A Fala. Singular habla del noroeste cacereño

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SINGULAR HABLA DEL NOROESTE EXTREMEÑO, A FALA GERMÁN MARCOS GARCÍA

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Germán Marcos nos describe en este libro inédito, la historia y características del habla del Valle de Jálama en los pueblos de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno. Forma parte de la Biblioteca Virtual Extremeña

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SINGULAR HABLA DEL NOROESTE EXTREMEÑO,

A FALA

GERMÁN MARCOS GARCÍA

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Jálama jalamea nun me da pena pul ti si nun pul u oiru que te quea.

(Dicho popular de la zona).

Nun sei si ha pasáu u tempu pur a curtía pel d´estis bosquis,Nun sé si u ceu pur encima d´elis cala,Nun sé si u corazón de Jálama inda lati pur as noitis.Peru sí sé que as súas reidis se agarran i se estendin pur as venas da terra ca vé mais forti, pa infundil au duendi coletivu alas,que pelmitan voal mu altu, pervivendu in as vodis, in us suíus que rezuman da fala.

Queru espresal u mei afetu a tos us meis amigus d´estis lugaris i agradecel a colaboración de Mari Ángeles Ramos, María Jesús Frade i José Luis Ramos.

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SINGULAR HABLA DEL NOROESTE

EXTREMEÑO, A FALA.

1 SITUACIÓN GEOGRÁFICA. El nombre del pueblo en el rincón noroccidental de la provincia cacereña, fronterizo con Portugal y Salamanca, Valverde, nos abre semánticamente a la orografía y clima del valle dominado por el pico de Jálama-Sálima, compartido con otros dos pueblos, Eljas y San Martín de Trevejo.

Arriba, el pico montañoso de la Sierra de Gata, Jálama-Sálima domina el valle en el que se ubican los tres pueblos de a Fala. Desde su falda oeste, en el mirador de la carretera hacia la población salmantina El Payo, con el cruce hacia Villamiel, se observa el valle, con las elevaciones al fondo que delimitan las tierras portuguesas.

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Podemos disfrutar de la bondad de la naturaleza en ese microclima, de sus productos, de sus gentes. Algo nos llama la atención sobremanera, la forma singular del habla usada por la mayoría de sus habitantes. Se le ha atribuido el nombre de a Fala o, como suelen decir para especificar más entre ellos, a fala du lugal. Vamos a disfrutar de esa singularidad, como si de una obra de arte se tratara, no sólo para deleitar nuestro sentido acústico, sino valorando su capacidad comunicativa y expresiva como elemento autóctono. Sincrónicamente esa es una realidad que puede fluir libre y cristalina como los arroyos que se deslizan por las laderas de la sierra. Como a toda obra de arte, los espectadores y sobre todo los críticos más avezados tienden a etiquetar y enmarcar en determinados contextos. Cada uno es libre en su comentario y bienvenidas sean todas las opiniones y aportaciones que influyan positivamente y enriquezcan culturalmente. En cuanto a la denominación geográfica de la zona, una buena parte de los que escriben sobre ella prefieren Val de Xálima. Carlos Quiles, en su Eizionariu brevi castelán-xalimegu, opta también por esa forma. Algunos lingüistas portugueses han venido utilizando el nombre de Xalma. Hemos de recordar que en época de las tribus vetonas y de los romanos se veneraba por estos lares a la deidad Salamati. Preguntando a gente de los tres pueblos he podido comprobar que no hay un término absoluto para nominar a dicho pico montañoso cabecera del valle. Se utilizan indistintamente Jálama y Sálima -tirando más a alveolar que a prepalatal- o hasta Xiálima, como escribe Domingo Frades en su obra Vamus a falal. Algunos hablantes de Valverde no tienen claro si usar Jálama, Sálima o Salma. En la conversación cotidiana se usa más el término valli que val, dándose a este último un valor más arcaizante, encontrándose en la toponimia de diversos puntos serranos, como Val das Hortas en Valverde, pero con la palatal y final vocálico en Camiñu do Vallitu, en San Martín. El estudioso mañegu antes citado lo escribe con la lateral no palatal, pero con la terminación vocálica, vali. En algunos trabajos más recientes se prefiere la denominación Val do riu Ellas o Valle del río Eljas, como elemento fluvial que recorre gran parte del valle. La denominación lingüística Fala no es exclusiva de estos pueblos, sino que también viene usada en zonas astur-leonesas limítrofes con Galicia. Los tres pueblos en cuestión, con su habla autóctona, están situados en el ángulo superior occidental de la comunidad extremeña, con una extensión de unos 256 kilómetros cuadrados, lindando por el norte con la provincia de Salamanca, de la Comunidad castellano-leonesa y por el oeste con Portugal, como podemos comprobar en los mapas adjuntos a continuación.

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La situación de estos tres pueblos en ese rincón periférico de España y de la Comunidad autónoma extremeña, distantes de ciudades importantes en cuanto a población y a importancia administrativa, los ha relegado, a través de su historia, a un cierto abandono, a un modus vivendi de supervivencia. Gracias al tipo de microclima, han podido contar con gran variedad de productos y ganadería que podía pastar en los prados verdes de las cuencas fluviales y en las laderas de los montes. El hecho de formar frontera con Portugal ha servido para desarrollar una parte económica de contrabando. Valverde del Fresno, que es el pueblo fronterizo, ha tenido durante largo tiempo una actividad comercial significativa, que ha repercutido en su mayor población con respecto a los otros dos pueblos. Cada uno presenta una localización y forma arquitectónica distinta, que viene detallada en la parte correspondiente del léxico: Valverde, extendido en una zona relativamente llana; Eljas, en la ladera de la montaña, con

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calles estrechas y empinadas entre los berrocales de la zona alta, notándose las construcciones nuevas en la parte más baja y las inversiones de tanto emigrante, sobre todo de Suiza ; San Martín, en la cuenca del riachuelo, entre montes por este, norte y sur, con una buena conservación de su patrimonio arquitectónico peculiar y las aguas de los arroyos fluyendo por sus calles. En la forma de utilizar el habla de la zona también se notan algunas características propias en cada uno de ellos. Los valverdeirus, quizás por su actividad de mayor contacto comercial, escolar -intensificado con la implantación del instituto, al que acuden chicos de otros pueblos que no usan a Fala- y otras circunstancias sociales, van relajando la pronunciación y el uso del habla autóctona. Los lagarteitus, de Eljas y mañegus, de San Martín, la conservan con mayor pureza. Para llegar al valle jalameño, desde Madrid, se puede coger autovía hasta Plasencia y muy pronto hasta Moraleja, luego por carretera comarcal, por Cilleros, dirección Valverde. Hay una carretera desde Hervás hasta Valverde. Viniendo del norte, se llega con autovía hasta Ciudad Rodrigo, luego se coge dirección a Cáceres por el puerto de Perales, hasta encontrar la carretera Hervás-Valverde. Desde el sur, se llega con la autovía de la ruta de la plata hasta la salida en dirección a Coria y siguiendo por Moraleja-Cilleros-Valverde o, si se quiere, se pueden recorrer unos kilómetros más por Perales del Puerto, Hoyos y hasta por Villamiel, si apetece una carretera más estrecha de montaña, pero con un gran encanto por la frondosidad de la vegetación. A través de la informática podemos compartir elementos audiovisuales. Encontramos videos de los tres pueblos, sus gentes, sus costumbres, en You Tube y en otros portales. De San Martín, con títulos como A fala, paseu por o noso lugal, Verano 2007, San Martiñu 07, o algunos en los que se habla en a fala du lugal, como en los titulados Mañegu, Fala de os tres lugaris. De Eljas se pueden ver los titulados Eljas, El deterioro de un pueblo, Fiestas de Eljas 2007. De Valverde, San Blas 2009, Fiestas de agosto 2007. Extremadura TV tiene insertados algunos reportajes sobre Val de Xálima, San Martín de Trevejo, Eljas, Valverde. En la BVE, biblioteca virtual extremeña, podemos acceder a diverso material cultural al respecto. A continuación veremos unas fotos de cada uno de los pueblos, respectivamente desde arriba, San Martín de Trevejo, Eljas-As Ellas, Valverde del Fresno, aunque recomiendo poder disfrutarlo de forma personal y directa. En la parte dedicada al léxico adjunto algunas fotos de la arquitectura propia de cada uno.

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2 APROXIMACIÓN HISTÓRICA Y SOCIO-CULTURAL.

Si queremos hacer un estudio analítico del habla de esos tres pueblos, tendremos que movernos en su proceso diacrónico. Nos tendremos que basar en la historia lingüística de su forma de hablar y en las personas que la han hablado, para hilar los entresijos de su singularidad. Intentaremos aportar algo a los estudios ya realizados sobre las causas que han podido influir para llegar al efecto de la realidad actual. Tendremos que intentar seguir las huellas de los sujetos hablantes que han participado en la formación-evolución de a Fala. El estudio de la historia y sus movimientos demográficos serán cauces que nos sirvan para tal fin. Para ello hay que recurrir a documentos que nos guíen, pero la verdad es que no se dispone de demasiado bagaje escrito. Lo que más ayudaría sería tener escritos en Fala desde tiempos de la fijación romance, al pasar el dominio de esas tierras de manos árabes a cristianas, para poder estudiar su evolución a través de esos siglos de historia. Mis investigaciones históricas no poseen la amplitud y nitidez de las de expertos en esa materia. Entre otros, mi profesor y amigo Domingo Domené tiene estudios detallados sobre la Sierra de Gata y sobre el valle de los tres pueblos en cuestión, como el titulado Orígenes históricos y pervivencia de “A Fala”. Pueden servirnos de guía los escritos sobre la repoblación de Extremadura de Ángel Bernal Estévez y Juan Luis de la Montaña Conchina, Julio González, J. L. Martín Martín, J. L Velo Nieto, G. Velo Nieto, entre tantos otros que cabría citar.

2.1 Zona de saqueos árabes y cristianos entre los siglos IX-XII. Para rastrear el habla de los pueblos jalameños, como romance, tendremos que empezar por la época de la retirada de la lengua árabe. Hubo una franja de tiempo de siglos de forcejeo e incursiones entre moros y cristianos. El reyezuelo del Waliato independiente de Coria, Zeth, dio gran importancia estratégica a la sierra, como muralla natural contra las pretensiones de los reyes del reino de León, que seguían el plan de expansión hacia el sur de sus dominios. No importa demasiado para nuestro tema si Ordoño I en el 854 atraviesa la Sierra de Gata y ataca Coria, llevándose prisionero a Zeth o si en el 868 vuelve a saquear Coria Alfonso I. Se trataban de incursiones militares, no de asentamientos de un número considerable de personas que

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pudieran quedar huella en el devenir lingüístico de la zona. Los árabes fortificaban la zona de la marca inferior ente los ataques continuos de Alfonso III, construyendo el castillo de Eljas en el 890 y una atalaya entre los terrenos de las actuales poblaciones de Villamiel y Hoyos. Esta zona serrana de escaramuzas se quedaba cada vez más vacía, más aún con el paso del temido Almanzor en el siglo X. En el 1074 Alfonso VI cruza el actual Puerto de Perales y mantiene un asedio a Coria que caerá en sus manos en el 1077. Ese rey considera vital reforzar la zona contra los ataques moros. Fernando VI fortifica las defensas de Trevejo, Eljas y Salvaleón, esta última en la demarcación municipal de la actual Valverde del Fresno. Todo ello no impidió que el almorávide Alí-Ben Yusuf recuperara Coria y Sierra de Gata, acuchillando a los templarios defensores del castillo de Trevejo. De nuevo conquista Coria el rey Alfonso VII entre 1138 y 1142, pero pasará nuevamente a control musulmán en 1165. Los apetecidos productos de la transierra, en el microclima de la cara sur, las aceites, los vinos, los cítricos, las moras, el ganado, impulsa a todas las huestes a saqueos constantes, por lo que cada vez se va despoblando más, quedando una zona de tierra de nadie, con la escasa presencia de algunas guarniciones militares. Por eso Fernando II consideró de gran importancia la repoblación de las zonas que se habían conquistado. Éste puede ser uno de los factores clave de los movimientos demográficos, sus asentamientos y el establecimiento de la forma de hablar propia de sus lugares de origen. Con el Tratado de Sahagún habían repartido su dominio conquistador el rey de León, Fernando II y el de Castilla, Sancho III, quedando para el primero las tierras orientales de la Vía de la Plata y para el segundo las extendidas a occidente de dicha vía. El reino de León, que comprendía Galicia, Asturias y las zonas leonesas hasta los límites orientales de Castilla y los occidentales de Portugal, comenzó repoblando Ciudad Rodrigo y la zona fronteriza con el reino portugués, ya independizado del de León, a la izquierda del río Agueda, para frenar las ambiciones del rey luso Alfonso Enríquez. En el 1184 se reconquista definitivamente la transierra, recuperando la comunicación entre las dos poblaciones fuertes, Ciudad Rodrigo y Coria a través de la vía Dalmacia. Luego acomete su repoblación. En la parte norte de la sierra, en la actual provincia de Salamanca, la comarca conocida como Rebollar, tuvo que haber un movimiento de gentes venidas de la parte alta del reino. El hecho de conservar hasta mediados del siglo XX la vocal -e final de los plurales, propia de Asturias, el pueblo de la cara salmantina de la Sierra de Gata, El Payo -nombre más cercano y gallego Paio que al asturiano Pelayo- puede ser un indicio sobre los orígenes de sus repobladores. De la misma variedad lingüística que los del Rebollar salmantino se puede considerar al pueblo de la vertiente cacereña de la sierra, Villamiel, con la aldea fortificada

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Trevejo. Los de San Martín de Trevejo llaman guritus a los habitantes de ese pueblo. Puede que ese nombre provenga del de un grupo de repobladores, los curitos, procedentes de una comarca entre Asturias y Cantabria, perteneciente al otrora condado de Llanes.

El castillo de Eljas ha tenido un papel importante en la historia de este pueblo, del valle jalameño y de la Sierra de Gata. En tiempos del mercenario Centeno se le conocía como castillo de Rapapelo. Se sigue estudiando la posible ubicación de una prisión romana denominada Ergastulum.

2.2 Origen y desarrollo lingüístico de a Fala. La concreción lingüística de los tres pueblos asentados sobre el valle, entre el pico montañoso Jálama-Xálima y la frontera portuguesa, en unas formas que suenan a cualquier visitante como algo muy cercano a las de las actuales lenguas gallega y portuguesa, nos lleva a barajar la posibilidad de que hubieran sido repoblados con gentes con tales características lingüísticas. Sobre la marcha iremos viendo que no hay mucha posibilidad de que procedieran del naciente reino de Portugal por aquella época medieval, a no ser que el movimiento migratorio se desarrollara antes de su independencia del reino de León, lo cual no es posible porque antes de la independencia de Portugal aún no estaba definitivamente conquistada la Sierra de Gata para realizarse tales asentamientos. Por esos tiempos comenzaba la formación de las lenguas romances desde la lengua latina. No había dado tiempo a una evolución notable desde el latín

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vulgar. Habría que esperar a la corriente más innovadora castellana para notar unos cambios más rápidos y rupturistas. En los territorios del reino de León -Asturias, Galicia y las comarcas leonesas conquistadas-, las incipientes modalidades romances eran bastante conservadoras con respecto a su origen latino, por lo que las diferencias lingüísticas entre las hablas usadas por las gentes de dicho territorio no podían ser muy considerables. Con el estudio lingüístico del tema se irán razonando tales afirmaciones. Entre los siglos X y XIII aún no se habían hecho tan evidentes las diferencias lingüísticas entre las gentes de la reconquista. Muchas de las variantes que hoy se notan eran, en aquel tiempo, imperceptibles, ya que compartían elementos fonéticos de la evolución latina hacia lo que podía irse empezando a llamar variedades romances. Por ejemplo, la f- inicial que aparece por estos lares occidentales de la península -actualmente en el gallego-portugués- era usada en todo el territorio cristiano hasta el siglo XV en que se impuso la norma castellana aspirada-muda. Toda esa zona occidental compartía igualmente las africadas dentales y palatales y las fricativas palatales y alveolares sordas y sonoras, entre otras. Caben diversas posibilidades en cuanto al asentamiento de los habitantes de la zona jalameña-xalimega en el trascurso del tiempo. Habría que contar con que podría haber en el valle habitantes cuando llegaron otros repobladores, que podrían ser originarios de la zona y emplearan una forma de hablar entre el latín vulgarizado o romanceado y el árabe, una especie de mozárabe. Se podría también considerar la existencia, ya por aquellos tiempos, de una forma de hablar autóctona, partiendo del sustrato celta, como afirma José Luis Martín Galindo, basándose en algunas palabras y topónimos celtas. Quizás sea demasiado escaso ese material lingüístico para llegar a afirmaciones contundentes, pero sí amplía el ámbito investigador de las diversas hipótesis de las que podemos partir. No es tarea fácil delimitar si el número de esos habitantes autóctonos era sustancial, escaso o incluso nulo en alguna parte. Habrá que tener en cuenta el número de individuos del grupo de repobladores con relación a los nativos o si fueron diversos grupos de repobladores de origen distinto, más o menos homogéneos, llegados en diversas tandas o si venían de zonas del septentrión peninsular o desde otros asentamientos intermedios en dirección sur hacia los extremus Durii, en los que podrían haberse mezclado formas de hablas diversas. En este punto se centran algunos estudios, sobre todo al notar unas coincidencias lingüísticas entre la zona hoy portuguesa del Riba Coa-Sabugal y los pueblos de a Fala. El filólogo portugués Luis Filipe Lindley Cintra, al estudiar el lenguaje de los foros de Castelo Rodrigo, allá por el 1959, lo ve como una especie de gallego interferido por leonesismos. Menéndez Pidal también comprobó en persona el parecido de la forma lingüística usada en ese texto y el habla de los

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pueblos del valle jameño. A la misma conclusión llega Clarinda de Azevedo Maia en el 1977, al comparar el portugués de Sabugal con el de a Fala, como procedente de un gallego-portugués antiguo, más próximo al gallego que al portugués actual. Caben bastantes posibilidades en ese proceso diacrónico de tantos cambios del devenir de la historia sin que podamos contar para certificarlo con el reflejo correspondiente en escritos. Los repobladores que han acuñado el habla de esos tres pueblos podrían proceder de cualquier parte del antiguo reino leonés, del que formaba parte Galicia. Domingo Domené admite la posibilidad de que fueran gentes de la comarca del Bierzo. La parte dialectal occidental asturiana, el Eonaviego, entre los ríos Eo y Navia, al que algunos lingüistas consideran como habla de transición por entrecruzarse formas del gallego y del astur-leonés, se conoce por sus hablantes como Fala. El mismo trasiego de isoglosas se verifica en otras partes limítrofes con Galicia de las provincias de León y Zamora, como El Bierzo y Las-As Portelas. Sin embargo, las zonas de mezcla lingüística gallego-portuguesa-leonesa, distantes del territorio gallego, como sería el caso del antiguo territorio leonés del río Coa, en Portugal o de los tres pueblos del noroeste extremeño, carecen de ese contacto permanente. Su implantación se deberá, por tanto, a un trasvase humano desde zonas de habla gallega, que posteriormente se mezcla con el leonés o desde zonas de habla ya mezclada. Se observan muchos rasgos comunes de a Fala con la zona occidental del astur-leonés, porque presenta una mezcla de los elementos característicos gallego-portugueses y otros típicos leoneses. De esa zona, además de los diptongos en /oi/ me llama la atención la particularidad desinencial de la tercera persona del plural del pretérito simple o indefinido en /-erin/, como por ejemplo en cederin, uno de los elementos típicos del habla de los pueblos jalameños por su terminación en /-orin/ en los verbos de la primera conjugación, como elis marchorin, elis matorin. Todo esto no hace sino reflejar el ecleptismo lingüístico de a Fala desde un habla común poco diferenciada medieval galaica (que posteriormente formará el tronco galaico-portugués) y leonesa, sin olvidar el influjo de la lengua castellana como lengua oficial, desde el comienzo de su dominio político, hasta nuestros días. La cuestión sería cuándo y dónde se realizó ese ensamblaje. Pudo llegar ya mezclada por gentes de la zona asturiana occidental o de las leonesas del Bierzo y Sanabria. Pudo también mezclarse, al coincidir, ya en la zona del valle de Jálama, grupos de colonos, unos de hablas gallego-portuguesas, otros de hablas leonesas. Quedaría por determinar cuáles llegaron antes y cuáles fueron los más numerosos para poder influir en la predominacia lingüística. La onomástica en general, sobre todo los apellidos de los habitantes del valle, no nos descubre ningún indicio determinante de procedencia. Apenas si aparecen en la actualidad algunos apellidos que sean bien diferenciables

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de origen gallego-portugués por sus características lingüísticas. Tanto en Galicia como en el resto de España, los más comunes son los García, González, López, Rodríguez, Álvarez y, con el toque del noroeste peninsular, Fernández, Vázquez, entre otros. Aunque un típico apellido de Eljas, Rivas, tenga bastante raigambre en Galicia y en menor medida Ramos, no podemos decir lo mismo de los Flores, los Bellanco. Los apellidos más próximos a una fonética gallego-portuguesa en San Martín podrían ser, Pereira, Silveira, Vieira, Pestana y hasta podríamos incluir Frade y Frades (también hay algún Frades en Eljas) o en Valverde los Beites-Veites, Pereira, Oliveira, Piñeiro (hay también Olivera y Piñero sin diptongación de la vocal breve latina, propio del castellano), Salgueira, Moreira. Hay sin embargo algunos apellidos del tronco gallego-portugués, que, por su grafía certifican que corresponden a portugueses de los pueblos vecinos que se han asentado en el valle jalameño, como Pinheiro, Piris-Piriz, Gonzalves, como igualmente algunos de los anteriormente señalados. El apellido Lajas de Valverde, no siendo uno de los frecuentes, podría encontrar una correspondencia con Laxas gallego. No sé si tendrá que ver Laixas del callejero de Eljas, por la orografía berroqueña del pueblo, con laxas y laxe, refiriéndose a losas de piedra, del gallego. El apellido Soita, poco corriente en Eljas, contiene el diptongo oi como el topónimo Soitu, en vez del ou propio gallego. El apellido, poco corriente, de Eljas, Seijas, se encuentra con gran frecuencia en Galicia con esa misma forma o como Seijo. Como veremos en la parte específica lingüística, estos pueblos disponen de una base gramatical del tronco gallego-portugués, afectando a la fonología y morfología. En cuanto a la primera, se evidencian ciertos rasgos como la no diptongación de las vocales e, o breves latinas, la diptongación decreciente ei, ai, sobre todo en la sufijación, la desaparición de la l, n intervocálicas, determinado consonantismo, desde la labiodental f, la africada palatal ch, otras palatales fricativas, las nasales. En cuanto a la morfología, se ven sobre todo afectados el artículo, los pronombres personales, los demostrativos y posesivos, la conjugación verbal, la formación del plural. En el léxico encontramos coincidencias sobre todo dentro del mundo vegetal, sin embargo en el término referente al árbol, fijado en la toponimia del pueblo Valverde del Fresno, no se ha impuesto la forma gallega freixo. La población Fresno existía antes de las repoblaciones impulsadas por los reyes leoneses. Aunque una gran parte de los topónimos no sigue una forma gallego-portuguesa, podemos encontrar un buen número que sí la reflejan, como Divisiña, Val das Hortas, Cerdeira, As Oleiras, Encrucillás, Ponti Vella, A Ramallosa, Soalleira, Sobreiru y Sobrero, principalmente en la parte más

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occidental del valle. Encontramos Toiriña en el término de Valverde, con esa terminación característica gallego-portuguesa -ese diptongo oi lo conserva el portugués y zonas de habla leonesa-. El diptongo oi tiene una saludable pervivencia en a Fala viva y por supuesto en la plasmación de algún topónimo como O Soitu. Al no disponer el habla autóctona de una grafía propia y más aún con la fuerza obligatoria de la lengua oficial, el nombre de las calles se escribía en castellano. No sabemos si en la forma hablada algunos seguirían nominando en a fala du lugal. Hoy vemos algunos carteles de callejero con doble inscripción en castellano y en habla autóctona. Las traducciones no son siempre de lo más fiable, pues dependen de una decisión municipal puntual. En San Martín se prefiere la doble inscripción, en forma autóctona y en castellano, pero Eljas opta por la autóctona. Hoy podemos ver escritos en estos pueblos nombres de la toponimia urbana del tipo: As Hortas, O Portu, A Correira, Os Canus, A Eira, A Fonti, Iglexa -con el signo x, prepalatal sordo, muy extendido en Galicia, para un sonido sonoro y sin la vocal palatal /i/ - en San Martín; Fonti Nova, Fontina, Boa Vista, U Forti, en Valverde; Migreiras, Forca, Currieira, Funtiña, Caneiras, Castelu Baixu -con la grafía x usada también en letreros de San Martín-, Castelu Artu en Eljas. Podemos comprobar cómo algunos nombres del callejero afectan a más de un pueblo, como Portu, Forti, Fonti. La calle Cuniña de Eljas adopta la terminación típica gallego-portuguesa, pero no recoge el término berce del gallego para ese significado de pequeña cama de bebés. Los nombres de los pueblos, Valverde del Fresno, San Martín de Trevejo (sin descartar que en otro tiempo se haya podido conocer como San Martiño, pues así se prefiere llamar en el pueblo al día festejado en honor a tal santo), no nos aportan detalles distintivos o diferenciadores. Si nos atenemos a la denominación en Fala, sería Valverdi du Fresnu, SaMartín de Trevellu. Eljas (Elgia(s) de algunos textos antiguos) presenta otra forma como autóctona, As Ellas, con el artículo. Se sigue debatiendo sobre proveniencia del nombre del pueblo desde un antiguo Ergastulum romano, fortaleza para prisioneros. Según las reglas de evolución lingüística no es lo más factible, por la desaparición de la terminación -tulum (cuya evolución hubiera dado –ajo--allo-ayo-acho o incluso -aiso). El río Eljas, por la parte portuguesa se transcribe como Erges. El inconveniente de la no sistematización de una grafía correspondiente a los determinados sonidos, acarrea un uso variopinto. En las dos placas primeras, en verde, del callejero de Eljas, en una se emplea s y en la otra x, ambas representantes de sonidos sordos en castellano y gallego-portugués. En uno de los letreros informativos de San Martín, vemos iglexa, con x y sin la vocal palatal, como la igrexa gallega, diferente a la escritura del mismo término, iglesia, en el callejero de Eljas.

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A pesar de encontrar tanto en común con el tronco gallego-portugués, no se usan en estos pueblos expresiones tan arraigadas en aquellas lenguas, como ¡Carallo-caralho! o del portugués en particular ¡Oh pá! Hallaremos bastante léxico cotidiano no coincidente con dicho tronco lingüístico. Sólo a modo de ejemplo, se puede comprobar que no se usará para la nominación de niño y joven el término rapaz, -a, sino dagal, -a. No se emplea can, ni raposa, ni pai o nai-mai, sino perru, dorra, pairi-taita-padri-pa, mairi-madri. No se recurre al léxico gallego-portugués para un porcentaje bastante elevado de términos de uso tan amplio y frecuente en la vida diaria como los colores, ni loiro,-a (rubio,-a), roxo, ni vermello del gallego-portugués, sino rubiu,-a, coloráu. Sobre la marcha iremos confirmando que, aunque hay un buen grado de coincidencia con dicho tronco, otro tanto proviene de otras formas de evolución romance, avaladas por la presencia administrativo-política en la zona del leonés y del castellano posteriormente, dando lugar a un curioso ecleptismo que sobrevive en estos tiempos de la globalización. Desde el punto de vista arquitectónico, vemos que para la construcción de las casas se ha venido usando la piedra, como en gran parte del septentrión peninsular, pero la arquitectura de San Martín, con sus muros de adobe y sus voladuras, se asemeja bastante a la de Robledillo de Gata y otras

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poblaciones de la geografía española, teniendo escasa repercusión en tierras de Galicia y norte de Portugal. No podemos pretender ahora que se reflejen en las canciones unas melodías y temáticas originarias de los puntos de origen de los repobladores, tras el paso de 800 años sin un posterior contacto. El aislamiento podría haber favorecido la conservación de canciones, de dichos, refranes, pero el tiempo también hace mella en la memoria. Ni siquiera hay rastro de uso del instrumento musical gallego y asturiano por excelencia, la gaita, ni en los pueblos de a Fala ni en otros cercanos de posible repoblación de astures. Si tuviera que mencionar alguna muestra musical tradicional, tendrían que volar mis recuerdos al tamborileiru de Eljas, con sus dos instrumentos tan usados en tierras castellano-leonesa y vascas. En estas tierras serranas se ha tenido una relativa afición a uno de los palos flamencos, el fandango, bastante vivo en la franja desde Huelva hasta Salamanca. La jota, que abarca, de una forma u otra, toda la geografía hispana, en estas latitudes podemos detectar unos toques de similitud con la maragata, de tierras leonesas. El fenómeno de pérdida de la consonante intervocálica dental /d/, llevado a cabo en las hablas leonesas, en contraposición con el carácter más conservador del gallego-portugués, es muy fuerte en los tres pueblos jalameños-xalimegos , tomando aún mayor intensidad en San Martín en ejemplos como mecu, fígau, sábau, boiga-buiga, mociái, boa. A este pueblo le afecta especialmente la vigencia de la consonante /y/, tan extendida en el astur-leonés en ejemplos como yovis, yenti, ayós, ayentri, meyudía, meyáus, viyú, viyúa, naranya y la vocalización de la consonante dental implosiva del grupo latino -tr-, que detallaré en el apartado de las vocales, en casos como Peiru, peira, lairón, lairal, mairi, pairi, mairoñeira, Mairil, al igual que el vecino pueblo de Villamiel, no afectado por esa base lingüística gallego-portuguesa. Algunas formas del pretérito simple o indefinido difieren en los tres pueblos. En Valverde termina en -aran la tercera persona del plural de la primera conjugación, al estilo del -aram portugués, distinta al -aron del gallego y castellano, mientras en San Martín y Eljas toman la desinencia -orin, detectada como arcaísmo en zonas limítrofes de la comunidad castellano-leonesa y la gallega. En la primera del singular de la segunda conjugación se perciben algunos casos esporádicos en Valverde en -ei, mientras en general en dicho pueblo, en San Martín y Eljas acaban en -í. Tanto en Valverde como en Eljas se forma la tercera del singular, como el tronco gallego-portugués, en -eu, mientras en San Martín lo hará en -ei. Al haberse perdido en mayor grado la forma de habla autóctona en Valverde, queda limitado el poder investigar en este pueblo una posible mayor pureza del tronco gallego-portugués. Queda en medio la forma de hablar de Eljas, en un buen estado de conservación y

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uso, aunque se nota ya un influjo de las formas que han afectado a San Martín, más propias de las hablas antiguas castellano-leonesas.

2.3 Intereses repobladores medievales de la zona. La conquista de la zona jalameña no se realizó antes de los reinados de Fernando II y su sucesor Alfonso IX. Portugal ya se había separado en el reinado de Alfonso VII, por tanto se descarta una repoblación con gentes de otro reino que además estaba en guerra de competencias con el de León. La zona de Riba-Coa y Sabugal no pasaría a Portugal hasta tiempos posteriores, en el 1297 por el tratado de Alcañices, a cambio de Toroño y Aliste. Esta zona, como fronteriza, también podría haber sido repoblada por los reyes leoneses, con gentes procedentes de otras zonas del reino. La toponimia en la parte occidental salmantina, como San Felices de los Gallegos, Gallegos de Argañán, puede corroborar la teoría de repoblación gallega. El filólogo gallego Francisco Fernández Rei encuentra algunos rasgos lingüísticos semejantes a los de a Fala en zonas zamoranas limítrofes con la actual comunidad gallega (en As Portelas, con las poblaciones de Hermisende y Porto) y en pueblos orensanos fronterizos con Zamora, así como en puntos del Bierzo, es decir, en puntos de encuentro e influjo mutuo de formas gallegas y leonesas. Hasta se podría pensar que gentes con dichas características, ya asentados en esa zona fronteriza, podría haber aceptado la oferta o hasta ser obligados a trasladarse al valle de Jálama. El hecho es que el rey Alfonso VIII consideró importante el envío de colonos a la zona de Sabugal y Riba-Coa y la transierra para estabilizar la frontera. Comprobando que la zona fue entregada a las órdenes religioso-militares, no hemos de olvidar que la orden del Pereiro, la futura orden de Alcántara, se constituyó a las orillas del Coa, en la zona hoy portuguesa rayana a la actual provincia salmantina, en aquellos tiempos bajo dominio leonés. A esta orden se le asignaron las poblaciones de Eljas y Valverde, pero San Martín fue asignada a la del Hospital de San Juan de Jerusalén. En aquel tiempo era patente el poder de la orden de Santiago, originaria de tierras gallegas, que podría haber llevado, en su expansión hacia las zonas de conquista asignadas, gentes de territorio gallego-hablante. Estas órdenes no respetarían los fueros de esos colonos, dadas las frecuentes quejas de éstos al rey, con lo que no sería descabellado pensar en que podrían haber sido engañados o presionados a desplazarse según las conveniencias de dominio paramilitar. Podemos contar, para el estudio socio-lingüístico de estos lugares fronterizos, con Os Foros de Alfayates, así como los de Ciudad Rodrigo -por los que se regía esa parte de la Sierra de Gata- y los de Coria.

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Julio González recoge en su escrito Regesta de Fernando II, pag. 505, un documento de 1186, archivado en la A.H.V de Madrid, por el que Fernando II concede el castillo de Trevejo a la Orden de Santiago y su maestre Fernando Díaz y otro documento redactado por Alfonso IX en Sabugal, en el 1226, para la fijación de los límites de las villas Milana y Moraleja, en el que aparece el nombre Trevello. El hecho de la estancia real en Sabugal muchos años después de la separación de Portugal del reino leonés, confirma su pertenencia a dicho reino y la posible repoblación por iniciativa de los reyes leoneses. Durante esa misma estancia en Sabugal el rey confirma la entrega de Navas Frías a la Orden del Pereiro en el año 1219. En 1227 da fueros a Salvaleón, una población hoy desaparecida, cercana a Valverde del Fresno. Durante el reinado de Alfonso IX Coria asumió la capitanía de la transierra leonesa. Dicho rey continuó, durante las tres primeras décadas del siglo XIII, la repoblación, no bien vista por Castilla, de la parte suroeste de la sierra y en general de la parte oriental del reino de León.

