A canadian way of life

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ONTARIO | LA HABANA | WORLD’S BEST AWARDS 2013 AGOSTO 2013 WORLD’S BEST AWARDS 2013 LOS MEJORES HOTELES, RESORTS, CIUDADES Y MÁS ARTE HABANA LOS RESPONSABLES DE LA NUEVA ESCENA ARTÍSTICA DE LA CAPITAL CUBANA MÉXICO ESTRATEGIAS TIPS DE FOTO PARA EL VIAJERO CANADÁ Vista del Blue Mountain Resort desde The Westin Trillium House. AGOSTO 2013 / $50.00 ONTARIO Guía para 1a buena vida en las bahías canadienses

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Revista Travel+Leisure México, agosto 2013. Por Andoni Aldasoro. Diseño editorial: Andoni Aldasoro. Fotografías: Ilán Rabchinskey

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WORLD’S BEST AWARDS 2013LOS MEJORES HOTELES, RESORTS, CIUDADES Y MÁS

ARTE HABANALOS RESPONSABLES DE

LA NUEVA ESCENA ARTÍSTICA DE LA CAPITAL CUBANA

M É X I C O

ESTRATEGIAS T IPS DE FOTO PAR A EL V IAJERO

CANADÁVista del Blue Mountain

Resort desde The Westin Trillium House.

AGOSTO 2013 / $50.00

ONTARIOGuía para 1a buena vida en las bahías canadienses

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A CANADIAN WAY OF LIFE

Ya sea en un bote en Georgian Bay, en los picos de Blue Mountain o en la profundidad de las cuevas, Andoni Aldasoro encontró en el sur de Ontario un escape perfecto para dejarse llevar y conocer la buena vida, al estilo canadiense. Fotos Ilán Rabchinskey

Recorrido entre grutas y cuevas en el parque Scenic Caves; página opuesta: degustación de vinos en los Georgian Hills Vineyards.

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A CANADIAN WAY OF LIFE

Ya sea en un bote en Georgian Bay, en los picos de Blue Mountain o en la profundidad de las cuevas, Andoni Aldasoro encontró en el sur de Ontario un escape perfecto para dejarse llevar y conocer la buena vida, al estilo canadiense. Fotos Ilán Rabchinskey

Recorrido entre grutas y cuevas en el parque Scenic Caves; página opuesta: degustación de vinos en los Georgian Hills Vineyards.

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unca el polen, ni la flor de donde éste partió, se han distinguido por ser una especie muy inteligente, incluso podríamos aventurarnos a afirmar que su andar es más bien poco brillante. Basta con visitar cualquier gran ciudad en Canadá para comprobarlo. Toronto resulta un buen ejemplo. Es muy común que, caminando a lo largo de la tumultuosa Yonge Street, se pueda apreciar los esponjosos cúmulos de polen flotando por el aire hasta caer sobre el pavimento, sin polinizar nada, sin esparcir la semilla que llevan con tanto cuidado.

“No pierdo la oportunidad de volver al agua, de dejar tierra firme”, dice entusiasmada Linda, abrochándose el chaleco salvavidas con la misma naturalidad de quien se pone un suéter o una chamarra. Las tardes veraniegas en Ontario son engañosas. El cielo está cubierto por nubes indecisas que amenazan con romper en lluvia. A pesar de esto, varias personas caminan a lo largo del paseo costero de Collingwood, otras simplemente dedican su tarde a la contemplación. Sitting on the dock of the bay… wasting time. En mi mente hace eco la voz de Neil Young; afuera, el silencio es total. Al gran cuerpo de agua que es Nottawasaga Bay parece no molestarle el murmullo del motor del bote donde navegamos. El agua es tan clara que se pueden ver las piedras en el fondo.

