A propósito de la elección en Tomás de...

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Anchepe, Ignacio Miguel A propósito de la elección en Tomás de Aquino Sapientia Vol. LXVIII, Fasc. 231-232, 2012 Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la Institución. La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea. Cómo citar el documento: Anchepe, Ignacio Miguel. “A propósito de la elección en Tomás de Aquino” [en línea]. Sapientia, 68.231-232, (2012). Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/proposito-eleccion-santo-tomas-aquino.pdf [Fecha de consulta:..........]

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  • Anchepe, Ignacio Miguel

    A propsito de la eleccin en Toms de Aquino

    Sapientia Vol. LXVIII, Fasc. 231-232, 2012

    Este documento est disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Catlica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central San Benito Abad. Su objetivo es difundir y preservar la produccin intelectual de la Institucin.La Biblioteca posee la autorizacin del autor para su divulgacin en lnea.

    Cmo citar el documento:

    Anchepe, Ignacio Miguel. A propsito de la eleccin en Toms de Aquino [en lnea]. Sapientia, 68.231-232, (2012).Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/proposito-eleccion-santo-tomas-aquino.pdf[Fecha de consulta:..........]

  • IGNACIO MIGUEL ANCHEPE

    CONICET

    A propsito de la eleccinen Toms de Aquino1

    El cometido de este trabajo es considerar algunos tpicos de la filo-sofa tomista de la accin referidos al tema de la electio, acto elcito de lavoluntad desarrollado por Toms de Aquino en S.Th. 1-2.13 y en otroslugares de su obra. A diferencia de otras interpretaciones, argumentarque la eleccin (al menos tal como fue pensada por Toms de Aquino)no puede entenderse a menos que se enfatice su sustancialidadvoluntaria y adems se la inserte en un orden prctico concebido espe-cficamente como tal. En otras palabras, creo que el elegir humano nopuede ser interpretado satisfactoriamente como el resultado de unasimple expansin prctica de la razn, pues las elecciones humanas sonmucho ms que una mocin apetitiva activada por el juicio prcticobrotado de la deliberacin de la razn.

    Este trabajo se dividir en cuatro secciones: en la primera, a modo deintroduccin, presentar las lneas bsicas del concepto tomista de elec-cin y sus antecedentes aristotlicos; en la segunda expondr dos inter-pretaciones recientes de otros estudiosos a propsito de mi tema (conlas cuales disiento en algunos puntos); en la tercera seccin desarrolla-r detalladamente mi propia interpretacin; y finalmente en la cuartaformular algunas crticas sobre las interpretaciones expuestas en elsegundo punto y sacar algunas conclusiones.

    1 Este trabajo es una reelaboracin de algunos de los puntos ms significativos de mitesis de licenciatura: Electio. Aproximaciones a la filosofa de la accin de Toms de Aquino. Lamisma, dirigida por la Dra. Mara Celestina Donado, fue defendida en marzo de 2012ante el tribunal conformado por los Dres. ngela Bertollaci, Norberto Cresta y HctorDelbosco, quienes le otorgaron la mxima calificacin.

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  • 1. La eleccin en Aristteles y Toms de Aquino

    1.1. La eleccin aristotlica ()

    El principal antecedente de la electio tomista es sin duda la nocin deeleccin [], tal como fue desarrollada por Aristteles en losprimeros captulos del libro de la tica Nicomaquea (en adelante EN)2.El propsito de EN es bosquejar la accin voluntaria, que es la pro-piamente humana y moralmente relevante. La eleccin pertenece algnero de lo voluntario ()3. En efecto, toda eleccin es voluntariamas no todo lo voluntario es elegido. Los nios y los animales, porejemplo, obran voluntariamente pero no eligen puesto que en ellos lovoluntario tiene que ver con el impulso () y el deseo (), yno con la impronta racional de la eleccin. Con todo, lo que distinguelo voluntario es que su principio est dentro del agente (a diferencia,por ejemplo, de lo violento). Ya desde esta caracterizacin inicial sepuede ver que el elegir humano es mucho ms que una simple prefe-rencia o un impulso que viene desde dentro. La intervencin de larazn deliberadora hace de la eleccin humana una capacidad ligada aldiseo y cumplimiento de complejos planes de conducta en pos defines. He aqu la razn por la cual Aristteles acota que ni los nios nilos animales eligen.

    Inmediatamente Aristteles pasa de lleno al concepto de eleccin4.Advierte que no se la debe confundir ni con deseo () ni conimpulso (), en los cuales no interviene la racionalidad prctica.

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    2 El inters por la filosofa prctica de Aristteles y particularmente por su conceptode eleccin se increment durante las ltimas dcadas. Aunque en este trabajo me pro-pongo solamente presentar ciertas lneas fundamentales del planteo aristotlico queactivaron a su vez la reflexin tomista, no obstante consigno unas pocas referenciasbibliogrficas sobre la nocin aristotlica de eleccin en s, que me han resultado tiles.BOERI, MARCELO, Apariencia y realidad en el pensamiento griego, Buenos Aires: Colihue, 1ed., 2007; FORTENBAUGH, WILLIAM, Aristotles practical side on his psychology, ethics, politicsand rhetoric, Leiden-Boston: Brill, 1 ed., 2006; SHERMAN, NANCY, The fabric of character.Aristotles theory of virtue, Oxford: Oxford University Press, 1 ed., 1989; CHAMBERLAIN,CHARLES, The meaning of Prohairesis in Aristoteles Ethics: Transactions of theAmerican Philological Association 114 (1984) pp. 147-157; CHARLES, DAVID, Aristotles philo-sophy of action, London: Duckworth, 1 ed., 1984; OKSENBERG RORTY, AMLIE, ed.,Essays on Aristotles Ethics, London: University of California Press, 1980, 1 ed.; KENNY,ANTHONY, Aristotles theory of the will. London: Duckworth, 1 ed., 1979; AUBENQUE,PIERRE, La prudencia en Aristteles (tr. Mara Jos Torres) Barcelona: Crtica, 1 ed., 1990(edicin original de Paris: Press Universitaire de France, 1 ed., 1963); asimismo meresult muy provechosa la edicin de SINNOTT, EDUARDO de la tica Nicomaquea(Buenos Aires: Colihue, 2010).

    3 EN .14 EN .2

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  • Tampoco es una forma de querer () u opinin (), ya queimplica un mayor contacto con la praxis real y concreta. Es posible que-rer incluso lo que no est en nuestra esfera prctica (no morir, porejemplo), pero ese querer nunca pasar de veleidad porque en rigor nodepende de nosotros. A su vez, la opinin es o verdadera o falsa, mien-tras que la eleccin humana es ms bien buena o mala. Aristteles con-cluye que elegimos aquello sobre lo cual deliberamos anteriormente (). He aqu lo que diferencia y especifica lo voluntarioelegido frente a otras manifestaciones de lo voluntario. Lo propio delelegir es su vnculo con la deliberacin.

    Pero qu es aquello sobre lo que se delibera? Cules son sus carac-tersticas? El Estagirita procede nuevamente por va negativa5. No sedelibera sobre lo que no puede ser producido por nosotros ni sobre loeterno. Tampoco sobre lo que est en movimiento pero acontece siem-pre de la misma manera, ni sobre lo que unas veces es de una maneray otras de otra (como las sequas y las lluvias). Ni siquiera deliberamossobre todas las cosas humanas (no deliberamos sobre lo que estricta-mente le incumbe a otros).

    Por el contrario, deliberamos sobre lo que es realizable por nosotros( ) pero no acontece del mismo modo (a diferencia deluso de las letras en el acto de escritura, que estn sometidas a reglasinvariables). Para que el hombre pueda elegir es preciso cierto equilibrioentre necesidad y azar: algo as como una contingencia dominable.Aunque siempre subsista un margen de incertidumbre el terreno pro-pio del elegir es aquello que ocurre las ms de las veces de un determi-nado modo. A su vez, la nocin aristotlica de eleccin presupone laestructuracin teleolgica de la praxis: no deliberamos sobre los finessino acerca de las cosas que conducen a ellos (el mdico no deliberasobre la salud, ni el orador sobre la persuasin, ni el poltico sobre labuena legislacin: para todos ellos se trata de fines que deben alcanzar,la materia de la deliberacin es cul es el mejor modo de hacerlo).Finalmente, se elige sobre lo posible, pero no entendiendo posible enun sentido meramente lgico u ontolgico sino en cuanto lo que puedeser hecho por nosotros mismos o por nuestros amigos.

    Aristteles aade6 una comparacin entre la bsqueda de uncientfico () y la deliberacin previa a la eleccin. Esta compara-cin resulta esclarecedora pues subraya el grado de contingencia en laque acontece el obrar humano. Ciertamente toda deliberacin es unabsqueda. Sin embargo la afirmacin inversa es falsa: no toda bsque-da es una deliberacin. Aduce Aristteles el ejemplo de un gemetra

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    5 EN .36 EN .3, 1112b 20 y ss.

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  • que investiga cmo construir cierta figura. Este busca pero no delibe-ra, pues el objeto de su bsqueda es de una precisin y exactitud tal queen realidad su propsito se reduce al simple hallazgo. En cambio, ladeliberacin es un tipo de bsqueda que se caracteriza por habrselasante diversos caminos todos ellos, en principio, admisibles. La actividadconsistir no tanto en la explicitacin o hallazgo de un plan nico, sinoen el activo diseo de vas de accin y en la evaluacin de su posibili-dad. Y solo aquello que por sus diversas razones se le muestre comoposibles devendr elegible7.

    Luego de las arduas disquisiciones de EN .2-3 Aristteles concluyedefiniendo la eleccin como un apetito deliberado [ ]de las cosas que dependen de nosotros [ ]8. Y aduce unarazn: al decidir despus de deliberar, apetecemos de acuerdo con ladeliberacin [ ]9. Todas las consideraciones hechasanteriormente estn condensadas en esta breve definicin. La eleccines un acto mixto o hbrido, que no puede reducirse al uso terico de larazn. A diferencia de un simple acto de conocimiento, el elegir tieneuna dimensin causal, por lo que para Aristteles es ms bien de unapetito. Sin embargo, este poder causal propio del hombre y de su inte-lecto tiene un alcance acotado: solo puede intervenir en aquello quedepende del hombre, con lo cual queda afuera tanto lo necesario comolo absolutamente contingente.

    En definitiva, los anlisis aristotlicos sobre la eleccin dejaron, a losojos de Toms de Aquino, algunos puntos problemticos que habraque retomar. De qu modo acontece exactamente la concurrenciaentre intelecto y apetito al elegir? Adems, cmo se da el paso de ladeliberacin a la eleccin? En efecto, si se insiste demasiado en lo deter-minante de este paso, parecera estrecharse indebidamente el espaciopara el libre albedro. Por otra parte, teniendo en cuenta la alta dosis deracionalidad que Aristteles introduce en la eleccin, qu nos habilitaen el fondo a ver en ella un acto de naturaleza apetitiva?

