Acontecimiento Freud - Trabajo Final

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Acontecimiento Freud Docentes: Dr. Jorge Assef Blanca Sanchez Alumno: Carlos G. Picco Queremos iniciar el presente trabajo con una breve referencia al término acontecimiento, parados para ello en la propuesta de Martin Heidegger, pues que nos será de gran utilidad como acompañamiento y sostén de las ideas que guían este escrito. Heidegger hace fuerte hincapié en que hasta su llegada, cada vez que la filosofía se preguntó por el ser, respondió por el ente. Esto quiere decir que, sea cual fuere la definición que en las distintas épocas del pensamiento se dio del ser, tarde o temprano se lo entificó, o lo que podríamos decir desde el psicoanálisis, se le dio consistencia. Es entonces que su propuesta va a contramano y es quizás por esto que Lacan se acercase con tanto interés a la obra del filósofo alemán. Heidegger piensa el concepto de acontecimiento -o evento- justamente para referir al ser, no como ente, sino como lo que acaece. El término alemán del que se sirve el pensador es Ereignis, y lo toma para indicar que hay allí una referencia tanto al ser como al tiempo, de lo que nos servimos para entender que el ser no es lo que es, sino lo que está, y que además solo está en tanto evento, en tanto acaece. Se trata de una coapropiación entre

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Trabajo final presentado para el seminario que lleva el mismo nombre en el contexto de la Maestria en Teoria Psicoanalítica Lacaniana dictada en 2014/15/16 en la Universidad Nacional de Córdoba.

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  • Acontecimiento Freud

    Docentes: Dr. Jorge Assef

    Blanca Sanchez

    Alumno: Carlos G. Picco

    Queremos iniciar el presente trabajo con una breve referencia al

    trmino acontecimiento, parados para ello en la propuesta de Martin

    Heidegger, pues que nos ser de gran utilidad como acompaamiento y

    sostn de las ideas que guan este escrito.

    Heidegger hace fuerte hincapi en que hasta su llegada, cada vez

    que la filosofa se pregunt por el ser, respondi por el ente. Esto quiere

    decir que, sea cual fuere la definicin que en las distintas pocas del

    pensamiento se dio del ser, tarde o temprano se lo entific, o lo que

    podramos decir desde el psicoanlisis, se le dio consistencia.

    Es entonces que su propuesta va a contramano y es quizs por esto

    que Lacan se acercase con tanto inters a la obra del filsofo alemn.

    Heidegger piensa el concepto de acontecimiento -o evento- justamente para

    referir al ser, no como ente, sino como lo que acaece. El trmino alemn del

    que se sirve el pensador es Ereignis, y lo toma para indicar que hay all una

    referencia tanto al ser como al tiempo, de lo que nos servimos para

    entender que el ser no es lo que es, sino lo que est, y que adems solo

    est en tanto evento, en tanto acaece. Se trata de una coapropiacin entre

  • ser y tiempo, que tambin es coapropiacin entre ser y hombre, en tanto

    solo este segundo es el nico capaz de pensar el ser.

    Esto ltimo nos parece fundamental al momento de entender que al

    decir acontecimiento Freud, o evento Freud Ereignis Freud-, se vuelve

    absolutamente necesario observar la condicin de coapropiacin, lo que

    significa entonces que Freud en s mismo no es el evento sino que requiere

    de un lector que podemos llamar avispado, adems de un tiempo preciso.

    Esto adems nos lleva a pensar, todava apoyados en Heidegger, en

    dos cuestiones de importancia. Por una parte, que al entender que el

    Ereignis o acontecimiento es un acaecer del ser, esto al mismo tiempo

    implica que no cualquier suceso ser tal cosa. Esto es que las condiciones

    de produccin y de recepcin del evento deben ser de un tipo particular

    para que el evento se d. Nos tomamos entonces brevemente de la palabra

    griega Aletheia, tambin trabajada por Heidegger, en tanto se la puede

    poner a trabajar junto con el concepto de evento que venimos desarrollando

    para entender este acaecer. Aletheia refiere para los antiguos griegos a un

    salirse del olvido; develamiento o desocultamiento. Ereignis implica la

    verdad ltima y siempre ausente. Se separa del concepto aristotlico de

    verdad que implica la adecuacin del juicio a la cosa y da preeminencia a la

    idea de verdad de fondo pero ausente. Podemos decir entonces que en el

    salirse del olvido Aletheia- hay una verdad que nunca viene a la

    presencia, no se entifica, y que sin embargo esta all.

