Abrazados por el espiritu santo.pdf

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Las bendiciones desconocidas de la int imidad con Dios

Charles R.Swindoll

ABRAZADOSPOR EL

ESPRITU

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Quin es el Espritu Santo?

Uno de mis momentos ms inolvidables ocurri cuando tena unos diez aos. Mi padre sirvi a nuestro pas durante la Segun-da Guerra Mundial en una planta en nuestra ciudad, construyendo todo tipo de equipos interesantes para los enormes tanques, aviones de caza, y bombarderos que nos defendan en tierras lejanas. Pap trabajaba largas horas, ponindole mucho esfuerzo. Como conse-cuencia sufri un colapso fsico, seguido de un trauma emocional que dej a todos perplejos, incluyendo a los mdicos.

Estaba convencido en mi corazn de que mi pap morira. Qui-z l tambin haya tenido pensamientos similares, porque una no-che me llam a su habitacin para una conversacin sombra de padre a hijo, expresada en trminos extremos. Recuerdo haberme apoyado con fuerza contra su cama, mientras escuchaba atenta-mente una voz que apenas superaba un susurro. Pens que lo es-cuchara por ltima vez. Me aconsej con respecto a la vida: cmo deba vivir, cmo deba comportarme siendo su hijo. El consejo no fue largo. Luego sal y cruc el pasillo hasta la habitacin que com-parta con mi hermano mayor. Estando solo, me recost sobre la cama, convencido de que nunca volvera a ver a mi pap con vida.

Esta escena me persigue. Si bien mi pap se recuper y lleg a


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vivir tres dcadas ms, todava recuerdo la noche que me habl.Algo muy signifi cativo queda envuelto en nuestras palabras fi -

nales. Considere esa noche en Jerusaln cuando el Seor y sus disc-pulos se reunieron a fi n de celebrar la cena pascual, lo que denomi-namos La ltima cena. Menos de doce horas despus de que los discpulos se sentaran junto al Salvador durante esa misma comida, Jess fue clavado a una cruz. Tan solo unas pocas horas despus, estaba muerto. Jess comprenda el signifi cado de esos momentos y la importancia de su ltimo consejo. As fue que dio a sus discpulos exactamente lo que les hara falta sobrellevar durante el resto de sus das. En ese pequeo cuarto hicieron a un lado los vasos y utensilios de madera, y toda mirada se clav en l y todo odo le prest aten-cin a fi n de escuchar su voz. El dolor que sentan casi no les permi-ti asimilar las ltimas palabras de su Seor mientras les enseaba cmo podran seguir viviendo sin l.

Registrados por el discpulo Juan quien se haba sentado al lado del Seor durante esa cena y que posteriormente haba medi-tado acerca de dichos acontecimientos durante sesenta aos antes de expresarlos en su Evangelio el consuelo y la instruccin que brotaron de los labios moribundos de nuestro Seor cobran vida en Juan 13 al 17.

Dos secretos acerca de la vida cristianaJess les comunic a sus hombres dos secretos: dos pilares de ver-dad que brindan apoyo a todas las otras verdades acerca de la vida cristiana verdad que hara que se enfocara la vida despus de su muerte. La primera se relacionaba con l, y tena que ver con lo que sucedi cuando vino. La segunda se relaciona con nosotros y tiene que ver con lo que sucedera cuando l se fuera y lo que ha suce-dido desde entonces.

Primeramente, la verdad acerca de l: Jess les manifest a sus discpulos que el secreto de su vida victoriosa era su unin vital con su Padre. Se refi ri a su padre repetidamente al hablar esa noche. Les dijo que cuando vino a la tierra fue con la bendicin del Padre;



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era en el poder del Padre y mediante la gua del Padre que le era posible ministrar. Adems, era la voluntad del Padre que proclama-ra la palabra del Padre. Como nunca se haba quebrado esa unin vital, haba podido llevar una vida perfecta, lo cual lo califi caba para morir como sacrifi cio por el pecado a favor del hombre.

Pero no se detuvo all. El segundo secreto fue acerca de sus se-guidores: que nuestra vida victoriosa depende de nuestra unin vi-tal con el Espritu Santo. Si habitualmente furamos capacitados por el Espritu que mora en nosotros, podramos conocer el tipo de vida que l vivi. Ian Th omas hizo una buena descripcin de esto: La vida que vivi lo califi c para la muerte que muri. Y la muerte que muri nos califi ca para la vida que vivi.

