activated_2011_01_es

16
CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA EL PAQUETE Entrega a domicilio, cortesía de Dios ¿Por qué no? Oraciones sin resultados Mi gran afición Puede ser apasionante

description

¿Por qué no? Puede ser apasionante Oraciones sin resultados Entrega a domicilio, cortesía de Dios CAMBIA TU MUNDO CAMBIANDO TU VIDA

Transcript of activated_2011_01_es

Page 1: activated_2011_01_es

C A M B I A T U M U N D O C A M B I A N D O T U V I DA

EL PAQUETEEntrega a domicilio, cortesía de Dios

¿Por qué no? Oraciones sin resultados

Mi gran aficiónPuede ser apasionante

Page 2: activated_2011_01_es

r

¿Buscas libros, compactos o videos que te comuniquen fuerzas, te motiven y te ofrezcan soluciones? Visita nuestro sitio web o ponte en contacto con cualquiera de los distribuidores que se indican a continuación.

www.conectate.org

www.audioconectate.org

México, Centroamérica:Conéctate A.C.Apdo. Postal I-719Mitras CentroMonterrey, N.L., 64000MéxicoE-mail: [email protected]: (01-800) 714 4790 (nº gratuito)

+52 (81) 8123 0605+52 (81) 8134 2728 (fax)

Chile: Casilla de Correos 14.702Correo 21, Sucursal La MonedaSantiagoTel: (09) 469 7045E-mail: [email protected]

Argentina, Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia: E-mail: [email protected]

Colombia, Venezuela, Ecuador, Antillas:Conéctate ColombiaApartado Aéreo # 85178BogotáColombiaTel: (1) 7586200E-mail: [email protected]

España:ConéctateApdo.62628080 Madrid(34) 658 64 09 48

Resto de Europa:ActivatedBramingham Pk. Bus. Ctr.Enterprise WayLuton, Beds. LU3 4BUInglaterraE-mail: [email protected]: +44 (0) 845 838 1384

Estados Unidos:Activated MinistriesPO Box 462805Escondido, CA 92046–2805E-mail: [email protected]: 1-877-862-3228 (nº gratuito)

Año 12, número 1

© Aurora Production AG, 2010

http://es.auroraproduction.com

Es propiedad. Impreso en Taiwán por Ji Yi Co., Ltd.

A menos que se indique otra cosa, los versículos citados

provienen de la versión Reina-Valera, revisión de 1960, © 1960

Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988

Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizados con permiso.

Director GabrielSarmientoDiseño MichelleLavigne StefanMerourProducción JessieRichards

A NUESTROS A MIGOS

Si eres asiduo cibernauta sabes muy bien que en Internet se ofrece información rápida y de fácil acceso. En vez de recorrer un largo trecho para llegar a una biblioteca y pasarse allí horas hojeando enormes tomos y otros documentos,

uno puede encontrar lo que le interesa desde su casa o su lugar de trabajo simplemente empleando un buscador de información en línea, escribiendo unas palabras clave y haciendo clic en el ícono buscar. En apenas unos segundos aparecen en pantalla vínculos a numerosos sitios web relacionados con lo que uno desea averiguar. Por supuesto que hay aciertos y desaciertos entre los resultados, y a veces toma bastante tiempo pasar revista a una cantidad enorme de textos hasta dar con la información precisa que se busca. Hasta cierto punto es lo mismo que cuando nos tocaba escarbar en montones de libros. En todo caso, nadie puede negar que la Internet ha puesto al alcance de nuestra mano todo un mundo de información.

Ahora bien, ¿no sería genial que la Internet, en lugar de sólo proporcionar información, pudiera resolver nuestros problemas, responder a nuestros abismales interrogantes y ayudarnos a ordenar y encauzar nuestra vida cotidiana, amén de satisfacer nuestras necesidades emocionales y espirituales? Huelga decir que en el ciberespacio nunca será posible todo eso; el que sí es capaz de ello es Dios. Es más, acceder a Dios resulta mucho más rápido y fácil que consultar un banco de datos en Internet, porque Él, al crearnos, nos dotó de todos los componentes y programas necesarios para ello. Podemos conectarnos con Él en cualquier momento, desde cualquier parte, gratis; y Su motor de búsqueda es de lo más preciso. Él siempre sabe exactamente lo que necesitamos.

Para activar nuestro sistema hace falta un solo elemento: fe. Ésta se obtiene leyendo el manual del fabricante —la Biblia—, con el cual nos informamos del equipo, los programas y su funcionamiento. De los relatos vivenciales de personas que ya disfrutan de los beneficios de estar activadas —como es el caso de los artículos que publicamos en esta revista— podemos extraer consejos para fortalecer nuestra fe. Así pues, te invitamos a establecer una relación interactiva con Dios, para que te beneficies de todo lo que Él nos ofrece. Y ojo, cuando decimos todo, quiere decir todo.

