uno firma A, 11 firman
B,
l C y 4 D ;
doce hombres y dos mujeres participan en u na reunin del gremio de M er
caderes de H ierro con el fin de otorgar un poder general a sus directores (Madrid,
1797):
diez hombres firman A, dos firman B, mientras las dos mujeres firman
C y D .
Un ejemplo ms del retraso de la alfabetizacin femenina, hasta cuando
hombres y mujeres desempean una misma funcin econmica.
El artesanado:en el mundo com plejo de las artes y oficios, es difcil trazar la
frontera entre alfabetizados y no alfabetizados. El nivel de alfabetizacin depen
de a la vez del oficio, de la riqueza y de la cualificacin (los maestros estn ms
alfabetizados que los oficiales). H ay oficios en que saber firmar es prcticamente
una regla: los plateros, pintores y doradores, vidrieros; hay oficios en que saber
firmar es una excepcin: curtidor, arriero, panadero , e t c . . Pe ro, en la mayora
de los casos, coexisten firmantes y no firmantes.
Una encuesta llevada a cabo en G uadalajara a mediados del siglo XVIII re
vela que , en la Real Fbrica de P aos , las tasas de analfabetismo eran las siguien
tes en los distintos sectores de actividad:
desmontadoras (mujeres exclusivamente) 100%
emborradores 64%
estambreros 56%
tundidores 48%
perchadores 45%
tejedores de paos 38%
tejedores de sarguetas
3 3 .
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Habr que multiplicar las encuestas para apreciar las situaciones locales pe
culiares, las diferencias regionales. Pero los resultados obten idos son avecesdif
ciles de explicar: en Madrid (1797), el 36% de las 426 declaraciones de pobres
otorgada s ante los escribanos estn firmadas:
nivel A 3,52%
nivel B 24,17%
nivel C 8,45%
Entre los firmantes, varios presbteros, un maestro cirujano, un platero y
muchos pobres de solemnidad. Son todo s ellos verdaderamente pobres? Qui
nes son esos pobres de solemnidad? Cmo aprendieron a escribir? El mundo de
las clases populares, ta n complejo y con tradictorio, sigue siendo el ms difcil de
siluetear.
2.6 Firma y matrimonio
Los testamentos (o declaraciones de pobres) otorgados por parejas permiten
estudiar la alfabetizacin dentro del ma trimonio. Tom aremos el ejemplo de M ur
cia en 1750 (259 parejas):
caso 1: los dos cnyuges saben firmar, bien o mal (A, B, Q : 52 casos
(20%),
caso 2: slo el hom bre sabe firmar, bien o m al: 122 casos (47,1% ),
caso 3 : slo la mujer sabe firmar bien o mal: 2 casos (0,7% ),
caso 4: ninguno de los dos sabe firmar (D): 83 casos (32% ).
A pesar del desnivel inevitable entre hombres y mujeres, la tasa de alfabeti
zacin en los matrimonios es superior a la tasa registrada p ara cada sexo: el 20%
de las mujeres casadas firman, bien o m al, contra el 11,4% de las mujeres en ge
neral.
Algunos ejemplos de matrimonios en que los dos cnyuges firman bien (ni
vel A) en Madrid (1797): nobles, letrados, comerciantes (miembros de los Gre
mios Mayores) y un criado (arriero del Seor Infante Don Antonio).
Matrimonios en que el marido firma bien (A) y la mujer no sabe firmar (D):
un abogado de los Reales Consejos, un maestro vidriero, un guardia de corps .
Vemos que las reglas son difciles de dic tar, pero las parejas de nobles son las
que suelen tener una mayor armona cultural.
Conclusin
El balance presentado al cabo de cinco aos de investigacin revela unos re
sultados positivos:
al nivel metodolgico, con la definicin de un mtodo de investigacin,
que estamos tratando de hacer ms eficaz gracias a la utilizacin de la inform
tica,
al nivel cuantitativo, con casi diez mil firmas estudiadas en ocho provin
cias distintas, que nos permiten definir ya una problem tica y adelantar unas pri
meras conclusiones.
Nuestras encuestas se prolongan en varias reas ya exploradas, donde trata-
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mos de profundizar y matizar los primeros resultados alcanzados; otras encues
tas nuevas empiezan en Zaragoza, Salamanca y Palencia. Nuestra intencin es
prolongar la labor iniciada, extendindola a las zonas en que todava, po r razo
nes materiales, no hemos podido empezar a trabajar (en par ticular, Andaluca, el
rea valenciana y Galicia), para llegar a las veinte mil firmas, que es el objetivo
que nos habamos fijado al principio.
Pero la medida cuantitativa de la alfabetizacin es slo el segundo nivel de
este inmenso campo de investigacin que hay que sobrepasar. Los archivos nota
riales nos ofrecen amplia materia con los inventarios de bienes para abordar el
tercer nivel de estudio: el de la difusin del libro y de los lectores. Los inventarios
de bienes de los libreros que nos permiten saber qu libros se vendan (se lean) en
una ciudad,
y
los inventarios de bibliotecas, que nos permiten saber, a nivel cuali
tativo, quines posean libros y qu clases de libros, constituyen las bases para
una posible historia social de la cultura en el siglo XVIII espaol.