2.4 Posturas diversas sobre a Fala. Cuando estudiaba filología en Salamanca, allá por la segunda parte de la década de los 70, ante mi interés por el tema de a Fala, escuchaba o leía de algunos filólogos, entre los que figuraban profesores míos de dicha universidad y otros lusos, que tal habla entraba dentro del marco lingüístico de influencia portuguesa, favorecida por su posición fronteriza y la relación comercial de contrabando con el país vecino, pero sin que yo viera un estudio profundo y determinante que pudiera corroborar tal posición. No vi apoyada mi postura de mayor entroncamiento gallego-leonés. En el diccionario de Madoz, del 1848, había referencias sobre esta forma de hablar como un dialecto de palabras adulteradas del portugués y del castellano antiguo. Un filólogo reconocido como Federico de Onís podría haber detectado mejor, al visitar en repetidas ocasiones entre el 1909 y el 1930 la localidad de San Martín de Trevejo y publicar sobre su habla algunos artículos, que la complejidad lingüística de esta fala iba más allá de una postura de aproximación al portugués. Onís, que publicó Notas del Dialecto de San Martín de Trebejo, en 1930 en la universidad de Columbia, afirmaba que se trataba de un dialecto fundamentalmente portugués, pero que, a pesar de haber una diferencia tan profunda entre el mañego y el leonés oriental, había rasgos comunes entre los pueblos que hablaban portugués y los que hablaban leonés. Lo mismo cabría decir de Rafael Lapesa Melgar y de Alonso Zamora Vicente. Este último metía en el

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mismo saco de habla portuguesa Alamedilla (en la provincia de Salamanca), Cedillo, Olivenza, Valverde del Fresno y San Martín de Trevejo (en Extremadura). El filólogo portugués José Leite de Vasconcelos dedicó tiempo al estudio comparativo de esta fala fronteriza con la lengua portuguesa, en su ensayo Linguagens fronteriços de Portugal e Espanha por el 1902, con visitas frecuentes a San Martín hasta 1935, del que escribió Linguagem de San Martín de Travejo (Cáceres, España), en la revista Lusitania, vol. XXVI, Porto 1927, o Portugués dialectal da Regia o de Xalma, en el tomo XXXI de la revista Lusitania, en Lisboa 1933. Este profesor vio cómo la lengua portuguesa se impuso a la regional del Riba-Coa, el leonés occidental, por causas políticas. José Enrique Gargallo Gil, en la Editora Regional de Mérida, en el 1999, expresa su postura contra el reconocido filólogo Gregorio Salvador por presentar en su libro Política lingüística y sentido común, del 1992, a Fala como habla portuguesa. Posteriormente se han realizado estudios más fehacientes, reconociendo los diversos factores demo-lingüísticos que determinan la singularidad del habla de los tres pueblos del norte cacereño. Se sigue estudiando su entroncamiento con hablas de Galicia o de una zona antigua de indiferenciación lingüística gallego-leonesa. No obstante sigue habiendo posturas dirigidas a emparentar a Fala con el portugués. José Luis Martín Galindo afirma que el vocabulario y las nociones gramaticales de esta forma de habla del valle jalameño son del portugués y que se debería escribir a la portuguesa. Encabeza su artículo Os falares do Val de Xálima: o manhego, o valverdeiro i o lagarteiro, publicado en el nº 1/2006 de la revista Universo Extremeño, “Em Estremaúra também falamus portugués”, como si se tratara de un dialecto portugués de la Beira Alta, de la región del Riba-Coa. Cree que tanto en esta zona portuguesa como en la de a Fala han existido en el siglo XIII falares galaico-portugueses casi idénticos y que hoy en día, en la zona de Riba-Coa, Sabugal y Alamedilla salmantina, se habla un portugués arcaico. Llega a plasmar el habla de San Martín de Trevejo en una grafía portuguesa, la cual, ya que nos consta que el habla de estos pueblos no ha dispuesto de una grafía propia, será una interpretación-creación propia del autor. Aprecia además unas series de vocales abiertas y cerradas con unos acentos de libre cuño, de á, â, é, ê, ó, ô. Afirma que a Fala cuenta con tres acentos, el agudo, el circunflejo y el grave ( ,́ ^, ` respectivamente), el primero para las vocales tónicas y abiertas (água, pé, já), el segundo para las cerradas (têm, influência, sôru), el tercero para las contracciones de preposición y artículo (à, às, àquil, àquilo, àquela) y de vocal final por síncopa de –d- (nà, chamà, poisà). No falta en su repertorio de signos lusos el de nasalidad para las variantes de fala de San Martín y Eljas (ua, u os, u as, algu a, ninhu a, al eliminar la consonante nasal que sí considera que se pronuncia en las formas valverdeiras um, uns). Transfiere igualmente a la escritura de a Fala una grafía de la lengua portuguesa con

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los signos -ss- y nh. No ha estado muy de acuerdo con la posición galleguista, quizás por la interpretación, según él, dada por el profesor de la universidad de Vigo, Xosé Henrique Costas González, de galleguizar esa zona cacereña. Es obvia la gran diferenciación lingüística entre las hablas de los pueblos rayanos con Portugal, Olivenza, Herrera de Alcántara y los del valle de Jálama, para querer meterlos en un mismo saco de habla portuguesa. No hay que olvidar que, en la parte más occidental de la península, iba descendiendo con la reconquista, a medida que los árabes iban retrocediendo, un tronco común lingüístico, base de las actuales lenguas gallega y portuguesa. El hecho de que en a Fala se detecten sibilantes sonoras no quiere decir que se deba a una correlación con dichos sonidos en Portugal, sino por la conservación o arcaísmo de los existentes en época medieval tanto en los dominios del leonés como del castellano. Lo mismo podríamos decir de la terminación en -an de la tercera del plural del pretérito simple o indefinido, especialmente en Valverde, si la comparamos con la correspondiente en -am del portugués y -on del gallego y castellano. Es verdad que filólogos de reconocido renombre se pronunciaron por su ascendencia portuguesa, entre ellos los españoles Federico de Onís, Rafael Lapesa Melgar, Alonso Zamora Vicente, los alemanes F. Krüger, Otto Fink, los portugueses Leite de Vasconcelos, Clarinda de Azevedo. Esta última ha especificado más sus investigaciones en la consideración de a Fala como un compendio propio de elementos lingüísticos de base gallega -que en un principio era una misma, la gallego-portuguesa- y leonesa-, con la influencia castellana antigua en sus arcaísmos y el subsiguiente influjo en su proceso histórico como lengua oficial. A esta misma conclusión llega Jesús C. Rey Yelmo en su artículo dedicado a A fala en la Ed. Regional Extremeña en su tomo III, del 1999. José Martín Durán opta por entroncarla con el leonés, en A fala. Un dialecto leonés en tierras de Extremadura, publicado en el 1999, aludiendo que sus rasgos gallego-leoneses ya se encontraban en aquel leonés que se implantó allí, pues Galicia, Portugal y León eran parte de un mismo reino. La considera un habla de base leonesa con posteriores influencia gallegas y portuguesas. El profesor de la universidad de Barcelona José Enrique Gargallo Gil, en su publicación del 1999, Las hablas de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno. Trilogía de tres lugares. Estudios y documentos sobre A FALA, la considera como un gallego-portugués fronterizo y arcaizante, una especie de gallego medieval. Juan Manuel Carrasco González, en su estudio del 1996, Hablas y dialectos portugueses o galaico portugueses en Extremadura, cree que se trataría de la tercera variedad del galaico-portugués, de cuyo tronco común evolucionaría el gallego, el portugués y a Fala, al tomar caminos distintos.

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En el empeño del grupo de filólogos gallegos, encabezados por Francisco Fernández Rei y Xosé Henrique Costas González, de buscar similitudes con la lengua gallega, surgió un cruce dialéctico entre este último y Luis Martín Galindo a través de la prensa extremeña y viguesa. Algo parecido sucedería al acusar el presidente de la Junta de Extremadura J.L.Rodríguez Ibarra a la posición del partido nacionalista gallego BNG de injerencias en el territorio de la autonomía de Extremadura. Tales malentendidos o divergencias han sido posteriormente aclarados y superados, como cabía esperar en un ámbito democrático como el nuestro. De los cruces dialécticos siempre podemos sacar lecturas positivas que aporten un poco más de claridad al tema. Xosé Henrique Costas, ya en su estudio de 1992, reconocía que se trataba de una forma de gallego arcaico con leonesismos. Hoy en día este filólogo de la universidad de Vigo se ha convertido en uno de los grandes impulsores de la cultura de los tres pueblos del valle jalameño. Antonio Viudas Camarasa en su tratado Un habla de transición: el dialecto de San Martín de Trebejo, del 1982, considera a Fala como un dialecto de transición que se caracteriza por tener rasgos comunes con el gallego-portugués y con el antiguo astur-leonés, especialmente con el occidental. Le atribuye una personalidad lingüística propia con rasgos propios individualizados, rasgos comunes con el gallego-portugués, rasgos comunes con el astur-leonés occidental y con el castellano. Las gentes de esos tres pueblos, con los que he tenido tanta relación y hasta amistad con algunos en particular, son los sujetos vivos de esta temática, a los que siempre hay que tener en cuenta y a los que les corresponde decidir sobre sus intereses. La labor de los estudiosos, especializados en materias diversas referentes a la zona, será poner a disposición de los habitantes del valle, sus asociaciones y representantes, el material de cualquier tipo de investigación, sin incurrir en encasillamientos estrictos. Creo que el habla de estos tres pueblos denota una adaptación entre elementos de la lengua imperante en los tiempos de la denominada reconquista de la zona, el leonés y la particularidad del habla del lugar de origen de los repobladores, con el normal influjo del castellano como lengua oficial desde la anexión del reino de León, quedando enquistada en sus formas arcaicas, ajenas a la evolución de otras zonas mejor comunicadas. En el libro Historia de Salamanca, de Villar M., publicado en el 1974, se hace una referencia a la posible llegada de montañeros del norte con el conde Fruela, supuesto progenitor de los Flores, hoy presente en el nombre étnico del pueblo Casillas de Flores y en uno de los apellidos más corrientes en Eljas. En el norte leonés, en la zona berciana junto al río Sil, encontramos poblaciones como Flores del Sil, Puente de Domingo Flórez y, cerca de La Bañeza, Quintanilla de Flórez, pero no tenemos otros datos históricos que los puedan relacionar con la zona que estamos

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estudiando. Desde Ciudad Rodrigo a Coria fue más bien una zona de paso de ejércitos, de donaciones a las órdenes militares por los servicios prestados. A los repobladores dieron los reyes cristianos fueros y algún que otro privilegio. Parece un milagro que se haya podido conservar esa forma de habla particular en esos tres pueblos. No sólo han resistido por diversas causas al empuje del castellano, sino también han seguido con su habla, distinta a la de pueblos con hablas también de carácter arcaico de esa zona de la Sierra de Gata cacereña y salmantina. Parece imposible que haya tanta diferencia lingüística entre esos tres pueblos jalameños y otros como Villamiel (con el que San Martín ha compartido gran parte de su historia en cuanto a la distribución político-administrativa), El Payo, a sólo pocos kilómetros de San Martín o Cilleros y Navasfrías colindantes con el término municipal de Valverde. Xosé Henrique Costas cree que los colonos gallegos instalados en la zona sur de Ciudad Rodrigo, tanto en El Rebollar, como en el valle del río Eljas y la zona de la Beira portuguesa de Sabugal y Riba-Coa, procedían de la parte suroriental de Galicia, presumiblemente de los pueblos orensanos O Bolo y Vilar de Santos, así como de Porto de la provincia de Zamora, llevados por la Orden de Santiago, al igual que llevarían otros a la parte que hoy hablan tipo leonés de Destriana en León. Tanto él como Francisco Fernández encuentran similitudes fonéticas y morfológicas entre a Fala y los pueblos del rincón suroeste de Orense y Las-As Portelas de Zamora.

2.5 Apuntes históricos sobre esta zona occidental de la Sierra de Gata. Voy a añadir algunos detalles de esa historia común, además de la mencionada repoblación, entre los pueblos de la zona serrana. Para expulsar a los infieles y defender esos territorios ocupados se crearon las Ordenes Militares de Caballería. En la Sierra de Gata se instalaron templarios, sanjuanistas y hospitalarios. A orillas del Coa, en la ermita de San Julián del Pereiro, se creó en 1156 la Orden del Pereiro, aprobada por el Papa en el 1177, luego conocida como Orden de Alcántara. La Orden organizó la Sierra de Gata en Encomiendas y sus comendadores impusieron su tiranía. La Encomienda de Trevejo o “Trebellio” de las bulas pontificias, que comprendía Trevejo, Villamiel, San Martín y Villasrubias, fue donada por Fernando II a la Orden del Templo, cuyos frailes posiblemente se asentaron provisionalmente en el lugar cercano a la urbe villamelana que conserva el nombre de Frelía. Parece ser que ellos acondicionaron el castillo. Extinguida esta Orden, pasó a la de los hospitalarios de San Juan

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de Jerusalén -conocida como Orden de Malta a partir del XVI- sobre el 1184, bajo el priorato de Pedro Arias. El Papa Lucio III cede Trevejo a la diócesis de Coria. El 20 de Febrero del 1186, el rey cede el castillo a la Orden de Santiago, que no muestra interés por la Encomienda, por lo que permanece la Orden del Hospital hasta mediados del XIX. El comendador de la Orden fija residencia en San Martín. En la foto vemos el letrero, colocado no hace tanto tiempo, en la casa del comendador en la plaza mañega.

No se han encontrado escudos de las Órdenes a las que han ido cediendo el castillo. El que resulta como emblema del castillo lleva esculpido el peral -símbolo de la Orden de San Julián del Pereiro, sin que quiera decir que se corresponda con el escudo de dicha Orden- y una cruz. El castillo de Herrera, cerca de Guadalupe, el de Oropesa y el de Trevejo poseen un común grabado de espada y cáliz. El blasón de los Templarios contenía una cruz negra en fondo blanco. Hasta el año 1958 ha pertenecido a la diócesis de Ciudad Rodrigo. El pueblo salmantino Villarrubias perteneció a la Encomienda de Trevejo con seguridad desde el 1453 hasta el XVIII, mientras que otro pueblo salmantino, Navasfrías, permanecería hasta el siglo XVIII en propiedad de la Encomienda de Las Eljas, bajo tutela de la Orden de Alcántara. En 1465, D. Enrique, dolido por el apoyo del maestre de Alcántara, D. Gómez de Cáceres y Solís y su amigo el comendador de la fortaleza de Trevejo, frey Diego Bernal, al infante D. Alfonso, proclamado en Avila rey de Castilla, ordenó al clavero de la Orden de Alcántara que los combatiera. Escaló los muros del castillo y venció a los de frey Diego Bernal. Por esa época, un caballero banderizo a la orden del mejor postor, Fernán Centeno, dueño de la fortaleza de Rapapelo (Eljas) y cuya familia tuvo también señoríos en Peñaparda y Robleda, se apoderó del castillo

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trevejano. Los tres maestres de Alcántara, D. Alonso, Francisco de Solís y Juan de Zúñiga reclamaron el castillo a Centeno sin mucho éxito. Los Solís y los Monroy, una vez terminada la guerra civil, en la que unas veces tomaron parte a favor de la Beltraneja y Portugal y otras a favor de los Reyes Católicos, reclaman de nuevo el castillo. Centeno se retira a Coria bajo protección del Duque de Alba. Trevejo se anexiona al municipio de Villamiel el 30 de Novembre de 1859. En la plaza de San Martín existe un escudo imperial parecido a otro de Villamiel debido quizás a la fidelidad a Carlos V contra los Comuneros. Aparte del contacto con Portugal por motivo del contrabando en esa zona fronteriza, el asentamiento de algún ciudadano portugués en tierras del valle jalameño y alguna pequeña escaramuza o invasión de los terrenos serranos españoles por parte de militares portugueses en siglos pasados, no veo otros factores que hayan podido dejar huella de las hablas portuguesas posteriores a la independencia de Portugal en estos tres pueblos. Los contactos que expongo a continuación son más bien esporádicos y de carácter bélico. Durante la guerra de desgaste por la independencia de Portugal entre 1640 y 1668, los portugueses realizaban incursiones y robaban ganado en los pueblos fronterizos. Incapaces de soportar estos saqueos y la suma de los tributos del Erario, se despoblaron enclaves como Fresno. Gobernada la frontera portuguesa en ese tiempo por D. Francisco Téllez de Meneses, con Sancho Manuel como maestre de campo, saquearon Valverde y Eljas, ante lo que tuvieron que actuar el Duque de Alba desde Ciudad Rodrigo y D. Juan de Garay desde Alburquerque, mandando una tropa al frente de D. Guillermo de Burgo. El año 1665, siendo gobernador de la provincia de Beira Baja D. Alfonso Hurtado, con residencia en el castillo de Penamacor, saqueó Cilleros y Valverde. Al mando de 2.300 hombres D. Antonio Suares Da Costa, una vez vencida la guarnición de caballería que defendía Villamiel, saquea dicho pueblo y luego Valverde. El aislamiento lingüístico viene también como consecuencia del aislamiento socio-económico y comunicativo. La unión de Castilla y León restó importancia a los puestos estratégicos de la sierra y quedaron aún más arrinconados, condenados a zona de conflictos fronterizos con Portugal, al subdesarrollo y a la despoblación. En la guerra de la Independencia, los de la Sierra de Gata ayudaron a Wellington, como lo harían después con el Empecinado y D. Jerónimo Merino. En el 1827 desaparece el régimen señorial y empieza a funcionar el Corregimiento de Jálama (San Martín, Eljas, Valverde, Villamiel, Trevejo y Hoyos), con sede en San Martín. Villamiel, Trevejo y San Martín pertenecieron a la provincia de Salamanca hasta que en 1833 todos pasan a Cáceres. En 1840 pasa el Juzgado Comarcal de Gata a Hoyos.

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Sólo pensar lo lejos que están estos pueblos de cualquier punto de paso del ferrocarril, de Cañaveral por el sur o de Ciudad Rodrigo por el norte, nos da una idea del aislamiento serrano. Ni el bombazo de la extracción del wolfram en Jálama, en los años de la segunda guerra mundial, cambió el perfil sociolingüístico. Tampoco el uso del castellano en el ámbito administrativo, eclesiástico o escolar ha podido desplazar o anular la forma tradicional de hablar en esos pueblos. Se calcula que usan a Fala sobre 10000 hablantes, unos 5500 como habituales habitantes de los tres pueblos, el resto emigrados a las zonas industriales de España y a otros países, sobre todo a Suiza. En el pueblo de mayor población, Valverde, quizás por el hecho de ser un pueblo más comercial y con la implantación del instituto, al que llegan niños de pueblos que no usan esa fala, se va perdiendo la forma de habla autóctona de forma más acelerada.

2.6 Interés cultural por a Fala.

Aunque ha habido desde antaño muestras de empeño por la cultura de esta zona, será en la década de los 90 cuando se incrementa el interés haciéndose realidad algunos proyectos. Hay que reconocer la labor sobre la cultura del valle de Jálama del mañego Domingo Frades. Por su empeño se ha convertido en punto de referencia de todo el que desee conocer con más detalles elementos de la cultura de estos pueblos. Algunos alcaldes desde su posición regidora y otras personas particulares han ido sumándose al grupo de impulsores de dicha cultura. Desde los años 70, Domingo Frades ha ido sacando publicaciones de tirada reducida, como Versus de un verán en el 77, estudios históricos como As Ellas y o sei Castelo en el 80, sociolingüísticos, como Algu sobre a nossa fala, desde el 75 o Vamus a falal en el 94. Esta última obra salió a la luz, con intención didáctica, con la colaboración de ADISGATA (Asociación para el Desarrollo Integral de Sierra de Gata). En Galicia se le ha nombrado miembro de la Real Academia da Lingua Galega, al igual que un representante de la zona asturiana de Eo-Navia, de habla gallega y otro del Bierzo. ADISGATA aprobó un proyecto de divulgación de a Fala en el área escolar, organizando charlas con escolares y adultos, con la colaboración de la asociación Fala i Cultura, de cuya presidencia se ha encargado Domingo Frades. Se ha extendido al proyecto A Fala na escuela, para el conocimiento de esta forma peculiar de habla, su origen, morfología, gramática, desde talleres de prensa, juegos, teatro, leyendas, proyecciones, charlas, visitas culturales, muestras de tradiciones.

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Ha habido propuestas para elaborar una gramática común, de base gallega. Hoy se critica la intención y puesta en práctica de los ayuntamientos de desvincular toda posible relación con la lengua portuguesa, adoptando la ortografía gallega. Quizás haya sido apresurada la determinación de asumir alguna grafía del gallego, como la x -con la que se transcribe el sonido prepalatal fricativo sordo- para representar formas de pronunciación que pueden abarcar desde las sibilantes alveolares fricativas sorda y sonora hasta las prepalatales fricativas sorda y sonora. Me produce una gran satisfacción ver cómo se llega a desarrollar en San Martín de Trevejo, del 10 al 12 de julio del 2007, un curso de verano sobre A Fala de Xálima, con la presencia de una buena parte de los estudiosos de la cultura del valle y reconocer a quienes toman la iniciativa, así como el patrocinio del Área de Normalización Lingüística de la Universidad de Vigo, el ayuntamiento de S. Martín y el Centro de Estudos Galegos de la Universidad de Extremadura. La Unión Europea ha confirmado su apoyo para reforzar el estudio del habla de los pueblos jalameños dentro de la escuela, como materia extraescolar. Se espera que en el futuro se introduzca en el programa escolar para todas las materias que quieran optar por el uso de a Fala. La Xunta de Galicia, a través de la Dirección de Política Lingüística, ha mostrado su interés por actividades culturales, lingüísticas y publicaciones, teniendo como referencia de comunicación la asociación Amigos da nosa fala. En Galicia se mira cada vez más con interés ese fenómeno cultural de a Fala. Se empezó a conocer mayormente cuando por el 1991 Antón Reixa entrevista, en el programa de la televisión gallega, Sitio Distinto, a un camionero de Valverde del Fresno, Tomás Fernández Vázquez. Se despierta el interés del filólogo Francisco Fernández Rei y de Xosé Henrique Costas González, quien va a hacer una encuesta lingüística en abril del 92. Éste transmite su interés a los alumnos universitarios, que formarán la asociación cultural Alén do Val. En el Correo Gallego, salió un reportaje el 4 de agosto del 1993 sobre Val de Xálima. El 23 de abril del 94 María Xosé Queizán publica en el Faro de Vigo A Fala de Xálima. El 13 de marzo del 94 Informes TVG dedica un amplio programa al conocimiento de a Fala. El grupo de gallegos, interesados por el tema, de profesores y alumnos universitarios, especialmente desde la universidad de Vigo, han elaborado un buen número de estudios sobre el valle de Jálama. Por el 94 hicieron un estudio-encuesta sobre el uso de a Fala en edades diversas y en cada uno de los tres pueblos, sobre unos 320 encuestados, rayando casi el 100% de usuarios de dicha fala en Eljas, entre 94-98% en San Martín y 88% en Valverde, en las personas mayores, decreciendo un poco el uso entre los hablantes en edad escolar. Por el 92 el profesor de la universidad de Barcelona José Enrique Gargallo llevó a cabo una encuesta entre los

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escolares de E.G.B, en la que, de los 29 encuestados de San Martín, 4 hablaban castellano en familia, de los 54 encuestados en Eljas, 3 usaban el castellano en casa, de los 125 encuestados en Valverde, 25 confirmaron la utilización del castellano en casa. Quizás en la realidad diaria no se llegue a cuotas tan elevadas de asiduidad al habla autóctona, ya que la mayor población de la zona se concentra en Valverde, que es donde menos se usa. La situación de diglosia en esos pueblos es evidente, pudiendo hablar en a Fala y en castellano con igual destreza. Desde el pequeño relato costumbrista del mañego José López Vidal, publicado por la Revista de Extremadura XII por el 1910, apenas han aparecido fragmentos escritos en fala du lugal. Por los 90 salen a la luz algunos escritos. El filólogo portugués Leite de Vasconcelos había recogido, en su visita a San Martín de Trevejo, algunos cuentos y los había publicado en revistas y periódicos portugueses. Entre los 30 y los 50 compone la valverdeira Isabel López Lajas una serie de sainetes, que no se publicarán hasta el 1998, con el título Seis sainetes valverdeiros, en Edicións Positivas de Santiago de Compostela. Severino López Fernández publica en su habla lagarteira un compendio de Topónimos de As Ellas y rimas en lagarteiru, en Gráficas Ortega de Salamanca, por el 1992. Su hermano Ambrosio ha sido también un impulsor del uso de a Fala, como autor de diversos poemas inéditos. El interés cultural propició la creación de la asociación Amigus d´As Ellas e du sei Castelu. Podemos contar con la ayuda de un Pequenu Dizionariu Castelán-Xalimegu o con el título Eizionariu brevi castelán-xalimegu, publicado por Carlos Quiles Casas en el 2004 en Iuventia in Veritate Sapientia. Está en proyecto otro diccionario, en el que ya se llevan recogidas más de 5000 palabras. El 3 de agosto del 91 se dio un buen paso al constituirse la Asociación Fala i Cultura. Por la misma fecha, dos años después, se llevó a cabo el Manifiesto dos alcaldes, en el que se pedía la participación, en el desarrollo de la cultura de a Fala, de las autoridades autonómicas y provinciales. Es una lástima que no fructificara la revista Nosa Fala, al no pasar de la primera tirada. En Eljas, se lanzó la revista Anduriña. Por esas fechas finiseculares el Gabinete de Iniciativas Transfronterizas comenzó a preocuparse y fomentar el estudio de a Fala, publicando en 1999 una notable cantidad de tratados científicos y celebrando en el mes de mayo un congreso sobre ella. El 14 de junio del 2000 la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura reconoce dicha habla como un Bien de Interés Cultural, que se plasmaría en el decreto 45/2001. El 18 de marzo del 2008 se firma un convenio de colaboración entre la Diputación de Cáceres y la Asociación de Gestores Culturales de Extremadura para la realización de una Campaña de animación a la lectura 2008, siendo Eljas uno de los pueblos elegidos.

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Aún por fechas recientes sigue la polémica, más sosegada y en términos de dialéctica democrática, entre representantes de la cultura extremeña y la gallega, pero sobre todo en términos de política entre algún representante de la Junta de Extremadura y la posición de algún parlamentario gallego del BNG. El vicepresidente de la Junta extremeña Ignacio Sánchez Amor considera que a Fala es patrimonio cultural extremeño y que a ellos les corresponde su fomento y protección, siempre sin perjuicio de cualquier colaboración. No encuentra lógico que un determinado partido de otra autonomía vaya a establecer unilateralmente políticas en Extremadura. Se refiere a la iniciativa del parlamentario gallego del BNG, Bieito Lobeira, para que una delegación de la Comisión de Cultura del Parlamento de Galicia visite la zona del valle del Jálama, al igual que la zona del Eo-Navia, Bierzo y As Portelas, para la promoción del gallego y mejor atención por parte de la televisión gallega. Con el Principado de Asturias y con la Junta de Castilla y León hay convenios al respecto, campañas de fomento de la lectura gallega y subvenciones para su uso oral y escrito. No obstante, desde asociaciones como la asturiana Xeira se plantean quejas sobre la promoción del gallego por parte de Galicia. Desde la Oficina de Política Lingüística del Principado, se notifica al Parlamento gallego que la política lingüística de la zona Eo-Navia la decide el Principado. Esas zonas de las dos autonomías mencionadas, colindantes con Galicia, tienen relación con el gallego vivo actual pero a Fala no ha tenido relación con la lengua gallega antigua, ni con la actual, por espacio de 700 años. Se reconoce por los expertos que no se trata de habla gallega, sino un fenómeno singular donde confluye el antiguo galaico-portugués, el leonés, el castellano. Toda asimilación a cualquiera de las lenguas establecidas se traduce en pérdida de su propia esencia lingüística. Promoción de a Fala significa respeto a su cultura y a sus gentes, nunca imposiciones. El vicepresidente de la Xunta de Galicia, Anxo Quintana cree que se puede colaborar, con el acuerdo de las autoridades extremeñas. Fuera de esos determinados desencuentros, la relación entre las gentes del valle de Jálama y gentes de Galicia, como las de cualquier otro sitio, es enriquecedora y se espera que se pueda seguir disfrutando de ella, como lo han estado haciendo recíprocamente pueblos jalameños y pueblos gallegos como Moaña o Burela. Con frecuencia encuentro en vacaciones por los pueblos jalameños grupos de gallegos, quienes se sienten muy bien acogidos.

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3. APROXIMACIÓN LINGÜÍSTICA. Iremos analizando a Fala basándonos en el único material disponible, el oral, lo fonético, ya que se trata de habla de transmisión oral, sin grafía, sin una normativa ortográfica. Hasta que no se le fije una determinada trascripción gráfica seguirá siendo un habla ágrafa, con riesgo de desaparición si no se aborda desde las distintas vías del lenguaje para una fijación en el uso de los hablantes de la zona. En diversos escritos en fala, que he leído, se trata de asimilar el material fonético a soluciones gráficas diversas. En la transcripción de las sibilantes se detectan distintos tipos de grafía para las mismas palabras, en las que se llegan a englobar, sin una clara distinción, sibilantes sordas y sonoras alveolares y palatales, desde la x más próxima al uso gallego, sh al estilo del inglés -ambos signos representando en dichas lenguas el sonido palatal fricativo sordo-, hasta la s alveolar fricativa sorda. En menos casos se llegan a usar la g, j para reflejar los sonidos sonoros palatales como el portugués. Seguro que los hablantes de los tres pueblos verían de buen grado poder disponer de unas grafías consensuadas para poder usarlas en la escritura. Xosé Henrique Costas me transmitió un artículo suyo con propuestas para intentar resolver el problema de la escritura buscando una estandarización. En valverdeiru, al adoptar los sonidos sibilantes sordos, sería más fácil, usando la s para las alveolares de casa, nosu, la x gallego-portuguesa o sh anglosajona para las palatales de axín-ashín, bruxa-brusha, xugal-shugal, toixu-toishu. En lagarteiru-mañegu, al conservar sibilantes sonoras, se presenta más difícil la asignación gráfica. Costas propone el uso de alguna señal diacrítica añadida, como s’ para la alveolar de cas’a, nos’u, is’u, x’ para la palatal de (i)x’ovis, (i)x’enti, lonx’i, (también z’ para la dental de z’orra, onz’i, coz’el, z’agal, aunque creo que puede participar en la homofonía con d, dorra, ondi, codel, dagal), mientras que en Valverde se usaría para su pronunciación interdental fricativa sorda /θ/ las grafías c-z). En los países eslavos, donde confluyen abundantes sonidos palatales, usan diversos signos diacríticos encima de las consonantes s, g, c, z. Para el sonido velar /x/, de los tres pueblos, como ángil, virgin o los típicos resultantes valverdeirus longi-lonji, lujal, jovis, no hay ningún inconveniente en usar la j-g que tenemos a disposición sin llegar a equívocos. La grafía y puede tener un uso práctico sobre todo en las formas mañegas yenti, yovis, naranya, ayós, meyáu, viyúa.

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Para este estudio adoptaré unas determinadas grafías, sin ir más allá de su validez para la comprensión del ensayo, como se suele decir, de andar por casa. Dependiendo del público al que se dirija el estudio se podrá aplicar una grafía que sea más cercana a su propia lengua, para evitar en lo posible complicaciones y confusiones entre lo fónico y lo escrito, al alejarnos del sistema lingüístico al que pertenece. Si el lector virtual fuera de habla portuguesa, convendría usar la grafía lh para el sonido palatal lateral sonoro, nh para la nasal palatal sonora, j, g+e, i para la fricativa prepalatal sonora, ç para la dento-alveolar fricativa sorda, z y s para los sonidos sibilantes fricativos alveolares sonoro y sordo respectivamente. Para el lector de habla gallega y castellana, sería conveniente representar con ll, ñ los sonidos palatales descritos, con j, g los velares fricativos sordos y el aspirado, aunque entre filólogos se prefiera la h para la aspiración. Para los gallego-hablantes conviene una x, que representa en dicha lengua la fricativa prepalatal sorda, pero también, por la carencia de otro símbolo acorde, para la sonora que se detecta en los pueblos de a Fala. Si el lector fuera inglés, aceptaría de mejor grado th para el sonido de las interdentales sonoras entre la oclusión y la fricación y sh para la fricativa prepalatal sorda. Uno de los mayores problemas de transcripción gráfica en estos pueblos lo representa el margen articulatorio no bien diferenciado y sujeto a la pronunciación particular o de cada localidad desde las alveolares fricativas sordas y sonoras hasta las prepalatales fricativas sordas y sonoras. Aunque se queda un poco escasa en la distinción fonética, al aglomerar diversos sonidos sibilantes de a Fala, sería más familiar y quizás menos complicado para el lector el uso de la grafía s, como algo provisional hasta poder disponer de una grafía determinada consensuada. En los letreros de las calles de San Martín se escribe iglexa con la x, que, como ya vimos, en gallego representa la prepalatal sorda, aunque quizás, dada la etimología de la palabra, no sea el signo que mejor represente la pronunciación sonora de esa palabra mañega. El castellano-hablante no sentirá tanta extrañeza ante el signo s, en el que en castellano han confluido todas las variantes de sibilantes antes descritas más las antiguas africadas, pero a decir verdad, si no fuera porque se van dando explicaciones fonológicas sobre la marcha, se antoja como escasa la aportación de esa grafía para conglomerar tanta variedad de fonemas. Si uso la z para la alveolar fricativa sonora, puede ser confundida con la z interdental /θ/. Si uso la j, g+e, i para los sonidos prepalatales fricativos sonoros, como el portugués, se puede llegar a confundir con su valor velar /x/. Si uso la x, para posibles transcripciones, como en gallego, de los sonidos prepalatales fricativos sordos, puede llevar a equívoco con el doble sonido /ks/ de dicha grafía en castellano, aunque el uso de x sería lo menos grave por su poca frecuencia en dicha lengua. Para

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el mismo sonido podría seguir el uso de la grafía anglosajona sh, sin que haya equívocos con tal grafía inexistente en las lenguas peninsulares. De hecho, podemos ver ambas, x, sh en un mismo escrito de gentes de un mismo pueblo jalameño, como podemos comprobar dando una ojeada a la revista lagarteira Anduriña del verano del 97. La grafía h carente de sonido, se podría evitar, pero prefiero incluirla para evitar confusiones y para indicar el acercamiento nasal-velar en el artículo indeterminado femenino unha o el adjetivo-pronombre indefinido alguhna. Para el sonido vocálico /i/, que el castellano transcribe en las grafías i, y, aplicaré el ahorro gráfico, como el gallego, en un sólo signo i. Dejaré la y para los sonidos consonánticos. Tampoco es pertinente la distinción bilabial-labiodental sonora por aquí, como por la mayoría de puntos de España, pero prefiero mantenerlas para evitar al lector posibles confusiones. Para el sonido interdental fricativo sordo /θ/ se sigue la norma ortográfica castellana y gallega z, c+e, i (no olvidar que a Fala presenta un amplio margen articulatorio entre ese sonido y el dental oclusivo, quedando en medio el fricativo dental parecido al de th inglesa, usando para ambas dentales la grafía d). La oclusiva velar sorda va representada como en castellano por c, k, q. Con el uso de las grafías lh, nh, ç, x o los acentos circunflejos o signos de nasalización, podemos confundir al lector y hasta inducir a que algunos lo puedan ver como una adaptación a lenguas con las que comparte elementos comunes, como la portuguesa o la gallega.

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3.1 Desde la fonética-morfología.

3.1.1 Vocalismo. Entre tanta inestabilidad vocálica no es fácil llegar a apreciar de forma sistemática o en casos particularesque la distinción sorda-sonora de las vocales a, e, o, como en el gallego y portugués. La tendencia del habla jalameña a cerrar las vocales átonas ya de por sí actúa impidiendo cualquier muestra de apertura vocálica. No obstante se podría admitir dicha posibilidad en una pronunciación meticulosa en la que algún hablante capte los valores diacríticos de la acentuación entre algunas palabras, sobre todo entre los artículos y las contracciones de preposición y artículo. La a se mantiene constante, pero la o y e interiores átonas cierran con mucha más intensidad que en otras hablas de influjo leonés, aunque tal proceso, más que en dialectalismo, entra en una tendencia de vulgarismo, del que se ven afectadas, por la falta de normativa lingüística, las incipientes hablas de las zonas que se habían ido reconquistando y por tanto afectando mucho a los territorios leoneses. La parte noroccidental de la península sería algo más cauta y conservadora en el ovillo de innovaciones vox populi.

3.1 3.1.1.1 En posición final. En dicha posición llegan a desaparecer los fonemas /e/, /o/, quedando como únicas vocales finales átonas /a, i, u/, fenómeno propio de las hablas astur-leonesas, fuertemente arraigado en toda la Sierra de Gata salmantina y cacereña. Las escasas terminaciones con /í/ no siempre son bien aceptadas, a no ser que se deban a la pérdida de una consonante, como en filí (feliz, de felice), por lo que a veces se puede llegar a colocar una consonante al final, como en borceguín, sabalín-jabalín, (al estilo de la forma gallega xabaril o la portuguesa xabarín). Influirá en la formación del plural un tanto semejante a las lenguas gallega y portuguesa, con la adición de una -s, en lugar de la consonante final del singular y la terminación -is, resultando sabalís-jabalís, calcetís, alevís, infantís, aunque puede hacerse valer la fuerza fonética de la nasal final para formar el plural con -is después de consonante, en sabalinis-jabalinis, borceguinis.

