1.– LA TRANSICIÓN DE LAS SOCIEDADES CAzADORAS ...palabras clave: cazadores-recolectores, modo de...

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17 1. INTRODUCCIÓN 1.1. Un análisis como proceso en una región histórica Vamos a exponer el estado actual de los conoci- mientos de la transición de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras a los inicios de las sociedades tribales comunitarias que tienen ya unas bases de economía basadas en formas de agricultura y gana- dería en el Sur peninsular. Recordamos inicialmente que este tema tiene en dicho ámbito geográfico menos tradición que en otras áreas geográficas de la Península Ibérica, por circunstancias historiográficas que se analizarán. Con todo, constituye una región natural geoestra- tégica de sentido Atlántico-Mediterráneo, que presen- ta bastantes relaciones en el medio físico, ecológico y ambiental con el Norte de África y evidentemente con el Suroeste peninsular (Algarve y Alentejo). En- tendemos dicho marco como una idea de “región his- tórica” (Sanoja y Vargas, 1979, 1995), que presenta peculiaridades tecnológicas y similitudes en los mo- dos de vida desde los grupos humanos cazadores-re- colectores del Pleistoceno Inferior (Ramos, 2002, 200 a; Ramos, Domínguez y Castañeda, 2005) hasta las sociedades clasistas iniciales del Holoceno (Ramos, 200 b; Ramos, Domínguez y Pérez, 200, en prensa) reuniendo importantes bases comunes en otras eta- pas de la Historia. 1.– LA TRANSICIÓN DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLEC- TORAS A LAS TRIBALES COMUNITARIAS EN EL SUR DE LA PE- NINSULA IBéRICA. TECNOLOGíA Y RECURSOS. HUNTER-GHATERING SOCIETIES TRANSITION TO THE TRIBAL COMMUNI- TIES IN SOUTH OF IBERIAN PENINSULA. TECHNOLOGY AND RESOURCES. José Ramos Muñoz ** Resumen Se expone el estado actual de conocimientos de la transición de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras a los inicios de las sociedades tribales comunitarias en el Sur de la Península Ibérica. Se muestra un panorama regional de localización de yacimientos. Se estudian los patrones de asentamiento, los recursos y la tecnología lítica. Se plantean las posibles relaciones con grupos del sur de Portugal y norte de África. Abstract The actual knowledge of the transition from the latest hunter-gathered societies to the initial tribal communities in the South of Iberian Peninsula is exposed. Located Regional settlements are exposed and settlement forms, resources and lithic technology are studied, so as the possible relation between groups from South of Portugal and North of Africa. Palabras clave: cazadores-recolectores, modo de vida, tecnología, Epipaleolítico. Key words: hunter-gathered, way of life, technology, Epipaleolithic. (Área de Prehistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Cádiz. Avenida Gómez Ulla s.n., 11003 Cádiz, [email protected]).

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1. INTRODUCCIÓN

1.1. Un análisis como proceso en una región histórica

Vamos a exponer el estado actual de los conoci-mientos de la transición de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras a los inicios de las sociedades tribales comunitarias que tienen ya unas bases de economía basadas en formas de agricultura y gana-dería en el Sur peninsular.

Recordamos inicialmente que este tema tiene en dicho ámbito geográfico menos tradición que en otras áreas geográficas de la Península Ibérica, por circunstancias historiográficas que se analizarán.

Con todo, constituye una región natural geoestra-tégica de sentido Atlántico-Mediterráneo, que presen-ta bastantes relaciones en el medio físico, ecológico y ambiental con el Norte de África y evidentemente con el Suroeste peninsular (Algarve y Alentejo). En-tendemos dicho marco como una idea de “región his-tórica” (Sanoja y Vargas, 1979, 1995), que presenta peculiaridades tecnológicas y similitudes en los mo-dos de vida desde los grupos humanos cazadores-re-colectores del Pleistoceno Inferior (Ramos, 2002, 200� a; Ramos, Domínguez y Castañeda, 2005) hasta las sociedades clasistas iniciales del Holoceno (Ramos, 200� b; Ramos, Domínguez y Pérez, 200�, en prensa) reuniendo importantes bases comunes en otras eta-pas de la Historia.

1.– LA TRANSICIÓN DE LAS SOCIEDADES CAzADORAS-RECOLEC-TORAS A LAS TRIBALES COMUNITARIAS EN EL SUR DE LA pE-NINSULA IBéRICA. TECNOLOgíA y RECURSOS.

HUNTER-gHATERINg SOCIETIES TRANSITION TO THE TRIBAL COMMUNI-TIES IN SOUTH Of IBERIAN pENINSULA. TECHNOLOgy AND RESOURCES.

José Ramos Muñoz **

ResumenSe expone el estado actual de conocimientos de la transición de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras a los inicios de las sociedades tribales comunitarias en el Sur de la Península Ibérica. Se muestra un panorama regional de localización de yacimientos. Se estudian los patrones de asentamiento, los recursos y la tecnología lítica. Se plantean las posibles relaciones con grupos del sur de Portugal y norte de África.

AbstractThe actual knowledge of the transition from the latest hunter-gathered societies to the initial tribal communities in the South of Iberian Peninsula is exposed. Located Regional settlements are exposed and settlement forms, resources and lithic technology are studied, so as the possible relation between groups from South of Portugal and North of Africa.

palabras clave: cazadores-recolectores, modo de vida, tecnología, Epipaleolítico.

Key words: hunter-gathered, way of life, technology, Epipaleolithic.

∗ (Área de Prehistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Cádiz. Avenida Gómez Ulla s.n., 11003 Cádiz, [email protected]).

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Aunque explicaremos la distribución y presencia diversificada de la tecnología lítica tallada, como se nos solicita desde la organización del “Simposio transre-gional sobre el Mesolítico…”, la idea central de nuestro texto y de nuestra visión del problema de estas socieda-des radica en la noción de “transición” (Fontana, 1982, 1992), con el sentido siempre necesario de “repensar la Historia”, desde una perspectiva crítica que nos sirva para la comprensión del presente.

El análisis de las sociedades llamadas prehistóri-cas lo entendemos en sentido de proceso histórico, con relación a la definición de los modos de produc-ción y a sus concreciones prácticas de los modos de vida (Vargas, 1990; Bate, 1998).

De hecho los temas históricos vinculados con las sociedades mesolíticas encierran tal riqueza de ma-tices y complejidades que entendemos que una me-todología adecuada para su estudio puede ser la que ofrece la Arqueología Social. En este sentido no valo-ramos este problema sólo desde la presencia de de-terminados productos líticos tallados. Pensamos que son las diferentes formas de acceso a la propiedad de los medios de producción, las que conllevarán las respuestas a la explicación del comportamiento social con el medio. Esto sólo lo podemos entender desde el análisis de las frecuentaciones de las sociedades cazadoras-recolectoras, que tienen signos de apropia-ción del terreno hasta el afianzamiento de sociedades agropecuarias, con poblados estables, con evidente propiedad de la tierra y establecimiento de aldeas con gran base de permanencia, que ocurren en esta región en el IV milenio a.n.e. (Nocete, 1989; Arteaga, 2002, 200�; Ramos, 200� b; Ramos, Domínguez-Bella y Pérez, 200�; Pérez et al., 2005; Pérez, 2005).

Para las sociedades de modo de producción basa-do en formas de explotación agropecuarias es la pro-piedad de la tierra y el acceso diferencial a ésta lo que condiciona un determinado desarrollo de relaciones sociales con los medios de producción. Por tanto es necesario profundizar en el estudio del medio natural respecto a las ocupaciones sociales e históricas del mismo.

1.2. posición teórica y metodológica

Nuestra perspectiva parte de una visión “no adap-tativa de la Historia” (Ramos, 2000 a, 2000 b), como aspecto básico para comprender la capacidad de su-peración de las sociedades ante las constricciones que impone el medio. Estamos convencidos que las sociedades han sido en la Historia mucho más que estómagos bípedos (Nocete, 1988; Ramos, 2000 a). De este modo el intento de análisis de las categorías sociales (modo de producción, relaciones sociales, sistemas de valores, solidaridad, reciprocidad, apoyo mutuo) pretende aspirar a completar una visión social e histórica de las formaciones sociales.

Al asumir una toma de postura en la llamada Ar-queología Social Latinoamericana (Gándara, 1993; Bate, 1998), aspiramos a reconstruir la sucesión his-tórica desde el análisis de los diversos modos de producción, de vida y de trabajo, como proceso me-todológico que nos aproxime a la categoría básica de la “propiedad” de la formación social en estudio. Por ello entendemos que el reto de una Arqueología al servicio de la Historia radica en centrarnos en lo social y en lo económico (Estévez et al., 1998), en el marco del análisis del proceso histórico (Arteaga, 2001, 2002). La estrategia de investigación nos lleva así desde la definición del modo de producción, a la valoración de las manifestaciones empíricas en las sociedades concretas, y en la inmersión en los modos de vida y de trabajo (Vargas, 1990), integrando los sis-temas de valores y las contribuciones ideológicas y de reproducción social (Bate, 1998; Sanoja y Vargas 1995; Estévez et al. 1998; Pérez 2003).

Los productos arqueológicos forman parte de procesos de producción, distribución y consumo. Se sitúan en engranajes productivos vinculados a cate-gorías mayores relacionadas con la propiedad, el tra-bajo y los procesos de distribución de los recursos (Marx, 1977). Compartimos así la idea planteada por Oswaldo Arteaga que “son las formaciones sociales y no sus manifestaciones culturales las que traducen en el tiempo y en el espacio los procesos que llamamos históricos” (Arteaga 1992:181).

Es por tanto evidente la relación de la producción con la tecnología, enmarcada en un cuerpo social (Marx 1977: 8). Para nosotros también es fundamen-tal para la comprensión de las comunidades prehistó-ricas considerar que “Toda producción es apropiación de la naturaleza por parte del individuo dentro de y mediante una forma de sociedad determinada” (Marx 1977: 10). De ahí la relación básica entre producción-sociedad y entre producción-propiedad. Y además la necesidad en el trabajo arqueológico de vincular estas categorías básicas en el proceso que genera la producción, distribución, cambio y consumo.

Con la ayuda de una “Arqueología científica” (em-pleo de técnicas de la Geoarqueología, Arqueometría, Arqueobotánica, estudios de fauna marina, terrestre, Antropología física…), con el uso y aplicación de unas analíticas orientadas desde preguntas adecuadas se puede reconstruir una visión no adaptativa de la His-toria y abordar el estudio de sociedades concretas. Y aunque evidentemente es mucho el trabajo por hacer todavía se puede enmarcar la base de datos dispo-nibles con los planteamientos metodológicos sugeri-dos en la formulación de hipótesis de explicaciones socioeconómicas.

Desde este marco conceptual pensamos que se puede analizar de forma dialéctica la diversidad y va-riedad de las llamadas “sociedades del Mesolítico”. A partir de ahí se puede comprender mejor la com-

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plejidad y variedad formal de los grupos tecnológi-cos que se documentan en el Tardiglacial y Holoceno Antiguo. Nosotros vinculamos esas diferencias en los conjuntos tecnológicos con modos de vida y de tra-bajo específicos de las diferentes sociedades en sus respetivos ambientes naturales.

2. HISTORIOgRAfíA

2.1. Implicación crítica de los estudios

La Historia de la investigación ha sido larga en los estudios del Paleolítico Superior y Epipaleolítico en el sur de la Península Ibérica (Ramos, 199�; Castañeda, 1995-96). Al igual que en otras áreas geográficas han influido en su desarrollo las circunstancias históricas, económicas y políticas de cada época (Díaz-Andreu, 2002). El contexto sociológico permite comprender la ideología de los investigadores, la aceptación de planteamientos y los rechazos de otros en relación al pensamiento de la época (Moro y González Morales, 200�).

Por supuesto que ello está también en relación a la posición social de los investigadores en cada momen-to histórico ante el sistema productivo y su ideología. En dicho sentido queda mucho camino por hacer para la comprensión de una Historiografía crítica de la Pre-historia en Andalucía. Hay que considerar el papel de la estructura de la propiedad de la tierra que condi-cionó una pertenencia de la tierra de tipo casi feudal (Tuñón de Lara, 1976, 1977). La burguesía tuvo poco peso político y el caciquismo ejerció un control social considerable. Junto a ello el papel reaccionario de la influencia ejercida por la Iglesia Católica conllevaba un control cultural considerable y generaba un re-chazo a los planteamientos evolucionistas. Todo esto explica la desidia por estos temas de las autoridades locales y que los investigadores pioneros fueran forá-neos (Ramos, 2005 a; Cantalejo et al., 2006).

Las notas historiográficas que expondremos a continuación sitúan de forma conjunta como perspec-tiva de investigación los estudios acerca del Paleolí-tico Superior y del Epipaleolítico, para comprender la fijación de la secuencia, las propias circunstancias heurísticas y los problemas abiertos en el conoci-miento de estas sociedades.

2.2. La labor de los pioneros. Hacia la fijación del modelo histórico-cultural. El debate africanista

Aquí participaron los investigadores más influ-yentes de la época, que además fueron los auténticos creadores del modelo histórico-cultural, Henri Breuil (1912) y Hugo Obermaier (1916, 1925).

La región fue núcleo del debate africanista, en una época de interesantes hallazgos. Hay que recordar que el contexto teórico era muy simple basado en pa-rámetros de origen y difusión de “cultura”.

Los descubrimientos de Cueva de Pileta (Breuil, Obermaier y Werner, 1915) y de Cueva de Ardales (Breuil, 1921) permitieron documentar “arte de es-tilo europeo” en el extremo sur. Consideramos que esto tuvo mucho que ver con el cambio de opinión de Breuil y de Obermaier desde su posición inicial afri-canista hacia visiones europeístas (Contrastar, Ober-maier, 1916 con 1925).

Uno de los problemas de base del debate africanis-ta, radicaba en que los investigadores, desde visiones eurocentristas-etnocéntricas no podían aceptar que algo tan bien conformado y de elevado logro técnico como el arte paleolítico tuviera su origen en África. Funcionaba así un modelo presentista y de rechazo de sociedades que sutilmente se consideraban más atrasadas (Moro y González Morales, 2003).

Se fue generando un modelo basado en una estruc-turación evolutiva de las culturas, la aceptación étnica de las mismas y la mezcla de criterios evolutivos con otros de difusión (Ramos, 1999; Estévez y Vila, 1999).

En el marco del importante debate africanista, el hallazgo de Hoyo de la Mina fue significativo. Miguel Such (1920) consideraba que después del Capsien-se se situaría el Tardenoisiense y posteriormente el Neolítico, siendo defensor de las conexiones africa-nas. Such representa al primer investigador local que produce una obra de alcance, que además ha tenido gran trascendencia históriográfica (Fortea, 1973; Fe-rrer, 1996; Ferrer y Baldomero, 2005).

Henri Breuil y Hugo Obermaier se fueron distan-ciando de las propuestas africanistas (Obermaier, 193�; Breuil, 1937), pero el debate siguió abierto, siendo Luis Pericot (1930, 1933) y Pedro Bosch (1930, 1932) autores partidarios de estos planteamientos de relaciones africanas. Por su parte Luis Siret se mantu-vo en la línea de considerar la Península Ibérica como “área cultural” de influencia europea (Siret, 1931).

El debate fue apasionante, enmarcado dentro de las “perspectivas culturales” propias de la época. El desenlace se implantó con criterios de “autoridad”, dada la importancia que habían alcanzado en la Pre-historia europea Henri Breuil y Hugo Obermaier. En su evolución personal resulta evidente la influencia que les representó el descubrimiento y estudio de cuevas como Pileta y Ardales para el cambio de orientación. Pero como hemos indicado la “ciencia oficial” no po-día aceptar que los avances tecnológicos y artísticos procedieran de África, en momentos de un desarrollo imperialista, en que las diversas burguesías naciona-les intentaban extraer recursos de dicho continente y consideraban como “salvajes” a sus habitantes (Ku-per, 1973; Rossi y O’Higgins, 1980).

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En los años 30 destacarán las excavaciones en la Cueva del Parpalló (Gandía, Valencia) y la dedicación de Luis Pericot (1930, 1933, 19�2). Su clara posición africanista mantuvo vivo el debate durante los años 30 y �0 apagándose poco a poco el interés por lo afri-cano, sobre todo tras la pérdida del protectorado es-pañol en Marruecos a partir de 1956. El exilio y dedi-cación a otros temas de investigación de Pedro Bosch significó una pérdida significativa de la investigación prehistórica española y de uno de los defensores más firmes de las relaciones con África. Éste interés sólo se mantuvo con la fijación de los trabajos de Miguel Tarradell en la zona del norte de África con sus es-tudios en cuevas como Gar Cahal y Caf taht el Gar para etapas de la Prehistoria Reciente (Tarradell, 195�, 1958, 1959, entre otros) y los realizados por Carlos Po-sac en el entorno del Rif Oriental (Posac, 19�7, entre otros trabajos), Islas Chafarinas (1956) y en general del Norte de Marruecos (1957), realizando una labor muy meticulosa, con aciertos en las atribuciones y en-marques históricos de la época, que afortunadamente se ha podido reconocer y valorar con la reedición crí-tica de su obra (Bravo y Bellver, 2005).

La Posguerra y la Dictadura, como en tantos aspec-tos de la vida española, supusieron un estancamiento y una época de olvido, abandono y oscurantismo. La Bahía de Málaga pasó de estar integrada en los ám-bitos de la investigación nacionales e internacionales vinculada con investigadores significativos de la épo-ca, a situaciones miméticas y de ridícula criptoamne-sia (Laplace, 1986-1987), como la traducción al caste-llano del artículo de Breuil (1921) de L’Anthropologie por parte de S. Giménez Reyna (196�).

Los años 70 conllevan un cambio en dicha trayec-toria. La Dictadura se abre a modelos tecnocráticos, el país sigue recibiendo importantes ingresos de los emigrantes y supone la llegada masiva de turistas, que generarán una liberalización de costumbres e importantes ingresos económicos. Comenzará la in-tegración de las cavidades con arte de Málaga en sín-tesis amplias de contenido macro-regional (Graziosi, 197�; Jordá, 1978; Fortea, 1978), aunque continúa el abandono y la desidia de la administración hacia los yacimientos.

2.3. La imbricación institucional y la renovación de los estudios

Los 80, representarán un notable cambio de tra-yectoria en la gestión del Patrimonio. El control de las competencias por parte de la Junta de Andalucía a partir de 198� será un paso decisivo. En relación a la investigación de base destaca la continuidad de las excavaciones en Cueva de Nerja a cargo del profe-sor Francisco Jordá. Esto conllevará la publicación de obras que consolidarán las bases del registro arqueo-lógico (Jordá, 1985, 1986). Por otro lado se va a pro-

ducir una importante renovación generacional y una introducción de novedosas perspectivas metodológi-cas ahora posibles en el marco de la normalización política democrático-burguesa.