    1.2. La eleccin en Toms de Aquino (electio)

    Aunque en este trabajo defender la idea de que el Aquinate enfatiz,sobre todo en su madurez, la dimensin apetitiva del elegir humano,esto no quiere decir que en su obra podamos encontrar cambios con-ceptuales marcadamente ostensibles. En realidad, encontrar rupturasmanifiestas en Toms a propsito del tema que sea creo que siempre esun trabajo difcil. No se debe, creo, a que el Aquinate siempre haya pen-

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    7 .3, 1112b 208 EN .3, 1113a 119 Ibid.

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  • sado igual y sin cambios, lo cual es humanamente imposible y filosfi-camente insatisfactorio. Ms bien parece que en el fondo de toda suproduccin operara la elusiva voluntad de disimular tensiones y dife-rencias, sea entre las autoridades que se concitan en sus argumentacio-nes, sea entre sus propias ideas.

    A causa de esta propensin a disimular o matizar sus variaciones con-ceptuales, en Toms fcilmente pueden deslindarse ciertas tesis recurren-tes sobre el acto de elegir. Mi propsito en esta seccin es presentarlas ydesarrollarlas brevemente. Si buscamos vacilaciones o rectificaciones, nodebemos buscarlas en el abandono de alguna de estas tesis sino en elhecho de que Toms las plantee de otra manera, acaso levemente silen-ciadas o enfatizada, o bien enfocadas desde otro punto de vista.

    Un primer punto es el carcter mixto del elegir humano10. Fiel a laimpronta aristotlica, Toms entiende que en toda eleccin concurrensinrgicamente intelecto y voluntad. Que el intelecto intervenga en laactividad de elegir es evidente por los mltiples rasgos intelectuales queencontramos en ella. En efecto, esta implica la comparacin (collatio, con-ferre) de dos o ms bienes y, a partir de esto, el ejercicio de una prefe-rencia (praeferre). En otras palabras, elegir presupone haber deliberado(consilium). No obstante Toms siempre deja claro que es imposiblereducir el elegir humano a simple preferencia terica. En l siempre sedeja percibir la conviccin de que la eleccin importa adems un plusque, como veremos, a veces denomina acogida (acceptio)11, a veces movi-miento (motus)12, o acaso simplemente acto. La necesidad de este aadi-do habla de que en el elegir tambin est implicado el apetito.

    Este plus no se lo debe entender como simple aadido. Por el con-trario, la eleccin es un acto ms voluntario que intelectual, es un actoformalmente de la voluntad. He aqu una de las mayores diferenciasentre Toms y Aristteles. Mientras que la aristotlica erasimplemente un acto mixto de intelecto deseante o deseo intelectual, laelectio tomista es un acto que pertenece a la voluntad, una facultad dis-tinta que el intelecto. Esto ltimo instala al elegir en una dinmica total-mente distinta a la de un acto intelectual: sobre todo es un acto de natu-raleza centrfuga pues va del sujeto al objeto, a diferencia de los actosintelectuales cuyo fin es la representacin en el cognoscente.

    Otra idea constante es que el elegir humano se refiere a aquello quees para el fin y no al fin en s mismo13. En otras palabras, la eleccin esun aspecto analticamente diferenciado que remite a un querer ms glo-

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    10 Cf. De Verit., q. 22, a. 15; S.Th., 1-2, q. 13, a. 1; Q. de Malo, q. 611 De Verit., q. 22, a. 15, co. 12 S.Th., 1-2, q. 13, a. 1, co.13 Cf. S.Th., 1-2, q. 13, a. 3; Sent. libri Ethic., l. 3, lect. 5

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  • bal referido a un bien buscado como fin. Con todo, esta tesis explicamenos que lo que parece ya que, como reconoce el Aquinate mismo,gracias a la versatilidad propia del intelecto, prcticamente cualquierbien puede ser relativizado por el hombre y visto como ms o menosidneo con miras a otro fin. Por tanto, que el elegir se refiera a aquelloque es para el fin no debe entenderse como si en la realidad hubiesealgo as como unos entes esencialmente medios y otros esencialmentefines. Por el contrario, lo que quiere decir es que el elegir humano pre-supone y participa de una actividad previa que es pura y simplementequerer algo como fin, desear alcanzarlo. Pero que algo sea establecidocomo fin o relativizado como medio depende estrictamente del plandiseado por la razn prctica.

    Adems, el elegir tiene para Toms (que en esto tambin sigue aAristteles) un carcter conclusivo. Al igual que una conclusin silogs-tica, la eleccin se encuentra al trmino de un proceso reflexivo o silo-gstico (syllogizare)14. En otras palabras, la eleccin es como una conclu-sin ya que resulta de la combinacin de dos creencias: una de carcterms bien general y otra ms ligada a las circunstancias concretas de lapraxis. De todas maneras, como tendremos ocasin de apreciar msabajo, una descripcin precisa de esta suerte silogismo prctico es mate-ria de discusin entre los especialistas.

    Finalmente, la eleccin humana est ligada con el libre albedro y laausencia de necesidad, propia de la praxis humana15. De hecho, el juiciodel libre albedro es para Toms el mismo que el juicio que orienta laeleccin. Todo ser dotado de conocimiento acta con arreglo a un jui-cio. En el caso de los animales carentes de razn este juicio viene dadopor naturaleza. Por el contrario, en el caso del hombre este juicio es elresultado de una actividad deliberativa que no est sometida a la nece-sidad. En ltima instancia, es la apertura al bien universal lo que garan-tiza este hiato de independencia donde es posible la deliberacin prc-tica. No es que el apetito humano no est determinado a algo (esto serainadmisible para Toms). Pero como se trata de un apetito intelectual,la voluntad, determinada a un bien de carcter universal, nunca es atra-da necesariamente por ningn bien singular.

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    14 S.Th., 1-2, q. 13, a. 1, obj. 2 & ad 215 S.Th., 1-2, q. 13, a. 6; Q. de Malo, q. 6

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  • 2. Dos lecturas recientes de la concepcin tomista de eleccin

    2.1. La interpretacin silogstica de Daniel Westberg

    En esta segunda seccin presentar dos interpretaciones relativamen-te recientes a propsito de la nocin tomista de electio. La primera deellas pertenece a Daniel Westberg, estudioso estadounidense formadoen Toronto y Oxford, y est presentada en su libro Right Practical Reason:Aristotle, Action, and Prudence in Aquinas (Oxford, 1994).

    De acuerdo con la tesis de Westberg, el orden que la razn aporta ala eleccin sera doble. Justamente la novedad de su lectura consiste ensostener que adems de la deliberacin, introducida por Aristteles, enToms de Aquino habra una segunda influencia racional sobre el que-rer, de estructura silogstica y de carcter totalmente determinante parala praxis (a diferencia de la deliberacin). Distinto del razonamientodeliberativo, este nuevo razonamiento propuesto por Westberg sera laverdadera decisin cuyo trmino sera la eleccin misma a travs deljuicio prctico (el cual forma parte de la eleccin, como Westberg ati-nadamente no deja de enfatizar).

    Varios rasgos, segn el autor, sirven para establecer diferencias entreestos dos aportes deliberacin y decisin de la razn al apetito. Enla deliberacin lo primero es el fin (pues como seala el mismoAristteles el razonamiento prctico tiene un carcter regresivo); luegose identifican los medios; y finalmente se emite un juicio acerca de cules el medio preferible en vistas al fin. En cambio, la estructura de ladecisin sera totalmente distinta: primero la intencin del fin, luego laestimacin prudencial de la situacin concreta en relacin al medio yadeliberado, y finalmente la eleccin en concreto. Segn Westberg setrata de distinguir adecuadamente el momento especificativo de la deli-beracin, del momento electivo de la decisin.

    Supongamos ejemplifica el autor que una persona desea mejo-rar su silueta; a partir de este deseo delibera si es mejor modificar sudieta o concurrir a un gimnasio; finalmente, concluye que es mejor con-currir a un gimnasio. Todo esto es deliberacin. En cambio la decisintermina en la eleccin misma: quiero mejorar mi silueta; concurrir algimnasio es el mejor medio aqu y ahora; entonces, salgo de mi casaahora mismo y me dirijo al gimnasio. Segn Westberg, el proceso deseleccin de medios carece de la fuerza motora necesaria como paraactivar la accin, he aqu, por tanto, por qu necesariamente otro razo-namiento que pueda activar la eleccin concreta del medio deliberado16.

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    16 La deliberacin no tiene la fuerza motora de la accin, por lo cual se requiere elproceso de decisin (el silogismo que va de la regla al caso, que Aristteles describe

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  • El autor entiende que su propuesta, lejos de ser novedosa, fue bos-quejada o sugerida por Aristteles al hablar del silogismo prctico, y porToms de Aquino, al menos en las obras previas a las condenas de 1270y al recrudecimiento de las posturas deterministas. He aqu el pasajearistotlico invocado por Westberg: [L]o que conoce cientficamente[ ] no est en movimiento [], sino en reposo[]. Pero dado que una cosa es el juicio o enunciado universal[ ] y otra el juicio del particular [], (aquel, en efecto, dice que una persona tal [ ] debehacer tal cosa [ ]; este, que esta es una accin de tal clase [] y que yo soy una persona de tal tipo [ ]); o bienes esta opinin la que pone en movimiento [ ], no launiversal, o bien son ambas, pero esta permanece ms bien en reposo[], en tanto que aquella no17. Segn Westberg Aristtelesestara explicando la praxis a partir de un tipo de conocimiento que porsu carcter particular (casi diramos individual, pues se refiere a mimismo como agente, ) consigue producirla o desencadenarla( ).

    A su vez, el pasaje de Toms aducido por Westberg es el siguiente: laconciencia tanto como la eleccin son cierta conclusin particular [con-clusio quaedam particularis] hacer o huir, pero la cons-ciencia es una conclusin solamente cognoscitiva [cognitiva tantum], mien-tras que la eleccin es una conclusin afectiva [conclusio affectiva], ya quelas conclusiones prcticas [in operativis] son de este tipo18. Toms subra-ya que la conciencia y la eleccin comparten un rasgo comn: ambas tie-nen un carcter conclusivo. Sin embargo, la eleccin es un tipo de con-clusin ms prxima a la prctica que la conciencia. De todas maneras,ntese que la afirmacin de Toms es mucho ms moderada que la deAristteles. Como en otros pasajes, Toms le reconoce a la eleccin uncarcter conclusivo, sin embargo no dice que haya algo as como unaconclusin intelectual dotada por s misma de capacidad motriz19.

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    pocas lneas despus de 434a16). Aristteles afirm que la mocin hacia la accin nose origina de la primera premisa, sino de la combinacin de la primera (universal) y dela segunda (particular). Toms desarroll esto estableciendo que la razn prctica es enparte general y en parte particular., WESTBERG, Daniel, Right Practical Reason: Aristotle,Action, and Prudence in Aquinas, Oxford: Oxford University Press, 1994, 1a ed., p. 153.

