ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

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En Latinoamérica, las dinámicas que presentan las diferentes formas de gobierno han llevado a un debate sobre su legitimidad y justificación. Surge entonces la necesidad de ampliar este debate con la comunidad académica, y así mismo generar un análisis desde las diferentes ópticas y reflexionar en torno a lo que es visto y reconocido como DICTADURA.

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A REVISTA ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD (A.P.S.) ES UNA PROPUESTA DEL EQUIPO DE

trabajo de la Casa Museo Jorge Eliecer Gaitán orientada a crear espacios de difusión y L análisis, para los estudiantes en temas políticos y sociales. El colectivo se consolidó bajo

el nombre Grupo Interdisciplinario de Estudios Políticos y Sociales JEGA, haciéndole honor a nues-

tra principal inspiración: el líder político que nos acogió en su casa.

A.P.S. es una propuesta enfocada a las personas que a diario cuestionan las dinámicas generadas

en un proceso de constante construcción social ya que cada vez que se abre un espacio de opinión, se

abre la posibilidad de manifestar de manera escrita o verbal nuestra percepción de la realidad a partir

de las diferentes experiencias vividas. El nombre de esta publicación representa un espacio de debate,

un momento y una forma de responder a las tensiones y conflictos que se presentan al momento de in-

tentar convivir en un mundo que cada vez más enfatiza las diferencias entre sus individuos.

Para su Primer Número, la revista presenta tres artículos que tratan sobre el poder; para esto, con-

vocó a estudiantes de las áreas de Ciencia Política y Ciencias Humanas de Latinoamérica y los invitó a

reflexionar sobre un aspecto que está presente en las diferentes formas de gobierno. El eje de esta pu-

blicación se centro en el interés de los gobernantes por acceder al control total de los ciudadanos y sus

instituciones. No se trata entonces de una publicación que aborde de manera exclusiva el tema de dic-

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taduras, aunque es la manera más común de acceder y transformar un sistema político, se trata mejor

de enfatizar en la forma como desde las mismas figuras democráticas se aspira a ejercer un manejo

total del poder público bien sea suprimiendo instituciones o abrogándose funciones especiales que de

alguna manera reemplazan las ejercidas por otras ramas independientes.

Esperamos que este número permita abrir un espacio de debate en torno a la conveniencia de

esta forma de gobierno que a diario toma mayor vigencia en el continente. Esperamos también que

con propuestas generadas desde la academia, se formulen bases que permitan formar un criterio sóli-

do entre quienes se interesan por descifrar la cotidianidad latinoamericana.

Agradecemos a quienes se atrevieron a escribir sobre este primer tema, ya que son el precedente

de lo que puede ser una oportunidad de debate académico desde propuestas concretas. Agradecemos

también a cada uno de los colaboradores de la revista quienes permitieron entregar en sus manos un

trabajo inédito pero que no por esto deja de ser ambicioso y de calidad. Queda entonces a juicio de uste-

des este primer número, esperando tropezar las veces que sea necesario y con la mente abierta a las crí-

ticas que puedan mejoran la propuesta.

El Director

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UEGO DE LARGAS Y ENCONADAS LUCHAS, LA REVOLUCIÓN QUE AVANZA DESDE EL NORTE

y sur de México, logra tomarse la ciudad Capital en 1914. Los líderes revolucionarios, L Pancho Villa y Emiliano Zapata, entran triunfantes al palacio de gobierno; al exterior

aún se escuchan tiroteos: la lucha cuya consigna es “tierra y libertad” se ha logrado hacer al poder. Al

llegar a la oficina del máximo dirigente, Villa le ofrece a Zapata la dorada silla presidencial. Zapata no

la acepta. “Deberíamos quemarla”, dice. “Está embrujada. Cuando un hombre bueno se sienta aquí, se

vuelve malo” (Galeano, 2007: 252). Villa se ríe como si fuera un chiste e inmediatamente se sienta en ella

y posa junto a Zapata y varios de sus compañeros de lucha para la cámara de Agustín Víctor Casola.

Pocos minutos después abandonan la fortaleza para seguir rescatando, desde las selvas y los desiertos,

las tierras robadas.

Este texto no pretende ser más que un pequeño tratamiento para la memoria latinoamericana y

una reflexión, al recordar los hechos relacionados con hombres que posaron su humanidad en sillas

presidenciales latinoamericanas. Para llegar a ellas hicieron todo lo que fue posible y, una vez acomo-

dados en estos ostentosos y simbólicos muebles, hicieron hasta lo impensado para mantenerse senta-

dos en ellas el mayor tiempo que pudieran. Ellos se percataron que su mayor virtud en la vida era man-

dar: mandar sobre todo, sobre todos y, de ser necesario, contra todo, y al decir todo me refiero a todo in-

De tiranos literarios, dictadores reales y gamonales:

Una pequeña historia real maravillosa de las dictaduras en latinoamérica

Fabián Andrés Ruiz Castañeda1

“Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los

más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido… Para el poderoso

nuestro silencio fue su deseo. Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos. Luchamos para hablar contra

el olvido, contra la muerte, por la memoria y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido.”

Manifiesto Zapatista.

1 Fabián Andrés Ruiz Casta-

ñeda es estudiante de último año de Antropología en la Universidad Nacional de Co-lombia. Actualmente desa-rrolla su trabajo de grado, un libro ilustrado de divulga-ción de la antropología para niños, y es además, el ilustra-dor de los artículos del pri-mer número de A.P.S.

*Correo electrónico:[email protected]

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cluyendo los mismísimos dioses. Personajes que, desde los procesos de independencia ante las coro-

nas españolas y portuguesas a comienzos del siglo XIX, no han faltado a lo largo y ancho de los Andes y

el Caribe: seres tan absurdos, estrafalarios, megalómanos e incluso macabros que aparte de infundir

horror y pánico en sus países, nutrieron las fantasías de decenas de escritores desde el Río Grande

hasta la Tierra del Fuego. Ideas que se transformaron en novelas y cuentos sobre las dictaduras y los dic-

tadores. Este será un breve recorrido por los sucesos y ficciones construidos sobre personajes que,

como diría el escritor colombiano Alfredo Iriarte, forman parte de nuestro bestiario tropical.

De la cruda y mágica realidad latinoamericana al realismo mágico.

ESDE LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS A AMÉRICA EN EL SIGLO XVI, ESTAS TIERRAS HAN

sido sitio de prodigios colosales, prodigios minuciosamente narrados por cronistas y D viajeros tan eminentes como el almirante de la mar océana, don Cristóbal Colón; el

evangelizador y defensor de los indígenas, Fray Bartolomé de las Casas; el cronista de Indias, Gonzalo

Fernández de Oviedo; y otros autores que arribaron al Nuevo Mundo y describieron de un modo insó-

lito y mágico las cosas que allí sucedían, en virtud de la transliteración del Nuevo Mundo en términos

de aquel que se encontraba del otro lado del Atlántico. Descripciones como: árboles que pueden parir

hojas vivas que en la noche caminan a su antojo y se alimentan de aire, sapos del tamaño de una silla

que se pasean por las iglesias, sirenas que reposan exhibiendo sus enormes senos en riberas de ríos re-

cónditos, guacamayas que alumbran y cuidan tesoros, grandes hechiceros que se convierten en tigres

cuando lo desean, e incluso, islas habitadas por mujeres guerreras que viven sin hombres (Romero,

1992). Un mundo extravagante “donde todo lo creado o por crear se mezcla al revés y al derecho, hasta

que ya no se sabe quién es el que manda y quién el mandado, ni dónde está el arriba, ni dónde está el

abajo" (Galeano, 2007: 2).

Así fue experimentada América por los primeros exploradores que, con miradas alquimistas,

transmutaron lo mágico-cotidiano de los indígenas en descabelladas narraciones de esté mundo mara-

villoso. Sin embargo lo asombroso no existió sólo durante la conquista, sino que América siguió parien-

do escenas fascinantes, misterios profundos y absurdos inconmensurables a medida que se consuma-

ba el dominio ibérico sobre el nuevo mundo mestizo –nuevo desde el choque acaecido desde el siglo

XVI, porque antes al igual que Europa era un viejo mundo- y el cual perduró durante las luchas de liber-

*El mundo al revés:

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tad y emancipación que se consumaron a comienzos del siglo XIX para verse exacerbada la

irreal/realidad en las nuevas repúblicas.

En estas tierras exóticas la realidad ficcionada y las fantasías reales se entremezclaron a tal grado

que se hizo imposible diferenciar lo fabuloso de lo verídico, y cuando se trocaron los virreyes por los

nuevos administradores del poder, éstos resultaron ser no menos ilógicos que los seres de las crónicas:

un alto mandatario que pretendía tener tan Alto poder como para detener huracanes tropicales; otro ti-

ranuelo que ofreció su recién independizado país a Napoleón III para que lo aceptara como colonia

–eso sí a cambio de asignarle a nuestro personaje el titulo de Procónsul Galo-; un Benemérito gober-

nante que justificaba una matazón de 30.000 personas diciendo que resultaba más lamentable la muer-

te de un polilla que la de un rebelde porque los insectos no pueden reencarnar; otro déspota que para

henchirse de valor antes de las batallas tomaba cantidades copiosas de aguardiente con pólvora que

además distribuía generosamente a sus soldados y a su amado caballo presidencial Holofernes.

En estás comarcas donde lo imposible tiene asidero no resulta extraño que el antropólogo cuba-

no Fernando Ortiz haya dicho -refiriéndose metafóricamente a su isla pero también válido para Lati-

noamérica-: “es un ajiaco: esa suerte de caldo que se come en el caribe y en el que caben todos los frutos

y todas las carnes de la zona. Por cierto, descendiente directo de la famosa <olla podrida> castellana”

(Rodríguez: 2006: 20). A mi parecer no se equivoca porque aquí nada resulta increíble, sólo que ya no re-

querimos lejanos viajeros para notarlo sino que nosotros mismos -los americanos de habla romance-

no dejamos de percibir la maravillosa e irreal realidad en que estamos envueltos, realidad que no se es-

capa siquiera de los más oficiales textos de historia oficial; pero cómo no, si los acontecimientos mismos

son tan extravagantes que la higiénica mano de muchos historiadores se queda corta en su profiláctico

trabajo. No es extraño entonces que el escritor, también cubano, Alejo Carpentier haya tenido la bella y

arriesgada osadía de decir de un modo tan acertado, en el prólogo de su libro El reino de este mundo:

“¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?” (Carpentier, 1973: 6).

A mediados del siglo XX, a lo largo de todas las regiones que habían sido conquistadas por lo es-

pañoles y portugueses en este lado del Atlántico, se dio un nacimiento artístico fruto de lo real maravi-

lloso americano. Este movimiento artístico, cuyo frente principal fue literario, se dio a conocer bajo el

nombre de “realismo mágico”, encabezado por autores tan célebres e importantes como Miguel Ángel

Asturias, Gabriel García Márquez o el mismo Carpentier. Quienes lo bautizaron así, recurrieron a un

término nacido al otro lado del vasto Atlántico de la cabeza del crítico de arte alemán, Franz Roth (Palo-

mares, 2007; 2). No obstante, este nombre de pila sería reemplazado luego por uno más preciso: litera-

tura de lo real maravilloso.

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Tal como lo dijo Carpentier en el prólogo de su libro El reino de este mundo, lo real maravilloso

no reside tanto en la ruptura de los sistemas de clasificación convencionales. Por el contrario, lo mara-

villoso aparece de manera inequívoca cuando “surge de una alteración de la realidad (el milagro), de

una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorece-

dora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la rea-

lidad” (Carpentier, 1973: 4). De allí se desprende que lo real maravilloso se encuentra en cómo nosotros,

los latinoamericanos, percibimos y aceptamos nuestra propia historia; una historia subordinada a

nuestra imaginación, que siempre aparece sazonada por la profunda ancestralidad indígena, los be-

llos retumbes africanos y las fantasías caballerescas ibéricas, unidas todas en el ajiaco de nuestro

mundo mestizo. De ahí que lo maravilloso para Carpentier no debe “asociarse inmediatamente con

algo hermoso o placentero sino más bien con algo insólito o asombroso, con algo que rompe con las nor-

mas establecidas” (Palomares, 2007: 5).

Cuando revisamos la historia de nuestros países, haciendo énfasis en la de nuestras repúblicas,

nos encontramos con que la maravilla de Carpentier irrumpe en todos los lugares conocidos e incluso

con más fuerza en los poco acreditados por la memoria oficial. La dura y cruenta vida de nuestros paí-

ses -luego de las no menos amables conquista y colonia- en manos de los tiranos, mandamás, dictado-

res o simplemente presidentes que se eternizan no se escapa de esta maravilla. A continuación hare-

mos un recorrido por acontecimientos relacionados con estos seres macabros; los que amaron y se sen-

taron a toda costa en la silla embrujada perpetuando su poder por períodos que incluso alcanzaron los

31 años, a la luz de literatura que suele asociarse al realismo mágico. Personajes como Leonidas Trujillo

en la caribeña isla de Santo Domingo, Mariano Melgarejo en la andina Bolivia, Anastasio Somoza en la

selvática Nicaragua o Maximiliano Hernández en pequeño país del Salvador. Los tiranos serán tropi-

cales y andinos, los libros sólo dos: Bestiario tropical del escritor colombiano Alfredo Iriarte, y el ultra

clásico y sincrético libro sobre dictadores El otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez.

*Mito y realidad de las dictaduras Latinoamericanas.“Nuestro personaje tenía su propia concepción de la democracia y creía con profunda convicción que derribar a sus contendo-

res a balazos era un procedimiento más practico y expedito que el lento y engorroso del sufragio popular. Por lo tanto, y fiel a

su pensamiento político, llegó al mando supremo de la Nación utilizando sus medios predilectos. Una vez instalado allí, im-

provisó un sesudo discurso inaugural en el que declaró que gobernaría a Bolivia hasta que le diera la gana y al que no le gusta-

ra su designio lo haría matar a palos en la plaza publica.”

Sobre Mariano Melgarejo en “Bestiario Tropical”.

