Adolescencia - Inicio Del Consumo de Alcohol - Situación de Abuso Puntual

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Como actuar ante una situación de abuso puntual. Educación, psicología.

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La llegada a casa de un hijo o una hija visiblemente bebida es, para los padres y madres en la mayoría de las ocasiones, una escena temida, una situación ante la que se sienten inseguros y que siempre parece tomarles por sorpresa.

Para algunos padres/madres la sorpresa se deriva de que han estado hablando mucho a sus hijos de las consecuencias de beber alcohol y esperaban que hubiesen comprendido. Otros lo aceptan como algo inevitable y no tocan el tema. En cualquier caso, habitualmente no se han preparado para responder a una situación de abuso. Minusvaloran la influencia del medio, la presión de grupo, y el momento de desarrollo del hijo. No se han preparado para que su hijo tome una decisión contraria a lo recomendable. Es posible que reaccionen con demasiada carga emocional, con gran preocupación, incluso alarmismo y se limiten a manifestar el disgusto.

En muchas ocasiones los padres/madres llegan a creer que cuestionar a un adolescente su aparente seguridad ante temas como el alcohol, e incluso advertirles de cuál es su posición y que medidas tomarían ante el abuso, es poner en peligro el clima de cercanía afectiva que puedan tener, lo que confunden con confianza. Parece que para que el hijo o la hija pueda hablar “de todo” no hay que llevarle la contraria ni corregirle nunca. Y sacrifican su autoridad. Sin embargo un hijo entiende y espera que sus padres/madres le cuiden y sabe internamente que los límites y normas también son cuidados. Otra cosa es que quiera aceptarlo en ese momento. En todo caso, no intervenir ante el abuso y dejar pasar que llegue a casa visiblemente bebido/a, es un mensaje con mucho peso y enormes consecuencias negativas. Sin embargo, podemos hacer de este momento una oportunidad para mejorar la comunicación y la confianza.

Si los padres se informan sabrán que no todos los adolescentes beben alcohol y que de los que beben muchos no llegan a emborracharse. Los chicos saben que hay una manera de consumir que lleva inevitablemente a la borrachera, y en general el cuerpo da señales. En la mayoría de las ocasiones emborracharse es una elección. Una borrachera es traspasar un límite que no todo el mundo cruza. Por tanto cuando unos padres adelantan a su hijo o a su hija qué pasaría si llegase borracha a casa, están siendo claros, ejerciendo su autoridad y cuidándoles como sus hijos esperan, a través del establecimiento de límites. Y están aprovechando una ocasión importante y una nueva oportunidad para entender como está decidiendo esa hija/o.

Si ya se ha hablado del alcohol, si se ha discutido y aclarado informaciones, si se conoce la opinión del hijo, si se ha trasmitido lo que se piensa del tema desde los propios valores, lo que queda es poner los límites y advertir de las consecuencias de la transgresión. El hijo tiene que saber cuáles son las consecuencias en casa si viene visiblemente bebido.

Los padres/madres deberán hablar entre ellos y aclarar conjuntamente cómo van a actuar y con qué objetivos en esa situación y qué quieren conseguir.

¿Qué les pasa a los padres/madres cuando ven a los hijos/as llegar así a casa? Que los padres/madres se asustan y/o se enfadan. Cuando estamos asustados o enfadados tendemos a dramatizar las situaciones, a sacarlas de quicio: si hemos estado esperando sin noticias, o si no hemos podido dormir, las cosas se agravan y podemos estar tan nerviosos que nos va a ser difícil controlar nuestras emociones.

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Quizás sea mejor aprovechar el alivio de tener en casa al hijo/a y dejar para mañana el abordaje de la situación, haciéndole saber de forma breve y calmada que mañana hablamos y que estamos disgustados.

¿Entonces, cuándo y cómo lo abordamos? Pues mejor al día siguiente, tras dejarle descansar un poco y habiendo descansado nosotros: tendríamos que pedirle explicaciones y recordarle lo que hemos hablado sobre el tema, o aclarar con ella/el lo que estaba pendiente y las consecuencias que le esperan, que deben ser razonables y adaptadas a la situación, como por ejemplo no salir al día siguiente o el próximo fin de semana….El hijo tiene que entender que hablamos en serio, que nos preocupa y que le damos importancia a lo que ha pasado y que abusar de la bebida no es en absoluto una situación que consideremos “normal” ni aceptable.

En general, como padres hay que evitar poner el énfasis en la reprimenda, sino que debemos saber escuchar, interesarse por cómo lo ha vivido, qué conclusiones saca de su decisión (decisión de no controlarse), cómo va a gestionarlo la próxima vez, y en qué cree que le podemos ayudar. Especialmente, dar muestras de nuestra confianza en que va a gestionarlo de forma responsable, mostrando respeto por sus decisiones. Por su parte, él deberá asumir las consecuencias que previamente se dispusieron para el caso.