¿Cómo modificamos la conducta de nuestros hijos?Independientemente de nuestras convicciones, estilo de crianza, terapia que hagan nuestros hijos, diagnóstico que tengan… hay un hecho que es incuestionable: nuestras respuestas a las conductas de nuestros hijos las modifican.

Por modificar entiendo que en función de cual sea nuestra respuesta a la conducta de nuestro hijo, ésta se verá reforzada, es decir aumentará la probabilidad de que vuelva a presentarse o extinguida, o lo que es lo mismo, se reducirá la probabilidad de que la vuelva a llevar a cabo.Todo niño presenta dos tipos de conductas: apropiadas e inapropiadas.

La gran dificultad de los niños con TEA es que las conductas apropiadas, es decir, aquellas que deberían presentarse por su edad física según un modelo normal de desarrollo están minoradas mientras que las inapropiadas se presentan en exceso y pueden llegar a ser más disruptivas que con los niños neurotípicos por las dificultades específicas del TEA y sus comorbilidades (rigideces, déficit de atención, hiperactividad, trastornos sensoriales, autoestimulaciones, estereotipias…)

Si nuestra respuesta y la del entorno (abuelos maestros) a una conducta apropiada no es reforzarla o no extinguimos las conductas inapropiadas no estaremos ayudando al desarrollo de nuestro hijo amén de dificultar su inclusión en la escuela y posteriormente en la sociedad.La presencia de conductas inapropiadas y disruptivas son el primer criterio que se tiene en cuenta para definir la escolarización más apropiada.

La mayor dificultad para establecer refuerzos o extinción de conductas es que muchas veces nuestra respuesta es inconsciente y la segunda mayor dificultad es la falta de consistencia, es decir que todo su entorno no actúe por igual en todas las ocasiones que se presentan las conductas a trabajar.

Lo peor que nos puede ocurrir es acabar reforzando conductas inapropiadas lo que, si no corregimos a tiempo, se acaba convirtiendo en uno de los mayores problemas de los niños con TEA a medida que se hacen mayores.