Jess nos dijo que la vida que vivi podemos vivirla da tras da cuando recurrimos al poder del Espritu de Dios que mora en noso-tros. Lea esto como una nueva noticia para usted: por medio de su Espritu, verdaderamente podemos vivir como Cristo.

Sin duda los discpulos quedaron confundidos al escuchar acer-ca de un Espritu. La mente les qued dando vueltas ante su de-claracin: Me ir. Quedaron paralizados, prendidos a dicha de-claracin, incapaces de formular ninguna de las preguntas que ms tarde ponderaran. Quedaron conmocionados. Jess destac que ni siquiera tuvieron curiosidad por saber a dnde ira. No podan lidiar con la noticia de su partida, de la misma manera que yo, sien-do nio, no pude lidiar con la posibilidad de que mi padre hubiera partido para cuando llegara la maana. Al luchar con esa tragedia, y siendo incapaz de superarla, me deshice en lgrimas.

As les sucedi a los discpulos. [Se entristecieron] mucho (Juan 16:6). El vocablo griego que se usa aqu para entristecerse signifi ca profunda pena el dolor devastador que acompaa la prdida de alguien que amamos. Jess comprenda todo lo que ellos experimentaban. l vea que el dolor y el temor se haban apodera-do de ellos.

Todos tenemos el gran deseo de dar la impresin de que pode-mos hacer frente a cualquier cosa que se presente. Deseamos apa-



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rentar seguridad, aun cuando nos sentimos muy inseguros. La gran mentira es que podemos hacer frente a todo. La verdad es que, en lo profundo de cada uno de nosotros, anhelamos que se nos cui-de. Ansiamos que nos sostengan con seguridad. Cuando algn te-rremoto nos roba esa seguridad, se sueltan las amarras de nuestros cimientos. Sucede cuando nos enfrentamos a la posibilidad de una enfermedad terminal o la muerte inminente de un ser querido o el peligro en el campo de batalla. Cuntos soldados enloquecen en la lancha de desembarco aun antes de entrar al agua? La inminencia del peligro o de la separacin produce sentimientos de inseguridad desesperante. Eso les sucedi a los discpulos. Y Jess dijo: Presten atencin, la tristeza les ha llenado el corazn. El dolor los ha parali-zado. Lo comprendo.

Pero no los abandon en ese lugar desesperado. Les prometi: No los voy a dejar hurfanos; volver a ustedes (Juan 14:18).

Nosotros podemos leer eso con calma pero trate de imaginar a los discpulos que lo escuchaban por primera vez. Se les habr hecho un nudo en el estmago ante la palabra hurfano, pues exac-tamente as se sentan. Durante ms de tres aos haban sido insepa-rables. Jess estaba presente cuando despertaban. Permaneci con ellos prcticamente durante cada situacin que les toc enfrentar. Cuando pedan ayuda, l estaba cerca, listo para intervenir. Cuan-do decan Buenas noches, l responda sin demora. De repente todo eso cambiara. l los dejara permanentemente. Y si bien eran adultos, el golpe de su partida los dejaba con la sensacin de ser hurfanos.

Les cont de la noche en que pens que mi pap dejaba a nues-tra familia. Para nuestra sorpresa, se recuper y vivi unos treinta y cinco aos ms, incluso vivi ms que mi mam y vivi lo sufi ciente para vernos crecer a todos. Sin embargo, su partida de esta vida en 1980 marc un pasaje en mi vida despus del cual nada volvera a ser igual. No habra ms visitas. No habra ms llamadas telefnicas. No habra ms oportunidades de sentarse a conversar sobre algo y contar con que l escuchara y respondiera. En cierto modo extrao



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desde aquel da, hay ocasiones en los que me siento hurfano. An echo de menos el poder ver a mi padre, escuchar su voz, observar cmo responde.

As se sentan los discpulos. Ya no comeran juntos. No habra ms conversaciones junto al mar. No habra ms conversaciones calmas en torno al fogn por las noches. No compartiran ms ri-sas ni lgrimas ni lo observaran lidiar con alguna situacin peliaguda. Hurfanos.

Me encanta la compasin que Jess les tiene en ese momento. Escogi con cuidado sus palabras. No los voy a dejar hurfanos Tengo una solucin. El plan B ya estaba en marcha. La respuesta que les dio Jess fue la persona del Espritu Santo.

No los voy a dejar hurfanosY yo le pedir al Padre, y l les dar otro Consolador

[textualmente, otro de la misma clase] para que los acom-pae siempre: el Espritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes s lo conocen, porque vive con ustedes y estar en ustedes (Juan 14: 1617).