El programa es ambicioso, y hasta podr parecer utpico . Pero creo qu e, si
logramos unir nuestros esfuerzos a los de los equipos de investigadores que traba
jan en diferentes universidades espaolas, podemos esperar adelantar m s rpi
damente y mejor hacia estas perspectivas.
NOTAS
(1) Aunque este tipo de estudio se est desarrollando en Espaa: adems de los trabajos de J.
Eloy GELABERT en Galicia, hemos descubierto con mucho inters el programa de investigacin de
Antonio V IAO FRAGOysu equipo en Murcia, con quien esperamos establecer una fructuosa cola
boracin.
(2) Vase el artculo de Carmen LABRADOR HERRAIZsobre los maestros de primeras letras
en la Alcarria en
Actas delsegundo Simposio sobre elPadre Feijooy su
siglo,t. II, Oviedo, 1983.
(3) Un documento de fundacin de una escuela de primeras letras en Len a fines del XVIII
precisa as el salario del maestro:
podr llevar un real de cada uno al mes, siendo de los que slo aprenden a leer, y dos reales si
aprendieren a escribir, y lo mismo si a escribir y a con tar. (Len, Archivo Histrico de Protocolos,
citado por Jean-Marc BUIGUES, Mmoire de D.E.A., Montpellier, 1982.
(4) LUZURIAGA:E lanalfabetismoen
Espaa,
Madrid, 1919.
(5) Las tres posiciones analizadas estn expuestas en:
Yves CASTAN:H onntet et
relations sociales en
Languedoc,Pars, Plon, 1974.
Jean MEYER: Alphabtisation, lecture et criture,Actes du 95me Congresd es SocitsS a-
vantes,t. 1, Pars , 1974 (p. 331 y sig.).
Francois FURET et Wladimir SACH S: La croissancedePalphabtisation en France (XVII I
m e
-
XIX
m e
sicles),AnnalesE.S.C. mai-juin 1974, p . 714-735.
Sobre este punto, vase tambin P. CHA RTIER, D. JULIA et M. COM PERE: L ducation en
Franced u XVI
me
au XVIH
me
sicle, Pars, SEDES, 1976, en particular el captulo I
o
, cuya argu
mentacin seguimos.
(6) Juan Eloy GELABERT: Lectura
y
escritura en una ciudad provinciana del siglo XVI: San
tiago de Compostela,
Bulletin Hispanique,
1982.
(7) Jeannette VILLA ha empezado a trabajar sobre el donativo de 1797-1799 en Murcia. Po r
otra parte, Jean-Marc BUIGUES analiza en Len los padrones de la moneda forera entre 1578y
1816.
7
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(8) Marie-Christine RODRGUEZ et Bartolom BENNASSAR: Signaturas et niveau culturel
des tmoins et accuss dans les procsd Inquisitiondu ressort du tribunal deTolde (1525-1817) et du
ressort du tribunal de Cordoue (1595-1632),C aravelle, n 3 1, 1978, P.
17
y sig.
9) Claude LARQUIE: La alfabetizacin de los madrileos en
1650,
AnalesdelInstituto de
studios
Madrileos
t. XVII, 1980, p. 223-252 traduccin francesa enRevued histoiremoderne
et
contemporaine
1981).
10) Los resultados presentados se basan en mis propias investigaciones en Madrid ao de1797, resultados parciales todava), y en las encuestas llevadas ac bopor los siguientes estudiantes y
doctorandos bajo mi direccin: Jean-Marc BUIGUES Len), Erondine RODRGUEZ Santander),
Magali PANSIER Burgos), Mercedes GARAYOA Barcelona), Sylvie IMPARATO Madrid, 1750),
Marie-Paule ROMERA Ciudad Real), Frdrique BAPTISTE Murcia, 1750), Jeannette VILLA
Murcia, 1797), Francoise POURRET Zafra).
(11) La inexistencia de las declaraciones de pobres fuera de Madrid se debe a la situacin ju
rdica peculiar de la Corte. A fines del
XVIII,
las declaraciones de pobres son el documento m s
frecuente en los protocolos madrileos. Si la mayora de los otorgantes parecen ser verdaderos po
bres, algunas son sospechosas (vase mi tesis doctoral:
Pauprismee trapports sociaux Madrid au
XVIII
me
sicle,Lille, 1978,21.,en part. cap. II , traduccin espaola en la revistaEstudiosde Histo
ria
Social
Madrid, n I-II, 1980
y
n MI, 1982).
(12) Utilizaremos estos datos para un estudio en preparacin sobre la inmigracin en Madrid a
fines del siglo XVIII.
(13) Daniel RO CH E:
LePeuplede Pars.Essaisuraculturepopulaire au
XVIII
me
/c/e
Pa
rs, Aubier-Montaigne, 1981.
(14) J. M . BUIGUES: Memoria de D.E .A. ya citada.
(15) Vincent PARELLO :
Guadalajara en elsiglo
XVIII mmoire de mattrise, Montpellier,
1984.
72