Linda Simpson es la directora ejecutiva de Georgian Triangle, oficina de promoción turística de la región que comprende las ciudades de Collingwood, Owen Sound y Barrie, todas ubicadas en el sur de Georgian Bay (y, por ende, en el sur de Ontario). El plan era que Linda nos recibiera en el Museo de Collingwood y nos diera un pequeño recorrido por el recinto, pero salió la idea –de ella misma, por cierto– de tomar un bote y navegar por Nottawasaga Bay, dentro

de Georgian Bay, “una bahía dentro de otra bahía”. Y es que sólo hay dos formas de conocer bien los pueblos de esta región: mirándolos desde el agua, o mirándolos desde la cima de sus picos; porque ellos mismos se ven reflejados en sus ríos y lagos, en sus praderas y montañas. Su vida y sus pensamientos están estrechamente ligados a la naturaleza que los rodea.

Bien adentro de Nottawasaga Bay, a 2 km, para ser exactos, el bote hace la primera parada. Flotando ya con el motor apagado, apreciamos la pequeña isla habitada por un faro en desuso custodiado por cientos de gansos canadienses. Una ligera llovizna forma ondulantes círculos concéntricos en la superficie de la bahía. Aunque no sea capaz de sentir la paz de la que Linda habla, sí la puedo imaginar y, al menos en mi cabeza, ésta es abrumadora.

N

Seasonal soup, en el Tremont Cafe.

Interior del Tremont Cafe, en Collingwood.

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unca el polen, ni la flor de donde éste partió, se han distinguido por ser una especie muy inteligente, incluso podríamos aventurarnos a afirmar que su andar es más bien poco brillante. Basta con visitar cualquier gran ciudad en Canadá para comprobarlo. Toronto resulta un buen ejemplo. Es muy común que, caminando a lo largo de la tumultuosa Yonge Street, se pueda apreciar los esponjosos cúmulos de polen flotando por el aire hasta caer sobre el pavimento, sin polinizar nada, sin esparcir la semilla que llevan con tanto cuidado.

“No pierdo la oportunidad de volver al agua, de dejar tierra firme”, dice entusiasmada Linda, abrochándose el chaleco salvavidas con la misma naturalidad de quien se pone un suéter o una chamarra. Las tardes veraniegas en Ontario son engañosas. El cielo está cubierto por nubes indecisas que amenazan con romper en lluvia. A pesar de esto, varias personas caminan a lo largo del paseo costero de Collingwood, otras simplemente dedican su tarde a la contemplación. Sitting on the dock of the bay… wasting time. En mi mente hace eco la voz de Neil Young; afuera, el silencio es total. Al gran cuerpo de agua que es Nottawasaga Bay parece no molestarle el murmullo del motor del bote donde navegamos. El agua es tan clara que se pueden ver las piedras en el fondo.

Linda Simpson es la directora ejecutiva de Georgian Triangle, oficina de promoción turística de la región que comprende las ciudades de Collingwood, Owen Sound y Barrie, todas ubicadas en el sur de Georgian Bay (y, por ende, en el sur de Ontario). El plan era que Linda nos recibiera en el Museo de Collingwood y nos diera un pequeño recorrido por el recinto, pero salió la idea –de ella misma, por cierto– de tomar un bote y navegar por Nottawasaga Bay, dentro

de Georgian Bay, “una bahía dentro de otra bahía”. Y es que sólo hay dos formas de conocer bien los pueblos de esta región: mirándolos desde el agua, o mirándolos desde la cima de sus picos; porque ellos mismos se ven reflejados en sus ríos y lagos, en sus praderas y montañas. Su vida y sus pensamientos están estrechamente ligados a la naturaleza que los rodea.

Bien adentro de Nottawasaga Bay, a 2 km, para ser exactos, el bote hace la primera parada. Flotando ya con el motor apagado, apreciamos la pequeña isla habitada por un faro en desuso custodiado por cientos de gansos canadienses. Una ligera llovizna forma ondulantes círculos concéntricos en la superficie de la bahía. Aunque no sea capaz de sentir la paz de la que Linda habla, sí la puedo imaginar y, al menos en mi cabeza, ésta es abrumadora.