    Esto nos permite pensar y proponer- que el descubrimiento

    freudiano, tan radical para la poca, fue una suerte de Aletheia, de

    develamiento, que dej al descubierto la verdad de lo real que ahora

    emparentamos con el Ereignis heideggeriano, lo que ocurri especialmente

    a partir de las elaboraciones posteriores a la primera guerra en tanto la

    experiencia analtica se encontr con el lmite de lo que luego Freud teorizo

    como pulsin de muerte, o un ms all del principio del placer, o la roca viva

    de la castracin.

    Esta primera experiencia de lo real creemos no pudo ser escuchada,

    mucho menos leda, y por el contrario, tal como hiciera la filosofa segn

  • Heidegger, se entific, o se intent dar consistencia, esto ya en manos de

    los postfreudianos.

    Llegamos entonces al punto clave del asunto, que es el de

    comprender que Lacan complet el circuito de la coapropiacin, permitiendo

    el evento Freud, o lo que consideramos lo mismo, el evento de lo real.

    Es interesante que esta experiencia haya sido, incluso para el propio

    Freud, no siempre clara. Es decir, ms all de las rupturas cientficas y

    sociales que el psicoanlisis solicit de Freud, hubo algo anterior, primero,

    que nos parece el autor bien expone a continuacin:

    Mientras escriba en 1914 la Contribucin a la historia del

    movimiento psicoanaltico, emergi en m el recuerdo de

    algunas sentencias de Breuer, Charcot y Chrobak, a partir de

    las cuales yo habra podido obtener muy tempranamente ese

    conocimiento. Pero en aquel momento yo no comprend lo que

    esas autoridades queran decir; me haban dicho ms de lo que

    ellas mismas saban y estaban dispuestas a sustentar. Lo que

    de ellas escuch permaneci dormido en m sin producir efecto

    alguno, hasta que se abri paso, como un conocimiento en

    apariencia original, en oportunidad de las indagaciones

    catrticas. Tampoco saba entonces que al reconducir la histeria

    a la sexualidad me remontaba a las pocas ms antiguas de la

    medicina y retomaba el pensamiento de Platn. Me enter de

    ello slo ms tarde, a travs de un ensayo de Havelock Ellis.

    (Freud, 1925: p. 23)

    Consideramos en este tipo de exposiciones la base de lo que

    podemos acompaar en la designacin de acontecimiento. Si bien antes

    proponamos que ha sido con Lacan que el acontecimiento completa el

    movimiento, es menester destacar aqu que el propio Freud es el

    acontecimiento en tanto no retrocede ante lo novedoso de su

    descubrimiento, siendo adems capaz de reconocer que algo en l ya lata

  • en sintona con esto. Es decir que al ir creando el psicoanlisis va adems

    descubriendo su inconsciente, trabajando con l, incluso para reconocer

    que hay contribuciones anteriores Breuer, Charcot y Chrobak- pero que al

    momento no pudieron reconocerse.

    Podemos incluso observar a un Freud que en los primeros momentos,

    tal como lo expone en los escritos de tipo historiogrficos, tuviese que pasar

    por otro tipo de experiencia, el que implicaba cierta renuncia o retirada

    respecto del mundo predominantemente empirista en el que se encontraba

    sumergido desde el inicio de su formacin y hasta 1885-90. Si en la

    referencia anterior nos encontramos con un Freud que reconoce la

    enseanza de sus maestros por la marca hasta ese momento invisible que

    en l haban dejado, aqu nos encontramos con lo que insista en l desde

    un discurso que no es el psicoanaltico y que se sostiene quizs en una idea

    de reconocimiento de los pares. Leemos:

    Yo trataba mis descubrimientos como contribuciones ordinarias

    a la ciencia, y lo mismo esperaba que hicieran los otros. Slo el

    silencio que sigui a mi conferencia, el vaco que se hizo en

    torno de mi persona, las insinuaciones que me fueron llegando,

    me hicieron comprender poco a poco que unas tesis acerca del

    papel de la sexualidad en la etiologa de las neurosis no podan

    tener la misma acogida que otras comunicaciones. Entend que

    en lo sucesivo pertenecera al nmero de los que han turbado

    el sueo del mundo, segn la expresin de Hebbel, y no me

    estaba permitido esperar objetividad ni benevolencia. (Freud,

    1914: p. 20)

    ;Como contribuciones ordinarias a la ciencia, y lo mismo esperaba

    que hicieran los otros; nos da quizs una referencia de lo que habr sido

    para este hijo del iluminismo el encontrarse con que sus propuestas,

    entendidas por l mismo como cientficas, fueran rechazadas y tomadas

    adems como disparatadas o a lo sumo pertinentes de pertenecer ms al

  • mundo de la poesa y la literatura que al de la academia de la Viena de siglo

    veinte.

