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1 Adoremos al Niño Rey Pr. Marcelo Javier Solís Mena. ―La historia de Belén es un tema inagotable. En ella se oculta la «¡profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios!» La presunción y el orgullo humanos quedan reprendidos ante su presencia. Sin embargo, aquello no fue sino el comienzo de su maravillosa condescendencia‖ E. G. W. (El Deseado de todas las gentes, p. 32). INTRODUCCIÓN En la Navidad, el mundo entero se une para celebrar el nacimiento del Niño Jesús. Bien se sabe que no fue en diciembre su nacimiento. Sin embargo, casi todos creemos que en la navidad celebramos su cumpleaños. Ahora, la pregunta importante debe ser, ¿de qué manera celebramos el cumpleaños de Jesús? Tristemente, al igual que cuando nació Jesús en Belén, el mundo está dividido en

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Adoremos al Niño Rey Pr. Marcelo Javier Solís Mena.

―La historia de Belén es un tema inagotable. En ella se oculta la «¡profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de

Dios!» La presunción y el orgullo humanos quedan reprendidos ante su presencia. Sin embargo, aquello no fue sino el comienzo de su

maravillosa condescendencia‖ –E. G. W. (El Deseado de todas las gentes, p. 32).

INTRODUCCIÓN

En la Navidad, el mundo entero se une para celebrar el nacimiento del Niño Jesús.

Bien se sabe que no fue en diciembre su nacimiento. Sin embargo, casi todos creemos que

en la navidad celebramos su cumpleaños.

Ahora, la pregunta importante debe ser, ¿de qué manera celebramos el cumpleaños

de Jesús? Tristemente, al igual que cuando nació Jesús en Belén, el mundo está dividido en

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tres grandes grupos. Por un lado, están aquellos que como los judíos de su tiempo, fueron

indiferentes ante tal natividad. En segundo lugar están todos aquellos que celebran el

nacimiento al estilo de Herodes. Y finalmente, podemos encontrar a un pequeño grupo de

personas humildes que adoran al Rey tal como lo hicieron los Sabios del Oriente.

El relato bíblico:

Es mejor que le demos un vistazo al relato de Mateo 2:1-12:

1 Cuando Jesús nació, en Belén de Judea, en días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos

sabios,

2 preguntando: -- ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?, pues su estrella hemos visto en el

oriente y venimos a adorarlo.

3 Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.

4 Y, habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntó dónde

había de nacer el Cristo.

5 Ellos le respondieron: -- En Belén de Judea, porque así fue escrito por el profeta:

6 ""Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá, porque de ti

saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel".

7 Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios y se cercioró del tiempo exacto en que había

aparecido la estrella.

8 Y enviándolos a Belén, dijo: -- Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño y, cuando lo

halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya a adorarlo.

9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron. Y la estrella que habían visto en el oriente iba delante de

ellos, hasta que, llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.

10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

11 Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Luego,

abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra

por otro camino.

¿Cómo se le Adora al Niño Rey en la Navidad?

Los indiferentes

El primer grupo del cual hablaremos son los judíos. Juan dice que Jesús ―vino a lo

que era suyo, pero los suyos no lo recibieron‖ (Juan 1:11, NVI). ―Los suyos‖, sabemos que

se refiere a la nación judía. Era el pueblo de Dios. Los elegidos por Dios mismo para

anunciar el Evangelio de Jesús de Belén. Sin embargo, a pesar de estar revestidos de tan

grande privilegio, ante el nacimiento del Niño Rey, asumieron una actitud indiferente. Los

dirigentes no ignoraban lo que los profetas escribieron acerca del nacimiento de Jesús.

Fueron ―los principales sacerdotes del pueblo y los escribas‖ quienes indicaron que el

nacimiento del Mesías sería en Belén de Judá, según la Escrituras. Pero aun así, no le

dieron la bienvenida al Rey de reyes. Ni tampoco le reconocieron como el Cristo. Y mucho

menos, le rindieron adoración ni le llevaron su regalo de natividad.

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―Los mensajeros celestiales contemplaban con asombro la indiferencia de aquel

pueblo a quien Dios llamara a comunicar al mundo la luz de la verdad sagrada… Los

corazones egoístas y amantes del mundo no se conmovían por el gozo que embargaba a

todo el cielo‖ (El Deseado de todas las gentes, p. 30).

Este es el tipo de adoradores que tiene una religión cristiana sin Cristo. Su

cristianismo se torna tan insípido como el sabor de una limonada sin limón. Se han

apartado de Dios, y esto a su vez, ha empañado su fe y se ha apagado la luz de la esperanza

que hay en lo porvenir. Estas personas, normalmente encuentran pecaminoso celebrar el

nacimiento de Jesús. Así que lo mejor, para ellos, consiste en pasar por apercibida tal

celebración. Y finalmente, se privan de adorar, como es debido, al Hijo de Dios.