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Seasonal soup, en el Tremont Cafe.

Interior del Tremont Cafe, en Collingwood.

Page 6: A canadian way of life

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Paseo costero de Nottawasaga Bay,

dentro de Georgian Bay.

De izquierda derecha, de arriba a abajo:

restaurante Tholos, en Blue Mountains Village; pista de

ciclismo de montaña, en Blue Mountains; la Tremont in House Ground Burger, en Tremont Cafe; vista de The

Westin Trillium House desde el pequeño muelle; Robert Ketchin, de Georgian Hills

Vineyards; kayak en Beaver River; camino hacia Blue

Mountains Village; pastel Red Velvet, en Tremont Cafe; fachada del edificio Tremont,

en Collingwood.

UN LUGAR LLAMADO COLLINGWOODA 90 minutos de Toronto, Collingwood es un pequeño pueblo en el sur de Ontario, situado en el escarpe del Niágara, cuya población no alcanza los 20 mil habitantes. Anteriormente fue un importante puerto pesquero y de carga en la región, pero de este pasado sólo quedan el edificio que servía como elevador de granos y el museo donde nos esperó Linda, donde se muestran vestigios e imágenes de lo que fue el astillero y de la vida en esa época.

Collingwood es un pueblo impecable. El pasto en los jardines está perfectamente podado; los espacios de aparcamiento son espaciosos y suficientes; las calles, limpias. Todo parece una maqueta. Si no supiéramos que gente como Linda vive aquí, sería difícil creer que la ciudad está habitada.

Regresando del paseo por Georgian Bay, la siguiente escala es un restaurante que ocupa la planta baja de uno de los edificios mejor restaurados de la ciudad. Construido en 1881, después de un gran incendio que devastó Collingwood, el edificio Tremont funcionó como hotel por más de 100 años. Ahora, el inmueble alberga un restaurante que lleva el mismo nombre y varios estudios-galerías de artistas plásticos locales.

En el interior del Tremont Cafe predomina el blanco que, junto con la luz natural que entra por los grandes ventanales, brinda una sensación de amplitud y tranquilidad. Mientras nos entregan la carta, en el sonido local se escucha Fly Me to the Moon de Ol’Blue Eyes. Toda la decoración evoca los tiempos del swing de los años 50. Para cuando traen la sopa, Frank Sinatra ha quedado en el recuerdo. Un pequeño plato con el interior naranja brillante

está plantado frente a mí. Pimienta, tomate, caldo de verduras y chile jalapeño, acompañado de pan casero, conforman la seasonal soup, un platillo que, como su nombre lo indica, va cambiando de ingredientes conforme la época del año. Un placer conduce a otro en una cadena interminable. Del exquisito sabor especiado y picante de la sopa, a una no menos memorable hamburguesa: la Tremont in House Ground Burger, con queso cheddar, tocino y guacamole. Cuando llega el postre en forma de torre de Red Velvet no queda la menor duda que estamos frente al highlight culinario del viaje, y eso que éste apenas comienza. Fuera de provocar culpa, cada bocado nos hace sentir un orgullo profundo.

NOCHE EN LAS MONTAÑAS AZULESConforme transcurre el tiempo, consultamos el reloj cada vez menos. Pocas cosas hay que liberen más la mente que no llevar la cuenta de las horas, convirtiendo la pulsera de metal que portamos en un mero accesorio estético.

El atardecer nos encuentra en The Westin Trillium House, en Blue Mountain Village, a 25 minutos de Collingwood. Desde los altísimos ventanales del lobby se puede apreciar la villa detrás del lago. Cuando las luces se van encendiendo, el sitio se asemeja a una aldea salida de un cuento de hadas.

Diseñada en los años 40 por el checoslovaco Jozo Weider como un resort inversal, Blue Mountain Village cuenta con varios restaurantes, cafeterías y tiendas de ropa de estación; tiene su propio festival de jazz, y, tanto en la temporada blanca (invierno) como en la verde (verano), la ocupación en sus espacios de alojamiento es casi total. El complejo cuenta con todas las comodidades que uno puede esperar, pero sugiero continuar con el estado de ánimo que hemos estado procurando.