Esta década representará un paulatino cambio generacional pues irán comenzando a realizar traba-jos, los entonces jóvenes investigadores, formados inicialmente en la Universidad de Málaga, pero que orientaron sus trabajos al Paleolítico, por un lado, jun-to al profesor Jordá, José Luis Sanchidrián, Julián Ramos y Cecilio Barroso. Y por otro lado, los auto-res vinculados con el profesor Enrique Vallespí en la Universidad de Sevilla, José Ramos, Pedro Cantalejo, Mar Espejo y Emilio Martín.

Nos parece de justicia reseñar la contribución do-cente de los profesores Francisco Jordá y Enrique Vallespí, que respectivamente dinamizaron con sus trayectorias y estilos la incorporación de investigado-res del sur a sus líneas de investigación, impulsando definitivamente desde proyectos universitarios una renovación empírica y permitiendo discrepancias in-telectuales.

Evidentemente el desarrollo de los trabajos en las dos últimas décadas ha significado un aumento consi-derable de los registros. Todavía a mediados de los 80 el profesor Javier Fortea realizaba una reflexión sobre el estado de la investigación en este sentido: “lo anor-mal que resultaba el magro conocimiento que tene-mos de las industrias paleolíticas frente a algo tan se-rio como el arte paleolítico andaluz. Su sola presencia está indicándonos que los depósitos arqueológicos conocidos son sólo una parte mínima de la nutrida y variada red que encontraremos, una vez que se po-tencien las tareas de prospección” (Fortea, 1986: 76). Evidentemente cuando éstas se han desarrollado han ido apareciendo los registros esperados.

Al cabo la mayoría de los investigadores tienen en mente el modelo de Fortea (1973, 1986), que ha aplicado la perspectiva de análisis del Levante a los registros del sur, considerando que se dio un proceso industrial, en que sobre una base Magdaleniense, se desembocó en un Epipaleolítico microlaminar. Desde dicha perspectiva no existirían en sentido estricto las dos primeras fases de Cueva de Cocina. Los ejem-plos de industrias con microlitos, como Valdecuevas (Sarrión, 1980) y Nacimiento (Rodríguez, 1979, 1982, 1983; Asquerino y López, 1981) se explicaban, como tradición cultural epipaleolítica geométrica que em-pezó a neolitizarse por aculturación (Fortea, 1986).

Estas ideas han configurado en el fondo la base de las explicaciones que se han vertido para consi-derar los hallazgos de los años 80 en el Subbético de Córdoba (Asquerino, 1987, 1988) y las recientes valo-raciones de la Cueva de Nerja (González-Tablas, 1986; Sanchidrián et al., 1996; Aura et al., 1998).

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Desde otras perspectivas conceptuales, en el ám-bito de la renovación de los estudios prehistóricos en el Sur ha sido de gran trascendencia la contribución del profesor Oswaldo Arteaga, de la Universidad de Sevilla. El marco del Proyecto Porcuna (Jaén), entre otros proyectos desarrollados en dicha línea, fue deci-sivo para un cambio sustancial de metodología hacia perspectivas de la Arqueología Social (Arteaga, Ra-mos y Roos, 1998; Arteaga, 2002, 200�; Arteaga et al., 1991, 1993).

En los 90 han continuado los estudios en la Bahía de Málaga, con nuevas aportaciones a la secuencia de Cueva del Bajondillo (Torremolinos) (Cortés y Simón, 1997, 1998) y Nerja (Simón, 2003).

Se ha generado además una renovación meto-dológica en el equipo que trabaja en Gibraltar, desa-rrollando estudios en una línea funcional-adaptativa ecológica, preocupados por territorio, recursos y modelos regionales (Finlayson, Finlayson y Fa, eds., 2000; Finlayson et al., 1999; Giles et al., 2000). Es inte-resante al respecto la documentación de los últimos grupos cazadores-recolectores en Gibraltar; así como en la cuenca del Guadalete y Sierra de Cádiz (Giles et al., 1997, 1998).

Por lo que ha representado también en un cambio sustancial en lo metodológico indicar los trabajos en Peña de la Grieta (Porcuna) (Arteaga, Ramos y Roos, 1998) y un compendio de síntesis en dicha metodo-logía social a cargo de Oswaldo Arteaga, que realiza una explicación de los cambios metodológicos ocurri-dos en la investigación prehistórica en Andalucía en los últimos años, desde la perspectiva de las nuevas alternativas y propuestas de investigación (Arteaga, 2002).

En dicha línea social se ha generado también una labor prospectiva en la Banda Atlántica de Cádiz (Ramos, 1999, 200� a; Ramos et al., 200�; Castañe-da, 2000, 2002 a, 2002 b; Cáceres, 2003; Pérez, 2003, 2005). Nuevas tesis doctorales han generado la incor-poración y balance de los problemas de los grupos cazadores-recolectores (Castañeda, 2002 b; Cortés, 2002) y de la transición a sociedades tribales (Pérez, 2003; Cáceres, 2003).

Resulta evidente considerar que la propia Historia de la investigación y las circunstancias históricas, po-líticas y sociales, han condicionado el predominio de perspectivas basadas en criterios histórico-culturales ante la estructuración del Paleolítico Superior y Epipa-leolítico. Esto ha sido muy notable hasta hace unas dé-cadas en el sur peninsular, pues sólo estaban presentes explicaciones metodológicas en este sentido (Ramos, 199�, 1999, 2005 a, 2005 b; Arteaga, 2002, 200�).

Estas circunstancias condicionaron que el interés se centrara en la estratificación y organización de la secuencia básicamente sobre aspectos tecnológicos y sólo en algunos casos se integraron los estudios de

recursos y registros biológicos. El caso de Cueva de Nerja, por la talla intelectual de Francisco Jordá fue diferente, integrando aplicaciones técnicas y analíti-cas científicas a las perspectivas normativas, pero con el intento de comprender la personalidad propia de la secuencia (Jordá, 1985, 1986).

Aunque se sabe de la potencia y posibilidades de investigación de muchas otras cuevas y yacimientos al aire libre no se cuenta todavía con amplias secuen-cias, aparte de la mencionada de Cueva de Nerja (Jor-dá, 1985, 1986; Simón, 2003) y de Cueva Ambrosio (Ripoll, 1986, 1988). Es deseable la publicación mono-gráfica de los registros de Gibraltar y Bajondillo, de las que se han publicado aspectos parciales y sínte-sis de las secuencias (Finlayson, Finlayson y Fa, eds., 2000; Cortés y Simón, 1997, 1998).

Una novedad interesante de los últimos años ha sido el descubrimiento, excavación y estudio de en-claves al aire libre en la Bahía de Algeciras como Em-barcadero del río Palmones (Ramos, dir., 1995; Ramos y Castañeda, eds., 2005; Ramos y Pérez, eds., en pren-sa), Guadalquitón-Borondo (Gutierrez et al., 2000) y en la Bahía de Cádiz, como El Retamar (Ramos y La-zarich, eds., 2002 a, 2002 b).

2.4. El planteamiento de los temas a debate

Generar un balance de resultados de los estudios de los últimos grupos cazadores-recolectores en el sur peninsular vinculados con la secuencia del Paleo-lítico Superior Final-Epipaleolítico-Neolítico es toda-vía complicado. Es notorio de un lado el avance de los conocimientos de los últimos años con el aumen-to del registro de sitios y con una diversidad de los enfoques. Pero a pesar de existir equipos preparados y que cuentan con expertos en diferentes ámbitos científicos, razones administrativas han impedido la normalidad y continuidad de los proyectos de inves-tigación.

Creemos que es necesario garantizar la continui-dad de las excavaciones y generar proyectos terri-toriales para poder avanzar en el conocimiento de la personalidad de la secuencia, en sus peculiaridades y diferencias con los registros de otras regiones, en la composición social de los grupos y en los efectos y sentidos de las movilidades. Resulta significativo que muchos de los avances hayan venido de la mano de excavaciones de urgencia, en asentamientos como El Retamar o Embarcadero del río Palmones, y a pesar de haber cumplido en la entrega de informes previos (Lazarich, et al., 1999; Ramos et al., 2003; Pérez et al., en prensa) y memorias preceptivas (Ramos y Laza-rich, eds., 2002 a, 2002 b; Ramos y Castañeda, eds., 2005; Ramos y Pérez, eds., en prensa); así como de los materiales a los museos correspondientes, no está garantizada ni mucho menos la continuidad de estos temas como línea de investigación.

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Hay que superar todavía el peso historiográfico de la tradición evolutiva de la secuencia francesa. El mo-delo explicativo de la tradición histórico-cultural ha centrado los estudios básicamente en la ordenación de la tecnología; magnificando la Historia de la téc-nica como si fuera la Historia global (Gómez Fuentes, 1979). También ha habido cierta dependencia de las explicaciones desde los sitios levantinos. Valoramos evidentemente la importancia de enclaves como Co-cina (Fortea, 1971, 1973) para Levante, pero conside-ramos que los registros del Sur deben enmarcarse en su propio contexto regional (Fortea, 1986; Ramos, 200� a) y en todo caso incidir en el contraste con Su-roeste de Portugal y Norte de África.

En relación a esta última región, aunque predo-minan también modelos normativos en la sucesión estratigráfica (Iberomauritánico y Capsiense) (Camps, 197�; Lubell, Sheppard y Jackes, 198�; Nehren, 1992; Eiwanger, 2001; Bouzzouggar, Kozlowski y Otte, 2002; Debénath, 2003; Hachi, 2003; Otte, Bouzzouggar y Kozlowski, dir., 200�) queremos incidir, en la relación característica de movilidad y frecuentación de estas sociedades, sobre todo considerando la significativa situación geográfica del entorno del Estrecho de Gi-braltar.

A pesar del peso de la tradición histórico-cultural se han generado otras perspectivas de investigación con la incorporación de nuevos planteamientos teóri-co-metodológicos:

-Funcionales-adaptativas (Proyecto Gibraltar: Fin-layson, Finlayson y Fa, eds., 2000; Finlayson et al., 1999; Giles et al., 2000).

-Sociales materialistas (Proyecto Porcuna: Arte-aga, Roos y Ramos, 1998; Arteaga, 2002, 200�. Pro-yecto Banda Atlántica de Cádiz: Ramos et al., 1999, 200�. Proyecto Ardales: Cantalejo et al., 2006; Espejo y Cantalejo, 1988 a, 1988b; Ramos, Cantalejo y Espe-jo, 1999; Ramos, Espejo y Cantalejo, 1998).

Si se normalizan las condiciones de investigación estas nuevas perspectivas auguran debates de interés ante la formulación de los problemas históricos.

Pensamos que es necesario todavía formular una perspectiva histórica y antropológica que incida en el estudio de los últimos grupos de cazadores-recolecto-res en su formulación socioeconómica y en el análisis de sus movilidades y reconstrucción histórica.

Con todo, se ha podido cuestionar el modelo de ordenación histórico-cultural, considerando que la explicación y valoración de los fósiles-guía (cerámi-cas cardiales, microlitos geométricos, técnica del mi-croburil) en su asociación a “horizontes culturales”, y desde parámetros de “difusión” y/o de “evolución”, constituye un fenómeno reduccionista (Arteaga, 2002, 200�; Ramos, 2003, 200� a; Pérez, 2003, 2005). Consi-deramos que la realidad es más compleja y que no se

resolverá sólo con la localización de nuevos yacimien-tos, aunque evidentemente es deseable superar a me-dio plazo el registro disponible. Nuestra propuesta se explica desde el análisis del cambio y la complejidad del tránsito de modos de producción (Ramos, 2003, 200� a, 2005 b; Ramos y Pérez, eds., en prensa).

3. LOS REgISTROS DEL SUR pENINSULAR. yACIMIENTOS y pATRONES DE OCUpACIÓN

3.1. Balance regional Atlántico-Mediterráneo

Como hemos comentado anteriormente enmarca-mos el sur peninsular en la línea de “región histórica” (Sanoja y Vargas, 1979, 1995), en un contexto Atlán-tico-Mediterráneo (Arteaga y Hoffmann, 1999) que incluye sur de la Península y norte de África. Para el estudio de éstos últimos grupos cazadores-recolecto-res indicaremos los datos referidos a varios medios geográficos, que explicaremos sucintamente y de los que posteriormente expondremos patrones de asen-tamiento, recursos y tecnología.

3.1.1. Yacimientos al aire libre y perduración de sitios en cuevas

Básicamente los estudios de los últimos años han venido a demostrar unos patrones de asentamien-to variados (Figura 1). Perdura el hábitat en cuevas, están presentes los registros en abrigos, pero funda-mentalmente se documentan enclaves al aire libre.

3.1.1.1. Subbético de Córdoba y Alta Andalucía

En la Alta Andalucía en la provincia de Córdoba, en diferentes medios naturales ha habido una signifi-cativa labor prospectiva en los años 80. En el Subbé-tico de Córdoba, se han localizado en enclaves al aire libre yacimientos de gran interés (Asquerino, 1987 a) como son Llanos de Jarcas (Cabra), Fuente de las Palomas (Carcabuey) y Fuente del Carmen (zuheros). Tras estudios de los conjuntos líticos documentados al aire libre han sido enmarcados en el complejo mi-crolaminar del Epipaleolítico (Asquerino, 200�: �2).

Es también de interés la documentación de un re-gistro similar en la campiña, como es Fuente del Pez-Fuente Migas (Montilla) (Asquerino, 1988) y en Sierra Morena, Olivar de Patudas (Hinojosa del Duque) (As-querino, 1987 b).

Indicar también las grandes perspectivas que para estos estudios ofrece el Alto Guadalquivir, muy trans-formado en sus múltiples ocupaciones históricas en las campiñas, como producto del intenso trabajo agrícola desarrollado a partir del Neolítico (Ramos,

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1988-1989: 127) que ha generado fuertes erosiones y colmataciones sedimentarias en zonas bajas. Se han producido acumulaciones de depósitos y arrastres holocénicos (Arteaga y Roos, 1992; Arteaga y Hoff-mann, 1999). En los últimos años se ha ido indicando de forma paulatina la aparición de registros neolíticos en enclaves al aire libre, algunos con cerámica cardial, como en Los Alcores (Carmona) (Acosta, 1986) o en los entornos de Fuentes de Andalucía (Fernández, 1989), con estratificación de registros neolíticos en Los Ála-mos (Fuentes de Andalucía) (Arteaga y Cruz-Auñón, 1995). Presentan sintonías con los registros de la zona de Córdoba mencionados y también con los registros de Jaén, en el entorno de Porcuna, donde está docu-mentada la existencia de un lago pleistoceno en los Llanos del Pezcolar (Arteaga et al., 1991, 1993).

Recordamos también la situación de dos empla-zamientos en alta montaña en la zona de Sierra Mo-

rena de Jaén, en Cueva del Nacimiento (Pontones) (Rodríguez, 1979, 1982, 1983, 1997; Asquerino y Ló-pez, 1981; Asquerino, 1983) y Valdecuevas (Cazorla) (Sarrión, 1980), con registro de nuevos enclaves en las zonas de la cuenca superior del río Segura (Rodrí-guez, 1997: �10).

Los medios serranos de la Alta Andalucía ofre-cen así enclaves en zonas ricas en agua, con recur-sos variados, que presentan directa continuidad con las ocupaciones posteriores, manteniendo modos de vida y de trabajo característicos de grupos cazadores y recolectores.

3.1.1.2. Bahía de Málaga y su hinterland

Ha sido la zona tradicional de hallazgos y estu-dios. Indicar el lugar pionero en Cueva Hoyo de la Mina (Such, 1920) situado en los rebordes acantila-

Figura 1. Mapa con la situación de los sitios del Sur de la Península Ibérica citados en el texto con atribuciones de los últimos grupos cazadores-recolectores y sociedades tribales.

figura 1. Mapa con localización de los sitios del sur de la península Ibérica citados en el texto con atribuciones de los últimos grupos cazadores-recolectores y sociedades tribales

1. Llanos de Jarcas (Cabra, Córdoba).2. Fuente de las Palomas (Carcabuey, Córdoba).3. Fuente del Carmen (zuheros, Córdoba).�. Fuente del Pez-Fuente Migas (Montilla, Córdoba).5. Olivar de Patudas (Hinojosa del Duque, Córdoba).6. Cueva de los Murciélagos (zuheros, Córdoba).7. El Pirulejo (Priego de Córdoba, Córdoba).8. Los Alcores (Carmona, Sevilla).9. Los Álamos (Fuente de Andalucía, Sevilla).10. Peña de la Grieta (Porcuna, Jaén).11. Cueva de los Enamorados (Porcuna, Jaén).12. Cueva del Nacimiento (Pontones, Jaén).13. Valdecuevas (Cazorla, Jaén).1�. Cueva Hoyo de la Mina (Málaga, Málaga).

15. Cueva Victoria (Rincón de la Victoria, Málaga).16. Cueva de Nerja (Nerja, Málaga).17. Abrigo de Humo (Málaga, Málaga).18. Cueva del Espino (Alcaucín, Málaga).19. Cueva de la Fájara (Canillas de Aceituno, Málaga).20. Cueva del Boquete de zafarraya (Alcaucín, Málaga).21. Cueva de los Guaycos (Periana, Málaga).22. Tajo de Gomer (Riogordo, Málaga).23. Peña de Hierro (Cútar, Málaga).2�. Casa de la Herriza (Benamargosa, Málaga).25. Puerto de los Alazores (Alfarnate, Málaga).26. Gibraltar (Gibraltar).27. Embarcadero del río Palmones (Algeciras, Cádiz).28. Guadalquitón-Borondo (San Roque, Cádiz).29. El Retamar (Puerto Real, Cádiz).30. La Esparragosa (Chiclana de la Frontera, Cádiz).31. El Duende, Los Pinos, El Chusco (Ronda, Málaga).32. La Escalera1 (Arcos de la Frontera, Cádiz).33. Los Frailes (Bornos, Cádiz).

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dos de los cantales de la Bahía de Málaga. Se indicó la presencia de un nivel Epipaleolítico microlaminar en Cueva Victoria (Fortea, 1973; Fortea y Jiménez, 1973). Pero ha sido la continuidad de los estudios y la im-portante secuencia de Cueva de Nerja la que ha po-sibilitado valorar las ocupaciones epipaleolíticas inte-gradas en amplias estratigrafías (Jordá, 1985, 1986; González-Tablas, 1986; Sanchidrián et al., 1996; Aura et al., 1998; Simón, 2003).

Son lugares, como el resto de cuevas de la Bahía de Málaga, especialmente en la zona de los Abrigos de Humo (Ramos Fernández et al., 2003), que cuen-tan con secuencias del Paleolítico Superior Final, que ofrecen recursos pesqueros, con evidencias de pesca, marisqueo y mantenimiento de la caza (Jordá Pardo, 1981, 1982; Aura et al., 2001; Simón, 2003).

