Alfabetización a mayores en comunidades …...cuando los saberes y aprendizajes golpean la puerta...

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PROYECTO DE LA FUNDACIÓN CRUZADA PATAGÓNICA Alfabetización a mayores en comunidades mapuches: cuando los saberes y aprendizajes golpean la puerta En “aulas a medida”, instaladas dentro de centros comunitarios, postas sanitarias o escuelas primarias para niños, un grupo de personas mayores aprende a leer, a escribir y a sumar. También a firmar, a manejarse con el dinero, y a incorporar hábitos nutricionales. Estas tareas dirigidas a adultos de comunidades mapuches, son posibles gracias a docentes que, con su vocación y compromiso, transitan áreas rurales aledañas a Junín de los Andes (provincia de Neuquén). De ésto se trata “Espacio de encuentro y crecimiento con adultos de comunidades rurales y mapuches en la Patagonia Argentina” de la Fundación Cruzada Patagónica. El proyecto obtuvo el primer lugar de mérito entre las siete propuestas distinguidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola. Durante el 2012, la iniciativa permitirá que 60 personas mayores en situación de vulnerabilidad económica y social, accedan a la escuela primaria, y favorecerá la continuidad de quienes iniciaron sus estudios en etapas previas del proyecto. “El CEI San Ignacio nació hace casi 30 años como una escuela primaria para jóvenes adultos que por distintas razones no habían concluido los estudios primarios en sus comunidades y además, necesitaban formarse en oficios para mejorar su calidad de vida. Desde hace 15 años, ese nivel primario se transformó en modalidad semipresencial para acercar la propuesta de alfabetización a adultos mayores que no podían ni trasladarse a centros urbanos, ni albergarse en el CEI para estudiar”, explica Laura Costa, directora de la Primaria de Adultos y Formación profesional. El proyecto prevé también la interacción de los adultos con cerca de 200 jóvenes y adolescentes, incluso de comunidades rurales de Río Negro, en encuentros y talleres donde se compartirán saberes artesanales, medicinales, la lengua, la historia, entre otros. Como tercera línea, está prevista la sistematización de la experiencia para que este modelo se pueda replicar en otras comunidades, recopilando los cuadernillos didácticos y las experiencias de los intercambios culturales, material del que buscarán apropiarse también escuelas locales que ya están avanzando en la formación con personas mayores. Con el apoyo económico que otorga el subsidio adjudicado por el Premio Bienal, el CEI San Ignacio promueve la consolidación de 15 años de trabajo, y la ampliación de sus alcances. En esta entrevista, Costa explica más detalles sobre la propuesta y reflexiona sobre su valor de inclusión social para estas poblaciones rurales y mapuches. FNV: -¿Cuál es, en su opinión, la mayor riqueza del CEI vinculada a la alfabetización de las personas mayores? Laura Costa: -Creo que la mayor riqueza de esta propuesta fue saber adaptarse a las reales necesidades del adulto mapuche, personalizando al máximo la educación para, sin dejar de dar los contenidos básicos comunes, entender que tal vez lo más importante no sea la certificación sino el aprender a firmar, hacer cuentas para poder vender sus productos, mejorar las medidas de higiene para evitar enfermedades, internalizar los derechos ciudadanos... Es decir, planificar y ejecutar acciones que tengan que ver con la vida cotidiana en pos de obtener mejoras para la persona, su familia y su comunidad. FNV: -¿Cómo describiría esta escuela o modalidad educativa? ¿Sus docentes? ¿Sus alumnos? ¿Qué particularidades destacaría?

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PROYECTO DE LA FUNDACIÓN CRUZADA PATAGÓNICA

Alfabetización a mayores en comunidades mapuches: cuando los saberes y aprendizajes golpean la puerta

En “aulas a medida”, instaladas dentro de centros comunitarios, postas sanitarias o escuelas primarias para niños, un grupo de personas mayores aprende a leer, a escribir y a sumar. También a firmar, a manejarse con el dinero, y a incorporar hábitos nutricionales. Estas tareas dirigidas a adultos de comunidades mapuches, son posibles gracias a docentes que, con su vocación y compromiso, transitan áreas rurales aledañas a Junín de los Andes (provincia de Neuquén). De ésto se trata “Espacio de encuentro y crecimiento con adultos de comunidades rurales y mapuches en la Patagonia Argentina” de la Fundación Cruzada Patagónica. El proyecto obtuvo el primer lugar de mérito entre las siete propuestas distinguidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola. Durante el 2012, la iniciativa permitirá que 60 personas mayores en situación de vulnerabilidad económica y social, accedan a la escuela primaria, y favorecerá la continuidad de quienes iniciaron sus estudios en etapas previas del proyecto. “El CEI San Ignacio nació hace casi 30 años como una escuela primaria para jóvenes adultos que por distintas razones no habían concluido los estudios primarios en sus comunidades y además, necesitaban formarse en oficios para mejorar su calidad de vida. Desde hace 15 años, ese nivel primario se transformó en modalidad semipresencial para acercar la propuesta de alfabetización a adultos mayores que no podían ni trasladarse a centros urbanos, ni albergarse en el CEI para estudiar”, explica Laura Costa, directora de la Primaria de Adultos y Formación profesional. El proyecto prevé también la interacción de los adultos con cerca de 200 jóvenes y adolescentes, incluso de comunidades rurales de Río Negro, en encuentros y talleres donde se compartirán saberes artesanales, medicinales, la lengua, la historia, entre otros. Como tercera línea, está prevista la sistematización de la experiencia para que este modelo se pueda replicar en otras comunidades, recopilando los cuadernillos didácticos y las experiencias de los intercambios culturales, material del que buscarán apropiarse también escuelas locales que ya están avanzando en la formación con personas mayores. Con el apoyo económico que otorga el subsidio adjudicado por el Premio Bienal, el CEI San Ignacio promueve la consolidación de 15 años de trabajo, y la ampliación de sus alcances. En esta entrevista, Costa explica más detalles sobre la propuesta y reflexiona sobre su valor de inclusión social para estas poblaciones rurales y mapuches.

FNV: -¿Cuál es, en su opinión, la mayor riqueza del CEI vinculada a la alfabetización de las personas mayores?

Laura Costa: -Creo que la mayor riqueza de esta propuesta fue saber adaptarse a las reales necesidades del adulto mapuche, personalizando al máximo la educación para, sin dejar de dar los contenidos básicos comunes, entender que tal vez lo más importante no sea la certificación sino el aprender a firmar, hacer cuentas para poder vender sus productos, mejorar las medidas de higiene para evitar enfermedades, internalizar los derechos ciudadanos... Es decir, planificar y ejecutar acciones que tengan que ver con la vida cotidiana en pos de obtener mejoras para la persona, su familia y su comunidad.

FNV: -¿Cómo describiría esta escuela o modalidad educativa? ¿Sus docentes? ¿Sus alumnos? ¿Qué particularidades destacaría?

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L.C.: -Toda la modalidad está llena de “particularidades”. Los docentes se destacan por su entrega y compromiso, por la necesaria capacidad de trabajar en equipo y de aprender todos los días, sobre todo de sus alumnos adultos. Los alumnos, en su mayoría mujeres, madres y abuelas, tienen una tenacidad envidiable, aún cuando el aprender les resulte difícil y los obligue a superar miedos y vergüenzas.

FNV: -¿Cuántos alumnos han egresado y/o pasaron por la escuela desde sus inicios?

L.C.: -En estos quince años han egresado alrededor de 20 alumnos, que no es mucho, pero tampoco es nuestro principal objetivo, ya que han pasado por “el Semi” más de 150 adultos, muchos de los cuales ni siquiera estaban alfabetizados. El proceso de aprendizaje en adultos mayores requiere mucho más tiempo que en los niños y celebramos como una “certificación” el lograr la alfabetización inicial (leer y escribir) o el encontrar año tras año que muchos alumnos continúan apostando a esta propuesta, única en la zona, a pesar de que los avances se dan de a poco.

FNV: -¿Cuáles considera que son los principales aprendizajes de los alumnos? ¿Y de los docentes, sobre sus alumnos?

L.C.: -Los principales aprendizajes de los alumnos pasan sin duda por el compartir, por la posibilidad que brinda la escuela de encontrarse en las clases semanales, o en las jornadas y talleres, y compartir saberes. En algunos parajes, si no fuera por “el Semi”, los pobladores se verían muy poco o casi nunca, dadas las distancias que los separan o incluso, las “internas” de cada comunidad. Los docentes aprenden y valoran por un lado, el conocimiento sobre cultura mapuche que sus alumnos les brindan y por otro, el desafío cotidiano de probar distintas estrategias para lograr resultados positivos.

FNV: -¿Qué reflexiones disparan los espacios de encuentro y crecimiento entre adultos mayores y jóvenes?

L.C.: -La posibilidad de encuentro entre jóvenes y adultos ha despertado en los primeros, sobre todo la revalorización de la cultura mapuche, del respeto por los ancianos y su sabiduría, además de que en muchos casos, el ver a los padres, abuelos o vecinos dedicar tiempo al estudio, se vuelve un ejemplo positivo a seguir. Los adultos “reviven” en contacto con los jóvenes, se contagian de su curiosidad y no temen tenerlos como “maestros” en algunas prácticas puntuales.

FNV: -¿Qué expectativas tienen con la sistematización de la propuesta?