Los herodianos

El segundo grupo de adoradores llamémosles ―herodianos‖, porque celebran la

navidad al estilo de Herodes.

Cuando el rey escuchó de los sabios de oriente que el que había nacido era el Rey de

los judíos, ―se turbó, y toda Jerusalén con él‖ (Mateo 2:3).

Los herodianos modernos también se turban cada vez que llega la navidad. El

mundo vive turbado, y más aún, en estas fechas. Un corazón turbado no tiene libertad para

adorar como corresponde, ni podrían llevarle presentes al Rey de gloria. Los corazones

turbados están tan ensimismados que prefieren complacerse a sí mismos y no al verdadero

cumpleañero de la navidad. Por eso Jesús dijo: ―No se turbe vuestro corazón‖ (Juan 14:1).

Las personas, que viven turbadas y angustiadas, necesitan escuchar el Evangelio de

Belén; necesitan escuchar las buenas nuevas de gran gozo (cf. Lucas 2:10).

Este rey pagano pidió que se le informara a dónde estaba el niño Rey de los judíos

para ―irlo a adorar‖. Todos sabemos, por lo que nos dice el relato bíblico, que su real

propósito no era adorar al niño, ni mucho menos llevarle un regalo de navidad. Era el plan

malévolo de Herodes, en vez de adorar a Jesús, irlo a matar.

Así mismo, los herodianos modernos, perturbados por las complacencias de este

mundo, matan al niño y exaltan sus deseos desenfrenados de la carne. En realidad no

adoran a Jesús, se adoran a sí mismos. En virtud de aprender la lección del Cielo, la de dar

por amor (cf. Juan 3:16), todos se concentran en recibir por egoísmo. De acá nace la

desgracia y la infelicidad, cuando en realidad, la navidad debería traer ―buenas noticias de

gran gozo‖ (Lucas 2:10).

El Evangelio de Belén proclama el mismo principio que anuncia el Gólgota:

―El principio que proclama es de dar, dar siempre. Su realización por la benevolencia y las

buenas obras es el verdadero fruto de la vida cristiana. El principio de la gente del mundo es: ganar,

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ganar siempre; y así se imagina alcanzar la felicidad; pero cuando este principio ha dado todos sus

frutos, se ve que sólo engendra la miseria y la muerte‖ (Consejos sobre mayordomía cristiana, p.

16).

¡Qué triste fin tendrán los herodianos!

Celebrar el cumpleaños de Jesús dándose a sí mismos los regalos en vez de dárselos

al Niño de Belén, suena, hasta en cierto modo, como un acto ridículo y ofensivo. Es una

burla al Hijo de Dios.

Piensa por un momento, cómo te sentirías si en la fecha de tu cumpleaños todos los

invitados asisten a tu fiesta pero se llevan los regalos para sí mismos y a ti te ignoran del

todo. Si es así, es mejor no celebrar tu fiesta de cumpleaños o no volverlos a invitar otra

vez. Te parecerán odiosos ególatras e hipócritas infelices. Este tipo de celebración, como la

de Herodes, como la del mundo, Dios no la recibe ni la aprueba.

El momento de gozo para el Cielo se vuelve en tristeza y decepción. Cuando Cristo

nació, Dios dio todo los dones del cielo con él. Pero cuando los herodianos celebran el

nacimiento, hurtan los dones celestiales y los pisotean. Sustituyen las bendiciones de Dios

por las maldiciones del diablo. Acarrean miseria y sufrimiento. Adormecen la sensibilidad

espiritual y agitan las pasiones mundanas, carnales y diabólicas. Aplauden la

autocomplacencia y alimentan el orgullo y el egoísmo.

Herodes dijo que buscaría al Niño para adorarlo (cf. Mateo 2:8), pero el ángel de

Dios dijo que ―Herodes va a buscar al niño para matarlo‖ (Mateo 2:13 úp). Los hombres se

vuelven como demonios y enemigos del Hijo de Dios, porque si lo buscan es para matarlo,

excluirlo y borrarlo de entre ellos. No aceptan a Jesús como Rey. Lo rechazan, no desean

que Dios gobierne sobre ellos. Quieren tener todo el poder y la supremacía sobre sus vidas

y sobre la vida de los demás. No piensan en las necesidades ajenas, sólo piensan en celebrar

emborrachándose y gastando los dones (el dinero) que Dios da a los hombres para vivir.

Los sabios

Finalmente, el relato de Belén nos identifica al tercer grupo de adoradores, a los

verdaderos adoradores.