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3.1.1.2 3.1.1.2 En sílaba inicial e interior de palabra. Se mantienen las cinco vocales /a, e, i, o, u/. José Luis Martín Galindo cree que existen pares de vocales /a, e, o/ abiertas y cerradas. La marcada tendencia a la cerrazón vocálica de estos pueblos dificulta la posibilidad de pronunciaciones abiertas. Antonio Viudas Camarasa no considera que haya diferenciación fonológica de apertura. Se quedarían en tres grados de apertura, con cinco fonemas, frente a los cuatro grados de apertura y siete fonemas del gallego-portugués. En cuanto a las terminaciones vocálicas en -i, confluyen -i, -e, alcanzando hasta la -e etimológica conservada en las hablas leonesas -bien marcada en el vecino pueblo de Villamiel y otros de los alrededores-, en términos como tosi, coici, foici, peci, faci, nodi (tos, coz, hoz, pez, haz, nuez). En la obra Vamus a falal, de Domingo Frade, aparece la terminación en -i duplicada en diversas palabras, como hoxii, caxii, lonxii, entre otras. En la terminación -u, confluyen -u, -o. Podemos considerar este fenómeno como típico del astur-leonés y hasta del habla popular en general. Por regla general las hablas occidentales de la península tienden a la cerrazón de la o final, aunque en la escritura, tanto en el portugués como en el gallego, prevalezca el signo o. Se modifican las estructuras gramaticales al influir la cerrazón vocálica final en los morfemas verbales y en los nominales del plural. Se crea un cierto polimorfismo entre los pronombres personales, según su posición con respecto al acento, los que van en posición proclítica, me, te le, le(s), se y los de posición enclítica, mi, ti, li, li(s), si. Estas terminaciones vocálicas no reflejan nasalidad alguna, como se podría pretender colocando una letra m al final de palabra en concordancia con la forma conservadora de esa m final del portugués o desde sus orígenes etimológicos, como homi (de hominem latina), nomi (de nominem).

3.1.1.3 3.1.1.3 La distribución vocálica. En la distribución vocálica confluyen tendencias diversas. Se verifica una cerrazón constante de las vocales en cualquier posición, aún mayor que la que generalmente se verifica en el área del leonés y del gallego-portugués, sobre todo al final de palabra, pero también en interior de palabra, más en posición átona que tónica. Antonio Viudas Camarasa considera esas cerrazones como un vulgarismo bastante extendido. Llegan a afectar a los artículos masculinos u, us, en Eljas y Valverde, aunque en San Martín se

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prefiere la vocal más abierta, o, os, así como las correspondientes contracciones, de entre las diversas formas que utilizan los hablantes de cada pueblo, u, ú, au, a u, nu, nus, en-in u, en-in us, du, dus, de u, de us, cu, cus, cun u, cun us, pu, pus, pa u, pa us, puru, purus, pur u, pur us, pulu, pulus. Se nota la cerrazón en la primera y segunda forma del plural del pronombre personal, nus-mus, vus (nos, os), la contracción de pronombre personal y artículo mu, mus (me lo, me los). San Martín opta por la vocal más abierta /o/ en estos casos. Se usa la vocal cerrada en el adverbio de negación nun, a veces también usado sin la nasal final como partícula interrogante, ¿Nu pairi? (¿Verdad padre?) y en el comparativo-interrogativo cumu. -Ejemplos de cerrazón de o: mulinillu, uliveira, urilla, urtiga, urizu, ulvial, utubri, prupina, pruhibíu, pruvincia, pulicía, suplíu, escundíu, furmiga, dumingu, curtu, custipal, cunfial, cumunical, cudiciosu, culmillu, turvisca, cumía, perrunilla, cunviáu, cunvincíu, cuñucíu, sumiel, uficius, uscuras, pusitivu, custumbris, cumunión, upinión, Juaquín, cuinmigu, cuintigu, cunsigu.. -Ejemplos de cerrazón de e: En sílaba inicial, midicina, siguil, mintira, vindimia, minúa, dispensa, dispertál, discubril, Lionol, Lionardu, biderru, vidiñu, fistivu, millizu, vistíu, quiría, dilicáu, ensinal, tindíu, cricíu, bibía, binditu, cipillu, pricisu, nicisita, prigunta, dirritil, ripitil, tilivisión, pirdicis, ispuma, dirritil, discribil, ricuñicíu. En interior de palabra, carpintiría, catiguría, califación, Cáciris, caciría, puntiría, caballiría, númiru, apillíu, sucisivus. Se aprecian también abundantes casos de cerrazón de las dos vocales, como rumiría, buiga, cuntiníu, cunvirtil, cunvincíu, dipurtivu, ricupilación, discumpusición, apruvital, ricullía. Suena, sin embargo, con la vocal palatal más abierta en presa, donde convergen dos significados, prisa y presa. También vemos esa forma más abierta en reñel, compartida con reñil y en sel (salir). Al igual que en portugués, se detecta el cambio vocálico a>o en fomi (hambre), en contraste con la forma gallega que conserva la vocal originaria latina de fame. Comparten con las lenguas del tronco galaico-portugués la no diptongación de las vocales /e, o/ breves tónicas latinas, de las que incluyo algunos ejemplos: bo, porcu, fogu, fonti, ponti, netu, cornu, corvu, contu, corpu, hortu, hocu, hovu, osu, (abarcando los significados de elementos del esqueleto animal y el animal mamífero), forza, esforzu, novi, (i)sovis-yovis-jovis, cova, sorti, morti, recordu, pescodu, choca, novu, aposta, pero sin embargo se oye decir hospi y güespi, dueñu, pueblu, cigüeña, pañuelu, escuela, puestu, recuerdu, huelga, azuela. En cuanto a la /e/ no diptongada, podemos mencionar terra, mel, serra, sega, sesta, lebri, nevi, nebla, perna, helba-herba, tamén, cen, seti, de

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(diez) y sus compuestos, días de la semana mérculis, vernis, melru, netu, cegu, ceu, sintimentu, membru, merda, simenti, sen, asentu, quen, estercu, remendu, meu (miedo), pero a veces se oye también la forma diptongada, desiertu, aguardienti, tienda, siguienti, corrienti así como los meses del año setiembri, noviembri, diciembri, entre otras tantas. Se prefiere la vocal palatal más cerrada en vinti, pero no se detecta apenas ya en trenta-trinta.

3.1.1.4 3.1.1.4 Las vocales átonas. Las vocales protónicas y postónicas tienen, en el leonés antiguo, falto de reglas fijadoras, una pronunciación muy relajada, pero en esta zona cacereña se intensifica, se presta a constantes oscilaciones /i-e, o-u/. En dichos cambios interviene el acento, la situación de sílaba libre o trabada y el contexto. Se observan bastantes casos de asimilaciones y disimilaciones de la vocal tónica. La inestabilidad de las vocales átonas facilita las alternancias polimórficas, con respecto a las hablas o lenguas ya sistematizadas que podemos tomar como referencia de influjo a través de la historia de esta fala. Se evidencia esa oscilación en palabras, que, ante la carencia de una normativa más o menos definida, se dejan llevar por toda una serie de variantes del habla popular, que tomarán como referencia el castellano. Su uso y pronunciación dependen de los hablantes de estos pueblos y de su contexto. /A>e-i/: Esquerosu, albiaca (albahaca), estilla, empolla. /A>o/: Acorrolá (acorralada), ovispa-vispa. O>a/: En sílaba inicial, rañosu, rastrollu, rescaldu; en interior de palabra, escalafríu. /E>a/: En inicial absoluta, arcendel (encender); en interior de palabra, títaris, malapiu (melapio). /O>e/: Precural-pricural, espiciu (hospicio), pol me de (por mor de). /I>e/: En los nombres propios Teburciu, Cerilu. En fonética sintáctica se puede dar la forma inversa, con la cerrazón de la vocal, qué si ei (qué sé yo). Sin embargo conservan la vocal palatal abierta latina en formas corrientes del habla popular, mesmu-melmu, metá. /O>i/: Bichornu, cuanti(s) máis (cuanto más). /U>o/: Abondancia-albondancia. Aunque la introducción como refuerzo de /i/, en especial después de la interdental fricativa y más aún si precedida de nasal, afecte a puntos diversos de la geografía nacional, se deja sentir más en las hablas leonesas, en caso como andanciu. Constatamos epéntesis vocálica, de /a/ en Ingalaterra; de /e/, sobre todo en presencia de vibrante, a la que algunos

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denominan esbarabática, en berezu del latín brocius, tomado del celta, que da en castellano antiguo bruezo. En mazaroca (mazorca) no es que se introduzca /-a-/, como aducen diversos lingüistas que han investigado en la zona de las hablas leonesas, por basarse en una comparación con el castellano actual y no en una evolución histórica, sino simplemente que se conserva del antiguo castellano hasta el siglo XV, maçaroca, hoy también conservada en el portugués y gallego. Se verifica asimilación y disimilación ante consonante implosiva, a, o+s>e, especialmente por falso análisis del prefijo es-, escurecel, estilla. A veces se puede percibir un intercambio entre e-a+nasal, en antocis, calandariu-calindariu, an ca de (en casa de), empolla, engarela, enguila, enguileñu. En posición inicial absoluta son detectables prótesis: De a-, agruñu-abruñu (ciruela), arreguñal (rasguñar), aguañal (guadañar), anal (nadar), atroal (tronar), arrebañal (rebañar), arrepelal, arreídis (raíces) típica lagarteira; de em-, emprestá; por una falsa segmentación sintagmática o falso análisis de artículo y nombre, a arradiu, a afotu, a amotu, a adinamu. En algunas palabras se detecta una prótesis de sonido vocálico palatal /i/, en Eljas, interviniendo en la conservación de un antiguo sonido consonántico palatal, que ha llegado a su evolución presente en una sibilante sonora, que acerca su punto articulatorio de los alveolos al paladar con la presencia del mencionado sonido vocálico palatal, como podemos comprobar en isenti, isovis, isinsa, isuntu, isenru. Se llega a casos de aféresis, como en a cordeón. La aféresis viene incentivada por una especie de economía lingüística, muy marcada en los nombres propios, evitando la vocal inicial, Pifaniu (Epifanio), Pidiu (Elpidio), Poloniu (Apolonio), Lías (Elías), Sabel (Isabel), Noriu, Norín (Honorio), Miliu (Emilio), Melia (Amelia) o simplemente tendiendo a pronunciar la parte de la palabra más próxima al final, Che (José), Chus (Jesús), Chon (Ascensión, Asunción), Chenchu (Inocencio, Crescencio), Llellu (Aurelio), Gelitu (Angelito), Cianu (Luciano, Feliciano), Goyu, Gorín (Gregorio), Colás (Nicolás), Ninu, -a (Saturnino, -a, Ceferino), Ferinu (Ceferino), Toya (Victoria), Maculada (Inmaculada), Gildu, Menegildu (Hermenegildo), y casi sistemáticamente en los nombres de origen griego, Gapitu, Tasiu (Anastasio), Tanasiu (Atanasio) y los compuestos con eu-, que significaría en griego bien, Lali (Eulalia), Ulogiu, Usebiu, Ugeniu. El diptongo /eu/ en interior de palabra se reduce en Luteria (Eleuteria). La tendencia a la aféresis es bastante corriente por la no tolerancia de los grupos vocálicos iniciales -y la correspondiente contracción del habla vulgar y castellano popular-, como en Agustu (Augusto), Ureliu (Aurelio), usiliu (auxilio), ucalitu (eucalipto), eropuertu-rupuertu (aeropuerto). La forma ainda (todavía), que conocemos del gallego y portugués, suele perder la vocal inicial, quedando en la otra forma gallega inda. En el

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castellano popular y las hablas en general que no han seguido las normas más estrictas de la lengua escrita, tienden a contraer los grupos vocálicos, entre los que podemos incluir anque (aunque). Aún siendo la /a-/ la vocal quizá más afectada por la aféresis, no faltan ejemplos con otras vocales, saúra (asadura), gonía (agonía), nea (anea), duana (aduana) o en formas verbales con la forma pronominal, belu (haberlo), bésilu (habérselo). Por relajación, en fonosintaxis, se llega a pu(r-l) cima (por encima). Se apocopa la /-e/ tras l, n, r, s, c, en la tercera persona del singular del presente de indicativo y segunda del imperativo, ven (viene), ten (tiene), val-vali (vale), pon (pone), quel (quiere). Se llega a perder también la consonante en el verbo idil-idel-eidel, menos en Valverde donde se prefiere dicil, en la conjugación de formas como el di, nos idemus, vos idéis en Eljas, nos idimus, vos idís en San Martín. La pérdida de la consonante intervocálica, con el consiguiente reajuste de las vocales en contacto, afecta de forma muy intensa a esta zona, dentro de las de influjo político-lingüístico leonés, lo cual trataremos más adelante.

3.1.1.5 3.1.1.5 Resultados de vocales en contacto. Al igual que se contraen las vocales en contacto, sobre todo las iguales, por la pérdida de las consonantes intervocálicas, se tienden a reducir todas las que se encuentren con la doble vocal, alcol (alcohol), Isá (Isaac). Existe un vaivén de cambios de las vocales en contacto, favorecidos por la pérdida muy generalizada de algunas consonantes intervocálicas tan extendida por el ámbito dialectal leonés, en contraposición con las lenguas más conservadoras al respecto, sobre todo la gallega y la portuguesa, que han conservado especialmente la /-d-/, hasta en la forma de segunda persona del plural en la conjugación de los tiempos verbales. Estas dos lenguas por su parte han generalizado la desaparición de las intervocálicas /l, n/, facilitando la formación de diptongos e hiatos. La fuerte pérdida de consonantes intervocálicas latinas afecta a una estructuración compleja de la terminología lingüística en el habla de los tres pueblos y quizás constituya uno de los factores más característicos. Como había demostrado en su expansión medieval, el leonés es reacio a la presencia de las consonantes intervocálicas, sobre todo de /-d-/, al sonorizarse la correspondiente dental sorda latina.

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3.1.1.5.1 Por pérdida de la consonante etimológica al final de palabra. Dicha pérdida acorta la palabra, lu (luz), de (diez), ve (vez), re (red), vo (voz). La pérdida de consonante intervocálica provoca el contacto de dos o más vocales, que, por regla general, se asimilan en un solo golpe vocálico, cuyo proceso favorece la formación de monosílabos, lo (lodo), no-nodi (nuez), co (codo), to (todo, en femenino toa), cu (culo), nu-ñu (nudo), ca (casa), pa (para), na (nada), mo (muela), ma-maa (mala), así como la coincidencia homófona de diversos términos: cru (cruz, crudo), mu (mudo, muy, me lo), mas (malas, manos). Se observan, no obstante, también casos de conservación de la consonante etimológica, foici, faci, coici, peci, tosi, nodi (hoz, haz, coz, pez, tos, nuez). Cuanto más se acorta la palabra por la pérdida consonántica, más se incrementan las posibilidades de coincidencia homófona, aunque algunas se diferencian por pronunciación tónica o átona, que se podría llegar a distinguir en la escritura con el uso del acento diacrítico o diferenciador, como en ve (vez, tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo ver, imperativo de ir junto a vai), pe (pie, pez como animal, pez como tipo de resina para pegar tinajas), nu (nudo, desnudo, contracción de preposición y artículo masculino), na (nada, contracción de preposición y artículo femenino, la forma nominal con golpe tónico, las formas de contracción, tanto masculina como femenina, más átonas), cu (culo, tónica contracción de preposición cun y artículo u, átona), pa ( paz, tónica, la preposición para, átona), mu (mulo, tónica, el cuantificador muy, menos intensa) y mu(u) (mudo), el femenino múa (sordomuda, muda de ropa, mula, tercera del singular del presente de indicativo del verbo mudar), pon (podón, imperativo de poner), boa (buena, boda y tipo de serpiente en San Martín, pues en Eljas y Valverde se utiliza la forma boda para indicar las nupcias), lo (lodo, forma introductiva de interrogación en Eljas, con un valor conectivo, como los términos luego del castellano o logo del gallego), tos (todos, expectoración). Quedan palabras acortadas y con terminación en vocal, en vez de la terminación consonántica castellana o la posible conservación de la consonante latina del gallego-portugués, bien monosílabas, de (de decem), pe (de pedem), no (de nox-nocis), re (de retem) y más ejemplos aportados en las líneas anteriores, bien de dos sílabas, paré (del tardío latín paretem), filí (de felicis) y tantas otras formas sustantivadas desde la forma adjetival del participio, como tenáu, tená, heláu, helá (helado, helada), ollá, palvá, maná, cortá, preñá, panzá, calzá, mirá y de más silabas, mantecá, catalvá, rebaná. Llega a terminaciones en diptongo o hiato por la pérdida de la consonante intervocálica, en rei (de radicis y de regis), roa (de rota), tea (de tela), ceu (de caelum) y así un número considerable de términos, sea (seda), meu (miedo), plau (prado), pau (palo), mau, ma(a) (malo, mala), vía (vida), dúa (duda), niu (nido).

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3.1.1.5.2 Por pérdida consonántica intervocálica. Tal pérdida afecta a la reducción a monosílabos de una serie de verbos, como fel en Eljas y San Martín, pues en Valverde usan facel-ficel (hacer, de facere), tel (tener, de tenere), ril (reír, de ridere), vil (venir, de venire), crel-creel (creer, de la forma latina credere), sel (salir, de salire), quel (caer, de cadere) y así un elenco de ejemplos como trel (traer), dil (ir), mi(i)l (medir), pi(i)l (pedir), que analizaremos en el apartado dedicado al verbo. -Pérdida de /d/ intervocálica. Aunque la desaparición puede afectar a diversas consonantes, las más comunes son sin duda /l, n/ y aún en mayor medida /d/, bastante efectiva luego en el castellano, pero con una constancia muy a tener en cuenta en todas las comarcas de influjo leonés. La pérdida de la /d/ intervocálica afecta más a San Martín que a los otros dos pueblos, como iremos comprobando a lo largo de estas páginas, anticipando algunos ejemplos típicos de esa diferenciación, como mecu, sábau, fígau, bóa (médico, sábado, hígado, boda) de San Martín, que en Eljas y Valverde se pronuncian médicu, sábadu, fígadu, boda. Lo mismo sucede con un buen número de palabras procedentes de la terminación latina -tatem, que da como resultado evolutivo -ái con pérdida de las dos consonantes dentales, sobre todo en San Martín, mientras que en Eljas y Valverde fluctúan más entre la opción por la conservación de la primera de las dentales y la de la desaparición de ambas, como caliái-calidái, mociái-mocedái, tranquiliái-tranquilidái, y otros ejemplos que se abordarán más adelante. La pérdida de las consonantes intervocálicas da lugar a un acortamiento de las palabras, así como una larga serie de diptongos e hiatos, poel (poder), poal (podar), poón (podón, herramienta de corte por una parte, con una cresta cortante por la otra), rual (rodar), acuil (acudir) reondu (redondo), nial (nidal), dial (dedal), bail (badil), queal (quedar), boiga-buiga (bodega), fígau (hígado) en San Martín, fígadu en Eljas y Valverde, humiu (húmedo), aseiru (asadero), sual, suol (sudar, sudor), enreal, enreaera (enredar, enredadera), güespi-hospi (huésped, de hospitem latino), resbalaízu (resbaladizo), lavaeru-laveiru, asaúra. Con la desaparición de la consonante dental al final de palabra aparecen un buen número de terminaciones con dos o más vocales en contacto. En la terminación -utus latina (-udo en castellano), al perderse la consonante dental, quedando en contacto u-o, se asimilan en una -u final,

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propia de todos los pueblos de la Sierra de Gata, en los substantivos, mu(u), estornú, escú (mudo, estornudo, escudo). Los adjetivos masculinos y sus formas sustantivadas tomarán esta misma terminación -u, pero los femeninos, al ser distintas las vocales y no asimilables, terminarían en -úa, como múa (muda), cornú, -a (cornudo,-a), cru, -a (crudo, -a), mu, -a (mudo, -a), menú, -a (menudo, -a), macanú, -a, collunú, -a. Se reducen dos sonidos vocálicos a uno en la terminación átona de palabras, aunque puede quedar, como signo de la vocal perdida, el alargamiento de la vocal resultante final, como continu, antigu, ambigu, contigu (continuo, antiguo, ambiguo, contiguo). La desaparición de consonantes intervocálicas ha dado lugar a la creación de una buena cantidad de hiatos, diptongos y triptongos, sobre todo al final de palabra. La pérdida de -d- ha aumentado el número considerablemente, sobre todo en las terminaciones procedentes de las latinas -atus, -a, -itus, -a (-ado, -a, -ido, -a en castellano), propias de adjetivos-participios y de nombres, como cumía, recáu, ganáu, sobráu (comida, recado, ganado, sobrado). Se podría llegar a tres vocales en contacto en palabras como la ya mencionada enfáu (enfadado), pero se queda en diptongo por asimilación de dos /a/, al perder las consonantes dentales. En las formas femeninas del participio de los verbos de la primera conjugación en -ar, al coincidir dos vocales /a/, se asimilan, como ya anoté antes, en una sola con la intensificación tónica, como se observa en heláu y helá (helado, -a), caláu y calá, (callado, -a), espabiláu, -á, basáu, -á. Este resultado en masculino y femenino de las formas adjetivales queda nominalizado en tenáu, tená, como cobertizo, con un matiz diferencial de tamaño, mirá, panzá, cortá, preñá. Se producen asimilaciones de vocales en contacto, sobre todo /a/, resultando casos como enfáu (enfadado), al perder las dos dentales. Los de las restantes conjugaciones toman la terminación -iu, -ía: puiríu, -a (podrido,-a), cumíu, -ía, selvíu-silvíu, -ía (servido, -a), quiríu, -ía, dulmíu -ía, tindíu, -ía. De la terminación latina -itus (que en castellano resultó -edo) diptonga en -eu, de deu (dedo), meu (miedo), pueu (puedo), creu (credo). Se podría esperar esa pérdida consonántica de la latina piditus, pero encontramos diversos tipos de pronunciación, desde la más corriente con conservación de la segunda dental en peidu –como harían el gallego y el portugués-, hasta la pérdida total en peu. Se pierde la interdental, quedando el diptongo final en embui (embudo) y en adéu, de la latina acidus, en reí de radis-radicis, como lo harán otras formas en castellano y gallego-portugués, rey-rei de rex-regis, ley-lei, de lex-legis. El sufijo indicador de profesión, del latín -torem, en castellano -dor, al perder la consonante dental, deja en contacto dos vocales, enterraol, aperaol, corriol, ferraol. Pero también en formas gramaticales diversas, como alreol-arriol (alrededor), codeol (cocedor), tiniol, acolleol. También

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se forman con dos vocales en contacto en la sufijación -aúra, mullaúra, asaúra, rodaúra. Dentro de una tendencia de variedad lingüística popular se evita la pronunciación de la d- inicial, generalmente en los prefijos des-, quedando como inicial la vocal, espabilal, esfloral, esfolal, esnucal, esgarral, esfarrapal, escangallal, espiparral, esbagueira (fenómeno muy corriente en gallego). A veces antepone es- como si de un prefijo reglamentado se tratara, estenacis-tenadis (tenezas), escabedás (cabezal). Esta tendencia se observa mucho en el pueblo de Villamiel, donde las trébedes (del latín tripedem-tripode) de la cocina para poner el puchero o caldereta se denomina estredis, mientras que los pueblos de a Fala optan por una forma inicial como la latina, tresnis o con el prefijo, estrenis. -La desaparición de /l, n/ intervocálicas. La pérdida de esas consonantes originarias está bastante generalizada en los pueblos jalameños, pero se detectan casos de conservación. Las reducciones fonéticas son más evidentes que las de conservación, como venimos viendo en este apartado, llegando a reducir a una vocal, a dos o tres en contacto, bo, boa, mau, ma(a) (mala), ceu (cielo), quenti (caliente) coal (colar), coeira (coladera), colmea (colmena), soel (soler), tea (tela), doel (doler), dientri, diantreiru (delante, delantero), pero encontramos moel, muiu (moler, molido), muiñu-muñu (molino) y molienda, mulineiuru y muliñeiru, mulinillu, pala, solu, salual, salú-soidi (salud). Se oye moea (moneda), seu (seno), soal (sonar), cuellu (del cuniculum latino, pero para evitar confusión con la parte del cuerpo debajo de la cabeza, se suele utilizar pescozu), tel (tener), vil (venir), cadea, centéu, coroa, persoa-pesoa, ceal-cial, avea, freisoeiru (planta de la alubia). No faltan casos de pronunciación con la conservación de la nasal, centenu, avena, limoneiru, luna, amenaza, manzaneira. Se pueden ver formas con conservación y con pérdida, como hilu-fiu, fial (hilar), enfial (enhebrar), afilal-afial (afilar). La desaparición de /l/ en los plurales de palabras que terminan en -al, propicia la diptongación, locáis, pluráis, curráis, dagáis, patronáis, animáis, populáis, verticáis, horizontáis, portáis y el grupo de tres vocales, cuais, reáis. Queda como consonante final la nasal, al perder la vocal final, man, verán, serán, gran, ran, lan, manzán, ventán, mañán, amañán, sobre todo en San Martín, aunque se dice manzanu y manzaneira para el correspondiente árbol. En Eljas y Valverde, al igual que vimos con la consonante dental, no es tan fuerte el proceso de pérdida de estas otras dos consonantes, pudiendo comprobar que conservan la nasal y vocal final en rana, lana, ventana. En los tres pueblos hay un buen número de palabras con dicha conservación de consonante nasal y vocal, como semana, helmanu, urbanu, templanu, murcianu. No obstante he encontrado algún caso de uso de semán, plural

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semás. Tal conservación atañe a las palabras procedentes de las terminaciones latinas -anus, -ana -que en gallego suelen terminar con la nasal en masculino y con la vocal aguda, al perder la nasal intervocálica, en femenino, como en irmán-irmá, castelán-castelá-. En el Eizionariu brevi castelán-xalimegu, de Carlos Quiles, vemos la forma reducida, castelán, tipo gallego. Me sorprende en el título de dicho diccionario la formación del diptongo inicial de eizionariu. No ha de extrañar que de un inicio de palabra di-de- se pueda formar el diptongo ei- o su reducción a i-, en eidel-idel-idil de dicere latino. Se llega a perder la consonante vibrante del adverbio temporal de uso general, agora (de la latina hac-hora), forma típica gallego-portuguesa, para quedarse en agó, sobre todo en Eljas.

3.1.1.6 3.1.1.6 Diptongos. El diptongo /ei/ tan característico de a Fala, como del gallego-portugués, especialmente en las sufijaciones -eiru, -eira, se forma por la diptongación de la /e/ breve latina, como podemos comprobar en la abundante terminología afectada por dicho diptongo, obreiru, -a, solteiru, -a, primeiru, -a, terceiru, -a, zapateiru, -a, puchereiru, -a, ferreiru, caseiru, -a, vaqueiru, -a, carpinteiru, albardeiru, saironeiru, porteiru, camiñeiru, carabineiru, barateiru, cordeiru, carneiru, caldeiru, regueiru, pucheiru, ludeiru, adeiru, urizu cacheiru, sombreiru, tabe(r-l)neiru, -a, Piñeiru, (d)iñeiru, leiteira, ribeira, primaveira-primavera, maneira, moreira, pereira, mangueira, nogueira, figueira, regueira, cancheira, carreira, tiseira, etc. Sobre los dos primeros meses del año, se pueden apreciar interpretaciones diversas, eneru (el más común), eneiru -hasta he he visto escrito xaneiru-, febreru, febreiru (más común). Cabría esperar la pronunciación primaveira, sin embargo se prefiere primavera. En los pueblos jalameños el diptongo /ei/ se forma también por el proceso de pérdida de consonantes. Se podían esperar más vocales en contacto, al desaparecer las consonantes intervocálicas, pero se tiende a una asimilación de vocales en contacto, sobre todo la /a/, si no, se podría llegar a tres y cuatro vocales en contacto -al diptongar la terminación latina -arius, que da en castellano -ero, en -eiru y el correspondiente femenino -eira, como las lenguas gallega y portuguesa-, en casos como paneiru-panaeiru, (panadero), maeira-meira (madera), laveiru, aseiru, abreveiru (abrevadero), mateiru (matadero), miseiru (orinal), esbagueira (utensilio para separar los granos del racimo de uvas), tapeira (tapadera), canteira (donde se ponían los cántaros u otros útiles de cocina), tapeira (tapadera), rodeira (rozadera, utensilio para rozar), resbaleira (resbaladera), regueira

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(regadera, coincidiendo de forma homófona con la palabra con significado de reguera o regato), sueira (sudadera), coeira (colador). Por similar procedimiento se llega a la denominación del pueblo vecino Cilleros, como Cileirus, del Celarium latino y el adjetivo modal liseiru (ligero). Se llega al triptongo en el nombre de la planta fieitu, (helecho) en Valverde y San Martín, pero reducido a una vocal en Eljas, fitu. El gallego dispone de las formas fento y fieito. La tercera persona del singular del pretérito simple o indefinido, en los verbos de la segunda conjugación en -el, San Martín la termina en -ei, bebéi, corréi, volvéi, chovéi, valéi, lei, morréi, mientras Eljas y Valverde optan por la terminación más gallego-portuguesa en -eu, bebéu, corréu, coméu, chovéu, valéu, leu, murréu. He observado en algún hablante de Valverde la terminación -ei en la primera persona del mismo tiempo de los verbos de la primera conjugación en -al, como redéi, aliséi, compoñéi y hasta fei. También diptongan en ei las formas del presente de subjuntivo del verbo querer, queira y la ya no usada y considerada como algo arcaico en San Martín para el verbo ir, eidel. Es típico de estos pueblos ese diptongo en el pronombre sujeto, ei (yo) y en los posesivos masculinos, mei, tei, sei, meis, teis, seis. En la segunda y tercera persona del singular y la tercera del plural del presente de indicativo del verbo decir de estos pueblos se evidencia la misma pérdida de consonante etimológica que lleva a cabo el gallego con las formas dis, di, din. Pierden la /d/ inicial el infinitivo de idil-idel-eidel, aunque podemos oír dicil, sobre todo en Valverde y algunos casos particulares en Eljas. Conllevan también esa pérdida palabras como iñeiru, udia (docena). Puede aparecer de forma muy esporádica la epéntesis de una d- al principio de palabra, como en dil (ir), más bien por un efecto de la pronunciación de la variedad vulgar. Algo parecido sucede con la evolución en a Fala del término latino jectare hacia eital-ital, con la vocalización del primer elemento del grupo ct, que el castellano evoluciona hasta la consonante africada palatal sorda del signo ch y la desaparición de la semiconsonante inicial. En gallego y portugués se optó por la epéntesis de /d/, deitar. Al principio de palabra podemos encontrar también ese diptongo, en el término eira con dos significados, era para trillar los cereales y hiedra (de hedera latino, con pérdida de /e/ átona y la típica vocalización en /i/ de la /d/ implosiva en San Martín, que veremos más adelante en casos como peira (piedra), pero que también puede tomar en este pueblo un inicio de refuerzo consonántico y, yedra y yeira, como en Villamiel, al estilo de yelba, yelu). En interior de palabra podemos apreciar dicho diptongo en seira, en San Martín, iseira en Eljas (huebra o porción de terreno que se ara en la jornada, con algún parecido en su origen semántico a la forma gallega xeira, pero con el matiz sonoro en San Martín y Eljas, mientras que en Valverde prevalece la articulación sorda), seitu

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(manera), apenas usada, como el gallego xeito, pero más usada seitosu, con sibilante sonora. Se origina, a veces, de la vocalización del primer elemento de los grupos consonánticos latinos, sobre todo, ly, t´l, c´l, g´l, sy, ry, x, quedando un sonido consonántico que ha ido perdiendo la palatalización hacia los alveolos, con sonorización evidente en San Martín y Eljas, pero acercándose a la pronunciación sorda en Valverde, beisu (beso), queisu (queso), peleisu (pellejo), Moraleisa (Moraleja), albeisa (alubia carilla), cangreisu (cangrejo), queisal (quejar), deisal (dejar), ceisa (ceja), reisa-rella (reja), cereisa (cereza), freisós (judías), en San Martín, teisón (tejón) en Valverde. De la misma forma se forman algunos diptongos en /ai/, baisu (bajo), forraisi (forraje), encaisi (encaje), ventaisa (ventaja), escumaraisi (espumarajo), caisa (caja), tinaisa (tinaja), salvaisi, páisaru (pájaro) esdrújula en Valverde, paisaru, llana en San Martín y buena parte de los hablantes de Eljas. En Vamus a falal de Domingo Frades ese sonido vocálico palatal /i/ toma a veces posiciones sin trasvase por metafonía, como en debaxiu, quexiu, cerexia, otras veces se comporta como un refuerzo al sonido consonántico anterior, xiuntu, xiaringa, xiarra, xiabón, Xiuan, xiugu, axiual. En Valverde se denomina al pimiento y al pimentón aisín -en Sudamérica se le dice ají a los pequeños pimientos picantes-, con sibilante sorda, con un toque de palatalización, que se hace más evidente en Eljas, referido sólo al pimentón. Se llega al triptongo en casos como viaisi (viaje). Por el mismo sistema se forman algunos diptongos en /ui/, bruisa (bruja), furr(u)isi (hollín) en Eljas, pues en San Martín sería fulisi -más próximo en su vocalismo al fuligem portugués, del fuliginem latino que al feluxe gallego-, así como en /oi/, coisu (cojo), floisu-froisu (flojo), alfoisa (alforja), manoisu (manojo). 3.1.1.6.1 La no diptongación de /e, o/ breves latinas. Al no diptongar esas dos vocales a Fala, al igual que el tronco lingüístico gallego-portugués, reduce un tanto la presencia de diptongos crecientes. En el apartado anterior, sobre la distribución vocálica, comprobamos esa monoptongación en una buena serie de ejemplos. El leonés se resiste a la monoptongación y prefiere -según la zona y el grado de influencia de la tendencia gallega o castellana- los diptongos /ou, ai/, en puntos alejados entre sí, como Luarca, El Bierzo, La Cabrera, Sanabria, en ejemplos como outubre, couto, outro, pouco, fouce, ourella o /ue, ie/ -aún diptongando ante yod latina, como en (g)üeyo (ojo), fueya (hoja), de la zona asturiana-, mezclados con casos de no diptongación, como nuevo-ñuevo, xuebes, bueno, vieya, sementeira, porta, ñeve de La Cabrera, tierra, puercu, ponte,

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fonte, de puntos occidentales de Asturias o xuebes, bueis, cierto, tamién de la zona del Sil en El Bierzo. De los diptongos latinos /au, ai/, vemos que, entre las diversas hablas, cada una ha cogido una forma determinada de un momento de la evolución hasta el último eslabón más evolucionado del castellano. Se efectúa un proceso au>ou>o y ai>ei>ee>e, que evidencia que, exceptuando el castellano con la forma más tardía, las demás hablas se quedan en las formas intermedias /ou/, /ei/. Se diptonga contra pronóstico la o breve latina en güespi o se conserva como hospi (de hospite) y güelu, -a, güera, adquiriendo ambos una consonantización velar oclusiva sonora al principio de palabra, en el primer caso, desde la semiconsonante velar /w/ inicial, en el segundo por el mismo proceso, al perder el elemento vocálico y al velarizarse el consonántico que le antecede como fenómeno del habla vulgar.