    17 De Anima .11: 434a 16-21; trad. Marcelo Boeri, Buenos Aires, Colihue, 2010, pp.174-5.

    18 In II Sent., d. 24, q. 2, 4 ad 2.19 El adjetivo affectivus, -a, -um Toms de Aquino a veces lo usa como sinnimo de

    practicus (et practice sive affective, Q. de Malo, q. 16, a. 6, co), o bien en la oposicin parsintellectiva y pars affectiva para referirse a la dimensin tendencial en su conjunto, obien con un matiz ms amoroso al hablar de un conocimiento de la verdad no pura-mente especulativo. En cualquier caso, en el pasaje aducido arriba al hablar de la elec-

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  • De estos pasajes, Westberg concluye que la eleccin misma es la con-clusin de este nuevo silogismo denominado decisin. Toms tomala conclusin de este silogismo como la eleccin del agente en sentidocompleto, uniendo conocimiento y volicin. Esto es, la conclusin delsilogismo no es el juicio de la razn sobre el cual la voluntad hara unaeleccin separada, sino que es el juicio que expresa la combinacin delintelecto y la voluntad del agente20. De acuerdo con su autor, el valorde esta interpretacin consiste en que puede superar tanto la separacinde potencias, como la tesis voluntarista segn la cual la eleccin serasimplemente la voluntad adhiriendo o rechazando el juicio emitidoanteriormente por la razn.

    Segn Westberg, su planteo sortea adecuadamente el obstculo de laseparacin de potencias ya que la eleccin concebida como conclusinapetitiva del silogismo decisorio representara la concurrencia de intelectoy voluntad21. A diferencia del clebre cuadro de doce pasos inventado porRen Billuart, Toms de Aquino no presenta separados los actos de lainteligencia y la voluntad. El consilium es un acto denominado a partir desu componente cognoscitivo que sin embargo incluye un elemento voliti-vo (el consensus). De la misma manera, la electio es un acto denominado porsu componente apetitivo, pero incluye el juicio prctico de la razn.

    Detengmonos un poco en este punto a fin de relacionarlo con eltema de la prudencia. Como se dijo, segn Westberg el juicio prcticoprocedera como conclusin a partir del de la decisin concebida comosilogismo. Adems no habra que confundir este silogismo decisoriocon el silogismo deliberativo. Mientras que este ltimo concluye concierto grado de generalidad (el hijo debe honrar al padre), la decisinconcluira en una proposicin cuyo sujeto es la primera del singular delagente (yo, hijo, debo honrar a este hombre, mi padre). La premisamedia del silogismo verdaderamente operativo (es decir, la decisin)resultara de la actividad de la prudencia, cuya peculiar percepcinrene elementos universales y particulares.

    Ahora bien, el dinamismo o fuerza que activa la praxis, segnWestberg, brotara de este reconocimiento de lo universal en lo concre-to. Este punto me resulta fundamental en la interpretacin de Westberg.Lo que genera la eleccin y la accin es un reconocimiento. Cito al pro-pio Westberg: El elemento clave es la premisa media. No es un aspec-to ms particular de una regla general [] sino el reconocimiento por

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    cin como una conclusio affectiva parece estar destacando el carcter conclusivo quetiene la eleccin in operativis. Con carcter conclusivo quiero decir que el juicio prc-tico que orienta la eleccin proviene de ciertas apreciaciones previas semejantes a laspremisas silogsticas en la actividad especulativa de la razn.

    20 WESTBERG, D., op. cit., pp. 151-2.21 Ibid.

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  • parte del agente de que la accin (en estas circunstancias) es una ins-tancia donde se aplica el principio general. [] Es este reconocimien-to de la aplicacin de un principio general en una situacin particular loque genera la accin []. La teora del silogismo es claramente unaexplicacin de toda accin voluntaria22.

    De acuerdo con la lectura de Westberg, el verdadero motor de la pra-xis es el conocimiento, mas no de cualquier tipo sino aqul que combi-na lo universal con lo particular. Al parecer es exactamente lo dicho porAristteles en el pasaje citado ms arriba: . Por lo tanto,el silogismo prctico no es un simple esquema de una deliberacin quedebe ser refrendada por la voluntad. Por el contrario, es la forma pre-cisa de la sinergia causal de potencias que activan la praxis humana. Elsilogismo prctico es una descripcin psicolgica de la decisin huma-na. [] El conocimiento del principio universal en s mismo no tienefuerza, pero combinado con el reconocimiento de su aplicacin, hayfuerza motora y, por lo tanto, accin23.

    Es difcil, sin duda, encontrar pasajes tomistas que justifiquen concontundencia esta interpretacin. Pero el planteo de Westberg debeafrontar una dificultad mayor. Como veremos en la prxima seccin, enalgunos pasajes de madurez Toms de Aquino parecera enfatizar ladimensin apetitiva o voluntaria de la eleccin de un modo inconcilia-ble con la interpretacin propuesta por Westberg, que subraya ms elcomponente racional. Por ahora baste con tener en cuenta dos ideasfundamentales presentes en los aludidos pasajes de madurez: (i) la elec-cin es un acto cuya sustancia pertenece a la voluntad (electio substan-tialiter actus voluntatis)24; (ii) el movimiento de la voluntad no dependedel de la razn, es decir que ambos movimientos no deben pensarsesucesivamente (reduciendo el voluntario al racional) sino como espec-ficamente distintos y complementarios25.

    No obstante, en defensa de su interpretacin Westberg argumentaque estos supuestos cambios de posicin no seran ms que modifica-ciones superficiales (simples cambio de formulacin) enteramenteexplicables por la situacin histrica. En el ambiente intelectual parisi-no ya flotaban desde haca tiempo ciertas ideas que propendan aldeterminismo, de las que Toms habra querido diferenciarse. Por ejem-plo, Siger de Brabante en su De necessitate et contingentia causarum propo-na una contingencia sumamente atenuada, reducida exclusivamente alimpedimento acontecido desde fuera sobre la actividad de una causa de

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    22 Westberg, D., op. cit., pp. 154.23 Ibid.24 Vid. S.Th., 1-2, q. 13, a. 1, co.25 Vid. Q. de Malo, q. 6, co.

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  • suyo necesaria. En otras palabras, la contingencia era factible solo en uncaso: cuando le ocurra un impedimento a la causa. Por el contrario, lacausa per se, a la cual no puede ocurrirle un impedimento y que no causaa travs de una causa media e impedible, es causa necesaria de su efec-to26. Ahora bien, es fcil inferir qu consecuencia se seguira de aplicareste modelo causal a las relaciones entre inteligencia y voluntad, entrelas cuales difcilmente pueda haber impedimento alguno que las distan-cie. Por otra parte, hay que tener en cuenta que las aducidas ideas deToms de Aquino se encuentran sobre todo en la Prima Secundae de laSumma Theologiae y en De Malo VI. Estos escritos rondan el 1270, ao delas primeras condenas del Obispo tienne Tempier, entre las cuales sehaba condenado las tesis de que la voluntad elige por necesidad (Prop.III) y de que el libre albedro es pasivo (Prop. IX).

    Ahora bien, Westberg entiende que habida cuenta de este polmicoambiente sera errneo ver en estas tesis tomistas de madurez un cam-bio sustancial con respecto a las ideas presentadas por Toms anterior-mente. Se tratara de un error de apreciacin propio de las interpreta-ciones voluntaristas. Los argumentos de Toms constituyen un claroataque contra el determinismo, tanto cosmolgico como intelectual,representado el primero por filsofos rabes como al-Kindi, y el lti-mo por el radicalizado aristotelismo de Siger de Brabante. Toms quisohacer una slida defensa del funcionamiento libre de la voluntad27.Toms solo se comport como un buen maestro y present argumen-tos contra las comprensiones errneas acaso alimentadas por sus anti-guos dichos. El argumento completo debe verse como una clarifica-cin y una defensa de la posicin de la mutua interdependencia y liber-tad del intelecto y la voluntad, la cual Toms sostuvo todo el tiempo28.

    2.2. La interpretacin compatibilista de Robert Pasnau

    En segundo lugar examinar otra lectura del concepto tomista deeleccin. Pertenece a Robert Pasnau, investigador de la Universidad deColorado y la tomo de su libro Thomas Aquinas on Human Nature. A phi-

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    26 De necessitate et contingentia causarum, fol. 140v, col. a. (MANDONNET, PIERRE, Siger deBrabante et laverroisme latin au XIIIme sicle. IIme partie: Textes indits. Louvain: InstitutSuprieur de Philosophie de lUniversit, 1908: p. 111)

    27 WESTBERG, D., op. cit., p. 90. Robert Pasnau (cuyas posiciones acerca de las relacio-nes entre intelecto y libertad en Toms de Aquino expondremos y analizaremos en laseccin 3.4) tiene una postura semejante a la de Westberg: Toms de Aquino nuncahabra dejado de describir a la voluntad como una facultad pasiva en relacin con suobjeto (que la mueve con necesidad), aunque sin excluir su actividad y su libertad. VasePASNAU, ROBERT, Thomas Aquinas on Human Nature. A philosophical study of SummaTheologiae 1 75-89, Cambridge: Cambridge University Press, 1a ed., 2002, p. 239.

    28 WESTBERG, D., op. cit., p. 90.

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  • losophical study of Summa Theologiae 1 75-89 (Cambridge: 2002). Se tratade una sustanciosa exposicin reflexiva (filosfica, como dice su ttulo)de la seccin sobre el hombre de la Prima Pars de la Summa Theologiae.

    En lneas generales, la interpretacin de Pasnau es compatibilista. Enel mundo angloparlante y particularmente dentro de los estudios defilosofa de la accin, compatibilista es toda aquella interpretacin de lapraxis que crea posible una explicacin que armonice las eleccioneslibres con el influjo determinante de la razn. Desde Thomas Hobbescobr vigencia la tesis de que la libertad sera compatible con una expli-cacin que recurriese a un influjo racional determinante del querer. Portanto, el compatibilismo tendi tradicionalmente a identificar la libertadde eleccin con la posibilidad, poder o capacidad de hacer lo que sequiere, y la ausencia de restricciones para hacerlo29.

    Esta lnea de interpretacin tiene por supuesto su antagonista, querecibe el nombre de libertarianismo. De acuerdo con este es imposiblereducir las elecciones racionales a cualquier influjo causal por parte de larazn. La libertad, problema central de la eleccin humana, no quedararesuelto por las explicaciones compatibilistas sino disuelto. Por el contra-rio, las lecturas libertarias establecen una zona oscura o misteriosa enel sentido de que se resiste a toda explicacin causal/racional de inde-pendencia de la voluntad con respecto a los designios racionales30.