Los efectos de la Transgresión Flandriense han debido afectar considerablemente el mantenimiento de sitios y en general el contorno y morfología de las costas. Esto incide en considerar grandes ensenadas, como la que constituiría el río de Vélez, acercando al mar localizaciones hoy situadas muy al interior de Málaga en la zona de la Axarquía, donde hay posibi-lidad de documentar registros que están en la base de los enclaves neolíticos posteriores (Ramos, 1988; Martín, 1988; Ramos y Martin, 1987). Hay varios yaci-mientos que ofrecen perspectivas de investigación en este sentido, en abrigos como Cueva del Espino (Mo-reno Aragüez, 1985), así como enclaves del entorno de Los Romanes y del Rio de la Cueva (Martín, 198�-1985, 1988). Ocupan un medio muy diversificado, en zona de claro paso natural y que ofrecía numerosos y variados recursos.

3.1.1.3. Bahía de Algeciras

Se ha confirmado la continuidad poblacional en la Bahía de Algeciras, de grupos humanos que te-nían modos de vida cazadores-recolectores. Están estratificados en Gibraltar, en emplazamientos como Gorham’s Cave-Nivel IIIa (Giles et al., 2001; Finlayson, Finlayson y Fa, eds., 2000), y al aire libre en Embarca-dero del río Palmones (Algeciras) (Ramos, dir., 1995; Ramos y Castañeda, eds., 2005) y en Guadalquitón-Borondo (Gutiérrez et al., 2000). Mantienen un signi-ficativo aprovechamiento de recursos marinos y ofre-cen una gran perspectiva de localización de nuevos yacimientos en el entorno del río Palmones y en ge-neral en el Campo de Gibraltar.

3.1.1.�. Bahía de Cádiz.

Los efectos de la localización de sitios en los am-bientes costeros han estado muy condicionados por la Transgresión Flandriense, que ha hecho desapare-cer en su máxima subida numerosos asentamientos costeros, vinculados a ocupaciones del e.i. 2 y al Tar-

diglaciar (Arteaga y Hoffmann, 1999; Arteaga et al., 2001).

La vinculación de El Retamar al máximo trans-gresivo Flandriense, asociaba al lugar con una bahía interna abierta al mar. Durante el ascenso eustático Flandriense se produciría la inundación de zonas con-tinentales que conllevarían la formación de playas. En el replano del Manchón de Mora se formaría una ensenada conectada con el mar en cuyo interior se localizaría una playa adyacente al yacimiento (Gracia, 2002). El Retamar representa la documentación en ambientes marinos de localización de sitios de pes-cadores y mariscadores (Ramos y Lazarich, eds., 2002 a, 2002 b).

3.1.1.5. Las Sierras de Cádiz-Ronda.

En la meseta donde se ubica la ciudad de Ronda se localiza el asentamiento de El Duende (Martínez y Aguayo, 198�) que fue incluido en las etapas microla-minares del Epipaleolítico.

La continuidad de estudios y prospecciones en la Serranía de Ronda ha permitido localizar nuevos en-claves “como evidencias de actividades de grupos de cazadores-recolectores, con industrias microlíticas, con o sin presencia de geométricos” (Aguayo et al., 200�: 97). Se trata de yacimientos como Los Pinos o El Chusco, que ofrecen contextos microlaminares y se vinculan con los sitios de la cuenca del Guada-lete y Bahía de Algeciras. Hay que indicar que en la continuidad histórica este territorio contará con un intenso poblamiento entre los milenios VI-IV a.n.e., ofreciendo muchas perspectivas de información y de registros de gran interés, para ver la transición hacia los grupos agropecuarios en una zona de importantes y variados recursos (Aguayo et al., 200�: 98).

En las sierras de Cádiz y cuenca del río Guadalete, investigaciones realizadas por el equipo coordinado por Francisco Giles, se han documentado yacimientos al aire libre y en cuevas con registros del Pleistoceno Superior reciente (Gutiérrez et al., 199�; Giles et al., 1997, 1998). Se sitúan en los rebordes de las forma-ciones aluviales, en unidades de glacis arenosos y en los sistemas kársticos de Grazalema-Ronda. Registros vinculados con enmarques amplios en Paleolítico Su-perior Final-Epipaleolítico pueden asociarse en sitios como La Escalera 1 (Arcos de la Frontera) y Los Frai-les (Bornos).

3.1.1.6. Una mirada al S.O., Huelva y Portugal.

Los registros de Huelva ofrecen resultados intere-santes en numerosos enclaves del VI milenio (Nocete, 200�). Las prospecciones de Francisco Nocete en la zona del Odiel y en otros contextos como Andévalo y litoral, sugieren continuidades históricas menciona-das desde el Paleolítico Medio (Nocete, 200�: 37). En el momento actual se han publicado los resultados

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de los grupos del VI milenio, en el estuario del Odiel, concentraciones de sitios al aire libre en la zona de Trigueros y ocupaciones lineales en depósitos de are-nas de Bonares (Nocete, 200�: 38).

La relación y continuidad geográfica hacia la zona del Algarve y Alentejo es manifiesta con los yacimien-tos de Huelva y del Golfo de Cádiz. Los clásicos regis-tros de la zona del Tajo se han enriquecido en los últi-mos años, en el suroeste de Portugal con numerosos asentamientos al aire libre (Diniz, 2000, 2003; 2005; Carvalho, 2002, 2003; Cardoso, Carvalho y Norton, 1998). Han predominado perspectivas difusionistas (zilhao, 1998; Oosterbeek, 2001) en las explicaciones, pero hay bases suficientes para comprender la com-plejidad del fenómeno y el peso de los grupos meso-líticos en las bases del proceso de neolitización. Ello enriquecido además con novedades de gran interés de aldeas antiguas asociadas con menhires (Calado, 2000; Calado et al., 2003).

Razones de espacio nos impedirán desarrollar es-tos contactos, pero resulta un tema de seguimiento de gran interés, que nos habla de peculiares modos de vida de grupos humanos pescadores y marisca-dores en los entornos atlánticos del litoral suroeste peninsular.

3.1.1.7. El futuro de la investigación en el Norte de África.

También mencionar los enclaves en el Norte de África en la zona comprendida entre Tetuán y Tánger. Se han documentado diversos tipos de depósitos en cuevas y pequeños abrigos, así como en enclaves al aire libre (Otte, Bouzouggar y Kozlowski, dir., 200�) que muestran una continuidad tipológica entre los conceptos normativos de Iberomauritánico y Capsien-se (Tarradell, 195�, 1958, 1959; Gilman, 1975). Razo-nes de espacio también nos van a impedir desarrollar este tema, sólo plantear las similitudes tecnológicas con los grupos humanos asentados en la orilla norte del Estrecho de Gibraltar.

4. LAS DATACIONES ABSOLUTAS DE LAS ETApAS EN ESTUDIO

4.1. Cuadro regional de dataciones

Mantenemos la estructura espacial de las áreas consideradas anteriormente en el ámbito del contexto Atlántico-Mediterráneo. Presentamos las dataciones disponibles que ofrecen en el momento actual las di-versas zonas vinculadas con el Tardiglaciar y el Holoce-no Antiguo. Desde dicho enmarque cronoestratigráfi-co situaremos posteriormente las referencias tecnoló-gicas disponibles. Consideramos que la región ofrece aún muchísimas perspectivas de investigación y que el cuadro de datos actual está evidentemente sesgado.

Son aún limitadas las dataciones y están en relación a las circunstancias de investigación mencionadas.

�.1.1. Los sitios del Subbético de Córdoba y Alta An-dalucía.

Los sitios del Subbético de Córdoba y en general de la cuenca alta del Guadalquivir no disponen expre-samente de dataciones para estos grupos humanos vinculados normativamente como epipaleolíticos.

Por su parte Cueva del Nacimiento aportó varias dataciones, destacando ahora la del Nivel B-Capa III, con 7620 BP-5670 no calibrado (Rodríguez, 1979, 1983, 1997: �06), asociada a tecnología de Epipaleolí-tico geométrico.

Hay dataciones en el V-IV milenios a.n.e., para los contextos neolíticos, como las obtenidas en el nivel A, capa 2 de Cueva del Nacimiento (Asquerino y Ló-pez, 1981: 133), o la serie de dataciones del llamado Neolítico A de Cueva de los Murciélagos de zuheros (Gavilán et al., 1996) .

�.1.2. La Bahía de Málaga y su hinterland.

Cueva de Nerja nos muestra el panorama limitado de la información disponible. Cuenta con una desta-cada secuencia, pero realmente hay pocas dataciones para estos contextos históricos. NV3c presenta una cronología de 72�0 + 80 BP (Ly-5217) (Jordá Pardo, Aura y Jordá, 1990), considerado como Epipaleolítico Reciente/Mesolítico (Aura et al., 1998: 223). Tiene por otro lado, varias dataciones para el Magdaleniense Superior Final y el considerado Epimagdaleniense (Aura et al., 1998: 231).

Para la Sala de la Mina en los interesantes niveles NM12 y NM13 no se dispone de dataciones publica-das para estos momentos (González-Tablas, 1986), aunque sí para etapas anteriores (Aura et al., 1998: 231).

Este hecho nos puede servir de situación paradóji-ca. Cueva de Nerja, que durante muchos años ha sido el lugar de referencia del sur, nos indica un limitado contexto, que sólo puede valorarse en sentido amplio, entre el VIII-VI milenio a.n.e. para la documentación de las últimas comunidades cazadoras-recolectoras.

�.1.3. Bahía de Algeciras

De Embarcadero del río Palmones hay un evidente desfase entre las dataciones absolutas obtenidas por TL, de arenisca termoalterada de un fuego del corte 2, con datación 5.396 + 500 BP (MAD-2977) y de un fragmento de cerámica del corte 2, con 5.131 + 521 BP (MAD-297�) y los contextos tecnológicos. De todos modos los propios responsables de la datación indi-

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can la posibilidad que sea más antigua por los posi-bles efectos de encharcamiento que ha podido sufrir la zona (Millán y Beneitez, 2005: 3�3-350). El desfase lo vemos respecto a nuestra atribución cronológica por los productos líticos tallados, que los enmarca-mos en relación a El Retamar, al menos en el VI mi-lenio a.n.e. (Ramos y Castañeda, eds., 2005; Ramos y Pérez, eds., en prensa).

En Gibraltar aún no hay publicadas dataciones del nivel 3 a de Gorham’s Cave (Finlayson et al., 1999; Gi-les et al., 2001). El contexto tecnológico apunta tam-bién al VI-V milenios a.n.e.

�.1.�. La Bahía de Cádiz

Cuenta con las dataciones absolutas de El Reta-mar, de:

- Muestra Hogar 18. Concha. (Corte 1, Cuadrícu-la FI, Complejo 3: RE-95-1-FI (3) concha). Beta-90122. Convencional edad de radiocarbono: 6780+ 80 BP; 51�0-�915 cal. BC (1 sigma); 5225-�810 cal. BC (2 sig-mas) (Ramos y Lazarich, eds., 2002 a).

- Muestra Hogar 18 (Corte 1, Cuadrícula FI, Com-plejo 3: RE-95-1-FI (3), concha (Tapes). Sac-1525. Con-vencional edad de radiocarbono 7280±60 BP; 578�-5773 cal. BC (1 sigma); 5937-5913 cal BC; 587�-5599 cal BC (2 sigmas) (Ramos et al., 2005).

- Muestra Conchero 6 (Corte 1, Cuadrícula FIII, Complejo 2) RE-95-1-FIII (2), concha (Solen Margina-tus). Sac-1676. Edad convencional de radiocarbono 7�00±100 BP; cal.; 5992-5780 cal BC; 5756-575� cal BC. (cal. 1 sigma); 6069-6037 cal BC; 6033-5715 cal BC. (cal. 2 sigmas) (Ramos et al., 2005).

No queremos magnificar las dataciones. En nues-tra explicación de este sitio hemos considerado la perspectiva de ser un asentamiento que tiene una ocupación monofásica, aunque se produjeran fre-cuentaciones como atestiguan los enterramientos. El Retamar queda enmarcado en el VI milenio cal. BC. (Ramos et al., 2005).

�.1.5. Sierras de Cádiz-Ronda

Los enclaves del entorno de Ronda, no disponen aún de dataciones absolutas. Su enmarque normati-vo viene por el contexto tecnológico de los productos líticos tallados (Martínez y Aguayo, 198�; Aguayo et al., 200�). Igual ocurre con los sitios documentados en el alto río Guadalete y en las sierras de Cádiz (Gutié-rrez et al., 199�; Giles et al., 1997, 1998).

�.1.6. Huelva y Algarve

No hay aún dataciones de enclaves enmarcados normativamente en Epaleolítico. Son numerosos los sitios situados en VI milenio a.n.e. por los registros

arqueológicos, apreciando una continuidad histórica en la zona (Nocete, 200�).

Respecto al S.O. de la Península, en Portugal, Al-garve y Alentejo reiterar lo anteriormente indicado. Son novedosas las series de dataciones y hablan de interesantes relaciones en el VII-VI milenios cal. BC de grupos cazadores-recolectores en relación al proceso de tránsito a las formas agropecuarias (Carvalho, 2002, 2003; Diniz, 2000, 2003, 2005; Calado et al., 2003).

�.1.7. Norte de África

Hay pocas dataciones por ahora en los contextos de los últimos grupos cazadores-recolectores. Tradi-cionalmente los tecnocomplejos vinculados con Ibe-romauritánico se han datado en relación a registros mediterráneos que se asociaban a los criterios nor-mativos de Epigravetiense italiano, Sauveterriense y Montadiense (Camps, 197�: 69 y ss.), mientras el Cap-siense Superior, también de profunda historiografía, se valoró como vinculado al proceso de neolitización. Se ha seguido considerando el fin del Iberomauritáni-co hasta cronologías en torno a 7.250 a.C. (McBurney, 1967). Estudios más recientes en la zona, tanto a par-tir de Taforalt, como de Afalou Bou Rhummel ayudan a la precisión cronológica. Destacar la homogeneidad de este último sitio asociado a estatuillas en barro co-cido entre el XII milenio a.n.e. de la capa VII, a 11.�50 + 230 BP (Ly 3227) para la capa III (Hachi, S., 2003: 86). Son contextos característicos vinculados a series im-portantes de láminas con bordes abatidos.

Por su parte los registros neolíticos, asociados a cerámica cardial en las cuevas de la región de Tánger, como El Khil B y C, han sido datados en 5.720 + 151 BP (Bouzouggar, Kozlowski y Otte, 2002: 209; Stam-bouli et al., 200�: 28). Cueva de Benzú en Ceuta ha permitido una datación por TL (Estrato II, de cerámica lisa, MAD-3076: 7.136 + �86 BP) (Ramos et al., 2005).

En el momento actual sigue planteándose el con-texto del VII milenio para el proceso de neolitización en buena parte del Norte de África, hacia el fin de los grupos con tecnología vinculada al Iberomauri-tánico (Camps, 197�; Daugas et al., 1989, 1998; Otte, Bouzouggar y Kozlowski, dir., 200�: 30).

5. ESTRUCTURACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS

5.1. Estructura interna de los asentamientos y áreas de actividad

Los modelos de excavaciones en los enclaves de cuevas han sido básicamente de sondeos. Ello ha ge-nerado la escasez de información obtenida en rela-

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ción a estructuras y áreas de actividad. Cueva de Ner-ja que cuenta con las excavaciones más continuadas en cueva tiene en este sentido un problema de ero-sión en N.M.13 (Jorda Pardo, 1988: 5�; González-Ta-blas, 1986: 281). En Cueva de Nerja, en los niveles del Tardiglaciar y Epipaleolítico se ha planteado dada la gran cantidad de recursos de caza, pesca y marisqueo una utilización prácticamente como asentamiento re-sidencial con amplia ocupación anual (Simón, 2003: 65).

Otra perspectiva diferente ofrecen los sitios al aire libre, donde además hay novedades significativas en los lugares de las Bahías de Algeciras y Cádiz.

En El Retamar se documentaron 62 hogares, 10 concheros, 2 enterramientos y 2� concentraciones de piedras (Ramos y Lazarich, eds., 2002 a, 2002 b).

En Embarcadero del río Palmones la localización de estructuras de hogares desmantelados ha confir-mado también significativas áreas de actividad (Ra-mos, Castañeda y Domínguez-Bella, 2003).

En ambos casos se ha generado una gran informa-ción de la distribución espacial de productos, con re-lación a estructuras y cuadrículas, tanto líticos, como cerámicos, óseos, malacológicos, ictiológicos o antra-cológicos. En síntesis hay que indicar que El Retamar constituye un asentamiento estacional que cuenta con unas dimensiones significativas que fue ocupado por una comunidad para el desarrollo de actividades pesqueras, realizando en él tareas de procesamiento, transformación y consumo (Ramos y Lazarich, eds., 2002 a, 2002b; Ramos et al., 2001, 200�, 2005).

Embarcadero del río Palmones es un asentamien-to limitado, de dimensiones reducidas, que ha docu-mentado una ocupación de una comunidad cazadora-recolectora, que realizó en él tareas de manufactura de herramientas, tanto para uso doméstico, como para la preparación de herramientas, para proyectiles microlíticos de caza y pesca. Los restos muy fragmen-tados de fauna controlada infieren algunos procesos de trabajo y consumo de fauna en diversas áreas del asentamiento. No se han documentado en cuanto a las relaciones sociales ningún producto que conlleve diferenciación social en el trabajo, por tanto estamos claramente ante un ejemplo de una comunidad igua-litaria de cazadores-recolectores que en un alto carac-terístico ha realizado tareas productivas, conducentes a la caza y marisqueo, en un sitio diferente a una re-sidencia básica. El asentamiento refleja así el noma-dismo propio de estas sociedades, su diversificación de tareas y la propia división social de un grupo que se desgaja en una parte reducida de sus miembros, para el desarrollo de actividades específicas y bien diferenciadas (Ramos, Castañeda y Domínguez-Bella, 200; Ramos, 200�: 73-7�; Ramos y Castañeda, eds., 2005; Ramos y Pérez, en prensa).

En los asentamientos de pescadores y mariscado-

res del Mesolítico documentados en Portugal, es fre-cuente la existencia de evidencias de estructuras y de fuegos que documentan las áreas de actividades eco-nómicas desarrolladas (Arnaud, 1987, 2000; Straus, Altuna y Vierra, 1990; Soares, 1997; Tavares da Silva, 1997; Bicho et al., 2003; Sousa et al, coords., 200�; zambujo y Carvalho, 2005).

6. LOS RECURSOS NATURALES. fAUNA y vEgETA-CIÓN

6.1. Los registros disponibles

En directa sintonía, como estamos explicando, con las circunstancias de la Historia de la investigación, hay aún relativamente poca información al respecto. Los resultados de algunos yacimientos donde se han po-dido aplicar técnicas y trabajos interdisciplinares ade-cuados nos sugieren las tremendas posibilidades con que cuentan estos entornos atlántico-mediterráneos.

En relación a los registros faunísticos hay una evi-dente continuidad de las especies cazadas en el Tardi-glaciar y se observa una explotación destacada de re-cursos pesqueros y de malacafouna, que ya se había apreciado en contextos del Magdaleniense.