3.1.1.6.2 Diptongación creciente en /oi/. Observamos diversos casos de la diptongación creciente /oi/. En los procedente del diptongo latino /au/ -la evolución gallega se queda en /ou/, pero en portugués se alterna con /oi/-, toiru, coisa, oiru, tesoiru, poicu, apoical, poisá, roibal, moiru, (toro, cosa, oro, tesoro, poco, posada, robar, ropa, moro). De audire y auditus se llega a oivil-uivil y oivíu-uivíu. Este tipo de diptongación se oye en algún punto oriental de Orense y en la colindante zona de las Portelas zamorana. El mismo diptongo se encuentra en otras palabras de diverso origen, roipa, maripoisa, alfoisa, azoiti, dispois, dois, boi. Del grupo consonántico latino -lc- se forma el diptongo /oi/ y también el triptongo /uei/, coici-cueici (de calx-calcis), foici-fueici (de falx-falcis), llegando, con una mayor cerrazón vocálica, en Eljas a fuiciñu. La consonante lateral, ante otra consonante, se vocaliza. Del grupo latino /alt/ se origina el diptongo /oi/, oitru (de altrus), soitu (de saltus), pero no en otras palabras como altu más conservadora, quizás debido a un paso de diptongación posterior al de /ou/, como podría haber hecho el portugués, al ir descendiendo hacia el sur las gentes con la reconquista. No se ha producido diptongación /oi/ o /ou/, como en gallego, sino en /ui/ en la palabra tuiciñu, aunque se puede ver acortada en atudiñáu, utubri. Parece como si el diptongo más cerrado /ui/ connotara un cierto énfasis tradicional, especialmente en Eljas, dando a entrever un desligamiento del diptongo originario, como cuitáu, cuiteíñu (pobrecito), fuiciñu, furruisi (hollín), puisá (posada) en Eljas o luisosu (sucio, cochambroso) en Valverde. Del grupo latino /ult/, se vocalizó la consonante lateral /l/, dando soluciones gallego-portuguesas /oi/, pero en a Fala se ha ido cerrando hacia /ui/, en casos que aún se pueden detectar en Valverde o evidenciando una

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elección arcaica, como muitu, escuital pero que generalmente se ha llegado a la desaparición de la vocal palatal como mutu y escutal. El mismo proceso afecta al grupo lt latino en cutelu. Aunque el grupo latino ct evoluciona, en estos pueblos como en gallego-portugués, hacia la vocalización palatal /i/ de la consonante implosiva, como en leiti, peitu, feitu, direitu, proveitu, estreitu, noiti, oitu, se observa también la pérdida de la vocal palatal /i/ y la cerrazón, en algunas palabras como luta, truta, lituga, al igual que en alguna zona del Bierzo, Las Portelas de Zamora y el área limítrofe de la provincia orensana, donde también se encuentra algún caso de pérdida de la dental intervocálica -ade>-ai, como cidai-ciai, tan típica de los pueblos jalameños. En Eljas queda de forma sistemática la forma reducida en ital del iectare latino, mientras que en los otros dos pueblos oscilan las formas ital-eital. De los ejemplos citados se puede concluir una cierta tendencia a dar un paso más en la evolución de los grupos latinos /kt/, /lt/ perdiendo un elemento de la diptongación producida por la vocalización palatal de la primera consonante del grupo. Encontramos el diptongo /oi/ en la denominación del pueblo vecino Hoyos, como Foius. También en la forma hoisi (hoy, del latín hoc dies, que pasa al latín vulgar como hodie), con la leve pronunciación de la vocal palatal /i/ de transición al punto articulatorio o como refuerzo de esa sibilante fricativa sonora alveolo-palatal o como indicio de metátesis. 3.1.1.6.3 Diptongos procedentes de yod y grupos consonánticos latinos. Algo parecido a lo anterior podríamos decir de la evolución de la yod latina /sy/, /ry/, con una metátesis de la /i/ hacia la sílaba anterior. De la primera, la palabra latina casiu, queso en castellano actual, ha asimilado un punto intermedio entre /a/ e /i/, mientras que en las hablas gallegas, portuguesas y en a Fala se verifica la metátesis, respectivamente queixo-queijo-queisu. De la latina basius se formará beisu. Lo mismo sucede con la yod latina de corius, de la que el castellano diptonga la /o/ breve pero no recibe influjo de la vocal de -ri-, mientras que en gallego y portugués diptongarían, al igual que en a Fala en coiru, encoiral. Adopta el diptongo /oi/ en dois, pois, dispóis, moisana, estoisus, boiga (cuando no se pronuncia cerrada, buiga, al perder la dental intervocálica de la latina botica) y en formas verbales, foi, poi, poin (fue, puede, pueden). También se han conservado en el área leonesa norte algunos diptongos de una factura similar. No es propio de estos pueblos la diptongación ante yod tan sistemática en aragonés y leonés, pero sí una pronunciación diptongada por la vocalización y palatalización de la consonante implosiva de los grupos latinos /g´n/, /g´l/, /f´l/, /k´l/, /t´l/, /k´s/ permaneciendo la leve pronunciación del elemento

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vocálico delante de la sibilante, como ya vimos anteriormente, en coisu, peleisu y un elenco amplio de palabras como bruisa, cangreisu, ceisa, reisa, cereisa, ventaisa, tinaisa, caleisa, queisal, encaisi, salvaisi, forraisi, manoisu, floisu, alfoisa, Moraleisa, baisu, paisaru-páisaru -similar al proceso y resultado de algunas formas arcaicas del vocabulario de Villamiel como peleisa, jisu (hijo), paveisa (pavesa), galgaisu (gargajo), (z)dancaisá (zancada), muisel (mujer), vieisu (viejo), chingarabaisa, cangaisu (cangalla), lechugueisa (lechuguilla)-. En gallego una gran parte de los términos equivalentes a los de a Fala no llevan el elemento vocálico /i/, coxo, pelexo, bruxa, vantaxe, calexa, salvaxe, forraxe, alforxa, paxaro, pero sí en reixa, cereixa, queixar, encaixe, baixo. 3.1.1.6.4 El diptongo /ai/ del grupo consonántico latino /tr/. En Eljas y sobre todo San Martín la vocalización de la consonante implosiva del grupo latino /tr/ entre vocales provoca la creación de unos diptongos característicos, también patentes en Villamiel, en mairi (madre), mairiña (madrina), mairastra -diferentes a la mai o nai del portugués y gallego, pero con la adopción de la desinencia -iñu, -a, con la nasal palatal propia de esas dos lenguas-, pairi (padre), pairiñu (padrino), pairastru, lairón (ladrón), lairal (ladrar), Peiru (Pedro) -como podemos ver en el letrero del callejero de San Martín-, peireira (pedrera) Mairil (Madrid), mairoñeiru (madroñero), mairugal (madrugar), cuairilla (cuadrilla), lairillu (ladrillo), escuairilláu (descuadrado), aunque se oye más cuadráu y cuadril -Cuairáu, cuairil en Villamiel-. No se verifica tal evolución en Valverde, donde se prefiere la conservación madri, padri-pa, pedra. Este fenómeno ya se detectaba en el provenzal en Peire, peira. En el caso de puiríu (podrido), se ha asimilado igualmente el grupo /tr/ latino y la otra dental intervocálica de putritus. No ha variado la pronunciación de cuatru, mientras que en gallego redujo el grupo vocálico, catro. De la palabra latina medicus, cabría esperar meicu, debido a la pérdida de /-d-/, como se puede oír en Villamiel, pero en San Martín se pierde la consonante dental y luego también la vocal palatal, quedando mecu, mientras que en Eljas y Valverde conservan la consonante dental, médicu. El diptongo en naidi cabe oírlo entre las terminologías consideradas de la variante vulgar, formado por una metafonía o cambio de posición de la /i/.

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3.1.1.6.5 Diptongos resultantes del grupo consonántico latino ct.

En la zona de a Fala se forman diptongos procedente del grupo latino /kt/, yod cuarta, como el gallego y el portugués: feitu (de factum), leiti (de lacte), noiti (de nocte), reitol (de rector), estreitu (de estrictum), proveitu (de profictum), aproveital, direitu (de directum), oitu (de octum), sin embargo no ha de extrañar poder oír en una misma conversación ochenta y oitocentus. Se constatan formas no diptongadas, truta, litiga, por un proceso que abordamos anteriormente. De este mismo grupo consonántico de la palabra latina fructa podría haber resultado froita, como en gallego, pero sin embargo presenta la forma castellana-portuguesa, fruta. Forma diptongada similar al gallego y portugués adquiere el sustantivo peidu (de piditus) o reducido a peu, al no pronunciarse la /d/ intervocálica y desapareciendo la /i/. Se podía tal vez esperar un resultado de diptongación en fudicu (hocico), pero es una palabra con distinto sistema de evolución, sin diptongar como en la correspondiente gallega fociño. 3.1.1.7 Triptongos. Con la pérdida consonántica ha surgido la unión de tres vocales, ruiu (ruido), suiu (sonido), fiau (hilado), sueira (sudadera), sueiru (manta de las caballerías), rueu (ruedo), aunque puede llegar, en determinados casos, especialmente en San Martín, a la pronunciación entre semiconsonántica y consonántica palatal-medial sin africación, meiu-meyu, meiudía-meyudía, meianoiti, meyáus (medio-a, mediodía, medianoche, mediados, en Valverde también mediu-a), apoiu-apoyu, poyu, apoial (apoyo, poyo, apoyar), adientri-aientri-ayentri, adiós-ayós, remeiu (remedio), raiu-rayu, atalaia-atalaya. En algunos casos se debate entre la fonética vocálica más cercana a la latina del gallego-portugués y la del fonema central-palatal fricativo sonoro, con la grafía y, intervocálica castellana, en Maiu-Mayu, suius-suyus, cuius-cuyus, saia-saya, Foius-Foyus (Hoyos). En algunas

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formas verbales se puede comprobar también la tendencia hacia la y de los mañegus, mientras que los otros dos pueblos oscilan un poco entre ese sonido y el vocálico /i/, como evidencian los casos oya-oiva (oiga), queya-queia (caía), entre otros. Tanto en San Martín, pueblo más propenso a la palatal medial típica de las hablas astur-leonesas, como en Eljas, se usa dicha consonante en viyú (viudo) y su femenino viyúa-veyúa (conservado en un topónimo de Villamiel, el Arroyu la Veyúa). El gallego pierde la consonante -d-, viúvo, -a, pero conserva la labiodental, como el italiano que ha conservado las dos consonantes, vedovo, -a. Como podemos observar la consonante palatal-medial suele proceder del grupo yod latino di, de médium, podium, radium, remedium, ad-deus, fodiare-fovea. De la terminación latina -tatem, que da en castellano la terminación -dad, se forma un diptongo propio de la fonética de estos tres pueblos, mitái, amistái, idái-edái, lealtái modalidái-modaliái, variedái-varieái (mitad, amistad, edad, lealtad, modalidad, variedad). No está muy clara la desaparición de las consonantes dentales, pues en un mismo pueblo como Eljas se pueden captar palabras con la pérdida de una sola consonante, la última, más propio de Valverde, velocidái, responsabilidái, seguridái, humanidái, oportunidái, realidái, humidái, posibilidái, actividái, agilidái, navidái y otras con pérdida de las dos dentales, formando un triptongo, ciai, activiái, nicisiái-necesiái, infilmiái autoriái, mociái, seguriái, balbariái, naviáis, es-oscuriái, feliciái, festiviái, etelniái, habiliái, capaciái, caliái, cualiái, uniformiái, variái, humiái, ansiái, calamiái (ciudad, actividad, necesidad, enfermedad, autoridad, mocedad, seguridad, barbaridad, navidades, oscuridad, felicidad, festividad, eternidad, habilidad, capacidad, calidad, cualidad, uniformidad, variedad, humedad, ansiedad, calamidad). Se llega incluso a cuatro vocales en contacto, en sucieái, varieái. Este fenómeno lo podemos encontrar en puntos de confluencia del gallego y el leonés, como en el astur-leonés accidental, con atención especial en tierras de Los Ancares y La Cabrera. El gallego y portugués sin embargo conservan dichas consonantes intervocálicas. Con la pérdida de dos consonantes intermedias se llega a una serie de triptongos, que podrían llegar a cuatro vocales en contacto si no fuera porque algunas de ellas se asimilan, como en cuau, descuáu (cuidado, descuidado), coeira (coladera). Por el proceso descrito se acumulan tres vocales, rueu, poíu, ayuáis, foia, Foius, pueis, meiu, ulviáu, enfastiáu, desgraciáu, areeiru (arenero), enreaera (enredadera), suiu (sonido), seiu (salido), el topónimo lagarteiru Currieira. En las formas verbales aparecen igualmente grupos de tres vocales, como en pueis, puía (podéis, podía), traiu (traigo), queia (caía), las formas del imperfecto de indicativo del verbo trel (traer), treia, treias, treia, tréiamus, treian, menos la segunda del plural que llega a cuatro vocales, treiais.

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Si al perder la nasal intervocálica de la latina plenum se queda en la forma masculina en cheu, en la femenina se puede encontrar el triptongo cheia, con la /i/ antihiática típica del portugués.

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Diferencias más típicas en el tratamiento vocálico entre los tres pueblos: Valverde Eljas San Martín

Conservación de la primera -d- : cidái, calidái, navidái, oscuriái, realidái…

Pérdida de las dos -d- : ciai, caliái, naviái, oscuriai, realiái…

Conservación: médicu, sábado, fígadu. Pérdida: mecu, sabau, figau.

Participa de las formas de los otros dos pueblos.Unos casos con conservación, otros con pérdida.

Conservación del grupo consonántico procedente del latino -tr-: madri, padri-pa, peira…

Vocalización de la primera consonante procedente del grupo latino -tr-: mairi, pairi, peira…

Conservación de vocal final ante consonante nasal: rana, lana, ventana.

Desaparición de vocal final ante consonante nasal: ran, lan, ventán.

*La -d-. *Formas resultantes de la terminación latina -tatem. *Evolución del grupo latino consonántico intervocálico -tr- *Vocal final ante consonante nasal

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3.1.2 Consonantismo A cualquiera le llama la atención el léxico de estos tres pueblos, con soluciones evolutivas consonánticas diversas a las de los pueblos circundantes, que hablan una especie de revoltijo de antiguo leonés-extremeño-castellano. De entre las hablas actuales conocidas, se parecen mucho al gallego y portugués. Será en algunas evoluciones consonánticas -al igual que algunas diptongaciones decrecientes y sufijaciones, como las en -eiru, -a, -iñu, -a-, donde más se reflejen las semejanzas con dichas lenguas. Por la cercanía con Portugal cabría pensar enseguida en la influencia de la lengua vecina, pero ya sabemos que los procesos de evolución y fijación lingüística entraña una complejidad, que sólo podremos abordar profundizando desde diversos puntos de vista y desde los estudios más variados para llegar a una aproximación más fiable. Comenzaré por el consonantismo que le confiere a esta fala autóctona ese aire diferenciador, pero también veremos otros tantos elementos en común con los pueblos del entorno debido al carácter arcaico y conservador de diversos sonidos consonánticos en torno a las sibilantes.

3.1.2.1 3.1.2.1 Tratamiento de F Este sonido labiodental fricativo sordo en las hablas peninsulares es signo de conservación de dicha consonante latina. Hoy la oímos con bastante frecuencia en las hablas gallego-portuguesas, por la parte occidental peninsular. El hecho de encontrarla en otros lugares no quiere decir con certeza que provenga de esas zonas, sino que puede deberse al carácter arcaico del habla en cuestión, su conservación propia de las hablas peninsulares, distinta a la evolución castellana de esta consonante hasta una aspiración y la consiguiente pérdida. Si datamos la formación del habla romance de los pueblos de Jálama, para no quedarnos cortos, en un amplio margen entre los siglos X-XIII, tenemos que constatar que por esos tiempos todas las hablas de la península conservaban esa consonante. El mismo castellano no la iría perdiendo hasta el XIV en la lengua hablada y los XV-XVI en la lengua escrita. ¿Por qué no la han conservado los pueblos vecinos, que irían tomando consistencia demográfica por los mismos tiempos de la reconquista de esas zonas hacia los Extremi durii (los extremos del Duero, que daría nombre a la futura Extremadura) a mano de los reyes leoneses? Es aquí donde tendremos que tomar en consideración al

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factor humano, a cualquier grupo hablante conservador de la /f/ latina que haya podido influir en el devenir del habla singular del valle del Jálama. Vamos a hacer hincapié en el contraste que hay entre los tres pueblos de a Fala, con la conservación de esa consonante y otros del entorno que la aspiran fuertemente o con respecto a la lengua oficial castellana actual, que pierde dicho sonido del latín. El proceso de la desaparición en la lengua castellana de /f/ que no sea ante e, o breves del latín, en cuyo caso se conserva, empezó con un toque de aspiración. La aspiración de /f-/ latina es un hecho histórico comprobado en las hablas leonesa, andaluza, judeoespañola y montañesa -región esta última con muchas similitudes lingüísticas con el vecino pueblo de Villamiel-. El dicho de la tierra extremeña el que no diga jigu, jacha y jiguera no es de mi tierra lo podemos oír en la zona montañesa de Cantabria. Sin embargo en lugares donde quedan restos del antiguo leonés, en el asturiano occidental y central, se conserva la labiodental. Veamos sólo a modo de ejemplo algunas de las tantas palabras con la /f/ conservada: -En posición inicial, fala, falal, fariña, fomi, farrapá, fillu, fodá, fartu, fallal, folla, ferru, ferreiru, figu, figueira, foici-fueici-fuiciñu, folgadón, figáu-fígadu, fonda, folmiga, fornu, fumu, furón, fortiga, fudicu, faba, fieitu-fitu, fartucá, fulisi-furruisi, farrapal, firía, fincal, fincacha. En el término fel confluyen dos evoluciones desde el latín, una de facere (hacer) y otra de fel (hiel). De filus latino se llega a pronunciaciones dependientes del hablante, fiu, hilu y hasta filu. De femina latino hoy se usa sobre todo hembra, aunque siempre hay alguno que prefiera la palabra con el antiguo sonido labiodental fembra, al estilo del gallego-portugués femia, sin embargo se conserva ese sonido en la palabra compuesta machifembral. No se conserva la labiodental en hongu, usando en general la palabra turtullu. A veces se introduce el sonido fuertemente aspirado, pudiendo llegar a oír de algún hablante de San Martín jierru, jimplal, aunque se suaviza la aspiración en hincháu. Sólo en algún caso particular he podido captar fogal (cocina de leña), faca (como yegua, jaca), pues el dicho sobre Villamiel, Vilamel, ni(n) jaca ni(n) cuchinu ni mullel, evidencia el uso de esa palabras sin la f-. En posición intervocálica podemos incluir, mufosu, almofá, afogal, afolcal. En palabras precedidas de prefijo encontramos, desferráu, afundil.

3.1.2.2 3.1.2.2 La africada palatal sorda (grafía ch). -Evolución de los grupos latinos pl, cl, fl-.

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Al acercar el sonido inicial a la /l/, teniendo que pasar desde posiciones labiales hasta la lateral, se llega a un sonido palatal, que en posición inicial, el castellano tendió a la lateralización, plasmada en la grafía ll y el gallego-portugués a la africación, en la grafía ch. En posición intermedia, las tres lenguas coincidieron en la forma africada o, a veces, en la solución cultista de conservación, como en ancho-amplio, chave-clave, hinchar-inflar. En algún momento, entre los siglos X y XII, pudo haber un punto de encuentro entre las soluciones evolutivas de las hablas de los reinos castellano y leonés en que se coincidía en una palatalización africada sonora, que oímos en la pronunciación argentina de poyo, gayo (pollo, gallo). Posteriormente una se ensordeció y la otra se lateralizó. En leonés antiguo existía la forma palatal africada de la grafía ch, que pervive en el asturiano occidental cerca de Galicia, pero se iban dejando ver también las formas con la lateral palatal, representada con ll. En bable percibimos las variantes entre la africada sonora y la sorda. En a Fala se pronuncia la forma africada como en Galicia, mientras que el portugués prefiere la forma fricatizada, como la sh inglesa. En los pueblos del Jálama encontramos buenos ejemplos de la evolución de dichos grupos latinos en inicio de palabra en la africada palatal sorda, chamal (llamar, de clamare), chovel (llover, de plovere), chuvia (lluvia, de pluvia), chavi (llave, de clavis), chan (llano, de planum), cheu (lleno, de plenum), choral (llorar, de plorare), cheiral (heder, de flagrare), chama (llama, de flamma), chegal (llegar), choca (clueca), chucallu (cencerro). Sobre el mismo proceso que origina la formación de hinchal, se basa la palabra típica gallego-portuguesa enchel de los pueblos jalameños. Ha adoptado este fonema palatal la palabra chafurdón (en portugués chafarda, pero, en toponimia de poblaciones portuguesas cercanas a la zona, he detectado dos casos con el nombre Safurda o) de origen germánico sau-hürde (habitáculo o vallado para los cerdos), en antiguo castellano ça hurde interdental, primero africada y luego fricatizada. En Villamiel se conserva con la sibilante originaria sagurdón. Estos cobertizos de piedra circulares, cubiertos con lascas de piedra, hiniestas y tierra recuerdan las construcciones prerromanas gallegas, aunque en estos pueblos están en el campo, dispersos, sin la función de casa familiar, sino como casita en el campo para cobijo de los animales y de las mismas personas de las inclemencias del tiempo, así como para guardar los aperos de trabajo. La misma función tienen los chozus. Por la zona serrana se conocen como aperitivo os-us chochus, legumbre cuyo nombre toma el castellano del árabe, altramuz. Se produce una palatalización expresiva de yod, concentrando la palabra en el conjunto fónico de la parte final del término original, Chon (Ascensión, Asunción, Concepción), Chus, Chuchi (Jesús), Che, Chemari (José). En Chimín (Fermín), se palataliza la /f-/. En Eljas se llega a palatalizar la

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consonante dental, al estilo del brasileiro con relación al portugués, en chu (tío).

3.1.2.3 3.1.2.3 El ámbito fónico de la lateral palatal sonora (grafía ll), la palatal central (grafía y), el sonido vocálico /i/ y las sibilantes sordas-sonoras alveolares y prepalatales. -La evolución de los grupos latinos /ly, k´l, t´l, g´l, ks/ y las formas latinas i, j, g, dy-

En la época de la formación de las lenguas romances se produjeron unos cambios con respecto a los mencionados grupos consonánticos latinos. Dichos grupos, en castellano, convergen en /x/, transcrita con la grafía j, g+e, i y en gallego y portugués en la lateral palatal sonora con las grafías ll, lh respectivamente. El resultado en los pueblos del Jálama y las zonas asturianas y castellano-leonesas colindantes con Galicia, la parte del Eo-Navia, Bierzo y la montaña sanabresa, suele ser coincidente con el gallego-portugués, pero también en algunos puntos, se llega a una pronunciación consonántica central. Alterna con la solución antigua del leonés meridional-castellano z fricativa, propia de la evolución castellana antes de pasar a /s/ en el XV y a /x/ en el XVII, con la conservación de diptongos decrecientes, observados por Zamora Vicente en su Dialectología, en el Libro de Alexandre y conservados principalmente en la zona leonesa septentrional. En el siglo X se palataliza el grupo de doble alveolar ll latina en el ámbito del castellano-leonés, pero pierde la palatalización, quedando en /l/ en las zonas de habla gallego-portuguesa y posteriormente en los pueblos de a Fala. Para no confundir en el área castellano-leonesa ese fonema evolutivo con el de procedencia de los grupos antes señalados, se optó por pasar la resultante de esos grupos, de lateral a central, que se dentaliza y fricatiza manteniendo el sonido sonoro. Encontramos dicha solución en algunos casos de pronunciación arcaica en Villamiel, como en muisel (mujer), jisu (hijo), vieisu (viejo), galgaisu, cangaisu, Ramaisín, lechugueisa, dancaisás. Es muy probable que en la evolución de dichos grupos latinos hubiera un punto de convergencia común para las tres grandes áreas de hablas del occidente peninsular, la gallego-portuguesa, la leonesa y la castellana, quizás porque comenzaban en su evolución y aún no estaban bien definidas unas posturas diferenciadoras. Lo cierto es que hubo un proceso de palatalización, primero con matices de africación sonora que luego se fueron fricatizando y hasta posterior pérdida de la palatalización como en los casos anteriores de Villamiel. En puntos del leonés se conservó la forma africada sonora en casos que nos sirven de ejemplo como el procedente de

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filium, que luego evolucionaría a forma ensordecida jichu, pero que generalmente mantuvo la sonorización palatal, ya fricatizada durante largo tiempo en la Edad Media, quedando en la forma villamelana jisu como sonora sin apenas ya matiz palatal. Por los tiempos de evolución consonántica más o menos común se formaría una palatal central /y/, primero tendiendo a africada y posteriormente a fricativa, como el toque conservador italiano que los argentinos dan a las palabras castellanas con ll. Hoy se conserva en el dialecto astur-leonés con una pronunciación más central, como en fueyo, ueyos. En a Fala se detecta más esta articulación que la lateral de la ll. En la zona de La Cabrera leonesa se combinan hoy fiyu, fueya, payeiru, meya, borrayu, banduyu, badayu, chucayu con ourella, berberaxu. De la forma lateral surgiría la evolución posterior gallego-portuguesa, acompañando a la ya aceptada no diptongación de las vocales breves latinas, como en folla, fillo, ollos. El castellano desde esa /y/ tendió a la prepalatal fricativa sonora en su época medieval, con las grafías i, j, ge, gi. El portugués actual concreta ese mismo punto de articulación para las grafías j, ge, gi, lo que presupone dicho punto común dentro de la evolución propia de cada lengua. Los ejemplos de Villamiel reflejan esa tendencia evolutiva primitiva. Como ejemplo de ese punto conservador podemos coger el término peleisu, válido para a Fala, para las hablas gallego-portuguesas y para el vecino pueblo de Villamiel, como término arcaico (cada una con sus matices de palatalización y sonorización). La velarización en /x/ castellana se realiza muy posteriormente. Con este ejemplo vemos una concomitancia con las formas villamelanas, cuando cabría espera una palatal lateral ll, propia de la evolución del grupo /kl/ latino. Quedan algunos ejemplos de la existencia antigua de esas articulaciones en rella y reisa (con sibilante sonora en San Martín y Eljas, con la sorda en Valverde, donde se puede encontrar aún un pequeño matiz prepalatal, cuya forma sorda se ha extendido en la lengua gallega). En gallego y portugués se conservan ambas formas en rella-relha y reixa, la primera para el arado, la segunda como verja, aunque se puede oír todavía en algún hablante gallego para este último significado la forma con la prepalatal sorda reixa. La forma con prepalatal se ha ido relegando, en la lengua académica del gallego y del portugués, a favor de cella-sobrancelha. En los pueblos jalameños se tiene preferencia por ceisa en detrimento de la forma que cabría esperar cella. Se usa misal (mear), al estilo del gallego y portugués mexar-mijar, como norma general, pero a veces surge millal. Puede ser debido al mantenimiento de formas arcaicas en el momento en el que no estaban aún claras las direcciones hacia la pronunciación palatal central o lateral o hacia las palatales fricativas, lo que induce a dudar en gallego entre el uso de coello o conexo. Puede también ser debido a una hipercorrección como ocurre en Galicia con antollo, con

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frecuencia pronunciado y hasta escrito, como nombre de unas tiendas, como antoxo. Sigue esa tendencia sonora no lateralizada la palabra albeisa, del grano leguminoso conocido también como chíchari en muchos pueblos de la zona o carilla en los más castellanizados. La posible vacilación por lenteisa-lentella (de lenticula latina) se resuelve hoy en día en estos pueblos a favor de la forma castellana lenteja. Pudo ser ésa la forma intermedia, con la formación del diptongo ante yod o grupo consonántico del leonés, y que hoy vemos en el asturiano ueyos (ojos). Pudo haber en el momento de palatalización una fricación en /y/ antes de pasar a la lateral del ámbito gallego-portugués y a la velar /x/ de la grafía j, ge, gi del castellano. En los pueblos jalameños se detecta esa forma central que hemos visto conservada en el asturiano entre fricativa y africada, sobre todo en San Martín, si bien la relajación articulatoria propicia que se oiga, a veces como /y/, a veces como /i/. Del conseio antiguo se pasó a la forma de la lateral palatal de consellu como el gallego-portugués o a la central de conseyu (en castellano consejo). Para no liarnos demasiado usaré la grafía ll, como elemento de trabajo. De la evolución de los grupos latinos anotados se podrían recoger un buen número de ejemplos, de entre los que enumero algunos, fillu (de filium), mullel (de muliere), allu (de alium), folla (de folia), alléu (de alienum), traballu (del latín tardío trabalium), Trevellu (de Trebelium), millol (de melior), ollu (de oculum), espellu (de especulum), orella (de auricula), abella (de apicula), palla (de palea), piollu (de pidoculum), cuellu (de cuniculum), tella y telláu (de tegula), cuallu (de coagulum), cullel, con sus derivados, escullel, recullel, encullel (de colligere). Son muchas las palabras que siguen tal evolución, de las que se puede anotar un buen número de ejemplos, como cangallu, cascallu, ramallu, rastrollu, navalla, migallón, estropallu, parella, aparellu, atallu, baralla, cagallón, arrebullal, bandullu, rebulláu, mullal, bugalla, carballu, regocillu, aguillón, agasallu, antollu. La lateral palatal puede transformarse en palatal nasal, peñiscá, peñiscus (pellizcar, pellizcos). J.L.Martín Galindo, siguiendo su tendencia a la trascripción ortográfica portuguesa, usa lh para representar gráficamente el fonema lateral palatal. También algunos gallegos lusistas prefieren esa grafía a la ll por considerar esta ultima más propia del castellano, como lengua rival de la que hay que alejarse lo más posible, buscando las divergencias más que las similitudes. De las formas latinas i, j, g+e, i, dy, podemos percibir una variedad de articulaciones diversas, dependiendo del pueblo, del hablante y del contexto. En Eljas y San Martín se conserva la sonora con una nota de la palatalización antigua. El primer pueblo refuerza esa articulación sonora

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con la epéntesis de un sonido vocálico palatal /i/. En Valverde gana terreno la velar castellana, pero quedan ejemplos con alveolar sorda y, en determinados casos, hasta con un leve toque de palatalización. Todo ello lo trataremos en el apartado de los resultados de las antiguas fricativas y africadas palatales. Sin embargo en éste nos interesa otra forma evolutiva coexistente con la anterior que se aprecia en San Martín principalmente. Se trata de la palatal fricativa central, tendiendo a la vocalización, con lo que se puede oír sovis-yovis, senti-yenti, suntu-yuntu, sunta-yunta-junta de Extremadura, sogu-yogu, senru-yenru. Podemos encontrar la misma ambivalencia en otras posiciones y en palabras de origen diverso, como misal-miyal, naranja-naranya. Sin embardo las procedentes del grupo dy latino tienden a la segunda solución, como en deyantri, ayentri-ayantri (pero también adientral), yantreira (adientri, dientreira en Eljas y Valverde), ayós (adiós, con un prefijo y la forma latina (a)deus), ayuntamentu (de ad-iunctamentus), igual que en Valverde y en general las zonas de habla castellana, mientras que en Eljas se diría aisuntamentu. Parece como si se conservaran formas que en un tiempo llegaron a coexistir. En los tres pueblos se podrá oír meiu-meyu-mediu, meya hora, meiudía-meyudía-mediudía, meianoiti-meyanoiti-medianoiti, a meyáus-a mediáus, poiu-poyu. Pero habrá formas que adoptan la fricativa palatal sonora, como hoisi (de hodie latina), fulisi (de fuliginem latina), entre otras, al igual que los otros dos pueblos. En algunas de las formas de la conjugación verbal aparece ese sonido consonántico /y/ en San Martín, como fayu (hago), faya (haga), sayu (salgo), oya (oiga), siendo en los otros pueblos fagu, faga y alguna vez en Eljas como feya, saiu, oiva. Además de en el citado pueblo, aparece también en formas verbales de Eljas y casi nada en Valverde, en poya (pueda), queyí (caí), queyu (cayó), mientras que en el imperfecto Eljas usa las dos formas queya-quía (caía). El imperfecto de fel (hacer) toma las formas feya, feyamus-féyamus, prefiriendo Valverde facía-ficía, facíamus-ficíamus. El sonido /y/ se realiza en castellano como refuerzo consonántico inicial de la fricativa y tendencia a africación, al perderse la /f-/ latina y habiendo diptongado la e breve en ie. La primera vocal en posición inicial funciona como una semiconsonante palatal que se fricatiza, tendiendo a apoyarse más la lengua y a despegarse con un tono oclusivo. Así se producen articulaciones distintas como yelba-helba (hierba de herba latina). Se escribiría yerba en castellano hasta la segunda mitad del XIX. A Fala generalmente sigue otro proceso distinto, ya que conserva la /f/ inicial, no diptonga la e, o breves y además pronuncia una antigua sibilante sonora. Se respeta el sonido vocálico inicial latino en egua (de equa), ei (de ego). En medio de palabra se prefiere también el sonido entre vocálico y consonántico palatal, para evitar la tentación de confundirlo con el

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procedente de los grupos consonánticos latinos, maiu, Foius, tocayu, viyúa (viuda, del latín vidua).

3.1.2.4 3.1.2.4 Los sonidos sibilantes. Los pueblos de a Fala están situados en la pequeña zona de la conservación de las consonantes sibilantes sonoras, que el castellano ha ido desterrando. Permanecen en la parte suroccidental de Salamanca y norte de Cáceres, según el estudio de A. M. Espinosa, allá por los años treinta, Arcaísmos dialectales. La conservación de “s” y “z” sonoras en Cáceres y Salamanca. En Ribera del Duero han desaparecido casi totalmente (Antonio Llorente Maldonado, en su Estudio sobre el habla de la Ribera, publicado en 1947 en Salamanca, encuentra sonoras conservadas). Quedan aún unos vestigios de sonorización en Sanabria. El carácter arcaico del ámbito geográfico en cuestión permite la conservación o evolución propia de antiguos sonidos de la zona de la reconquista castellano-leonesa, como la z africada y la sibilante sonora /z/. Hoy en día el tipo de pronunciación presenta un amplio margen, dependiendo de cada uno de los tres pueblos y del tipo de hablante, pues se tiende a la neutralización en la sibilante alveolar sorda de la norma oficial. Ya en los primeros tiempos en que se quería fijar una norma de correspondencia grafía-fonema en la lengua castellana, por la época de Alfonso X, se prefería el fonema sordo para la posición inicial y para la doble ss entre vocales. En los pueblos de a Fala, al igual que sucede en los pueblos de la zona conservadora, se puede percibir la antigua sibilante sonora /z/ entre vocales en multitud de palabras, de entre las que pueden servir de ejemplo las siguientes: esi, isu, nosu, tesu, cosel, casa, vasu, usu, mesa, caseru, coisa, artesa, brasa, camisa, pesebri, casi, presenti, asáu, asaúra, asa, pesal, presu, traseru, arrasáu, semus, misa, mesis, demasiáu, rasu, amasá, interesá, interesante, princesa, curiosiái, diposital, disipal, guisal, escandalusu, pricisu, resina, rosal, rosariu, iglesia, pesa, montesinu, trasera, guisáu, las formas del pretérito simple o indefinido de los verbos poñel-puñel, quel-querel, pusi, pusu…, quisi, quisu…, en la pronunciación enfática del sufijo adjetival -osu, -a, mufosu, piollosu, escaramandrosu, mocosu, preciosu, curiosu, rañosu, ansiosu, celosu, avariciosu, golusu, sarnosu, rudiosu. La palabra iglesia-iglesa (de eclesia) escrita en la placa de callejero en San Martín con la grafía x, correspondiente al fonema prepalatal fricativo sordo en gallego, es más fácil oírla sonora, sin palatalizar, como un buen número de palabras, que, dependiendo del hablante de cada uno de los tres pueblos, pueden andar

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por los límites articulatorios de la sibilante alveolar sorda/sonora y alguna reminiscencia de palatalización. En Valverde se sesea más, mientras que en Eljas y San Martín se percibe mejor la sonora, como también se puede apreciar en el rincón oriental orensano y las poblaciones colindantes sanabresas. Aunque también en estos pueblos jalameños las palabras que se escribían antiguamente con ss se pronuncien con la sibilante sorda, como en castellano y gallego, no faltan casos, entre los que podemos meter los demostrativos y algunos posesivos, en los que presentan un margen articulatorio intermedio entre los alveolos y el paladar con un resquicio de sonoridad, como isu, nosu, vosa. Se tiende a usar en los escritos las grafías sh y x, que representan en fonética sonidos sordos, para sonidos sonoros de Eljas y San Martín, además de palatales. Es curioso que pervivan en la escritura, en el nombre del pico montañoso Mesas o Mezas, las dos formas de grafía de las sibilantes, la z que ha venido representando la sibilante sonora y la s la sorda, certificando la existencia de ese sonido sonoro, que se debate entre la persistencia o la suplantación por el sonido sordo, mucho más fuerte éste último en Valverde. En diversos escritos se viene usando la doble ss, curiosamente la que en tiempos pasados representaba la modalidad sorda, para sonidos intervocálicos sonoros, como passu, nossu, vossu, issu, assina, assistil, y formas del imperfecto de subjuntivo, tipo bebessi, fossi, entre un buen número de ejemplos. Ante consonante sonora, la sibilante suena también sonora, como en lesna (lezna), en cuyo término el castellano ha implantado una interdental donde etimológicamente corresponde una sibilante, del germánico alisna (alesna en el castellano antiguo). La misma solución habría sido aplicada a palabras de etimología dudosa, como cascarria (cazcarria), -conservando la sibilante sonora por su contacto implosivo con consonante sonora, que el castellano ha convertido en interdental en posición implosiva-, sape (zape, para aventar a los gatos). En posición final absoluta, por regla general en la provincia de Cáceres, a la sibilante /s/ se le da un tratamiento parecido a la /z/, es decir una aspiración laríngea sorda, abandonando la articulación lingual y cesando la leve fricación en la parte interior de la lengua. En otros casos desaparece totalmente. En los tres pueblos se tiende a pronunciar la -s casi siempre sorda. La -s final de palabra, en fonética sintáctica, en general en Extremadura, se pronuncia con una suave aspiración. En varios pueblos de la Sierra de Gata se pronuncia como /r/ suave, sobre todo si la palabra siguiente empieza por vocal (también en algunos casos cuando precede a una consonante), lor ojus, (los ojos), lor Hoyus (los Hoyos), lar estredis (las trébedes), mar allá, mar agua, trer en unu, nor dá o en palabras de origen separado y hoy unidas en una sola, dorcientus, vorotrus. En la actualidad, en los pueblos

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jalameños, influidos por las hablas circundantes y la lengua oficial, se pueden escuchar pronunciaciones variadas al respecto. La /s/ del prefijo des- tiende a tratamientos diversos según el sonido que le siga, por tanto se le aplica el tratamiento como elemento de la cadena morfosintáctica separada de la palabra. Si le sigue una vocal, los hablantes de estas tres localidades pueden seguir el ejemplo de los pueblos cercanos, pudiendo llegar a pronunciaciones entre /s/ y /r/ suave, deratal, derenreal, derabrochal, deracertáu, deraconsellal, deracostumbral, derafial, deragradabli, deragradecíu, deramparáus, derayunal, derempeñal, derencantu, derengañu, derenreasi, derenterral, deresperal, derengüeltu (desenvuelto), derigual, derhinchá, derunius, derordin. Si le sigue consonante tiende a pronunciarse como /l/, delbaratá, delmentil, delmayáu o llega a no pronunciarse o se aspira levemente, degraciáu, degranal. Se pierde la d-, como ya se ha detallado al tratar la dental /d/, espabiláu, esparramal, espanzurral, esgarral, escuallal. La consonante sibilante, ante sonora o líquida, se pierde en alguna palabra, como reguñá-arreguñá.