    Lo dicho hasta aqu constituye un breve esquema del marco tericodonde se mueve la lectura de Pasnau. Pero volvamos a ella. Segn suautor hablar de un hueco de misterio en el origen de la praxis es impro-cedente en Toms de Aquino. Precisamente uno de los rasgos caracters-

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    29 KANE, R., ed., The Oxford Handbook of Free Will, Oxford: Oxford University Press,1 ed., 2002, pp. 12-13. Este autor desarrolla el tema de las posibilidades en relacin alas elecciones racionales de la siguiente manera: Eres libre de obrar de otra manera quereunirte con tu amigo cuando (1) tienes el poder o la capacidad de evitar reunirte conl; lo cual implica a su vez que (2) no hay restricciones o impedimentos que te impidanevitar el encuentro. [] [De donde surge la condicin del anlisis hipottico:] (3) Queun agente pueda (tenga el poder, sea capaz o libre de) hacer algo significa que el agen-te lo hara si lo necesitara (o deseara o eligiera) hacerlo (Ibid.)

    Como compatibilistas clsicos suelen ser etiquetados Thomas Hobbes, David Humeo John Stuart Mill (adems de Alfres Ayer, Moritz Schlick y Donald Davidson). Por otraparte, la idea de que la voluntad libre y el determinismo son compatibles continasiendo una perspectiva mayoritaria entre filsofos y cientficos porque parece ofreceruna resolucin simple del conflicto entre las perspectivas ordinarias de la conductahumana desde un punto de vista prctico y la imagen terica del ser humano en lasciencias naturales y sociales, KANE, R., ed., op. cit., p. 10.

    30 Tambin hay numerosas lecturas libertarias de la filosofa de la accin de Toms deAquino. Puede consultarse por ejemplo STUMP, ELEONORE, Aquinass Account ofFreedom. Intellect and Will: The Monist 80, no 4 (1997): pp. 576-597; MACDONALD,SCOTT, Aquinass libertarian account of free choice: Revue internationale de philosophie 52(1998): pp. 309-28.

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  • ticos de la filosofa de la accin del Aquinate es que explica la libertadhumana sin recurrir a un acto incausado o indeterminado de voluntad ointelecto31. Presuponiendo una equivalencia entre explicacin y determi-nacin por parte de la razn, las lecturas libertarias postulan un puntociego y misterioso en el origen de la autodeterminacin voluntaria. Encambio, Toms sigue la explicacin hasta el final. O sea se caracterizapor su confianza en que el anlisis filosfico conduce hacia la verdad, sinimportar cun desconcertante pueda resultar este anlisis inicialmente32.An ms: creo afirma Pasnau que un objetivo del trabajo delAquinate sobre el liberum arbitrium es evitar la necesidad de misterio33.

    Desde el punto de vista causal la secuencia explicativa del Aquinate nosufre interrupciones: mocin divina, puntos de vista de orden superior(un poco ms abajo explicar qu es esto), elecciones racionales y final-mente praxis. A diferencia de sus intrpretes libertarios, Toms deAquino parece someter las elecciones humanas al mismo principio expli-cativo que rige para el mundo natural: los eventos exigen causas, y a suvez estas causas tienen causas primeras34. No hay nada como una miste-riosa mocin incausada que deba reemplazar cierto influjo racional.

    Un primer argumento a favor de una lectura compatibilista de Tomsde Aquino tiene que ver con su concepcin de libertad de las eleccioneshumanas. De acuerdo con l, el verdadero fundamento de esta seencuentra en la razn, y no en la voluntad. Por lo tanto, si con las lectu-ras libertarias se operara un hiato de independencia entre voluntad yrazn, se interrumpira el vnculo de la conducta humana con el origenmismo de su libertad. La raz de la libertad afirma Toms es lavoluntad como sujeto es la voluntad pero como la causa es la razn. Enefecto la voluntad puede lanzarse libremente hacia lo diverso porque larazn es capaz de tener concepciones diversas sobre lo bueno. Por esolos filsofos definen el libre albedro como un juicio libre de la razn [de ratione] como si la razn fuera la causa de la libertad35.

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    31 PASNAU, ROBERT, Thomas Aquinas on Human Nature. A philosophical study of SummaTheologiae 1 75-89. Cambridge: Cambridge University Press, 1 ed., 2002, p. 221.

    32 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 230.33 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 221.34 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 230. Ntese la presencia

    fuerte aunque implcita de las perspectivas de la Tercera Antinomia kantiana, fun-damentalmente en la marcada oposicin entre el hilo conductor de la explicacin de losfenmenos y la anarqua ciega que se seguira de la admisin de causas libres. Por otraparte, Anthony Kenny tiene un punto de vista anlogo al de Pasnau: Toms parecenegar la posibilidad de una libertad contracausal. l dice que para la accin libre esnecesario que el agente sea una causa (un tipo especial de causa) de la accin, pero apa-rentemente no es necesario que sea la nica causa. La determinacin de s mismo esesencial, pero es compatible con la determinacin divina, KENNY, A., op. cit., p. 77.

    35 S.Th., 1-2, q. 17, a. 1, ad 2.

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  • Adems Aristteles mismo (y Toms, que lo sigue) parece invitar auna lectura compatibilista al definir la eleccin a partir de la determina-cin racional procedente de la deliberacin. Se trata de un tpico queaunque reiterado no debe pasar desapercibido. Si la voluntad puede ele-gir es a causa de un doble juego de determinaciones procedentes de larazn. Por un lado, una determinacin universal al bien, que retiene ens misma una alta dosis de indeterminacin. Por el otro, una determi-nacin concreta que resulta de la deliberacin y que seala un cursoespecfico para la accin. Sera incoherente suponer que la voluntadestara indeterminadamente libre de elegir una opcin u otra y quepodra elegir sin ser determinada a hacerlo36.

    En conclusin, Pasnau presenta su planteo con gran precisin: lavoluntad elige libremente porque sigue a la razn y no porque es capazde resistirse a ella37. He aqu la explicacin ltima de su lectura com-patibilista. Para que haya libertad es cuestin de seguir el juicio de larazn, ya que lo que garantiza la eleccin libre es la apertura del inte-lecto hacia varias opciones38. Y Pasnau cita un contundente pasaje deToms de Aquino: Libre es todo aquello que no est obligado a algouno determinado; pero el apetito de la sustancia intelectual no est obli-gado a un un cierto bien determinado ya que sigue la aprehensin delintelecto, que versa universalmente sobre lo bueno39.

    El Toms de Pasnau se comporta como un pulcro aristotlico. Lo quedefine a la eleccin es justamente su referencia a lo que antes ha sidodeliberado, y no su condicin de voluntaria. En efecto, comoAristteles advierte, es posible que experimentemos deseos voluntariospero imposibles (como no morir), o que estn fuera de nuestro alcance(como que venza un deportista u otro). Y ni uno ni otro son eleccio-nes, aunque sean innegables manifestaciones de lo voluntario.

    Pero la interpretacin de Pasnau no se queda en meras descripcionesgenerales. Explora los rasgos de un modelo de eleccin libre y compa-tible con la razn. En pocas palabras, las elecciones humanas surgen dela capacidad humana para emitir juicios sobre juicios. Mientras que losanimales guan su conducta dotados por la naturaleza de un juicio nicoe invariable, el hombre es capaz de reexaminar sus propias creencias.Pasnau ve esto como la interaccin de dos rdenes de creencias, unasde nivel superior y otras ms particulares. Las elecciones consisten enla capacidad de examinar creencias particulares o coyunturales a la luzde creencias de orden ms general. Tener libre eleccin es ser capaz desegundas conjeturas, ser capaz de considerar si nuestra primera inclina-

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    36 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 223.37 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 227.38 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 223.39 Comp. Theol., 1.76.

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  • cin es realmente correcta, o si deberamos hacer ms bien las cosas deotra manera40.

    En la lectura de Pasnau las elecciones racionales surgen de la capaci-dad exclusivamente humana de controlar los propios juicios y apetitosque orientarn la accin a la luz de perspectivas y deseos de orden msalto que los meros estmulos inmediatos41. En su interpretacin el con-cepto clave de el deseo (o volicin) de orden superior (higher-orderviews, higher-order volitions o higher-order desires). Como veni-mos diciendo segn l las elecciones humanas no resultan libres porquepueden apartarse de los juicios racionales (libertarianismo) sino porquepueden controladas por propsitos superiores y adecuadas a ellos42.Ante la presencia del alimento, mientras que al animal no le cabe msrespuesta que la ingesta (siempre que esto sea posible), el ser humanoes capaz de resistirse a comer. Las creencias y deseos de orden supe-rior pueden controlar nuestros juicios inmediatos y nuestros apetitos;como resultado, nosotros no comemos necesariamente la comida eincluso no la deseamos necesariamente43.

    Alguien podra objetar que todo lo dicho peca de intelectualismo, en elsentido de quitarle a la voluntad toda importancia. Pasnau es concientede esto: como si su interpretacin hiciera del apetito humano un admi-nistrativo cuya tarea nica es sellar directivas mandadas desde arriba44.La solucin que ofrece al parecer pasa por conectar la voluntad con losaludidos propsitos de orden superior. La voluntad no es un mero admi-nistrativo ya que es ella es quien en definitiva somete lo deliberado a lasdeterminaciones ms profundas del individuo. Retomando el ejemploanterior, aunque ante el alimento un individuo deliberara que la ingesta esconveniente (por placer quizs), an as podra rechazarla porque suvoluntad est fijada en la determinacin de la abstinencia (por salud, pormotivos religiosos, etc.). La voluntad no se limita a aprobar simplemen-te los juicios pasajeros de la razn de modo neutral. Por el contrario,somete estos juicios a propsitos de orden superior que nos forman talcomo somos. En otras palabras, la voluntad contiene hbitos o disposi-ciones que influyen sobre el curso de su operacin45.

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    40 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 218.41 A partir de este aspecto reflexivo o discursivo, la filosofa analtica interpret el ele-

    gir humano desde una dimensin lingstica. En la seccin 5.1 nos detendremos en estetpico.

    42 Los humanos somos distintos de los animales precisamente por nuestra capacidadde hacer juicios sobre juicios. Del mismo modo somos distintos tambin por nuestracapacidad de tener voliciones que dirijan nuestras voliciones, PASNAU, R., ThomasAquinas on Human Nature, op. cit., p. 228.

    43 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 228.44 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 225.45 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 228.

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  • Y desde este marco conceptual tambin explica Pasnau la capacidadautomotora de la voluntad. La automocin no es ninguna fuente miste-riosa de movimiento incausado, sino la capacidad propia de la voluntadhumana de tener voliciones inferiores de lo inmediato a causa de (o enfuncin de) otras voliciones menos inmediatas y ms estables (de ordensuperior). En tal sentido, Toms dice que la voluntad es causa eficientede s misma. La voluntad tiene el control en virtud de sus disposicio-nes fijas y sus deseos, los cuales sostiene independientemente de los dic-tados de la razn (considerada a corto plazo). La voluntad no puederepudiar la razn enteramente pero puede formarla tanto como la raznpuede formar a la voluntad. La voluntad puede forzar a la razn a dejarde pensar sobre algo o dirigirla a mirar algo de un modo diferente46.

