Alborada, Polvora y Navidad

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1 Alborada, pólvora y navidad Se sabe que el cuento de La Alborada, esa fiesta exótica que parece que está en camino de convocar más adeptos que el mismo día de navidad o el año nuevo fue un invento de los mafiosos de Envigado, encabezados por Don Bernacomo demostración de poder y desafío. No obstante las advertencias de las autoridades, las prohibiciones y las campañas educativas, la quema de pólvora fue mayor que en ocasiones anteriores, ante la impotencia de las autoridades municipales para controlar los desafueros. Decían que iban a enguandocara los que cogiesen fabricando, vendiendo, comprando y quemado pólvora. ¿En dónde están los detenidos? Porque esa pólvora que se quemó desde la medianoche del 30 de noviembre hasta el amanecer del 1 de diciembre, no apareció por arte de magia. Alguien la fabricó, alguien la vendió y alguien la trajo a Medellín. ¡Que no podemos encerrar medio Medellín! Cierto, pero si se puede aplicar una medida ejemplarizante para toda la ciudad, pues parece que fue toda la ciudad la culpablelos que quemaron pólvora, los que la vendieron, los que salieron a verla quemar y divertirse, los que no denunciaron los sitios de venta, etc., etc. La ciudad mereced un castigo, para que aprenda que las decisiones de la autoridad son para beneficio de todos y sobre todo, para cumplirlas. El señor alcalde debería ordenar la suspensión de los alumbrados navideños. Como parece que este espectáculo y el cierre de vías para comodidad de los rumberos y beneficio de unos particulares que se lucran de la explotación del espacio público con el beneplácito de las autoridades y para incomodidad de la mayoría que tiene que seguir con su rutina diaria en diciembre y no está de fiesta, pues que se contenten con la La Alborada. Que se suspendan los alumbrados, se apaguen y se recojan. Y que la colocación de los alumbrados en el futuro dependerá de la conducta de la ciudad frente a la pólvora. En tiempos remotos los alcaldes e inspectores de policía tenían la potestad de detener a los ciudadanos que incurriesen en infracciones de policía. Más de una vez La Macarena abrió sus puertas para acoger a los detenidos por violación de toque de queda u otros desórdenes públicos. ¿Por qué no abrir nuevamente sus puertas para encerrar por 60 días, es decir hasta fines de enero a aquellos que sean capturados in fraganti quemando pólvora o haciendo desorden en la vía pública? ¡Que eso es intolerancia! ¿Si? ¡Y los intolerantes nos tenemos que aguantar la guachafita y el desorden, sin poder dormir! Pero no. Es soñar. Muchas cosas que deberían hacer los alcaldes en vez de darse lustre con obras hechas con dinero ajeno, parece que no se pueden hacer. El señor alcalde debería preocuparse por controlar el ruido, no poniendo unos carteles electrónicos informado el nivel e ruido sino aplicando medidas efectivas que obliguen a la gente a acatar las restricciones. El señor alcalde puede, si a bien tiene, cambiar los límites de velocidad en las carreteras nacionales que cruzan su municipio, peor parece que no puede regular el tipo de vehículos que pueden circular por sus vías. La licencia de tránsito

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Alborada, pólvora y navidad

Se sabe que el cuento de “La Alborada”, esa fiesta exótica que parece que está en camino de convocar más adeptos que el mismo día de navidad o el año nuevo fue un invento de los mafiosos de Envigado, encabezados por “Don Berna” como demostración de poder y desafío.

No obstante las advertencias de las autoridades, las prohibiciones y las campañas educativas, la quema de pólvora fue mayor que en ocasiones anteriores, ante la impotencia de las autoridades municipales para controlar los desafueros. Decían que iban a “enguandocar” a los que cogiesen fabricando, vendiendo, comprando y quemado pólvora.

¿En dónde están los detenidos?

Porque esa pólvora que se quemó desde la medianoche del 30 de noviembre hasta el amanecer del 1 de diciembre, no apareció por arte de magia. Alguien la fabricó, alguien la vendió y alguien la trajo a Medellín.

¡Que no podemos encerrar medio Medellín! Cierto, pero si se puede aplicar una medida ejemplarizante para toda la ciudad, pues parece que fue toda la ciudad la culpable… los que quemaron pólvora, los que la vendieron, los que salieron a verla quemar y divertirse, los que no denunciaron los sitios de venta, etc., etc.

La ciudad mereced un castigo, para que aprenda que las decisiones de la autoridad son para beneficio de todos y sobre todo, para cumplirlas.

