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85 I NTRODUCCIÓN Hace aproximadamente cuatro lustros Luis García Ballester advirtió de unos textos que recogían algunos consejos médicos para el primer duque de Alba, García Álvarez de Toledo. Textos fechados en torno a 1486 y 1487 –poco antes de su muerte– y redactados por el licenciado Antonio, médico del duque de Bretaña, y durante un tiempo, del muy yllustre e manífico señor duque de Alva, [y] vezino de la çibdad de Vitoria. 1 Los escritos, publicados a finales de los años ochenta, 2 habían pasado desapercibidos hasta ese momento para los investiga- dores de la medicina medieval. 3 En una breve referencia sobre estos documentos García Ballester comprobó que, pese a abordar un tema común, como era el tratamiento de la enfermedad del duque de Alba, no guardaban una estructura única. De hecho estableció tres tipos diferentes de textos según su tipología: el primero corresponde a un consilium, redactado a petición del hijo del duque, Gutiérrez Álvarez de Toledo, por aquel entonces maestrescuela de la Universidad de Salamanca; le sigue un regimen sanitatis, en el que se abordan aspectos rela- cionados con el aire y el ambiente, el modo de regir el sueño, recomendaciones para hacer ejercicio y unas concisas referencias sobre cuestiones alimentarias; el AÇERCA DE LA ENFERMEDAT DE TENBLOR DE LOS MYENBROS E MOLIÇIA: CONSIDERACIONES MÉDICAS PARA GARCÍA ÁLVAREZ DE TOLEDO A FINALES DEL SIGLO XV FERNANDO SERRANO LARRÁYOZ Universidad de Alcalá 1 Archivo de la Fundación Casa de Alba (=ADA), c. 62-69, fol. 2r. 2 Vaca, Ángel; Bonilla, José A., Salamanca en la documentación medieval de la Casa de Alba, Salamanca, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca, 1989, pp. 288-313. Tras la lectura del texto publicado se ha podido comprobar algunos errores en la transcripción, por lo que seguimos la transcripción revisada que ha realizado para mí Erika López Gómez. 3 No así para los estudiosos de la lengua, véase Pensado, José L., «Anotaciones marginales a “Salamanca en la documentación medieval de la Casa de Alba”», Studia historica. Historia medieval, 10 (1992), pp. 193-200.

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INTRODUCCIÓN

Hace aproximadamente cuatro lustros Luis García Ballester advirtió de unostextos que recogían algunos consejos médicos para el primer duque de Alba,García Álvarez de Toledo. Textos fechados en torno a 1486 y 1487 –poco antesde su muerte– y redactados por el licenciado Antonio, médico del duque deBretaña, y durante un tiempo, del muy yllustre e manífico señor duque de Alva,[y] vezino de la çibdad de Vitoria.1 Los escritos, publicados a finales de los añosochenta,2 habían pasado desapercibidos hasta ese momento para los investiga-dores de la medicina medieval.3 En una breve referencia sobre estos documentosGarcía Ballester comprobó que, pese a abordar un tema común, como era eltratamiento de la enfermedad del duque de Alba, no guardaban una estructuraúnica. De hecho estableció tres tipos diferentes de textos según su tipología: elprimero corresponde a un consilium, redactado a petición del hijo del duque,Gutiérrez Álvarez de Toledo, por aquel entonces maestrescuela de la Universidadde Salamanca; le sigue un regimen sanitatis, en el que se abordan aspectos rela-cionados con el aire y el ambiente, el modo de regir el sueño, recomendacionespara hacer ejercicio y unas concisas referencias sobre cuestiones alimentarias; el

AÇERCA DE LA ENFERMEDAT DE TENBLOR DE LOS MYENBROS E MOLIÇIA: CONSIDERACIONES

MÉDICAS PARA GARCÍA ÁLVAREZ DE TOLEDO A FINALES DEL SIGLO XV

FERNANDO SERRANO LARRÁYOZ

Universidad de Alcalá

1 Archivo de la Fundación Casa de Alba (=ADA), c. 62-69, fol. 2r.2 Vaca, Ángel; Bonilla, José A., Salamanca en la documentación medieval de la Casa de Alba,Salamanca, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca, 1989, pp. 288-313. Tras lalectura del texto publicado se ha podido comprobar algunos errores en la transcripción, porlo que seguimos la transcripción revisada que ha realizado para mí Erika López Gómez.3 No así para los estudiosos de la lengua, véase Pensado, José L., «Anotaciones marginalesa “Salamanca en la documentación medieval de la Casa de Alba”», Studia historica. Historiamedieval, 10 (1992), pp. 193-200.

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tercer documento corresponde a un verdadero tratado de cocina desde un puntode vista médico, escrito a petición del propio García Álvarez de Toledo.4

El lenguaje en que están redactados es el castellano, no en latín como era lomás habitual en este tipo de textos de carácter médico. Esto se debe a la peticióndel hijo del duque de Alba de un tratamiento en lengua castellana porque algunosdestos señores maestros [médicos] ayan estudiado en otra lengua que la latyna. Lafinalidad no era otra que facilitar su comprensión a los médicos judíos que aten-dían a su padre. El médico del duque de Bretaña cumplió su cometido no sinantes excusarse –sy mi estilo romançado non fuere commo fuera la lengua latyna ogalicana– por la falta de costumbre en escribir en castellano.5 El motivo de uti-lizar esta última lengua, y no el latín o el francés con los que se desenvuelve conmayor fluidez, viene dado por la obediencia a quien ha solicitado su opinión.Desde un punto de vista cronológico los textos del médico del duque de Albase enmarcan a finales del siglo XV, periodo de desarrollo de las lenguas vulgaresen los tratados científicos. Un hecho estrechamente relacionado con el aumentode personas alfabetizadas poco familiarizadas con las lenguas clásicas pero quenecesitaban de estos conocimientos para la autoayuda doméstica o bien debidoa su práctica profesional,6 como es el caso del colectivo médico judío que atendía

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4 García Ballester, Luis, La búsqueda de la salud. Sanadores y enfermos en la España medieval,Barcelona, Península, 2001, pp. 357-360.5 ADA, c. 62-69, fol. 2r.6 Una visión general del tema de la vernacularización de la ciencia durante la Edad Media,en Beaujouan, Guy, La science en Espagne aux XIVe et XVe siècles, París, Les Conférences duPalais de la Découverte, 1967, pp. 5-45; y Cifuentes i Comamala, Lluís, «La ciencia en vulgary las élites laicas de la Edad Media al Renacimiento», en Serrano Larráyoz, F. (coord.), [JuanVallés] Regalo de la vida humana, Pamplona-Viena, Gobierno de Navarra-ÖsterreichischeNationalbibliothek, vol. 2, 2008, pp. 123-135. Para el caso concreto del catalán, Cifuentes iComamala, Lluís, La ciencia en català a l’Edat Mitjana i el Renaixement, Barcelona-Palma deMallorca, Universitat de Barcelona-Universitat de les Illes Balears, 2006 (2ª ed. revisada yampliada), pp. 25-52. Respecto a la difusión del castellano en la literatura científica, véaseGutiérrez Rodilla, Bertha M., «Los textos romances de medicina en la España del Renaci-miento», en García Hourcade, J. L. y Moreno Yuste, J. M. (coords.), Andrés Laguna: huma-nismo, ciencia y política en la Europa renacentista. Congreso Internacional, Segovia, 22-26 denoviembre de 1999, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2001, pp. 529-538. Algunas cues-tiones más concretas sobre los recetarios en castellano, aspecto que aquí compete, en GutiérrezRodilla, Bertha M., La esforzada reelaboración del saber. Repertorios médicos de interés lexico-gráfico anteriores a la imprenta, San Millán de la Cogolla, Cilengua, 2007, pp. 273-274; y So-lomon, Michael, Fictions of Well-Being. Sickly Readers and Vernacular Medical Writing in LateMedieval and Early Modern Spain, Philadelphia-Oxford, University of Pennsylvania Press,2010, pp. 16-70.