Tal como los Sabios del Oriente, los verdaderos adoradores son todos aquellos que

adoran con amor, regocijo y sacrificio. Si notamos, ellos llegaron a Jerusalén desde el

Oriente a buscar al Rey de los judíos para adorarlo. La distancia que recorrieron no fue

nada corta. Requirió decisión y sacrificio para encontrar al Hijo de Dios. Estuvieron

dispuestos a pagar el precio para llegar a adorar de verdad al Niño Rey a Belén.

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Los adoradores sabios son todos aquellos que están dispuestos a pagar cualquier

precio de sacrificio con tal de honrar a Dios. No les importa la distancia que tengan que

recorrer. Lo que importa acá es llegar a adorar de verdad al Hijo de Dios.

Los sabios adoradores buscan al Niño para adorarlo, mientras que los necios del

mundo lo ignoran o lo aborrecen. Los Sabios del Oriente dijeron específicamente: ―¿Dónde

está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y

hemos venido a adorarlo‖ (Mateo 2:2).

Quiero hacer un paréntesis. ¿Quiénes de ustedes han venido desde lejos o cerca de

la iglesia a adorar a Jesús de Belén? No hemos venido a ninguna otra cosa más que a adorar

al Hijo de Dios. Hacer otra cosa es contraproducente. ¿Puede usted repetir conmigo:

―Hemos venido a adorarlo‖? Digámoslo una vez más: ―¡Hemos venido a adorarlo!‖

¿Cómo lo adoraron los Sabios del Oriente?

Los Sabios del Oriente se alegraron al ver la estrella que los dirigía. Los adoradores

sabios de hoy se llenan ―de gran alegría‖ al ver la Luz de su Palabra dirigirlos a Jesús para

adorarlo (cf. Mateo 2:10). Te pregunto, ¿estás permitiendo que la radiante estrella de Dios

te dirija para venir a adorar a Jesús? ¿Viniste guiado por la Luz de la Palabra de Dios, o son

otras cosas que te han traído a la iglesia?

―Para los que busquen la luz, y la acepten con alegría, brillarán los esplendorosos rayos del

trono de Dios‖ (Mi Salvador, p. 17).

La Biblia dice: ―Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y

postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y

mirra‖ (Mateo 2:11).

Cuando llegas a la iglesia, ¿ves a Jesús? ¿Entras, te postra y lo adoras? ¿Abres tu

cofre y tu corazón? ¿Le presentas tu ofrenda a Jesús? ¿Has traído tu ofrenda de navidad?

Oigan, no es cualquier ofrenda ordinaria. Es la ofrenda del nacimiento de Hijo de

Dios. Es la ofrenda para Jesús en esta navidad.

En aquella navidad, los pastores de Belén, los Sabios del Oriente y los ángeles del

cielo se unieron para alabar y adorar al Hijo de Dios. En esta navidad, ¿nos uniremos con

los ángeles del cielo a proclamar las buenas de gran gozo?

Alcemos nuestras voces dando ―¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los

que gozan de su buena voluntad!‖ (Lucas 2:14).

―¡Ojalá la humanidad pudiera reconocer hoy aquel canto! La declaración realizada entonces,

la nota pulsada, irá ampliando sus ecos hasta el fin del tiempo, y repercutirá hasta los últimos

confines de la tierra. Cuando el Sol de justicia salga, con sanidad en sus alas, aquel himno será

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repetido por la voz de una gran multitud, como la voz de muchas aguas, diciendo: ¡Aleluya! Ya ha

comenzado a reinar el Señor, nuestro Dios Todopoderoso‖ –Apocalipsis 19:6, (Mi Salvador, p. 19).

Gocemos de la buena voluntad de Dios en la tierra. No la rechacemos. De buena

voluntad Dios nos dio a su Hijo amado. Ahora, nos toca a nosotros, de buena voluntad,

darle nuestros presentes a Dios para el progreso de su causa en la tierra. Demos gloria a

Dios en las alturas de esta manera acá en la tierra. No deshonremos su nombre ni

defraudemos su causa.

¿Cómo debemos dar la ofrenda a Jesús? Antes que nada, debe ser dada con alegría

en el corazón. Es un sacrificio de alegría porque es para Jesús. ―Dios ama al dador alegre‖

(2 Corintios 9:7).

¿Cuántos en la iglesia debemos traer las ofrendas? ¿Deben ser ofrendas colectivas

por familias o individual? (ver 1 Corintios 16:2), dice: ―Cada uno‖ y Elena G. de White nos

indica:

―Cada miembro de las diferentes familias en nuestras iglesias, que creen en la

verdad, puede desempeñar una parte en su progreso adoptando alegremente la benevolencia

sistemática… La responsabilidad debiera descansar sobre cada individuo que disfruta de

creer la verdad‖ (Testimonios para la iglesia, tomo 3, p. 452).

¿Deben traer esa ofrenda los niños? ―Las ofrendas de los niñitos pueden ser

aceptables y agradables a Dios. Según el espíritu que motiva los dones será el valor de la

ofrenda‖ (Ibíd.).

