6.Reporte de La Profesion Docente y La Comunidad Escolar
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ALEXIS RAMN ORDOEZ GONZLEZ 1ALIC. EDUC. PRIMARIA
M. FERNNDEZ ENGUITA
La profesin docente y la comunidad escolar: crnica de un desencuentro
Los padres: entre la indiferencia y la impotenciaLos padres los principales responsables e interesados en la educacin de sus
hijos, nada les permitir realizar mejor su derecho a controlar est e influir sobreella que la oportunidad de intervenir en la gestin de los centros docentes.
La participacin no requiere otra cosa que el compromiso de los propios padres.
Pocas cosas se han separado tanto de lo que prometan como la participacin de
los padres en la gestin de los centros de enseanza.
Una mayora silenciosa y una minora sospechosaAunque la abstencin es un problema de todos los procesos electorales y de todos
los colectivos, sera difcil, por no decir imposible, encontrar un caso similar al de
los padres de los alumnos en las elecciones a los consejos escolares.
Los padres son personas casi siempre intensamente preocupados por, ypendientes de, la educacin de sus hijos, empezando por su suerte en la escuela.
Un posible motivo de esto puede ser que los padres, simplemente, no confen, a
estos efectos, en la accin colectiva. Los padres ni siquiera acuden al centro ante
un problema individual de sus hijos. Tambin existe un autntico problema de
desinters o, al menos, de fatalismo por parte de un sector de padres.
Un argumento comn entre los padres ms activos es que el resto no participa
porque, puesto que no pagan, no creen derecho a hacerlo.
La participacin vendra a marcar la diferencia entre la instruccin y la formacin, o
entre la enseanza y la educacin. A veces la decisin de participar tiene su
origen en un incidente en el que el padre o la madre se han visto enfrentados al
centro, o cualquier miembro del profesorado.
La difcil tarea de participarLos padres que participan, por su parte, tienen que hacer frente, con frecuencia, a
la acusacin de que solo se preocupan de los problemas particulares de sus hijos,
no los problemas de todos.
Muchos padres declaran que temen las represalias de los profesores. En todo
caso, los profesores activos atribuyen ese miedo a los que no participan.
Los representantes de los padres se autocensuran y se autolimitan, pues de nadaservira plantear problemas o adelantar propuestas que, adems de resultar mal
recibidos o inviables porque el profesorado tiene la mayora, pudiera crear
fricciones.
El deseo de los padres no es sustituir a los profesores. Su deseo se reduce,
normalmente, a poder controlar el resultado del proceso, las caractersticas del
producto fina; y, si no les complace, decirlo.
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Lo extraescolar y lo complementarioLas actividades extraescolares desempean, cuando menos, una triple funcin.
Por un lado, puede considerarse como una manera de cubrir la distancia que
separa la enseanza de la educacin, la instruccin de la formacin, la
capacitacin acadmica del desarrollo integral.
Por otro lado, las actividades extraescolares son tambin una forma de cultivar la
diferencia. Las actividades extraescolares son tambin una forma de prolongar el
horario de permanencia en los nios y jvenes en la escuela, o en cualquier caso
fuera de la residencia familiar, por lo que resultan elemento esencial en el
desempeo de la funcin de custodia. El contenido de las actividades
extraescolares no suelen ser motivo de conflicto entre los padres y profesores. En
ocasiones, la actitud de los profesores es ms hostil, porque se confunde con la
defensa del horario continuado.
La controvertida funcin de custodiaSe han dicho que lo centros de enseanza se han convertido en aparcamientos
o guarderas donde depositar a los nios y jvenes en las horas en que su
familia n pueden atenderles.
Los profesores ven, a menudo, en las actividades de custodia, un atentado a su
profesionalidad y un factor de endurecimiento de sus condiciones laborales, ya
que ellos se dedican a educar, ms no a cuidar de los alumnos.