GabrielEn nombre de Conéctate2

Page 3: activated_2011_01_es

r

1. Mateo 6:8

OMPECABEZASR EL Bonita Hele

Los rompecabezas —desde los de madera o goma para niños pequeños hasta los más intrincados de 10.000 piezas o los tridimensionales— son muy eficaces para el desarrollo de habilidades de resolución de problemas, aparte de constituir un agradable pasatiempo para personas de cualquier edad.

Cuando yo tenía 11 años me fascinaban los rompecabezas. Mi madre y yo, para relajarnos, armábamos juntas en la mesa de la cocina rompecabezas cada vez más complejos. Cuando llegaba la hora de comer, cubríamos el rompecabezas con un mantel; después lo retirábamos y nos poníamos otra vez a buscar las piezas faltantes.

Aunque hace ya mucho que no tengo tiempo de armar un rompecabezas de los grandes, mi hijo de dos años ya está apren-diendo a hacer los más sencillos. Yo, con una sola mirada, ya sé dónde va cada pieza. En cambio, a mi pequeño a veces le cuesta averiguar dónde encaja la que tiene en la mano. Cuando se traba y se empieza a exasperar, me pide ayuda, y yo le doy una indicación o una pista. A la larga descubre dónde va cada pieza y se queda contento. Me encanta la mirada de satisfacción que tiene cuando logra terminar el rompecabezas.

A veces nos enfrentamos a situaciones complicadas que pare-cen no tener salida. Suele ser en esas ocasiones cuando nos damos cuenta de que recurrir a la oración es la mejor opción de que dispone-mos. Como si fuéramos niños, nos empeñamos en entender y resolver por nuestra cuenta una situación muy enredada, cuando Dios está más que dispuesto a ayudarnos.

Al igual que cualquier padre, Dios disfruta ayudándonos a armar el rompecabezas de la vida. Él goza de una posición estratégica y ve dónde cuadra cada pieza y cuál es la siguiente que hay que poner. No nos arma el rompecabezas —así no apren-deríamos mucho—; pero cuando nos trabamos, nos da pistas. Lo va montando con nosotros pieza por pieza, y poco a poco va apare-ciendo la imagen.

Bonita Hele es integr ante de La Familia Internacional en la India.

EL SOLUCIONADOR

Dios sabe lo que necesitamos aún antes que se lo pidamos1. No obstante, por lo general espera a que le presentemos nuestras peticiones. A veces la soberbia y la autosuficiencia nos impiden solicitar ayuda de Dios. No acudimos a Él porque nos cuesta admitir que ignoramos la solución. Nos empeñamos en descubrirla solitos hasta que llegamos a un punto de desesperación, cuando en realidad si se la pidiéramos, Él nos la daría. Lo mejor, entonces, es seguir esta consigna: «Yo no sabré la solución para todo, pero conozco al solucionador». Dios es la solución. David Brandt Berg

r

3

Page 4: activated_2011_01_es

4

CÓMO ACTÚAN

LAS ORACIONES

CÓMO ACTÚAN

LAS ORACIONESEl Señor deja que mucho dependa de nosotros, de nuestro interés y nuestras oraciones. Si oramos a medias, obtenemos media respuesta.

En cambio, si clamamos de todo corazón, Él nos da respuestas claras y contundentes. La oración se refleja o es respondida con la misma intensidad con que se originó, como cuando se proyecta un haz de luz sobre un espejo.

El billar americano también es una buena analogía. El juego tiene sus variantes, pero en todos los casos se emplea una mesa con seis troneras o agujeros y se utiliza una bola blanca para meter las otras en las troneras.

El jugador controla la fuerza y la dirección con que golpea la bola blanca; de ello depende todo lo demás. La oración funciona de manera muy parecida. Lo que pase después de orar depende de la posición de las diversas personas y situaciones; pero nuestro modo de orar por ellas también afecta el resultado. La manera de formular o expresar nuestra oración y de pedirle a Dios que la responda se puede comparar con el impulso que se le da a la bola blanca con el taco. La fuerza, el ángulo y el efecto de la tacada se conjugan para determinar el resultado de la jugada.

El primer tiro lo hizo Dios. Fue Él quien realizó el saque y esparció las bolas. Conforme avanza la partida, Él y los demás jugadores van alterando la posición de las bolas con sus jugadas. La única diferencia es que Dios no pretende ven-certe. Si estás de Su parte, Él te ayuda a ganar.

Es como una partida por parejas: tu com-pañero es Dios; y tus rivales, el Diablo y sus secuaces. Dios hace Sus jugadas con vistas a facilitar las tuyas. Claro que por muy bien que te lo prepare todo, si no apuntas bien, no sirve de nada.

Por muy buena puntería que tengas, la bola numerada —o sea, la persona o situación por la que ores— tiene que estar en una posición que te permita golpearla bien.

Otra posible ilustración son las ondas de radio. Digamos que se quiere enviar un mensaje vía satélite al otro lado del mundo. Para empezar, el mensaje no se transmitirá si el aparato no está conectado a la corriente. En segundo lugar, el transmisor tiene que estar en buenas condiciones. Si es defectuoso, se ha desajustado o está mal sintonizado, no transmitirá bien, y el mensaje no llegará con claridad. Además, la antena debe estar bien

David Br andt Berg

Page 5: activated_2011_01_es

5

orientada para que el mensaje llegue al satélite de comunicaciones.