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al duque, de buena formación pero cuyos conocimientos generalmente eran ad-quiridos en hebreo. Apuntar que las explicaciones por parte del licenciado An-tonio pudieron servir también de excusa ante posibles críticas de colegas deprofesión, favorables al uso del latín como lengua de transmisión médica.7

La figura de García Álvarez de Toledo estuvo vinculada al despegue políticode la Casa de Alba. Personaje de gran ambición, su política estuvo orientada enmantener su poder en un periodo de gran convulsión nobiliaria en Castilla.Unas veces vinculado al bando realista de Enrique IV, otras practicando unaneutralidad interesada y otras apoyando a la facción del marques de Villena paraintegrarse finalmente en el partido del monarca castellano; entre las numerosasmercedes que recibió por su fidelidad al rey fue la concesión, probablemente afinales de 1472 del ducado de Alba. Partidario de la opción de los príncipes Isa-bel y Fernando participó de manera activa frente al interés de Alfonso V de Por-tugal por reivindicar los derechos a la corona castellana de su sobrina Juana, loque no quita para que al poco tiempo de asentados en el trono Isabel y Fernandolas relaciones con los nuevos monarcas se volvieran ciertamente tensas hasta suparticipación, a través de su primogénito, Fadrique de Toledo, en la Guerra deGranada, en torno al año 1484.8

El duque de Alba ya tenía por esa fecha una avanzada edad y era fruto denumerosos achaques de salud. La documentación relativa a la organización desu casa recoge los distintos practicantes sanitarios que le atendieron a él y a suentorno a partir del segundo tercio del siglo XV. Hasta 1485 existe un predo-minio casi absoluto de médicos de origen judío. A partir de esa fecha, en la queya debía aquejar al duque la larga enfermedad objeto del tratamiento que seaborda en este trabajo,9 se empieza a comprobar la presencia de galenos cristia-

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7 Sobre esto, véase Gutiérrez Rodilla, Bertha M. y Chabás Bergón, José, «El lenguaje cien-tífico en los primeros impresos de carácter astronómico y médico en castellano», en Chabás,J., Gaser, R. y Vanin. J. R. (eds.), Traslating Science. Proceedings 2nd International Conferenceon Specialized Translation. Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, 28 February-2 March, 2002,Barcelona, Universitat Pompeu Fabra, 2002, p. 248.8 Calderón Ortega, José M., El ducado de Alba. La evolución histórica, el gobierno y la ha-cienda de un estado señorial (siglos XIV-XVI), Madrid, Dykinson, 2005, pp. 89-123.9 Algunos de los síntomas de la enfermedad que aquejaba a García Álvarez de Toledo po-drían remontarse, al menos, hasta septiembre de 1484, fecha en que su secretario RodrigoAlcocer y su contador García de Vergas anotan en un documento que el duque nuestro señor sesyente enojado e su señoría está en la cama (Calderón Ortega, José M., El ducado de Alba…, op.cit., p. 529).

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nos, como el caso del doctor Negrillo y el aludido licenciado Antonio, profe-sionales de reconocido prestigio que recibieron ingresos muy elevados en com-paración con el resto de médicos que también le trataron.10

La dolencia de García Álvarez de Toledo, aludida como tenblor de los myenbrose moliçia o pasyón e temblor e moliçia, es el eje sobre el cual se van a desarrollar losplanteamientos sanadores del licenciado Antonio. Un médico de buena fama, re-querido expresamente porque aquellos que atendían al enfermo no daban con lasolución adecuada, pese a que la enfermedad que aquejaba al duque era conocida.En todo momento la actitud del galeno resulta modesta frente a los médicos quelo atienden personalmente. Parece interesado en evitar cualquier tipo de suspicaciasentre sus colegas que son, al fin y al cabo, quienes requieren su opinión.11 En estesentido, al final del consilium además de aludir a la gracia divina para que el en-fermo recobre la salud también encomienda a los médicos de su señoría graçia deabrir sus entendimientos para escoger y obrar lo que a su salud convenible sea.12

UN CONSILIUM PARA GARCÍA ÁLVAREZ DE TOLEDO

Los consilia o consejos pertenecen a un género de literatura médica en el que seofrece asesoría a los destinatarios de las más variadas materias, entre las que pre-

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10 Ibidem, p. 268. El licenciado Antonio parece corresponder con Antonio de Tornay (Tour-nai?), médico de la ciudad de Vitoria desde al menos 1483 hasta mediados de 1493. Tradicio-nalmente se ha considerado a este personaje un judío converso (Díaz de Durana Ortiz de Urbina,José R., «Judíos y cristianos en Vitoria durante la Edad Media», en Los judíos, Vitoria, FundaciónSancho el Sabio, 1992, pp. 202 y 216; González Mínguez, Cesar y Bazán Díaz, Iñaki, «La me-dicina en la Álava medieval. Entre la metafísica y la superstición», en Ramos Calvo, P. M. (dir.),Historia de la medicina en Álava, Vitoria/Gasteiz, Real Sociedad Bascongada de los Amigos delPaís, 1997, pp. 86-88). No obstante parece ser un error; estudios más recientes ni siquiera locitan entre los médicos judíos de Vitoria (García Fernández, Ernesto, «Náufragos en el mar dela intolerancia: judíos, conversos y herejes en el País Vasco (Siglos XIV-XV)», en Sabaté, F. (dir.),L’espai del mal. Reunió científica IX Curs d’Estiu Comtat d’Urgell (Balaguer, 7, 8 i 9 de juliol de2004, Lleida, Pagés, 2005, pp. 47-86). Su condición de licenciado implica su paso por las aulasuniversitarias, algo poco probable sino imposible para un judío o un converso. ¿Pudiera ser estelicenciado Antonio quien en 1498, ya como vecino de Bilbao, y junto al médico Martín de Vi-toria, vecino de Vitoria, denunciaron a Jerónimo de Cartagena (rabí Vidal), médico de Bilbao,como falso converso? (García Fernández, Ernesto, «Náufragos en el mar...», op. cit., p. 74).11 ADA, c. 62-69, fol. 2; ADA, c. 62-69, fol. 6r.12 Ibidem, fol. 5v. Del mismo modo, al inicio del régimen de sanidad vuelve a alabar a losletrados médicos del duque sometiéndose a su corrección (Ibidem, fol. 6r.).