Las tutoras, que no son una actividad de custodia pero tienen en comn con las
correspondientes a sta sobrepasar los parmetros habituales de la instruccin,
presentan un problema parecido.
El alumnado, o el convidado de piedraDelegados, pero de quin?El delegado es el representante de un grupo, es el que organiza al conjunto de
estudiantes. A la hora de elegir a los delegados siempre tratan de escoger al que
es ms relajista o al ms tonto, es por esta razn que no cumplen con su deber
correctamente. Los estudiantes tienen esa mentalidad que los delegados de grupo
son los que se encarga de realizar pequeos servicios como: limpiar la pizarra, ir
por la tiza, llevar el parte, recolectar dinero para comprar un baln, etc. Podramos
decir que el profesor saca ventaja de estos problemas, haciendo que el delegado
se convierta en su colaborador y que la tarea que le toca es de ser guardin o
ms bien como un polica de respetar el orden en sus compaeros.El delegadose convierte en el ttere del profesor.
El delegado tiene otras funciones como puede ser acudir a juntas de evaluacin,
ejercer de mediador entre sus compaeros y el tutor o los profesores, etc.
Una democracia bajo tutelaLas posibilidades de participacin de los alumnos estn fuertemente limitas por el
hecho de que, al fin, y al cabo, en ella, y al margen de ella estn sometidos a la
autoridad y el poder del profesorado.
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Los alumnos no consideran que el contexto escolar, y en particular la actitud de
los profesores, sean especialmente favorables a la realizacin de sus derechos.
En el centro de enseanza, todos los caminos vuelven una y otra vez al profesor,
que se presenta ante el alumno como juez y parte al mismo tiempo. Los delegados
estn ms expuestos, ya que les corresponde ser portavoces de cualquier
descontento de sus representados.
Hay profesores dispuestos a tomar represaras sobre cualquier alumno que les
molesta, pero son una minora.
Los profesores pueden tambin tratar de influir demasiado directamente sobre el
resultado de las elecciones para delegados estudiantiles o para representantes de
consejo. Los profesores tratan de escoger a los alumnos de menor grado, ya que
estos no les causaran mucha molestia y podrn manejarlos a su antojo, en
cambio hacen lo que pueden para que los de mayor grado no queden, ya que les
ocasionaran problemas.
La presencia paterna, de apoyo a estorboLa presencia de los padres en el consejo escolar, cuya justificacin estriba en la
inmadurez de los alumnos, no es valorada de la misma manera por stos a todas
las edades. Al principio, los propios padres, adems de como una voz autnoma,
se ven a s mismos como la voz de los nios.
Al llegar a la enseanza secundaria, su funcin aparece ante sus propios hijos con
menos claridad. Ya no se da por sentada una identidad de inters entre los
colectivos, alumnos y padres, y su desempeo en el consejo escolar pasa a ser
discutido, o claramente menospreciado.
Los adolescentes comienzan a reclamar ya el reconocimiento de su
independencia y de su personalidad propia.Lo primero que los padres deben perder es su funcin individual como tutores y
valores de sus hijos. La segunda que deben perder los padres es su lugar como
colectivo en la gestin escolar, en sustitucin de los alumnos.
Los alumnos pasan ya a considerar que la comunidad escolar es cosa de dos: los
profesores y ellos.
La ineficacia de participarLa primera queja que aparece entre los alumnos es la escasa participacin d sus
compaeros
El representante, que desempea el papel del joven comprometido, no puede casinunca ocultar una actitud de reproche, incluso cierto desdn, hacia los
representados, que son vistos como pasivos, egostas e insolidarios. El delegado
es dejado a un lado sus funciones de asistente y cabo, un informador del profesor,
una especie de agenda relativa al grupo. El delegado debe hacer de portavoz de
las limitaciones generales.
La presencia del delgado en el consejo no sirve de nada, o sirve de muy poco,
porque no se les toma en serio o no se cuenta con ellos, y porque casi nunca
salen adelante sus propuestas.