    Ahora bien, tampoco este ltimo viraje argumental est libre de pro-blemas. Pasnau salv la importancia de la voluntad restndole creativi-dad a la deliberacin/eleccin. Las vidas humanas solo son goberna-das parcialmente por la deliberacin racional. Esta deliberacin siempreanda por un camino muy angosto porque tenemos perspectivas deorden ms alto sobre los tipos de bienes que nos interesa alcanzar47.La indagacin se enfoca inevitablemente sobre estas creencias/deseosde orden superior. Hasta qu punto est en las manos del individuo eladherir a ellas o rechazarlas? Sobre la explicacin de Pasnau se cierne lasospecha del determinismo.

    El autor enfrenta esta ltima objecin recurriendo a una distincindel concepto de necesidad. Hay dos tipos de necesidad: una absoluta yotra condicionada o ex suppositione48. Los rboles actan segn necesidadabsoluta al enviar sus ramas hacia arriba y sus races hacia abajo,mientras que los animales actuaran segn necesidad condicional: unaabeja no est siempre haciendo lo mismo: puede o bien volar, o bienconstruir un panal, etc.; estas variaciones de conducta deben entender-se como manifestaciones de necesidad condicional: dado un ciertoambiente, la abeja reaccionar inevitablemente de cierta manera49.

    El ser humano en su elegir al igual que los animales tambin estsometido a una necesidad condicional. Naturalmente que con impor-tantes diferencias: mientras que la conducta animal responde a la natu-

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    46 Ibid.47 Ibid.48 Esta distincin est retomada de Toms de Aquino. A propsito de ella puede con-

    sultarse: In Sent., 2, d. 29, a. 1, co.; SCG 1, c.85; Q. de Verit., q.17, a. 3, co.49 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op.cit., p. 232. Esto ltimo es cuestio-

    nable. Al parecer, Toms de Aquino es menos automatista en su interpretacin de laconducta animal. En realidad, no refiere la necesidad condicional a la relacin delviviente con su ambiente sino a la relacin de medios y fines. Si deseo cruzar un ro, esnecesario (con necesidad condicional) que me suba a un bote.

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  • raleza del animal en cuestin, y a los estmulos recibidos (Pasnau ejem-plifica: la oveja huye del lobo en tanto no puede dejar de ser oveja y ellobo est presente), la praxis humana adems respondera a las creenciasde orden superior. Pero estas son justamente las caractersticas que cons-tituyen nuestra identidad individual. Cuando actuamos de acuerdo conestas inclinaciones profundamente sostenidas, sentimos que estamosrealizando nuestras propias elecciones: elecciones que nos reflejan msa nosotros como individuos que como miembros de una especie50.

    Finalmente, cabe aadir que el anlisis de Pasnau queda abierto conrespecto a qu grado de libertad o dominio tiene el individuo sobre suscreencias superiores. Evidentemente, los animales no son independien-tes de sus creencias fundamentales. Puede decirse que el ser humanosea libre con respecto a ellas? La pregunta queda abierta: [Q]uizs tam-poco nosotros escapemos a los encadenamientos de la necesidad cau-sal. Pero si estamos determinados, lo estamos por nuestras propias cre-encias y valores, y no simplemente por el diseo bruto de la naturalezay por el acontecer de los eventos. Pero para el Aquinate, esta diferenciahace toda la diferencia51.

    3. La especificidad del orden de la praxis

    Hasta aqu present dos interpretaciones de la nocin tomista de elec-cin. En lo que queda expondr mi propia interpretacin, que se apar-ta un poco de las anteriores. Creo que lo caracterstico del punto devista de Toms de Aquino es buscar en la eleccin un rasgo diferencia-dor o formal de ndole no racional (dicho esto no en un sentido liber-tario). Complementando los planteos aristotlicos, tiende a subrayar ladimensin realizativa o actualizante de las elecciones humanas, sin queesto implique afirmar una especie de primaca irracionalista de la volun-tad sobre la razn. Esta lectura que propongo la argumentar ponien-

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    50 Ibidem.51 PASNAU, R., Thomas Aquinas on Human Nature, op. cit., p. 233. Westberg tiene una

    posicin semejante (el agente terminara viendo la situacin como quiere verla): Lapercepcin de las circunstancias es un juicio del intelecto [] pero la seleccin de lapremisa menor es el resultado de la voluntad, la manera en que el agente desea ver lasituacin. [] Hay una apertura acerca de la seleccin de premisas y de la evaluacinde la situacin, que llevar al predominio de cierta lnea de pensamiento sobre la accin.En otras palabras, el agente elige ver qu accin es requerida para una situacin deter-minada, y evala esa accin desde una estructura, por ejemplo, de responsabilidad o deplacer. Esta es la prueba real, no slo de la voluntad del agente sino de su carcter ente-ro: mantener varias inclinaciones bajo control le permite ser capaz de ver la situacinadecuadamente y juzgarla correctamente WESTBERG, D., Right Practical Reason: Aristotle,Action, and Prudence in Aquinas, Oxford: Oxford University Press, 1 ed., 1994, p. 163.

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  • do de relieve tres puntos fundamentales. El primero de ellos es que laeleccin es redefinida por Toms como una acogida (acceptio); el segun-do es su carcter sustancialmente apetitivo; y el tercero es destacar cier-tas modificaciones que el Aquinate fue operando a lo largo de su carre-ra en su modo de concebir el fin de la praxis humana.

    3.1. La eleccin como acogida efectuadora

    Una primera razn a favor de mi lectura la tomar de la singularrecepcin que hace Toms de Aquino de una tesis aristotlica de la ticaNicomaquea. Veremos que mientras que Aristteles propende a definir laeleccin por su relacin con la deliberacin, Toms pone lo formal dela eleccin en su carcter voluntario. Como ya se expuso ms arriba,Aristteles advierte que la eleccin no es un tipo de opinin52. Da dosrazones: primero, la opinin versa incluso sobre lo que no depende denosotros (y evidentemente no elegimos sobre algo as); segundo, la opi-nin puede ser o verdadera o falsa mientras que la eleccin se divide enbuena o mala. La argumentacin aristotlica terminar concluyendoque la eleccin es un apetito deliberado de las cosas que dependen denosotros53; y aade: pues al decidir despus de deliberar, apetecemosde acuerdo con la deliberacin54.

    Toms enfoca esta tesis aristotlica55 preguntndose cul es la dife-rencia por la que se nos califica a partir de nuestras elecciones (ex hocquod eligimus bona vel mala dicimur quales qudam) y no a partir denuestras meras opiniones sobre lo elegible. La diferencia radica en quelo bueno y lo malo tienen que ver con el acto y con la operacin, y nocon la mera potencia. Las opiniones y las creencias estn ms del ladode la potencia porque predisponen a un individuo a obrar ms no impli-can una operacin de hecho o en acto por parte de este. Se dice quealguien es bueno o es malo no segn la potencia sino segn el actocomo se dice en Metafsica IX, es decir, por poder obrar bien sino por-que se obra bien56. Por supuesto que para Toms la elec-cin es un acto absolutamente racional. Pero el punto que quiere enfa-tizar no es ese. Al parecer est buscando en la eleccin un nombre y unaenfatizacin nocional para el individuo en su estado actualmente ope-rante (voluntas), con respecto al cual toda creencia u opinin son condi-ciones inevitablemente previas.

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    52 EN .2, 1111b 30 y ss.53 EN .3, 1113a 1154 EN .3, 1113a 1155 Sent. libri Ethic., III, l. 556 Ibid.

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  • En De Veritate 23 encontramos un planteo semejante. La tesis es lamisma: la eleccin es un acto de la voluntad. Lo que me resulta intere-sante en este pasaje es el trmino mismo con que Toms redefine laeleccin. La eleccin es la ltima acogida [acceptio] por la cual acoge-mos [accipitur] algo para realizarlo [ad prosequendum]. Esto no es propiode la razn sino de la voluntad. Ya que por mayor que sea el grado enque la razn prefiere algo a otra cosa, no ser acogido [est praeaceptatum]uno ms que otro para la operacin hasta que la voluntad se incline msa uno que a otro. En efecto, la voluntad no sigue a la razn con nece-sidad57. La eleccin es definida e interpretada como una acogida [accep-tio] de carcter definitorio.

    No basta con una preferencia racional para que de hecho acojamosalgo definitivamente. Acogida indica una inclinacin efectiva, por lacual lo elegido abandona su estado de posibilidad y gana la existenciareal de la praxis. En la Summa Theologiae reaparece la misma idea y elmismo trmino: A la eleccin concurre algo de parte de la potenciacognoscitiva y algo de parte de la apetitiva: [] de parte de la apetitivaes preciso que deseando acoja [acceptetur] lo que se juzga a travs delproceso deliberativo58. Ntese que Toms recurre al verbo acceptare y alsustantivo acceptio, ambos construidos sobre la timon indoeuropeo*ke/oH1-p-, cuyo sentido de base es tomar (pinsese en el verbo cape-re o en el sustantivo praeceptum).

    Para concluir con esta seccin plantear una pregunta. Hasta aqu jus-tifiqu la tesis de que la concepcin tomista de eleccin tiene una espe-cificidad voluntaria irreductible al intelecto: la eleccin como una supe-racin de lo simplemente potencial y efectiva acogida del bien. En otraspalabras, enfatic la dimensin activa de la eleccin: elegir no es mera-mente opinar sino actuar conforme a lo deliberado. Sin embargo, qutienen de especial estas acciones de querer o de elegir que, una vezintercaladas entre el agente y su praxis concreta, nos hacen detener labsqueda? Ciertamente el querer o el elegir no pueden ser actividadesdel mismo tipo que las actividades concretas que pretendemos explicarcon ellos porque, si as fuera, por qu deberamos detenernos en la pos-tulacin de actos intermedios y no continuar ad infinitum. En otras pala-bras, qu es lo que resta, cuando del hecho de que levanto el brazosustraigo el que mi brazo se levante?59: si lo que resta es otra accin entodo semejante a la removida, no se explica nada, pero si lo que restaes una accin de otro tipo, de qu estamos hablando exactamente?

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    57 Q. de Verit., q.22, a.15, co58 S.Th., Ia, q.83, a.3, co59 WITTGENSTEIN, LUDWIG, Philosophische Untersuchungen, 621 (Investigaciones Filosficas,

    tr. A. Garca Surez & U. Moulines, Barcelona: Crtica, 2010, 1 ed., p. 383)

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  • Intentar una suerte de va media. Doy por sentado que la eleccin esun tipo de actividad en el sentido expuesto y que, por tanto, no se lapuede asimilar al intelecto. Sin embargo, se trata de un tipo de actividadbastante especial, que debe ser cuidadosamente diferenciado de la acti-vidad resultante (por ejemplo, levantar un brazo). La dimensin causa-tiva del agente se despliega gradualmente. La eleccin denomina el esta-do culminante en el que este debe encontrarse para que se desencade-ne la actividad concreta. En otras palabras, como dice Toms, una vezconseguida en el elegir la proporcin del agente con respecto a losmedios, resulta completo el querer de aquello que es para el fin, y sobre-viene el uso. Actuar por un fin indica el Westberg envuelve unacto intermedio o mediato, una eleccin de una accin particular queconduzca al fin ya buscado por la intencin60. La secuencia de activi-dad elcita presentada al comienzo de la Prima Secundae no es otra cosaque un minucioso anlisis de cmo el agente consigue por sus propiosmedios una proporcin (pues en su estado natural carece de ella) dedonde fluya la causacin real (unin con un bien ya existente o realiza-cin de un bien inexistente hasta ahora).