En esta ilustración, tú eres el transmisor con su antena; el Espíritu Santo es la fuente de energía; y la voluntad de Dios, el satélite. Si tu transmisor es automático y está controlado por el Espíritu Santo, se sintonizará por sí solo. La computadora del Señor regulará la potencia, la emisión, la dirección, todo. Es infalible. En cambio, uno puede echarlo todo a perder si se pone a manipular los diales y a cambiar la configuración por su cuenta. Además, el satélite de la voluntad del Señor debe estar en el punto preciso para que la comunicación rebote hacia el receptor, el cual a su vez debe encontrarse en la posición justa para captar la señal.

En resumen, la oración depende de cuatro factores principales: tu posición, la de Dios, la de la persona o circunstancia por la que oras y la forma en que oras.

Volviendo a la ilustración del billar americano, diríamos que depende de la posición de la bola blanca, de la bola que vas a golpear, de la tronera y de la habilidad con que juegues. Tú no determinas totalmente el resultado; tampoco la persona por la que oras; y Dios se ha fijado límites para no

determinarlo totalmente, dejando que influyan esos otros factores.

En la analogía de la transmisión por radio, la posición del satélite de Dios es fija; pero el aprovechamiento que se haga de él depende de ti y del beneficiario. Por decirlo de alguna manera, Dios ha fijado la posición general de Sus designios; pero el lugar que ocupes dentro del plan divino depende de tu posición, de la de la persona o circunstancia por la que ores, y de que apuntes bien para que la señal llegue al satélite.

El Señor deja mucho en nuestras manos y en manos del destinatario. Él siempre hace Su parte. Si lo que pides se ajusta a la voluntad de Dios —lo que Él considera mejor para todos los afectados—, si tanto tú como el destinatario de tu oración se encuentran en la posición debida y apuntas con precisión, darás en el blanco y lograrás el efecto deseado.

Extr acto del librito ConeCtados Con dios, de la colección Ríos de l a montaña. Puede solicitarse escribiendo a cualquier a de las direcciones que figur an en la página 2.

Page 6: activated_2011_01_es

APOYO INVISIBLE

Cuando Evelyn —mi hermana mayor— tenía 16 años, de golpe le dieron unos dolores muy agudos en la parte inferior derecha del abdomen. A medida que se intensificaba el dolor, le dio fiebre y comenzó a vomitar. Recuerdo la angustia y desesperación que sentimos cuando mi padre la llevó a toda prisa al hospital más cercano.

Un médico de urgencias descubrió un quiste gangrenoso en su abdomen. El quiste se había enrollado y estaba cortándole la circulación y causándole unos dolores fuertísimos. El tiempo pasó volando mien-tras la preparaban con la mayor rapidez para una cirugía de urgencia. En casa, los demás orábamos fervientemente, pidiendo a Jesús que la protegiera, la consolara y la rodeara de Su amor y Su presencia.

Era casi medianoche cuando Evelyn salió del quirófano. Trascendió que la operación se había realizado justo a tiempo. El quiste ya había empezado a liberar fluidos tóxicos y a destruir los tejidos cercanos. Lo importante era que ella estaba con vida y a salvo. Dimos gracias a Jesús por eso.

Los cinco días que Evelyn permaneció internada me hubiera gustado estar con ella las 24 horas para cuidarla. Pero descubrí que después de las horas de visita, cuando tenía que irme a casa, mis oraciones podían hacer mucho más por ella de lo que jamás habría podido aportar mi presencia física. Por ejemplo, cuando tuvo una fuerte reacción alérgica a los calmantes intravenosos, estoy convencida de que con mis oraciones para que los médicos encontraran una solución la ayudé mucho más que si hubiera podido estar con ella para consolarla.

Las oraciones de nuestra familia y nuestros amigos la acompañaron todos los días hasta que volvió a casa, y la escoltaron también durante las semanas de convalecencia que siguieron. «Sabía que estabas orando por mí —me dijo cuando ya había pasado el mal rato—. Eso me dio

Eldor a Sichrovsky

fuerzas para afrontar los momen-tos difíciles. Tenía la tranquilidad y la seguridad de que todo estaba en manos de Jesús».

¿Sabes de alguien que atraviesa alguna prueba, cuya carga no puede ser aliviada por manos humanas? ¿Tienes algún ser querido que sufre, cuyo dolor no puede mitigarse por medios humanos? ¿Anhelas estar con esa persona para atenderla y, sin embargo, no sabes cómo? Pues entonces reza. Jesús te escucha. Él se interesa por cada uno de nosotros. Su poder, activado por medio de tus oraciones, no conoce límites.

Tienes a tu alcance un poder sin igual para ayudar a las per-sonas que aprecias, para salvar la distancia que te separa de ellas, ofrecerles apoyo y brindarles los mejores cuidados. Envuelve en oración a tus seres queridos.

Eldora Sichrovsky es integrante de La Familia Internacional en Taiwán.