L.C.: -Es un largo anhelo, siempre postergada por la falta de recursos y la priorización de la tarea cotidiana. La intención es contar con un material que recoja tantos años de experiencia, no sólo para dar testimonio interno, ante eventuales cambios en el equipo docente, sino también para compartir con quienes llevan adelante una tarea similar en otros lugares.

FNV: -¿Cree que la propuesta podría contribuir en materia de política pública y educación formal primaria?

L.C.: -Es nuestra idea y de hecho, así se planteó el año pasado a nivel provincial, junto a docentes de escuelas con una modalidad similar, ante el Foro Educativo propulsado por la vicegobernadora de la provincia.

FNV: -¿Qué ejes considera necesarios incluir y priorizar en el país para promover más y mejores oportunidades educativas en las personas mayores?

L.C.: -Hay cuatro ejes que nos interesan en particular: el de los derechos ciudadanos para promover la dignidad de toda persona, el del cuidado de la salud (incluyendo higiene, adicciones, prevención de embarazos, etc.), el de la violencia de género, y el de la revalorización de los pueblos originarios y su cosmovisión. La educación para los adultos debe hacer foco en sus necesidades y en sus posibilidades reales de acceso, permanencia y éxito que de ninguna manera pueden asimilarse a las de los niños.

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EN PRIMERA PERSONA

“Cuando aprendés, no te engañan más”

Wenceslao Calfuqueo tiene 70 años, y vive en el Paraje Aucapan Abajo, Comunidad Mapuche Linares, a 80 kilómetros de Junín de los Andes (provincia de Neuquén). Hace 4, comenzó la escuela, gracias a las maestras del Centro de Educación Integral San Ignacio de la Fundación Cruzada Patagónica, que llevaron sus saberes muy cerquita de su hogar.

Como Wenceslao, 60 adultos mayores de comunidades mapuches de la Patagonia argentina, a través del proyecto distinguido en el marco del XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola, accederán a la alfabetización, tendrán la oportunidad de aprender a leer y escribir. El impacto que traerá en ellos se anticipa, de algún modo, en las propias palabras de este alumno ejemplar, cuya dedicación y alegría fueron tales que motivaron a su hija a anotarse en la escuela; además de tener, como “compañera de banco”, a su propia esposa. Su cuaderno colmado de “muy bien” en todas sus materias, revela además que no se ha perdido clase alguna. Asistencia perfecta. Entusiasmo que se reafirma en la intervención de la maestra, Silvia Schell, quien lo acompañó en la entrevista.

FNV: -¿Dónde nació Wenceslao?

W.C.: -Yo nací acá abajo, en Aucapan abajo. Era muy duro vivir, no había escuela, anduve mucho en el campo, trabajando más al sur.

FNV: -¿Cuándo y cómo tomó contacto con la escuela? ¿qué lo motivó a estudiar?

W.C.: -Esto fue, en el 2008, vino la maestra Mónica, porque quería aprender a escribir, a sumar, a anotar las cosas que necesito. Además, cuando aprendes, no te engañan más… Ya hace 4 años que vengo estudiando y está bueno aprender. Porque si uno no aprende, no sabe qué número es, qué letra es… Y ahora me doy cuenta. En el paraje habemos 6 personas que nos juntamos para estudiar, pero a veces no estamos todos, porque la gente a veces se queda a cuidar los animales, o a picar y buscar leña. Yo no falto nunca.

FNV: -¿Cómo vivió su familia, su ingreso a la escuela? ¿Se dio un intercambio de saberes con sus hijos?

W.C.: -Mi nietito Cristian me ayuda y hace sus cosas de la escuela conmigo. Mi esposa estudia también con la maestra.

Silvia Schell (maestra): -Wenceslao es un ejemplo para su nietito Cristian, porque sin decir nada, demuestra que se puede estudiar a pesar de los años y es un ejemplo para su hija Laura que también está tomando clases en el semipresencial. Wenceslao ya escribe al dictado lento y escribe no cualquier frase, sino la que él quiere, la que tiene que ver con su vida. Por ejemplo, la vez pasada, escribió: “Voy a recorrer el campo a caballo”. Y ahora está haciendo un mapa para llegar al río Nahuel Mapi. Con ésto queremos decir que la enseñanza se aplica en su entorno.

FNV: -Wenceslao, ¿qué es lo que más le gusta de la escuela?

W.C.: -Lo que más me gusta son los números, ando bien en Matemáticas. Y ahora estoy aprendiendo a juntar las letras, porque las sé todas y ahora quiero juntarlas bien para ponerle nombre a las cosas y a los lugares. Estoy haciendo todo lo posible para aprender y cuando aprenda lo voy a aplicar en todo.

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PROYECTO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LANÚS

Personas mayores diseñarán dispositivos para fortalecer

la autonomía de chicos y grandes con problemas motrices

Rayadores ergonómicos para favorecer la postura. Platos de comida con sopapas en su base, para fijarlos a la mesa. Cubiertos doblados en sus extremos o engrosados sus mangos, para una mejor alimentación de personas con problemas neurológicos o motrices. Accesorios para evitar caídas o resbalones durante la ducha. Reloj con pictogramas ayudamemoria. Objetos similares a éstos, y fabricados por personas mayores, darán vida al proyecto “Capacitación comunitaria a adultos mayores para la fabricación de dispositivos y/o adaptaciones artesanales que faciliten la autonomía de aquellas personas que tengan alguna limitación funcional en el desarrollo de sus actividades cotidianas”, del Centro del Adulto Mayor del Departamento de Salud Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). La propuesta obtuvo el segundo lugar de mérito entre las siete distinguidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola. El proyecto tiene como antecedente una iniciativa de la UNLa impulsada en 2005 junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Explica Gladys Martínez, responsable del proyecto y coordinadora técnica del Centro, que la idea nace buscando atender la problemática de la autonomía en los adultos mayores asociada al envejecimiento, que se ve afectada además en muchos casos ante la presencia de alguna enfermedad. Se combinaron en esa búsqueda, saberes de la especialista -terapista ocupacional- con las propias vivencias, dificultades y necesidades manifestadas por los adultos mayores, que integran el voluntariado social de esta casa de altos estudios. El resultado fue un set de adaptaciones producidas por los mismos mayores y el catálogo que difundieron a través de charlas en centros de jubilados y otras organizaciones relacionadas, que los convocaban. Más de 30 productos artesanales, destinados a la alimentación, higiene, vestimenta, recreación, accesibilidad, seguridad, y organización de las actividades cotidiana del adulto mayor. En esos encuentros, los voluntarios explicaban a otros adultos mayores cómo podían crearlos de manera artesanal y sencilla, y con elementos reciclados o de bajo costo. Por ejemplo: cucharas con inclinación de su mango, para favorecer el recorrido del alimento del plato a la boca; cordones de zapatillas especiales, para facilitar su ajuste; un rayador ergonómico, para optimizar la energía motriz y cuidar la postura del adulto mayor al utilizarlo; respaldos con apoyo lumbar para un mejor descanso y postura al sentarse. Con la implementación durante todo el 2012 del proyecto distinguido, retomarán y potenciarán esta iniciativa, al crear un nuevo set con el que buscarán mejorar los diseños y confecciones de las adaptaciones, y crear nuevas, sumando en esta oportunidad a estudiantes de la carrera de diseño industrial de la UNLa, y ampliando además estas capacitaciones a escuelas de educación especial. Apostarán a desplegar, el máximo nivel de autonomía de grandes y chicos, apuntalando su capacidad funcional, es decir, su “facultad para realizar las actividades de la vida diaria sin necesidad de supervisión, dirección o asistencia”. Estos “apoyos externos”, al reducir sus limitaciones, contribuirán a su desarrollo psicofísico como a la promoción de su salud, su autoestima y su inclusión social.

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Serán los adultos mayores y jóvenes de la carrera de diseño industrial quienes capacitarán comunitariamente a integrantes de

hogares y residencias geriátricas, y escuelas de educación especial de la zona, para que puedan confeccionar por sí mismos

estas adaptaciones o dispositivos. Y se conviertan a su vez en multiplicadores, formando luego a otras personas. “Tanto los

jóvenes como los adultos participarán como capacitadores. Ellos transmitirán el saber pero también los otros, quienes los reciban,

transmitirán aprendizajes. Y el intercambio siempre se dará desde un lugar de mucha horizontalidad que a su vez redundará en una

integración intergeneracional”, explica la terapista ocupacional.

Previamente, harán un relevamiento en las entidades que formarán parte del proyecto, para saber cuáles son sus necesidades,

y en función de ellas, este equipo multidisciplinario fabricará nuevos dispositivos y su respectivo catálogo con las indicaciones

sobre su uso, a quiénes está dirigido, y con qué elementos y cómo fabricarlos. “Hay muchos centros de jubilados que están

interesados. Será una gran ayuda. Porque, en algunos casos, se ven limitados por un tema de recursos, y sus propuestas se reducen a

continuar con lo que ya venían haciendo o con actividades más recreativas o con viajes. Además, necesitan este tipo de proyectos, es

decir, opciones para que estén más activos, participen más, y que siempre responden en un mejor envejecimiento”, resaltó.