    Si bien Freud comenta, a continuacin del prrafo antes citado, que

    en su momento fue una confianza en su mtodo y en lo que iba

    descubriendo lo que lo sostuvo de claudicar adems de fundamentar que

    algo de las pasiones se haba conmovido en la comunidad con la creacin

    del psicoanlisis-, tambin entendemos que este ha sido un camino en

    algn punto solitario dice un poco ms adelante en el mismo texto ;en

    esos aos en que yo fui el nico campen del psicoanlisis (;) (p. 23)-

    pero que adems ha producido lo que podemos llamar el estilo Freud para

    referir una escritura que, sin ser ya la de la medicina anatomopatolgica de la

    poca, era ms bien la que el psicoanlisis requera para diferenciarse. Es

    decir, ese estilo de escritura, solo reconocible en Freud, es tambin el

    acontecimiento Freud, en tanto podemos reconocer all un hacer con.

    Qu queremos decir con que el psicoanlisis requera el estilo

    Freud? Entendemos que para que el psicoanlisis resultase fecundo y no

    una nueva entificacin del ser, fue necesario que su creador pasase por un

    anlisis con Fliess?- a travs del cual asegurarse en su artificio

    sintomtico para llevar adelante este movimiento que era

    predominantemente de separacin, y poder soportar lo real en juego. Es

    decir que, si bien el estilo freudiano se reconoce por su elocuencia, incluso

    por su belleza, es en realidad la puesta en juego del buen artificio de ese

    sujeto, nica va para sostener su apuesta, ir ms all del padre -la

    academia, la Viena decimonnica?- obteniendo en ello una satisfaccin

    particular, la de formar la Asociacin Internacional. Tomaremos a

    continuacin un breve extracto de la conferencia dictada por Jacques-Alain

    Miller en el Congreso Mundial de Psicoanlisis de la AMP de 2014, y que

    creemos refieren nuestro desarrollo:

    Los escabeles estn ah para producir belleza, porque la

    belleza es la defensa ltima contra lo real. Pero una vez

  • derribados los escabeles, quemados, todava le queda

    al parltre analizado demostrar su saber hacer con lo real, su

    saber hacer de l un objeto de arte, su saber decir, su saber

    bien decirlo.

    Reconocemos en Freud adems ese elemento subversivo en su

    pensamiento, plasmado claramente en su obra, para decir y defender una

    posicin que hacia 1890 ya encontramos afirmada, aunque el desarrollo

    conceptual todava est en proceso. Es por ejemplo lo que leemos es

    Tratamiento Psquico del mencionado ao- cuando refiere a la relacin

    entre lo anmico, el cuerpo y la posicin de la medicina de su poca:

    Parecieron temer que si concedan cierta autonoma a la vida anmica,

    dejaran de pisar el seguro terreno de la ciencia (p. 116).

    Freud resalta adems desde el principio del texto la relacin recproca

    entre el cuerpo y lo anmico, recupera el valor de la palabra como esencial

    para la cura y hace fuerte hincapi en el valor fundamental de la

    transferencia, todava no denominada de esta forma, pero ya

    tempranamente conceptualizada de la siguiente manera: La expectativa

    confiada con la cual (el enfermo) contribuye al influjo inmediato de la

    medicina prescrita depende (A) de su respeto al arte mdico en general y,

    adems, del poder que atribuya a la persona de su mdico, y aun de la

    simpata puramente humana que el mdico haya despertado en l. (p.