6

Page 7: activated_2011_01_es

Samuel Keating

¿Por qué no?El Año Nuevo en que tenía seis años, lo que más quería era irme a vivir a las montañas. Durante los feriados navideños habíamos ido a visitar a unos familiares que vivían en una región montañosa. Era la primera vez que disfrutaba de la maravilla de jugar con tanta nieve. Lo había pasado bomba.

En Navidad recé de todo corazón para que nuestra familia se mudara, y continué haciéndolo hasta bien entrado enero. Al principio tenía la confianza de que aquello sucedería a corto plazo, hasta que caí en la cuenta de que no había planes para mudarnos pronto. Con el tiempo se me pasó aquella obsesión infantil, pero durante mucho tiempo seguí preguntándome por qué no había respondido Dios mi oración.

Ahora me doy cuenta de que Dios contesta cada una de nuestras oraciones, pero no siempre enseguida ni tal como nosotros esperamos. A veces dice

que sí. Otras, que no. Y en otras ocasiones dice: «Espera».

Cuando niños veíamos en una tienda algo que queríamos o que tenía un compañero del colegio y nos convencíamos de que eso nos iba a hacer felices. Algunos todavía conservamos esa mentalidad y nos com-portamos como si Dios fuera un farmacéutico que no hace otra cosa que expendernos los remedios que le pedimos, o un Papá Noel que va marcando los artículos de nuestra lista que nos va concediendo. En realidad Dios no responde algunas de nuestras oraciones tal como queremos o esperamos porque sabe que lo que le pedimos no sería bueno para nosotros o para otras personas.

Cuando Dios no nos da una respuesta inmediata y favorable, en lugar de convencernos de que no escuchó nuestra oración o de que nos ha abandonado, debería-mos considerar que tal vez desea poner a prueba nuestra fe para ver si vamos a seguir amándolo y confiando en Él a pesar de

todo, lo cual no se sabría si nos diera todo lo que queremos en el momento en que se lo pedimos.

En otras ocasiones puede que Dios haya respondido nuestra oración, pero que nos desagrade el modo en que lo hizo. A veces sucede que sabemos exactamente lo que queremos y no hacemos más que pedirle a Dios que nos lo facilite. Sin embargo, si se da el caso de que nuestros planes no se ajustan a lo que Dios considera óptimo, Él sabia y amorosamente nos niega nuestro pedido. Es preciso que ajustemos nuestras peticiones a Sus designios, que son mucho más amplios y mejores.

Ah, se me olvidaba. En los años que han transcurrido desde que hice aquella oración de Año Nuevo que no pareció materia-lizarse he disfrutado de muchos inviernos nevados en varios países. A fin de cuentas la respuesta de Dios fue: «Claro que sí: cuando Yo lo disponga».

Samuel Keating es integrante de La Familia Internacional y colaborador de ConéCtate.

7

Page 8: activated_2011_01_es

Julie Vásquez

1. Mateo21:22(RV95)

2. Salmo138:3

3. Mateo11:28-30

4. Romanos8:28

5. Salmo147:3

6. Salmo94:19(DHH)

7. Santiago1:5

8. Proverbios3:6

BENEFICIOS QUE NOS REPORTA LA ¡Pasar ratos con el Señor rinde tantos beneficios! ¿Cómo podríamos prescindir de ello? Él puede ayudarnos a resolver nuestros problemas, responder a nuestros interrogantes, aliviar nuestras penas, consolarnos cuando estamos tristes, alegrarnos la vida, transportarnos al Cielo y muchísimo más.

La oración cambia las circunstancias. Es uno de los medios de los que se vale Dios para satisfacer las necesidades y deseos de Sus hijos, siempre y cuando lo que le pidan sea beneficioso para ellos y para los demás. «Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis»1.

El tiempo que dedicamos a la reflexión nos proporciona una fortaleza interior que nos ayuda a superar las etapas más difíciles de la vida. «El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma»2.

Cuando nuestro espíritu flaquea y se nos turban los pensamientos, la oración nos pro-porciona descanso y nos renueva. «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad Mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga»3.

Una vez que hemos encomendado un asunto a Dios en oración, podemos tener la certeza de que Él se hará cargo del mismo conforme a Su voluntad. «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien»4.

La oración nos consuela en los momentos de tristeza; nos infunde ánimo cuando estamos abatidos y valor para seguir adelante cuando ya no podemos más. Jesús nos ayuda a ver nuestras dificultades objetivamente —como las ve Él— y nos da sosiego. «Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas»5. «En medio de las preocupaciones que se agolpan en mi mente, Tú me das consuelo y alegría»6.

A medida que vamos aceptando y aplicando lo que el Señor nos indica, adquirimos sabiduría. «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada»7.

Jesús nos conduce por el laberinto de la vida. Nos indica qué hacer en situaciones de apuro, cuando nos enfrentamos a decisiones difíciles. Ha prometido darnos instrucciones, aclarar-nos los pensamientos y guiar nuestros pasos. «Reconócelo en todos tus caminos, y Él endere-zará tus veredas»8.