    En palabras del mismo Toms, para que acontezca la accin es preci-so que el agente se proporcione con respecto al fin que desea alcanzar,para lo cual debe acoger por completo todo aquello que ha juzgado envistas al fin. La voluntad tiene una doble relacin [habitudinem] con loquerido. La primera, en cuanto lo querido se encuentra de alguna mane-ra en el que quiere a travs de cierta proporcin u orden a lo querido(de aqu que se diga que las cosas que estn naturalmente proporciona-das a algn fin, lo apetecen naturalmente). Pero tener el fin de estamanera es tenerlo imperfectamente. Ahora bien, todo lo imperfectotiende a lo perfecto, por eso tanto el apetito natural como el voluntario,tienden a poseer realmente el fin mismo, lo cual es tenerlo perfecta-mente. Y esta es la segunda relacin de la voluntad con lo querido61.

    Finalmente, la eleccin est indivisiblemente compenetrada con loque Toms llama uso, el primer movimiento de la consecucin real delfin. Toms hace una analtica de la accin cuyos elementos no deben serentendidos por separado. La eleccin, el uso y la consecucin del fin(sea en el sentido de la posesin de algo o la realizacin de una accin)pertenecen a un mismo movimiento, a un solo gesto, que es la tenden-cia del agente hacia lo querido. Por tanto, la eleccin es activa y causa-tiva mas no en el mismo sentido en que lo es el acto resultante (muevoel brazo, toco la campana), sino en tanto es el punto de articulacin en

    108 IGNACIO MIGUEL ANCHEPE

    60 WESTBERG, D., op. cit., p. 148. 61 S. Th., IaIIae, q. 16, a. 4, co

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  • el cual se enlazan la culminacin de la actividad inmanente con el iniciode la consecucin real del fin por va del usus62.

    3.2. Repensando la funcin del fin?

    Como dije arriba, Aristteles haba dejado establecido firmemente elcarcter mixto de la eleccin, en la cual concurren y se entrelazan inte-lecto y apetito. Toms retoma esta cuestin y en reiteradas oportunida-des discute cmo ambas potencias interactan en el elegir. Su anlisisse focaliza en qu tipo de influencia ejerce el intelecto sobre la volun-tad, o en otras palabras, cul es el modo propio que asume el apetititoen un ser de naturaleza intelectual. Su propsito es arduo: dar cuenta dedos premisas difcilmente conciliables. Por una parte, el carcter mar-cadamente racional de la eleccin, que consiste desde Aristteles en elejercicio de una preferencia a partir de una deliberacin. Pero por laotra, dejar a salvo el libre albedro y el movimiento apetitivo como sus-tancia del elegir.

    En esta seccin me propongo subrayar cmo Toms de Aquino fuematizando o repensando su modo de concebir la influencia del intelec-to en la eleccin. Se ver que conforme nos aproximamos a las obrasde madurez, la dimensin apetitiva va ganando especificidad e igualdadfrente a la dimensin intelectiva. Distinguir dos conjuntos de textosafines: en el primero incluir pasajes de las Quaestiones de Veritate (1258),de la Summa contra Gentes (1263) y de la Prima Pars de la Summa Theologiae(1267); el segundo conjunto corresponde a los ltimos anlisis que des-tin el Aquinate a nuestro tema, a saber, la Prima Secundae de la SummaTheologiae (1270) y las Quaestiones de Malo (1270-1271)63.

    De acuerdo con las Quaestiones de Veritate el intelecto mueve la volun-tad a la manera en que se dice que el fin mueve [per modum quo finis move-re dicitur]: en tanto preconcibe un modelo de fin [praeconcipit rationem finis]y se lo propone a la voluntad64. Toms argumenta que la voluntad ejer-ce un tipo de causalidad eficiente [causa agens], es decir, una inclinacinorientada al ser real de algo en el sentido de unirse con l (si existe) o pro-ducirlo (si no existe). Pero como no hay inclinaciones puras o informes,es preciso que toda inclinacin est dotada de una estructura. Estadimensin estructurante o formal consiste en la preexistencia intencional

    A PROPSITO DE LA ELECCIN EN TOMS DE AQUINO 109

    62 Los ejemplos de mover el brazo y tocar la campana pertenecen a LudwigWittgenstein como consigno ms abajo. Las precisiones a propsito del vnculo entreeleccin y uso se las debo sobre todo a BROCK, STEPHEN, Accin y conducta. Toms deAquino y la teora de la accin (trad. David Chiner) Barcelona: Herder, 1 ed., 2000.

    63 La fecha de las obras la tomo de FABRO, CORNELIO, Breve Introduzione al Tomismo,Segni: Editrice del Verbo Incarnato, 1 ed., 2007, pp. 12 y ss.

    64 Q. de Verit., q. 22, a. 12, co.

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  • del fin en el intelecto. En otras palabras, para que haya accin debe con-currir el mpetu activo de la inclinatio y la preconcepcin intelectual del fin,que acta como ratio agendi, es decir, como forma o estructura del actuar.

    La misma conclusin es repetida en la Summa Contra Gentes: el inte-lecto mueve la voluntad al modo en que mueve el fin, pues el fin de lavoluntad es lo bueno entendido [como tal]65. Sin embargo, el marcoconceptual que en este caso sustenta la tesis es mucho ms intelectualis-ta. Por un lado, la voluntad no es algo que distinga a la naturaleza inte-lectual de entes de otras clases, ya que el apetito est presente en todaslas cosas [omnibus rebus inest]. El elemento diferenciador lo introduce larelacin del apetito con el conocimiento, de donde Toms concluye quela voluntad en cuanto es un apetito no es algo propio de la naturalezaintelectual; solo lo es en cuanto depende del intelecto. En cambio, elintelecto es de por s [secundum se] propio de la naturaleza intelectual66.

    En coherencia con lo anterior, Toms concluye que la voluntadmueve al intelecto accidentalmente, e incluso sugiere que la voluntad esun paso intermedio dentro de una secuencia motriz surgida del intelec-to como de su fuente. Sobre todo y de por s el intelecto mueve a lavoluntad ya que esta en cuanto tal es movida por su objeto, que es lobueno aprehendido. Pero la voluntad mueve al intelecto como acciden-talmente [quasi per accidens], en la medida en que el entender mismo esaprehendido como algo bueno67. Esta propensin a hacer de la volun-tad un cierto apndice del intelecto recuerda algunos pasajes de lasQuaestiones de Veritate, donde Toms afirma que la eleccin pertenece ala voluntad solo relativamente pues en realidad se trata de un acto que lavoluntad produce condicionada por el tipo de representacin proceden-te de la razn. El espectro completo de la actividad voluntaria querer,tender y elegir sera simple correlato especular de los diversos modosen que el intelecto puede presentar determinado bien68.

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    65 Summa Contra Gentes, l. III, c. 26. 66 Ibid.67 Ibid.68 Q. de Verit., q. 22, a. 15, co.: La eleccin es un acto de la voluntad ms no de un

    modo absoluto [non absolute] sino en orden a la razn, porque en la eleccin apareceaquello que es propio de la razn: comparar algo con otra o preferirlo. Todolo cual sin duda se encuentra en el acto de la voluntad porque la razn lo introduce [eximpressione rationis], en tanto es la razn misma la que le propone a la voluntad algo nocomo til a secas sino como ms til para el fin. Por lo tanto, as se ve que querer y ten-der son actos de la voluntad. (i) El querer en cuanto la razn le propone a la voluntadalgo como absolutamente bueno, o que debe ser elegido por s mismo (comofin) o bien por otro (como lo que es para el fin); a ambos los llamamos que-rer. (ii) Pero elegir es acto de la voluntad en cuanto la razn le propone un bien como ms til para el fin. (iii) En cambio tender en cuanto larazn le propone un bien como un fin que debe ser alcanzado por loque es para el fin.

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  • En la Prima Pars de Summa Theologiae, por un lado, Toms sigue soste-niendo que el intelecto mueve a la voluntad a la manera del fin69. Noobstante, se reconocen enfticamente ciertos lmites para el intelectua-lismo. La voluntad es comparada con el cielo (que garantiza la univer-sal conservacin de especies e individuos del mundo sublunar) y con unrey (a quien le incumbe el bien comn de todo el reino)70. En efecto, esen virtud de la voluntad que cada potencia humana va en pos de su fin.Por otra parte, aunque Toms contina enfatizando la superioridad delintelecto (nunca dejar de hacerlo) en virtud de que su objeto es mssimple, abstracto y noble, reconoce no obstante que en algn sentido lavoluntad es ms alta71. Finalmente, no se encuentran rastros de losintentos de reduccin constatados en Summa contra Gentes: ya no es acci-dentalmente que la voluntad mueve al intelecto, ni se interpreta lavoluntad como una instancia intermedia de un intelecto fuente delmovimiento.

    Ahora pasemos al segundo conjunto de pasajes. A diferencia de lospasajes aludidos arriba, tanto en la Prima Secundae de Summa Theologiaecomo en las Quaestiones de Malo hay un cambio en la concepcin del fin.En los pasajes del primer grupo la funcin del intelecto se explicabarecurriendo a la funcin del fin: el intelecto mueve presentndole a lavoluntad su fin. En cambio en estas obras de mayor madurez el fin apa-rece desvinculado del intelecto y como objeto del ejercicio o uso de lavoluntad. El intelecto, por su parte, Toms lo presenta como principioformal del movimiento. Tambin resulta significativo que en estos an-lisis ms tardos las categoras puestas en juego ya no son las de fin yagente, sino las de sujeto y objeto, lo cual podra leerse como un nfa-sis en la autonoma u originalidad de la praxis: mientras que en la pare-ja agente/fin la fuerza podra ponerse del lado de la atraccin del fin,en la pareja sujeto/objeto queda claro que es el primero quien originael movimiento que recaer sobre el segundo.

    He aqu un pasaje donde Toms explica la funcin prctica del intelec-to sin recurrir ya a la nocin de fin: El objeto mueve determinando elacto, a la manera de un principio formal, por el cual se especifica la accinen los seres naturales. [] Segn esta manera de mocin el

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    69 S.Th., I, q. 82, a. 4: as como el fin mueve a lo eficiente de esta manera el intelec-to mueve a la voluntad, porque lo bueno entendido es el objeto de la voluntad, y [este]la mueve como su fin.