Y los que son pobres, ¿deben traer ofrendas a Jesús? ―Los pobres, al seguir la norma

del apóstol y colocar una pequeña suma cada semana, ayudan a crecentar la tesorería, y sus

dones son enteramente aceptables a Dios, porque ellos hacen sacrificios tan grandes o aún

mayores que sus hermanos más ricos‖ (Ibíd.).

Cada uno de los Sabios del Oriente llevaron sus presentes a Jesús. Y no eran de lo

que les sobró en el mes. Le entregaron ORO, INCIENSO Y MIRRA. Era, definitivamente,

una ofrenda súper especial.

¿Sabía usted que otras denominaciones evangélicas piden la ofrenda navideña y

tienen éxitos en sus programas? Por ejemplo, La Ofrenda de Navidad Lottie Moon brinda a

cada miembro de su iglesia la oportunidad de ser parte de las cosas emocionantes que Dios

está haciendo.

La gente están respondiendo al evangelio, y las iglesias están creciendo en

cantidades asombrosas.

Dios está llamando a muchos a servirle; quiere hacer algo grande.

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Cuando ofrendamos a la Ofrenda de Navidad, nos convertimos en las manos y los

pies de Jesús.

Demos ahora que estamos vivos; demos ahora que tenemos oportunidad de

hacerlo.

Una historia nos refiere a un hombre que tenía fama de ser muy tacaño. En una

ocasión hablando con su pastor, le preguntó: ―¿Por qué la gente me acusa de tacañería,

aunque saben que he dispuesto en mi testamento que cuando muera, todo mi dinero quedará

para obras benéficas?‖. Al oír esto el pastor le dio una respuesta sabia, contándole una

fábula acerca de un cerdo y una vaca.

La queja del cerdo era por qué la gente le gustaba más la vaca que el cerdo.

El cerdo argumentaba diciendo: —Ya sé que vosotras las vacas dais leche a la

gente. Pero nosotros le damos tocino y jamón.

—Sí— dijo la vaca—, es cierto. Pero hay una gran diferencia. Nosotros las vacas

nos sentimos contentas de dar mientras vivimos, pero vosotros los cerdos sólo dais después

de muertos. (Tomado de 500 Ilustraciones, pág. 270).

Lo que este pastor quiso enseñarle a este hombre ―agarrado‖, es que aun cuando es

importante incluir estos deseos para el final de la vida, mucho mejor sería si lo hacemos

mientras tenga la oportunidad y las posibilidades en esta vida. Lo que tenemos que hacer

hay que hacerlo ahora.

Esta es tu oportunidad:

Hermanos y hermanas, los invito a apartar un regalo súper especial para Jesús en

esta Navidad. La Misión Adventista Central a la par de los demás Campos de nuestro país,

hemos apartado el 18 de diciembre para traer esa ofrenda especial al Niño Rey. El Señor

multiplicará los tesoros terrenales y añadirá tesoros celestiales a todo aquel que adore a

Jesús como lo hicieron los Sabios del Oriente.

Ahora la decisión está en tus manos. ¿Cómo adorarás a Jesús en esta Navidad?

¿Como los indiferentes judíos? ¿Te identificarás con el mundo de Herodes para asesinar al

Hijo de Dios? O quizá, ¿vendrás desde cerca o de lejos a la Casa del Señor para traerle ese

maravilloso regalo que desde ya has apartado para Jesús?

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¿Jesús o el personaje que en los Estados Unidos llaman Santa Claus?

Santa vive en el Polo Norte.

Jesús está en todas partes.

Santa se pasea en trineo.

Jesús camina entre nosotros y camina sobre las aguas.

Santa viene una vez al año.

Jesús siempre está a tu lado para ayudarte.

Santa tiene que preguntarte: "¿cómo te llamas?"

Jesús sabe tu nombre desde antes que nacieras, conoce tu pasado y tu futuro.

Santa tiene una barriga llena de algodón

Jesús es delgado, pero tiene su corazón lleno de amor.

Santa se ríe "jo, jo, jo" Jesús sabe que a veces las risas no son lo que necesitas, sino ayuda y

esperanza.

Los ayudantes de Santa hacen juguetes

Jesús hace nuevas vidas, repara corazones y arregla hogares destrozados.

Santa te hace reír

Jesús te puede hacer volver a vivir.

Si te portas bien, Santa puede dejar un regalo en el árbol.

Jesús, sin importar como te comportes, hizo el regalo de su vida, la que ofrendó por ti.

Por eso te pido que en vez de un vacío saludo de

"Feliz Navidad"; me acompañes a decirle a todo el mundo:

"¡FELICIDADES, HOY JESÚS NACIÓ POR TI!"

Por Emily, República Dominicana.