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ARCÍA MÁRQUEZ EN SU OTOÑO DEL PATRIARCA CUENTA LA HISTORIA DE UN VIEJO Y ES-

trafalario dictador de un hipotético país latinoamericano, su gobierno fue ejercido G desde su juventud hasta su muerte (su edad oscila entre los 107 y los 125 años). Un pa-

triarca analfabeto que firmaba toda clase de leyes y mandatos con la huella de su pulgar, que “afronta-

ba los riesgos más tremendos del poder poniendo primeras piedras donde nunca se había de poner la

segunda”(García, 1975: 13); que dedicaba la mayor parte de su tiempo a cuidar sus fuerzas armadas no

porque ellas fueran “el sustento de su poder, sino al contrario, porque eran su enemigo natural más te-

mible” (García, 1975: 17), que contaba con un asilo de ancianos dictadores derrocados no tanto para

ayudarlos como para poder “disfrutar de la dicha mezquina de no ser uno de ellos” (García, 1975: 21);

que además, creía con ciega convicción que “la patria es lo mejor que se han inventado” porque él era la

patria. Un dueño de todo que sabía bien que su madre no lo había parido para “hacerle caso a los lebri-

llos sino para mandar” (García, 1975: 27); y que estaba en el trono no tanto “por sus cañones sino por-

que lo sentaron los ingleses y los sostuvieron los gringos con el par de cojones de su acorazado” (García,

1975: 29). Un soberanísimo descrito por algunos de sus biógrafos como “un patriarca de tamaño desco-

munal que nunca salía de su casa porque no cabía por las puertas, que amaba a los niños y a las golon-

drinas, que conocía el lenguaje de algunos animales, que tenía la virtud de anticiparse a los designios

de la naturaleza, que adivinaba el pensamiento con sólo mirar a los ojos y conocía el secreto de una sal

de virtud para sanar las lacras de los leprosos y hacer caminar a los paralíticos” (García, 1975: 50).

Poderoso y solitario, el dictador de García Márquez nació, al igual que otros tantos dictadores lite-

rarios, como respuesta a la complicada situación política en que venía envuelta toda América latina,

pues desde finales del siglo XIX las dictaduras habían predominado como forma fundamental de orga-

nización política. Entre las novelas que denuncian la dictadura sobresalen el Señor Presidente del

también Nóbel Miguel Ángel Asturias, Tirano Banderas del español Ramón del Valle Inclán o El recur-

so del método de Alejo Carpentier. Desde comienzos del siglo XX hasta la década de los 70 del mismo

predominaba un tipo de novela sobre las dictaduras con un propósito fundamentalmente político y ex-

traliterario, que la hacía recaer en un tono panfletario de denuncia; sin embargo, a partir de entonces el

propósito se transformó casi en estrictamente literario, aún cuando denuncia el “mundo retorcido, gro-

tesco, irracional y absurdo”(Castellanos, 1982: 82) que acompaña y convocan los dictadores. El otoño

del Patriarca no se trata de una “novela de dictadura” -de orientación sociológica y política- sino de una

“novela de dictador”,“que además de retratar un régimen se concentra en el estudio de la compleja per-

sonalidad tiránica de un individuo” (Castellanos, 1982: 79).

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El arquetipo del dictador latinoamericano encarnado en El Patriarca resulta no sólo temible sino

también, paradójicamente, agradable y puede llevarnos a compadecerlo por su infinita soledad o su

miedo permanente por perder el poder, drama no muy lejano al que padecen nuestros verdaderos tira-

nos; individuos que experimentan un complejo sentimiento de superioridad que fácilmente degenera

en un profundo desprecio hacia los demás; una seguridad tan férrea en sí mismos que los aísla de un

mundo con el que no se pueden comunicar; un temperamento imperioso, para el cual vivir es insepa-

rable de mandar; y un apetito voraz de poder (económico, político, social, sexual) que cada vez les

exige dosis mayores de dominio y por lo tanto de crueldad y represiones (Castellanos, 1982: 79).

Las fantasías megalómanas del patriarca, tirano que es capaz de ordenar a sus astrónomos que

convoquen un eclipse de sol para poder ganar el amor de una mujer, no son tan irreales a la luz de nues-

tros verdaderos dictadores. El historiador y escritor Colombiano Alfredo Iriarte, que por cierto recha-

zó siempre de tajo hacer parte de las academias de historia por considerarlas: “las grandes maquillado-

ras de la historia”, recopiló algunas historias de dictadores en su bello libro Bestiario Tropical. Un texto

que obligó al autor a revisar archivos, hacer entrevistas y viajar a las tierras de estos mandamases, para

dar cuenta de las estrafalarias vidas y los irreales hechos que convocaron. A continuación referiré algu-

nos hechos extraños, inquietantes e incluso perversos que acontecieron de manos de dictadores Lati-

noamericanos y que la historia oficial suele suprimir.

Rafael Leonidas Trujillo [1891•1961].L GENERALÍSIMO RAFAEL LEONIDAS TRUJILLO MÁS CONOCIDO COMO “EL CHIVO”, GO-

bernó Santo Domingo desde 1930, luego de unas elecciones posteriores al retiro de los E marines norteamericanos tras una ocupación de doce años. Ejercería la presidencia

“con mano de matarife y que solo vendría a entregar treinta y un años más tarde bajo el poder persuasi-

vo de varias ráfagas de metralla” (Iriarte, 1986: 92).

Poco tiempo después de obtener el mando supremo se desató sobre Santo Domingo uno de los

costantes y terribles huracanes caribeños, sólo que éste no había tenido igual en el rastro de muerte

que dejó a su paso; la destrucción fue total y sobrevivió únicamente la catedral donde reposan los res-

tos de Cristóbal Colón. El incipiente dictador se dedicó a la furibunda reconstrucción de la ciudad, de

tal modo que en poco tiempo se levantó una ciudad nueva y moderna. Fue entonces cuando tuvo el

poder absoluto y en un acto de megalomanía extrema rebautizó la ciudad con el nombre de Ciudad Tru-

*El Chivo o el domador de huracanes:

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jillo y dispuso “gigantescos letreros luminosos que acosaban a los transeúntes con las tres palabras ri-

tuales: Dios y Trujillo” (Iriarte, 1986: 93). Sus seguidores consagraron al generalísimo, benefactor y

padre de la patria como “invicto domador de huracanes y ciclones”. A partir de ese momento, en los tex-

tos escolares dominicanos se enseñaba que “no habían sido las fuerzas de la naturaleza ni los designios

de Dios los que habían aplacado los vientos destructores, sino la mano providente del benefactor”

(Iriarte, 1986: 93).

A mediados de la década de los treinta se agudizó el problema de indocumentados en la frontera

dominico-haitiana, la pobreza que envuelve a haitianos desde el reparto de La Española los obligaba a

trabajar en los cultivos de caña del lado dominicano. En 1937 el problema se hizo tan grave que Trujillo

ideó una solución bastante práctica: “Desplazó un regimiento con la orden de capturar todo inmigran-

te haitiano al este de la frontera, sin distingo de sexo ni de edad. A continuación los inmigrantes eran ali-

neados frente a rústicas talanqueras que se habían levantado a orillas del río Massacre (qué curiosa coin-

cidencia), y los descabezaron a machete, ya que el Jefe había ordenado que no se gastaran municiones

en esa gentuza” (Iriarte, 1986: 96). Treinta mil cabezas de ancianos, jóvenes, mujeres y niños rodaron

por el río. Cuando el genocidio fue públicamente conocido el inmutable Trujillo decidió pagar una in-

demnización negociada de U.S.$775.000 a los supervivientes. Pese a que cada muerto le salió al módico

precio de 25 dólares, los voraces mordiscos de los mandatarios haitianos no fueron totales y dejaron

algo para los damnificados, se calcula que a cada uno le quedaron dos centavos.

Como pudimos ver en asuntos de dinero al generalísimo no le gustaba escatimar, además, ¿por

qué hacerlo si su fortuna llegó a ascender a más de mil millones de dólares?, –algo nada extraño to-

mando en cuenta que alcanzó a ser propietario del 65% de la tierra útil del país. Uno de sus lujos predi-

lectos era el del vestir, ostentación que ejerció con pasión obsesa: adoraba los bicornios adornados con

plumas de avestruz de los que tuvo un centenar; entre trajes civiles y uniformes sobrepasó los dos mil,

“las corbatas eran más de diez mil y los zapatos cerca de quinientos pares. Las camisas nunca bajaron

de veinte mil. Estas cifras dan el estrafalario resultado de dos camisas y una corbata por cada día de su

gobierno” (Iriarte, 1986: 104).

La ultima historia que referiré del Chivo -también llamado medallita por su obsesión por recibir

condecoraciones entre las que se cuentan algunas dadas por Hitler, Mussolini y el Vaticano, también os-

tentó la cruz de Boyacá-, es una que manifiesta el lado trágico de un poder tan desmesurado que puede

superar los limites que cree haberle fijado el déspota. En una de las visitas del Jefe a las gentes de Ciu-

dad Trujillo para resolver problemas tan diversos como la enfermedad de una vaca o la huida de un es-

poso infiel, se encontró con uno de sus viejos amigos de escuela primaria. Con profunda emoción le

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dijo: -¡Miguelito! ¡Tú todavía vivo!-. Luego de una charla breve se despidió y prometió visitarlo de

nuevo al final de sus labores al atardecer. Al cabo de un rato lo interrumpieron dos de sus mercenarios

para informarle que ya habían cumplido su misión: -Nosotros notamos que usted no quería que su

amigo siguiera vivo. Por lo tanto, acabamos de liquidarlo-. Pocos minutos después los mercenarios ya-

cían ejecutados y Trujillo llorando como pocas veces se le vio en la vida.

Mariano Melgarejo [1818•1871].NA AHINCADA TRADICIÓN ENTRE LOS DICTADORES CONSISTE EN DERROCAR A OTRO TI-

rano que era su benefactor para poder hacerse con el poder supremo. Así fue como Ma-U riano Melgarejo se hizo a la presidencia de Bolivia en 1864 al asesinar a Isidoro Belzu

(“presidente” los siete años anteriores), y logró mantenerse porque al menor “obstáculo” lo mandaba a

la vida eterna de un tiro en la cabeza, además contaba con un arrojo suicida en las batallas que obtenía

tras ingerir “una botella de anís campesino con pólvora y distribuía generosamente la saludable mix-

tura entre sus valientes” (Iriarte, 1986; 47).

En su discurso inaugural declaró ante un numeroso auditorio que “Napoleón había sido un es-

tratega mucho más diestro y avezado que Bonaparte, y que el más grave yerro militar del libertador

Simón Bolívar fue no haberse aliado con Atahualpa para derrotar a Hernán Cortés” (Iriarte, 1986: 46); y

refiriéndose a la constitución boliviana vigente anunció de un modo muy respetuoso que “se proponía

realizar con ella la más intima de todas las operaciones higiénicas que el hombre suele practicar en

forma cotidiana, especialmente en las primeras horas del día” (Iriarte, 1986: 48).

Las parrandas en casa presidencial eran asunto habitual y no contento con embriagar a sus invi-

tados emborrachaba a su caballo presidencial Holofernes, las resacas apocalípticas de mi general y su

corcel se calmaban “atentamente”-porque no era conveniente verlo disgustado- con barriles de cerve-

za, al clima para el equino y en las nieves para Don Mariano. Varios de sus “innumerables colaborado-

res fueron muertos a tiros de pistola en su despacho presidencial sólo por haber intentado tímidos re-

paros a sus designios soberanos. No había acabado la victima de entregar el alma cuando Melgarejo or-

denaba que le quitaran esa basura del frente” (Iriarte, 1986: 50).

Cuando le llegó al presidente la noticia del estallido de la guerra franco-prusiana de 1870, se

puso inmediatamente del lado de Francia y anunció públicamente a sus soldados -botella de anís y pól-

vora en mano- que al día siguiente partirían con él a la cabeza para apoyar a Napoleón III. “Melgarejo

*¡Borracho se gobierna mejor!:

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llegó al final de su arenga advirtiendo a sus guerreros que habrían de cruzar el Océano a nado. Y a ma-

nera de Colofón les recomendó con insistencia poner mucho cuidado para evitar que se mojaran sus

armas y municiones. Él, desde luego, cabalgaría sobre el lomo de Holofernes, cuyas condiciones de na-

dador eran insospechadas” (Iriarte, 1986: 51). Algunos de sus allegados y asesores lograron convencer-

lo de buena manera sobre la no conveniencia de su empresa.

La historia oficial de nuestro magnánimo presidente no es menos absurda que los hechos reco-

pilados por Iriarte: profundos abusos contra los indígenas (aspecto que en Bolivia significa sobre la

mayor parte de la población), eliminación casi que total de la oposición y estúpidos negocios territoria-

les con los brasileros, chilenos y peruanos. Como era de esperarse la caída de éste generalísimo luego

de siete años de mal gobierno sucedió a manos de uno de sus servidores, el ilustre militar Agustín Mora-

les, que lo obligó a exiliarse en Perú en 1871 donde murió el mismo año a manos de mercenarios envia-

dos por su antiguo amigo de juergas y sucesor, que a decir verdad tampoco fue muy bueno en su cargo

y se caracterizó, al igual que nuestro querido Mariano, por vivir en un estado de beodez permanente

hasta el fin de su mandato y muerte a causa de un disparo debido a un cariñoso problema familiar.

*Características del tirano andino-caribeño. I BIEN LOS ANTERIORES SON TAN SÓLO DOS EJEMPLOS DE “DIGNÍSIMOS” PRIMEROS MAN-

datarios, los casos abundan y no resulta ingenuo ni apresurado englobar algunas de las S características más evidentes de los dictadores latinoamericanos. En su Bestiario tropical

Iriarte define cuatro características, las cuales se presentarán a la luz de ejemplos tomados de aconte-

cimientos de la historia de nuestro mundo real maravilloso:

1. | Rapacidad sin freno.

En corto tiempo nuestros protagonistas pasan de ser uno más a convertirse en el hombre más

opulento y acaudalado de su país.