Aj! Jess les prometi que su reemplazo sera otro Consola-dor. O sea, el Espritu Santo. Y cuando ese otro Consolador llegara, se convertira en una parte integral de su vida. Morara dentro de ellos. A diferencia de Jess, que solo haba estado con ellos, l (el Espritu) estara en ellos. Enorme diferencia! Unos pocos das des-pus, cuando el Espritu llegara, entrara en ellos, y vivira dentro de ellos para siempre. Se acabara el compaerismo temporario; la presencia del Espritu sera (y an lo es) una presencia permanente. Nunca antes haba ocurrido eso. Ni siquiera en la vida de esos gran-des del Antiguo Testamento. Pero de ahora en ms s!

Jess debi partir a fi n de que el Espritu diera comienzo a su morada interior permanente. Jess lo dej en claro: Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Con-



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solador no vendr a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviar a ustedes (Juan 16:7).

La pregunta que nos surge es: Por qu convena que Jess se fuera? Por qu resulta ms benefi cioso tener al Espritu Santo que a Cristo mismo?

Eso no es muy difcil de responder. Jesucristo, estando en la tie-rra, habit en un cuerpo. Por lo tanto, solo poda estar en un lugar a la vez. Cuando estaba en Nazaret, no estaba en Jerusaln. Cuando estaba cerca de las playas del norte de Galilea, no poda estar cami-nando junto al Mar Muerto. Solo poda estar en un lugar a la vez. Sin embargo, cuando se fue de la tierra, y envi al Espritu, el Es-pritu de Dios, siendo omnipresente (la capacidad de Dios de estar en todas partes), poda llenar y capacitar con el mismo poder a un hombre en Palestina, una mujer en Siria, e incluso otro individuo en la lejana Italia. En el mismo momento que usted experimenta poder como el que experiment Jess del Padre, un creyente en Angola o en Alaska o en el extremo sur de Australia puede experimentar ese mismo poder en el mismo momento.

Les conviene que me vaya, dijo Jess. De esa manera no es necesario que estn conmigo fsicamente para tener mi fuerza. Les proporcionar esa fuerza interior que necesitan, y nunca los deja-r. Qu grandioso plan! La reaccin fue temor; la solucin fue el Espritu de Dios.

Abracemos la persona del Espritu SantoJess se refi ri al Consolador como una persona, no como una cosa. Para la mayora de la gente, la persona, la obra y el ministerio del Espritu Santo son poco ms que un misterio. No solo es invisible sino tambin un tanto fantasmagrico particularmente cuando, durante aos, se han referido a l como si fuera una cosa, y se le ha denominado Espritu Santo. Se hace difcil abrazar la totalidad de dicho concepto.

Todos nosotros tenemos padres terrenales, de modo que no nos resulta tan difcil comprender el concepto de un Padre celestial. En



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los hogares tradicionales, el padre es el que est al mando, y toma las grandes decisiones, y en ltima instancia es responsable de la pro-teccin, direccin, liderazgo y estabilidad de la familia en general. Existen excepciones, pero a fi n de cuentas, es pap quien otorga el voto fi nal. Respetamos y honramos a Dios el Padre. Lo adoramos en la majestad y la belleza de su santidad.

Nos identifi camos mucho ms fcilmente con Jess. Si bien es el Hijo de Dios, naci como ser humano y se cri junto a sus pa-dres, de manera muy semejante a nosotros. Como fue una persona de carne y hueso, tenemos una imagen mental tangible de Cristo. Incluso su papel como el Hijo de Dios nos resulta bastante claro. Nuestro conocimiento de su sufrimiento y muerte nos lleva a sen-tirnos cercanos a l y agradecidos a l. l es quien nos seala al Pa-dre. l fue quien puso en marcha el plan del Padre. No solo amamos a Jess, sino que le adoramos.

Pero, el Espritu Santo? Para muchos, sigue siendo la cosa di-vina. Ni siquiera nos ayuda mucho cambiar su ttulo a Espritu. Sin duda para un novato el nombre suena raro. Si su nombre es impre-ciso, no es de sorprenderse que para la mayora su obra y ministerio resulten misteriosos. Y como los que intentan explicar sus obras sue-len ser los telogos, los cuales frecuentemente son notorios por ser profundos y poco precisos, no es de sorprenderse que la mayora de las personas no tengan nocin en cuanto a comprender quin es l. Con razn no nos sentimos ntimamente relacionados con l.