En tanto, en relación a las escuelas de educación especial que también alcanzará la propuesta, subrayó que el proyecto

apuntará a dos ejes centrales de ésta: “la autonomía y la socialización”. Y agregó: “Tuvimos, en otras oportunidades, momentos de

encuentro entre adultos mayores y chicos con discapacidad, y no sabría cómo describir la gratificación que se obtiene… Se produce algo

muy fuerte que también cambia bastante la mirada del mayor con respecto a las posibilidades que tiene hoy una persona con

discapacidad. También los docentes y los mismos chicos reciben a los mayores desde un lugar de mayor reconocimiento y saber. Cambia

la imagen de los dos lados”.

PROTAGONISTAS, Y CON FUTURO

Sobre los proyectos educativos con y para las personas mayores -tema de esta edición del Premio Bienal- Martínez sostiene

que deben estar “centrados en la participación activa del adulto mayor”: “Los mayores tienen un saber incorporado que a veces no es

académico pero que tiene que ver con una experiencia de vida. Si el proyecto educativo no puede recuperarlo y por el contrario baja

horizontalmente a enseñar algo, no creo que pueda funcionar, además de que tampoco creo que sea el objetivo de un proyecto

educativo”.

“Lo educativo va ligado también -continúa- a pensar un mejor futuro. Por ahí no se piensa mucho en el futuro de los mayores, pero es

un tema que poco a poco se va abriendo y debería hacerse presente. También los proyectos deben abordar las cuestiones que a los

adultos mayores les interesan, y donde además puedan hacer un aporte. No puedo pensar de otra manera la educación en los mayores.

Me parece que tiene que estar siempre este ida y vuelta”.

Para el final, suma una reflexión dirigida a sus colegas terapistas ocupacionales: “Me parece que nuestra función no es la de

confeccionar las adaptaciones o decirles `ésto sale tanto´. Está puesta en otro lugar, que es la de poder generar estos espacios de

intercambio donde los otros puedan ser los protagonistas, y generar posibilidades para que puedan resolver situaciones en forma

comunitaria, y la propuesta tenga continuidad”.

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EN PRIMERA PERSONA

“Es enriquecedor porque uno puede transmitir

conocimientos y cierta forma de vida a los jóvenes”

No es casual que sea uno de los referentes del voluntariado social de la Universidad de Lanús (UNLa). Ramón Pizarro, de 71 años, podría escribir un libro sobre su labor comunitaria. Las vueltas de la vida hicieron que después de mucho tiempo dedicado a la contención de los chicos en situación de calle, ocupándose de su alimentación y de estimularlos para que no abandonaran la escuela, como también por apartar a los adolescentes de la droga a través del deporte, se reencontrara con la infancia, desde otro lugar. Irá a escuelas especiales -como también a centros de jubilados y residencias para mayores- para enseñar a adultos y jóvenes a confeccionar dispositivos y adaptaciones, en el marco del proyecto reconocido con el XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola. “Hay muchos adultos mayores que por diferentes causas anhelaban entrar a un aula universitaria y ahora, con los años, tienen la

oportunidad de hacer un curso o taller, o integrar el grupo de voluntariado -asegura Ramón- Todo, es enriquecedor para la

autoestima del individuo. Y es enriquecedor porque uno puede transmitir ciertos conocimientos y cierta forma de vida a los jóvenes”. Lejos de imaginarse esta actividad, Ramón llega a la UNLa en 2005 buscando contención para los familiares de los veteranos de guerra, a partir del dolor propio de haber perdido un hijo en Malvinas. Esas puertas, las que se abrieron en el Centro de Voluntariado Social de la universidad, lo condujeron a integrar el primer equipo que hizo el catálogo que inspiró el proyecto. Y luego fue uno de sus “promotores”, en las visitas a diferentes centros de jubilados de la zona. “En

aquellas charlas que dábamos -recuerda- queríamos hacerles comprender que todas las adaptaciones las podían confeccionar ellos

mismos, artesanalmente, y con elementos accesibles que incluso hasta podían tener en sus casas. Y reduciendo mucho los costos

que esas mismas adaptaciones podían tener en el mercado”. Sobre el abanico de productos que forman el catálogo, Ramón elige “por lo sencillo de fabricar, el calzador”: “Lo hacés con

elementos que tenés en tu casa: el calzador, un mango y un resorte, y ya tenés la prolongación con la que prácticamente de parado

te podés poner los zapatos”. También menciona los diseños creados “para cuidarse cuando te vas a lavar el pelo o a bañar,

porque al colgarlos uno evita resbalarse”, “el plato con las sopapas, las cucharas dobladas, y los cubiertos que son engrosados”. “Felizmente tengo una vitalidad y movilidad que hacen que todavía no necesite usar las adaptaciones que hacemos”, aclara. Y mirando al futuro concluye: “Hoy, la expectativa de vida es distinta a la que uno podía tener a mediados del siglo pasado,

cuando el promedio de vida era de 60 años, y a esa edad una persona ya era considerada un anciano. La Organización Mundial de la

Salud, en uno de sus últimos informes, señala que para el 2020 llegaremos a ser mil millones de adultos mayores. Con todo ésto

tratamos de ir preparándonos para una vida más prolongada, y tratar de vivirla lo mejor posible”.

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PROYECTO DE LA ESCUELA DE GERONTOLOGÍA DE LA MUNICIPALIDAD DE ROSARIO

En el cine y en la TV: adultos mayores producirán

cortometrajes sobre sus derechos e intereses

Tendrán entre 60 y 100 segundos de fama para contar aquello que siempre tuvieron ganas de decir, y a viva voz. Personas mayores de 65 años se lucirán como guionistas, productores y actores de esos relatos que rodarán por la tele, el cine, e incluso se plasmarán, a través de notas, en medios gráficos. El impulso vendrá de “60/100. Taller audiovisual para adultos mayores” de la Escuela de Gerontología de la Municipalidad de Rosario (Santa Fe). Obtuvo el tercer lugar de mérito entre las siete propuestas distinguidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola.

“60/100” intentará visibilizar y movilizar a la sociedad en torno a los derechos e intereses de las personas mayores, mediante cortos que ellos mismos producirán en el marco del taller que dictará la Escuela este año, en la Casa de la Salud y en su sede central (ubicadas respectivamente en los distritos norte y centro de Rosario, que son los que concentran la mayor población de adultos mayores de la ciudad). El proyecto se sumará así a las múltiples opciones educativas que brinda la institución desde 1990, y donde también se dicta el Curso anual de Asistente Gerontológico. Para eso, serán entrenados por Ariel Vicente (diseñador de imagen y sonido) y Nicolás Ortiz (licenciado en cine y nuevos medios). “Adultos Mayores y sida”, “Educación vial: el respeto ante el peatón y los Adultos Mayores”, “La productividad en la pasividad”, “Alimentación y salud”, “Relaciones intergeneracionales”, serán algunos de los temas que inspirarán a los 40 alumnos.

Sobre el porqué de la propuesta, las expectativas educativas que dan vida al proyecto, y el papel que desempeña la imagen, el lenguaje audiovisual y los medios de comunicación en la promoción de su ciudadanía, se explaya en esta entrevista la profesora Claudia Dunda, coordinadora de la Escuela de Gerontología.

FNV: - ¿A qué derechos nos referimos, principalmente cuando hablamos de la vejez?

Claudia Dunda: -Hablamos de los derechos universales, y en base a ellos, los del adulto mayor. Y en el marco de un cambio paradigmático en su mirada. Porque el adulto mayor de hoy no es el que representaba a mi abuela. Ni yo -que tengo casi 50 años- seré igual al que representa mi mamá. Esa distinción tiene que ver un poco con el cambio de la sociedad y con los valores que se le da al `ser adulto mayor´, al envejecimiento, hoy. No es que uno envejece y ya `no sirve para nada´, o que se jubila y se tiene que quedar en su casa cuidando a los nietos y cocinando. Uno sigue produciendo a través de cursos, estudios, etcétera. Lo que no sigue es trabajando. Entonces el Estado tiene que brindar espacio y recursos para que ese adulto mayor siga produciendo en su `pasividad´.

FNV: -¿A eso apuntan con los talleres que brindan en la Escuela, a que siga produciendo?

C.D.: -Sí, la Escuela apunta a todo el universo del adulto mayor. Planteamos, sobre todo, una propuesta socioeducativa, cultural y recreativa. Es una institución educativa no formal. Y a su vez de investigación, capacitación y formación en las problemáticas de la vejez porque también tenemos el curso de asistente gerontológico.

FNV: -¿Cuáles considera que son los derechos más vulnerados en la vejez, sobre los que habría que trabajar más?

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C.D.: -Habría que trabajar más sobre algunas cuestiones sociales. Hay un rechazo a ser viejo. No hay una aceptación de que una va envejeciendo. Es más, hasta la palabra `viejo´ no se quiere utilizar cuando en la vida hay cosas nuevas y viejas también. Hay que revalorizar algunas palabras, para así, después, revalorizar al adulto mayor. Y a nivel social hay que trabajar más el tema de la inclusión, casi todo está destinado al joven; propuestas que sean transitadas por el adulto mayor.

FNV: -¿Cómo nació la idea del Taller?

C.D.: -Con la idea de poder difundir los derechos del adulto mayor a través del trabajo audiovisual, con todo lo que significa este formato, el cine básicamente. Porque el cine, en cada uno de los adultos mayores, representa parte de su infancia y de su historia. No había tanta televisión como hay ahora.

FNV: -¿Similar valor al que sienten por la fotografía analógica?