3.1.2.5 3.1.2.5 Resultado de las antiguas fricativas y africadas palatales. Éste será uno de los apartados donde se detectan bastantes divergencias en las articulaciones fonéticas de los diversos hablantes de los tres pueblos y donde no es fácil la adopción de grafías pertinentes comunes que favorezcan lo más fielmente posible la correspondencia gráfico-fónica. Antonio Viudas Camarasa dice que actualmente ya no funciona la pareja fonológica con función distintiva sorda/sonora de las fricativas prepalatales, sino que se comportan como alófonos. Aunque la tendencia fluye hacia la pronunciación sorda, quedan aún reminiscencias sonoras entre prepalatal y alveolar fricativa, de las procedentes de los grupos latinos intervocálicos /sk/, /ss/, /ks/. He observado una tendencia a la trascripción generalizada en grafías que representan el sonido fricativo prepalatal sordo, como la x gallega, o la sh anglosajona desde sonidos que se oyen sonoros con o sin palatalización, como hoixi, lonxi, Xiunta, igrexia-iglexa, xenti, xobis, abaixu-abaxu, debaxiu, poishá, coisha, vashu, casha o con s, baisu, isemi. Otros han optado por la grafía de las sonoras palatales portuguesas, j, g, con lo que se ve escrito ceja, jenru, fujil, jamón, jamáis, jaula, jovis, jugu, juntal, junta, junqui, justu, justicia, juramentu, entre otros casos, sin que sea fácil delimitar cuándo se pronuncia como velar o como prepalatal. No sé si la grafía se llega a corresponder con el real uso de la terminología en la actualidad. Se ven variantes Juan-Xuan-Xiuan, juntu-xuntu-xiuntu-shuntu,

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justicia-xusticia, jugu-xugu-xiugu, ajual-axual-aixual-axiual-ayual. De ahí la necesidad de que estos pueblos lleguen a consensuar unas grafías determinadas para facilitar la labor escrita y su comprensión. Estos grupos latinos mencionados realizan un elemento palatal vocalizado, que o bien se conserva, perdiendo un tanto la palatalización, como en deisal (de la forma latina deserare) o se absorbe en la consonante como en algunas formas verbales del pretérito simple o indefinido, disu (dijo, de dixi), trusu (trajo, de traxui latina) que, en las lenguas gallega y portuguesa, viene tratada como el diptongo latino, debido a la metafonía de la /u/, diptongando en /ou/ y conservando el sonido antiguo, trouxo. Lo mismo podríamos decir de queisal. La evolución castellana las velarizó posteriormente en el fonema velar /x/, con la grafía j, ge+e, i. Del étimo latino taxus se llega a teisón, de coxus a coisu, con una diptongación, como la realizada en paisaru, ausente en las correspondientes palabras en el gallego actual, permitiendo esa interposición de la vocal palatal un leve acercamiento a ese punto de articulación. Las dos lenguas del oeste peninsular resuelven entre la sonora y la sorda de Portugal con las grafías j, g+e, i y x o bien la sorda de Galicia con la grafía x. La misma pronunciación fluctuante reciben las palabras procedentes de los grupos latinos ry, sy, con la formación de diptongo por trasvase metafónico, como queisu, beisu -ya constaté en páginas anteriores que me sorprende la no realización de dicho trasvase en algunas palabras de la obra de Domingo Frades Vamus a falal, como quexiu o la diptongación en debaxiu, cerexia, paxiaru, xiunta, Xiuan, xiabón, xiaringa, xiarra, por la inserción de un sonido vocálico /i/ después de la sibilante-. También diptonga en baisu, queisal, hoisi (hoy, de hoc-dies>hodie, con la diptongación de la yod latina dy), peleisu, Moraleisa, cereisa, albeisa, caisa, floisu (flojo, que el gallego diptonga en ou, en frouxo). Aunque va ganando terreno la articulación sorda, ya sistematizada en Valverde, se sigue usando la forma sonora en Eljas y San Martín. Esas consonantes latinas, que en época medieval palatalizaron con un modo de articulación africado (el italiano, como lengua más conservadora en la evolución, conserva ese fonema, p.ej. en genero, gente, giunto, giovedí), se irían fricatizando hacia la fricativa palatal sorda y sonora de uso actual en portugués y la sorda en gallego. En a Fala no es tan fácil apreciar esas articulaciones palatales, ya que tienden a desplazar su punto de articulación hacia los alveolos dentales. Aunque una gran parte de las antiguas palatales fricativas y africadas se pongan demanifiesto con la alveolar sonora, quedan rasgos palatales sonoros en diversas palabras, una mayoría procedente de i, j, g+e,i, dy latinas, a las que en Eljas se les precede de un refuerzo vocálico palatal /i/, sin olvidar que en San Martín, como ya indiqué en otro apartado anterior, puede llegar a formarse una palatal fricativa central /y/, como senti-isenti-yenti (de gentis latino), sovis-isovis-yovis (jueves, del iovis latino), suntu-isuntu-yuntu (de iunctus), senru-

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isenru-yenru (de generus), sinsa-isinsa (guinda), con esa vocal palatal inicial propia de Eljas, furu(i)si (de fuliginem, quedando en portugués fuligem) en Eljas, fulisi en San Martín, lonsi (de longe) -pero Valverde sorprende con la velar al estilo castellano lonji, como reducto en la grafía de anterior sonido prepalatal sonoro al estilo del portugués longe-, lisosu-luisosu, lusal (ensuciar), pero lujal, con el sonido velar en Valverde, certificando también esa grafía la existencia del anterior sonido prepalatal sonoro, hoisi (hoy, de hoc-dies>hodie), liseiru (ligero). Según el proceso evolutivo elegido se usará migas frisías o migas fritas. En helá, heláu (helada, helado) se opta por la forma castellana, que ha enmudecido el proceso fonético desde la antigua africada palatal sonora y otras veces lo ha velarizado con una fricación. También de la latina fugire se aprecia generalmente la desaparición de la consonante intervocálica, como huil, pero se oye alguna vez fusil con sonora, para diferenciarlo del término con significado de arma de fuego, con sibilante sorda. Hay un revoltijo de pronunciaciones, sin una determinada regla común, en un amplio número de términos. Se podrán oír soluciones diversas, desde las sibilantes sordas-sonoras y palatales sonoras, en algunos casos de Eljas y San Martín o algún caso no muy frecuente de sorda, hasta la forma castellana velar /x/, que va ganando cada vez más terreno, especialmente en Valverde. Bastantes palabras que se introdujeron en las lenguas peninsulares por influjo francés allá por la época medieval, con unas terminaciones, que la lengua portuguesa resuelve como -agem (con el sonido fricativo palatal sonoro), la gallega como -axe (fricativa palatal sorda) o la castellana en -aje (con el fonema velar), en los pueblos jalameños se tiende a perder la palatalización para acercarse a la alveolar sonora, anteponiendo a dicho sonido un fonema vocálico palatal /i/. No obstante en la conversación diaria surgen diversos tipos de pronunciación, dependiendo del pueblo y de la persona que los ponga en práctica, ganando terreno las formas de velar castellana salvaisi-salvaji, viaisi-viaji, encaisi-encaji, garasi-garaji, forraisi, escumaraisi, traji, paisaji aprendizaji, paji, homenaji. Se detecta el sonido sonoro con algo de palatalización en furrusentu-ferrusentu, seira-iseira (huebra, jornada de labranza), insertal, frensón (judía) en Eljas y muy forzada ya la palatalización en gransa (granja). Lo más corriente es oír la sibilante fricativa sonora de ventaisa, tiseira, tinaisa (tinaja), lagartisa (lagartija), froisu-floisu (flojo), caisa (caja), coisa (cosa), poisá-puisá (posada), queisal (quejar), queisá (quijada), beisu (beso), baisu (bajo), coisu (cojo), peleisu (pellejo), queisu (queso), alfoisa (alforja), afloisal (aflojar), iglesia, isemi-ensami (enjambre), bruisa (bruja), manoisu (manojo), albeisa (tipo de alubia, carilla), cereisa (cereza), ceisa (ceja), reisa (reja), ameisia (ciruela), Moraleisa (Moraleja), caleisa (calleja), freisós (judías, en San Martín y algo Valverde), misal (orinar),

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lisía (lejía), visiga (vejiga), furnisa (leña pequeña), ventaisa (ventaja), partisa (partija), risa (rígida), risileti (que corre mucho), maesa-meisa (madeja), aisual de Eljas, asual de San Martín (ayudar). Con pronunciación muy variada se oyen términos como sudíu-judíu (judío), sogu y sugal-jugal (juego, jugar), suntu-juntu-yuntu, suntal (juntar)-Junta-yunta -y hasta Xiunta -como prefiere Domingo Frades en sus publicaciones, en concreto en la denominación Xiunta de Extremaúra, en un artículo suyo de la revista Crónica de la Sierra de Gata de junio del 2008-, debaisu-debaju, ásil-ágil, asiliái-agiliái (ágil, agilidad), asitáu-agitáu (agitado), Ánsil-Ángil (Ángel), cangreisu-cangreju, sitanu-gitanu (gitano), gransa-granja (granja), sara-isara-jara (jara con sonora, Sara, nombre propio femenino, con sorda), seta-jeta (jeta con sonora, hongo con sorda), silgueiru-jilgueru, intelisenti-inteliyenti-inteligenti, saula-isaula-jaula (jaula), saringa-jiringa (jeringa), sornaleiru-jornaleru, aventaisal-aventajal, virsin-virgin Se usan formas diversas con el mismo significado, empusal-empurrial, ajenu-aisenu-alléu. Varía la forma articulatoria de algunos pretéritos simples o indefinidos, dependiendo del pueblo, adoptando la forma sonora San Martín y Eljas y la sorda Valverde, como en puisi (puse), pus (puso)-pusu en Valverde, las formas correspondientes del verbo querel, quisi, quisu, las del verbo idil-idel-eidel-dicil, disi, disu, aunque en Valverde se oye más diji, diju, del verbo trel, trusi, trusu, suelen articularse en los tres pueblos con la alveolar sorda o con algún rasgo de palatal sorda. Hay formas que recalan en una articulación más ensordecida, a veces con un no fácilmente apreciable tono palatal, como queisal (quejar), deisal (dejar), seitu (manera), pero sonora en seitosu (habilidoso, atractivo), teisón-tejón, paisaru en San Martín y Eljas, páisaru en Valverde, sabalí(n) en San Martín, jabalí(n) en Eljas y Valverde, silgueiru–jilgueru, (i)samón (apenas usada)-jamón, aisín (pimiento y pimentón en Valverde, sólo pimentón en Eljas y San Martín), pirrisil (perejil), tiseira (tijera), guisarru (guijarro, piedra de sílice), sabugueiru (saúco), prisegu-pisegu-presigu (tipo de melocotón), sarampelu (sarampión, como el gallego-portugués). Para otra buena cantidad de términos se adopta la forma articulatoria velar del castellano o una simple aspiración como jué-juecis, jovin, juventú, fijal, jardín, jesuita, dibuju, ejemplu, ojalá, fijalsi, fiju, imagin, aventajal, manejal, añeju, ajustal, roju, paradoja, vigilal, vigenti, regional, original, general, ginebra, ajedrez, ángilis, bandeja, refaju, Gilitu, juniu, juliu, ciruganu Los nombres propios de persona siguen la regla de la lengua oficial que usaba el clero, sobre todo en lo que se refiere a la onomástica, desde el bautismo, José, Jesús, Juan, Jaimi, Jorgi, Gelmán y no veo que se intente dar otra forma fonética por analogía, como en Galicia, con Xosé, Xesús, Xoán, Xavier, Xermán, Uxía, Xurxo donde, como lengua bien

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establecida y con tradición, se antoja mucho más factible, sobre todo hoy en día al poder cada uno elegir libremente su nombre.

3.1.2.6 3.1.2.6 Las dentales e interdentales, d, z, c+e, i

-Resultados de las antiguas sibilantes africadas sorda/sonora-. La c latina adquirió un sonido africado dental en la época medieval -hoy conservado en italiano-, representándose gráficamente con la z para el sonido sonoro y la ç para el sordo, más o menos hasta el siglo XVI. Aunque encontremos esas grafías en portugués no quiere decir que representen la conservación de tales sonidos, sino una evolución hacia formas fricativas. Al perder la africación antigua, se toman caminos distintos, desde la interdental fricativa ya ensordecida, equivalente a la grafía z, ç, c+e, i, hasta el siglo XVII, del castellano y gallego, hasta las formas sibilantes dentalizadas sordas y sonoras del portugués. Antes de ensordecerse, pasaría por la interdental sonora fricativa, al irse perdiendo la africación antigua, como un proceso de relajación. Según gramáticas del XVI y XVII, la grafía z antigua debía corresponder, antes de esta d fricativa, al sonido africado. Suele decirse que del sonido sonoro africado se llega a las posiciones dentales pero más bien parece igualación de la africada a los alófonos de /d/. En la geografía de la Sierra de Gata más occidental se llega, desde la más suave interdental con fricación sorda, hasta la fricación sonora e incluso hasta la oclusión, cuya pronunciación se puede llegar a confundir con la /d/ etimológica. Por falta de otras grafías correspondientes a los diversos resultados fónicos de los arcaísmos en cuestión, habrá que recurrir a la grafía d, como signo más próximo a la interdental fricativa sonora (th inglesa) u oclusiva dental sonora /d/. En posición inicial, la observamos en dangaburra (cigüeñal para sacar el agua de los pozos, con el cubo en un extremo del palo y una piedra de contrapeso en el otro) -me parece sentir la africada antigua, aunque palatalizada, al oír changaburra en algunos pueblos del marco leonés y el fuchicar del habla popular de Galicia-, dimbreasi (cimbrearse), dagal (zagal), dumbandu (zumbando), idil-idel-eidel (decir, de dicere latino). En interior de palabra, cudiñal (cocinar), vidiñu (vecino), vadíu (vacío), redal (rezar), Adebu (Acebo). En interior de palabra, de los grupos consonánticos pt, rt, nt, lc y yod ti, ci, adinagri (zumo ácido que suelta la aceituna), adéu (ácido), rudiosu (por relación con rucio o asno, caliente sexualmente), fudicu (hocico), aderón (acedera), poda (poza), ludeiru (lucero), ludiu (lúcido), la tía Ludia (Lucía), estenadis (tenazas), biderrus (becerros), granidu, almodu, agudal, codel, cundudil, codeol, folgadán (holgazán), udia (docena), redenti (reciente). Se distingue la segunda persona del presente de indicativo del verbo codel, tú codis, con

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una posible forma homónima -que adoptan pueblos como Villamiel- de la latina calcis, pero este grupo latino lc se resuelve con la diptongación, coicis, al igual que foicis de la latina falcis. Llegan al sonido dental los plurales de las palabras que en singular han perdido la consonante final, terminando en una vocal, vodis (voces), nodis (nueces), pero acercándose otras a la interdental fricativa sorda, vedis-vecis, ludis-lucis, crucis, pecis, juecis, pacis, perdicis, como la de origen árabe almirecis y aquellas que han conservado la /-i/ etimológica, foici, coici. Lo que más me ha sorprendido, al percibir de algún hablante vadal (vaciar), no es la dental, sino la reducción vocálica. Llegó a afectar a los términos de diversa procedencia, del vasco, dorra (zorra), de origen onomatopéyico, dumbíu y dánganu (zumbido y zángano), del árabe, adeiti, adeiteira, adetunas, (aceite, del árabe al-zeit, aceitera, aceitunas. Corominas ha comprobado que el término aceite aparecía ya en el 1251, aunque otros de esa misma procedencia tienden a la interdental fricativa sorda, acelga (de al-sílqa), aceña (de al-sêniya), como molino harinero ya localizada en el 945, quidás (de qui-sapip, quiçab en El Cid y quiça portugués). Este fenómeno tendría que haberse verificado en tiempos antiguos, ya que ha llegado a afectar a la desaparición de la consonante intervocálica, presumiblemente identificada con la /d/ en fel (hacer, de facere latina), que los pueblos cercanos a los de a Fala conservan como jadé. Se capta una pronunciación dental en la consonante de los sufijos -adu, -ada (equivalentes castellanos -azo, -aza), en Villamiel y en otros puntos del marco de mayor influencia del leonés, con un patente énfasis aumentativo del significado de las palabras afectadas, una buena parte de ellas referidas a modalidades de golpes o caídas, lanchadus, porradu, tortadu, topetadu, estacadu, trompadu, tacañadu, guarradu, pelmadu. No obstante se está imponiendo una pronunciación ni tan interdental ni tan fricativa como la castellana. En los numerales doci, treci, catorci, quinci se aprecia una suave dentalización más fricativa que oclusiva, pero se intuye más el punto dental que el interdental en dedaseis, dedaseti, dedoitu, dedanovi. Se pueden oír las formas con el toque más dental y menos fricativo unos casos, por ejemplo, procedentes de ti latina, tadón (tazón), radón (razón), podu (pozo), de ci latina, ludeiru (lucero), mientras que otros se acercan más a la interdental fricativa sorda, recenciu, rezal, rociu, crecel, entoncis, praza, calzá, cea, centu, cepu, pricisión, municipal, confianza, forza, ciai, Zoila, Cileirus, Cáciris. Carlos Quiles en su Eizionariu brevi castelán-xalimegu usa la antigua grafía ç, conservada en la lengua portuguesa, para interdentales como çapatu, caçu, çurrón, çumu, çurcil. Hay una preferencia por la solución reducida de las formas incoativas, procedentes de -sc- latina, siguiendo la regla gallega, de la conjugación de la primera persona del presente de indicativo y todo el presente de

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subjuntivo de algunos verbos, merezu (merezco), paeza (parezca), apareza (aparezca), anocheza (anochezca), luza (luzca), creza (crezca). Ya aludí a la pérdida de la correspondiente consonante intervocálica latina, cru, de, jue, lu, no, perdí, pe, ve, pa, pero también de palabras de otra procedencia, como el árabe, almiré. En los grupos consonánticos secundarios pueden aparecer cambios fonéticos típicos de las hablas leonesas, resultando una /l/ en lugar de la interdental, como en sulgáu-julgáu (juzgado). 3.1.2.6.1 Otros tratamientos de las dentales.

En el apartado dedicado a las vocales se ha tratado ampliamente el tema de la pérdida de la dental intervocálica. Puedo añadir que en posición inicial se llega a perder la d-, encetal (decentar), ondi (donde), andiquera (dondequiera), pa entru. Desaparece con mucha frecuencia en el prefijo des-, aféresis frecuente en la zona occidental española y la parte fronteriza de Portugal, por Sabugal, espilfarral, esbaratal, escuallal, esgarral, esparramá, espanzurrá, escachurrá, escangallá, estarroná, esganchá, espabiláu. En doil se ha producido el cambio b>d y d>l en Lionisiu (Dionisio). Se pierde también la inicial de la latina dicere, tomando la forma idil-idel-eidel. Ya vimos, al tratar los diptongos, el proceso del grupo -tr- latino vocalizando la dental, resultando la evolución patrem>pairi, matrem>mairi, petra>peira, latrare>lairal, latrone>lairón, en los dos pueblos más alejados de la frontera portuguesa, sobre todo San Martín.

3.1.2.7 3.1.2.7 Las líquidas.

3.1.2.7.1 La lateral /l/ En a Fala, al igual que en las hablas del ámbito gallego-portugués, se ha conservado el sonido lateral latino de la doble ll, pero simplificándolo a una sola /l/, como en polu, repolu, galu, bolu, martelu, cabalu, castelu, grilu, estrela, anelu, cutelu, tubelu (tobillo), cutubelu. Pero se usa calli con palatal, no con una /l/ como caleisa (calleja), ni con la doble /l/ de la calle veneciana. Con la /l/ oímos amarelu, argola, colal, coláu (collar, collado), meláu (mellado), talu (tallo), ola (olla), murcela (morcilla), custela (costilla), engarela (angarilla, puerta de entrada a las fincas con dos

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láminas verticales en los extremos y otras horizontales unidas a las verticales), leval, los adverbios de lugar alí, alá, y los demostrativos aquela, aquelis, aquelas, aquilu, así como nombres de lugar, Cileirus, Vilamel. Pero se ha palatalizado en apillíu, sellu (en vez de las formas apelido, selo del gallego-portugués). También he detectado valláu, donde se esperaría valáu. Sólo se detecta un caso de palatalización de la lateral inicial /l/, típica del leonés y catalán, llaris, palabra que se usaba en otros tiempos, pues ahora, al desaparecer el uso del objeto en cuestión para colgar del fuego la caldera, se ha dejado de utilizar el término, quedando como una reliquia lingüística. Al igual que la /r/ en posición implosiva, la /l/ tiende a desaparecer, aguacil (alguacil). En posición inicial se puede perder por influencia o confusión morfo-sintáctica, Adisláu (Ladislao) o se puede colocar /l/ epéntica, lumbral (umbral). En algunas palabras se introduce /l/ en posición implosiva, albondancia, empalchu (empacho), albeliái (habilidad). Suelen desarrollarse metátesis recíprocas entre las dos consonantes líquidas. Los infinitivos de cualquiera de las tres conjugaciones verbales terminan con la lateral /l/, sumal, codel, vil. En Valverde se tiende a la terminación vibrante o con pérdida de la consonante final. Con las formas pronominales enclíticas, la consonante final del infinitivo presenta gran inestabilidad, unas veces se capta la articulación y otras desaparece. Suele producirse metátesis mutuas entre las dos líquidas. Del trueque -r>-l veremos ayel (ayer), antiel (anteayer), sumiel (somier), mal, Bartasal, Pilal, mayol, colol, calol, flol. En una serie de nombres terminados en -dor se produce el cambio -dor>-ol, al perder la /-d-/, alreol (alrededor), aperaol, fumaol, jugaol, cazaol, codeol. También se produce la permutación en los terminados en -ar, como sufijo que implica sentido de colectividad, pallal, melonal, castañal, rebollal, vival. En fonética sintáctica se pueden percibir permutaciones o pérdida del sonido vibrante, pul me de (por mor de), pul o-u-pur o-u telláu (por el tejado). Pierde l- en fono-sintaxis en contacto con el artículo masculino, o-u aurel (el laurel, manteniendo el diptongo latino, que el gallego convierte en /ou/, loureiro) y se fija dicho apócope, un poicu d´aurel, os-us ureleirus-liureleirus.

3.1.2.7.2 La vibrante /r/ La vibrante /r/ se pierde en sílaba átona final, bati (wáter), malmu (mármol), canci (cáncer), chofi (chófer).

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Se elimina la -r- en pa (para), en paeci (parece), lo que la hace coincidir con la tercera singular del presente de indicativo de padecer por pérdida de -d- intervocálica.. Se constatan casos de inseguridad de la pronunciación vibrante y el corriente cambio con /l/: En intervocálica, se llega a cagaluta (más usado que cagarruta), celebru (cerebro). Algunos grupos de consonante+l cambian por consonante+r, sobre todo precedidas de p, b, c, g, aunque se pueden oír ambas formas, plaza-praza, platu-pratu, plata-prata, plazu-prazu, planta-pranta, cumplil-cumpril, replical-reprical, blusa-brusa, noblis-nobris, blancu-brancu, San Bras, gloria-groria, clavu-cravu. En Eljas he comprobado una tendencia al cambio r>l, sobre todo, como se puede ver en la serie de metátesis que figura a continuación, en posición implosiva ante otras consonantes, tabelna, velbena, tolnéu, lintelna, balbariái, acelcal, calgáu, gobelnu, télminu, helba, lalgu, folma, pilmitil, aunque en folasteiru no va en posición trabada. No obstante veremos casos a la inversa, como probi, ubrigáu, farta. No se constata, salvo casos aislados, el cambio en clavel, clara, doble, flacu, flor, floisu (flojo, no con /r/ como hace el gallego en frouxo). En el caso inverso, tampoco están claras las posturas, plau-prau, templanu-tempranu, platicanti-praticanti, concletu-concretu, cocleta-croqueta. Más inestable es la vibrante en posición implosiva y con una tendencia casi general a la pronunciación /l/. Veamos algunos cambios de vibrante a lateral en grupos de r+consonante: Rb>lb: Balbas, balbechu, balbariái, velbena, helba, calbón, Colbalán, belberallu, palva y palvá, catalvá (caterva), celveda. Rc>lc: Chalcu, balcu, polqueiru, acelcal, albalca. Rch>lch: Albélchigu, encolcháu. Rf>lf: Pulfiá. Rg>lg: Rabilalgu, calga, calganti, belgas, algamulas, amalgosu, Malgarita, velgoña. Rm>lm: Melma, Guillelmu, Calmi (Carmen), télminu, pilmitil. Rn>ln: Tabelna, calni, pelna, gobelnu, lintelna. Rp>lp: Calpeta, calpa, tolpi. Siguiendo la inestabilidad de las dos consonantes, vibrante y lateral, notamos un efecto de metátesis, con algunos casos propios del habla vulgar y no ajenos a la zona de las hablas leonesas, apertá (apretar), cabrestu (cabestro), vridiu (vidrio), adrentu (adentro), probi (pobre), Grabiel (Gabriel). De la metátesis rl>lr resultan bulra (burla), melru (mirlo, de merola latino), palreira (del parabolare latino vulgar-parler francés en Valverde sobre todo, mientras que se puede llegar a oír chalreira en San Martín). Es más frecuente encontrar esas formas en los pueblos de habla con raigambre leones, como en Villamiel, donde se oye Calru, Cholritu y

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la palabra onomatopéyica galru introduciendo una /l/ en posición implosiva. Se disipa el sonido vibrante en faldiqueira (faltriquera o faldriquera). A veces se introduce una /r/ de refuerzo con sonidos dentales, Calistru, mistru (mixto, cerilla). Puede implantarse un doble cambio consonántico de rc>lg, en apelgollal (apercollar). Al perderse la vocal latina en medio de palabra, se producen grupos consonánticos, como en las lenguas gallega y portuguesa, como en tenru (de tenerus), (i)senru (de generus).

3.1.2.8 3.1.2.8 Las nasales

Ya quedó visto en la sección del comportamiento vocálico el tratamiento de la nasal intervocálica, generalmente con la pérdida de dicha consonante. Se aprecia en estos pueblos una tendencia a la palatalización de la nasal alveolar n en ñ, como en gallego-portugués, puñel, gañal, cuñocel-coñecel, uñil, codiñal, (d)iñeiru, apairiñal, notablemente visible en la terminación -iñu, -iña, sobriñu, -a, pairiñu, mairiña, vidiñu, -a, sardiña, galiña, fariña, espiña, liña, viñu, tuiciñu, muiñu-muñu (pero mulineiru), foiciñu-fuciñu, camiñu, Mariñu y los diminutivos del latín -inus, -ina, cachiñu, paisariñu, santiña, cuitaiñu, Tasiñu, Calmiña, Pachequiñu. Pero no palataliza en algunas palabras, como pequenu, ni su diminutivo, pequeninu, ni en pinu, o el nombre propio Severinu. Se pueden usar otras formas castellanizadas o usadas en los pueblos de alrededor, engarañáu, quinqueñu, carantoña, Toñu. De la misma terminación original -niu, -nia de estas dos últimas palabras surge la nasal palatal de demoñu. Del verbo latino conoscere se palataliza la nasal cuñocel-coñecel y sus formas incoativas reducidas, cuñozu, cuñoza. El verbo tel y todos sus compuestos pierden la nasal pero la recuperan en su conjugación palatalizándola, teño, tiña, manteñu. En posición inicial se antoja harto difícil la palatalización, más frecuente en las hablas leonesas (en La Cabrera podemos encontrar, ñuevo, ñeve, ñido), al igual que la de l-, tan sólo testificada en la palabra llaris. Se puede encontrar algún caso de palatalización de la nasal, como ñu-uñú (nudo), ñetu, ñalga, uñil (uncir). No se produce palatalización de la nasal, al igual que en gallego-portugués, en caso como danu, sinal, escanu, enganu, enganal, pequenu, panu, canu, cana, sonu (sueño), pero sí en soñal, anu (año), pero sí en añoju, añeju. En a Fala, como en castellano, abunda esa nasal palatal de grafía tan típica española, que en época medieval se escribía ni, nn, en ejemplos como cigüeña, guaña, velgoña.

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De las terminaciones latinas -anus, -ana se perciben soluciones diversas. En gran parte de los casos se conserva la terminación latina, semana, helmanu, -a, serranu, -a, aunque encontramos hablantes que dicen semán. Hay un número de palabras que siguen la forma gallega de pérdida de la vocal final, pasando a ser palabra aguda (diversa a la solución portuguesa de pérdida de la nasal, quedando el signo de nasalización), verán, mañán, amañán, ran, lan, man, manzán, serán. No se llega a la desaparición de vocal y consonante nasal final de los términos gallegos la, ra, mañá, mazá. Veremos, al tratar la formación del plural, que en Valverde se percibe más la conservación de la nasal en el plural, veráns, mañáns, rans, lans, mans, manzáns, seráns, mientras que en Eljas y San Martín se confirma su pérdida, verás, mañás, ras, las, mas, manzás, serás. En San Martín se dice ventán, pero en Eljas ventana, quedando para Valverde la elección de ambas posibilidades. Aunque hemos visto el fruto manzán sin la vocal final, el nombre del árbol manzanu, manzaneira incluye la sufijación completa. En algún escrito he notado un intento de eliminación de la nasal de San, quedando el nombre del pueblo como Sa Martín. En pronunciación no esmerada se llegan a oír los dos términos juntos, Samartín. Hay posiciones diversas en cuanto a la percepción de los sonidos nasales y su transcripción gráfica. José Luis Martín Galindo tiende a la ortografía portuguesa, escribiendo la bilabial /m/ al final de manham, amanham, tam (tan), um (un). Atribuye a Valverde terminaciones en /m/, de verám, chafurdóm, cuyos plurales serían veráns, chafurdóns y las terceras personas del plural del pretérito simple-indefinido en -ram. Para el fonema nasal palatal usa nh, vidinhu, ninhúa, santinha, passarinhu, cuitainhu. Llega al empleo, al estilo luso, del signo de nasalización, en ua, u ns, u os, u as, algua, ninhu a. La nasal n queda expuesta a frecuentes modificaciones. En posición implosiva: Nz>n: Peona (peonza). Nc>rc: Barceláu (Wenceslao). Se introduce una /n/ implosiva en ansomal (asomar). Se prefiere la forma con la nasal implosiva menjunji, del antiguo menjuje, derivado a su vez de menzuje (del árabe menzuy, mezcla). Se pierde -n en sílaba final átona, contribuyendo a la cerrazón de la vocal que queda en posición final, esami (examen), Calmi (Carmen), Esteba. En la posición implosiva de la cadena sintagmática puede alternar pérdida y conservación, cumigu/cuinmigu (conmigo), cu a (i)senti-genti-yenti-cu/cun a (i)senti-genti-yenti (con la gente).

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A veces se añade una -n a las palabras terminadas en /í/, sabalín-jabalín, borceguín, marroquín. Aunque apenas se note esa nasal en el singular, siguiendo la forma castellana, en el plural puede recuperarla, formando sabalinis-jabalinis, borceguinis, marroquinis, sin excluir otra forma de plural en -íns, -ís. En el adverbio asina, además de la nasal de refuerzo, se le añade una vocal. En a Fala hay a veces una reducción del grupo latino /m´n/, como en el gallego-portugués y el asturiano occidental y central, dando homi (de hominem), nomi (de nominem), lumi (de luminem) -sin embargo toma -br- la palabra alumbral-, ensami-isemi (enjambre), así como tamén (de tan bene), pero se adopta la forma -br-, más propia del castellano, en otros términos, como fembra, sembral, costumbri, legumbri, cumbri (en vez de las formas gallego-portuguesas femia, sementar, costume, legume, cume-cumio). Comprobamos que se conserva la bilabial latina, sin el cambio mb del castellano en la palabra fomi (hambre), más parecida a la forma portuguesa fome que a la gallega fame, más cercana ésta última a la forma originaria latina. Casi a la inversa, se detectan en todos los pueblos serranos la solución gallego-portuguesa y astur-leonesa mb en vez de la castellana m, en lambel, lambón y con poca frecuencia lomba (loma), pero no llega a esa solución en otros casos usados en otras hablas del occidente peninsular, como lombo, pomba, que en a Fala aparece como lomu, paloma. Se puede llegar a oír la bilabial sonorizada en columbiu (columpio).

3.1.2.9 3.1.2.9 Inestabilidad y cambios consonánticos.

Se producen cambios fonéticos entre /b, g, k/. La /b-/, ante la semiconsonante labio-velar /w/, pasa a /g/, fenómeno difundido en el habla popular, güelu (abuelo), golvé (volver), regolvesi (revolverse), golgollón (borbollón). Se verifica una alternancia /g-k/, apelgollal (apercollar), gadarru (catarro); /k>g/, cangrena, camella, quitarra. Se usa más palancana que palangana, aunque las dos son válidas en el léxico del castellano oficial. Se detectan casos de alternancia de /m-b/ por asimilación, disimilación o metátesis, buneca-muneca (la primera de las formas es la más común en gallego-portugués), brimbi (apenas ya usada, mimbre, como la forma gallega vimbio) y mimbri, brimbillu-mimbrillu-marmelu o con la forma pronominal mus vulgar analógica de nos y de me, por ejemplo en la expresiones que mus sacu un ratu, nun mus estéis ahí paráus.

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En el apartado de las nasales se ha visto la fluctuación entre el uso del grupo consonántico mb y br o su simplificación en la nasal /m/, en homi, fomi, lumi y alumbral, ensami-isemi, paloma, lomu, lomba, lambel, lambón. Se cambia /b>m/ en mojiganga (bojiganga). Ya hemos podido comprobar la inestabilidad de las consonantes en posición implosiva sobre todo c, g, s, n, r, l, al tratar dichas consonantes. En los pueblos de a Fala se efectúan cambios sobre elementos de la evolución castellana. La interdental fricativa sorda castellana, en combinación con otra consonante, recibe aquí diverso tratamiento: z+consonante>l, r, s+consonante, julgáu, durarnu, biscu, lesna, bisnetu, torresnu, mullineal (molliznar), viburarnu (viborezno). No hemos de olvidar que en los verbos incoativos, no aparece el grupo consonántico -zc- del castellano, sino la forma reducida, como en gallego, en la primera persona del presente de indicativo y en el presente de subjuntivo, no apareciendo la explosiva, luza, creza, amaneza, anocheza, cuñozu-cuñezu, conduza. Del grupo -nz o se pierde la interdental en peona (peonza) o se puede llegar a cambiar la nasal por una vibrante, en arcendel (encender). No es tampoco extraño encontrar epéntesis de l, n, r, s. Es casi general la tendencia a las sílabas libres y a eliminar posiciones implosivas de dos consonantes. Los grupos consonánticos más afectados son ct, pt, bs. En castellano popular y en muchas zonas dialectales de la península también se asimila, en los grupos consonánticos cultos, la primera consonante a la segunda. Tanto de éstos como de otros incluiré unos ejemplos que sirvan de referencia: Ct: Utubri, atol. Pero a veces se efectúa el cambio ct>st, infestal (infectar). Pt: Sétimu, setiembri, erutu, ucalitu. Bs: Asueltu, asurdu, osesionáu, susidiu, osequiu, oselval. Ps: Colasu, pesicola. Gd: Madalena. Gn: Malinu, maníficu, inorancia, dinu. Dj: Ajetivu, ajudicá. De la misma forma que se reducen a un único golpe vocálico dos vocales iguales en contacto, se pierde la doble realización consonántica, como veremos a continuación. De dos nasales: Mm: Comemorá, Imaculada o Maculada. Nm: Imutáu, imediatu, imóvil, imundu. Nn: Inatu, inecesariu, inumerabli, inovaol. Mn: Anistía, onipotenti, coluna. De cc: Acidenti, ocidenti, ación de gracias, leción, direción. La x, cuya pronunciación equivale a dos consonantes, una velar oclusiva sorda y otra sibilante /ks/, se reduce al sonido sibilante, apreciándose a veces una sonorización, esami. En posición implosiva depende de la

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consonante que le sigue, Calistru (Calixto). En posición final desaparece, como puede ser el caso del nombre propio anterior acortado, Cali (Cálix) y en Feli (Félix). Tratamiento consonántico típico de cada uno de los tres pueblos: Valverde Eljas San Martín

Tendencia a la pronunciación sorda: isu, nosu, vasu, coisa, presu, pricisu, iglesia…

Conservación de sibilantes sonoras: isu, nosu, casa, vasu, coisa, presu, pricisu, iglesia…

Pronunciación sorda entre alveolar-palatal: queisu, coisu, cereisa, peleisu, hoisi, asín… Pronunciación sorda y tendencia a la velarización: lonji, lujal, jovis-sovis, genti-senti, juntu-suntu .