En relación a los estudios arqueobotánicos aún son más limitados pero reflejan una gran riqueza y variedad de taxones, con medios arbustivos intere-santes y presencia de numerosas especies de legumi-nosas. Parece evidente un aprovechamiento natural de la rica vegetación climácica y aunque no estén do-cumentados por ahora, los tradicionales agriotipos de un consumo posterior neolítico (Peña-Chocarro, 1999; zapata et al., 200�), la diversidad de plantas suscepti-bles de ser utilizadas nos indica posibles alternativas a considerar a los sistemas tradicionales de prácticas de cultivo.

6.1.1. Subbético de Córdoba y Alta Andalucía

Cueva del Nacimiento (Asquerino y López, 1981) y Valdecuevas (Sarrión, 1980) muestran registros en la Alta Andalucía de grupos humanos que tienen modos de vida basados en la caza, con presencia significativa de fauna de especies salvajes (ciervo, cabra montés, rebeco, corzo y jabalí) (Asquerino, 1983).

Los estudios realizados por Gabriel Rodríguez a partir de sus excavaciones en Cueva del Nacimiento (Rodríguez, 1982; Pérez Ripoll, 1982) son muy claros al respecto al confirmar el interés de la zona de mon-taña, sus importantes recursos hídricos y cinegéticos. Destaca el papel de la alimentación cárnica de los grupos humanos asentados en Cueva del Nacimien-to, con modos de vida basados en la caza de animales

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salvajes. Relaciona la documentación de ovicápridos y la aparición de cerámicas con ocupaciones estacio-nales vinculadas a la caza, en contextos de intercam-bios entre comunidades (Rodríguez, 1997: �06 y ss.). Es interesante la documentación de Capra pirenaica, Rupicapra rupicapra, Cervus elaphus, Capreolus ca-preolus, Sus scropha. La presencia de fauna salvaje abunda también en los niveles neolíticos (Alférez et al., 1981).

Los registros de Valdecuevas eran muy similares a los de Nacimiento con Rupicapra rupicapra, Capra pirenaica y Cervus elaphus en los contextos epipaleo-líticos (Sarrión, 1980).

Registros arqueobotánicos para estas etapas his-tóricas sólo están disponibles en los estudios del po-len de Cueva de Nacimiento (López, 1981). Indica una significativa presencia arbórea y arbustiva, lo cual es lógico en este medio serrano.

6.1.2. Bahía de Málaga y su hinterland

La Bahía de Málaga en la época de grupos huma-nos con tecnología Epipaleolítica tiene una clara con-tinuidad con los grupos anteriores en el aprovecha-miento del ecosistema costero, al igual que hemos visto con los tipos de emplazamientos. Es significati-vo el registro de Cueva de Nerja, con caza de cabras monteses, algunos ciervos y jabalíes, junto a la cap-tura de numerosos lagomorfos, que se complementa con aves y mamíferos marinos (focas, delfines). La pesca y el marisqueo alcanzan una explotación inten-siva, documentándose especies de alta mar. Es muy significativo el aprovechamiento de bivalvos (mejillón y peregrina), la caza de delfines y focas monje y en la ictiofauna de una destacada variedad de especies, como abadejo, mero, pargo, dorada, eglefino (Jordá Pardo, 1981, 1982; Jordá Pardo, ed., 1986; Pérez Ripoll y Raga, 1998; Roselló, Morales y Cañas, 1998; Mora-les, Roselló y Hernández, 1998; Serrano et al., 1998; Aura et al., 2001; Vera et al., 2003; Simón, 2003; Cor-tés, 200�).

La explotación de animales domésticos en la zona (ovicápridos, cerdo y perro) ha sido ya confirmada en los niveles epipaleolíticos de la cueva de Nerja (Mála-ga) (Boessneck y Von den Driesch, 1980).

En cuanto a los recursos vegetales, a partir de un análisis polínico se ha apuntado la presencia en el en-torno de Cueva de Nerja, de diversos tipos de Quer-cus, de Olea europea L., de Pinus pinea, de Juniperus oxycedrus. Es significativa la evidencia de un estrato arbustivo con importante matorral. Se ha indicado además un gran potencial de recursos vegetales en su entorno (Guillén, 1986). Es también de destacar del estudio antracológico en los niveles epipaleolíticos

la presencia de Pinus nigra, con evidencias de Olea europaea var. Silvestris, Pistacia lentiscos… (Badal, 1998). Se ha remarcado también la significativa uti-lización del Pinus nigra, que junto a una destacada documentación de nueces (Junglans regia), almen-dras (Prunus amydaliformis) y bellotas (Quercus ro-bur) muestran destacadas prácticas de recolección de productos vegetales silvestres (Badal, 1998), por los últimos grupos cazadores-reolectores.

En las sierras y montañas del interior de la Axar-quía de Málaga debía haber también una gran poten-cialidad de recursos cinegéticos y de vegetación.

6.1.3. Bahía de Algeciras

En Embarcadero del río Palmones se pudo docu-mentar en el trabajo de prospección de 1995, en el nivel de ocupación del asentamiento asociado a las evidencias de industrias líticas talladas dos fragmen-tos de molares de Equus caballus, un fragmento de Cervus elaphus y tres dientes de Canis lupus (Ramos, dir., 1995). En la campaña de 2000 se pudo precisar la evidencia de restos de bóvidos. En la campaña de 2003 se ha podido documentar la presencia de Oryc-tolagus cuniculus (Cáceres, en prensa).

En cuanto a la malacofauna comprobamos un limitado pero significativo registro de la fauna ma-rina. Se han documentado restos de � especies de moluscos bivalvos. Recordamos así la constatación de Acanthocardia tuberculata, Ruditapes decussa-tus, Donax trunculus y Venus verrucosa. Todas ellas susceptibles de consumo y sugieren su recolección en zonas arenosas intermareales (Soriguer, zabala y Hernando, 2005, en prensa). Respecto a la ictiofauna, se han documentado vértebras de peces, en la cam-paña de 2003 y pueden corresponder posiblemente a algún espárido (Soriguer, zabala y Hernando, 2005, en prensa).

Datos de Gibraltar evidencian la caza de ciervos y cabras y la continuidad en el aprovechamiento de recursos marinos (Giles et al., 2000).

El análisis de los recursos vegetales ha tenido gran importancia en Embarcadero del río Palmones. El estudio polínico ha sido realizado por el equipo de Blanca Ruiz y el análisis antracológico por Oliva Ro-dríguez. De ambos se evidencia que no hay indicios de agricultura, con valoración de las especies natu-rales silvestres. Hay que destacar la documentación en el corte 2 de Pinus, Olea y Quercus, que conllevan un paisaje vegetal abierto. Además dada su situación natural en un tránsito de ambiente fluvial y litoral de marisma destaca también la presencia de elementos riparios propios de un cauce fluvial, así como herbá-ceos, que implican condiciones ecológicas de cierta humedad (Ruiz zapata et al., 2005).

El análisis antracológico ha estado a cargo de Oli-va Rodríguez. Ha comprobado una gran selección y

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variedad de maderas utilizadas en los fuegos en el asentamiento. Ha indicado la presencia de 1� taxones, que tienen variado grado de determinación: Olea eu-ropaea, Phragmites, Pistacia lentiscus, Quercus suber, Pinus halp./pinea, Leguminosa, Monocotiledoneae… (Rodríguez, 2005). El análisis antracológico coincide con el polínico en la reconstrucción del medio natu-ral en los grandes grupos de vegetación de ribera y vegetación climácica. El interés que nos ofrece este estudio radica en la indicación de un enorme poten-cial vegetal susceptible de ser utilizado en actividades de recolección. Además destaca la significativa vege-tación arbórea y arbustiva de la zona, con importan-te presencia de Olea, Quercus y Pinus. De este modo este grupo humano disponía de abundantes aceitu-nas, bellotas y piñones, entre otros recursos vegetales susceptibles de ser recolectados (Rodríguez, 2005). El estudio funcional de los instrumentos líticos confirmó trabajos relacionados con la explotación y uso de los recursos vegetales (Clemente y Pijoan, 2005).

6.1.�. Bahía de Cádiz

En El Retamar en el nivel de ocupación se han documentado restos óseos de fauna terrestre. Están presentes los siguientes taxones: Bos taurus, Equus sp., Cervus elaphus, Capra hircus, Ovis aries, Ovis/Capra, Sus domesticus, Canis familiaris, Oryctolagus cuniculus, Lepus capensis y Alectoris rufa. La distri-bución espacial de los restos óseos en el asentamien-to es bastante variada con relación a las diferentes estructuras (Cáceres, 2002).

La mayor concentración de restos se encuentra distribuida en los cortes 1 y 3, tanto en cantidad, como en frecuencia. Alrededor de los hogares se distribuyen las áreas de producción para el consumo y se localizan unas zonas de procesamiento de la carne (desarticula-ción, descarnación, etc.), de áreas de consumo (hoga-res) y de áreas de desecho (Cáceres, 2003).

La especie mas representativa es el conejo (30%), seguida del ciervo (7,�%), cabra-oveja (5,8%), caba-llo-vaca (6,8%), aves (2,1%), caballo (1,1 %), cabra (1,05%), vaca (0,1%), perro (0,1%) y codorniz (0,06%) (Cáceres, 2002).

La documentación de restos de fauna mejor repre-sentada es la salvaje respecto a la doméstica, aunque ésta es bastante significativa. Se trata de una socie-dad de pescadores con una dedicación a la caza y a la explotación de la fauna domesticada para su au-toabastecimiento. Según el NMI se ha documentado una vaca, dos cabras, dos ovejas, un cerdo y un caba-llo (Cáceres, 2003).

Isabel Cáceres ha planteado una ocupación esta-cional en el otoño, por los datos relativos de la caza del ciervo (Cáceres y Anconetani, 1997; Cáceres, 1997, 1999, 2003).

En general podemos decir que estas comunidades tribales se apropian de los recursos naturales inme-diatos de valles, bosques y los recursos marinos de la Ba-hía de Cádiz.

El estudio de la malacofauna ha sido de un interés excepcional (Soriguer, zabala y Hernando, 2002). To-das las especies encontradas en este yacimiento son comunes en los yacimientos ibéricos (Moreno, 1995).

En total se han analizado fragmentos de malaco-fauna correspondientes a un número mínimo de indi-viduos de 2�77, de los cuales 18�5 pertenecen a bival-vos, 588 a gasterópodos y �� a crustáceos.

Entre los bivalvos son Solen marginatus (navajas) y Tapes decussatus (almejas finas) las mejor repre-sentadas. Una menor presencia tienen las especies Scrobicularia plana (coquina), Crassostrea angulata (ostión) y Cerastoderma edulis (berberecho común). El resto de los bivalvos hallados tienen una represen-tación testimonial como el Chlamys sp. Pecten sp., Glycimeris sp., Mytilus edulis (mejillón) y Acantho-cardia sp. (berberecho verrugoso) (Soriguer, zabala y Hernando, 2002).

Dentro del grupo de los gasterópodos la especie mejor representada es Trunculariopsis trunculus (bu-sano o carnailla) y Murex brandaris (cañadilla). Con un cómputo más bajo se encuentra la especie Ceri-thium vulgatum (pada) y, ya con una representación menor, la Monodonta lineata (burgaillo) y la Hydrobia ulvae. Poca importancia tiene especies como Nassa-rius reticulatus y Patella vulgata (lapa). Por último, en lo que respecta a los gasterópodos, queda hacer mención de especies que poseen una presencia úni-camente testimonial ya que cuentan solamente con 2 ó 1 ejemplares, como la Astrea rugosa, la Monodonta turbinata, la Calliostoma zizyphinum, la Omalogyra sp y Helix aspersa. Los restos de crustáceos aunque tampoco son muy numerosos, se documentan con restos de cangrejos (pinzas y patas).

Las tres especies de gasterópodos, T. trunculus, M brandaris y C. vulgatum son especies que resisten bien el paso del tiempo, mientras que los bivalvos T. decussatus, S. marginatus y S. plana tienen una es-tructura mucho más frágil. Podemos considerar que estas especies constituyen realmente el recurso ali-mentario, siendo las demás meramente accidenta-les, utilizadas como recurso malacológico marginal (aquellas susceptibles de consumo) o como especie acompañante de la recolección de otros recursos.

La totalidad de las especies dominantes son sus-ceptibles de consumo humano, procedentes de la zona intermareal o de aguas someras, en fondos are-nosos y fangosos. Hay que tener en cuenta que dada la diferente estructura de las especies encontradas, con respuesta a la conservación por el paso del tiem-po, los bivalvos pueden estar infravalorados, frente a gasterópodos mucho más resistentes a los procesos

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erosivos y destructivos por el paso del tiempo y los agentes atmosféricos.

En la determinación de la presencia de ictiofauna los restos corresponden a un NMI de 98 ejemplares, pertenecientes a 7 especies diferentes, ampliamente distribuidas por la zona en la actualidad y muy utiliza-das como alimento.

Es una ictiofauna estrictamente marina y de mar-cado carácter litoral, como las especies presentes de la Familia Sparidae, familia de gran relevancia en los yacimientos ibéricos (Roselló, Morales y Cañas, 1998) y que aquí domina claramente sobre las demás. Por otra parte, muchas especie epipelágicas realizan en sus ciclos de vida migraciones periódicas que impli-can aproximaciones a la costa durante la época de fre-za, por lo que no resulta extraña la aparición ocasional de especies más pelágicas como la corvina (A. regius) o el atún (T. thynnus). Los espáridos encontrados son especies presentes en la actualidad en los mismos es-pacios, por lo que cabría esperar encontrar represen-tadas a todas ellas por un número de restos aproxi-madamente igual. Sin embargo no ocurre así, siendo la dorada (S. aurata) la especie claramente dominan-te, mientras que la presencia de las restantes puede considerarse anecdótica. Esto nos hace pensar en la utilización de métodos de captura como anzuelos o ar-pones, que son artes más selectivos que por ejemplo las redes (de elaboración mucho más sofisticada).

Las características de los restos encontrados de S. aurata, en general bien conservados, difieren depen-diendo del lugar de procedencia de los registros ana-lizados. Los procedentes del corte 1 están formados en su mayoría por mandíbulas, dientes (molariformes e incisivos), así como vértebras y otros restos esque-léticos y están asociados fundamentalmente a hoga-res. En el caso del corte 3, aunque también asociados a hogares y zonas circundantes, aparecen mandíbu-las y molariformes, pero son muy escasos los restos de otras estructuras óseas que también podrían haber soportado bien el paso del tiempo y por tanto estar conservadas, a diferencia de lo observado en las pro-cedentes de los hogares 11, 12 y 13. Esto podría ser explicado si existiera una zona dedicada al consumo “in situ” y otra dedicada al proceso de preparación del pescado (con decapitado y posible eviscerado). En cuanto a la temporalización, podría asumirse que existen ciertas probabilidades de que los restos pro-cedan de un asentamiento de otoño, cuando las dora-das suelen acercarse a la costa para la reproducción y los atunes pequeños pasan de vuelta por el Estrecho de Gibraltar (Soriguer, zabala y Hernando, 2002; Ra-mos et al., en prensa).

Los grupos humanos que han frecuentado El Re-tamar tienen unos modos de vida basados en la pes-ca y en la recolección de moluscos, sin dejar por ello sus modos de trabajo basados en la caza y en una explotación de animales domésticos de tipo comunal

como medio de subsistencia del grupo. Esta pequeña cabaña doméstica la utilizarían como medio alimenta-rio para la extracción de otros productos secundarios como la leche, la lana y/o como medio de transporte y carga (Equus y bóvido).

En cuanto al registro arqueobotánico, el estudio antracológico y de semillas no ha permitido documen-tar indicios de agricultura. Se ha podido confirmar la presencia de Olea europaea y de Quercus (Uzquiano y Arnanz, 2002).

6.1.5. Las sierras de Cádiz-Ronda

El potencial vegetal y animal de estas sierras ha sido manifiesto en la Historia. Una vez puedan ini-ciarse excavaciones en los ambientes de los sitios del Paleolítico Superior y Epipaleolítico conocidos (Mar-tínez y Aguayo, 198�; Aguayo et al., 200�; (Gutiérrez et al., 199�; Giles et al., 1997, 1998) van a comenzar a ofrecer registros faunísticos de gran interés y sin duda ayudarán a comprender procesos de movilida-des estacionales entre estas sierras del interior y las bahías litorales.

6.1.6. Huelva y Portugal

El estudio faunístico tanto de especies terrestres como marinas está dando grandes resultados en el Suroeste de Portugal. Corrobora el peso de la caza, marisqueo y pesca en los medios litorales y de la caza de animales salvajes en el interior. Para una visión ge-neral remitimos a (Arnaud, 1987, 2000; Straus, Altuna y Vierra, 1990; Soares, 1997; Tavares da Silva, 1997; Bicho et al., 2003; Sousa et al, coord. 200�; zambujo y Carvalho, 2005; Diniz, 2000, 2003, 2005; Carvalho, 2002, 2003; Cardoso, Carvalho y Norton, 1998; zilhao, 1998; Oosterbeek, 2001).

6.1.7. Norte de África

Los registros tradicionales vinculados con tecno-logía lítica de los conceptos normativos de Iberomau-ritánico indicaban la presencia de abundante fauna, équidos, grandes antílopes, rinocerontes, cérvidos (Camps, 197�). La revisión de las cuevas de Ashakar en Tánger confirma la destacada presencia de fauna salvaje (Gilman, 1975). Igualmente la vegetación fue significativa con presencia de especies de coníferas, destacando: Pinus halepensis, Pinus nigra, Cedrus atlantica, Juniperus oxycedrus, Tetraclinis articulata, Cupressaceas y de hojas, con Quercus sp., Quercus ilex, Fraxinus sp, Olea europea, Phillyrea, Pistacia, Ar-bustos unedo, Agnus, Ulmus (Camps., 197�).

Muchos de estos registros continúan entre los nu-merosos taxones documentados en Cueva de Benzú,

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en contextos del VI milenio a.n.e. sobre todo en el estrato arbustivo y en los grupos de herbáceas (Ruiz zapata y Gil, 2003).

La vegetación climácica era muy significativa, ofrecía abundantes recursos para los últimos grupos de cazadores-recolectores y presentaba bastantes se-mejanzas con las del sur peninsular. Sin duda el gra-do de latitud y la semejanza geológica y de medios naturales conllevó parecidos contextos ecológicos, en el entorno del Estrecho de Gibraltar y costas norte y mediterránea de Marruecos.

7. LA DIvERSIDAD DE LA TECNOLOgíA ENTENDIDA COMO RESpUESTAS DEL TRABAJO y DE LOS MODOS DE vIDA.

7.1. Notas sobre los métodos y técnicas

Ante un análisis metodológico (Ramos et al., 2002) integramos la tecnología lítica, no como un registro de piedras y datos cuantitativos ciertamente crípticos y para uso sólo de especialistas. Intentamos trabajar con una visión de la tecnología vinculada en el estudio de los medios de producción de cualquier formación social. Nos aporta datos de la estructura económica, así como de las propias fuerzas productivas.