    70 Ibid. En Quaest. de Verit. q. 22, a. 11 Toms sostiene una trplice consideracin desuperioridad: (i) absolutamente el intelecto es superior, (ii) tambin lo es con respectoa las cosas sensibles, pero (iii) con respecto a las cosas divinas la voluntad es superior.Al parecer en Summa Theologiae la superioridad de la voluntad ya no se limita a las cosasdivinas sino que encuentra su propio lugar, incluso si se trata de cosas sensibles.

    71 S.Th., I, q. 82, a. 3 y a. 4, ad 1

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  • intelecto mueve la voluntad en tanto le presenta su objeto72. El fin o bienentendido que en los pasajes anteriores desempeaba un papel funda-mental ha desaparecido. En cambio, aparece vinculado con el movi-miento de ejercicio o uso de la voluntad. El objeto de la voluntad es elprimer principio en el gnero de la causa final, puesto que su objeto es lobueno, bajo lo cual estn comprehendidos todos los fines73.

    Mientras que antes explicaba la praxis como el resultado de un bienintelectualmente representado, al cabo de su carrera Toms terminaexplicndola como el resultado de un apetito dotado de un movimien-to originario en pos del fin, que recibe del intelecto su estructuracinformal. No obstante, este cambio no implica la negacin de las tesisanteriores. Creo que sin dificultades podra pensarse que los pasajesms tardos constituyen una explicacin a nivel general y los pasajesanteriores una descripcin ms puntual. En otras palabras, el origen omotor profundo de la praxis es netamente apetitivo pues consiste en losapetitos o deseos propios de cada individuo (los deseos de orden supe-rior de Pasnau).

    Estos apetitos fundamentales activan a su vez a la razn en su fun-cin deliberadora, que seleccionar todo aquello que parezca servir paraconstruir el mejor camino. En su madurez Toms no niega el poderdeterminante de la razn sobre la voluntad pero lo relativiza enmar-cndolo en los profundos apetitos y fines propios de la dimensinvoluntaria del individuo. Ciertamente la razn cumple la funcin depresentar fines que determinan a la voluntad, pero esto solo tiene sen-tido si se presuponen deseos o apetitos de ndole general.

    3.3. El elegir humano como actividad sustancialmente apetitiva

    En S.Th. 1-2, q. 13 Toms afirma que lo sustancial de la eleccin per-tenece a la voluntad o procede de ella. En esta seccin analizar breve-mente el sentido y alcance de esta afirmacin pues creo que tiene algnvalor en relacin a la tesis central de mi trabajo. En efecto, sobre todoconsiderada en su contexto, esta afirmacin hace pensar que Tomsest enfatizando particularmente la dimensin apetitiva de las eleccio-nes racionales.

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    72 S.Th. Ia-IIae, q. 9, a. 1, co. Igualmente en Q. de Malo, q. 6, co: Pero si consideramoslos objetos de la voluntad y del intelecto encontraremos que el objeto del intelecto esel primer principio en el gnero de la causa formal, puesto que su objeto es el ente y loverdadero.

    73 Q. de Malo, q. 6, co. Igualmente en la S.Th., Ia-IIae, q. 9, a. 1, co: Lo bueno encomn, que tiene razn de fin es el objeto de la voluntad. Por eso por este lado lavoluntad mueve a las otras potencias del alma a sus actos, pues usamos las otras poten-cias cuando queremos. Pues los fines y las perfecciones de las otras potencias estncomprehendidas en el objeto de la voluntad como ciertos bienes particulares.

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  • En este artculo Toms se encuentra dirimiendo la cuestin de si laeleccin es un acto de la razn o de la voluntad. El cuerpo del artculotiene cinco momentos: (i) naturaleza mixta de la eleccin: algo de razny algo de apetito; (ii) la premisa de que cuando dos constituyen algouno, en esa unin uno es formal respecto al otro; (iii) aplicacin de estapremisa al alma: segn Nemesio de Emesa (a quien Toms confundecon Gregorio de Nisa) la eleccin humana es mixta, como lo es el ani-mal, compuesto de cuerpo y alma; (iv) la premisa de que en el alma,cada acto es esencialmente de una potencia pero recibe su forma oespecie de la potencia superior: por ejemplo, un acto de fortaleza poramor a Dios; y (v) la eleccin recibe su orden proveniente de la raznpero su sustancia es apetitiva.

    En las Quaestiones de Veritate lo hemos visto este problema seresuelve ms fcilmente. All se afirma simplemente que la eleccin noes ms que la modalidad en que la voluntad responde ante el intelectocuando este le presenta un bien como va apta para otro. En cambioaqu Toms es ms pretencioso pues desea mantener a salvo la prima-ca del intelecto pero sin hacer brotar lo apetitivo de lo intelectual. Sinabandonar la tesis (siempre defendida por l) de la primaca del intelec-to sobre la voluntad, busca delimitar un mbito apetitivo que no resul-te un paso intermedio dentro de la actividad del intelecto.

    El argumento que Toms desarrolla aqu le debe su contundencia a lasuperposicin de dos marcos conceptuales netamente aristotlicos: eldel hilemorfismo y el de la doctrina de la sustancia. En efecto, hasta lamitad del cuerpo del artculo, la eleccin es explicada por analoga conun compuesto hilemrfico. El propsito sin duda es garantizar tanto launidad del compuesto notico-apetitivo como la primaca de la inteli-gencia, analogada a la forma. Sin embargo, la argumentacin no acabacon esto, sino que da un ltimo vuelco inesperado. El enfoque cambiay la pregunta deja de ser por lo formal de los actos psquicos y pasa aser por lo sustancial o esencial de los mismos. Dice Toms: en estaclase de sustancias [sc. la de los actos del alma] el acto se encuentra almodo de la materia [materialiter] ante el orden que se le impone desde lapotencia superior. Y por esto la eleccin en su sustancia [substantialiter]no es acto de la razn sino de la voluntad74.

    Adems de estos dos adverbios materialiter y substantialiter msarriba Toms haba hablado de essentialiter (en los actos del alma, el actoque es esencialmente de una potencia o hbito su forma y especie lasrecibe de la potencia o hbito superior75). Todos apuntan a lo mismo:

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    74 S.Th. 1-2, q. 13, a. 1, co75 Ibid.

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  • invitan a un cambio de enfoque en el anlisis, reorientan la mirada haciala dimensin sustancial de la praxis, a su consistencia efectuadora. Poreso Toms cierra su argumentacin diciendo: la eleccin alcanza su aca-bamiento [perficitur] en un movimiento del alma hacia el bien que se elige.Por eso est claro que es un acto de la facultad apetitiva76.

    La dimensin voluntaria de las elecciones humanas no se reduce auna simple aceptacin de lo deliberado por la voluntad. Aunque desdeun enfoque hilemrfico sea la inteligencia quien estructura la praxis, elAquinate opta aqu por llamar la atencin sobre un nuevo aspecto,acaso solapado en obras anteriores. La consistencia ontolgica de todala praxis del hombre y en particular de sus elecciones es de naturalezaabsolutamente apetitiva. No es en la simple orientacin proveniente dela razn donde el elegir humano consigue su acabamiento sino en elespesor del movimiento voluntario. A diferencia de los planteos aristo-tlicos, el elegir humano comienza a ser el producto de un deseo que sesirve del intelecto para construir un curso prctico definido.

    Toms razona aqu a propsito del elegir humano de una manera an-loga a como lo hace en algunos pasajes sobre el acto de ser. Aunque seala esencia ese principio determinante de donde brota el sentido mismode cada cosa, el Aquinate no se priva de enfatizar que hay un enfoquedesde el cual es el acto de ser lo ms ntimo y fundamental de la cosa,aquello que subyace en ella y sostiene las determinaciones propias de laesencia. El ser es lo ms ntimo [magis intimum] de cada cosa lo que msprofundamente [profundius] subyace a todo porque es formal con res-pecto de todo lo que hay en la realidad77.

    Al igual que el acto de ser, sin la dimensin apetitiva de la praxis nadade la conducta humana tendra actualitas, pues en el movimiento apetiti-vo reside la verdadera actualitas de la conducta. El ser mismo es lo msperfecto de todo pues con todo se compara como acto. Nada tieneactualidad sino en cuanto es, por eso el ser mismo es la actualidad detodas las cosas, incluso de las formas mismas. Por eso con lo dems nose compara como lo que recibe respecto a lo recibido sino ms biencomo lo recibido respecto a lo que recibe78. Creo que mi planteo puederesumirse bien desde esta dialctica del que recibe y lo recibido: como elacto de ser, el movimiento apetitivo no se compara (exclusivamente) conel juicio de la razn prctica como lo que recibe a lo recibido, sino comolo recibido respecto a lo que recibe. En otras palabras, es el juicio prc-tico el que recibe del apetito su actualidad, que en la praxis no es otracosa que la insercin en el real entramado de la conducta del individuo.

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    76 Ibid.77 S.Th., 1, q. 8, a. 1, co.78 S.Th., 1, q. 4, a. 1, ad 3um.

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  • 4. Cuestionamientos a propsito de las interpretaciones de Westberg y Pasnau

    En la presente seccin, a partir de lo dicho en la seccin anterior, dis-cutir tres puntos de la interpretacin de Westberg y otros tres de la dePasnau. Con respecto a la primera me enfocar en su duplicacin de lainfluencia racional sobre el apetito, en su concepto de fuerza motora yen su valoracin del silogismo prctico. Con respecto a la segunda lospuntos a discutir sern la relacin entre causa y praxis humana, lanocin de creencia de orden superior y, finalmente, la relacin de esteorden de creencias con el elegir humano.

    Como dije, segn Westberg la razn prctica le aporta dos ordines alapetito voluntario. Por una parte la deliberacin, cuyo trmino sera cier-ta creencia sobre el camino ms idneo en vistas a cierto fin, por otrolado la decisin, cuyo trmino sera el ejercicio mismo de la eleccin, quepara Westberg (apoyado en algn pasaje tomista) es en definitiva unasuerte de conclusin. Creo que, si se consideran los pasajes tomistascentrales sobre la eleccin (algunos de los cuales se trabajaron en la sec-cin anterior) no se ve que Toms duplique realmente el ordo de la raznprctica. Incluso en su juventud, lejos todava de las condenas de 1270y por ende de toda sospecha de nfasis sobre lo apetitivo, Toms plan-tea tres influencias de la razn prctica: la presentacin de un fin a secas,la presentacin de un fin como alcanzable por ciertos medios, y la pre-sentacin de un medio como idneo en vistas al fin. La eleccin es elacto apetitivo correspondiente al tercer tipo de influjo racional. No se vedonde pueda introducirse aqu la duplicacin de Westberg.

    Pero, con todo, la falta de apoyo textual no es el argumento ms fuer-te contra este planteo. Qu es lo que lleva a Westberg a operar estaduplicacin de la influencia de la razn prctica? Qu lo lleva a apar-tarse de los desarrollos explcitos de Toms y enfatizar algn prrafoaislado? Creo que se ve obligado a esto porque no est dispuesto aadmitir que el apetito tenga una esfera propia o una actividad que leresulte propia. En otras palabras, se trata de robustecer la dimensinintelectual de la praxis ante un apetito demasiado enflaquecido.