Pero ya no! Dios no es pasivo. l no solo alberga la esperanza de que estemos bien; l es proactivo, y enva su Espritu a fi n de que nuestra seguridad sea innegable.

Pasemos de lo terico a lo relacionalFrancamente, soy tan culpable como esos telogos de pensamiento complejo que han intentado explicar al inescrutable Espritu de Dios. All por la dcada de 1960, ense un curso sobre el tercer integrante de la Trinidad. Cuando tom mi bolgrafo con el fi n de escribir este libro, pens que podra ser til echarle una mirada a



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esos viejos apuntes. Mi problema inmediato fue localizarlos. Acaso los haba archivado bajo la E de Espritu Santo? No. Qu tal la S de Santo? No. O la T de Trinidad. Ni por casualidad.

Segu buscando hasta desenterrarlos archivados bajo la P de pneumatologa. Asombroso! Eso le comunica bastante en cuanto a mi manera de abordar el tema del Espritu Santo hace cinco dca-das: estrictamente terica y teolgica para nada relacional.

No me malinterprete. La teologa no tiene nada absoluta-mente nada de malo. La sana doctrina nos proporciona fuertes races. Los que carecen de dicha estabilidad pueden fcilmente caer en extremismo y error. Sin embargo, no es sufi ciente investigar un tema tan ntimo desde una distancia impersonal, manteniendo todo prudentemente terico y framente analtico. Ya hubo demasiado de eso. Nos hace falta una investigacin mucho ms personal del obrar ntimo del Espritu. Es necesario que seamos abrazados por el Esp-ritu sin perder nuestra ancla en la verdad teolgica.

Hay que reconocer que algunas de las obras del Espritu parecen ms tericas que vivenciales. Pero el mirarlas ms de cerca hace que se vuelvan muy personales. Por ejemplo:

El Espritu es Dios, en pie de igualdad, coexistente y coeter-no con el Padre y el Hijo.

Al ser hijo de Dios, Dios mismo habita dentro de usted. San Agustn, que en cierta ocasin not que ceda al pecado, dio la vuelta y corri. Finalmente, estando solo, se detuvo y, apoyando la cabeza en las manos, dijo: Oh alma, acaso no sabes que llevas a Dios a todas partes contigo?

El Espritu posee todos los atributos de la deidad. Todo lo que escuch acerca de Dios su omnipresencia, su omni-potencia, su omnisciencia pueden decirse acerca de su Espritu. De modo que cuando necesite fuerza, el Espritu est presente para drsela. Cuando necesite confi anza fe consuelo puede obtener todo lo que le haga falta de su Espritu.



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El Espritu regenera al pecador que cree. Su salvacin, posi-bilitada por la muerte de Jess en la cruz, se logra perso-nalmente en su corazn por medio del Espritu de Dios. l da vida a esa parte inmaterial de usted que se hallaba absolutamente muerta en pecado. Le da vida de una mane-ra nueva y eterna.

El Espritu nos bautiza en el cuerpo universal de Cristo. Usted tiene una nueva identidad, una nueva familia. Tiene parientes de los que ni siquiera est enterado. Est conec-tado mediante un vnculo comn que lo hace recorrer todo el camino hasta volver a la cruz. Por causa del Espri-tu, usted y yo somos miembros de la familia de Dios.

El Espritu mora dentro de todos los que se han convertido. Usted nunca est solo. Su vida cotidiana cobra una dimen-sin eterna porque l vive dentro de usted. Las catstrofes de la vida se pueden sobrellevar porque cuenta con un propsito diferente para la vida.

El Espritu nos sella, manteniendo a cada creyente fi rme-mente en la familia de Dios. No tiene porqu temer que ha-br de perder lo que Dios logr a su favor partiendo de la salvacin. Usted no hizo nada por merecerla; el Espritu garantiza que no la perder. l lo tiene cubierto.

Y ese solo es el principio!Estas verdades son tan profundamente personales que nos lle-

var un buen tiempo desempacarlas; no obstante, es una travesa maravillosa. Lo que estamos por descubrir es la diferencia prctica que puede obrar el Espritu en nuestra vida a un nivel personal y permanente.

Llevo casi cincuenta aos de ser pastor. Ao tras ao, despus de conversar con las personas antes de predicar o mientras estoy de pie al frente de la iglesia despus de un culto de alabanza, logro comprender las preguntas que se hacen las personas. Sin exagerar, la mayora de los asuntos que estn en el corazn de las personas se


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