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dominan desde aspectos estrictamente terapéuticos hasta aquellos de clara in-tención diagnóstica. El documento estudiado responde a un conjunto de con-sejos plenamente personalizados. En general este tipo de textos suelen estarredactados según el modelo epistolar y divididos en tres secciones: la primera elcasus, donde el médico trata la enfermedad de un paciente en particular; a vecesse ofrecen algunos detalles, la descripción más o menos extensa del doliente yen ocasiones los síntomas de la dolencia y la identificación de las causas. La se-gunda, la dieta, incluye sugerencias para el régimen apropiado del convaleciente,no centrándose tanto en la dieta en sentido estricto sino en el estilo de vida másadecuado basado en el uso correcto de las seis res non naturales,13 para terminarcon la cura basada en una farmacopea particular.14 En este caso, a petición delos médicos que atendían al duque de Alba, se requieren al licenciado Antoniosus opiniones y métodos para atender al enfermo. No obstante, con posteriori-dad, por propio deseo, no dudó en enviar un régimen de salud con el fin decomplementar su escrito inicial.15

Los tratamientos de la enfermedad del duque de Alba, manifestada por lostemblores y la poca fuerza –moliçia– de sus miembros, son divididos a partirde dos pautas a seguir claramente diferenciadas: una de carácter externa o –de fuera– y otra interna.16 En la primera de ellas el médico del duque se haceeco de los planteamientos de Johannitius (Juaniçio) acerca de los beneficios

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13 Factores agrupados en seis unidades (aire y ambiente, comida y bebida, sueño y vigilia,movimiento y reposo, excreciones y secreciones, y accidentes o movimientos del alma) queaunque no constituían la naturaleza individual de cada persona, como las res naturales, con-tribuían a un mejor mantenimiento de la salud.14 Crisciani, Chiara, «Consilia, responsi, consulti: i pareri del medico tra insegnamento eprofessione», en Casagrande, C., Crisciani, C. y Vecchio, S. (eds.), Consilium: teorie e pratichedel consigliare nella cultura medievale, Florencia, SISMEL-Edizioni del Galluzzo, 2004, p.263; y Nicoud, Marilyn, Les régimes de santé au Moyen Âge. Naissance et diffusion d’une écrituremédicale (XIIIe-XVe siècle), Roma, École Française de Rome, vol. 1, 2007, pp. 314-315. Res-pecto a la definición y la evolución del género de los consilia medievales, véase Agrimi, Jole yCrisciani, Chiara, Les consilia médicaux, Turnhout, Brepols, 1994. Más reciente, en la mismalínea que el trabajo anterior, para el periodo medieval y renacentista, véase Laín Entralgo,Pedro, La historia clínica. Historia y teoría del relato patográfico, Madrid, Tricastela, 1998 (3.ªed.), pp. 68-136.15 García Ballester, Luis, La búsqueda de la salud..., op. cit. p. 357. Parece que el licenciadoAntonio visitó personalmente al enfermo, aunque la redacción de la mayor parte de los textosdebió de hacerla en Vitoria. No resulta infrecuente durante el siglo XV la redacción de textosin absentia (Agrimi, Jole y Crisciani, Chiara, Les consilia..., op. cit., pp. 57-58).16 ADA, c. 62-69, fol. 4v.

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del baño17 y aconseja la utilización de baños secos, syn agua, es decir, baños deestufa seca. Para finales del siglo XV la doctrina médica hipocrático-galénicaya había introducido hacía tiempo la cultura del baño, poniendo el énfasis ensus propiedades evacuantes y en su uso preventivo y terapéutico,18 conviviendolos baños de estufa seca (o de calor seco) o húmeda (o de vapor) con los deagua, tanto fríos como calientes. El autor del consilium recurre al evangelistaMesué como autoridad al recomendar que los enfermos deben sudar tras sercubiertos con arena y ceniza calientes.19

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17 La Isagoge ad Tegni Galieni (o Isagoge Johannitii) es una adaptación latina, probablementeefectuada por Constantino el Africano (m. c. 1087), de la introducción de Hunayn ibn Ishāq(Johannitius) al Tegni o Ars medica de Galeno (MasāAil fī l-Aibb li-l-mutaAallimīn o ‘Cues-tiones sobre la medicina para estudiantes’), edición en Maurach, Gregor, «Johannicius,Isagoge ad Techne Galieni», Sudhoffs Archiv, 62/2, 1978, pp. 148-174. Las acciones del bañose sintetizan al final de la ‘tercera partícula’ (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», en García Ba-llester, L. et al. (eds.), [Arnaldi de Villanova] Regimen sanitatis ad regem Aragonum, en GarcíaBallester, L. et al. (eds.), Arnaldi de Villanova Opera Medica Omnia, Vol. X.1, Barcelona, Uni-versitat de Barcelona-Fundació Noguera, 1996, pp. 493 y 636). La recomendación de losbaños secos por parte de medico del duque de Alba y la cita de autores que realiza pretendeir de lo general (la Isagoge es un resumen de la medicina muy general y muy valorado por losestudiantes y por los extrauniversitarios, médicos y profanos) a lo particular. Otra edición alcastellano actual pero a partir de ediciones impresas renacentistas, en Gracia, Diego y Vidal,José L., «La Isagoge de Johannitius: introducción, edición, traducción y notas», Asclepio, 26-27 (1974-1975), pp. 267-382. 18 Cifuentes, Lluís y Carré, Antònia, «Práctica social, saber médico y reflejo literario de lacultura del baño en el contexto catalán medieval», Anuario de Estudios Medievales, 39/1(2009), p. 210.19 ADA, c. 62-69, fol. 2v. En Occidente latino circuló, a partir del siglo XIII, una compila-ción de farmacología práctica (Opera) a nombre de Mesué (‘Eben Mesue’ o ‘Johannes Mesue’),que no puede atribuirse al autor nestoriano del siglo VIII-IX Yuhanna ibn Māsawaih porquese citan autores posteriores, como Al-Razi (c. 864 - c. 925), Ibn Sina/Avicena (c. 980 a 1037)o Ibn al- azzār (c. 898 - c. 980). León el Africano (Libellus de viris quibusdam illustribus apudÁrabes, Roma, 1527) publicó una detallada biografía (‘Mesuach’), en la que lo hace originariode la ciudad de Mardin (Sureste de la actual Turquía), y dice que se habría formado en Bagdady habría servido el califa fatimí de El Cairo al-Hakim hasta su muerte, en 1016. Esta biografía,que actualmente se tiene por fantasiosa, ha conducido a algunos historiadores a dar vida a unpretendido Māsawaih al -Mārdīnī o Mesué el Joven. Por otra parte, uno y otro eran confun-didos a veces con el autor eclesiástico Juan de Damasco (Johannes Damascenus), de los siglosVII-VIII. La obra es un tratado de farmacología organizado, que sigue el modelo del Canonde medicina de Ibn Sina. Contiene una introducción a la farmacología (Canones universales),un Antidotarium (o medicinarum universalium) muy extenso (571 fórmulas) y una secciónsobre la terapéutica medicamentosa de las enfermedades desde la cabeza hasta los pies (Practicao Grabadin medicinarum particularium), partes a las que a menudo se añade la obra de al-

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La propuesta de baños de calor seco para tratar algunas enfermedades no re-sulta infrecuente en la literatura médica medieval. En este caso concreto se or-dena construir una estufa artificial en el lugar que más convenga al enfermopara hacerle sudar. Mandato en consonancia con los sugeridos por otros trata-dos.20 El autor recurre a Jacques Despars (Jacobus de Partibus) para avalar eluso de este tipo de baños, muy favorables por la retardança de la senitud y con-fortamiento de los miembros ynteriores y exteriores.21 En época de frío y humedadse permite al enfermo atemperar el calor de la estancia. Planteamiento afín conel discurso de Jacques Despars, que se queja del contraste existente entre dondese realiza el baño y el resto de habitaciones. Según este último el paso de las ha-bitaciones frías, donde se desnuda el paciente, a la estufa y a la inversa, una vezfinalizado el baño, provoca más problemas que soluciones.22