C.D.: -Que se ha ido perdiendo, pero que ellos todavía conservan. La imagen de ahora es distinta a la que fue en su época. De ahí surge un poco la idea, de poder rescatar eso. Porque es cierto que muchos acceden al universo de las nuevas tecnologías pero también hay muchos otros que no. No sé si los adultos mayores siguen otro tipo de relato pero sí otra forma de comunicarse y de lograr algunas cosas.

FNV: -¿Cómo surgen las temáticas que serán abordadas?

C.D.: -De un espacio que tenemos en la Escuela que se llama Ciclo de Charlas para compartir. Nos juntamos todos los lunes, durante tres horas, con un grupo de adultos mayores. Un disertante expone temas de interés para ellos relacionados con la salud, el arte… también vienen psicólogos, y de allí salieron algunas de las temáticas que propusimos en el proyecto.

FNV: -¿Con ellas buscarán que conozcan sus derechos, que los ejerzan y puedan reclamar por ellos?

C.D.: -Y también que puedan mostrarse, hacerse presente ante la sociedad. Al curso de asistente gerontológico viene gente que cree que el mayor es una persona que está ahí, sentado en su casa, tirado. Nosotros queremos mostrar otra realidad. Porque a la Escuela viene gente que escribe, baila, participa, que es totalmente activa, y tiene 90 y pico de años. Romper con esa imagen o paradigma de que el adulto mayor no tiene interés. Es más, yo proyecto mi `pasividad´, y quiero ser también parte de un Estado donde tenga oportunidades de seguir participando, y en cosas que a mí me gustan.

FNV: -El tema de la educación permanente…

C.D.: -Uno nunca termina de aprender. Y los cambios que hubo estos últimos años demuestran que siempre hay cosas nuevas por aprender. Cosas que por ahí el adulto mayor no sabía que era capaz de hacer o que tuvo que posponer por trabajo, por su familia o por otro montón de cosas; porque no tuvo tiempo y ahora que no trabaja, sí. Es el período donde puede darse algunos gustos.

FNV: -Volviendo al tema de la representación, los cortos ayudarán a reforzar la imagen de una ancianidad activa. Más aún porque serán los protagonistas, que es diferente a que otros lo hagan en su nombre.

C.D.: -Tal cual, es diferente que lo cuente la propia persona, y que `el otro´ también vea esa imagen en la tele, en un aviso publicitario, en cada función que se de en el cine El Cairo de la provincia de Santa Fe.

FNV: -Entrar en los medios de comunicación.

C.D.: -En los medios porque es la única manera que ésto pueda generar alguna toma de conciencia. Lo mediático, la imagen de una televisión, de un cine, tiene mucha incidencia en la sociedad. Y será desde un corto que contará algo no necesariamente dramático; es más, podrá ser mechado por el humor, eso saldrá de ellos mismos. La intención nuestra es que se vea, que la sociedad lo vea.

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EN PRIMERA PERSONA

“Nos ayudará mucho a elaborar y poder difundir situaciones vividas que tenemos adentro”

La Escuela de Gerontología de la Municipalidad de Rosario es el merecido postre en el banquete de la vida porque brinda gajos de dulzura a la persona que asiste a través de voces, calidez, paciencia, comprensión, reconocimiento, saberes y de acciones repletas de amor que destacan a las personas que en ella trabajan para atendernos a los que aún podemos en esta flor abierta llamada tercera o cuarta edad y que volamos aleteando para conservar la alegría de vivir. Con este poema de su autoría, Haydée Shaade, de 79 años, expresa lo que significa para su vida esta institución educativa, a la que ingresa seducida por dos de sus ciclos: Charlas para compartir, y el de cine. Repertorio al que se sumará este año el Taller 60/100, distinguido con el XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola. “El proyecto de hacer cortos para la tercera edad me pareció espectacular. Porque las personas mayores nos encontramos en la calle con muchas situaciones que nos perturban -reflexiona- Me pasa a mí que estoy `entera´, así que imagino las que vivirán quienes tienen alguna dificultad para andar, pensar o ubicarse en los lugares. La propuesta nos va ayudar mucho a elaborar y a la vez poder difundir esas situaciones vividas que tenemos adentro”. Para Haydée, será una gran oportunidad para “poder presentarnos, poder estar, podar compartir con otros”. Completará un círculo virtuoso que inicia como maestra jardinera, carrera docente que abrazó con la supervisión y regencia, y también cátedras en un instituto de profesorado provincial. En esa trayectoria, la literatura se asomó como un hobby: “siempre me gustó, escribo poemas por mi cuenta, tengo una producción bastante importante, que es un poco la historia de mi vida y la gente que conmigo se ha relacionado”. Seguramente sus dotes literarios, tendrán lugar en la producción audiovisual que realice, compensando otras cuestiones vinculadas a la expresión plástica, al dibujo, sobre las que, dice, no se siente muy ducha. Así y todo, ya tiene en carpeta algunas cuestiones sobre las que le gustaría hablar: “La posibilidad y libertad de expresión, el respeto por los derechos. No sólo en el sentido civil, que es importante, sino en el que nos escuchen. Porque la escucha no está muy agilizada en estos tiempos en que todo el mundo corre. La escucha del anciano por ahí pasa desapercibida. No es oído. Por eso, todo lo que se pueda decir a través de este proyecto nos va a resultar valiosísimo, porque va a impactar dentro de la sociedad, y va a producir movimientos internos en las personas que corren por la vida”. Con ese mismo entusiasmo por lo que se viene, imagina un futuro transitado por la educación, “porque el interés por el niño no lo he perdido nunca”. Y propone acciones y temáticas, que sospecha enriquecerán ese tramo de la vida, el de ancianidad: “alentar la lectura; ampliar la cultura; el merecido respeto al nacido en estas tierras, la convivencia con personas de la tercera o cuarta edad; escuchar al otro y valorar sus expresiones; asesorar a grupos e instituciones, o mejor, aconsejar; espacio y movimiento; crear y seguir produciendo; y el respeto que merece el anciano”. A tomar nota.

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PROYECTO DE LA FUNDACIÓN COSTANTINI

Adultos mayores serán `educadores de museos´:

guiarán visitas en el MALBA abiertas a la comunidad

Un grupo de personas de más de 65 años se proyecta como `nuevos educadores de museos’ a través de “Palabras compartidas en MALBA” de la Fundación Costantini. La iniciativa se propone convocar y seleccionar a 24 adultos mayores, para formarlos acerca del acervo artístico del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), y así crear e implementar un nuevo ciclo de visitas en este prestigioso espacio cultural. Junto con el equipo educativo de la Fundación Costantini, diseñarán y brindarán allí semanalmente actividades educativas y recreativas, abiertas a toda la comunidad. Se calcula que alcanzarán a cerca de 600 personas. En el marco de este trabajo colaborativo, también se desarrollarán materiales didácticos y otros recursos que apoyarán estas charlas. Como parte del proceso de creación del ciclo, y con el arte como puente, el proyecto apunta a que los participantes revivan y compartan historias, vivencias y sensaciones, y que sus relatos sean parte del objeto de la actividad, a la que pondrán su voz, y dentro de la cual guiarán a los visitantes, de una manera lúdica y placentera, por obras de artistas latinoamericanos. Como producto de retomar páginas de su vida, se busca conformar nuevos relatos colectivos acerca de temas tan `suyos´ como actuales: la mujer y el trabajo, las luchas, los oficios de ayer y de hoy, la vida en el campo y la ciudad, entre otros. Temas que atraviesan pinturas, esculturas, grabados, cerámicas. Esta idea fue distinguida entre las propuestas del XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola.

El proyecto tiene como eje disparador, a la persona mayor en su rol de visitante del ciclo “Palabras Mayores en MALBA” que la Fundación Costantini impulsa desde el 2004. La actividad tiene el objetivo de acercar el patrimonio del museo y sus instalaciones a los que pisaron los 65 años posibilitando, en muchos casos, su bienvenida al mundo del arte. En esas visitas, los educadores del museo, intentan aproximarse a las historias, intereses y aspectos de la cotidianeidad de los mayores, explorando sus vivencias y recuerdos detrás de los personajes retratados y de los artistas que las realizaron, y reflexionando a partir de temáticas plasmadas en esos lienzos y objetos.

Los educadores y guías del museo entienden que aquello que las personas mayores ven, conocen, y el modo en que les impacta, brinda nuevos significados que enriquecen la experiencia que brinda el museo a sus visitantes a través de sus obras. El nivel de respuesta de estas personas como visitantes, llevó al equipo de Educación de la Fundación Costantini a pensar en una propuesta que los pusiera en el centro de la escena. Así nace “Palabras compartidas en MALBA”. En esta nueva etapa, en que la persona mayor pasa de visitante a guía-educador, la convocatoria de la Fundación Costantini se hará preferentemente entre entidades que hayan participado en “Palabras Mayores en MALBA”. La programación completa será difundida a través de carteleras, sitio web, redes sociales, y demás canales de comunicación de la institución.

Los pormenores del proyecto, cuyo fin es estimular y generar procesos de socialización y acciones inclusivas en el museo que apuesten a la interacción entre las personas mayores y de ellas mismas con su contexto, propiciando su lugar de formadores para la

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construcción y transmisión de conocimientos a la comunidad, los comparte en esta entrevista, Florencia González de Langarica, coordinadora del área de Educación y Acción cultural de la institución.