    123). Vemos en esto, como en lo anterior, que lo que se pona en juego no

    era solo una cuestin clnica sino adems una tica, lo que nos permite

    pensar nuevamente el acontecimiento como lo venimos planteando,

    haciendo hincapi en el concepto de coapropiacin, para sostener en

    definitiva que si bien el inconsciente ya estaba all, hizo falta la llegada de

    Freud para darle su lugar, lo que implica ni ms ni menos que decir que no

    se trat solo del inconsciente de los enfermos esto hubiera sido quizs la

    entificacin antes mencionada-, sino ms bien la interpelacin del propio

    inconsciente freudiano.

  • Nos interesa a continuacin observar los ltimos 25 aos de

    produccin freudiana, en tanto es posible encontrar all la germinacin de lo

    que para el autor estuvo desde siempre, y que pudo plasmar

    conceptualmente a travs de los descubrimientos y la experiencia clnica

    que el psicoanlisis haban permitido. Lo que respecta del pensamiento

    freudiano en relacin a lo cultural, la tragedia y la violencia, ser la

    referencia esencial del trabajo de tesis de maestra.

    Partiendo de la idea freudiana, la unidad primitiva que dio lugar a los

    fenmenos culturales fue la familia. El origen de sta es, por su parte, la

    necesidad de satisfaccin genital peridica que tiene el macho y que le

    impuls a retener a una hembra cerca de s, como objeto sexual. La hembra

    permanece en la unidad familiar con el fin de proporcionar a su prole la

    seguridad que le brinda el macho. En esta familia an no hay elementos

    propiamente culturales, pues el padre impone por completo su voluntad. La

    asociacin entre los hermanos para derrocar al padre es lo que permiti

    aparecer a la cultura: los hombres fueron conscientes de que la asociacin

    de varios individuos poda hacerles ms fuertes (ms felices). Esta es la

    fase totmica del desarrollo humano y en ella el hombre establece las

    restricciones necesarias para consolidar el nuevo orden surgido de la

    asociacin. El fundamento de la cultura, entonces, es doble: por un lado, las

    necesidades que impona el medio ambiente y por otro, la necesidad de

    amor sexual. El muerto se volvi an ms fuerte de lo que fuera en vida;

    todo esto, tal como seguimos vindolo hoy en los destinos humanos. Lo que

    antes l haba impedido con su existencia, ellos mismos se lo prohibieron

    ahora en la situacin psquica de la obediencia de efecto retardado

    [nachtraglich] que tan familiar nos resulta por los psicoanlisis. Revocaron

    su hazaa declarando no permitida la muerte del sustituto paterno, el ttem,

    y renunciaron a sus frutos denegndose las mujeres liberadas. As, desde la

    conciencia de culpa del hijo varn, ellos crearon los dos tabes

    fundamentales del totemismo, que por eso mismo necesariamente

    coincidieron con los dos deseos reprimidos del complejo de Edipo. Quien los

  • contraviniera se haca culpable de los nicos dos crmenes en los que toma

    cartas la sociedad primitiva. (Freud, 1913, p. 145)

    En la complejizacin de las redes culturales aparecen las distintas

    maneras de coercin social, ejercidas por los sectores que ostentan el

    poder, lo que quiere decir que para que haya cultura es necesario a su vez

    una cierta renuncia pulsional por parte de los individuos, lo que desde otro

    punto de vista le ha servido a Freud para pensar el porqu de la guerra y de

    la violencia.