El señor alcalde debería ordenar la suspensión de los alumbrados navideños. Como parece que este espectáculo y el cierre de vías para comodidad de los rumberos y beneficio de unos particulares que se lucran de la explotación del espacio público con el beneplácito de las autoridades y para incomodidad de la mayoría que tiene que seguir con su rutina diaria en diciembre y no está de fiesta, pues que se contenten con la “La Alborada”. Que se suspendan los alumbrados, se apaguen y se recojan. Y que la colocación de los alumbrados en el futuro dependerá de la conducta de la ciudad frente a la pólvora.

En tiempos remotos los alcaldes e inspectores de policía tenían la potestad de detener a los ciudadanos que incurriesen en infracciones de policía. Más de una vez La Macarena abrió sus puertas para acoger a los detenidos por violación de toque de queda u otros desórdenes públicos.

¿Por qué no abrir nuevamente sus puertas para encerrar por 60 días, es decir hasta fines de enero a aquellos que sean capturados in fraganti quemando pólvora o haciendo desorden en la vía pública? ¡Que eso es intolerancia! ¿Si? ¡Y los intolerantes nos tenemos que aguantar la guachafita y el desorden, sin poder dormir!

Pero no. Es soñar. Muchas cosas que deberían hacer los alcaldes en vez de darse lustre con obras hechas con dinero ajeno, parece que no se pueden hacer.

El señor alcalde debería preocuparse por controlar el ruido, no poniendo unos carteles electrónicos informado el nivel e ruido sino aplicando medidas efectivas que obliguen a la gente a acatar las restricciones. El señor alcalde puede, si a bien tiene, cambiar los límites de velocidad en las carreteras nacionales que cruzan su municipio, peor parece que no puede regular el tipo de vehículos que pueden circular por sus vías. La licencia de tránsito

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de los vehículos es un certificado que indica que el vehículo licenciado es apto para transitar por la vía pública. El certificado de movilización es el examen periódico de que tales requisitos son satisfechos por un vehículo en particular, pero esas medidas no les sirven para nada. Día y noche, sobre todo de noche, circula vehículos, sobre todo motocicletas, peor también automotores y cuatrimotos, que hacen un ruido infernal y circulan libremente.

El señor alcalde debería establecer una norma muy simple. El vehículo que sobrepase el límite de emisión de ruido perderá su licencia de tránsito, será inmovilizado y conducido a los patios, de donde solo podrá ser retirado en grúa para ser llevado a un taller para hacer las reparaciones del caso. En caso de recurrencia, simplemente se declara el vehículo no apto para la circulación y se procede a su chatarrización, sin importar edad, con cargo al propietario. Lástima que SIMESA ya cerró, pues su horno habría sido el destino ideal de muchos vehículos que atormentan a la gente de la ciudad. ¿Qué es un vehículo de 200 millones nuevecito? ¡Y que! Mayor razón, si hace un ruido que sobrepasa los niveles permitidos, mayor razón para chatarrizarlo. Las cuatrimotos, de prohibida circulación.

Volviendo al cuento de la quema de pólvora, sería realmente educativo que se suspendiesen los festejos navideños, por lo menos, los patrocinados por las autoridades municipales.

Claro que desde hace mucho tiempo se sabe que, como la señora que le contestó al marido cuando él le preguntó para que usaba sostén… “¿Y qué? Tu usas calzoncillos y yo no te digo nada”, nuestras beneméritas autoridades les falta mucho de lo que antes llenaban esa prenda interior masculina, para controlar los desmanes de abusadores.

O si no... ¿Qué hacen las autoridades para controlar los desmanes de los “hinchas” del futbol, cada domingo a la salida del espectáculo, por los alrededores de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot?

¡Nada! Un alcalde con verdaderos “huevos” hace rato habría cancelado la celebración de partidos de futbol en todo el municipio. Y que no diga que no tiene la potestad. Es prerrogativa de la alcaldía autorizar espectáculos públicos y es la dueña del sitio donde se celebra el espectáculo futbolístico. ¿Que no se le puede quitar la diversión al pueblo? Pero si se le puede quitar la tranquilidad a los vecinos y se tiene que aguantar el abuso, el daño en sus propiedades y el robo. ¿Qué pasaría si alguien sale en defensa de su propiedad y la emprende a tiros con los ladrones domingueros vestidos de verdeyblanco o rojiazul? Claro, a ese pobre cristiano, si le clavarían unos 10 o 15 años por “asesino intolerante”, mientras que a los vándalos que asaltaron su negocio, si les va mal, pasan la noche en la comisaría.