    Todo esto conduce al segundo punto, que es el de la fuerza motorade la praxis. Una de las principales justificaciones que Westberg encuen-tra para su duplicacin es que la deliberacin por s misma carece defuerza motora para activar la praxis, a causa del carcter general de suconclusin. Por el contrario, la decisin estara dotada de esta fuerzaporque implicara el reconocimiento prudencial de la aplicacin delprincipio o juicio prctico en la situacin particular. Como se vio msarriba, esta idea tiene mayor apoyo textual aunque no en Toms deAquino sino sobre todo en un pasaje de Aristteles en De Anima .11.

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  • Creo que lo que el pasaje de Aristteles dice en realidad es que nopodra haber praxis sin creencias ligadas a la situacin prctica concre-ta. En otras palabras, para explicar la praxis no basta con creenciasgenerales. Ahora bien, lo que este pasaje no dice es que baste con unacreencia particular para explicar la praxis. De hecho, una lectura de estetipo no parece fcilmente conciliable con la dimensin orctica de la, que tanto enfatiza Aristteles en tica Nicomaquea.

    Finalmente, el ltimo punto es el concepto de silogismo prctico quemaneja Westberg. La aludida duplicacin de influencias de la raznprctica es en realidad una duplicacin de silogismos prcticos. ParaWestberg hay un silogismo prctico deliberativo y otro decisorio. Algopor el estilo poda inferirse de un pasaje de Toms de Aquino donde sehablaba de dos conclusiones, una simplemente particular y cognosciti-va el juicio de la conciencia y la otra genuinamente afectiva o prc-tica el juicio prctico de la eleccin. Segn Westberg la conclusindel silogismo decisorio es la eleccin en sentido completo. En otraspalabras, sera este silogismo decisorio el dotado de verdadera fuerzamotora despus del cual se sucedera la praxis.

    El problema fundamental del planteo de Westberg es que intentaencontrar la fuerza motora de la praxis en la razn prctica. Por el con-trario, la fuerza motora la aporta el deseo, mientras que la razn prcti-ca solo aporta las representaciones ms o menos generales que estruc-turarn el curso de la praxis. Estas nunca podran ser fuerza motora yaque son esencialmente generales y por tanto inconmensurables con losingular concreto, que es donde acontece la praxis. Para que la fuerzamotora pudiera surgir de ellas, sera preciso que de una adicin derepresentaciones universales pudiera surgir lo singular. Pero hablando apropsito de la individuacin, Toms niega explcitamente esto: Desuyo toda forma es comn. Por lo tanto la adicin de una forma sobreotra no puede ser causa de individuacin. Sean cuantas sean las formasque se agreguen (como blanco, de dos codos, Crisipo, y por elestilo), no constituirn particular79.

    La praxis no es el resultado de una inteligencia que desciende a lo con-creto, sino de un deseo que est en lo concreto y asciende a la inteligen-cia para buscar razones para actuar en cierto sentido. O bien, para decir-lo con palabras de Wolfgang Wieland, creo que el silogismo prctico,

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    79 Quodlib. 7, q. 1, a. 3, co. Por otra parte, como indica Stephen Brock, la praxis acon-tece in sigularibus, nada puede ser producido en el mbito de los universales (cf. BROCK,STEPHEN, op. cit., p. 63). A su vez, Wolfgang Wieland advierte que todas estas dificulta-des estn indicando que no se puede tratar las cuestiones que conciernen a la deter-minacin del obrar como meras cuestiones relativas al conocimiento o bien reducirlasa tal tipo de cuestiones (WIELAND, W., La razn y su praxis. Cuatro ensayos filosficos (trad.Alejandro Vigo) Buenos Aires: Biblos, 1 ed., 1996, p. 21).

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  • aunque algo explique sobre la motivacin de la praxis, no puede resol-ver totalmente la cuestin: El silogismo prctico puede reproducir unaestructura elemental de la razn prctica; sin embargo, tampoco l expli-ca cmo es motivada la razn a poner a prueba su capacidad de inter-venir en el mundo del obrar y en el entramado motivacional que lo atra-viesa, no solamente evaluando sino tambin determinando acciones80.

    Pasemos ahora a la interpretacin de Pasnau, la cual creo que es mscompatible con la ma, aunque haya algunos puntos por discutir. Comose vio, las ideas de Pasnau estn enmarcadas en el debate entre compa-tibilistas y libertarios a propsito de la posibilidad de armonizar la liber-tad con la determinacin procedente de la razn prctica. Pasnau, cuyalectura es claramente compatibilista, enfatiza que Toms de Aquinojams intent explicar la libertad separando el apetito de su influenciacognoscitiva. En otras palabras, a diferencia de los planteos libertarios,Toms no recurri jams a un acto incausado para dar cuenta de lalibertad: la voluntad elige libremente por estar enraizada en la razn yno por ser capaz de resistirse a ella.

    Por mi parte, coincido con lo dicho en lo siguiente: sin duda paraToms la libertad se explica por el carcter racional de la voluntad. Sinconocimiento desaparece la libertad. No obstante, creo que Pasnaumaneja una nocin de causa demasiado unvoca como para interpretaradecuadamente ciertos detalles de la filosofa de la accin del Aquinate.Tanto Pasnau como sus oponentes libertarios casi admiten un solo tipode causalidad en la constitucin de la praxis, que es la determinacincognoscitiva de la razn prctica. Por el contrario, Toms es muy claro,sobre todo en sus ltimos escritos, en que la praxis resulta de la com-plementacin de dos tipos causales bien diferenciados: la determinacinformal proveniente de la razn y el movimiento apetitivo, que es comola sustancia o materia donde esas determinaciones obtienen toda su con-sistencia y su ser real. Si se hiende su unin con la razn, el apetito pier-de su libertad, pero si se pierde de vista la realidad del apetito la raznprctica misma pierde su sentido. Solo la realidad originaria del apetitola urgencia de la praxis impostergable puede responder a la pre-gunta aludida arriba por Wieland a propsito de qu motiva a la razn aponer a prueba su capacidad de intervenir en el mundo del obrar.

    El segundo punto del planteo de Pasnau al que me quiero referir essu concepto de creencias de dos rdenes. Recordemos que segn ltanto la libertad de eleccin como la automocin de la voluntad seexplican por la interaccin de dos tipos de creencias, unas inferiores ycircunstanciales, y otras superiores y ms generales. Que un hombre sealibre de ingerir un alimento se explica segn Pasnau porque este es

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    80 WIELAND, W., La razn, op. cit., p. 34.

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  • capaz de relativizar el estmulo a la ingesta a la luz de creencias supe-riores. En otras palabras, el individuo es capaz de preguntarse si estaingesta es compatible, por ejemplo, con sus paradigmas nutricionales,con sus convicciones religiosas, etc. La automocin de la voluntad sig-nificara la capacidad de esta de someter las creencias inferiores a lassuperiores.

    Por mi parte, comparto el esquema general propuesto por Pasnau dedos rdenes de creencias, aunque no se encuentre explcitamente enToms de Aquino. No obstante creo que tiene el riesgo de una con-fusin: lo que l llama creencias de orden superior tienen ms de moti-vaciones apetitivas profundas ligadas a la identidad del individuo quede contenidos representacionales atribuibles a la razn prctica. Enotras palabras, esto que l llama creencias acaso sera ms exacto lla-marlo deseo.

    El ltimo punto que quiero discutir es la relacin de la eleccin conestas creencias de orden superior. El hombre es libre con respecto a losestmulos circunstanciales porque puede someterlos a creencias supe-riores vinculadas a su identidad. Todo ser humano en tanto agente osujeto de praxis se encuentra permanentemente obrando con arreglo aun complejo entramado de valoraciones de orden general. Estas valo-raciones proceden de orgenes diversos y no siempre claramente distin-guibles: educacin, imitacin acrtica, la misma historia tica del indivi-duo, motivaciones inconscientes, etc. Sin embargo Pasnau dejaba sinrespuesta la cuestin de qu independencia o libertad puede tener elindividuo con respecto a sus creencias superiores.

    Forma parte de nuestra experiencia cotidiana el hecho de que estasvoliciones superiores vuelven previsible la conducta de una persona. Engeneral, no nos sorprendemos de que un hombre cuya avaricia hemoscomprobado, vuelva a comportarse avaramente una y otra vez. Sinembargo, tampoco deberamos sorprendernos tanto de que un da(luego de la noticia de una enfermedad terminal, por ejemplo) nos con-fesara su decisin de comportarse ms generosamente (otra cuestinsera preguntarse hasta qu punto son genuinas o efectivas estas deci-siones sbitas). Las voliciones superiores de un individuo hacen pre-visible su conducta, mas no la determinan. Qu quiere decir que no ladeterminan? Quiere decir que, al menos en principio, nunca dejar deestar en sus manos la posibilidad de dar el primer paso y comenzar acuestionarlas, a ponerlas en perspectiva, es decir, a relativizarlas en fun-cin de otras voliciones superiores nuevas o distintas. Pero tambin esposible que esto no se d: es posible que el individuo se vuelva estpi-do en la inercia de una conducta impersonal o acrticamente asumida,de modo que la posibilidad de una eleccin genuinamente libre se tornecada vez ms inverosmil. El error de Pasnau no reside en postular cre-

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  • encias de orden superior sino en hacer de ellas un conjunto inmvil deimperativos absolutos.

    El compatibilismo entiende que las posibilidades alternativas soncondicin sine qua non de la libertad de nuestras elecciones81. Sin embar-go, lo imprescindible no es exactamente las posibilidades alternativas(puesto que a menudo no se dan) sino la posibilidad de esas posibilida-des. Cuando el avaro elige, difcilmente la generosidad sea una de susposibilidades reales (en qu otra cosa consiste la avaricia?). Sin embar-go, al elegir es libre porque a travs de su razn y de su voluntad podracomenzar a sospechar que al menos bajo cierta perspectiva la ava-ricia no es una conducta satisfactoria o razonable. La posibilidad deponer en duda sus voliciones superiores de avaricia y de hacer de lagenerosidad una opcin genuina, al avaro no se le presenta de un modoclaro o explcito sino apenas como un interrogante o una incgnita.Sera una irrealidad pretender que las elecciones de un avaro son libresporque la generosidad como tal nunca deja de ser una de sus posibili-dades alternativas. Las posibilidades ticas verdaderamente significati-vas (a diferencia de las posibilidades lgicas) suelen pertenecer a unaesfera existencial a la que el individuo todava no ha accedido.

    Conclusin

    Al comienzo de este trabajo afirm que para interpretar satisfactoria-mente la nocin tomista de eleccin hay que poner de relieve su sus-tancialidad voluntaria y tomar conciencia de los rasgos que hacen delorden prctico una dimensin distinta del orden cognoscitivo. De todolo dicho hasta aqu creo que puede concluirse que este es un punto devista vlido sobre todo por tres motivos: (i) porque es altamente com-patible con lo que Toms