FNV- ¿Qué significa para ustedes `Palabras compartidas en MALBA´?

Florencia González de Langarica: -Principalmente revalorizar la palabra de la persona mayor. Para nosotros, el proyecto representa una oportunidad de completar algo que iniciamos con otras actividades del museo. Actividades con adultos mayores en donde ellos eran los destinatarios de nuestras visitas. En esos encuentros surgieron un montón de historias, testimonios, valorizaciones y apreciaciones, que aprovechamos y retransmitimos a otros públicos. Pero lo que nos faltaba -y es lo que queremos con el proyecto- era poner al adulto mayor en un lugar protagónico. Es decir, no solamente como una persona que recibe ese conocimiento sino también que lo comparte al resto de los visitantes.

FNV- Tiene que ver con el arte y también con la cultura.

F. G. de L.: Valorizar cuestiones que tienen que ver con el patrimonio intangible: un montón de historias, tradiciones, testimonios que hacen a nuestra identidad, a nuestra cultura, y que quizás no están representados por un objeto sino por la memoria viva de estos protagonistas.

FNV- En su opinión, ¿qué le aporta el arte, en particular, a las iniciativas educativas para y con personas mayores?

F. G. de L.: -Aunque muchas veces la gente no lo cree, el arte tiene esta posibilidad de que todos pueden acercarse. Y pueden acercarse desde lugares que tienen que ver con el conocimiento o la formación, hasta lugares mucho más emocionales o personales. Es un espacio de mucha libertad y en el cual cualquier persona puede vincularse desde lo sensorial, la experiencia, lo testimonial o lo propio. Creo que el arte se convierte principalmente en un espacio que habilita. En el caso del proyecto, el objetivo no está puesto en lo artístico. El arte es un medio, un puente que a nosotros nos va a permitir conectar a las personas mayores con otros visitantes, y a sus experiencias con nuestras experiencias como educadores dentro del museo.

FNV: -¿Cómo lo harán? ¿Cuáles serán las principales actividades?

F. G. de L.: El proyecto va a estar dividido en tres grandes momentos. El primero, una capacitación interna que brindará una especialista en gerontología y cultura al equipo educativo, que ya viene trabajando con las personas mayores. Esa capacitación reforzará nuestros conocimientos acerca de la realidad de las problemáticas que hacen a las personas mayores; e instalará capacidades y conocimientos que reproduciremos en nuevos proyectos. El segundo está focalizado en trabajar con un grupo de personas mayores que convocaremos a partir de vínculos con otras instituciones, y con quienes planificaremos en conjunto actividades que después ellos van a realizar. Y el tercero, son justamente esas actividades educativas-recreativas donde las personas mayores serán educadores en el museo con el acompañamiento de nuestro equipo profesional. El formato de las actividades lo pensamos como una visita dialogada, charlada, pero la dinámica no la tenemos cerrada porque la vamos a planificar con ellos.

FNV- ¿Los mayores se convertirán en formadores de otros formadores?

F. G. de L.: - Formadores de formadores. Serán las personas mayores las que enseñen, transmitiendo o retransmitiendo conocimientos. Pero no serán solamente formadores de formadores de otros adultos mayores sino toda una comunidad, que se verá beneficiada por un montón de conocimientos, ideas, reflexiones, que poseen estas personas mayores y que van a poder compartirse en el ámbito del museo.

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EN PRIMERA PERSONA

“Si uno realiza actividades nuevas y diversas

además de sentirse útil y ocupado se hace un bien a la salud”

Manifestación (1934), de Antonio Berni. `Amor a primera vista´. Esa fue la obra que impactó a Jorge Longoni, de 71 años, en la que fue su primera vista a un museo: “Ese cuadro grande de Berni, de la crisis argentina de los años 30 y pico, creo que fue uno de los que más nos interesó a todos porque daba a entender un poco lo que sufrieron nuestros padres en ese entonces. Me recordó el esfuerzo de ellos y el de mis abuelos cuando llegaron a la Argentina, sin conocer a nadie, sin saber el idioma, y en medio de una gran crisis motivada por la guerra pasada. Incluso recuerdo que mis abuelos compraban medio pan a un carro que pasaba en aquel momento de la `panificación argentina´”. Esa pintura arribó a su vida en 2007 gracias al programa “Palabras Mayores” de la Fundación Costantini, que inspiró el proyecto reconocido con el XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola. De boca en boca se enteró sobre estas visitas educativas que gratuitamente ofrece el museo para adultos mayores, y no lo dudó. Les escribió un mail consultándoles acerca de la propuesta, y al poco tiempo estaba recorriéndolo junto a otros 25 compañeros del centro de jubilados “Sol de otoño”, ubicado en Munro. Con ese grupo fue dos veces. La siguiente, su tercera, acompañó a los integrantes de “Encuentro de Amigos”, de Vicente López, también centro de jubilados, del que es tesorero, y donde dicta clases de computación. Sobre estas experiencias culturales, resalta Jorge: “Lo primero que llama la atención al estar en el MALBA es el modernismo del edificio. Impacta porque hay mucho vidrio, y mucha luz. Y también mucha gente que atiende realmente con ganas, con intenciones de hacer las cosas bien. Además te dan muchos folletos”. “En el circuito -continúa- vemos obras de pintores uruguayos y argentinos como Berni. Se nota el interés del grupo porque surgen preguntas, y hasta cuentan cosas que sabían relacionadas con los temas de las obras”. Jorge dejó su Italia natal a los 5 años, cuando su familia se embarcó a probar suerte en la Argentina, tras desatarse la segunda guerra mundial. Se recibió de ingeniero mecánico en la Universidad Tecnológica Nacional, profesión que desempeñó en diversas empresas hasta jubilarse. En sus ratos libres, hay lugar para la pesca, la música, las labores manuales y el cine. Siempre en actividad y explorando cosas nuevas: “Es sabido, actualmente, que las neuronas de las personas mayores se siguen generando hasta el último segundo de sus vidas. Entonces si uno realiza actividades nuevas y diversas, además de sentirse útil y ocupado, se hace un bien a la salud. Tanto a la salud mental como a la física”. Volviendo al MALBA y al proyecto distinguido, y aunque le cuesta imaginarse al frente de una visita guidada, no se queda atrás a la hora de opinar y sugerir ideas para esos futuros encuentros mediados por el arte. Se imagina esas actividades “muy didácticas y amenas; y personalizarlas por grupo de edad”: “para cada público, un circuito especial, estudiado para poder conformarlos e interesarlos porque no es lo mismo un grupo de chicos, que otro de turistas, o de la tercera edad”. Y a esas recomendaciones se anima a ponerle `condimentos´: “Los chicos seguro preferirán el impresionismo, algo muy natural y fácil de ver. Los más grandes, resistirán el cubismo. Y en el caso de la tercera edad, nada de lo muy moderno, pues consideramos que no es arte”.

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PROYECTO DE LA ASOCIACIÓN EMILIA DE VILLENEUVE

Personas mayores producirán un programa de radio

para informar y formar acerca de la vejez Las voces de la tercera y cuarta edad se darán cita todos los miércoles, de 18 a 20, por AM 820 del dial, buscando informar y formar acerca de la vejez. El programa será co-conducido y producido por personas que superan los 65 años, que participan en diferentes talleres del Centro Honrar la Vida. Su lanzamiento, tendrá lugar en el marco de “Compartimos saberes y experiencias para una mejor calidad de vida” de la Asociación Emilia de Villeneuve, propuesta reconocida con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola. Y que también dará origen a un boletín impreso zonal. Tanto el programa de radio, que saldrá al aire desde el 4 de abril próximo durante todo el 2012 por la emisora LRI 208 Estación 820 perteneciente al Obispado de Lomas de Zamora, como la publicación, contarán con información generada por los mismos adultos mayores. Las `primicias´ partirán de saberes y experiencias que circulan por el Centro, a donde acuden más de 100 personas, habitantes del partido de Lomas de Zamora y alrededores. Son quienes proponen a partir de sus necesidades e intereses, los talleres que se van dictando en ese espacio educativo: Estimulación de la Memoria, Narración oral, Tejido, Dibujo, Yoga, Recogiendo la propia historia, Cine debate, Musicoterapia, Conversando en Francés, Clases de Informática Personalizada, y Envejecimiento Saludable. Programa al que se sumarán este año, Jardinería y Teatro. En los talleres, las personas mayores no sólo asumen un rol protagónico para aprender y compartir vivencias sino también en el `ser solidarios´: narrando cuentos en hogares y jardines de infantes, tejiendo mantas para madres en situación de pobreza, entre tantas otras actividades. “Hay mucha gente que llega muy deprimida al Centro y encuentra aquí su espacio de contención. De hecho, a muchos se les hizo larguísimo el verano, al no poder participar de las reuniones”, comenta Sonia Kilmurry, religiosa de la Congregación Hermanas de la Inmaculada Concepción de Castres (Francia) a la que pertenece la asociación, y quien tendrá a su cargo la coordinación del proyecto. El Centro Honrar la Vida nace como una `casa abierta´ de acogida, integración y contención de las personas mayores, para dar respuesta a la problemática detectada por las propias religiosas en una investigación que llevaron adelante en 2009. El estudio reveló que el 65% de los habitantes de la zona son adultos mayores, y que el 45% vive solo, en situaciones de abandono, de desvalorización, y que pasa largas horas del día encerrado en su hogar. “Pensamos entonces en abrir las puertas del convento -que es muy grande- y nuestros bienes a la comunidad. Es decir, no solo el espacio físico sino toda la riqueza que desde la vida hemos recibido, y lo digo también como adulta mayor que soy, que podamos brindar nuestros valores, potencialidades y capacidades a los demás”, explica la religiosa, de 77 años.