Por tanto en la relación con el medio, socialmente desarrollaron estrategias de caza, recolección de fru-tos y vegetales silvestres, aprovechando recursos de fauna marina. Esta sociedad disponía así de esta gran diversidad de recursos que utilizó y gestionó en su producción y reproducción social.

Para la concreción de estas actividades económi-cas debieron utilizar una tecnología apropiada y pre-cisa, conformada por piedras talladas que se consti-tuían en auténticos instrumentos de trabajo.

El estudio de la tecnología lítica aporta mucha información para poder llegar a inferir algunos as-pectos del modo de producción y de los modos de vida de los grupos humanos considerados (Pie y Vila, 1992; Ramos, 1999).

La procedencia de las materias primas nos infor-ma de las movilidades y estrategias económicas de captación. La tecnología y tipología de los productos líticos tallados da información de dichos productos considerados como instrumentos de trabajo (Ramos, 1997). El análisis funcional nos acerca al trabajo y al uso de los instrumentos elaborados y documentados (Clemente y Pijoan, 2005). Debe evidentemente con-siderarse la adecuación a la distribución espacial de los productos y llegado el caso considerar los procesos posdeposicionales (Schiffer, 1988).

Este modelo de trabajo pretende integrarse en di-recta vinculación con nuestras bases teórico-metodo-lógicas de partida, desde la idea de aproximarnos a la definición del modo de producción de dicha sociedad (Vargas, 1990; Bate, 1998, 200�; Ramos, 1999).

En el momento actual de la investigación sobre las últimas sociedades cazadoras-recolectoras del Sur pe-ninsular, la aplicación de esta metodología de estudio, más que resolver los problemas, nos aporta también dudas.

Los registros documentados evidencian que el pro-ceso mencionado no fue lineal y que en los estudios de la tecnología del tecnocomplejo llamado Epipaleo-lítico (Ramos, 200�) y de los conjuntos neolíticos que tienen evidencias claras de dicha tradición (Ramos, 1988-1989) habrá multitud de modelos y registros, y es aún mucho el trabajo a realizar. Pero lo que nos parece claro es que son diversos modos de vida y de trabajo de los diferentes grupos humanos los que explican la diversidad tecnológica.

7.2. Estudios de captación de las materias primas

7.2.1. Proyectos y trabajos

El medio natural facilitaba a los grupos humanos un acceso relativamente cercano a la captación de di-chas materias primas, base de sus herramientas. Para su estudio llevamos unos años de colaboración con varios geólogos preocupados en esta problemática.

Especialmente trabajamos con el Dr. Salvador Do-mínguez-Bella (Área de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Cádiz) en la elaboración de una litoteca y en el estudio de captación y conocimiento de áreas-fuente de materias primas utilizadas por las so-ciedades prehistóricas en el sur peninsular y norte de África. Dichos estudios se enmarcaron en un proyecto general de investigación financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (PB96/1520 CICYT-DGICYT). Y se han desarrollado en la colaboración entre los gru-pos del Plan Andaluz de Investigación (grupos P.A.I.-HUM-��0 y P.A.I.-RNM-11�). Han colaborado también en estos estudios los colegas geólogos Dr. Diego Mo-rata (Universidad de Santiago de Chile) y Simón Cha-morro (Instituto de Estudios Ceutíes).

En la actualidad (enero-2006) estamos empezan-do un proyecto, con un equipo interdisciplinar para el estudio de las diversas materias primas del territo-rio inmediato a Benzú (Ceuta), en la región norte de Marruecos, entre Tetuán y Tánger. Para ello hemos solicitado un proyecto a la AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional), que nos ha sido recien-temente concedido, entre los geólogos españoles (S. Domínguez y S. Chamorro) y un colega marroquí, Dr. A. Maate (Universidad Abdelmalek Esaadi de Tetuán),

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para el estudio de los recursos pétreos vinculados con el Abrigo de Benzú y en general de la Prehistoria in-mediata del área norteafricana del Estrecho de Gibral-tar. Colaboran en dicho proyecto los arqueólogos Dr. J. Ramos, Dr. D. Bernal, Dra. M. Pérez y E. Vijande.

Indicar que para el tema que aquí tratamos se han realizado estudios relativos a los productos tallados de los asentamientos de El Retamar (Ramos et al., 2001; Domínguez-Bella et al., 2002) y Embarcadero del río Palmones (Domínguez-Bella, Gracia y Mora-ta, 1995; Domínguez-Bella et al., 1995, 200�; Domín-guez-Bella y Sánchez, 2005; Ramos, Domínguez-Bella y Castañeda, 2005). Su contraste con sitios neolíticos es manifiesto con los enclaves de la Bahía de Cádiz (Domínguez-Bella, 1999) y en especial con La Esparra-gosa (Pérez et al., 2005).

Hemos desarrollado también estudios de la petro-logía de los dos niveles de la Cueva de Benzú (Ceuta) (Chamorro, Domínguez-Bella y Pereila, 2003; Chamo-rro, 200�; Domínguez-Bella, 200�).

7.2.2. Desarrollo de la técnica

Como consecuencia de las prospecciones realizadas se han obtenido muestreos de las diferentes litologías presentes. Inicialmente se realizaron determinaciones a visu y reconocimiento macroscópico de las muestras. Se han analizado mediante estereomicroscopía y las determinaciones del color -cartas Munsell de suelos, 1990-, que han permitido documentar y contrastar los colores que presentan las litologías analizadas.

Posteriormente se seleccionaron muestras signifi-cativas de los diferentes litotipos para su estudio por microscopía óptica de luz transmitida (estereomicros-copía y microscopía de luz transmitida), obteniendo láminas delgadas de algunos útiles y/o fragmentos de éstos, así como de diferentes rocas procedentes del entorno geográfico-geológico (Domínguez-Bella y Mo-rata, 1995).

Mediante Difracción de Rayos X (método de polvo policristalino) se ha realizado la caracterización mine-ralógica de las fases presentes en las muestras.

Todo lo anterior nos ha permitido definir la minera-logía presente en las industrias líticas o la clasificación petrológica de materiales líticos.

El estudio comparativo entre los materiales arqueo-lógicos y geológicos está en la base para la identifica-ción de las posibles áreas fuente de aquellos.

7.2.3. Resultados obtenidos

Presentamos inicialmente los resultados de sitios que han tenido nuestra directa responsabilidad de es-tudio, para posteriormente hacer un balance de otros

enclavados en las zonas que estamos analizando en este trabajo.

7.2.3.1. El Retamar (Puerto Real, Cádiz)

De los 23.593 productos líticos analizados se han estudiado 7�� elementos, por medio de las técnicas arqueométricas indicadas.

Estadísticamente aparece un predominio de los sílex masivos (�7,6 %), seguidos de los sílex porosos (23 %), de los sílex grises con oquedades, posible-mente termoalterados (7,1 %) y de las cuarcitas (8,3 %). Otras litologías relativamente abundantes son las radiolaritas (6,7 %), con dos tipos de coloraciones y los sílex bandeados (2,3 %). El resto de tipos litológi-cos son muy minoritarios, y en general no sobrepasan el 1 % del total de la muestra. Dentro de este grupo aparecen rocas sedimentarias como un conglomera-do fosilífero; de tipo metamórfico como las filitas y cuarcitas, así como rocas ígneas como las doleritas (0,� %) (Domínguez-Bella et al., 2002; Ramos et al., 2001: 136 y ss.).

El predominio de litologías silíceas parece tener un origen cercano, en cantos que proceden de terra-zas del curso bajo del río Guadalete, próximo al yaci-miento. De todos modos hay algunos tipos de sílex que pueden proceder de entornos de las sierras de Cádiz. Se trata de materiales silíceos de edad jurásica y cretácica, asociados a rocas calcáreas de las Cordi-lleras Béticas.

Las cuarcitas son de origen local asociadas a de-pósitos de glacis pleistocenos (zazo, 1980) en donde abundan los cantos rodados de este material. Igual-mente las rocas sedimentarias están presentes en la geología local (Gutiérrez et al., 1991; Baena et al., 1987), como son las areniscas del Aljibe, calizas y margas, con edades comprendidas entre el Triásico y el Cretácico.

7.2.3.2. Embarcadero del río Palmones (Algeciras, Cádiz)

Tras el análisis arqueométrico de la Petrología y Mineralogía de la industria lítica tallada se confirma un claro predominio de las litologías silíceas, como materias primas básicas. Se han observado y carac-terizado muestras de sílex masivos, sílex porosos, sí-lex calcedónicos, sílex oolíticos, sílex esferulíticos y radiolaritas.

En menor proporción aparecen litologías detríti-cas, de tipo arenisca, carbonatadas (areniscas ama-rillentas, rojizas, pardas y grises, todas ellas muy compactas y silicificadas); algunos tipos de calizas y rocas metamórficas como cuarcitas, filitas y pizarras (Domínguez-Bella y Sánchez, 2005).

Tras los análisis de procedencia de estas, median-te su comparación con las diferentes materias primas

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geológicas muestreadas en el entorno geográfico, se han podido obtener interesantes conclusiones sobre las posibles áreas fuente de las mismas. Todo apunta a una localización de dichas áreas fuente en el entor-no regional del sitio arqueológico (Domínguez-Bella et al., 200�).

Los cantos de areniscas han sido aportados por el río Palmones a su paso por las unidades del Campo de Gibraltar (areniscas del Aljibe), mientras que los cantos muy rodados de sílex podrían proceder de los aportes del río Guadarranque a la llanura coste-ra compartida por los ríos Guadacorte y Palmones (Domínguez-Bella et al., 1995). Muchos de los tipos litológicos observados en la industria lítica coinciden por ejemplo, con litologías silíceas presentes en los materiales Jurásicos de naturaleza carbonatada (cali-zas y dolomías), de las Sierras Béticas situadas al Este y Noreste de la Provincia de Málaga (por ejemplo, se han observado sílex calcedónicos idénticos a los de este yacimiento en las áreas de extracción prehistó-rica de sílex situadas en Montecorto, Málaga). Por erosión a lo largo de la historia geológica de la zona, de los anteriores materiales se han podido producir nuevos depósitos de los mismos en otras zonas; así ocurre con materiales tales como los nódulos de sí-lex de las terrazas cuaternarias del Río Palmones o en los niveles de conglomerados-brechas del Oligo-ceno, presentes en afloramientos de la cuenca del Río Palmones como el Cerro Calderón, al Norte de Los Barrios.

La presencia de rocas sedimentarias carbonata-das correspondería asimismo con arrastres fluviales de materiales jurásicos y terciarios de esta naturaleza, procedentes de las unidades Béticas, emplazadas al Norte y Noreste de la Bahía de Algeciras.

Las litologías metamórficas, en las que también hemos observado algunos cantos rodados, procede-rían de la zona Este de la Bahía de Algeciras, también por arrastres fluviales desde el margen Oeste de la provincia de Málaga, en donde afloran este tipo de rocas, de edad Paleozoica.

En general, podemos afirmar que las materias pri-mas minerales usadas por estas comunidades huma-nas, han sido obtenidas en el entorno próximo al ya-cimiento, siendo por tanto de carácter local, aunque algunos sílex calcedónicos proceden de un radio su-perior a 100 kms., del entorno de la Serranía de Ronda (Domínguez-Bella et al., 200�).

7.2.3.3. El Pirulejo (Priego de Córdoba, Córdoba)

Maria Dolores Simón (1998) ha realizado un es-tudio de aprovisionamiento de materias primas del entorno del Pirulejo (Priego de Córdoba, Córdoba), en relación con la secuencia arqueológica de Tardi-glaciar y Holoceno Antiguo del depósito (Asquerino

et al., 1991), que normativamente se ha vinculado con Solutrense avanzado, Magdaleniense y Epipaleolíti-co (Asquerino, 1992 a, 1992 b; Asquerino et al., 1991; Cortés, Asquerino y Sanchidrián, 1998).

Un primer estudio de los productos de la secuen-cia tuvo unas bases de clasificación macroscópica-cromática (Araque y Martos, 1991).

El estudio de Maria Dolores Simón ha prestado atención a una zona comprendida en un radio de 15 kms. del yacimiento y ha aplicado la técnica de iden-tificación de rocas silíceas por los componentes mi-cropaleontológicos. Documentó 7 afloramientos en los entornos de El Pirulejo, en posición primaria y secundaria, de edades Jurásica y Cretácica. Es inte-resante la identificación de litologías como calcedo-nia, radiolarita o jaspe, cristal de roca; así como otros productos minerales, como ocre, galena u ofita, con un afloramiento a 500 m del yacimiento. Se eviden-cia por tanto un uso próximo de materias primas y la captación de objetos lejanos de un radio en torno a 80 kms., para malacofauna y áreas fuente de produc-tos silíceos en la provincia de Málaga (Simón, 1998: 183).

7.2.3.�. Cueva de Nerja y la potencialidad de recursos silíceos de la Axarquía de Málaga

Verdaderamente no ha habido aún un análisis ex-haustivo de estudio petrológico y mineralógico de su secuencia. Es un tema pendiente que ofrecerá un gran interés. Ante las críticas emitidas por Arturo Morales sobre los enfoques planteados en su alimentación (Morales, Roselló y Hernández, 1998) Emilio Aura ha respondido con un intento de explicación alternativa de las bases económicas. Aquí incide en la vincula-ción de la captación de los sílex de Nerja en la zona de los flysch de Colmenar-Periana (Aura et al., 2001).

Verdaderamente es una zona de un gran interés. Tuve la oportunidad de estudiar la Axarquía de Mála-ga en el marco de mi tesis doctoral, con la dirección del profesor Enrique Vallespí, en los años 80 del si-glo pasado y generar algunas publicaciones del tema (Ramos, 1988, 1997). Evidentemente es una zona muy rica en sílex de variados tipos, formaciones y edades. Los estudios se basaron en la ordenación de los regis-tros en el territorio, en el estudio de series de superfi-cie paleolíticas y en la presentación de una entonces novedosa “facies de talleres” (Ramos, 1988, 1997). Se trataba de lugares de producción para la distribución de productos laminares. En su momento desarrolla-mos estudios de la ordenación espacial de las zonas de producción y de residencia.

Posteriormente con motivo del estudio de un Abri-go paleolítico en la zona del Alto Vélez, con los geó-logos Salvador Domínguez-Bella (Universidad de Cá-diz) y Juan José Durán Valsero (Instituto Geominero

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de España) se ha estudiado el material del Abrigo del Tajo de Doña Ana I (Alfarnatejo), comprobando la pre-sencia de 13 tipos litológicos de sílex, cuya proceden-cia resulta evidente de los entornos de Cerro Alcolea. Se confirmó el aprovechamiento de cantos rodados de arrastre del cauce fluvial del río Sábar y la explo-tación de nódulos silíceos incluidos en afloramientos calcáreos de la zona de atribución Jurásica (Ramos et al., 1995-1996).

Es un interesante tema a seguir, el de la distribu-ción de numerosos tipos de sílex, desde dichos entor-nos del Subbético de Málaga hacia otras zonas de la región: costa de la Axarquía –zona de Nerja y Bahía de Málaga-, Subbético de Córdoba (Simón, 1998) y Alta Andalucía, con probabilidad hacia la zona de Porcuna en Jaén.

7.2.3.5. Localizaciones de las sierras del Norte de Cádiz

La dinamización de los estudios a cargo del equipo coordinado pro Francisco Giles, desde los años 90 ha puesto en evidencia numerosos sitios con atribución genérica en Paleolítico Superior y alguno en Epipa-leolítico (Giles et al., 1998).

Indicar ahora que los grupos de cazadores-reco-lectores aprovechan filones de sílex que se documen-tan en intercalaciones en las calizas. De hecho esta zona debió constituir una destacada área fuente de suministros de recursos líticos naturales. Indicar tam-bién que las formaciones aluviales del río Guadalete contienen abundantes materias primas utilizadas por los grupos humanos en diferentes épocas (Gutiérrez et al., 199�; Giles et al., 1997, 1998).

7.2.3.6. Cueva de Benzú (Ceuta)

El estudio de la distribución de las litologías y su procedencia en la Cueva de Benzú es de gran inte-rés ante la posibilidad de plantear movilidades de productos en el ámbito del Estrecho de Gibraltar. De los dos estratos documentados hasta ahora en dicha Cueva (Ramos, Bernal y Castañeda, 2002; Ramos, Bernal y Castañeda, eds., 2003; Ramos et al., 2005, en prensa) el de segura atribución neolítica y el infe-rior presentan litologías de las que se han estudiado avances (Chamorro, Domínguez-Bella y Pereila, 2003; Chamorro, 200�; Domínguez-Bella, 200�). Se conocen varias litologías. La más numerosa entre los produc-tos líticos tallados es una arenisca, de la que conoce-mos afloramientos en los flyschs de Belliounes, situa-dos a menos de un km del Abrigo, en contacto con las dolomías de Benzú. Son afloramientos que están for-mados por una alternancia de estratos decimétricos de areniscas groseras, cuarcíticas y de matriz parda, crema o grisácea (Oligoceno-Aquitaniense).

Simón Chamorro y Salvador Domínguez-Bella han podido determinar también la presencia de materias primas silíceas, básicamente sílex y radiolaritas. Han identificado sílex masivo gris, sílex masivo crema, sí-lex masivo negro, areniscas compactas ocres, arenis-cas compactas pardas oscuras y radiolaritas de distin-tos colores, básicamente rojas.

Se están estudiando las formaciones geológicas próximas a Benzú en las cuales aparecen afloramien-tos de sílex: unidades de Ued zarján, Hafa ed Dohor, Hafa Queddana y Yebel Dersa. En las formaciones del grupo del Yebel Musa, próximas al yacimiento, apa-rece una radiolarita –roca silícea bastante opaca, de color rojizo-violáceo-, asociada con calizas nodulo-sas del Toarciense-Aaleniense y radiolaritas verdes, atribuidas al Dogger-Malm (Chamorro y Nieto, 1989; Chamorro, 200�; Domínguez-Bella, 200�).

Consideramos que es de gran interés, a pesar de las similitudes de las unidades geológicas entre las dos orillas del Estrecho, incidir en las posibles relacio-nes y contactos de grupos humanos y de utilización de materias primas de ambas zonas, evaluando en todo caso similitudes y diferencias.

Indicar también el empleo de unas cuentas verdes en el nivel II, neolítico de Cueva de Benzú, que se han considerado como serpentinas, de las que se conoce su procedencia en la zona de las Unidades del Sar-chal, con origen en peridotitas de la zona del Mon-te Hacho. Está por realizar aún un contraste con las cuentas verdes de los sitios neolíticos del entorno de Cádiz y enterramientos megalíticos (Domínguez-Bella y Morata, 1995; Domínguez-Bella, 200�; Ramos et al., 2005), con los registros norteafricanos.