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El peso de la experiencia cotidianaLos alumnos no son ciegos y sordos ante lo que se les ensea y aprenden.
Perciben perfectamente, por ejemplo, la falta de coordinacin entre distintas
asignaturas, o los diferentes criterios de evaluacin, lo cual basta para revelarles
que los profesores no estn exentos de errores, o simplemente que las cosas
pueden hacerse de varias maneras y que unas son mejores que otras.
Cuando un grupo de alumnos percibe esto, tiene tambin otra opcin,
tericamente al menos: hacer oir su voz, intentar un dialogo con el profesor. Pero
lo que la experiencia les indica es que no vale la siquiera la pena de intentarlo.
A los alumnos no se les reconoce capacidad alguna de influir en las decisiones
sobre que han de aprender y como ha de evaluarse lo aprendido.
Profesionalismo y participacin: un matrimonio mal avenido
Una constante al margen de cualquier variableLos centros presentan una mayor disposicin que los privados a recocer las
competencias de padres ya alumnos, lo cual significa que todos ellos cuentan con
una asociacin de padres y buena parte con una asociacin de alumnos, as como
que los representantes de estos colectivos actan con ms independencia
respecto a la direccin o el profesorado.
Las necesidades y las expectativas del pblico llamadas a entrar en colisin con
los intereses del profesorado se desplazan en consecuencia: los horarios y las
actividades extraescolares son el principal motivo de los conflictos en la
enseanza bsica.
Tipos de participacin: variantes y posicionesParticipacin es uno de esos trminos manidos, tan frecuentes en el discurso
sobre la educacin, que a fuerza de designarlo todo terminan por no significar
nada. Lo mismo que la igualdad de oportunidades, la enseanza activa, la
eficacia o la calidad, la participacin ha acabado por convertirse en algo que
todo el mundo invoca, porque nadie puede declararse contrario, pero que para
cada cual recubre un contenido distinto.
Para los profesores, la participacin de los otros debe consistir fundamentalmente
en que se acepten a sus frmulas, sigan sus consejos, y hagan los deberes.
Para los padres y alumnos, o al menos para el sector ms activo de ambos
colectivos, significa ser parte del poder de decisin o, cuando menos, no dejar por
entero la direccin de la educacin en manos del profesorado.La participacin regulada por la ley ofrece muchas ms oportunidades de
expresin y cuotas de poder, sin lugar a dudas, a los profesores que a los alumnos
o a los padres.
Los profesores cuentan con el poder con que los invisten la institucin escolar:
decidir qu y cmo deben aprender los alumnos y, sobre todo, evaluar su
rendimiento con las consiguientes consecuencias para su futuro acadmico,
profesional y social.
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Participacin y representacinEl profesorado es ms poderoso que antes de la entrada en vigor de LODE, pero
no todo el colectivo participa ya por igual de ese poder, por lo menos entre
eleccin y eleccin.
En el caso del alumnado, para quien la participacin deba ser tambin una
experiencia formativa y constitutiva de su personalidad, lo menos que puede
decirse es que estn aprendiendo, fundamentalmente, a delegar, es decir, a no
tomar sus asuntos en sus propias manos.
La especializacin de la funcin representativa en unos pocos miembros del
colectivo permite al resto dedicarse a sus propios asuntos con mayor tranquilidad:
los profesores a ensear, los alumnos a aprender y los padres a mantener el
hogar.
En contrapartida, el sistema de representacin, al desactivar a los colectivos
representados, sofoca otras potencialidades. Resultado de esto es que los
profesores se encierran en el cascarn de su aula, los padres se alejan de la vida
cotidiana de la escuela, perdiendo sta la oportunidad de emplear los recursospersonales e intelectuales de la comunidad entorno; los alumnos, en fin, carecen
de un espacio para el desarrollo de iniciativas grupales y colectivas.