Para lo que sigue, la elección es libre. Podemos recorrer las calles de esta pequeña ciudad, o podemos tumbarnos en las sillas de madera, convenientemente colocadas, mirando al lago, en el muelle, sumidos en lo que el escritor canadiense James Ross llama cottage daze, o, aturdimiento de cabaña. TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A GREYLa mañana ha sabido sacudirse las nubes de ayer y, en lugar de éstas, ha traído un sol del que es difícil esconderse. No existe una agenda, pero sí una lista de deseos. Podríamos seguir en esta o en aquella dirección, sólo porque así nos lo dicten los caprichos.

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Paseo costero de Nottawasaga Bay,

dentro de Georgian Bay.

De izquierda derecha, de arriba a abajo:

restaurante Tholos, en Blue Mountains Village; pista de

ciclismo de montaña, en Blue Mountains; la Tremont in House Ground Burger, en Tremont Cafe; vista de The

Westin Trillium House desde el pequeño muelle; Robert Ketchin, de Georgian Hills

Vineyards; kayak en Beaver River; camino hacia Blue

Mountains Village; pastel Red Velvet, en Tremont Cafe; fachada del edificio Tremont,

en Collingwood.

UN LUGAR LLAMADO COLLINGWOODA 90 minutos de Toronto, Collingwood es un pequeño pueblo en el sur de Ontario, situado en el escarpe del Niágara, cuya población no alcanza los 20 mil habitantes. Anteriormente fue un importante puerto pesquero y de carga en la región, pero de este pasado sólo quedan el edificio que servía como elevador de granos y el museo donde nos esperó Linda, donde se muestran vestigios e imágenes de lo que fue el astillero y de la vida en esa época.

Collingwood es un pueblo impecable. El pasto en los jardines está perfectamente podado; los espacios de aparcamiento son espaciosos y suficientes; las calles, limpias. Todo parece una maqueta. Si no supiéramos que gente como Linda vive aquí, sería difícil creer que la ciudad está habitada.

Regresando del paseo por Georgian Bay, la siguiente escala es un restaurante que ocupa la planta baja de uno de los edificios mejor restaurados de la ciudad. Construido en 1881, después de un gran incendio que devastó Collingwood, el edificio Tremont funcionó como hotel por más de 100 años. Ahora, el inmueble alberga un restaurante que lleva el mismo nombre y varios estudios-galerías de artistas plásticos locales.

En el interior del Tremont Cafe predomina el blanco que, junto con la luz natural que entra por los grandes ventanales, brinda una sensación de amplitud y tranquilidad. Mientras nos entregan la carta, en el sonido local se escucha Fly Me to the Moon de Ol’Blue Eyes. Toda la decoración evoca los tiempos del swing de los años 50. Para cuando traen la sopa, Frank Sinatra ha quedado en el recuerdo. Un pequeño plato con el interior naranja brillante

está plantado frente a mí. Pimienta, tomate, caldo de verduras y chile jalapeño, acompañado de pan casero, conforman la seasonal soup, un platillo que, como su nombre lo indica, va cambiando de ingredientes conforme la época del año. Un placer conduce a otro en una cadena interminable. Del exquisito sabor especiado y picante de la sopa, a una no menos memorable hamburguesa: la Tremont in House Ground Burger, con queso cheddar, tocino y guacamole. Cuando llega el postre en forma de torre de Red Velvet no queda la menor duda que estamos frente al highlight culinario del viaje, y eso que éste apenas comienza. Fuera de provocar culpa, cada bocado nos hace sentir un orgullo profundo.

NOCHE EN LAS MONTAÑAS AZULESConforme transcurre el tiempo, consultamos el reloj cada vez menos. Pocas cosas hay que liberen más la mente que no llevar la cuenta de las horas, convirtiendo la pulsera de metal que portamos en un mero accesorio estético.