8

Page 9: activated_2011_01_es

9. Jeremías33:3

10. Proverbios1:33

11. Santiago5:15(NVI)

12. Salmo32:5

13. 1Corintios2:9,10

14. Isaías40:29,31(NVI)

15. Filipenses4:6,7

16. Mateo7:7,8

17. Salmo119:18

18. Romanos8:26

BENEFICIOS QUE NOS

Otras veces nos inspira ideas geniales. «Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que Tú no conoces»9. También nos evita complicaciones poniéndonos sobre aviso, o nos da las soluciones a nuestros problemas. «El que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal»10.

Por medio de la oración podemos curarnos de nuestras dolencias físicas. «La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará»11.

Por ella también podemos obtener el perdón de las faltas que cometemos. «Dije: “Confesaré mis transgresiones al Señor”; y Tú perdonaste la maldad de mi pecado»12.

La oración nos sirve para adquirir un conoci-miento más profundo tanto del mundo natural como de la dimensión espiritual. «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios»13.

Al orar nos beneficiamos de la energía divina, de modo que logramos mejor rendimiento y se nos facilitan las cosas. «Él fortalece al cansado, y acrecienta las fuerzas del débil. [...] Los que confían

en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas; correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán»14.

La oración potencia la paz interior. «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peti-ciones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús»15.

Por medio de la oración le recordamos a Dios que satisfaga nuestras necesidades materiales. «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá»16.

Jesús nos abre los tesoros de Su Palabra cuando se lo pedimos, como lo hizo el rey David: «Abre mis ojos, y miraré las maravillas de Tu ley»17.

Podemos obtener asistencia divina aun cuando no sepamos qué pedir. «Qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles»18.

Extracto del librito oR aCión efiCaz, de la colección aCtívate. Puede solicitarse escribiendo a cualquiera de las direcciones que figuran en la página 2.

ORACIÓN

9

Page 10: activated_2011_01_es

EL PAQUETEMercy D’Souza

Logan con su caballito

Deléitate en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón. Salmo 37:4

Muchas veces los padres queremos comprar un juguete a un hijo sin motivo alguno. Aunque no sea una ocasión especial, ni algo que el niño necesite o haya pedido siquiera, sabemos que lo disfrutará y queremos que lo tenga.

Hace poco me pasó eso con mi hijo Logan, de 19 meses. No sé muy bien por qué me empeñé en conseguirle un caballito mecedor. Quizá porque en el video que más le gustaba había una escena de niños montados en caballitos de balancín, o porque cada vez que íbamos a una tienda de juguetes cercana la vendedora lo invitaba a montarse en

uno de los caballitos que tenían allí, y él nunca se quejaba cuando era hora de irnos. A decir verdad, él no parecía tan ilusionado con tener uno, pero yo no podía dejar de pensar en lo lindo que sería.

El problema era que costaba más de lo que yo me podía permitir. Me dije que los niños crecen y pierden rápidamente interés en sus juguetes, y que tal vez Logan ni siquiera jugaría mucho con él; pero el deseo de conseguirle uno persistía.

Una noche Logan y yo estábamos mirando dibujos de juguetes y vimos un caballito mecedor. Impulsivamente le propuse: «Pidámosle a Jesús para que te dé uno igual a ese». Luego de una breve pero sincera oración, resolví que ya había hecho lo que estaba a mi alcance, y al poco tiempo me olvidé del asunto.

Unos días después recibimos un paquete muy grande de unos amigos que nos habían dicho que nos iban a enviar ropa para los niños. Aunque yo esperaba una caja pequeña, la que nos llegó era enorme.

La abrí y me puse a revisar lo que había dentro. ¡Cuál no sería mi sorpresa al ver enterrado debajo de la ropa un caballito mecedor de madera del tamaño perfecto para Logan! No daba crédito a mis ojos. Entonces recordé la oración que habíamos hecho. Dios se valió de aquel incidente para infun-dirnos fe.

Cada vez que miro ese caballito recuerdo cuánto nos ama Dios, que no solo nos da lo que necesitamos, sino también lo que deseamos.

Mercy D’Souza es integr ante de La Familia Internacional en la India.

10

Page 11: activated_2011_01_es

1. Proverbios 3:6

2. Mateo 7:7

3. 1 Tesalonicenses 5:17

4. Santiago 1:5

Respuestas a tus interrogantesHacerse tiempo para orar

Soy consciente de que la oración es importante y deseo valerme de ella para comunicarme con Dios; pero nunca encuentro tiempo para

orar. ¿Cómo puedo hacerlo teniendo en cuenta lo apretada que está mi agenda?

? Todo tipo de comunicación toma tiempo, y comunicarse con Dios también. Sin embargo, es erróneo considerar que podríamos emplear mejor en otra actividad el tiempo

que dedicamos a la oración. Por muy ocupados que estemos, si nos detenemos a orar logramos mucho más que si no lo hacemos. Es una inversión. Una vez que empieces a cosechar los resultados, te preguntarás cómo te las arreglabas sin orar. Veamos a continuación unos cuantos consejos para adquirir la costumbre:

 Hay que hacer un esfuerzo. Como cuando se quiere cultivar cualquier hábito, hace falta determi-nación. Sin embargo, a la larga te acordarás de ello cada vez más seguido.