La sequedad y el calor proporcionado por la estufa seca buscan abrir los porosdel paciente con el fin de consumir parte de la materia reumática. El enfermodebe sudar cuanto más pueda porque la sola yntençión es escalentar y desecar. Pro-bablemente estos planteamientos tengan que ver con el propósito de reducir lamasa corporal del enfermo, es decir, la denominada materia reumática,23 con elfin de evitar los temblores que sufre el paciente. La necesidad de iniciar el trata-miento una vez que el enfermo evacue las superfluidades 24 y la posibilidad de

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Kindī, De gradibus, y unas indicaciones de metrología farmacéutica. En las fuentes medievales,Antidotarium y Grabadin son denominaciones que también designan todo el conjunto. Aldesarrollarse la botica, la obra, concebida para los médicos y comentada por destacados maes-tros universitarios, alcanzó un gran éxito entre los boticarios (que llamaron ‘divino’ y ‘evan-gelista de los boticarios’ al anónimo autor) (Sciència.cat DB nom1088 <http://www.sciencia.cat/db/cercador.htm?nom=1088> [consulta: 23/09/2016]).20 Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 633-636.21 ADA, c. 62-69, fol. 3r. Sobre las referencias que Jacques Despars hace de las estructurasde las estufas y de la utilización de este tipo de baños en su comentario al Canon de Avicena,acabado en 1453, véase Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 634-635. Sobre supersona, obra y trayectoria profesional, véase Jacquart, Danielle, «Le regard d’un médecin surson temps: Jacques Despars (1380?-1458)», Bibliothèque de l’École des Chartes, 138/1 (1980),pp. 35-86.22 Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 634.23 ADA, c. 62-69, fol. 2v.24 La expulsión de los desechos procedentes de las tres digestiones era necesaria para que elsujeto se mantuviera sano. Las heces, procedentes de la primera digestión; la orina, de la se-gunda; y el sudor, lágrimas de los ojos, mocos de las narices y esputos, entre otros, de la terceradebían eliminarse a diario (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 754-760).

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utilizar fricaçiones y aplicaçiones convenibles25 fueron medidas utilizadas, según al-gunos tratadistas médicos, para lograr una reducción de peso de los enfermos.26

En caso de que el método de la estufa seca no fuera suficiente para aliviar alenfermo se propone husar por otra manera más exçesyba (…) que es por vía eva-poratoria», es decir, mediante estufa húmeda o baño de vapor. En un lugar prepa-rado a tal efecto se debía disponer un agujero de longor y latitud convenible y enprofundidat de una mano en el que quemar una gran cantidad de huesos. Unavez calcinados los huesos debían rociarse con vino para enfriarlos. Sobre elloshabía que colocar distintas hierbas –ruda, salvia, hierba de parálisis, romero yotras yerbas que tengan propiedat–,27 extenderlo todo y cubrirlo con una sábana.El enfermo debía tumbarse vestido sobre dicha sábana y esperar a sudar.28

El tratamiento del vapor había que complementarlo con masajes en los queaplicar licores y bálsamos artificiales destilados por modo filosofal,29 es decir, ob-tenidos a través de la práctica alquímica. El médico del duque alude al Liber deturba [philosophorum], un conocido tratado alquímico,30 como referencia dellicor más ygnea, que pone Hermes [Trismegisto].31 Su base es la trementina, aceitesde euforbio y ruda, azufre, amoniaco y bedelio, todo mezclado y fermentado.De este libro y de otros sabios filósofos el licenciado Antonio afirma que el pseudo-Mesué extrajo la manera de preparar el olio de los filósofos, llamado también oliovenedito u olyo santo. Para elaborar este aceite recomienda utilizar fragmentosno muy grandes de tejas y ponerlos en el fuego hasta que estén al rojo vivo. Pos-teriormente hay que introducirlos en aceite muy viejo para enfriarlos. Una prác-

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25 ADA, c. 62-69, fol. 3r. La principal utilidad de los masajes, friegas o fricciones respondea su capacidad de eliminar los residuos de la tercera digestión. Estaban indicados para aquellosenfermos de cuerpo débil (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 626-628). Los pro-puestos por el licenciado Antonio responderían a los denominados masajes suaves con el finde expulsar las superfluidades acompañados de aceites para mitigar los posibles dolores. 26 Ibidem, p. 640.27 ADA, c. 62-69, fol. 3r.28 A través de los poros no solo se expulsaba el sudor sino también una serie de «vaporesimperceptibles» según afirma Maino de Maineri en el siglo XIV. En algunas fuentes se aludeal «vapor de humo» del cual se generan los pelos. De un humo más grueso y terrestre se pro-ducen las uñas (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 757-758).29 ADA, c. 62-69, fol. 3r.30 Plessner, Martin, «The Place of the Turba Philosophorum in the Development ofAlchemy», Isis, 45/4 (1954), pp. 331-338.31 ADA, c. 62-69, fol. 4r.

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tica que hay que realizar tres o cuatro veces antes de pulverizar los trozos y pormajysterio sacar el licor y aceite.32

Otro remedio que formula es el llamado bálsamo de filósofos, compuestopor gomas sin especificar, amoniaco, serapino, bedelio, goma de hiedra, gomaarábiga, trementina y aguardiente. Esta última elaborada con hierba de parálisis,salvia, granos y madero de bálsamo, azafrán, mirra, incienso y goma de ruda,en distintas cantidades. Los ingredientes solidos deben pulverizarse y mezclarsecon los líquidos en vasos de vidrio, dejarlos fermentar y por último destilar. Seaconseja añadir a la preparación media libra de miel y seis onzas de estoraquelíquido. Otro bálsamo, este de su invención, se prepara añadiendo a la recetaanterior lináloe, sándalos blancos, rojos y cetrinos, cubeba, cedoaria, galanga,ruda, flor de romero y salvia. Una vez conseguida la fermentación, como en elejemplo anterior, el producto final debe destilarse.33

Otra aplicación externa que el médico del duque da por buena es la proce-dente del capítulo de la perlesya, de Guy de Chauliac. Un bálsamo mucho ma-ravylloso y por él muy loado y por mý muchas vezes esperimentado compuesto demirra, aloes hepáticos, espicanardo, sangre de dragón, incienso, mumia, opo-pónaco, bedelio, carpobálsamo, syloválsamo açáfico, goma arábiga, almástiga,goma de hiedra, estoraque líquido, estoraque rojo, musco fino y trementina.Con una pequeña cantidad de aguardiente se disuelve la trementina y se incor-poran el resto de elementos, dejándose fermentar, para después destilar fasta quereçiba ynpresyón ygnea sotil y penetrable.34

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32 Ibidem, fol. 4r. En el Vergel de señores, manuscrito fechado a finales del siglo XV, el capítuloXL del segundo libro hace referencia a la receta del azeite de ladrillos o filósofos ques bálsamoartificial (Biblioteca Nacional de España=BNE, Ms. 8565, fols. 109-110r). Algo más tardía,de mediados del XVI, es la versión de Juan Vallés, que en el capítulo LV del libro tercero desu Regalo de la vida humana recoge: Cómo se haze el azeite de ladrillos o de filósofos (Vallés,Juan, Regalo de la vida humana. Estudios y transcripción, en Serrano Larráyoz, F. (coord.),Pamplona-Viena, Gobierno de Navarra-Österreichische Nationalbibliothek, vol. 2, 2008,pp. 416-417). En ambos manuscritos se confirman las tres denominaciones que el licenciadoAntonio utiliza para referirse al mencionado aceite.33 ADA, c. 62-69, fol. 4r.34 Ibidem, fol. 3v. En la versión editada por Edouard Nicaise se recoge: myrre eslite, aloës he-patic, spicanard, sang dragon, encens, mumie, opopanax, bdellion, carpobalsame, saffran, mastic,gomme arabique, stirax íquide, stirax rouge, de cahcun deux drachmes et demie: musc, demydrachme: threbentine, au poix tout le reste (Le Grande Chirurgie de Guy de Chauliac…, París,1890, p. 223).