7.2.3.7. Valoración sucinta de los estudios emprendi-dos en la zona de Tánger

En el marco del interesante proyecto de estudio ma-rroquí-belga de la península tingitana ha habido una preocupación especial en el análisis de las materias primas de los sitios prehistóricos (Bouzouggar et al., 200� a, 200� b). Se identifican básicamente materias primas utilizadas en cuarcitas y en sílex, matizando las que están en posición primaria y secundaria. Se están estudiando las formaciones de procedencia, en el caso de las cuarcitas en los flysch del Cretácico Inferior. Por su parte los sílex están frecuentes en las zonas monta-ñosas entre Ksar Sghir-Ceuta y el Oeste de Tetuán. Se localizan en numerosas unidades. Han identificado al-gunos afloramientos primarios, pero consideran que la mayoría de los abastecimientos se producen en zo-nas secundarias, en relación a la red fluvial que drena hacia el Atlántico. No se han presentado aún estudios de la zona del Oued Martil y del entorno de Tetuán. Es interesante destacar que se han realizado las prime-ras analíticas de Fluorescencia de Rx, comprobando la

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distribución mineralógica aparte de los componentes silíceos (Bouzouggar et al., 200� b).

Estudios más detenidos en las cuevas de El Khil, en la zona del Cabo Achakar, 15 kms. Al S.O. de Tán-ger, aplicados a niveles neolíticos con cardial eviden-cian la procedencia local de sílex en pequeños guija-rros aportados por el cercano Oued zaïtoun. Se han localizado 7 variantes de sílex y cuarcita (Bouzouggar et al., 200� a).

Se presentan unas relaciones de los soportes, en el caso de las cuarcitas para lascas y de los sílex para láminas (Bouzouggar et al., 200� b: 92), que ofrecen similitudes destacadas con las ocupaciones en Cueva de Benzú, pero también con Embarcadero del río Pal-mones (Ramos y Castañeda, 2003; Domínguez-Bella y Sánchez, 2005).

7.2.3.8. Síntesis valorativa de las áreas de captación de recursos

Hay que indicar que de forma lenta y aplicada a varias zonas del sur peninsular y norte de África, poco a poco han comenzado estos estudios. Aún se está en fases preliminares de conformación de las técnicas de aplicación en algunas zonas o en fases de valoración de los primeros resultados.

La experiencia de estudios en Cádiz y Málaga y su contraste con otras zonas del Subbético especialmen-te y áreas litorales (Bahías de Málaga y Algeciras), así como del Norte de África permiten plantear que las últimas comunidades de cazadores-recolectores se abastecen básicamente de afloramientos líticos que tienen en sus inmediaciones. Que ello constituye la gran base de aprovechamiento de materias primas en los diferentes casos analizados (El Retamar, Em-barcadero del río Palmones, Pirulejo, enclaves del río Guadalete y Sierras de Cádiz).

Por otro lado resulta ya evidente que hay presen-cia en las diversas zonas, de materias primas alócto-nas. Desde las sierras del Norte de Cádiz-Ronda se distribuyen productos y/o litologías que se documen-tan con seguridad en la Bahía de Algeciras y desde el Subbético de Málaga hacia las zonas de las estriba-ciones subbéticas de Córdoba, probablemente Jaén y hacia la Bahía de Málaga.

Hay un gran reto abierto en el estudio del paso del Estrecho de Gibraltar por los grupos de cazadores-re-colectores de diversas épocas. Los autores escépticos con este planteamiento indican siempre la similitud de las estructuras geológicas en las dos zonas. Con todo se ha emprendido un estudio de las litologías de ambas regiones y se está aún en fase de análisis. Tenemos esperanzas con la propia depuración de las técnicas de base geoquímica en la posibilidad de po-der generar mejores precisiones en la identificación

de afloramientos. Empieza a haber una base de datos de interés para comprobar los contrastes y diferen-cias al respecto y comprender la clara selección de productos locales y la llegada de elementos alócto-nos, que curiosamente es muy semejante en ambas zonas (sílex de la Serranía de Ronda en Embarcadero del río Palmones), (radiolaritas de las unidades del Ye-bel Musa en Cueva de Benzú). Será necesario un con-traste también con las interesantes litologías docu-mentadas en los yacimientos de Gibraltar (Finlayson, Finlayson y Fa, eds., 2000; Finlayson et al., 1999).

A medio plazo habría que intentar unificar las no-menclaturas de las materias primas en toda la región: Los colegas de Gibraltar denominan protocuarcitas a lo que los colegas belgas y marroquíes llaman cuar-citas y nosotros areniscas. Igualmente hemos com-probado en reuniones y visitas de campo, que en Gibraltar se denominan jaspes a las radiolaritas. En cualquier caso vemos de gran interés esta dinámica de estudios que puede permitir a medio plazo definir bastante mejor, la captación de recursos y la tecno-logía de las últimas comunidades cazadoras-recolec-toras en el entorno de las regiones situadas a ambos lados del Estrecho de Gibraltar.

Hay evidentes explotaciones directas de materias primas inmediatas a los sitios (Bouzouggar et al., 200� a, 200� b; Chamorro, 200�; Domínguez-Bella, 200�; Ramos et al., 2005). No pensamos que sean ex-plotaciones oportunistas, sino que se enmarcan en la propia racionalidad económica de los grupos.

En todos los casos la constatación de productos líticos alóctonos en estas comunidades cazadoras-recolectoras-pescadoras deberá enmarcarse en las movilidades de dichos grupos sociales y/o en redes simples de distribución en las relaciones socioeconó-micas entre bandas.

El modelo será muy diferente cuando se instauren desde dichas zonas de captación de recursos, signifi-cativas redes de circulación, que llevarán acarreados modelos de distribución y hasta de redistribución de productos silíceos. Esto ocurrirá ya en sociedades tri-bales (Ramos Millán, 1986) y especialmente en las so-ciedades clasistas iniciales de la región (Nocete, 2001; Arteaga, 2002; Ramos, 200� b; Ramos et al., 200�; Ra-mos, Domínguez-Bella y Pérez, 200�).

7.3. Estudios tecnológicos y tipológicos de los produc-tos líticos tallados

7.3.1. Contexto tecnológico normativo

Durante muchos años se ha aplicado el modelo de Fortea (1973), intentando situar una fase de Epipaleo-lítico microlaminar después del Magdaleniense, bien documentado este último en la Bahía de Málaga (Jor-

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dá, 1986; Fortea, 1986). Este esquema ya clásico par-tió de la explicación de Such (1920) de la Cueva Hoyo de la Mina. Javier Fortea situó así después del cono-cido Magdaleniense con arpones esta facies sobre la revisión de Hoyo de la Mina, de Cueva del Higuerón y de Cueva Victoria (Fortea, 1973).

A pesar de la coherencia y del interés de la pro-puesta, pasados los años, vemos este esquema con-ceptual como una hipótesis de trabajo que necesita aún contrastarse con una cronoestratigrafía y con re-gistros tecnológicos más amplios.

Hubiera ayudado a precisar el problema la secuen-cia de Cueva de Nerja, pero ofrece registros aún limi-tados en los niveles tardiglaciares (Aura et al., 1998; Simón, 2003; Cortés, 200�).

Dicho esquema ha sido aplicado para unos yaci-mientos localizados al aire libre, aún sin excavar, en el Subbético de Córdoba, que han sido considerados como fase vinculada al criterio normativo de Epi-paleolítico microlaminar (Asquerino, 1987 a, 1987 b, 1988, 200�; Gavilán, 1987). Posteriormente se ha en-marcado en dicha línea la ocupación del nivel 2 de El Pirulejo (Cortés, Asquerino y Sanchidrián, 1988).

A esta fase se pretendía superponer un débil com-ponente geométrico que rápidamente se neolitizaba (Pellicer y Acosta, 1986; Asquerino, 1987 a; Aura et al., 1998).

Frente a estas explicaciones tradicionales vemos que en los últimos años han aumentado los registros en nuevos ambientes, tanto de interior como coste-ros. Consideramos que la diversidad regional, mani-festada ya en registros preliminares pero con gran variedad, no permite aplicaciones miméticas de mo-delos alóctonos.

Será muy importante la definición regional de los conjuntos tecnológicos del Tardiglaciar. Compro-bamos que hay ciertas sintonías tecnológicas en los momentos avanzados de la secuencia, con presencia de microlitos geométricos, de los registros de las Ba-hías de Cádiz (Ramos et al., 2001) y Algeciras (Ramos y Castañeda, eds., 2005), con los documentados en la Bahía de Málaga, en concreto con los niveles NV 3-NV � y NM 13-12 de Cueva de Nerja (Jordá, 1985, 1986; González-Tablas, 1986; Aura et al. 1998), así como con los niveles Tardenoisiense y Capsiense de Hoyo de la Mina (Such 1920; Fortea 1973; Ferrer y Baldomero, 2005).

De todos modos consideramos que hay registros de gran interés en las diferentes áreas estudiadas (Subbético de Córdoba, Alto Guadalquivir, Sierras de Cádiz, Bahías de Cádiz, Algeciras y Málaga). Y que si se pudiera seguir investigando en estos temas se llegarían a documentar expresiones materiales de las diversas tecnologías, en relación a los modos de vida de los propios grupos regionales.

Exponemos a continuación un sucinto balance de los registros documentados.

Un hecho a constatar, bien documentado en el NE peninsular en momentos ya plenamente neolíticos (Utrilla et al., 1998) se atestigua también de forma regular en los registros del sur. Se trata de la apari-ción del retoque en doble bisel. Esto ocurre en el sur a partir del IV milenio a.n.e., como bien reflejan los registros de La Esparragosa (Pérez, 2003; Pérez et al., 2005).

7.3.1.1. Los enclaves del Subbético de Córdoba y de la Alta Andalucía

Los sitios situados al aire libre en la zona Subbéti-ca de Córdoba, como Llanos de Jarcas (Cabra), Fuen-te de las Palomas (Carcabuey) y Fuente del Carmen (zuheros) han sido enmarcados en el complejo micro-laminar del Epipaleolítico (Asquerino, 1987 a, 1987 b). Se ha señalado una baja presencia de raspadores, la ausencia de buriles, documentación de truncaduras, microburiles, denticulados, escasez de geométricos y marcado laminarismo de reducido tamaño (Asqueri-no, 1987 b; Gavilán, 1987). El sitio de Fuente del Pez-Fuente Migas (Montilla) (Asquerino, 1988) ofrece un registro similar en la campiña.

Hace unos años ya precisamos nuestra opinión sobre dichos conjuntos en la línea de valoración de componentes tecnológicos importantes del substra-to del Neolítico de dicha zona (Ramos, 1988-1989). De hecho las investigadoras que han trabajado estos conjuntos inciden en el componente geométrico de las industrias líticas talladas de la zona de Córdoba en los contextos neolíticos (Asquerino, 1987 b; Gavilán, 1988; 1997).

Un estudio reciente al revisar las industrias super-ficiales de Córdoba insiste en la dificultad que éstas ofrecen, valorando la mayor presencia de microli-tismo y el escaso geometrismo, considerando difícil de encuadrar en los contextos de las facies clásicas, sugiriendo una perduración de las industrias del Pa-leolítico Superior Final como posible sustrato de la neolitización (Asquerino, 200�: ��).

Consideramos de gran interés dichos registros y deseamos puedan ser excavados y continuados los trabajos en una zona que debe tener evidencias de las últimas sociedades cazadoras-recolectoras, como bien ha confirmado la estratificación de la cercana Cueva del Nacimiento (Rodríguez, 1997) y los indicios existentes en la zona de Porcuna (Jaén) (Arteaga et al., 1991).

El yacimiento de El Pirulejo (Priego de Córdoba) tiene una secuencia Solutrense Final y Magdalenien-se que ofrece mucho futuro de estudio (Asquerino, 1988 a, 1988 b, Asquerino et al., 1991). Señalamos en relación a las últimas ocupaciones de grupos cazado-

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res-recolectores el registro del nivel 2 (Cortés, Asque-rino y Sanchidrián, 1988: 163 y ss.). Considerado aún el estudio como provisional se aportan datos como el predominio de raspadores (28,50 %) sobre buriles (1�,20 %), así como el índice del utillaje microlaminar (28,60 %). Sus investigadores aprecian una continui-dad en las tradiciones magdalenenses, enmarcándolo en criterios normativos en la noción de Epimagdale-niense (Aura, 1995)/ Epipaleolítico microlaminar en una fase antigua (Cortés, Asquerino y Sanchidrián, 1988: 163).

El interés de dicha secuencia radica en su potencia y en el registro de ocupaciones del Pleistoceno Supe-rior y Tardiglaciar. Recientemente se ha planteado la necesidad de precisar la continuidad Solutrense-Mag-daleniense, desde la diversidad de situaciones de los complejos solutreogravetienses, como en Peña de la Grieta (Arteaga, Ramos y Roos, 1998). Y que se impo-ne esperar la continuidad de las excavaciones y publi-cación de los datos disponibles para su justa valora-ción, sobre todo respecto al nivel 2 (Cortés, Asquerino y Sanchidrián, 1988: 163).

Queremos mencionar también en la Alta Andalu-cía, la estratificación de Peña de la Grieta (Porcuna), que ofrece una secuencia donde se han documentado los siguientes tecnocomplejos normativos: Solutrense Superior (estrato 5), Solutreogravetiense (estrato �), Neolítico Antiguo (estrato 3), Neolítico Final (estrato 2). Se ha podido comprobar en estudios geoarqueo-lógicos desarrollados por los profesores H.D.Schulz (Universidad de Bremen) y Oswaldo Arteaga (Univer-sidad de Sevilla) la existencia de un lago pleistoceno en la zona denominada Llanos del Pezcolar (Arteaga et al., 1991, 1993). Además señalar que es una zona de paso entre las sierras subbéticas y la cuenca del Guadalquivir.

Queremos indicar la limitación que aún tienen los trabajos desarrollados, valorados como sondeo del área excavada, con registro de ocupaciones cazado-ras-recolectoras en menos de � m2 (Arteaga, Ramos y Roos, 1998). Hay que señalar la documentación en los entornos de significativos microlitos geométricos; así como en la Cueva de los Enamorados, en el sector de Los Alcores de Porcuna.

Existen fundadas esperanzas de localizar niveles epipaleolíticos estratificados en asentamientos de su-perficie en el tramo situado entre las actuales campi-ñas y el Subbético, concretamente en los cerros de margocalizas que jalonan el mencionado camino na-tural situado entre Porcuna y las sierras subbéticas de Jaén (zona de Torre del Campo, Torredonjimeno, Martos).

Los enclaves situados en la zona de Sierra Morena de Jaén destacan por su situación en alta montaña, como hemos indicado, -Cueva del Nacimiento (As-querino y López, 1981; Rodríguez, 1979, 1982, 1983),

Valdecuevas (Sarrión, 1980) y los nuevos sitios de la zona del Segura (Rodríguez, 1997) muestran asenta-mientos que tienen modos de vida basados en la caza. En cuanto a la tecnología están bien documentados los microlitos geométricos, aunque evidentemente haya una cuadro destacado de productos retocados microlaminares, muescas y denticulados, así como de tipo doméstico. Muestran la diversidad de encla-ves (Fortea, Martí y Juan Cabanilles, 1987), que tienen tecnología considerada epipaleolítica y con modos de vida basados en la caza de alta montaña (Asquerino, 1983; Rodríguez, 1997). La tecnología de estos grupos cazadores-recolectores perdura al menos hasta con-textos normativos considerados como de Neolítico Medio –estrato II de Cueva del Nacimiento- (Asqueri-no y López, 1981). Y se ha planteado una explicación socioeconómica de interés para la documentación de la cerámica en relación a ocupaciones estacionales y contextos de intercambio de productos (Rodríguez, 1997).

7.3.1.2. Cueva de Nerja y los datos de sitios de la Axarquía de Málaga

Para el estudio de la larga secuencia de la Cueva de Nerja hay que considerar el depósito de la Sala del Vestíbulo (Jordá, 1986). Hay que valorar los nive-les enmarcados entre NV� y NV3 y NM 12-13 (San-chidrián et al., 1986; Aura et al., 1998; Simón, 2003; Cortés, 200�)

El nivel NV� con conchero es considerado Epi-magdaleniense y el NV3 como Epipaleolítico recien-te/Mesolítico (Aura et al., 1988). Aura lo enmarca en la sucesión evolutiva del Magdaleniense superior con arpones hacia conchero epipaleolítico en tendencia a los complejos microlaminares (Aura, 1995; Aura et al., 1998; Jordá Pardo et al., 2003).

El estudio de la Sala de la Mina (niveles NM12 y NM13) ha situado a la industria en la línea de conti-nuidad del final del Magdaleniense (González-Tablas, 1986: 271), en principio en un contexto microlaminar del Epipaleolítico Mediterráneo; pero el estudio de-tenido de los productos en un análisis comparativo permite inferir que “no es posible encajarla en nin-guno de los complejos industriales del Epipaleolítico Mediterráneo peninsular” (Ibidem: 281). Básicamente cuenta con hojitas de dorso abatido, con muescas y denticulados, piezas de retoque continuo y microlitos geométricos. Es curioso que González-Tablas prefiera definir el conjunto de ambos estratos como Postmag-daleniense (Ibidem: 282), aplicándole ideas peculia-res: “caso de evolución cultural propia y por tanto un fenómeno aislado, no extensible a otros yacimientos, con una fuerte especialización… como es el maris-queo” (González-Tablas, 1986: 282). Vincula con es-tas prácticas a los cantos tallados y a micropunzones. Vemos muy honrada la actitud de este investigador al

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destacar realmente la dificultad de valorar este con-texto, por el carácter erosivo de NM13 y destacar la personalidad del mismo.

Por su parte una visión más clásica era la defendi-da por (Sanchidrián et al., 1996: 80) al enmarcarlo en Epipaleolítico microlaminar.

Es interesante que para la explotación destacada del medio litoral se utilizara una tecnología específica con cantos tallados para el marisqueo y se han docu-mentado productos óseos biapuntados para la pesca (Aura y Pérez, 1998).

Sinceramente consideramos que es preciso publi-car detenidamente todo este registro y con toda pro-babilidad será necesario excavar más en estas signifi-cativas etapas de Cueva de Nerja.

Igualmente esperamos con interés la publicación de los resultados de las últimas excavaciones en Hoyo de la Mina, de Bajondillo y Humo, de los que se han dado sólo avances (Cortés, 200�, 2005; Ferrer y Baldomero, 2005).

Recordamos también los registros que fueron es-tudiados en los años 80 del siglo pasado en el Alto Vé-lez. Se diagnosticó una ocupación neolítica de interés, valorando su ubicación respecto a las relaciones de comunicación costa-interior. Las prospecciones per-mitieron documentar enclaves en cuevas y pequeños abrigos en la falda sur de las sierras Tejeda y Alhama -Cueva de la Fájara, del Boquete de zafarraya, Gua-ycos (Martín, 1988), Abrigo del Espino (Moreno Ara-

güez, 1985); así como asentamientos al aire libre en piedemonte -Tajo de Gomer- (Ramos y Martín, 1987) o en pequeños cerros aislados -Peña de Hierro (Martín, 198�-1985, 1986), Casa de la Herriza (Martín, 1988)- y una zona de producción-taller lítico en Puerto de los Alazores (Ramos, 1988).