Da prioridad a los momentos de oración. Siempre tenemos tiempo para lo que consideramos más importante.

Cuando planifiques tu día, resérvate espacios para orar. Si lo dejas para cuando termines todo lo demás, ese momento nunca llegará. Ve probando hasta dar con la hora del día que te va mejor. Si un día te saltas tus ratos habituales de oración, no te des por vencido. Inténtalo de nuevo al día siguiente.

Fíjate un objetivo que puedas cumplir. Lo que cuenta no es la extensión de la oración, sino tu fervor y sinceridad, y la fe que tengas en que Dios te responderá.

Aprovecha los momentos libres o ratos muertos. Ora cuando paras para tomarte un café, mientras cocinas, te duchas o paseas al perro, cuando estás en un atasco de tránsito, mientras esperas a alguien, mientras duermes al bebé… mejor dicho, en cualquier momento.

Reza antes de emprender una tarea. «Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas»1. En muchos casos con un par de frases basta.

Ora a la primera señal de dificultades. Pídele a Dios claridad mental, serenidad, fuerzas, inspi-ración o soluciones, lo que sea que necesites en ese momento. Te lo concederá2.

O R A R S I N C E S A R 3

Para que Dios te oiga no es necesario que te postres en el suelo y te pongas a rezar

frenéticamente. Orar es algo que puedes y debes hacer en todo momento, mientras realizas

otras actividades. Es como pensar caminando. Si piensas y oras sobre lo que estás haciendo

y le pides a Dios sabiduría, Él te la dará4. David Brandt Berg

R:

11

Page 12: activated_2011_01_es

En la variedad está el gusto. Ese es un principio que yo desde luego aplico a mis ora-ciones. Aquí tienes unas cuantas ideas que me han dado resultado en distintos momentos.

Lista de oración. Cuando comencé a tomarme unos momen-tos cada día para orar por los demás, simple-mente rezaba por las personas que recordaba. Al cabo de poco tiempo me di cuenta de que había un sinfín de per-sonas y situaciones que requerían intervención divina. Para aprovechar al máximo mis ratos de oración tenía que organizarme; así que empecé a hacerme una lista. Ya que no tengo tiempo para rezar cada día por todo lo que hay en la lista, voy marcando cada ítem por el que he hecho una plegaria. Cuando llego al final, parto nuevamente desde

arriba y voy poniendo una marca distinta. También voy agregando peticiones conforme a la necesidad. Cuando Dios responde a alguna escribo: «Resuelto» al lado.

Invocar promesas. Me he impreso en tarjetitas versículos de la Biblia que contie-nen promesas, como «Pedid, y se os dará»1. Cuando oro por algo de mi lista, tomo una tar-jeta e invoco la promesa que hay en ella. [N. de la R.: El librito Oración eficaz, de la colección Actívate, contiene una lista parcial de promesas para invocar en oración. Se puede solicitar escribiendo a cualquiera de las direcciones que figuran en la página 2.]

Oración meditativa. No hay como un paseo por la naturaleza para tomar conciencia del amor de Dios por nosotros y de los cui-dados que nos prodiga.

Mientras me lleno los ojos y los oídos con todo lo bello que Él ha creado, le pido que guíe mis pensamientos hacia personas y situaciones que necesitan que rece por ellas, y que se encar-gue de ellas como nadie más puede hacerlo.

Con otros. A veces me pongo de acuerdo con un amigo o una amiga para pasar 10 ó 15 minutos rezando jun-tos. «Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren —prometió Jesús—, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos»2.

Con la almohada. Cuando no puedo dormir, pienso en otras personas y en sus necesidades, y pido a Dios que provea para ellas. En otras ocasiones

repaso las cosas buenas que me ha dado el Señor y elevo breves oraciones de alabanza y gratitud por Su bondad. Al cabo de un rato generalmente me quedo dormida.

Desahogo. Cuando me siento abrumada por conflictos, contrarieda-des o tareas pendientes, a veces me quito de encima esa carga mental y espiritual visualizando cada problema como un ladrillo que le entrego a Jesús en forma de una breve oración.

Variedad. Cuando orar se vuelve tedioso o rutinario, le pido a Jesús que me revele un nuevo plan o método para hacerlo.

Natalia Nazarova es integr ante de La Familia Internacional en Argentina.

Natalia Nazarova

1. Mateo 7:7

2. Mateo 18:19

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA ORAR

12

Page 13: activated_2011_01_es

,

Mi gran aficiónAriana Andreassen

Charles Spurgeon —predicador inglés del siglo xix— dijo algo que para mí define el papel del cristiano en cuanto a la oración. «Así como los pintores se consagran a sus cuadros, y los poetas al cultivo de la lengua clásica, nosotros debemos practicar apasionadamente la oración».