    Haciendo un repaso por los textos en los que Freud trabaja esta

    temtica encontramos que posteriormente a 1920 las elaboraciones irn

    corriendo su inters hacia lo cultural no exclusivamente, pues encontramos

    de esta poca textos como Inhibicin, Sntoma y Angustia de 1926, o

    Anlisis Terminable e Interminable de 1937, entre otros-, en tanto Ttem y

    Tab, de 1913, era ya el texto que, adems de servir como apoyo para la

    propuesta edpica, era adems el gran precursor de la temtica que tomara

    preponderancia casi quince aos despus. Destacamos y tomamos como

    antecedentes-, los siguientes textos: De guerra y muerte. Temas de

    actualidad (1915), en el que expone su saber en lo referente a las razones

    para la guerra en relacin a lo cultural, adems del concepto de muerte

    individual negada en el inconsciente; La transitoriedad (1916 [1915]), en

    donde trabaja, a partir de una escena personal, la relacin entre lo bello, la

    muerte, el duelo, la libido y la guerra hacia el final del texto; Psicologa de

    las masas y anlisis del yo (1921), en donde explica la psicologa de las

    masas a partir de los cambios en el individuo que la masa produce e

    introduce la explicacin de la estructura psquica del sujeto que expondr

    ms extensamente en El yo y el ello de 1923; El porvenir de una ilusin

    (1927), en donde expone que el individuo no est naturalmente adecuado a

    la civilizacin, sino que existen distintos mecanismos de poder, de coercin,

    que son los que permiten que la cultura se sostenga; El malestar en la

    cultura (1930 [1929]), dividido en ocho apartados, en los cuales de manera

    sencilla se exponen las causas e implicaciones que se originan a partir de la

  • pertenencia a una determinada cultura; Por qu la guerra? (Einstein y

    Freud) (1933 [1932]), epstola entre el fsico alemn y Sigmund Freud, en la

    que cada uno expone sus cavilaciones acerca de las razones para la guerra

    y la violencia, y en donde el psicoanalista alemn hace hincapi en la

    pulsin de muerte para entender lo anterior; y Moiss y la religin

    monotesta (1939 [1934-38]), publicado solo unos meses antes de su

    muerte a los 82 aos, y en donde propone un paralelismo entre la evolucin

    del pueblo judo y los casos de neurosis individual -procedimiento que

    tambin realiza en Ttem y tab-, al sostener que Moiss no es judo, sino

    un egipcio que transmite al pueblo judo el monotesmo

    del faran Akenatn. Los judos asesinan a Moiss, abandonando la religin

    que ste les haba transmitido, olvidando este hecho. Cuando,

    posteriormente este recuerdo reprimido sale a la superficie, se originan el

    pueblo judo y su religin.

    Estos textos listados y brevemente referenciados, constituyen segn

    consideramos, la ltima expresin de lo que fuera al mismo tiempo la

    utilizacin de los conceptos provenientes del psicoanlisis, el deseo de

    Sigmund Freud de continuar trabajando y la coyuntura de una poca

    sesgada por las dos grandes guerras. Creemos que hay en ellos una

    riqueza terica imprescindible, la lucidez de un hombre que ha sabido leer

    su tiempo y su entorno, pudiendo adems formalizar un pensamiento acerca

    de las razones que subyacen a ciertos procesos sociales, retomado luego

    por investigadores dentro y fuera del campo del psicoanlisis. Eduardo

    Grner1, en un texto que a partir del concepto de la cosa poltica Das

    (politische) Ding- tal como Freud la definiera, analiza lo que el autor llama

    las filosofas malditas, aquellas que lejos de conformarse con lo dado -con

    el discurso del Amo- hacen una propuesta emancipadora, dice que las

    preguntas fundacionales y fundamentales no tienen la misin de cerrar el

    abismo de sentido. Tampoco, en verdad, de abrirlo: l est all, ya siempre

    1 Eduardo Grner es socilogo de la Universidad de Buenos Aires (U.B.A.). Profesor titular de

    Teora Poltica y Social de la Carrera de Ciencia Poltica de la Facultad de Ciencias Sociales de

    la U.B.A

  • abierto por aquellas experiencias fundantes que constituyen el comienzo

    de toda pregunta, sin tener ellas mismas un origen. No: las preguntas

    tienen la misin de inquietar el abismo, de hacerlo presente ante los ojos

    nublados o bajo los pies afirmados en las falsas certidumbres. (p. 8)

    Vale destacar que el mismo Lacan en sus escritos ha reconocido el valor de

    dichos textos y de las premisas que los guian, como es el claro ejemplo de

    La Agresividad en Psicoanlisis, al decir: lo que nos interesa aqu es la

    funcin que llamaremos pacificante del ideal del yo, la conexin de su

    normatividad libidinal con una normatividad cultural, ligada desde los

    albores de la historia a la imago del padre. Aqu yace evidentemente el

    alcance que sigue teniendo la obra de Freud Ttem y Tab, a pesar del

    crculo mtico que la vida, en cuanto que hace derivar del acontecimiento

    mitolgico a saber del asesinato del padre, la dimensin subjetiva que le da

    su sentido, la culpabilidad. (Lacan, 1966, p. 109-110)

    Para terminar este trabajo, y en consonancia con el ltimo tema que

    hemos querido exponer, consideramos de gran importancia recuperar la

    siguiente cita extensa, pues refleja el pensamiento de un Sigmund Freud

    todava resplandeciente en el final de su vida, y capaz de hacer por s

    mismo una valoracin que nos llama la atencin. Nos ubicamos entonces en

    el posfacio -escrito en 1935- de la Presentacin Autobiogrfica,

    originalmente escrita en 1925:

    Es verdad que en este ltimo decenio he realizado una buena porcin de

    trabajo analtico importante, como la revisin del problema de la angustia en

    Inhibicin, sntoma y angustia, o que en 1927 consegu el esclarecimiento

    terso del fetichismo sexual; no obstante, es correcto decir que desde la

    postulacin de las dos clases de pulsin (Eros y pulsin de muerte) y la

    descomposicin de la personalidad psquica en un yo, un supery y un ello

    (1923b)no he brindado ya ninguna contribucin decisiva al psicoanlisis: lo

    que despus he escrito habra podido omitirse sin dao u otros lo habran

    ofrecido pronto. Esto tiene que ver con un cambio sobrevenido en m, con un

    cierto desarrollo regresivo, si as se lo quiere llamar. Tras el rodeo que a lo

    largo de mi vida di a travs de las ciencias naturales, la medicina y la

  • psicoterapia, m inters regres a aquellos problemas culturales que una vez

    cautivaron al joven apenas nacido a la actividad del pensamiento. Hallndome

    todava en el apogeo del trabajo psicoanaltico, en 1912, hice en Ttem y tab

    el intento de aprovechar las intelecciones analticas recin adquiridas para la

    exploracin de los orgenes de la religin y la eticidad. Dos ensayos ms

    tardos, El porvenir de una ilusin (1927c) y El malestar en la cultura (1930a),

    continuaron luego esa orientacin de trabajo. Discern cada vez con mayor

    claridad que los acontecimientos de la historia humana, las acciones

    recprocas {Wechselwirkung} entre naturaleza humana, desarrollo cultural y

    aquellos precipitados de vivencias de los tiempos primordiales, como

    subrogadora de los cuales esfuerza su presencia la religin, no eran sino el

    espejamiento de los conflictos dinmicos entre el yo, el ello y el supery, que

    el psicoanlisis haba estudiado en el individuo: los mismos procesos,

    repetidos en un escenario ms vasto. En El porvenir de una ilusin formul un

    juicio fundamentalmente negativo sobre la religin; ms tarde hall la frmula

    que le haca mejor justicia: su poder descansa, s, en su contenido de verdad,

    pero esa verdad no lo es material, sino histrica.

    Estos estudios, que parten del psicoanlisis pero lo sobrepasan en mucho,

    han hallado quiz ms eco entre el pblico que el psicoanlisis mismo. Acaso

    contribuyeron a engendrar la efmera ilusin de encontrarme entre los autores

    a quienes una gran nacin como la alemana est dispuesta a prestar odos.

    (p. 67)

  • Bibliografa

    Freud, S., Tratamiento Psquico (Tratamiento del Alma) (1890), Vol. I,

    Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., Contribucin a la Historia del Movimiento Psicoanaltico

    (1914), Vol. XIV, Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., De guerra y muerte. Temas de actualidad (1915), Vol. XIV,

    Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., La Transitoriedad (1916), Vol. XIV, Obras Completas,

    Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., Psicologa de las masas y anlisis del yo (1921), Vol. XVIII,

    Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., Presentacin Autobiogrfica (1925), Vol. XX, Obras

    Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., El porvenir de una ilusin (1927), Vol. XXI, Obras Completas,

    Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., El malestar en la cultura (1930) Vol. XXI, Obras Completas,

    Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., Por qu la guerra? (Einstein y Freud) (1933), Vol. XXII,

    Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Freud, S., Moiss y la religin monotesta (1939), Vol. XXIII, Obras

    Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992

    Grner, E. (2001). La cosa poltica: El retorno de los trgicos en las

    filosofas malditas del Siglo XX. Apuntes provisorios para un nuevo

    fundamentalismo, Buenos Aires: CLACSO. Disponible en:

    http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100613043410/6Gruner.pdf

    Lacan, J (1966 [2014]). Escritos 1, Buenos Aires: Siglo Veintiuno

    Lacan, J (1966 [2014]). Escritos 2, Buenos Aires: Siglo Veintiuno

    Miller, J-A., El Inconsciente y el cuerpo hablante, conferencia

    pronunciada el 17 de abril de 2014. Disponible en:

    http://wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion

    =13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2745&intIdiomaArti

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