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Por lo que respecta a las pautas internas, el licenciado Antonio aconseja laelaboración de un electuario, a tomar por la mañana y por la noche, atribuidoa Jacques Despars en su práctica ,35 al que añade algunos ingredientes de su co-secha. Los componentes son variados: raíz de ácoro, flor de esticados, canela,galanga, lináloe, clavos de giroflé, cipero, jengibre, nuez moscada, espodio, pi-mienta blanca y negra, rubíes, jacintos granates, coral rojo, seda cruda quemada,almizcle fino y rosas secas entre otros. Ingredientes que deben ser pulverizadospara formar, junto con jarabe de raíz de ácoro y flor de esticados, un electuarioen forma de tableta y con tonalidades doradas. Para lograr esa coloración hayque añadir a la preparación pan de oro y plata. Existe, no obstante, la posibilidadde probar esta elaboración en opiata. Otro de los tratamientos propuestos es unpurgante hecho a la manera de dátyles dorados.36 Los ingredientes que lo com-ponen son: trementina, higos gruesos, cártamo, agárico fino, azúcar y penidie.En caso de quedar escasa la cantidad preparada se propone incluir agárico y jen-gibre. Una elaboración esta última recomendada para las pasyones de los nervios.37

El interés del licenciado Antonio por la alquimia y los medicamentos elabo-rados con las quintas esençias no pasa desapercibido. Su conocimiento de los tra-tados, reales o atribuidos, de Hermes Trismegisto, de Moriano, del pseudoArnau libro de sus vytas,38 de Ramón Llull o de Juanes Osportalis,39 que alabanlas virtudes de la quinta exsençia de la çeledonia e de su oro potable, que más es di-vino que non umano 40 resulta evidente. No obstante, debido a su complicada

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35 Hace referencia a la obra Expositio interlinearis in practicam Alex Tralliani.36 ADA, c. 62-69, fol. 4v.37 Ibidem, fol. 5r. Las alteraciones de los nervios tenían como origen desencadenante segúnel Commentum super Regimen sanitatis Salernitanum, la manifestación de un exceso de hu-medades que provocaba su flojedad, haciéndolos poco aptos para la transmisión de los espí-ritus animales hacia los miembros (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 743).38 ADA, c. 62-69, fol. 5r. Se refiere al De vita philosophorum, que trata de la revelación delelixir como remedio universal de fabricación alquímica capaz de restablecer el equilibrio dela complexión humana (Arnau DB. Corpus digital d’Arnau de Vilanova <http://grupsderecerca.uab.cat/arnau/es/arnaudb> [consulta: 28/09/2016]). Sobre este y otros tratados semejantes,Crisciani, Chiara, «Elixir di lunga vita (secoli XIV e XV)», Aion (filol), 36 (2014), p. 84.39 ¿Johannes de Rupescissa (Juan de Rocatalhada, en francés Jean de Roquetaillade)? Losdos principales tratados sobre la quinta esencia del vino son los de Rupescissa y el del pseudo-Ramon Llull, uno fuente del otro (Cifuentes i Comamala, Lluís, La ciencia en català…, op.cit., pp. 246-249).40 El elixir de la vida u oro potable era considerado por los alquimistas como la panacea uni-versal. Un manuscrito castellano del siglo XV recoge: como tu deues fazer el verdadero oro po-table, aquel que se guaresçe todas enfermedades et tiene los cuerpos en prosperidad… el quoal en

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elaboración, su larga preparación y no poder permanecer por mucho tiempo enAlba de Tormes, lugar donde atiende al duque, se compromete a dar su parecery el modo de prepararla a sus médicos, sy a ellos tal pareçiere se debe hazer.41

Finaliza el consilium sin tratar las seys cosas no naturales, aunque más adelanteno dudará en elaborar un régimen de salud complementario. No olvida rogar alos médicos del duque que si la terapia que ha propuesto fallara en algo o surgierandudas sobre su práctica lo quieran poner en escrito para satisfazer a sus yntençiones.42

Y PORQUE NON QUEDE DESNUDA ESA MI HABLA E PROMESA, AQUÍ, SEÑOR PRESENTO A VUESTRA REVERENÇIA EN BREVE ESCRIPTURA: EL REGIMEN SANITATIS

Desconozco cuanto tiempo tardó el licenciado Antonio en enviar su régimende sanidad al duque, pero no debió pasar mucho tiempo. Estructurado segúnlas pautas ya aludidas de las seis res non naturales quedan reflejados los aspectosrelacionados con el aire y el ambiente en el que debe desenvolverse el enfermo,el modo de cómo debe regir el sueño, cuestiones destinadas al ejercicio físico yalgunas recomendaciones generales sobre la comida y la bebida.43

Según la doctrina hipocrático-galénica el aire ejercía, por un lado, la refrige-ración del calor innato, imposibilitando que se consumiera la humedad radicalesencial para mantener la vida;44 y la purificación, por otro, al despejar los humos

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un momento guaresçe todos dolores et todas dolencias, Deo gracias (BNE, Ms. 10163, fols. 3v-8r).41 ADA, c. 62-69, fol. 5r. Luis García Ballester considera que la alusión a la alquimia en unescrito tan personalizado indica cierto grado de complicidad entre el licenciado Antonio yquienes rodeaban al duque de Alba, como familiares, médicos (judíos y cristianos) e inclusoel propio enfermo (García Ballester, Luis, La búsqueda de la salud…, op. cit., p. 358). Esteautor apunta un posible origen italiano del médico del duque de Alba, pero, según lo vistohasta el momento, parece confirmarse su procedencia francesa.42 ADA, c. 62-69, fol. 5.43 García Ballester, Luis, La búsqueda de la salud…, op. cit., p. 358. 44 El concepto de humiditas está asociado al proceso de envejecimiento. Avicena explica esteproceso por una combustión del calor natural y por la capacidad de restaurar la «humedadradical». La proporción de calor y de humedad determina la duración de la vida y la llegadade la muerte. Existen un total de tres humedades en el cuerpo, una denominada continuans,otra nutrimentale y la tercera radical (Nicoud, Marilyn, Les régimes de santé au Moyen Âge…,op. cit., p. 192). La concepción de una humiditas particular, asociada a la generación de lí-

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producidos en las combustiones fisiológicas.45 Así, se recomienda que el aireque respira el enfermo sea templado, tendente a cierta sequedad en épocas decalor, con el fin de no quitarle la vertud penetratyva a los miembros.46 Del mismomodo, el paciente debe evitar el aire nubloso y grueso y úmido, commo lluvia y se-mejable. En estos casos se le aconseja quedarse en casa junto a una hoguera, enla que deben arder maderas, si las hay, de enebro y romero; también se ofrece laposibilidad de utilizar leña de espliego, de sarmientos o de laurel.47