Así y todo, confieso que antes a veces me costaba ser constante en la ora-ción. Y no por falta de ganas, más bien todo lo contrario; pero no lograba ser consecuente con mis buenas intenciones. No exagero si digo que cada vez que intentaba orar, un mar de pensamientos me invadía la cabeza, y enseguida me veía envuelta en otros quehaceres.

Finalmente decidí que tenía que llegar al meollo del asunto. ¿Por qué me costaba tanto? ¿Era pereza, falta de motivación o dificultad para concentrarme? Caí entonces en la cuenta de que el problema consistía en que equiparaba la oración con inacción. En teoría tenía muy claro que la oración es esencial para la vida cristiana, pero en la práctica simplemente me faltaba convicción. Soy una persona dinámica; por eso orar me parecía ineficaz.

Tuve que cambiar de mentalidad y empezar a ver las cosas bajo otro prisma. En mi caso eso significó que al orar por un niño enfermo tenía que imaginarme que estaba con él, colocándole un paño frío en la frente. Cuando oraba por la paz en África, me imaginaba en medio de los combates, rogando para que se detuvieran. Al visualizar mis oraciones, éstas cobraban vida. Sentía que estaba participando más en la acción.

También he comprobado que me viene bien tener un fichero en el que anoto las personas y situaciones por las que rezo, organizadas por temas. Periódicamente añado pedidos de oración de los que me entero y promesas pertinentes de la Biblia, lo pongo al día y guardo un registro de las oraciones que han sido respondidas.

Ariana Andreassen es integrante de La Familia Internacional en Tailandia.

F U E R Z AINCO NMOVIBLE

La oración es la energía más poderosa que uno puede generar. La influencia de la oración en la mente y el cuerpo humano es tan fácilmente demostrable como la de la secreción glandular. Sus resultados pueden medirse en términos de incremento del optimismo, mayor vigor intelectual, fuerza moral y una comprensión más profunda de las relaciones humanas. Sólo mediante la oración se puede obtener esa perfecta unión de mente, cuerpo y espíritu que dota a la frágil condición humana de una fuerza inconmovible. Al rezar nos ponemos en contacto con la fuerza inagotable que hace girar el universo. Dr. Alexis Carrel (1873–1944)

13

Page 14: activated_2011_01_es

Joyce Suttin

1. Jeremías 33:3

SALVACIÓN providencial

—Abuela, ¿por qué rezas siempre antes de comenzar a conducir?

La pregunta me la hizo mi nieto de ocho años. Habíamos estado de vacaciones en la playa con su tío y sus primos, y nos disponíamos a regresar a casa. Eran cinco horas en automóvil, y estaba lloviendo. Mis dos nietos, que son más o menos de la misma edad y se habían vuelto inseparables, iban a viajar conmigo.

—Manejar me asusta muchísimo —le respondí—. No se me ocurriría hacerlo sin rezar. Podré olvidarme de orar antes de cocinar, de escribir una carta o de salir a caminar, pero jamás antes de condu-cir. Soy consciente de que mi seguridad y la de los pasajeros depende en gran medida de Jesús. Nunca se sabe qué puede pasar.

 Nuestro regreso fue bien y, pese a la lluvia, bastante rápido. Faltaban unos cinco kilómetros para llegar a casa cuando de repente un auto se nos puso delante. El conductor iba a excesiva velocidad por la carretera resbaladiza y perdió el control del vehículo, que hizo dos trompos. Parecía una escena surrealista, como de película. Apenas tuve tiempo para hacer una oración en silencio, encender las luces intermitentes de emergencia para advertir a los vehículos que venían detrás de mí, y frenar con todas mis fuerzas pero con cuidado para no derrapar. El vehículo que estaba fuera de control terminó atrave-sado, quedando la mitad en la carretera y la otra mitad fuera. En dos segundos iba a chocar con él, pero me las arreglé para esquivarlo por unos centímetros.

—Niños, ¿vieron eso? —les pregunté cuando recuperé el resuello.—Sí, abuela. Podríamos haber tenido un accidente terrible —con-

testó uno de mis nietos—. Pero estoy seguro de que no lo tuvimos porque tú rezaste.

Creo que a veces Jesús nos permite ver los males de los que nos libra a fin de recordarnos que nos acompaña en todo momento, vela por nosotros y nos protege en respuesta a nuestras oraciones. Y solo Dios sabe de qué otros contratiempos nos libra, cuando circulamos en auto-móvil y a lo largo de toda la vida. El Señor es un excelente compañero, amigo y protector.

Joyce Suttin es integr ante de La Familia Internacional en los EE.UU.

Nunca se ha puesto a

prueba plenamente la

eficacia de la oración. Si

queremos ver portentos

por obra del poder y la

gracia de Dios, como

solución de situaciones

de debilidad, fracaso y

desilusión, es preciso

que respondamos

al llamado que Dios

continuamente nos

hace: «Clama a Mí, y Yo

te responderé»1. Hudson

Taylor (1832–1905)

14

Page 15: activated_2011_01_es

EL RINCÓN TRANQUILOE J E R C I C I O E S P I R I t U A L

Este ejercicio puede parecer más práctico que espiritual. No obs-tante, es clave para la salud y el desarrollo espiritual.