El atardecer nos encuentra en The Westin Trillium House, en Blue Mountain Village, a 25 minutos de Collingwood. Desde los altísimos ventanales del lobby se puede apreciar la villa detrás del lago. Cuando las luces se van encendiendo, el sitio se asemeja a una aldea salida de un cuento de hadas.

Diseñada en los años 40 por el checoslovaco Jozo Weider como un resort inversal, Blue Mountain Village cuenta con varios restaurantes, cafeterías y tiendas de ropa de estación; tiene su propio festival de jazz, y, tanto en la temporada blanca (invierno) como en la verde (verano), la ocupación en sus espacios de alojamiento es casi total. El complejo cuenta con todas las comodidades que uno puede esperar, pero sugiero continuar con el estado de ánimo que hemos estado procurando.

Para lo que sigue, la elección es libre. Podemos recorrer las calles de esta pequeña ciudad, o podemos tumbarnos en las sillas de madera, convenientemente colocadas, mirando al lago, en el muelle, sumidos en lo que el escritor canadiense James Ross llama cottage daze, o, aturdimiento de cabaña. TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A GREYLa mañana ha sabido sacudirse las nubes de ayer y, en lugar de éstas, ha traído un sol del que es difícil esconderse. No existe una agenda, pero sí una lista de deseos. Podríamos seguir en esta o en aquella dirección, sólo porque así nos lo dicten los caprichos.

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Clima

ENEFEB

MAR

ABRM

AYJUN

JULAGO

SEPOCT

NOVDIC

30ºC

�15ºC

30días

Guía T+L Ontario

Scandinave Spa

Scenic Caves

Georgian HillsVineyards

Westin Trillium

Free SpiritTours

COLLINGWOOD

BLUE MOUNTAINSO N T A R I O

0ºC

0 días

entre cuevas y grutas, encontramos el mejor lugar para seguir exponiéndonos al sol. Estos parajes muestran el secreto mejor guardado de Canadá, que, sin embargo, está a la vista de todos: su vasta naturaleza, la perfecta combinación del verde de la vegetación, con el azul de Georgian Bay, que también se aprecia desde aquí. Una ventisca que proviene de la cima nos sorprende, inundando el espacio con polen, blanco y suave; aportando el elemento onírico a la escena. Y pensar que muchos de estos cúmulos viajan lentamente hasta Toronto. Pudiéndose quedar aquí. Definitivamente, no es la especie vegetal más brillante. �

Georgian Bay

DÓNDE DORMIRThe Westin Trillium House 220 Mountain Drive, Blue Mountains, Ontario; westin.com/bluemountain $$

QUÉ HACERScenic Caves 260 Scenic Caves Road, Collingwood, Ontario; sceniccaves.com

Georgian Hills Vineyards 496350 Grey Road 2, Blue Mountains, Ontario; georgianhillsvineyards.com

Collingwood Adventure Voyages Heritage Drive, Collingwood; collingwoodadventurevoyages.com

Scandinave Spa 152 Grey Road, Blue Mountains, Ontario; scandinaveblue.com

DÓNDE COMERTremont Cafe 80 Simcoe St., Collingwood, Ontario; thetremontcafe.com $$

Oliver & Bonacini Café Grill 220 Mountain Drive, Blue Mountains, Ontario; oliverbonacini.com $$$

* $ Menos de 2,500 pesos $$ De 2,500 a 4,500 pesos $$$ De 4,500 a 6,500 pesos $$$$ De 6,500 a 13,000 pesos $$$$$ Más de 13,000 pesos. * $ Menos de 300 pesos $$ De 300 a 1,000 pesos $$$ De 1,000 a 2,000 pesos $$$$ Más de 2,000 pesos

*Para hoteles, implica los precios iniciales (o su equivalente) en tarifa rack por noche de una habitación doble en el mes de publicación de nuestra revista; para restaurantes, significa el precio promedio (o su equivalente) de una cena de tres tiempos para dos personas, sin contar bebidas, impuestos o propinas.