El militar y ganadero venezolano Juan Vicente Gómez (1857-1935) fue el máximo dirigente del

país desde 1908 hasta 1935 y el primero en beneficiarse delos prehistóricos regalos que la tierra le había

heredado a su país. “El primero de julio de 1914, la Royal Dutch Shell hizo brotar del subsuelo venezo-

lano el primer chorro de petróleo de su historia. Las ganancias del consorcio anglo-holandés fueron

tan espectaculares que después de enriquecer de manera delirante a Gómez, alcanzaron para multi-

plicar las utilidades del coloso… vino entonces una danza de millones con pocos pares en la historia.

Baste decir que en 1928 Venezuela era el segundo productor mundial de crudo. Y Juan Vicente entró

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en la danza con toda la voracidad que venía afinado desde los primeros años en la mulera (su primera

finca en Cúcuta). Poco después de iniciarse el auge del petróleo, era dueño del 14% de la tierra útil de

Venezuela y del 32% de sus industrias. Era en suma, uno de los hombres mas opulentos del mundo”

(Iriarte, 1986: 71).

2. | Una profunda crueldad.

La sed insaciable de poder de nuestros déspotas los hacía recurrir cada vez con mayor frecuencia

a todas las posibles formas de violencia, estampas de terror que justificaban de los modos más irreales

posibles; valga resaltar que dichas justificaciones eran por lo general escasas porque culpa sobre sus

actos casi nunca sentían.

Maximiliano Hernández Martínez (1882-1966), fue la cabeza y cuerpo gobernativo del pequeño

país centroamericano de El Salvador entre 1931 y 1944. Entre sus retos políticos se cuenta el control de

una serie de insurrecciones campesinas que clamaban una urgente reforma agraria. En 1932 el 0.3 % de

la población salvadoreña, estimada en ese entonces en tres millones de habitantes, poseía el 88.6% de

la tierra cultivable. Esto causó epidémicas revueltas entre campesinos y trabajadores que reclamaban

terrenos para asegurar su supervivencia. Un sociólogo salvadoreño adepto de Hernández justificaba

públicamente el status quo de los labriegos “debido a la tendencia a la molicie y a su funesto hábito de de-

rrochar el dinero y no ahorrar ni las más mínima parte de sus ingresos” (Iriarte, 1986: 132). Como las re-

beliones se multiplicaban al ritmo de la injusticia, el General Hernández “llamó a los altos mandos de

su ejercito e impartió órdenes muy concretas: perseguir sin piedad a los usurpadores de la propiedad

ajena y enseñarles a balazos cómo guardar los mandamientos séptimo y décimo de la ley de Dios”

(Iriarte, 1986: 133).

El saldo de difuntos cuando terminó el proceso de “pacificación” fue de aproximadamente

30.000 campesinos. Poco después de los fatídicos eventos, un corresponsal de la revista Time entrevis-

tó al benefactor Maximiliano Hernández y al preguntarle sobre los funestos eventos que habían acon-

tecido en su país, el militar le respondió: “Aquí no ha ocurrido nada grave. Lo que pasa es que usted, al

igual que mucha gente, no entiende algo que es tan sencillo como incontrovertible. Si usted mata a una

pobre cucarachita, una pulga inofensiva, un pobre piojo cuyo único pecado es producir un poco de es-

cozor o una ladilla indefensa, estos infelices animalejos no reencarnan, y por lo tanto, mueren para

siempre. En cambio, si usted sacrifica a un malhechor que está perturbando la paz social, en poco tiem-

po el finado procede a reencarnar en otro hombre probo y pacífico que jamás cometerá en esa nueva

vida los desmanes y fechorías de la existencia anterior. En consecuencia, la verdad es que lo que usted

13

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le ha hecho es un inmenso beneficio. Los treinta mil muertos que tuvimos aquí van a ser en unos pocos

años unos jóvenes sensatos y respetuosos de la ley y la propiedad ajena y, por lo tanto el gobierno no se

verá obligado a castigarlos como a sus antecesores” (Iriarte, 1986: 134).

3. | Hipersexualidad inextinguible.

Además de las anteriores virtudes estos gobernantes fueron atletas eróticos sin comparación,

que no tardaron en convertir la población femenina de su país en vasto harén a su servicio.

Vale la pena recordar las faenas eróticas de Trujillo cuya voracidad sexual no conocía limites,

cuanta mujer conocida (tuviera esposo o no) le resultara deseable pasaba a la cama presidencial segui-

do de lo cual entregaba ostentosos regalos que podían variar desde joyas a lujosos carros. “A menudo

celebraba reuniones de damas de la alta sociedad en Palacio con el pretexto de dirigir su palabra sa-

pientísima a la mujer dominicana. De esas reuniones salían siempre elegidas que inexorablemente pasa-

ban al lecho del Generalísimo. Las recompensas no se hacían esperar. Sin embargo, a veces resultaban

algunas pertinaces defensoras de su honra, a cambio de su empecinada castidad recibían la muerte en

extraños accidentes de transito” (Iriarte, 1986:109).

4. | Profunda e inocultable simpatía por las ideologías fascistas.

Por lo general nuestros mandamases, por razones más que obvias, sintieron poco apego por la

democracia y lo supieron manifestar al mostrarse seguidores de otros tiranos y las múltiples variantes

del fascismo en el mundo.

El año de 1933 fue clave en la historia de Nicaragua. Luego de varios años de ser un protectorado

norteamericano los marines abandonaron el país, Juan Bautista Casaca accedió a la presidencia y se

firmó un tratado de paz con el líder guerrillero liberal Augusto César Sandino. Tres años después el mi-

litar y sobrino político del presidente, Anastasio Somoza (1896-1956), mandó a asesinar a Sandino y se

tomó el poder para mantener una dictadura de veinte años y delegarla luego a sus hijos.

Somoza I fue profundo seguidor de los déspotas del eje y “creó su propio escuadrón de Matari-

fes con el nombre muy nazi-fascista de Camisas Azules, calcado de la S.S. hitleriana y los Fasci di Com-

battimento italianos. Sobra decir que estos criminales tuvieron a su cargo y desempeñaron con lujo de

competencia todos los trabajos más viles y sucios del régimen. Pero también hay que aclarar que igual

que todos sus colegas; A la par con Trujillo, Ubico, Carías y Hernández Martínez, al día siguiente del

ataque nipón a Peral Harbor abjuró de su filo-nazismo, hizo pública profesión de fe democrática y de-

claró la guerra a las potencias totalitarias lo cual, como debe suponerse, causó honda consternación en

los alto mandos militares de Tokio, Roma y Berlín” (Iriarte, 1986: 162).

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En rueda de prensa en 1939 en Estados Unidos dijo a los periodistas con el más profundo cinis-

mo “La democracia es a los pueblos lo que la comida a los individuos. Si ustedes le dan a comer a un

adulto un buen tamal con salsa picante, lo nutren y lo vigorizan. Pero si le dan la misma dosis a un niño

de meses lo pueden matar. Su país es el adulto mientras que el mío es el infante. Saquen la conclusión”

(Iriarte, 1986: 162).

De las dictaduras militares a las “amables” dictaduras populistas.

AS DICTADURAS LATINOAMERICANAS DEL SIGLO XX, COMO PUDIMOS VER, SE CARACTE-

rizaron por un despotismo sin límites. Pero ¿qué permitió esto? A mi parecer el motor L fundamental de estos malos gobiernos radica en el modo en el que se ejercieron, y la pa-

labra adecuada para caracterizarlos sería sólo una: gamonalismo. Los tiranos controlaban sus países

como si ellos fueran los gamonales de una gigantesca finca cuyas hectáreas correspondían a las de su

patria; dioses provincianos que podían mediante el uso continuo del poder, horror y violencia mane-

jar el “mundo” a su albedrío; individuos estrafalarios, ostentosos, megalómanos y con un cinismo sin li-

mites, que manejaban los asuntos de estado y los domésticos con los mismos criterios y determinación.

Para ellos los problemas fronterizos eran vistos como cuando el vecino atraviesa la cerca de la ha-

cienda y se le saca a escopeta; las invasiones a sus vecinos como un simple correr de los postes y el alam-

brado; las masacres y torturas, no resultaban ser más que un modo de dar ejemplo a los peones (cam-

pesinos, indígenas o en general ciudadanos) para que tengan bien claro que pasa cuando no se respe-

tan las reglas del que manda; el intervencionismo extranjero (tan generalizado en el siglo XX) como un

negocito con otro gamonal que les ayudó a ser el dueño de muchas de sus fincas o a mantener el control

de las mismas. Los ejemplos son tantos que causa un escozor muy molesto seguir buscando metáforas

para esta condena que aún nos agobia.

Ya a comienzos del siglo pasado el intelectual y político peruano José Carlos Mariátegui en su ce-

lebre Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), aborda el problema del gamonalis-

mo al tratar el problema de la tenencia de la tierra. Para Mariátegui los gamonales no se preocupan sino

por acrecentar su poder feudal a tal grado que “el factor central del fenómeno es la hegemonía de la

gran propiedad semifeudal en la política y el mecanismo del Estado” (Mariategui, 2004: 26). Su esfera

de influencia es tal que “contra su autoridad, sufragada por el ambiente y el hábito, es impotente la ley

*¿Estamos en el otoño de nuestros patriarcas?:

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escrita. El juez, el subprefecto, el comisario, el maestro, el recaudador, están enfeudados a la gran pro-

piedad. La ley no puede prevalecer contra los gamonales. El funcionario que se obstinase en imponer-

la sería abandonado y sacrificado por el poder central, cerca del cual son siempre omnipotentes las in-

fluencias del gamonalismo, que actúan directamente o a través del parlamento, por una y otra vía con

la misma eficacia” (Mariategui, 2004: 19).

Se podría creer, ingenuamente, que con la caída de los generalísimos de la talla de Trujillo, Pino-

chet, Videla o Garrastazu Médici se avecinaba el fin de las dictaduras, pero precisamente por la habili-

dad de estos gamonales para escabullirse de la inviolabilidad de la ley escrita -sustento de la democra-

cia- éstas continuaron y continúan. Sólo que los nuevos Patriarcas no necesitan cubrirse el pecho con

medallas y soles de gobernantes del universo; con un buen apoyo de los terratenientes y un “amable”

populismo (que en el fondo entraña las mismas megalomanías, crueldades y despotismo de las dicta-

duras militares) pueden perpetuar el drama del gamonalismo, la corrupción y el clientelismo con los

mismos resultados: control de los latifundios para ellos y su parentela, y dominio de las economías ex-

tractivas (metales preciosos, banano, café, petróleo o palma africana). Luego de tantos ejemplos tan do-

lorosos a lo largo del texto, sólo me bastará mirar hacía nuestro territorio donde habitan los mejores

ejemplo de gamonales.

Como buenos gamonales, nuestros nuevos mandamases (al igual que sus predecesores milita-

res) forjan proyectos de nación finquera, donde el único criterio de valor es el del que manda y su elite

de allegados (compañeros muy bien alimentados por el clientelismo). Estos “proyectos” sin ningún

tipo de escrúpulos niegan la diversidad e historia de sus pueblos; venden la soberanía del país al mejor

postor; hacen de la traición y el crimen los valores supremos; convierten la promesa y el engaño en su

método de gobierno; transforman el horror y la inseguridad en programas nacionales y, transfiguran

la represión y la intolerancia en planes de desarrollo. Los problemas que preocuparon y motivaron a la

lucha a Villa y a Zapata a comienzos del siglo XX persisten igual que en sus tiempos, unos pocos perso-

najes quieren mantener a toda costa el control latifundista y para ello seguirán sentando en la silla em-

brujada a sus títeres o, si es necesario ellos mismos ostentaran el poder presidencial, por lo tanto no re-

sulta extraño que luego de que Villa y Zapata se tomaran la casa presidencial de Ciudad de México y

abandonaran la “embrujada” silla presidencial, no pasara mucho tiempo para que los que después se

sentaran en el codiciado trono -el de los dorados oropeles- presidieran las matanzas que restablecieron

el orden. Villa y Zapata murieron asesinados a traición.

¿Será que se acerca el otoño final de nuestros beneméritos patriarcas?

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*BIBLIOGRAFÍA

• MARIÁTEGUI, José Carlos. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Buenos Aires: Colectivo Editorial “Último Recurso”, 2004.

• CARPENTIER, Alejo. El reino de este mundo. México: Compañía General de Ediciones S.A., 1973.

• CASTELLANOS, Jorge y Martínez, Miguel A. “El dictador hispanoamericano como personaje literario”. Latin American Research Review. Vol. 16, No. 2. 1981, Págs. 79-105.

• GARCÍA Márquez, Gabriel. El otoño del patriarca. Barcelona: Editorial Plaza y Janes, 1975.

• GALEANO, Eduardo. Espejos. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2008.

• IRIARTE, Alfredo. Bestiario Tropical. Bogotá: Ediciones Gama, 1986.

• PALOMARES Salas, Claudio. “Aquellas maravillosas dictaduras: realismo mágico y subversión en El otoño del Pa-

triarca”. En http://fis.ucalgary.ca/ACH/Congreso_abierto/2007/Palomares. htm, 2007.

• RODRÍGUEZ, Silvio. Te doy una canción. Madrid: Ediciones Temas de Hoy, 2006.

• ROMERO, Mario Germán. América: de lo real maravilloso. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1992.

*RESUMEN

Las dictaduras a sido condición común en la política latinoamericana, en este articulo se les analiza a la luz de dos obras literarias

“El otoño del patriarca” de Gabriel García Márquez y “Bestiario tropical” de Alfredo Iriarte, que muestran los modos en que suelen

operar nuestros tiranos. Este análisis social y literario pretende además ver los motivos que fundamentan esta forma de gobierno y

cómo es indisociable del modo en que se administra la tierra en nuestro continente.

*PALABRAS CLAVES

Dictaduras latinoamericanas, realismo mágico, novelas de dictador, populismo, gamonalismo, dictaduras militares.