UN SERVICIO A LA COMUNIDAD Poco a poco las actividades del Centro fueron creciendo como la gente que se acercaba, y a la par, el entusiasmo. Pasaron de 30 a más de 100 participantes, y no solo del barrio sino de todo el partido y zonas aledañas. “Cuando vimos que lo nuestro era válido, surge lo de prensa y difusión para que todas estas actividades no queden en nuestro entorno, en nuestro barrio, sino poder difundirlas y estimular a más gente con ésto que para nosotros ha sido de una riqueza muy grande y que hemos visto ha producido

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cambios magníficos en las personas mayores”, afirma Kilmurry. Lo ilustra con dos ejemplos: el de una hermana de 88 años que, pese a su fractura de cadera, enseña computación de manera vigorosa, y el de otra de 90 años que se acercó por primera vez al mundo de la plástica través del taller de pintura sobre tela e “hizo cosas fantásticas”: “Siempre uno puede aprender, tenga la edad que tenga. Puede aprender toda la vida, y toda la vida puede enseñar”.

Acerca del propósito y contenidos del programa de radio y del boletín, destaca: “Tendrán dos fines: informar y formar, compartir experiencias y saberes. Que sean las personas que vienen a nuestros talleres quienes vayan a contar su propia experiencia; invitar a especialistas para que toquen temas que a ellos les interesen; que vengan narradoras de cuentos; formar en todo lo que hace a la gerontología, es decir, el cuidado de la salud, cómo promover una vida más sana, resaltar sus capacidades, sus aspectos más artísticos y recreativos; e informar también sobre todas las actividades que pueda haber en la zona”.

“Intentamos que así como se desarrolla la pediatría se pueda desarrollar más también todo lo que se refiere a la gerontología. Tal vez es una aspiración muy grande -reflexiona- pero buscamos ser un poco la voz del adulto mayor. Tener ese espacio para que la persona grande pueda sentirse contenida, escuchada, estimulada, y a través de la radio porque es un medio que les gusta y escuchan bastante. Además, poder servir al otro. Tratar de ayudar a que las personas tengan una vida plena y saludable. Porque la salud es una armonía entre lo físico, psíquico, espiritual y social”. Y agradeciendo a la Fundación concluye: “Estamos muy entusiasmados; y también nosotros estamos aprendiendo. Con ésto nos dan un buen envión. El `avispero´ está revolucionado. Se han puesto en movimiento. Y eso es muy bueno”.

EN PRIMERA PERSONA

“Pretendemos promover una vida más plena y saludable para los adultos”

Daniel Adducci (74) pasó en pocos años de preguntarse qué hacer con el gran tiempo libre que llegó a su vida tras la jubilación a tener `la agenda tan completa´ que ahora, al revés, le “falta tiempo para el Cine debate”. No es para menos, integra el equipo de `Prensa y Difusión´ del Centro Honrar la Vida. Grupo que está a pleno, ultimando detalles del programa de radio y del boletín, que serán lanzados para toda la comunidad del partido de Lomas de Zamora, en el marco del proyecto distinguido con el XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola. En esta entrevista, repasa el camino que lo condujo al Centro, los saberes que circulan por allí, y anticipa cómo piensan estos nuevos canales de comunicación para y con personas mayores.

FNV: -Daniel, cuéntenos sobre sus saberes.

Daniel Adducci: -¿Saberes?

FNV: -Sí, aquellas cosas que fue aprendiendo a lo largo de su vida.

D.A.: -Trabajé muchísimos años, 41, en laboratorio, dentro de la parte química, en productos medicinales. Años en los cuales, a través de muchos desarrollos y trabajo, fui aprendiendo y fui si se quiere `una base de información´ hacia el cuerpo médico. El trabajo fue muy interesante y me dio además la gran satisfacción de poder jubilarme. Después de la jubilación, vino el `¿qué hago?´.

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FNV: -¿Y qué pasó después?

D.A.: -Fueron las hermanas quienes nos abrieron las puertas, como también el doctor [René] Knopoff que se acercó a través de la Universidad Maimónides. Así empezamos con los primeros talleres. También comenzamos a difundir lo que hacíamos, de qué nos hablaban. Después, esas charlas se fueron `oficializando´, le fuimos dando forma, y sin querer empezamos a ver que la sociedad barrial se iba arrimando, interesando…

FNV: -¿Encontró la respuesta a aquella pregunta?

D.A.: -Ese `¿qué hago?´ es siempre `¿qué tengo?´ y `¿qué me falta hacer?´ Y todavía a mí me falta mucho por hacer, entonces vienen los objetivos que uno se plantea, como el boletín.

FNV: -¿Qué es lo que más le atrae de estos talleres que brinda el Centro?

D. A.: -La información que brinda el Centro a cada participante y el saber que nosotros damos a través de haber vivido hasta acá. Nosotros vendríamos a ser difusores: aprendemos primero, difundimos después lo que aprendemos y a su vez hacemos el intercambio generacional con nuestros nietos, gente más joven que nos da su experiencia y nosotros, la nuestra y sin retarlos, y se va formando un espacio que refleja qué hace la gente mayor una vez que se jubila.

FNV: -Hablando de hacer, se viene el programa de radio… ¿será productor, periodista, conductor?

D.A.: -¡No, tantas cosas, no! (Risas.) Más sencillo, explicarles, transmitirles a las personas mayores como yo, cómo pueden encarar sus problemas. Que mis conciudadanos entiendan cómo y de qué manera, por lo general, en esta etapa de la vida se necesita mucho de la medicina. Y que esa medicina sea abordada por profesionales que puedan entender al hombre mayor. Aspectos, sobre los que veo falta bastante… Por ejemplo, que el paciente mayor no concurra solo al médico, que lo haga con un familiar. Y que el médico escriba en cursiva y que se entienda. Porque esa anotación pude ser malinterpretada y la persona tomar mal el medicamento.

FNV: -¿Sobre qué otros temas les gustaría hablar en la radio?

D.A.: Una de las cositas que a veces ponemos a prueba es la soledad, que no es una muy buena consejera, nada más ni nada menos para pensar retrospectivamente. Lo que necesitamos es vivir el hoy. El futuro es hoy. Lo que pasó, pasó. Después de ese tipo de preguntas, de reflexiones, entrar en temas como, por ejemplo, explicar qué es la gerontología y su diferencia conceptual y de abordaje con la geriatría.

FNV: -¿Y el boletín?, ¿ya tiene nombre?

D.A.: - En la primera página pondremos Centro Honrar la Vida y el logo, y lo que nosotros pretendemos, que es promover una vida más plena y saludable para los adultos. Porque desde el Centro nos proponemos brindar un espacio de contención y de integración para los adultos, trabajar en red con otros grupos e instituciones, organizar talleres para adquirir nuevos

conocimientos, incentivar la creatividad, desplegar y profundizar habilidades, y promover actividades socioculturales.

Será un boletín informativo y formativo. Pensamos tres o cuatro ediciones en el año. Espero que nos salga bien, porque estamos aprendiendo. Y porque -como dice el lema del que fue nuestro primer concurso literario de cuentos: siempre, siempre, hay creatividad en algún rincón de nuestra mente.

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PROYECTO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO

La educación intergeneracional: un abordaje innovador

donde aprenden grandes, jóvenes y chicos

Cartas que van y vienen entre adolescentes y sus `amigos invisibles´: adultos mayores con quienes intercambian anécdotas, comparten gustos, y descubren respuestas a muchas preguntas que surgen en el camino. Cuentos que se escriben en las voces de grandes y chicos, acercando la literatura a jardines de infantes cordobeses. Estas son solo algunas de las actividades de enseñanza en manos de mayores, que llegarán a un público de lo más heterogéneo. La propuesta proviene de “Adultos mayores hacia la construcción de nuevos imaginarios. Encuentros intergeneracionales para consolidar diálogo y solidaridad entre las distintas edades”, del Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM) de la Secretaria de Extensión y Desarrollo de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Una de las siete iniciativas, reconocidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola.

Lucila Amaya, docente y responsable del proyecto, explica en esta entrevista porqué y cómo la convocatoria del Premio dará lugar a esta experiencia de trabajo inspiradora, centrada en el rol de la persona mayor no solo como aprendiente sino, y principalmente, como enseñante, que convocará a `alumnos´ de distintas y diversas generaciones. Aspiran con ello a “inaugurar en el contexto local la concepción de la educación intergeneracional como principio innovador que oriente nuevas prácticas superadoras en el campo de la educación”. Se sumará así a los cerca de 70 cursos y talleres gratuitos destinados a hombre y mujeres, adultos, de la ciudad de Río Cuarto y región, que lleva brindados esta casa de altos estudios.

FNV: -¿Cómo surge esta idea que atraviesa el proyecto, la de la `educación intergeneracional´?