Anteposición de un sonido vocálico /i/: isovis, isenti, isuntu, isogu, isenru, isinsa.

Formas con la palatal sonora y con la central /y/: sovis-yovis, senti-yenti, suntu-yuntu, sogu-yogu, senru-yenru.

Conservación de las antigua fricativas y africadas palatales sonoras: queisu, coisu, cereisa, peleisu, hoisi, lonsi, fur(u)isi-fulisi…

Resultado interdental fricativo sordo: dicil, vicinu, vacíu, rezal, cocel, becerru, granizu, aguzal, nocis, vocis, cocis, vecis, aceiti, lanchazu, pelmazu, onci, doci, treci, catorci, quinci, dezaséis…

Dentalización entre fricaticativa y oclusiva: idil-idel, vidiñu, vadíu, redal, codel, biderru, granidu, agudal, los plurales nodis, vodis, codis, vedis, adeiti, lanchadu, pelmadu, ondi, dodi, tredi, catordi, quindi, dedaséis…

*Consonantes sibilantes. *Antiguas sibilantes palatales sonoras de grupos consonánticos latinos y de i, j, g, di. *Resultado de las antiguas africadas. *La nasal /n/ en la formación de plurales de palabras que en singular terminan en -n

Conservación de la nasal y añade -s: man>mans, verán>veráns, serán>seráns, gran>grans, mañán>mañáns, manzán>manzáns, pantalón>pantalóns, tradición>tradicións, chafurdón>chafurdóns, calcetín>calcetíns-calcetís, un>uns, algún>algúns, niñún>niñúns.

Pérdida de la nasal final -n: man>mas, verán>verás, serán>serás, gran>gras, mañán>mañás, manzán>manzás, pantalón>pantalós, tradición>tradiciós, chafurdón>chafurdós, calcetín>calcetís, un>us, algún>algús, niñún>niñús.

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3.1.3 Particularidades en la acentuación. Fonéticamente no se acoge bien la posición tónica esdrújula. Observamos cómo algunas palabras cambian de sílaba su posición tónica, adéu (ácido), paralís (parálisis), analisis (análisis). En Eljas y San Martín paisaru se pronuncia llana, siendo esdrújula en Valverde. Se prefiere la forma aguda en barriñón (barreño), peñiscón (pellizco), aburrición (aburrimiento). Pero, aparte de palabras aisladas, la causa más común del cambio de la sílaba tónica se debe a la desaparición de consonantes intervocálicas o finales, las contracciones, aféresis, apócopes, síncopas, que hemos ido viendo en el estudio vocálico y consonántico. Al perderse la consonante intervocálica, quedan en contacto dos o más vocales, formando hiato, diptongo, triptongo, explicado extensamente en la sección fonética del vocalismo, selviu, asaúra, saláu, menúa, macanú, poneúra, cumía, poiu, ciai, autoriái, cuau. Si están en contacto dos vocales iguales, en muchos casos favorecido por la pérdida de consonantes, como en la terminación -ada del participio femenino, se contraen en -á tónica, al cambiar su posición llana en aguda, coincidiendo con otros resultados por pérdida de consonante final, ca (cada, casa), cru (crudo, cruz), mu (mudo, muy), tená, cortá, helá. Para evitar confusión de términos en cualquier escrito de a Fala, sería oportuno consensuar algunos acentos con valor diacrítico, como en el caso de determinados monosílabos. Los ocasionados por contracción de preposición y artículo, que no llevan mucha fuerza de acentuación, no necesitarían marcaje de tilde, pero sí otras formas que han llegado a la coincidencia homófona por pérdida de consonante, como cú-cu) (culo-con el), nú-ñú-nu (nudo-desnudo-en el), ná-na (nada-en la), má(a)-ma (mala- me la), mú-mu (mudo-muy-me lo), pá-pa (paz-para), vé-ve (vez-tercera del singular del presente de indicativo del verbo ver), cá-ca (casa-cada). La coincidencia vocálica, debida a la no diptongación, facilita la confusión de términos -que el gallego resuelve con la colocación del acento diacrítico, fóra (adverbio), fora (imperfecto de subjuntivo de ir y ser), présa (apuro), presa (pantano, botín), vés, vén (segunda y tercera del singular del presente de indicativo de venir e imperativo la última), ves, ven (segunda del singular y tercera del plural del presente de indicativo de ver), ósu (hueso), osu (animal), dá (del verbo dar ), da (contracción de preposición y artículo) máis (adverbio de cantidad), mais (conjunción adversativa)-. Las contracciones entre preposiciones y artículos propicia la coincidencia con otras formas lingüísticas, por lo que se podría colocar el acento diacrítico en las articulaciones largas de unión de dos vocales en las contracciones, á, ás, ó, ú, ós, ús para distinguirlas de los artículos a, as, o, u, os, us. Al

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coincidir la segunda y tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo dal con las contracciones de la preposición de y el artículo femenino singular y plural, sería conveniente la distinción diacrítica dá, dás/da, das. Conviene signo diacrítico para distinguir de (diez) de de (preposición), tos (expectoración), de tos (todos). J.L. Martín Galindo dice que a Fala cuenta con tres acentos, ,́ ^, ` (agudo, circunflejo y grave respectivamente). El agudo en los casos de ser abierta la vocal tónica, água, pé, já; el circunflejo si es cerrada, têm, influência, sôru; el grave en las contracciones de preposición y artículo y en algunas formas del demostrativo, à, às, àquel, àquela, àquilu, así como formas de final de palabra sincopado por pérdida de la consonante intervocálica, nà, chamà, poisà. Por el momento a Fala sigue siendo una forma de habla ágrafa, carente de normativa ortográfica para poder afirmar que cuenta con esos acentos. De entre los diversos hablantes se pueden escuchar expresiones fonéticas diversas, pero en los demostrativos de lejanía no es de recibo llegar a las pronunciaciones esdrújulas àquel, àquela, àquilu. La forma de contracción de la preposición pa (para) y el adverbio de lugar aquí, alí llevan el acento, sobre todo en Eljas, en la primera sílaba, paqui, pali. En Eljas se intensifica la entonación de la interrogación con un lo al principio bien marcado, ¿Lo qué as feitu pali? En algunas formas de la conjugación verbal se detecta una acentuación en la primera sílaba, sobre todo en el imperfecto de indicativo, de los verbos trel (traer), treia, treias, treia, tréiamus, treiais, treian, de sel (salir), séyamus (salíamos), seyais-seyis (salíais), de fel (hacer), féyamus (hacíamos) en Eljas, pero se tiende a la acentuación en la segunda sílaba en San Martín, feyamus y en Valverde ficíamus, de tel (tener), tíñamus (teníamos), en Eljas, pero llana, tiñamus en los otros dos pueblos.

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3.2 Desde la morfosintaxis

3.2.1 La derivación en la formación lexical

3.2.1.1 Prefijos.

La prefijación viene afectada por las formas populares. Ya hemos tratado la diversa interpretación del prefijo des-, como si fuera término aparte dentro de la cadena hablante, con leve aspiración o adaptación de la sibilante a la articulación de la consonante que le sigue, con cambio fonético de s>r si la palabra a la que va unido empieza por vocal o con desaparición de d-, como en esgarral, elbaratal, esfolal, ya tratado en el apartado de las dentales. Podríamos hablar de prótesis en los casos de la prefijación, también tratados en el tema vocálico, anteponiendo el prefijo es-, estenacis-tenadis, estiraol, estredis, escabezás, o con la prótesis de a-, arrepeláu. El prefijo en- no presenta tantas divergencias. Hay casos en los que se podría tratar de una incorporación de la preposición en, como en endenantis. Con frecuencia se pierde la prefijación con por una general tendencia a la aféresis de fonemas iniciales, muy extendida en los nombres propios, ya tratada anteriormente.

3.2.1.2 3.2.1.2 Sufijos.

El sufijo -iñu, -a, con valor diminutivo tiene gran arraigo en las lenguas gallega y portuguesa. En los pueblos de a Fala se usa tanto en nombres comunes como propios Tasiñu, Calmiña. Podemos observar algún diminutivo -eñu, -a, como delgueñu, con pérdida consonántica intervocálica y reducción vocálica. Los de terminaciones -inu, -a, -ín, -a se acoplan más al gusto leonés, buninu, -a, Severinu, Felinu, Norín, Angelín, Tanasín, Tinín. Los sufijos diminutivos en -itu, -a se emplean un poco menos, Juanita, cuiteitu. El uso del sufijo diminutivo conlleva a veces una ampliación del campo significativo y distintivo de la palabra y el ahorro de otros términos lexicales, principalmente en la distinción dimensional y por antonomasia de edad. Si dagal es el término genérico para muchacho, para más amplia distinción de edad, se añaden sufijos a la palabra base, en vez de emplear otro término distinto, dagalinu, -a (niño, -a), al igual que con el

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sufijo aumentativo se formaría dagalón con el valor de mozo.Puede llegarse a alargar el sufijo diminutivo para la indicación de grados inferiores o el absoluto inferior, chicu, chiquinu, chiquininu, chiquirrininu; pisca, pisquina, pisquirrinina; cachu, cachinu, cachininu. En ocasiones se lexicaliza la palabra con el sufijo diminutivo, ganguina, misquiñu (el que come poco), alargándolo en el caso de mentiriquiña. Con los clásicos sufijos aumentativos -ón, -ona se forman palabras que en castellano utilizarían otro tipo de sufijación, afectando a la posición de la sílaba tónica, barriñón (barreño), peñiscón (pellizco), cogotón (cogotazo), pescodón. Con el típico polimorfismo producido por la sonorización y tendencia al sonido dental se utilizan los sufijos -adu, -a y -azu, -a, con una semántica de choque o daño, velortadu, guarradu, trompadu, marteladu, trancadu, lanchadu, pelotazu, chupinazu. Se emplea con frecuencia la sufijación osu, -osa, como seitosu, lisosu-luisosu, especialmente si se quiere recalcar ese valor adjetival, por lo cual escucharemos más amalgosu que amargu, avariciosu que avarientu. El sufijo -entu, -a, al introducir una connotación peyorativa, se tiende a pronunciar con énfasis, mugrientu, ferruisentu. Otros sufijos despectivos, que afectan más al género femenino -ondu, -a, -indongu, -a, conllevan también un énfasis determinado con tonalidades sexuales o despectivas, berrionda (hembra en calor), cachonda, pindongu, querindonga. Los sufijos en -unu, -a, sobre todo en el masculino, introducen el valor peyorativo, sobremanera en lo referente al olor desagradable, machunu, zapatunu, montunu. Forma diptongo -ampliamente tratado en el apartado del vocalismo- la sufijación -eiru, -a, como agente o lugar de la acción, carpinteiru, obreiru, zapateiru, panaeira-paneira, elemento que contiene algo, leiteira, adeiteira, árbol frutal, pereira, figueira, los gentilicios lagarteiru, -a , valverdeiru, -a. Puede representar un modo de ser o de actuar, como liseiru. Son originales por la pérdida de consonante dental intervocálica y por el cambio -r>-l algunos sufijos -ol (-dor del castellano), raspaol, recolleol, calgaol. La pérdida consonántica deja al final de palabra una vocal aguda en la que se concentran las dos vocales resultantes en contacto en la terminación masculina -ú y -úa para la femenina, desde -utus, -a latinos, que evolucionan a -udo, -a en castellano, menú, -a, cojonú, -úa, macanú, -úa; -áu, -á, de -atus, -a, latinos, -ado, -ada castellanos, espabiláu, -á, condenáu, -á, nominalizándose con mucha frecuencia, como los términos siguientes, que pueden servir de ejemplo, sulgáu (el juzgado), encalgá (la encargada), camá (la camada), mirá (la mirada); -iu, -ía, desde -itus, -a

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latinos, -ido, -ida castellanos, con valor adjetival propio de los participios, pariu, partiu y nominal, a paría, a partía, a cumía. Las terminaciones -anciu, -a, características de las hablas leonesas, se pueden encontrar en casos muy aislados como andanciu, cansanciu. Es también frecuente la terminación -al, coincidente en algunos casos con el castellano -aunque se realice más como sufijación en la zona leonesa- debido al cambio -r>-l, como indicador de zona donde se produce algo o el conjunto de ello, vival, bonal, rebollal. En la formación de gentilicios a partir de la derivación toponímica, aunque la más productiva sea la de -anu, -a, se recurre a otras sufijaciones, como -engu, -a, nominando vilamiengus, a los villamelanos, payengus, a los de El Payo, -eñu, -a, navafrieñu, gateñu, -eiru, -a, valverdeiru, lagarteiru.

3.2.2 Formación y uso de elementos gramaticales.

3.2.2.1 3.2.2.1 Género Encontramos peculiaridades en la interpretación gramatical del género y número. La cerrazón de las vocales finales y su concentración en sólo tres /a, i, u/ afecta a todo el sistema morfológico. En cuanto al género se tiende a generalizar todo lo que termina en -a como perteneciente al femenino y lo que termina en -u, al masculino, quedando variable para uno y otro género la terminación en -i. En motes y apellidos se diferencia el género, con su correspondiente morfema, aún hoy día, en casos como Colbalán, Colbalana, Galbán, Galvana. Para intensificar aún más el género en los nombres de personas y con el valor deíctico propio del habla vulgar, se le antepone el artículo, a Delia, a Chon, o-u Fradis, o-u Bacas, o-u Coisu. Las terminaciones típicamente diferenciadoras de género -u, -a pueden tener un valor diferenciador semántico, bichu (insecto, persona despreciable, listo) / bicha (cosa, lista), cocu (insecto) / coca (larva), colchu (corcho y por especialización, colmena) / colcha (cáscara, cubierta de la cama), cebaeru (donde se ceba el ganado) / cebaera (donde se depositan los residuos orgánicos que arrastra el agua, para utilizarlos como abono). Afecta a la semántica de diferenciación de tamaño, con más especialización que en castellano por la cercanía del mundo referencial campesino, con la consiguiente especialización de tecnicismos rurales, costal/costala, chalcu/chalca, cestu/cesta, sacu/saca, cuartillu/cuartilla, pozu/poza, tenáu/tená, chozu/choza. Por la influencia analógica en la interpretación morfosintáctica, con un añadido de vocal protética, se cambia el género del

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artículo, os-us arradius, un amotu. Hay un margen donde queda una ambigüedad en el uso del género, o-u ponti-a ponti, o-u mal-a mal (mar), o-u calol-a calol. Es masculino o-u leiti, como en gallego-portugués, pero se acerca más a la formación del género del castellano, en otra buena cantidad de ejemplos, que del gallego-portugués. Quedan muestras en la toponimia de un uso anterior del género femenino en A Ponti Vella -como también en Villamiel, que no entra dentro de los pueblos con entroncamiento gallego-portugués, pervive en el topónimo La Puenti-. Dependiendo de la terminación de los nombres y adjetivos en masculino se llegará a una forma determinada de formación del femenino. Si termina en -u con cualquier tipo de acentuación o en consonante en sílaba aguda, se forma el femenino sustituyéndola por -a, como en fillu-a, dagal-a, gandul-a, minú-a, mu-a, bo-a, portugués-a, folgadán-a, jabalí-sabalí-jabalín-sabalín-a, león-a (no como el gallego que pierde en el femenino la nasal, quedando león-leoa, patrón-patroa). Los terminados en -ún pueden perder la nasal al formar el femenino, como niñún>niñúa, aunque se puede captar la forma nasal velar del artículo indeterminado femenino niñuhna o sin velarizar en Valverde, niñuna. Sin embargo en los terminados en -áu, por pérdida de la consonante intervocálica, asimilan en una -á las dos vocales iguales que quedan en contacto al perder la consonante, tenáu-tená, liau-liá, mau-ma(a), degraciáu-degraciá, cuñáu-cuñá. Al terminar en -l en lugar de -r en el masculino, forma el femenino recuperando la vibrante latina, señol-señora, dutol-dutora, cobraol-cobraora, traballaol-traballaora (pero en farol, al ser la -l original y no debida a cambio por vibrante, se mantiene al formar el femenino con rasgo semántico de intensificación, de objeto más grande, farola). Si se trata de terminación consonántica no aguda, no varía, imbécil-imbécil. La terminación en otro tipo de vocal que no sea -u, no varía, cutri, tenenti, somalí. Hay palabras con terminaciones diversas al formar el femenino, con la misma solución morfológica, pero adaptada a la fonética propia, heroi-heroína, abad-abadesa, atol-atrí, Las palabras con raíces diferentes en masculino y femenino se corresponden con las del castellano, gallego y portugués, cabalu/egua, senru/(i)senru-yenru/nora, pairi-taita-padri-pa/mairi-madri.

3.2.2.2 3.2.2.2 Número Las palabras terminadas en vocal tónica por la pérdida de la consonante intervocálica antigua o la final de las tomadas del castellano actual, para la formación del plural, pueden acogerse a la regla de terminación de plural -s

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para las que terminen en vocal en el singular, almiré-almirés, paré-parés, al igual que las llanas o esdrújulas, lapi-lapis (lápices) y aguzalapis (sacapuntas) o bien la recuperación de la consonante con la regular terminación plural en -is, como en jue-juecis, pa-pacis, lu-lucis, cru-crucis, vo-vocis-vodis, lu-lucis, no-nocis-nodis, pe-pecis, felí-felicis, narí-naricis, rai-raícis o rei-reídis-arreídis o con igual resultado aplicando la regla general para los que han conservado la vocal final etimológica, foici-foicis, coici-coicis. En rei y lei también se recurre a la reposición del sonido palatal procedente de la -g- latina de regis, legis para formar el plural como si terminara en tal consonante, reyis, leyis, en contraste con el plural gallego reis, leis (al no usar esta lengua la consonante y). El punto más complicado será el de las palabras terminadas en -n, -l en sílaba aguda. El plural de las terminadas en -n se forma en Valverde del Fresno añadiendo -s, veráns, mans, seráns, manzáns, rans, chafurdóns, tradicións, como el gallego académico, que coincide en este caso con el gallego occidental, mientras que en Eljas y San Martín de Trevejo tienden a la terminación en -s, más del gallego central, eliminando la consonante nasal, verás, serás, manzás, ras, chafurdós, tradiciós, lairós, folgadós, calcetís, cullós, pantalós, bastós. No queda ni marca de nasalidad, como hace la lengua portuguesa, aunque Martín Galindo sí capte muestras de nasalización en algunos términos. No se detectan formas de plural en -ois, ni sombra de nasalización -ois. No está bien claro el uso de dichos plurales, pues se puede llegar a oír folgadanis, al terminar en -án y folgadó(n)s, al terminar en -ón, al igual que una calle de Eljas llamada Cantonis, no siguiendo la norma de terminación -ó(n)s. El artículo indeterminado masculino quedaría, según el pueblo, en uns-us-os y el indefinido en algúns-algús. Un buen número de palabras con dicha terminación no se apresta a seguir las reglas citadas, sino la castellana, que tomaría en a Fala la terminación -is, magallanis, sultanis, patanis. Algunas palabras de diverso origen, muchas de ellas del árabe, terminadas en -í, como, marroquí, borceguí, tienden a adquirir un sonido consonántico nasal final, marroquín, borceguín. No se ve clara la pronunciación final si en vocal sabalí-jabalí o añadiendo una consonante final sabalín-jabalín, como el portugués xabarín y el gallego xabaril, con lo que el plural se forma, en el primer caso añadiendo -s, sabalís-jabalís, en el segundo con la terminación -is, sabalinis-jabalinis. Las palabras terminadas en -l de sílaba aguda, en el plural vocalizan la -l, como el gallego-portugués, quedando la terminación en -is, papéis, locáis, animáis, portáis, frutaís, horizontáis, verticáis, regionáis, patronáis, origináis, espirituáis, dagáis, faróis. Las terminaciones -al, -ol, -el siguen esa regla de forma bastante sistemática. No obstante encontramos términos como el demostrativo aquel, cuyo plural resulta aquelis, así como de

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pastel, cartel se pueden oír sus plurales como pastéis-pastelis, cartéis-cartelis. El caso de infantil, formando el plural en infantís, se debe simplemente a la reducción de dos vocales en contacto en una sola. Palabras terminadas en el singular en -ul, como baúl, gandúl, tampoco tienen clara su formación del plural, entre baúis-baúlis, gandúis-gandulis. Ante la falta de normativa al respecto, quedan abiertas las diversas posibilidades a la elección particular, por lo que se oyen también plurales con conservación de la consonante, dagalis, pardalis, quizás más en los terminados en -il, como candilis (el gallego la pierde, formando el plural en candís), barrilis, fusilis. Si la -l de la sílaba aguda final de palabra es debida a un cambio por -r etimológica, no se formará el plural siguiendo la norma de vocalización de la consonante, sino que se restituye el sonido consonántico original para llegar a las terminaciones de plural -ris, codeol-codeoris, teniol-tenioris, traballaol-traballaoris, dolol-doloris, amol-amoris, corriol-corrioris, recolleol-recolleoris, portaol-portaoris. Los monosílabos, como en gallego, no suprimen la consonante, colis, solis. El plural de palabras terminadas en -l de sílaba no aguda, se forma añadiendo -is, fácilis, útilis, cárcilis. La no aguda terminada en -s no experimenta variación en plural, lunis, martis, mérculis, (i)sovis-yovis, vernis. Todo el resto de terminaciones consonánticas formaría el plural en -is, mulleris, alfileris. Se han semantizado plurales con un valor expresivo, camuñas (busca vidas), farraguas (desarreglado), cambrilis, pernalis (con valor peyorativo).

3.2.2.3 3.2.2.3 El artículo -Artículos determinados. Masculino Femenino Singular o-u a Plural os-us as -Artículos indeterminados. Masculino Femenino Singular un un(h)a

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Plural uns, us un(h)as En Eljas y Valverde las formas masculinas se pronuncian cerradas como u, us y en San Martín abiertas o, os. El artículo indeterminado femenino, en portugués alcanza la forma bilabial /m/, al abrirse para pronunciar la vocal abierta /a/, sin embargo en gallego prevalece el sonido nasal alveolo-dental originario, pero influido más por la vocal velar /u/ precedente que por la central abierta /a/ posterior, dejando un toque velar. Esta última es la forma que se detecta en los pueblos de Jálama. En la forma masculina del plural, como norma general se aprecia la nasal, pero no quiere decir que no se emplee la forma sin nasal. Pueden contraerse con algunas preposiciones, con a, de, en, cun, pur-pul. Las formas contraídas seguirán la abertura o cerrazón que apunté para las formas masculinas del artículo. Con función diacrítica diferenciadora de las formas del artículo colocaré la tilde en algunas contracciones. Aunque se evidencian las contracciones, no se realizarán de forma tan sistemática como en la lengua gallega, quedando una mayoría de formas sin contraer. Con la preposición a se pueden percibir ú, ús, á, ás, a u, ao, a o, a us, a os, a as. Con en, resultan nu, no, nus, nos, na, nas, en-in u-o, en-in us-os, en-in a, en-in as. En algún escrito referido a San Martín se opta por la preposición unida al artículo, eno, ena, enos, enas. Con la preposición de vemos du, dus, do, dos, da, das, de u-o, de us-os, de a de as. Con la preposición cun se forman, cun u-o, cus, cun us-os, cun a, cun as. Con la preposición pul-pur (por) se fluctúa entre la lateralización de la -r, pareciéndose un poco los resultados a los gallegos pulu, pula, pulus, pulas o perdiendo la consonante final, pu, pus o manteniendo apenas perceptible el sonido vibrante, puru, pura, purus, puras, aunque se suelen usar quizás más las formas separadas, pur u-o, pur a, pur us-os, pur as. Las formas del artículo con la preposición pa (para) suelen presentar mayor contracción, al estar ya contraída la preposición por pérdida de consonante intervocálica y asimilación de vocales, pu, pá, pus, pás (con posible tilde diacrítica diferenciadora de los nombres de parentesco en Valverde), aunque no faltan casos de formas separadas pa a, pa as, pero con más intensidad con el artículo masculino, pa u-o, pa us-os. Valverde reacciona menos a la contracción de de y con, y deja que se oiga el sonido de la consonante final de la preposición, cun o-u, cun os-us, cun a, cun as, pur o-u, pur a, pur os-us, pur as. A Fala conserva las formas de artículo + posesivo -como lo hacían las hablas romances medievales, entre las que el castellano conservaría hasta el final de la Edad Media, perviviendo aún hoy en el habla vulgar, mientras que el leonés y el gallego-portugués seguirían conservando-, a miña sogra, os-us meis biderrus.

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3.2.2.4 3.2.2.4 El pronombre personal En función de sujeto, ei, tú, el, ela, nos, vos, elis, elas. Las formas átonas, en posición enclítica cierran la vocal final y da como resultado en los de complemento indirecto o dativo, mi, ti, li, nus, us-vus, lis, y en los de complemento directo o acusativo, con las reflexivas, mi, ti, u, a, si, us, as, si, como podemos ver en traimi, ritírati, véndili, colliu, mándaa, escóndasi, véndinus o-u viñu, lévanus-levaus, dalis a cumía, mataus, lévaas, compórtinsi, frente a las proclíticas me, te, le, o-u, a, se, nus, us-vus, les, os-us, as, se, que se pueden encontrar en los ejemplos les vendíu una vaca, me poñu, te creis, le da agua, o-u levorin, a chamorin, se va, nus poñemus, us-vus laváis, les din, us truserun, as vendin, se lavan. También se puede usar en posición proclítica mus para la primera del plural y vus para la segunda, nun vus quisu trel, ¡Mus ha fastidiáu! El pronombre personal con el sentido de compañía toma las formas cunmigu, cuntigu, cunsigu o bien añadiendo una vocal /i/, cuinmigu, cuintigu y hasta sin pronunciación de la nasal de la parte preposicional, cumigu, por reducción de grupo consonántico entre vocales. Reaparece el sonido vibrante de los infinitivos, aunque en estos pueblos los infinitivos terminan en -l, ante el pronombre personal de segunda persona del plural, pegarus. Se puede pensar que el pronombre con función de objeto directo después de un infinitivo toma las formas lo, la los, las, como en gallego, pero parece más obvio que tales formas se deban a la terminación de los infinitivos en la lateral /l/ en lugar de /r/, siguiendo de forma enclítica las formas o-u, a, os-us, as. Alterna la posición de los pronombres en función de complemento directo e indirecto, me se - se me perdéu-perdéi, siguiendo la tendencia vulgar de posponer el se pronominal-reflexivo-impersonal a las formas átonas personales. Vemos una gran concordancia con las formas gallego-portuguesas, pero diferenciándose por esa forma característica de la primera del singular, ei en relación con el eu gallego-portugués, desde la forma latina ego. No hay muestras en a Fala de las formas pronominales de complemento indirecto gallegas che, lle, lles (te, le, les ) y sus respectivas contracciones con el artículo, cho, cha, chos, chas, llo, lla, llos, llas, o de la forma plural lles con el complemento directo, llelo, -a, -os, -as. Sí se contraen las formas átonas me, te, se, nus, vus, se y las formas de complemento objeto o-u, a, os- us, as de forma que quedaría mu, ma, mus, mas, tu, ta, tus, tas. Con las formas pronominales nus, vus, se incluye el sonido lateral, como el gallego y castellano, nulu, nula, nulus, nulas, vulu, vula, vulus, vulas, selu, sela,

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selus, selas, aunque en algún hablante apenas se aprecia la lateral /l/, vuas regaló, su contó ú sei amigu, se as tirorin. Por su función de sujeto impersonal se podrían considerar dentro del ámbito de los pronombres personales a, unu, esti menda, esti tiu.

3.2.2.5 3.2.2.5 Posesivos. El posesivo lleva antepuesto el artículo, como se usaba en el castellano hasta bien pasada la época medieval, y que hoy se conserva en las lenguas gallego-portuguesas y dialecto astur-leonés, como ya quedó expuesto al hablar del artículo. Hace distinción masculino/femenino en los adjetivos, al igual que el gallego-portugués y el astur-leonés occidental. Singular Plural Masculino Femenino Masculino Femenino 1ª pers. s. mei miña meis miñas 2ª pers. s. tei túa teis túas 3º pers. s. sei súa seis súas 1ª pers. p. nosu nosa nosus nosas 2º pers. p. vosu vosa vosus vosas 3ª pers. p. sei súa seis súas

3.2.2.6 3.2.2.6 Demostrativos Las formas del masculino, singular y plural y las del neutro están expuestas a la típica cerrazón de las vocales finales /e>i, o>u/: esti, esi, estis, esis, aquelis, istu, isu, aquilu. En las formas neutras se cierra también la vocal tónica, como en lengua gallega. Las formas masculinas y femeninas son equivalentes para adjetivo y pronombre, con la diferencia del acento diacrítico castellano en las formas pronominales si no se quieren confundir en la escritura. Singular Plural Masculino Femenino Neutro Masculino Femenino Neutro esti esta istu estis estas istus

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esi esa isu esis esas isus aquel aquela aquilu aquelis aquelas aquilus No contraen las preposiciones, como lo hace el gallego, con los adjetivos y pronombres demostrativos. Aunque se puede oír alguna forma contraída, lo normal es que ambos elementos vayan separados, a, cun, pul-pur, pa + esti, esi, aquel, esta, esa, aquela, istu, isu, aquilu y sus correspondientes plurales. Puede que en un tiempo fuera más efectiva la contracción con la preposición en-in, en las formas nesti, nesi, naquel, nesta, nesa, naquela, nistu, nisu, naquilu y sus plurales, pero hoy se tiende más a las formas separadas, en-in esti, en-in esi, en-in aquel y el resto de formas del demostrativo. Con la preposición de encuentra más facilidades para contraer, aunque queda un margen de separación más bien parecido a formas con el apóstrofo de elisión, típico de lenguas como la francesa, d´esti, d´esi, d´aquel, d´esta, d´esa, d´aquela, d´istu, d´isu, d´aquilu y sus plurales.

3.2.2.7 3.2.2.7 Indefinidos En cuanto a los adjetivos, destacar las formas algún, algunha, algúns-algús, algunhas. En la forma negativa se palataliza el elemento nasal, niñun, niñúa. No se pierde la nasal final al formar el femenino de algún en algunha, pero sí en la formación del plural en Eljas y San Martín, incluyendo la forma negativa, algús, niñús, conservándola Valverde en algúns, niñúns. No se llega a completar la pérdida en la femenina algu(nh)as, pero sí en la forma negativa, niñúas. Con alguna preposición contrae o se queda a medio camino con el apóstrofo de elisión, nalgún, nalgunha, nalgú(n)s, nalgunhas, n´algún, d´algún, d´algunha, d´algú(n)s, d´algunhas. La forma pronominal neutra es algu, la personal se oye como palabra llana alguin, con el acento en la última sílaba en algún escrito, alguén, al estilo gallego-portugués. La forma negativa se acerca a la del habla vulgar, entre nadi y naidi. Otras formas indefinidas serían, cual, cualquera, quenquera, oitru-a,-us, -as, poicu, -a, -us, -as, mutu, -a, -us, -as (en Valverde se puede escuchar mutu y muitu), tal, talis, mesmu, -a, -us, -as, certu, -a, -us, -as, propiu, -a, -us, -as, ca (cada), ambus, -as, na (nada), to (todo), toa, tos, toas. La forma unu, unha con función de indefinido, adquiere un valor pronominal personal, nun pensis que unu es tontu (no pienses que yo soy tonto).

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El término tiu puede llegar a adquirir un valor indefinido negativo, de persona ausente, nun hai tiu que se atreva (no hay nadie que se atreva).

3.2.2.8 3.2.2.8 Interrogativos Qué, quén, cuál, óndi, cuándu, cuántu, -a, -us, -as, la partícula interrogativa con valor causal, pulqué. Aparte de la cerrazón propia de las vocales finales, se cierran también la inicial de cumu (como), igualmente con función comparativa, cumu si le diseras trucu (para indicar que no oye o no hace caso). En Eljas se suelen comenzar determinadas frases interrogativas con lo, como reducción de logu, ¿Lo, qué trais pai? (¿Qué traes para ahí?), ¿Lo, cuándu has vindu?

3.2.2.9 3.2.2.9 Numerales Un, unha, dois, dúas, tres, cuatru, cincu, seis, seti, oitu, novi, dé (se podría colocar el acento diacrítico para diferenciarlo de la preposición), onci-ondi, doci-dodi, treci-tredi, catorci-catordi, quinci-quindi, deciséis-dediséis, deciseti-dediseti, decioitu-dedioitu-dedoitu, decinovi-dedinovi, vinti, vintiún, vintidois,… trenta, cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta, oitenta, noventa, cen, doiscentus, dúascentas, mil, millón. Los numerales, como otras partes gramaticales, se ven afectados por la cerrazón de la vocal final -e>-i, -o>-u, cincu, seti, etc. No se acepta la terminación consonántica en dé (diez). En las decenas la pronunciación viene a ser generalmente dental fricativa sonora, aunque, sobre todo en Valverde, se prefiere la interdental sorda.

3.2.2.10 3.2.2.10 Ordinales Primeiru-a, primel (se usa preferentemente esta última forma, al igual que tercel), segundu, -a, terceiru, -a, tercel, cuartu, -a, quintu, -a, sestu, -a, sétimu, -a, oitavu, -a, novenu, -a, décimu, -a. De ahí para arriba no se suelen usar mucho. Se forman con décimu, más las formas ordinales del uno al nueve, décimuprimeiru, etc., pues lo de vigésimu y continuación no entra en el vocabulario cotidiano.

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3.2.2.11 3.2.2.11 Partitivos y multiplicativos. Meiu-meyu, un terciu, un cuartu, un cuartillu (medio litro como medida de líquidos, especialmente leche, vino, aceite). Lo apoyan términos que favorecen el sentido cuantitativo, escasu, corríu, enteiru, ben cheu, entorricáu, unha pisquiña, un cachiñu. Entre los multiplicativos hallamos dobli-dobri, tripli, cuádrupli, quíntupli y otros menos usados a medida que suben las cantidades.