El uso de perfumes resulta corriente en los tratados de salud medievales. Eneste caso se sugiere utilizarlos dependiendo de la estación del año (verano o in-vierno),48 aunque no queda clara la diferencia. Propone elaborar trociscos conincienso, cortezas de cidra, canela, rosas, sándalos cetrinos, macis, nuez moscada,clavos de giroflé, lináloe, ámbar, almizcle y trementina. Una vez preparados, deun grosor como piñones, deben colocarse tres o cuatro de ellos sobre brasas ocenizas calientes. El uso de estos perfumes queda recomendado a los momentosen que el duque se viste, guarda cama por la enfermedad o se va a trasladar asus aposentos. En este último caso, antes que la habitación sea ocupada, se or-dena cerrar las puertas y ventas para realizar, por las tardes, las sufumigaçiones.49

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quidos, que aparecen en el cuerpo a través del semen, procede del Canon de Avicena. Unestudio reciente sobre la humedad radical, en Criscinai, Chiara y Ferrari, Giovanna, «Estudiintroductori», en McVaugh, M. R., Crisciani, C. y Ferrari, G. (eds.), [Arnaldi de Villanova]Tractatus de humido radicali, en McVaugh, M. R., Crisciani, C. y Ferrari, G. (eds.), Arnaldide Villanova Opera Medica Omnia, vol. 2, Barcelona, Universitat de Barcelona-Fundació No-guera, 2011, pp. 15-265. 45 Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 572.46 ADA, c. 62-69, fol. 6r. El aire frío como el excesivamente caliente eran considerados da-ñinos para el organismo (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 580). Se aconseja in-cluso que la ventana de la habitación (cámara) del duque se oriente al oriente, sy ser podiere;y quando esto non fuere, sea a medio día (ADA, c. 62-69, fol. 6r). La orientación de las ventanasresultaba vital para la aireación de las casas. En general, los tratados aconsejan que por la ma-ñana se abran las que miran hacia levante, mientras que por las tardes las que miran hacia eloeste. La finalidad era que los rayos del sol entraran en las habitaciones y renovaran el airetemperándolo (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 583).47 ADA, c. 62-69, fol. 6. La práctica de quemar en el fuego algunas sustancias para reducirlas cualidades frías del aire era habitual (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 580).48 No son iguales las precauciones a tomar en las distintas estaciones del año. Así, el calor delverano hace que los cuerpos se vuelvan más calientes y secos de lo que son en primavera o inviernodebido a la temperatura que se generan en el aire. De hecho, cada régimen depende principal-mente de la complexión del cuerpo del paciente variando con las estaciones (Ibidem, p. 590).49 ADA, c. 62-69, fol. 6v.

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En otro orden de cosas se recomienda al duque no residir mucho tiempo encasas nuevas, a las que se les atribuye una excesiva humedad.50

El aire recomendado por los médicos es, en general, aquel en que no predo-mina ninguna de las cuatro cualidades complexionales: humedad, sequedad,frialdad y calor. Son los vientos de dirección norte-este los considerados mássanos, pero hay excepciones, como cuando hacia el norte se encuentra el mar oalguna zona lacustre.51 En nuestro caso concreto se aconseja al duque guardarsedel viento boreal si procede de la parte austral. Termina recomendado al enfermoque se guarde de non estar debaxo de los rayos de la luna. Entiendo que se refierea evitar quedarse por la noche a la intemperie.52

En el apartado dedicado al sueño el licenciado Antonio aconseja al enfermoque duerma al menos siete horas. Consideración que viene dada por los síntomasclínicos de su paciente, puesto que tras ese periodo de descanso la vigilia muchoresuelve de los espíritus. En caso de no poder conciliar el sueño el duque debepermanecer en la cama buscando cualquier tipo de entretenimiento.53 El mo-mento más conveniente para dormir es por la noche, al menos dos horas despuésde haber ingerido alimento, pero si no puede hacerlo debe intentarlo de día enlugar oscuro, esperando también dos horas desde la última comida. Se aconsejaal enfermo que duerma cubierto, con la cabeza un poco en alto, y en tiempofrío se le apliquen en los pies paños calentados con el fuego procedente de lahoguera preparada con las maderas aludidas anteriormente para purificar el aire.Basándose en la filosofía natural de raíz aristotélica el médico considera queestas aplicaciones favorecían la digestión.54

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50 La prevención sobre las casas recién construidas está presente en los tratados de Mainode Maineri, Gerardo de Solo y Ángelo de Aquila. La humedad cercana a los lugares de habi-tación también es rechazada por algunos tratadistas (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op.cit., p. 591).51 Ibidem, pp. 575-578.52 ADA, c. 62-69, fol. 6v. Los regímenes de salud desaconsejan dormir con luz, especial-mente con la diurna (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 741). Era creencia que losrayos de la luna llena atraían a los líquidos.53 La alusión a cualquier tipo de entretenimiento para conciliar el sueño hace referencia a lasexta cosa no natural del galenismo, que son los accidentes del alma, las emociones. Los regí-menes de salud aconsejan, como en el de Barnaba de Regio, frotar el cuerpo y las extremidadessuavemente y aplicar lociones de compuestos fríos o bañarse (Ibidem, pp. 752 y 803-827).54 El consejo de dormir con la cabeza algo elevada es citado en la mayoría de textos higiénicosestudiados. El motivo era el miedo a posibles regurgitaciones que dañaran el estómago (Ibi-dem, p. 747).

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Se recomienda, siguiendo a Avicena en sus cántycas,55 un uso moderado delsueño ya que el exceso retyene las [ev]acuaçiones de las superfluydades e a los cuerposometese (humedece).56 De hecho, las superfluidades producidas de la digestióndebían dirigirse hacia las partes inferiores del cuerpo, no a la cabeza.57 Los textosque sirven para justificar esta decisión proceden de Galeno, en el segundo del rre-gimiento de las agudas58 y de la trezena fen, capítulo del asma de Avicena.59 Unavez despierto el paciente se le recomienda el uso de friegas en los pies y panto-rrillas, de rodillas abajo, con paños calientes perfumados. De hecho, los masajespropuestos en el consilium anteriormente descrito, están recomendados paraabrir las porosidades de los miembros y endurecerlos.60

La práctica del ejercicio fue un aspecto fundamental en los tratados para con-servar la salud. El licenciado Antonio alude a una cita de Bernardo de Gordon(Gordonio) en su tratado de regimiento de la sanidad como ejemplo de la impor-tancia de esta rutina:

el exerçicio es de la umana vida conservaçión, de calor natural livera, e esytaçión de naturadurmiente, e aguijón suyo. De todas superfluydades consumiento, de los mienbros conso-