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*Introducción. ESDE MEDIADOS DEL SIGLO XX HASTA LOS PRIMEROS AÑOS DEL XXI, PERÚ HA VISTO

sucumbir en cuatro distintas ocasiones su democracia liberal. La última de estas rup-D turas fue encabezada por el profesor de provincia, Alberto Fujimori quien entre 1990

y 2001 ejerció una dominación política autoritaria del tipo dictadura civil, produciendo, entre otras

consecuencias, una nueva Carta Constitucional funcional a su proyecto político en el año de 1993. En

la otra orilla, es decir, en tiempos no autoritarios, este país se ha manejado históricamente por medio

de un régimen democrático de tipo presidencialista, con fuertes poderes otorgados a ésta, su principal

autoridad política. En este marco trazado por un movimiento pendular entre dictadura y democracia,

el presente escrito problematizará acerca de las dificultades y bondades que en el presente represen-

tan para el Perú, tanto este legado autoritario, como el historial democrático del que ha sido testigo y

practicante. Dicho análisis se realizará fundamental, más no exclusivamente, desde una perspectiva

institucional, buscando explicar y finalmente plantear algunos de los posibles escenarios a corto plazo

para la democracia liberal en dicho país.

El síndrome Fujimori:

Un análisis desde las instituciones

y el conflictoDiego Leal Castro1

1 Diego Leal Castro es estu-

diante de VII semestre de Ciencia Política de la Uni-versidad Nacional de Co-lombia. Profesor de ciencias sociales en el Colegio Reu-ven Feuerstein y en el Liceo Hypatia.

*Correos electrónicos:[email protected]@gmail.com

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*Algunas clarificaciones conceptuales.N PRIMER LUGAR, SE HACE NECESARIO DEFINIR UN CONJUNTO DE CONCEPTOS A PARTIR

de los cuales se construirá el presente ensayo. Inicialmente se tiene el término de siste-E ma político, que será entendido como un conjunto de unidades y sus interrelaciones

avocadas al cumplimiento de una función principal realizada por las autoridades del mismo: la asig-

nación autoritativa de valores en la sociedad (Easton, 1965). A su vez, se concebirá al régimen político

como el “conjunto de las reglas, las normas, y los procedimientos (más en general se podría decir la

Constitución) que apuntan al funcionamiento de las instituciones y a todas sus relaciones, a las activi-

dades políticas de la comunidad y a la selección y el comportamiento de las autoridades” (Pasquino,

2004: 21 y 22). Se referirá también la comunidad política como el conjunto de hombres y mujeres que

están sujetos/as a dicha asignación autoritativa de valores (Easton, 1965).

A continuación, es pertinente especificar el polivalente y polifacético concepto de democracia, a

contrario del cual se podrá definir también el de dictadura. Inicialmente, se encuentra que existen y han

existido (normativa y realmente) a lo largo de la historia distintos tipos de democracia. En este escrito

se ahondará en aquella de tipo liberal, principalmente por dos razones: 1. Porque este tipo de demo-

cracia es el que efectivamente han intentado perseguir, con acierto o no, los Estados latinoamericanos

y dentro de éstos el peruano. Es importante aclarar que lo anterior no necesariamente quiere significar

que la discusión sobre el deber ser de la democracia no sea importante, ni muchos menos que otros tipos

de democracia sean imposibles de practicar, sino que la democracia liberal ha sido, hasta ahora, el tipo

de democracia más exitosa en el sentido de ampliamente realizada y; 2. Porque ésta es la forma de go-

bierno alrededor de la que mayormente se han construido teorías y análisis verificables, a partir de los

cuales puede girar un análisis como el que aquí se propone. Centrándose entonces en la democracia li-2beral surge una pregunta: ¿cuándo un régimen político es democrático y cuándo dictatorial? Para res-

ponder a esta pregunta se seguirá a Cheibub quien apunta:

“Las democracias son regímenes en los cuales los cargos gubernamentales son ocupados como consecuencia de elecciones con-

tenciosas (contested elections) (Przeworski,1991). Esta definición tiene dos partes principales: “cargos” y “contestación”

(contestation). Para que un régimen sea democrático, tanto el cargo de jefe del ejecutivo como el cuerpo legislativo deben ser

ocupados por elecciones.

La contestación (contestation) ocurre cuando allí existe una oposición que tiene alguna oportunidad de ganar los cargos

como consecuencia de las elecciones” (Cheibub,2007: 27).

Cheibub más adelante continúa señalando que esta contestación electoral (en el sentido de con-

tienda o disputa), debe contener tres rasgos específicos: 1. Incertidumbre ex ante (el resultado de la elec-

2 A partir de este momento en-

tenderemos a lo largo de este ensayo, por razones de sim-plificación, la democracia li-beral como democracia.

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ción debe ser desconocido antes de realizarse) 2. Irreversibilidad ex post (quien gana la elección debe

ser quien efectivamente toma el cargo) y 3. Repetibilidad (las elecciones que cumplan los dos criterios an-

teriores deben ocurrir en intervalos regulares y conocidos). A continuación, el autor señala cuatro re-

glas para hacer practicable lo antes dicho, las que deben cumplirse simultáneamente para clasificar un

régimen como democrático:

“1. El jefe del ejecutivo debe ser elegido.

2. La legislatura debe ser elegida.

3. Debe haber más de un partido compitiendo en las elecciones. Esta condición es violada (y el régimen es no democrático) si a.

No hay partidos políticos; b. Solo hay un partido político; c. Los cargos en curso terminan en el establecimiento de un manda-

to de no partido o unipartidista: o d. Las autoridades inconstitucionalmente cierran la legislatura e ilegalmente reescriben

las reglas a su favor.

Cuando las tres primeras condiciones son reunidas, debe ocurrir una alternación en el poder bajo iguales reglas a las que lle-

varon a las autoridades al poder” (Cheibub,2007: 27-28).

La dictadura civil y el presidencialismo democrático.

NTRANDO A CARACTERIZAR AL RÉGIMEN POLÍTICO PERUANO A LA LUZ DE LO ANTES EX-

puesto, la regla más importante para identificar al gobierno de Fujimori es la tercera en E su literal “d”, pues tras ser democráticamente electo en 1990, este gobernante disolvió

el Congreso en 1992 para formar el “Gobierno de Emergencia para la Reconstrucción Nacional”; auto-

golpe que condujo a un subsecuente mandato por decreto y a la posterior convocatoria de una elec-

ción controlada para elaborar la nueva constitución de 1993, más autoritaria que la anterior de 1979.

Todo ello hace de este gobierno, de acuerdo a lo antes expuesto, uno de tipo no democrático y por

ende, de Fujimori un dictador civil.

Antes de entrar a problematizar qué explica este tránsito hacia la dictadura en el gobierno Fuji-

mori, y una vez ha sido ubicado el concepto de democracia, se debe ahondar en otra particularidad

para las formas de gobierno (cuando estas asumen características democráticas) de la región latinoa-

mericana y para Perú en particular: su carácter presidencial. De manera general en la literatura polito-

lógica se habla de un continuo entre dos extremos puros de régimen político: el parlamentario y el pre-3sidencial, clasificando como mixtos a aquellos regímenes no puros.

*El régimen político peruano:

3 Dentro de la amplia catego-

ría de los regímenes mixtos se encuentran distintas sub-clasificaciones. Por ejemplo: regímenes semipresidencia-les, o los (sub)-tipos que Shu-gart y Carey han denomina-do “premier-presidencialis-mo” y “presidencial-parla-mentarismo”. Ver: (Shugart and Carey, 1992).

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Dentro de los regímenes presidenciales o democracias presidencialistas sobresalen dos caracte-

rísticas importantes:

“1. El jefe del Ejecutivo (presidente) es popularmente electo, y 2. Los mandatos tanto del presidente como de la asamblea son fi-

jos. Estas características pueden contrastarse con las del parlamentarismo, en el cual a. El jefe del ejecutivo (primer ministro)

no es elegido popularmente sino que, en cambio, es elegido por el Parlamento, y b. Los mandatos no son fijos, dado que la per-

manencia en el poder del primer ministro y su gabinete depende de la confianza de la mayoría parlamentaria, y a veces el gabi-

nete puede disolver al Parlamento y convocar elecciones anticipadas. Los rasgos fundamentales del presidencialismo (…) son

el origen separado (es decir, la elección popular del Ejecutivo) y la supervivencia separada (o sea, que ni el Ejecutivo ni el Le-

gislativo pueden recortar el mandato del otro)” (Shugart y Mainwaring, 2002: 22).

Para el caso de los mandatos fijos, en América Latina, las constituciones no contemplan la posibi-4lidad de impeachment del presidente , excepto ante conductas ilegales del mismo. Por otro lado, el man-

dato fijo del Congreso sí tiene una excepción regional importante precisamente en el Perú, pues allí en

las constituciones de 1933, 1979 y 1993 se permite al presidente disolver el Congreso si éste censura re-

petidamente a su gabinete. En este tipo de casos particulares “los mandatos dejan de ser realmente fi-

jos, y la Constitución se desvía marcadamente del tipo presidencial” (Shugart y Mainwaring, 2002: 25).

Sin embargo, estos autores se apresuran a aclarar que de todas maneras el mecanismo antes descrito,

mantiene rasgos eminentemente presidencialistas pues, por ejemplo, evidencia diferencias básicas

con el sistema francés, modelo de semipresidencialismo por excelencia, ya que en éste se puede disol-

ver el Parlamento por cualquier motivo, excepto, si ya se lo ha hecho el año anterior. Actualmente ésta

figura de la disolución del Parlamento está presente en el artículo 134 de la Constitución peruana de

1993 según el cual “El Presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si éste

ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros (…)”. Aquí vale la pena aclarar

que este poder de disolución es distinto de lo que se conoció como el autogolpe de 1992, cuando Fuji-

mori disolvió el Congreso sin las censuras necesarias previas de su gabinete ministerial.

No sólo en su cercanía al parlamentarismo pueden variar los presidencialismos, también lo

hacen en el poder mismo del presidente. Pues bien, la fuerza del presidencialismo se puede medir en

términos de sus “poderes constitucionales legislativos”, es decir, de aquellas atribuciones constitucio-

nales que capacitan al presidente para dar forma a las políticas del sistema por medio del veto a pro-

yectos de ley (poder reactivo) o de la emisión de decretos con fuerza de ley (poder proactivo) (Shugart y

Mainwaring,1997: 48-62). En Perú las constituciones de 1979 y 1993, bajo las cuales gobernó Fujimori,

pueden ser ambas clasificadas con poderes constitucionales legislativos “proactivos” para el presiden-

te, es decir, con una presidencia fuerte. Ello, porque el presidente podía, y aún puede, decretar leyes re-

feridas básicamente a cuestiones fiscales (artículo 118 Constitución peruana de 1993) manteniendo si-

4 Impedimento a que el presi-

dente siga adelantando sus funciones normales.

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multáneamente un poder de veto débil, pues los proyectos de ley aprobados por el Congreso, deben

ser ratificados por el presidente, y éste puede vetar en parte o en su totalidad dichos proyectos; sin em-

bargo, tras ser devueltos al Congreso, este cuerpo tiene la capacidad de aprobarlos como leyes con la

aquiescencia de la mitad más uno de los Congresistas legalmente instituidos (artículo 108, Constitu-

ción peruana de 1993).

Una vez aclarado qué se entenderá por: democracia, dictadura, gobierno parlamentario, presi-

dencial (y el poder del mismo), y luego de esbozar también el por qué Perú estuvo, según los anteriores

criterios, bajo un régimen dictatorial de tipo civil en el gobierno de Fujimori, es posible acercase al aná-

lisis como tal de dicho periodo, con la intención de ver por qué sucedió lo que sucedió y de alguna ma-

nera, aprender algo de dicha experiencia.

El proceso de ascenso y consolidación de Fujimori.

ARA EXPLICAR ESTA RUPTURA DEMOCRÁTICA EXISTEN DOS CAMINOS INTERPRETATIVOS

“puros”. El primero sigue estrictamente el derrotero del análisis del circuito institucio-P nal. El segundo se basa fundamentalmente en fenómenos no institucionales (p.ej. pode-

res fácticos, procesos culturales, movimientos sociales, etc.). En el marco de esta bifurcación explicati-

va, aquí se adoptará una interpretación ecléctica, ya que, la realidad forzosamente supera cada una de

estas perspectivas individualmente consideradas, pues si bien existen unas demandas procesadas por

el sistema político donde las instituciones desempeñan un papel importante, también concurren a

estos procesos condicionamientos exteriores al sistema, propios del entorno del mismo.

En términos del análisis del circuito institucional, es necesario aclarar que se tomará distancia de

las tesis de algunos teóricos que siguiendo a Linz (Linz 1994) aseguran que el presidencialismo per se es

un régimen que generalmente tiende a la ruptura de la democracia y por ello, a la emergencia de regí-

menes dictatoriales. Afirmación sustentada en la evidencia empírica de mayores tasas de colapso de

este tipo de régimen frente al parlamentarismo. Según Linz, ello se explica, entre otras razones, por

qué en el presidencialismo no existen incentivos para formar coaliciones (por la indisciplina partidis-

ta), lo que genera una clara tendencia al enfrentamiento, más que a la cooperación entre poderes, in-

centivando la construcción de gobiernos minoritarios; situación profundizada por la existencia de sis-

temas de partidos multipartidistas, lo que conjuntamente implica gobiernos legislativamente inefecti-

*Hacia la dictadura:

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vos (inmovilismo) y finalmente la ruptura de la democracia. Sin embargo, otros teóricos han confron-

tado esta supuesta supremacía del parlamentarismo, pues dado que la mayoría de regíemenes presi-

dencialistas existen en la región de Latinoamérica, y que en esta región no se presentan regímenes par-

lamentarios, “no podemos estar seguros de que esos colapsos resultaran del presidencialismo más que

de las condiciones generales que afligían a la democracia sudamericana” (Shugart y Mainwaring, 1997:

27). A la vez se puede argüir, siguiendo a estos mismos autores, que existen algunas ventajas intrínse-

cas al presidencialismo tales como: la mayor cantidad de opciones para los votantes (elecciones ejecu-

tivas y legislativas), accountability electoral (O'Donnell, 1994) e identificabilidad, entendida como “el

grado en que las coaliciones alternativas para controlar el ejecutivo son discernibles para los votantes

antes de la elección” (Stormen, Shugart y Mainwaring, 1997: 27). Sumado a estas razones, existe una co-

rriente bajo la cual se asegura que la inestabilidad de las democracias presidenciales corresponde a su

legado autoritario, más que a una inestabilidad inherente de las instituciones presidenciales (Cheibub,

2007: 15). Es precisamente en este punto, dónde se conjuga lo institucional con lo no institucional y

donde se deben plantear dos cuestiones: ¿juega la inercia cultural de los legados autoritarios un papel

importante en la ruptura de las democracias y los ascensos de dictaduras? e ¿incrementa el entorno la

posibilidad de hacer surgir una dictadura?