3.2.2.12 3.2.2.12 El adjetivo modal. Expresiones. Los más usados, bo, boa, bos, boas, mau, ma(a), maus, ma(a)s (habría que ponerle un signo diacrítico para no confundir las formas coincidentes con el significado de mala y manos), las formas comparativas, millol, piol, mais que, menus que, tan cumu. No se posee un amplio bagaje lexical al respecto. Se reduce mucho a la concepción maniqueísta bo, boa / mau, ma(a) y a partir de ahí las series de calificativos peyorativos y ponderativos, a través de comparaciones con una construcción introductiva ¡Vaya un-unha...! La atribución de la cualidad puede tener aún presente el término con el que se compara, un lesna, un calavera, un pernalis. Pero ha podido perder el valor originario, con lo que abundan una serie de términos desemantizados, ¡Vaya un-unha chambelgu, cambrilis, cairelis, lúntriga, farraguas, musgañu, misquiñu, zaparrastru! Se intuye el sentido peyorativo, pero no por el valor significativo del término usado. Lagumán y magallán se sabe que se aplica a vago pero nada más. Quizá en ¡Vaya un aleluya! (llorón) se intuya la relación de similitud con la plegaria de los que lloran, se lamentan. Ese mismo proceso sufrirían los motes, en los que en algunos casos se conserva clara la significación del término comparado, o-u Chatu, o-u Puchereiru, o-u Coisu y en otras ha desaparecido de la memoria, se han desemantizado, o-u Calili, o-u Racháu, o-u Pirulu, o-u Fullón. Se utilizan además, como introducción, nombres con valor adjetival, dentro de un sistema de comparación, como las formas paeci (de parecer) o está feitu un-unha: paeci un renacuallu, está feitu un tiu machoti (se ha hecho un hombre). El insulto, del que hay un gran repertorio de conocido significado o ya desemantizado, cuando es directo en las riñas, sobre todo entre mujeres, puede ir introducido por una forma de interjección, ¡A pendona!, ¡A pencu! Algunas comparaciones se antojan exageradas y cómicas, valienti-valenti cumu o-u tei pairi-taita-padri-pa que rompi a cincha a peidus-peus. Además de la adjetivación por comparaciones fijadas en el habla, los interlocutores crean al caso nuevas sobre la marcha. No hemos de olvidar

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que el adjetivo malu y no mau se emplea con el significado de enfelmu. En cuestión de salud de personas, animales y plantas alternan formas presentadas con el verbo estal-istal: Está-istá novalíu, en el aspecto positivo; está-istá mustiu, agostáu, tísicu, puiríu, en el negativo. Las formas no personales del verbo aportan bastantes adjetivos, fachendu (desarreglado). Hay formas compuestas o analíticas con valor adjetival por comparación, como chinchi preñáu (molesto, punzante), bocaberta (llorón, -a), malcasáu, tiráu pa dientri-yentri (valiente), tiráu pa tras (cobarde). Si se antepone el adjetivo al sustantivo, adquiere un valor intensificador: valenti-valenti pesti, minúa paliza. A veces una segunda parte de la comparación intensifica el sentido adjetival: ten unha borracheira que nun se poi lambel.

3.2.2.13 3.2.2.13 El verbo Los morfemas verbales están sujetos a simplificaciones analógicas, a lo que hay que añadir la consueta cerrazón de las vocales finales y la pérdida de consonantes intervocálicas. En el infinitivo se prefiere la terminación en /l/, compral, fel, sentil, aunque en Valverde se nota la vibrante o hasta su pérdida, quedando al final el sonido vocálico. La desaparición tan fuerte de consonantes originarias conlleva una amplia estructuración de las formas verbales, llegando a un número importante de formas irregulares. Se forma un buen número de infinitivos monosílabos, como trel, fel, tel, sel, pil, ril, vil (traer, hacer, tener, salir, pedir, venir). Algunos verbos pueden cerrar o no la vocal de la raíz, como istal-estal. En Valverde, al tomar del verbo facere latino las formas con la consonante intervocálica conservada facel-ficel, como el gallego-portugués y castellano, en contraste con la forma con pérdida de la intervocálica, fel, más propia de los otros dos pueblos, seguirá dicha forma con la conservación consonántica en su conjugación. Los verbos incoativos con terminación en -ecer, en la primera persona del singular del presente de indicativo, todo el presente de subjuntivo y el imperativo, no forman el grupo consonántico -sc- como el castellano, sino que siguen la solución gallega, resultando las formas con desinencias -ezu, -eza, -uzu, -uza, merezu, paeza, traduzu, conduzu, luzan, anocheza. La misma terminación -ecer del infinitivo y el resto de la conjugación se pierde en entumil (entumecer), retoñal (retoñecer). El verbo idil-idel-eidel y su forma valverdeira dicil puede ser considerado, por su terminación, de la segunda o tercera conjugación, al adquirir una forma desinencial en -ir, como el castellano y gallego o en -er como el

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portugués dizer, pero no quiere decir que por eso varíen las formas de la conjugación. En general las conjugaciones verbales siguen la forma gallego-portuguesa, con aportes de las hablas de dominación política, leonesa y castellana. La tercera persona del singular del presente de indicativo de algunos verbos, en su mayoría irregulares, apocopa al perder la vocal final y en algunos casos también la consonante final, como el gallego-portugués y astur-leonés occidental, di, ten, mantén, sostén, pon, compón, supón, ven, convén, (dice, tiene, mantiene, sostiene, pone, compone, supone, viene, conviene), que se pueden confundir con la segunda del singular del imperativo. En algunos verbos irregulares encontramos, en la primera persona, las desinencias -yu en San Martín, que en Eljas suena más vocálica, como -iu unas veces, mientras que otras veces seguirá como Valverde las formas del gallego, portugués o castellano, como podremos comprobar en fayu-faiu-fagu, poyu-poiu-podu. Del verbo sel, trel, cael, lo normal es oír sayu-saiu, trayu-traiu, cayu-caiu, pero a más de un hablante le sale la forma castellanizada salgu, traigu, caigu. Veremos también ese sonido /y-i/ en otros tiempos verbales, especialmente en el imperfecto, el perfecto simple o indefinido, el presente e imperfecto de subjuntivo. Al cerrar la vocal final y quedar dos vocales iguales en contacto, por pérdida de consonante intervocálica o por otro motivo, algunos verbos contraen las dos vocales en una, por ejemplo de ri(i)l (reír), riu, ris, ri, rimus, ri(i)s, rin; de pi(i)l (pedir), piu, pi(i)s, pi(i), pi(i)mus, pi(i)s, pi(i)n; de lel (leer), leu, les, le, lemus, leis, len. El presente de indicativo. Sus desinencias en los verbos regulares de las tres conjugaciones quedarían como sigue: 1ª -al: -u 2ª -el: -u 3ª -il: -u -as -is -is -a -i -i -amus -emus -imus -áis -éis -ís -an -in -in En los verbos que en castellano terminan en la primera del singular en -y o en gallego-portugués en -u, -n, se conjuga en a Fala sin esas terminaciones, vo, estó-istó, so, de los verbos dil, estal-istal, sel (ir, estar, ser). A continuación selecciono la conjugación de este tiempo de algunos verbos irregulares de los tres pueblos jalameños:

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De fel-ficel-facel: fayu-faiu, fais, fai, femus-algún caso aislado de feimus, feis, fain en S.M., fadin en Elj., fagu, facis, faci, facemus, facéis, facin Val. De habel: he, has, ha, hemus, habéis-heis, han De idil-idel-eidel-dicil: digu, dis-didis, di, idimus, idís en S.M., idemus, idéis en Elj., didin. De pi(i)l: piu, pi(i)s, pi, pimus, pi(i)s, pi(i)n, en S.M. En Eljas y Valverde, que no pierden de forma tan sistemática la d intervocalica, conjugan pidu, pidis, pidi, pidimus, pidís, pidin. De puel-podel: poyu-poiu-podu, pois, poi, puemus, pueis, poin. De puñel: poñu, pos, pon, pomus, ponéis, ponin en S.M., poñemus y hasta polnemus, puñéis, poñin y hasta poyin, en Elj. De quel: cayu-caiu, cais, cai, quemus, queis, cain. De ril: riu, ris, ri, ri(i)mus, ri(i)ís, ri(i)n. De sel (salir): sayu-saiu, sais, sai-sei, semus, seis, sain o seyin en Elj. De sel (ser): soi, eris, é, somus-semus, sois-seis, son y algún caso de sonin. De tel: teñu, tes, ten, temus, tindis, tendis o tindis en S.M., tenin. De trel: trayu-traiu, trais, trai, tremus-treimus, treis, trein-train. De uivil: uivu, uivis, uivi, uivimus, uivís, uivin. De vil: veñu, ves, ven, vimus, vindis, ven o venin en Elj. El pretérito imperfecto se conjuga con las desinencias -aba, para los de la primera conjugación en -ía para los de la segunda y tercera. Vemos las formas con /y-i/ y la acentuación en la primera sílaba, en el verbo sel (salir), seya-seia, seyas-seias, seya-seia, séyamus, seyais, en San Martín, seyis en Eljas, seyan-seian. De trel (traer), treya-treia, tréyamus-tréiamus, treyais-treiais, treya-treian, así como de quel (caer), queya-queia, de fel-ficel-facel, las formas del singular y la tercera del plural, feya, feyas, feya, feyan, con la primera y segunda persona del plural con acentuación en la segunda sílaba en San Martín, feyamus, feyáis, y en la primera en Eljas, féyamus, feyis. En Valverde, al tomar de base el verbo ficel-facel, conjuga ficía-facía. De tel, tiña, tiñas, tiña, con la acentuación de la primera sílaba en la primera y segunda persona del plural, tíñamus, tiñais, pero de vil (venir), viña, viñas, viña,…viñan, la primera y segunda del plural oscila entre las formas con acento en la primera sílaba o en la segunda. En el verbo vel (ver), se pierde la vocal raíz, tomando la forma vía. De ril (reír), ría, rías,…Se puede apreciar la forma con grupos de dos o tres vocales, traía-tría, del verbo trel. En algunos verbos constatamos en este tiempo la pérdida de la consonante intervocálica etimológica, especialmente en San Martín, como es el caso de puel (poder), puía, de lel (de la forma latina legere), lía, de pi(i)l (pedir), pía, mientras que en Eljas y Valverde mantienen la consonante, pidía. Observamos una cierta facilidad para la cerrazón vocálica, quiría, dibía, cuñicía, puñía. El verbo dil (ir) toma las

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formas diba, dibas, diba, díbamus, dibis se oye en Eljas más que dibais, diban. El pretérito perfecto simple está sujeto a una considerable variedad de formas. En la primera persona del singular se ve normal la terminación en -í de los verbos de la segunda y tercera conjugación en -el, -il, como en cumí, viví, pero sorprende la misma terminación en los verbos de la primera conjugación en -al, quizás debido a la falta de terminaciones en -e de la Sierra de Gata, apretí, apañí, quedí, caguí, cantí, leví, presentí, gañí, agarrí. Se le aplica igualmente a los verbos irregulares, vini, disi, trusi, fisi, pusi. He captado algún ejemplo de terminación en -éi en Valverde para la primera persona del singular en verbos como redéi (recé), fei (hice), compoñéi (compuse), de la segunda conjugación. La segunda del singular termina con -s final analógica no siempre perceptible, chegastis, cumestis, durmistis. La tercera del singular, en la primera conjugación, adopta las desinencias, como el castellano, en -ó, cantó, choró, comenzó, dio-do, sacó, en contraste con las gallego-portuguesas en -ou. En la segunda conjugación se usa la terminación gallego-portuguesa -éu, como murréu, metéu, aparecéu, sucedéu, enchéu en Eljas y Valverde, pero en -éi en San Martín, coméi, bebéi, morréi, chovéi. Los verbos de la tercera conjugación lo hacen en -íu, abríu, riu, propias del gallego y de algunas hablas leonesas. En San Martín no se acepta mucho esta forma, tendiendo a usar en su lugar la forma compuesta del pretérito perfecto ha cantáu, ha cumíu, ha mintíu. En la primera persona del plural de los verbos de la primera conjugación se toma la forma -emus -vulgarismo extendido en Extremadura y Salamanca, recogido por Menéndez Pidal en su tratado sobre El dialecto leonés. pag. 323-, saltemus, mandemus. Los de la segunda conjugación, en -el, -il terminan generalmente en -imus, bebimus, cumimus, partimus, pero también en -emus, viñémus, fid(c)emus, tuvemus, cupemus, supemus, trusemus. Del verbo dal, siendo de la primera conjugación, acoge esa terminación con vocal palatal cerrada propia de las otras dos conjugaciones, dimus. La segunda del plural toma la terminación -stis, como chorastis, bebistis, partistis, llegando a coincidir con la segunda del singular. Sorprende la forma de la tercera persona de los verbos de la primera conjugación en -orin en Eljas y San Martín, como matorin (mataron), marchorin (marcharon), mirorin (miraron), como un tipo de arcaísmo leonés. Se ha detectado alguna terminación en -orin, en la Ribera del Duero o sin cerrar la vocal de la sílaba final -oren en la zona maragata, en Astorga, Aliste. En Valverde prefieren la forma desiencial -ran, para las tres conjugaciones fumaran, atuaran, arcenderan, ficeran, foran, puderan, minteran, mientras que en los otros dos pueblos se usa sólo para la segunda y tercera conjugación. José Luis Martín Galindo les coloca una nasal

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bilabial /-m/ en la terminación -ram, al estilo portugués. Se puede confundir con la tercera del plural del imperfecto de subjuntivo. Esta forma del pretérito simple puede invadir dominios del pluscuamperfecto, al estilo del gallego, al usarlas en frases como, cuandu elis chegaran ei sa o-u tiña feitu. En la parte occidental asturiana, como en Galicia, la terminación -ra es propia del pluscuamperfecto, pero en el habla popular puede abarcar funciones de perfecto simple e imperfecto de subjuntivo. Si por algún caso se detecta la terminación -un para la tercera del plural de algunos verbos irregulares, por analogía con la tercera del singular, será debido a la influencia de los pueblos vecinos, como vulgarismo muy extendido en esta zona de pervivencia de rasgos lingüísticos del antiguo leonés, en formas como supun, estuvun, quisun, pudun, trusun. No faltan las formas analógicas de estos verbos con los regulares en la tercera del singular, por desconocimiento o mal uso gramatical, condució, bendició. Se puede llegar a incurrir en una igualación a la forma regular del pretérito perfecto simple o indefinido, como vulgarismo general, por ejemplo de andal, andí, andastis, andó, andamus, andasti (s), andorin-aran. Así quedarían resumidas las conjugaciones de los pretéritos perfectos simples, de las tres conjugaciones: 1ª -al 2ª -el 3ª -il -í -í-éi -í -astis -istis -istis -ó -éu-éi -íu -emus -emus, -imus -imus -astis -estis -istis -orin, -aran -eran -iran Este tiempo verbal se apresta a numerosas irregularidades, de las que recojo algunas de las más significativas: De cabel: cupi, cupistis, cupu, cupemus, cupestis, cuperan. De dal: di, destis, do, demus -dimus en Valverde, destis, deran. De fel: fidi, fidestis, fidu, fidemus, fidestis, fideran. En Valverde fici, ficestis, fizu, ficemus, ficestis, ficeran. De idil-idel-eidel-dicil: disi, disestis, disu, disemus, disestis, diseran. De lel (leer): li, lestis, leu, lemus, lestis, leran en Eljas y Valverde, pero li, lestis, lei, limus, listis, leran en San Martín. De pi(i)l en San Martín: pi, pistis, piu, pimus, pistis, piran. De pidil más usado en los otros pueblos, pidí, pidistis, pidíu, pidimus, pidistis, pidiran De puñel: puisi, pusistis, pus-pusu, pusimus, pusistis, puseran.

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De quel (caer): queyi, questis, queyu, quemus, questis, queíran o queí, queísti, queiu, queimus, queístis, queiran. De querel: quisi, quisestis, quisu, quisemus, quisestis, quiseran. De sabel: supi, supistis, supu, supemus-supimus, supestis-supistis, superan. De sel (ser) y dil (ir): foi-fui en Valverde-, fostis, foi, fomus, fostis, foran. De sel (salir): sei, sestis, sei-seiu, semus, sestis, seran en San Martín y seyi, seistis, seyu, semus, seistis, seiran en Eljas. Valverde oscila entre esas formas y la castellanizada. De servil-silvil: serví-silví, servistis-silvistis, servíu-silvíu, servimus-silvimus, servistis-silvistis, serveran-silveran. De tel: tuvi, tuvistis, tuvu, tuvemus, tuvestis, tuveran. De trel (traer): trusi, trusestis, trusu, trusemus, trusestis, truseran. De valel: valí, valistis, valéu-valéi, valemos-valimus, valestis-valistis, valeran. De vel: vi, vistis, viu, vimus, vistis-viestis, viran-vieran. De vil: vini-viñi, viñestis, viñu, viñemus, viñestis, viñeran. De vivil: viví, vivistis, vivíu, vivimus, vivistis, viviran. Diferencias en el pretérito perfecto simple regular entre los tres pueblos. Valverde Eljas San Martín El futuro y condicional no presenta tantas irregularidades como otros tiempos. En algunos verbos se pueden percibir conjugaciones con grupo consonántico o con vocal que rompe dicho grupo, sabré-saberé, pondré-poñeré, vendré, haberé. Apenas se detectan algunas formas con el grupo consonántico /nr/ en futuro, ponré, -ás, -á, ponremus, ponréis, ponrán, tenré, tenrás, tenrá, tenremus, tenréis, tenrán, quenré, quenrás, quenrá,

-orin: matorin, marchorin, mirorin, fumorin. -í: quedí, leví, gañí, agarrí, cantí, redí, fidi, compoñí; el irregular fidi.

-aran: mataran, marcharan, miraran, fumaran. -í: quedí, leví, gañí, agarrí, cantí. -éi: recéi, compoñéi; el irregular féi-fici.

*Tercera persona del plural de la primera conjugación, en -al. *Primera persona del singular de la segunda conjugación, en -el. *Tercera persona del singular de la segunda conjugación, en -el.

-éu: coméu, bebéu, murréu, chovéu, metéu, aparecéu

-éi: coméi, bebéi, murréi, chovéi, metéi, aparecéi.

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quenremus, quenréis, quenrán, venré, venrás, venrá, venremus, venréis, venrán. Lo mismo cabe decir del condicional, ponría, tenría, quenría, venría. Los verbos que pierden la consonante intervocálica, como puel, sel, en estos tiempos también la pierden, puiré, puiría, sairé-seiré, sairía-seiría, fairé, fairía, pi(i)ré-pidiré, pi(i)ría-pidiría. Se pueden oír formas con cerrazón o pérdida de alguna vocal, como en siría (sería), istaré, istaría (estaré, estaría), pundría, disaremus (dejaremos, del verbo deisal). Se usa más la forma acortada uiré que la normal con todas las letras, uivil (oír). De ril, tomaría las formas riré y riría. El subjuntivo sigue las irregularidades detectadas en el indicativo. Así vemos en el presente de fel las formas faya-feya-faga, de poñel-puñel, poña, de vil, veña, de sel, saya-saia, de sel (ser) sea, de uivil, oya-oiva, de poel-puel, poya, de trel, traya-traia, de querel, quera-queira, de morrel, morra, de ril, ría. El imperfecto de subjuntivo termina en -era-ira, -eras-iras, -era-ira, -éramos-íramus, -erais-irais, -eran-iran, que lo diferencia de las formas con diptongación del castellano, como se puede comprobar en hubera, pusera, fidera, supera, cupera, tuvera, fora, bebera, rira. Hay ejemplos que pierden la consonante intervocálica etimológica ya desde el infinitivo, lera (de lel), puéramus, pueran en San Martín, pero pudéramus, puderan en Eljas y Valverde. Apenas se utiliza la otra forma, en -esi, de uso en castellano, pero inexistente en gallego, hubesi, pusesi, supesi, fosi, bebesi. Los participios sufren transformaciones, por la desaparición de la -d-, en las desinencias con finales vocálicos tónicos, hiatos, diptongos y triptongos. En los verbos de la primera conjugación, se contraen las dos vocales en contacto al desaparecer la -d- en las formas femeninas, resultando las desinencias -áu, -á, cuáu (cuidado), rociáu-rociá (rociado, -a), calláu-callá (callado, callada), dau (dado). En los de la segunda y tercera conjugación resultaría, -íu, -ía, partíu, partía (partido, partida), paríu, paría, (parido, parida), siu (sido), tiu (tenido), liu (leído), diu (ido), pi(í)u-pidíu (pedido), valíu, cabíu, -a, quiríu, -a, puiu, sabíu, vivíu, uivíu, habíu o con acento en la sílaba primera, como seiu-seidu (salido), treiu (traído) y con la adopción de /y/, queyu-queiu. El verbo vil, toma la forma vindu. La elección del participio regular o irregular depende del hablante y a veces aparecen formas de continuación gramatical analógica en vez de las correspondientes formas irregulares impuestas por la norma oficial, escribíu-escritu, fritu-fritáu-frisíu. Las formas postu, abertu, mortu sólo se diferencian de las gallego-portuguesas en la terminación cerrada.

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En el gerundio evidenciamos también la no diptongación gallego-portuguesa de e, o breves, sabendu, habendu, fendu-facendu, vendu, sendu, lendu, puñendu, valendu, murrendu, cabendu, querendu, idendu-dicendu (diciendo). Algunos toman la vocal palatal cerrada /i/, abrindu, vivindu, vindu (con alguna pequeña aparición de viñendu), pi(i)ndu-pidindu, dindu (iendo). Verbos que cambian la posición del acento o adoptan /y/, como hemos visto en el participio y otros tiempos verbales, como quel, trel, sel, forman el gerundio quendu, trendu, sendu. La forma del imperativo de la segunda persona del singular se corresponde con la tercera del presente de indicativo. La segunda del plural puede tomar una forma de la que quedan restos en la zona que ocupó el antiguo reino de León, mirái, comprái, sobre todo con los pronombres pospuestos, comprai(l)u, matai(l)a. En San Martín se captan terminaciones en -ei, como la tercera del singular del pretérito simple o indefinido, cantéi, bebéi, podéi, poñéi. Así encontramos fai, estái, sei, quei, trai, ven, ten, ve, sé, sabi, lé, uivi, queri para el singular, correspondiente a la segunda persona y para esa misma persona del plural. En plural se oyen formas diversas, como fei-ficéi, trei-traéi, estéi, sabéi, queréi, vei, sei, lei, seí, queí, uiví, vindi, tendi. Se forman tiempos compuestos, como en castellano, al contrario que el gallego, que carece de ellos. Se usa con frecuencia como auxiliar el verbo tel (tener), teñu diu, te teñu ditu que nun veñas, y sel (ser), elis foran vindus, pero tiene más prevalencia el verbo habel (haber): ¿Cuándu has vindu? La guturalización inicial -por influjo de /we/ en las hablas leonesa, que diptongan la vocal breve latina, como en los casos de güevos, güeno, agüelo y su extensión analógica- puede afectar en contados casos, aparte de a las palabras ya mencionadas en el apartado de la diptongación vocálica, a la conjugación verbal de golvel (volver) y golel (oler, término que comparte la semántica con el más usado cheiral, dejando para éste último la acepción más peyorativa). Apenas si se llega a notar la presencia analógica de la /g/, citada como vulgarismo general por Antonio Llorente en su Estudio sobre el habla de la Ribera. pag. 142, llegando a formar en la primera persona del singular del presente de indicativo y la primera del singular y las del plural del presente de subjuntivo, las desinencias -igu, -igas, -iga, -igamus, -igáis, -igan, que alternan con las de reducción por pérdida de consonante intervocálica, como podemos comprobar en los presentes del verbo sacuil, en las formas del indicativo sacuigu-sacú, sacúis, sacúi, sacuimus, sacuís, sacúin y del

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subjuntivo, sacuiga-sacúa, sacuigas-sacúas, sacuiga-sacúa, sacuigamus-sacuamus, sacuigáis-sacuáis, sacuigan-sacúan.

3.2.2.13.1 Otros significados verbales. Perífrasis verbales. Se recurre con frecuencia, debido a la tendencia a la expresión analítica, por el fácil manejo casero del quehacer popular y el intencionado perifraseo eufemístico, a una diversidad de construcciones, perífrasis verbales y locuciones prepositivas que pasan a lexicalizarse. Dentro de dichos contextos el verbo adquiere otro significado distinto del usual, alcanzando la composición sintáctica que encabeza un valor semántico fijo. Con la introducción del verbo eital-ital (echar) hemos notado sentidos propios algunas lineas más arriba, a los que se pueden añadir, eital-ital a barriga (abortar), eitáu-itáu pa dientri-aiantri-yantri (valiente), éitati-ítati pa fora (sal), eital-ital o-u machu o que a monti pa que a cubra. Con el verbo dal (dar), le do un menéu, le do pal pelu, le do unha zurra, le do pa destru i sinestru (todas con el valor de pegar, atizar, a las que se añade con ese sentido palabras de la terminología del cultivo de los viñedos, o-u sulfató, o-u azufró). Dal en + infinitivo significa empeñarse, devanar, do en bebel. También adquiere el mismo valor da pul con formas del pronombre personal átonas antepuestas, le do pul traballal; da un airi tiene un valor comparativo de parecerse a algo o a alguien, o-u tei fillu te da un airi (tu hijo se parece a ti). Con sacal (sacar), también se puede llegar al mismo resultado de parecido en la expresión sacal pul a pinta (ver un parecido con alguien de la familia), así como sacal pa dientri-aiantri-yantri adquiere el valor de preñar. Con mullal (mojar) se llega al significado de desafío en mullal a orella. Con sel (salir) se llega al sentido de escapar en seiu dumbiandu, á orza, de parecerse a alguien, te salis-seis to ó-ú-ao-au tei taita-pairi-padri-pa (te pareces todo a tu padre) o de arreglárselas, conseguir algo, en se seiu cun a suia-suya. El verbo tiral (tirar) adquiere valores diversos en las expresiones se as tiró (le dijo las verdades), isa tira (esa se apresta al sexo). Dependiendo del sujeto o del complemento directo, el verbo cantal adquiere significados determinados: cuandu canta o-u cucu (comienza el buen tiempo), canta a chicharra (hace calor), cánta(l)i as cuarenta (repréndele). El verbo andal, seguido de un adjetivo, ejerce la función del verbo estar, anda pachuchu (está delicado). Este verbo, al igual que otros, seguido de un gerundio engendra un sentido de continuidad de la acción, ¿Qué andas fendu? Lo mismo cabe decir con queal (quedar) + gerundio, queó segandu, pero adquiere una especialización, al tratar del apareamiento, sin que sea necesario colocar el predicado, sa-ya queó (ya

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quedó preñada). Con vil (venir), tenemos nun ven ú-ao-au tema (no interesar, estar fuera de tema), vil ás-a as boas (aceptar, razonar). Los refranes y sentencias poseen un sentido práctico y se parafrasea para concluir en una enseñanza, en un estereotipo. Unos apenas si se diferencian de los más comunes del castellano, otros presentan características peculiares - prodiga el proceso de adaptación del refranero español a las características lingüísticas de a Fala-. Se forman dichos, generalmente despectivos, sobre otros pueblos vecinos, en Vilamel ni(n) jaca ni(n) cuchinu ni(n) mullel o para destacar la tacañería de sus habitantes, (e)ita un meiu que vimus seti. Sobre la climatología existen un sinfín de dichos, pul-pur SanMiguel deisa a mosca o-u boi-bue(i) i a colli-agarra o-u burru pul(r) o-u pe; marzu ventosu abril chubiosu train a marzu floríu y felmosu-helmosu; agostu friu en rostru; en febreru-febreiru busca a sombra o-u perru; pul-pur Santiagu pinta o-u bagu.

3.2.2.14 3.2.2.14 Cuantificadores Mutu-muitu -a, -us,-as, poicu, to, toa, ná (se le puede aplicar el acento diacrítico para diferenciarlo de la contracción de preposición con artículo), tantu,-a, -us, -as, cuantu, -a, -us, -as, algu, bastanti, bastantis, mais (con posible acento diacrítico, máis, para diferenciarla de la concesiva), menus, apenas, demasiáu. La forma mu como apoyo cuantificador de adjetivos y adverbios se queda reducido a una vocal. Se sirven de la preposición en casos como de máis, de menus, de sobra. Se recurre también a la forma analítica para indicar cantidades, unha porrá de, a tira, unha riolá de, un montón de, un sacu de, un ná i noná.

3.2.2.15 3.2.2.15 Relacionantes.

3.2.2.15.1 De lugar.

Aquí, acá, ahí-ehí, alí, alá, y con las preposiciones direccionales con pul-pur, pa, de, surgen formas más o menos contractuadas -a algunas se les puede colocar acento diacrítico- pa lí, pa lá, paquí (en Eljas cambia el acento a la sílaba inicial, paqui, pali), purahí, puralá, puraquí, daquí, dacá, dahí, dalá. Como vemos, la preposición para se ha reducido a pa, con la tendencia a la economía articulatoria ante palabra que empiece por /a/.

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Dientri-yentri, adientri-adiantri-ayentri-ayantri, alreol-alriol, detrás, atrás, lonsi-lonji, celca, dentru, fora, afora, abaisu, debaisu, encima. La dirección dentro del espacio cuenta con la preposición con pérdida de la consonante intervocálica y la contracción de la /a/, resultando pa, que asimismo se contrae seguida de palabra con a- inicial, p´abaisu, p´arriba, p´alá, p´alí, p´aquí-p´aqui, aunque más bien parece que la vocal inicial de la palabra siguiente se integra en la preposición, como hemos visto antes. Sin embargo en pa tras (para atrás) se contrae el adverbio quizás por una pérdida de la -d- y la integración del sonido vocálico inicial en la vocal final de la preposición. Lateraliza la -r la preposición con sentido direccional-causal pul seguida de otra palabra, que puede ser adverbio de lugar y perder la sílaba inicial, pul cima (por encima), pul baisu (por debajo). Algunas formas pueden presentar metátesis, drentu (dentro), ahorro de la consonante dental inicial, ondi (donde), ondiquera-ondiqueira y en algunos casos con la pérdida de la o- por la colocación de la preposición a de dirección, andiquera-andiqueira (dondequiera). Se expresa la posición con respecto a un punto referencial con celca (con el cambio r>l) y añadiendo un intensificador, celca del to (muy cerca), lonsi-lonji, pa lá, pa a hostia, vai dientri-yentri pa que´o-u burru nun s´espanti (para indicar la mala educación del que no deja pasar primero a otro), ó-ú-ao-au lau mesmu (justamente al lado). An ca contrae las preposiciones a, en, aglutinando y usando según el caso los valores de ambas preposiciones e indicando lugar estático o de movimiento hacia la casa de alguien.

3.2.2.15.2 De tiempo.

Agora y agó (a)inda, antis, dispois, entoncis, prontu, templanu, tardi, ensiguía, logu, mentris, nunca, sempri-sempris, jamás, ya-sa, hoisi, ayel-aiel, antiel, tresantiel, amañán pur a mañán, pasomañán-pasaumañán. J. L. Martín Galindo transcribe a la grafía portuguesa de nasal bilabial final y la nh para el fonema nasal palatal manhám, amanhám. Se forman con las preposiciones una serie de locuciones del tipo a vecis-vedis, de ve en cuandu, a diariu, de tempu en tempu. Funcionan como relacionantes temporales, en pronunciaciones consideradas dentro de la variante vulgar, algunas formas con prótesis, endenantis (antes), entovía (todavía); con cambio vocálico y sin realización nasal intermedia, antocis (entonces); con el cambio de r>l, ayel-aiel (ayer), antiel (anteayer), tresantiel (antes de anteayer), pr>pl, templanu (temprano); con una terminación -is, en cuantis (en cuanto que, aunque sin la preposición adquiere un significado relacionante de cantidad); con el

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intercambio de la preposición por el adverbio, contra mais-máis (cuanto más); con el indefinido y el adverbio, caicuandu. El adjetivo con la preposición de antepuesta adquiere un valor adverbial, de continu (continuamente), de siguíu.

3.2.2.1 3.2.2.16 Expresión de afirmación, negación, duda y otros valores relacionantes

Se afirma con sí y se expresa conformidad con lo que otro dice con claru, toma no, tamén, certu, siguru, desdi logu. De alguna persona mayor, como reducto del habla popular antigua, se podría escuchar la forma de afirmación, desde una preposición y un adverbio, endindilugu (desde luego). Se niega con no en contestación a algo, pero se usa nun en frases acompañando al verbo. Apoyan la negación de forma correlativa nin, tampoicu, nin siquera. Hay formas que intensifican la negación, nanai, que nonis, nun silvi que, de niñúa-niñunha folma, nin que le diseran trucu. La forma dubitativa quizás puede adquirir un sonido más dental en vez de la interdental, quidás. Expresa duda ao-au millol, tal ve-vé. 3.2.2.17 Conjunciones introductoras de oraciones. Interjecciones. El habla popular tiende más a la formación de oraciones sintácticas por coordinación, acompañadas por otras formas de comunicación no verbales, que por la complejidad de la subordinación. Recogeremos sólo algunas de las conjunciones más usadas, como las coordinadas copulativas i, nin, que, disyuntivas, o, adversativas, peru, distributivas, o…o, ben…ben, ia-ya…ia-ya, nin…nin. De las conjunciones que introducen oraciones subordinadas prestaremos atención a: Las causales, pulque, cumu, vistu que, ia-ya que, dau que, postu que, pul causa de, pul me de; las finales, pa, pa que, a fin de que; las consecutivas, pois-pus, postu que, así…que, tantu…que; las condicionales, si, a condición (de) que, a no sel que, sempris que, en casu (de) que; las concesivas, anque, ainda-inda que, a pesal de que, mesmu que, pul muitu-mutu que, pul poicu que, pul máis que, con to i con isu; las temporales, cuandu, mentris, en cuantu, logu que, desdi que, antis (de) que, dispóis (de) que. La comunicación popular está llena de elementos expresivos, con cambios de entonaciones, interjecciones, algunas referentes a la llamada de atención y saludo, ¡E!, ¡Ei!, ¡Eu! o introduciendo el interlocutor con ¡A..!, ¡Lo..!

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3.2.3 El tratamiento. Se usa, antepuesto al nombre propio, o-u tiu, a tía o palatalizándose esa dental inicial hasta llegar a chu, cha -especialmente en Eljas- en general para personas bastante adultas. Para menos adultos y más familiar se usa, como ya hemos indicado, el artículo antepuesto a nombres propios, pero con mayor intensidad ante los motes, A veces los apellidos adquieren valor de nombre propio, os-us Bacas, os-us Moras, os-us Laderus, o-u Pereira, a Ramus. Al tratarse de mujeres, tanto el nombre como el apellido pueden tomar una curiosa forma femenina, as Galbanas, as Isabelas-Sabelas. En estos pueblos, como en infinidad de lugares del planeta, se emplea el mote por ser más específico, ante tanta repetición de nombres propios, como María, Juan, Juana, José, Josefa, Jesús, María Jesús, Pedro, Antonio o se acortan los nombres para hacerlos más familiares y cercanos a la tendencia lingüística de esos pueblos, Chon, Che, Chus, Tinín, Norín -explicado en el apartado del vocalismo como fenómeno bastante común de aféresis, Pifaniu, Lías, Gilitu, Culás, Tana, de Epifanio, Elías, Angel, Nicolás, Atanasio-. Los motes se originan desde diversos puntos asociativos, pudiendo basarse en alguna profesión, o-u Puchereiru, o-u Ferramenta, por alguna indicación del físico personal, o-u Chatu, o-u Bigoti, o-u Coisu, por alguna determinada cualidad, o-u Patán, o-u Racháu. Muchas veces no se ve una relación lógica, o-u Poá, o-u Calili, o-u Fullón, as Patas. Para referirse a niños o adolescentes se recurre a dagal, dagala y a veces fillu, -a como tratamiento cariñoso. El tratamiento señol y señora se aplica sólo a personalidades, o-u señol cura, a señora diretora. Hoy en día se va perdiendo el tratamiento diferenciador de clases sociales. Por falta de vocabulario y desconocimiento del nombre propio de la persona a la que se refiere, se recurre a demostrativos, a tía esa, a esa, tiu esi, al igual que en la conversación se recurre a nombres muy generales o comodines, esa coisa, a bicha, a cacharra. Está en vías de desaparición el tratamiento respetuoso usté para los mayores, incluso dentro de la familia. Antes la respuesta de los hijos a la llamada de los padres era mandusté. Hoy se han reducido las distancias en el tratamiento y se usa el tú con mayor frecuencia, sin distinción de edades. No se ve tarea fácil integrar en el sistema de a Fala las nuevas formas de tratamiento entre los jóvenes, como colega, tronco, -a, tío, -a.