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55 Hace referencia a su Cántica o Poema didáctico sobre Medicina, un resumen en verso delCanon, traducido al latín por Armengol Blasi a finales del siglo XIII. Respecto a la finalidaddidáctica de esta obra para la enseñanza de la medicina y su traducción latina, véase CoullautCordero, Jaime y Vázquez de Benito, Concepción, «Un ejemplo de literalismo en las traduc-ciones científicas medievales: la traducción latina del Poema de medicina de Avicena», Hel-mantica: revista de filología clásica y hebrea, 65/194, 2014, pp. 111-121.56 ADA, c. 62-69, fol. 7r.57 Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 747.58 ADA, c. 62-69, fol. 7r. Al final del libro II del Regimen acutorum (texto 54 en la versióndel Articella de 1523), Hipócrates trata del efecto de la vigilia en la digestión y también sehace referencia al comentario de Galeno. En ese pasaje se alude sobre el efecto del sueño sobrela digestión: de aptitudine vero somni est ut digerat et humectet loca intrinseca corporis et prohibetspiritum et quod currit in corpori a motu. Et propter hoc oportet ut multiplicentur in corpore eiusqui dormit somno multo plus quam fuit consuetudo superfluitatis vaporose quare fit eius corpusper illam causam mollificatum sicut illud quod coquitur (Articella nouissime per... Hieronymumde Saliis Fauentinum..., Venecia, 1523, texto 54, fol. 20r).59 ADA, c. 62-69, fol. 7r. De asthmate: Libro III, fen X, tractatus I, cap. 38 (Auicennae Liber ca-nonis…, 1562, Venecia, fol. 261r). La cita aportada por el licenciado Antonio es incompleta.60 ADA, c. 62-69, fol. 7r. Maino de Maineri considera que tras el masaje «la materia de losmiembros se sutiliza, los poros se abren y el calor en los miembros se ve confortado». Advierteigualmente que «por los masajes los miembros ralos se espesan y los espesos se rarifican, losduros se ablandan y los blandos se endurecen» (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 626).

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lidaçión, muerte de las enfermedades, fuga de los viçios, medeçina de los langores, ganançiade tiempo, debda de la joventud, de la senitud grand gozo, ayudador de la salud, corruçiónde todos los males, enemigo de toda oçiosidat; aquel solo del exerçiçio se aparte que nonquiere gozar de la senectud.61

En consonancia con otros autores conocidos plantea que el ejercicio se practi-que de forma moderada antes de comer. El motivo es que realizándolo previa-mente aviva el calor natural, lo que agiliza la digestión no solo en los miembrossino también en el estómago y el hígado. Del mismo modo, la eliminación de lassuperfluidades causadas durante las digestiones permite al nuevo alimento encon-trar más fácilmente su recorrido hacia los miembros en los que va a ser transfor-mado.62 Se aconseja que el ejercicio mañanero sea precedido por la eliminaciónde los desechos de los restos de la primera digestión, la del estómago, y de la se-gunda, la de los riñones: las heces y la orina. En caso de tener algún problemapara llevarla a cabo aconseja, con una finalidad purgante, tomar un artefiçio demechán de miel o de raíz de acelgas con una poca de mistura de azeyte de aneldo.63

El rechazo a realizar ejercicio después de ingerir alimento queda expresado enel presente régimen. Se establece en seis horas las necesarias para poder hacer algúntipo de gimnasia después de comer, porque antes non está hecha la dygistión del es-tómago y parte de la del hígado. La moderación es la regla principal: non debe sermuy laborioso, asý de la mañana commo de la tarde, non ha de ser furioso, antes hade ser muy moderado. El licenciado Antonio finaliza esta parte reconociendo quela actividad física más apropiada es caminar, pero ofrece otras alternativas comocabalgar o pasear en carretón.64 En el caso de que el duque se encuentre imposi-bilitado para estas prácticas se le recomienda nuevamente recibir friegas de pan-torrillas abajo, por la espalda y brazos, es decir, por los miembros enfermos.65

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61 ADA, c. 62-69, fol. 7. En su Régimen sanitatis Bernardo de Gordon considera que «elejercicio es una de las cosas mejores que pueden aplicarse al cuerpo humano, en el régimende su salud y en la prolongación de la vida», y resalta la noción de intencionalidad del ejercicio,es decir, que debe realizarse ex profeso para que sea saludable (Gil-Sotres, Pedro, «Introduc-ción», op. cit., pp. 601 y 604). 62 Ibidem, p. 613.63 ADA, c. 62-69, fol. 7v. 64 Ibidem, fol. 7v. Sobre los diversos ejercicios propuestos en los tratados de salud medievales,véase Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 618-625.65 ADA, c. 62-69, fol. 8r. Véase nota 25.

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Respecto a la ingesta de alimentos el médico propone una dieta sobria, acon-sejando que la cena sea más ligera que non los comeres de la mañana. No se con-sidera dañino un breve ayuno tras una evacuación realizada mediante purgantes,según los consejos de Avicena. Comer antes de la evacuación se supone perju-dicial. Las comidas deben realizase en un entorno agradable en el que el enfermopueda oýr cosas alegres y traher piedras preçiosas que tengan vertud de confortar,como rubíes, esmeraldas o jacintos, tal y como lo dize el Trotónico en su libro delos minerales.66 La búsqueda de la alegría es uno de los accidentes del alma másvalorados por los médicos ya que provoca la salida expansiva del calor natural yde los espíritus vitales.67 Del mismo modo se le recomienda no recibir disgustosni ningún tipo de daño moral en periodo de ayuno.68

Las características complexionales del enfermo influyeron necesariamente en laelección de las viandas aconsejadas. Estas debían ser de fácil digestión y de muchae buena sangre, generatyvas [nutritivas], aparejadas e adereçadas.69 No se extiende de-masiado el autor en este apartado porque sobre estas cuestiones va a tratar en unlibro que él mismo denomina Opúsculo de cozinas, redactado a petición del propioGarcía Álvarez de Toledo.70 En esa obra el licenciado Antonio afirma que va a tratarde los pescados, las salsas que los debían acompañar, y otras todas cosas vigetables,commo yerbas, frutas, flores e sus partes (…) [y] de otras cosas, commo de turmas y setasde la tierra, porque me fue demandado, y otras cosas mostruosas.71 Lamentablemente,de las cinco partes proyectadas solo se ha conservado la primera.72

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66 ADA, c. 62-69, fol. 8r. Hace referencia a Albertus Magnus, Book of Minerals, translatedby Dorothy Wyckoff, Oxford, Clarendon Press, 1967, pp. 76-78, 97-98 (De mineralibus:Libro II, tractatus II, cap. 2 y 8).67 Entre los consejos que dan los regímenes de salud para provocar alegría están el fomentarlas relaciones sociales, disfrutar de lo agradable de la vida que puede condicionar la posiciónsocial del individuo, admirar los colores, ir bien vestido y también, además de consumir ali-mentos convenientes, admirar las formas de las piedras preciosas (Gil-Sotres, Pedro, «Intro-ducción», op. cit., pp. 817-819). Sobre las teorías del alma y sus facultades, incluidas lasemociones, véase Cohen-Hanegbi, Naama, «A Moving Soul: Emotions in Late Medieval Me-dicine», Osiris, 31, 2016, pp. 46-66.68 ADA, c. 62-69, fol. 8r.69 Ibidem, fol. 8r.70 Este libro es un tratado sobre el arte de la cocina basado en la «çiençia médica» (GarcíaBallester, Luis, La búsqueda de la salud…, op. cit., p. 359). Su extensión, pese a conservarseincompleto, así como su peculiaridad si se compara con los textos estudiados en este trabajo,aconseja enfocarlo por separado.71 ADA, c. 62-69, fol. 9r.72 Ibidem, fols. 10r-26v.