Desde el punto de vista de la cultura política “la carencia de una <<cultura cívica>>, es la razón

genérica que con mayor frecuencia se aduce para tales fracasos (de la democracia)” (Putnam en Offe y

Schmitter, 1995: 27). La premodernidad entendida como intolerancia o irrespeto por la diversidad y re-

flejada en culturas políticas del tipo parroquial o de súbdito (Almond y Verba, 1992: 171-202) sería desde

este punto de vista la explicación para que, Latinoamérica en general, y Perú en particular, no hayan

conseguido todavía estabilidad democrática. Sin embargo, más allá del evidente legado autoritario de

una cultura política como la peruana y de la inercia que ésta genera en los arreglos institucionales, se

debe señalar que con el ascenso de Fujimori se configura un resurgir del autoritarismo por un rechazo

de la comunidad política peruana al tipo de democracia practicada a lo largo de los ochentas en dicho

país. Esto es lo que se conoce como legitimidad negativa (Lipset, 1994: 8), es decir, el ascenso de un tipo

de régimen no tanto por sus bondades intrínsecas, sino por las debilidades del otro.

En este punto es conveniente recordar que Fujimori llega al poder en medio de dos situaciones

políticas muy específicas: 1. El conflicto interno contra el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac

Amaru) y Sendero Luminoso y, 2. Una crisis de representación materializada en la quiebra del sistema

de partidos, por medio de la cual, luego del fin de la dictadura del General Bermúdez, Acción Popular

y el APRA se habían disputado el poder. En este último caso, Alcántara señala que “los profundos cam-

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bios acaecidos en Perú y Venezuela a lo largo de la década de 1990 son la excepción y no la regla. En

estos países puede hablarse, sin ningún género de dudas, de una refundación del sistema bipartidista

según un esquema funcional para los intereses de los liderazgos bonapartistas de sus respectivos pre-

sidentes” (Alcántara, 2001: 110).

Dejando de lado la discusión sobre el sistema político venezolano, pues cae por fuera del objeto

del presente escrito, parece cierto para el Perú, que la crisis de representación y la subsecuente quiebra

del sistema de partidos dieron la estructura de oportunidades políticas precisas para que un outsider

como Alberto Fujimori llegará al máximo cargo político en dicho país, precisamente como resultado de

la desilusión colectiva respecto de los resultados de los gobiernos democráticos anteriores en materia

de: violencia interna, corrupción generalizada y desórdenes económicos tales como la híper-inflación

y la devaluación de la moneda nacional. Este ascenso de Fujimori, terminó entonces profundizando

las condiciones políticas iníciales que lo crearon, pues durante el gobierno de este mandatario, no se

formó un nuevo sistema de partidos competitivo y coherente con una democracia liberal, ni tampoco

se rutinizaron o fortalecieron reglas de juego propias de esta forma de gobierno. Sin duda las conse-

cuencias de la desinstitucionalización iniciales luego de la quiebra del sistema de partidos, se profun-

dizaron con el ascenso de Fujimori y su partido CAMBIO90 al poder.

Precisamente el devenir de este partido fue un claro reflejo de lo que estaba sucediendo al inte-

rior del país, pues evidentemente el funcionamiento de CAMBIO90 reproducía en lo micro, las ten-

dencias autoritarias que Fujimori imprimió al sistema político peruano en lo macro. Esta afirmación se

ve sustentada desde un análisis programático-partidista de CAMBIO90, pues éste fue un partido que

en términos de liderazgo podía ser nítidamente caracterizado como una máquina caudillista, es decir,

un partido con un fuerte y centralizado liderazgo y con unas relaciones de poder muy verticales, con

poca democracia interna y con militantes menos proclives a acatar resoluciones del partido (Alcántara

2004: 209). En conclusión, si bien en la década anterior a 1980 se asiste a un régimen dictatorial, una vez

la democracia se instauró, no cumplió con las expectativas del electorado, entonces el legado autorita-

rio resurgió, pero no fundamentalmente por sí mismo, sino por la ineficiencia de los gobiernos demo-

cráticos que le antecedieron.

Como se menciona líneas arriba, Fujimori llegó al poder en medio de dos situaciones políticas

muy complejas: la quiebra del sistema de partidos vía crisis de representación y un enfrentamiento mi-

litar con dos guerrillas: el MRTA (guevaristas) y Sendero Luminoso (maoístas). En este último caso, Fu-

jimori mantuvo una guerra constante contra dichos grupos insurgentes; tanto así, que dichas organi-

zaciones sufrieron sus golpes decisivos en julio y septiembre de 1992 respectivamente. Pero esta victo-

26

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ria no fue tan fácil ni tan transparente, pues, además del autogolpe y de la nueva Constitución reescrita

prácticamente por, y para, el mismo presidente y el bloque en el poder que lo secundaba, más adelante

se comprobaría también, que grupos paramilitares lucharon desde la ilegalidad contra estas guerrillas

auspiciados por la acción (o al menos la omisión) del gobierno fujimorista. El caso más conocido en este

campo fue “la masacre de Barrios Altos” donde una organización paramilitar llamada el Grupo Colina

asesinó a quince personas en diciembre de 1991. Se tiene entonces una arremetida legal e ilegal contra

los grupos al margen de ley, y como siempre en estos casos, colateralmente también contra personas

inocentes, lo cual incrementó los niveles de autoritarismo en dicho sistema, concomitantemente con

otras patologías políticas que dicho líder estaba exacerbando: corrupción, homicidios políticos, impu-

nidad, crímenes de lesa humanidad, violación a los derechos humanos, etc.

En el sentido de lo antes mencionado, el sistema político peruano estuvo expuesto de manera

evidente ante lo que Offe y Schmitter (O&S) han llamado dilemas extrínsecos, “en el sentido en que im-

plican la compatibilidad de las reglas y prácticas con las divisiones sociales, culturales y económicas ya

existentes a la llegada de la democracia liberal y que proporcionan los recursos materiales y morales de

los que ella depende” (Offe y Schmitter, 1995:17). Este dilema para el caso peruano se materializaba en la

amenaza, que para la viabilidad del sistema democrático, representaban los poderes fácticos antes

mencionados, pues estos eran actores que ponían en duda la soberanía interna del Perú debido a que

impedían, en ciertas regiones y momentos, que las autoridades del sistema político cumplieran a caba-

lidad la función primaria del mismo: la asignación autoritativa de valores en la sociedad.

Sin embargo, y siguiendo a O&S, este dilema extrínseco tiene dos caras, dos lados, ya que no sólo

debe ser leído de “arriba hacia abajo”, esto es, como un problema de gobernabilidad desde las élites y

las autoridades del sistema político, sino también puede y debe ser examinado de “abajo hacia arriba”,

como una “deserción o rechazo de las masas”. En este sentido, es posible conectar la tesis de los dile-

mas aquí tratados, directamente con la crisis de representación expuesta líneas arriba, enlazando así

las dos causas más importantes que, según lo expuesto, son responsables del ascenso y consolidación

de Fujimori. Esta conexión se establece en el momento en que las acciones, demandas y objetivos polí-

ticos de grupos como el MRTA y Sendero Luminoso no fueron suficientemente procesados y solucio-

nados por el sistema, lo que representó el posterior recrudecimiento de sus escaladas militares y el con-

secuente malestar de sectores importantes de la comunidad política peruana que se vieron afectados

directa y/o indirectamente por estas acciones. Precisamente en este marco es que Fujimori surge como 5respuesta electoral a estas dos “situaciones socialmente problemáticas” : la crisis de representación y la cri-

sis de seguridad interna.

5 Entendiendo que este tipo

específico de situaciones son “aquellas en las cuales la so-ciedad de manera mayorita-ria percibe un problema so-cial como relevante y consi-dera que el régimen político debe entrar a enfrentarlo a través de políticas públicas” (Vargas, 1999: 58 y 59).

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En este punto, es importante aclarar el por qué estas dos causas explicativas dejan de lado los pro-

blemas económicos que, como se menciona anteriormente, también atravesaba el Perú a la llegada de

Fujimori. La principal razón, se refiere al hecho de que este gobernante llegó al poder con un discurso

económico totalmente contrario al programa neoliberal que luego aplicó, y sin embargo, a pesar de

esta aparente gran contradicción, estos cambios de planes económicos nunca afectaron determinante-

mente la estabilidad del gobierno de Fujimori. Lo que este hecho devela es, en realidad, que las situa-

ciones que la comunidad política peruana del momento percibìa como socialmente problemáticas

eran aquellas referidas especìficamente a la seguridad interna y a la inconformidad con el sistema de

representación, más que las tocantes directas al sistema económico, así este estuviera en crisis. Precisa-

mente, estas dos situaciones fueron aprovechadas por Fujimori para: a. Llegar al poder (por su nove-

dad como figura en la escena política) y b. Mantenerse en el poder por más de una década (por su efec-

tiva política de seguridad interna).

De lo antes dicho, se puede rescatar que Perú no fue el único país de Latinoamérica en el que una

dictadura aplicaría “recetas” neoliberales por medio de técnicos instruidos en los Estados Unidos,

pues ello también sucedió, por ejemplo, con los “Chicago boys” de la dictadura de Pinochet. Esta apli-

cación no consensuada y, por ende, no democrática de la política económica, encubierta bajo el manto

del tecnicismo y la apoliticidad, sin duda fue un rasgo distintivo de algunos de los gobiernos dictato-6riales (y democráticos) de toda esta época, que fueron constantemente presionados para alcanzar los

equilibrios macroeconómicos que pregonaban instituciones como el Fondo Monetario Internacional.

En resumen, el siguiente esquema explica el surgimiento del gobierno dictatorial de Alberto Fuji-7 8mori: 1. Un legado autoritario lejano , mediato e inmediato, este último ocurrido a finales de la década

de los setentas a manos del General Francisco Morales Bermúdez, luego 2. Una transición a la demo-

cracia, la cual se caracterizó por 2.1. La nueva constitución de 1979, 2.2. Un régimen presidencialista

bastante fuerte y, 2.3. Un sistema de partidos bipartidista con Acción Popular y el APRA a la cabeza. En

este marco, el nuevo régimen democrático se enfrentó con 3. Dos situaciones socialmente problemáti-

cas que no fue capaz de resolver adecuadamente: 3.1. La crisis de seguridad interna con Sendero Lumi-

noso y el MRTA como los grupos guerrilleros más visibles y, 3.2. La subsecuente crisis de representa-

ción, que posteriormente se tradujo en 4. El ascenso de Fujimori al poder y finalmente 5. La ruptura del

sistema democrático, a manos de dicho gobernante, con el autogolpe de 1992 como elemento simbóli-

co y práctico contundente.

6 Para el caso de Colombia ver: (Estrada, 2006: 141-177).7 Sólo para nombrar dos ejem-plos específicos dentro de la historia política peruana: 1. En el siglo XIX entre 1821 y 1845, es decir en tan sólo 24 años, existieron cincuenta y tres gobiernos y seis consti-tuciones y 2. En el siglo XX tu-vieron lugar (dependiendo de la fuente) alrededor de siete rupturas de la democra-cia.8 Desde 1946 hasta hoy en el Perú han existido cuatro rup-turas de la democracia.

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*Los posibles escenarios del Perú en el corto plazo: ¿Hacia la dictadura?

A FASE FINAL DE ESTE ENSAYO VERSARÁ SOBRE LAS DINÁMICAS POST FUJIMORISTAS DEL

sistema político peruano y cómo a partir de éstas es posible atisbar posibles escenarios L (o estados) de dicho sistema. En primer lugar, se debe señalar que no obstante, Sendero

Luminoso fuera duramente golpeado bajo el gobierno de Fujimori, ésta agrupación guerrillera no fue

totalmente suprimida. Ello se evidencia en hechos como los que fueron reportados en el siguiente aná-

lisis de medios:

“La prensa local ha reportado la aparición de pintadas presuntamente de simpatizantes de Sendero Luminoso en algunas uni-

versidades públicas en Lima, con el fin de captar adeptos entre los estudiantes bajo el mismo sistema utilizado en los años 80,

cuando apareció el grupo rebelde. El gobernante [Alan García] criticó, igualmente, el tratamiento dado a este asunto en los úl-

timos años, en alusión al Gobierno de transición de Valentín Paniagua (2000-2001) y al de Alejandro Toledo (2001-2006), en

los que se aprobaron indemnizaciones para víctimas de las fuerzas armadas y el terrorismo, pero también se excarcelaron sen-

tenciados por ese delito”.

García afirmó que esta "no es la forma de tratar el terrorismo en el Perú". "Ya hizo bastante daño causando decenas de miles de

peruanos muertos y ya se han acostumbrado a que se les trate con guantes de seda en los últimos años, pero se tiene que aca-

bar" (El Comercio, edición on line: 3 de diciembre de 2007, 19:46 horas).

Algo más de seis meses después, una nueva noticia corrobora el hecho de que dicha organiza-

ción está intentando atraer nuevos militantes y hacerse sentir fuertemente en el territorio peruano:

“Ayacucho. (AP) - Seguidores del grupo maoísta Sendero Luminoso irrumpieron en tres pueblos de

esta región andina, y pintaron paredes con símbolos senderistas y mensajes de apoyo a lo que llaman 9su lucha armada, informó el sábado la policía” .