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3.3 Léxico. El léxico usado en la vida cotidiana se va adaptando a las correspondientes terminologías de las necesidades comunicativas de los tiempos en curso. Se irán perdiendo términos de los ámbitos laborales que tienden a desaparecer. Si ya no ha sido fácil una común aplicación en los tres pueblos de un vocabulario con los elementos comunes de la vida socio-económica de los habitantes, compleja se presenta la asimilación y adaptación del bombardeo de las nuevas tendencias a través de tantos medios de comunicación. Se opta por la asimilación o se corre el riesgo de irse reduciendo el bagaje útil, por irse quedando arcaico, sin la utilidad de poder responder a las necesidades comunicativas que demanda la forma de vida actual. No es práctico luchar contra el tiempo, contra corriente, sino adaptarse de forma pragmática a cualquier cambio, disponiendo de una buena estructuración socio-lingüística que impida una corrosión dañina de esta forma de fala. Con ello quiero decir, que, aunque se tienda, como es lógico, a lo antiguo como más autóctono, habrá que adaptar a Fala al presente, enriqueciéndola, interviniendo en dicha evolución de forma activa para no dejar que la inercia y la pasividad favorezcan un desplazamiento lingüístico no deseable. Las asociaciones y las autoridades competentes actúan al respecto impulsando el conocimiento y uso de a Fala en ámbitos diversos, de los cuales un puntal básico sería la escuela. En el instituto de Valverde no se antoja fácil dicha labor, ya que alberga jóvenes de pueblos con forma de hablar diferente, por lo que se puede llegar a una forma estándar de castellano extremeñizado, con los ribetes lingüísticos de esta zona serrana. De hecho en Valverde es donde más se ha perdido el empaque del falal du lugal. La evolución de las formas de vida y los conceptos laborales y sociales van arrinconando la utilización léxica de los elementos que van quedando en desuso. La dura vida de una economía agrícola de supervivencia y la necesidad de la aportación del contrabando han ido dando paso a formas más avanzadas de bienestar debido al progreso general de los últimos tiempos.

Inscripción de Eljas, escrita en forma autóctona, en el monumento al contrabandista.

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En Eljas, en pocos años, con la emigración a Suiza, se asentaron un número considerable de sucursales bancarias. Había chegáu o-u tempu de aforral i metel os-us estoisus no-nu-en (in) o-u bancu. Con el fuerte cambio de vida muchos términos quedan como reliquias, no como formas verdaderamente usadas en la comunicación diaria, mientras que otros términos entrarán a formar parte del vocabulario cotidiano. Muchas de las personas mayores que aún viven no tuvieron la oportunidad de realizar estudios y de enriquecer su bagaje lingüístico. Estas personas conservan los elementos adquiridos de su fala quizás con más pureza que los de otras generaciones posteriores más influenciadas por los medios de comunicación. Hoy en día en que los estudios están al alcance de todos no se deja por ello de vivir con entusiasmo el desarrollo de a Fala, si cabe aún con más conocimiento de causa. Es evidente que la terminología venga impuesta por el medio rural de estos pueblos. Hay una fuerte presencia de elementos de los campos semánticos de la vida campestre, difíciles de expresar desde la lengua oficial castellana, unido a elementos típicos de un habla impregnada de connotaciones propias de la expresión oral, al carecer de un apoyo escrito. El particular contexto aporta un determinado valor distintivo, apoyado por cortas pausas, la variedad de entonación, las interjecciones que se van intercalando, las frases fijas, los refranes y sentencias. Las palabras científicas, administrativas y otros temas de menos uso, saldrán con menos frecuencia en la comunicación de las gentes de estos pueblos y por tanto carecerán de una arraigada fluidez expresiva, siendo los más jóvenes los encargados de la puesta al día. Se desarrolla un esfuerzo de adaptación de los términos foráneos por medio de la etimología, analogía y los conocimientos de la sabiduría popular, presentando a veces visibles diferencias en relación a la lengua oficial, quintura (fiebre), brazu descorcetáu-mancornáu (dislocado), réditus (intereses), emprestá (prestar). Se ha manejado y aún se maneja un amplio vocabulario referente a ganadería y agricultura pero no el especializado de la zoología y la botánica. Un buen número de términos vienen heredados del pasado lingüístico, de los que una gran parte se ha perdido su etimología, otros se han ido etiquetando desde el punto de vista de la relación que desempeñe con los hablantes, a partir de cualidades sensoriales, de acciones, que también pueden ser enjuiciadas como favorables o perniciosas. La derivación, la composición de dos o más palabras o la estructura sintagmática sirven para completar la riqueza lingüística de los habitantes de estos tres pueblos. Se recurre con bastante frecuencia a los términos genéricos, como forma de ahorro lingüístico. Dicha parquedad encuentra formas como bichu, -a, cacharru, -a, isu, -a a disposición en forma de comodín, si no se maneja el término más específico. Se oirá con frecuencia cocu para todo tipo de

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insecto del que se desconoce el nombre o no viene en mente en dicho momento y coca para las larvas. La forma de composición analítica predicativa es muy usada en la formación nominal, o-u cocu das patatas, cucu de lú-lu o de Dios. Se llega al nombre compuesto partiendo de la acción, iniciada por un verbo, andarríus, saltaollus (salamanquesa). Sampeirinu (insecto que daña las yemas de las parras), se origina por una especialización temporal de la época en la que ataca las yemas, por San Pedro y una sufijación diminutiva. Quizás se trate de una falsa sufijación en salamanteca (salamandra) o de un cruce analógico con salamanquesa. El término chicharra (cigarra), también usado en Galicia, pone de manifiesto la preferencia onomatopéyica del sonido de su canto y es posible que algo por el estilo afecte a cigañoti (saltamontes) y fínfanu (tipo de mosquito) también llamado viroleiru. Se prefiere alaclán a escorpión y culebra a serpiente. A lumbrí de terra se chama tamén miñoca, con reminiscencias del idéntico término gallego-portugués. Las crías de los animales domésticos, además de las conocidas denominaciones, completadas con frecuencia con la sufijación diminutiva -iñu, -a, pueden recibir nombre con la sufijación -ancu, -a, burrancu, potrancu. Os-us suius oráis d´estis animáis domésticus i da ganadiría se cuñocin-cuñecin cumu rornal (rebuznar), relinchal (relinchar), mial (maullar), lairal-ladral (ladrar). Os-us biderrus, ovellas i cabras berrean i o-u toiru arrulla. O-u restu dos-dus animáis menus en contatu cun as persoas-pesoas, cantan, cumu o-u cucu, a dorra, a chicharra, aportandu un valol causal o consecutivu. En lo referente a la terminología del mundo vegetal, también se crean términos y se amplía el repertorio para poder expresar un marco conceptual tan extenso. Difieren en buena parte de la norma oficial en la estructuración fónica y morfosintáctica. Siguiendo la preferencia analítica se crean vocablos, partiendo de semejanzas, lengua de vaca, por sentido metafórico, peidu-peiu-peu de lobu, como tortullu (seta) no comestible. Se pueden conocer los términos generales, pero se aplica la propia aportación lexical cuando hay que especificar los tipos (pueden también crearse hiperónimos para un campo semántico, como sementisas, que en castellano podría corresponder a hortalizas). Del nombre general helba-herba se van especificando los diversos tipos añadiendo un adjetivo con un tipo de derivación que indica el animal que la consume, la finalidad de esa hierba o la posible procedencia o lugar donde más abunda, helba-herba burreira, borregueira.. A cebá forraiseira deriva del uso de la cebada como forraje para el ganado y no como grano. Se puede acoplar a la palabra la distinción por vía adjetival, patatas templanas, tardías, millu menú (para palomitas), freisó(n)s-frensós blancus, pibitas machotas (pintas), allus chilris, figus pasáus, castañas regoldanas-regordanas. Se le añade a esa derivación adjetival un sentido temporal de su cosecha, al decir manzá(n)s

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sanjuaneiras, santiagueñas (como también se dice por la fecha del 25 Julio, pul-pur Santiagu pinta o-u vagu). Una de las formas analíticas más usadas sería la formada con el complemento predicativo, millu de regadíu, de secanu, tomatis d(e) invernu, de colgal, de botella, peras de agua, peras d(e) invernu, colis de repolu, d(e) asacántaru (composición por semejanza física). As adetunas poin-podin sel de verdéu, de endulzal (debido al color y finalidad para la que se recoge). La uva cuenta con una gran cantidad de tipos, de rufeta, de piñuelu, de collón de galu (composiciones por la semejanza física), además de los tipos conocidos en la lengua oficial, de Pedru Jimeni, Palominu Jeré, garnacha, de Alicanti. O-u viñu nun é igual o-u da primeira pisa que o-u da segunda nin o-u du pe (con la prensa). Dispois de pisáu o mui(d)u cun a máquina nas boigas-buigas, se (e)ita o-u mostu pas tinaisas de barru pegás con pé-pe. Se ten que tel mu(i)tu cuau i limpeza, si nun se quel bebelu picáu. En algunhas boigas-buigas hai bocois pú-pa o-pa u viñu i pas adetunas. A aguardienti po(d)i sel de cabeza-cabeda (la primera que sale), con cordón (de bastante graduación a ojo, sin medir los grados).

Boiga de viñu con tinaisas-tinajas-bocois i unha prensa manual. El tan frecuente sufijo -eiru, -a se aplica para dar nombre a los árboles a partir de su fruto, como figueira, nogueira, uliveira, pereira, prisigueiru-pisegueiru, durarneiru, albelchigueiru-amacoeiru, agruñeiru-abruñeiru, (i)sinseiru, almendruqueiru, mimbrilleiru-marmeleiru, limoneiru, naranseira-naranyeira, amesieira, migreira-migradeiru. Lo mismo ocurre con hortalizas como tomateira, pimenteiru. Se pueden usar dos formas, manzaneira-manzanu, aunque a veces la distinción masculina y femenina denotan algún valor semántico, como la forma o la estructura, en ejemplos como castañu (árbol que produce castañas y madera)-castañeira (tronco común de varias bigas de castaño). Surgen también, por la misma forma de

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derivación, espiñeiru (espino, como el árbol que contiene espinas), escobeira (como planta que aporta las ramas para las escobas). A veces no se corresponde el nombre fruto-árbol, como en adetuna y su producto adeiti-uliveira, pues se usa para el fruto el término árabe de al-sait (aceite) y para el árbol el término latino. Se pueden usar para el fruto cereisa los nombres del árbol cereseira y cerdeira (este último es el término usado en gallego). As enfelmiáis afetan ó-ú-ao-au ganáu que poi-podi morisi do-du calbuncu o degraciasi cuandu se mancorna (el ganado puede morir del carbunco o ser carne de matadero cuando se rompe alguna extremidad). A vec(d)is les entra un torzón (a veces les da un cólico). Tamén afeta as plantas: á(a)s colis le entra a porreta, ós-ús-aos aus freisó(n)s-frensós o-u pulgón, a filosera, ós-ús-aos-aus olivus o-u carunchu o se agostan (A las berzas le entra la enfermedad de los tubérculos en las raíces, a las judías el pulgón y la enfermedad de color de herrumbre, a los olivos la carcoma o se secan). As parras se acenizan-acenidan o le entra o-u mildéu (Las parras cogen la enfermedad de ceniza en sus hojas o les ataca el mildéu). A algunhas plantas les entra o-u mal tristi o mal mustiu (Algunas plantas perecen y se secan porque les ha entrado la enfermedad). O-u tempu tamén pué fastidial o-u frutu, si chovi mu(i)tu, si pulas-pur as mañá(n)s a terra ten cornu, carámbanu-carambelu o si quenta mu(i)tu Lorenzu (El tiempo también puede estropear la cosecha, si llueve mucho, si por las mañanas hay escarcha, hielo o si calienta mucho el sol). Cun esas condició(n)s nun é fácil recollel as adetunas de verdéu da uliveira o vareás, sin engarañalsi (recoger las aceitunas verdes del olivo o vareadas cuando ya están negras, sin agarrotarse las manos por el frío). Para una mejor estructuración conceptual, agruparé en elenco de términos relevantes en torno a su familia léxica.

3.3.1 Produtus da agricultura i frutáis (Productos de la agricultura y frutales)

El microclima del valle favorece el cultivo de productos variados. Aquí se mezcla el clima mediterráneo con sus característicos productos, as viñas, que producin un viñu aromáticu de mu(i)ta graduación i máis (a)inda pulque le (e)itan alcol pa que nun se piqui, os-us olivus, de adetuna manzanilla, da que se saca bo adeiti nas-en as-in as almadaras y el atlántico con los bosques de roblis-carballus i castañus. El agua de las abundantes fuentes permite poder sembrar en verano una buena cantidad de productos hortícolas, tomatis, pimentus o asín (en

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Valverde, aunque también en San Martín se conoce asín pero como pimentón), patatas, freisó(n)s en San Martín y Valverde, frensós en Eljas (en forma de legumbre seca se pueden denominar gras, pibitas), albeisas, cebolas, allus, pepinus, litugas, sandías, meló(n)s, entre otros. En el invierno se comen muchas colis de repolu o de asacántaru. Se siembran galbanzus para el consumo propio y poco más, pero no hay inclinación por cosechar lentejas. Para el ganado se siembra millu, remolachas, nabus, rábanus. Los cereales se siembran en terra de secanu, cumu trigu, centeu-centenu, avea-avena, cebá, que puede ser segada de verde como forraisi. Pal-pa o-pa u ganáu se recolli no-nu-en (in) o-u verán o-u pastu pú-pa o-pa u invernu, atáus en facis cun vincillus. El clima se muestra benévolo para con los árboles frutales. El nombre del árbol generalmente deriva del de la fruta, a través de unos determinados sufijos, figu/figueira, manzá/manzanu-manzaneira (peru, malapiu son variedades de manzana), pera/pereira, prisegu-pisigu-presigu/prisigueiru-pisigueiru-presigueiru (ni en portugués como pêssego/pessegueiro, ni en gallego como pexego/pexegueiro se detecta esa vibrante /r/ que pronuncian algunos hablantes de estos tres pueblos), durarneiru/durarnu (estos dos últimos son tipos de melocotones, que algunos distinguen pero otros no), albélchigus-amacoris/albelchigueirus-amacoreirus (albaricoques), migrá/ migreira-migradeiru-migradeira (granada), (i)sinsa/(i)sinseiru (guinda, como las forma correspondientes portuguesas ginja/ginjeira), cereisa/cereiseira-cerdeira, naransa-naranya/naranseira-naranyeira, limón/limoneiru, agruñu-abruñu /agruñeiru-abruñeiru (agruñu-abruñu carrasqueiru, salvaji-salvaisi), amesia-ameisa/amesieira-amiseira-ameiseira (el gallego y el portugués usan las formas ameixa/ameixeira, pero los lusos disponen también del otro término abrunho/abrunheiro o el abruño-abruñeiro gallego como endrina), mimbrillu-perón (en Eljas)-marmelu-malmelu (enValverde)/mimbrilleiru-marmeleiru-malmeleiru, almendra-almendrucu/almendruqueiru, nó-nodi/nogueira, pinu piñoneiru, castaña/castañu. El término bíspiri (níspero) vale para fruto y árbol.

Oliveiras, sobreirus, furnisa de roblis-carballus.

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3.3.2 Plantas du campu (Vegetación silvestre) Carballu-rebolu-robli, castañu, chopu, álamu, fresnu, abidul, ciprés, sauci, sabugueiru (saúco), pinu-piñeiru, encina, sobreiru-alcornoqui, liureleiru. Entre los arbustos, abunda la zarza (no se suele utilizar silva, como en gallego-portugués, pero en algún caso muy esporádico he oído silval, como conjunto de esa planta espinosa), matorráis, carqueisa, escobeira, fitu-fieitu, gamón, ciacillu, berezu, turtullu.

3.3.3 Ganadiría (Ganadería). Vacas, toirus, bueyis-bueis-bois, si son pequenus, biderrus, os-us de un anu, añojus. As cabras tamén aportan leiti i os-us cabritus boa calni, cumu tamén a dos-dus cordeirus. A ovella i o-u carneiru dan a lan-lana, que se usaba pa os-us colchó(n)s, peru antis se tiña que fial. A matanza se feya-ficía i (a)inda se fai cun a calni de guarru, peru antis se ten que vel que nun teña tri(n)china. As galiñas dan ovus i calni. Se deisaba un galu pa cubril ás galiñas (a galiña choca é a que quenta os-us ovus pa que seya o-u poliñu) i pa comelu dispóis en navi(d)ái. O-u sistema de produción da ganadiría ha cambiáu mu(i)tu. Da morucha brava da serra d’As Ellas se ha pasáu a oitras razas de calni, cumu a limusina. Ya nun se ven tantas pastorías de cabras nin de ovellas. Nin siquera crían as familias guarrus pa (a) matanza. Agó-agora se compra ya to feitu. Nas laboris do-du campu ha aisu(d)áu-ayuáu mutu-muitu o-u burru, o-u cabalu. Do-du cruci de cabalu i burra o egua i burru sai-sei o-u mu(u), con boas cuali(d)áis pa o-u traballu pesáu. En casa fain-fadin-facin cumpañia algú(n)s animáis, cumu o-u perru i o-u gatu. Antis se tiñan os-us animáis en casa peru agora-agó están fóra nunha-en-in unha cortella. Se tenin pa pruducil mel i cera ensamis-isemis de abellas. Nun puemus-pudemus idil-idel-eidel-dicil que o-u furón se(i)a un animal de compañía, peru algún cazaol se pué selvil-silvil do-du sei tamañu pa cazal cuellus.

3.3.4 Animáis du campu (Animales del campo, salvajes). Ya nun hai lobus i apenas quean dorras pol me da-de a tri(n)china. Tampoicu quean lagartus tan abundantis en-in oitru tempu. Se ven algunhas lagatisas, gulusinas-donas-doniñas, liró(n)s, ratas, cuellus, lebris. Nun sei si algunha vé-ve habería lundrias-lundras, peru agora nun hai nin rastru. Mais abundanti é o-u reinu dos-dus insestus, chicharras,

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cigañotis, cempés, maripoisas, to tipu de cocus, os-us das patatas, o-u cocu de lu, miñocas-lumbricis. Entre os-us paisarus-páisarus se ven bastantis pardáis, gulundrinas-anduriñas, avió(n)s, morcegus-morcéganus i hasta garrapiñas dentru do-du pueblu. No-nu-en o-in o-en u-in u campu encontramus melrus-melroas, palomas, tórtolas, cucus, tordus, pegas, grallus, gaius, rabilalgus, picanzus, pirdicis, alpénduras-rupéndulas, (a)bubillas, silgueirus-jilgueirus, ruiseñoris, galus du campu, aguanevis, avifrías, picabarrenus, corrucas, muchuelus, lechuzas.

3.3.5 Animáis de calga. Aparellus de traballu. As caballirías, que han siu, suntu cun a yunta, os-us animáis d´aisuda-aisúa-ayúa pa os-us traballa(d)oris, están casi estinguiéndusi, pulque desdi-derdi que chegó o-u tratol ya nun fain falta-farta. Sólu os-us cabalus quean, peru cumu artículu de luju. Aquelis cabalus grandis, aparelláus cun a albarda atá cun a cincha pul dientri-diantri-yentri, debaisu do-du peitu i os-us ataferris pur detrás, levaban un carregu pesáu de contrabandu i unha persoa-pesoa encima i silvían tamén pa aral, pa levá calgas cun os-us sairó(n)s, cun as agüeiras o atás cús-cun os-cun us lazus i a reata. Currían engalanáus cun as milloris escabedás-escabezás i o-u sueiru nas-en as-in as festas de San Bras. Agora istá de moda o-u dos-dus picaderus. Pa o-pa u traballu no-nu-en-in o-u campu se ha usáu sempris, o-u aráu, cun a rella-reisa y a mandeira pa dirigilu. Agora-agó se tenin as desbrozaoras, peru antis se tiña que rozal to cun a rocería, o-u poón, a foici-fueici, a guaña i pa cortal troncus máis gordus, cun a malleta. Se usaban i (a)inda se usa peru mu(i)tu menus a azá, o-u sachu, a endra, a urquilla-furquilla, a criba, a esbagueira, a tiseira de poal i oitras ferramentas.

3.3.6 Cumías (Comidas). Mollu d´asíns, mollu de pescáu, allu de patatas, allu de colis, esparragáu, sopa de saltabellacus, potaji, girisi, gaspachu con poléu, ensalá de naranyas-naransas, migafritas-migasfrisías. Pa merendal se cumía o-u churizu, o-u boteti (chorizo pequeño), murcela, jamón-samón. Se fai con frecuencia pa postri leiti frita, perrunillas, folló, millara, canas cheas de crema, roscas d(e) airi. Nas rumirías se levaban os-us fornazus i pul-pur os-us santus se feya-ficía a borrallá de castañas. Cuandu chegaban as primeiras chuv(i)as dispois do-du verán se recollían tortullus, sobre to

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ondi pastaban as vacas, pa comel con un poicu de sal o guisáus. Poica (i)sentí cudiña-cucina nestis tempus cun o-u pucheiru i o-u borrallu.

3.3.7 Diversió(n)s. Hasta fai un puñau de anus casi nun se platicaban nestis-en estis-in estis pueblus os-us (i)sogus-yogus d´equipu dos-dus deportis mais cuñocíus-coñecíus, fulbu, baloncestu, balonmanu. Estis deportis ya nun tenin o-u piqui que tiñan antis. En-in oitrus tempus nun se dispuñia de tantus suguetis-juguetis industriáis. Había que arregla(l)si cun o-u que se tiña a man, as bugallas dos-dus roblis-carballus pa sugal ao-au gua, en ve dos-dus bulindris de vridiu, o-u aru du asentu dos-dus cubus i a manilla de alambri, a taba do-du osu da rulla de cabra o cordeiru, os-us cartó(n)s das caisas de mistrus, as chapas das botellas, cachus de tella pá-pa a ruleta, un cachu de pau agudáu pá-pa-a fincacha, unha corda pá-pa a comba, as pernas pa correl en mu(it)us sogus-yogus cumu escunditi-escundiallas. Ós-ús-aos-aus mozus les gustaban os-us (i)sogu-yogus de forza. As dagalas sugaban mais cun as bunecas-munecas, mu(i)tas d´elas feitas pur elas mesmas cun trapus, mazarocas, paus. Había un sogu-yogu de bolas de meira-ma(d)eira feitas en casa que (a)inda hoisi algunhas mulleris mayoris platican. Agora-agó os-us dagáis ya nun sugan á-a a piona, pinchi, chichipán i se quean en casa cun a play station. Os-us (i)sogus-yogus de cartas que máis coñoci-coñeci a (i)sentí-yenti nestis-en estis-in estis lugaris son o-u zápiti-dápiti, a brisca, o-u tuti. Os-us que querin sugal (d)iñeiru tenin o-u julepi, subastáu, jilei. Dispois do-du duru traballu a (i)senti-yenti esperaba que chegaran as festas. Nesta-en éstas-in éstas sempri(s) se seya mu(i)tu ú-ao-au campu, cumu a rumiría do-du Espíritu Santu entre valverdeirus i lagarteirus o a da Divina Pastora entre mañegus i lagarteirus. Tantu a esas cumu á-a a festa da Santiña nun-en un-in un campu vidiñu de Portugal se diba cun as caballirías. Tamén era importante a participación dos-dus cabalus nas festas de San Bras. ¡Cúmu currían pulas-pur as callis empinás d´As Ellas! Hoisi se siguin utilidandu-utilizandu cabalus particularis i de picaderus, peru mu(i)tus preferin-prefierin a comodi(d)ái dos-dus vehículus. Cun as vacas bravas da serra se feyan-ficían boas capeas, peru se están-istán perdendu pula pur a responsabili(d)ái i pulus-pur os-pur us gastus. Nu-en-in o-en-in u tres de maiu celebran os-us mañegus a festa grandi da Crú Bindita. Son-sonin festas importantis pa os-us lagarteirus a festa do-du patrón San Bernabé, pa os-us valverdeirus a festa de Nosa Señora d´agostu o-u quinci d´esi mes. Cumu residi tanta (i)senti-yenti d´estis pueblus fóra-fora, s´está celabrandu últimamente unha festa do-du emigranti.

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3.3.8 Membrus da familia i relación de bautismu. Pairi-taita en Eljas y San Martín, padri-pá en Valverdi, mairi, fillu,-a, (a)güelu, -a, netu, -a, helmanu, -a, maríu, mullel, tiu, tía, sobriñu, -a, cuñáu, cuñá, primu, -a, sogru, -a, (i)senru-yenru, nora, mairiña-madriña, pairiñu-padriñu.

3.3.9 Partis do-du corpu. Cabeza-cabeda, pelu, ollus, narí, boca-fudicu, lengua, colu (ya casi no se oye, refiriéndose a regazo, para llevar los niños en brazos, como en Galicia)-pescozu-pescodu, brazu, co, man, (plural ma(n)s), peitu, barriga, ombigu, cuadril-cuairil, perna, rulla, tobelu (pús-pa os-pa us animáis se usa cutubelu), pe, deus do-du pe i da man. O deu máis pequenu se chama minguichi.

3.3.10 Roipa (Vestimenta). Traji, vistíu, falda-farda, pantaló(n)s, jelséi, chaqueta, pilliza, zapatus, calcetí(n)s. As mulleris se preparan mais que os-us homis, levan nas urellas brínquilis-aretis (pendientes) i usan con mais frecuencia o-u pendi (peine) pa arraglalsi o-u pelu.

3.3.11 División do-du tempu. Días da semana-semán: Lunis, martis, mérculis, (i)sovis-yovis, vernis, sabau-sábadu, dumingu. Mesis do-du anu: Eneru i raramenti saneiru, febreiru, marzu, abril, maiu, juniu, juliu, agostu, setiembri, utubri, noviembri, diciembri. Estació(n)s do-du anu: Primaveira-mais usáu primavera en Eljas-, verán, otoñu-utuñu, invernu. Se chama aninovu ó-ú-ao-au fin do-du anu. Anu novu é o-u anu que entra i anu vellu o-u que sai-sei.

3.3.12 Coloris. Blancu-brancu, negru, verdi, azul, violeta, nazarenu, encalnáu, moráu, marrón, naransa-naranya, amarelu, gris. Nun temus as palabras vermelho-

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vermello do-du portugués i galegu, sinu coloráu, nin louro-loiro, -a, sinu rubiu,-a. Ós-ús-aos-aus animáis se les chamaba mu(i)tas vecis-vedis pul-pur o-u colol da pel, salinu, mojinu, bragáu, rabicanu, rubia, moritu, jarda. A vida do-du campu enchi os-us ollus de mu(i)ta varie(d)ái de coloris de terra, agua, plantas, animáis, etc.

3.3.13 Soidi (Salud). As enfelmi(d)áis afetan a soidi das pesoas-persoas. Os-us síntomas máis corrientis-correntis se mostran con dolol do-du corpu, tosi, escalafríus, olleiras, febri, cagaleira, gómitus. Hoisi temus boas midicinas a mayol-maiol parti pa tomal pula-pur a boca, pulque mu(i)ta (i)senti-yenti ten meu das indició(n)s, cun a agulla i a jiringuilla. Agora-agó ya nun se uivin casus das vellas enfelmiáis víricas, cumu o-u sarampelu-sananpelu, a poliu, nin hai tantus tísicus, peru temus maís estrés i toas as consecuencias que comporta a veloci(d)ái da ví(d)a modelna.

3.3.14 A arquitetura. A casa. Antis se feyan-ficían de pedra, agora-agó máis con lairillus-ladrillus. Nun se deisa a pedra ao-au airi, se encalan i se enjalbegan cun pintura blanca-branca pul regla-regra general. Tendis-tindis que vel as velbenas na-en a-in a plaza-praza da fotu d´abaisu de Valverdi, sobre to as das festas do-du quinci d´agostu. Na-en a-in a de San Martín eran interesantis as capeas cun a fonti nu-en o-u- in o-u meiu-meyu ondi saltaban os-us dagalis escapandu da vaca. A d’As Ellas se quea un poicu pequena pa unha velbena cun mu(i)tu númiru de pe(r)soas, peru silvi de centru pa reunilsi a (i)senti-yenti. Nun falta na-en a-in a arquitetura dus lugaris algún cruceru-cruceiru, cumu o-u de Valverdi,semellanti aos-aus que tenin os-us galegus.

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Nas en-in As Ellas hai callis mu empinás i caleisas estreitas, peru hai boas pedras pus-pa os-pa us cimentus. (A)inda se ven unhas escaleiras de pedra pa entral nas en as-in as casas i ondi a (i)senti-yenti se senta pur-pul as tardis do-du verán a (e)ital algunha palreira-chalreira. Agó-agora se antolla difícil subil cun os-us cochis, peru antis cúmu subían as caballirías calgás de algu o cun (i)senti montá encima, sobre to os-us cabalus cun o-u carregu do-du contrabandu i cúmu les gusta ús-aos-aus lagarteirus correl cun elis pur-pul as festas de San Bras, que (e)itan chispas as ferraúras. Aquí debaisu vemus algunhas d´esas callis tan caraterísticas.

En Sa(n) Martín se conselva o-u modu de costruil mu típicu cun adobis i cun balcone(i)ras. (A)inda corri agua pur-pul o-u regatu das callis cumu algu típicu que nun se ha quiríu quital, pul que folma parti du tipismu do-du pueblu cumu foi en-in oitrus tempus. A moderni(d)ái nun tel pul que estal-istal en contra das tradició(n)s. Esas caraterísticas i a das escaleiras de pedra pa entral en casa as vemus nas en-in as imáginis de aquí abaisu, peru sempri(s) é millol pasal pul os-us pueblus d´esti valli pa disfrutal de to isu pe(r)soalmenti Si temus a sorti de dil cuandu (a)inda corrin os-us rius ben cheus, vamus a disfrutal da agua limpa pa puelsi dal un bo bañu i pa escu(i)tal o-u suiu baisandu pur as faldas das montañas. Pur As Ellas, cumu está in altu nun pasa niñún riu, pur Valverdi pasa o-u riu Eljas-Ellas au lau, pur-pul Sa(n) Martín pasa máis o menus pur o u meiu-meyu-mediu du pueblu.

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As casas tenin generalmenti tres alturas. Na-en a-in a parti d´abaisu istaba a boiga-buiga de viñu i as do-du ganáu. Encima vivía a (i)senti-yenti quenti cun o-u vapol, peru tamén cun o-u cheiru do-du istelcu. Agora-agó ya nun hai animáis en casa, as boigas-buigas se convirtiran en garajis-garaisis pús-pa os-pa us cochis. Antis poicas casas tiñan retreti, se tiña que dil fóra a fel as necesi(d)áis o no-nu- en o-en u-in o-in u miseiru. Na-en a-in a cudiña-cuciña d´algunhas casas había un fogal, peru en casi toas se arcendía fogu pa quentalsi i pa cural os-us jamó(n)s-samó(n)s, os-us churizus, murcelas i alguhas custelas pa o-u pucheiru. Esas chimeneas istaban cheas de fulisi-furruisi, das moisanas do-du lumi. Alí se cudía-cucía pas pesoas-persoas o-u pucheiru i se frisía na sartén encima das estrenis-tresnis. Pús-pa os-pa us animáis se cudía-cucía o-u belberallu de patatas, rábanus, remolachas, gamona na-en a-in a caldereta colgá das llaris. Cuandu se apagaba o-u borrallu as albas se (e)itaban na-en a-in a pilleira-arpilleira. Hoisi cun o-u sistema de califación i cun o-u modu-seitu de conservación das neveiras ya nun se fai fogu. Tampoicu se ven os-us braseirus nin as baílas pa esborrallal. Nas mesas nun se puñían tantus platus-pratus nin tampoicu tos os-us tres elementus, a cuchal, o-u tiniol-teniol i o-u cutelu ¡Menus mantel i máis cumía! A casa tiña habitació(n)s grandis i oitras máis pequenas, que algú(n)s chamaban cileirus. Antis nun tos dispuñían de unha-d´unha sala pa ca fillu, nin unha cama pa ca un d´elis. Na-en a-in a parti d´arriba da casa, no-nu-en o-in u sobráu se metían os-us produtus que se recollían pa guardal pú-pa o-pa u invernu pás-pa as pesoas-persoas i pastu o palla pú-pa o-pa u ganáu. Agora-agó se querin as casas cun jardín. Antis ya se tiña bastanti cun as hortas pa traballal.

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ÍNDICE

1 SITUACIÓN GEOGRÁFICA. 1

2 APROXIMACIÓN HISTÓRICA Y SOCIO-CULTURAL. 6

2.1 Zona de saqueos árabes y cristianos entre los siglos IX-XII. 6

2.2 Origen y desarrollo lingüístico de a Fala. 8

2.3 Intereses repobladores medievales de la zona. 15

2.4 Posturas diversas sobre a Fala. 16

2.5 Apuntes históricos sobre esta zona occidental de la Sierra de Gata. 20

2.6 Interés cultural por a Fala. 23

3. APROXIMACIÓN LINGÜÍSTICA. 27

3.1 Desde la fonética-morfología. 30 3.1.1 Vocalismo. 30

3.1.1.1 En posición final. 30 3.1.1.2 En sílaba inicial e interior de palabra. 31 3.1.1.3 La distribución vocálica. 31 3.1.1.4 Las vocales átonas. 33 3.1.1.5 Resultados de vocales en contacto. 35 3.1.1.5.1 Por pérdida de la consonante etimológica al final de palabra. 35 3.1.1.5.2 Por pérdida consonántica intervocálica. 37 3.1.1.6 Diptongos. 40 3.1.1.6.1 La no diptongación de /e, o/ breves latinas. 42 3.1.1.6.2 Diptongación creciente en /oi/. 43 3.1.1.6.3 Diptongos procedentes de yod y grupos consonánticos latinos. 44 3.1.1.6.4 El diptongo /ai/ del grupo consonántico latino /tr/. 45 3.1.1.6.5 Diptongos resultantes del grupo consonántico latino ct. 46 3.1.1.7 Triptongos. 46

3.1.2 Consonantismo 50 3.1.2.1 Tratamiento de F 50 3.1.2.2 La africada palatal sorda (grafía ch). 51 3.1.2.3 El ámbito fónico de la lateral palatal sonora (grafía ll), la palatal central (grafía y), el sonido vocálico /i/ y las sibilantes sordas-sonoras alveolares y prepalatales. -La evolución de los grupos latinos /ly, k´l, t´l, g´l, ks/ y las formas latinas i, j, g, dy- 53 3.1.2.4 Los sonidos sibilantes. 57 3.1.2.5 Resultado de las antiguas fricativas y africadas palatales. 59 3.1.2.6 Las dentales e interdentales, d, z, c+e, i. -Resultados de las antiguas sibilantes africadas sorda/sonora-. 63 3.1.2.6.1 Otros tratamientos de las dentales. 65 3.1.2.7 Las líquidas. 65

3.1.2.7.1 La lateral /l/ 65 3.1.2.7.2 La vibrante /r/ 66

3.1.2.8 Las nasales 68 3.1.2.9 Inestabilidad y cambios consonánticos. 70

3.1.3 Particularidades en la acentuación. 73

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3.2 Desde la morfosintaxis 75 3.2.1 La derivación en la formación lexical 75

3.2.1.1 Prefijos. 75 3.2.1.2 Sufijos. 75

3.2.2 Formación y uso de elementos gramaticales. 77 3.2.2.1 Género 77 3.2.2.2 Número 78 3.2.2.3 El artículo 80 3.2.2.4 El pronombre personal 82 3.2.2.5 Posesivos. 83 3.2.2.6 Demostrativos 83 3.2.2.7 Indefinidos 84 3.2.2.8 Interrogativos 85 3.2.2.9 Numerales 85 3.2.2.10 Ordinales 85 3.2.2.11 Partitivos y multiplicativos. 86 3.2.2.12 El adjetivo modal. Expresiones. 86 3.2.2.13 El verbo 87

3.2.2.13.1 Otros significados verbales. Perífrasis verbales. 95 3.2.2.14 Cuantificadores 96 3.2.2.15 Relacionantes. 96

3.2.2.15.1 De lugar. 96 3.2.2.15.2 De tiempo. 97

3.2.2.16 Expresión de afirmación, negación, duda y otros valores relacionantes. 98 3.2.2.17 Conjunciones introductoras de oraciones. Interjecciones. 98 3.2.3 El tratamiento. 100

3.3 Léxico. 100 3.3.1 Produtus da agricultura i frutáis (Productos de la agricultura y frutales) 105 3.3.2 Plantas du campu (Vegetación silvestre) 107 3.3.3 Ganadiría (Ganadería). 107 3.3.4 Animáis du campu (Animales del campo, salvajes). 107 3.3.5 Animáis de calga. Aparellus de traballu. 108 3.3.6 Cumías (Comidas). 108 3.3.7 Diversió(n)s. 109 3.3.8 Membrus da familia i relación de bautismu. 110 3.3.9 Partis do-du corpu. 110 3.3.10 Roipa (Vestimenta). 110 3.3.11 División do-du tempu. 110 3.3.12 Coloris. 110 3.3.13 Soidi (Salud). 111 3.3.14 A arquitetura. A casa. 111

4. BIBLIOGRAFÍA. 113 BIBLIOTECA VIRTUAL EXTREMEÑA – http://biblioteca.paseovirtual.net