A. Elorza. Stalin en España

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TRIBUNA: ANTONIO ELORZA Stalin en España ANTONIO ELORZA 31/03/2009 Si cada muerte individual es una tragedia, la muerte de un millón de personas estadística". Esta frase atriuida a Stalin, !ue recoge artín #mis, refle$a m dole cara del estalinismo. &e un lado su dimensión monstruosa, de política !u alcan'ar sus fines recurre de modo sistem(tico a la destrucción de los )omres su componente de racionalidad, en el sentido !ue aorda los grandes prolemas uscando en todo momento aplicar el criterio de elección racional. +a defensa de la rep lica democr(tica se convirtió en la consigna de la -omi Stalin aconse$ó una política !ue evitara el aislamiento del oierno El gran error fue su previsión de !ue itler no ia a atacarle, posilemente p partida !ue amos $ugaan, soreestimó la capacidad intelectual de su oponent cre%ó !ue ia a cometer a!uel tremendo error de precipitarse con una invasión meses del invierno. #dem(s, tanto a itler como a Stalin, por atención a la gu curso en el primer caso % por falta de preparación suficiente en el segundo, l apla'ar el enfrentamiento. laro !ue la vocación punitiva de sesgo paranoide tami n afectaa a esa s racionalidad % al volumen de recursos disponiles para su política e pansiva la purga de 4u$as)evs5i % de uena parte de los mandos militares, una mutilaci potencial ofensivo cu%o coste pudo %a estimarse con ocasión de la penosa vict 6inlandia. 7 aspecto !ue $ugar( un papel no desde8ale en la guerra de Espa8a, coincidente en el tiempo con los grandes procesos de 193 :193;. <or lo dem(s, el planteamiento de Stalin fue desde 1933 a 193; impecale, teni cuenta !ue, a diferencia de +enin, el georgiano se dio perfecta cuenta de lo ! instituciones representativas suponían para los traa$adores de Europa occiden algo a tener en cuenta, no podía reproducirse sin m(s la vía sovi tica al soc cual era ien distinto de asumir la democracia como fin en sí mismo. # partir en el tiempo de la guerra espa8ola, la aplicación del vira$e representado por ongreso de la ?nternacional omunista, el del antifascismo % los frentes po a$usta a esa camisa de fuer'a. <or otra parte, Stalin mueve sus fic)as pensand guerra es inevitale % tanto l como sus colaoradores @+itvinovA est(n dispu en cada $ugada no )a%a el menor menoscao para los intereses de una "patria de socialismo" necesitada de ancla$e en la escena internacional @de a)í !ue suscr <acto de Bo ?ntervención al consolidarse la sulevación militar en Espa8aA. En la primavera del 3 , en plena efervescencia popular, los comunistas espa8o encontraan a$o la f rrea dirección del italoargentino >ictorio odovilla, comprometido luego en el asesinato de 4rots5i en ico %encantado con la ide pró ima revolución espa8ola. Sólo !ue a partir de la entrada de las tropas de Cenania, mes de mar'o, % a la vista de la inestailidad reinante, no era %a ti

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Stalin y Españ

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TRIBUNA: ANTONIO ELORZA

TRIBUNA: ANTONIO ELORZA

Stalin en Espaa

ANTONIO ELORZA 31/03/2009

Si cada muerte individual es una tragedia, la muerte de un milln de personas es una estadstica". Esta frase atribuida a Stalin, que recoge Martn Amis, refleja muy bien la doble cara del estalinismo. De un lado su dimensin monstruosa, de poltica que para alcanzar sus fines recurre de modo sistemtico a la destruccin de los hombres; de otro, su componente de racionalidad, en el sentido que aborda los grandes problemas buscando en todo momento aplicar el criterio de eleccin racional.

La defensa de la repblica democrtica se convirti en la consigna de la Komintern

Stalin aconsej una poltica que evitara el aislamiento del Gobierno

El gran error fue su previsin de que Hitler no iba a atacarle, posiblemente porque en la partida que ambos jugaban, sobreestim la capacidad intelectual de su oponente y no crey que iba a cometer aquel tremendo error de precipitarse con una invasin a pocos meses del invierno. Adems, tanto a Hitler como a Stalin, por atencin a la guerra en curso en el primer caso y por falta de preparacin suficiente en el segundo, les convena aplazar el enfrentamiento.

Claro que la vocacin punitiva de sesgo paranoide tambin afectaba a esa bsqueda de racionalidad y al volumen de recursos disponibles para su poltica expansiva: ejemplo, la purga de Tujashevski y de buena parte de los mandos militares, una mutilacin del potencial ofensivo cuyo coste pudo ya estimarse con ocasin de la penosa victoria sobre Finlandia. Y aspecto que jugar un papel no desdeable en la guerra de Espaa, coincidente en el tiempo con los grandes procesos de 1936-1938.

Por lo dems, el planteamiento de Stalin fue desde 1933 a 1938 impecable, teniendo en cuenta que, a diferencia de Lenin, el georgiano se dio perfecta cuenta de lo que las instituciones representativas suponan para los trabajadores de Europa occidental. Eran algo a tener en cuenta, no poda reproducirse sin ms la va sovitica al socialismo, lo cual era bien distinto de asumir la democracia como fin en s mismo. A partir de 1935, en el tiempo de la guerra espaola, la aplicacin del viraje representado por el VII Congreso de la Internacional Comunista, el del antifascismo y los frentes populares, se ajusta a esa camisa de fuerza. Por otra parte, Stalin mueve sus fichas pensando que la guerra es inevitable y tanto l como sus colaboradores (Litvinov) estn dispuestos a que en cada jugada no haya el menor menoscabo para los intereses de una "patria del socialismo" necesitada de anclaje en la escena internacional (de ah que suscriban el Pacto de No Intervencin al consolidarse la sublevacin militar en Espaa).