Los anteriores hechos y declaraciones revivían el debate en torno a la implantación de la pena de

muerte en el Perú. Este tema reaparecía luego que a finales de 2006 el gobierno de Alan García tramita-

ra ante el Congreso peruano la aprobación de dicha pena como una ampliación punitiva a la ley 2575 o

“ley antiterrorista” pues, como lo mencionaba por aquellos días el mandatario en una de sus defensas 10de dicha iniciativa: “Frente al terrorismo no hay otra respuesta que la mayor severidad posible” . Sin

embargo, en el primer semestre de 2007 el Congreso peruano no aprobó dicha propuesta, decisión cele-

brada por organizaciones internacionales como la Federación Internacional de los Derechos Huma-11nos (FIDH) reunida en Lisboa, Portugal, del 19 al 25 de abril de 2007 .

Como si fuera poco, y para terminar de redondear este complejo panorama, en el mes de octu-

bre del presente año, daba la vuelta al mundo una noticia sobre el supuestamente extinto Sendero Lu-

9 El Comercio, versión On

Line: 23 de Agosto de 2008, 16:27 horas.10

BBC en español, versión On Line: 19 de diciembre de 2006, 01:02 horas GMT.11 Para analizar la declaración de la FIDH ante la situación de la pena de muerte en el Perú y su conexidad con los derechos humanos ver:www.fidh.org/IMG/doc/Resol _PeinDeMort_Peru _Esp.doc

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minoso, esta información reseñaba que dicha agrupación había realizado, luego de más de una déca-

da, una nueva arremetida militar que es considerada, hasta el momento, como la de mayor magnitud

luego de la dictadura de Fujimori. Esta acción militar dejó tras de sí la muerte de “12 uniformados y dos

civiles. Además, quedaron más de una docena de heridos, 14 uniformados y tres civiles, entre ellos un

niño de 5 años, de acuerdo con el comunicado oficial emitido ayer por el Comando Conjunto de las 12Fuerzas Armadas” .

Este breve recuento de la coyuntura política peruana permite rastrear dos dinámicas actuales re-

levantes: 1. El (re)surgir de Sendero Luminoso en la escena política, seguramente con menos fuerza mi-

litar que antes, pero sin embargo haciendo sentir su no desaparición y probable (re)fortalecimiento y,

2. Un discurso oficial bastante rígido y autoritario, como lo comprueba el hecho que bajo el actual go-

bierno peruano se considere que la pena de muerte es la salida para fortalecer la seguridad interna.

Bajo estas dinámicas, es posible vislumbrar al menos cuatro posibles escenarios del sistema político pe-

ruano en el corto plazo (entendiendo por corto plazo hasta 2011 cuando termina su periodo presiden-

cial García). La realización de dicho análisis se centrará en dos actores estratégicos: el actual gobierno

con García a la cabeza y Sendero Luminoso. A la vez se entenderá que una estrategia agresiva es aque-

lla en que el actor decide intentar dominar al otro, y a contrario, una estrategia pasiva será aquella en

que el actor decide adaptarse al contexto en vez de dominar al otro.

Posibles escenarios en el corto plazo.

1. | Agresividad mutua y dictadura.

N ESTE ESCENARIO SE CREE QUE SI SE INCREMENTAN (EN NÚMERO Y/O MAGNITUD) LOS

actos político-militares de Sendero Luminoso, es decir, si esta organización adopta una E estrategia agresiva y, por el otro lado, García hace lo propio actuando también de mane-

ra agresiva, debido a que no está nuevamente dispuesto a dejarse aventajar ni simbólica, ni militar-

*Tabla 1

12 El País, versión On Line: 11

de octubre de 2008.

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Page 35: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

mente, por este grupo subversivo (tal como hasta ahora lo ha mencionado y demostrado en su discur-

so político e iniciativas legislativas) estaría dado el contexto propicio para el resurgimiento de aquel

vasto legado de dictaduras y autoritarismo que carga tras de sí la cultura política peruana, ya que esta

situación implica, de suyo, una guerra sucia entre ambos bandos.

2. | Democracia con mano dura, pero democracia.

En este contexto el gobierno de García se mantiene firmemente en la idea de no dejarse tomar

ventaja por Sendero, pero el grupo guerrillero decide no actuar y mejor “resguardarse”, muy segura-

mente, con el objetivo de (re)fortalecerse para actuar agresivamente en el mediano o largo plazo. En

estas condiciones el gobierno estaría en capacidad de derrotar nuevamente al grupo guerrillero con

una política de seguridad interna férrea pero manejada en ciertos mínimos democráticos y de respeto

a los derechos humanos.

3. | El Síndrome Fujimori.

En este escenario, que da nombre al ensayo debido a que describe las condiciones para el ascen-

so de un líder como Fujimori al poder, Sendero Luminoso ha decido adoptar una estrategia agresiva y

enfrentarse, desde ya y de manera frontal, al gobierno de García; por el otro lado, el presidente decide

adoptar una estrategia pasiva, en medio de la cual lo toma por sorpresa la arremetida de Sendero. Así

las cosas, se repite tal cual el proceso que llevó a Fujimori al poder: crisis de seguridad interna por inefi-

cacia del gobierno democrático y su consecuente pérdida de legitimidad, incremento de legitimidad

negativa en contra de la democracia y a favor de opciones autoritarias, crisis de representación y quie-

bra de la democracia.

¿Diálogo o fortalecimiento militar?

N ESTE CONTEXTO TANTO EL GOBIERNO COMO SENDERO DECIDEN ADOPTAR UNA ESTRA-

tegia pasiva. Aquí en el corto plazo las cosas seguirían su curso actual, es decir, Perú con-E tinuaría siendo una democracia. Estas actuaciones pasivas podrían explicarse, desde la

perspectiva de Sendero, porque este grupo tenga por objetivo el no desperdiciar en el corto plazo lo

que ha vuelto a conseguir, militar y políticamente, hasta el momento. Sin embargo ello no implica que

la estrategia final, de largo o mediano plazo, no sea agresiva. Esta actitud de largo plazo se puede cam-

biar si, y solo si, se consensuan salidas políticas en el corto plazo. Por el lado del gobierno de García la es-

trategia pasiva, es decir, no dominante, se correspondería con la intención de no incurrir en excesos de

*Democracia e incertidumbre:

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Page 36: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

corte autoritario como la violación de derechos humanos, modo de actuar que podría explicarse, a su

vez, por la llegada de un gobierno (en presidencia y Senado) demócrata a los Estados Unidos. Todo lo

cual conllevaría al gobierno peruano a buscar salidas políticas para desmovilizar a los reductos de Sen-

dero Luminoso. Sin embargo, de no darse la salida política se estaría, en el mediano y/o largo plazo,

con un Sendero Luminoso fortalecido militarmente y probablemente entonces, ante el recrudeci-

miento del conflicto interno.

Para concluir, es posible que debido a la experiencia ya vivida por García en su primer gobierno,

muy probablemente este mandatario no adopte una estrategia pasiva pues, tal como lo demuestra el

análisis de prensa, el actual presidente del Perú no está dispuesto a dejar de usar políticas de “mano

dura” en la medida en que se le permita. En este sentido, quedan dos posibles escenarios a partir de la

estrategia agresiva de García: “Democracia con mano dura, pero democracia” y “Agresividad mutua y

dictadura”. Ambos dependen del análisis y, posterior estrategia, que realice Sendero Luminoso de las

relaciones políticas y de fuerza del momento. Probablemente este grupo escogerá un curso de acción

también agresivo, pues es claro, al menos discursivamente, que García no piensa darles ningún respi-

ro. Así las cosas, ante la consolidación de un escenario tipo “Agresividad mutua y dictadura”, el recru-

decimiento del conflicto interno dependerá entonces de qué tanto (re)afianzamiento político-militar

haya conseguido Sendero Luminoso en estos últimos diez años.

*Palabras finales.N TÉRMINOS DE LO QUE “DEBERÍA SER” ES NECESARIO QUE ALGUNOS LIDERES, PERO POR

sobretodo la misma comunidad política peruana, sea consciente de que necesita hacer E gala de su historial democrático, en el sentido de crear consensos alrededor de la necesi-

dad de conseguir una salida negociada al conflicto entre Sendero Luminoso y la institucionalidad pe-

ruana, puesto que un nuevo intento de supresión por la fuerza de parte de esta última, casi que segura-

mente signifique la perpetuación y el arraigo de polarizaciones político-militares entre los combatien-

tes y el régimen político. Lo anterior puede generar, entre otros muchos resultados: la permanencia de

reductos guerrilleros, el fortalecimiento de los legados autoritarios, gobiernos dictatoriales y, lo peor

de todo, la afectación, hasta en la propia vida, de ciudadanos/as inocentes. Aquí se cree, e insiste, en

que ni el sistema político ni sus funciones, son un fin en sí mismos, pues en realidad estos existen por y

para preservar y potenciar el desarrollo de la vida en sociedad, precisamente con este llamado final se

insta a que ello efectivamente sea así.

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Page 37: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

*BIBLIOGRAFÍA

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• O'DONNELL, Guillermo. Transiciones desde un gobierno autoritario: América Latina. Barcelona: Paidós, 1994.

Los partidos políticos en América Latina: la fachada y las ruinas

*RESUMEN

Dentro de los gobiernos dictatoriales que presenció América Latina en la década de los noventas del siglo XX, la dictadura civil de

Alberto Fujimori marcó todo un hito por varias de sus particularidades, tales como el autogolpe de 1992 o la característica outsider

de este gobernante. En este marco, el presente escrito intentará explicar, a partir la quiebra del sistema de partidos vía crisis de repre-

sentación y de la crisis de seguridad interna, el por qué y el cómo ocurrió el ascenso y la posterior consolidación de este dictador, para

finalmente, plantear cuatro posibles escenarios que, en el corto plazo, el sistema político peruano podría llegar a presenciar tras el le-

gado autoritario fujimorista.

*PALABRAS CLAVES

Democracia liberal, dictadura civil, Fujimori, presidencialismo, régimen político, sistema de partidos.

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Page 38: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

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• VARGAS, Alejo. Notas sobre el estado y las políticas públicas. Bogotá: Almudena Editores, 1999.

*ARTÍCULOS DE PRENSA

• “Alán García considera que es mejor prevenir el terrorismo con mano dura”.

El Comercio, versión On Line, 3 de diciembre de 2007.http://www.elcomercio.com.pe/ediciononline/HTML/ 2007-12-03/alan_garcia_considera_que_es_m.html

• “Sendero Luminoso pinta su símbolo y frases contra Alan García en Ayacucho”

El Comercio, versión On Line, 23 de Agosto de 2008.http://www.elcomercio.com.pe/ediciononline/html/2008-08-23/sendero-luminoso-pinta-su-simbolo-y-frases-contra-alan-garcia-ayacucho.html

• “Sendero Luminoso reaparece en Perú con 14 muertos”.El País, versión On Line, 10 de octubre de 2008.http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20081011elpepuint_1&type=Tes&anchor=elpepuint

• “Alán García insiste con pena capital”.

BBC News, versión On Line, 19 de diciembre de 2006.http:/news.bbc.co.uk/.hi/spanish/latin_america/newsid_6192000/6192017.stm

*TEXTOS INSTITUCIONALES

• Constitución Política del Perú, 1993.

• 36º Congreso de la Federación Internacional de Derechos Humanos, reunida en Lisboa, Portugal. www.fidh.org/IMG/doc/Resol_PeinDeMort_Peru_Esp.doc

Las paradojas y dilemas de la democracia liberal

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Page 39: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

*Contexto histórico: Fujimori y la antipolítica.

2E ESTA MANERA, CARLOS IVÁN DEGREGORI , COMIENZA SU LIBRO “LA DÉCADA DE LA

antipolítica” en el que hace un análisis histórico-antropológico de la política de los D años noventa en el Perú, es decir, durante los años de gobierno de Alberto Fujimori.

Este primer párrafo del libro- y de este artículo- ejemplifica la sensación de los y las peruanas luego de

las elecciones fraudulentas del año 2000 que marcaron el inicio del fin de la dictadura fujimorista.

En 1990, el Perú se encontraba la peor crisis de su historia republicana: “La presión tributaria

había descendido a menos del 4% del PBI; el desempleo y subempleo afectaban a más del 70% de la

PEA, la infraestructura colapsaba. A ello se sumaba la corrupción en todos los niveles del estado, el des-

prestigio de los partidos políticos y el avance de Sendero Luminoso”. Es de entender que, en tal esce-

nario político, surgiera un outsider usando su independencia como bandera y criticando a la política

“tradicional”; además de enfatizar su imagen de técnico eficaz- con el slogan “honradez, tecnología y

trabajo (Degregori,2001:28). Lo sorprendente: que esto lo llevara a la presidencia del país.

Mujer:La estrategia política de Fujimori

“Mi país es una montaña rusa. Apenas uno se cree seguro en su vagoncito, una caída súbita lo lanza a velocidad de vér-

tigo en direcciones insospechadas. Por eso en mi país el que pestañea pierde. Te duermes una mañana más de la cuenta

y ya se engulleron un canal de TV. Viajas por el fin de semana y al regresar ya no hay tribunal constitucional. Apagas

el televisor porque en el canal de todos los peruanos repiten una de Cantinflas en vez de ofrecer los resultados electora-

les, y cuando vuelves a prender al candidato ganador le han robado la elección” (Degregori,2001: 19).

María Fe Celi Reina1

1 María Fe Celi Reina es estu-

diante de IX ciclo de An-tropología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

*Correo electrónico:[email protected] 2 Antropólogo Peruano.

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Page 40: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

A pesar de un inicio democrático, los gobiernos fujimoristas fueron dictaduras “vestidas” de go-

biernos democráticos caracterizados por una corrupción generalizada, violación de derechos huma-3nos y una constante política asistencialista (acompañada de un apoyo “incondicional” de los medios

de comunicación) que mantenía “contenta” a la mayor parte de la población. Si bien se le reconoce a Fu-

jimori haber rescatado la economía del país y haber acabado con el terrorismo, hoy se sabe que no fue

así. Sus medidas neoliberales extremas han hecho del Perú un país extremadamente dependiente con 4tasas de pobreza y desigualdad aún muy altas; y se sabe que la captura de Abimael Guzmán que marcó

la debacle de Sendero Luminoso se debió esencialmente a dos factores: las rondas campesinas y el 5GEIN formado en 1989 a cargo del general Ketín Vidal . La academia ha denominado esta forma de po-

lítica como “antipolítica” que Lynch define de la siguiente manera:

“un conjunto de discursos y prácticas que satanizan la política como actividad pública e institucionalizada y pretenden su

reemplazo por mecanismos 'naturales' como el mercado, cuya vigilancia está a cargo de técnicos que brindan soluciones prác-

ticas a problemas específicos. Esta satanización tiene como blanco fundamental a los partidos, y busca reemplazarlos por un

outsider, un independiente incontaminado por cualquier compromiso político previo, que desarrolla un liderazgo salvador

de carácter plebiscitario y una representación simbólica, buscando la identificación directa de la población con el líder, sin la

mediación de instituciones [lo] que crea una ilusión de participación en un contexto de crisis en el cual las diferenciaciones cla-6sistas parecen diluirse, las identidades pierden consistencia y las representaciones políticas colapsan” .