Queremos recordar el importante peso, al igual que en los enclaves del Subbético de Córdoba, de los productos de tradición epipaleolítica. La situación es característica de una zona de paso natural magnífico, en valles destacados de buena comunicación y muy diversificados en recursos naturales y cinegéticos. Deseamos también la continuidad de los trabajos y valoramos la necesidad de revisiones de las viejas colecciones desde nuevas perspectivas. Con todo, queremos destacar ahora la significativa presencia de microlitos geométricos, láminas con bordes abati-dos y muescas-denticulados en estos conjuntos de la Axarquía de Málaga.

7.3.1.3. Bahía de Algeciras

El registro de los productos documentados en el corte 2 de la campaña de excavación de abril del 2000 en “Embarcadero del río Palmones” representa 6�9 ejemplares (Ramos, 2003; Ramos y Castañeda, 2003; Ramos et al., 2001, 2003; Ramos y Castañeda, eds., 2005) (Figura 2). Hay un manifiesto predominio de res-tos de talla (578, 89.06 %) sobre los productos retoca-dos (71, 10,9� %). Se han constatado 37 núcleos (5,70

Figura 2. Embarcadero del río Palmones. Histogramas de productos líticos tallados. Campaña de 2000. Corte 2.

39

%), 372 lascas y láminas (57,32 %), 169 productos de desecho (26,0� %). A partir de dichas lascas y láminas se han elaborado 71 productos retocados (10,9� %). Estos datos infieren una proporción de 11,95 lascas y/o láminas obtenidas por núcleo, lo que ha conllevado un significativo agotamiento de algunos tipos de nú-cleos (prismáticos y para hojas), que va acompañado de una tipometría general microlítica.

La evidencia de los otros restos de talla confirma la talla in situ. Se han documentado 169 ejemplares (26,0� %). Se desglosan así: 61 desechos, 98 esquir-las, 9 golpes de buril, 1 plaqueta de avivamiento. Se relacionan con el agotamiento de núcleos, con la pre-paración y configuración de planos de golpeo, y son también consecuencia de la elaboración de productos retocados. Todo ello confirma la talla en el espacio excavado del corte 2.

En los estudios indicados de la transición Epipa-leolítico-Neolítico es también necesario incidir en el análisis de restos de talla y de procesos de trabajo. Esto nos evidencia una realidad microlítica (Bagolini, 1968). Considerando la relación núcleos/lascas-lámi-nas obtenidas la proporción es de 11,95 lascas y/o láminas de cada núcleo, lo que representa un signifi-cativo agotamiento de algunos tipos de núcleos (pris-máticos y para hojas).

Entendida la tecnología como un proceso hay que incidir en ello para buscar información de la posterior configuración de los productos retocados.

Se han documentado así, 37 núcleos, que corres-ponden a 5 tipos, y que evidencian diversos procesos de talla, así como diferentes niveles de agotamiento y elaboración con diversas técnicas, que confirman una clara tendencia microlítica. Se registran así, 13 poliédricos, 8 levallois, 8 prismáticos, 7 del inicio de la talla, y 1 para hojas.

Desde dichos tipos de núcleos se ha obtenido un desbaste de 372 lascas y láminas, con una significa-

tiva documentación de lascas y láminas procedentes de los inicios de la talla, un predominio cuantitativo de lascas internas, una presencia moderada de lascas levallois y una evidencia significativa de productos de talla a presión, con láminas de crestas, hojas y lascas del desbaste de núcleos para hojas.

Se han registrado 27 ejemplares de descortezado, 38 de semidescortezado, 197 internas, 20 levallois, 13 de crestas, 70 hojas y 7 lascas del desbaste de núcleos para hojas. Dentro de esta variedad de tipos desta-ca el predominio de las lascas, con 277 ejemplares, frente a 95 láminas. Por su parte entre los productos retocados predominan las láminas.

Estos datos son coherentes en un lugar de produc-ción, pues los productos obtenidos de núcleos del ini-cio de la talla, levallois y poliédricos son básicamente lascas, así como las primeras extracciones en los pris-máticos. Pero además de ésto se documenta una ten-dencia a generar láminas para determinados produc-tos retocados, como buriles, láminas con borde aba-tido, muescas y denticulados, así como los productos relacionados con la fabricación de geométricos.

Entre los talones hay un predominio de los reco-nocibles, con muy buena presencia de talones lisos, escasa entidad de talones facetados. Predominan los reconocibles sobre los abatidos.

Otro aspecto significativo es la destacada presen-cia de productos con fractura, tanto entre las lascas-láminas sin retocar, como entre los productos retoca-dos. Predominan en las hojas y se vinculan con una técnica para la preparación de ejemplares retocados, soporte de herramientas. El gesto técnico de fractu-rar lascas y láminas se relaciona con la obtención de láminas con borde abatido y con fracturas retocadas, que son la base de fabricación de microlitos por me-dio de la técnica del microburil y también con hojas con retoques de uso.

El estudio tipométrico (Bagolini, 1968) pone en

Foto 1. Embarcadero del río Palmones. 1995. Lascas con muesca. Foto Pedro Cantalejo.

Foto 2. Embarcadero del río Palmones. 1995. Laminillas denticuladas. Foto Pedro Cantalejo.

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Figura 3. Embarcadero del río Palmones. Productos líticos. Campaña 2003.

�1

evidencia el predominio del grupo de lascas, seguido de lascas laminares, lascas anchas, láminas, láminas estrechas y lascas muy anchas. Destacan los tipos de muy pequeño tamaño (53,�3%) y de pequeño tamaño (33,82%). En conjunto los tipos microlíticos alcanzan 87,25%. Frente a ellos los tipos de mediano tamaño constituyen 9,32% y los de gran tamaño 3,�3%.

Los productos retocados alcanzan un total de 71 ejemplares, en la excavación de 2000. Indicar que en el estudio de 1995 se documentaron 309 (Ramos, ed., 1995) (Fotos 1 y 2). Han sido analizados mediante las clasificaciones de Fortea (1973) y Laplace (1973 y 1986). Se han documentado en el corte 2 de la exca-vación de 2000 (Ramos y Castañeda, 2003): 5 raspa-dores (7 %), 2 perforadores (1 %), 13 buriles (18 %), 17 lascas y láminas láminas con borde abatido (25 %), 10 muescas y denticulados (1� %), 2 fracturas retocadas (3 %), 8 microlitos geométricos (11 %), � microburiles (6 %), 10 Diversos -9 lascas y láminas con melladuras de uso (13 %) y 1 canto trabajado (1 %)-.

Hay que considerar que el corte 2 es una parte del asentamiento, asociada con hogares desmantelados y con una zona de producción de objetos líticos. He-mos comprobado el carácter monofásico de la ocu-pación y por tanto la asociación estratigráfica de los productos del estudio inicial.

En la monografía del asentamiento realizamos un estudio conjunto valorativo de los productos estrati-ficados y de los procedentes del desmantelamiento inicial (Ramos y Castañeda, eds., 2005), además pre-sentamos los cómputos de productos retocados en ambos sistemas de clasificación (Fortea, 1973; Lapla-ce, 1973, 1986).

Aquí sólo queremos indicar la mayor presencia de buriles -13 B1- (18 %) que de raspadores -5 R1- (7 %), la significativa documentación de láminas con dorso abatido -3 LBA1, 3 LBA3, 2 LBA5 y 1 LBA6- (25 %), y de muescas y denticulados -7 MD1, 1 MD3, 2 MD�- (1� %). Destacamos la cualitativa y precisa documenta-ción de microlitos geométricos -� trapecios y 3 trián-gulos con retoques abruptos, 2 G5, 1 G6, 1 G8, 2 G9, 1 G12, 1 G18)- (11 %) y de � microburiles -� M1- (6 %). Completan el registro del corte 2, 3 lascas y 9 láminas con retoques de uso (13 %) y 1 canto trabajado (1 %).

Los datos correspondientes a la excavación de 2003 verán pronta publicación (Ramos y Pérez, eds., en prensa) (Figura 3).

En el estado actual de la investigación resulta tam-bién complejo cualquier encuadre en facies determi-nadas. La sintonía con El Retamar parece evidente, al igual que el patrón de asentamiento y evidencias de modos de vida. Pero también con los registros de la Bahía de Málaga, de nuevo con los niveles NV 3-NV � y NM 13-12 de Cueva de Nerja (Jordá, 1985, 1986; González-Tablas, 1986; Aura et al. 1998), así como con los niveles denominados Tardenoisiense y Capsiense

de Hoyo de la Mina (Such 1920; Fortea 1973; Ferrer y Baldomero, 2005). El contexto inmediato en la Bahía de Algeciras-Gibraltar es significativo con la docu-mentación de Gorham’s Cave (Giles et al., 2000) y con Guadalquitón Borondo (Gutiérrez et al., 2000).

7.3.1.�. Bahía de Cádiz

En la campaña de excavación de 2005-2006 hemos documentado (Ramos et al., 2002) 1�.�56 productos, de ellos 1.053 son núcleos (7,28%), 6.602 lascas y lá-minas (�5,67%) y 5.755 otros restos de talla (esquirlas, plaquetas, desechos) (39,81%). Los productos retoca-dos constituyen 1.0�6 ejemplares (7,2�%). Se confir-ma un agotamiento de algunos núcleos (prismáticos y para hojas), con destacada presencia de esquirlas y desechos que prueban la producción lítica in situ.

Predominan los núcleos poliédricos con �51 ejem-plares (�2,8�%), seguidos de los 33� prismáticos (31,72%). Estos se vinculan con los �1 núcleos para hojas (3,89%). De los prismáticos y para hojas se ha producido el destacado desbaste laminar. Existen también 105 núcleos levallois (9,96%), 66 núcleos del inicio de la talla (6,30%) y, ya con una menor propor-ción, se documentan 11 núcleos con un plano de gol-peo (1,0�%), 5 sobre lascas (0,�7%), 3 con dos planos de golpeo (0,28%) y 37 diversos (3,50%).

Entre los restos de talla se documentan 6602 las-cas y láminas, que tienen una clara correspondencia con los núcleos obtenidos (Ramos et al., 2001: 1�2). El cómputo de lascas y láminas entre los grupos re-presenta 5.198 lascas (78,7�%) y 1.�0� láminas (21,26 %). Un análisis tecnológico de los grupos de lascas y láminas permite observar:

- Una presencia significativa de lascas proceden-tes de los inicios de la talla, con 559 de descortezado (8,�6%) y 1.2�6 de semidescortezado (18,87%).

- Un predominio de lascas internas, con 3.1�3 ejemplares (�7,62%).

- Una moderada documentación de lascas levallo-is, con 2�3 registros (3,68%).

- Se ha constatado un cualitativo testimonio de los productos de talla a presión, con 165 láminas de cres-tas (2,�9%) y gran proporción de hojas, 1.216 ejem-plares (18,�2%).

Los productos retocados han sido analizados me-diante las clasificaciones de Fortea (1973) y Laplace (1973 y 1987): se han documentado (Ramos et al., 2002): �7 raspadores (�,�9%), 2 perforadores (0,19%), 11 buriles (1,05%), 60 láminas con borde abatido (5,73%), 2�2 muescas y denticulados (22,�9%), 33 fracturas retocadas (3,15%), 107 microlitos geométri-cos (11,22%), 86 microburiles (8,22%), ��� láminas con melladuras de uso (�2,�5%) y 1� diversos (1,3�%).

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La secuencia estructural es: A/2 S/1 SE/ B

Para profundizar en los tipos, rasgos morfológicos y peculiaridades técnicas y tipológicas ver (Ramos et al., 2002).

La distribución porcentual de productos infie-re un predominio del modo de retoques abrupto. Sobresalen las láminas que tienen melladuras de uso (�2,�5%), seguidas de muescas y denticulados (22,�9%). El componente de geométricos (11,22%) y de microburiles (8,22%) es significativo, siendo más limitada la representación de láminas con borde aba-tido (5,73%).

Dada su distribución porcentual un enmarque en facies geométricas o microlaminares del Epipaleolí-tico sería irreal. Valorarlo como neolítico, por la sóla presencia de cerámicas cardiales y lisas nos parece muy limitado también.

Un conjunto lítico como el de “Retamar” docu-menta tradiciones y productos característicos de so-ciedades que tienen un modo de producción basado en formas económicas de caza-recolección-pesca, que quedaría enmarcado en el concepto normativo de Epipaleolítico, con precisiones a valorar desde la singularidad del registro faunístico y de los modos de trabajo desarrollados en el asentamiento.

7.3.1.5. Las sierras de Cádiz-Ronda

En los entornos de Ronda los mencionados sitios de El Duende (Martínez y Aguayo, 198�), Los Pinos y El Chusco (Aguayo et al., 200�: 97) ofrecen registros de los últimos grupos cazadores y recolectores. Las evidencias tecnológicas se enmarcan en los contextos microlaminares con significativas series de láminas y laminitas con borde abatido, pero con presencia de al-gún microburil y microlitos geométricos. Inicialmen-te enmarcado en el esquema con el que se trabajaba en los años 80, en el contexto de las explicaciones de Fortea para Hoyo de la Mina, con una significativa presencia microlaminar, pero con reflexiones intere-santes sobre el devenir y sentido de la presencia de geométricos (Martínez y Aguayo, 198�: 35).

Recientes estudios sitúan estas evidencias arqueo-lógicas en la perspectiva histórica de continuidad con las ocupaciones agropecuarias de la Serranía de Ron-da como fenómeno de continuidad histórica (Aguayo et al., 200�: 98) y de control del territorio por forma-ciones sociales.

Por su parte los estudios en las sierras subbéticas occidentales y cuenca alta del río Guadalete eviden-cian en La Escalera 1 la documentación de series significativas de núcleos, lascas y productos retoca-dos. Entre éstos destacan 5 raspadores, 3 buriles, 1 laminilla de borde abatido, 1 muesca, 1 denticulado, � truncaduras, 1 geométrico (trapecio con dos lados

cóncavos), 1 ápice triédrico y 8 lascas y láminas con retoque continuo (Giles et al., 1998: 117).

En Los Frailes han documentado entre los pro-ductos retocados, mayor presencia de buriles que de raspadores, lascas y láminas con muesca, láminas y laminitas con borde abatido, microlitos geométricos (trapecios y microburiles) (Giles et al., 1998: 119).

Es muy destacado el avance en conocimiento de enclaves del Paleolítico Superior en la cuenca alta del río Guadalete y sierras del NE de Cádiz y de Ronda. Junto a numerosos sitios vinculados al tecnocomple-jo Solutrense se evidencian nuevos registros de asen-tamientos situados al aire libre que relacionan por los productos líticos tallados con los criterios normativos de Magdaleniense y Epipaleolítico.

La sintonía tecnológica es significativa entre los enclaves del interior del río Guadalete-Sierras de Cá-diz-Ronda y los de la Bahía de Algeciras, en el entor-no del Embarcadero del río Palmones, con presencia cualitativa del microlitismo geométrico.

7.3.1.6. Cueva de Benzú (Ceuta). Los datos del Norte de África en relación a registros del Iberomauritánico

La Cueva de Benzú presenta dos divertículos o sa-las, unidas por un estrechamiento. Cuenta con niveles de arenas de clara adscripción en el Holoceno. Está adyacente al Abrigo paleolítico (Ramos, Bernal y Cas-tañeda, eds., 2003; Ramos et al., 2005; Ramos et al., en prensa). La Cueva tiene 5,� m de longitud x �,6 m de anchura.

Aportamos una síntesis de datos de las campañas de 2002 y 2003. En ellas se han excavado 12 cuadrí-culas, en un espacio superior a 9 m2, documentando dos niveles estratigráficos de ocupación (I y II) sin es-tructuras de habitación. Presentamos un avance al re-gistro de los productos. La gran mayoría procede del estrato II. En él hemos documentado 29 productos líti-cos tallados, de los que se ha documentado 1 núcleo, 8 lascas y 20 productos retocados. Están realizados en sílex (17), arenisca (11) y cuarcita (1). Predomina el material poco rodado.

Entre los productos retocados se aprecia la exis-tencia de 7 tipos distintos (Laplace, 1973; 1987): 3 den-ticulados, 2 son (A13nokm y nokp) y 1 es (D3nokp); 1 muesca (D1nokp); 1 buril (B1nokp); 1 truncadura (T1nokp); 1 producto compuesto formado por ras-pador-denticulado (G12nokp/D3nokp); 3 raederas (R1nokm y nokp); 10 retoques abruptos y/o de uso (LD21nokm y nokp).

Del nivel II se han documentado cerámicas con formas de consumo y posiblemente de almace-naje o de preparación de alimentos para el consumo, como son escudilla, cuenco entrante y vaso de pare-des verticales.

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La tecnología lítica tallada (Carbonell et al., 1999) es muy significativa y característica de sociedades tribales neolíticas (Herrero et al., 2003; Ramos et al., 2005). La destacada serie de productos vinculados con instrumentos de trabajo evidencia momentos finales de la cadena operativa lítica que tienen un contexto tecnológico de comunidades neolíticas a ambos lados del Estrecho de Gibraltar (Camps 197�; Gilman 1975; Nehren 1992; Ramos 1988-1989; Finlay-son et al., 1999; Ramos y Lazarich, ed., 2002 a, 2002 b; Otte, Bouzouggar y Kozlowski, dir., 200�; Ramos y Castañeda, ed. 2005; Ramos y Pérez, eds., en prensa); pero que hunden las bases en tipos utilizados por las sociedades previas de cazadores-recolectores. De ahí el interés que ofrece para nosotros este registro, que se ha incrementado de manera considerable en las campañas de 200� y 2005 y está siendo estudiado por Eduardo Vijande en el marco de su tesis doctoral.

Por su parte en el estrato I se han localizado 2 BN2G. Se trata de una lámina de dorso (LD21nokp) y una muesca (D1nokp). Este último ejemplar está en el tránsito de ambos estratos. Hay que indicar también que se han documentado en el estrato I utillajes de molienda, un molino y una moleta.

Del nivel I indicar que en la campaña de 200� se han constatao registros de microlitos geométricos. Nos recuerdan por su forma a las piezas geométricas de los niveles preneolíticos y neolíticos antiguos de Mugharet el’Aliya y Mugharet es Saifiya en formas de “petits tranchets” (Gilman 1975: 29). No tiene cerámi-ca constatada.

Se quiere hacer una reflexión sobre la sucesión tipológica en las cuevas de Tánger entre los depósi-tios de Mugharet el Khail, Mugharet es Saifiya y la cercana a Ceuta de Gar Cahal (Tarradell, 195�, 1958, 1959). Se documentan series de láminas con muescas y denticulados, láminas con bordes abatidos y micro-litos geométricos en momentos preneolíticos. Curio-samente en contextos considerados como Neolítico Antiguo se mantienen los tipos y hacen su aparición los tranchets (Tixier, 1963, 1967; Gilman, 1975: 131).