Lucila Amaya: -Surge a partir de la convocatoria. Esta idea del adulto mayor no solo como aprendiente sino como enseñante fue para nosotros un disparador. El PEAM tiene una vasta trayectoria en participación de los mayores, en su apropiación a espacios educativos. Ellos han desarrollado un entrenamiento en animación de talleres en sus áreas de conocimiento e interés, llegando a distintos sectores de la comunidad a través de diferentes proyectos. Tratando de fortalecer todo ésto y pensando en el rol de enseñantes, se nos ocurre generar espacios en donde pudieran interactuar con personas de otras edades -es decir, que no sea una propuesta cerrada o excluyente para personas mayores- y promover aprendizajes e intercambios. Y buscando, además, hacer un aporte a la construcción de nuevos imaginarios de vejez en generaciones más jóvenes.

FNV: -¿Hacia dónde apuntarían esos nuevos imaginarios?

L.A.: -A una mirada positiva de la vejez, del envejecimiento. Una mirada centrada en las posibilidades, en las capacidades más que en los déficits. A que el mayor es una persona con mucho potencial todavía para desarrollar. Y a que esa mirada -como dice la teoría de Maslow- repercuta en otras personas, que se transmita y produzca un efecto de contagio hacia el más próximo, ya sea en la comunidad, en la escuela, en el lugar donde ellos estén participando.

FNV: -¿Qué le aporta lo intergeneracional a una propuesta educativa para personas mayores?

L.A.: -En primer lugar aporta una labor de revisión de los prejuicios relacionados con las distintas edades que cada uno va heredando y tomando. Porque un espacio en donde todas las edades -o diferentes- puedan convivir, intercambiar y

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compartir, hace un aporte a ver al otro más allá de esos prejuicios; que pueda reconocer en el otro cosas de uno, y en ese espacio generarse conocimiento y hacerlo circular. Buscamos generar esos cruces, fundamentalmente entre jóvenes y mayores, que es donde suele haber una contradicción o una contraposición muy grande.

FNV: -¿De qué modo promoverán esos intercambios, esos cruces?

L.A.: -Algunas propuestas están planteadas a partir de experiencias pequeñas y previas. La de la carta, por ejemplo, surge en el taller de la asignatura Formación para la vida y el trabajo que tienen los chicos en la escuela media. La materia tiene entre sus objetivos que conozcan trayectos laborales y vitales de personas mayores. Les propusimos propiciarlo a través de una relación epistolar: ida y vuelta de cartas entre jóvenes y mayores, donde pudieran contarse esos trayectos, esas historias de vida. Para algunos de los jóvenes, incluso, resultó ser la primera vez que alguien les escribía una carta. La experiencia terminó con un encuentro donde finalmente se conocieron, y quisieron seguir el contacto. Los resultados fueron tan buenos que nos pareció interesante incluirla en el proyecto. Es una forma de rescatar otro modo de vinculación en este mundo tan técnico, con otro modo de decir las cosas, con otros tiempos. La carta está, inevitablemente, vinculada a la memoria.

FNV: -Y a lo que significa, para una persona mayor, volver a escribir una carta...

L.A.: -Y de esperarla, tan diferente a la cuestión del `ya´, como se vive ahora. La expectativa de esperar días una respuesta, y toda la magia que eso genera. Inclusive para los jóvenes, es una forma de encontrar a alguien con quien contarle sus cosas más personales. Porque por ahí pasa, que en ese acelerado ritmo de vida que llevan o por cuestiones familiares o de otro tipo, no encuentran el espacio para poder hablar con alguien de sus cosas más íntimas. Además de la propuesta de la carta, realizaremos actividades preventivas, artísticas -entre otras- y combatir así el aislamiento de las personas mayores, creando redes.

FNV: -Entre esas actividades, incluyen propuestas de juego con los más chicos.

L.A.: -La propuesta del juego surge pensando en la infancia. Los niños juegan mucho con la computadora o se relacionan con los juguetes más como una cuestión de consumo. Nos pareció importante rescatar los juegos tradicionales o los que jugaban las personas mayores, para propiciar espacios de encuentros humanos, es decir, no desde la pantalla o del comprar, sino desde la simpleza de, tal vez, jugar con unas piedritas. En esos encuentros, que son al mismo tiempo recreativos y culturales, se da también ese reconocimiento de los otros como distintos, que suma a la tolerancia, a una convivencia social más amena, a la no confrontación de edades.

FNV: -Y juntos, ¿construirán nuevos saberes?

L.A.: -Claro, por las distintas edades e historias de vida. Cada uno vendrá al encuentro con sus saberes y en ese espacio quizás, lo que traiga uno sea disparador para que el otro también socialice. La diversidad ayuda mucho a que puedan salir del asilamiento, de la inercia, de la no reflexión sobre algunas cosas. La propuesta apunta a otra concepción del espacio educativo, históricamente pensado o estructurado en función de edades similares. De allí que planteamos, como algo innovador, la educación intergeneracional, ésto de: por qué no generar un espacio educativo de aprendizaje que sea compartido por personas de distintas edades. Si es hasta incluso lo más natural, si uno lo piensa desde la familia, los clanes o las tribus. Y propiciar no solamente que uno aprenda, y que el otro aprenda, sino también que se conozcan y respeten, desde esas diferencias que los constituyen.

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EN PRIMERA PERSONA

“Compartiendo con las otras generaciones se pueden lograr muchas más cosas”

Amanda Valentinuzzi (67) es, desde hace 10 años, alumna del PEAM. Actualmente integra las Unidades de Gestión de Computación y de Educación Física, espacios al que pasan quienes culminan los dos niveles de taller y en el marco de los cuales participó de actividades intergeneracionales que serán retomadas y ampliadas en el proyecto distinguido con el XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola.

“Me acerqué al PEAM al jubilarme. Necesitaba, psicológicamente, llenar un vacío. Fui docente 34 años, y los últimos 25, directora de una escuela de enseñanza media de la provincia de Córdoba -relata Amanda- Estuve

tantos años en la parte educativa que después sentí como una necesidad continuar con alguna actividad de este tipo”. Los aprendizajes no tardaron en llegar: “El taller de Computación nos ha introducido una serie de conocimientos que nos ha permitido inclusive editar una revista digital y publicarla a través de WordPress para que toda la gente la pueda leer (http://www.libreedad.net/). Nos ha llevado, intelectualmente, a mantenernos activas. Y el taller de Educación Física, a mantener, en cierta forma, la salud del cuerpo”. Una buena combinación: “en uno, la salud mental, y en el otro, la física”.

Como la mayoría de las actividades que impulsan desde el PEAM, los alumnos-adultos proyectan esos aprendizajes en la comunidad. Así, guiados por sus profesores, desparraman esos conocimientos adquiridos sobre todo entre los niños y jóvenes. Cuenta Amanda que los mayores que integran el taller de literatura, por ejemplo, llevan relatos fantásticos a escuelas primarias; los que participan en teatro, lo hacen con obras o estatuas vivientes que crean junto con los chicos; los que se inclinaron por la educación física, se suman en fiestas patrias, a través de bailes típicos, y junto a jóvenes del profesorado, en jornadas con mucha música, alegría y especialmente empatía.

“Nos enseñamos un poco mutuamente -afirma- Llevamos nuestra experiencia y ellos nos dan, digamos, su juventud”. En su apreciación sobre estos “contactos intergeneracionales” subraya “la calidez y el interés que demuestran los jóvenes, tanto al compartir con nosotros, al enseñarnos, o al darles nosotros nuestra opinión”. “También nos pasa con los más chicos -aclara- pero sobre todo me gustaría destacar este respeto que tienen los jóvenes hacia los mayores”.

Y en ese intercambio entre grandes, jóvenes y chicos también ocurren sorpresas como que sean los mayores quienes enseñen a los adolescentes, sobre Internet. Fue así que alumnos de escuelas secundarias tuvieron entre sus `docentes´ a Amanda, quien trae rápidamente al presente aquellos instantes: “Ayudamos a un grupo de alumnos que hicieron una investigación sobre el sida, dándoles las herramientas técnicas para que pudieran publicarla también en la Red: todos los pasos que tenían que seguir para usar el WordPress, para abrir un sitio, como hicimos nosotras con la revista digital”.

Con los talleres del PEAM y encuentros con jóvenes y niños se dibuja gran parte del futuro de Amanda. En ese horizonte, sueña con un Estado que preste “más atención, más difusión y más apoyo económico” a iniciativas de este tipo. “El Estado en sí está un poquito ausente”, opina, a diferencia de “otros países donde están más abiertos”, demuestran una “mayor preocupación por la educación del adulto”. Y concluye con unas palabras, que sintetizan aquellos imaginarios que intentará construir esta alumna ejemplar en conjunto con sus compañeros `docentes´ y `estudiantes´: “Algo así como `Juntos, podemos más´. Compartiendo con las otras generaciones, se pueden lograr muchas más cosas”.