Es en éste contexto en el que se debe entender una de las grandes contradicciones del régimen fu-

jimorista: el interés del Estado por implementar políticas de equidad de género- de corte democrático-

y de leyes que fomentaran la mayor participación de la mujer en política, siendo éste una dictadura. El

presente artículo busca explicar esta evidente contradicción a través de un recuentro histórico y, poste-

riormente, un análisis de los factores nacionales e internacionales, que coincidieron durante el último

decenio del siglo XX en el Perú y permitieron que esta situación se diera. Asimismo, cabe aclarar que el

punto a tratar en este artículo es sólo un ejemplo de un sinnúmero de estrategias utilizadas por el Presi-

dente-dictador y su asesor, Vladimiro Montesinos. Si bien, no se busca desmerecer los avances en ma-

teria de equidad de género, se quiere mostrar que la aplicación “tal cual” de estas medidas sin contex-

tualizarlas y asumiendo un modelo de mujer único pueden llevar a reproducir sistemas de desigual-

dad y crear mayores divisiones en el seno de los movimientos de mujeres, en lugar de lograr una mejor

situación para ellas.

3 Con la caída del régimen,

cayó toda la red de corrup-ción de los medios de comu-nicación y el manejo de la prensa “chicha”. Para mayor información, consultar “La década de la antipolítica” (bi-bliografía).4 O Presidente Gonzalo, lí-der de Sendero Luminoso.5 Las rondas campesinas se

formaron cuando las FF AA cambiaron de estrategia y se pusieron a favor de la pobla-ción. El GEIN (Grupo Espe-cial de Inteligencia). Ver:http://www.cverdad.org.pe/ 6 Ver: (Degregori: 20).

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Page 41: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

*Políticas de género: Producto de los años noventa.1. | Contexto internacional.

URANTE LOS AÑOS NOVENTA, UN SECTOR DEL MOVIMIENTO DE MUJERES LOGRA COLO-

car en el terreno internacional las preocupaciones existentes por la situación de la mu-D jer. Esto llevó a una serie debates que buscaban visibilizar las condiciones de desi-

gualdad y abuso en las que se encontraban las mujeres. Así como a establecer pautas y compromisos

por parte de los gobiernos para realizar reformas en miras de una mejor situación para las mujeres,

tanto a nivel de derechos como de representación.7En la conferencia de Río , conocida como la Cumbre de la Tierra, fue el primer espacio para estos

8debates. Ahí el movimiento feminista discrepó con el Grupo Población debido a las posiciones con res-

pecto a la responsabilidad de las mujeres en la destrucción del medio ambiente. Según el movimiento

feminista, el Grupo Población obstaculizaba la mejora de la posición de la mujer porque al promover la

planificación familiar las acusa de la destrucción de medio ambiente. Cabe aclarar, que los impulsado-

res de políticas de desarrollo ya se habían visto en la necesidad de integrar la política de población con

la de desarrollo. Los programas de población estaban vinculados a la mitigación de la pobreza, el mejo-

ramiento de la salud y el mejoramiento de la condición de la mujer (Conapo, 1994). Dos años después,

en la Conferencia de Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) se dan giros inesperados en las posiciones.

Por un lado, el ecofeminismo opta por una posición prudente frente al Grupo Población. Por otro lado,

el movimiento feminista internacional se orientó hacia abogar por un lenguaje de derechos: afirma-

ción de los derechos humanos universales, en autonomía de interpretaciones o tradiciones culturales

o criterios religiosos. Esta posición se vio favorecida por el reconocimiento de los derechos humanos

de las mujeres en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena.

La Declaración y el Programa de Acción resultantes de la Conferencia en el Cairo (1994) van a sen-

tar las bases para la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) en lo que respecta a sus dere-

chos. “Los consensos de El Cairo y de Beijing se han constituido en las líneas maestras sobre las cuales

las instancias monitoras de los tratados de derechos humanos han encaminado el examen de los de-

sempeños del los Estados en materia de población y salud reproductiva, incluida la planificación fami-

liar”. La Conferencia de Beijing estableció una Plataforma de Acción basada en los siguientes doce pun-

tos: la mujer y la pobreza, la educación y la capacitación de la mujer, la mujer y la salud, la violencia con-

tra la mujer, la mujer y los conflictos armados, la mujer y la economía, la participación de la mujer en el

7 Datos en esta sección toma-

dos de “Nada Personal”, (Cla-dem, 1999: 22-24).8 Grupo de origen estadouni-

dense con objetivos interna-cionales en el que se encuen-tran representantes de los medios académicos, guber-namentales, de las ONGs y de los medios de informa-ción. (Lassonde, tomado de Na-da Personal : 22).

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poder y la adopción de decisiones, los mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer, los de-

rechos humanos de la mujer, la mujer y los medios de comunicación, la mujer y el medio ambiente, y la 9mujer y la niña .

Esto muestra un planteamiento muy claro: especial interés en la generación de recursos y for-

mas de gobierno para la mujer. La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (CCMM), significó un

cambio en la concepción de género y la necesidad de insertar esta noción en las políticas públicas.

Como afirma Rocío Palomino, el pronunciamiento de Beijing, dos años antes, hubiese sido considera-

do como un pronunciamiento feminista (Palomino: s/f).

2. | Problemas de aplicación de las políticas de género.

El contexto internacional descrito anteriormente, nos muestra que recién en la década de los 90

se empieza a gestar la noción de género y su necesidad en las políticas de Estado, lo cual complica la

aplicación de éstas políticas. Según Irma Arraigada, existen dificultades para la aceptación y ejecución

de las políticas de género “las mismas que tienen relación con las resistencia frente al cambio, con la

multiplicidad de actores sociales y políticos involucrados… con las resistencias ideológicas que frente

al tema se han desarrollado a partir de fundamentalismos religiosos y políticos entre otros factores”

(Arraigada, 1999:116).

Además, a nivel de operacionalización, muchas políticas han fallado pues no existe un acuerdo

sobre las dimensiones éticas que plantea la igualdad de derechos de hombres y mujeres (Arraigada,

1999:117). Por otro lado, las relaciones de género están relacionadas con aspectos subjetivos de una

persona y, por ello, se considera al género, como parte del ámbito privado. De este modo se conciben

como preocupaciones de sentido común y no como criterios para la concepción de políticas públicas

(Arraigada, 1999: 118). Por ello, la aplicación de las políticas de género, en el contexto de liberalización

de los estados en Latinoamérica, encuentra los mismos problemas que las otras políticas sociales. No

obstante, la dificultad mayor radica en que los movimientos feministas, grandes impulsadores de los

cambios en las relaciones de género, no cuentan ni con experiencia política, ni con experiencia buro-

crática para la ejecución de políticas públicas (Arraigada, 1999:118). Por ello, se puede ver que en los no-

venta, la poca institucionalidad de género.

Finalmente, la incorporación del “género” a las políticas públicas es producto de diversos proce-

sos variables que van a depender del contexto propio de cada país. No obstante, “se sabe que la incor-

poración de la equidad de género en las políticas públicas en un contexto de modernización y cambio

del Estado, no sólo acelera este proceso al exigir un quehacer más integral e intersectorial, sino que tam-

9 Tomado de:http://www.un.org/spanish/conferences/Beijing/mujer2021 .html

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bién es una apuesta por una mayor democratización y transparencia del Estado para que dé cuenta de

sus acciones a la sociedad” (Arraigada, 1999:136).

*Políticas de género en el gobierno fujimorista.N ESTA SECCIÓN HAREMOS UN BREVE RECUENTO HISTÓRICO DE LAS POLÍTICAS GUBERNA-

mentales que se dieron durante los años noventa. Para nuestro fin, las hemos dividido E en dos grandes grupos: políticas institucionales y políticas asistencialistas. En las pri-

meras, nos concentraremos en el aumento de políticos mujeres en los poderes del Estado durante ésta

década que significó, en teoría, una mayor representación de las mujeres. Nos enfocaremos, más espe-

cíficamente, en la creación del Ministerio de la mujer (PROMUDEH), la participación en la mesa direc-

tiva del Congreso y la ley de cuotas. En las segundas, presentaremos las líneas generales del Plan 1996-

2000 contra la pobreza lanzado en febrero de 1996 por el gobierno. Nos concentraremos en los progra-

mas de asistencia alimentaria y de planificación familiar.

*Políticas institucionales.EGÚN BLONDET, LA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS DE LOS OCHENTA, QUE ERAN ESPA-

cios completamente masculinos, llevó a la irrupción de Fujimori en el espacio político na-S cional, consolidando la era de los “outsiders” como los nuevos actores de la política pe-10ruana. Ante esta crisis de los “cuarteles masculinos de la política” , se abren nuevos espacios para las muje-

res (Blondet, 2002: 32-33).

La mayor parte de las mujeres fueron designadas por el propio ejecutivo. Como por ejemplo,

para los ocho ministerios encargados a mujeres y las más de veinte viceministras, para los organismos

públicos de alto rango como el Instituto de defensa del consumidor (Indecopi), la Oficina de Promo-

ción del Perú (PROMPERU), entre otros. Del mismo modo, en el poder judicial, una mujer formaba

parte del Tribunal Constitucional y la fiscalía de la Nación estuvo, sucesivamente en manos de mujeres

(Blondet, 2002:21).

A. | Ejecutivo y legislativo.

En 1996, en Alemania, Fujimori anuncia la creación del Ministerio de Promoción de la Mujer

(PROMUDEH), para sorpresa de los peruanos, el 11 de octubre. El 29 del mismo mes, mediante el de-

creto Legislativo 866, se concretiza su creación “teniendo como finalidad el desarrollo de la mujer y la

familia, bajo el principio de igualdad de oportunidades, promoviendo actividades que favorezcan el

10 Cita textual.

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11desarrollo humano, atendiendo de manera prioritaria a los menores en riesgo” . La creación de esta

instancia de alto nivel, significaría una mayor representatividad para la mujer y un espacio seguro den-

tro del ejecutivo. Sin embargo, durante el gobierno fujimorista, sólo dos mujeres ocuparon el cargo: Mi-

riam Schenone Ordinola y Luisa María Cuculiza (Murakami: 644-647), dos representantes acérrimas 12del Fujimorismo, “más fujimoristas que Fujimori” .

Cabe mencionar que, ese mismo año se crearon dos instancias más de alto nivel dedicadas a la

mujer: La Defensoría de la mujer en la Defensoría del Pueblo y la Comisión de la Mujer en el Congreso

de la República (Blondet,2002:22), como muestra de la cantidad de medidas que promovió Fujimori “a

favor” de la mujer. En el legislativo, también hubo una participación creciente de mujeres, sobretodo

de la bancada oficialista, a lo largo de la segunda mitad de la década de los noventa. Esto se puede ver a

través de la participación de las congresistas en la mesa directiva del Congreso.

En 1995, Martha Chávez es elegida presidenta del Congreso. Por primera vez en la década, una

mujer forma parte de la mesa. Luego, siempre hubo alguna mujer como presidenta o en algunas de las

vicepresidencias. En 1999 y en el 2000, Martha Hildebrandt ocupa la presidencia del congreso (ade-

más de la segunda vicepresidencia en el periodo 1996-1997). En el 2000, en el inicio del fin de la dicta-

dura fujimorista, se da la apoteosis de participación femenina con una mesa directiva cien por ciento fe-

menina. A parte de las congresistas mencionadas, participaron: Luz Salgado (tercera vicepresidencia

1998-1999, primera vicepresidencia 2000), Marianella Monsalve (segunda presidencia, 2000), Maria 13Jesús Espinoza (tercera presidencia, 2000) y Edith Mellado (primera presidencia, 1997-1998) .

B. | Ley de cuotas.

En diciembre de 1997 se presentó la propuesta de la Ley de cuotas en la que se establecía la obli-

gatoriedad de incluir un 25% de candidaturas de mujeres. Esta propuesta fue rechazada por muchos

de los y las congresistas del oficialismo. El rechazo se sustentaba en que se presentaba a las mujeres

como incapaces de competir con los hombres por sus méritos en igualdad de condiciones. Según Blon-

det, fue un debate áspero y muchas de las fujimoristas que estaban en contra de la ley “se sintieron agre-

didas por la propuesta y argumentaron su posición” .El debate quedó en espera y, curiosamente, en la

siguiente sesión del Congreso, ante la sorpresa del pleno, se presentó nuevamente la propuesta y toda

la bancada oficialista votó por su aprobación (Blondet, 2002:49).

El motivo de este cambio se debió a que Fujimori ordenó a su bancada que votaran a favor de la

medida. Los fujimoristas pero sobretodo, las mujeres fujimoristas dejaron de lado sus opiniones a

favor de los intereses del jefe. Seguramente, el ex-presidente veía en esta ley la posibilidad de seguir in-

11 Tomado de:

http://www.mimdes.gob.pe/antecedentes.htm12

Ver: (Blondet: 54).13

Ver: (Murakami: 649-650).

41

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corporando (¿o “capturando”?), a su bancada política, mujeres, o mejor dicho, subordinadas dóciles

que hicieran su voluntad (Blondet, 2002:50). Del mismo modo, la ley de cuotas provocó un amplio deba-

te en los círculos feministas del Perú. Algunas pensaban que se debía aprovechar el espacio que se abría

con esta nueva ley para ampliar y democratizar la condición de las mujeres, sin importar las diferen-

cias con el gobierno. En cambio, otras sostenían que una alianza con el gobierno contribuiría a “lavarle

la cara” al régimen autoritario y dado el contexto en que se daban las medidas no garantizarían mayo-

res cambios (Blondet, 2002:51).