En la primavera del 36, en plena efervescencia popular, los comunistas espaoles se encontraban bajo la frrea direccin del italoargentino Victorio Codovilla, comprometido luego en el asesinato de Trotski en Mxico yencantado con la idea de una prxima revolucin espaola. Slo que a partir de la entrada de las tropas de Hitler en Renania, mes de marzo, y a la vista de la inestabilidad reinante, no era ya tiempo para Mosc de revolucin en Espaa, sino de prevenir el golpe de la reaccin. Por eso al llegar ste, la respuesta firmada por Dimitrov es inmediata, frente a las manifestaciones de entusiasmo de Codovilla por un aplastamiento supuestamente inmediato de la rebelin: "Lo ms importante es el mantenimiento y reforzamiento del Frente Popular. Hay que actuar exclusivamente bajo la bandera de la defensa de la Repblica que permite reunir la mayora aplastante del pueblo espaol frente a la contrarrevolucin".

La defensa de la repblica democrtica se convierte en la consigna central de la Komintern y del PCE, por contraste con los planteamientos izquierdistas del POUM de Andrs Nin y con la revolucin colectivista de la CNT, lo cual no significa que los comunistas dejen de participar en el proceso revolucionario, tanto en sus aspectos positivos como en la prctica de la represin (checas).

Stalin acepta que la URSS suscriba la No Intervencin, pero con toda cautela decide apoyar a la Repblica al constatar en agosto del 36 el deterioro de la situacin militar. El programa de recepcin al embajador de la Repblica, Marcelino Pascua, ser una muestra inmejorable de ese apoyo cauteloso. Desde su veraneo en el Mar Negro, dos notas de Stalin a su fiel Kaganovich lo expresan de modo inequvoco, primero en cuanto a abastecimientos ("vender petrleo a los espaoles en los trminos ms favorables para ellos, a menor precio si hace falta", y otro tanto para trigo y alimentos, 18 de agosto), luego en cuanto a ayuda militar (enviar bombarderos va Mxico, buenos pilotos, armamento y municiones, 6 de septiembre). El mismo mes, la puesta en marcha desde la Internacional Comunista de lo que sern las Brigadas Internacionales, un frente popular en armas, no un ejrcito para sovietizar Espaa, ser la expresin ms clara de esa actitud.

Su traduccin poltica fue la famosa carta de 21 de diciembre de 1936 a Largo Caballero, punto de partida segn Santiago Carrillo del posterior eurocomunismo. Amn de recomendar para Espaa una va parlamentaria al socialismo, Stalin aconseja una poltica que evite el aislamiento del Gobierno y que enlace con todo aquel dispuesto a defender la Repblica.

En lo sucesivo, los intereses de la URSS siguen imperando, pero no sin cierta flexibilidad, observable en la rectificacin de febrero del 38 a la consigna de abandono del Gobierno por el PCE, e incluso en la atencin otorgada a fines del mismo ao, al borde del desplome, a la peticin de armas cursada por Hidalgo de Cisneros por encargo de Negrn. El respaldo a Largo Caballero en la primavera del 37, y an antes frente al sectarismo del virrey Codovilla, invalida la imagen habitual. Su posterior sustitucin como tutor del PCE por Palmiro Togliatti se sita en la misma direccin "frentepopulista".

Slo que la poltica del VII Congreso, y, ms an, la aplicacin del apoyo a la Repblica en tiempo de histeria antitrotskista y de procesos de Mosc, era como el huevo de la serpiente. Incorporaba el principio de la captacin o destruccin de los aliados socialistas mediante procesos de unificacin y un agresivo proselitismo (JSU, UGT, PSUC) e introduca en el interior de las instituciones republicanas la prctica del terror. El desembarco de la NKVD con Orlov al frente, las matanzas de noviembre de 1936, afectaban al escenario idlico de la proteccin fraterna a una democracia republicana que segn la imagen oficial se vea abocada a una nueva Guerra de Independencia frente a los invasores alemanes e italianos al lado del traidor Franco.

Los hechos de mayo de 1937 permitieron que culminase la campaa antitrotskista, con el asesinato de Andrs Nin y la detencin y proceso de los dirigentes del POUM. Sin embargo, si bien el presidente Negrn ech una cortina de humo sobre lo primero -necesidad obliga-, protegi a los apresados y el proceso del POUM no reprodujo el espectculo de justicia criminal de los juicios de Mosc. Fue un signo de que el peso del comunismo en el Estado republicano no supona sovietizacin. De ah las tensiones en el final de la contienda entre quienes proponan una huida hacia delante con la toma del poder, al modo del blgaro Stepanov, con Pasionaria a su lado por inercia, y los que como Dimitrov y Togliatti trataban de evitar sin xito que el PCE quedara como "el partido de la guerra". Aislado.

La derrota militar del invierno anterior haba invalidado el intento de Stalin en septiembre de 1937 de eliminar el pluralismo poltico de la zona republicana mediante unas elecciones con listas homogneas, no ya de frente popular, sino de "bloque popular", agregacin de fuerzas subalternas en torno al Partido. Ni los leales dirigentes del PCE lo aceptaron de buena gana, por no hablar de la oposicin socialista. No obstante, lo que cuenta es comprobar cmo la asuncin transitoria de la democracia por Stalin llevaba a la lgica de monopolio del poder que caracterizar a las llamadas democracias populares.Antonio Elorza es catedrtico de Ciencias Polticas.