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Con todo, entre los alimentos aconsejados en el regimen se encuentra el pande trigo bien fermentado, cocido de uno o dos días, en el que se invita a espolvo-rear laurel en la harina.73 Entre las carnes se alude primero a las aves: perdices, fai-sanes, francolines, palominos y capones jóvenes, tórtolas, pollos e su lynaje, algunospájaros como malvizes, estorneles e semejables, codornices y gallinas gordas. Paralos problemas de ijada del duque se recomiendan unos pequeños pájaros llamadosaves trémulas o engañapastores. Del mismo modo se advierte que los sesos de todaslas aves son muy provechosos. No son tan recomendables las aves de ribera, esdecir, las acuáticas migratorias, aunque se las puede permitir ocasionalmente.74

Carnes, las de aves, consideradas menos nutritivas que las de los cuadrúpedos peromucho más digeribles. Entre estos últimos se alude al carnero castrado de unohasta tres años; al cabrito, especialmente las mandíbulas y los sesos; y a la liebrede caza, de la que nuestros doctores y sabios médicos loan mucho el seso (…) e cabeça.75

Puede comprobarse el aprecio por las entrañas, como los genetyvos de gallo, los hí-gados de las aves gordas y, sobre todo, los sesos de las aves salvajes.76 Los huevosde gallinas gordas y jóvenes también son bien considerados puesto que son defácil digestión, especialmente los blandos y frescos. Se basa en Alberto Magnopara distinguirlos, destacando que sean pequeños y largos. Rechaza los huevos deánsares, ánades domésticos y salvajes, commo de otras muchas aves.77

Poco se dice de los pescados. Se da el visto bueno a las truchas no mayoresde un palmo de tamaño, a algunos peces bermejuelos, a alguna merluza fresca ya algunos cancotos. Los pescados sin escamas, como las anguilas y la lamprea, lospulpos y semejables son considerados perjudiciales.78 Pese a la poca información

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73 Ibidem, fol. 8v. La recomendación de pan bien fermentado y bien cocido es habitual enlos tratados de salud. Algunos recomiendan añadir a la masa agua de rosas, de limón, o esenciade hierbas como la buglosa o melisa (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 674 y677).74 ADA, c. 62-69, fol. 8v. Por lo general las aves acuáticas migratorias son desechadas parasu consumo, siendo el invierno el periodo más habitual de caza (Gil-Sotres, Pedro, «Intro-ducción», op. cit., pp. 693-694).75 ADA, c. 62-69, fol. 8.76 Ibidem, fol. 9r.77 Ibidem, fol. 9r. Albertus Magnus, De animalibus libri XXVI, nach der Cölner Urschrift.Mit unterstützung der Kgl. Bayerischen Akademie der Wissenschaften zu München, der Görres-gesellschaft und der Rheinischen Gesellschaft für Wissenschaftliche Forschung, herausgegeben Her-mann Stadler, Münster, Aschendorff, 1920, p. 1497 (De animalibus: Lib. XXIII, tractatus I,cap. 24).78 ADA, c. 62-69, fol. 9.

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ofrecida, los planteamientos del licenciado Antonio son los propios de la ma-yoría de los médicos de la época. Es decir, se tiene preferencia por los pescadoscon escamas frente a los que no las tienen y por los procedentes de agua saladafrente a los de agua dulce.79

Finaliza el régimen aconsejando al paciente beber vino tinto aguado en lashoras de comer, commo fasta agora su señoría ha usado. Se aconseja el consumode aguas medicinales compuestas de miel de salvia y azerada.80

CONSIDERACIONES FINALES

El valor de los documentos estudiados queda reflejado por su utilidad para co-nocer la práctica real de los fundamentos teóricos de la medicina universitariay el galenismo en personajes concretos. Textos que muestran el interés del ám-bito médico y de los sectores privilegiados por acomodar e individualizar losconocimientos propios de los manuales especializados en el cuidado de la salud.En concreto, los tratados citados por el médico del duque de Alba referentes aGaleno, Avicena, Alberto Magno, Bernardo Gordon, Jacques Despars, Guy deChauliac, Moriano y Ramón Llull, entre otros, eran de conocimiento muy ge-neral por los médicos de la época.

Según Gil-Sotres, a finales de la Edad Media los regímenes tardíos de breveextensión reúnen una serie de peculiaridades. Alude a la tendencia al esquema-tismo, lo que incide de manera negativa «sobre los contenidos, quedando redu-cidos muchas veces a una lista de productos que se deben consumir o que sedeben evitar y a una serie de consejos en los que prima el sentido común», ade-más de desaparecer las alusiones a las autoridades médicas o limitarse a referen-cias testimoniales.81 En el caso del médico del duque de Alba las alusiones a lasautoridades médicas no son infrecuentes y generalmente bien referenciadas,aportándose planteamientos médicos que van más allá del simple sentido

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79 No obstante las opiniones de los médicos sobre las distintas variedades de pescado suelendiferir (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., pp. 695-699).80 ADA, c. 62-69, fol. 9v. Entre las contraindicaciones de beber agua en las comidas destacala propuesta por Bernardo de Gordon, que considera que el agua impide hacer la primera di-gestión adecuadamente porque lo alimentos flotan dificultando el contacto de estos con lasparedes del estómago (Gil-Sotres, Pedro, «Introducción», op. cit., p. 715).81 Ibidem, p. 546.

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común, y, como como no podía ser de otro modo, adaptándose a las circuns-tancias personales de su paciente.

Se ofrece así una visión personalizada de la enfermedad y su tratamiento, adiferencia de las generalizaciones propias de los regímenes de sanidad divulgadosdurante la Baja Edad Media. Pese a las diferencias que pueda tener con otrostextos ya publicados existe toda una serie de coincidencias de carácter prácticocon ellos. La moderación en las comidas, las similares variedades de carnes re-comendadas, el escaso aprecio que suscita el pescado salvo excepciones, la im-portancia de los baños y masajes con el fin de expulsar las superfluidades, latrascendencia del aire y del ambiente, del sueño y la vigilia o la práctica de ejer-cicio son algunos ejemplos. Como en otros casos, se comprueba aquí una per-fecta trasposición práctica de lo aconsejado en los tratados médicos doctrinalesal uso, y la plena vigencia, a finales del siglo XV, de la doctrina hipocrático-ga-lénica recuperada en la plena Edad Media.

No hay duda de la utilidad que los textos estudiados debieron de tenerpara los médicos del duque que solicitaron su redacción con el fin de orien-tar su práctica médica, pese a que el enfermo falleciera al poco tiempo. Re-señar también que la lengua utilizada en las prescripciones es el castellano yno en latín, idioma universal del saber europeo hasta ese momento. Parti-cularidad por otra parte nada desdeñable, pero que está justificada porquelos escritos van dirigidos a médicos judíos que no conocen el latín. Circuns-tancia que constata también la importancia que van adquiriendo las lenguasvulgares entre las élites ilustradas a la hora de la trasmisión de los conoci-mientos médicos.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación del MINECO «Cien-cia vernácula en la Corona de Aragón y en su contexto románico (siglosXIII-XVI)» (FFI2014-53050-C5-3-P, 2015-2018), que participa en la redtemática «Lengua y ciencia» (FFI2015-68705-REDT, 2016-2017). Agra-dezco los comentarios y sugerencias a Lluís Cifuentes i Comamala, MichaelMcVaugh, Montserrat Cabré i Pairet, Francisco de Paula Cañas Gálvez, An-tònia Carré-Pons, Jon Andoni Larrea Rojas, Ernesto García Fernández eIñaki Bazán Díaz. Del mismo modo agradecer a José Manuel Calderón Or-tega las facilidades para acceder a la documentación original del Archivo dela Fundación Casa de Alba.

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