14*Políticas asistencialistas .L PLAN 1996-2000 QUE BUSCABA ELIMINAR LA POBREZA EXTREMA EN 50%. PARA ELLO SE IN-

vertiría el 40% del presupuesto nacional. Los rubros identificables en el presupuesto E como destinados al alivio de la pobreza son:

• INABIF (Bienestar familiar).

• FONCODES (Pequeñas obras de infraestructura).

• PRONAA (Distribución de alimentos a comedores populares y alimentación escolar).

• Apoyo a la repoblación (Desplazados por la violencia política).

• Apoyo social (Uniformes escolares).

• Cooperación popular.

• Vaso de Leche.

En 1996, el 73,4% de hogares en extrema pobreza se benefició de alguno de estos programas. Las

líneas del plan eran: la asistencia alimentaria, el saneamiento básico y salud básica (centrada en la

lucha contra la mortalidad infantil). Paralelamente, la planificación familiar.

A. | Asistencia alimentaria.

Se pusieron en marcha programas concebidos para madres gestantes y para madres cabeza de fa-

milia. Además de los desayunos para alumnos escolares. Las organizaciones encargadas inicialmente

eran el PRONAA (clubes de madres), el FONCODES (desayunos escolares) y el Vaso de Leche dirigido

por las municipalidades distritales.

B. | Planificación familiar.

La planificación familiar ha sido un tema presente desde el inicio del gobierno fujimorista. El 28

de julio de 1991, Fujimori declaró el año de la Austeridad y la Planificación Familiar. Ese año fue lanza-

do también el Programa Nacional de Población 1991-1995 que buscaba “reducir el ritmo de crecimiento

14 Ver: (Bejar, 2000).

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natural de la población a un nivel no mayor del 2% anual para 1995”. Esto se lograría garantizando la li-

bertad y los derechos reproductivos de las personas, así como el derecho de las parejas a la libre deci-

sión sobre el número y el lapso entre un hijo y otro.

En 1992, fue adoptado el Manual de Salud Reproductiva (MSR) con carácter de aplicación obli-

gatoria en todo el Perú. Entre algunas de las disposiciones que se encontraban en el documento, se exi-

gía la firma del cónyuge para la realización de la anticoncepción quirúrgica. A partir de este momento,

ésta práctica tuvo crecimientos sostenidos. (Clandem, 1999: 30-31). Como parte del Programa de Salud

Sexual Reproductiva y Planificación Familiar 1996-2000, se buscaba luchar contra la mortalidad mater-

na. Según los datos recogidos por Bejar:

• El 50% de los partos eran atendidos en establecimientos de salud.

• El 44% de los nacimientos no eran asistidos por los profesionales de salud. El 24% eran atendidos por parteras y el 19% por

algún familiar.

• El 30% de los embarazos no deseados terminaban en un aborto cuya gran mayoría no se realizaba en buenas condiciones.

Por estos motivos, la política gubernamental se centró en un control continuo de la gestante, en

promover que los partos sean atendidos en establecimientos del Ministerio de Salud o que el parto do-

miciliario sea atendido por profesionales. Además se promovía la capacitación de técnicos, parteras u

otras personas para prepararlas para un parto. Por último, el programa de Salud Reproductiva y pla-

nificación familiar privilegió la anticoncepción quirúrgica femenina (AQF), además de volverla volun-

taria sin la necesidad de la intervención del cónyuge para su aplicación (coincidentemente luego de la 15Conferencia en Beijing). Bejar, acota que se nota una fuerte discriminación de género en esta política .

Fue la AQF la que representó uno de los más grandes abusos por parte del gobierno fujimorista hacia

las mujeres debido a las altísimas metas colocadas para la captación de usuarias y a las condiciones en

las que se realizaban las operaciones quirúrgicas que, en algunos casos terminaron en muerte o en com-

plicaciones graves postintervención (Clandem, 1999: 16).

*Análisis.N PRIMER LUGAR, CABE RECORDAR QUE FUJIMORI LLEGÓ AL PODER EN MEDIO DE UNA CRI-

sis económica y política. El Estado peruano se encontraba desprestigiado tanto a nivel E nacional como a nivel internacional. Por lo tanto, ni los peruanos ni los gobiernos e ins-

tituciones internacionales creían en el nuevo gobierno. En esta situación, Fujimori estaba obligado a

“ganarse” a las instituciones financieras internacionales, en pleno auge del neoliberalismo, para la rein-

15 El libro donde fue publica-

da la ponencia es del año 2000. Sin embargo, la ponen-cia es de 1998 cuando aún no había estallado el escándalo.

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corporación del Perú al mercado internacional y así, lograr el relanzamiento de la economía. Como

prueba de ello, se reúne con los presidentes de aquellas instituciones en Nueva York el 29 de junio de

1990, siendo aún presidente electo (Murakami, 2007: 665). Esta línea de acción, muy dependiente de las

instituciones internacionales, fue una de las características principales de la política fujimorista.

En el plano nacional, la llegada de Fujimori al poder implicó el surgimiento de nuevos actores po-

líticos como las mujeres. Además, el autogolpe de 1992, terminó de liquidar a los partidos políticos tra-

dicionales, espacios meramente masculinos. En este contexto, la imagen del político era asociada al

hombre corrupto, ladrón e incapaz. Por el contrario, la mujer gozaba, en el imaginario nacional, de una

imagen positiva de luchadora sobreviviente de la crisis. Además, cabe resaltar, que en un inicio, la rela-

ción de Fujimori con las mujeres no fue fácil, debido al Programa de Compensación social que tomó 16tiempo en ser puesto en práctica y fue cuestionado .

A partir de estos dos puntos, podemos ver que Fujimori necesitaba ganar aceptación popular e

internacional. Una manera de conseguirlo fue a través de la utilización de la imagen de la mujer incor-

porándola al espacio público, que habían dejado vacío los antiguos actores de la política peruana, bajo

las excusa de la aplicación de programas de género, en búsqueda de la equidad y de una mejora de la si-

tuación de la mujer demandadas por el contexto internacional. Es importante mencionar que la mayor

parte de políticas de género se dieron cerca de 1995, año de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, o

después, durante el segundo periodo fujimorista en el cual se profundizaron los abusos por parte del

gobierno y las prácticas dictatoriales. Asimismo, Fujimori fue el único presidente hombre en presen-

tarse a la Conferencia de Beijing en 1995.

En su discurso en la Conferencia, se presenta como un presidente no tradicional de “zapatillas y

jeans” que fue a Beijing, a pesar de la opinión contraria de sus asesores que si eran demasiado tradicio-

nales. Además, se refiere al foro como un “foro de luchadoras” y no a una simple asamblea de mujeres

(Fujimori: 1995). En mi opinión, Fujimori le dice a las feministas y a la opinión internacional lo que ellas

quieren oír: hay un país tercermundista que está aplicando y piensa aplicar lo que se ha determinado

aquí. Creo que esta actitud complaciente la demuestra con sus afirmaciones sobre la iglesia Católica du-

rante su discurso:

“Desafortunadamente, en el Perú, mientras las mujeres pobres están a favor de este acercamiento (refiriéndose a los Progra-

mas de Planificación Familiar), la jerarquía de las Iglesia Católica está reaccionando, en mi opinión, de manera incorrecta. La

Iglesia está intentando prevenir al Estado peruano de llevar a cabo una moderna y racional política de planificación familiar.

Hemos sido acusados de tratar de imponer “mutilaciones” y de “matar gente pobre” luego de aprobar una ley en el Congreso

permitiendo vasectomías y ligaduras de trompas voluntarias como parte de métodos anticonceptivos” (Fujimori: 1995).

16 Según CVR (Comisión de la

Verdad y Reconciliación).

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En esta cita se puede apreciar la distinción que hace Fujimori entre Estado Laico e Iglesia (Católi-

ca) que es uno de los ejes principales del discurso feminista. Muestra a la Iglesia Católica como invaso-

ra intrometida de las decisiones del Estado Peruano, haciendo creer que, en la realidad peruana,

ambos están debidamente separados. Por el contrario, la Iglesia Católica sigue siendo uno de los entes

más influyentes en las políticas de Estado. Política, moral y religión se encuentran entrelazadas en el

Perú. Sin embargo, presentar este punto, de esta manera, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la

Mujer es una forma “políticamente adecuada” de ganarse ciertos puntos. De este modo, mantener con-

tenta a la comunidad internacional y así evitar de que “metan las narices” en el Perú.

Además, la sorpresiva creación del PROMUDEH, en Alemania, muestra que las políticas esta-

blecidas por Fujimori tenían una mirada más hacia fuera que hacia adentro. Así como creó el Ministe-

rio de la Presidencia para contentar a la comunidad internacional (Palomino: s/f), se puede deducir que

hizo lo mismo con el PROMUDEH.

Por otro lado, encontramos que las políticas asistencialistas estaban dirigidas especialmente a

mujeres y familias pobres. Según los datos presentados por Bejar, en 1996, el 73,4% de familias en extre-

ma pobreza se habían beneficiado de alguno de los programas asistencialistas. En términos políticos,

se puede concluir que a través de estos programas, Fujimori buscaba consolidar un electorado fuerte

satisfaciendo las necesidades básicas de la población más necesitada. Así como consolidando su ima-

gen de caudillo (“político”) todo poderoso que no importa que robe o mate, lo que importa es que cum-

pla. Cabe preguntarse si para ese entonces, Fujimori ya tenía planes electorales para el año 2000.

Con respecto a las políticas institucionales, la gran mayoría de nombramientos se dieron desde

el ejecutivo. Es decir, de arriba para abajo y no de abajo para arriba, contradiciendo el fin de obtener

una mejor situación para la mujer a través del ejercicio de la ciudadanía, ejerciendo su derecho a voto

para elegir a sus propias representantes. Asimismo, en el caso del PROMUDEH, al concebirlo como

“ministerio de la mujer y de desarrollo humano”, además de ponerle especial énfasis en políticas de de-

sarrollo de la niñez, se está haciendo partícipe a la(s) mujer(es) de “su” cambio pero sin quitarle la aso-

ciación con la maternidad y lo reproductivo. Consecuentemente, para el Estado, ser mujer es ser

madre y quien no lo sea, o no desea serlo, no se ve representada en las políticas que buscan mejorar la si-

tuación de “todas la mujeres”. Por lo tanto, no se puede decir que estas medidas cumplan con los fines

establecidos en las Conferencias Internacionales. Por el contrario, ayudaron a enquistar a un régimen,

no sólo a nivel político, sino en el imaginario popular y en la moral peruana. Hoy en día, nos da la im-

presión que frente a verdaderos intentos de democratización, las medidas populistas de Fujimori si-

guen calando más en la población y, por ello, hay gente que espera que vuelva “El Chino”.

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Para concluir el análisis, considero que la siguiente cita de Cecilia Blondet, muestra claramente

la posición de este artículo:

“En el mercado político contemporáneo las mujeres constituyen un apetecible botín para captar y controlar. Este tipo de medi-

das (hablando de la ley de cuotas), sumadas a otras de corte clientelista dirigidas a las mujeres de sectores pobres permitiría al

jefe de gobierno consolidad e incrementar su base social de apoyo” (Blondet, 2002: 50).

*BIBLIOGRAFÍA

• BOBBIO, Norberto. Diccionario de política. México, D.F. : Siglo XXI, 1988.

• DEGREGORI, Carlos Iván. La década de la antipolítica. Lima: I.E.P. Ediciones, 2001.

*RESUMEN

Este artículo, explora una de las grandes contradicciones del régimen fujimorista: el lugar central que le dio a la mujer a través de las

políticas estatales, ya sean de corte asistencialista o implementando medidas para aumentar su participación en los organismos pú-

blicos. Este hecho terminó siendo una de las tantas estrategias para legitimar un gobierno dictatorial disfrazado de régimen demo-

crático. El artículo muestra las problemáticas que se generan a partir de una implementación inadecuada de políticas de equidad de

género que no contemplen las diferencias entre las mujeres y la ausencia de crítica al contexto en el que se realizan, que terminan re-

produciendo la desigualdad y generando los objetivos contrarios para los cuales fueron concebidas. La investigación fue realizada a

través de un recuento histórico y un análisis de los factores nacionales e internacionales que permitieron que este proceso se gestara.

*PALABRAS CLAVES

Género, mujer, dictadura, politicas de equidad de género, Fujimori, años 90, Perú.

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Page 51: ACADEMIA, POLÍTICA, SOCIEDAD - N° 1

• En: Ciudadanía y derechos en una nueva era: los derechos económicos y sociales de las mujeres como desafío. Lima: Cladem, 2003.

• Nada personal: Reporte de derechos humanos sobre la aplicación de la anticoncepción quirúrgica en el Perú 1996-1998. Lima: Cladem, 1999.

• PALOMINO, Rocío. “Genero y desarrollo”.En: Taller: “Evaluación del impacto de las políticas estatales en los ámbitos de género, desarrollo, medio ambiente- agricultura sustentable y derechos humanos”. Flora Tristán, s/f.

• ARRAIGADA, Irma. “Políticas públicas y de género: una relación difícil”.En: Construyendo una agenda social. Lima: Fondo Editorial PUCP, 1999.

• BEJAR, Hector. “La política del Estado peruano de lucha contra la pobreza”.En: Género y desarrollo. Políticas sociales y teoría social. Escuela para el desarrollo. Lima: Sinco Ediciones, 2000.

• CONAPO. Las políticas de población y la calidad de vida. Julio de 1994.

• BLONDET, Cecilia. El encanto del dictador: mujeres y política en la década de Fujimori. Lima: I.E.P., 2002.

• MURAKAMI, Yusuke. El Perú en la era del chino: la política no institucionalizada y el pueblo en busca de un salva-dor. Lima : I.E.P.; Kyoto : Center for Integrated Area Studies, 2007.

• CVR. Informe final de la Comisión de la Verdad. Anexos y cronología.Lima, 2003.

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CHIAROTTI, Susana. “Prólogo”

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