En este mismo tenor, todas las carreteras que conectan casas y poblados de esta región tienen el mismo nombre. Para llegar al Apple Valley, zona manzanera, desde Blue Mountain, tomamos Grey Road 6 hasta que ésta topa con Grey Road 119, y después de una larga línea recta sobre Grey Road 2 se pueden ver los viñedos que conforman el destino de los caprichos del día de hoy.

Lo primero que vemos de Georgian Hills Vineyards, después de las largas parcelas, es una mesa de madera con copas vacías encima; lo segundo, es a Robert Ketchin, socio del viñedo, que nos recibe con una botella color ámbar en la mano. A pesar de que Robert pertenece más al trasfondo comercial del negocio, esto no evita que él mismo dirija lo que llaman Wine and cheese tray tasting. El clima frío, junto con la humedad que brinda Georgian Bay, siempre presente en toda la zona, se combina con el viento cálido del sur, que permite producir vinos aromáticos y frutales. Los principales tipos de uvas que han encontrado en este suelo especiado por manzanas son Riesling, Chardonnay, Seyval Blanc y Vidal Blanc.

El menú de la mañana incluye un frutal Vidal Blanc 2011, con rasgos de durazno y mango, acompañando un queso de cabra; después, un Maréchal Foch 2011 con un paté de pistaches. Desconozco la ciencia del vino. Ignoro si mi olfato se ha intensificado o si es producto del vino o del sol (o de ambos), pero puedo percibir el aroma a manzana del que Robert platicaba.

EL MÁS PURO SUEÑO CANADIENSEQue Canadá es un país poco complicado, es una afirmación que pocos podrían contradecir. Y no hay nada de malo con ello. Si el American Dream tenía como objetivo obtener bienes materiales y vivir en los suburbios, el Canadian Dream se va más por un modo simple de vida, más natural, más respetuoso con el entorno. Y en verdad se trabaja muy duro para conseguirlo. Nosotros, por el momento, estamos dejando el trabajo para después y nos dedicamos, cada vez con menos remordimiento, a la buena vida. La vida en la cual uno se despierta únicamente por hambre, y se va a dormir cuando el cuerpo así lo necesita.

La piel debajo de nuestros ojos muestra el enrojecimiento natural de quien ha estado expuesto a los elementos, lejos de incomodar nos brinda una sensación de logro. En Scenic Caves, parque natural con senderos

Count� club sandwich con papas fritas dulces y ensalada, en Oliver & Bonacini, en The Westin Trillium House. Arriba: cata de vinos en Georgian Hills Vineyards.

Patio interior con albercas en Scandinave Spa, en Blue Mountains.

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SEPOCT

NOVDIC

30ºC

�15ºC

30días

Guía T+L Ontario

Scandinave Spa

Scenic Caves

Georgian HillsVineyards

Westin Trillium

Free SpiritTours

COLLINGWOOD

BLUE MOUNTAINSO N T A R I O

0ºC

0 días

entre cuevas y grutas, encontramos el mejor lugar para seguir exponiéndonos al sol. Estos parajes muestran el secreto mejor guardado de Canadá, que, sin embargo, está a la vista de todos: su vasta naturaleza, la perfecta combinación del verde de la vegetación, con el azul de Georgian Bay, que también se aprecia desde aquí. Una ventisca que proviene de la cima nos sorprende, inundando el espacio con polen, blanco y suave; aportando el elemento onírico a la escena. Y pensar que muchos de estos cúmulos viajan lentamente hasta Toronto. Pudiéndose quedar aquí. Definitivamente, no es la especie vegetal más brillante. �

Georgian Bay

DÓNDE DORMIRThe Westin Trillium House 220 Mountain Drive, Blue Mountains, Ontario; westin.com/bluemountain $$

QUÉ HACERScenic Caves 260 Scenic Caves Road, Collingwood, Ontario; sceniccaves.com

