AC gino
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Reflexión
Gino Giambruno
Antes de cursar el taller, pensaba que el autocuidado era una técnica en la que cada
persona debía estar atenta a su proceso en la escuela y como este podría estar afectando
a su salud mental, por tanto, en caso de verse afectada debía echar mano a sus propios
recursos para hacer algo así como “nivelarse” con sus compañeros y volver a estar íntegro
para consigo y su trabajo. Me di cuenta que estaba en un error, ya que el autocuidado no
solo se aplica en términos individuales, sino que es indispensable tomar en cuenta a todo
el grupo de trabajo, ya que gran parte, tanto del problema mismo, como de la solución, se
encuentra en las relaciones que se dan dentro de este grupo, así como también en los
esfuerzos institucionales que se dirijan a acoger las necesidades de los equipos de trabajo.
Otra creencia errónea que me formé antes de conocer la práctica del AC, era que el
autocuidado estaba ligado exclusivamente al burnout. Me di cuenta entonces durante el
taller que, si bien la técnica es una respuesta eficaz ante dicho síndrome, también sirve no
solo para tratar, sino también para prevenir, otras patologías que surgen en equipos que
trabajan con personas, destacando (aunque no exclusivamente) aquellos equipos que
trabajan en temáticas de violencia.
Ante aquel panorama tan amplio en donde se ubica el AC como una técnica que abarca
distintos dominios y estados de los equipos, podría instaurarse como iniciativa ya casi
como una estructura organizacional, el AC como una necesidad, tanto preventiva como
reparatoria, dentro de una institución. El fomento del autocuidado, tal como lo
trabajamos en el taller, debiera entonces ser una dimensión de cualquier equipo de
trabajo, y no una estructura que solo surja cuando el problema ya esté instalado. El
autocuidado como un estilo de vida propuesto desde el humanismo, paradigma que toma
en cuenta al ser humano desde sus potencialidades, brinda un espacio a la persona como
individuo, y al equipo como entidad orgánica, para desplegarse a si mismo en sus
capacidades, sus necesidades, sus preocupaciones, y así mismo, generar un clima de
comunicación auténtica, y respetuosa, donde los contenidos más sensibles de la personal
puedan verse acogidos por un grupo destinado a brindar a sus participantes un espacio de
contención, afecto, y ayuda, más allá del modelo socioeconómico actual, donde sirve más
la máscara del éxito y la invulnerabilidad.