En el área inmediata de la región de Tánger se han documentado recientemente numerosos sitios pre-históricos en las prospecciones del equipo marroquí-belga. Algunos de ellos son atribuidos a Iberomauri-tánico, identificados sobre bases normativas, por la documentación de puntas con dorsos y laminillas con dorsos, en ocasiones acompañados con raspadores y entre los restos de talla por característicos núcleos para láminas y laminillas (Otte, Bouzouggar y Kozlo-wski, dir., 200�: 182). Las similitudes tecnológicas con enclaves como Embarcadero del río Palmones (Ra-mos y Castañeda, eds., 2005; Ramos y Pérez, eds., en prensa) son significativas.

De igual manera es muy novedoso el aumento de registros en la región de Tánger de sitios neolíticos,

que vienen a completar los yacimientos clásicos de las Cuevas de El Khil cerca del Cabo Achakar (Jodin, 1958-1959; Gilman, 1975), de indudable contexto con los registros recientes de Gibraltar (Finlayson et al., 1999) o de la Bahía de Málaga (Such, 1920; Pellicer y Acosta, 1986; Simón, 2003) e incluso del interior de la Axarquía de Málaga (Ramos y Martín, 1987).

En el momento actual, a modo de hipótesis de tra-bajo planteamos las significativas relaciones tecno-lógicas y tipológicas, que probablemente correspon-dan a similitudes en los modos de vida de los últimos grupos de cazadores-recolectores y de los primeros grupos neolíticos, en el Norte de África y Sur de la Pe-nínsula Ibérica. Los renovados registros en la región del Norte de África, en la zona comprendida entre Te-tuán, Ceuta y Tánger, avalan a nuestro parecer dicha hipótesis. Habrá que estar atentos al desarrollo de los estudios y al planteamiento de relaciones y contactos, que pueden permitir superar visiones simplistas de corte difusionista y ayudar a precisar el interesante poblamiento de estas etapas de las sociedades pre-históricas en el entorno del Estrecho de Gibraltar.

7.4. Estudios de funcionalidad y uso

A partir de dicho registro pueden inferirse, junto al análisis de algunos productos orgánicos, aspectos ca-racterísticos del modo de producción y de los modos de vida de las sociedades estudiadas. En dicho senti-do hemos comenzado colaboraciones con investiga-dores del CSIC-Institució Milá i Fontanals (Barcelona). En concreto el Dr. Ignacio Clemente y Jordi Pijoan han analizado el registro de Embarcadero del río Palmones. El primero de ellos ha continuado con estudios de los productos de Abrigo y Cueva de Benzú y de sitios de ocupaciones neolíticas de la banda atlántica de Cádiz (La Mesa, La Esparragosa).

7.�.1. Resultados del estudio funcional de Embarcade-ro del río Palmones

Presentamos aquí una síntesis de los resultados del estudio funcional desarrollado en Embarcadero del río Palmones (Clemente y Pijoan, 2005, en prensa; Ramos et al., 2005).

Una significativa parte del material estudiado pre-sentaba un brillo macroscópico del tipo “lustre de suelo”. De ahí que las actividades de producción que se han podido determinar con un alto grado de fia-bilidad –utilización segura (SG) y probable (PR) – se correspondan casi todas a trabajos sobre materias de dureza media –ME; madera–, media-dura –ME/DU; madera, hueso, etc.– o dura –DU; hueso, asta, valva, minerales,...– En algunos casos, y a pesar de estas al-teraciones, se distinguen aún puntos más compactos

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y brillantes que corresponden a vestigios de micropu-lido de uso –aunque modificado por las mencionadas alteraciones posdepositacionales (Alonso y Mansur 1990, Clemente 1997 ). Clemente y Pijoan han recono-cido también series de microfracturas y estriaciones que han relacionado con una probable utilización de los geométricos como puntas de proyectil (Clemente y Pijoan, 2005: 256, en prensa).

Tras analizar todo el conjunto lítico (6�9 casos), han determinado 36 filos de uso posible, 21 filos con una utilización probable y 8 con uso seguro, de un total de 62 instrumentos. Como se desprende del su-matorio de filos contrastado con el de instrumentos, algunos tenían más de un filo utilizado. Así mismo, se determinó el uso en un 9,�% de los restos líticos (Clemente y Pijoan, 2005: 256 y ss.).

Los resultados obtenidos han permitido obtener algunas inferencias sobre determinadas actividades productivas desarrolladas en el asentamiento. En (Clemente y Pijoan, 2005) se presenta un análisis de las diversas actividades documentadas a partir de los macro y micro rastros observados en los productos líticos tallados. Básicamente se trata de actividades cinegéticas, de actividades relacionadas con la explo-tación de recursos vegetales (R.V.), tanto de R.V. no leñosos, como leñosos (madera y/o corteza).

Se han identificado también instrumentos para la explotación de materia dura animal y a pesar de la dificultad por la alteración del lustre indicado algunos productos relacionados con la explotación de recur-sos animales blandos.

Aún con toda la problemática planteada, Ignacio Clemente y Jordi Pijoan han podido reconocer una se-rie de instrumentos de trabajo que permiten realizar una aproximación segura a varias de las actividades productivas que allí se llevaron a cabo con el instru-mental lítico: actividades cinegéticas –con microlitos geométricos y tal vez con laminillas de dorso (o dor-so natural) como elementos de proyectil -; activida-des dirigidas a la explotación de recursos vegetales no leñosos –registradas en un microlito geométrico y en una laminilla- y de recursos vegetales leñosos (madera, corteza) documentadas especialmente en muescas tanto en laminillas como lascas y raederas sobre lasca.

También se han registrado algunos instrumentos utilizados probablemente para actividades de apro-vechamiento de recursos animales duros (hueso) –en acciones transversales y en algunos casos, sobre re-cursos animales blandos.

Han podido observar, para los casos de las adscrip-ciones de uso más seguras, una tendencia a emplear para ciertas actividades concretas unas morfologías recurrentes, aunque no estricta y determinante. Sería de destacar que los geométricos, aunque mayormen-te adscritos a la manufactura de flechas, también se

han utilizado al menos en un caso para el trabajo de recursos vegetales no leñosos.

Se confirma en dicho sentido una polivalencia fun-cional de los geométricos.

También es de destacar la presencia de “mues-cas” empleadas para el trabajo de recursos vegeta-les. Para estas cabe la posibilidad de un posible uso concreto en el alisado de astiles de flecha, lo cual estaría de acuerdo con las actividades cinegéticas ya identificadas en el asentamiento (Clemente y Pijoan, 2005; Cáceres, e.p.).

Sin embargo, aunque no se pueda llegar a afirmar este extremo categóricamente, sí que se hace eviden-te que existe una relación morfológica para tal fin. Esta relación forma/función, más allá de la adscrip-ción a actividades cinegéticas, resulta sumamente in-teresante, pues describe una actividad de trabajo muy determinada como sería el alisado y/o descortezado de ramas o fibras vegetales. Con todo, no se puede adscribir una relación absoluta entre muescas y tra-bajos de madera, pues recordemos que una de ellas ha sido relacionada con el trabajo de hueso, aunque también con una cinemática y forma de uso similar (Clemente y Pijoan, 2005).

Por otra parte, Clemente y Pijoan han indicado que no existe una recurrencia morfológica entre los instrumentos para los trabajos de raspado/cepillado sobre recursos vegetales leñosos (Clemente y Pijoan, 2005: 261 y ss). Y por último, anotar que es destaca-ble la versatilidad funcional del soporte básico de las laminillas, adscritas a la mayoría de trabajos que se han documentado.

Foto 3. Embarcadero del río Palmones. Muesca utilizada para trabajos sobre recursos vegetales leñosos. Foto Ignacio Clemente.

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Los productos orgánicos constatados y el estudio de la tecnología y función de la industria lítica tallada infieren una comunidad que tenía un modo de produc-ción basado en la caza y recolección de moluscos, que generó un gran desarrollo de trabajo y procesamiento de la madera, como demuestra el estudio antracológi-co (Rodríguez, 2005).

7.�.2. Implicaciones funcionales de “El Retamar”

De El Retamar no se ha realizado aún un estudio funcional de los productos líticos tallados. De todos modos el interés espacial, tecnológico y morfológico-tipológico permiten plantear algunas hipótesis y re-flexiones de asociaciones funcionales; considerando también los productos biológicos y las implicaciones de la tecnología en los procesos de trabajo (Ramos et al., 2001: 1�3):

- Se ha documentado una presencia significativa de productos de carácter doméstico (raspadores, bu-riles, perforadores), que tradicionalmente se han vin-culado al trabajo de madera, procesado de pieles y en general, a la vida cotidiana como apoyo y reposición de prácticas productivas para el consumo (Vila, 1987; Clemente, 1997).

- Presencia de utillajes posiblemente vinculados con proyectiles, dada la documentación de microlitos geométricos.

- Deben haber también productos vinculados al proceso de despiece del pescado y trabajo con la mala-cofauna.

- Hasta la realización del necesario estudio fun-cional de los productos líticos de este enclave resulta evidente el desarrollo de trabajos vinculados con la pesca y con el procesamiento de especies significati-vas, como dorada.

- Hay evidencias claras de procesos de trabajo realizados en el propio asentamiento con zonas de producción y talla lítica, lo que permitiría al grupo es-tablecido la reposición de las propias herramientas. De hecho la significativa documentación de núcleos, tanto para lascas, como para láminas explica la re-lación de los procesos técnicos con el desarrollo del trabajo y la función de los instrumentos.

7.5. Balance y reflexión sobre la presencia en el sur de una “facies de muescas y denticulados” en los conjuntos epipaleolíticos

Como hemos indicado en el estudio historiográfico las circunstancias de investigación han condicionado

el estado actual de los conocimientos. Realmente ha habido una dedicación limitada al estudio de las socie-dades cazadoras-recolectoras con tecnología enmar-cada en Epipaleolítico.

Las facies que tradicionalmente se han visto apli-cadas para el Mediterráneo peninsular (microlaminar y geométrica) no las vemos con la suficiente claridad. Somos conscientes en este punto que faltan aún regis-tros. Esto se hace extensivo al contraste con el Norte de África, respecto a la sucesión de los conceptos tecnoló-gicos normativos de Iberomauritánico-Capsiense.

Por un lado hemos visto un hecho interesante y es la documentación de una presencia significativa de microlitos geométricos, en yacimientos que están des-tinados a unas actividades definidas y diferenciadas, como son los sitios de pesca y recolección de malaco-fauna, en las bahías de Cádiz y Algeciras.

Los bloques tecnológicos enmarcados en facies o en ordenaciones evolutivas organizadas por criterios morfológicos-descriptivos no los llegamos a enten-der (Ramos, 1999). Pensamos que es más acertada su contrastación con la problemática de la captación de materias primas, que nos informa de la movilidad de los grupos y por otro lado con la función y uso como instrumentos de trabajo.

Por otro lado hay una realidad arqueológica eviden-te, como plantean los colegas vascos (Alday y Mujika, 1999; Alday, 2002; Cava, 200�), de una presencia signi-ficativa de muescas para el cuadrante N.E. peninsular, en yacimientos prepirenaicos y de la cuenca alta del Ebro, en contextos definidos del proceso histórico de la tecnología vinculada a los últimos grupos cazado-res-recolectores. Ese fenómeno tecnológico obedece a respuestas socioeconómicas de los grupos humanos de dicho entorno (Alday, 2002; Cava, 200�).

En los conjuntos estudiados en el sur peninsular, muescas y denticulados están representadas de for-ma significativa en algunas series líticas. Indicamos como ejemplos (22,�9%, en El Retamar; o 1� % en Em-barcadero del río Palmones), siendo variada su docu-mentación en algunos de los enclaves situados al aire libre en medios de piedemonte o montaña (Martínez y Aguayo, 198�; Giles et al., 1998; Aguayo et al., 200�).

De una manera diferente a la valoración porcentual o de facies, entendemos dichos productos enmarca-dos en procesos de trabajo. El ejemplo del estudio fun-cional desarrollado en Embarcadero del río Palmones (Clemente y Pijoan, 2005) indica que está vinculada a trabajos con recursos vegetales y asociados en contex-tos donde hay microlitos geométricos utilizados como proyectiles. Se han asociado con el alisado de astiles de flecha, y en general estarían en relación con activi-dades cinegéticas (Clemente y Pijoan, 2005).

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8. pERSpECTIvAS DE LOS ESTUDIOS TECNOLÓgI-COS DE LAS ÚLTIMAS COMUNIDADES DE CAzA-DORES-RECOLECTORES EN EL SUR DE LA pENíN-SULA IBERíCA y NORTE DE áfRICA

La tecnología de enclaves como El Retamar o Em-barcadero del río Palmones se podría enmarcar en los conceptos normativos epipaleolíticos geométricos. Responde a una significativa novedad en la investiga-ción en el sur peninsular en los últimos años.

Hay una clara conexión de estos registros con el concepto normativo Epipaleolítico, como referente tecnológico de las últimas sociedades cazadoras-re-colectoras, ahora ya documentadas y con muchas expectativas de estudio en las Bahías de Cádiz y Al-geciras, al igual que representa la Bahía de Málaga, con las interesantes secuencias de Nerja (Jordá, 1985, 1986; González-Tablas, 1986; Sanchidrián et al., 1986; Aura et al., 1988; Simón, 2003) y Hoyo de la Mina (Such, 1920; Fortea, 1973, 1986; Ferrer y Baldomero, 2005) y también con el interior de ambas zonas, en la cuenca del Guadalete-Sierras de Cádiz-Ronda (Giles et al., 1997, 1998; Martínez y Aguayo, 198�; Aguayo et al., 200�).

La propia definición del modo de producción de estas comunidades nos hace partidarios de un pro-ceso autóctono de tránsito hacia el nuevo modo de producción.

Somos conscientes de la diversidad de procesos de transición de las sociedades cazadoras-recolecto-ras a las tribales. Creemos que la síntesis del “mo-delo dual” encierra una contradicción en sí, de valo-rar la llegada del Neolítico por difusión exterior y el mantenimiento de procesos de aculturación interior y que considera, al mismo tiempo, a los grupos epi-paleolíticos, cazadores-recolectores, que cuentan con complejos de microlitos como más retardatarios. En dichos modelos se trabaja con una perspectiva de cla-sificación de “compartimentos estancos” donde falta la noción y perspectiva de proceso histórico (Ramos, 2003, 200� a; Pérez, 2005).

Valoramos el Suroeste de Portugal y en concreto las regiones de Algarve y Alentejo como ámbitos geo-gráficos con muchísimas expectativas en este sentido, donde se están realizando muy interesantes trabajos, constatando claramente el fenómeno geométrico y posteriormente el contexto neolítico. Muchos colegas ven el corte en el ámbito difusionista (zilhao, 1998; Oosterbeck, 2001), pero las dataciones antiguas del fenómeno megalítico (Calado, 2000), las perspectivas de posibles facies microlaminares entre las industrias de Quinta da Queimada (Calado et al., 2003) y la com-plejidad de los registros en el área de Sagres, zonas de Faro y Portimao (Bicho et al., 2003; Carvalho, 2002, 2003) deben exigirnos una prudencia considerable. La experiencia del Sur de la Península nos lleva a cues-tionar la vía difusionista de explicaciones. De ahí el

interés en seguir el resultado de la investigación que van generando los colegas que trabajan en dichas re-giones.

Respecto al Norte de África, en la orientación que intentamos trabajar, de valorar movilidades entre las sociedades cazadoras-recolectoras y considerar las semejanzas en las sociedades ya tribales neolíticas en el marco de los procesos de distribución de pro-ductos, el campo de desarrollo y de estudio en rela-ción con las realidades arqueológicas del Sur de la Península Ibérica es tremendo. No queremos tampo-co establecer relaciones simples e ingenuas. El pro-pio desarrollo de los estudios del Paleolítico Superior Final, exige como nos consta (conversaciones con A. Bouzzouggar y S. Hachi) una seria redefinición de la propia secuencia, que se está realizando en los últi-mos tiempos con gran ilusión y empeño por equipos internacionales, con presencia activa de los colegas marroquíes y argelinos (Bouzouggar et al., 200� a, 200� b; Hachi, 2003; Otte, Bouzouggar y Kozlowski, dir., 200�). Mantenemos al respecto también una sana prudencia, pero tenemos la esperanza que conforme continúen los estudios en ambas zonas habrá expre-siones cada vez más sólidas de relaciones y contac-tos, en el marco de las mencionadas expectativas so-cioeconómicas.

9. AgRADECIMIENTOS

Quiero agradecer y recordar especialmente al pro-fesor Dr. Enrique Vallespí, con quien tanto aprendí de industrias líticas (y de mucho más). Su ejemplo y dedicación han permitido dinamizar los estudios paleolíticos en Andalucía. Su trayectoria nos mueve siempre hacia modelos éticos.

Agradecer también al profesor Dr. Oswaldo Arte-aga, por lo que he aprendido de teorías sociales y de prácticas rigurosas en Arqueología. Su dedicación ha generado un modelo de transformación conceptual y empírica en los estudios arqueológicos en Andalucía.

Agradecer a los numerosos compañeros y compa-ñeras con quienes he trabajado durante muchos años en diversas especialidades, aspirando a una integra-ción histórica de las diversas analíticas. Destacar a Dr. Salvador Domínguez-Bella, Dr. Javier Gracia, Dra. Blanca Ruiz, Dra. María José Gil, Dra. Paloma Uzquia-no, Dra. Milagrosa Soriguer, Dra. Cristina zabala, Dr. José Hernando, Dr. Ignacio Clemente.

A mis colegas de la Universidad de Cádiz, Dr. Da-río Bernal, Dra. Manuela Pérez, Eduardo Vijande, Juan Jesús Cantillo, Manuel Montañés, la continuidad en el esfuerzo común de los estudios de las formaciones sociales documentadas en el sur de la Península Ibé-rica y Norte de África.

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Agradecer también a Pedro Cantalejo y Mar Espe-jo su constante colaboración en los proyectos desa-rrollados en Ardales y en Málaga.

A los colegas Dr. Baraka Raissounni (Universi-dad Abdelmalek Esaadi, Tánger-Tetuán), Dr. Abdel-jalil Bouzzouggar (Institut Nacional des Sciences de l’Archéologie et du Patrimoine, Rabat) y Dr. Slimane Hachi (Centre Nacional de Recherches Préhistoriques, Anthropologiques et Historiques, Argel) por lo que he aprendido con ellos de Prehistoria del Norte de África.

A los compañeros David Calado (Instituto Portu-gués de Patrimonio Arquitectónico, Faro) y Nuno F. Bicho (Universidade do Algarve, Faro) por haberme mostrado las interesantes novedades del Suroeste peninsular y por su magnífica acogida en las estan-cias y visitas en Portugal.

A Purificación García por la traducción al inglés del resumen y por su continuo apoyo, junto a Pablo Ramos.

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