Georgian Hills Vineyards 496350 Grey Road 2, Blue Mountains, Ontario; georgianhillsvineyards.com

Collingwood Adventure Voyages Heritage Drive, Collingwood; collingwoodadventurevoyages.com

Scandinave Spa 152 Grey Road, Blue Mountains, Ontario; scandinaveblue.com

DÓNDE COMERTremont Cafe 80 Simcoe St., Collingwood, Ontario; thetremontcafe.com $$

Oliver & Bonacini Café Grill 220 Mountain Drive, Blue Mountains, Ontario; oliverbonacini.com $$$

* $ Menos de 2,500 pesos $$ De 2,500 a 4,500 pesos $$$ De 4,500 a 6,500 pesos $$$$ De 6,500 a 13,000 pesos $$$$$ Más de 13,000 pesos. * $ Menos de 300 pesos $$ De 300 a 1,000 pesos $$$ De 1,000 a 2,000 pesos $$$$ Más de 2,000 pesos

*Para hoteles, implica los precios iniciales (o su equivalente) en tarifa rack por noche de una habitación doble en el mes de publicación de nuestra revista; para restaurantes, significa el precio promedio (o su equivalente) de una cena de tres tiempos para dos personas, sin contar bebidas, impuestos o propinas.

En este mismo tenor, todas las carreteras que conectan casas y poblados de esta región tienen el mismo nombre. Para llegar al Apple Valley, zona manzanera, desde Blue Mountain, tomamos Grey Road 6 hasta que ésta topa con Grey Road 119, y después de una larga línea recta sobre Grey Road 2 se pueden ver los viñedos que conforman el destino de los caprichos del día de hoy.

Lo primero que vemos de Georgian Hills Vineyards, después de las largas parcelas, es una mesa de madera con copas vacías encima; lo segundo, es a Robert Ketchin, socio del viñedo, que nos recibe con una botella color ámbar en la mano. A pesar de que Robert pertenece más al trasfondo comercial del negocio, esto no evita que él mismo dirija lo que llaman Wine and cheese tray tasting. El clima frío, junto con la humedad que brinda Georgian Bay, siempre presente en toda la zona, se combina con el viento cálido del sur, que permite producir vinos aromáticos y frutales. Los principales tipos de uvas que han encontrado en este suelo especiado por manzanas son Riesling, Chardonnay, Seyval Blanc y Vidal Blanc.

El menú de la mañana incluye un frutal Vidal Blanc 2011, con rasgos de durazno y mango, acompañando un queso de cabra; después, un Maréchal Foch 2011 con un paté de pistaches. Desconozco la ciencia del vino. Ignoro si mi olfato se ha intensificado o si es producto del vino o del sol (o de ambos), pero puedo percibir el aroma a manzana del que Robert platicaba.

EL MÁS PURO SUEÑO CANADIENSEQue Canadá es un país poco complicado, es una afirmación que pocos podrían contradecir. Y no hay nada de malo con ello. Si el American Dream tenía como objetivo obtener bienes materiales y vivir en los suburbios, el Canadian Dream se va más por un modo simple de vida, más natural, más respetuoso con el entorno. Y en verdad se trabaja muy duro para conseguirlo. Nosotros, por el momento, estamos dejando el trabajo para después y nos dedicamos, cada vez con menos remordimiento, a la buena vida. La vida en la cual uno se despierta únicamente por hambre, y se va a dormir cuando el cuerpo así lo necesita.

La piel debajo de nuestros ojos muestra el enrojecimiento natural de quien ha estado expuesto a los elementos, lejos de incomodar nos brinda una sensación de logro. En Scenic Caves, parque natural con senderos

Count� club sandwich con papas fritas dulces y ensalada, en Oliver & Bonacini, en The Westin Trillium House. Arriba: cata de vinos en Georgian Hills Vineyards.

Patio interior con albercas en Scandinave Spa, en Blue Mountains.