Si hay en tu casa un rincón que no esté abarrotado de cosas, al que puedas retirarte a meditar y orar serenamente, ya tienes una gran ventaja. Lo mismo si vives en un lugar de clima templado y puedes sentarte al aire libre a gozar de la tranquilidad de la naturaleza. En el común de los hogares hoy en día suele haber mucha actividad y ruido, por lo que no es nada fácil encontrar un sitio donde pasar unos minutos de silencio. Muchas personas se resignan a esa situa-ción, pero igual su espíritu se ve afectado. En ambientes agitados y bulliciosos es fácil volverse un poco sordo a la voz de Dios, toda vez que el ruido y la confusión tienden a ahogarla. Si puedes retirarte periódicamente a un sitio tranquilo y silencioso y emplear ese tiempo para conectarte con Dios, verás que tus sentidos espirituales se agudizarán.

Puede que no dispongas de una habitación insonorizada, pero procura como mínimo tener un rincón de la casa para recogerte, leer, orar y reflexionar sin que te interrumpan o te molesten mucho. Acondiciónalo de manera que sea cómodo y tenga buena luz, y deja allí una Biblia y otras publicaciones devocionales para leer, así como un cuaderno y un lápiz para apuntar los pensamientos que te vengan cuando te recluyas allí a orar y meditar.

Determina cuál sería el momento más propicio para retirarte a tu rincón y habitúate a hacerlo todos los días. Apaga el teléfono y comienza tus ratos de recogimiento encomendando a Dios tus inquietudes, afanes y angustias, pues Él vela amorosamente por ti y es más que capaz de hacerse cargo de todo eso. Entra a la presencia del Señor.

«Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recom-pensará en público.» Mateo 6:6

L E C t U R A SE N R I Q U E C E D O R A S

OracionesnotablesdelaBiblia

Antiguotestamento:Conversación de Moisés con

Dios ante la zarza ardiente (Éxodo 3:1–4:17).

Job reconoce la grandeza de Dios (Job 42:1–6).

Ana pide un hijo (1 Samuel 1:10,11) y alaba a Dios luego que Él se lo da (1 Samuel 2:1–10).

Oración de arrepentimiento de David (Salmo 51).

Oración de Salomón pidiendo sabiduría (1 Reyes 3:6–9).

Oración de Elías en el monte Carmelo (1 Reyes 18:36–39).

Oración del rey Ezequías para que Dios libre a Israel de sus enemigos (2 Reyes 19:15–19).

Oración del rey Ezequías cuando está enfermo (Isaías 38:2–5).

Oración de adoración y regocijo de Habacuc (Habacuc 3:2–19).

Jonás ora desde el vientre del pez (Jonás 2:2–9).

Nuevotestamento:El Padrenuestro (Mateo 6:9–13).Oración de arrepentimiento del

publicano (Lucas 18:13).Jesús ora por Sus discípulos

(Juan 17).Oración de Jesús en la cruz

(Lucas 23:34).Algunas de las oraciones de

Pablo por sus hermanos cristianos (Efesios 1:15–23; 3:14–21; Filipenses 1:3–11; Colosenses 1:9–12).

Laoraciónmásimportante……que puede hacer una persona, la clave para disfrutar

de felicidad en la Tierra y de vida eterna en el Cielo, es ésta:

Jesús, gracias por morir por mí. Te abro ahora la puerta de mi corazón y te pido que entres en mí y me concedas vida eterna. Amén.

15

Page 16: activated_2011_01_es

DE JESÚS, CON CARIÑO

Estoy para ayudarteTe conozco perfectamente. Conozco tus dones, tus habilidades, tus puntos fuertes. También estoy al tanto de todas las imperfecciones, idiosincrasias y peculiaridades que conforman tu singular personalidad. Sé de las debilidades que persisten en ti y que no logras superar, y de todas las cosas de ti que te molestan. Conozco todas las peticiones de tu corazón, tus más íntimos anhelos. Nada me es oculto.

Me preocupo por cada uno de tus pesares y desilusiones. Me preocupa cómo te sientas. Me preocupa lo que pienses. Me preocupan tus dificultades y penalidades. Me preocupo por tus dolencias. Me preocupo por los bienes materiales que te hacen falta. Me preocupo por tus batallas espirituales. No hay un solo detalle de tu vida que no me interese. Y estoy para ayudarte.

Cada vez que alzas los ojos a Mí, estoy a tu lado. Oigo tus oraciones, y me conmuevo. Jamás me canso de escucharte. Jamás estoy distante. Nunca estoy muy cansado o muy ocupado para atenderte. Jamás te rechazo. Nunca duermo. Nunca coloco en Mi puerta un cartel rogando que nadie me moleste. Siempre oigo y respondo tus ruegos, aunque algunas veces no lo haga tal y como deseas o como consideras que debería hacerlo, y otras veces no alcances a ver la respuesta de inmediato. En todo caso, siempre te oigo y respondo.