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PROYECTO DEL CENTRO DE PROMOCIÓN DEL ADULTO MAYOR

Una aventura `caballeresca´ en Córdoba

hará visibles los derechos del adulto mayor Cual Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza, adultos mayores junto a profesionales y estudiantes, encabezarán una divertida y al mismo tiempo seria aventura: `trabajarán´ a sol y a sombra y `vencerán molinos de viento´ para que quienes cumplieron 60 o más conozcan sus derechos, se apropien de ellos, y también los dispersen en su comunidad. Será en el marco del proyecto “`Derechos Andantes´. Educación y Derechos con y para las personas mayores”, del Centro de Promoción del Adulto Mayor (CEPRAM), de la provincia de Córdoba. Es una de las siete propuestas reconocidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola. La iniciativa, que se implementará durante este año, busca promover el desarrollo pleno del bienestar psicológico, social y las condiciones de ciudadanía de los adultos mayores. Lo harán a través de un programa de educación comunitaria, que fomentará el conocimiento, fortalecimiento y empoderamiento de estas personas, en torno a sus derechos. Para ello se conformarán grupos mixtos de voluntariado, integrados por adultos, jóvenes profesionales y estudiantes universitarios, quienes serán los “aventureros andantes”: “Serán equipos de formadores los cuales, tras su propia formación en derechos de los mayores y modos de intervención educativa gerontológica, saldrán cual Quijotes y Sanchos a las comunidades, instituciones y al encuentro con otros mayores para recrear y luchar por los derechos de los más viejos”. En ese trayecto, estos `aventureros´ serán formadores de formadores, intentando con ello que más personas se conviertan en promotores y cuidadores de sus derechos. Antes de la partida, llenarán sus equipajes con materiales audiovisuales, gráficos, herramientas escénicas y estrategias lúdicas, que serán generadas especialmente en el marco de la propuesta. Sobre esta `aventura´ reflexiona Mirella Canu, quien es coordinadora del CEPRAM y junto a Andrés Urrutia (coordinador académico de la institución), tendrá a su cargo la implementación del proyecto.

FNV: -¿A qué alude el concepto de ciudadanía, particularmente en la vejez?

Mirella Canu: -Como categoría sociopolítica, ciudadanía alude esencialmente a la inclusión; a la participación y apropiación equitativa de los bienes materiales y simbólicos que dentro de la comunidad se reconocen como necesidades y aspiraciones, vale decir derechos, de cada uno de sus miembros. En la vida y la subjetividad de las personas el enunciado de esta categoría dista de garantizar una inclusión equitativa; diversos grupos humanos, entre ellos las personas en estado de vejez, ven a veces vulnerados y otras ni siquiera reconocidos sus derechos por razones que surgen de sus limitadas posibilidades de injerencia derivadas de su condición cultural, económica, productiva. Para quienes aspiramos a acompañar a estos grupos a empoderarse de sus derechos y construir su propia ciudadanía, esta categoría no es invariante, sino una construcción que depende de la comprensión que de justicia, equidad, humanidad se sustente y requiere de una acción multidisciplinar, pero fundamentalmente de la conciencia, voluntad y acción de los propios sujetos de derecho, en este caso los viejos.

FNV: -¿De qué manera fomentarán en ellos, el ejercicio de su ciudadanía? ¿Qué rol juega en este sentido la educación?

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M. C.: -Si sustentamos la idea de educación permanente, ésta es el camino para fomentar el ejercicio de la ciudadanía. Educación permanente que, lejos de concebirse como un flujo de información unidireccional, es una acción constructiva cooperativa y solidaria en la que nadie es depositario de todo el saber y todos debemos necesariamente incorporarnos desde nuestra propia experiencia en un intercambio productivo. Un aprendizaje personal enraizado en la construcción colectiva de saberes, porque nadie se educa solo, nadie se hace ciudadano individualmente.

FNV: -¿Qué problemática buscarán atender con `Derechos Andantes´?

M. C.: -Desde la perspectiva a la que venimos haciendo referencia, andar con los derechos intenta metaforizar este trabajo de reflexión que permita asumir el propio devenir como desafío y conquista permanentes. Andar es apelar a una construcción de la propia palabra, desde el reclamo, la conquista, los sueños y la alegría.

FNV: -¿Sobre qué derechos hará eje el proyecto?

M. C.: -El derecho a decidir es, seguramente, una buena síntesis de lo que como personas libres y autónomas nos habilita. También es seguro que son varios los derechos no respetados que pueden, y cómo, condicionar enormemente las decisiones de las personas. Es por ello que serán los destinatarios protagonistas del proyecto quienes enunciarán, reclamarán y, estamos convencidos, avanzarán en el ejercicio de sus derechos. Pero desde los objetivos del proyecto los pensamos andantes, inquietos, vitales y multiplicadores.

FNV: -¿Qué esperan despertar, con esas voces de los `aventureros andantes´?

M. C.: -Todo proyecto es un profundo deseo. En este caso, que las voces de los andantes, más que ser oídas, se hagan oír. Más que pedir, se enarbolen. Insistir sobre la idea de que una sociedad más justa se construye desde una visión inclusiva en la que, por sobre las particularidades sectoriales, es el bienestar de todos lo que más aporta al mejor estar de cada uno. Que el andar deje huellas de viejos y jóvenes, porque cada derecho conquistado es el camino de una humanidad mejor.

EN PRIMERA PERSONA

“Parafraseando a Carlos Fuentes: el respeto por las diferencias, en este caso biológicas, crea la fortaleza de una sociedad”

Su vocación y pasión por la narración, la lengua y la literatura consolidaron su vínculo con esta `escuela´, de la que es alumna desde el 2008. Además de cursos relacionados con estas temáticas, Diana Vázquez (61) participa como voluntaria en `No Te Achiques que Sos Grande´ y `Entre Cicerones y Herederos, Córdoba narrada por sus mayores´ (que obtuvo en 2005/06 el reconocimiento de la Fundación). Ambas iniciativas comunitarias, como el proyecto distinguido con el XVI Premio Bienal, tienen a los adultos mayores como principales protagonistas.

En esta entrevista, Diana comparte su opinión sobre los derechos del adulto mayor, su experiencia en torno al voluntariado social, su mirada sobre la educación permanente y sobre la riqueza de los encuentros entre chicos, jóvenes y grandes. No sin antes destacar, la intensa labor de esta asociación, que a través de su programa de educación continua no formal, dicta en la actualidad 140 cursos, reuniendo a cerca de 2.200 adultos mayores, entre quienes ella se encuentra:

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“El CEPRAM es una institución muy abarcativa, de fantástica contención humana, excelentes profesores y mucha calidez emocional en la que es imposible no sentirse a gusto”. FNV: -Diana, de sumarse a este nuevo proyecto: ¿sobre qué derechos le gustaría trabajar? D. V.: -Me gustaría trabajar sobre el llamado `Derecho a la Participación´ reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Prefiero la enunciación que hace la Asamblea, a la que se reconoce en la Constitución Nacional de 1949. El pleno ejercicio del `Derecho a la Participación´ en la ancianidad me parece esencial para el ejercicio de la ciudadanía y el desarrollo personal en el marco del concepto de educación vitalicia o permanente, concepto al cual adhiero completamente. FNV: -Precisamente la convocatoria del Premio hace foco en la educación permanente, ¿qué significa para usted, la educación en esta etapa de la vida?

D. V.: -La enseñanza es un proceso inacabable. Mientras más educado sea un ciudadano, más educación seguirá necesitando por el resto de su vida. Adhiero plenamente al concepto de educación permanente como una estrategia que se propone colaborar a la realización personal del hombre en todas las etapas de la vida. Personalmente, la visualizo como un proceso que me permite ponerme al día con mis `asignaturas pendientes´, aquellas áreas que se postergaron en la etapa de la juventud y la madurez biológica, debido a necesidades familiares, compromisos laborales o intereses económicos, y que en esta tercera edad recobran su vigencia.

FNV: -Además de ser alumna del CEPRAM participa como voluntaria en diversos proyectos: ¿cree que el voluntariado cobra un valor especial cuando lo ejerce una persona mayor?

D. V.: -El voluntariado podría definirse como aquella actividad libre, altruista y solidaria que se realiza a través de una organización, con arreglo a programas o proyectos para la cual es esencial la ausencia de contraprestación. O sea, con todas esas características, entregamos nuestras capacidades, o nuestra formación profesional o vocacional de forma absolutamente generosa, sin esperar nada a cambio para integrarnos en un proyecto determinado que nos merece nuestra aprobación y en el cual depositamos nuestra fe ciudadana o moral. La actividad voluntaria, además, presupone una madurez en el desarrollo personal y biológico. Es así que si esta actividad se presta en el tránsito de la tercera edad, la creo aun más valiosa puesto que nos desprendemos o entregamos algo que por la misma lógica biológica nos es más escaso: nuestro tiempo y energías. FNV: -¿Qué es lo que más le entusiasma de esos encuentros con niños y jóvenes que se dan en el marco de estos proyectos? ¿Y de los encuentros con otros adultos mayores?

D. V.: -El `encuentro´ entre las personas en distinto estadio de desarrollo biológico y sicológico me parece de vital importancia para lograr el desarrollo de la sociedad en general y el mío en particular. Sólo logrando la tolerancia ante las distintas modalidades de conducta, propias de los diferentes estadios de desarrollo, se puede madurar la propia etapa vital y llegar a comprender a nuestros semejantes. Niños, adultos y viejos cruzando intereses, voluntades y aficiones, moderando unos y otros sus comportamientos, llegarán a construir una sociedad mucho más justa y equitativa. Parafraseando a Carlos Fuentes diría que el respeto por las diferencias, en este caso biológicas, crea la fortaleza de una sociedad. Me interesa y me conmueve el ser humano en general. Los niños y los viejos, los dos extremos del péndulo social, son los dos sectores más vulnerables y dignos de protección de la comunidad y, por esa razón, me importa destinar mi esfuerzo voluntario a ellos, en especial.

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